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realización de ciertas tareas o funciones, que no son fundamentales para su actividad principal,
a entidades externas especializadas en su ejecución, con el objetivo de mejorar la eficacia y la
eficiencia en la producción (Fernández-Roca, 2009).
Aunque más adelante profundizaremos en ciertos aspectos al hablar sobre las causas de
la externalización en el sector público, es importante resaltar desde ahora que la
externalización debe ser considerada como una decisión estratégica de la organización,
enfocada en la búsqueda de mejoras tanto a nivel organizativo como económico.
Además, se debe tener en cuenta que la externalización debería estar dirigida hacia
actividades que no forman parte del núcleo central de la organización. Es esencial
destacar que la externalización no implica en ningún caso una renuncia a la
responsabilidad sobre el servicio o la función subcontratada. Por el contrario, se deben
establecer sistemas de control y evaluación sólidos para garantizar que se alcancen
plenamente los objetivos buscados.
Estos costos de transacción hacen referencia a los gastos en los que las empresas
incurren cuando, en lugar de utilizar sus propios recursos internos, buscan en el
mercado para adquirir productos y servicios.
¿Por qué aumentan los costos de transacción? Una primera razón podría ser que la
transacción en cuestión involucra una negociación costosa. Esto podría deberse a la
limitada disponibilidad de agentes con los que se pueda llevar a cabo el intercambio, o a
la ausencia de un precio de mercado establecido, lo que requeriría negociaciones
detalladas. Por ejemplo, en adquisiciones altamente especializadas mediante licitación,
es necesario involucrar a especialistas en negociación, abogados, expertos financieros, y
otros profesionales para llevar a cabo las negociaciones.
Una segunda causa se relaciona con la inversión. Los niveles de inversión pueden ser
inferiores al óptimo debido a la falta de incentivos para aumentar la inversión. Esto
ocurre cuando se considera que invertir más no generará beneficios adicionales
significativos, especialmente si las características de la inversión son tan específicas que
no pueden aplicarse a otros proyectos similares. Por ejemplo, invertir en mejoras en el
sistema de drenaje de un puerto para aumentar su capacidad de recibir barcos más
grandes, sabiendo que estas mejoras no son transferibles a otros proyectos debido a las
condiciones geográficas únicas.
Una tercera causa se relaciona con el oportunismo por parte del comprador o el
vendedor. En situaciones donde los costos ya han sido comprometidos y no pueden
recuperarse fácilmente, una de las partes puede tratar de obtener una ventaja
aprovechando esta situación. Por ejemplo, el vendedor podría exigir un precio más alto
una vez que el comprador ya ha invertido en el proyecto, o el comprador podría buscar
reducir el precio si ya ha realizado una inversión significativa.
Por lo tanto, la noción central de los costos de transacción radica en que son los gastos
asociados con la celebración anticipada de un contrato y su posterior control y
cumplimiento.
También se podría argumentar que a medida que aumenten los costos de transacción,
será más ventajoso mantener los recursos dentro de una misma organización en
términos de comparación.
Es importante señalar que existen dos categorías de costos de transacción: los costos ex
post y los costos ex ante. Un ejemplo de costos de transacción ex post en el contexto de
las Asociaciones Público-Privadas (APP) ocurre cuando el concedente y el
concesionario poseen información de calidad y cantidad diferente, lo que resulta en una
asimetría de información entre las partes y puede afectar el poder de negociación de
cada una, lo que a su vez puede poner en peligro la transacción. Por otro lado, un
ejemplo de costos de transacción ex post en APP se produce cuando es necesario llegar
a acuerdos y plasmarlos en un contrato, lo que implica costos relacionados con la
preparación, negociación y redacción de dichos acuerdos.
En resumen, todos estos factores pueden contribuir a que la regulación misma falle.
¿Por qué? Debido a un desalineamiento de incentivos entre las partes involucradas.
Hay cuatro tipos de problemas económicos que pueden surgir: (i) incentivos para
invertir en exceso en los activos sujetos a la APP; (ii) incentivos para desviarse del
comportamiento acordado por las partes; (iii) incentivos para romper el acuerdo entre
las partes que conforman una APP, principalmente entre el concedente y el
concesionario privado; y (iv) incentivos para influir en el regulador encargado de
supervisar la sociedad de vehículos específica. Además, existen problemas en el marco
institucional de la regulación.
Hasta este punto, la regulación de las APP parece estar funcionando adecuadamente. Si
se presenta un problema de regulación, como el establecimiento de una tasa de retorno,
por ejemplo, simplemente se trata de calcular ese límite de precio y comprender
aproximadamente el perfil de ingresos y costos del concesionario privado para luego
aplicar ese límite. La empresa concesionaria operaría a precios que le permitirían
cubrir sus costos promedio. El resto del proceso regulatorio consistiría en diseñarlo de
manera que atraiga a suficientes competidores interesados en obtener el derecho de
desarrollar y operar el proyecto.
¿Qué implica esta realidad para el diseño de contratos? Significa que los contratos
deben ser lo suficientemente flexibles como para abordar estas lagunas. Aunque es
cierto que existen casos de negociaciones deshonestas diseñadas para obtener ventajas
injustas, especialmente por parte del socio privado, es importante tener en cuenta que
las renegociaciones no siempre tienen la intención de obtener ventajas indebidas. En
muchos casos, las renegociaciones pueden ser necesarias para adaptar un contrato de
APP a las nuevas condiciones económicas y de mercado que afectan el equilibrio
financiero del concesionario.
Externalizar o revertir un servicio es una decisión estratégica que debe ser tomada con
cuidado y considerando sus posibles consecuencias e impacto. Se debe garantizar que la
opción seleccionada sea la más adecuada, a pesar de la inevitable presencia de
incertidumbre. Por lo tanto, es esencial establecer un proceso coherente y lógico para
facilitar la toma de decisiones.
En la mayoría de los casos, los contratos de APP tienen una duración establecida,
aunque bajo ciertos marcos legales de concesiones administrativas, es posible que se
otorguen concesiones de duración indefinida. Estos contratos incluyen un apartado
fundamental relacionado con el aspecto económico, donde se establece el modelo de
ingresos que permitirá al concesionario recuperar sus inversiones y los costos asociados
a la prestación del servicio. Otro aspecto crucial del contrato es la definición de
indicadores de servicio, que se aplican tanto en la recepción de la infraestructura como
en su operación y mantenimiento. Además, se incorpora un mecanismo de medición
del servicio proporcionado para supervisar la calidad del mismo.
Una tercera parte esencial del contrato se refiere a la regulación de los equilibrios
económicos. Dado que estos contratos rigen una relación a largo plazo y las condiciones
de la operación pueden cambiar con el tiempo, es necesario contemplar la posibilidad
de ampliar, modificar o suspender parcial o totalmente el servicio en el futuro. Por lo
tanto, el contrato debe dejar espacio para futuras negociaciones equitativas entre el
Estado y el Concesionario. En este contexto, el contrato debe definir las condiciones
para distribuir los riesgos entre ambas partes, asignándolos a la parte mejor preparada
para gestionarlos.
En estos modelos de contratación, se parte del supuesto de que la demanda puede ser
estimulada por la acción del operador o concesionario, quien tiene la capacidad de
ajustar los precios para fomentar el crecimiento de la demanda, especialmente en un
entorno competitivo. Además, el operador puede establecer acuerdos comerciales con
clientes en diversas modalidades que le permitan generar ingresos adicionales.