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Resumen Evolutiva 2

Tema 1

BLEICHMAR SILVIA: “LA DECONSTRUCCIÓN DEL ACONTECIMIENTO”


Lo real no se aprehende en sí mismo sino bajo el vidrio de color de lo ya inscripto en el sujeto psíquico; esta proyección es efecto de la inscripción
metabólica de lo real significativo.
Se pone en juego la idea de un “exterior interno” relativo al icc, y un “exterior exterior” correspondiente a lo real que se encuentra por fuera del aparato
psíquico, donde la “realidad psíquica” no es, en términos estrictos,subjetividad, sino materialidad ajena a la conciencia y a la voluntad del sujeto.
Lo importante es considerar que existe toda una serie de rangos de acontecimientos diferentes que no tienen ni el mismo alcance, ni la misma amplitud
cronológica, ni la misma capacidad de producir efectos.

TRAUMA PSÍQUICO → toda vivencia que suscite los afectos penosos del horror, la angustia, la vergüenza, el dolor psíquico.
El acontecimiento que me interesa en psicoanálisis es entonces aquel que de alguna manera se engarza con la producción traumática o sintomática
que encuentro. Es aquel elemento vivencial que puede producir efectos en la vida psíquica. No es la historia relato lo que constituye la fuente de toda
información posible sino, precisamente, sus fracturas y baches, todo aquello inligable capaz de producir efectos y que debe ser volcado a una
simbolización eventualmente posible para evitar los efectos compulsivos que acarrea para el psiquismo.
Lo traumático es eficaz en la producción de síntomas cuando se ve arrancado de toda historización posible. Su representación es del orden de la
“reminiscencia”, lo cual equivale a decir que se presenta al psiquismo desarticulado de los enlaces que pueden historizarlo y brindarle la significación
necesaria.

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ACONTECIMIENTO → es algo no acaecido, sino producido sobre lo acaecido. Lo acaecido como tal sólo adquiere carácter traumático por su
capacidad de devenir traumático, y deviene acontecimiento en la medida en que es ubicado en una serie temporal significativa.
El traumatismo es lo que escapa al relato, aquello que no puede ser recubierto por el yo, en tanto es la parte motora de lo acontecimental que acosa y
llega a derribar, precisamente por su imposibilidad de cercamiento, las formas habituales de defensa del yo que no pueden hacerle frente a esta efracción
de la significación. Lo traumático se desprende de la idea de acontecimiento, y lo “histórico vivencial”, en términos de Freud, reemplaza el relato
histórico y marca sus desfallecimientos. Este acontecimental, que definimos a nivel psíquico como del orden de lo exógeno, sólo deviene significativo
(capaz de producir efectos, no de construir significación) cuando cobra una idoneidad determinadora que puede desbalancear los modos habituales de
funcionamiento.

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Es necesario reconocerlos como desprendimientos representacionales de lo real vivido, para poder ensamblarlos con la situación originaria, con lo
acaecido en el interior del acontecimiento, fracturando la historia-relato para hacer emerger lo histórico-vivencial. De no hacerlo de este modo, la
interpretación no tiene el menor valor para el sujeto. En esto consiste la operatoria que yo llamo “simbolizaciones de transición” → puentes, auto-
transplantes, en los cuales inevitablemente el analista incluye la perspectiva teórica, pero la entreteje con los restos vivenciales y excitantes de las
representaciones de quien las padece.
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La fuerza de lo acaecido cobra eficacia producida cuando lo que ingresa no es devastador, y puede encontrar modos de recomposición simbólica. En
tal sentido, nadie está exento de que su acaecer sea desarticulado o interrumpido por el azar, pero todos tenemos la posibilidad de que la inscripción
de lo imprevisible sea tolerada.

CABRAL- EN LA CURA ANALÍTICA, PROTEGER A LA HISTORIA DE LA HISTORIA


En la cura analítica es posible, sí, prescindir de la historia, pero con la condición de haberse servido previamente de ella. Es decir, sólo sirviéndose del
recurso a la historización, puede construirse el campo de lo no historizable.
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Lacan distingue la investigación histórica auténtica (que él defiende en el psicoanálisis) de las pretendidas leyes de la Historia [que sería la historia
con H mayúscula, que en psicoanálisis sería, por ejemplo, la de los estadios libidinales].
LA HISTORIA → se inscribe en la lógica propia del discurso del Amo: promueve significantes privilegiados (S1) en torno a los que precipitan
aquellas identificaciones que dan consistencia y estabilidad a los fenómenos de masas, cualquiera que sea su extensión. Individuo en tanto no separable
de sus pertenencias simbólicas, sostenidas en identificaciones a aquellos rasgos del ideal que acreditan su condición de “miembro de”, el linaje paterno
y sus sustitutos.
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Es este abordaje que nos permite desdoblar y discriminar dos historias en un discurso histórico aparentemente homogéneo:
• Es que la Historia (la escrita con mayúsculas), como acabamos de ver, también a escala in-dividual opera suministrando aquellos significantes que
“permiten al alma unificarse, allí donde el yo se inventa una identidad o una coherencia”.
• Por otro lado, la “investigación histórica auténtica” que es incitada por el analista, al desmontar las “síntesis psíquicas” (entre ellas, la novela familiar)
con las que llega el analizante (pero renunciando a la vez a la pretensión de sustituirlas por otras nuevas).


Los procesos de desidentificación que promueve hacen surgir aquello que en el sujeto apunta a un más allá de su condición de “miembro de…”: “hasta
alcanzar esa partícula de autonomía y de originalidad” (Freud).

Noción de Posterioridad → Aquella por la cual es el futuro el que puede constituir al pasado como causa, al conferirle una cualidad de eficacia
psíquica que no le era consustancial en el momento de su inscripción, sino que adviene en el tiempo ulterior de su asociación con una segunda escena.

Las peripecias biográficas de todo ser humano, entonces, no cotizan en la economía psíquica como “hechos en bruto”: lo hacen como un efecto de
significación que se desprende de los juegos asociativos siempre abiertos en los que sus respectivas inscripciones quedan atrapadas. Es lo que determina
la condición a la vez contingente, imprevisible y singular del concepto de trauma en nuestra práctica. No hay, entonces (desde una perspectiva
psicoanalítica), una inmanencia del trauma. Sólo desde la exterioridad de una segunda escena adquiere la primera su significación traumática.
El mismo movimiento en que la palabra interpretativa modifica, nachtraglich, la significación de la historia acontecida puede cambiar también el curso
de la historia por venir.

El tropiezo con el núcleo de real del trauma permite sostener la afirmación de que no todo es historizable en el curso de la cura. Esto es, la misma tarea
de elaboración de la situación traumática va otorgando consistencia a un resto que, “idéntico a su existencia” (Lacan), escapa a (pero a la vez se
constituye en los márgenes de) los esfuerzos de historización.

SUCESO → al igual que el trauma y el deseo inconsciente, propone el desafío de reservar un lugar para el azar y la indeterminación (“lo que hubiera
podido no producirse”) en nuestra formalización de la estructura y sus determinismos.

Lo que está en debate entre estas dos historias gira en buena medida en torno a la autonomía contingente del acontecimiento o su subordinación
necesaria a un sentido y finalidad trascendentes.

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DELUCCA Y PETRIZ: “APRENDIENDO A ENSEÑAR”
El aprendizaje en grupos masivos produce en los sujetos trastornos de identidad, provocando alteraciones en la representación espacio-temporal. Se
refiere a una estructura de relación anónima e indiferenciada, que puede presentarse aun en pequeños grupos de aprendizaje. Ello se debe a la ausencia
de investimiento de los sujetos entre sí y de éstos con la tarea común a realizar, que les permite un sentimiento de cierta pertenencia, contenedor y
estimulante a la vez.

Finalidad del proceso de enseñanza → la integración dinámica entre el proceso de aprendizaje individual, el proceso de elaboración grupal que el
conjunto de integrantes construyó y el proceso de enseñanza a través del desarrollo de contenidos.

GRUPO → es un espacio en el que es posible la tarea de aprendizaje-formación. Es un conjunto de personas, de sujetos singulares
temporoespacialmente relacionados, es decir, confluencia de entrecruzamientos y anudamientos deseantes, que en sus procesos ocupan lugares,
cumplen funciones diferentes con objetivos y una finalidad común. El grupo es un objeto propicio de mediatización para que se desplieguen las
representaciones grupales, individuales y sociales con que cada sujeto singular se enfrenta a la tarea de enseñanza-aprendizaje en grupo.
Los organizadores de los grupos pueden ser de dos tipos:
• Socioculturales: son códigos propios de una cultura y sociedad determinada (creencias, mitos, ideologías, etc.).
• Psíquicos: configuraciones icc que se adquieren a través de la historia racional del sujeto. Son singulares.
Ambos se hayan siempre en el sujeto y se manifiestan en los grupos.

Miembros del grupo:


• La función interpretante es encarnada por el coordinador. Éste tiende a que el grupo alcance los niveles de posibles de diferenciación y reconocimiento

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generadores de circulación simbolizante, de una metabolización personal de lo producido en el grupo.
• El observador es el lugar de memoria de lo producido grupalmente a través del registro y elaboración de la crónica de cada reunión.

DE LUCCA: “HACIA UNA REFORMULACIÓN CRÍTICA DEL CRITERIO EVOLUTIVO EN PSICOLOGÍA”

Se abandona el paradigma positivista para considerar la descripción fenoménica .


EVOLUCIÓN → serie de transformaciones sucesivas, transformación progresiva. Características:
1. No significa necesariamente progreso, y mucho menos progreso unilineal, necesario y constante. La historia de la vida suministra datos no solo de
progresos sino de retrocesos, alteraciones y mutaciones inesperadas.
2.

3.

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La explicación de la evolución incluye no solo el estudio de los programas de organización de vida, sino que también lo adviene por azar. Se supera
así todo prejuicio de “necesidad”.
El uso de la noción de “condiciones de posibilidad” permite evitar la dogmatización que presentan las alternativas del orden-desorden; finalidad o
determinismo absoluto-azar.
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DESARROLLO → . El desarrollo se encuentra ligado a la evolución, al progreso, a la connotación optimista. Desplegar lo que ya estaba en estado
latente.
CONCEPTO DE DESARROLLO DE LA CATEDRA → En evolutiva II se conservan las nociones de evolución y desarrollo en su sentido
restringido, aplicado a determinados procesos biológicos que implican cambios, a funciones instrumentales (motricidad, percepción, maduración
neuronal y gonadal) que son la apoyatura infraestructural para el surgimiento de lo psíquico. Su condición necesaria pero no suficiente. Lo real del
cuerpo impone un límite a los procesos psíquicos.
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FACTORES QUE INTERVIENEN EN EL CUMPLIMIENTO DE LO PSÍQUICO:


• Condición de posibilidad: Los procesos madurativos biológicos permiten apropiarse del universo simbólico al que adviene y lo precede, como
estructura-estructurante compleja.
• Condición suficiente: la presencia y el encuentro con las instancias parentales.
• Azar: No supone tampoco una indeterminación absoluta; el desarrollo responde a ciertas reglas, leyes, aunque no responda a una finalidad
predeterminada.
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• Tiempos el orden: no hay un tiempo único que abarque todos los acontecimientos del universo, ni tampoco del ser humano. Hay tiempos locales
específicos. (1) Tiempo cronológico (2) Tiempo madurativo (3) Tiempos lógicos

La historia singular no es una crónica de sucesos. Será lo que cada uno va construyendo, metabolizando, interpretando, elaborando de lo vivido. El
sujeto dará a cada suceso una significación.
Suceso → conjunto de lo que acaece o se observa en una situación o experiencia del sujeto.
Acontecimiento → experiencia que marca una ruptura con la continuidad, un cambio radical que supone una transformación subjetiva. Un plus que


exigirá una elaboración psíquica a posteriori.

Temporalidad de lo psíquico:
RETROACCIÓN→ un nuevo hecho le otorga sentido al anterior. Lo traumático y sus retornos pueden o no ser resignificados a-posteriori por la
emergencia de lo nuevo. Para que un nuevo sentido surja, se necesitan por lo menos dos sucesos y un intervalo de tiempo entre ellos.
LATENCIA→ tiempo de elaboración psíquica. Se articulan diferentes experiencias que facilitarán su comprensión. No todo lo vivido en relación a lo
real externo, a las experiencias vividas en los encuentros con los objetos primordiales y con el propio cuerpo, podrán ser representados, elaborados,
simbolizados y articulados. Lo no articulado, no “traducido”, seguirá insistiendo, pulsando, re-peticionando su inscripción simbolizante, no siempre
posible.

Estructura→ donde se cruzan determinación y azar.


Estructura edípica→ estructura lógica organizante de su deseo, de las identificaciones resultantes, que marca el lugar y la función del sujeto y de
los personajes de su escena familiar. Entrada del tercero como ley que permite la ruptura de la especularidad narcisista, el reconocimiento y
diferenciación del uno y del otro, el ingreso en la ética de lo prohibido y lo permitido.
Estructura narcisista→constituida en la relación dual-imaginaria madre-bebé, que marca la lógica icc más originaria. Esta se ensamblará y
transformará en el interior mismo de las leyes de funcionamiento de la lógica edípica.
Estructura familiar→ matriz de relación estructurante de la subjetividad, mediadora en parte entre el sujeto y la cultura.

HORNSTEIN: “DETERMINISMO, TEMPORALIDAD Y DEVENIR”


La psique se encuentra en una relación de intercambio constante con lo exterior a sí, no solo la realidad, sino que cada uno de los sistemas heterogéneos
(yo-superyó-ello). Realiza una alianza entre permanencia y cambio, entre un núcleo de identificaciones y las transformaciones inevitables que exigen
los encuentro con lo “fuera de sí” en la medida que está condenada a investir otros objetos, a otra realidad (Aulagnier).

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Azar y determinismo→ Mediante la transformación del azar en organización, el psiquismo engendra nuevas formas. El azar interviene en la
constitución subjetiva y en el devenir histórico. Para la ciencia el azar (puntual) y las leyes (constantes) no se contradicen a la hora de describir el
mundo. El trabajo analítico considera la copresencia del azar y el determinismo. Un psiquismo absolutamente determinado al igual que un psiquismo
absolutamente azaroso son pobres y mutilados: el determinado porque sería incapaz de transformarse y el azaroso incapaz siquiera de nacer.

SISTEMAS ABIERTOS AUTO-ORGANIZADOS→ son auto-organizados porque ante una perturbación aleatoria reacción con aumento de
complejidad.
En los sistemas abiertos auto-organizados el azar desempeña un papel principal, es un caos determinista, es decir, que el sistema evoluciona bajo una
modalidad aleatoria de hecho. Caos compatible con la teoría de la retroacción, según la cual los procesos deterministas pueden ser reconstruidos a
posteriori (antes son caóticos).

La identificación es pensable como una auto-organización, por medio de ella el yo se apropia de las investiduras objetales.

Proceso identificatorio→ El proceso identificatorio implica una renuncia al conjunto de los objetos que, en una primera época de la vida, representaron
los soporten conjuntos de la libido objetal y narcisista. Luego, el yo se impone como objeto de relevo transformando el deseo hacia el objeto en
investimento yoico (narcisismo secundario). Es un proceso autoorganizador que le permite liberarse de una dependencia extrema de los objetos
investidos auto-alterándose y complejizando su organización. El psiquismo es un sistema abierto, no solo en su funcionamiento sino también en su
génesis.
RETROACCIÓN→ La retroacción es la concepción de temporalidad y causalidad psíquica en Freud; el presente actúa retroactivamente sobre el
pasado, el cual condiciona la significación de lo actual. Permite pensar el advenimiento de lo nuevo en el interior de lo ya dado. Lo que plantea

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Hornstein es que, si bien el Edipo es estructurante, mediante la retroacción las experiencias ulteriores producen significaciones.

Un sistema abierto no conduce al equilibrio, sino a una mayor complejidad.

DETERMINISMO→ piensa lo actual como la realización de lo ya dado. Si cambia, las formas de ese cambio ya están dadas. La no determinación
es creación, surgimiento de otras determinaciones.

LAPLANCHE Y PONTALIS: “DICCIONARIO DE PSICOANÁLISIS”

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POSTERIORIDAD→ utilizada por Freud en relación con la temporalidad y la causalidad psíquica: experiencias, impresiones y huellas mnémicas
son modificadas ulteriormente en función de nuevas experiencias o del acceso a un nuevo grado de desarrollo. Entonces, pueden adquirir, a la par que
un nuevo sentido, una eficacia psíquica.
TRAUMA→ la incapacidad del sujeto de responder a un acontecimiento adecuadamente y el trastorno y los efectos patógenos duraderos que provoca
en la organización psíquica.
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En términos económicos, el traumatismo se caracteriza por un aflujo de excitaciones en excesivo, en relación con la tolerancia del sujeto y su capacidad
de controlar y elaborar psíquicamente dichas excitaciones.

LEWKOWICZ I.: “LA HISTORIZACIÓN DE LA ADOLESCENCIA”


La adolescencia puede ser tomada como una institución característica, significada, estructurada y representada de distintas maneras en distintos
universos de discursos y prácticas. No sólo la historización de la adolescencia como una instancia que históricamente en la historia social de los pueblos
va variando, sino también la adolescencia en la vida de cada individuo como un momento de historización. Historización como de un proceso, de una
operación. Se juega en torno a dos marcas distintas.
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Distintas concepciones:
1- Como suceso: es la concepción tradicional. Despliegue de lo que está contenido en los comienzos. La segunda marca es una realización de lo que
ya está contenido: no hay historización porque solo hay repetición. La primera marca detenta las claves del sentido de la siguiente.
2- Como sustitución: la primera marca cae en el pasado y se anota una segunda marca, pero la marca que pasó cae sin eficacia sobre la siguiente.
Nunca hay historización porque nunca se sale de la primera marca.
3- Como construcción: la segunda marca historiza solamente si se inscribe después de una primera, pero la altera. La segunda marca no repite ni
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elimina, sino que altera a la primera marca; viene a introducir algo que destotaliza yendo más allá de lo que era; solamente aquí habría historización.

La subjetividad socialmente instituida se determina por el conjunto de marcas con las que una sociedad marca, afecta y constituye a un miembro.
La significación de las etapas vitales depende de tres términos:
1- Las marcas reales corporales, es decir, algo biológico que inexorablemente se da y a la vez exige una significación. Esas marcas biológicas quedan
socialmente instituidas por unas prácticas que cortan y unos discursos que significan.


2- Son las prácticas sociales y la significación socialmente ofrecida.


3- Es el sujeto. Tanto las marcas biológicas como las marcas sociales producen un sujeto que tiene que significar eso. En ese sentido el plus de
actividad psíquica de significación es inevitable.

ADOLESCENCIA→ pasaje a ser hombre. Depende de qué es ser hombre para cada sociedad. Si hay historización es porque el conjunto de las
primeras marcas socialmente instituidas que estructuran la primera vida psíquica no es suficiente para estructurar la segunda. El desorden de la
adolescencia se debe a la liberación de lo reprimido; o a la irrupción de lo radicalmente nuevo.

PRIGOGINE: ENTREVISTA POR NAJMANOVICH Y LLAMAZARES.


Prigogine enfatiza en la visión histórica diciendo que la irreversibilidad del tiempo es una propiedad fundamental de la naturaleza. Prigogine sostiene
que solo descubriremos el tiempo al descubrir los sistemas complejo (ej.: un ladrillo de una casa persa se diferencia muy poco de el ladrillo de una
casa del siglo XIX, pero si pasamos a un nivel de mayor complejidad, al edificio en sí, la discrepancia es enorme).
Lejos del equilibrio, el sistema se hace inestable, y al cambiar, va adoptando diferentes configuraciones, aparece la temporalidad marcando una
dirección en el transcurso del tiempo (la flecha del tiempo) que hace que ese proceso sea irreversible. El tiempo es un elemento fundamental de la
naturaleza, porque sin su rol constructivo no se podría pasar de un nivel de organización al siguiente.

Prigogine ve al azar como fuente de creación, el principio explicativo del cambio y la transformación, una posibilidad para evitar el desencanto de un
mundo rígidamente determinado. El azar tiene que ser comprendido y valorado como un principio impulsor de cambio.

URBANO, C. Y YUNI, J. (2005). “LA PSICOLOGÍA DEL DESARROLLO”, “EL ENFOQUE DEL CURSO VITAL”.
El carácter necesariamente integrador e Interdisciplinario de la psicología del desarrollo se basa en la naturaleza compleja del psiquismo humano.

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Se comenzó a reconocer la influencia decisiva que el concurso de la cultura y del medio social tienen en el desarrollo de las características psicológicas
y sus procesos de cambio. Los procesos históricos y los valores sociales fueron reconocidos como moduladores de los procesos de desarrollo
psicológico individual. El cambio más importante en la concepción del desarrollo psicológico ha sido el de adoptar una perspectiva diferente acerca
del sujeto, como un ser de naturaleza compleja, activo, proactivo y con capacidad para regular, representarse e interpretar sus procesos de cambio.

MODELO CONTEXTUAL DIALÉCTICO→ propone un análisis contextualizado del cambio en el que el desarrollo es producto del
entrecruzamiento de un sistema de normas que lo regulan, con las mediaciones que el propio sujeto introduce como parte de un grupo social y con las
herramientas que su cultura le provee.
El cambio puede ocurrir solamente si existe potencial y este se basa en la presencia de cierto grado de desorden o desestructuración en el sistema. El
potencial→ no es interpretado como lo que queda por desarrollar o desplegar de una capacidad o función psicológica que conserva cierta latencia ,
sino como un elemento nuevo que básicamente tiende a modificar la estructura del sistema. La crisis no puede ser pensada solamente como una
alteración del equilibrio alcanzado , sino como una situación estructural de inestabilidad que puede dar lugar a una nueva configuración ,no siempre
logrando un nuevo equilibrio.

EL ENFOQUE DEL CURSO VITAL→ no es una teoría en sí misma. es un conjunto de premisas surgidas de la investigación científica que orienta
la descripción, interpretación Y el análisis de los procesos de desarrollo evolutivo a lo largo de todo el curso vital.

El proceso de desarrollo resulta de las interacciones dialécticas entre 3 sistemas de influencia cuya conjunción es denominada CONTEXTUALISMO:
• Por un lado las influencias normativas asociadas a un rango de edad cronológica.
• En 2do lugar las influencias normativas que se relacionan con los acontecimientos históricos y culturales de cada contexto social.

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• En tercer lugar las influencias biográficas, propias de cada individuo, que reciben el apelativo de no normativas por tratarse de situaciones
particulares que configuran la trayectoria de cada sujeto.
En cada uno de estos sistemas de influencia puede establecerse la ocurrencia de eventos normativos y no normativos. aún así, también de lo que
llamamos “no eventos”. Los normativos son procesos o sucesos esperables tendencialmente. Los NO normativos son sucesos inesperados que afectan
las capacidades del sujeto. Se caracterizan por su carácter azaroso e impredecible.

Concepto de desarrollo→ El proceso de desarrollo no es un simple movimiento hacia mayor eficacia o una complejización siempre creciente y
acumulativa de las capacidades y funciones psicológicas. El concepto de desarrollo no implica necesariamente evolución, sino que a través de la vida,
el desarrollo se produce por la ocurrencia de ganancias y pérdidas.

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Desarrollo evolutivo→ Los cambios ligados al desarrollo evolutivo lejos de ser universales y estar orientados a una meta preestablecida, común a
todos los sujetos y siguiendo igual secuencia y ritmo de progresión, presentan considerable diversidad y pluralismo.

Ubicándonos en el modelo contextual dialéctico la definición del DESARROLLO EVOLUTIVO→ al que entendemos como el proceso de
DD
constitución y reconfiguración de la subjetividad, la identidad, las capacidades y funciones psíquicas,, a partir de la dinámica interactiva de
despliegue/repliegue las potencialidades y limitaciones emocionales, afectivas, cognitivas y sociales.

Tema 2
CASTORIADIS: “EL AVANCE DE LA INSIGNIFICANCIA”
FALTA COMPLETAR

DELUCCA Y PETRIZ: JÓVENES PADRE DE HOY. CONTINUIDADES Y DISCONTINUIDADES DEL VÍNCULO INTER Y
LA

TRANSGENERACIONAL.
Partimos fundamentalmente, de tomar cada familia como un reflejo de diferentes grupos de nuestra sociedad local.
Las familias investigadas, denotan una gran variabilidad en sus modos de resolver la crianza de los hijos y los conflictos generacionales, aunque en su
mayoría, ponen de manifiesto algún rasgo en común, propios de nuestros tiempos históricos y de la pertenencia a un mismo contexto socio-cultural.
Tres grandes categorías de respuesta, centradas en los modelos de familia y las estrategias de crianza instrumentales:
1. Respuestas que denotan el predominio del modelo de las familias de origen con dos variantes:
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a) Reproducción o intento de imposición sin revisión, de los modelos, de la generación anterior y sus reglas de funcionamiento. Este posicionamiento
aparece impuesto por uno de los progenitores (generalmente el padre). Este funcionamiento disociado, suele producir en alguno de los hijos, efectos
desubjetivizantes (crisis graves)
b) Modelo combinado: mantienen algunos modelos, valores e ideales transmitidos, pero revisados y puestos en relación con nuevos modos de
funcionamiento, acordes con los cambios producidos en la sociedad actual. El conflicto que surge en el vínculo parento-filial, hace crisis, pero tiende
a superarse.
2. Respuestas instituyentes de estrategias innovadoras: estas estrategias no surgen estrictamente en sus contenidos de un modelo preestablecido


3.Respuestas de claudicación de las funciones parentales: agrupa expresiones de desconcierto creciente respecto del posicionamiento de las
instancias parentales frente a sus hijos adolescentes.

HORNSTEIN- LA SUBJETIVIDAD Y LO HISTÓRICO SOCIAL: HOY Y AYER, PIERA AULAGNIER.


El YO (Aulagnier)→ Aulagnier piensa al Yo como efecto de la apropiación de representaciones identificatorias que sobre él formularon los objetos
investidos. La oposición entre simbólico e imaginario es interna al yo. Distingue un núcleo estable del yo (simbólico) y las figuras sucesivas de su
proyecto identificatorio.

Hay un devenir identificatorio, un movimiento donde el objeto se transforma en sujeto a través de las vicisitudes pulsionales. El psiquismo,
transformando el azar en organización, incrementando su complejidad, engendra nuevas formas y desarrolla potencialidades. La psique es un sistema
abierto auto organizador en constante intercambio con el exterior. No hay independencia del yo en relación con la realidad.

La relación del padre con su hijo arrastrará huellas de la relación con su propio padre. en el padre, el deseo de muerte, reprimido, será reemplazado por
el anhelo consciente de que su hijo llegue a ser aquel a quien se le da el derecho a ejercer la función paterna en el futuro.

Violencia secundaria→ consideramos que se le impone al niño una elección, un pensamiento o una acción motivados en el deseo materno.
Madre como portavoz→ comenta el conjunto de las manifestaciones del niño, así como es portavoz de un orden histórico social al cual su discurso
está sometido. El discurso materno anticipa, transforma en formulable parte de lo indecible propio del originario. sin esa anticipación el niño no podría
convertirse en sujeto.
Sombra Hablada→ conjunto de imágenes y enunciados que son testimonios del anhelo maternal concerniente al niño, que se anticipan a la
Anunciación que el propio niño hace de sí mismo.

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Proceso Identificatorio→ transmite además lo reprimido materno, indispensable para la constitución subjetiva. La mirada materna está marcada por
su relación con el padre del niño, por su historia infantil, por su represión, por el estado de su propio cuerpo.
Antes de devenir el yo, ya el infans propone al investimiento de la madre su cuerpo, prestándose hacer conformado por sus enunciados identificatorios.
Ese “yo anticipado” al que se dirige el discurso materno inscribe al niño en un orden temporal y simbólico. La madre es única, pero el niño no lo es
para la madre. si bien es investimiento privilegiado, no es exclusivo, ya que ella mantiene otras relaciones, interés por otras actividades y su
investimento narcisista. El niño, en cambio, no puede repartir sus investimentos.
Padre como representante del discurso del conjunto→ el padre es el primer representante del discurso del conjunto, es un referente que garantiza
que el discurso materno con sus anhelos, sus exigencias, sus prohibiciones, es acordé a lo histórico social.

3 INSTANCIAS CON DIVERSOS MODOS DE REPRESENTACIÓN:


• el proceso originario (el pictograma) → Para el proceso originario, todo existente es autoengendrado por la psique.
• lo primario (la fantasía) → Para el primario, todo existente es efecto del poder del deseo del Otro.
• lo secundario (la representación ideica)→ para el secundario todo existente tiene una causa que el discurso podrá conocer.

PROCESO PRIMARIO → El proceso originario metaboliza las excitaciones endógenas y exógenas. Y lo hace bajo la modalidad de experiencia de
placer o de sufrimiento que acompaña a los diversos encuentros. Comienza al reconocerse la existencia de un espacio separado del propio, se somete
a la omnipotencia del deseo materno, deseo del Otro (aunque la representación fantasmática representa dos espacios).

El Yo→ Si se pueden nombrar imágenes y afectos, se cuenta con la posibilidad de reconocerse mediante enunciados identificatorios. El Yo surge
como efecto, nace del tránsito de un estado de pasividad y dependencia a un estado inverso, y poco a poco puede representarse como separado y

OM
diferenciado del mundo. Para devenir, el yo debe separarse del yo del otro primordial, atribuirse esta no identidad.

Trayectoria identificatoria→ El yo está constituido por un conjunto de identificaciones producto de los enunciados que sobre el yo formularon los
otros significativos. El bebé tiene momentos de fusión con la madre, pero pasa largos períodos a solas. Esta alternancia entre fusión y separación es
esencial, y de su ritmo depende que el otro sea presencia estructurante en vez de presencia arrasante.
Si bien la madre está al servicio del bebé (su autoconservación), también debe sexualizarlo. La exigencia de trabajo proveniente de un cuerpo erógeno
y erogenizado es el motor del progreso psíquico. El cuerpo es investido por el yo como origen del placer, producto del cuerpo a cuerpo con el otro y
con el discurso del otro sobre ese cuerpo (el cuerpo hablado).

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DEL CONTRATO NARCISISTA A LO HISTÓRICO-SOCIAL→ más los enunciados que se refieren al yo y lo definen ya no dependen del
discurso de otro, sino del “discurso del conjunto”. El conflicto identificatorio se reabre cada vez que hay conflicto entre aquello que el yo es, aquello
que esperaba devenir y aquello que él cree haber devenido.Concibo un sujeto en relaciones de determinación múltiples y recíprocas con los otros, lo
que implica asumir que el sujeto es un centro de organización que recrea todo aquello que recibe.
La psique es un sistema a la vez abierto y cerrado: abierto estructuralmente y cerrado organizativamente. Lo histórico-social no es una simple
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fuerza exterior, sino una base productiva que constituye a los sujetos.
El campo socio histórico y simbólico se caracteriza por significaciones imaginarias sociales, encarnadas en instituciones. La subjetividad es producto
de la incorporación de significaciones imaginarias sociales creadas por el colectivo de los sujetos, a partir de su imaginario social instituyente.

ROUDINESCO – LA FAMILIA EN DESORDEN


Cap1
Levi-Strauss dice que para la creación de la familia es necesario que existan previamente otras dos familias, una que proporciona al hombre y otra a la
LA

mujer que gracias a su matrimonio darán origen a la tercera.


Carácter necesario de la prohibición del incesto para la constitución de la familia, más allá de la primacía natural inducida por la diferencia sexual
interviene otro orden que no compete a un fundamento biológico, cuya aplicación asegura el paso de la naturaleza a la cultura, esta prohibición está
ligada a una función simbólica, es un hecho de cultura y de lenguaje que prohíbe los actos incestuosos.
La familia se considera como una institución doblemente universal→ porque asocia un hecho de cultura, construido por la sociedad, a un hecho
de la naturaleza, inscripto en las leyes de reproducción biológica.
La familia→ se definió como un conjunto de personas ligadas entre sí por el matrimonio y la filiación, también por la sucesión de individuos
FI

descendientes, organizada en una estructura jerárquica, centrada en el principio de la dominación patriarcal.


El padre transmite al niño un doble patrimonio: el de la sangre que imprime una semejanza y el del nombre que atribuye una identidad. El padre podía
encarnar una fuerza mortífera y también convertirse en el portavoz de una rebelión simbólica del hijo contra los abusos de su propio poder. Al privilegiar
la compasión, la familia pudo transformarse en una institución que sería suplida por otras instancias como el estado, la nación y la patria.
Cap 3
Para el psicoanálisis una concepción de la familia está fundada sobre el asesinato del padre por el hijo. Freud reinvento Edipo, con la ayuda del mito


reconvertido en complejo, Freud restablece simbólicamente las diferencias necesarias para el mantenimiento de un modelo de familia. Atribuye al
inconsciente el lugar de la soberanía perdida por Dios padre, para hacer reinar en él la ley de la diferencia: diferencia entre las generaciones, los sexos,
entre los padres y los hijos.
Cap 5
La concepción freudiana de familia se apoya en una organización de las leyes de la alianza y la filiación que a la vez postula el principio de la
prohibición del incesto. Edipo se erige a la vez como restaurador de la autoridad, el tirano culpable y el hijo rebelde, estas tres figuras son indispensables
al orden familiar. Freud teoriza ese paso de niño objeto a niño sujeto al mostrar que este siempre es, para sus padres, una prolongación de sí mismos.
Nuevo orden simbólico, encarnado por el patriarca mutilado y del cual Freud había pretendido ser portavoz al deducir del asesinato del padre la
emancipación sexual de los hijos y de las mujeres, evolución de la sociedad que ratifico la declinación de la función paterna en beneficio de una
autoridad parental compartida. El padre comparte con la madre el poder sobre el hijo, la familia se convierte en coparental.

Tema 3
DE LUCCA Y ABELLEIRA: “TEORIZANDO SOBRE EL PROCESO DE SEPARACIÓN EN LA FAMILIA”.
La presencia de hijos y en consecuencia el formar parte no sólo de una pareja, sino de una familia, dificulta la aceptación de la ruptura y el afrontar la
decisión, complejizando su tránsito y resolución, tanto en intensidad como en cualidad.
Pensamos al divorcio incluido en un proceso, tres momentos de este proceso son:
• El tiempo de construcción → alude al tiempo transcurrido entre el encuentro inicial de la pareja, la constitución del vínculo, su decisión de iniciar la
convivencia, el advenimiento de los hijos y el comienzo del malestar vincular. Se va construyendo el lazo familiar, que conformará un sentimiento de
pertenencia y de identidad familiar. Esta vincularidad construida, posee una función amparadora para el conjunto.Es importante diferenciar la
conyugalidad de la parentalidad, haciendo referencia a dos órdenes o funciones que se ejercen desde la pareja. (Ver más abajo)

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• Tiempo de deconstrucción → alusión a un proceso psíquico que implica una mirada crítica sobre el vínculo por parte de los sujetos, tanto en sus
aspectos históricos como presentes. Esta puesta en cuestión es necesaria para que puedan surgir nuevos modos de encarar la relación que han de
mantener de ahora en más.

• Tiempo de nuevas construcciones → Cuando frente a lo que irrumpe, el sujeto y el grupo lo incorporan y logran cambios y transformaciones radicales
subjetivas y vinculares, hablamos de acontecimiento. Sería cuando la familia logra acceder al tiempo de las nuevas construcciones vinculares.

DIFERENCIACIÓN ENTRE CONYUGALIDAD Y PARENTALIDAD→ La conyugalidad refiere al vínculo que se crea en una pareja, también
en lo habitual entre un hombre y una mujer, legalizado por el matrimonio. No es un simple acuerdo de las partes, sino que lo inaugura un vínculo
amoroso. Mientras que la parentalidad complejiza el vínculo de la pareja, al inaugurar esta nueva dimensión que pasa a coexistir y debe construirse
diferenciada de la conyugalidad. Inaugura a su vez, el pasaje de pareja a familia y los vínculos paterno y materno-filial.

Ese otro con quien en los primeros tiempos del encuentro se coincidía al punto de que casi se sentían formando una unidad, se va transformando en
alguien tan diferente que ya no se tolera, o tan amenazador que se torna un enemigo.
El predominio de uno u otro polo, estará en relación a cómo cada pareja ha podido enfrentar el complejo proceso de construcción vincular. Proceso
que implica reconocer que el otro y yo estamos unidos por aspectos semejantes, que serían los esperables; aspectos diferentes, tal vez no esperables
pero si posibles de ser tolerados en base a un trabajo psíquico personal y vincular.
Los cónyuges en situación de ruptura viven, reviven, fenómenos psíquicos de la misma naturaleza que aquellos que experimentaron en estado de
enamoramiento, pero en negativo. Se “cae” desenamorado de la misma manera que “se cae” enamorado. El desamor no es el regreso a lo neutro.

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La separación de la pareja conyugal se configura entonces → como una crisis en el devenir de ese vínculo que involucra a todo el grupo familiar.
Crisis en el sentido de que instala un cambio brusco y decisivo en el curso de un proceso, asociado a la idea de muerte en tanto ruptura y desgarramiento
de una continuidad. Se destronan desde sentimientos e ideales hasta los establecidos rituales de la cotidianeidad. Pero a la vez, toda crisis implica la
posibilidad de crear otras maneras de funcionamiento, de generar nuevas organizaciones vinculares, impensables en el momento de la ruptura.

Una de las maneras iniciales de transitar la crisis de la separación conyugal, es la división de la familia en:
Organizaciones dualistas: La organización dualista que observamos más frecuentemente en estas familias es la división en dos grupos: inocente vs.
culpable o víctima vs. victimario, siendo variable la ubicación de los hijos: todos con uno de los padres (el inocente o la víctima) o divididos a su vez
los hermanos entre uno y otro progenitor. A medida que puedan ir transitando el período de deconstrucción, enfrentando y reconociendo el dolor y las

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pérdidas, podrán ir construyendo nuevas y más complejas maneras de vincularse.
Organizaciones estáticas: que dan cuenta de la imposibilidad de esas familias de transformar la crisis en oportunidad de cambio.
Cuando el efecto es el trauma, luego de un primer tiempo de perplejidad, de falta de respuesta ante la ruptura, la intensidad de lo traumático va cediendo
y todo parece volver a su lugar sin producirse ninguna alteración radical.
Cuando la crisis se inscribe como catástrofe, no hay esquemas previos ni esquemas nuevos que posibiliten seguir construyendo. Hay mutilación,
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devastación. Imposibilidad de registro y elaboración por parte de la familia y sus integrantes.

Los integrantes y el vínculo de la pareja, se ven enfrentados a una situación que construye una paradoja→ Tienen que desprenderse de otro
(esposo/esposa) con todo el esfuerzo que supone, pero a su vez y simultáneamente, necesitan construir un nuevo vínculo en tanto padres. Hay que
tolerar la coexistencia de ambos procesos. Una lucha constante entre la necesidad de “ausencia” del otro para realizar el duelo como pareja conyugal
y la necesidad de “presencia” del otro para construir un nuevo vínculo como padres.
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El abandonante puede adoptar una actitud de resentimiento como modo de venganza hacia su ex cónyuge, poniendo en evidencia serias fallas en sus
investiduras afectuosas hacia los hijos.
El sentimiento amoroso perdido en la pareja, es lo que los hijos deben diferenciar del amor filial, para preservar el vínculo con cada uno de los
progenitores. Dependerá de la transitoriedad o cronificación de esta formación inconsciente vincular, que el funcionamiento familiar pueda tornarse
patológico.
ALBERTI Y MENDEZ: LA FAMILIA EN LA CRISIS DE LA MODERNIDAD
En el campo de la familia la forma natural es la monogamia, la familia es el núcleo fundante surgido del amor y el parentesco es la derivación de ese
FI

vínculo biológico en sus diversos grados. La estructura familiar es una construcción a partir de las relaciones aparentes. Las estructuras del parentesco
son la manifestación más evidente de la universalidad de una institución, cuando hablamos de familia nos referimos a una institución presente en todas
las sociedades, pero bajo formas diferentes. Para que la familia exista tiene que haber una terceridad que la reconozca como tal.
Los miembros de la familia están unidos en todos los casos por lazos jurídicos, esto implica derechos y obligaciones que son de naturaleza social,
económica, religiosa y sobre todo por una red de prohibiciones y prescripciones sexuales. En este pasaje a la cultura se instala la prohibición del
incesto, que implica el establecimiento de diferencias a partir de una marca significante, madre, padre, son denominaciones que significan la prohibición


de unión sexual con quienes se denominan hijos.


Cultura→ puede definirse como una forma de intervención, la cultura también impone los contenidos y determina las modalidades de la alianza a
partir de la cual el parentesco se constituye como hecho social, la cultura introduce un orden, allí donde no existe ninguno. El aspecto positivo de la
prohibición es marcar un comienzo de organización, en un terreno en donde no existe ninguna determinación natural.
La existencia de la cultura supone encontrarse siempre dentro de un universo simbólico. El “nombre del padre” otorga la posibilidad de ingresar en el
orden simbólico, lo que significa el ingreso a un código que determina las formas de combinación permitidas en ese grupo, a una sociedad, como lugar
donde se desenvuelve cada cultura particular.
AULAGNIER: LA VIOLENCIA DE LA INTERPRETACIÓN. CAP. 4: EL ESPACIO AL QUE EL YO PUEDE ADVENIR.
Todo sujeto nace en un espacio hablante, estructura del yo como instancia constituida por el discurso.
Microambiente→ que es el medio familiar o el que lo sustituye, que en un primer momento será catectizado por el niño como metonimia del todo.
Ese pequeño fragmento del campo social se convierte en reflejo de una totalidad cuyos caracteres diferenciales descubrirá por elaboraciones sucesivas.
2 organizadores del espacio familiar→ el discurso y el deseo de la pareja paterna.
El análisis de ese medio psíquico privilegiado por la psique del infans y que marcará su destino aludirá a:
1) el portavoz y su acción represora
2) la ambigüedad de la relación de la madre con el saber-poder-pensar del niño
3) el redoblamiento de la violencia, serie de enunciados que designaran a las vivencias y que transformaran el afecto en sentimiento
4) el discurso de la pareja, retorna sobre la escena psíquica del niño para constituir los primeros rudimentos del yo, estos objetos exteriores y ya
catectizados por la libido son los que dan nacimiento al yo
5) el deseo del padre del niño, por ese niño

PORTAVOZ→ Función reservada al discurso de la madre en la estructuración de la psique, a través de su voz, es llevado por un discurso que comenta,
predice, acuna al conjunto de sus manifestaciones, portavoz también como representante de un orden exterior cuyas leyes ese discurso anuncia. Portador
de significación y el papel de prótesis de la psique de la madre.

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Lograr que lo representado y lo figurado se adecuen a las exigencias de sus postulados es necesaria la huella que la madre deja sobre el objeto, esto
constituye una condición previa necesaria para estas dos metabolizaciones (proc. originario y primario). Lo que el infans metaboliza es una
representación de su relación con el mundo, es un objeto que inicialmente habito en el área de la psique materna, prótesis que presta algo ya reprimido,
se le ofrece algo que el infans no posee todavía que es la represión materna, significatividad según su historia, se metaboliza la representación de un
objeto modelado por el trabajo de la represión.

La función de prótesis de la psique materna→ permite que la psique encuentre una realidad ya modelada por su actividad y que, gracias a ello, será
representable: la psique reemplaza lo carente de sentido de un real mediante una realidad que es humana por estar catectizada por la libido materna.
En el encuentro de la madre-infans:
a) la madre ofrece un material psíquico que es estructurante por haber sido ya remodelado por su propia psique, ofrece un material que respeta las
exigencias de la represión.
b) el infans recibe este alimento psíquico y lo reconstruye tal como era en su forma arcaica para aquella que lo había recibido del otro.

SOMBRA HABLADA→ Violencia primaria que al anticipar algo que no es, se ejerce un exceso de interpretación para el infans que es necesaria para
que se construya la psique. Violencia primaria necesaria para permitir el acceso del sujeto al orden de lo humano.
Hay un discurso preexistente que le concierne, una especie de sombra hablada y supuesta por la madre hablante, ella se proyectará sobre el cuerpo del
infans y ocupará el lugar de aquel al que se dirige el discurso del portavoz.
En un primer momento, el discurso materno se dirige a una sombra hablada proyectada sobre el cuerpo del infans, ella le demanda a este cuerpo
cuidado, que confirme su identidad con la sombra, es de ella que se espera una respuesta, que no suele estar ausente ya que se la pre formuló en su
lugar.

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La presencia de la sombra hablada constituye una constante de la conducta materna. En la primera fase de la vida, al no disponer aun del uso de la
palabra, es imposible contraponer sus propios enunciados identificatorios a los que se proyectan sobre uno: ello permite que la sombra se mantenga al
resguardo de toda contradicción manifiesta por parte de su soporte, el infans.

EL TÉRMINO MADRE CUMPLE LOS SIGUIENTES CARACTERES:


a) una represión exitosa de su propia sexualidad infantil
b) un sentimiento de amor hacia el niño
c) su acuerdo esencial con lo que el discurso cultural del medio al que pertenece dice acerca de su función materna
d) la presencia junto a ella de un padre del niño, por quien tiene sentimientos fundamentalmente positivos

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La sombra preserva a la madre del retorno de un anhelo que en su momento fue conciente y luego fue reprimido: tener un hijo del padre (reactualización
de toda su estructuración psíquica). Tras él, se encuentra un deseo más antiguo: tener un hijo de la madre, la sombra es lo que el Yo pudo reelaborar,
reinterpretar a partir del segundo anhelo reprimido, logrando así la preclusión del primero: lleva la huella de este y demuestra su reelaboración.
El infans, soporte de ese anhelo, desempeña el papel de una instancia represora en relación con el deseo inconciente de la madre, se convierte en un
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apoyo al servicio de sus defensas, el niño pasa a ser el dique que protege a la madre del retorno de lo reprimido.

BERENSTEIN: DEL SER AL HACER. CURSO SOBRE VINCULARIDAD


Las palabras denotan el pensamiento, la relación entre hablar y pensar es compleja Los niños toman contacto con la lengua antes de saber el significado
de las palabras que usan, por las respuestas del medio que los rodea van sabiendo que las mismas palabras se usan con sentidos diferentes. Freud
introdujo la idea de que la realidad debía ser entendida a partir de la significación que se daba de ella.
La estructura familiar inconsciente→ pensamiento sobre la familia fue el estructuralismo de Levi-Strauss, fue el corrimiento de un pensamiento de
tipo biológico centrado en la descendencia, en el hijo, a otro centrado en la familia, que se determina en una relación de intercambio con otra familia
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a través de la pareja de tipo matrimonial. El modelo biológico de familia centrada en la relación del hijo con los progenitores es el de la familia del
psicoanálisis, donde se privilegian los mecanismos identificatorios.
FAMILIA→ se refiere a un conjunto de sujetos donde todos son diferentes entre sí, dentro de esa semejanza que marca el pertenecer a un parentesco,
a una relación que los hace parientes. La familia es un conjunto de sujetos que se relacionan y se sienten efectivamente relacionados y ello tiene
consecuencias en el proceso de subjetivación. Una familia es un conjunto de personas vinculadas por la pertenencia al sistema de parentesco, este
tiene sus propias denominaciones incorporadas al sistema de la lengua. Ambos sistemas procuran ordenar la posición y la circulación de las personas
FI

al adjudicarles funciones adscriptas a cada lugar del parentesco, estos invisten y son investidos por un conjunto de prescripciones que regulan lo
permitido y lo prohibido.
MUERTE SIMBÓLICA DEL PADRE→ Desde un punto de vista vincular lo que mata al padre es la pareja, ese conjunto desde el cual la hija dejará
de serlo para devenir esposa de su marido. Cada mujer prometida no solo se siente responsable por la muerte simbólica del padre, sino que con la
constitución de la pareja da un giro copernicano en el hecho de asumir su feminidad y también debe abandonar simbólicamente a la madre.
CARACTERÍSTICAS DE LA FAMILIA:
i) forman parte de una historia previa que los envuelve y atraviesa


ii) están en el marco del parentesco


iii) tienen una relación en base a representaciones infantiles y una presencia asegurada y perdurable en el tiempo y espacio.
2 TIPOS DE VÍNCULOS FAMILIARES:
• Una dada entre dos sujetos de deseo, de obligación y deber, con aparato psíquico constituido, al ligarse constituyen lo que socialmente es una relación
de pareja.
• El otro tipo de experiencia vincular y emocional es el que resulta de la combinación de ambos sujetos mencionados, colaborando en la construcción
del aparato psíquico o del mundo interno del recién nacido, cuya subjetividad se constituye de la conjunción entre sus propias disposiciones y la oferta
identificatoria que recorre ese vínculo.
3 tipos de relación del bebé devenido en hijo:
a) Una relación del yo con objetos como papa, mama o si se dirige a otro semejante a él y diferente de los padres lo llamara hermano o hermana.
b) La relación del hijo con el otro sujeto, padre, madre o hermano, las relaciones son de exterioridad y en base al juicio de presencia, habitan en el
mundo externo.
c) Los nombres del parentesco nominan un lugar, ocupado por el sujeto que lleva el nombre del lugar, con sus determinadas funciones.
Las distintas configuraciones de vínculo atañen al carácter originario de la relación que liga a dos, o más, sujetos en un espacio icc donde se ubican y
son contenidos. La familia se constituye como un conjunto de vínculos y de lugares ocupados por sujetos a través de sus acciones, estas pueden ser
previstas y también hay acciones que se dan de acuerdo a la situación actual, acciones creativas para resolver cuestiones propuestas por la otredad, por
la ajenidad del otro. El vínculo→ es una combinatoria de presentación de los otros y representación del conjunto, y se inscribe como tal en el psiquismo
con una inscripción de pertenencia a ese conjunto y no a otro.
PARENTESCO→ conjunto es el marco donde se dan las acciones de unos con otros, define, clasifica, separa y relaciona con otro conjunto, interno
o intrapsíquico que reúne los objetos internos. Esto lleva a diferencias entre relación de objeto (lo constitutivo del mundo interno) y vínculo con otro
(lo constitutivo del mundo vincular).
LUGAR DE MADRE:
1) Darle asistencia material y emocional al hijo.
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2) Investir narcisisticamente al cuerpo del hijo, así como relacionar las emociones del niño con las propias para la construcción de su mundo interno.
3) Colaborar con la construcción de la representación del propio cuerpo así como de la diferencia respecto del cuerpo de la madre
4) Devenir objeto deseado del hijo después de haber sido este un objeto deseado de ella.
5) Conducir al hijo hacia esa otra presencia que habita más allá de la propia relación, es la expresión dar lugar al padre.
LUGAR DEL PADRE:
1) La tarea de cumplir con 3 prohibiciones: a) prevenir la relación infantil de su esposa con su padre, b) impedir el acercamiento abusivo del hijo a
su madre, enunciar y sostener la amenaza de castración, c) prevenir, impedir su propia acercamiento sexual al hijo, el padre debe enunciar una
prohibición que lo toma a él mismo como objeto.
2) Aceptar su propia temporaria exclusión de la relación del hijo con la madre.
3) Transmitir las voces de lo sociocultural y otorgarle a la madre la voz de lo intrafamiliar.
4) Marcar al hijo como objeto de su deseo, tanto como objeto de su odio.
5) En el futuro, dar la hija a otro hombre a fin de que constituya una pareja, aceptar no figurar como parte del mundo de la nueva pareja, aceptar
la modalidad de exclusión.
LUGAR DEL HIJO:
1) Ha de aceptar ser un objeto deseado de la madre y del padre.
2) Ocupara el lugar asignado en la familia por sus padres.
3) Aceptara que su cuerpo sea narcisizado por su madre y por su padre y a la vez su acceso a ellos será restringido. El acceso a su madre será
más cercano al comienzo de su vida, seguirá en su fantasía, como objeto.
4) Estará incluido en la escena primaria, modo de representación sexual de la pareja parental, así como excluido de ella y de la pareja de los padres.
5) Será el portavoz de los ideales familiares y de la cultura a los que él y la familia pertenecen.

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LUGAR DEL CUARTO TÉRMINO o DADOR DE LA MADRE:
1) Aceptara ser garante al otorgar a esa mujer, bajo forma de hija o hermana, como esposa de otro hombre
2) Cambiará de lugar, de padre de la hija al de abuelo o tío del nuevo niño, lo cual significa renunciar a los restos de sexualidad infantil.

VÍNCULO→ para nombrar a aquello que ligaba a varias personas, fuera del orden del parentesco o de otros sistemas de pertenencia, se expandió
hacia la relación entre un yo y otro yo, la relación con los otros.
2 TIPOS DE VÍNCULOS EN UNA FAMILIA→ Los de sangre, corresponden al parentesco, al hecho biológico que liga a la madre con el padre
con los hijos tenidos entre ambos, remiten a la descendencia y trasmisión genética. Los vínculos de alianza son aquellos en que la relación se basa

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en compromisos recíprocos entre las personas.

Entre la vida biológica y el mundo de los otros habría un circuito mediado por el aparato psíquico y por los vínculos. Con el AP el instinto, pasa a ser
pulsión, esta es específicamente humana y remite a cómo lo corporal se representa en el psiquismo. Con los vínculos el ser humano se subjetiviza a
través de esa especificidad que otorga la historización, la cual solo es posible en relación con los otros.
DD
Para la madre, el relato estará tamizado por su sexualidad y represión. El contacto emocional es necesario para la mente y consistente como el alimento
material para el cuerpo. El vínculo es icc en su mayor densidad, es lo que da pertenencia y establece una discontinuidad o una continuidad entre los
yoes, lo cual no es percibido por la cc.
En cada uno de ellos figuran los modelos identificatorios parentales, los del padre y la madre y los de estos como pareja. El enamoramiento es ese
estado emocional, subjetivo, cuya característica es la de anular la presencia del otro, lo ajeno, lo no posible de representar, la coincidencia es la
formación de compromiso.
DE LUCCA; PETRIZ: “MODALIDADES ACTUALES EN EL EJERCICIO DE LA PARENTALIDAD, EN FAMILIAS CON HIJOS
ADOLESCENTES, DE LA PLATA Y GRAN LA PLATA”.
LA

Se insiste en la existencia de la llamada “crisis de la familia”. En el momento actual, asistimos a una singular expresión de los cambios, dada por la
complejidad y heterogeneidad de modelos de funcionamiento. Planteamos como hipótesis, que “la tendencia a la fragilización en los procesos y
proyectos identificatorios en adolescentes, darían cuenta del desdibujamiento y vacilación de las funciones parentales” y otras se relacionarían con una
“crisis de las significaciones sociales”, por su modo de circulación en discursos confusos, contradictorios y paradójicos. Dichas significaciones
sociales→ constituyen el armazón simbólico-imaginario, que sustentan y coherentizan, en nuestro caso, las funciones parentales.
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La familia como institución mediadora entre la sociedad y el individuo, está atravesada por mitos, creencias y significaciones, socialmente construidas.
Lèvi-Strauss ha hecho hincapié en ciertas invariantes o reglas universales (tabú, prohibición del incesto, ley de exogamia).
Previo a la Revolución Industrial, la familia de las sociedades occidentales, era una unidad de reproducción y producción. Luego con la rev. se fue
generando una división que adscribe al hombre el rol productor y a la mujer en la familia, el de madre reproductora.
Consideramos la familia como una estructura (o sistema de relaciones) compleja, heterogénea, abierta y cambiante, no sólo en los tiempos históricos
sino en su propio devenir.
Pensamos que en la medida en que nos mantenemos dentro de la cultura, cada contexto, cada comunidad o cada subgrupo, establece para las familias,


grados permitidos y prohibidos en la regulación de sus vínculos, tendiendo este ordenamiento y legalidad, a producir una diferenciación entre
generaciones y entre sexos. Lo inquietante del momento actual, es que junto a la vacilación de las reglas que hasta ahora regían el sistema del parentesco,
no se asiste al surgimiento de otras reglas, claras construidas por el conjunto.

Estructura del parentesco→ como construcción cultural y social, consideramos cuatro lugares y denominaciones: madre, padre, hijos y representantes
de las familias de origen; que generan diferentes vínculos: de alianza o pareja (legal o de hecho), parento-filial (entre padres e hijos), fraterno (entre
hermanos), y el vínculo ancestral (hijos con la familia de origen de los padres).

De allí que pensamos el proceso de construcción del sujeto, en constante operatoria de producción de nuevas inscripciones en cada encuentro vincular
significativo.
Las dos funciones fundamentales que se ejercen desde las instancias parentales:
1- FUNCIÓN AMPARADORA PRIMARIA
Conjunto de cuidados brindados al infans. Amparo y sostén biológico y psíquico que provee quien o quienes ocupen ese lugar. Todo ser en crecimiento
necesita, no sólo de alimento, sino que alguien catectice, libidinice, desee que ese niño viva y que le signifique en un comienzo, cada una de sus
experiencias sensoriales y vitales, con los objetos de su entorno y con los otros. Por lo tanto, esos otros privilegiados, se constituyen en el primer
portavoz de la cultura a la que pertenece el infans. Ese otro u otros privilegiados, operan y se constituyen para el hijo en el primer contexto identificatorio
que fundará el Yo. Desde el contacto cuerpo a cuerpo y sus deseos icc, el otro funda la sexualidad del infans. Desde la ternura y los anhelos cc,
transformados por el atravesamiento de la represión, el otro posibilita la fundación del Yo.

2- FUNCIÓN SIMBÓLICA, DE CORTE Y DIFERENCIACIÓN, de transmisión de la ley de la cultura. Función ordenadora de los vínculos
intersubjetivos ejercida desde las instancias parentales, en tanto representantes del acceso a lo simbólico, al lenguaje y al discurso del conjunto de esa
cultura y sociedad determinada. Se ubican como referentes de una ley de la cultura y le transmiten de manera explícita e implícita, los valores, ideales
y modelos predominantes que ellos han interiorizado.
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Función paterna, entonces, no puede ser equiparada a función simbólica→ ya que el corte y el proceso de diferenciación que el hijo pueda ir
realizando entre él y la madre, entre él y el padre, y paulatinamente asumirse como otro con deseos propios más allá de los enunciados identificatorios
familiares, implica un largo recorrido por diferentes vínculos y la apropiación-elaboración de enunciados del conjunto. Si gracias al amparo y sostén
primario recibido, necesarios por indefensión inicial, el hijo construye su Yo, el efecto de la función simbólica lo introduce a las categorías de lo
permitido y lo prohibido, y a la construcción psíquica del superyó y los ideales del yo, como ideales a ser.

En síntesis, ambas funciones operan en el psiquismo infantil, presidiendo los procesos de identificación y de diferenciación constituyentes de la
alteridad, y a través de las mismas se produce la transmisión de valores, ideales y significaciones tanto del conjunto social como de las generaciones
anteriores. Este proceso de construcción de la subjetividad es lo que marcamos en su vertiente intra (lo que el hijo inscribe y metaboliza), inter (lo que
se construye en y por los vínculos) y transubjetiva (lo que se inscribe de las marcas sociales y culturales).

El conjunto de significaciones imaginarias sociales→ operan como los organizadores de sentido de cada época social-histórica, estableciendo lo
permitido y lo prohibido, lo valorado y lo devaluado, lo bueno y lo malo, lo bello y lo feo, etc. Son un sistema de interpretación, pero también de
valoración, produciendo adhesiones y su interiorización en los sujetos. A su vez, son una pieza eficaz del sistema de control social de la vida colectiva,
en especial del ejercicio del poder.

NOCIÓN DE VÍNCULO→ surge referida a una relación relativamente estable entre dos o más personas, estructurada en torno a intercambios
variables. Acentuaremos su matriz icc y su construcción histórica (intra, inter y transubjetiva). Lo definimos como la relación de un sujeto con otro
considerando como tal, que requiere de una relación de presencia. Ese otro ofrece a cada sujeto del vínculo, un aspecto semejante, asimilable por

OM
identificación, un aspecto diferente, reconocible y aceptable desde una asunción de la alteridad, y un sector ajeno. Ajeno sería todo aquello del otro
que los sujetos no logran inscribir en una representación.
Configuración vincular→ como concepto derivado, alude a ciertos organizadores, que se constituyen y construyen en las relaciones interhumanas

Al hablar de la matriz icc de los vínculos, nos referimos a dos aspectos articulables:
1- que los sujetos que pertenecen a un vínculo, no son conscientes del proceso psíquico que dio lugar a la construcción del lazo afectivo y
comunicacional que los une.
2- A un nivel estructural representacional, de las significaciones que le dan sustento.

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En los vínculos intersubjetivos por lo tanto, la presencia real del otro enfrenta al yo de cada sujeto, con lo ajeno, lo desconocido, lo incognoscible e
inasimilable al yo (tanto del otro como del propio).

DELUCCA Y PETRIZ: “LA TRANSMISIÓN TRANSGENERACIONAL EN LA FAMILIA: SU VALOR Y SU FUNCIÓN EN LA


CONSTRUCCIÓN DE LA SUBJETIVIDAD”
DD
Lo que hace de la familia una organización o institución atravesada por el devenir histórico, es que cada época construye y propicia determinados
valores y modos de funcionamiento por sobre otros, acorde con lo que espera de los sujetos que la componen.

Desde el psicoanálisis→ se piensa que más allá de las diferentes formas o modelos de funcionamiento de la familia en diferentes culturas y tiempos
históricos se encuentra en todas algún tipo de organización y legalidad de los vínculos de parentesco. Esta organización que la cultura construye es
previa al nacimiento del individuo, opera como una matriz simbólica y los lugares de esta matriz (estructura del parentesco), se irán ocupando por
sujetos singulares a partir de la alianza conyugal. Se piensa que la familia es una construcción de la cultura y no un hecho natural.
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Estructura edípica→ referida a la instauración de una lógica y su representación por parte del sujeto. Este orden simbólico familiar y su registro
psíquico permitirán captar que el espacio del yo propio es limitado, que hay otros diferentes en edad y sexo. Esto es la castración simbólica =saberse
sexuado, necesitado del otro y mortal, sujeto a un orden que trasciende a los individuos singulares.

Tres funciones básicas se articulan en la familia, construyendo la subjetividad de sus miembros:


1. La función de sostén: apuntalamiento que permite que las necesidades del infante, por lo que la madre le ofrece primero y por lo que el padre le
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ofrece después, pueden ir transformándose en su propia demanda y en deseo singular.


2. Función simbólica de corte y diferenciación: será necesario que un tercero (padre o sustituto) represente un espacio diferente para el bebe, que
abra una brecha en la unidad narcisista madre-bebe e inaugure su entrada en la lógica de la presencia y la ausencia, que le permitirá acceder a lo
simbólico, a la cultura.
3. La transmisión: cada sujeto metabolizará esta transmisión, creando representaciones objetivas sobre lo recibido, en el marco de los vínculos
intersubjetivos entre él y sus objetos primordiales. Pero muy tempranamente irá captando en forma directa el “fondo de la melodía”, construyendo las


representaciones transubjetivas que le permitirán saberse incluido en un conjunto más amplio que la familia: el conjunto social.

La transmisión tiene dos ejes:


a. Uno sincrónico: incluye las significaciones del conjunto social.
b. Uno diacrónico: donde están implicadas las generaciones anteriores y que constituye la transmisión transgeneracional.

DERRIDA Y ROUDINESCO: Familias desordenadas (En “Y mañana, qué…”)


Tengo la impresión de que la familia es eterna, que no está en peligro, que su riqueza consiste al mismo tiempo en su anclaje en una función simbólica
y en la multiplicidad de sus recomposiciones posibles.
¿A que se llama la familia? Yo no diría sin vacilar que la familia es eterna. Lo que es inalterable, lo que seguirá atravesando la Historia, es que hay, o
que haya, algo que se llama familia, un lazo social organizado en torno de la procreación.
Siempre habrá no LA familia sino algo que se llama familia, lazos, diferencias sexuales, relación sexual, un lazo social alrededor del alumbramiento
en todas sus formas, efectos de proximidad, de organización de la sobrevida, y del derecho. Pero esta persistencia de un orden no produce ninguna
figura a priori determinable de cualquier modelo familiar.
VER

GOMEL SILVIA- “TRANSMISIÓN GENERACIONAL, FAMILIA Y SUBJETIVIDAD”


En la vida psíquica del individuo, pueden tener eficacia no sólo contenidos vivenciados por él mismo, sino otros que le fueron aportados con el
nacimiento, un factor constitucional del individuo, una herencia arcaica: fragmento de la vida psíquica de las generaciones anteriores se convierte en
parte del bagaje de generaciones posteriores.
Doble acción de la transmisión→ La transmisión sólo puede ser pensada como sostén si se produce una doble acción: adueñarse de lo recibido de
manos de nuestros antecesores y al mismo tiempo imprimir a ese bagaje nuestro propio sello.

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Realidad psíquica→ conjunto de sentidos al cual un sujeto adjudica valor de realidad y se diferencia de la vida material aún cuando mantiene con ella
sutiles conexiones. Habría entonces, una serie de realidades diferentes.
La realidad vincular→ está anclada en la trama fantasmática y transmitida entre las generaciones.La realidad vincular se sustenta en una combinatoria
interpersonal qué angosta la oferta de la cultura y compone su propia lectura tanto de la realidad material como de la psíquica, brindando el marco
para las transcripciones singulares.

El infans remodelará y metabolizará lo transmitido por vía de la combinatoria deseante parental para adecuarlo a sus propios postulados de
funcionamiento psíquico.Ocupar un lugar en la estructura de denominaciones del parentesco no implica necesariamente desplegar la función
respectiva.

La dimensión transcultural→ La familia puede pensarse como precipitación de los sistemas de parentesco propios de una cultura, y lo transmitido de
una generación a otra las bases mínimas para garantizar a través del intercambio la posibilidad de establecer nuevas familias. Ante la necesidad de
sepultamiento de las mociones pulsionales del sujeto incompatibles para los dos enunciados culturales, e incompatibles también con el armado de una
identidad identificatoria ligada al sostén narcisista brindado por el conjunto, la represión será entonces el mecanismo fundante.
El proceso de transmisión de significaciones crea no sólo formas específicas de relaciones sino también configuraciones subjetivas.

Transmisión del ideal del yo-superyó→ El ideal del yo abre una brecha entre el Yo y el Ideal organizando la distribución entre el ser y el tener. El
sistema de ideales familiares se organiza bajo la alternancia Yo Ideal- Ideal del Yo. En el superyó reina una cultura de la pulsión de muerte: paradoja
de ver al superyó restringir el goce y por otra parte gozar por ejercer la interdicción.
Los procesos identificatorios entramados en una familia ponen sobre el tapete la oscilación del ideal del yo-superyó, en su carácter antinómico entre

OM
el deseo acorde a la ley y el deseo tumultuoso.

Transmisión de la culpabilidad→ Las complejas relaciones entre superyó, necesidad de castigo y sentimiento de culpa trascienden los escenarios
psíquicos internos y juegan su partida en el transcurrir de las familias.

Las significaciones imaginarias→ Las identificaciones imaginarias se convierten en proveedoras de sentidos para la psique. El contexto histórico-
social a través de anudamientos sutiles hace aparecer como anhelo individual aquello que es condición de la cultura, asegurando la cohesión necesaria
para perpetuarla.

.C
Transmisión de lo no representado→ es imposible para el campo de la representación cubrir todo lo psíquico y siempre persistirá un resto traumático
de la relación primordial. El cuerpo y sus inscripciones psíquicas transmiten vivencias y registros ya efectivizados en otras escenas psíquicas. La
cualidad traumática de determinados eventos familiares no depende exclusivamente de la magnitud de lo sucedido; cuenta también la posibilidad que
el grupo haya o no tenido de otorgarle algún sentido, a partir de la riqueza y la complejidad de la trama simbólico-imaginaria tejida en la
intersubjetividad.
DD
Los vínculos están recorridos por vivencias ligadas o desligadas que marcan posibles e imposibles del mundo psíquico. Tres vías de transmisión→
discurso familiar; escena fantasmática y trama identificatoria.
Tema 5
BLEICHMAR: CLÍNICA PSICOANALÍTICA Y NEOGÉNESIS
Cuando la red simbólica cae sobre el sujeto, el único modo posible de apropiación consiste en metabolizar los elementos que permiten ordenar
conocimientos a partir de los cuales se pueden establecer órdenes de significación del mundo.
Hay dos grandes líneas que se han abierto en la historia del psicoanálisis después de Freud con respecto a la cuestión del origen del inconciente:
Por un lado la escuela kleiniana→ Del lado del kleinismo, las pulsiones y el icc son correlativos y se encuentran en el ser humano desde el momento
LA

mismo del nacimiento. Cierta ruptura del equilibrio homeostático producido en el acto del nacimiento es causal del modo mediante el cual se activa la
voracidad a partir de una tensión abierta, de un intervalo entre el deseo inconmensurable de pecho y pecho real capaz de ofrecer leche. El icc que
propone Klein, el icc que da surgimiento a la clínica de niños, es un icc existente desde los orígenes de la vida.
Estructuralismo francés de Lacan→ su idea es con respecto a que el icc no es algo del orden de lo biológico, no es algo con lo que se nace: es un
efecto de la cultura producido a partir de la inclusión del sujeto en relaciones estructurantes, en el marco de una organización privilegiada, universal,
la estructura del Edipo.
FI

Concepto de interpelación→ cuando yo me acerco a la realidad, interpelo a la realidad respecto a un orden de fenómenos que quiero conocer dejando
de lado aquello que no es relevante. La cuestión central es ver si hay o no icc, definir la existencia del objeto en cada situación clínica concreta, se deja
abierta la posibilidad de que este pueda no está constituido.
En la propuesta de Klein el icc no solo está dado desde el comienzo sino que existe en sí mismo. En el psicoanálisis lacaniano el niño deviene objeto
y no sujeto, el niño se convierte en el objeto del deseo del otro, constituye su deseo con respecto al deseo del otro. El deseo no es algo biológico sino
que se constituye en el marco de relaciones primordiales que articulan al ser humano al otro humano y lo determinan, ya que el icc infantil, como


objeto de conocimiento, se pierde, emigra hasta la estructura del Edipo o al icc parental.

La implementación del método analítico implica una serie de prerrequisitos:


1) El conflicto debe ser intrasubjetivo. Siendo el padecimiento psíquico un desequilibrio libidinal que se establece entre los sistemas
2) Tiene que haber alguien que pueda hacer el trabajo de producir conciencia donde no la hay, de hacer consciente aquello que no es consciente.
3) Debe haberse constituido y estar en funcionamiento la represión, como condición del clivaje tópico entre los sistemas psíquicos y de la diferencia
entre el prcc.

Para que la implementación del método psicoanalítico sea posible tiene que haber: un icc constituido y a partir de eso un conflicto intrasubjetivo, un
sujeto capaz de posicionarse ante el icc y una represión. Es imposible el acceso del icc en sí, ya que solo se puede hacer conciente aquello de lo cual
la cc pueda darse cuenta y esto es imposible sin un ejercicio de significación. Algo solo puede devenir conciente mediante su conexión con las
representaciones-palabra, mediante su transcripción al prcc.
El psicoanálisis es impensable sin el conflicto, conflicto que se define en términos intrasubjetivos.
Para Klein la historia del niño era historia de la pulsión, y lo vivido se reducía a algún acontecimiento ligado al amamantamiento. A partir de la obra
de Lacan, de la estructura del Edipo a la organización psíquica del niño, con la consiguiente desaparición del icc infantil, diluido en el discurso-deseo
del adulto.

Teoría exógena de la constitución del funcionamiento psíquico→ determinado por inscripciones y representaciones provenientes de la experiencia
a una dominancia endógena, caracterizada por una derivación de lo somático en lo psíquico, que sigue las líneas de maduración de los estadios
preformados por funciones vitales: oral, anal.

Cap. 2

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Si al icc solo se lo conoce por sus efectos como afirma Freud. Estos efectos son accesibles a través de transcripciones, no se lo conoce en sí mismo, se
lo conoce por aquello que va a ir produciendo como formaciones.
En la metapsicología se definen cuatros destinos de pulsión:
• transformación de lo contrario
• vuelta contra la persona propia
• represión
• sublimación
Los destinos de pulsión se definen en tiempos de constitución del aparato psíquico→ Los cuatro destinos de la pulsión son modos de constitución del
AP. Dos de ellos: transformación en lo contrario y vuelta contra la propia persona conforman tiempos anteriores a la represión originaria y preparadores
de su instalación. Luego, la represión originaria funda la diferencia entre los sistemas psíquicos, por último la sublimación como un destino sólo es
pensable a partir de que hay represión, correlativo a la renuncia pulsional. La acción específica de la pulsión es la consumación de la meta, la búsqueda
de descarga y la única razón para que se altere esta búsqueda de descarga radica en la existencia de diques o barreras que imposibilitaran su descarga
inmediata.

Diferencia entre Edipo complejo y estructura del Edipo→ El Edipo desde la perspectiva levistraussiana es el lugar desde el cual se estructuran y
pautan los intercambios sexuados que anteceden al sujeto y definen su inserción simbólica en la cultura. Pero esta estructura que antecede al sujeto,
este Edipo estructurante, tiene que ser diferenciado del Edipo complejo, ese momento de la constitución subjetiva que en el pensamiento freudiano se
define como tiempo en el cual se van a determinar los modos de pautacion de la sexualidad en tanto ordenamiento del deseo genital. El Edipo complejo
es posterior y ordenador de las constelaciones deseantes originarias, que son pulsionales. Estas organizaciones pulsionales están ya atravesadas por
organizaciones edipicas de los adultos que tienen a su cargo los cuidados primarios.

OM
Organización familiar→ La organización familiar remite al modo con el cual en determinado periodo de la historia de la sociedad se pauta los
intercambios sexuales y se provee la preservación simbólica y material de un modo de agrupamiento caracterizado por relaciones de alianza y filiación.

La crianza permite una caída de las represiones del adulto por relación al cuerpo del niño→ El enamoramiento tiene la virtud de cancelar las
represiones y la relación que tiene la madre con la analidad, con la oralidad del niño, tiene que ver con esto. La crianza permite una caída de represiones,
una relación con el cuerpo del otro que no se produce en ningún otro vínculo desde el punto de vista amoroso. La madre tiene inscripto este placer anal
y desde ahí puede limpiar y gozar del cuerpo del otro. Es la represión, su transcripción y combinatoria con el amor al hijo lo que evita un exceso de
genitalizacion precoz del niño.

.C
Neogenesis→ quiere decir producción de algo nuevo que no está en cada uno de los elementos, sino en la posibilidad de articulación de nuevos puentes
simbólicos y en su combinatoria.
DD
Las representaciones que no accedieron nunca al estatuto del lenguaje deben ser transcriptas en palabras para su ligazón→ Si partimos de la idea de
que hay representaciones originariamente reprimidas que nunca fueron representación-palabra, la conclusión es la de que existen en el psiquismo
representaciones que nunca podrán ser accesibles para el análisis. El problema se plantea cuando retornan, cuando el sujeto está inerme ante ellas y
sus sistemas defensivos no logran descapturarse y toda la vida transcurre tratando de darles algún tipo de estatuto.

Los cuidados que se le prodigan al niño en la perspectiva de mantenerlo con vida son efecto del narcisismo transvasante del adulto-->Todos los
cuidados que se dan al niño están determinados por constelaciones amorosas, por el narcisismo transvasante capaz de volcarse hacia otro ser, de la
madre.
LA

El amor de objeto es efecto de la posibilidad de un transvasamiento narcisista, en el cual el amor de los padres inviste al sujeto, no queda en ellos
mismos, y ordena luego, a partir de los valores del superyó, que el hijo haga circular a su vez libido hacia otros seres humanos.

Lo icc no accede a la cc sin su transcripción en representaciones-palabra→ La representación-palabra puede ser recuperada cuando algo fue reprimido
y vuelve. El Edipo complejo no es originariamente reprimido, las niñas saben que quieren casarse con el padre y tener hijos. Y esto después se reprime
o sepulta. los fragmentos originarios de los vínculos primarios con los objetos, las representaciones de los objetos primordiales nunca fueron
representación-palabra, quedan en el icc sepultadas por la represión originaria.
FI

La mayoría de las represiones con lo que nos enfrentamos en el proceso terapéutico son casos de represión secundaria, son fragmentos discursivos que
fueron expulsados de la cc y luego pueden ser recuperados, son estos los que dan lugar a la formación del síntoma.

Cap.5
El primer tiempo de la sexualidad es segundo respecto de los tiempos de vida→ Esta parasitación libidinal abre el camino a un primer tiempo de la
sexualidad que consideramos segundo respecto del primer tiempo de vida. El autoerotismo marca el comienzo de la vida sexual, representacional.Con


la instalación del autoerotismo se está marcando un elemento determinante, se trata de la instalación de un objeto que ha perturbado la función,
destinado a puro placer, en el nivel de una zona del cuerpo, zona erógena.
Es el plus traumático introducido por el otro humano el que obliga a un proceso psíquico de complejización. Abierto el primer tiempo de la vida, hay
un intervalo en el cual se viene a instalar la pulsión a partir de las acciones ejercidas por el otro humano. Un primer tiempo de la vida en donde más
allá de los momentos biológicos, se introduce el otro humano que tiene a cargo los cuidados precoces, otro humano que desconoce la existencia del
placer sexual obtenido en estos cuidados que ofrece al recién nacido porque la fuente que lo activa es icc y que en razón de ello instaura la pulsión en
la cría a través de una implantación traumática. Es este plus traumático, irreductible, el que obligará a un procesamiento psíquico con vistas a encontrar
vías de descarga o de ligazón para las cantidades sobrantes.
PRIMER TIEMPO DE LA VIDA PSÍQUICA→ es la instauración de la pulsión.
EL SEGUNDA TIEMPO DE LA VIDA PSÍQUICA→ se caracteriza por la constitución de la represión originaria, por la instauración del yo-
representación narcisista que sepulta los representantes del autoerotismo en el icc. La represión trabaja de modo individual, encuentra una forma de
organización de lo genital. El yo en tanto retículo ligador, posibilita que la represión opere como barrera que requiere un enorme gasto de contra
investimento.
La atribución y asunción del género es anterior al descubrimiento de la diferencia sexual anatómica por parte del niño→ El género está determinado
en una representación o conjunto de representaciones que se anudan históricamente, pero no se sueldan con la diferencia anatómica. Los primeros
tiempos parecerían estar más marcados por los rasgos con los cuales la cultura de pertenencia ordena la diferencia a través de las diversidades. Se
constituyen como significantes en la propuesta identificatoria que los padres ofrecen.
El yo se instaura sobre un conjunto de ligazones que aseguran su estabilidad→ El yo que se constituye como lugar de posicionamiento del sujeto tiene
que sostenerse en algo que estructure su basamento: un conjunto de representaciones ligadas, de articulaciones que precipitan ya una estagnación de
la libido y aseguren su estabilidad. Los dos tiempos diferenciados, instalación de la pulsión y represión originaria, tienen que desembocar en un tiempo
de constitución de las instancias ideales o superyó.

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El narcisismo materno es condición necesaria para la constitución del yo en el niño, pero no de la pulsión, que encuentra su origen en la sexualizacion
proveniente del icc materno→ A la función materna se le atribuye un carácter ampliado, e incluye tanto la función pulsante que tiene su origen en el
icc materno y que da origen al autoerotismo del niño, como la función ligadora del narcisismo que va generando las condiciones de instalación posterior
del yo. La condición de la pulsión en el niño está en el icc materno, en su propia sexualidad parcial, desde la cual ella ejerce sobre el cuerpo del niño
ciertas operaciones que implantan una sexualidad, destinada a una reelaboración.
Si no se inscribe la pulsión, no se producen los elementos básicos de la humanización, el aparato no es obligado a un trabajo psíquico: es la pulsión lo
que obliga a un trabajo de ligazón impulsado a través de ello el crecimiento psiquismo. En un segundo tiempo, si la pulsión no es reprimida, el sujeto
queda adherido a un goce que no posibilita el desplazamiento de los objetos originarios y el circuito de repetición es siempre empobrecimiento.

TERCER TIEMPO DE LA VIDA PSÍQUICA → está constituido por la fundación de las instancias ideales y de la cc moral. Este movimiento
es concebido como efecto de la articulación deseante a uno de ambos padres y la rivalidad con el otro lo cual inaugura una tendencia a la identificación
sexuada. El ideal del yo y la cc moral se ordenan sobre la base de componentes universales aun cuando recojan su materialidad diferencial en el seno
de la cultura en la cual el niño se desarrolle. Al estar constituidos por valores, permitirán al yo emplazarse en un lugar más definido, brindándole fuerza
de protección.

El psiquismo parental es complejo, articulado metabólicamente en sus propias determinaciones históricas→ Hay una génesis que tiene condiciones
de partida estructurales en la combinatoria que los padres arman, provisto cada uno de una historia propia. Padre y madre entran en la estructuración
edípica con representaciones determinadas históricamente que a su vez son contradictorias y complejas, y esta complejidad va a estar presente en las
formas con las cuales produzcan ciertas determinaciones en el hijo.

OM
Primer dualismo freudiano: pulsiones de autoconversacion y pulsiones sexuales. La pulsión es definida por Freud a partir de cuatro elementos: fuente,
fuerza, meta y objeto.

DÍAZ Y HILLERT: “EL TREN DE LOS ADOLESCENTES”.


Hay diferentes dificultades que se plantean en la adolescencia. Por un lado, para el joven, para encontrar un espacio propio. Y por el otro lado, para
los adultos, para dar respuestas apropiadas frente a este movimiento de cambio.
La adolescencia implica tanto al actor (el hombre joven) como a la acción (crecer o desarrollarse), y también a uno de los afectos concomitantes (dolor).
En relación a los ritos de iniciación hay ciertas características que se repiten:
· INCIDENCIA: es la sociedad en su conjunto la que participa en la ceremonia.

.C
· SEGREGACIÓN: o inclusión. Hay una segregación del ámbito familiar e inclusión en la comunidad.
· TRANSMISIÓN: siempre se transmite un oficio, el ejercicio de alguna actividad. ·
MARCAS CORPORALES: es necesario que quede una marca visible en el cuerpo
.
El pasaje de la niñez a la adultez no está reglado. En un tiempo que cada uno transita como puede con las marcas de los que le rodean, del movimiento
DD
en el que le toca vivir, de la historia de su país, de la historia familiar, de su propia historia singular.
El joven deberá transitar desde la creencia en el Otro como garante de su deseo, de convertirse él mismo en responsable de su acto.
El tatuaje es un trazo donde un sujeto cuenta como Uno, marca del instante petrificado de habérselo hecho uno, aparece como símbolo de un individuo
en la masa. El tatuaje funciona como objeto de mirada, esta mirada denuncia la impotencia del agente de la castración simbólica: el tatuaje ocupa el
lugar de falo imaginario.
GIBERTI EVA: “ACONTECIMIENTO Y APRÉS COUP”
La autora comienza hablando de los niños que salían a marchar con sus maestros y hace referencia a esto.En la escuela les resultaba imprescindible
ensayar nuevos procesamientos psíquicos que dieran cuenta de la situación paradojal en la cual los tradicionales sentidos acerca de la autoridad
LA

adquirían otras significaciones.


La diferencia entre suceso y acontecimiento→ el acontecimiento es lo que viene a faltar a los hechos y remite a los efectos de algunos sucesos para
los cuales se carece de explicación y nominación. El acontecimiento se refiere a la imposibilidad de preveer la presencia o desencadenamiento de
determinados sucesos o sucederes. Después de haber acontecido algo significativo, nuevo, imprevisto, se producen cambios que implican nuevas
formas de conciencia: el acontecimiento adquiere eficacia como tal cuando se ha perdido la memoria del suceso que lo provocó.
La noción de acontecimiento puede aplicarse a un posible modo de procesar instancias subjetivas en situaciones nuevas o críticas en la relación niños-
FI

adultos y hacerla funcionar donde fulguran interrogantes relativos a los universos simbólicos y las conductas de los chicos.

GRASSI Y CÓRDOVA- LA PRIMAVERA DEL SIGNIFICANTE.


Según Grassi la adolescencia es la urgencia de transformar y crear, es puesta en desorden del cuerpo, de la identidad infantil, del orden familiar y la
posición generacional. Los adolescentes necesitan recurrir a significantes propios, a veces inéditos para apalabrar e inscribir ese íntimo acontecimiento
y subjetivarlo.
Para el pensamiento de los sistemas complejos, un orden organizacional puede nacer a partir de un proceso que produce desorden.Los cambios


corporales relativos al desarrollo y nuevo funcionamiento endocrino y hormonal, que producen el crecimiento del cuerpo y la aparición de los caracteres
sexuales secundarios, imponen al psiquismo un trabajo de simbolización.
Se requieren nuevas organizaciones que signifiquen, que den sentido al crecimiento y la genitalidad. La simbolización del crecimiento del cuerpo
(erógeno) con su naciente genitalidad implica trabajos psíquicos en relación con el estadio del espejo y sus categorías (narcisismo e identidad, “lo
extraño”) y del complejo de Edipo (identificaciones sexuales, de género y generacionales) que comprometen toda la estructura del aparato psíquico.
Duelo en la adolescencia→ Los trabajos de duelo en la adolescencia son paradojales. El fin de la infancia requiere de una caída, una muerte, pero a
la vez de una conservación superadora, transformación de lo infantil. Algo se pierde, pero los referentes simbólicos de identidad son resignificados.
Respecto de los dos tiempos o formas de la sexualidad→ lo puberal-adolescente es el entretiempo de la sexuación, en la medida en que la culminación
de la sexualidad infantil no se produce automáticamente y deviene en su conformación normal definitiva (adulta).
Entre repetición de lo viejo e inscripción de lo nuevo, lo puberal adolescente demanda un proceso identificatorio que se debate entre principio de
permanencia y principio de cambio.

HARTMAN: ADOLESCENCIA UNA OCASIÓN PARA EL PSICOANÁLISIS


Etapa liminal→ es límite entre la dependencia infantil y la entrada en el mundo adulto, con una inscripción diferente del sujeto en cuanto a su
sexualidad. Para todos los pueblos el joven pasa por la metamorfosis puberal y para todos ellos el comienzo del goce sexual es posible.
Freud en Psicología de las masas y análisis del yo,estudia las identificaciones ideales típicas de este periodo de la vida y los fenómenos de masa que
se desprenden de las identificaciones, las masas tienden a atrofiar la personalidad individual conciente. Se reconstituye un estado de represión a una
actividad anímica primitiva como la que admitiríamos en la horda. Este carácter liminal del adolescente, por el que carece aún de territorio propio,
favorece estos fenómenos que se pueden congregar frente a aquel que se propone en el lugar que ocuparía el padre primordial.
Cap. 2
hay una articulación del duelo como pérdida o pasaje a procesos identificatorios arcaicos. El yo y sus servidumbres definen los ejes de teorización. El
superyó parece hacer su entrada en ese momento en la subjetividad, cuando se instala la moralidad, diferenciado así el joven del niño. La articulación

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con el trabajo de duelo lo plantea como un momento de desprendimiento, como si fuese posible una remoción identificatoria como la pérdida de capas
que constituyen al yo.
El duelo es estructural en relación a la pérdida que inscribe el significante fálico. La importancia que adquiere el superyó en esta etapa es capital, y
tiene que ver con el rehallazgo del objeto, que es condición de la estructura. En este rehallazgo hace su entrada el ideal del yo, como ideal de goce.
Este ideal del yo que rige la imagen del cuerpo sostiene la posibilidad de relación con otro.

TUBERT: “LA ESTRUCTURA ADOLESCENTE”


Es un período tormentoso en el que se alternan un entusiasmo prometeico y una profunda melancolía.
Visión positivista→ El desarrollo se produce de acuerdo con pautas inevitables, inmutables, universales e independientes del ambiente sociocultural.
El desarrollo aparece dividido en etapas, entre las cuales la adolescencia es una “fase de transición”. Todo cambio aparece como una “perturbación”
que es necesario eliminar o superar.
La psicología evolutiva opera una fragmentación de un proceso histórico en etapas. Este tipo de concepción es producto del pensamiento positivista,
que busca ciertas uniformidades empíricas, que nada dicen de la realidad subyacente que aquellas expresan. En tal concepción de desarrollo, resulta
difícil incluir el proceso adolescente, que se llega a verlo, en muchos casos, casi como un fenómeno psicopatológico.

Visión del psicoanálisis→ El psicoanálisis representa el punto de partida para una opción diferente. Freud considera que la decisión de la actitud
sexual definitiva se produce a partir de la pubertad, ésta es el resultado, a su vez, de factores constitucionales y accidentales. Los primeros corresponden
a la evolución de la libido, y los últimos a los sucesos vividos en la infancia (series complementarias). De modo que hay que buscar en ella la elaboración
de estructuras que serán revividas y superadas en la adolescencia.
La conflictiva edípica se “repite” en la adolescencia, y hasta podríamos decir que ésta se desenvuelve bajo el signo de la repetición, pero siempre se

OM
configura sobre una nueva base. Este planteamiento implica que es ilusorio hablar de “fases” sucesivas; algunos fenómenos iniciales sólo adquieren
sentido en momentos posteriores, por lo tanto, su existencia a priori tiene un carácter mítico.

Estados de salud y patología mental→ Freud ha revelado el carácter ilusorio de la oposición de ambos conceptos. Por lo tanto, es preciso concebirlos
como versiones cualitativamente diferentes de la alienación que todos padecemos. En una sociedad semejante, toda la psicología es psicopatología.
Nunca se accede a un estado adulto ideal y perfecto, en el que culmina todo el desarrollo previo. Esto se vincula con el cuestionamiento de las
concepciones clásicas de la psicología evolutiva, y en consecuencia, con una revisión del concepto de adolescencia.

NOCIÓN DE ADOLESCENCIA (TURBET)→Lo que propongo es concebir a la adolescencia como una estructura o configuración que no comienza

.C
ni finaliza en un momento determinado de la vida, sino que es el producto de una historia que se inicia con el nacimiento del niño y aún antes, en
cuanto aparece el proyecto de su vida en la historia de quienes lo engendraron. En esta estructura se reinscribe todo lo construido hasta el momento
de su cristalización, y, a su vez, persistirá posteriormente, resignificándose de continuo de diferentes maneras, en función de las experiencias del sujeto
y de sus relaciones con el universo simbólico del que forma parte.
Las estructuras constitutivas del sujeto y sus significaciones deben definirse, por el contrario, en función de las diferentes relaciones que aquél establece
DD
en cada momento de su vida con el mundo en que está inmerso (que es un mundo simbólico).
Toda concepción de la adolescencia estará necesariamente co-determinada por el modelo de edad adulta que tengamos.
Cada estructura da lugar a otra cuando de una forma de desarrollo se convierte en su traba, cuando encuentra en sí misma el obstáculo para su
persistencia.
Hay una contradicción que aparece como el tema central en la adolescencia: la oposición entre vida y muerte, ya sea que estos significantes nos remitan
a las pulsiones freudianas, a la progresión-regresión, a la integración-desintegración, a la síntesis-destrucción, al crecimiento-parálisis.

Herida narcisista→ El “re-despertar” de la sexualidad, la constitución de la genitalidad, se opone a la irrupción de la idea de muerte como irreversible
LA

y definitiva, en tanto que, para el niño la muerte aparece como algo vagamente reversible. Esto supone una herida narcisista.
El encuentro del adolescente con la muerte (su reconocimiento como algo inexorable es vivido como la “presencia” de la muerte frente a sí mismo),
en relación con la re-orientación temporal ante su propia vida y el desprendimiento de su infancia.

Esta estructura no se limita temporalmente, si bien caracteriza a un momento de la historia del sujeto, este “momento”, aunque no deja de ser empírico,
tiene más bien un carácter mítico. Considero que la adolescencia es un momento mítico puesto que desarrolla fundamentalmente en el plano de lo
FI

imaginario, aunque su estructuración introduce o re-introduce el plano simbólico, en tanto se define por la ley que se le impone. (TUBERT)
Considerar la adolescencia como una estructura mítica, en la que es crucial el enfrentamiento con la muerte, desde la sexualidad, y en la sexualidad
misma; esto es así tanto para el adolescente mismo como para aquellos que tienen una vinculación directa con él.

Enfrentamiento con la muerte→ El enfrentamiento con la muerte, se vincula con las pérdidas que supone la “metamorfosis” sexual: pérdida de la
imagen de sí mismo, de la que el sujeto se defiende mediante la duplicación narcisista condenada, a su vez, al fracaso; pérdida de la imagen del “niño
ideal”, tanto para el adolescente como para los padres, pérdida de los padres como sustento del ideal del yo infantil.


El pasaje a una nueva estructura se definirá en realidad por la asunción de una nueva encarnación simbólica de uno mismo.

Tema 6
FREUD: LAS METAMORFOSIS DE LA PUBERTAD
Con el advenimiento de la pubertad se introducen los cambios que llevan la vida sexual infantil a su conformación normal definitiva. La pulsión sexual
era hasta entonces predominantemente autoerótica, ahora halla al objeto sexual.
Hasta ese momento actuaba partiendo de pulsiones y zonas erógenas singulares que, independientemente unas de otras, buscaban un cierto placer en
calidad de única meta sexual. Ahora es dada una nueva meta sexual; para alcanzarla, todas las pulsiones parciales cooperan, al par que las zonas
erógenas se subordinan al primado de la zona genital. La normalidad de la vida sexual es garantizada únicamente por la exacta coincidencia de las dos
corrientes dirigidas al objeto y a las metas sexuales: la tierna y la sensual.

El primado de las zonas genitales y el placer previo→ Se ha escogido como lo esencial de los procesos de la pubertad lo más llamativo que presentan:
el crecimiento manifiesto de los genitales externos, que durante el período de latencia de la niñez había mostrado una relativa inhibición.
3 caminos para alcanzar los estímulos en lo genital:
→ Desde el mundo exterior, por la excitación de las zonas erógenas.
→ Desde el interior del organismo, siguiendo vías que aún hay que investigar.
→ Desde la vida anímica, que a su vez constituye un repositorio de impresiones externas y un receptor de excitaciones internas.
Por los tres caminos se provoca lo mismo: un estado que se define como de «excitación sexual» y se da a conocer por dos clases de signos, anímicos
y somáticos.

La tensión sexual→ un sentimiento de tensión tiene que conllevar el carácter del displacer. Pero si la tensión del estado de excitación sexual se computa
entre los sentimientos de displacer, se tropieza con el hecho de que es experimentada inequívocamente como placentera. Siempre la tensión producida

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por los procesos sexuales va acompañada de placer; aun en las alteraciones preparatorias de los genitales puede reconocerse una suerte de sentimiento
de satisfacción.

Mecanismo del placer previo→ placer previo por oposición al placer final o placer de satisfacción de la act. sexual. El placer previo es, entonces, lo
mismo que ya podía ofrecer, aunque en escala reducida, la pulsión sexual infantil; el placer final es nuevo, y por tanto probablemente depende de
condiciones que sólo se instalan con la pubertad. La fórmula para la nueva función de las zonas erógenas sería: Son empleadas para posibilitar, por
medio del placer previo que ellas ganan como en la vida infantil, la producción del placer de satisfacción mayor.

Peligros del placer previo→ Del mecanismo en que es incluido el placer previo deriva, evidentemente, un peligro para el logro de la meta sexual
normal: ese peligro se presenta cuando, en cualquier punto de los procesos sexuales preparatorios, el placer previo demuestra ser demasiado grande, y
demasiado escasa su contribución a la tensión.
Las exteriorizaciones infantiles de la sexualidad no marcan solamente el destino de las desviaciones respecto de la vida sexual normal, sino el de su
conformación normal.

La teoría de la libido→ Concepto de la libido→ como una fuerza susceptible de variaciones cuantitativas, que podría medir procesos y trasposiciones
en el ámbito de la excitación sexual. . Al separar la energía libidinosa de otras clases de energía psíquica, damos expresión a la premisa de que los
procesos sexuales del organismo se diferencian de los procesos de la nutrición por un quimismo particular. Llegamos a la representación de un quantum
de libido a cuya subrogación psíquica llamamos libido yoica; la producción de esta, su aumento O su disminución, su distribución y su desplazamiento,
están destinados a ofrecernos la posibilidad de explicar los fenómenos psicosexuales observados.
Ahora bien, esta libido yoica sólo se vuelve cómodamente accesible al estudio analítico cuando ha encontrado empleo psíquico en la investidura de

OM
objetos sexuales.
En cuanto a los destinos de la libido de objeto, que es quitada de los objetos, se mantiene fluctuante en particulares estados de tensión y, por último,
es recogida en el interior del yo, con lo cual se convierte de nuevo en libido yoica. A esta última, por oposición a la libido de objeto, la llamamos
también libido narcisista. La libido narcisista o libido yoica se nos aparece como el gran reservorio desde el cual son emitidas las investiduras de
objeto.

Diferenciación entre el hombre y la mujer→ sólo con la pubertad se establece la separación tajante entre el carácter masculino y el femenino. En
general, parece mayor en ella la inclinación a la represión sexual; toda vez que se insinúan claramente pulsiones parciales de la sexualidad, adoptan de
preferencia la forma pasiva. Pero la activación autoerótica de las zonas erógenas es la misma en ambos sexos. Con respecto a las manifestaciones

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sexuales autoeróticas y masturbatorias, podría formularse esta tesis: La sexualidad de la niña pequeña tiene un carácter enteramente masculino.

Zonas rectoras en el hombre y en la mujer→ La pubertad, que en el varón trae aparejado aquel gran empuje de la libido, se caracteriza para la muchacha
por una nueva oleada de represión, que afecta justamente a la sexualidad del clítoris.
Toda vez que logra transferir la estimulabilidad erógena del clítoris a la vagina, la mujer ha mudado la zona rectora para su práctica sexual posterior.
DD
En cambio, el hombre la conserva desde la infancia. En este cambio de la zona erógena rectora, así como en la oleada represiva de la pubertad que, por
así decir, elimina la virilidad infantil, residen las principales condiciones de la proclividad de la mujer a la neurosis, en particular a la histeria.

El hallazgo de objeto→ Durante los procesos de la pubertad se afirma el primado de las zonas genitales. Al mismo tiempo, desde el lado psíquico, se
consuma el hallazgo de objeto. Cuando la primerísima satisfacción sexual estaba todavía conectada con la nutrición, la pulsión sexual tenía un objeto
fuera del cuerpo propio: el pecho materno.
Objeto sexual del período de lactancia→ A lo largo de todo el período de latencia, el niño aprende a amar a otras personas que remedian su
desvalimiento y satisfacen sus necesidades. El trato del niño con la persona que lo cuida es para él una fuente continua de excitación y de satisfacción
LA

sexuales a partir de las zonas erógenas.


Angustia infantil→ Los propios niños se comportan desde temprano como si su apego por las personas que los cuidan tuviera la naturaleza del amor
sexual, por eso responden a todo extraño con angustia. Tan pronto como no puede satisfacer su libido, la muda en angustia.

La barrera del incesto→ en virtud del diferimiento de la maduración sexual, se ha ganado tiempo para erigir, junto a otras inhibiciones sexuales, la
barrera del incesto, y para implantar en él los preceptos morales que excluyen expresamente de la elección de objeto. Pero la elección de objeto se
FI

consuma primero en la [esfera de la] representación; y es difícil que la vida sexual del joven que madura pueda desplegarse en otro espacio de juego
que el de las fantasías, O sea, representaciones no destinadas a ejecutarse. A raíz de estas fantasías vuelven a emerger en todos los hombres las
inclinaciones infantiles, sólo que ahora con un refuerzo somático. Contemporáneo al doblegamiento y la desestimación de estas fantasías claramente
incestuosas, se consuma uno de los logros psíquicos más importantes, pero también más dolorosos, del período de la pubertad: el desasimiento respecto
de la autoridad de los progenitores.

Resumen→ Ya en la infancia empieza a hacerse notable la zona erógena de los genitales. Este temprano florecimiento de la vida sexual infantil (de


los dos hasta los cinco años) hace madurar también una elección de objeto. El hecho de la acometida en dos tiempos del desarrollo sexual en el ser
humano, vale decir, su interrupción por el período de latencia, nos pareció digno de particular atención. En ese hecho parece estar contenida una de las
condiciones de la aptitud del hombre para el desarrollo de una cultura superior.
Las transformaciones que le sobrevienen con la emergencia de la pubertad→ Destacamos 2 como decisivas:
1. La subordinación las otras fuentes originarias de la excitación sexual bajo el primado de las zonas genitales: La primera se consuma por el mecanismo
de aprovechamiento del placer previo: los otros actos sexuales autónomos, que van unidos a un placer y a una excitación, pasan a ser actos preparatorios
para la nueva meta sexual, el vaciamiento de los productos genésicos; y el logro de esta meta, bajo un placer enorme, pone fin a la excitación sexual.
A raíz de esto habíamos considerado la diferenciación de la sexualidad masculina y femenina, y hallamos que esta última requiere de una nueva
represión que suprime un sector de virilidad infantil y prepara a la mujer para el cambio de la zona genital rectora.

2. El proceso del hallazgo de objeto: Finalmente, hallamos que la elección de objeto es guiada por los indicios infantiles, renovados en la
pubertad, de inclinación sexual del niño hacia sus padres y los encargados de cuidarlo, y, desviada de estas personas por la barrera del incesto erigida
entretanto, se orienta hacia otras semejantes a ellas.
Ambas ya están prefiguradas en la vida infantil

FREUD: “CONTRIBUCIONES PARA UN DEBATE SOBRE EL ONANISMO”


Es notorio que he dividido el onanismo, según las edades de la vida en:
1) el onanismo del lactante, por el cual han de entenderse todos los quehaceres autoeróticos al servicio de la satisfacción sexual;
2) el onanismo del niño, que proviene inmediatamente de aquel y ya se ha fijado en zonas erógenas definidas
3) el onanismo de la pubertad, que sigue a continuación del onanismo infantil o está separado de él por el período de latencia.

He lamentado también que no pudiéramos considerar el onanismo de la mujer en igual medida que el del hombre.
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El onanismo→ corresponde en lo esencial al quehacer sexual infantil y, luego, a su mantenimiento en años más maduros.El onanismo no es algo
último desde el punto de vista somático ni del psicológico, no es un agente real y efectivo, sino sólo el nombre para ciertas actividades; pese a tales
reconducciones ulteriores, el juicio sobre la causación patológica permanece anudado con derecho a esta actividad. No olviden ustedes que el onanismo
no es equiparable al quehacer sexual puro y simple, sino que es tal quehacer con ciertas condiciones limitantes. Entonces es posible que justamente
esas particularidades del quehacer onanista sean las portadoras de su efecto patógeno.

GRASSI Y CÓRDOVA- LA CREACIÓN DEL CUERPO ADOLESCENTE


El acontecimiento genital arriba por sorpresa con la nueva oleada pulsional, rompiendo en las playas pregenitales del cuerpo del niño. El encuentro de
la psique con el nuevo cuerpo y su genitalidad produce un trabajo de inscripción que se expresará como proceso de crecimiento en dirección de la
integración psicosomática y la subjetivación.
La tarea adolescente consistirá, metafóricamente, en crear-se los ropajes imaginarios y simbólicos para in-vestir con ellos ese real genital en estado de
desnudez.
La constitución del cuerpo como integración psicosomática, como cuerpo psíquico/erógeno, denominaremos corpsi.
Con la llegada de la pubertad, el cuerpo infantil se transforma abruptamente en un territorio invadido y gobernado imperativamente por la sexualidad
genital.
El adolescente inscribe su cuerpo en el otro y desde el otro, en una creación compartida, bajo el signo del naciente erotismo. En el interjuego social se
irá posibilitando la creación del “nuevo cuerpo” adviniendo en su dimensión de alteridad.

GUTTON: “LO PUBERAL EN SUS ORÍGENES”.


Conferimos un valor estructurante a las transformaciones introducidas por los procedimientos de latencia y las modificaciones ligadas a la pubertad.

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PUBERTAD (GUTTON)→ La pubertad impone una discontinuidad o, mejor dicho, una continuidad en des-construir/reconstruir.
A lo largo de la vida, los procesos originarios pueden tratar de imponer de nuevo sus leyes de funcionamiento a los procesos primarios y secundarios.
La pubertad, por su anclaje en lo real biológico, es un momento privilegiado y cualitativamente inédito de este fenómeno.
Observamos después la forma en que la experiencia puberal se dota forzosa e inadecuadamente de representaciones y significaciones que hicieron el
destino de Edipo antes del complejo: Edipo narcisista o genital.
La complementariedad de los sexos: la pulsión que encuentra su fin por el nuevo objeto genital define el origen puberal. A la corriente cariñosa de la
infancia se le añade “la poderosa corriente sensual que ya no desconoce sus fines” y que caracteriza a la pubertad. Lo puberal es en sus cimientos la
confluencia exclusiva de las corrientes sensuales de la infancia y de la pubertad, bajo el estandarte de las pulsiones de fin no inhibido.

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Complementariedad entre pulsión y objeto→ Es un funcionamiento de órgano. Este funcionamiento constituyó siempre el modelo ideal del cuerpo
erógeno, según la división inaugural de Freud entre excitación interna y externa. La moción pulsional está destinada a efectuar una salida hacia el
objeto.
La pubertad se manifestará como una fuerza de adecuación que ha retornado después del trayecto de la infancia edípica y de la latencia. La actividad
libidinal puede incluir un objeto predilecto, pero lo que importa no es tanto el objeto como tal, sino la actividad de la que es coartada.
DD
Cuando la sexualidad ha llegado a la pubertad, ya no puede ser diferida (retrasada). Lo cual implica dos riesgos:
- La dependencia al objeto, más fuerte cuanto más complementario es éste, o sea, cuanto más ideal.
- La proximidad del objeto anula otro tanto el trayecto pulsional, el proyecto, limitando la actividad psíquica, la fantasmatización, la objetalización,
la transferencia objetal. El problema fundamental del período de la adolescencia es volver a tener tiempo para esperar y fantasear.

En el plano de la cualidad de lo sexual, tres cambios:


1.Una transformación corporal perceptible por el niño.
2 El organismo como categoría de placer; una teoría puberal supone una concepción del orgasmo.
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3.Una potencialidad de fecundación que no trae aparejada por ello la representación de la llegada de un niño; contribuye a inscribir en la
creencia identitaria un nuevo sistema generacional.

El paso entre real biológico (autoconservación de la especie) y lo pulsional debería ser manejado convenientemente por el concepto de apuntalamiento
pulsional aplicado a las pulsiones genitales.
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El niño conoció la sexualidad adulta por aquello que, desde la famosa neurótica, se describe como experiencias de seducción: sexualización del niño
por el objeto, en particular parental, trauma, desvío, perversión.

Laplanche define tres seducciones:


1)La seducción restringida a la actualidad de la teoría. Se trata de la experiencia sexual prematura que el psicoanálisis vuelve a descubrir,
rememorada, tenida por etiológica en la histeria infantil donde ocupa el lugar del trauma.


2) La seducción generalizada remite a la seducción materna inherente o incluida en los cuidados maternos, seducción precoz que imprime en lo
arcaico la marca de la sexualidad adulta.

3)La seducción originaria no se sitúa electivamente en los comienzos de la historia del niño pero existe siempre en el origen del presente. Esencia de
las otras dos seducciones, su cualidad traumática surgió del atractivo de lo incomprensible y enigmático suscitado en el niño por los discursos del
adulto, cargados de significantes verbales y no verbales plenos de significaciones sexuales inconscientes.

¿Qué cambios introduce la genitalización puberal del cuerpo?:

1)La complementariedad de los sexos implica una antinomia con la seducción sobre el modelo infantil (el trauma). El adolescente ha dejado de
ser pasivo. Se convierte en un activo seductor, lo cual se explica por la finalización de la impotencia sexual inherente a los niños.Los adolescentes
cuyo objetivo es recuperar las seducciones de la infancia a través de posturas provocativas que son a su vez, podríamos decir, seductoras.

2)El “todavía-niño” sería seducido hoy por su propia pubertad: diríamos que sería auto seducido. La pubertad es el trauma más importante, el
que reanuda a todos los otros o vuelve traumático lo que era sólo complejo imagoico (teoría a posteriori). El niño púber creería ser capaz de descifrar
los símbolos enigmáticos de la sexualidad adulta que preformaron su infancia.

3)Inversión de la seducción en la pubertad, o identificación con el seductor. El adolescente inicia como creador de significantes enigmáticos para
los niños, se hace pedófilo: ciertos niños púberes seducen a los niños más pequeños como se sienten seducidos por su propia pubertad. El fantasma del
adolescente que descubre su sexo como avanzado en la sexualidad y que seduce a su propio cuerpo percibido como “todavía-niño”.

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4)El niño se percibiria como un púber en la medida en que excitará al otro “como un adulto”. Un aspecto de la seducción generalizada vinculada
con la relación sexual, con su rememoración y, más ampliamente, con su fantasmatización.Su atractivo es traumático y arroja al adolescente en lo
desconocido e innombrable.

Unidad narcisista originaria puberal→ Llegamos a concebir una unidad narcisista originaria puberal. Más que una construcción, hablamos de una
potencialidad narcisista puberal, resultante de la intuición del otro sexo susceptible de llenar la falta. En una nueva unidad narcisista originaria de la
pubertad, la complementariedad se construye entre zona erógena y objeto parcial. El órgano biológico pasaría a ser un órgano libidinal por su encuentro
con el otro sexo. El objeto complementario hace de nuevo las veces, de manera implícita y cualquiera que sea el sexo, del objeto materno arcaico. La
experiencia de lo puberal, siendo el mismo modelo, daría una segunda oportunidad para corregir o reparar la de lo arcaico inicial, para curar de la
seducción generalizada.

La complementariedad sexual abarca dos apuntalamientos que unen:


- la excitación surgida de la pulsión interna.
- La excitación procedente del cuerpo del otro.

El cuerpo entero, un síntoma corporal que forma la resultante de dos líneas de causas internas y externas. Lo que se experimenta expresa la certeza de
una complementariedad.
El concepto de complementariedad de los sexos→ explica tanto esa incompletud tan intensamente sentida por los adolescentes, como la integridad
narcisista que la ilusión deja percibir como posible. Durante la búsqueda complementaria, todo se presenta como si el otro sexo tomara en préstamo
del otro cuerpo, la cosa imposible… el cuerpo de la madre o la madre primero cuerpo. La pubertad, trauma narcisista por excelencia, derrumbe de la

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omnipotencia infantil, ofrece al mismo tiempo una solución sexual para su curación.
La complementariedad de los sexos es una creencia que nos interesa por lo considerable de su “exigencia de figurabilidad”. Los procesos secundarios,
aunque presentes, ceden el proscenio a lo primario: ensueños diurnos, fantasmatizaciones conscientes, actividades estas que Freud califica de
regresivas, en las que “la representación retorna a la imagen sensorial de la que había emergido”.
La representabilidad es el primer trabajo de la psique: sin ella lo puberal no puede acaecer.

¿Podríamos llegar a cierta reformulación de la angustia en lo puberal?→ La castración sería el incumplimiento de la potencialidad de la relación
con el otro sexo. Se trata sin duda de una problemática narcisista, pues la falta en cuestión impediría la constitución del yo. El órgano genital del sujeto
resultaría entonces inutilizable. Separado de su objeto-fuente, perdería su apuntalamiento erótico como órgano. ANGUSTIA DE CASTRACIÓN

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REFORMULADA→ En rigor, angustia de separación reformulada, reenmarcada en términos de genitalidad. Con la particularidad de que está animada
por el otro sexo.

La Angustia puberal comprende:


- Experiencias de separación de sexos, reales e imaginarias;
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- Una elaboración de estas experiencias según el modelo heredado de lo infantil. El que dicha elaboración se cumpla en forma de angustia de
castración y no ya en angustia de separación, dependería de la cualidad de la neurosis infantil o del valor afectado a la castración simbólica. Para el
desarrollo adolescente es importante que esta interpretación se haya hecho en el sentido de la castración, es decir que esté ligada a las figuras parentales
edípicas.

La representación incestuosa→El objeto de la complementariedad de los sexos, en cuanto lo biológico lo hace nacer, se recubre con el sentido que la
historia infantil le preparó en secreto. El otro sexo, busca su pertenencia en la persona del progenitor incestuoso. Paralelamente al movimiento
incestuoso se instaura la certeza de haberse convertido en el objeto adecuado del progenitor incestuoso.
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El objeto es interpretado por el adolescente en el sentido de la inadecuación impuesta por la prohibición del incesto. El cuerpo púber está
definitivamente ligado al destino infeliz de Edipo. Sus representaciones infantiles con realizables: el incesto es posible.

“Regeneración puberal del complejo de Edipo” → la famosa “reactivación edípica”. El fin primero e inmediato de la prueba de realidad no es, por
lo tanto, hallar en la percepción real un objeto correspondiente a lo representado, sino volver a hallarlo, convencerse de que todavía está ahí. Motivos
por los que los sexos complementarios susceptibles de ser aprehendidos intuitivamente en la experiencia del sujeto encuentran dificultades para
FI

representarse.
El pasado queda “re-compuesto”. Las secuencias de lo infantil pasado (huellas mnémicas) están sometidas a la compulsión de repetición. La cuestión
de lo arcaico puberal, que antes planteábamos en relación con la unidad narcisista, está formada por dos elementos: la repetición de lo preedípico
infantil y el nuevo Edipo puberal.

La convicción puberal→La convicción puberal señala el punto de certeza del sujeto en lo que se refiere a la experiencia de complementariedad de los
sexos, que confiere causalidad a las representaciones edípicas. La ausencia del portador del sexo complementario o su no coincidencia lo inscribe como


objeto de falta que remite a la castración puberal. El Edipo puberal, que implica una certeza en cuanto a la coincidencia del deseo del otro, trastorna la
economía parental. La certeza de ser varón o niña supone un trayecto incestuoso-parricida imaginario.
Escenas puberales en cuyo interior están presentes el niño púber, el objeto parental incestuoso, y el tercero en una relación mortífera. Estas escenas
señalan el éxito de la representatividad puberal en relación con la experiencia originaria. Implican la locura de creer en la omnipotencia reencontrada
por el incesto y el parricidio; esta locura, indica no obstante el trayecto casi exclusivo que debe tomar lo puberal para pasar del objeto parcial al objeto
total.

La cuestión del cuerpo erógeno genital→ Se desarrolla un trabajo psíquico comparable al de la neurosis infantil respecto del cuerpo erógeno del
lactante, a fin de mantener el cuerpo genital dentro de la problemática narcisista. El par zona erógena-objeto parcial, por su novedad, constituye un
enclave con tendencia a invadir o infestar el cuerpo entero.
Un exceso de goce errando por el cuerpo: al Yo le tocará poner un dique al exceso y primeramente ligar en él, esbozar en él una significación, una
representación, en particular un libreto fantasmático que hasta entonces haya atravesado la infancia y asegure el sentimiento de una continuidad de
existir.

Lo puberal impone una reactivación del conflicto edípico que pone en crisis a las organizaciones edípicas. La ruptura del desarrollo señala la
incapacidad del sujeto para enfrentar la crisis; estanca sus identificaciones, revela el fracaso de los procedimientos constructivos del yo y de la
adaptabilidad del superyó. El concepto de crisis se define como una interferencia en las redes infantiles.

Representatividad de la experiencia puberal→ El niño púber sufre de escenas puberales. La escena puberal señala el éxito de la representatividad de
la experiencia originaria interpretada, preformada para siempre por las imágenes parentales infantiles. La pubertad no opone al niño a sus padres, sino
que los sacrifica.

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Elaboración escénica→ La violencia puberal dada como extraña al yo debe sufrir un trabajo de familiarización para que la posición edípica se elabore
posibilitando la búsqueda del objeto adecuado. El libreto puberal→ es el origen de un desarrollo. Su elaboración es el único procedimiento que
permite el acceso a una realidad que no sea infantil. El adolescente desarrolla, a través de una construcción con matices, teoría puberales sometidas a
las experiencias cotidianas y que confieren un saber personal relativo a la relación sexual.
HORNSTEIN- LA PUBERTAD ¿UN TRAUMATISMO?
La adolescencia impone a la psique un trabajo de metabolización, renegociación y transformación. Su fuerza estructurante o desestructurante depende
del impacto vivencial que los cambios corporales inéditos hasta el momento y las exigencias socio-culturales actualicen en calidad de acontecimientos.
PUBERTAD (HORNSTEIN)→ La pubertad es el traumatismo por excelencia, Momento en el cual se reeditan las experiencias sexuales infantiles,
que imponen un trabajo de simbolización: el trabajo de la adolescencia. Se trata de un segundo tiempo, el cual resignifica las primeras inscripciones
de experiencias vividas que cobran carácter de traumáticas a partir de ese momento, ya que cuando fueron inscritas no pudieron ser tramitadas,
significadas ni elaboradas. La pubertad promueve un estado de ruptura de un equilibrio anterior, tanto corporal como psíquico.
La posibilidad de autoorganización del psiquismo estaría dada por el hecho de poder establecer sus propias significaciones. Los cambios corporales de
la pubertad amenazan con desbordar la capacidad del aparato psíquico para tramitar los conflictos.
La metamorfosis corporal de la pubertad obliga al encuentro del psiquismo con una nueva representación del cuerpo que cambia y con una nueva
forma de manifestación de su mundo pulsional. Se impone un trabajo de simbolización para acceder a este orden libidinal e identificatorio novedoso
en su necesidad de reencontrar las formas elementales del placer, del pensamiento y de la comunicación con los otros.
El trabajo de la pubertad consiste en encontrar soluciones para asegurarse, a pesar de este cambio brutal interno y externó que le sobreviene, la
continuidad del sentimiento de mismidad, para hacer que la desarticulación potencial no induzca a una ruptura narcisista. El adolescente está obligado
a ubicar su cuerpo en un triple registro: real (realidad espacial y psíquica), libidinal y simbólico.

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MORENO: “PUBERTAD” EN “PUBERTAD, HISTORIZACIÓN EN LA ADOLESCENCIA”.

PUBERTAD (MORENO)→ La pubertad es un tiempo en el que la estructura ordenada de emergencias caóticas con que el niño cuenta, no da abasto
para contener la puja de las novedosas perturbaciones. Estas emergen del cuerpo y del requerimiento al que el púber está sujeto por los cambios del
discurso que sostiene sus intercambios sociales. La pubertad es el tiempo en el que, desde cambios en el cuerpo y mutaciones de discurso, una verdad
en ese sentido comienza a insistir por inclusión.
Estos emergentes superan con creces las secuencias razonables que él es capaz de argüir desde su sexualidad y su discurso infantil (discurso infantil
es una referencia a un trabajo mío); este frente genera un vacío de significación y excesos que, como el cauce desbordado del río, buscan alguna
localización.

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El elemento nuevo debe permanecer y no permanecer a lo histórico, ser un corte que no anule la posibilidad de construir una historia. No sabe cómo
hacer para que su novedosa identidad sea tomada como genuina, fundamentalmente porque él mismo no la toma del todo como tal.
Lo puberal puede configurar: un acontecimiento, un trauma o una catástrofe.
ACONTECIMIENTO: constituye lo normal de ese encontronazo entre la verdad emergente y la inercia de la estructura. Lo nuevo perturbador ha
encontrado marcas efectivas capaces de transformar las cosas en un antes de y en un después de, lo que configura un quiebre, una discontinuidad en
DD
su historia.

CATÁSTROFE: la insistencia de la fuerza perturbadora, no sólo porque no logra inscripciones que le hagan admisible sino que produce una caída de
la estructuración anterior. Colapso producido por marcas que no circulan e impiden ligaduras.

TRAUMA: lo emergente perturba pero, al mismo tiempo no inscribibe marcas capaces de trasmutar la estructura, ésta no produce nada radicalmente
nuevo ni tampoco desbarata la estructuración infantil previa. Se inhibe el tránsito a lo novedoso por estar el aparato todo ocupado de prevenir la
perturbación, y lo hace intensificando los cauces del discurso anterior, excesos que insisten, cargan o se alojan en lugares previos por un tiempo que
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no es determinable.

LA PUBERTAD ES SIEMPRE TRAUMÁTICA, habrá categorías o intensidades diferentes pero todo cambio es un elemento perturbador y
desorganiza. Uno de los caminos es que el trauma se perpetúe.

Diferencia entre pubertad y adolescencia→ indica que la pubertad es el movimiento de impacto; y la adolescencia es el tiempo de trámite de ese
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impacto.

Tema 7
BLEICHMAR: “LA IDENTIDAD SEXUAL: ENTRE LA SEXUALIDAD, EL SEXO, EL GÉNERO”.
Las formas de expresión de la sintomatología sexual han sufrido diferentes cambios.
Los dos tiempos de la sexualidad humana no corresponden a dos fases de una misma sexualidad, sino a dos sexualidades diferentes: una
desgranada de los cuidados precoces, implantada por el adulto, productora de excitaciones que encuentran vías de ligazón y descarga bajo formas


parciales, y otra con primacía genital, establecida en la pubertad y ubicada en el camino madurativo que posibilita el ensamblaje genital, no
constituyendo entonces una simple reedición.
La sexualidad no es un camino lineal que va de la pulsión parcial a la asunción de la identidad, sino que se constituye como un complejo movimiento
de ensamblajes y resignificaciones.

Diferencia entre género, sexo y sexualidad:


Género como elemento central diferenciador respecto de las categorías sexuales. Una presunta dependencia de la biología, como un correlato directo
de la anatomía constituida en tanto sustrato de toda producción ideativo-ideológica.
El “soy mujer” o el “soy hombre”, núcleo de la identidad sexual, no sólo recoge los atributos del género sino que funciona como contrainvestimiento
de los deseos homosexuales sepultados a partir de la represión de los elementos que acostumbramos a considerar como del orden del Edipo invertido.
Las relaciones libidinales que marcan la sexualidad infantil son el efecto de acciones realizadas por seres humanos que luego se reconocerán como
portadores de diferencias sexuales. Va asumir luego en tanto organizador del yo, por un lado, y de la diferencia anatómica, por otro.
Este ejercicio la determinación masculino-femenino es central, y se rige por cierta propuesta de concordancia establecida socialmente entre sexo
biológico y la identidad propuesta.
Los enunciados que remiten a la sexuación masculino-femenino están instituidos en el ser mismo del sujeto, se enraízan en la estructura del yo y son
anteriores al reconocimiento de la diferencia anatómica.
Si la atribución de género es anterior al reconocimiento de la diferencia anatómico, coexiste con la sexualidad pulsional sin obstaculizarla. Se pueden
sostener deseos pulsionales por el padre sin que esto entre en contradicción con el ser varón, pero no puede un varón vestirse de mujer sin entrar en
conflicto con la identidad propuesta.

El trastorno de identidad aparece precozmente. Posee dos tiempos:


* Uno relativo al trastocamiento de la identidad de género, entendido éste como las atribuciones realizadas por la cultura respecto de aquello que
corresponde asumir como conducta social en concordancia con el sexo biológico. Estas atribuciones son del orden social y político.
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*El otro, caracterizado por el lanzamiento precoz a la sexualidad genital, intromisionada por el adulto que genitaliza el momento de descubrimiento
y fascinación por la diferencia anatómica.

DREIZZEN: LOS TIEMPOS DEL DUELO


DUELO (DREIZZEN)→ el duelo es dolor, dolor psíquico que puede llegar hasta encarnarse, pero también es un desafío a la estructura subjetiva para
recomponer un universo simbólico, luego del cimbronazo que le provocó ese agujero en lo real que significa la pérdida del objeto amado. El duelo es
un concepto en el que confluyen tanto el modo en que una comunidad o estructura colectiva aborda la temática de la muerte como la dimensión
absolutamente particular que sus fenómenos expresan en la singularidad de cada caso.
Frente a la perdida de aquel objeto de amor que oficiaba de causa, se produce un descalabro subjetivo y es habitual que una serie de fenómenos clínicos
ligados al padecimiento se manifiesten.
Lacan describe las operaciones lógicas de constitución subjetiva respecto del objeto y del agente que los efectúa y son tres: frustración (falta
imaginaria) , privación (falta real), castración (falta simbólica).
Cuando decimos que el duelo en el sujeto es reenviado a una posición privada nos referimos a una pérdida real, de un objeto simbólico afecta al sujeto,
y el agente que la ocasionó es puramente imaginario. Por eso frecuentemente el sujeto se atribuye más o menos conscientemente haber sino responsable
de la pérdida que padece. Desde este lugar de privación el sujeto se muestra en los fenómenos que produce (inhibiciones, adictivos, alucinaciones,
alimenticios, compulsivos), vasallajes del superyó que condenan al sujeto a sacrificios e inmolaciones.
Sin embargo los duelos pueden llegar a ser la ocasión para que en la mencionada recomposición significante que comporta la elaboración de la pérdida
constituyan el campo fértil para la subjetividad, o sea, elevarla a la categoría de falta, y propiciar una redistribución del goce. Es decir, la transformación
de la relación del sujeto con el objeto fantasmático. Operatoria habilitante para que los actos a advenir prosperen en las vías del deseo, quedando
íntimamente ligados a un fin sublimatorio. Ese duelo permite circunscribir la pérdida, e inscribirla como falta.

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FUNCIÓN DEL DUELO → Proponemos que la función de duelo es subjetivante, atañe a un cambio de posición subjetiva, a una reorganización de
la carga libidinal respecto del objeto fantasmático; una transformación de la distribución del goce.
Desde lo íntimo se podrá pensar en relación a alguna perdida, cómo determinó un antes y un después en su vida y cómo se fueron atravesando los
distintos tiempos de desasimiento libidinal del objeto amado, y de reinvestimiento y redistribución de la carga libidinal. Luego de ese descalabro
estructural, la función del duelo, si opera, propicia el restablecimiento de enlaces y reanudamientos para el sujeto. Función de duelo que reescribe el
lugar al objeto a en tanto falta y reinstaura el orden del deseo.

El atravesar el duelo exige considerar una multiplicidad de tiempos, ya que no solo incumbe a un desarrollo cronológico sino que también atañe a una

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lógica en la que se distinguen tiempos de posicionamiento subjetivo.Freud propone un trabajo de elaboración para los duelos que implica tiempos
lógicos a cumplir:

1º Tiempo: frente a la pérdida en lo real, la primera respuesta es la renuncia a aceptarla, la renegación


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2º Tiempo: comprende estrictamente el trabajo de simbolización que implica un alto gasto de energía, de investidura y de tiempo. Se ejecuta pieza
por pieza y conlleva un displacer doliente. Permite ir aceptando que el objeto amado investido libidinalmente ya no está, es el examen de la realidad
que posibilita que se retire la libido adherida al objeto. El empantanarse en este tiempo de duelo es lo que hace frecuentemente que un duelo se torne
patológico.

3º Tiempo: donde el sujeto en una posición activa puede consumar por segunda vez la pérdida, asesinando al objeto, matando al muerto, perdiendo en
lo simbólico lo que había sido perdido en lo real. Este movimiento permite la modificación de los lazos con el objeto perdido, la separación y el
investimento de otros objetos sustituyendo al ausente.
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Duelo y renegación → el nombre de renegación fue empleado para referirse a la posición del sujeto respecto de la realidad, cuando esta resulta
intolerable para el yo.
Frente a aquello que no cesa de inscribirse –sexo y muerte- (el primero bajo la forma de la diferencia y desencuentro radical entre sexos y el segundo
como perdida del objeto amado) el sujeto responde en un primer momento renegatoriamente. Cancela temporalmente la llamada “prueba de realidad”.

FREUD: “EL SEPULTAMIENTO DEL COMPLEJO DE EDIPO”


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El complejo de Edipo revela cada vez más su significación como fenómeno central del período sexual de la primera infancia. El complejo de Edipo se
iría al fundamento a raíz de su fracaso, como resultado de su imposibilidad interna. El desarrollo sexual del niño progresa hasta una fase en que los
genitales ya han tomado sobre sí el papel rector.
Cuando el niño (varón) ha volcado su interés a los genitales, lo deja traslucir por su vasta ocupación manual en ellos, y después tiene que hacer la
experiencia de que los adultos no están de acuerdo con ese obrar. Más o menos clara, más o menos brutal, sobreviene la amenaza de castración.


La tesis es que la organización genital fálica del niño se va al fundamento a raíz de esta amenaza de castración. El psicoanálisis ha atribuido renovado
valor a dos clases de experiencias de que ningún niño está exento y por las cuales debería estar preparado para la pérdida de partes muy apreciadas
de su cuerpo: el retiro del pecho materno, primero temporal y definitivo después, y la separación del contenido de los intestinos, diariamente exigido.

La aceptación de la posibilidad de la castración, la intelección de que la mujer es castrada, puso fin a las dos posibilidades de satisfacción derivadas
del complejo de Edipo. En efecto, ambas conllevaban la pérdida del pene; una, la masculina, en calidad de castigo, y la otra, la femenina, como premisa.
Si la satisfacción amorosa en el terreno del complejo de Edipo debe costar el pene, entonces por fuerza estallará el conflicto entre el interés narcisista
en esta parte del cuerpo y la investidura libidinosa de los objetos parentales. En este conflicto triunfa normalmente el primero de esos poderes: el yo
del niño se extraña del complejo de Edipo.
Las investiduras de objeto son resignadas y sustituidas por identificación. La autoridad del padre, o de ambos progenitores, introyectada en el yo, forma
ahí el núcleo del superyó, que toma prestada del padre su severidad, perpetúa la prohibición del incesto y, así, asegura al yo contra el retorno de la
investidura libidinosa de objeto. Con ese proceso se inicia el período de latencia, que viene a interrumpir el desarrollo sexual del niño.
La niña no comprende su falta actual como un carácter sexual, sino que lo explica mediante el supuesto de que una vez poseyó un miembro igualmente
grande, y después lo perdió por castración. No parece extender esta inferencia de sí misma a otras mujeres, adultas, sino que atribuye a estas,
exactamente en el sentido de la fase fálica, un genital grande y completo, vale decir, masculino. Así se produce esta diferencia esencial:la niñita acepta
la castración como un hecho consumado, mientras que el varoncito tiene miedo a la posibilidad de su consumación.
La muchacha se desliza -a lo largo de una ecuación simbólica, diríamos- del pene al hijo; su complejo de Edipo culmina en el deseo, alimentado por
mucho tiempo, de recibir como regalo un hijo del padre, parirle un hijo. Se tiene la impresión de que el complejo de Edipo es abandonado después
poco a poco porque este deseo no se cumple nunca. Ambos deseos, el de poseer un pene y el de recibir un hijo, permanecen en lo inconsciente, donde
se conservan con fuerte investidura y contribuyen a preparar al ser femenino para su posterior papel sexual.

FREUD: LA ORGANIZACIÓN GENITAL INFANTIL


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Se pudo discernir la notable aproximación del desenlace de la sexualidad infantil (cerca del quinto año de vida) a su conformación final en el adulto.
A menudo, o regularmente, ya en la niñez se consuma una elección de objeto como la que hemos supuesto característica de la fase de desarrollo de la
pubertad. El conjunto de las aspiraciones sexuales se dirigen a una persona única. La diferencia respecto de esta última reside sólo en el hecho de que
la unificación de las pulsiones parciales y su subordinación al primado de los genitales no son establecidas en la infancia, o lo son de manera muy
incompleta. Por tanto, la instauración de ese primado al servicio de la reproducción es la última fase por la que atraviesa la organización sexual». Hoy
ya no me declararía satisfecho con la tesis de que el primado de los genitales no se consuma en la primera infancia, o lo hace sólo de manera muy
incompleta. La aproximación de la vida sexual infantil a la del adulto llega mucho más allá, y no se circunscribe a la emergencia de una elección de
objeto. Si bien no se alcanza una verdadera unificación de las pulsiones parciales bajo el primado de los genitales, en el apogeo del proceso de desarrollo
de la sexualidad infantil el interés por los genitales y el quehacer genital cobran una significatividad dominante, que poco le va en zaga a la de la edad
madura. El carácter principal de esta «organización genital infantil» es, al mismo tiempo, su diferencia respecto de la organización genital definitiva
del adulto. Reside en que, para ambos sexos, sólo desempeña un papel un genital, el masculino. Por tanto, no hay un primado genital, sino un primado
del falo.
Sin duda, la diferencia entre varones y mujeres, pero al comienzo no tiene ocasión de relacionarla con una diversidad de sus genitales. Para él es natural
presuponer en todos los otros seres vivos, humanos y animales, un genital parecido al que él mismo posee; más aún: sabemos que hasta en las cosas
inanimadas busca una forma análoga a su miembro. La fuerza pulsionante que esta parte viril desplegará más tarde en la pubertad se exterioriza en
aquella época de la vida, en lo esencial, como esfuerzo de investigación, como curiosidad sexual.
En el curso de estas indagaciones el niño llega a descubrir que el pene no es un patrimonio común de todos los seres semejantes a él. Es notoria su
reacción frente a las primeras impresiones de la falta del pene. Desconocen esa falta; creen ver un miembro a pesar de todo, piensan que aún sería
pequeño y ya va a crecer, y después, poco a poco, llegan a la conclusión, afectivamente sustantiva, de que sin duda estuvo presente y luego fue

OM
removido. La falta de pene es entendida como resultado de una castración.
El niño cree, al contrario, que sólo personas despreciables del sexo femenino, probablemente culpables de las mismas mociones prohibidas en que él
mismo incurrió, habrían perdido el genital. Pero las personas respetables, como su madre, siguen conservando el pene. Para el niño, ser mujer no
coincide todavía con falta del pene. Sólo más tarde, cuando aborda los problemas de la génesis y el nacimiento de los niños, y colige que sólo mujeres
pueden parir hijos, también la madre perderá el pene y, entretanto, se edificarán complejísimas teorías destinadas a explicar el trueque del pene a
cambio de un hijo. Al parecer, con ello nunca se descubren los genitales femeninos.
Sólo con la culminación del desarrollo en la época de la pubertad, la polaridad sexual coincide con masculino y femenino. Lo masculino reúne el
sujeto, la actividad y la posesión del pene; lo femenino, el objeto y la pasividad.
FREUD: “DUELO Y MELANCOLÍA”

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El duelo→ es la reacción frente a la pérdida de una persona amada o de una abstracción que haga sus veces, como la patria, la libertad, un ideal. A
pesar de que el duelo trae consigo graves desviaciones de la conducta normal en la vida, nunca se nos ocurre considerarlo un estado patológico ni
remitirlo al médico para su tratamiento. Confiamos en que pasado cierto tiempo se lo superará, y juzgamos inoportuno y aun dañino perturbarlo.
La melancolía→ se singulariza en lo anímico por una desazón profundamente dolida, una cancelación del interés por el mundo exterior, la pérdida de
la capacidad de amar, la inhibición de toda productividad y una rebaja en el sentimiento de sí que se exterioriza en autorreproches y autodenigraciones
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y se extrema hasta una delirante expectativa de castigo.
Este cuadro se aproxima a nuestra comprensión si consideramos que el duelo muestra los mismos rasgos, excepto uno; falta en él la perturbación del
sentimiento de sí.

¿En qué consiste el trabajo que el duelo opera?→ El examen de realidad ha mostrado que el objeto amado ya no existe más, y de él emana ahora la
exhortación de quitar toda libido de sus enlaces con ese objeto. A ello se opone una comprensible renuencia; universalmente se observa que el hombre
no abandona de buen grado una posición libidinal, ni aun cuando su sustituto ya asoma.
Lo normal es que prevalezca el acatamiento a la realidad. Pero la orden que esta imparte no puede cumplirse enseguida. Se ejecuta pieza por pieza con
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un gran gasto de tiempo y de energía de investidura, y entretanto la existencia del objeto perdido continúa en lo psíquico. Cada uno de los recuerdos y
cada una de las expectativas en que la libido se anudaba al objeto son clausurados, sobreinvestidos y en ellos se consuma el desasimiento de la libido.

En cambio, en la melancolía es evidente que también ella puede ser reacción frente a la pérdida de un objeto amado; en otras ocasiones, puede
reconocerse que esa pérdida es de naturaleza más ideal. El objeto tal vez no está realmente muerto, pero se perdió como objeto de amor. Este caso
podría presentarse aun siendo notoria para el enfermo la pérdida ocasionadora de la melancolía: cuando él sabe a quién perdió, pero no lo que perdió
FI

en él. Esto nos llevaría a referir de algún modo la melancolía a una pérdida de objeto sustraída de la conciencia, a diferencia del duelo, en el cual no
hay nada inconsciente en lo que atañe a la pérdida.
El melancólico nos muestra todavía algo que falta en el duelo: una extraordinaria rebaja en su sentimiento yoico, un enorme empobrecimiento del yo.
En el duelo, el mundo se ha hecho pobre y vacío; en la melancolía, eso le ocurre al yo mismo.
Vemos que una parte del yo se contrapone a la otra, la aprecia críticamente, la toma por objeto, digamos. Lo que aquí se nos da a conocer es la instancia
que usualmente se llama conciencia moral; junto con la censura de la conciencia y con el examen de realidad la contaremos entre las grandes
instituciones del yo. Si se disciernen los autorreproches como reproches contra un objeto de amor, que desde este han rebotado sobre el yo propio.


Ellos no se avergüenzan ni se ocultan: todo eso rebajante que dicen de sí mismos en el fondo lo dicen de otro.

Hubo una elección de objeto, una ligadura de la libido a una persona determinada; por obra de una afrenta real o un desengaño de parte de la persona
amada sobrevino un sacudimiento de ese vínculo de objeto.
El resultado no fue el normal, que habría sido un quite de la libido de ese objeto y su desplazamiento a uno nuevo, sino otro distinto, que para producirse
parece requerir varias condiciones. La investidura de objeto resultó poco resistente, fue cancelada, pero la libido libre no se desplazó a otro objeto sino
que se retiró sobre el yo. Pero ahí no encontró un uso cualquiera, sino que sirvió para establecer una identificación del yo con el objeto resignado. La
sombra del objeto cayó sobre el yo, quien, en lo sucesivo, pudo ser juzgado por una instancia particular como un objeto, como el objeto abandonado.
De esa manera, la pérdida del objeto hubo de mudarse en una pérdida del yo, y el conflicto entre el yo y la persona amada, en una bipartición entre el
yo crítico y el yo alterado por identificación.
Por tanto, la melancolía toma prestados una parte de sus caracteres al duelo, y la otra parte a la regresión desde la elección narcisista de objeto hasta el
narcisismo. Por un lado, como el duelo, es reacción frente a la pérdida real del objeto de amor, pero además depende de una condición que falta al
duelo normal o lo convierte, toda vez que se presenta, en un duelo patológico.
Si el amor por el objeto -ese amor que no puede resignarse al par que el objeto mismo es resignado- se refugia en la identificación narcisista, el odio
se ensaña con ese objeto sustitutivo insultándolo, denigrándolo, haciéndolo sufrir y ganando en este sufrimiento una satisfacción sádica.Ese
automartirio de la melancolía, inequívocamente gozoso, importa la satisfacción de tendencias sádicas y de tendencias al odio que recaen sobre un
objeto y por la vía indicada han experimentado una vuelta hacia la persona propia. Así, la investidura de amor del melancólico en relación con su
objeto ha experimentado un destino doble; en una parte ha regresado a la identificación, pero, en otra parte, bajo la influencia del conflicto de
ambivalencia, fue trasladada hacia atrás, hacia la etapa del sadismo más próxima a ese conflicto.
El complejo melancólico se comporta como una herida abierta, atrae hacia sí desde todas partes energías de investidura y vacía al yo hasta el
empobrecimiento total.

GRASSI- METAMORFOSIS DE LA PUBERTAD: EL HALLAZGO DE OBJETO


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El hallazgo de objeto, la reunificación de las pulsiones parciales, su subordinación a la genitalidad y la orientación hacia una nueva meta, la
reproducción, no acaecen automáticamente por maduración del cuerpo o evolución natural del crecimiento.
Según Freud, el hallazgo de objeto→ se realiza por apuntalamiento en los modelos en la temprana infancia o por el modelo narcisista. Sí el encuentro
de objeto es un hallazgo, lo es porque el proceso estuvo comandado por la creatividad del sujeto. En este sentido, lo novedoso y lo imprevisto en el
hallazgo se opone a lo ya dado, lo ya conocido, lo establecido y prefijado (a la inmovilidad).
Llegada la pubertad, la sexualidad (la genitalidad) ya no puede ser diferida. Una vez instalada la barrera de la prohibición del incesto y los diques
morales que hacen al sujeto de la ética y la búsqueda de alteridad propia de la pulsión genital con la impulsión puberal, al psiquismo le urgen trabajos
específicos.
El cuerpo puberal, con sus reorganizaciones y sus neo organizaciones, requiere de nuevas inscripciones y nuevos circuitos pulsionales. El sentimiento
de extrañeza asociado al cuerpo puberal, la pérdida de los reparos y los límites corporales llevan al adolescente a tratar su cuerpo como un objeto
externo (extraño). Este cuerpo tratado como ajenidad y el uso de defensas paradojales que supone traen resonancias en dirección a la autodestructividad
y el masoquismo.

HORNSTEIN- ENTRE DESENCANTOS, APREMIOS E ILUSIONES.


Yo, ideales, Superyo, devienen como resultado de identificaciones con los otros. En la adolescencia todas las instancias renuevan sus contratos, se
reorganizan o se resisten al cambio.
La relativa inestabilidad del yo adolescente está en relación con el desasimiento de las relaciones primarias y la tramitación del conflicto de separación,
desilusión y fin de la omnipotencia infantil, duelos que, bien tramitados permiten crear nuevas relaciones de objeto.
La adolescencia→ entrama el cuerpo, lo psíquico y lo social. El protagonismo de lo corporal de la pubertad impone un trabajo de simbolización
inédito en busca de opciones para relacionarse con los otros, con el entorno y con lo que el imaginario social propone, preludio de la inscripción del

OM
joven en el espacio social ampliado. Hay una exigencia de trabajo psíquico que implica esfuerzo, energía y creación de algo nuevo. Es un proceso
histórico singular y no una etapa predeterminada.
La sexualidad no solo se apuntala en el cuerpo, sino que éste es una necesidad para la vida psíquica. Sin la libido de la madre que sostiene al niño, el
narcisismo primario no se constituye. El cuerpo es la primera organización que sirve de punto de referencia para que el niño tenga algún sentido de si
mismo.
Las zonas erógenas (cuerpo psíquico)→ condensan un mundo de afectos, de discursos, de mandatos identificatorios que la madre transmite en sus
anhelos conscientes, sus deseos inconscientes, sus represiones, sus defensas y sus rasgos de carácter. todo esto se entreteje para configurar la historia
de un devenir niño, puber, adolescente, adulto y anciano.
La pubertad→ irrumpe desde el cuerpo, instala el caos en un aparente equilibrio anterior, la latencia, qué procesa la sexualidad infantil. La pubertad

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reabre el protagonismo pulsional.
La adolescencia no implica un acabamiento de los procesos iniciados en la pubertad, pero sí una tramitación en el pasaje de los objetos prohibidos
hacia objetos exogámicos.
La consolidación identificatoria requiere la transmisión de lo reprimido en los padres. El discurso de estos lleva la marca de la represión, la repetición,
el discurso social y el retorno de lo reprimido, y promueve el trabajo de resignificación.
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HORNSTEIN: “IDENTIDAD Y DEVENIR SUBJETIVO”
Pienso los orígenes de la subjetividad y su devenir como una construcción por la cual cuerpo/mente, sujeto/objeto, materia/energía se entrelazan y
constituyen recursivamente.
El psiquismo→es una organización abierta, activa y recursiva: ya que produce los elementos y estados necesarios para su propia organización y
autoorganización.
La mirada del otro es una necesidad para la autoformación del yo, que en su emergencia reconoce al otro como otro. El yo y el otro, el sujeto y el
objeto, el cuerpo y la mente no son pensables como simple exterioridad sino como red de relaciones.
LA

Del cuerpo sensorial al cuerpo relacional: El bebé mama y contempla la mirada de la madre. En ese encuentro “se agrega ese algo más” a los estímulos
externos-internos para construir el yo; historia identificatoria que otorga a la organización psíquica infantil los materiales para construir su mundo de
objetos-subjetivos.
Para Piera Aulagnier la psique toma el modelo de la actividad del cuerpo; inscripciones pre-subjetivas que dan marco a un argumento originario. La
actividad sensorial es intermediaria entre la realidad psíquica y los otros espacios de los cuales toma prestados materiales empezando por su propio
FI

espacio somático. La relación con el cuerpo es de dependencia y no sólo de apuntalamiento.


Todo placer o sufrimiento corporal tiene expresión psíquica y viceversa.
Para que la estimulación sensorial se transforme en “información psíquica” se requiere la presencia del otro primordial, que se relaciona desde la
densidad de su historia libidinal e identificatoria.
La madre decodifica, interpreta, traduce esos signos visibles del cuerpo, introduce la represión por la que ella está atravesada, prestándole palabras y
afectos que trazan las inscripciones fundantes del psiquismo.


Identidad e identificación: El concepto de identidad→ está relacionado con los procesos identificatorios y los conflictivos inherentes para alcanzar
cierta unidad que le provea al sujeto la convicción de “yo soy éste” (y no aquel). Sentimiento que procede de la representación de un cuerpo unificado,
de la separación y límite de sí mismo y el otro, de un sentimiento de propiedad de sí, de su imagen narcisista, los mandatos y los valores parentales,
etc.
La relación entre identificaciones e identidad no es lineal→ La construcción de la identidad se apoya en las identificaciones a la vez que se
desprende de éstas. Condición de existencia y sostén de la continuidad de existir que remite a la constitución no fallida de la identificación primaria.
Ésta es para Freud previa a toda elección de objeto. Punto de anclaje identificatorio que inserta al sujeto en la cadena generacional. Por medio de la
identificación primaria se inscriben las primeras trazas de lo narcisístico y edípico de los padres. Lo imaginario y lo simbólico están presentes desde
los primeros encuentros.
En estos primeros tiempos, la madre, el padre, la familia juegan un rol de espejo: es desde esa mirada que el niño recibe los sostenes de su identidad
simbólica, indisociablemente ligada al amor, a la ternura, a la sexualidad de la cual es objeto y que él introyecta.
A partir de la identificación primaria se inaugura el abanico de las identificaciones secundarias que prolongan la construcción de la identidad.

La identidad: producto intersubjetivo: ¿De qué hablamos cuando hablamos de identidad? → El sentimiento de identidad es un tejido de lazos complejos
y variables donde se articulan el narcisismo, las identificaciones, la vida pulsional, los conflictos entre instancias, la versión actual de la historia
personal, la repetición y todo aquello que participa en la constitución del sujeto.
Hablamos de identidades, en plural, en tanto un sujeto puede definirse en relación a diversas pertenencias.
La identidad es imagen y sentimiento. Por un lado, es una operación intelectual que describe existencia, pertenencia, actitud corporal; por otro lado,
es un sentimiento, un estado del ser, una experiencia interior que corresponde a un reconocimiento de sí que se modifica en el devenir. La construcción
identificatoria exige la presencia de ciertos puntos de referencia inalienables sin los cuales no es posible sostener ese reconocimiento de sí.
El sentimiento de identidad y la autoestima también puede verse jaqueado en los duelos. Ante pérdidas masivas o cuando la estructura psíquica es
frágil, cuando las fronteras son borrosas y el sujeto se enfrenta a una situación que evidencia el imprescindible sostén narcisista que significaba el
objeto perdido. La identidad se evidencia y se define a partir de la capacidad del sujeto de experimentar las experiencias de pérdida.
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Tema 8
PIERA AULAGNIER: “LOS DOS PRINCIPIOS DEL FUNCIONAMIENTO IDENTIFICATORIO: PERMANENCIA Y CAMBIO”
El conflicto identificatorio: El concepto de conflicto intrasistémico que no tiene espacio en el registro somático, está en cambio omnipresente en el
registro psíquico. Esta antinomia original, estructural que opone a Eros y Tánatos, amor y odio, esta matriz conflictual compone el telón de fondo
sobre el que se desenvuelve la totalidad de la vida psíquica. Toda nueva función y toda nueva instancia que se instala sobre la escena psíquica son el
resultado de un trabajo de diferenciación, de separación, jamás pacífica y jamás definitivamente asegurada.
El funcionamiento de nuestro pensamiento exige que el principio de realidad adquiera prelación sobre el principio de placer que la previsión y la
evaluación de un placer diferido nos hagan renunciar a la satisfacción inmediata de la moción pulsional que la espera del placer no exija ya el retorno,
la re-presencia de un solo y mismo objeto.
La sucesión de aquellos acontecimientos que sellan la evolución del aparato psíquico exigirá una y otra vez una reorganización en el registro de las
investiduras, una repartición diferente entre sus soportes internos (narcisistas) y sus soportes exteriores (objetales), la elección de nuevos objetos, el
duelo de otros. Ninguno de estos movimientos se efectuará pasivamente sin encontrar resistencias de fuente interior y de fuentes exterior (el deseo del
otro, las exigencias culturales).

APARATO PSÍQUICO→ Desde este punto de vista, que privilegia el enfoque económico, podemos considerar el aparato psíquico como un conjunto
de funciones o sistemas cuya misión es administrar el capital libidinal del que cada sujeto dispone. La evolución del aparato psíquico no es lineal, está
connotada por movimientos, mutaciones, progresiones, progresiones que nuestra teoría designa en términos de frases relacionales.
Antes de la mutación del Aparato psíquico, Freud designa como yo-ello indiferenciado, nos enfrenta a un funcionamiento psíquico que ignora los
conceptos de exterioridad y separación, como ignora la existencia de otro, de algo exterior a la psique, de un mundo. Después de esa mutación, dicho

OM
funcionamiento deberá tenerlos en cuenta y colocar así las primeras piedras de esa construcción compleja y jamás terminada, resultado del trabajo de
identificación operado por el yo.

Lo que se jugará después del reconocimiento de otro de sí separado. El reconocimiento de esta separación y de la existencia de un “otra parte” es
consecuencia de la aparición, en la escena psíquica, de una instancia capaz de autoconocerse como separada, diferenciada y diferenciable del otro.
Tomar conocimiento de un “separado”, de un “diferente” es conocer al mismo tiempo las modificaciones y la autonomía propias de este “separado”:
se descubrirá que puede estar, alternadamente, presente o ausente, que puede amar o rechazar, que puede ser dispensador de placer o sufrimiento. Se
inicia un proceso de identificación que engloba a este conjunto de actos psíquico, permitiendo que el yo autorepresente como el polo estable de las
relaciones de investidura que compondrán sucesivamente su espacio, su capital y su mundo relacional.

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El yo es redactor de un “compromiso identificatorio”; el contenido de una parte de sus cláusulas no deberá cambiar, mientras que el contenido de
otra parte de ellas tendrá que ser siempre modificable para garantizar el devenir de esta instancia. Podría parafrasearse a Freud y añadir que el principio
de permanencia y el principio de cambio son los dos principios que rigen el funcionamiento identificatorio.
Dos rasgos precisan la redacción del compromiso por el yo o el trabajo de identificación:
DD
1. Para llevarlo a buen fin, está obligado a firmar alianzas temporarias con el yo parental.
2. Deberá poder disponer de un conjunto de defensas que le permitirán protegerse de un desfallecimiento o una negativa en el aliado, así como
del exceso de resistencia que su propio ello pueda imponerle.
Mientras permanecemos en la infancia, estas defensas (salvo que una de ellas se fije y sistematice) son móviles, superables, no ponen en peligro la
evolución del funcionamiento del yo, su acción se ve contrapesada por la que cumple, supuestamente el yo parental, consignatario del compromiso.
Consignatario al que incumbe la tarea de asegurar la identidad del redactor y los límites de lo modificable, límites de su contenido y sobre todo límites
temporales. Al aceptar estas “alianzas temporarias”, el yo parental acepta, o debería aceptar, asegurarle al yo infantil que se lo reconoce a través de
sus propias modificaciones, ayudarle en la elección de las cláusulas, a fin de excluir las que integran lo imposible y las que caen bajo el sello de lo
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prohibido. El abandono del tiempo y del mundo de la infancia exige que el yo pase a ser único signatario, y tome él sólo a su cargo la continuación de
las consignaciones que implicará su relación con la realidad, relación entre sus deseos y los de los otros, y entre lo que cree ser y sus ideales.
Un principio de permanencia se encarga de garantizar su singularidad: los primeros consignatarios del compromiso le han transmitido el derecho a esta
garantía identificatoria. En la psicosis no sucede lo mismo.

La potencialidad psicótica como precio del compromiso identificatorio: en todos los cuadros que situamos clínicamente bajo el título de psicosis, una
FI

misma cláusula imperativa reaparece en el compromiso identificatorio firmado por el yo al abandonar el mundo infantil, abandono que supone que ha
podido eximirse de la eclosión de una psicosis en la infancia.
El yo sólo ha podido firmarlo aceptando que una instancia exterior se instituya consignataria “de por vida”; lo que debió ser una “alianza temporaria”
desembocó en un derecho de fiscalización definitivo. La función cumplida por el aliado exterior no pudo ser interiorizada, no pudo transformarse en
una función que el yo asume en su propio y único nombre. El aliado se ha convertido en una suerte de colonizador que se arroga el poder decidir sobre
el derecho a la permanencia y sobre el derecho al cambio. Desde ese momento el compromiso identificatorio sólo podrá preservarse si los dos
consignatarios garantizan su respeto. Puede ocurrir que alguno denuncie este compromiso durante la infancia misma: sea que el yo materno exija seguir


siendo co-garante y el yo infantil repudie esta alianza impuesta; sea a la inversa, que el yo infantil no pueda arreglárselas sin esa prótesis exterior y
ésta se torne desfalleciente y hasta desaparezca o, hipótesis que no debemos excluir, que muestre disposición a renunciar a sus derechos.

AULAGNIER: EL APRENDIZ DE HISTORIADOR Y EL MAESTRO-BRUJO


El yo no encontrará en sus archivos más que relatos breves que solo atañen a pequeñas partes de su historia y privilegiadas por razones enigmáticas.
La tarea del yo es transformar esos documentos fragmentarios en una construcción que aporta al autor la sensación de una continuidad temporal. Solo
así podrá anudar lo que es a lo que ha sido y proyectar al futuro un devenir.

El proceso identificatorio→ es la cara oculta de ese trabajo de historizacion que transforma el tiempo físico en un tiempo humano que reemplaza un
tiempo perdido por un discurso que lo habla. Discurso selectivo porque no solo el historiador reconstruye parcialmente ese pasado en función del
presente, tendrá que sustituir el relato del conflicto que ha opuesto el identificado al identificante, primero, y el yo a sus ideales, después, por el relato
del conflicto que lo ha opuesto a la respuesta que le enviaron esos otros por el investidos. Es por la historia de la relación con sus objetos como el yo
se construye la suya propia. La demanda es al deseo inconsciente lo que el representante pulsional es a la necesidad, el deseo tiene por único sustento
la falta de su objeto.

Eso indecible pertenece a la parte de la problemática psíquica que escapará siempre a nuestro conocimiento.

Trabajo del historiador→ Lo que se instala en ese tiempo de clausura que pone fin a un primer modo de identificación y da acceso a un segundo, que
deberá tomar en cuenta el efecto del encuentro. El yo firmara un compromiso con la realidad.

T0: designa el momento del nacimiento del infans - T1: el advenimiento del yo - T2: giro en el movimiento identificatorio
La versión teórica de Freud nos muestra que el tiempo de vida somato-psíquica que va de T0 – T1 precede el advenimiento del yo. Para fundar su
historia se verá precisado a encontrar una vía y una voz que le posibiliten pensar ese antes. Lo propio del yo es advenir a un espacio y a un mundo
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cuya preexistencia se le impone. Desde el comienzo el yo encuentra un antes de él mismo, un en-otro-lugar, un diferente. Ya-ahí de su cuerpo y sus
necesidades, ya-ahí de la voz y del cuerpo de aquella cuya presencia es objeto de su demanda. Existencia de un antes se impone al yo y este antes tiene
exigencias, las demandas de otro, al que reconoce como separado de si, se presentan al yo como causa de su vida. El yo adviene dentro de un espacio
de discurso, un espacio de realidad, un espacio psíquico que no lo esperaron para existir y que solo aceptan acogerlo si él puede pactar con esos
preexistentes.
Pero su cuerpo y sus inscripciones, su familiaridad inmediata, la voz, la imagen materna, le afirman que lo ha precedido algo ya-trabajado, ya-investido.
El discurso de la madre le hará pensable ese antes que se convierte en la prueba de la expectativa de la madre, de su deseo. Así como le tomo prestado
sus primeros enunciados identificatorios, el yo del niño tomara prestadas de su discurso las informaciones que le permiten esbozar el primer capítulo
de su libro de historia.
La versión que el discurso materno le propone acerca de un tiempo que lo ha precedido puede ser fabula: es mejor esto que el silencio porque el yo
infantil no puede auto-crear este primer capítulo por el solo recurso a la extraña escritura y memorias propias de su cuerpo.
Durante una primera etapa de la vida infantil, el niño no puede dar existencia al infans que lo precedió como no sea apropiándose de una versión
discursiva que cuenta, que le cuenta, la historia de su comienzo. Esta versión, destinada a sustituir las representaciones pictográficas y fantasmáticas,
por la significación que la madre les atribuye y que ella supone conocida entonces por el infans, será decodificada siempre por el yo como un relato
que le hace saber de qué deseo su nacimiento fue el resultado, que proyectos esos deseantes esperaban realizar por su venida al mundo. Lo propio del
trayecto identificatorio, mientras un identificante permanece vivo, es no quedar nunca cerrado, pero tiene que poder anclar en un punto de partida fijo
para que el viajero se oriente por él.
Cap. 3
Las secuencias pictográficas y fantasmaticas son las mismas para todos, repiten una organización figurativa sobre la que el yo no tiene poder. La acción
del yo se manifiesta por su posibilidad de metabolizar la mayor parte de aquellas, en representaciones relacionales y por su trabajo de sublimación y/o

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por su acción represora, sobre las demás. Cada vez que el objeto de la demanda del yo despierta la memoria de su cuerpo, cada vez que sensibiliza
estas cicatrices, que señalan sus diferentes duelos libidinales y narcisistas, se comprueba el mismo proceso en todo sujeto: una nueva distribución entre
los hilos que teje el fantasma y los que teje el pensamiento.
En T2 se instala la potencialidad (neurótica, psicótica, polimorfa) que habrá de decidir sobre las formas de respuesta y de defensa (neurótica, psicótica,
perversa, somática) de que dispondrá el yo enfrentado a un conflicto que puede surgir en diferentes puntos de su trayecto.
El concepto de potencialidad→ engloba los posibles del funcionamiento del yo y de sus posibilidades identificatorias, una vez concluida la infancia.
Está en el poder del yo inventar respuestas frente a los cambios del medio psíquico que lo rodea, pero no está en su poder inventar defensas nuevas
cuando faltan ciertas condiciones necesarias para su funcionamiento.
Los dos tiempos de la conjugación del verbo identificar→ Si uno considera el tiempo del proceso identificatorio que va de T1 a T2, uno se enfrentara a

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los resultados sucesivos del encuentro entre el yo identificante y esos dos identificados móviles que uno debe, a la acción identificante del propio yo y
a la mirada y palabra del otro.

El efecto del encuentro→ El acceso del yo a una identificación simbólica se produce en dos tiempos: el identificado conforme a esta posición debe
formar parte ya de los enunciados que nombraran a este yo, anticipado por la madre y por ella proyectado sobre el infans, la apropiación y la
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interiorización por parte del yo de esta posición identificatoria serán el resultado del trabajo de elaboración, de duelo, de apropiación, que el yo habrá
de producir sobre sus propios identificados, en el curso de ese primer tiempo de su itinerario identificatorio que termina en T2. Así podrá asegurar a su
constitución identificatoria unos cimientos que le permitirán agregarle piezas nuevas y renunciar a otras.

T2, momento de giro en el trayecto identificatorio, tiempo de concluir. Entre los fenómenos que exigen una modificación en la relación del yo con sus
propios identificados, dos son determinantes:
a) El encuentro con ese enemigo-aliado común: el tiempo y lo que de nosotros mismos arrastra en su huida.
b) El encuentro con otro sujeto que no acepta compartir una relación de investimento, salvo si el yo del primero está dispuesto a modificar su
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propio identificado y su proyecto relacional.

Todo yo alcanza el punto T2, que le permite establecer una ligazón entre ese identificado que concluye y estabiliza las posiciones identificatorias
ocupadas por el yo infantil en su relación con la pareja parental y una posición futura modificadora de esa relación.
El discurso materno que habla el tiempo T0 – T1, parte de sus enunciados identificantes vehiculizan lo que Freud llama aporte narcisista, necesario para
la vida de su majestad el infans.
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AULAGNIER- LA VIOLENCIA DE LA INTERPRETACIÓN: EL YO Y LA CONJUGACIÓN DEL FUTURO.

PROYECTO IDENTIFICATORIO→ es la autoconstrucción continua del yo por el yo, necesaria para que esta instancia pueda proyectarse en un
movimiento temporal (tiempo futuro), proyección de la que depende la propia existencia del yo. La entrada en escena del yo es, entrada en escena de
un tiempo historizado. El proyecto es construcción de una imagen ideal que el yo se propone a sí mismo. Esta imagen o este ideal se relaciona sobre
todo con lo dicho


El saber del yo sobre el yo tiene como condición y como meta asegurar al yo un saber sobre el yo futuro y sobre el futuro del yo. El yo advenido
designa por definición un yo supuesto capaz de asumir la prueba de castración. Es por ello que esta imagen de un yo futuro se caracteriza por la
renuncia a los atributos de certeza.

La posibilidad del yo de catectizar emblemas identificatorios que dependen del discurso del conjunto y no ya del discurso de un único otro es coextensa
con la modificación de la problemática identificatoria y de la economía libidinal después de la declinación del complejo de Edipo. Nuevas referencias
modelaran la imagen a la que el yo espera adecuarse. Esta imagen se constituye en dos tiempos. Ella surge a partir del momento en que el niño puede
enunciar un: cuando sea grande yo… primera formulación de un proyecto que manifiesta el acceso del niño a la conjugación de un tiempo futuro.
Mientras nos mantenemos en el periodo que precede a la prueba de castración y a la disolución del complejo de Edipo, los puntos suspensivos remitirán
a formulas como: me casare con mamá… poseeré todos los objetos que existen… (1° omnipotencia infantil, ideal del yo). En la fase posterior el
enunciado será completado por un: seré esto… (medico, abogado) y ante todo un predicado acorde con el sistema de parentesco al que pertenece el
sujeto. Esto prueba el acceso al registro de lo simbólico y a una problemática identificatoria adecuada a él.
Las formulaciones de la primera fase demuestran la ambigüedad de la relación del niño con el tiempo futuro: tiempo en el que la madre volvería a ser
aquella de la que se ha creído ser el objeto privilegiado, tiempo en el que se podría poseer finalmente el conjunto de los objetos codiciados por ella y
por su propio yo, y ser su amo absoluto. El yo se abre a un primer acceso al futuro debido a que puede proyectar en él, el encuentro con un estado y un
ser pasado. Ello presupone que ha podido reconocer y aceptar una diferencia entre lo que es y lo que querría ser.
Si este futuro es ilusorio, el discurso de los otros debe ofrecer en contraposición la seguridad no ilusoria de un derecho de mirada y de un derecho de
palabra sobre un devenir que el yo reivindica como propio, solo a ese precio la psique podrá valorizar lo que por naturaleza tiende a huir: el cambio.

Mientras nos mantenemos en la fase que precede a la disolución del complejo Edipo, el ideal dependería de la idealización de que gozaron los objetos
primeros. El yo espera llegar a ser aquel que podrá responder nuevamente al deseo materno renunciara a tal o cual satisfacción pulsional gracias a su
creencia en un futuro que lo indemnizara ampliamente o ofrecerá a la madre este ideal.Pero llegara un momento en que se impondrá un tiempo para
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comprender: la prohibición de gozar de la madre se refiere tanto al pasado como al presente y al futuro. Es menester renunciar a la creencia de haber
sido, de ser o de poder llegar a ser el objeto de su deseo: la coincidencia entre el otro y la madre deberá disolverse.

El futuro no puede coincidir con la imagen que el sujeto se forja acerca de el en su presente, esta falta de coincidencia debe reemplazar la certeza
perdida, la esperanza de una coincidencia futura posible, para que la catectizacion de un devenir del que el yo no puede sustraerse conserve todo su
vigor. Para ser el yo debe apoyarse en ese anhelo pero una vez alcanzado ese tiempo futuro deberá convertirse en fuente de un nuevo proyecto en
fuente de un nuevo proyecto en una remisión que solo concluirá con la muerte. Entre el yo y su proyecto debe persistir un intervalo: lo que el yo piensa
ser debe presentar alguna carencia, en relación con lo que anhela llegar a ser. Entre el yo futuro y el yo actual debe persistir alguna diferencia, una x
que represente lo que debería añadirse al yo para que ambos coincidan. Esta x debe faltar siempre: representa la asunción de la prueba de castración
en el registro identificatorio y recuerdo lo que esta prueba deja intacto: la esperanza narcisista de un autoencuentro diferido, entre el yo y su ideal que
permitiría el cese de toda búsqueda identificatoria.

LA CASTRACIÓN→ puede definirse como el descubrimiento en el registro identificatorio de que nunca se ha ocupado el lugar considerado como
propio y de que, por el contrario, se suponía que uno ocupaba un lugar en el que no se podía aún ser. La angustia surge al descubrir el riesgo que
implica saber que uno no se encuentra ante la mirada de los demás, en el lugar que cree ocupar.

Castración e identificación son las dos caras de una misma unidad, una vez advenido el yo, la angustia resurgirá en toda oportunidad en la que las
referencias identificatorias puedan vacilar.

El acceso al proyecto identificatorio→ demuestra que el sujeto ha podido superar la prueba que lo obliga a renunciar al conjunto de objetos que, en

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una primera fase de la vida, han representado los soportes conjuntos de su libido de objeto y de su libido narcisista, objetos que le han permitido
plantearse como ser y designar a los objetos codiciados por su tener.

La necesidad de preservar este proyecto origina lo que definimos mediante el concepto del yo inconsciente, efecto del poder represor ejercido por el
proyecto, a expensas de los enunciados en los que el yo se reconoció y que reprime fuera de su campo, en toda oportunidad en la que ponen en peligro
la coherencia del proyecto identificatorio que el yo catectiza.

El YO para Aulagnier→ está constituido por una historia representada por el conjunto de los enunciados identificatorios de los que guarda recuerdo,
por los enunciados que manifiestan en su presente su relación con el proyecto identificatorio y por el conjunto de los enunciados en relación con los

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cuales ejerce su acción represora para que se mantengan fuera de su campo.
La escisión se opera entre el yo, como saber identificatorio susceptible de ser dicho mediante enunciados acordes con las leyes del discurso y del
sistema de parentesco, y una parte del conjunto de los enunciados que representan momentos de la historia libidinal del yo: esta parte, que
pertenece a este segundo conjunto, es la que mediante la acción represora del yo constituye el inconciente del yo.(Para que acepte la idea de castración
y muerte es necesario la construcción de un proyecto identificatorio, el proyecto es necesario para el proceso identificatorio, búsqueda del ideal. Si
DD
en la vejez se llega al ideal hay que buscar un nuevo proyecto).
La función que se atribuye al proyecto como vía de acceso a la categoría del futuro tiene como corolario la acción que él ejerce para constituir un
tiempo pasado compatible con la catectización de un devenir. La entrada en escena del yo es coextensa con la entrada en escena de la categoría del
tiempo y de la historia.
Los términos padre, hijo y madre designan una función que tiene sentido por la relación que plantea entre un término y el conjunto de los términos del
sistema de parentesco. Esta función independiente del sujeto singular que la encarna durante el breve periodo de existencia. Cuando utilizamos el
término de lo simbólico, en el registro identificatorio es a ese sector del campo lingüístico.
LA

Esta representación implica, para el sujeto, a partir de la posición que ocupa en la red, la capacidad de poner en relación al conjunto de los elementos
actuales, pasados y futuros.

Tres funciones características del signo lingüístico pertenecientes al sistema de parentesco:


1) Ligar cada término a una ley y un sistema relacional, universal para una cultura dada;
2) Enunciar una designación que se opone a la singularidad necesaria de las referencias identificatorias e imaginarias del yo, singularidad sin
FI

la cual el individuo no podría diferenciarse de un conjunto, especie, clase de parentesco, clase sexual, en la que se vería solo como un elemento
intercambiable con cualquier otro;
3) Permitir al yo encontrar lugar entre un antes y un después en los que pueda reconocerse: los que lo han precedido ocupaban una posición
similar en el sistema y los que lo seguirán retomaran un mismo lugar y ejercerán una misma función. Entre estos dos límites se despliega el campo de
lo imaginario, en cuya escena se desarrollara la identificación en sentido estricto.

La identificación imaginaria→ presupone la posibilidad de que el sujeto pueda nombrarse mediante un enunciado identificatorio referible a su


imagen, designándose así la imagen de sí mismo que lo acompaña a lo largo de su existencia.

El yo puede funcionar si es capaz de garantizar la estabilidad de las dos referencias constituidas por su reconocimiento y el reconocimiento de el mismo
por parte de la mirada de los otros. El registro de lo imaginario define el conjunto de los enunciados que poseen la función de emblemas identificatorios
y la imagen especular que debe servirles como punto de anclaje. Una vez instaurada la organización del campo identificatorio a lo largo de toda la
existencia del sujeto se observara una doble localización:

1) En el registro de las catexias amorosas persistirá la exigencia de un reconocimiento que ubica frente a frente a ambos yoes, el hecho de que el
conjunto de los otros reconozca que el yo se comporta como un sujeto amante.
2) En el campo de las catexias narcisistas, el yo tiene que vérselas con referencias que deben ser compartidas y valorizadas por el discurso del
conjunto,ello da lugar a la búsqueda de una garantía,para y por parte del yo,de que discurso y verdad puedan coincidir.

BLEICHMAR: LA SUBJETIVIDAD EN RIESGO.


ADOLESCENCIA→ categoría que alude, desde el punto de vista del proceso de constitución psíquica, al tiempo en el cual se despliegan los modelos
de definición que llevan a la asunción más o menos estable de la identidad sexual y a la recomposición de las formas de la identificación. La
adolescencia es un tiempo abierto a la resignificación y a la producción de dos tipos de procesos de recomposición psíquica:
• Aquellos que determinan los modos de concreción de las tareas vinculadas a la sexualidad.
• Y los que remiten a la desconstrucción de las propuestas originarias y a la reformulación de ideales.

Los modelos identificatorios de la sexualidad no circulan alrededor de las figuras del entorno inmediato sino de personajes virtuales que han devenido
familiares, al punto de que su destino y modos de operar forman parte del entretejido cotidiano y se convierte en opciones de cotejo intra-generacional.

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Los procesos de desidentificación de los adultos, obligados radicalmente a reposicionarse cotidianamente para seguir garantizando su inserción en la
cadena productiva constituyen tal vez uno de los obstáculos mayores para la elaboración de propuestas que no dejen a los adolescentes y jóvenes
tempranos librados a la anomia.

He marcado la diferencia existente entre los procesos de auto-conservación y de auto-preservación que constituyen dos ejes de la problemática de la
subjetividad. Siendo el yo un residuo identificatorio que toma a su cargo y metaforiza en un conjunto representacional la totalidad del organismo, su
masa ideativa se ordena alrededor de dos ejes:
aquella que tiene que ver con la conservación de la vida y la que se determina como perseveración de la identidad, como conjunto de enunciados
que articulan el ser del sujeto apelando a una cierta fórmula filosófica expandida.
En tiempos de estabilidad ambas coinciden, y se puede preservar la existencia sin dejar de sostener el conjunto de enunciados que permiten que uno
se reconozca identitariamente. Peor en épocas históricas particularmente desmanteladas, ambos ejes entran en contradicción, y la supervivencia
biológica se contrapone a la vida psíquica, representacional, obligando a optar entre sobrevivir a costa de dejar de ser o seguir siendo quien se es a
costa de la vida biológica.

Los tres pilares de la identificación→ que constituyen las representaciones, los fines compartidos y los afectos legadores.

DÍAZ Y HILLERT: CAP. 5: “LA PRODUCCIÓN CREADORA: DE LO PRIVADO A LO PÚBLICO”.

La producción→es un acto donde se produce algo nuevo. La creación→ remite al estatuto del objeto creado y al valor que éste tiene tanto para el
agente de la creación como para los otros, en tanto un objeto creado entra a circular según las reglas de intercambio. Por un lado el agente creador, por

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el otro el objeto creado.

Cuando para ser “alguien” es necesario cambiar todo, la alternativa deja al interesado en la impotencia. La pretensión de ser “original” se convierte en
eslogan. Lo “original”, convertido en ideal, realiza una demanda masificante cuando se transforma en imperativo de moda. Por esta vía, el joven está
lejos de convertirse en “agente” de su creación, y mucho más de reconocer en su “producto” alguna cuota de valor.
La creatividad en psicoanálisis→ El acto creador genera transformaciones tanto en el autor de la obra como en quienes lo rodean. Se trata de un placer
singular. La creación en sí misma, en tanto objeto de intercambio, genera reconocimiento de parte de otros. Se trata de la sublimación. Tras la
sublimación, el componente pulsional no cuenta más con la energía necesaria para ligar toda la destrucción presente en ella, y esta tendencia destructiva
se libera como inclinación de agresión pero ahora ya aceptada socialmente.

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¿Es posible incentivar la producción?→ El intento de los adultos por favorecer la producción, lejos de encontrar su cometido, logra exactamente lo
contrario; tapona cualquier posibilidad de emergencia de lo nuevo. Cuando la manifestación de un ideal de otro se desplaza hasta convertirse en mi
propio ideal, éste se transforma en un deber superyoico.
DD
FREUD: LA IDENTIFICACIÓN
La identificación→reemplaza a la elección de objeto; la elección de objeto ha regresado hasta la identificación. Dijimos que la identificación es la
forma primera, y la más originaria, del lazo afectivo; bajo las constelaciones de la formación de síntoma, vale decir, de la represión y el predominio de
los mecanismos del inconsciente, sucede a menudo que la elección de objeto vuelva a la identificación, o sea, que el yo tome sobre sí las propiedades
del objeto.Es digno de notarse que en estas identificaciones el yo copia en un caso a la persona no amada, y en el otro a la persona amada. Y tampoco
puede dejar de llamarnos la atención que, en los dos, la identificación es parcial, limitada en grado sumo, pues toma prestado un único rasgo de la
persona objeto.
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Podemos sintetizar del siguiente modo lo que hemos aprendido de estas tres fuentes: en primer lugar, la identificación es la forma más originaria de
ligazón afectiva con un objeto; en segundo lugar, pasa a sustituir a una ligazón libidinosa de objeto por la vía regresiva, mediante introyección del
objeto en el yo, por así decir; y, en tercer lugar, puede nacer a raíz de cualquier comunidad que llegue a percibirse en una persona que no es objeto de
las pulsiones sexuales. Mientras más significativa sea esa comunidad, tanto más exitosa podrá ser la identificación parcial y, así, corresponder al
comienzo de una nueva ligazón.

MANNONI: “¿ES ANALIZABLE LA ADOLESCENCIA?”


FI

La palabra crisis designa el momento en el que la enfermedad va a decidirse entre la curación o la muerte, el momento en que podrá juzgarse. La
adolescencia influye mucho en lo que se manifiesta como evolución social.
PUBERTAD (WINNICOTT)→es una crisis puramente individual que no plantea ningún problema social, no se modifica con la situación
sociohistórica, la pubertad tiene efectos físicos y psicológicos, pero no pone en tela de juicio lo social, en tanto que la adolescencia ya amenaza con
crear un conflicto de generaciones.
En lo que refiere a las crisis de la adolescencia→ Winnicott recuerda un hecho evidente: la adolescencia solo dura un tiempo, y éste es su remedio


natural. No se trata de combatir las crisis de la adolescencia, sino más bien de acompañarlo. Además, considera a la adolescencia como un estado
patológico normal. Lo anormal sería escapar de este estado, eso entrañaría una mutilación, una detención del desarrollo que determinaría una forma
más o menos visible de debilidad mental.
Winnicott piensa que el yo debe hacer frente a un “nuevo impulso del ello”. Así, la adolescencia sería la repetición o acaso la continuación de la
pubertad. Además considera que la sociedad debe aceptar las crisis de la adolescencia como un hecho normal, pero aún va más lejos y dice que la
sociedad debería guardarse de tratar de remediarla.
La oscuridad de los fenómenos de identificación es lo que hace difícil una teoría psicoanalítica de la adolescencia. El sujeto está obligado a condenar
las identificaciones pasadas. Sabe que ya no es un niño, pero también sabe que no es un adulto, y que se expone al ridículo si se deja ir y cree que es
un adulto. Si quiere uno volverse hacia la teoría habría que comprender la adolescencia como un problema de identificaciones, en plural.
Frente a una crisis de adolescencia creo que no podemos intervenir en lo que es esencial: las elecciones en el campo de las identificaciones.
El aspecto de alienación→es decir, las identificaciones y des-identificaciones en el nivel del yo y del ideal del yo, es algo que uno puede entrever o,
en todo caso, sospechar.
La ausencia de toda crisis sería más inquietante.
Y creo que es así como funciona el espacio transicional de Winnicott. En él la realidad permite el juego irreal. De manera que el espacio analítico y el
espacio transicional son la misma cosa.
Para Freud, si la entiendo bien la adolescencia es sólo la repetición del complejo de Edipo, separación de los padres, sino además un trabajo que pone
en tela de juicio todo lo que el individuo y la sociedad pueden catectizar en el reconocimiento de la diferencia de los sexos.
RODULFO: ESTUDIOS CLÍNICOS. PARTE III CAP. 10: EL ADOLESCENTE Y SUS TRABAJOS.
El concepto de trabajo es un concepto nuclear en psicoanálisis. Toda la cuestión puberal puede pensarse en la perspectiva de “exigencia de trabajo”,
como Freud dice de lo pulsional, para el psiquismo. Pensar la adolescencia en una perspectiva de trabajos simbólicos a cumplir, esto va en contra el
cronologismo, contra el hábito de designar como adolescente a alguien que tiene cierta edad para hablar de un proceso adolescente; vamos a exigir que
se estén cumpliendo, que se estén llevando a cabo determinados trabajos, no basta con tener edad para que esto ocurra.
ADOLESCENCIA: Son seis perspectivas, seis matices, seis diferenciaciones a considerar:
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1) Un trabajo que el adolescente debe encarar, es el pasaje de lo familiar a lo extrafamiliar. Cabe más bien hablar de una metamorfosis, de una
transformación interna de cada uno de estos polos. Por primera vez lo extrafamiliar deviene más importante que lo familiar. Este es un hecho nuevo
que sólo acaece después de la pubertad, y que no le viene regalado al adolescente, lo debe conquistar. Durante lo que conocemos como periodo de
latencia, hay obviamente todo un trámite de lo extrafamiliar que se va desarrollando. Pero tampoco acá basta para quebrarle a lo familiar su supremacía.
En ese sentido, este es un hecho nuevo que sólo acaece después de la pubertad. El requisito de que cobre un peso decisivo lo extrafamiliar, que el
adolescente se vuelque al campo social, que el entero campo social funciones como un espacio transicional para él, es un avatar del final del complejo
de Edipo, no hay verdadero final del complejo de Edipo si esto no se produce.

2) Un segundo punto es el pasaje o la transformación del yo ideal o que el acento se desplace del yo ideal al Ideal del Yo. Tiene que ver con todo lo
que se ha hablado de los duelos; está ligado a una predominancia del ideal en tanto horizonte abierto de lo que va a ser contrapuesta a la dimensión del
Yo Ideal, como la de lo que ya está ahí como una cierta estatuaria. Predominancia de la identidad de pensamiento sobre la identidad de percepción.

3) Un tercer punto es el pasaje de lo fálico a lo genital. La iniciación sexual en la adolescencia es mucho más que un episodio, es un acontecimiento
estructurante, algo se termina de escribir y algo se resignifica en cuanto a la vivencia de satisfacción.

4) El cuarto punto consiste en la repetición transformada de los tiempos del narcisismo, como nuevo trabajo; La adolescencia no se puede inaugurar
sin una aparición del extraño allí, sin verse como extraño, es su primer tiempo. Luego, será verse como Otro, para lo cual el adolescente se dirige
ahora no hacia su familia sino hacia todo el campo social. Y para terminar, en verse nuevamente en el Otro, otro más referido a ciertos ideales que
hacia el fin de la adolescencia tratan de darse una especie de versión definitiva.

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5) El siguiente punto (caracterizado como excesivo) de trabajo es el pasaje del jugar al trabajar. Mi hipótesis es que si no hay una articulación icc
donde el trabajar herede lo lúdico, re-transformándolo, el jugar queda confinado en la categoría de ensueño diurno improductivo, y todo el campo del
trabajo en el futuro se expone a ser pura adaptación, a quedar preso meramente en una demanda alienante y en no ser algo donde se juegue la realización
deseante de una subjetividad.

6) El último punto lo califico, como del desplazamiento a la sustitución, particularmente en términos de elecciones de objeto. En la sustitución hay
algo distinto que no es la represión y el desplazamiento sino que invoca el concepto de Untergang (Freud), es decir, hundimiento, sepultamiento:
desintegración, desaparición. Porque la prohibición del incesto no solo concierne a la madre como objeto, eso es una versión muy estrecha, en realidad

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concierne a no perseverar, a no insistir en una cierta matriz madre-niño como verdadero núcleo de lo incestuoso.

RODULFO: ESTUDIOS CLÍNICOS.


Rodulfo busca articular una nueva teoría psicoanalítica sobre las funciones del juego, investigando las transformaciones del jugar a partir de la pubertad
y procurando describir cuáles podían ser en esa época sus funciones esenciales.
DD
Su hipótesis dice que una de esas tareas fundamentales es la metamorfosis de lo esencial del jugar infantil en trabajar adulto. Asumo al adolescente
como un operador en el cual y por medio del cual se efectiviza esta compleja mutación. Hay que penetrar en las capilaridades del funcionamiento
inconsciente, para poder localizar las peripecias y destinos de tal transformación. Si dicha tarea queda sin realizar o gravemente fallida al final de la
adolescencia, se afecta de un modo fundamental todo lo que sea de orden del trabajo en el adulto joven.
¿Qué es lo que puede sea la clave de esta mutación tan importante, donde jugar implica trabajar? Diré que en mi opinión tal clave reside en que el
deseo inconsciente, cuyo empuje y cuya característica de proliferar en ramificaciones siempre más alejadas imprime una tonalidad decisiva de la vida
humana.
La presencia del desear hace a ese plus de alegría (mucho más que un estado afectivo), de pasionalidad lúdica, de realización subjetiva por tanto, plus
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de goce en el trabajar más allá de la seriedad de la adaptación social en juego.


Cap. 2
Presenta algunos de los factores y mecanismos que tiene un papel determinante en este salto o paso cualitativo que media entre el juego y el trabajo.
Para ello, es importante recordar la caracterización de la adolescencia → como un inmenso campo transicional de ensayo, juegos a ser “como si”,
identificaciones alternadamente alienantes y lúdicas. Otro factor decisivo: la extrema fragilidad del proceso adolescente, no mucho menos vulnerable
en algunos aspectos que el bebe, su fundamental dependencia de ciertas condiciones de funcionamiento del medio.
Oposición entre el Yo Ideal y el Ideal de Yo→ el primero se caracteriza por funcionar como una cierta estatuaria presente, un ya-ahí cuya perfección
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a la vez fascina y aplasta al sujeto y que lo opone al segundo, cuya dimensión asintótica, que implica necesariamente el futuro, su cualidad de horizonte,
de quizá llegar a ser, es lo fundamental. . Este estado de cosas, encontramos a muchos pacientes tan fijados a un Ideal que les es imposible todo lo que
tenga que ver con el movimiento, con el devenir, lo cual naturalmente vuelve muy difícil que la dimensión del trabajo pueda constituirse. El Ideal de
Yo es lo que resulta del Yo ideal pasado por el campo del juego.
El trabajo queda del lado de un padre nunca destituido de su lugar por el sujeto y del juego, en su versión más anodina desde el punto de vista de
transformaciones estructurales queda del lado del por siempre hijo.


La adolescencia se revela como un periodo crítico de índole muy específica, donde por primera vez, ciertas lagunas, ciertas fallas o agujeros en ese
proyecto anticipatorio se ponen en evidencia.
La conversión en trabajo implica una serie de redimensionamientos dirigidos ahora por el proceso secundario donde ese todo se muta en algo. Esto
involucra un salto de lo familiar a lo extrafamiliar que es una de las claves de la adolescencia.
Siempre que ese trabajar conserve el núcleo desiderativo esencial del jugar, sin lo cual la acción potencialmente transformadora se aplanara en rutina.

WASERMAN-CONDENADOS A EXPLORAR
La exploración nos parece un buen término para dar cuenta del devenir adolescente. ¿Por qué la exploración?→Este término une el devenir de la
adolescencia con una de las funciones del juego, la exploratoria que conduce al reconocimiento del sí mismo del mundo y lo liga también con los
grandes viajes exploratorios. Cuando se desata la pubertad, no es el empuje hormonal lo que da cuenta de todo el proceso que se inicia, estamos
asimismo ante la llamada del mundo.

Habla de tres etapas exploratorias a lo largo de los siglos, y las compara con el viaje adolescente:
1-En el adolescente, está la preocupación por ganarse la vida y los ideales viajando en paralelo, ansiando un encuentro que pocas veces se produce,
pero al que nunca se renuncia.
2-Implican una tarea de exploración de la historia, un trabajo de historización. Restos que no han sido asimilados por sus padres aparecen como huellas
familiares y extrañas que lo interrogan acerca de su propio origen. Puede animarse a explorar la huella o bloquearse en no querer saber lo que sus
padres ni han querido darle a saber.

3- La adolescencia en el marco de la escuela secundaria (s.XIX), se trata de protegerlos de las tentaciones nocivas que emergen en la pubertad. La
escuela destinada a controlar y vigilar donde se divulgan los conocimientos del mundo que han sido posibles gracias a los grandes viajes exploratorios.

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No consideramos la estructura como una entidad cerrada, sino como un conjunto inestable que ante diferentes grados de excitación de sus elementos
puede saltar de una organización a otra.
El punto de partida es tomar el trauma puberal como aquello que condena al sujeto a explorar. Se situa en el mismo nivel de causa el trauma como el
deseo, ambos plantean una exigencia de poner en movimiento su cuerpo y mente. La exigencia exploratoria le viene no solo de la metamorfosis de su
propio cuerpo, del cual debe apropiarse, y debe conquistar, sino también le viene del medio social, que lo expulsa del protectorado de sus padres. Son
dos procesos de desterritorialización del cuerpo infantil y del espacio infantil y reterritorialización del cuerpo de joven y del espacio del joven.

Tema 9
PIERA AULAGNIER: “CONSTRUIR (SE) UN PASADO”.
El adolescente oscila entre dos posiciones:
- El rechazo a todo cambio de status en su mundo relacional sin importar cuales sean, por otra parte, las modificaciones que se inscriben en su
cuerpo.
- Una reivindicación de su derecho de ciudadano completo en el mundo de los adultos y en un mundo que será reconstruido por él y sus pares en
nombre de nuevos valores que probarán lo absurdo o la mentira de los que se pretende imponerle.

Entre las tareas reorganizadoras propias a ese tiempo de transición que es la adolescencia, considero que una tiene un rol determinante: ese trabajo de
poner en memoria y de poner en historia gracias al cual, un tiempo pasado y definitivamente perdido, puede continuar existiendo psíquicamente en y
por esta autobiografía, obra de un Yo que sólo puede ser y devenir prosiguiéndola del principio al fin de su existencia. Autobiografía no solamente
jamás terminada, incluso los capítulos que se creían definitivamente acabados, pueden restarse a modificaciones ya sea añadiendo nuevos párrafos o
haciendo desaparecer otros. Pero si ese trabajo de construcción-reconstrucción permanente de un pasado vivido nos es necesario para orientarnos e

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investir ese momento temporal inasible que definimos como presente, es necesario aún que podamos hacer pie sobre un mínimo de anclajes estables
de los cuales nuestra memoria nos garantice la permanencia y la fiabilidad.

Fondo de memoria→ Es en el curso del tiempo de la infancia que el sujeto deberá seleccionar y apropiarse de los elementos constituyentes de ese
fondo de memoria gracias al cual podrá tejerse la tela de fondo de sus composiciones biográficas. Este mismo “fondo” juega un rol determinante en la
relación abierta que el sujeto podrá o no mantener con su propio pasado, y especialmente con ese tiempo de la infancia marcado por la presencia y el
impacto de estas primeras representaciones sobre las cuales el sujeto ha operado ese largo trabajo de elaboración, de transformación, de represión,
cuyo resultado le hace ser el que es y aquel en el que deviene. Lo que queda en nuestra memoria de ese pasado en el que se enraízan nuestro presente
y el devenir de ese presente.

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Este fondo de memoria puede bastar para satisfacer dos exigencias indispensables para el funcionamiento del Yo:
- Garantizarle en el registro de las identificaciones esos puntos de certidumbre que asignan al sujeto un lugar en el sistema de parentesco y en el
orden genealógico, por consiguiente temporal, inalienable y al amparo de todo cuestionamiento futuro sin importar los sucesos, los encuentros y los
conflictos que hallará;
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- Asegurarle la disposición de un capital fantasmático que no debe formar parte de ninguna “reserva” y al que debe poder recurrir porque es el único
que puede aportar la palabra apta al efecto.

Capìtal Fantasmatico→ va a decidir lo que formará parte de su investidura y lo que no podrá encontrar lugar en ella, las representaciones que podrá
imantar para su provecho, su deseo, y aquellas que quedan marcadas por el sello del rechazo, de lo negativo, de lo mortífero.
En ese trabajo, merced al cual ese tiempo pasado y perdido se transforma y continúa existiendo psíquicamente con la forma de discurso que le habla,
de la historia que lo guarda en la memoria, que permite al sujeto hacer de su infancia ese “antes” que preservará una ligazón con su presente, gracias a
la cual se construye un pasado como causa y fuente de su ser.
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Separaré el recorrido que sigue el adolescente en dos etapas:


- Una 1ra etapa, la cual deberán seleccionarse los materiales necesarios para la constitución de ese “fondo de memoria” garante de la permanencia
identificatoria de lo que deviene y de lo que continuará deviniendo y de la singularidad de su historia y su deseo. Esta etapa concierne esencialmente
a la organización del espacio identificatorio y la conquista de posiciones estables y seguras a partir de las cuales el sujeto podrá moverse sin riesgo de
perderse.
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- Una 2da etapa que comienza en el momento en que esa tarea ha podido ser llevada a buen puerto y prepara la entrada a lo que se califica de edad
adulta. 2da etapa en la que una tarea importante deberá ser cumplida: la puesta en lugar, a partir de ese pasado singular de los posibles relacionales
accesibles a un sujeto dado, del panorama de sus elecciones y los límites que cada uno encontrará allí. En esta etapa este trabajo de puesta en forma
incide de forma privilegiada sobre el espacio relacional y por consiguiente sobre la elección de los objetos que podrán ser soportes del deseo y promesa
de goce.
La infancia queda como un capítulo que no puede constituirse como tal, o sea como un principio y un final. Lo que vive el sujeto quedará para siempre


pegado a interpretaciones que sólo pueden tener sentido si el sujeto y el objeto continúan situándose en las posiciones identificatorias que ocupaban en
ese tiempo lejano en que se anudó su relación.

Principio de cambio y de este principio de permanencia que rigen el proceso identificatorio y que deben poder preservar entre ellos un estado de
alianza. La otra cara que acompaña este mismo proceso, o sea el basamento fantasmático de lo que yo defino como espacio relacional. Aquí también
se encontrarán actuando un principio de permanencia y un principio de cambio: permanencia de esta matriz relacional que se constituye en el curso de
los primeros años de nuestra vida y que es depositaria y garante de la singularidad del deseo del Yo y que se manifestará en esta “marca”, este “sello”
que se volverá a encontrar en sus elecciones relacionales.
Matriz relacional→no solamente está presente en la totalidad de nuestras elecciones relacionales sino que constituye ese hilo conductor que nos
permite reconocernos en la sucesión de nuestras investiduras, de nuestros objetos, de nuestros fines.

La gama de posibles relacionales depende por consiguiente de la cantidad de posiciones identificatorias que el Yo puede ocupar guardando la seguridad
de que el mismo Yo persiste. Inversamente, será imposible para ese mismo sujeto, toda relación que lo lleve hacia una posición identificatoria que no
puede ocupar. Tres razones pueden llevar a esta imposibilidad de identificación:
· El lugar puede estar prohibido.
· El lugar que le asignan descalifica la totalidad de los reparos que le permitirán establecer y preservar otras relaciones.
· Una posición que lo sitúe en un lugar que no puede más ligarse a aquellos ocupados en el pasado, un lugar fuera de la historia, desconectado de
ese trabajo de memorización y de ligazón necesario para que se reconozca en este “modificado” de un Yo que lo precedía.

Hipótesis→en el curso de las fases relacionales que recorre el niño, se van a anudar puntos señeros entre ciertas representaciones fantasmáticas, sus
vivencias afectivas, y un rasgo específico del objeto y de la situación que las ha desencadenado.

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Leyenda fantasmática→la interpretación causal que se da el Yo de la emoción que sufre en una tonalidad de placer o de sufrimiento, interpretación
que se sustituye a la puesta en escena fantasmática, fuente y causa del afecto. Cuanto más cerca de la infancia y de las primeras puestas en pensamiento,
obras del Yo, permanece uno, más esta leyenda permanecerá relativamente fiel a la acción de la represión, del respeto por las prohibiciones hacia
ciertas representaciones de objeto y más difícil será la puesta al día de la escena y del afecto que es su origen.

Todo elemento que presenta un rasgo de similitud o de proximidad con el rasgo sobresaliente de un objeto cuyo encuentro ha sido para el niño fuente
de una experimentación de gozo o de sufrimiento particularmente repetitivo, será dotado de un poder emocional que podrá o no actualizarse en función
de la situación, del momento presente en caso de este nuevo encuentro. Pero aún debe el Yo ser capaz de unir algunas de sus emociones presentes con
aquellas vividas en su pasado.
El Yo debe poder disponer de ese capital fantasmático para sostener su deseo.

Una forma de encuentro que no se repetirá jamás tal cual, pero que ejercerá un poder de imantación para el deseo y de la cual “un rasgo” que la recuerde
deberá estar presente para que este último pueda realizarse. Ningún sujeto tiene el poder de investir a cualquier pareja sexual, ni a cualquier fin
narcisista, ni a cualquier proyecto. Por eso, propondría la coexistencia posible, conflictiva o imposible entre ese núcleo de singularidad, ese permanente
de la identificación y del deseo y los compromisos, las recomposiciones, las modificaciones que exigen el encuentro y la investidura de otros sujetos
y otros fines.

¿Qué tipo de colaborador debe encontrar para que pueda investir un pasado sin ser arrinconado para fijarse en una posición identificatoria que
detendría su marcha, o, sin deber separarse de su propio pasado para sustituirlo?→ Estos peligros sólo podrán ser evitados si el Yo, no sólo puede
apropiarse, elegir en nombre propio e investir el recuerdo de un conjunto de experiencias que amalgama en esta aparente unidad que nombra su pasado,

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sino que este pasado pueda prestarse a interpretaciones causales no fijas, pues ellas deberán cada vez revelarse como posibles con las posiciones
identificatorias que él ocupa sucesivamente en su marcha identificatoria y en la puesta en lugar de los parámetros relacionales que resultan de ello. Lo
propio de la psicosis es desposeer al historiador de esa movilidad interpretativa.

La investidura de un tiempo presente es siempre el resultado de una operación tanto económica como fugitiva; tan constante como compleja: retiramos
de la investidura del tiempo pasado esa parte de líbido que nos permite investir un tiempo futuro. El tiempo presente es el momento en que se opera
ese movimiento de desplazamiento libidinal entre dos tiempos que sólo tienen existencia psíquica: un tiempo pasado y como tal perdido salvo en el
recuerdo que guardamos de él, un tiempo por venir y como tal inexistente, salvo en la forma por la cual lo anticipamos.

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Toda experiencia vivida en el presente, debe a los lazos que la unen a una emoción ya experimentada en el pasado. A menudo he escrito que nuestra
historia libidinal sólo es la cara manifiesta de una historia identificatoria que representa su cara latente.
El origen de la historia del tiempo del Yo, coincide con el origen de la historia del deseo que lo ha precedido y que lo ha hecho nacer y ser.
El último carácter necesario para la construcción y memorización del pasado de y para todo sujeto: la doble investidura de la que deberán gozar una
parte de los materiales necesarios para eso. La puesta en memoria de esta puntuación relacional y de las leyendas fantasmáticas cuyo recuerdo se
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preservará debiera o debería operarse igualmente en los padres.
Una condición necesaria para investir positivamente la memoria de su propio pasado relacional es su investidura por el otro polo de la relación. Poder
hacer sus cuentas con el tiempo de la infancia y así aceptar su “declinación”, exige, como se ha visto, que se puedan investir los recuerdos que uno
guarda de ella y también que ese recuerdo relacional, tal como uno lo memoriza, se revele investido por los dos.
AULAGNIER: LOS DESTINOS DE PLACER. ALINEACIÓN, AMOR Y PASIÓN. PUNTO 1.
Si todo síntoma es un compromiso entre lo reprimido y la acción represora del yo, el afecto que acompaña al síntoma y que se expresa a través de la
angustia, depresión, persecución, nos remite a la causa del compromiso: el conflicto identificatorio presente en el espacio del yo. El carácter de exceso,
de intensidad demuestra el precio con el que yo paga su compromiso neurótico, la angustia que llega a sumergir al yo en la problemática psicótica, el
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sufrimiento que acompaña a su intento por preservar su funcionamiento recurriendo a construcciones delirantes, indican la calidad de un conflicto que
desgarra a los dos constituyentes del yo mismo.
El proceso de identificación
Todos los fenómenos psicopatológicos se deben a un conflicto que tiene lugar en las catexias del yo y en su economía identificatoria. La causa nos
remite a los efectos de las representaciones icc, y de las fuerzas pulsionales fijadas a ellas, en el registro del yo, la finalidad que se proponga nuestra
acción será permitir que el yo se libere de cierto número de trabas que le harían imposible la catectización de fines, necesaria para administrar un
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patrimonio libidinal, cuyo goce necesita recuperar para ser, para tener y para ejercer esa función de anticipación de sí mismo, sin la cual se derrumban
su proyecto identificatorio y su relación con el tiempo.
El discurso, la significación es también la entrada en la escena psíquica de un mundo hablado y de una representación hablada-pensada del mundo.
Con el yo irrumpe en la psique la categoría de temporalidad y el concepto de diferencia en su aspecto más difícil de asumir: la diferencia de si-mismo
a si-mismo. La tarea del yo es tornarse capaz de pensar su propia temporalidad, para ello le hace falta pensar, anticipar, catectizar un espacio-tiempo
futuro, cuando la experiencia de lo vivido le revele que al obrar así catectiza algo imprevisible.


Función de la libido→ La energía psíquica que Freud llama libido desempeña el papel del cemento que mantiene unidos los elementos de las
construcciones ideica y pictográfica, esa energía tiende a una sola finalidad, puesto que toda catectización intenta obtener un estado de placer.

Las perturbaciones del yo se deben a su relación con el icc y el triunfo o fracaso de una de las tareas que le incumbe: que se torne pensable esa causa
incognoscible de la cual él es parcialmente el efecto.
Comprender la problemática de la identificación, proceso que solo atañe al trabajo psíquico del yo, dilucidar la economía y repartición de las
catectizaciones que subyacen a ese proceso, exige tener en cuenta los ideales del yo y el proyecto identificatorio.
El yo comienza por catectizar los pensamientos identificantes por medio de los cuales el portavoz lo piensa, y gracias a ellos, aporta su amor. Una vez
efectuada esta catectización, el yo podrá ocupar el sitio de enunciante de esos mismos pensamientos, tras lo cual estos retornan a su propia escucha
como un enunciado del que él es el agente y por medio del cual se impone a su propia percepción y a su propia actividad de pensamiento en cuanto
existente.
Primera fase de la existencia del Yo→ el niño continúa dejando al portavoz la tarea de formular anhelos identificatorios que conciernen a su futuro
(el del niño). El reconocimiento de una separación entre su cuerpo y el de la madre, el reconocimiento de la dualidad que constituye la pareja parental,
preceden al reconocimiento de una diferencia temporal que se inscribe en el yo mismo. El niño formula a la madre su pregunta sobre su origen sino
también sobre su futuro y sobre los fines de ese futuro. El yo deja durante un tiempo a otro la tarea de catectizar su propio tiempo por venir.
Segundo momento→ fundamental para su funcionamiento que exige que retome por su cuenta la segunda acción anticipadora desempeñada en primer
lugar por el portavoz. Esto presupone que el Yo tenga acceso y que haya suyos los anhelos identificatorios que catectizan el futuro, pero un futuro que
ya no será un simple anhelo de retorno del pasado. La apropiación de un anhelo identificatorio que tenga en cuenta este no-retorno de lo mismo es
una condición vital para el funcionamiento del yo. Para que el yo se preserve, es necesario que el identificante se asegure la catectización de dos
soportes: el identificado actual y el devenir de este significado.
El yo solo puede catectizar sus propias construcciones ideicas y los pensamientos de los cuales es el referente, porque cuando surgen se presentan con
los caracteres de la certeza, lo que en el dominio del pensamiento se llama la verdad. Esta certeza de conformidad entre el pensamiento y la cosa es
una condición para la identificación.
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Si el yo solo puede catectizar un pensamiento que cree verdadero, este atributo de verdad podría ser interrogado por el pensamiento que le sigue y que
el primero ha hecho posible: la prueba de la duda, consecuencia del necesario reconocimiento del cambio, de la alteración que impone al yo su propia
realidad física y psíquica.
La prueba de la duda → exige que se reconozca la fijeza de lo que el yo vive, experimenta y piensa con respecto a su vida, sus deseos, sus actos. La
unidad identificante-identificado, condición misma de la existencia del yo, presupone que se conserven en el espacio del identificado ciertos puntos de
certeza. La prueba de la duda, siempre en el registro de la identificación, podrá imponerse a todo lo que desborda esos puntos de certeza y al primer
jefe, ahí se convierte en prueba y en el equivalente de la castración en el registro del pensamiento, en esos enunciados por los cuales el yo se presenta
ante sí mismo como amante-amado.
Este desplazamiento lleva en sí la promesa de la realización de un placer, pero también un anhelo: poder hallar una certeza en cuanto a la conformidad
presente entre el pensamiento y la cosa. Certeza del pensamiento que aportaría una certeza identificatoria y que realizaría un deseo siempre en acción
en la actividad de pensamiento: poseer una verdad que pondría fin a todo cuestionamiento y que por esa misma razón detendría la búsqueda.
Es necesario que por una parte el yo pueda preservar la catexia de ciertas referencias simbólicas al abrigo de todo peligro, de toda puesta en duda y
que pueda conservar el recuerdo de momentos pasados en los cuales el placer se ha mostrado realizable y realizado.

DELUCCA Y PETRIZ: “CRISIS DE LAS SIGNIFICACIONES SOCIALES, EL ADOLESCENTE Y SU PROYECTO DE FUTURO


LABORAL”.
Los adolescentes se encuentran en un momento clave de transformación psíquica. De reorganización subjetiva, tramitado el despegue de los referentes
identificatorios parentales de la infancia. En este pasaje de lo familiar a lo extrafamiliar, revisten fundamental importancia, los apoyos o referentes que
la sociedad aporte, como indicadores y soportes de dicho pasaje.

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En la construcción del proceso como proyecto identificatorio, tiene un valor estructural la constitución temprana del ideal. Formación psíquica que se
irá complejizando, transformando a través del pasaje del sujeto por vínculos cada vez más diferenciados con las figuras primordiales y por el encuentro
significativo con otros, fuera del espacio familiar.

Ideal del yo→ El paulatino encuentro con la realidad, con los límites de su yo, con distintas miradas y voces de los otros, marcará simbólicamente al
sujeto, llevándolo a reconocer lo que “no soy, ni tengo”, constituyéndose el ideal a aspirar: ideal del yo.

Los ideales→ son una construcción que surge en el seno de la sociedad a la que pertenece y se constituyen como instancia fundante de la subjetividad,
a partir de los modelos culturales que circulan en un momento histórico determinado.

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Los ideales encarnados en figuras→ Los ideales encarnados en figuras modelo abren un espacio de contención, de puntos de anclaje, permanencia
y pertenencia a una clase, a un grupo, a una familia, significan y sostienen el acceso a la diferencia y son la condición de abrir a la novedad. Ya que
representan tanto lo conocido que se transmite de generación en generación, como lo nuevo en tanto producción del tiempo histórico en que se vive.
Cada sujeto se apropia de ellos, resultando la vara con que mide de aquí en más su relación con los valores y metas del grupo al que pertenece o desea
pertenecer.
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El trabajo como valor→transmite a la nueva generación sus modelos e ideales, preceden y suceden al sujeto singular. En el proceso adolescente de
desasimiento de las instancias parentales, el acceso al trabajo adquiere valor constitutivo de la identidad-subjetividad, y es uno de los pilares (junto al
hallazgo del objeto amoroso) que dan cuenta de la resolución adolescente, en parte por la autonomía económica que implica. A nivel psíquico, incluido
en los procesos sublimatorios, se constituye en una elaboración de la función del jugar, en la medida que contenga ese plus de placer necesario para
que la actividad sea investida, en contraposición a una actividad alienante.

FREUD- EL MALESTAR EN LA CULTURA (APARTADOS II, IV, VIII)


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La vida, cómo nos es impuesta, resulta gravosa: nos trae hartos dolores, desengaños, tareas insolubles. Hay tres clases de calmantes para soportarla:

*Poderosas distracciones, que nos hagan valuar en poco nuestra miseria. (ej: la actividad científica)
*Satisfacciones sustitutivas, que la reduzcan. Cómo el arte, son ilusiones respecto de la realidad, papel que la fantasía ha conquistado en la vida
anímica.
*Sustancias embriagadoras, que nos vuelvan insensibles a ellas.
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Los seres humanos quieren alcanzar la dicha, conseguir la felicidad de mantenerla. Esta aspiración tiene dos costados; una meta positiva y una
negativa. Por una parte, quieren la ausencia de dolor y de displacer, por otra, vivenciar intensos sentimientos de placer. Es simplemente el programa
del principio de placer el que fija su fin a la vida. Este principio gobierna la operación del aparato anímico desde el comienzo mismo.

Desde tres lados amenaza el sufrimiento:


Desde el cuerpo propio, que no puede prescindir del dolor y la angustia como señales de alarma; Desde el mundo exterior como que puede abatir


su furia sobre nosotros con fuerzas hiper potentes y destructoras; Desde los vínculos con otros seres humanos.

Una técnica para la defensa contra el sufrimiento se vale de los desplazamientos libidinales que nuestro aparato anímico consciente. para ello como la
sublimación de las pulsiones presta auxilio.
El programa que nos impone el principio de placer como el de ser felices, es irrealizable: empero, no es lícito resignar los empeños por acercarse de
algún modo a su cumplimento.

El sentimiento de culpa, la dureza del súper yo, es lo mismo que la severidad de la conciencia moral; es la percepción deparada al yo, de ser vigilado
de esa manera, la apreciación de la tensión entre sus aspiraciones y los reclamos del superyó. Y la angustia frente a esa instancia crítica, o sea la
necesidad de castigo, es una exteriorización pulsional del Yo que ha devenido masoquista bajo el influjo del superyó sádico.
En el desarrollo del individuo, se establece como meta principal el programa del principio de placer: conseguir una satisfacción dichosa; en cuanto a
la integración en una comunidad humana, o la adaptación .

POMMIER: “LOS CUERPOS ANGÉLICOS DE LA POSMODERNIDAD”.

Los ideales→ son el resultado de una cocina erudita que consiste en adaptar el Complejo de Edipo, a pesar de la imposible realización del deseo.
Acomodan los “restos” de la represión. El ideal presenta una inversión de la característica traumática del deseo inconsciente (es la represión).
Los ideales están vestidos con representaciones instauradas sin que el sujeto sea consciente de ellas. Y, con frecuencia, la represión lleva un paso más
adelante a la idealización, al quitarles por completo sustancia a los personajes implicados. Aunque se convierten en conceptos por obra de la represión,
sin embargo no quedan al margen del cuadro de la sublimación. El ideal implica siempre al yo según un lazo más o menos elástico.
El ideal puede tomar puede tomar tanto al yo por delante como por detrás:
• Por una parte, está el “Yo Ideal”, que impulsa al sujeto hacia adelante: es el cuerpo perfecto que habría tenido que ser por amor, con el que el sujeto
tendría que identificarse por la demanda materna.
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• Por otra, está el “Ideal del Yo” que lo impulsa hacia atrás: es el ideal paterno al que busca satisfacer en el futuro. Se identifica con el padre para
escapar de la demanda paterna. Pero esta segunda identificación consiste en ponerse en el lugar del padre y, por lo tanto, representa un asesinato
simbólico.

El Ideal del Yo contradice y alivia las exigencias del Yo Ideal. La tensión entre el Yo Ideal (el goce que habría sido necesario) y el Ideal del Yo
(el goce que se espera) instaura una temporalidad subjetiva entre ese pasado y ese futuro.
La regresión sobre el Yo Ideal deja flotar un cuerpo pulsional homotético(figura semejante) de las sensaciones: al mismo tiempo vale como todo y
como nada. Es todo porque responde a la demanda materna de ser su falo; es también nada ya que ella no lo tiene.
Cuando el cuerpo deja de ser impulsado hacia adelante por los ideales, regresa al campo incestuoso de la demanda materna que lo llama. El objetivo
de las pulsiones es identificar el cuerpo con una totalidad autoerótica que se explicaría por sí misma y se bastaría a sí misma.
El Ideal era el resultado de una esperanza de redención del padre asesinado. Pero si el Ideal se acaba, entonces las figuras del padre que hay que matar
proliferan en una tierra sin ningún dueño legítimo. (Acá habla de la xenofobia, el racismo como formas de expresión en la posmodernidad y blabla).

WASSERMAN CAPÍTULO 9 : LO GENERACIONAL, TRANSGENERACIONAL E INTERGENERACIONAL.

Para dar cuenta de la posición del adolescente en el eje temporal, debe situarse con relación a varias líneas de tiempo.
En primer lugar, su relación con la línea de pares, donde la coincidencia temporal es plena, aunque la madurez no coincide exactamente con la edad
biológica. Con cierta frecuencia la relación con sus pares como una relación se hace no horizontal y uno de los pares tomó el liderazgo y juega el papel
del gran otro. Esta relación se puede denominar conciencia generacional. (o coincidencia.¿? Ver.) Esta coincidencia es lo que se va a constituir en la
marca generacional, marca que distingue claramente una generación de otra.

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La relación con los padres introduce una ruptura en la continuidad del tiempo y da origen al fenómeno del corte generacional, corte que significa una
ruptura en la transmisión cultural, consiste en la ruptura con la continuidad cultural que viene de la familia y la unión con tendencias que emergen en
el espacio social y que circulan en un espacio más allá de los fenómenos fliares. El corte generacional no es solo separarse de los padres, sino de su
cultura, e insertarse en una creación singular que es la cultura adolescente. Este proceso de ruptura de la continuidad temporal presenta ciertos procesos
de deconstrucción de la imagen materna y paterna.

Por otra parte, la relación con los ancestros y especialmente con sus historias secretas introduce una misteriosa continuidad temporal entre generaciones
distantes. Se establece una relación icc, imbricada que liga al adolescente con una figura o una situación secreta del pasado remoto. Este eje temporal
discontinuo y caracterizado por un salto se define como lo transgeneracional.

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Además de la relación con sus pares (su propio tiempo), sus padres (la ruptura del tiempo), sus ancestros (su pasado mítico) , el adolescente establece
relaciones con las generaciones que lo preceden y que lo siguen, son las relaciones intergeneracionales que tienen gran importancia, relacionarse con
los mayores y menores. Es la serie de fenómenos de cruce entre las generaciones.
DD
WINNICOTT- REALIDAD Y JUEGO.

El término paterno aparece mucho más tarde que el materno.


Muerte y asesinato en el proceso adolescente→ En la época de crecimiento de la adolescencia los jóvenes salen de la infancia y se alejan de la
dependencia para encaminarse hacia su condición de adultos.Si en la fantasía del primer crecimiento hay un contenido de muerte, en la adolescencia
el contenido será de asesinato. Si se quiere que el niño llegue a adulto ese paso se logrará pasando por encima del cadáver de un adulto.
En la fantasía inconsciente total correspondiente al crecimiento de la pubertad y la adolescencia existe la muerte de alguien, la muerte y el triunfo
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personal aparecen como algo intrínseco del proceso de maduración y de la adquisición de la categoría de adulto.
El adolescente es inmaduro, la inmadurez es un elemento esencial de la salud en la adolescencia. La única cura para ella es el paso del tiempo y la
maduración que este trae. La inmadurez contiene los rasgos más estimulantes del pensamiento creador, sentimientos nuevos y frescos, ideas para una
nueva vida.

El cambio físico de la pubertad no es un cambio sexual únicamente, sino también hay un cambio físico y de la adquisición de verdaderas fuerzas;
aparece un verdadero peligro, que otorga a la violencia un nuevo significado.
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La tensión que experimenta el individuo corresponde a la fantasía inconsciente del sexo y a la rivalidad vinculada con la elección del objeto sexual.
Los adolescentes no se han hundido en la desilusión, y ello consiste en que se encuentran en libertad para formular planes ideales.
La adolescencia es algo más que pubertad física, aunque en gran medida se basa en ella. Implica crecimiento, que exige tiempo. Y mientras se encuentra
en marcha el crecimiento las figuras paternas deben hacerse cargo de la responsabilidad. Si abdican, los adolescentes tienen que saltar a una falsa
madurez y perder su máximo bien, la libertad para tener ideas y para actuar por impulso.

Tema 10


BERENSTEIN: DEL SER AL HACER. CURSO SOBRE VINCULARIDAD

Vínculo→ adquirió mayor especificidad de la mano del psas para nombrar a aquello que ligaba a varias personas, fuera del orden del parentesco o de
otros sistemas de pertenencia, se expandió hacia la relación entre un yo y otro yo, la relación con los otros.
Dos tipos de vínculo en una familia:
Los vínculos de sangre: corresponden al parentesco, remiten a la descendencia y trasmisión genética.

Los vínculos de alianza: la relación se basa en compromisos recíprocos entre las personas, el mejor ejemplo es la relación matrimonial, la idea de
contrato incide en la concepción de este vínculo. La pareja tiene la particularidad de las relaciones sexuales, uno de sus elementos fundantes que
asociados a la tendencia monogamica y el proyecto vital compartido componen sus parámetros definitorios.
Vida biológica y vínculo: Lo vincular va más allá de la vida biológica. Entre la vida biológica y el mundo de los otros habría un circuito mediado por
el aparato psíquico y por los vínculos. Con los vínculos el ser humano se subjetiviza a través de esa especificidad que otorga la historización, la cual
solo es posible en relación con los otros.
Hay dos formulaciones:
Una de ellas sostiene que el cuerpo biológico e inmaduro se humaniza en contacto con otro ser humanos, la madre, cuyas acciones investidas de
sexualidad provenientes de su AP, ya constituido con la barrera de represión, se inscriben en lo que será el AP del infante.
La otra formulación se basa en jerarquizar el papel de la vincularidad familiar y social en el paso de la vida biológica a la subjetividad, de la
cual el AP es una producción singular, se funda en un sentido desde una situación donde los otros son una presencia fundamental.
La relación amorosa:
ENAMORAMIENTO (Berenstein)→ enamoramiento es ese estado emocional, subjetivo, cuya característica es la de anular la presencia del otro, lo
ajeno, lo no posible de representar, la coincidencia es la formación de compromiso. Uno está obligado a admitir que algo del otro es inaccesible a su

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conocimiento, lo sorprende porque deberá aceptarlo como extraño, esas oposiciones son el trabajo del vínculo. Es la actividad de configurar un vínculo
como algo diferente al mundo interno.

AULAGNIER: LOS DESTINOS DE PLACER - Capítulo III: El yo y la realidad


Las exigencias del yo→La vida del cuerpo y la vida psíquica preceden la entrada en escena de la instancia del yo y las representaciones ideicas. La
vida psíquica sólo es posible porque los yoes externos toman a su cargo la relación del cuerpo del infans-realidad exterior. Asegurar a la psique las
condiciones necesarias para que las experiencias de origen somático se presten a una representación pictográfica y fantasmática, fuente de placer con
los postulados de lo originario y lo primario. Ese estado dependencia absoluta es incompatible con la prolongación de la vida por dos razones:
1) ese yo injertado provocará una reacción de rechazo, ningún yo extraño tiene el poder de vivir desde el interior el estado propio de un cuerpo que
no es el propio
2) para que ese injerto funcione es necesario suponer que la actividad psíquica jamás ha podido tener en cuenta el registro de la significación,
comenzando por los enunciados que en este registro designan a la psique como lugar, espacio, actividad regidos por un yo que el discurso y el deseo
maternos tienen la tarea de anticipar.

Desde el comienzo, ni bien se produce su entrada en la escena del mundo, las manifestaciones que son la consecuencia de la actividad de lo originario
serán interpretadas por el yo del portavoz, y a este se le responderá como si esas manifestaciones fueran la obra de ese yo aun no advenido pero que el
portavoz anticipa. A la anticipación del yo por el portavoz y de un yo siempre idealizado, corresponde la representación pictográfica y fantasmática
del poder de la psique sobre la realidad, que siendo originario y primario se representa como un poder absoluto.
La satisfacción de las pulsiones sexuales, una vez que el yo se convierte en su director y soporte, exige la catectizacion de cierto número de objetos

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presentes en la escena de la realidad.

El yo y su realidad→ La función de anticipación del discurso materno nos demuestra el papel vital para la psique que desempeñan los enunciados
identificatorios que ese discurso aporta, enunciados cuya continuidad será la condición misma del advenimiento del yo. De entrada el yo que deberá
advenir toma un carácter de exterioridad, de no identidad en relación con el yo materno que lo enuncia. Por más idealizado que esté el yo del niño por
el deseo-voz de la madre, es pensado por ella como no idéntico al suyo propio. El yo que adviene ya ha sido marcado por el índice de exterioridad, de
diferencia en su relación con el yo de la madre. El primer pensamiento con función identificatoria cuya continuidad hace nacer esta instancia, plantea
una relación de separación, si no puede atribuirse ese atributo de no identidad no habría yo.
El yo es la instancia que planteará una separación entre la categoría del ser y la categoría del haber.

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Este encuentro fundamental para el devenir psíquico se apuntala y se instrumenta gracias al encuentro entre el yo y esos dos objetos particulares que
son su cuerpo propio y el yo del otro.

El yo y su cuerpo→ El cuerpo se presentara y se impondrá al conocimiento y a la catectización del yo por dos caminos:
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1) Se ofrecerá y se convertirá en soporte de la catectización del yo en cuanto origen, lugar, instrumento del placer que se experimenta en él.
Este cuerpo-placer es el primer bien propio, la primera posesión catectizada por el yo. Yo soy el que posee ese cuerpo, formulación que plantea una
relación entre dos entidades, el yo y su cuerpo. Catectizar este primer objeto es para el yo una necesidad vital, la condición para que pueda catectizar
las zonas erógenas fuentes de placer y su poder funcional, que es fuente de un placer narcisista o identificatorio.
2) No es solamente como cuerpo-placer que el yo encuentra a su cuerpo también como cuerpo-sufrimiento,esta propiedad inherente a la cosa corporal
decidirá acerca de la relación que el yo mantendrá con la realidad en su totalidad. Al imponer sufrimiento se revela como un objeto autónomo que
impone al yo una experiencia que sufre sin poder evitarlo. Este cuerpo sigue siendo un cuerpo que no puede perder, un objeto del que no puede
separarse y un objeto que el yo pedirá que otro repare y cuide.
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Al hallar su cuerpo como posibilidad de sufrimiento, el yo descubre que no puede existir, que no puede ser, si no logra preservar su catectización de
ese objeto-cuerpo necesario para que él se torne visible, para que se imponga como existente real a su propia mirada y a la mirada del otro.Al encontrar
su cuerpo, el yo encuentra la realidad como un lugar y un espacio que le garantizan la existencia de las cosas, cuyos pensamientos son los representantes
psíquicos. Este poder autónomo del yo sobre el cuerpo es la primera revelación de su poder de modificación sobre la realidad.
La relación yo-cuerpo:
1) El cuerpo propio se presenta al yo como su primer haber, el primer bien sobre el cual se afirma como propietario, un fragmento de la realidad
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que tiene el derecho de ocupar la necesidad de catectizar y de proponer a la catectización del otro.

2) Este objeto-cuerpo durante la experiencia de placer, asegura la presencia de conformidad que refuerza la relación del yo con la realidad y con
su propia actividad de pensamiento pues halla en ella la demostración de la verdad de sus pensamientos, de su valor.

3) Será necesario que un intermediario, el yo materno, permita que el rechazo del sufrimiento vaya a la par con la preservación de la catectización


del cuerpo. Eso solo es posible si el cuerpo, lugar de sufrimiento, es hablado, catectizado por la madre como un cuerpo enfermo, un cuerpo que hay
que cuidar, que proteger. El exceso de presencia, de afecto, de atención de la madre durante su enfermedad permite al niño pensar en el sufrimiento
como un accidente contra el cual para combatirlo se alían el mismo, su propio cuerpo, el yo materno y la realidad ambiente.

El yo, el encuentro pensado y encuentro real→El yo es la única instancia que debe catectizar la realidad y los objetos presentes en esa escena. El yo
es la única instancia para la cual los objetos fuente de placer se hallan en la realidad, sus tres primeros representantes son el cuerpo propio, el cuerpo
de la madre y el yo de la madre.
Si el objeto no puede existir para el yo más que por mediación de su representante ideológico osea el objeto pensado, el corolario será que no habría
objeto pensable ni objeto pensado si el yo no pudiera encontrar y catectizar referentes o existentes situados en el exterior de su espacio psíquico. La
prueba y la existencia de la realidad se imponen mediante la diferencia que se demuestra entre ella y su representación fantasmática que la psique
se ha forjado, sin esta diferencia no habría posibilidad de reconocer lo que separa esos dos espacios.

La relación amorosa: introducción al análisis de las relaciones de simetría→ Entre el yo y el yo del otro en cuanto objeto catectizado de manera
privilegiada, existe una estación necesaria que es el otro pensado, o la relación entre yo y ese otro tal como yo la pienso.
Dos funciones desempeñadas por la representación ideica de la relación→ El yo tiene una representación psíquica del amado y una
representación de su relación con el amado. Esta relación pensada es la única que puede asegurar un soporte a la libido en los momentos largos pero
siempre presentes. Esa representación tiene también la función de asegurar una relativa estabilidad a la catectización durante momentos de conflicto.
Durante la ausencia del otro real, la libido tiene la seguridad de la preservación en el espacio psíquico de un soporte-objeto.
Este pensamiento del otro no debe comprenderse como simple memorización de la imagen de un rostro, sino como el que ocupa el lugar de ese
interlocutor del discurso interno que yo puedo retomar con el otro en su ausencia.

La representación ideica→ es la única construcción psíquica que se pliega a las leyes del lenguaje, puesto que es el lenguaje el que constituye su
material y ella es, una construcción que posee el carácter y la exigencia de la comunicabilidad.
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Los lazos que parten de un yo hacia el yo de otro son lazos verbales, apuntalamiento y basamento de lo que podrá aportar el placer experimentado
durante y por medio del encuentro de los cuerpos.El deseo para el yo sigue siendo siempre un deseo hablado: lo que el yo espera del otro es tornarse
destinatario y ser reconocido como enunciante de una palabra de deseo. El apuntalamiento por medio de la palabra es una exigencia para la catectización
del yo.

El registro del yo toda relación libidinal se juega entre tres términos→ el yo catectizante, la relación pensada en el yo del otro y el otro yo como
existente en la realidad.

La distancia→ se refiere a los límites que siempre va a encontrar el conocimiento que el yo puede tener del yo del otro.

El otro pensado→ es la puesta en pensamiento de una relación entre dos yo, pero al mismo tiempo es una puesta en pensamiento de una relación entre
yo mismo en cuanto amante y el yo que quiero representar para el otro desde mi sitio de amado.
El otro pensamiento o el encuentro pensado, siempre se acercara más al encuentro anhelado que el encuentro real. El otro pensado es la reconstrucción,
un resultado del trabajo de pensamiento del yo. La catectización por el yo de este representante pensado del otro, como toda catectización presente
entre el yo y un pensamiento, es una relación que vincula al yo con un elemento que pertenece a ese conjunto de representaciones que son el yo mismo.
Siempre hay una parte, un rasgo de uno mismo que amamos en el otro, aunque solo fuera la imagen que el otro nos remite en cuanto objeto amado.

¿Qué va a ocurrir en el movimiento libidinal durante el encuentro con el otro real?→ El amor de ese otro real y lo que él ofrece por medio de
su presencia, aportan al yo respuestas que permiten una satisfacción real de las demandas del yo, se trate de la demanda de placer, de la demanda de
amor o de la demanda de reconocimiento narcisista. La demanda del yo espera y exige una satisfacción en la realidad.

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La catectización narcisista entre el yo y una parte, una imagen de sí mismo, es necesaria para que la libido de objeto permanezca al servicio del yo, al
servicio del objeto real y de sus catectizaciones recíprocas.
Lo que la representación recuerda se refiere a lo que ya ha tenido lugar, si el yo catectiza ese tiempo memorizado en cuanto fuente de placer, si ese
tiempo pasado sigue siendo el soporte que imanta para beneficio propio una parte de la libido, es porque ese tiempo pasado lleva en sí el deseo, la
espera del retorno de una experiencia de placer que ya ha tenido lugar, y gracias a la cual subtiende y crea el deseo del futuro encuentro.
El placer pensado no puede sostenerse indefinidamente, en algún momento el sujeto tendrá que encontrar en la realidad al otro, una palabra, un cuerpo
que sean para él fuente de un placer que experimenta efectivamente. No hay relación amorosa en la cual no aparezca en ciertos momentos la exigencia
de una prueba que se pide al otro que presente y de una prueba que sea del orden del acto, del gesto, que esté marcada por un signo de realidad.

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Importancia de la catectización del cuerpo del amado, índice de realidad, del otro en cuanto existente real.

Durante el encuentro es necesario que el yo pensado se refleje en el yo real, que se opere un momento de confluencia, entre el representante psíquico
y objeto que se presenta y que lo representa en la escena de la realidad. Confluencia que presupone la convicción de una identidad.
El yo catectiza existentes, su demanda se dirige al yo de los demás, lo que él espera es una voz, un seno, cosas que no son simples cosas fantasmáticas.
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Por tal razón merece atención un carácter específico de la relación amorosa: la simetría y la interdependencia presentes entre los dos yo.

Tres relaciones asimétricas→ relación infans-madre, relación del psicótico con el yo de los otros y la relación pasional.

El medio ambiente psíquico crea este espacio de realidad en el cual el yo puede advenir, y solo puede devenir en ese espacio porque haya, reconoce y
catectiza la presencia, la existencia de otro yo.

Para el yo la realidad→ es siempre ese campo percibido como un espacio ocupado por el conjunto del yo de los otros.
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Esta dimensión de reciprocidad y de interdependencia es necesaria para que la potencialidad conflictiva que está presente en toda relación significativa
no alcance una situación que implicaría un conflicto abierto y moral. Esta es la condición de una relación de amor, pero solo aparece a partir del
momento en que se ha pasado la infancia.

BENJAMIN J. – LOS LAZOS DE AMOR - Cap. 1


Antes la psique era concebida como un campo de fuerzas, de pulsiones y defensas, ahora se ha convertido en el drama interior del yo y los objetos. La
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dominación y la sumisión resultan de una ruptura de la tensión necesaria entre la autoafirmación y el mutuo reconocimiento, una tensión que permite
que el sí-mismo y el otro se encuentren como iguales soberanos.

Reconocimiento→ es la respuesta del otro que hace significativos los sentimientos, las intenciones y las acciones del sí-mismo. Permite que el sí-
mismo realice su agencia y autoría de un modo tangible. Este reconocimiento solo puede provenir de otro al que nosotros, a la vez, reconocemos como
persona por derecho propio. Esta lucha por ser reconocido por otro y constituye el núcleo de las relaciones de dominación.


El comienzo del reconocimiento→ Para la madre ese momento después de darle de comer al bebe es un momento de reconocimiento.
La madre que se sienta reconocida por su bebe no está simplemente proyectando en él sus propios sentimientos. Está también vinculando, enlazando
del bebe dentro de ella con su futuro fuera de ella, como persona separada. El bebe es un extraño para ella. Más tarde, cuando ese ser puede demostrar
aún más claramente que en efecto la conoce y prefiere , ella aceptara esa vislumbre de reconocimiento como un signo de la mutualidad que persiste a
pesar de la tremenda desigualdad de la relación progenitor-hijo.
En esta temprana interacción, la madre ya puede identificar los primeros signos de reconocimiento mutuo. El proceso de reconocimiento siempre
incluye esa mezcla paradójica de alteridad y unidad: tú me perteneces, pero no eres (ya no eres) parte de mi.

La intersubjetividad→ El reconocimiento mutuo incluye: sintonía o entonamiento emocional, influencia mutua, mutualidad afectiva, estados de
ánimo compartidos.
El infante procede a construir una relación con su progenitora que envuelve una amplia gama de actividades y emociones, muchas independientes de
la alimentación y cuidado. El apego a personas específicas es un hito crucial del segundo semestre de vida.

Critica a Mahler→describe la separación e individuación graduales del niño respecto de una unidad simbiótica. El problema de esta formulación es
que contiene el supuesto implícito de que nos desprendemos de relaciones, en lugar de volvernos más activos y soberanos dentro de ellas, de que
empezamos en un estado de unidad dual y terminamos en un estado de unidad singular.

Stern→ sostuvo que el infante nunca se encuentra totalmente indiferenciado de la madre (nunca es totalmente simbiótico con ella), sino que está
preparado desde el principio para interesarse en el mundo de los otros y diferenciarse de él. Los infantes no comienzan la vida como parte de una
unidad indiferenciada, lo que se plantea no es cómo nos separamos de esa unidad, sino cómo reconocemos a los otros y nos conectamos con ellos, no
se trata de cómo nos libramos del otro , sino de cómo participamos activamente y nos hacemos conocer en las relaciones con él.

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Concepción intersubjetiva→ sostiene que el individuo crece en las relaciones con otros sujetos, y a través de ellas. La idea de la intersubjetividad
reorienta la concepción del mundo psíquico desde las relaciones de un sujeto con su objeto hacia un sujeto que se encuentra con otro sujeto. Esta
concepción se refiere a lo que sucede en el campo del sí-mismo y el otro. El elemento crucial que exploran con la teoría intersubjetiva es la
representación del sí-mismo y el otro como seres distintos pero interrelacionados.

El autor plantea que la teoría intrapsíquica y la intersubjetiva no deben considerarse opuestas, sino como modos complementarios de comprender
la psique. En el mundo interno el sujeto se identifica con el otro y lo repudia, no como un ser real, sino como objeto mental. Lo que propone es captar
ambas realidades. Sin el concepto intrapsíquico del icc, la teoría intersubjetiva se vuelve unidimensional, pues solo contra el fondo del espacio privado
de la mente se puede destacar en relieve el otro real. Según Benjamín, el concepto que unifica las teorías intersubjetivas del desarrollo del sí mismo es
la necesidad de reconocimiento. Nos reconocemos a nosotros mismos en el otro, incluso en cosas inanimadas. La afirmación y el reconocimiento pasan
a ser los movimientos vitales en el diálogo entre el sí-mismo y el otro.

La necesidad de reconocimiento mutuo, la necesidad de reconocer al otro y ser reconocido por el, es crucial para la visión intersubjetiva, implica que
tenemos necesidad de reconocer al otro como una persona separada, semejante a nosotros pero distinta.
La madre es el primer objeto de apego, y luego será el objeto de deseo. Es la realidad externa, pero pocas veces se la considera como otro sujeto con
un propósito independiente de la existencia del niño. La madre no puede y no debe ser un espejo, no debe limitarse a reflejar lo que el niño afirma,
tiene que encara algo del no-yo: tiene que ser otro independiente que responde de la manera diferente que es la suya.
LA MAYORÍA DE LAS TEORÍAS DEL DESARROLLO HAN SUBRAYADO LA META DE LA AUTONOMÍA, MÁS QUE EL
RELACIONAMIENTO CON LOS OTROS.
La teoría de Mahler conceptualizó una teoría de una sola línea que lleva del estado de unidad al estado de separación, y no un equilibrio de dos. Nuestra

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cultura atribuye un alto valor al individualismo.
Para poder sentirse mejor él mismo, el bebe tiene que poder hacer que el otro actúe en sintonía con los sentimientos de él.

Sintonía→ La experiencia positiva de la sintonía le permite al individuo mantener una frontera más permeable y entrar con más facilidad en estados
en los que hay una suspensión momentánea de los límites sentidos entre lo interno y externo. La capacidad para entrar en estados en los que se
concilian las sensaciones de ser distinto y estar unido subyace en la más intensa experiencia de la vida erótica adulta.
Según Benjamín el desarrollo intersubjetivo→ se entiende mejor como un espectro, en el cual este momento constituye un punto decisivo : el del
reconocimiento más cc del otro como semejante y distinto por parte del infante. La teoría intersubjetiva introduce la sintonía, o falta de sintonía,
como concepto importante. Al hacerlo reintroduce la idea de placer, placer por estar con el otro.

pérdida del sí-mismo.

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En la unión erótica→podemos experimentar esa forma de reconocimiento mutuo en la cual ambos partenaires se pierden cada uno en el otro sin

La paradoja del reconocimiento→ Para Hegel, la tensión entre afirmar el sí-mismo y el reconocer al otro, debe fracturarse, está destinada a producir
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un conflicto insoluble. La ruptura de esta tensión es lo que lleva a la dominación.
El sujeto en primer lugar, se experimenta como un absoluto, y después busca la afirmación de sí mismo a través de otro. La mutualidad que implica el
concepto de reconocimiento es un problema para el sujeto , cuya meta es solo estar seguro de sí mismo.
La crisis del reacercamiento es también una crisis del quehacer parental, tienen que aceptar que no está en condiciones de crear un mundo perfecto
para su hijo (en el que logre todo lo que quiera), y este es un golpe a su propio narcisismo.
El problema decisivo sigue siendo el reconocer al otro. Establecerme a mi mismo significa ganar el reconocimiento del otro, a su vez significa que
debo reconocer al otro como existente por él mismo y no solo por mi.
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El descubrimiento del otro→ El problema de reconocer al otro fue encarado de modo directo por winnicott. Uno de los elementos para sentirse auténtico
era el reconocimiento de una realidad exterior que no es sólo nuestra propia proyección, la experiencia de tomar contacto con otras mentes.
Winnicott presenta la idea de que, para poder “usar” el objeto, primero tenemos que destruirlo. El diferencia dos dimensiones de la experiencia:
relacionarse con el objeto y usar el objeto. Al principio un objeto está “relacionado” con la mente del sujeto, es parte de ella, y no se lo experimenta
necesariamente como real, externo o independiente. Esta aptitud para entrar en intercambio con el objeto es lo que llama usar el objeto. Si no logra
realizar esta transición es que no ha sido capaz de ubicar el objeto fuera de sí-mismo, distinguirlo de su experiencia mental de control omnipotente.
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Winnicott explica que el reconocimiento del otro envuelve un proceso paradójico en el cual el objeto está siendo continuamente destruido en la fantasía.
Debe ser destruido adentro para que sepamos que ha sobrevivido afuera.
La “destrucción” es un esfuerzo por diferenciar, resulta la supervivencia, en la adultez, la destrucción incluye la intención de descubrir si el otro
sobrevivirá. Cuando actuo sobre el otro es vital que él sea afectado, para que yo pueda saber que existo, pero no completamente destruido, para que yo
sepa que él también existe.
La teoría de la destrucción de Winnicott→ sugiere un principio de realidad que es una fuente positiva de placer, el placer de conectarse con el
exterior, y no solo un freno al narcisismo o la agresión. El descubrimiento de una realidad compartida, la realidad es así descubierta y no impuesta. La


realidad no crea totalmente al sí-mismo, ni es totalmente creada por el sí-mismo.

La paradoja del reconocimiento→la necesidad de ser reconocidos que nos hace volver a depender del otro, genera una lucha por el control. De esta
lucha puede resultar la comprensión de que si negamos completamente al otro (asumimos control sobre el otro, negamos su voluntad e identidad),
también nos hemos negado a nosotros mismos.

Más allá de la internalización→ El descubrimiento del objeto como un ser real diferencia la concepción intersubjetiva de la diferenciación respecto de
la teoría de la separación-individuación, una teoría más convencional de la psicología del yo.
Según la psicología del yo, el desarrollo se produce a través de la separación y la identificación, incorporando algo del objeto, asimilando el otro al sí-
mismo. La internalización implica que el otro es consumido, incorporado, dirigido por el sí-mismo del sujeto. Lo que no es consumido, lo que no
podemos obtener ni sacar de los otros mediante el consumo, parece eludir el concepto de internalización. Cuando define la diferenciación como
separarse del otro, y no como llegar a estar con él, la teoría de la internalización describe una relación instrumental. El otro parece una cáscara de lo
que hay que desprenderse cuando uno consigue lo que necesita.
Bejamin piensa que Winnicott trataba de definir la zona en la que el niño puede desarrollar sus capacidades innatas porque la gente que lo rodea
facilita ese desarrollo. La aptitud para tranquilizarse no es generada por la internalización de la función del otro, es una capacidad del sí-mismo que la
respuesta del otro ayuda a activar.
La teoría intersubjetiva nos enseña que dos sujetos que se reconocen entre sí no son lo mismo que un sujeto que regula a otro.
El sentimiento de unión muy intenso se produce tanto en el intercambio activo con el otro , como en las experiencias de ser regulado por el otro.

BIANCHI: “CONSTRUCCIÓN DE LA FEMINIDAD Y LA MASCULINIDAD EN EL VÍNCULO DE PAREJA”


Las concepciones acerca de la maternidad y la paternidad, la distribución sexual en relación con la actividad y la pasividad, la soldadura entre
reproducción y sexualidad han variado en distintos momentos históricos.

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Para la doctrina freudiana la diferencia entre masculino y femenino se marca entre la angustia frente a la posible pérdida del pene o el anhelo de
poseerlo. Aunque la castraciones refiere al falo simbólico y no al pene real, la identificación de falo y significante acarreó dentro de la teoría tal
ubicación simbólica de las mujeres, que parece excluirlas de lo simbólico, reproduciendo el status de subordinación que existe en las relaciones sociales
entre hombres y mujeres, y anudando el surgimiento del sujeto femenino como sujeto de lenguaje, al fantasma de castración masculino.
La revolución introducida por los anticonceptivos hace posible liberar el encuentro sexual de sus consecuencias, lanzando a hombres y mujeres a un
“más allá” del placer sexual.
La fecundidad es habitualmente representada como un asunto de mujeres, como si los hombres no intervinieran en la procreación salvo para “controlar”
tan “desbordante” actividad. El intercambio de mujeres es solidario de su representación como reproductores naturales.
El imaginario social del matrimonio para toda la vida se quebró y lo sustituye un imaginario en el que es prioritario el encuentro satisfactorio en el
vínculo de la pareja, haciendo necesaria una reconstrucción de la articulación subjetiva de la concepción de maternidad y paternidad. El imaginario
implantado por la sociedad patriarcal, donde el poder de la ley recae indefectiblemente sobre el varón, quien como padre o marido la hará cumplir a
las mujeres y niños, caduca y genera en mujeres y hombres la búsqueda de una nueva expresión del diferendo sexual. No obstante se observa la
persistencia de la institución matrimonial aunque bajo diferentes formas, sosteniéndose sobre los parámetros de cotidianeidad, tendencia a la
monogamia y una comunidad de proyecto.
Inscripciones sexuales:
La identidad sexual→se define en el encuentro sexual genital adulto, producto de procesos identificatorios y pulsionales cuya intrincación posibilita
el vínculo amoroso, lugar de encuentro y despliegue de la sexualidad desde una de dos posiciones: hombre o mujer. Me refiero a la sexualidad que se
libera en el vínculo amoroso para expresarse en todos sus planos, a diferencia de la circulación de la sexualidad entre madre e hijo que no estaría
comprendida en ese concepto.

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Genitalidad→ el reconocimiento de una diversidad nunca salvable cuando el otro es reconocido como sujeto.

La identidad sexual→ se construye a partir de una marca corporal que permite la comprobación de que el sexo agrupa, ya que no todos son iguales:
o se es hombre o se es mujer; no es la mera contemplación del propio cuerpo y su comparación con el del vecino lo que ubica el sexo de cada quién,
sino la relación íntima con otro específicamente significativo.

Identificación y pareja parental:


Freud para describir la identificación primaria da dos características:
• La primera de las características describe el objeto de la identificación: el es padre de la prehistoria personal, y aclara, que más que el padre es con la

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pareja de progenitores que aún no están diferenciados sexualmente.
• La otra señala su modo de operar: es inmediata, directa y anterior a toda concentración en un objeto.
El vínculo de pareja queda planteado como ese espacio de circulación erótica que no incluye al infans. Resulta también clara desde esta perspectiva la
función de sostén de la prohibición del incesto que ejerce la pareja, permitiendo una vía tierna al amor parental.Es el niño el que irá tomando, a su
manera, estas referencias identificatorias como signos de reconocimiento de sí mismo.
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La identificación es previa a la elección de objeto porque el yo no elige el objeto sino que éste elige al yo.
Las partes del cuerpo que se recortan de manera significativa en relación con el sexo son el pecho y el pene. El primero, porque es el órgano que se le
ofrece al niño para la supervivencia, y el segundo, porque es el que atrae a la madre fuera de la relación con el infans.
El narcisismo materno tiende a ubicar a la hija mujer en el lugar de objeto y sienta las bases de una transmisión de la identidad por continuidad. Con
el hijo varón, la madre se completa. Lo anexa como prolongación de sí misma para completarse donde le falta.
Esta hipótesis estaría tomando como variables lo real del cuerpo junto con el deseo materno. La primera versión de las diferencias sexuales toma como
eje divisorio de aguas la posibilidad de ubicar en sí mismo el objeto de interés de la madre: el pene. Al poder confirmarlo, el varón tiene la posibilidad
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de desidentificarse de su madre y sus emblemas. En cambio, la mujer reforzará esa identificación frente al riesgo de pérdida del objeto materno por no
encontrar en su cuerpo el elemento que sirva de soporte a su deseo.
El varón se desidentifica del pecho y, al buscar en la dirección de la mirada de la madre, encuentra al padre con quien se identifica.
La diferencia entre los géneros→ puede establecerse en relación con las líneas que marca la autoconservación: el padre protector y la madre nutriz
son las representaciones posibles en ese momento de las diferencias sexuales.

Desidentificación del niño con la madre→ El niño, por su parte, puede reconocer en sí el órgano que despierta el interés de la madre e identificarse
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con el padre, lo cual limita a su vez la identificación con la madre y con sus objetos emblemáticos. Esta desidentificación es necesaria para la
construcción de la identidad masculina y para el establecimiento de las posteriores relaciones de investimento.
Identificación de la niña con el seno→ En tanto, como la niña no descubre en sí misma un soporte del deseo materno, refuerza la identificación
primaria con el seno pa compensar la incertidumbre que acompaña la pérdida de la fusión primitiva.Esta identificación es con el seno como modelo a
ser, proyectándose en el futuro la confirmación de su feminidad.
La diferencia entre el nene y la nena parece radicar, en un principio, en un impasse obligada para la mujer en el reconocimiento de su sexualidad,


que se ha asociado a la falta de órgano sexual.

Cuando el reconocimiento del género se articula con lo real del cuerpo, los padres se separan en uno y otro sexo. Es el tiempo de la identificación
secundaria que confirma la primaria y cuyo articulador es el complejo de Edipo. Se consolida la unión cuerpo y género y el organizador es la ausencia
o la presencia del pene que refiere ahora las cuestiones de pérdidas e incompletudes a la temática sexual.

Realización y puesta en acto de la sexualidad→ El amor es el acto que sostiene el encuentro de los sexos y retroactivamente permite establecer que
los sexos son dos, es en ese acto que queda demostrada la imposibilidad de abarcar la totalidad de la experiencia del semejante.
En el caso del enamoramiento, se tiende a unificar a hacer uno de dos, sumando igualdades, fusión de dos en uno que anula precisamente el uno y uno.
Esta tendencia a igualar que se observa en varios órdenes de experiencias arrastra también las diferencias sexuales y éstas se borran, borrando la
sexualidad del horizonte del vínculo.
La recuperación del goce es factible a condición de que se sostenga al otro como imposible. La identidad sexual se define y sostiene en el encuentro
con el otro.
La sexualidad es el ejercicio de la diferenciación que mediante el sexo del otro potencia la propia identidad, define virilidad y feminidad como
identidades sexuadas. En el marco de la vincularidad surgen nuevas posibilidades.

BRENGIO Y SPIVACOW: “SOBRE EL ENAMORAMIENTO”


Sentidos del término:
Enamoramiento→posee múltiples significaciones. Habitualmente alude a un afecto amoroso de gran intensidad. Se la utiliza como sinónimo de
flechazo, amor, pasión, excitación. En psicoanálisis, dada la distinción que realizamos entre contenidos manifiestos y latentes, conscientes e
inconscientes, cabe la posibilidad de postular que alguien esté enamorado independientemente de que lo refiera de forma consciente.
AMOR VS. ENAMORAMIENTO→ Amor y enamoramiento suelen ser presentados como estados equivalentes, casi idénticos. Pero no lo son. Si el
amor puede ser estable y duradero, el enamoramiento es por naturaleza perecedero. Amor es diferente de enamoramiento. En la relación
amorosa, aceptarlo es menos simple que enunciarlo, lo que en el campo de la clínica se traduce en reproches y rupturas. Llamamos “amor” a un
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proceso que incluye un trabajo psíquico en múltiples dimensiones. Trabajo de elaboración, de proceso secundario. El amor incluye un espacio para el
desencuentro, supone la aceptación entre dos seres de la distancia y de la no coincidencia, de la no posesividad. Implica un trabajo psíquico difícil, una
renuncia a funcionamientos narcisisticos. El enamoramiento, en cambio, se apoya en los funcionamientos narcisistas más arcaicos y va de la mano
con ellos.

El enamoramiento según el Psicoanálisis:


1. Un aspecto esencial es la “atracción” física, sexual.

2. Se ha destacado la idealización, conlleva la sobreestima del objeto.Su contracara es la negación de aquellos aspectos no idealizables del
objeto.
3.
4. El “encuentro” es en realidad un “reencuentro”. Muchas características del objeto hallado están asignadas por matrices que precipitaron
en su vida sexual infantil, que el encuentro de un objeto lleno de futuro, sorpresas y asombro es el encuentro con un pasado, una historia olvidada,
transformada ahora en constelaciones icc prefijadas y tiránicas.
5.
6. La elección de objeto se construye previamente al encuentro con éste, se consuma primero en las fantasías.

7. El enamorado nunca es “realista” en la consideración y valoración de su objeto.

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Freud→describe que el objeto del enamorado viene a ocupar el lugar del ideal del yo. El ideal del yo del sujeto pasa a ubicarse en el objeto, el otro.
Este estado afecta la totalidad del equilibrio narcisista, es decir la totalidad de las representaciones de sí y del mundo. Hay un desborde de libido yoica
sobre el objeto que cancela represiones y restablece perversiones. Transformaciones de la libido del yo en libido objetal, una concepción del
enamoramiento en la cual lo intersubjetivo aparece en un primer plano de análisis: lo que sucede en un aparato psíquico es entendido en una dinámica
intersubjetiva.

Descentramiento y posesividad, dos caras de una misma moneda: El enamoramiento nace de un fondo dominado por la falta. En su fantasía, los
enamorados imaginan haber encontrado un antídoto contra la falta. Pero la investidura amorosa sobresalta al sujeto. El enamorado pierde algo de su

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ser, la referencia de sí. Este fenómeno complejo, el de enamorarse, es un acto de ruptura. En él el sujeto se descentra y este descentramiento será el
germen tanto del dolor como de la plenitud.
El sujeto parece haber perdido su centro de gravedad, haberlo desplazado fuera de sí, hacia el objeto. La inclusión del objeto en su órbita engrandece
imaginariamente al yo. En este estado, la posesión del objeto acerca al yo a una meta: tener-ser el ideal del yo.
El enamoramiento muestra mejor que otros fenómenos humanos cómo el sujeto dirime una problemática interior en una escena exterior con el objeto:
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pretende que el objeto a quien se dirigen las investiduras remedie lo irremediable, la angustia de castración.
Cada vez que un sujeto se enamore reaparecerá la ilusión de que el otro viene a colmarlo (esta vez sí) de un placer eterno y absoluto, a otorgarle certeza,
a curarle heridas, a comprenderlo sin fisuras.
Violencia→ El descubrimiento de que el objeto investido no es apropiable, que constituye otro diferente, es disruptivo y conmocionante: despierta
violencia. Una necesidad de control y dominación que supera la violencia habitualmente presente en todo vínculo humano. Circula en el vínculo un
nivel de violencia que se origina en la dependencia recíproca de los amantes. El enamorado, en su búsqueda de encuentro máximo, daña al objeto.

Enamoramiento y temporalidad: En el vínculo amoroso coexisten en una tensión conflictiva el deseo de que nada cambie nunca con el deseo de ir
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poblando el espacio-tiempo con productos fecundos e hijos simbólicos. Si la vivencia mágica y fusional no se adueña de la totalidad del sujeto, esto
se debe a la vigencia de otros funcionamientos del tipo del principio de realidad, a la capacidad de establecer diferencias entre el otro real y el otro
imaginado.
El pasaje de la vivencia mágica y fusional, aespacial y atemporal, a una elaboración que incluya hijos simbólicos en el espacio-tiempo coincide a
nuestro juicio con lo que Berenstein y Puget llamaron “proyecto vital compartido”.

MODOS DE ENAMORAMIENTO:
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1. Enamoramiento tipo yo ideal→ estas parejas necesitan mantener una vivencia de plenitud fusional, en la que toda insinuación de hacia o separación
sea desmentida, sosteniéndose a ultranza una díada narcisisticamente compacta y sin fisuras. En el amor a primera vista el “objeto-otro” es percibido
en un solo plano, conformando una imagen completa y homogénea. Del mismo modo, el vínculo se constituye en un solo plano, completo y unisémico.
El vínculo es igualmente despojado de su inclusión en la temporalidad: no aparecen preguntas sobre el futuro y el proyecto del vínculo; Implica el
predominio de formas de funcionamiento narcisistas no mediadas por la castración simbólica. No hay falta. El vínculo “es” el ideal. El deseo de vivir
un enamoramiento de una media naranja que viene a efectivizar la completad. Esta aspiración es evidente en aquellas personas en las que pese a los


años y los múltiples fracasos perduran ensoñaciones casi idénticas a las de la adolescencia: encontrar otro no castrado, “perfecto” que realice las viejas
aspiraciones infantiles.

2. Enamoramiento tipo ideal del yo→otras parejas incluyen en la vivencia fusional un registro de la separación y la diferencia presente entre los
amantes. En este espacio aparecen “proyectos” y de admitir interrogantes y de aceptar la alteridad que esperan los amantes que se instalen en un vínculo
estable. Este tipo de parejas que reconocen ya en el enamoramiento haber tenido “problemas” están en mejores posibilidades de iniciar un proceso de
desenamoramiento con crecimiento mental para ambos, y no basado en el sometimiento al otro o a las normas que rigen en el establishment lo que
debe ser un “buen matrimonio”. En este tipo de enamoramiento el funcionamiento narcisístico aparece mediado por la castración, tipo ideal del yo:
los enamorados constituyen una díada magnífica e idealizada, pero ésta ya no es perfecta ni absoluta, una distancia la separa del ideal. Cuanto más el
enamoramiento haya reconocido la existencia de conflictos y obstáculos, tanto menos dramático podemos imaginar el posenamoramiento.

3. El enamoramiento de “la institución”→Hay individuos que desean fervientemente acceder a esta institución por razones en sí mismas
independientes de la personalidad del otro ser humano que se elige para organizarla: desean “tener hijos”, “tener esposa”, “no estar solo”, “ser como
todos”, etc. En ellos este proyecto cuyo centro pasa por la pareja-institución está fuertemente catectizado. Para el analista no es fácil distinguir ambas
situaciones, ya que una investidura institucional de estas características está presente en toda pareja estable. Se trata de una cuestión de magnitudes o
proporciones. El enamoramiento está sostenido por la fidelidad a los enunciados identificatorios de las familias de origen, los que aportan reglas y
normas de unión. Las desavenencias y los conflictos no menoscaban el proyecto institucional, aunque sí deterioran el intercambio afectivo. El
desenamoramiento adquiere características específicas: puede ser pacífico o terriblemente tormentoso, pero no compromete la convicción básica: la
continuidad de la institución más allá de desavenencias o maltratos.

Desenamoramiento y diferenciación deseante: Según se haya constituido el vínculo, quedará esbozado el modo como se procesará el
desenamoramiento y el odio que suele acompañarlo. Sucede un tiempo de discriminación en el que se pierde la fascinación. En este momento muchas

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parejas se disuelven, se quiebran en este paso que apunta a incluir un interrogante, un aspecto vacío dentro de un conjunto de llenos, un conjunto de
rechazos dentro del conjunto de aceptaciones.
Diferenciación deseante→ Si se elaboran las injurias narcisísticas propias del desenamoramiento se accede a un nuevo modo de encuentro en la
relación de pareja, que caracterizamos como de diferenciación deseante. Rota la especularidad inicial, cada ser emerge como diferente y, no obstante,
se sostienen las investiduras deseantes.
Enamoramiento, desenamoramiento y “diferenciación deseante” no sólo son etapas vitales sucesivas, temporalmente delimitables en un corte
diacrónico, sino también una espiral lógica interna, una dialéctica observable en un corte sincrónico del funcionar cotidiano de la pareja.
El fracaso en las elaboraciones necesarias en el desenamoramiento ayuda a entender muchas de las problemáticas de la vida de pareja. La posesión del
otro, la necesidad de someterlo, es también una de las formas en que en la pareja intenta eludir el dolor de la diferenciación que se inicia en el
desenamoramiento.

El enamoramiento en la construcción de la subjetividad, repetición y recreación: La conmoción que el enamoramiento implica para los miembros del
vínculo puede ser tanto la reedición estereotipada de experiencias infantiles como una experiencia inédita que abre el camino a nuevos desarrollos y
remodelamientos del psiquismo.
El enamoramiento puede precipitar cambios en los modos habituales de relación con el otro, en las respuestas emocionales y en las acciones, fenómenos
que expresan modificaciones que, en el nivel identificatorio, son inéditas e inaugurales.
El otro pasa a ocupar un lugar privilegiado en el sistema de ideales, ya confirmando, ya conmoviendo los valores del ideal del yo previamente
consolidado.
La construcción y la definición de la subjetividad sufren impactos que dan lugar a fenómenos transformadores.
El enamoramiento descubre hasta qué punto la personalidad no se constituye de una vez y para siempre sino en sucesivas oleadas identificatorias, y

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pone en evidencia cómo cada vínculo significativo es a la vez un resultado de la tendencia a la repetición y un hecho inaugural que puede abrir camino
a funcionamientos inéditos.
En efecto, la identidad sexual→de un sujeto anclada en identificaciones provenientes de su relación con objetos parentales se redefine a todo lo largo
de la vida y muy especialmente en las relaciones de pareja. La construcción de la identidad sexual es un proceso siempre en marcha aunque con
impactos de mayor fuerza, por ejemplo el enamoramiento.

El remodelado que puede conllevar un enamoramiento origina tanto procesos de crecimiento mental como procesos negativos para el desarrollo de la
personalidad. Un ej. de los efectos negativos en el desarrollo psíquico es el estado mental al cual Piera Aulagnier denominó alienación→ En él, el
establecimiento de la relación amorosa lleva a uno o ambos sujetos a resignar su capacidad de autonomía, adjudicando al partenaire la función de

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pensamiento y sobreviniendo una verdadera muerte de él.

FREUD: “ENAMORAMIENTO E HIPNOSIS”


Enamoramiento→ no es más que una investidura de objeto de parte de las pulsiones sexuales con el fin de alcanzar la satisfacción sexual directa,
lograda la cual se extingue; es lo que se llama amor sensual, común. Pero, como es sabido, la situación libidinosa rara vez es tan simple.
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En la primera fase, casi siempre concluida ya a los cinco años, el niño había encontrado un primer objeto de amor en uno de sus progenitores; en él se
habían reunido todas sus pulsiones sexuales que pedían satisfacción. La represión que después sobrevino obligó a renunciar a la mayoría de estas metas
sexuales infantiles y dejó como secuela una profunda modificación de las relaciones con los padres. En lo sucesivo el niño permaneció ligado a ellos,
pero con pulsiones que es preciso llamar «de meta inhibida». Los sentimientos que en adelante alberga hacia esas personas amadas reciben la
designación de «tiernos».
Con la pubertad se inician nuevas aspiraciones, muy intensas, dirigidas a metas directamente sexuales.
En el marco de este enamoramiento, nos ha llamado la atención desde el comienzo el fenómeno de la sobrestimación sexual: el hecho de que el objeto
amado goza de cierta exención de la crítica, sus cualidades son mucho más estimadas que en las personas a quienes no se ama o que en ese mismo
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objeto en la época en que no era amado.


El objeto es tratado como el yo propio, y por tanto en el enamoramiento afluye al objeto una medida mayor de libido narcisista. En muchas formas de
la elección amorosa el objeto sirve para sustituir un ideal del yo propio, no alcanzado. Se ama en virtud de perfecciones a que se ha aspirado para el
yo propio y que ahora a uno le gustaría procurarse, para satisfacer su narcisismo, por este rodeo. El objeto, por así decir, ha devorado al yo. Rasgos de
humillación, restricción del narcisismo, perjuicio de sí, están presentes en todos los casos de enamoramiento.
Fallan por entero las funciones que recaen sobre el ideal del yo. Calla la crítica, que es ejercida por esta instancia; todo lo que el objeto hace y pide es
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justo e intachable. La conciencia moral no se aplica a nada de lo que acontece en favor del objeto: el objeto se ha puesto en el lugar del ideal del yo.

IDENTIFICACIÓN VS. ENAMORAMIENTO→ En la primera, el yo se ha enriquecido con las propiedades del objeto, lo ha «introyectado». En el
segundo, se ha empobrecido, se ha entregado al objeto, le ha concedido el lugar de su ingrediente más importante.Desde el punto de vista económico
no se trata de enriquecimiento o empobrecimiento; En el caso de la identificación, el objeto se ha perdido o ha sido resignado; después se lo vuelve a
erigir en el interior del yo, y el yo se altera parcialmente según el modelo del objeto perdido. En el otro caso el objeto se ha mantenido y es sobreinvestido
como tal por el yo a sus expensas.


ENAMORAMIENTO E HIPNOSIS→ La misma sumisión humillada, igual obediencia y falta de crítica hacia el hipnotizador como hacia el objeto
amado. El hipnotizador ha ocupado el lugar del ideal del yo. Sólo que en la hipnosis todas las constelaciones son más nítidas y acusadas. El hipnotizador
es el objeto único. Lo que él pide y asevera es vivenciado oníricamente por el yo; esto nos advierte que hemos descuidado mencionar, entre las
funciones del ideal del yo, el ejercicio del examen de realidad. La total ausencia de aspiraciones de meta sexual no inhibida contribuye a que los
fenómenos adquieran extrema pureza. El vínculo hipnótico es una entrega enamorada irrestricta que excluye toda satisfacción sexual, mientras que en
el enamoramiento esta última se pospone sólo de manera temporaria, y permanece en el trasfondo como meta posible para más tarde.

El amor sensual está destinado a extinguirse con la satisfacción; para perdurar tiene que encontrarse mezclado desde el comienzo con componentes
puramente tiernos, vale decir, de meta inhibida, o sufrir un cambio en ese sentido.

FREUD: “INTRODUCCIÓN AL NARCISISMO”


Es sabido que la persona afligida por un dolor orgánico y por sensaciones penosas resigna su interés por todas las cosas del mundo exterior que no se
relacionen con su sufrimiento. Mientras sufre, también retira de sus objetos de amor el interés libidinal, cesa de amar. El enfermo retira sobre su yo
sus investiduras libidinales para volver a enviarlas después de curarse.
La hipocondría se exterioriza, al igual que la enfermedad orgánica, en sensaciones corporales penosas y dolorosas. El hipocondríaco retira interés y
libido de los objetos del mundo exterior y los concentra sobre el órgano que le atarea.
Podemos decidirnos a considerar la erogeneidad como una propiedad general de todos los órganos, y ello nos autorizaría a hablar de su aumento o su
disminución en una determinada parte del cuerpo. A cada una de estas alteraciones de la erogeneidad en el interior de los órganos podría serle paralela
una alteración de la investidura libidinal dentro del yo.

¿Por qué una éxtasis así de la libido en el interior del yo se sentiría displacentera?→ el displacer en general es la expresión de un aumento de
tensión y que, por tanto, aquí, como en otras partes, una cantidad del acontecer material es la que se traspone en la cualidad psíquica del displacer.
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¿En razón de que se ve compelida la vida anímica a traspasar los límites del narcisismo y poner (setzen} la libido sobre objetos? Esa necesidad
sobreviene cuando la investidura {Besetzung} del yo con libido ha sobrepasado cierta medida. Un fuerte egoísmo preserva de enfermar, pero al final
uno tiene que empezar a amar para no caer enfermo.

Hemos discernido a nuestro aparato anímico sobre todo como un medio que ha recibido el encargo de dominar excitaciones que en caso contrario
provocarían sensaciones penosas o efectos patógenos. La elaboración psíquica presta un extraordinario servicio al desvío interno de excitaciones no
susceptibles de descarga directa al exterior, o bien cuya descarga directa sería indeseable por el momento. Ahora bien, al principio es indiferente que
ese procesamiento interno acontezca en objetos reales o en objetos imaginados.

Una tercera vía de acceso al estudio del narcisismo es la vida amorosa del ser humano dentro de su variada diferenciación en el hombre y en la mujer.
El niño (y el adolescente) elige sus objetos sexuales tomándolos de sus vivencias de satisfacción. Las primeras satisfacciones sexuales autoeróticas son
vivenciadas a remolque de funciones vitales que sirven a la autoconservación. Las pulsiones sexuales se apuntalan al principio en la satisfacción de las
pulsiones yoicas, y sólo más tarde se independizan de ellas; ahora bien, ese apuntalamiento sigue mostrándose en el hecho de que las personas
encargadas de la nutrición, el cuidado y la protección del niño devienen los primeros objetos sexuales: son, sobre todo, la madre o su sustituto.
Ciertas personas, señaladamente aquellas cuyo desarrollo libidinal experimentó una perturbación, no eligen su posterior objeto de amor según el modelo
de la madre, sino según el de su persona propia. Manifiestamente se buscan a sí mismos como objeto de amor, exhiben el tipo de elección de objeto
que ha de llamarse narcisista. En esta observación ha de verse el motivo más fuerte que nos llevó a adoptar la hipótesis del narcisismo.
Hipótesis: todo ser humano tiene abiertos frente a sí ambos caminos para la elección de objeto, pudiendo preferir uno o el otro (el narcisista o el del
apuntalamiento). Decimos que tiene dos objetos sexuales originarios: él mismo y la mujer que lo crió, y presuponemos entonces en todo ser humano
el narcisismo primario que, eventualmente, puede expresarse de manera dominante en su elección de objeto.

OM
El pleno amor de objeto según el tipo de apuntalamiento es en verdad característico del hombre. Exhibe esa llamativa sobrestimación sexual que sin
duda proviene del narcisismo originario del niño y, así, corresponde a la transferencia de ese narcisismo sobre el objeto sexual. Tal sobrestimación
sexual da lugar a la génesis del enamoramiento, ese peculiar estado que recuerda a la compulsión neurótica y se reconduce, por lo dicho, a un
empobrecimiento libidinal del yo en beneficio del objeto.

2 TIPOS DE ELECCIÓN DE OBJETO:


1. Según el tipo narcisista:
a. A lo que uno mismo es (a sí mismo)

.C
b. A lo que uno mismo fue,
c. A lo que uno querría ser, y
d. A la persona que fue una parte del sí-mismo propio.

2. Según el tipo del apuntalamiento:


DD
a. A la mujer nutricia
b. Al hombre protector y a las personas sustitutivas que se alinean formando series en cada uno de esos caminos.

Tema 11
AULAGNIER: LOS DESTINOS DE PLACER. CAPÍTULO IV: EL YO Y EL PLACER
Las relaciones de simetría y su prototipo: el amor
Poder amar exige la catectización privilegiada del yo de otro. Una vez catectizado de amor el yo del otro la posibilidad de descatectizarlo no es tan
evidente. Amar implica que el Yo haya podido diversificar y preservar cierto número de destinatarios de sus demandas de placer, no sexual. Durante
LA

el trabajo de descatetización que experimenta en su relación con el amado, y gracias a esa diversificación de los destinatarios de sus demandas, el yo
se asegura la posibilidad de recuperar placeres que le permiten soportar el sufrimiento ligado al conflicto que lo opone al amado.
El niño gracias a un trabajo de diferenciación, va a lograr separar:
1°) un conjunto de objetos que reconoce como necesarios para satisfacer sus necesidades fisiológicas
2°) Para que el yo pueda existir, es necesario que un yo lo reconozca como marcado por ese índice de realidad que es el atributo mismo de su
existencia. Estamos en el registro de lo universalmente necesario para la preservación del funcionamiento del yo, placer necesario o necesidad de un
FI

placer que no puede faltar.


3°) Objetos y metas cuya presencia y realización debe continuar esperando, pues esa esperanza es una condición para la catectizacion del proyecto
identificatorio. La esperanza de placer es necesaria para que el yo catectice el tiempo futuro por medio de su propio proyecto identificatorio.
4°) Objetos-meta, cuya obtención es considerada por el yo como fuente de un placer que él espera experimentar. Esperanza de un futuro que podría
aportarnos tal o cual placer, pero de un futuro que aceptamos continuar catectizando.

La pérdida de los objetos necesario pertenecientes a las categorías 1 y 2 conduce a la muerte.




El Yo va a separar→ a) objetos pertenecientes a la categoría de la necesidad, b) objetos necesarios para la esperanza de placer, condición esta
misma del proyecto identificatorio, c) objetos que sirven de apoyo a sus demandas, sus anhelos, su esperanza de un placer posible, siempre fuente
potencial de conflicto porque dependen de la respuesta del otro.
Relación Simétrica→se define por el sitio privilegiado que cada uno ocupa para el otro en el registro del placer y por el hecho de que cada uno
atribuye al otro un mismo poder de placer y de sufrimiento. La simetría es una reciprocidad en un poder afectivo del que ambos participantes gozan
recíprocamente.
La RELACIÓN DE SIMETRÍA (o la relación de amor) es una relación en la cual:

1) cada uno de los dos yo en presencia convierte al otro en el depositario privilegiado pero no exclusivo de sus demandas de placer.

2) cada uno de los dos yo preserva al otro como soporte de su libido gracias a un representante psíquico del otro y gracias a la relación pensada en
ese otro que fija la libido, que le asegura su objeto durante la ausencia real del amado o durante ciertos momentos de conflicto.

3) cada uno de los dos yo reconoce que el poder de placer siempre es proporcional al poder de sufrimiento, lo reconoce y acepta los riesgos,
sabiendo que estos riesgos son inseparables del placer que uno da, así como del que recibe. Esta reciprocidad viene a limitar la dependencia del amante
con respecto al amado y la torna compatible con esa parte de autonomía de las catectizaciones narcisistas que el yo tiene la obligación de preservar.

4) ese poder de placer y ese poder de sufrimiento explican la potencialidad conflictiva presente en toda relación de amor y también la posibilidad
de pasar del amor a la agresión.

5) si el amor presupone que el otro sea un objeto privilegiado en el registro de las catectizaciones y del placer, también exige que ese otro no se torne
el destinatario exclusivo de la totalidad de las demandas.

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Relación Asimétrica→ existen dos formas de relación:
1) la forma propia de la relación pasional, una variante es la alienación.

2) la que está presente en la relación del yo del psicótico con el yo de los demás en cuanto representante y garantes de la existencia de la realidad.

Ambas relaciones coinciden en un punto: el poder de placer y de sufrimiento presente entre los dos participantes nos enfrenta con una diferencia
cualitativa: en el caso de la relación pasional, el yo es inexistente para el objeto que él ha catectizado pasionalmente, o bien el objeto, si se trata de otro
yo, no reconoce al primero más que un poder de placer. En el segundo caso, o bien el yo de los otros, esos yo que el psicótico necesita, no reconocen
el índice de realidad de su propio yo, o solo reconocen un poder de sufrimiento, pero nunca un poder de placer.

Relación Pasional→ Una relación en la cual un objeto se ha convertido para el yo de otro en la fuente exclusiva de todo placer, y ha sido desplazado
por él en el registro de las necesidades. Hay tres tipos:
1) la relación del toxicómano con el objeto droga
2) la relación que vincula al jugador con esa actividad que es el juego
3) la relación del sujeto con el yo de otro, la pasión amorosa.
El yo se piensa como teniendo el poder de ofrecer placer al objeto pero como no teniendo el poder de ser para ese objeto fuente de sufrimiento, esa es
una de las razones de la dependencia pasional y del sufrimiento que implica. El yo atribuye al yo del otro un poder de placer exclusivo, este yo se
convierte en el único que puede satisfacer lo que se ha tornado para el primero una necesidad de placer.El componente sexual está presente en la
relación pasional que vincula al sujeto con el yo del otro, pero el rechazo de la satisfacción del deseo sexual que este último puede oponer no es un
obstáculo para que esa relación se preserve durante mucho tiempo. Una vez instaurada una relación pasional, la esperanza de la realización futura del

OM
deseo sexual parece suficiente para preservarla. El estado pasional, al transformar al objeto de placer en objeto de necesidad.
Tema 12
FAJN: EL CUERPO EN LA VEJEZ: UNA MIRADA PSICOGERONTOLOGICA
El impacto en el orden de las transformaciones se va armando en dirección a cambiar de posición subjetiva respecto a su modo de atravesar el
envejecimiento. Múltiples cuerpos conviven en el suyo, el cuerpo del dolor, el cuerpo que le devuelve el espejo, el cuerpo lento, inseguro, el que le
retornan sus seres cercanos. Cuerpo que es nuevamente contorneado, libidinizado en el encuentro con las miradas, con los contactos. Se irá
construyendo un sano envejecer, en la medida que vaya soportando el límite de aquello con que cuenta y pueda ir explorando las alternativas novedosas
que se le presentan, surcando las oportunidades a las que el anciano esté dispuesto a autorizarse a recorrer.
La imagen del cuerpo es la síntesis viva de nuestras experiencias emocionales, la imagen del cuerpo refiere al sujeto deseante, a su gozar, mediatizado

.C
por el lenguaje memorizado de la comunicación entre sujetos. La imagen del cuerpo es la huella estructural de la historia emocional de un ser humano.
La conciencia del tiempo como personaje activo cobra resonancia en este periodo de la vida, en una relación íntima en lo que se percibe a nivel imagen,
de representación del cuerpo (imagen del cuerpo) y también desde lo que palpita como sensorialidad (esquema corporal).
La estructura recreativa se arma gestando diversas formas a través de las cuales cada uno de los participantes encontrará un lugar donde poder:
conectarse con y desplegar su deseo, hallar actividades productoras de placer, identificar sus posibilidades actuales en lo corporal, lo social y en lo
DD
emocional, a través de la acción y reflexión. Apropiarse de nuevos saberes, seguir actualizándose, sentirse valorado, encontrarse con un grupo de pares,
divertirse, crear y recrearse.
El conflicto que impide aceptar el envejecimiento→es el desfasaje que el adulto mayor enfrenta entre lo que siente que puede y lo que puede en
realidad. Envejecer es un proceso que, a lo largo de la vida, requiere de un trabajo psíquico de elaboración, basado en re-significaciones a nivel de lo
subjetivo. El anciano enfrenta, en su cuerpo, cambios que modifican su esquema corporal y su imagen, llevándolo a una tarea psíquica de re-
conocimiento y re-elaboración entre aquel cuerpo conocido
El cuerpo es un lugar de inscripción de lo icc y es una representación simbólica que el sujeto deberá construir, también simbólicamente, a través de su
historia, y que por ser sede pulsional estará permanentemente abierto a re-significaciones. La mirada de los otros devuelve al viejo su nueva
LA

representación corporal, ayudándolo a transformar la representación de su cuerpo joven, en el trabajo de duelo que debe elaborar.
FERRERO: ENVEJECIMIENTO Y VEJEZ. CAPÍTULOS 1 Y 3
La vejez→ como proceso da cuenta del entrecruzamiento particular y subjetivo de cada ser humano y su propia historia. La vejez como proceso por
una ley de vida que sitúa como condición de lo vivo a lo perecedero. Nos negamos a reconocer nuestra condición humana finita rechazando así la
posibilidad de asumir nuestra esencia, herida narcisista que insiste generación tras generación, herida que impide elaborar la propia existencia y llama
a la huida. La vejez es un fenómeno transhistórico, para cada individuo representa un destino particular y singular que le es propio.
FI

Dos ejes definen que es un viejo→ la vejez se ha convertido en un asunto público y hay muchos intereses en este grupo poblacional.
La vejez, determinada por cuestiones políticas y alrededor de una edad definida desde un pasaje de lo activo a lo pasivo en el campo laboral, deja de
ser un asunto privado y familiar y se convierte en un fenómeno social importante que mantiene ocupada a la administración pública.

Se adoptan nuevas terminologías: tercera edad con un matiz de dinamismo y autonomía, que reemplaza el concepto de vejez. Creando así un modelo
del buen envejecer y relanzan a los viejos al circuito económico, al mercado del consumo del que habían sido excluidos por el ritual jubilatorio.
La situación vivida por los viejos muestra la ambigüedad de la condición humana, aun cuando viven en este mundo se los considera como seres que


ya no forman parte de él.

Los factores que entran en juego para definir algo del estatuto social del anciano:
- El primero es la fragilidad física, la condición del anciano sería más pesada de llevar en las sociedades menos civilizadas, aquellas que se basen en
la ley del más fuerte.
- Un 2do factor podría ser el conocimiento y la experiencia que se derivan de la duración de la vida. Las sociedades que más favorecieron la ancianidad
fueron aquellas basadas en la tradición oral y en las costumbres, donde el anciano era el vínculo entre la generación actual y la memoria colectiva.
- Un 3er factor es la alteración de los rasgos físicos
- Un 4to factor podría ser que la edad produce que se acumulen más parientes y que las alianzas matrimoniales y las nuevas generaciones aparezcan.

La vejez lleva consigo la dialéctica de pérdidas, encuentros y reencuentros, en esa síntesis renovada que es vivir siendo hasta el fin.
La elaboración psíquica de cualquier pérdida requiere del trabajo del duelo, trabajo que lentamente desmantelará las representaciones ligadas al objeto
perdido, a fin de liberar la energía libidinal, que se conducirá a revestir nuevos objetos.

La vejez patológica→ adquiere preponderancia allí donde el desamparo se ha constituido en el entorno de todos los días, cuando desde el mundo
exterior no hay sostenes afectivos. En la vejez el monto de las pérdidas vienen desde todos los frentes: en el yo, en los procesos fisiológicos y en el
mundo de las relaciones afectivas.

FREUD: LA TRANSITORIEDAD.
El valor de la transitoriedad es el de la escasez en el tiempo. La restricción en la posibilidad del goce lo torna más apreciable. La revuelta anímica
contra el duelo la que les desvalorizó el goce de lo bello.Poseemos un cierto grado de capacidad de amor, llamada libido, que en los comienzos del
desarrollo se había dirigido sobre el yo propio.

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Si los objetos son destruidos o si los perdemos, nuestra capacidad de amor (libido) queda de nuevo libre. Puede tomar otros objetos como sustitutos o
volver temporariamente al yo. La libido se aferra a sus objetos y no quiere abandonar los perdidos aunque el sustituto ya esté aguardando. Eso, entonces,
es el duelo. Cuando acaba de renunciar a todo lo perdido, se ha devorado también a sí mismo, y entonces nuestra libido queda de nuevo libre para, si
todavía somos jóvenes y capaces de vida, sustituirnos los objetos perdidos por otros nuevos que sean, en lo posible, tanto o más apreciables.
FREUD: CARTA A ROMAIN ROLLAND
Hay dos posturas con respecto a la muerte: lo perecedero no tiene valor y desmiente que es algo perecedero, posición desmedida de realidad. Ambas
posturas son de declinación y desmentirá, pero Freud le da valor a la transitoriedad→ valor de escasez del tiempo, ninguna de las dos posturas
enfrentar un trabajo de duelo, porque solo el valor de la transitoriedad le da energía al duelo, transitando cierto dolor se le puede dar valor a lo
transitorio.
Hay trabajos psíquicos que le dan valor al devenir, el aparato psíquico es una estructura abierta con nuevas resignificaciones, con un trabajo de duelo
previo (en función del cuerpo, tiempo y de las funciones), hay una temporalidad lógica: retroacción y acontecimiento.
El proyecto identificatorio→es con posibilidades acotadas en la vejez, pero es necesario el trabajo de duelo, hay una reformulación en relación al
ideal (narcisismo), lo que aspiro a ser se ajusta a las posibilidades del tiempo y cuerpo presentes.

Reformulaciones en cuestión del:


1) Cuerpo: En la vejez también hay cambios, el cuerpo presenta sus limitaciones, dolores corporales. Obliga a una transformación de la imagen icc
del cuerpo, desfasaje del esquema corporal con el cuerpo real.
2) Funciones: pasivo desde el punto de vista laboral, desde lo social la sociedad le da cierto lugar a los ancianos, muerte de los pares. Suplementación
en la relación de las nuevas generaciones.
3) Tiempo: el tiempo es más escaso, muerte real.

OM
IACUB: IDENTIDAD Y ENVEJECIMIENTO
Cap. 3: el envejecimiento desde la identidad narrativa.
Se destaca la identidad Narrativa. Esta teoría tiene dos ejes centrales:
Por un lado, permite comprender y explicar los modos en que un sujeto evalúa los cambios que producen discrepancias en la identidad,
Por el otro, las formas de elaboración narrativa que otorgan un sentido de coherencia y continuidad. Este movimiento psíquico permite reconocer
la discordancia, o configuración.

La configuración tiene como objetivo resolver las discrepancias que generan incertidumbres, y temores a partir de creencias que nos permiten alcanzar

.C
el bienestar.Las variantes por las que se promueve la concordancia da cuenta del uso de identidades retrospectivas.

IDENTIDAD NARRATIVA:
Es una dimensión de la práctica o procedural, en la medida en que enfatiza la incidencia del presente como categoría de análisis, ya que la integración
de la experiencia solo toma lugar a través de los cuadros actuales de comprensión. La identidad narrativa aparece en un movimiento dialéctico entre lo
DD
discordante y lo concordante, lo incoherente y lo coherente.
La integración de significados, o de versiones de sí mismo, ofrece un sentido de unidad que posibilita ver al sujeto como un todo coherente en el
espacio y el tiempo y con un propósito, donde se articula el presente como una progresión lógica desde el pasado y orientada hacia el futuro.
Ricoeur lo concibe como alguien que lee su vida como si fuera otro, al mismo tiempo que la escribe, y en ese movimiento de lectura y escritura se
produce una transformación de la representación que tiene de sí.
Bruner lo define al pensamiento narrativo como el medio por el cual el sujeto se cuenta historias a sí mismo ya otros. La narración de historias
implica una construcción de significados que le otorga sentido a la experiencia.
LA

-La fragilidad identitaria→ El sujeto identifica su identidad a partir del reconocimiento del otro. Las variaciones en la identidad, relativas a las
diversas posiciones que enfrenta el sujeto ante el otro, promueven experiencias de fragilización de las figuraciones identitarias. Estas variaciones tienen
una particular gravitación en las crisis vitales, cuando el pasaje a una nueva etapa pone en cuestión la continuidad de la figuración del sí mismo, y
puede producir una “ruptura biográfica” o narrativa ya que el sujeto siente que su nueva identidad es desconocida, negativa o estigmatizada.
Arcinero sostiene que los cambios inesperados en el ciclo vital coinciden con etapas de transición, en las que el sistema aumenta los grados de
variabilidad, de inestabilidad y de susceptibilidad a las perturbaciones, hasta la generación de una nueva configuración global.
FI

-La refiguración→ Alude al cambio en la figuración a través de nuevas categorías narrativas desde la que se pensaba el sujeto. El sujeto se siente
interpelado por el nuevo contexto de significación o circunstancia vital y requiere una reelaboración identitaria
El cuerpo es uno de los contextos donde se producen los cambios más resonantes, ya que es un espacio de reconocimiento social e individual y un
recurso de afrontamiento.
La dificultad de organizar una identidad como viejo se expresa en una escisión de sí, manifestada de modos muy curiosos. La dificultad del
reconocimiento personal, una escisión que parece ser entre el que puede y no puede, puede promover un sentimiento de inconsistencia y de vacío.


-La configuración→ Implica la tarea de aprehender como un todo, circunstancias discontinuas y no coherentes, y darle un sentido que vuelva seguible
y comprensible un conjunto de actos
La función de la narrativa es restaurar esos acontecimientos azarosos con sentido que den al presente recordado un curso de vida coherente e integrado
y generar un incremento en el bienestar.
La configuración aparece como la respuesta de cierre a la refiguración,la cual tendrá diversas modalidades y niveles. El relato y el otro se vuelven
soportes de identidad, y solo allí el sujeto puede sentirse con una figuración más clara y estable.

El proceso configurativo requerirá de diversos modos de elaboración que permitan a las personas de mediana edad y a los viejos darse continuidad,
coherencia y posibiliten restablecer un sentido ante ciertos limites que se presentan como disruptivos a medida que avanza el envejecimiento.
El relato tiene dos funciones esenciales: (Ricoeur)
- Brindar una continuidad narrativa a la dimensión temporal de la vida.
- Encadenar historias discontinuas de la propia vida que dificultarían reconocer un sentido de identidad.
La identidad narrativa, tanto de los individuos como de las comunidades, podría considerarse el producto inestable de la intersección y el
entrecruzamiento entre la historia y la ficción. El sujeto requerirá de un relato que sostenga dicha necesidad y se realizarán múltiples interpretaciones
de la historia, lo cual redundará en una historia ficcionada.
La identidad narrativa es la resultante de las múltiples transformaciones que establece un sujeto en su identidad con base formas y regulaciones
objetivas que tienen las narraciones en nuestra cultura.

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