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La evaluación formativa posibilita la

regulación del aprendizaje del


estudiante, adaptándose a sus
necesidades.
¿Cómo hacer que los docentes implementen la evaluación formativa
en su práctica diaria?

La evaluación para el aprendizaje requiere obtener evidencias para conocer los


conocimientos base de los educandos y las necesidades de apoyo que requieren;
para que el docente defina una estrategia de evaluación, con instrumentos donde
se consideren diferentes parámetros.
El siguiente artículo expone diferentes concepciones sobre la evaluación formativa
y sus realidades en la puesta en práctica dentro de contextos de aprendizaje. El
campo de interés se centra en las metodologías que deberán asumir tanto
maestros como estudiantes en relación con estrategias como la autoevaluación y
la coevaluación, las cuales llevan a la regulación del proceso de aprendizaje a
través de alumnos reflexivos, críticos y autónomos; maestros mediadores y guías;
e interacciones basadas en el trabajo colaborativo.
La propuesta va hacia una transformación de las prácticas educativas por medio
de una evaluación formativa, humanista e integral: en congruencia con los
contenidos establecidos en la planeación didáctica y la pertinencia con el
momento de evaluación en que serán aplicados para medir los progresos de
aprendizaje y la funcionalidad de la planeación del docente.

Una parte fundamental de la práctica docente es la evaluación que hace del


avance de los educandos para alcanzar mejores niveles de aprendizaje. Según el
uso que se haga de las evidencias que arroja el diagnostico o la retroalimentación,
como toda evaluación, la que hace un docente en el aula puede tener el enfoque
llamado cuantitativo, si se limita a promoverlo al grado siguiente o reprobarlo,
asignarle una calificación u otra, o bien el denominado formativo o cualitativo, si el
resultado se utiliza para orientar al alumno para que su aprendizaje mejore, y al
mismo maestro para que reoriente su docencia.

Hoy se reconoce también que, si el docente adopta el enfoque formativo, el


impacto de sus evaluaciones puede ser más positivo que con uno sumativo, ya
que esta evaluación que se hace durante el proceso para regular el propio
proceso, para conseguir que los alumnos aprendan mejor, la idea es averiguar lo
que sabe para mejorar, retroalimentando lo que muestran las evidencias; algo que
le falto por aprender, que no se apropió de algún tema o no lo aprendió de manera
permanente, o no lo recuerda por algún despiste o simplemente que tenga duda
o confusión; se tiene que abordar, algo que regularmente piensan los docentes: es
que ya lo aprendieron, y no , entonces hay que abordarlo.

Uno de los mayores retos que enfrenta la educación con el Plan de Estudios 2022,
es que persisten prácticas tradicionales de evaluación en el aula; la atención se
reduce a establecer una calificación, mientras que las evaluaciones que más
influyen en el desempeño de los educandos son descuidadas. La formación de los
docentes ha sido precaria en lo que se refiere a evaluación, y las actividades de
actualización profesional que se lesvofrecen en servicio han descuidado también
este aspecto, que sólo recientemente comienza a ser atendido, aunque en forma
limitada; por qué no bastan unas horas de actualización para transformar las
prácticas docentes hay que tener en cuenta el arraigo de conductas que se han
llevado a cabo una y otra vez durante mucho tiempo.

Modificar prácticas de enseñanza y evaluación en el aula no es tarea fácil; se trata


de transformar conductas que se repiten varias veces al día, debiendo reaccionar
en segundos a lo que se observa en el grupo y en cuanto a cierto alumno o
alumna. Esto es mucho más complicado que cambiar solamente las ideas que se
tienen sobre el tema.

Las aulas son lugares ruidosos, los maestros deben tomar decisiones
rápidamente, con poco tiempo para reflexionar, y su atención es atraída en
múltiples direcciones, por todos y cada uno de los alumnos, por el director y los
demás maestros, por las políticas y mandatos locales y estatales (Wilson, 2004:
265).

Bajo esta premisa se plantea lo siguiente: ¿cómo hacer que los docentes
implementen la evaluación formativa en su práctica diaria?

Modificar juicios y actitudes de la concepción tradicional que se tiene de evaluar y


convertirla en un proceso compartido en donde hay una mayor autonomía por
parte de los educandos, la cual no se concibe como individualidad, sino como la
capacidad de entender al otro en su diversidad en cuanto a la gestión, toma de
decisiones y asumir riesgos en el acontecer formativo para promover el dialogo, la
reflexión crítica y reflexiva al momento de ir construyendo su enseñanza.
Ahora bien, la cuestión va mucho más allá de lo dicho porque, aunque la
evaluación formativa no debe tomarse de forma desarticulada con la evaluación
sumativa ya que estas se complementan entre sí, es importante destacar que
existen controversias entre ambos tipos de evaluación. De hecho, los docentes
están sujetos a las presiones de los directivos y coordinadores de las instituciones
educativas, quienes demandan resultados constantes, lo que alimenta la
preeminencia de la evaluación sumativa sobre la formativa. Por esta razón, se
hace necesario un enfoque integrador que se centre en lo que realmente interesa
en clase, es decir, el aprendizaje significativo del estudiante y su interacción en el
proceso evaluativo por medio de la autoevaluación y la coevaluación sin
menoscabo, ya se ha señalado, de la necesaria evaluación sumativa.
Esta nueva propuesta de transformación en la que se debe exigir que los docentes
mismos hagan una reflexión sobre su práctica evaluativa para que cambien
perspectivas, emprendan investigaciones contextuales, observen clases en las
que se analice cómo se dan las interacciones entre docentes - estudiantes, y
reconozcan el impacto de la evaluación formativa y sumativa, la autoevaluación y
la coevaluación.
Esto permite que el docente logre un pensamiento crítico y reflexivo porque
involucra la solución de problemas reales y auténticos sobre la enseñanza y el
aprendizaje con el fin de obtener resultados más efectivos.

El examen, por ejemplo, puede servir como evaluación sumativa o formativa. Si lo


haces al final y ya está, y no va a haber nada más después sobre ese tema, es
sumativo. Si lo haces y sirve para ver las cosas que se han entendido bien, los
errores que se dan, los problemas de aprendizaje, cómo se pueden arreglar… y se
da la oportunidad de hacerlo, de subsanarlo, no para el próximo año, sino sobre la
marcha, entonces los alumnos lo perciben como algo útil que les permite regular
su aprendizaje, y muchos van a aprovechar la oportunidad para aprender más.
Este es el planteamiento detrás de la evaluación formativa, pero no es tan fácil
cambiar. Mariana Morales firma junto a Juan Fernández La evaluación formativa.
Estrategias eficaces para regular el aprendizaje,” (SM, 2022)
Algunas de las características principales de la evaluación formativa dentro de las
metodologías de proyectos que presenta la Nueva Escuela Mexicana son:
 Requiere que se tengan como referente los procesos de desarrollo de
aprendizaje (PDA) que se articulan en las diversas actividades planeadas
en los proyectos.
 Para que la evaluación sea sistemática precisa de la recopilación de
evidencias de manera continua, dándole seguimiento a las actividades
propuestas en los proyectos.
 Es necesario brindar retroalimentación oportuna de manera individual o a
los equipos de trabajo, sostener la motivación del grupo, y reajustar las
actividades o el proceso en caso necesario.
 Los alumnos deben conocer los procesos de desarrollo de aprendizaje
articulados en los proyectos, así como los criterios de evaluación, de
manera que se pueda promover la autoevaluación y la coevaluación.
 Es recomendable utilizar diversas herramientas e instrumentos para la
evaluación formativa como rúbricas, trabajos escritos, fichas de
observación, ensayos, portafolios de evidencia, entre otros.
Dicho de otra manera, la orientación cualitativa permite a los docentes obtener un
mejor entendimiento de procesos complejos, interacciones sociales o fenómenos
culturales, pues recolecta datos de experiencias vividas, emociones o
comportamientos y los significados que los individuos les proporcionan, con el fin
de reforzar los procesos de aprendizaje del educando, fomentando el compromiso
y responsabilidad del docente ante esta nueva transformación educativa.
Hay que tener en cuenta que La evaluación formativa es diseñada para proveer
retroalimentación o feedback. Primeramente, brinda retroalimentación al profesor
acerca de los niveles actuales de comprensión del estudiante, y segundo, informa
cuáles son los pasos siguientes que deben darse en el aprendizaje. La
retroalimentación es crucial para guiar al estudiante en sus próximos pasos y
permite establecer un lazo entre él y el profesor, que se ven implicados en un
proceso continuo de intercambio de información y orientación. Para ello, el
cuidado en la recogida y el análisis de los datos de evaluación es esencial. Como
hemos visto, las interacciones cotidianas y las preguntas formuladas a los
estudiantes son un medio clave para obtener las evidencias.
Considerando El miedo de los alumnos al examen, de los profesores a la visita del
inspector, la evaluación como control burocrático, persiste. Sí, se van dando pasos
poco a poco, pero es algo muy sistémico. Y no podemos esperar que esto nos lo
cambien desde arriba. Una normativa puede favorecer que se hagan muchas
cosas, pero hay que plantearse cómo llevarlas a la práctica, cómo ir modificando
esa cultura de la evaluación ya que todos aprendemos entre todos.
Y que la buena evaluación formativa y/o la buena enseñanza constructivista
suponen otra condición indispensable: que los maestros mismos tengan la
preparación necesaria para identificar la etapa de desarrollo cognitivo en que se
encuentran sus alumnos, y para sustituir las estructuras y los preconceptos
inadecuados por otros mejores.
Que los parámetros sirvan como base de comparación e interpretación del
desempeño de los estudiantes con respecto a su progreso de aprendizaje y los
criterios sean conocidos por los NNA, para que puedan tomar conciencia de
aquellos aprendizajes que deben ser reforzados y se comprometan a lograr
mejores resultados; que el docente conozca a través de experiencias con sus
compañeros, nuevas dinámicas escolares como la autoevaluación y la
coevaluación que transforman los roles de maestros y estudiantes, el docente ya
no es el único responsable de la evaluación y el educando se adentra en su
proceso formativo y en el de sus pares.

Liliana Cárdenas Jiménez

Liliana cadenas jim


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