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Teresa Malagarriga Rovira. (1999). Eufonía. [Versión electrónica].

Revista Eufonía 17

El lenguaje musical materno

Teresa Malagarriga Rovira

Cada grupo social tiene su propio lenguaje musical profundamente arraigado a su cultura y a su lenguaje verbal. Las
canciones, las danzas, los ritmos instrumentales de cada comunidad constituyen un importante patrimonio cultural que el
pueblo debería tener a su alcance. La sociedad debería arbitrar formas de difusión de su propia cultura.

Palabras clave: Música, Lenguaje musical, Maternidad, Educación musical, Educación, Padres

Maternal musical language

Each social group has its own musical language profoundly rooted in its culture and its verbal language. Songs, dances and
instrumental rhythms of each community constitute an important patrimony that a country should have within its reach.
Society should arbitrate the forms of diffusion of its own culture.

¿Se puede hablar de lenguaje musical?

Recuerdo una anécdota que viví hace ya algunos años. Acababa de nacer mi segundo hijo y una compañera de estudios de
origen andaluz con la que yo había hablado siempre en catalán vino a visitarnos. En cuanto se dirigió al niño con la
intención de atraer su atención y comunicarse con él empezó a usar unas expresiones y entonaciones completamente
distintas a las que cualquier persona de habla catalana habría podido usar. Me era difícil imitarlas correctamente.

Se nos hizo evidente que nuestros lenguajes verbal y musical materno eran distintos y gozamos escuchando los elementos
de entonación y articulación que hacían tan distinta la exteriorización de una misma intención comunicativa. Se nos hizo
también evidente la afirmación de Rousseau: "en un primer momento la palabra fue canto", puesto que lo que hacía
nuestro discurso sonoro verdaderamente distinto no era solamente la articulación de las palabras sino la entonación y el
ritmo con que eran emitidas.

Asimismo, la afirmación de Gardner (1987) cuando dice que el lenguaje inicial y el canturreo musical temprano están
indisolublemente vinculados, de tal manera que, en su opinión, puede ser incorrecto separarlos. Y yo me atrevería a decir
que en determinadas circunstancias es imposible separarlos. La entonación y el ritmo con que se emite nuestra expresión
verbal están profundamente arraigados a las palabras.

Este hecho nos permite aproximarnos al tema de este artículo afirmando que existe un lenguaje musical propio igual que
existe un lenguaje verbal y que en un inicio están absolutamente unidos.

Otro elemento de igual importancia es el gesto que acompaña a la expresión. El movimiento corporal, especialmente de
manos, brazos y cara que acompañaba las palabras de mi amiga al establecer comunicación con el niño estaban en
perfecta armonía con su voz. Intuí que si mi hijo hubiera tenido la posibilidad de recibir frecuentemente aquel estímulo
hubiera podido adquirir fácilmente las formas de aquel lenguaje que transmitía gracia, alegría y belleza.

Esta forma particular de expresarse -distinta en cada grupo social- nos informa de la existencia de un lenguaje musical
propio del cual cada persona tiene adquiridas las características más esenciales: las entonaciones y los ritmos que permiten
cantar las palabras. Y cantando las palabras nacen las canciones que cada pueblo, sin ser músico, ha creado igual que ha
creado sus propias danzas a partir de las cuales se expresan matices variados de su propia identidad.

El lenguaje musical materno como patrimonio cultural

Las formas de comunicación que se viven actualmente en nuestro mundo occidental pueden relegar los elementos de la
cultura tradicional a posiciones secundarias, ocupando, a veces, sólo un lugar en algunas manifestaciones lúdicas y
recreativas a las que únicamente acuden las personas ya sensibilizadas por el tema; porque ya no se mantiene viva la
forma de transmisión oral que estuvo presente en ambientes rurales en los que los niños compartían sus juegos infantiles
con los campesinos de más edad (padres, abuelos, leñadores, segadores, vendimiadores) y donde la canción y la danza
eran un elemento de comunicación y expresión vivo y real.
Y fue en estos ambientes donde se inició el trabajo de observar, escuchar, grabar y dejar constancia escrita de los distintos
elementos que integraban la exteriorización de una profunda forma de ser, sentir, relacionarse, desear y vivir.

Sin lugar a dudas, podemos afirmar que el conjunto de estos materiales representa un importante patrimonio cultural de
cada pueblo en el que la música ocupa un lugar central tomando formas específicas para cada comunidad.

Igual que se mantiene vivo el lenguaje verbal con todas sus particularidades (me refiero incluso a las variedades
lingüísticas de cada pequeña comunidad que habla una misma lengua) sería bueno que se mantuviesen vivas las
cantinelas, canciones y danzas que expresan las particularidades más profundas de cada pueblo.

Quim Maideu (1997) dice:

Una de las razones por la que creo que nuestro pueblo ha querido preservar este cuerpo variadísimo de canciones es
porque contiene una verdadera decantación esencial de nuestra idiosincrasia más pura y auténtica; es porque es una vía
natural y la más idónea de manifestación de la vida interior de las personas, vida que aún es más que la vida física y la
intelectual, la que dibuja con mayor definición la personalidad. (Traducido del catalán)

Las canciones tradicionales manifiestan la vida interior de la personas, dibujan su personalidad, contienen una verdadera
decantación de la idiosincrasia de cada pueblo... son, en definitiva, el lenguaje musical materno que a la vez que muestra
la particularidad de cada grupo social, crea unas formas expresivas que, aun sin saberlo, arraigan en la expresión de cada
individuo.

La cultura tradicional en la sociedad

Cada comunidad es responsable de su propio patrimonio y debería arbitrar formas para darlo a conocer poniéndolo al
alcance del pueblo para que pueda seguirlo usando.

En este sentido son especialmente importantes las familias y las escuelas que, principalmente en los primeros años de
vida, deberían tener el lenguaje musical materno como un elemento de comunicación habitual con el niño. Las melodías,
los ritmos, las danzas, propios de cada cultura, tienen una unidad de formas y expresiones que están en perfecta armonía
con su idiosincrasia y aportan una variedad y riqueza de matices culturales y comunicativos difícilmente igualada por otra
clase de materiales.

En mi opinión, si se usan poco es porque se desconocen en toda su dimensión. Quisiera citar un artículo del último número
de Eufonía (n. 16). "La música popular según el ciclo escolar anual", en el que se expone cómo "con una clara finalidad
educativa, social, cultural y musical, se propone la recuperación para el sistema educativo del folclore musical de las
comarcas centrales de la comunidad valenciana". La propuesta, iniciada por el Centre de Profesores de Gandía en el curso
96-97 ha dado lugar, según se explica en el artículo, a una gran participación de escuelas, con interesantes expectativas de
continuidad.

Esta experiencia y otras muchas que por suerte se dan en distintas comunidades, nos muestran la gran oportunidad y la
necesidad de los educadores de disponer de estos materiales para trabajar con sus alumnos y evidentemente la
receptividad positiva que éstos muestran al usarlos.

No quisiera acabar este artículo sin citar un tema de total actualidad. ¿Cómo se atiende la gran variedad cultural que en
estos momentos hay en nuestras escuelas?

Sin duda alguna hay formas de aproximar a la escuela gran diversidad de folklores, verlos y escucharlos, pero la atención
individual a los niños de otras procedencias, por lo que a su lenguaje musical materno se refiere, es difícil de atender si
éstos proceden de culturas verdaderamente distintas a las de su educador, no sólo por la falta de tiempo que este objetivo
requeriría, sino también y especialmente por la dificultad que cualquier persona tiene al intentar expresarse con unos
ritmos y melodías de raíces muy distintas a la suya propia.

La atención a la diversidad tiene unos límites y en este sentido la profundidad y autenticidad de la comunicación a la que
nos referimos difícilmente puede ser atendida con las propiedades comunicativas que deberían contener, por personas
ajenas a su propia cultura.

Esta reflexión tiene, desde mi punto de vista, dos lecturas:

. La constatación de la imposibilidad de atender un tema de vital importancia como es el lenguaje musical materno de cada
uno de nuestros alumnos (a no ser que se cuente con la presencia puntual de madres que canten y hablen con y para los
niños).

. La constatación de que este lenguaje no se aprende fácilmente; está muy arraigado a cada comunidad y viaja con las
personas allá donde estén.
La sociedad ha de ser consciente del valor del patrimonio de cada pueblo cubriendo espacios de difusión, participación, y
reflexión que facilitarían su presencia en nuestra sociedad aportando riqueza, cultura y comunicación.

Bibliografía

AAVV (1975): Educación musical en Hungría. Madrid. Herederos de Frigyes Sándor.

GARDNER, H. (1987): Arte, mente y cerebro. Una aproximación cognitiva a la creatividad. Buenos Aires. Paidos Studio
básica, pp. 1-395.

MAIDEU, Q. (1997): Música, Societat i Educació.Berga. Amalgama Edicions, pp. 1-110.

MORANT, R. (1999): "La música popular según el ciclo escolar anual" en Eufonía n. 16, pp. 106-109.

SIMHA, A. (1995): "La inteligencia en la música tradicional" en KHALFA, J. (ed.), Qué es la inteligencia? Madrid. Alianza
Editorial, pp. 141-162.

Dirección de contacto

Teresa Malagarriga Rovira


Dpto. de Didáctica de la Expresión Musical, Plástica y Corporal. UAB

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