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1er ponente-. Se trata de una pregunta que no resuelve la ley. No siempre hay que
pedir el interrogatorio de la parte contraria. Debemos ver qué pruebas verdaderamente
necesitamos. Muchas veces se solicita el interrogatorio de la contraparte de manera
automática e irreflexiva y muchas veces nos termina perjudicando. ¿Cuándo es mejor
no hacerlo? En la mayoría de los casos no hay que pedir el interrogatorio de la
contraparte, por varias razones:
En conclusión, casi siempre es mejor no pedir esta prueba, salvo que de ese análisis
de las circunstancias lleguemos a la conclusión de que necesitamos la prueba de
interrogatorio, pero como excepción a la regla general: por ejemplo, el primer supuesto
sería aquel en el no tengamos ninguna prueba, y el interrogatorio de la parte es lo
único que tenemos, Un segundo supuesto, es para demostrar la falta de coherencia de
la parte contraria. Un tercer supuesto, podríamos hacer el interrogatorio como
estrategia para las conclusiones. Los jueces deberían dar el turno de conclusiones a
los abogados cuando lo pedimos: la ley dice que “queda visto para sentencia”. Así,
como estrategia del interrogatorio me puede interesar para abrir la posibilidad a tener
un turno de conclusiones.
Por último, me puede interesar el interrogatorio de la parte cuando sé que no va a
venir, porque a lo mejor el juez va a tener en cuenta la falta de comparecencia de la
otra parte. A modo de conclusión, no se debería pedir de forma automática. En general
en la mayoría de los casos no se debería de pedir. En cambio, pidamos el
interrogatorio cuando sepamos que sí nos va a servir.
Hay que tener mucho cuidado: nuestro cliente puede que nos haya engañado, y si no
dominamos el sector o mercado que es objeto de análisis en el conflicto, la parte
contraria va a saber mucho más que nosotros.
Los supuestos en que puede ser útil el interrogatorio son los siguientes:
En definitiva, sería suicida proponer un testigo sin haber valorado todas estas
circunstancias. Lo importante es que el resultado en sala sea lo más optimo, y esto
solamente se consigue con la capacidad de persuasión del testigo. En ordenamiento
anglosajones hay una técnica depurada de cara a la declaración de los testigos: la
gente que va a declarar como testigo se toma muy en serio la declaración por las
consecuencias penales tan graves de hacerlo mediante mentiras.
2ndo ponente-. En la mayoría de los casos, los testigos mienten, pero no por ello los
abogados interponen querella por falso testimonio en todo momento: lo tienen muy
asumido. No deberíamos seleccionar un testigo sin antes haber hecho un exhaustivo
estudio de los documentos. El testigo, en la primera reunión es cuando
verdaderamente expone la realidad de los hechos, pero luego se ve más influenciado
por amigos o por quien sea, y su versión de los hechos va cambiando a medida que
avanza el proceso. El testigo que dice la verdad es aquel idóneo para declarar, y que
sí o sí nos va a beneficiar.
Es importante que el testigo tenga pleno conocimiento de los hechos. Lo que no puede
ser es que s ele haga una pregunta en el juicio, y luego caiga en contradicciones. Los
abogados tienen la obligación de revisar los documentos y avisar a sus clientes en
todo momento.