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¿Será posible aplicar el proyecto para lograr un cambio?

El proyecto ambiental emprendido desde la Preparatoria No. 18, denota un


esfuerzo encomiable por abordar la problemática de la contaminación desde una
perspectiva académica y pedagógica. Sin embargo, para lograr un impacto
perdurable se requiere trascender la esfera institucional e integrar a la comunidad
en pleno.
Si bien la concientización de los estudiantes sentará las bases para un cambio de
paradigma a futuro, es imprescindible involucrar a los ciudadanos de todas las
edades en pos de la sostenibilidad. Para ello, será menester desplegar estrategias
comunicacionales y campañas de sensibilización que resalten la relevancia
cotidiana de la crisis ambiental.
Asimismo, urge tejer alianzas intersectoriales y fomentar la participación activa de
la municipalidad, las organizaciones ambientalistas y la empresa privada. Solo
aunando esfuerzos y recursos se podrá implementar medidas concretas, como
programas de reciclaje comunitario, monitoreo de la calidad del aire y del agua,
reforestación y transición hacia energías limpias.

Con toda la información dada, respondiendo a la siguiente pregunta: "¿Será


posible aplicar el proyecto para lograr un cambio?"
La posibilidad de que este proyecto ambiental institucional genere un cambio
social profundo es, lamentablemente, exigua. Si bien constituye un ejercicio
académico meritorio para concientizar a los estudiantes, presenta limitaciones
tanto teóricas como prácticas que obstaculizan su aplicabilidad transformadora.
Su alcance localista resulta insuficiente ante problemáticas sistémicas. Asimismo,
la falta de articulación intersectorial y de estrategias comunicacionales efectivas
hacia la comunidad entorpece su potencial impacto. Su orientación teoricista y
academicista le resta viabilidad operativa.
Aunque bien intencionado, este proyecto precisaría una reestructuración integral
para trascender la retórica ambientalista y contribuir concretamente a la
sostenibilidad. De no reorientarse hacia la praxis comunitaria y articularse con
actores extra-institucionales, sus probabilidades de generar cambios perdurables
son, lamentablemente, poco auspiciosas.

En síntesis, la trascendencia y consolidación del proyecto estará supeditada a la


articulación de redes colaborativas que trasciendan lo académico e integren a la
comunidad. Solo así se sentarán las bases para una transformación integral y
sostenible de las prácticas cotidianas en pos de la conservación ambiental. Este
cambio de paradigma requerirá tiempo, pero con la participación comprometida de
todos los actores sociales sin duda será plausible.

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