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Carles Pamies
Universidad Autónoma de Madrid
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All content following this page was uploaded by Carles Pamies on 15 November 2014.
Introducción
1
'mal llamados' grandes debates en Relaciones Internacionales (Wilson, 1998) 1. Una vez hecho esto,
se pasará a explicar qué posición particular adopta cada una esas recientes teorías, para terminar
planteando unas consideraciones finales. La conclusión de este trabajo es clara: la metodología es
una elección de extrema importancia a la hora de investigar en Relaciones Internacionales y que
nace no solamente de las visiones del mundo, sino también de las visiones de lo que es hacer
ciencia.
Autores como Kaplan4 auguraron la llegada de un nuevo debate que dejaba atrás la pugna
entre realistas y idealistas. El autor americano, que no escondía su preferencia cientificista, hizo un
análisis de las críticas tradicionalistas al enfoque behaviorista, entre ellas el propósito del
investigador en la política (a diferencia de en la ciencia natural), la importancia de entender ese
propósito, los peligros de confundir modelos con realidades o la inadecuación del método científico
a la política internacional, entre otros. Kaplan trató de desmontar lo que para él eran las falacias o
inexactitudes de esas críticas; explicando así pues cómo el propósito es irrelevante y separable de la
investigación, o cómo el propósito es directamente algo secundario y conviene fijarse en los tipos
1 Wilson, P., 'The Myth of the “First Great Debate”', Review of International Studies, 24 (Special Issue), 1998: 1-15.
2 Kaplan, M. 'The New Great Debate: Traditionalism vs. Science in International Relations', World Politics, Vol. 19,
No. 1, (Oct., 1966), pp. 1-20.
3 Singer, J. D. (ed.) Quantitative International Politics, Free Press: New York, 1968.
4 Kaplan, op. cit.
2
de sistemas que existen y las generalizaciones que en ellos se hacen. También Kaplan criticó
duramente que se denoste al behaviorismo porque use técnicas que a veces no tienen validez, ya que
eso se debería tratar como una crítica a técnicas particulares que no han tenido éxito y no como un
fallo de la aproximación cientificista en sí, del mismo modo en el que defiende el poder explicativo
de los 'modelos de sistemas'. El autor, no obstante, fue consciente de algunos de los fallos del
cientificismo, como el hecho de que buscar una teoría general sea casi una quimera y que la ciencia
social tenga mayores dificultades que las otras ciencias, pero confiaba en que los modelos teóricos
pudieran seguir permitiendo que se planteen interesantes preguntas de fondo.
En las antípodas de Kaplan se encontraba Hedley Bull, y una muestra de eso es su artículo
sobre la aproximación clásica a la teoría internacional, en el que hace un apuesta por el estudio a
través del tradicionalismo histórico en la política (Bull, 1966) 5. Más generoso que Kaplan con los
autores a los que criticó (entre ellos el mismo Kaplan), el autor australiano puso de manifiesto la
lejanía del behaviorismo de la 'sustancia' del debate internacional; la a veces excesiva fijación en
asuntos secundarios y no centrales debido a que estos últimos son difíciles de operacionalizar; los
logros en base a usar herramientas clásicas y no tanto cientificistas; la 'deliberadamente abstracta
simplicación, alejada de la realidad' a través de los modelos que, a costa de simplificar el análisis, lo
convierten en algo de dudosa veracidad (se pregunta si debemos plantearnos si son verdaderos o no
y no tanto si son útiles o no lo son); el insulso 'fetiche' de la cuantificación; la necesidad de la
búsqueda de rigor a través de la reforma del tradicionalismo y no de la creación de nuevas
aproximaciones; y, finalmente, la falta de autocrítica del behaviorismo.
Los textos de Kaplan y Bull, escritos ambos en 1966, muestran una sorprendente
incapacidad para ver las diferentes aproximaciones como rivales y no como complementarias. Así,
el debate a dos frentes abierto entre los autores (con referencias directas entre ellos) les impide ver
cómo, a modo de ejemplo, el cientificismo permite explicar cuestiones como el tráfico de armas y
su relación con los poderes mediante el uso de métodos estadísticos, correlaciones y regresiones o la
lógica nuclear mediante la teoría de juegos y cómo el tradicionalismo permite articular mucho
mejor aspectos como serían las lógicas de poder entre las potencias mediante el discurso filosófico e
histórico.
5 Bull, H. 'Internationa Theory: The Case for a Classical Approach', World Politics, Vol. 18, No. 3 (Apr., 1966), pp.
361-377.
3
Por otro lado, este retrotraimiento al analizar de forma comparada dos de los más influyentes
pero también primitivos textos sobre metodología en Relaciones Internacionales no nos permite ver
algunos de los desarrollos que estuvieron por venir. De este modo podemos ver cómo ni Kaplan ni
Bull arrojan crítica alguna sobre cuestiones que afecten directamente a la forma en la que debería
crearse teoría. En este sentido creemos que hasta la llegada de las aportaciones de Vasquez 6 no fue
posible explicar cómo debería ser una buena formulación teórica: concreta, falsable (Popper), con
poder explicativo, con voluntad de ser mejorada, consistente y parsimónica.
Más allá de los grandes debates, si nos centramos en términos globales de posicionamiento
de las teorías, nos damos cuenta de que el racionalismo agrupa al grueso de pesos pesados en la
teoría de relaciones internacionales (Hay, 2002: 28)7. Tanto las teorías de elección racional, el
realismo, el neorrealismo y el neoliberalismo se adscriben a él. Otras interesantes discusiones tienen
que ver con las diferencias entre las teorías parsimónicas y las teorías complejas (op. cit.: 29), la
variación entre lógica inductiva y deductiva (op. cit.: 31). Para Colin Hay, en la cuestión sobre
parsimonia y complejidad existe un compromiso en la medida en la que se encuentran en un mismo
eje (parsimony-complexity trade-off). Neorealismo y teoría de elección racional se encontrarían en
el extremo parsimónico, mientras que el posmodernismo etnográfico en el extremo de la
complejidad, estando el institucionalismo y el constructivismo en una posición intermedia (op. cit.:
36). En el eje deductivo-inductivo, de mayor deducción a mayor inducción, las teorías se posicionan
tal que el racionalismo se encuentra primero y el behaviorismo último, encontrándose en medio, por
orden, la teoría de la elección racional, el institucionalismo histórico, el constructivismo y el
postbehaviorismo.
6 Vasquez, John A. "The Post-Positivist Debate: Reconstructing Scientific Enquiry and International Relations Theory
After Enlightenment’s Fall." International Relations Theory Today. Eds. Ken Booth and Steve Smith. Cambridge:
Policy Press, 1995. Pág, 230.
7 Hay, C., Political Analysis. A critical introduction, Palgrave MacMillan: New York, 2002.
4
La metodología en las nuevas teorías de Relaciones Internacionales
En este apartado hablaremos de las tres teorías más recientes fuera del mainstream
(realismo, liberalismo, constructivismo) y con mayor énfasis en el componente metodológico. Estas
tres teorías son el realismo crítico, la teoría de la complejidad y el posmodernismo
(gubernamentalidad). También se hará referencia a teorías como la unipolaridad, la sociología
histórica o la sociología política internacional, pero no se dedicará, por motivos de espacio, un
apartado propio a cada una de ellas. Antes de entrar en las teorías conviene apuntar que cuando se
use el concepto 'ontología' se hace referencia a la cuestión de qué hay que estudiar, de cómo es el
mundo internacional; cuando se hable de 'epistemología' se habla de cómo conocer la realidad, de
cómo aprehenderla; y que cuando hablamos de 'metodología', como ya dijimos en la introducción,
hablamos de las herramientas. Para poder entender la metodología de una teoría es necesario
entender con anterioridad la ontología y la epistemología y, por tanto, deberemos desgranar estas
cuestiones en primer lugar.
8 Crick, B., The American Science of Politics, Its Origins and Conditions, Routledge: Londres, 1959.
9 Dahl, R. A., 'The Behavioural Approach', American Political Science Review, 1961, n. 55, 763-72.
10 Easton, D., 'The Current Meaning of “Behaviouralism”' en J.C. Charlesworth (ed.), Contemporary Political
Analysis. Free Press: New York, 1967.
11 Smith, S., 'Positivism and Beyond', en S. Smith, K. Booth y M. Zalewski (eds.), International Theory: Positivism
and Beyond. Cambridge University Press: Cambridge, 1996.
5
regulares; la veracidad de las regularidades debe ser comprobada medianta ciencia empírica y
cuantificable; y que el método científico no debe entender de juicios éticos ni ser influenciada. Las
respuestas tradicionalistas son igualmente claras (Sanders, 1995)12: la cuantificación es en muchos
casos imposible o que las agendas y los puntos de partida sesgan inevitablemente.
Realismo crítico
El realismo crítico no nace como teoría sino como una metateoría (Wight y Joseph, 2010:
23)13. Aunque el realismo crítico tenga ligeras influencias del marxismo, tampoco es siquiera un
manual de acción política. Nacido en la academia occidental (Reino Unido y Australia, London
School of Economics and Political Science) esta metateoría se ve especialmente influenciada por la
filosofía de la ciencia de los años cincuenta y setenta. El realismo crítico, además, ve a una parte de
la realidad como objetiva y pone los factoraes materiales por encima de los ideacionales. Tal vez
por su origen en la filosofía de la ciencia, el realismo crítico tiene la ontología como punto
arquimédico, y es hacia ese terreno hacia el cual pretende desplazar el resto de debates. En este
sentido no es extraño que las preguntas que se planteen tengan que ver con cómo entender el
mundo. El realismo crítico trasciende de algún modo a dos de las posiciones ontológicas clásicas
(Patomaki y Wight, 2000: 233)14: el positivismo y el postpositivismo. El positivismo entiende que
sólo podemos hacer ciencia a través de lo que percibimos, mientras que el postpositivismo entiende
que lo que construye el hombre es aquello que es susceptible a ser objeto de teoría. El realismo
crítico entenderá que existen elementos sobre los cuales el ser humano no tiene nada que ver y
elementos sobre los cuales el ser humano sí tiene que ver, aunque sea mínimamente. A esa
distinción es a la que Bhaskar llamará el eje de lo transitivo (teorías, hecho, creencias, lenguaje) y lo
intransitivo, y determinará que lo intransitivo puede influir sobre lo transitivo.
12 Sanders, D. 'Behaviouralism', en Marsh, D. y Stoker, G. (eds.), Theory and Methods in Political Science.
MacMillan: Londres, 1995.
13 Wight, C. y Joseph. J., Scientific Realism and International Relation, Palgrave MacMillan: Londres y NY, 2010.
14 Patomaki, H. y Wight, C., 'After Postpositivism? The Promises of Critical Realism' en International Studies
Quarterly, Vol. 44, No. 2 (Jun., 2000), pp. 213-237.
6
Al punto clave en nuestra caracterización sobre el realismo crítico llegamos cuando vemos
cómo en su metodología apuestan por el pluralismo. El realismo crítico explicará cómo se pueden
utilizar muchas herramientas y aproximaciones para acceder al conocimiento de la realidad, aunque
solamente de lo transitivo. De aquí se justifica que la metodología entienda que deba haber un
proceso de repensar constantemente las formas de obtener conocimiento, si bien parece existir una
clara apuesta por el cualitativismo.
Esto último, no obstante, plantea interesantes preguntas de fondo. En este sentido, y relativo
a la epistemología, si el realismo crítico busca horadar lo intransitivo y que cada vez conozcamos
más cosas, ¿no están en realidad distinguiendo lo intransitivo de lo transitivo según si conocemos
algo o no lo conocemos? Incluso algo más de fondo: ¿cuando llegamos a conocer algo y pasa de ser
intransitivo a transitivo pasamos automáticamente a poder influenciarlo? ¿cómo es exactamente ese
proceso? Finalmente, y sobre la ontología, si lo que aporta el RC es una ontología renovada, y la
ontología, según diría Wight, es la base de cualquier teoría, en qué fase de la conversión del
realismo crítico de una metateoría a una teoría nos hallamos.
Teoría de la complejidad
7
empieza a descubrir que la física newtoniana era insuficiente en la medida en la que se descubre la
complejidad, es decir: cuando se descubre que, aunque hayan ecuaciones básicas de fondo, los
pequeños cambios alteran tanto el punto de partida que los resultados terminan siendo caóticos. Los
fractales de Mandelbrot, las reacciones termodinámicas de no equilibrio de Belousov-Zhabotinsky y
los patrones de Turing fueron todos ellos signos que apuntaron a un mismo principio: reglas simples
dan lugar a objetos complejos.
8
antireduccionismo (Bousquet y Curtis, 2011: 45)15, de la panarquía (Kavalski, 2007: 446)16 y de la
reciprocidad causal. Anti-esencialismo estatal (Bousquet y Curtis, 2011: 49) al dar preferencia a los
procesos sociales como constituyentes de la realidad.
Teoría de la gubernamentalidad
15 Bousquet, A. y Curtis, S., “Beyond models and metaphors: complexity theory, systems thinking, and international
relations”, Cambridge Review of International Affairs, Vol 24, nº 1, 2011, pp. 43-62.
16 Kavalski, E., “The fifth debate and the emergence of complex international Relations theory: notes on the
application of complexity to the study of International Life”, Cambridge Review of International Affairs, Vol. 20,
nº3, 2007, pp. 435-454.
17 Kavalski op. cit. p. 447.
18 Hace referencia al curso 'Seguridad, Territorio y Población' impartido en el Collège de France entre 1977 y 1978 por
Michel Foucault. Disponible a través del Fondo de Cultura Económica, primera edición de 2004.
9
Este último concepto, el de biopolítica, es uno de los conceptos fundamentales, y nace con el
estudio de las epistemias, de cómo el conocimiento crea un orden y una realidad, siendo la
sexualidad una de esas epistemias centrales. El tema de la sexualidad es una bisagra entre dos de las
producciones de Foucault (Merlingen, 2006: 189) 19, una sexualidad que no solamente se reprime,
sino que se produce. Foucault explica cómo las autoridades crean discursos que invocan a la
construcción de un tipo de sexualidad y cómo el lenguaje increpa al individuo a producirse en un
discurso sexual. La sexualidad deja de ser entonces una cuestión individual y pasa a convertirse en
un dispositivo con naturaleza específica, la capacidad de administrar y gestionar la población
(Joseph, 2010: 225)20.
19 Merlingen, M., "Foucault and World Politics: promise and challenges of extending governmentality theory to the
European and beyond", Millenium: Journal of International Studies, vol 35, nº1, 2006, pp. 181-196.
20 Joseph, J., 'The limits of governmentality: Social theory and the international' en European Journal of International
Relations, 2010 16: 223
10
empírico a lo abstracto a través de la 'caja de herramientas' foucaultiana con el fin último de dar
respuesta al poder dominador.
21 Hobson, J., “What’s at stake in ‘bringing historical sociology back into International Relations’? Transcending
“Chronofetichism’ and ‘Tempocentrism’ in International Relations”, en Hobden, S. y Hobson, J., Historical
Sociology of International Relations, Cambridge University Press, Cambridge, 2002, pp. 3-41.
22 Bigo, D. y Walker, R.B.J., “Political Sociology and the Problem of the International”, Millennium: Journal of
International Studies, Vol. 35, nº3, 2007, pp. 725-739.
11
las relaciones con el fin de permitir un análisis 'de las posiciones, distancias y trayectorias de los
agentes en un campo' (Bigo, 733). La sociología política internacional comparte además con teorías
como el realismo crítico una ontología de lo intransitivo, aunque definida, como no podía ser de
otra manera, como habitus: aquello que no llegamos a conocer pero que a veces reificamos
inconscientemente. También el concepto de habitus hace referencia a la metodología, una
metodología que, influida por la concepción de que no todas las acciones son operacionalizables
(Bigo 2001: 55)23, trata de escapar de las prácticas de rational choice y teoría de juegos. En
cualquier caso la falta de una metodología clara en la medida en la que solamente se rechaza lo
científico y plantea como deseable aquello que sea plausible muestra un miedo a la creación de una
teoría académica.
Teorías como la de la unipolaridad, como casi cualquier teoría neorrealista sobre poder
hegemónico y estabilidad internacional, tiene un patrón bastante reduccionista que se ve
representado en también en la forma en la que plantea su metodología. En este sentido, como
comentan Ikenberry y otros, la poca variedad de variables dependientes estudiadas tradicionalmente
(paz, estabilidad) deja el análisis muy cercenado, más aún en la actualidad, ante un escenario de
más que evidente cambio en la distribución del poder (Ikenberry, Mastanduno y Wohlforth,
2009:21)24.
Consideraciones finales
Nunca es sencillo llegar a conclusiones cuando de lo que se trata son de términos que
Popper definiría como inconmensurables, nuevamente en los dos sentidos del término: por ser
imposibles de medir y por ser de naturaleza extensa. Con este trabajo hemos mostrado cómo las
nuevas teorías en Relaciones Internacionales sienten una especial preocupación no solamente en los
puntos de partida, en los fines teóricos o en la ontología, sino también en la forma en la que
aproximarse al conocimiento. El ahora lejano segundo debate en Relaciones Internacionales se
encuentra en estos días más candente y vivo que nunca.
23 Bigo, D., “Pierre Bourdieu and International Relations: Power of Practices, Practices of Power”, International
Political Sociology, Nº5, 2011, pp. 225-258
24 Ikenberry, J., Mastanduno, M. y Wohlforth, W., “Unipolarity, State Behaviour and Systemic Consequences”, World
Politics, Vol. 61, Nº1, 2009, pp. 1-27.
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A lo largo de estas páginas hemos visto a través de los tres grandes ejemplos del realismo
crítico, la teoría de la complejidad y la teoría de la gubernamentalidad, tres formas muy distintas de
hacer investigación en Relaciones Internacionales. La teoría de la gubernamentalidad, inspirada en
el posmodernismo, tiene una metodología cercana al tradicionalismo, bien alejada de la clara
apuesta por el cientifismo no excluyente la teoría de la complejidad, pero sin olvidar el peso y la
importancia de combinar todo ello con las perspectivas históricas y el pensamiento especulativo e
imaginativo. El realismo crítico apuesta por un pluralismo con sesgo cualitativo pero solamente de
una parte de la realidad: de lo intransitivo. Los ejemplos de la sociología añaden incluso más
matices, ya que aunque la sociología histórica se alinea en este sentido con el tradicionalismo de la
teoría de la gubernamentalidad, la sociología política internacional nos muestra otra forma de hacer
metodología: no decidirse por nada más que por aquello que resulte plausible.
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