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Conquista y colonización:
El imperio español:
España estableció un vasto imperio que abarcaba territorios en América, África, Asia y
Europa. La adquisición de colonias y territorios estratégicos permitió a España acumular
poder y riqueza, convirtiéndola en una de las principales potencias de la época.
El imperio español estableció una red de rutas comerciales que conectaban América, Europa,
Asia y África. El comercio de productos como la plata, el oro, los productos agrícolas y los
bienes manufacturados se convirtió en una fuente importante de riqueza para España. La
Carrera de Indias fue la ruta marítima clave que conectaba el imperio colonial español con la
península ibérica.
España tuvo que enfrentarse a otras potencias coloniales, como Inglaterra, Francia y los
Países Bajos, que buscaban establecer su propio dominio colonial. Estas potencias rivalizaron
con España por el control de territorios y rutas comerciales, lo que llevó a conflictos y
guerras, como la guerra anglo-española y la guerra de los Treinta Años.
La época hispánica también estuvo marcada por las rivalidades religiosas, especialmente
entre católicos y protestantes. La Inquisición española desempeñó un papel importante en la
defensa y propagación del catolicismo, y España se vio involucrada en conflictos religiosos en
Europa, como la Guerra de los Treinta Años.
Declive y fragmentación:
A partir del siglo XVII, el imperio español comenzó a experimentar un declive debido a una
serie de factores, como la pérdida de colonias, las guerras y la inestabilidad económica. Este
declive llevó a la fragmentación y pérdida de influencia de España en el escenario geopolítico
mundial.