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IMPERIUM.

Impenium deriva del verbo impero (as-are-avi-atum) que significa mandar, dar órdenes
reclutar (comol verbo transitivo) y regir, dominar, ejercer el mando, imperar, en nuestro
idioma tenemos ambos significados en la palabra ordenar También se refiere a la
fuerza, o coerción de una decisión.

La autoridad máxima y suprema era para denominar al Rex Quien a la vez se


desempeñaba como jefe del ejército, como magistrado judicial y como alto sacerdote
encargado de velar por el cumplimiento de las ceremonias.

Tras la caída de la monarquía o el imperium ejercido por el Rex se les dio a distintas
magistraturas y en la época republicana el termino imperium se le daba al vencedor de
guerra. EI término iurisdictio hace referencia a un conjunto autónomo de poderes del
magistrado, distintos al imperium.

El iurisdicto se encuentra fundamentado en el imperium magistratual. Los magistrados


previstos en el imperium podían intervenir en las legis actio, al igual que los cónsules.

Se distinguen tres diversas potestades de los magistrados romanos de:


 Imperium.
 La iurisdicto.
 Eljimperium mixtum.

Scialoja habla sobre el ejercicio de la iurisdicto y menciona las tres palabras famosas.
Dodico, addico, que a su traducción expresan doy, digo, adjudico.

imperium y ordo iudiciorum privatorum. (Gobierno y orden de jueces privados).

Tras la expansión de la república, junto a los cónsules se crea un nuevo magistrado, el


pretor, tras el nombramiento de dos pretores hay una división en las provincias, en
donde uno se encargaba de los juicios civiles entre los ciudadanos romanos a quien se
le conocía como praetor urbanus, y el otro el praetor peregrinus se encargaba de
ejercer la jurisdicción en función de los peregrinos. En Roma rigieron dos sistemas:
 El ordo iudiciorum privatorum (ordenamiento de los juicios privados).
 El extraordinaria cognitio o cognitio extra ordinem (conocimiento extraordinario).

Dentro del primer sistema, se distinguen dos periodos: Las legis actiones que tenían
vigencia desde los' primeros tiempos en Roma hasta el siglo ll a.c y el procedimiento
formulario "per formulam" que 'fue aplicado desde la última época hasta el siglo Ill d.c
ambos desarrollaban el proceso en dos etapas "in iure" que era el desarrollo ante el
magistrado y la segunda etapa "apud iudicem" o in iudicio que era el desarrollo ante el
iudex o arbiter.

Bajo los dos primeros sistemas de procedimiento existieron dos clases de jueces
 Los simples particulares designados para cada asunto y cuya misión terminaban
dada la sentencia (iudex, arbiter y recuperadores).
 Los jueces de los tribunales permanentes.

Las cuestiones de derecho estricto eran Ilevadas ante el unus iudex, y eran llamados
iudicia, a los arbiter se les confiaba los actos que requerían apreciación de la buena fe
y los recuperadores, fueron establecidos para juzgar procesos entre ciudadanos y
peregrinos.

Según Gayo el tribunal de los cenţumviros es colegiado, así, de los textos de Cicerón y
de Plinio, se deduce que también entendian en litigios sobre el estado de las personas
y cuestiones vinculadas con la propiedad, Pero no se sabe bien si en estas últimas
cuestiones la competencia era autónoma o debían ser problemas incidentales dentro
de una herencia.

Cabe destacar que el pretor, y el magistrado en general, no dejan, una vez nombrado el
juez, de interesarse por ello en la dirección de la causa, sobre cuya marcha conservan
siempre un derecho de alta Vigilancia aún in iudicio; toda vez que en el fondo el juez
era un instrumento suyo, destinado a aplicar los poderes que ellos le habían confiado, y
por tanto tenía que procurar el magistrado que funcionara rectamente.

La valoración del iudex se basaba en las pruebas y su decisión se basaba en su saber


según Justiniano en sus Institutionum, Titulo XVII dice sobre el oficio del juez
"Réstanos hablar del oficio del juez Ante todo, su primer deber es no juzgar nunca sino
con areglo a las leyes, las constituciones y las costumbres", pese a ser privados, los
jueces deben cumplir obligatoriamente su cometido (munus personales), aunque
pueden excusarse por motivo fundado (así, por enfermedad o por causa de sacerdocio)
Antes de comenzar su actuación deben prestar juramento de que actuarán conforme al
ius y a la verdad. Si descuida su función apartándose de lo que se dice en la fórmula,
se entiende que "hace suya la causa" (litem suam facit) dándose contra él una actio in
factum, lo que será considerado uno de los casos de cuasidelitos.

Gayo refiere al iudex de la siguiente manera "el iudex debe cuidar que cuando la
condemnatio establezca una suma determinada de dinero, no condene ni por una suma
mayor ni por una menor, de lo contrario, hace suyo el litigio”

Ulpiano lo expresa así: "Se entienle que el juez hace suyo el pleito, cuando con dolo
malo hubiere pronunciado sentencia en fraude de la ley. Pero se considera que hace
esto con dolo malo, si se probare o su evidente favor, o enemistad, o también soborno,
para que se le obligue a responder de la verdadera estimación del pleito".

Tratándose de materias jurídicas, las cuales muchas veces eran desconocidas por el
iudex, podía acudir a la ayuda de personas experimentadas que constituian el
consilium.

Aunque frente a este consilium está en plena libertad, pues puede escuchar sus
opiniones, pero puede dejar de seguirlas si no lo convencen. una vez establecida la
Fórmula, y operada la litis contestatio termina la actuación del magistrado, y el asunto
debe pasar al iudex, quien está obligado a respetar los términos de la fórmula que ha
recibido.

La "demostratio" es la parte de la fórmula que está inserta en el comienzo, a fin de


mostrar de qué asunto (res) se trata. La "intentio" es aquel segmento en el cual el actor
expresa su reclamo. A los fines de este documento, las partes más importantes son
lasdos últimas: la "adiudicatio", dice Gayo, es la parte de la fórmula por la cual se
permite al"iudex" que adjudique una cosa a cualquiera de los litigantes, y la
"condemnatio", que es aquella por la cual se permite al iudex la "potestas" de condenar
o de absolver, al proceder la condena se aplicaba la estimación pecunaria ya
establecida en la misma fórmula. Y en los juicios de buena fe "bonae fidei iudicia"
aparece permitido al iudex la libre potestad de estimar el monto de lo que se debe
restituir al actor conforme al bonum y el aequum, pero los juicios que no establecían tal
formula los jueces estaban sujetos a los límites de la "condemnatio”.

En el caso de la "minus petitio", dando se reclamaba menos de lo debido, esta solución


fue modificada por Justiniano, pudiéndose sanear el error "in quantitate" cometido en el
curso de la misma acción intentada al comienzo En cuanto a la "pluris petitio" en la
"condemnatio", para el actor no acarrea problema, puesto que su reclamo en la intentio
era correcto, pero al recibir "de más" respecto de lo reclamado, el perjudicado era el
demandado, a quien el pretor satisfacía mediante una "in integrum restitutio". A su vez,
si se incurre en una "minus petitio" en la "condemnatio", el actor sólo recibirá el monto
fijado en la misma, puesto que el iudex no puede exceder lo establecido en la
"condemnatio pero entonces, no se ve beneficiado el actor por la " in integrum
restitutio", a menos que se trate de un menor de 25 años.

La Potestad.

La Patria Potestad en el Derecho Romano Antiguo Concepto Patria Potestad: Del latín
"in potestate nostra sunt liberi nostri quos ex justis nuptiisprocravimus," están bajo
nuestra potestad los hijos que procreamos de justas nupcias.

Los romanosconsideraban la patria potestad como el poder atribuido al padre de


familia, es decir, la potestad ejercida sobre los hijos que formaban su familia y que se
encontraban en ella como consecuencia de las justas nupcias, por la legitimación o por
la adopción.

Características: En esto queda claramente definido la autoridad máxima del


pater, pero para ejercitar la patria potestad en Derecho Civil Romano era requisito:

Ser ciudadano Romano. En este caso en el derecho antiguo el pater de familia era
propietario de los hijos, tenía el derecho de vida y muerte podía venderlos, exponerlos,
abandonarlos o entregarlos, para reparar daños que estos hubieran causado,
castigarlos y matarlos, según disponía la ley de las XII tablas; el padre era propietario
de sus hijos y de los bienes que éstos adquirían.

Fuentes de la Patria Potestad: Etimológicamente matrimonio proviene de matiz (madre)


y monos, moneres (oficio, ocupación o protección) o bien Mater (madre) y monus (uno)
una sola madre.

Los romanos consideraban al matrimonio o nupcias en general, a la unión del hombre y


la mujer que deseaban establecer entre ellos una comunidad indivisible de existencia
(Nuptiae viri natrimoniumindividuam vital consuetudimen continents). Así definían al
matrimonio como la unión de un hombre y una mujer con el objeto de formar una
sociedad indivisible; o sea una asociación de toda la vida. Y esta es la principal fuente
de la patria potestad.
La Filiación es el lazo natural que relaciona a un infante con sus autores, produce
efectos extensos según la naturaleza de la unión, se considera filiación más plena, la
que emana de la justae nuptiae,y que vale para los hijos la calificación de liberi justi. La
adopción es un acto solemne que hace caer a un ciudadano romano bajo la patria
potestad de otro, donde se establece entre ellos artificialmente la misma. Relaciones
civiles que hubieran nacido de la procreación ex justis nuptiis. La adopción presenta, en
Roma, un lugar importante debido a los intereses políticos y religiosos y dada que la
familia civil solo se desarrollaba por los varones; podía suceder que algunas familias
antiguas estuviera a punto de extinguirse, para evitarlo se acudía a la adopción.

Existieron dos clases de adopción: La de las personas sui juris, a la cual se le llama
adrogación y la referente a los alieni juris que es la adopción propiamente dicha.

Los Legitimados: La legitimación fue otra forma de adquirir la patria potestad, en este
caso sobre los hijos nacidos de concubinato. Quedaban fuera de la
posibilidad de legitimación los hijos adulterinos e incestuosos. Para producir la
legitimación que equiparaba a estos hijos naturales a los legítimos se requería el
consentimiento del legitimado que, en caso de no poder hacerlo por su corta edad,
debía ratificarlo posteriormente. Los medios otorgados por la ley fueron: el matrimonio
subsiguiente de los padres en este caso exigía qué no existieran impedimentos
matrimoniales al momento de la concepción del hijo. El hijo quedaba equiparado
totalmente a hijo legítimo.

La oblación a la Curia: Significaba ofrecer un hijo natural para desempeñarse como


decurión o cazar la hija natural con un decurión. Los decuriones tenían entre otras
cosas, la función de recaudar impuestos; esta tarea tenía poco candidatos dispuestos
a ejercerla, ya que debía responder personalmente en caso de que no
pagaran los contribuyentes. Esta forma de legitimación creaba un vínculo civil agnatico
entre el padre y el hijo, pero este último no era pariente civil de los demás parientes del
padre.

Durante el mandato de Justiniano surgió otra legitimación, la llamada legitimación por


edicto imperialo sea concedida por el emperador a pedido del padre por presentación
directa o testamentada con el único requisito de que el padre no poseyera hijos
legítimos. Esta legitimación equiparada en todos sus efectos al hijo natural con los hijos
legítimos.

Extinción de la Patria Potestad: La causa natural de extinción de la patria potestad era


la muerte del pater o del filius. También la capitis diminutio máxima (pérdida de la
libertad) de cualquiera de ellos extinguía el vínculo. Tenían esa consecuencia, además,
la capitis diminutio media (pérdida de la ciudadanía) y la capitis diminutio mínima
(pérdida de la calidad, de sui juris) ya sea por adopción o adrogación. Como casos
excepcionales, desde muy antiguo los filius sacerdotes de Júpiter y las
mujeres, vírgenes vestales salían de la patria potestad. En la época de Justiniano,
salían de la patria potestad sin perder sus derechos agnaticios, los que desempeñaran
altas funciones, como cónsul o prefecto del pretorio. La emancipación fue otra
causa de salir de la patria potestad que se realizaba haciendo
ficticiamente, con la complicidad de un tercero, la triple venta exigida por la ley
decenviral para perder la patria potestad.

Al cabo de ellas, el padre lo readquiría y luego la manumitía, adquiriendo la calidad de


sui juris. Esto en el caso del varón, las mujeres para emanciparse, requería una sola
venta. El emperador Anastasio simplificó este engorroso procedimiento, creando la
emancipación Anastasiana, pudiendo otorgarse por edicto imperial. La emancipación
justiniana, finalmente, permitió la emancipación con la simple declaración de
ambos interesados, ante un magistrado competente.

La provocatio ad populum. (El desafio a la gente).

Constituyó una de las piezas fundamentales de Ia libertas, al limitar el poder punitivo de


los magistrados y dar lugar, como veremos, a Ia juridificación de Ia represión de los
delitos públicos (crimina). Pero el fenómeno visible en el plano jurídico e institucional
tiene unas raíces sociales que conviene examinar.

En sustancia, Ia provocatio consistió en el derecho del ciudadano a invocar el


pronunciamiento de Ia asamblea popular sobre su conducta, cuando era objeto de
persecución por parte de un magistrado que amenazaba su vida o su patrimonio. No
cabe duda de que esta institución fue considerada como elemento esencial de Ia
constitución republicana. Para Cicerón es patrona illa civitatis ac vindex libertatis; Tito
Livio Ia llama arx lihertatis tuendae.

Sin embargo la naturaleza concreta de esta garantía resulta muy imprecisa, de acuerdo
con las fuentes muy dispersas y fragmentarias que Ia recogen. En realidad, muchos
problemas fundamentales de Ia Historia constitucional romana se encuentran en una
penumbra de Ia que apenas puede salirse formulando hipótesis. Por supuesto, al
examinar las fuentes conviene distinguir entre Ia verdad del poeta y Ia verdad del
testigo, como diría Cicerón.
Numerosos textos señalan como origen de Ia institución una Lex Valeria de
provocations, debida a Ia iniciativa del cónsul Valerio Publicóla, justo cuando comienza
el régimen republicano.

Según esta ley del 509 los magistrados romanos no podrían ajusticiar ni mandar azotar
a un ciudadano que hubiera invocado Ia intervención del pueblo, La protección de Ia ley
se extendería a un radio de mil pasos a partir del pomerium de Ia ciudad.

Otra Lex Valeria Horatia del año 449 habría vuelto a poner en vigor esta garantía de Ia
libertad después de Ia restauración del orden republicano, tras Ia caída del segundo
decemvirato presidido por Apio Claudio. Además, se atribuye a las 12 Tablas el famoso
principio: «de capite civium nisi per maximum comitiatumne ferunto», que algunos
historiadores relacionan con Ia provocano.

Tito Livio recoge también una Lex Valeria del 300 a. de C. que vuelve a sancionar Ia
provocatio, que según él resultaría «diligentius sancta» al declararse su transgresión
como «improbe factum». La crítica histórica reciente considera fiable únicamente Ia ley
del 300, suponiendo que las anteriores pueden explicarse como un producto del
legitimismo de los Anales, que pretenden presentar esta institución con un carácter
originario consustancial a Ia República.

En todo caso, para entender el alcance de Ia provocatio en el marco de Ia constitución


republicana es necesario partir de las teorías que han marcado un hito en Ia
investigación del Derecho público romano.

Hay que destacar en primer lugar Ia opinión de Theodor Mommsen. El gran historiador
llevó a cabo en este terreno, como en tantos otros de Ia Historia de Roma, una labor de
pionero, construyendo una explicación coherente en Ia que trató de encajar todos los
datos de las fuentes. Pero su visión estaba condicionada por las ideas liberales del
siglo XlX. Según Mommsen los magistrados superiores dotados del imperium tenían
competencia para juzgar en los procesos criminales, y las condenas que dictaban en
estos procesos podían ser apeladas por los ciudadanos romanos ante Ia asamblea del
Pueblo, que juzgaba Ia causa en una segunda instancia. La naturaleza jurídica de Ia
provocatio sería así Ia de una «apelación» en el sentido moderno del término. Esta
apelación tendría además el carácter de una garantía originaria de Ia constitución
republicana, pues el Pueblo ejercería con ella un control de Ia actividad punitiva de los
magistrados, como consecuencia de ser el depositario supremo de Ia legitimidad
republicana, por eso los comicios por centurias habrían funcionado como tribunal
supremo en materia criminal.

Sin embargo, esta doctrina no explica los supuestos en los que Ia asamblea popular
actúa como órgano judicial ordinario. Pues salvo el caso de multas impuestas por el
Pontifex Maxirnus a sacerdotes inferiores las fuentes no dan noticia de sentencias de
magistrados que sean objeto de apelación por medio de Ia provocatio. Se refieren
ciertamente bastantes casos de procesos comiciales, pero en ellos el Pueblo no juzga
en segunda instancia; más bien da Ia sensación de que las asambleas tienen una
competencia ordinaria y que el papel del magistrado es el de acusador público e
instructor de Ia causa.

Por otra parte, Mommsen cree demasiado fácilmente que Ia represión criminal tenía
desde comienzos de Ia República un carácter jurisdiccional, como si desde el principio
estuviera sometida al Derecho o, Io que es Io mismo, como si el magistrado estuviera
formalmente limitado en su poder de imponer un castigo. Una serie de autores
alemanes de mediados de este siglo han opuesto a esta teoría una visión que trata de
enmarcar el problema en las vicisitudes de las luchas de patricios y plebeyos, que
ocupan los dos primeros siglos de Ia República romana. La provocatio y el proceso
ante los comicios habrían nacido como una limitación al poder de coercitio, o poder
disciplinario de los magistrados dotados del imperiurn. Contra los magistrados que
amenazan con Ia muerte o Ia flagelación a los ciudadanos que no obedecen sus
órdenes, se habría impuesto, en el curso de las luchas entre patricios y plebeyos, Ia
posibilidad de apelar al Pueblo, Ia cual habría terminado por ser reconocida
formalmente con Ia superación de tales enfrentamientos.

Justamente, Ia tercera ley Valeria de provocatione se aprueba en un momento en el


que las diferencias de patricios y pleSe distingue de este modo Io que no sería más
que un poder de imponer Ia disciplina cívica, Ia coercitio, sometida a partir de un
momento dado a Ia provocatio, y un poder de naturaleza propiamente jurisdiccional
ilimitado.

Al principio los magistrados dotados de imperium habrían tenido las manos libres para
hacer valer Ia «razón de estado», con el tiempo no habrían tenido más remedio que
llevar el asunto ante los comicios, los cuales habrían adquirido de este modo
competencia en casos de grave falta contra el Estado.
El significado de laprovocatio se reducía, por tanto, según Kunkel, al ámbito de los
delitos políticos. Cabe oponer, sin embargo, a estos ilustres autores una serie de
consideraciones que quitan a su doctrina gran parte de su fuerza persuasiva. En primer
lugar, las fuentes generales sobre Ia provocatio no permiten una limitación a los delitos
políticos, aunque sea ciertamente en este terreno en el que se manifieste con especial
fuerza Ia necesidad y Ia eficacia de Ia provocatio, pues es evidente que el delincuente
común en los casos normales no tendría muchas posibilidades de conseguir un fallo
favorable del Pueblo.

Pero hay indicios serios en las fuentes que permiten presumir que Ia competencia
comicial comprendía también delitos comunes. Además, no se entiende por qué, si
desde el principio existió una represión criminal con un carácter netamente
jurisdiccional, su evolución no prosiguió en el marco de Ia organización jurisdiccional
pretendidamente originaria, como ocurrió en cambio en Ia jurisdicción civil, sino que se
crearon, como después veremos, a partir de mediados del siglo II a. de C., nuevos
tribunales —quaestiones— para distintos tipos de delitos.

Finalmente, también estos autores creen con demasiada facilidad en Ia existencia


originaria de un Derecho criminal. Por todas estas razones, quizás esté justificado
pensar que Ia provocatio no fue un simple remedio para el ciudadano políticamente
relevante, sino una garantía del cives romanus que, como vamos a exponer a
continuación, constituyó el origen de Ia juridificación de Ia represión criminal.

En los orígenes del régimen republicano el poder los magistrados debió tener un
carácter especialmente fuerte, sobre todo respecto de Io plebeyos. Los magistrados no
eran representantes del Pueblo, no actuaban en virtud de un mandato, sino de una
potestas, su actuación era Ia actuación de Ia ciudad, a Ia que estaban sometidos los
ciudadanos, y estaba sancionada por el poder de los dioses, pues Ia legitimidad política
tiene un carácter religioso en Roma, por eso los magistrados se distinguían en mayores
y menores por razón de los auspicia maiora o minora que poseyeran. Esto explica que
frente a acciones que ponen en peligro al Estado, como son los crimina, los delitos
públicos, Ia actuación represiva del magistrado, sin necesidad de ser arbitraria, no
tuviera unos límites institucionales precisos. Se manifiesta en este terreno con toda su
fuerza el principio de autoridad, ese aspecto del Estado de supremacía frente a los
miembros de Ia comunidad política, los cuales no pueden plantear pretensiones frente
a Ia ciudad.

Entre Ia actividad jurisdiccional en sentido propio, de ius dicere inter cives, y Ia función
represiva tuvo que haber al principio una diferencia esencial.
Sin embargo, este poder de los magistrados puede chocar en Ia práctica con una
sociedad muy cohesionada. Es característico de Ia sociedad romana Ia compleja red
de relaciones familiares, de clientela y de amistad que da lugar a múltiples fidelidades.
En Ia primera etapa de Ia República, sin duda también en relación con el
enfrentamiento entre patricios y plebeyos, pero sin excluir un alcance más general,
estas fidelidades tuvieron que manifestarse frente al poder político de los magistrados,
como expresión de una realidad social que tiene consistencia frente al Estado.

El mencionado precepto decemviral, presupone que Ia asamblea que reúne a todos los
ciudadanos, los comicios por centurias, podía pronunciarse sobre Ia culpabilidad ante
Ia ciudad de un ciudadano. De modo paulatino se va a abrir paso el principio
republicano, el protagonismo del popiilus. Desde luego, Ia asamblea no llega a tener
iniciativa, depende del magistrado que Ia convoca en virtud de su ius agendi cutn
populo, pero si éste Io hace para perseguir a un ciudadano, es que, de facto, no puede
actuar con su sola potestas. En este progresivo abrirse paso del principio de
comunidad, de Ia idea del Estado como conjunto de los cives ha tenido una importancia
enorme Ia cohesión interna de los romanos, que fue uno de los fundamentos de Ia
solidez de su comunidad política.

No se trata todavía de Ia provocatio ad populum como garantía jurídica y constitucional,


pero aquí se encuentra su punto de partida y su fundamento real. Paulatinamente, Ia
decisión átlpopulm de no tolerar los abusos de poder llevará a los magistrados a
formular las acusaciones ante los comicios, dando lugar a una práctica en Ia que las
asambleas populares adquieren una competencia en materia criminal que terminará
estabilizándose y recibiendo una sanción definitiva con Ia ley Valeria del 300. A partir de
este momento adquiere un valor jurídico de garantía fundamental la provocatio
adpopulum.

Refiere Cicerón uno de los numerosos abusos de poder de Verres, cuando ordena
azotar y crucificar a Gavius, a pesar de que éste invoca su condición de ciudadano
romano. En el estilo retórico de sus discursos deplora Cicerón Ia transgresión de las
leyes que garantizaban Ia inviolabilidad del ciudadano romano, aludiendo a Ia
provocatio.

Casi sin quererlo, dejándose llevar por el canto a Ia ciudadanía, ha expresado Io que
significa el orden jurídico y Ia protección que prestan las garantías constitucionales de
Ia libertad. El Derecho crea Ia «sociedad abierta», aquélla cuyos miembros persiguen
sus propios fines y se relacionan entre sí en virtud de normas generales, una sociedad
en Ia que Ia persona y los intereses de cada miembro son protegidos por el Estado con
independencia de su posición y de sus relaciones. En Ia sociedad primitiva el hombre
depende del grupo, en Ia sociedad abierta comparte con otros.

La juridificación de Ia provocatio representa el paso de Ia fuerza del grupo, más o


menos restringido, al imperio de Ia Ley y el Derecho. Pero este proceso no concluyó
con Ia ley Valeria del 300, pues en siglo II a. de C. se aprobaron tres Leges Porciae
deprovocatione, cuyos términos no conocemos con exactitud. Sabemos que Ia
protección se extendió a todo el territorio dominado por Roma respecto de los
ciudadanos no sujetos a Ia disciplina militar, que se prohiben las penas corporales a los
ciudadanos y que se permitió el exilio a los condenados a muerte.

Por último, un plebiscito de Livio Druso del año 122 a de C. aplicó Ia provocatio a los
latinos. En el siglo II entra en crisis el sistema de represión de los crimina regido por \
aprovocatio. Las asambleas populares resultan cada vez más inadecuadas como
órganos judiciales. La sociedad se complica y se hace necesario distinguir distintas
figuras de delitos. El Senado interviene en ocasiones de grave peligro para Ia
República, atribuyendo plenos poderes a los cónsules en virtud del senatus consultum
ultimum, cuya fórmula: vídeant cónsules ne quid detrimenti res publica capiat, anuncia
ominosamente los estados de excepción que terminarían arruinando la República.
La primera vez que se decretó este estado de excepción fue en el 186 para reprimir los
graves disturbios provocados con ocasión de las Bacanales. No obstante, Ia provocatio
debió influir en Ia regulación por medio de leyes de los nuevos tribunales estables
encargados de reprimir distintos tipos de delitos, comenzando con Ia quaestio de
repetundis del año 149. Pues se trata de un establecimiento legal, dimiento a seguir en
su enjuiciamiento, y en cierto modo preludia el principio de legalidad (nullum crimen,
nulla poena sine previa legepenale), característico del Derecho penal moderno.

La crisis de Ia República manifiesta de todas formas Ia distancia cada vez mayor entre
el orden constitucional y Ia realidad social. Y aquí volvemos a encontrar Ia necesidad
de una efectiva cohesión social que, a mediados del siglo II a de C., comienza a fallar
en Roma. El fracaso de Ia República es el fracaso de un estado cuyos miembros
participan formalmente de unas mismas normas jurídicas, pero donde los grupos
dirigentes tienen unos intereses y aspiraciones que se alejan progresivamente de Ia
masa del pueblo.
El grupo en el que el individuo es conocido, donde se recibe un nombre y se crean
lazos con otras personas, debe ser superado por Ia sociedad abierta, aquélla cuyas
normas abstractas se aplican a todos, sólo así puede protegerse eficazmente Ia
libertad, pero solamente si esta superación se comprende en un sentido hegeliano, si
se produce realmente una Aufhebung, una superación que es al mismo tiempo
asunción de los vínculos y fidelidades anteriores al Estado, pues Ia consistencia de
esas relaciones constituye Ia base misma de Ia política.

Si falta ese fundamento, las leyes no bastarán para salvaguardar Ia libertad, pues Ia
integración de los ciudadanos será cada vez más débil y el poder, en todas sus
manifestaciones represivas, cada vez más fuerte.

BIBLIOGRAFI.

(Estudocu 2019) https://www.studocu.com/es-mx/document/universidad-nacional-


autonoma-de-mexico/derecho-civil/resumen-derecho-romano-imperium/9653342.
Revisado el 20 de marzo de 2023.

(Estudocu 2021) https://www.studocu.com/latam/document/universidad-tecnologica-de-


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Revisado el 20 de marzo de 2023.

(Jose Javier de los Mozos 2018) https://summa.upsa.es/high.raw?


id=0000003407&name=00000001.original.pdf. Revisado el 20 de marzo de 2023.

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