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Tema 9

BREVE REFERENCIA AL DERECHO DE FAMILIA


Y DERECHO DE SUCESIONES

MATRIMONIO

El matrimonio es una institución social que establece un vínculo entre personas


de igual o de diferente sexo, reconocido por las normas legales una vez que se han
cumplido un conjunto de requisitos y formalidades. La unión matrimonial
establece entre los cónyuges —y en muchos casos también entre las familias de
origen de estos— derechos y obligaciones.

El matrimonio produce una serie de efectos jurídicos entre los cónyuges y frente
a terceras personas, de los cuales los fundamentales son los deberes u
obligaciones conyugales, el parentesco, la adquisición de derechos de sucesión
entre los cónyuges y el régimen económico del matrimonio, que tiene distintas
modalidades.

Frente al matrimonio, la pareja de hecho o unión de hecho consiste en la


convivencia pública y estable entre dos personas de distinto o igual sexo, con
intereses comunes en desarrollar una vida familiar, pero que no han contraído
matrimonio (en la pareja de hecho no existe un régimen económico común ni se
les aplican las normas que regulan el matrimonio).

El Ordenamiento Jurídico español reconoce la eficacia del matrimonio celebrado


en forma civil y en forma religiosa.

El matrimonio civil se puede contraer ante el Juez de Paz, Letrado de la


Administración de Justicia, Notario, Alcalde o Funcionario señalado por el
Código Civil.

El matrimonio religioso se reconoce siempre que se celebre siguiendo las


formalidades de la Iglesia Católica, la Iglesia Evangélica, la Comunidad Israelita
o la Comunidad Islámica.

No pueden contraer matrimonio (prohibiciones e impedimentos):

1. Los menores de edad no emancipados.


2. Los que estén ligados con vínculo matrimonial (casados).

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3. Entre sí, los parientes en línea recta por consanguinidad o adopción
(padres con hijos, por ejemplo).
4. Entre sí, los parientes colaterales por consanguinidad hasta el tercer grado
(tío con sobrino).
5. Entre sí, los condenados por haber tenido participación en la muerte
dolosa del cónyuge o persona con la que hubiera estado unida por análoga
relación de afectividad a la conyugal.

Ahora bien, el Juez podrá dispensar los impedimentos de a) muerte dolosa del
cónyuge o persona con la que hubiera estado unida por análoga relación de
afectividad a la conyugal y de b) parentesco de grado tercero entre colaterales.

El matrimonio produce efectos civiles desde su celebración. Para el pleno


reconocimiento de los mismos será necesaria su inscripción en el Registro Civil
(art. 66 CC).

Los cónyuges son iguales en derechos y deberes. Los cónyuges deben respetarse
y ayudarse mutuamente y actuar en interés de la familia. Los cónyuges están
obligados a vivir juntos, guardarse fidelidad y socorrerse mutuamente. Deberán,
además, compartir las responsabilidades domésticas y el cuidado y atención de
ascendientes y descendientes y otras personas dependientes a su cargo (arts. 66
a 68 CC).

El matrimonio se disuelve, sea cual fuere la forma y el tiempo de su celebración,


por la muerte o la declaración de fallecimiento de uno de los cónyuges y por el
divorcio.

RÉGIMEN ECONÓMICO MATRIMONIAL

El régimen económico matrimonial es el conjunto de normas que regulan la


forma en que los cónyuges administran y gestionan sus patrimonios (privativo o
común) , así como la forma de relacionarse con terceros ajenos al matrimonio.

El régimen económico matrimonial se regula en los artículos 1315 y ss.ss. del CC.
El régimen económico del matrimonio será el que los cónyuges estipulen en
capitulaciones matrimoniales, sin otras limitaciones que las establecidas en el
Código. Pero a falta de capitulaciones el régimen será el de la sociedad de
gananciales.

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La norma que regula el régimen económico matrimonial es el Código Civil, si bien
hay determinados territorios forales que tienen su propia normativa en
determinadas cuestiones relativas al derecho de familia y en entre ellas las
relacionadas con el régimen económico del matrimonio: Galicia, País Vasco,
Comunidad Foral de Navarra, Aragón, Cataluña, Comunidad Valenciana e Islas
Baleares.

Para adaptar a sus necesidades concretas el régimen económico matrimonial se


acude a las capitulaciones matrimoniales ante Notario.

Las cláusulas que se recojan en las capitulaciones matrimoniales son libres,


siempre que no vayan en contra de lo marcado por la normativa.

Para el supuesto de que los cónyuges no otorguen capitulaciones matrimoniales,


se aplica de manera supletoria el régimen económico matrimonial del territorio
en que se celebre el matrimonio. De manera general, ese régimen es el de
gananciales. Sin embargo, en algunas comunidades autónomas se aplica
automáticamente el régimen de separación de bienes, como por ejemplo en
Cataluña.

1. Régimen económico matrimonial de gananciales

Es el régimen económico matrimonial por excelencia en derecho común.

A través de la sociedad de gananciales se hacen comunes para los cónyuges las


ganancias o beneficios obtenidos de forma indistinta por cualquiera de ellos.

Cuando esta sociedad se disuelva, ya sea por fallecimiento de uno de los cónyuges,
ya sea por separación, divorcio o nulidad del matrimonio, los bienes y derechos
que se hubieran generado bajo ese régimen de gananciales se atribuyen por mitad
a ambos cónyuges. Ahora bien, en este régimen debemos de resaltar que existen
tanto bienes privativos como gananciales.

A) Bienes gananciales

Los bienes gananciales se regulan en el art. 1347 del Código Civil, siendo estos:

• Los obtenidos por el trabajo o industria de cualquiera de los cónyuges.

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• Los frutos, rentas o intereses que produzcan tanto los bienes privativos
como los gananciales.
• Los adquiridos a título oneroso a costa del caudal común, bien se haga la
adquisición para la comunidad, bien para uno solo de los cónyuges.
• Los adquiridos por derecho de retracto de carácter ganancial, aun cuando
lo fueran con fondos privativos.
• Las empresas y establecimientos fundados durante la vigencia de la
sociedad por uno cualquiera de los cónyuges a expensas de los bienes
comunes.
• Entre estos bienes gananciales destacan los frutos, rentas e intereses que
produzcan tanto los bienes privativos como los gananciales, y también los
adquiridos tanto a título oneroso a costa del caudal común, como los
adquiridos para los dos cónyuges o para uno solo.

B) Bienes privativos

Los bienes privativos se recogen en el artículo 1346 del Código Civil, siendo estos
bienes:

• Los bienes y derechos que pertenecieran a uno de los cónyuges con


anterioridad al matrimonio, y, por tanto, antes de comenzar la sociedad.
• Los adquiridos después a título gratuito, bien por medio de herencias,
donaciones, etc.
• Los adquiridos a costa o en sustitución de bienes privativos.
• Los adquiridos por derecho de retracto perteneciente a uno solo de los
cónyuges.
• Los bienes y derechos patrimoniales inherentes a la persona y los no
transmisibles inter vivos.
• El resarcimiento por daños inferidos a la persona de uno de los cónyuges
o a sus bienes privativos.
• Las ropas y objetos de uso personal que no sean de extraordinario valor.
• Los instrumentos necesarios para el ejercicio de la profesión.
• Bienes adquiridos por precio aplazado por uno de los cónyuges antes de
comenzar la sociedad, excepto la vivienda y el ajuar.
• Mejoras en bienes privativos.
• Derecho de usufructo o de pensión que pertenezca a uno de los cónyuges.
• Acciones, títulos o participaciones sociales suscritas como consecuencia de
la titularidad de otras privativas.

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• Enajenación del derecho a suscribir acciones de carácter privativo.
• Cantidad o créditos pagaderos en cierto número de años.

Entre todos los bienes privativos citados destacan los bienes y derechos
pertenecientes a cada cónyuge al tiempo de comenzar la sociedad de gananciales,
los que después adquieran a título lucrativo y los adquiridos a costa o en
sustitución de bienes privativos.

C) Cargas y obligaciones de la sociedad de gananciales

El régimen económico matrimonial de gananciales debe asumir los gastos que se


deriven de:

• El sostenimiento de la familia, alimentación, vestido y educación de los


hijos comunes y de los no comunes que convivan en el núcleo familiar.
• La adquisición, tenencia y disfrute de los bienes comunes.
• La administración ordinaria de los bienes privativos de cualquiera de los
cónyuges.
• La explotación regular de negocios o desempeño de la profesión u oficio de
cada cónyuge.
• Las cantidades donadas o prometidas por ambos cónyuges de común
acuerdo, si no se pacta que serán abonadas con cargo a bienes de carácter
privativo.

Por su parte, los bienes gananciales deberán abonar las deudas contraídas por un
solo cónyuge siempre que estas:

• Se contraigan en el ejercicio de la potestad doméstica (gastos corrientes de


alimentación, suministros, adquisición de objetos de uso doméstico, etc.)
o de la gestión ordinaria de los bienes gananciales.
• Se derivan del ejercicio ordinario de la profesión u oficio.
• Fueron ocasionados por la administración ordinaria de los bienes propios
o privativos de cada cónyuge.
• Son contraídas por los dos cónyuges o por uno de ellos con el
consentimiento del otro.

Aunque exista separación de hecho, si los gastos se realizan para el sostenimiento,


previsión y educación de los hijos serán a cargo de la sociedad de gananciales.

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Si las deudas son de uno de los cónyuges y de la sociedad, responderán ambos
solidariamente.

Si uno de los cónyuges compra un bien a plazos sin el consentimiento del otro
cónyuge, de la deuda responderá el propio bien, aunque puede extenderse la
responsabilidad a otros bienes.

Las deudas de juego de uno de los cónyuges serán consideradas como de la


sociedad de gananciales siempre que el importe de estas pueda calificarse como
un gasto moderado según el uso y las circunstancias de la familia.

Finalmente, cabe destacar que cada cónyuge responde con su patrimonio de las
deudas propias y, si sus bienes privativos no fueran suficientes para saldar sus
responsabilidades, responderán de dichas deudas la mitad que le corresponda de
los bienes gananciales.

Así, el acreedor puede solicitar que se disuelva la sociedad de gananciales y que


el deudor le pague con el importe de los bienes que le sean atribuidos tras la
misma.

D) Administración de los bienes gananciales


La administración y gestión de los bienes gananciales corresponde de forma
conjunta a los dos cónyuges por lo que para realizar actos de disposición sobre
los bienes gananciales se requerirá el consentimiento de ambos cónyuges.

Sin embargo, uno solo de los cónyuges puede realizar gastos urgentes o de
necesidad, aunque tengan el carácter de extraordinarios.

Por su parte, cada uno de los cónyuges puede disponer por testamento de la mitad
de los bienes gananciales, siempre que se respeten las legítimas.

También puede cada cónyuge, sin el consentimiento pero con el conocimiento del
otro, disponer del dinero que le sea preciso según las circunstancias de la familia
para el ejercicio de su profesión o la administración de los bienes privativos.

Son válidos los actos de administración de los bienes y los de disposición (como
venta, alquiler, cesión, etc.) si el que dispone de ellos es el titular o dichos bienes
se encuentran en su poder.

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Si como consecuencia de un acto de disposición realizado por uno solo de los
cónyuges, éste ha obtenido un beneficio para él, perjudicando los intereses de la
sociedad de gananciales, debe a la sociedad el importe en que se cuantifiquen
estos daños.

Los tribunales pueden conferir la administración de la sociedad de gananciales a


uno solo de los cónyuges cuando el otro sea incapacitado judicialmente, cuando
haya abandonado la familia o exista separación de bienes.

E) Disolución de la sociedad de gananciales

El régimen económico matrimonial de gananciales puede disolverse por las


siguientes causas:

• Por el fallecimiento de uno de los cónyuges.


• Cuando el matrimonio es declarado nulo.
• Cuando se declara judicialmente la separación de los cónyuges. En estos
casos seguirá rigiendo el sistema de separación de bienes aunque se
produzca la reconciliación entre los cónyuges. Para que vuelva a regir el
sistema de la sociedad de gananciales, será necesario que así se pacte en
capitulaciones matrimoniales.
• Cuando los cónyuges pacten mediante capitulaciones matrimoniales un
régimen económico matrimonial distinto.
• Cuando uno de los cónyuges es incapacitado judicialmente.
• Cuando se produce la declaración judicial de ausencia.
• Por declaración judicial de quiebra o de concurso de acreedores.
• Cuando uno de los cónyuges es condenado por un delito de abandono de
familia.
• Cuando uno de los cónyuges realice actos de disposición que entrañen
fraude, daño o peligro para los derechos del otro en la sociedad de
gananciales.

F) Liquidación de la sociedad de gananciales

En primer lugar para liquidar el régimen económico matrimonial de gananciales,


es necesario confeccionar un inventario en el que se hará constar tanto el activo
como el pasivo de la sociedad de gananciales.

El activo estará integrado por:

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• Los bienes gananciales existentes en el momento de la disolución de la
sociedad, debiendo expresarse el valor de los mismos. En el caso de que
uno de los cónyuges hubiese procedido a la venta fraudulenta de alguno de
los bienes, debe indicarse igualmente qué valor tendrían si se conservasen
en el patrimonio de la sociedad.
• El importe actualizado de las cantidades pagadas por la sociedad en
nombre de cada cónyuge y que constituyen, en definitiva, un derecho de
crédito de la sociedad contra el cónyuge.

El pasivo estará integrado por:

• Las deudas que tenga pendientes de pago la sociedad.


• El importe actualizado del valor de los bienes privativos cuando al haber
sido consumidos en interés de la sociedad deban ser devueltos en metálico
al cónyuge que los aportó.
• El importe actualizado de las cantidades que, habiendo sido pagadas por
uno solo de los cónyuges, fueran de cargo de la sociedad y, en general, las
que constituyan créditos de los cónyuges contra la sociedad.

El valor del activo se destinará a satisfacer las deudas de la sociedad y el exceso


se dividirá entre los cónyuges por partes iguales.

El resultado de esta operación podrá ser positivo o negativo. En este último caso,
cada uno de los cónyuges responderá de las deudas de la sociedad de gananciales
con sus bienes privativos.

La liquidación de la sociedad de gananciales puede realizarse judicialmente en el


correspondiente expediente de separación o divorcio, o notarialmente.

Régimen económico matrimonial de separación de bienes

En cuanto al régimen económico matrimonial de separación de bienes, su


característica fundamental es que los bienes que se tuvieran en el momento inicial
del mismo y los que se adquieran después por cualquier título, pertenecerán a
cada cónyuge, es decir, que cada cónyuge conserva la propiedad de todos sus
bienes obtenidos antes y durante el matrimonio.

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De esta forma el cónyuge que genera los rendimiento se entiende que es el único
titular, al igual que lo será de los frutos que se obtengan, independientemente de
que exista matrimonio. En el caso que no sea posible acreditar a cuál de los
cónyuges pertenece algún bien o derecho, corresponderá a ambos por mitad.

Los dos cónyuges contribuyen al sostenimiento de las cargas del matrimonio y


salvo que acuerden otra cosa, lo hacen en proporción a sus respectivos recursos
económicos.

El trabajo realizado para el hogar familiar, es considerado como contribución a


las cargas del matrimonio y da derecho a que se pueda reconocer a favor del
cónyuge que trabaja en el hogar, una pensión compensatoria que se fijará
judicialmente cuando se extinga el régimen de separación de bienes.

Si uno de los cónyuges realiza la gestión de los bienes del otro, se entiende que
actúa como un mandatario y se le pueden exigir responsabilidades por esta
actuación.

Las obligaciones que cada uno de los cónyuges contrae son de su exclusiva
responsabilidad.

LA SUCESIÓN MORTIS CAUSA

1. Concepto

La sucesión mortis causa (sucesión por causa de muerte) consiste en la


transmisión a los herederos, generalmente los parientes más próximos, de los
bienes perteneciente a la persona fallecida. Es importante advertir que esta
sucesión no solo se hace de bienes y derechos que tenga el fallecido, sino también
con las deudas y obligaciones.

Cuando se produce la muerte de una persona es necesario que alguien la


sustituya, es decir, que ocupe su lugar en la titularidad de bienes y deudas, en el
gobierno y administración en general de los intereses y del patrimonio. Así lo
exigen la estabilidad de la familia y la seguridad de la economía.

En definitiva, la sucesión mortis causa implica el ingreso o sustitución de una


persona -el heredero- en el conjunto o universalidad de los bienes y derechos
transmisibles al fallecer el causante (art. 659). El heredero o sucesor a título

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universal ocupa el lugar del difunto, sucediéndole en todos sus derechos y
obligaciones transmisibles (art. 661).

2. Fases o etapas de la adquisición de la herencia

a) Cuando fallece una persona se produce la apertura de la sucesión, no antes


ni después (art. 657).
b) Se produce el llamamiento general a quienes pueden aceptar la herencia
(vocación) y más específicamente el concreto llamamiento a las personas
a las que conforme al testamento o a la ley corresponde adquirirla
(delación de la herencia).
c) La adquisición de la herencia se produce cuando el llamado acepta la
herencia. Antes la herencia está “yacente”, es decir, sin titular. Si se acepta
por manifestarlo así el que ha sido llamado se adquiere la herencia. Ahora
bien, si la repudia (renuncia) su parte pasa (acrece) al resto de herederos.
Si no hay herederos, o todos los existentes renuncian, la herencia queda
vacante (supuesto en que corresponde al Estado, art. 956).

Hay que señalar que el derecho del llamado a aceptar o repudiar la herencia es
transmisible a sus herederos si el llamado fallece a su vez antes de manifestar su
voluntad aceptando o repudiando (art. 1.006).

3. La aceptación de la herencia

Si el llamado a la herencia acepta adquiere la cualidad de “heredero” sucediendo


al difunto en todos sus derechos y obligaciones (art. 661). La aceptación -como su
opuesto, la repudiación- es acto enteramente voluntario y libre, irrevocable, puro,
indivisible y además de efecto retroactivo siempre al momento de la muerte del
causante.

La herencia puede aceptarse pura y simplemente (con lo que el heredero


responde de todas las cargas de la herencia, no sólo con los bienes de éste, sino
también con los suyos propios, art. 1.003) o a beneficio de inventario (con lo que
no está obligado a satisfacerlas, sino hasta donde alcancen los bienes heredados.

Por otra parte, la herencia -como dice el artículo 659 C.C.- comprende todos los
bienes, derechos y obligaciones de una persona, que no se extingan por su muerte.
Este ámbito objetivo es conviene aclararlo al existir diversos supuestos

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controvertidos. Así hay derechos que se extinguen con la muerte (los de carácter
familiar o de relaciones intuitus personae) y derechos que no integran el caudal
por tener un destino predeterminado por el título adquisitivo o por la ley o que
están desvinculados de la sucesión (por ejemplo, los arrendaticios, L.A.U. y
L.A.R.; los bienes donados con cláusula de reversión a favor de tercero).

Los bienes y derechos transmisibles, junto a las obligaciones, integran el “caudal


hereditario “y sobre él opera la sucesión mortis causa.

4. Clases de sucesión

La sucesión legítima es aquella que corresponde a los parientes más próximos de


acuerdo con un orden que ella misma establece.

a) Sucesión testada

Este tipo de sucesión (llamada también sucesión testamentaria) es la que se basa


en las últimas voluntades del causante declaradas a través de su testamento. El
testamento es un documento, generalmente otorgado ante Notario, donde el
testador, o causante de la herencia, establece el destino de su patrimonio para
cuando muera.

La sucesión testamentaria se puede hacer a través de un testamento abierto


(generalmente mediante un Notario), un testamento cerrado (en un sobre) o
testamento ológrafo (manuscrito). Estos son los tres tipos de testamentos que
existen y que cualquier persona puede hacer para dejar su patrimonio después de
su muerte.

En cualquier caso, los herederos forzosos (parientes muy próximos), a lo que nos
referiremos a continuación, tienen garantizada una parte de la herencia que hay
que respetar y que se conoce como “legítima” (así, por ejemplo, los hijos tienen
derecho a dos terceras partes de la herencia. Solo el tercio testante es de libre
disposición). Sólo si no existen herederos forzosos (hijos, padres…) el que hace
testamento puede disponer de todos sus bienes en quien desee.

b) Sucesión intestada

La sucesión intestada (también conocida como sucesión abintestato, legal o


legítima) consiste en el reparto del patrimonio de acuerdo con las normas

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establecidas en el Código Civil, en ausencia de testamento. Se aplican estas reglas
cuando no existe la voluntad de la persona fallecida, lo cual puede ocurrir por no
haber realizado testamento o por anulación del mismo. En efecto, dada la
necesidad de la elección de un sucesor (por seguridad económica y jurídica), y
ante la inexistencia de voluntad escrita del fallecido, la ley suple esa voluntad
designando sucesores por defecto.

En la sucesión legítima la ley establece de forma taxativa los herederos legítimos,


determinado la porción de cada uno y prohibiendo, generalmente, su exclusión
por testamento cuando se trata de parientes en línea recta (abuelos, padres, hijo,
nietos…). De ahí la denominación de “herederos forzosos”.

Son herederos forzosos conforme al art. 807 ,Código Civil:


1. Los hijos y descendientes respecto de sus padres y ascendientes.
2. A falta de los anteriores, los padres y ascendientes respecto de sus hijos y
descendientes.
3. El cónyuge viuda conforme a lo establecido en el Código civil.

Finalmente, en cuanto al orden para suceder, es necesario tener en cuenta el


siguiente:
1. Línea recta descendiente (hijos, nietos).
2. A falta de línea descendente: Línea recta ascendente (padres, abuelos).
3. A falta de los anteriores: Sucesión del cónyuge viudo.
4. A falta de los anteriores: Sucesión en línea colateral (hermanos, sobrinos)
5. A falta de los anteriores: Sucesión del Estado.

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