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FEMINISMO

DECOLONIAL Y
PRÁCTICA
POLÍTICA
Ochy Curiel
María Cristina Lugones

COLECCIÓN LENGUAS DE FUEGO

1
La Teoría Decolonial surge
como una relectura de la historia
de América Latina y el Caribe a
partir de 1492, que considera a la
modernidad occidental como el
producto del capitalismo que se
instaló en esta época, pero también
considerando que:
2
3
El punto de partida de la teoría
decolonial es 1942

4
América Invertida. Joaquín Torres García (1878-1949)

A partir de ahí se desarrollan


varios elementos y conceptos
5
claves como la colonialidad,
que es una secuela hasta el día
de hoy, en el funcionamiento
del capitalismo, el racismo,
las opresiones.

Y además, el FEMINISMO
DECOLONIAL tiene que ver
con una crítica al interior del
feminismo

6
en su
universalidad
al pensar la
subordinación
de las mujeres

7
A partir de ahí retomamos
propuestas como el feminismo
negro, que cuestiona también esta
universalidad de las mujeres, y
que por lo tanto no considera las
razas, las clases, la sexualidad…
la imbricación de las opresiones,
no solamente como identidad,
sino como una episteme.

Esa episteme que explica cómo se


articula esta trilogía:

modernidad,
colonialismo

8
y capitalismo
global.
Retomamos también el
feminismo autónomo, donde
cuestionamos la institucionalidad
del feminismo, dada por las
políticas que aplicaron el Banco
Mundial, el Fondo Monetario
Internacional, y la Cooperación
Internacional del Norte, en un
proceso de “oenegenización”,
mediante el cual una parte del
movimiento se convirtió en Ong,
y empezó a burocratizar su
práctica política.

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La Cooperación internacional
del Norte es una forma
neocolonial de pensar: están
“cooperando” con países que se
suponen no desarrollados, a partir
de un paradigma de desarrollo del
norte, asumiendo que es ahí
donde se produce el
conocimiento, el paradigma
válido: hombre blanco europeo,
etc.

Es neocolonial porque incide en


las prioridades políticas de los
movimientos sociales. Esa es la
crítica fundamental.

Retomamos también parte del


lesbianismo feminista, para

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entender el régimen de la
heterosexualidad como un
régimen que toca todo tipo de
relación social, no sólo la práctica
sexual. Y que instala lógicas
como el matrimonio, la familia
nuclear, la ideología de la
diferencia sexual, y que tiene
efectos no sólo en las lesbianas,
trans, o gays, sino también en
todas las relaciones sociales.

Además, el feminismo decolonial


tiene una cosa muy importante en
términos epistemoló-gicos, es
decir, cuáles son las categorías
que utilizamos para explicar esa
realidad. Y además buscamos
desenganchar-nos de las

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categorías modernas generadas
por la trilogía modernidad,
colonialismo y capitalismo global,
tales como democracia, o estado
moderno.

No solamente
criticamos las
categorías, sino que
hacemos prácticas
políticas, en torno a una
propuesta autónoma.
Le damos mucha importancia a
otras maneras que no son la
escritura, a pesar de que
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escribimos bastante. Le damos
importancia a otras formas de
conocimiento, de producir
pensamiento, como por ejemplo
las cuestiones visuales:

El Artivismo
Y la historia oral, como una
forma de recuperar el
pensamiento que no se ha
institucionalizado en la academia.

En conclusión, el feminismo
decolonial es práctica y
acción. Al mismo tiempo
que estamos pensando

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estamos haciendo práctica
política.

Claves del
feminismo
decolonial
I.
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Una relectura de la
historia.
La historiografía hegemónica nos
contó una historia donde
supuestamente los colonizadores
eran conquistadores y
descubridores. Y nosotres hemos
dicho, junto a grupos indígenas y
afros, que lo que hubo a partir de
1492 fue un etnocidio histórico
que todavía tiene secuelas en esta
colonialidad contemporánea.

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II.
La otra clave es pensar que
somos sujetas y sujetos con
conocimientos, con experiencias
que son válidas, sea que tengas
o no academia.
Que es necesaria una
recuperación de los
conocimientos, porque
históricamente los pueblos han
tenido una serie de conocimientos
que no se valoran como tal,
precisamente por esa
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institucionalización del
pensamiento y la epistemología -
que se ha instalado en términos
occidentales considerando
solamente cierta manera de
producir conocimiento, que
además se asume como neutro,
objetivo, etc.

III.
La otra clave tiene que ver con
el pensamiento y la acción.
Yo no concibo un feminismo
decolonial que no tenga una
práctica política. Hay sectores que
lo han instituciona-lizado desde la
academia, y yo creo que
necesariamente tiene que ser una

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práctica políticacolectiva
y que tiene que ser parte de un
movimiento social articulado a
muchos movimientos al
mismo tiempo.
Entonces, por un lado el
feminismo decolonial es una
crítica a todo lo que significa
universalizar, una crítica a
categorías estables, modernas,
occidentales, a éstos
pensamientos que solamente se
asumen como válidos, para
proponer un desenganche
epistemológico (Stuart Hall), y al
mismo tiempo proponer otras
categorías analíticas que nos
permitan fortalecer las prácticas
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políticas en las que estamos
inmersas en

ABYA YALA
(‘tierra en plena madurez’)

Nombramos así nuestro


continente, que es cómo los
indígenas guna llaman a esta
tierra.

La praxis decolonial en Abya


Yala viene de muchos activismos
políticos de todas nosotras.

Extractos de un entrevista realizada a


Ochy Curiel, “Las Claves de Ochy Curiel.
Feminismo decolonial”, disponible en

19
youtube:
https://www.youtube.com/watch?
v=7ZSHqvKLANQ&t=441s

El concepto
de Feminismo Decolonial fue
propuesto por la feminista

argentina MARÍA

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CRISTINA
LUGONES.
Nos dice María: “Problematizar el
dimorfismo biológico y
considerar la relación entre el
dimorfismo biológico y la
construcción dicotómica de
género es central para entender el
alcance, la profundidad, y las
características del sistema de
género colonial/moderno.
La reducción del género a lo
privado, al control sobre el sexo y
sus recursos y productos es una

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cuestión ideológica presentada
ideológica-mente como biológica,
parte de la producción cognitiva
de la modernidad que ha
conceptualizado la raza como
«engenerizada» y al género como
racializado de maneras
particularmente diferenciadas
entre los europeos-as/blancos-as y
las gentes colonizadas /no-
blancas.

La raza no es ni
más mítica ni
22
más ficticia que
el género

–ambos son
ficciones
poderosas.
En el desarrollo de los
feminismos del siglo XX, no se
hicieron explícitas las conexiones
entre el género, la clase, y la
heterosexualidad como

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racializados. Ese feminismo
enfocó su lucha, y sus formas de
conocer y teorizar, en contra de
una caracterización de las mujeres
como frágiles, débiles tanto
corporal como mentalmente,
recluidas al espacio privado, y
como sexualmente pasivas. Pero
no explicitó la relación entre estas
características y la raza, ya que
solamente construyen a la mujer
blanca y burguesa.

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También es parte de
su historia, que en el
Occidente, sólo las
mujeres burguesas
blancas han sido
contadas como
mujeres.
Las hembras excluidas por y en
esa descripción no eran solamente
sus subordinadas sino también
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eran vistas y tratadas como
animales, en un sentido más
profundo que el de la
identificación de las mujeres
blancas con la naturaleza, con los
niños, y con los animales
pequeños.

Las hembras no-blancas


eran consideradas animales
en el sentido profundo de ser
seres «sin género», marcadas
sexualmente como hembras,
pero sin las características de
la femineidad.

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Las hembras racializadas como
seres inferiores pasaron de ser
concebidas como animales a ser
concebidas como símiles de mujer
en tantas versiones de «mujer»
como fueron necesarias para los
procesos del capitalismo
eurocentrado global.
Por tanto, la violación
heterosexual de mujeres indias o
de esclavas africanas coexistió
con el concubinato como, así
también, con la imposición del
entendí-miento heterosexual de
las relaciones de género entre los
colonizados –cuando convino y
favoreció al capitalismo
eurocentrado global y a la

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dominación heterosexual sobre
las mujeres blancas.
Pero recordemos que el estatus de
las mujeres blancas no se
extendió a las mujeres
colonizadas aún cuando estas
últimas fueron convertidas en
símiles de las mujeres blancas
burguesas.

Borrando toda
historia, incluyendo
la historia oral, de la
relación entre las
mujeres blancas y las
no-blancas, el
28
feminismo
hegemónico blanco
equiparó mujer
blanca y mujer.
Pero es claro que las mujeres
burguesas blancas, en todas las
épocas de la historia, incluso la
contempo-ránea, siempre han
sabido orientarse lúcida-mente en
una organiza-ción de la vida que
las colocó en una posición muy
diferente a las mujeres
trabajadoras o de color. La lucha
de las feministas blancas y de la
«segunda liberación de la mujer»
de los años 70 en adelante pasó a
29
ser una lucha contra las
posiciones, los roles, los
estereotipos, los rasgos, y los
deseos impuestos con la
subordinación de las mujeres
burguesas blancas.
No se ocuparon de la opresión
de género de nadie más.
Concibieron a «la mujer» como
un ser corpóreo y evidentemente
blanco pero sin conciencia
explícita de la modifica-ción
racial. Es decir, no se entendieron
a sí mismas en términos
interseccionales, en la
intersección de raza, género, y
otras potentes marcas de sujeción
o dominación. Como no
percibieron estas profundas

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diferencias, no encontraron
ninguna necesidad de crear
coaliciones.

Asumieron que había una


hermandad, una sororidad,
un vínculo ya existente
debido a la sujeción de
género.

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Históricamente, la caracterización
de las mujeres Europeas blancas
como sexual-mente pasivas y
física y mentalmente frágiles las
colocó en oposición a las mujeres
colonizadas, no-blancas, incluidas
las mujeres esclavas, quienes, en

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cambio, fueron caracterizadas a lo
largo de una gama de perversión y
agresión sexuales y, también,
consideradas lo suficientemente
fuertes como para acarrear
cualquier tipo de trabajo. No
estaban vistas ni cómo frágiles ni
como débiles.

Pero las esclavas negras no son


las únicas que fueron colocadas
fuera del alcance de la feminidad
burguesa blanca.
En Imperial Leather, al relatar la
forma con la que Colón retrataba
la tierra como si fuera un pecho
de mujer, Ann McClintock (1995)
evoca la «larga tradición de la
travesía masculina como una

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erótica de violación» Durante
siglos, los continentes
desconocidos –África, las
Américas, Asia- fueron
imaginados por la erudición
Europea como erotizados
libidino-samente. Las historias de
viajeros estaban repletas de
visiones de la sexua-lidad
monstruosa de las tierras lejanas
donde, como lo contaban las
leyendas, los hombres tenían
penes gigantes y las mujeres se
casaban con simios, los pechos de
los varones afeminados rebosaban
de leche y las mujeres
militarizadas se cortaban los
suyos […]

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Dentro de esta tradición porno-
tropical, las mujeres aparecían
como el epítome de la aberración
y el exceso sexuales. El folklore
las concibió, aún más que a los
hombres, como entregadas a una
venérea lasciva, tan promiscua
como para rozar en lo bestial.

El sistema de
género tiene

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un lado
visible/claro

y uno
oculto/oscuro.
El lado visible/claro construye,
hegemónicamente, al género y a
las relaciones de género.
Solamente organiza, en hecho y
derecho, las vidas de hombres y
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mujeres blancos y burgueses, pero
constituye el significado mismo
de «hombre» y «mujer» en el
sentido moderno/ colonial. La
pureza y la pasividad sexual son
características cruciales de las
hembras burgue-sas blancas
quienes son reproductoras de la
clase y la posición racial y
colonial de los hombres blancos
burgueses. Pero tan importante
como su función reproductora de
la propiedad y la raza es que las
mujeres burguesas blancas sean
excluidas de la esfera de la
autoridad colectiva, de la
producción del conocimiento, y
de casi toda posibilidad de control
sobre los medios de producción.

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La supuesta y socialmente
construida debilidad de sus
cuerpos y de sus mentes cumple
un papel importante en la
reducción y reclusión de las
mujeres burguesas blancas con
respecto a la mayoría de los
dominios de la existencia
humana. El sistema de género es
heterosexualista, ya que la
heterosexualidad permea el
control patriarcal y racializado
sobre la producción, en la que se
incluye la producción del conoci-
miento, y sobre la autoridad
colectiva. Entre los/as hombres y
muje-res burgueses blancos, la
heterosexualidad es, a la vez,
compulsiva y per-versa ya que

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provoca una violación
significativa de los poderes y de
los derechos de las mujeres
burguesas, y sirve para reproducir
el control sobre la producción.

Las mujeres burguesas blancas


son conscriptas en esta reducción
de sus personas y poderes a través
del acceso sexual obligatorio.

El lado oculto/oscuro del


sistema de género fue y es
completamente violento.
Hemos empezado a entender la
reducción profunda de los
anamachos, las anahembras, y la
gente del «tercer género». De su
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participación ubicua en rituales,
en procesos de toma de
decisiones, y en la economía
precolonia-les fueron reducidos a
la animalidad, al sexo forzado con
los coloniza-dores blancos, y a
una explotación laboral tan
profunda que, a menudo, los llevó
a trabajar hasta la muerte.

Quijano nos dice que «el vasto


genocidio de indios durante las
primeras décadas de la coloniza-
ción no fue causado, en principio,
por la violencia de la conquista, ni
tampoco por las enfermedades
que los conquistadores trajeron.
Lo que sucedió, en cambio, es que
los indios han sido utilizados

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como fuerza de trabajo
descartable, y sometidos a
trabajar hasta la muerte».

Hay trabajo hecho y por hacer en


el puntualizar los lados
visible/claro y oculto/ oscuro de
lo que llamo el sistema de género
colonial/moderno. Presento esta
organiza-ción social a grandes
trazos para iniciar una
conversación y un proyecto de
investiga-ción y educación
popular colectiva y participativa,
con los que quizás podamos
comenzar a ver, en todos sus
detalles, los procesos del sistema
de género colonial/moderno en su
larga duración, entrama-dos en la

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colonialidad del poder hasta el
presente. Ese trabajo nos permiti-
ría desenmascarar esa
colaboración cómplice, y nos
convocaría a recha-zarla en las
múltiples formas a través de las
cuales se expresa al mismo
tiempo que reanudamos nuestro
compromiso con la integridad
comunal en una dirección
liberatoria.
Necesitamos entender la
organización de lo social para así
poder hacer visible nuestra
colabora-ción con una violencia
de género sistemáticamente
racializada para así llegar a un
ineludible recono-cimiento de esa

42
colaboración en nuestros mapas
de la realidad.

(Extractos de “Colonialidad y Género”, de


María Cristina Lugones,
https://www.revistatabularasa.org/numero-
9/05lugones.pdf)

FEMINISMO DECOLONIAL Y PRÁCTICA POLÍTICA


Ochy Curiel y María Cristina Lugones
2023, Santa Fe, Argentina
Imperfectas Fordistas

Ilustración y transcripción: Merlina Medrano


Diseño, diagramación y encuadernación:
@imperfectas.fordistas
(proyecto editorial de Pamela Rossi Contreras y
Merlina Medrano)

Colección Lenguas de Fuego

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Libro artesanal sin ISBN
Objeto Único

Imperfección:
Pequeño error o defecto que
impide que una cosa
o una persona sea perfecta.
Fordismo:
sistema de producción
en serie basada en el
perfeccionamiento
de cada trabajador
en la cadena productiva.

La imperfección fordista
es una imposibilidad,
que hacemos posible.

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