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156 religión

38 El argumento
del diseño
«Mira el mundo que te rodea: contempla su totalidad y cada
una de sus partes, verás que no es otra cosa que una gran
máquina, subdividida en un número infinito de máquinas
menores, a su vez susceptibles de subdivisiones que superan lo
que los sentidos y las facultades humanas pueden percibir o
explicar. Todas estas diversas máquinas, e incluso sus partes
más diminutas, se adecuan unas a otras con una precisión que
cautiva hasta la admiración a cualquier hombre que las haya
contemplado alguna vez. La curiosa armonía entre los medios
y los fines, en toda la naturaleza, recuerda exactamente,
aunque las supera con creces, las creaciones del ingenio
humano; de los diseños humanos, del pensamiento, de la
sabiduría y la inteligencia...

»...Y puesto que, por consiguiente, los efectos se parecen, debemos


concluir, de acuerdo con todas las reglas de la analogía, que también
las causas se parecen; y que el Autor de la Naturaleza es de algún
modo similar a la mente del hombre, aunque dotada de muchas más
facultades, proporcionadas a la grandeza de la obra que ha ejecutado.
Mediante este argumento a posteriori, y únicamente mediante este
argumento, se prueba simultáneamente la existencia de una Divini-
dad, y su similitud con la mente y la inteligencia humanas.»
Este sucinto planteamiento del argumento del diseño para probar la
existencia de Dios lo pone en boca de su abogado Cleantes el filósofo
David Hume en sus Diálogos sobre la Religión Natural que se publica-
ron póstumamente en 1779. El propósito de Hume es plantear el ar-
gumento para refutarlo (y la mayoría de los autores coinciden en que
hizo un trabajo de demolición muy efectivo). Se trata, sin embargo,
de un testimonio de la gran resistencia del argumento, y del atractivo

cronología
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El argumento del diseño El problema del mal

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inmediato que ejerce, no sólo capaz


de sobrevivir al embate de Hume,
sino de ir adoptando distintas for-
La finalidad del mundo
mas y reapareciendo hasta la actua- El argumento del diseño del mundo
lidad. Aunque la influencia que también se conoce como «argumento
teleológico». El calificativo deriva de la
ejerció el argumento tuvo su auge palabra griega telos, que significaba
en el siglo xviii, sus orígenes se re- «finalidad» o «propósito», porque la idea
montan a la Antigüedad y, de he- que subyace al argumento es que la
cho, nunca ha pasado de moda des- finalidad que nosotros, aparentemente,
detectamos en el funcionamiento del
de entonces. mundo es una evidencia de que tiene un
agente intencionado y responsable.

En qué consiste el argumento


La perenne vitalidad del argumento
del diseño se debe a la poderosa y extendida intuición de que la belleza,
el orden, la complejidad y la finalidad aparente que exhibe el mundo
que nos rodea no puede ser simplemente el producto de los azarosos y
ciegos procesos naturales. Sentimos que debe haber algún agente con
una destreza y una capacidad mental inconcebibles, para planificar y
realizar todas las maravillas de la naturaleza, tan exquisitamente diseña-
da y modelada para cumplir sus distintos papeles. Fijémonos, por ejem-
plo, en el ojo humano: es de una elaboración tan intrincada, y está
adecuado a su función de un modo tan asombroso, que tiene que haber
sido diseñado expresamente para ella.
El argumento suele iniciarse con una lista de ejemplos elocuentes de
tan asombrosa, en apariencia, habilidad de la naturaleza, para prose-
guir luego mediante una analogía con los artefactos humanos que evi-
dencia claramente la impronta de sus creadores. Así, del mismo modo
que un reloj, por ejemplo, está habilidosamente diseñado y construido
para una finalidad particular, y nos permite inferir la existencia de un
relojero, también las innumerables señales de la aparente intención y
propósito en el mundo natural nos permiten concluir que en este caso
existe asimismo un diseñador de la obra: un arquitecto a la altura del
trabajo de diseñar las maravillas del universo. Y el único diseñador
con poderes a la altura de la tarea es Dios.

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El argumento ontológico El argumento cosmológico Fe y razón

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El relojero divino y el ciego


En su Teología natural de 1802 el naturaleza, nos sentimos obligados
teólogo William Paley expuso una a concluir que también éstos deben
de las versiones más famosas del tener un creador: Dios. Aludiendo a
argumento del diseño. Si te la imagen de Paley, el biólogo
encuentras un reloj en un matorral, inglés Richard Dawkins describe los
inevitablemente deducirás de su procesos de la selección natural
complejidad y de la precisión de su como los de un «relojero ciego»,
construcción que debe haber sido precisamente porque modela a
obra de un relojero; del mismo ciegas las complejas estructuras de
modo, cuando contemplamos los la naturaleza, sin obedecer a ningún
portentosos ingenios de la plan, ni propósito, ni finalidad.

Grietas en el diseño A pesar de su perenne atractivo, Hume y


otros autores han planteado objeciones muy serias contra el argumento
del diseño. Enumeramos a continuación las que más mella han hecho:
• Un razonamiento por analogía funciona afirmando que dos cosas
son suficientemente parecidas en determinados aspectos conocidos
como para justificar el que se les supongan semejanzas recíprocas en
aspectos desconocidos. Las similitudes entre la psicología y el com-
portamiento de los humanos y los chimpancés son suficientemente
numerosas como para suponer (aunque no podamos tener garantías)
que, como nosotros, ellos experimentan sensaciones como el dolor.
La fuerza de la analogía depende del grado de similitudes relevantes
que existan entre las cosas comparadas. Pero los aspectos similares en-
tre los artefactos humanos (por ejemplo, las cámaras) y los objetos
naturales (por ejemplo, los ojos de los mamíferos) son de hecho rela-
tivamente irrelevantes, de modo que cualquier conclusión a la que se
llegue por analogía será consecuentemente sesgada.
• El argumento del diseño parece vulnerable a una regresión infinita.
Si la maravillosa belleza y la organización del universo requiere un
diseñador, ¿cuánto más maravilloso será este universo de maravillas
cuanto más lo sea el arquitecto que hay detrás de todo? Si hace falta
un diseñador, parece que también debería haber un überdiseñador, y
luego un über-überdiseñador, y luego... Así que, mientras que la elimi-
nación de la regresión al infinito es una de las claves del argumento
cosmológico (véase la página 160), en el argumento del diseño la
amenaza de la regresión al infinito resulta perfectamente viciosa.
• Lo más cautivador del argumento del diseño es que explica cómo
tales maravillas de la naturaleza como el ojo humano pueden existir y

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El afinamiento cósmico
Algunas variantes modernas inmensamente poderoso.
del argumento del diseño Pero hasta las cosas más
surgen del asombro ante algo improbables ocurren. Es
tan improbable como el que igualmente increíble que
todas las condiciones en el ganes un premio gordo de la
universo fueran exactamente lotería, pero es posible; y si lo
como debían ser para que la ganaras no supondrías que
vida pudiera desarrollarse y alguien hubiera manipulado
florecer. Si alguna de las el resultado a tu favor: lo
muchas variables, como la atribuirías a una extraordinaria
fuerza de gravedad y la suerte. Puede ser igualmente
explosión inicial que expandió improbable que la vida se
el universo, hubieran sido desarrolle, pero ello sólo se
levemente distintas, la vida no debe a que nosotros estamos
habría surgido. En resumen, aquí para advertir cuán
parecen existir evidencias de improbable es... y para sacar
un afinamiento cósmico, tan conclusiones erróneas sobre la
preciso que debemos suponer improbabilidad de algo que ha
que fue obra de un afinador ocurrido.

funcionar tan bien. Pero, precisamente, esas maravillas y su adecua-


ción a la finalidad son las que resultan explicables a partir de la teoría
de la evolución de Darwin y de la selección natural, sin necesidad de
la intervención sobrenatural de un diseñador inteligente. Todo pare-
ce indicar que al relojero divino le ha quitado su trabajo el relojero
ciego.
• Incluso concediendo que los argumentos del diseño estuvieran jus-
tificados, no está nada claro hasta qué punto se sostienen. Muchos de
los «artefactos» de la naturaleza podrían sugerir un diseño en equipo,
de modo que podría resultar que hiciera falta un equipo de dioses en
vez de limitarnos a uno. Casi cada objeto natural, por impresionante
que sea en general, está lejos de ser perfecto en los detalles; ¿los dise-
ños defectuosos son acaso delatores de un diseñador defectuoso (no
omnipotente)? Por lo general, el mal en el mundo y en sus objetos
pone en duda la moral de su creador. Y naturalmente, no existe nin-
guna razón de peso para suponer que el diseñador, por bueno que fue-
ra el trabajo hecho, siga con vida.

La idea en síntesis:
el relojero divino

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