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La metodología en las nuevas teorías de Relaciones Internacionales

Article · May 2014


DOI: 10.13140/2.1.2089.9522

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Carles Pamies
Universidad Autónoma de Madrid
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Metodología en las teorías contemporáneas de RR.II.

Introducción

Hablar de metodología en Ciencias Sociales en general y en Relaciones Internacionales en


particular es siempre un asunto complejo en las dos acepciones del término. Complejo porque
requiere un sólido conocimiento de cómo llevar a cabo el proceso de investigación, pero también
fuertemente condicionado por la sensación de inferioridad que estas disciplinas han venido
tradicionalmente a demostrar respecto a las matemáticas, la física o la biología, esto es, las Ciencias
Naturales. Análogamente a los siete problemas del milenio en matemáticas, disciplinas fuera de las
Ciencias Naturales tienen sus problemas irresueltos, con la pequeña diferencia de que al menos
Perelman consiguió resolver la conjetura de Poincaré. ¿Las identidades se crean en base a las
identidades de los otros? ¿Las prácticas son prácticas discursivas? ¿Qué podemos hacer con las
palabras? ¿Existen regímenes de verdad que son en realidad doxa y, de existir, cómo son? En este
sentido, temas como la textualidad o la deconstrucción son los temas principales de estudio en
escuelas como el del posestructuralismo nacido en Francia a partir de los años sesenta. Las
analogías con los 'hermanos mayores' en la ciencia son constantes y del mismo modo en el que algo
tan elemental a las matemáticas como la geometría euclidiana basada en un plano es falsa en la
medida en la que vivimos en un mundo esférico, las grandes verdades de la humanidad están
hechas, para algunos autores, sobre un cúmulo de mentiras.

El presente trabajo tratará de desgranar la cuestión metodológica en las nuevas teorías de


Relaciones Internacionales, poniendo especial énfasis en la teoría de la complejidad, el realismo
crítico y las teorías 'posmodernas'. Por metodología hacemos referencia a aquellas herramientas
que se utilizan con el fin de obtener conocimiento, las cuales, obviamente, dependerán de la visión
que se tenga del mundo y de la política. Se empezará con una breve explicación del contexto de la
metodología en la disciplina que consistirá en una introducción sucinta del segundo de los tal vez

1
'mal llamados' grandes debates en Relaciones Internacionales (Wilson, 1998) 1. Una vez hecho esto,
se pasará a explicar qué posición particular adopta cada una esas recientes teorías, para terminar
planteando unas consideraciones finales. La conclusión de este trabajo es clara: la metodología es
una elección de extrema importancia a la hora de investigar en Relaciones Internacionales y que
nace no solamente de las visiones del mundo, sino también de las visiones de lo que es hacer
ciencia.

Contexto. El segundo debate en Relaciones Internacionales.

En Relaciones Internacionales los grandes momentos de la disciplina se han venido


articulando en los conocidos Grandes Debates. Tras el debate idealista-realista, el siguiente de los
grandes puntos de conflicto en la academia en Relaciones Internacionales ha sido el debate entre los
defensores del estudio a través del cientificismo y los defensores del tradicionalismo. Este debate
tiene lugar entre los años sesenta y setenta y tiene como foco el modo de aproximarse al
conocimiento en las relaciones internacionales, es decir, el método. El cientificismo o behaviorismo
se centraba en la matemática, la estadística, la teoría de juegos y la modelación, y no pensaba
necesariamente en teorías a priori sino en la idea de que existen regularidades y correlaciones que
se puede sistematizar en modelos (Kaplan2, Singer3 y otros). El tradicionalismo, por su parte,
muestra interés en el conocimiento histórico y en el cualitativismo y creen, como Morgenthau o
Bull, que 'pensar es investigar'.

Autores como Kaplan4 auguraron la llegada de un nuevo debate que dejaba atrás la pugna
entre realistas y idealistas. El autor americano, que no escondía su preferencia cientificista, hizo un
análisis de las críticas tradicionalistas al enfoque behaviorista, entre ellas el propósito del
investigador en la política (a diferencia de en la ciencia natural), la importancia de entender ese
propósito, los peligros de confundir modelos con realidades o la inadecuación del método científico
a la política internacional, entre otros. Kaplan trató de desmontar lo que para él eran las falacias o
inexactitudes de esas críticas; explicando así pues cómo el propósito es irrelevante y separable de la
investigación, o cómo el propósito es directamente algo secundario y conviene fijarse en los tipos

1 Wilson, P., 'The Myth of the “First Great Debate”', Review of International Studies, 24 (Special Issue), 1998: 1-15.
2 Kaplan, M. 'The New Great Debate: Traditionalism vs. Science in International Relations', World Politics, Vol. 19,
No. 1, (Oct., 1966), pp. 1-20.
3 Singer, J. D. (ed.) Quantitative International Politics, Free Press: New York, 1968.
4 Kaplan, op. cit.

2
de sistemas que existen y las generalizaciones que en ellos se hacen. También Kaplan criticó
duramente que se denoste al behaviorismo porque use técnicas que a veces no tienen validez, ya que
eso se debería tratar como una crítica a técnicas particulares que no han tenido éxito y no como un
fallo de la aproximación cientificista en sí, del mismo modo en el que defiende el poder explicativo
de los 'modelos de sistemas'. El autor, no obstante, fue consciente de algunos de los fallos del
cientificismo, como el hecho de que buscar una teoría general sea casi una quimera y que la ciencia
social tenga mayores dificultades que las otras ciencias, pero confiaba en que los modelos teóricos
pudieran seguir permitiendo que se planteen interesantes preguntas de fondo.

En las antípodas de Kaplan se encontraba Hedley Bull, y una muestra de eso es su artículo
sobre la aproximación clásica a la teoría internacional, en el que hace un apuesta por el estudio a
través del tradicionalismo histórico en la política (Bull, 1966) 5. Más generoso que Kaplan con los
autores a los que criticó (entre ellos el mismo Kaplan), el autor australiano puso de manifiesto la
lejanía del behaviorismo de la 'sustancia' del debate internacional; la a veces excesiva fijación en
asuntos secundarios y no centrales debido a que estos últimos son difíciles de operacionalizar; los
logros en base a usar herramientas clásicas y no tanto cientificistas; la 'deliberadamente abstracta
simplicación, alejada de la realidad' a través de los modelos que, a costa de simplificar el análisis, lo
convierten en algo de dudosa veracidad (se pregunta si debemos plantearnos si son verdaderos o no
y no tanto si son útiles o no lo son); el insulso 'fetiche' de la cuantificación; la necesidad de la
búsqueda de rigor a través de la reforma del tradicionalismo y no de la creación de nuevas
aproximaciones; y, finalmente, la falta de autocrítica del behaviorismo.

Los textos de Kaplan y Bull, escritos ambos en 1966, muestran una sorprendente
incapacidad para ver las diferentes aproximaciones como rivales y no como complementarias. Así,
el debate a dos frentes abierto entre los autores (con referencias directas entre ellos) les impide ver
cómo, a modo de ejemplo, el cientificismo permite explicar cuestiones como el tráfico de armas y
su relación con los poderes mediante el uso de métodos estadísticos, correlaciones y regresiones o la
lógica nuclear mediante la teoría de juegos y cómo el tradicionalismo permite articular mucho
mejor aspectos como serían las lógicas de poder entre las potencias mediante el discurso filosófico e
histórico.

5 Bull, H. 'Internationa Theory: The Case for a Classical Approach', World Politics, Vol. 18, No. 3 (Apr., 1966), pp.
361-377.

3
Por otro lado, este retrotraimiento al analizar de forma comparada dos de los más influyentes
pero también primitivos textos sobre metodología en Relaciones Internacionales no nos permite ver
algunos de los desarrollos que estuvieron por venir. De este modo podemos ver cómo ni Kaplan ni
Bull arrojan crítica alguna sobre cuestiones que afecten directamente a la forma en la que debería
crearse teoría. En este sentido creemos que hasta la llegada de las aportaciones de Vasquez 6 no fue
posible explicar cómo debería ser una buena formulación teórica: concreta, falsable (Popper), con
poder explicativo, con voluntad de ser mejorada, consistente y parsimónica.

Más allá de los grandes debates, si nos centramos en términos globales de posicionamiento
de las teorías, nos damos cuenta de que el racionalismo agrupa al grueso de pesos pesados en la
teoría de relaciones internacionales (Hay, 2002: 28)7. Tanto las teorías de elección racional, el
realismo, el neorrealismo y el neoliberalismo se adscriben a él. Otras interesantes discusiones tienen
que ver con las diferencias entre las teorías parsimónicas y las teorías complejas (op. cit.: 29), la
variación entre lógica inductiva y deductiva (op. cit.: 31). Para Colin Hay, en la cuestión sobre
parsimonia y complejidad existe un compromiso en la medida en la que se encuentran en un mismo
eje (parsimony-complexity trade-off). Neorealismo y teoría de elección racional se encontrarían en
el extremo parsimónico, mientras que el posmodernismo etnográfico en el extremo de la
complejidad, estando el institucionalismo y el constructivismo en una posición intermedia (op. cit.:
36). En el eje deductivo-inductivo, de mayor deducción a mayor inducción, las teorías se posicionan
tal que el racionalismo se encuentra primero y el behaviorismo último, encontrándose en medio, por
orden, la teoría de la elección racional, el institucionalismo histórico, el constructivismo y el
postbehaviorismo.

6 Vasquez, John A. "The Post-Positivist Debate: Reconstructing Scientific Enquiry and International Relations Theory
After Enlightenment’s Fall." International Relations Theory Today. Eds. Ken Booth and Steve Smith. Cambridge:
Policy Press, 1995. Pág, 230.
7 Hay, C., Political Analysis. A critical introduction, Palgrave MacMillan: New York, 2002.

4
La metodología en las nuevas teorías de Relaciones Internacionales

En este apartado hablaremos de las tres teorías más recientes fuera del mainstream
(realismo, liberalismo, constructivismo) y con mayor énfasis en el componente metodológico. Estas
tres teorías son el realismo crítico, la teoría de la complejidad y el posmodernismo
(gubernamentalidad). También se hará referencia a teorías como la unipolaridad, la sociología
histórica o la sociología política internacional, pero no se dedicará, por motivos de espacio, un
apartado propio a cada una de ellas. Antes de entrar en las teorías conviene apuntar que cuando se
use el concepto 'ontología' se hace referencia a la cuestión de qué hay que estudiar, de cómo es el
mundo internacional; cuando se hable de 'epistemología' se habla de cómo conocer la realidad, de
cómo aprehenderla; y que cuando hablamos de 'metodología', como ya dijimos en la introducción,
hablamos de las herramientas. Para poder entender la metodología de una teoría es necesario
entender con anterioridad la ontología y la epistemología y, por tanto, deberemos desgranar estas
cuestiones en primer lugar.

Como cualquier decisión a la hora de investigar, la toma de una postura acerca de la


metodología a utilizar es una cuestión fundamental. En este momento pocos son los científicos
sociales que no están de acuerdo en que el proceso de investigación en Ciencias Sociales modifica
la realidad. La diferencia fundamental entre el behaviorismo y el tradicionalismo no está ya tanto en
pensar que el científico puede estudiar desde fuera sin condicionar el resultado, y que por lo tanto
un método u otro es más adecuado según este criterio. Los investigadores son conscientes de que su
papel no es neutro, pero la diferencia principal entre cientifistas o tradicionalistas está en ver cómo
los primeros piensan que el método científico es menos 'invasivo' en términos quirúrgicos, en que
los modelos de hipótesis y confirmación o refutación de hipótesis son adecuados y clarificantes y
permiten acumular conocimiento y proyectarlo, mientras que los tradicionalistas siguen pensando
que ese proyecto ilustrado oscurece la verdad. Entre los postulados behavioristas encontramos
afirmaciones como las recogidas en Crick, 19598, Dahl, 19619, Easton 196710 o Smith, 199611, de las
que destacamos el ver la realidad social y política como algo que 'podemos encontrar ahí fuera' y
que se puede conocer a través del método científico; el comportamiento político tiene patrones

8 Crick, B., The American Science of Politics, Its Origins and Conditions, Routledge: Londres, 1959.
9 Dahl, R. A., 'The Behavioural Approach', American Political Science Review, 1961, n. 55, 763-72.
10 Easton, D., 'The Current Meaning of “Behaviouralism”' en J.C. Charlesworth (ed.), Contemporary Political
Analysis. Free Press: New York, 1967.
11 Smith, S., 'Positivism and Beyond', en S. Smith, K. Booth y M. Zalewski (eds.), International Theory: Positivism
and Beyond. Cambridge University Press: Cambridge, 1996.

5
regulares; la veracidad de las regularidades debe ser comprobada medianta ciencia empírica y
cuantificable; y que el método científico no debe entender de juicios éticos ni ser influenciada. Las
respuestas tradicionalistas son igualmente claras (Sanders, 1995)12: la cuantificación es en muchos
casos imposible o que las agendas y los puntos de partida sesgan inevitablemente.

El propósito de este apartado es el de esclarecer las posiciones metodológicas de cada teoría


y, en la medida de lo posible, compararlas y criticarlas. Tras hacer esto trataremos de recapitular lo
analizado y valorarlo globalmente.

Realismo crítico

El realismo crítico no nace como teoría sino como una metateoría (Wight y Joseph, 2010:
23)13. Aunque el realismo crítico tenga ligeras influencias del marxismo, tampoco es siquiera un
manual de acción política. Nacido en la academia occidental (Reino Unido y Australia, London
School of Economics and Political Science) esta metateoría se ve especialmente influenciada por la
filosofía de la ciencia de los años cincuenta y setenta. El realismo crítico, además, ve a una parte de
la realidad como objetiva y pone los factoraes materiales por encima de los ideacionales. Tal vez
por su origen en la filosofía de la ciencia, el realismo crítico tiene la ontología como punto
arquimédico, y es hacia ese terreno hacia el cual pretende desplazar el resto de debates. En este
sentido no es extraño que las preguntas que se planteen tengan que ver con cómo entender el
mundo. El realismo crítico trasciende de algún modo a dos de las posiciones ontológicas clásicas
(Patomaki y Wight, 2000: 233)14: el positivismo y el postpositivismo. El positivismo entiende que
sólo podemos hacer ciencia a través de lo que percibimos, mientras que el postpositivismo entiende
que lo que construye el hombre es aquello que es susceptible a ser objeto de teoría. El realismo
crítico entenderá que existen elementos sobre los cuales el ser humano no tiene nada que ver y
elementos sobre los cuales el ser humano sí tiene que ver, aunque sea mínimamente. A esa
distinción es a la que Bhaskar llamará el eje de lo transitivo (teorías, hecho, creencias, lenguaje) y lo
intransitivo, y determinará que lo intransitivo puede influir sobre lo transitivo.

12 Sanders, D. 'Behaviouralism', en Marsh, D. y Stoker, G. (eds.), Theory and Methods in Political Science.
MacMillan: Londres, 1995.
13 Wight, C. y Joseph. J., Scientific Realism and International Relation, Palgrave MacMillan: Londres y NY, 2010.
14 Patomaki, H. y Wight, C., 'After Postpositivism? The Promises of Critical Realism' en International Studies
Quarterly, Vol. 44, No. 2 (Jun., 2000), pp. 213-237.

6
Al punto clave en nuestra caracterización sobre el realismo crítico llegamos cuando vemos
cómo en su metodología apuestan por el pluralismo. El realismo crítico explicará cómo se pueden
utilizar muchas herramientas y aproximaciones para acceder al conocimiento de la realidad, aunque
solamente de lo transitivo. De aquí se justifica que la metodología entienda que deba haber un
proceso de repensar constantemente las formas de obtener conocimiento, si bien parece existir una
clara apuesta por el cualitativismo.

Esto último, no obstante, plantea interesantes preguntas de fondo. En este sentido, y relativo
a la epistemología, si el realismo crítico busca horadar lo intransitivo y que cada vez conozcamos
más cosas, ¿no están en realidad distinguiendo lo intransitivo de lo transitivo según si conocemos
algo o no lo conocemos? Incluso algo más de fondo: ¿cuando llegamos a conocer algo y pasa de ser
intransitivo a transitivo pasamos automáticamente a poder influenciarlo? ¿cómo es exactamente ese
proceso? Finalmente, y sobre la ontología, si lo que aporta el RC es una ontología renovada, y la
ontología, según diría Wight, es la base de cualquier teoría, en qué fase de la conversión del
realismo crítico de una metateoría a una teoría nos hallamos.

Teoría de la complejidad

La teoría de la complejidad se empieza a adaptar a las relaciones internacionales, como casi


todas las teorías, tras el fin de la guerra fría en tanto que periodo de incerteza y de transición y se
usa como herramienta análisis y de heurística, esto es, de indagación. Nacida originalmente de las
Ciencias Naturales, la preocupación principal de la teoría es la de buscar una relación entre orden y
caos. El caos, entendido como simples reglas y ecuaciones sin aleatoridad que podemos conocer
pero que pueden dar resultados completamente imprevisibles, se trata de relacionar con el orden a
partir de los descubrimiento de matemáticos como Alan Turing. La ciencia debe, según los primeros
precursores de la teoría de la complejidad, descubrir los códigos que rigen aspectos tan complejos
como la inteligencia humana o los sistemas y procesos físicos y biológicos.

En su caso aplicado, el de la morfogénesis, Turing trata de llegar a una idea de fondo: en la


génesis de cualquier proceso existe una ecuacion matemática básica. Otros científicos como
Belousov, por su parte, descubrieron cómo determinadas reacciones químicas como la absorción de
la glucosa desfiaban las leyes de la naturaleza hasta entonces conocidas. Esencialmente la ciencia

7
empieza a descubrir que la física newtoniana era insuficiente en la medida en la que se descubre la
complejidad, es decir: cuando se descubre que, aunque hayan ecuaciones básicas de fondo, los
pequeños cambios alteran tanto el punto de partida que los resultados terminan siendo caóticos. Los
fractales de Mandelbrot, las reacciones termodinámicas de no equilibrio de Belousov-Zhabotinsky y
los patrones de Turing fueron todos ellos signos que apuntaron a un mismo principio: reglas simples
dan lugar a objetos complejos.

La teoría de la complejidad plantea que realidad es compleja y simple depende dónde


miremos. Si nos fijamos en las reglas la realidad es sencilla, pero si nos fijamos en los resultados la
realidad es infinítamente compleja. A razón de esto algunos críticos de la teoría de la complejidad se
plantean si debemos entonces dejar de estudiar la naturaleza por el hecho de ser impredecible, a lo
cual se responderá lo contrario. La complejidad es un proceso inconsciente de interacción bajo
simples reglas iteradas con resultados impredecibles.

La teoría de la complejidad es ciertamente distinta al mainstream de la disciplina y lo que


aporta al grueso teórico de las Relaciones Internacionales es su ontología y su epistemología. La
teoría de la complejidad buscará explicar la ubicuidad de las dinámicas de cambio, la auto-
organización y la emergencia, y critica a los reduccionistas metodológicos el hecho de que no
puedan explicar los distintos comportamientos que explican estos fenómenos y utilizará conceptos
clave como el cambio, la auto-organización y la emergencia. Su batalla es una lucha contra la
ilustración dominante que cree que como el ser humano es racional y existe el orden, es posible
predecir la trayectorias de cambio graduales en el mundo natural, algo que la revolución industrial
confirma al decir que no solamente el ser humano tiene capacidad para conocer, sino también para
manipular y controlar ese mundo. Esa lucha la llevan a cabo a través de las teorías de la relatividad
y la mecánica cuántica, las cuales demuestran que existe tanto el orden pero también el desorden y
la probabilística, erosiando aquello de que el mundo se puede 'hacer a medida'.

La ontología de la teoría de la complejidad ve que en los sistemas complejos no existe un


conocimiento a través del entendimiento de las unidades y, por lo tanto, la totalidad es más que la
suma de esas partes. La totalidad incluye las relaciones, no sólo los objetos. Hablarán, además, del

8
antireduccionismo (Bousquet y Curtis, 2011: 45)15, de la panarquía (Kavalski, 2007: 446)16 y de la
reciprocidad causal. Anti-esencialismo estatal (Bousquet y Curtis, 2011: 49) al dar preferencia a los
procesos sociales como constituyentes de la realidad.

La metodología en la teoría de la complejidad no parece necesariamente que se derive de la


ontología con especial fuerza, pues más bien da la sensación que es el origen científico de la teoría
lo que ha configurado su metodología y su epistemología. La metodología, en cualquier caso,
buscará reflejar la interdependencia entre factores conceptuales, variables y componentes que se
relacionan de forma sistémica17, mezclando herramientas como el modelaje basado en actores y las
simulaciones por ordenador (bases de datos y algoritmos) con las perspectivas históricas y el
pensamiento especulativo e imaginativo.

Teoría de la gubernamentalidad

Con el poder y la microfísica del poder como puntos fundamentales, la teoría de la


gubernamentalidad nace en buena medida de la obra de Foucault y es la respuesta al contexto
neoliberal en los años setenta y ochenta. El poder es entendido como relación, no como algo
fácilmente identificable con un objeto o con una acción, o siquiera delimitable. La microfísica de
ese poder se entiende como el conjunto de relaciones que se disponen en un campo, si bien esa
microfísica debe ser todo menos una atomización. El poder también se ve como dominación en el
sentido estructuralista o marxista, y ese poder tiene un contrapoder que actúa como resistencia. Los
gubernamentalistas, además, verán una clara relación, cuasi inseparable, entre conocimiento y poder
que se torna indispensable para entende el ejercicio de este último. La metodología de la teoría de la
complejidad estará influencia por la importancia que se la de al lenguaje, sobre todo al explicar su
papel en la creación de conocimiento. El gubernamentalismo se centrará en el estudio de esa
constante creación del campo y los temas recurrentes serán la seguridad, el territorio y la población
(Foucault, 1977)18, la economía y la biopolítica.

15 Bousquet, A. y Curtis, S., “Beyond models and metaphors: complexity theory, systems thinking, and international
relations”, Cambridge Review of International Affairs, Vol 24, nº 1, 2011, pp. 43-62.
16 Kavalski, E., “The fifth debate and the emergence of complex international Relations theory: notes on the
application of complexity to the study of International Life”, Cambridge Review of International Affairs, Vol. 20,
nº3, 2007, pp. 435-454.
17 Kavalski op. cit. p. 447.
18 Hace referencia al curso 'Seguridad, Territorio y Población' impartido en el Collège de France entre 1977 y 1978 por
Michel Foucault. Disponible a través del Fondo de Cultura Económica, primera edición de 2004.

9
Este último concepto, el de biopolítica, es uno de los conceptos fundamentales, y nace con el
estudio de las epistemias, de cómo el conocimiento crea un orden y una realidad, siendo la
sexualidad una de esas epistemias centrales. El tema de la sexualidad es una bisagra entre dos de las
producciones de Foucault (Merlingen, 2006: 189) 19, una sexualidad que no solamente se reprime,
sino que se produce. Foucault explica cómo las autoridades crean discursos que invocan a la
construcción de un tipo de sexualidad y cómo el lenguaje increpa al individuo a producirse en un
discurso sexual. La sexualidad deja de ser entonces una cuestión individual y pasa a convertirse en
un dispositivo con naturaleza específica, la capacidad de administrar y gestionar la población
(Joseph, 2010: 225)20.

Foucault muestra cómo se empieza a gobernar a través de la población a medida en la que


empiezan a conocerse las regularidades de las mismas. La gubernamentalidad empieza a ser un
conjunto de cálculos y tácticas que buscan el control de la población, lo cual ha sido una constante
desde la Edad Media hasta la actualidad. En este sentido no nos puede extrañar que las preguntas
que nazcan de las teorías gubernamentales busquen descifrar conocer, por ejemplo, qué condiciones
favorecen la creación de poderes soberanos, o entender los mecanismo por los cuales se facilita el
funcionamiento del poder disciplinario, entendido como discurso que crea conductas y finalmente
individuos (poder anatopolítico y productivo). Para los teóricos de esta escuela el liberalismo y la
economía política no son sino instrumentos que determinan cómo regular la población en la política
gubernamental actual, creando para este fin determinados saberes y conocimientos al tiempo que se
silenciaban otros.

Foucault en las Relaciones Internacionales no aporta ni estructuralismo ni positivismo, sino


que busca comprendender las lógicas específicas que van formando cada espacio de lucha política.
Tampoco arroja excesiva luz sobre el debate entre agencia y estructura en la medida en la que no se
especifica nada más que la relación entre individuo, poder y resistencia. La ontología sí que queda
más clara, con una apuesta por la superación de la visión estatocéntrica y la fijación en el estudio de
un sistema internacional basado en relaciones de poder y dominación, al tiempo que abogan por una
epistemología que sea reflexiva y contigente, dando lugar a una metodología que vaya de lo

19 Merlingen, M., "Foucault and World Politics: promise and challenges of extending governmentality theory to the
European and beyond", Millenium: Journal of International Studies, vol 35, nº1, 2006, pp. 181-196.
20 Joseph, J., 'The limits of governmentality: Social theory and the international' en European Journal of International
Relations, 2010 16: 223

10
empírico a lo abstracto a través de la 'caja de herramientas' foucaultiana con el fin último de dar
respuesta al poder dominador.

Otras teorías actuales en Relaciones Internacionales

Especialmente desde el campo de la sociología es desde donde mayor movimiento teórico ha


habido en los últimos años, y en concreto desde dos ámbitos bien diferenciados: la sociología
histórica y la sociología política internacional.

La sociología histórica, centrada en las críticas al ahistoricismo, el cronofetichismo y el


tempocentrismo de otras disciplinas, es extremadamente variada en su composición, y agrupa a
pensadores que van desde el neoweberianismo a los posmodernos, pasando por las teorías del
sistema mundo, el materialismo crítico e incluso el constructivismo (Hobson, 2002: 25) 21. Esta
escuela hace hincapié en la importancia de dar un papel central a la historia en la medida en la que
cree que el mainstream de la disciplina de Relaciones Internacionales se queda en el fetichismo, en
términos marxianos, del tiempo, en analizar el presente a través del presente. Como no podía ser de
otro modo, la metodología de la sociología histórica pasa necesariamente por la vertiente
tradicionalista, hasta un punto en el cual parece que se niegue completamente la posibilidad de
conocer a través de la búsqueda de regularidades. Ese excesivo peso a la historia hace que los
críticos de esa sociología se pregunten qué aporta el análisis histórico en situaciones tales como la
política de un tomador de decisiones que actúa bajo convicciones personales o circunstancias
particulares que poco o nada tienen que ver con el desarrollo histórico, es decir, si el fin teórico de
la sociología histórica es el de exportar esa metodología a las Relaciones Internacionales.

La sociología política internacional, centrada sobre todo en la figura de Bourdieu,


caracteriza a los distintos actores del sistema internacional, incluyendo al estado, en metacampos, y
el concepto de frontera recobra una importancia fundamental (Bigo y Walker, 2007: 730) 22. Ese
proceso de trascender la frontera no solamente es un desafío al análisis estatal, sino que además
afecta a la concepción de esta teoría de cuestiones tales como la agencia y la estructura, enfatizando

21 Hobson, J., “What’s at stake in ‘bringing historical sociology back into International Relations’? Transcending
“Chronofetichism’ and ‘Tempocentrism’ in International Relations”, en Hobden, S. y Hobson, J., Historical
Sociology of International Relations, Cambridge University Press, Cambridge, 2002, pp. 3-41.
22 Bigo, D. y Walker, R.B.J., “Political Sociology and the Problem of the International”, Millennium: Journal of
International Studies, Vol. 35, nº3, 2007, pp. 725-739.

11
las relaciones con el fin de permitir un análisis 'de las posiciones, distancias y trayectorias de los
agentes en un campo' (Bigo, 733). La sociología política internacional comparte además con teorías
como el realismo crítico una ontología de lo intransitivo, aunque definida, como no podía ser de
otra manera, como habitus: aquello que no llegamos a conocer pero que a veces reificamos
inconscientemente. También el concepto de habitus hace referencia a la metodología, una
metodología que, influida por la concepción de que no todas las acciones son operacionalizables
(Bigo 2001: 55)23, trata de escapar de las prácticas de rational choice y teoría de juegos. En
cualquier caso la falta de una metodología clara en la medida en la que solamente se rechaza lo
científico y plantea como deseable aquello que sea plausible muestra un miedo a la creación de una
teoría académica.

Teorías como la de la unipolaridad, como casi cualquier teoría neorrealista sobre poder
hegemónico y estabilidad internacional, tiene un patrón bastante reduccionista que se ve
representado en también en la forma en la que plantea su metodología. En este sentido, como
comentan Ikenberry y otros, la poca variedad de variables dependientes estudiadas tradicionalmente
(paz, estabilidad) deja el análisis muy cercenado, más aún en la actualidad, ante un escenario de
más que evidente cambio en la distribución del poder (Ikenberry, Mastanduno y Wohlforth,
2009:21)24.

Consideraciones finales

Nunca es sencillo llegar a conclusiones cuando de lo que se trata son de términos que
Popper definiría como inconmensurables, nuevamente en los dos sentidos del término: por ser
imposibles de medir y por ser de naturaleza extensa. Con este trabajo hemos mostrado cómo las
nuevas teorías en Relaciones Internacionales sienten una especial preocupación no solamente en los
puntos de partida, en los fines teóricos o en la ontología, sino también en la forma en la que
aproximarse al conocimiento. El ahora lejano segundo debate en Relaciones Internacionales se
encuentra en estos días más candente y vivo que nunca.

23 Bigo, D., “Pierre Bourdieu and International Relations: Power of Practices, Practices of Power”, International
Political Sociology, Nº5, 2011, pp. 225-258
24 Ikenberry, J., Mastanduno, M. y Wohlforth, W., “Unipolarity, State Behaviour and Systemic Consequences”, World
Politics, Vol. 61, Nº1, 2009, pp. 1-27.

12
A lo largo de estas páginas hemos visto a través de los tres grandes ejemplos del realismo
crítico, la teoría de la complejidad y la teoría de la gubernamentalidad, tres formas muy distintas de
hacer investigación en Relaciones Internacionales. La teoría de la gubernamentalidad, inspirada en
el posmodernismo, tiene una metodología cercana al tradicionalismo, bien alejada de la clara
apuesta por el cientifismo no excluyente la teoría de la complejidad, pero sin olvidar el peso y la
importancia de combinar todo ello con las perspectivas históricas y el pensamiento especulativo e
imaginativo. El realismo crítico apuesta por un pluralismo con sesgo cualitativo pero solamente de
una parte de la realidad: de lo intransitivo. Los ejemplos de la sociología añaden incluso más
matices, ya que aunque la sociología histórica se alinea en este sentido con el tradicionalismo de la
teoría de la gubernamentalidad, la sociología política internacional nos muestra otra forma de hacer
metodología: no decidirse por nada más que por aquello que resulte plausible.

La elección de una metodología, en mi opinión, es un punto fundamental a plantearse al


iniciar una investigación y, como hemos visto, es más una elección sobre cómo hacer ciencia que
algo que depende de la forma de ver el mundo en la medida en la que teorías con planteamientos
ontológicos distintos terminan teniendo metodología semejantes. Personalmente creo que cualquier
teoría que aspire a serlo debería hacer una apuesta clara, aunque revisable, por una metodología que
fuera inclusiva (como la de la teoría de la complejidad). Esa eventual revisión, en cualquier caso,
debería estar siempre sempre circunscrita al componente de la plausibilidad (sociología política
internacional).

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