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Se llama en economía bienes y servicios al conjunto de los procesos y esfuerzos humanos que
tienen como fin último satisfacer las necesidades de un individuo, una colectividad o de
la especie entera. Por ejemplo: infraestructura vial, electricidad, fondos públicos.
En esto principalmente se distinguen de los bienes y servicios privados, que son patrimonio de
entidades y asociaciones privadas o individuos, o bien, en el caso de los servicios, son ofrecidos
por éstos.
De hecho, los bienes públicos no son enajenables, excepto por decisiones políticas
consensuadas por los organismos del Estado (privatización). Y aun así suele ser algo de difícil
aceptación por el pueblo.
Es normal que los servicios públicos, por ejemplo, tengan tarifas de acceso sociales o
establecidas no en base a la acumulación de capital (lucro), sino a la mera sostenibilidad del
servicio, para hacerlo más accesible a todo el mundo. En algunos países dichos servicios incluso
son gratis. En cambio, los servicios privados tienen la finalidad de ser rentables
económicamente: enriquecer a quienes los ejercen y permitirles acumular capital individual.
Divisibles. Aquellos que pueden repartirse entre la población, es decir, que cada individuo o
grupo puede consumir una cantidad determinada y mensurable, por ejemplo, los impuestos a la
renta.
Indivisibles. Aquellos servicios que se prestan a toda la población por igual y que su consumo
no agota el stock disponible del mismo. Un ejemplo de ello son los servicios consulares.
1. Infraestructura vial. Las carreteras, autopistas y demás infraestructura pública que conecta
los distintos rincones de un país suele ser propiedad del Estado, incluso cuando la
administración y mantenimiento se le cede a una empresa privada. Pero al ser bienes
inmuebles, que no pueden ser removidos, son propiedad pública y suele haber ministerios
encargados de ello.
2. Espectro radioeléctrico. El espectro radioeléctrico de un país, a través del cual se emiten
las diversas ondas de radio y televisión, es un bien irrevocablemente púbico, cuya
explotación ocurre cuando el Estado entrega concesiones a empresas privadas para
transmitir sus programaciones respectivas.
3. Material bélico. Los vehículos, armamento de guerra, uniformes y demás insumos que
requiere la institución militar, encargada de defender la soberanía territorial, son bienes
inajenables del Estado.
4. Patrullas de policía y vehículos de bomberos. Así como estos organismos forman parte de
los servicios públicos normalmente, sus implementos de trabajo y vehículos especiales
forman parte de los bienes del Estado.
5. Espacio aéreo nacional. Nadie en ningún país puede comprar el aire ni los cielos, que son
bienes, por llamarlos de alguna manera, pertenecientes únicamente al Estado. Por eso
cuando un avión ingresa a los cielos de otro país, se encuentra sujeto a las leyes de ése
territorio.
6. Espacios públicos. Los sitios memoriales, las plazas, la casa presidencial, los parques
públicos y todos los bienes de la colectividad nacional son propiedad pública.
7. Reservas naturales. Las reservas forestales y los grandes bosques protegidos, los Parques
Nacionales y toda su extensión de tierra son propiedad del Estado y no suelen estar nunca
en venta, pues en muchos casos son incluso Patrimonio de la Humanidad.
8. Patrimonio de las empresas públicas. Todo lo que sea patrimonio de alguna empresa del
Estado será, necesariamente, propiedad pública también. Así, todos los escritorios de un
Ministerio suelen ser del Estado y no le pertenecen a ningún individuo aislado.
9. Fondos públicos. El dinero (los billetes y monedas en físico) de un país, si bien representa
riquezas públicas y privadas sin distinción, es propiedad material del Estado exclusiva. Por
eso uno no puede emitir sus propios billetes, ya que no nos pertenecen únicamente a
nosotros sino a toda la colectividad del país.
10. Derechos de autor. Una vez pasado cierto lapso de tiempo cuya extensión varía de acuerdo
a la legislación de los países, los derechos autorales de obras de arte, literatura, música o de
cualquier género pasan a formar parte del patrimonio nacional y, por extensión, de la
humanidad.