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Salesianidad III

CAPÍTULO IV NÚCLEO DE ESTUDIO:


DEL ORATORIO A LA EDUCACIÓN
4 COLEGIAL Y A LA ESCUELA
PROFESIONAL

¿Cómo llega Don Bosco a la pastoral educativa “esco- 1. El primer “Co-


legio” nace en el
larizada”? El “colegio salesiano” –internado y externa- Oratorio de Val-
do– legalmente reconocido, tiene históricamente origen docco. 1860/1863.

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oratoriano (1860).189 Pero son determinantes, al respecto,


las causas culturales peculiares, que se dan dentro de los
radicales cambios educativos que se produjeron a partir
de la revolución política de 1848, y tienen como hecho
principal la legislación sobre la “Escuela” debida a Ga-
brio Casati (1859).

Pero hay intuiciones más profundas en Don Bosco respec-


to no solo a la estabilización de su obra oratoriana sino
a su proyección más orgánica, diversificadora y signifi-
cativa. Se dan en las instituciones como los internados,
colegios y escuelas profesionales y agrícolas, que podían
ofrecer a sus pobres muchachos formas educativas más
consistentes y válidas para su preparación a la inserción
e influencia social y eclesial más adecuadas; para su po-
sible acceso a formas de educación superior, universitaria
y seminarística; y, ante todo, para la misma prevención,
ahora más completa, sólida y duradera ante las situacio-
nes siempre de riesgo que podían amenazarlos. Es el pa-
dre Pedro Braido quien ha hecho, últimamente, un re-
planteamiento del asunto en este sentido.190

2. La era industrial Circunstancias posteriores, a la época de la industrializa-


de Italia y las es-
cuelas profesiona- ción italiana que comienza en la década de 1880, llevan
les de la Congre- a una peculiar transformación en la educación para el
gación.
trabajo que había tenido su génesis en los Talleres de Ar-
tes y Oficios del primitivo Oratorio, desde 1846. Se trata
del nacimiento de lo que pronto se llamaría oficialmen-
te “formación profesional” y “escuelas profesionales”.191

189
Fernando PERAZA L., “Don Bosco y la Escuela”, CSR, Quito, 1996, “I. Génesis históri-
ca de la Escuela Salesiana”, pp. 5-10. –Cesare SCURATI, “Don Bosco e la pedagogia
salesiana fra educazione extraescolastica e scuola”, en “Don Bosco. Ispirazione, propo-
ste, strategie educative”, LDC, Torino, 1989, pp. 107-120.
190
“Don Bosco prete dei giovani nel secolo delle liberttà”, Las-Roma, 2003. pp. 359-361.
191
Don Miguel RÚA, “Lettere circolari”, Torino, SAID, “Buona Stampa”, 1910, p. 126. Las Con-
stituciones Salesianas de 1905, en el Capítulo 1 enuncia explícitamente las “scuole profes-
sionali ed agricole”, y el artículo 71 referente al Consejero “profesional”, se expresa en forma
explícita: “ A uno de los Consejeros del Capítulo Superior delega el Rector Mayor el cuidado
de todo lo que tiene que ver con la formación del personal perteneciente a las escuelas profe-
sionales y agrícolas, y de los trabajos domésticos, y de la instrucción de los alumnos” (Ramón
ALBERDI, “Impegno dei salesiani nel mondo del lavoro e in particolare nella formazione

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Términos usados ya por don Luis Cartier en el IV Capítulo


General192, Capítulo que promulgó la Carta Fundamental
de esta nueva institución educativa.193

Es la dirección hacia la que se mueve estos dos grandes


temas, que pertenecen, dentro del orden cronológico del
estudio de la vida de Don Bosco, al Tercer Nivel de Capa-
citación de Docentes de Salesianidad.

DEL ORATORIO A LOS COLEGIOS

La primera pastoral educativa de Don Bosco sacerdote 3. El Oratorio de


Valdocco, punto
fue el Oratorio. Una institución abierta, flexible, que par- obligado de refe-
tía de la toma de contacto con los jóvenes más pobres en rencia para enten-
der la índole de los
sus propios ambientes marginales, en el contexto de una colegios fundados
ciudad preindustrial en pleno desarrollo, la ciudad de Tu- por Don Bosco.
rín a la que convergían como emigrantes rurales jóvenes
y aún niños en busca de empleo.

El Oratorio trataba de ayudarles a resolver sus múltiples 4. Ambiente “om-


nic o m p r e n sivo ”
problemas involucrándolos como sujetos activos en di- en su propuesta de
versas iniciativas de actualidad inmediata: el clima de valores pedagógi-
cos.
recreación y confianza, las escuelas elementales y los ta-
llercitos de artes y oficios que los capacitaban para su
primera inserción en el mundo del trabajo; la visita a los
tallercitos de empleo en donde se hacían aprendices; la
“casa” que los acogía, la relación con Margarita Occhie-
na, la madre de Don Bosco y madre de todos; la capilla
transformada pronto en su propia parroquia; las asocia-
ciones juveniles y otras actividades pedagógicas que iban
organizando, como el teatro, la música y el canto.194
professionale dei giovani”, en “Salesiani nel mondo del lavoro”, Convegno europeo. Roma,
9-15, maggio, 1982, Editrice SDB, pp. 43-45.
192
José Manuel Prellezo, “Don Bosco y las escuelas profesionales” en Don Bosco en
la Historia, Las-Roma y CCS, Madrid, 1990, p. 152.
193
Las “deliberaciones” capitulares contienen este documento bajo los subtítulos
“Dei giovani artigiani” “Indirizzo religioso-morale”; “Indirizo intellettuale” e “In-
dirizo profesionale” (Giovanni BOSCO, “Opere Edite”, Centro Studi Don Bosco,
Vol. XXXVI, Las-Roma, 1977, pp. 18-22).
194
Giorgio CHIOSO, “L’oratorio di Don Bosco e il rinnovamento educativo nel Pie-

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En el decenio de 1850 a 1860, se llevó a cabo la primera


5. Preparación in- habilitación de los colaboradores para la educación es-
telectual y práctica
de los colaborado- colar (1855-1859) y artesanal (1853-1862) que se iban
res. implantando y fortaleciendo en Valdocco195; y la promo-
ción del asociacionismo juvenil (1847-1850) que anima-
ba aquella especie de pequeña ciudad de Valdocco, y de
los oratorios de Porta Nuova y Vanchiglia

Pero el Oratorio no era suficiente para realizar una com-


6. La necesidad de pleta tarea preventiva y de futuro. Su misma índole, some-
estructuras educa-
tivas más consis- tida a las variables de la emigración y a la inestabilidad de
tentes y variadas. los muchachos que buscaban respuestas a sus inmediatas
urgencias, era un obstáculo para la estabilidad de los pro-
cesos educativos y para los proyectos de largo alcance
que aseguraran su futuro.

Como Don Bosco mismo lo constataba, era inevitable


7. El previsible fe- y necesario que viniese ahora, además del Oratorio, el
nómeno de la “co-
legialización”.
fenómeno que Pedro Stella sintetiza con el término de
“colegialización”196, único que en ese momento podía fa-
cilitar a los jóvenes la ubicación “civil” y cultural reque-
rida por las nuevas situaciones históricas. El Colegio era,
entonces, la única estructura que podía formar, adecuada
y sistemáticamente, a los nuevos ciudadanos del Reino
de Italia que acababa de ser proclamado el 18 de febrero
de 1861.

La expresión concreta y más significativa de esta novedad


había sido la reforma de la Escuela debida al ministro Ga-
brio Casati y aprobada por el Senado el 13 de noviembre
de 1859, cinco días antes de que naciese la Congregación
de San Francisco de Sales, reforma que ya en 1860 ten-
dría fuerte repercusión en Valdocco.

monte carloalbertino”, en “Don Bosco nella Chiesa a servizio dell’umanità”, Pietro


BRAIDO, Las-Roma, 1987, p. 106.
195
Fernando PERAZA, “Iniciación al estudio de Don Bosco, CSRFP, Quito, 2003,
Cuadro de las respuestas educativo-pastorales, pp. 132-133.
196
Cfr. Pietro BRAIDO, “Don Bosco prete dei giovani nel secolo delle libertà”, Las-Ro-
ma, 2003, p. 360.

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La fundación de la Sociedad Salesiana había sido también 8. Vendría, de in-


mediato, la tarea
una respuesta concreta a la urgencia de dar estabilidad a de capacitar ade-
los más cercanos colaboradores de Don Bosco. Ahora se cuadamente el
personal para la
imponía la cualificación, con títulos oficiales, de los edu- escuela y colegios,
cadores para los cometidos culturales que, como maes- según las normas
oficiales.
tros y educadores, los esperaban.

SIGNIFICADO HISTÓRICO-CULTURAL DE LA EDUCA-


CIÓN COLEGIAL

1. Ir de acuerdo a las necesidades de los tiempos

Por otra parte la orientación hacia los Colegios, como in-


ternados para estudios y artes, en el pensamiento de Don 9. Una necesidad
de su tiempo.
Bosco, corresponde a su criterio de ir de acuerdo a las
necesidades y los desafíos de los tiempos. Efectivamente,
en Europa, bajo el impulso liberal por la formación de los
ciudadanos dentro de los criterios humanistas del Estado
laico y democrático que se estaba fraguando, se procedió
cuanto antes a la completa reorientación y reorganiza-
ción de la Escuela, pero dando lugar, en consecuencia,
al desarrollo de la iniciativa privada y al respeto por sus
opciones ideológicas y confesionales.

Era el caso de los colegios católicos, que después de ha-


ber sufrido una fuerte baja (como internados) en el siglo 10. La educación
católica y el cole-
XVIII por considerarse el método de internado desfavora- gio.
ble a una formación sólida y perdurable de la juventud,
aislada forzosamente de su medio ordinario de vida fami-
liar y social. Ahora se veían revaluados, como un espacio
apto para dar una educación privada, religiosa, ética y
cultural más completa, debido a la mayor permanencia
del alumno en la institución educativa, y que, al mismo
tiempo, de esta manera podían responder mejor a la grave
influencia del laicismo que imponía la política oficial en
la escuela.

Otros inconvenientes como el de la separación de la fa-


milia, podrían suplirse con un tipo diverso de disciplina, 11. El clima fami-
liar del colegio sa-
lesiano.
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inspirada en la misma pedagogía doméstica, y como com-


plementación de esta. Era una de las intuiciones y expe-
riencias que empezó a poner en práctica Don Bosco en
sus colegios. Domina efectivamente en él la preocupación
de padre y “de amigo que guía a los muchachos para pre-
venir sus faltas antes que para castigarlas [...] preocupado
por facilitarles el que puedan crecer en un clima familiar,
dentro de una atmósfera de alegría y de felicidad”.197

Al comienzo del siglo XIX, el término de “colegio” se


12. Significado his- aplicaba simplemente a las escuelas del Estado, como era
tórico del término
“colegio”. el caso del Real Colegio de Chieri, frecuentado por el ado-
lescente Juan Bosco de 1831 a 1835. Los colegios como
internados tendrán progresivamente su auge a partir de
1848. Era entonces contemporánea la preocupación del
Estado, tanto por organizar sus propias escuelas, como
por garantizar los derechos de los libres ciudadanos para
tener sus propios centros educativos.198

Además, la imposibilidad del Gobierno para organizar


13. La adminis- y administrar las escuelas a nivel regional y municipal,
tración regional o
municipal de los favoreció el que estas fueran gestionadas por entes parti-
colegios. culares, y permitió el que muchas de ellas lo fueran por
católicos ligados a sus respectivas autoridades eclesiásti-
cas. El colegio, pues, podía facilitar una seria formación
cristiana, dentro de una sociedad oficial que se iba secu-
larizando rápidamente, y en algunos momentos asumía
un aire no solamente laico sino abiertamente anticlerical
o sectario.199

197
Pedro BRAIDO, citando al historiador Roger Aubert, en “Contemporaneità di Don
Bosco nella pedagogia di ieri e di oggi” (AAVV, “Don Bosco educatore, oggi”,
Zürich, Pas-Verlag, 1963, p. 60: y en “La missione salesiana oggi”, en AAVV, “La
Famiglia Salesiana riflette sulla sua vocazione nella Chiesa di oggi”, LDC, Torino,
Leuman, 1973, p. 118).
198
Es claro que las palabras escuela, escolar, abarcan todo el ámbito de las institucio-
nes educativas y de sus ordenamientos y reglamentaciones legales.
199
Cfr. Pietro STELLA, “Don Bosco nella storia della religiosità cattolica”, Vol. I, Vita e
Opere, Las-Roma, 1979, pp. 121-123.

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2. La colegialización

2. Dentro de este contexto histórico-cultural, el caso de


los colegios salesianos es peculiar. Hay un hecho que no 14. El caso de los
colegios salesia-
puede pasarnos inadvertido. Entrada en vigor la nueva le- nos.
gislación sobre la escuela, se constata de inmediato y a
partir de la fundación del “Convitto (internado) – Semina-
rio” de Mirabello, en la diócesis de Casale Monferrato, la
multiplicación de colegios, hospicios, escuelas para arte-
sanos y aprendices agrícolas, seminarios gestionados por
salesianos, o colegios-seminarios, y, sobre todo la prefe-
rencia por los oratorios, los internados con estudios, los
externados y seminternados.

Las parroquias tendrán otra lógica para la misión educa-


tiva de Don Bosco. Concebidas por lo general, en el am-
biente de entonces, casi exclusivamente para adultos, se-
rán vistas, en un primer momento, como una excepción,
cuando los obispos piden se encargue la Congregación de
ellas. Solo se justificaría abrir alguna parroquia, cuando
había que salvar la fe o emprender una evangelización de
emergencia en algún medio social acosado por la propa-
ganda y el proselitismo sectarios; o cuando la parroquia
nacía espontáneamente como evolución y exigencia de
la pastoral oratoriana.

En cambio, el Fundador había hallado un medio educati-


vo privilegiado en los colegios, pues facilitaban una con-
vivencia educativa excepcional, y en ella nuevos valores
y expresiones para enriquecer su oferta pedagógica a los
jóvenes.

En los colegios, maestros y clérigos, o los mismos jefes


y maestros de taller, salesianos, compartían toda la vida
cotidiana, siempre en clave educativa; y esta, dentro del
estricto marco del estudio sistemático y diversificado, se
volvía un ejercicio formativo de los jóvenes salesianos,
a la luz de la espiritualidad y del método pedagógicos

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enseñados por Don Bosco. Así la formación llegó a ser


una experiencia viva de carácter preventivo y familiar
que acompañaba todas las horas y las jornadas de los jó-
venes. Luego, estaba otro elemento valiosísimo, el reco-
nocimiento oficial de los estudios que capacitaban para
proseguir estudios superiores en institutos oficiales.

De hecho el Colegio llegó a ser para Don Bosco el me-


dio educativo más serio, completo y sistemático, para
formar su personal religioso, y para abrirle las puertas
a los estudios superiores, tan importantes, aún, por los
requisitos de titulación que exigiría en adelante el Estado
para poder ejercer el magisterio.

Esta intencionalidad de la “Ley” que abría a la educación


15. Una nota crí- privada el camino hacia la capacitación universitaria y su-
tica.
perior de los jóvenes de toda clase e índole social, era un
móvil objetivo, que movía a Don Bosco a dar el paso ha-
cia la institución colegial, en busca del mayor bien de sus
“pobres muchachos”. Después, la historia dirá cómo la
política clasista del Gobierno Liberal, se sirvió de esa mis-
ma reforma de la escuela, para discriminar el alumnado
en su acceso a los estudios superiores y de especialización
profesional, favoreciendo intencionalmente a quienes,
pertenecían a una nueva burguesía económica nacida con
la industrialización o a la clase militar que sostenía el régi-
men del Estado. O sea, a quienes podían fortalecer, desde
sus niveles de privilegio, los objetivos ideológicos y tácti-
cos del liberalismo laico y capitalista (Giovanni Genovesi,
“Storia della scuola in Italia dal Settecento a oggi”, Editori
Laterza Roma-Bari, 1998, pp. 105-122).

A otros niveles, los colegios serán el instrumento edu-


16. Los colegios cativo que habría de proyectarse a un radio europeo y
y la proyección
mundial de la Con-
mundial, favoreciendo, al mismo tiempo, la formación de
gregación. nuevas fuerzas católicas para la Iglesia y una gran expan-
sión de la Sociedad Salesiana y de su pedagogía y espiri-
tualidad educativas.

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“La orientación hacia los colegios es, por tanto, un dato


de hecho, que es necesario tener en cuenta, para com-
prender y ubicar históricamente el desenvolvimiento de
la mentalidad de Don Bosco y de los Salesianos desde
cuándo para ellos empezó la era de los internados [...].

A su vez Don Bosco, especialmente después de la organi-


zación de la Casa Anexa, piensa prevalentemente en co-
munidades colegiales y en salesianos como educadores
de colegios”.200

Las mismas biografías de Miguel Magone (1861) y de


Francisco Besucco (1864) nos traslucen que en el fondo 17. Algunas de las
biografías de los
hay un cuadro colegial de referencia. “Es así como Mi- jóvenes escritas
guel Magone se transforma de pequeño cabecilla de una por Don Bosco tie-
nen como cuadro
banda callejera en “un chico que se destaca en el estudio cultural y pedagó-
y la atención” al deber, y Francisco Besucco de un pobre gico de referencia
“el colegio”.
pastorcito analfabeto que era en estudiante modelo, así
que “oída la señal para entrar al estudio él se dirigía allá
de inmediato sin demorarse ni un momento”, y “era bello
verlo concentrado, estudiando o escribiendo con la avi-
dez de quien se sentía bien y era feliz”.201

Muchos de los escritos pedagógicos de Don Bosco,


como el tratado sintético sobre “El Sistema Preventivo 18. Los colegios e
internados son ob-
en la educación de la juventud” (1877) y las “Cartas” jeto de particular
sobre los castigos (1883) o sobre el espíritu de familia estudio en los Ca-
pítulos Generales
(1884) están fuertemente condicionados por el régimen y Consejos de las
de internado. Casas.

Asimismo, una parte notable de las deliberaciones de los


Capítulos Generales, y de los Consejos de las “casas”, to-
can asuntos de “colegialización” de la obra educativa, sus
valores y sus problemas: la necesidad apremiante de que
los profesores adquieran sus títulos oficiales, el conflicto
con normativas del Estado que limitan o suspenden la en-

200
Ibíd., p. 124.
201
Cesare SCURATI, p. 109.

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señanza religiosa; las exigencias de la “escolarización” o


el abuso de las determinaciones disciplinares y el peligro
de la promiscuidad entre pequeños y grandes y la alerta
acerca de algunas desviaciones afectivas y sexuales, pro-
pias de una convivencia de internado, etc.

De los documentos, actas y memorandos de reuniones


19. Una explícita de Consejo, relación de acontecimientos y crónicas fes-
alusión a las situa-
ciones del Inter- tivas o rutinarias, que recopiló José Manuel Prellezo de
nado de Valdocco los archivos que guardan “fuentes de primera mano” en
que dieron pie a
que Don Bosco es- Valdocco, emerge una vida esencialmente colegial y a
cribiera su célebre veces seminarística.
“Carta acerca del
espíritu de familia”
(1884). Un ambiente elemental y una “pedagogía pobre” como
para los muchachos pobres de Don Bosco. “Un ambiente
elemental hecho de sencillez y aún de penuria material;
en las “conferencias” se habla de vestidos que remendar,
de calzado que componer, de ropa que lavar, de bancos
y camas que colocar en locales cada vez menos capaces,
de talleres que empiezan y que están llamados a dar su
aportación a la subsistencia de una obra cada vez más su-
perpoblada de jóvenes “consumidores”. Muchos detalles
de la vida ordinaria, “con ausencia de referencias signifi-
cativas a instituciones de Don Bosco más abiertas, como
el oratorio festivo y cotidiano, las escuelas para externos,
los grupos juveniles, las asociaciones de carácter social y
recreativo, etc.”202

Testimonios, pues, de los riesgos que pueden sobrevenir


20. Algunos ries- cuando instituciones como la colegial se cierran sobre sí
gos de la institu-
ción escolar.
mismas agobiadas por excesivo número de estudiantes y
de normas disciplinares cada vez más estrictas que, bus-
cando el orden debido, pasan de la norma convenien-
te y de buen sentido a las disposiciones represivas que
acaban por afectar la convivencia familiar, sembrando
el descontento, la desconfianza y los abusos, como nos
lo muestra, precisamente, la citada carta de Don Bosco,
202
Pietro BRAIDO, en su presentación del libro de Prellezo: “Valdocco en el XIX.
Entre lo real y lo ideal”, Documentos y testimonios sobre una experiencia pedagó-
gica”, CC., Madrid, 2000, p. 8.

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del 10 de mayo de 1884 a los superiores y alumnos del


Oratorio.203

3. La variada nomenclatura de las instituciones de tipo


“colegial”

3. Don Bosco las denomina, según concretas categorías


pedagógicas: Colegios o Colegios - Seminarios, Cole- 21. Nomenclatura
de las instituciones
gios-Internados; o internados simplemente, u Hospicios. de tipo colegial.
Patronatos cuando dependen de alguna junta de benefi- Quiere decir que
tienen estructu-
cencia. Orfanatos y Asilos. ra de internado
y escuela, que
caen bajo la pro-
Colegios-seminarios como Giaveno (1862) y Mirabello gramación oficial.
(1863); o Colegios-Convitto (internados), o simplemen- En Italia, Brasil y
Gran Bretaña. En
te colegios como los de Lanzo (1864), Cherasco, en Cú- Francia, Argentina,
neo (1869); Alassio (1869), Valsalice (1872), Vallecrosia Uruguay, Chile y
España.
(1875). Este, en el Véneto y el Internado de Santa María
de las Gracias en Nizza Monferrato (1878). El Colegio
San Basilio de Randazzo (1879); San Pío V, en Penango
(1880); los de Mogliano Véneto (1882) y Parma (1888).

Hospicios, orfanatos y asilos, cuando eran para la “juven-


tud pobre y abandonada”. De este tipo prioritario fueron
el de Marazzi (1871) que el año siguiente pasó a Sampier-
darena, en Génova; el de San Benigno Canavesse (1879),
el de San Juan Evangelista en Turín; y el del Sagrado Cora-
zón en Roma (1883).

En Brasil, el Hospicio de Nicthero, abierto en 1882 y el


del Sagrado Corazón en Londres, Inglaterra (1884-1887).

En Francia se fundó el Patronato u Oratorio de Nizza


(1875); el Orfanato de La Navarre, el Oratorio – Hospicio
de Marsella en 1878; el de Saint-Cyr (1879) confiado a las
Hijas de María Auxiliadora en abril de 1880 y el de San
Gabriel en Lille (1884).

203
Fernando PERAZA, “El Sistema Educativo de Don Bosco”. En la IV parte trae la
contextualización histórico-cultural de la Carta de 1884, pp. 96-125.

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En Argentina, el Colegio-Internado de artes y oficios, en


San Nicolás de los Arroyos (1875), el Colegio Pío IX o de
San Carlos (1876) en Almagro y el de Patagones (1879);
el de San Francisco de Sales en Viedma (1880); el Cole-
gio-Internado de Santa Catalina en Buenos Aires (1885) y
el del Sagrado Corazón en La Plata.

En Uruguay, Villa Colón, Colegio Pío IX o de San Francis-


co de Sales (1877). El Colegio-Internado de Nuestra Seño-
ra del Rosario en Paysandú, (1881).

El Colegio de Artes y Oficios de San Pablo, en Brasil


(1886). Los Colegios-Internados de San José en Concep-
ción (1887), el de San José en Puntarenas y el de Artes y
Oficios de Talca, Chile En España, el Colegio-Internado
de Utrera (1881); los Talleres de Sarriá, fueron también
internados (1884).204

4. El espíritu del primitivo Oratorio

Una de las mayores preocupaciones de Don Bosco en sus


22. Una memoria últimos veinte años de vida fue el asunto de los colegios,
carismática, lo in-
sustituible.
y, ante todo, el que el espíritu del primitivo Oratorio se
viviera en ellos. Valdocco era efectivamente, “por antono-
masia, el arquetipo y el centro de irradiación de un nuevo
tipo de obras que habrían de llegar a ser prioritarias en
la actividad educativa: las escuelas y los talleres de artes
y oficios, preferiblemente organizados dentro del ámbito
colegial y de los hospicios, a los que se agregaba como
parte integrante, el oratorio, festivo o cotidiano.

Era al pequeño reino de Valdocco, siempre más lleno de


23. Valdocco, tam- gente y más variado, al que Don Bosco dedicaba sus cui-
bién casa-semina-
rio. dados cotidianos y, al mismo tiempo, en el que ponía a
prueba directamente sus ideas educativas”.205 Allí, a más
204
Morand WIRTH, “Da Don Bosco ai nostri giorni. Tra storia e nuove sfide”, Las-Ro-
ma, 2000, pp. 511-513.
205
Pietro BRAIDO, “Don Bosco prete dei giovani nel secolo delle libertà”, vol. II,
Las-Roma, 2003, I, p. 401.

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de los muchachos pobres acogidos como en su casa ha-


llaban acogida desde 1860 a 1864, los seminaristas de
las diócesis piamontesas que por varias razones no tenían
por el momento un seminario propio.

Había, por tanto, que seguir ampliando las construcciones


y adecuando los espacios de recreación y de oratorio. El
grupo de clérigos más consistente procedía de la diócesis
de Asti. Había asimismo de otras diócesis que deseaban
hacerse religiosos o que querían quedarse con él. Así lo
hicieron Juan Garino, Costancio Rinaudo, Luis Chiapale
y Domingo Belmonte que un día llegaría a ser Director
de Valdocco. Por los datos que tenemos del mismo Don
Bosco, de 1859 a 1867, el número de internos en la Casa
sube de 300 a 800. El medioambiente en el suburbio cir-
cundante era rural, fuera del perímetro urbano.

Por otra parte la obra oratoriana creciente exigía de Don


Bosco una incesante labor de “mendicante” e iniciativas 24. Don Bosco en-
tre fe y beneficen-
como la de las loterías. Solamente el pan arrojaba siem- cia ciudadana.
pre deudas inmensas, para “dar de comer algo a los ham-
brientos muchachos” que tenían al Oratorio por casa.

Toda la beneficencia recibida era fruto de la caridad de


quien la prodigaba y de Don Bosco que la gastaba en
sostener a sus hijos.206

Don Bosco, era de hecho, ya un innovador pedagógico


para su tiempo, admirado por gente competente en ma- 25. ¿Don Bosco un
innovador pedagó-
teria educativa como Ferrante Aporti, Carlos Bon Com- gico?
pagni, Gian Antonio Rayneri y Pedro Baricco. Las mismas
comisiones oficiales o de instituciones como la “Obra de
la Mendicidad Instruida”, que visitaban las demostracio-
nes educativas que se hacían en Valdocco, hablaban de
las originales y actualizadas iniciativas escolásticas.

206
Ibíd. “Valdocco centrale di realizzazioni e ispirazioni”, “Alla ricerca di beneficen-
za”, pp. 401-406.

151
Salesianidad III

Cada vez fue más apreciada su competencia en el área


de la educación popular. Se alababa su pericia para la
alfabetización, la docencia de la aritmética y el sistema
métrico; el método catequístico dialógico.207

En la reunión del 26 de abril de 1849, la prestigiosa “So-


ciedad de instrucción y educación” presidida por Vicente
Gioberti, se pronunció en forma laudatoria al respecto, y
el año siguiente, resaltó los aciertos didácticos del Ora-
torio en su Revista Oficial.208 Se hablaba entonces con
entusiasmo de sus representaciones teatrales que enseña-
ban deleitando, de los cuadros comparativos y el méto-
do socrático aplicado en la enseñanza de las historias.209
De la habilidad para hablar a sus jóvenes con su propio
lenguaje que era el lenguaje del pueblo, y con sus tradi-
ciones culturales, como la escena, el canto, la gimnasia y
la música; las fábulas y narraciones que les evocaban sus
inmemoriales raíces culturales.210 La educación del pue-
blo, decía Don Bosco tendría que emplear las propias ex-
presiones culturales de los alumnos en las que ellos han
ido aprendiendo su mentalidad cultural y su historia.211

El Oratorio había llegado a ser, de esta manera un “am-


26. El Oratorio po- biente educativo omnicomprensivo”212, propicio para una
día muy bien en-
trar, con sus pro-
“educación integral”. Una familia, en un medio educa-
pios valores, en un tivo de libertad y de compromiso, en el que la caridad
esquema colegial.
manifiesta se volvía “un medio humano de atracción y de
conquista”.213

207
Giorgio CHIOSO, “L. Oratorio di Don Bosco e il rinnovamento educativo nel Pie-
monte Carlo Albertino”, en “Don Bosco en la Historia”, Las-Roma, 1990, pp. 103.
BSC, 271,220. BRA.
208
Ibíd., p. 104, n. 68.
209
Ibíd., p. 104.
210
Ibíd., p. 105.
211
Ibíd., p. 105.
212
Ibíd., p. 106, ns. 73,24.
213
Ibíd., p. 106, ns. 76 y 75.

152
Salesianidad III

Estaba, pues, puestas las bases para una experiencia cole-


gial que rebasase los límites programáticos de la escola-
ridad y sus mallas curriculares. Así, efectivamente habría
de ocurrir.

Con la abertura de su primer internado para estudiantes


y artesanos, Don Bosco, tal vez sin imaginarlo, se dispo-
nía al hecho de la colegialización que caracterizó por su
difusión y sus logros pedagógicos y evangelizadores, la
obra salesiana en los años que siguieron a la unidad ita-
liana (1870).214

5. La tendencia a la absolutización del fenómeno colegial

Entre tanto a medida que se difundieron los colegios no


faltaron dificultades entre estos y las obras parroquiales, o 27. La tendencia a
la absolutización
con parroquias no administradas por los Salesianos. del fenómeno co-
legial.

Parecía que, progresivamente el apostolado escolar, fuese


el típico apostolado salesiano, o a lo menos una espe-
cialidad propia de la Congregación. Para Don Bosco las
exigencias de los colegios no debían matar, disciplinaria-
mente, el espíritu de familia característico de la pedago-
gía salesiana, como se expresa con claridad en la Carta
sobre los castigos (1883) y más aún en la que sobre el
espíritu de familia dirigió desde Roma al Oratorio el 10
de mayo de 1884.215

Por otra parte en medio del contraste, a veces duro, que se


presenta entre parroquias y colegios, Don Bosco reivindi-
ca la necesidad de que los salesianos, comprometidos en
estos, se dediquen de lleno a sus educandos, y, asimismo

214
Ibíd., p. 116.
215
Ver un análisis de estos documentos en Fernando Peraza L., “El Sistema Preventivo
de Don Bosco”, CSRFP, Quito, 2001, “La carta-circular sobre los castigos de 1883
y la carta de Roma del 10 de mayo de 1884”, pp. 93-125. –Acerca de la crisis de
“escolarización” sufrida por el Oratorio de Valdocco, hay un estudio de José Ma-
nuel Prellezo: “Valdocco en el XIX, entre lo real y lo ideal”, CC., Madrid, 2000. Se
trata de una pedagogía “oratoriana” que llega a ser “espiritual” y estructuralmente
“colegial” (Pedro Braido, Ibíd. “Presentación”, p. 8).

153
Salesianidad III

la prioridad que las obras educativas tienen sobre otro


tipo de trabajo pastoral.216

6. Estancamiento de los Oratorios y el nacimiento de los


colegios

28. Los Oratorios Don Bosco hubiera podido en estos años hacer de Val-
parecen haber cu-
bierto el área de
docco una especie de “ciudadela juvenil”, como la había
las necesidades organizado ya en la misma barriada el canónigo José Cot-
básicas de los des-
tinatarios priorita-
tolengo, para enfermos y minusválidos (1832-1842). El
rios, ahora viene el mismo santuario de María Auxiliadora (1863-1868) se iba
auge de las institu-
ciones colegiales.
volviendo un centro devocional de referencia del pueblo
de Turín y del Piamonte. La gente concentrada en el con-
torno se estaba arraigando en la ciudad.

Pero, por otra parte, en la década de los años cincuenta,


la crisis económica empezó a frenar el flujo migratorio de
los campos y los Oratorios se estancaron en su crecimien-
to numérico. No era, por tanto, el momento para hacer
nuevas fundaciones de esta índole en la capital. Sino que
gracias a la reforma escolar de 1859, que había llegado
a afectar hasta a los seminarios y que confiaba a los mu-
nicipios la administración escolar, viendo Don Bosco la
posibilidad y la conveniencia de ayudar tanto a los obis-
pos como a los gobiernos locales, muchos de los cuales
estaban en manos de ciudadanos católicos, les ofreció el
servicio educativo de sus colegios.

Estos, efectivamente, gestionados por él a título simple-


29. La relativa au- mente de ciudadano, le daban una mayor posibilidad,
tonomía del cole-
gio privado en el dentro de su autónomo régimen de internado, para orga-
clima de las liber- nizar programas de formación religiosa y moral en favor
tades ciudadanas.
de alumnos que permanecían con sus educadores las 24
horas del día, mientras afuera, la escuela estatal seguía su
proceso secularizante y anticlerical. Por otra parte, Don
Bosco halló en esta estructura educativa, la oportunidad

216
Carta del 15 de septiembre de 1879 (E. Ceria, “Epistolario di S. Giovanni Bosco”,
III, Lettera 1977 al can. Clemente Guiol, pp. 519-521).

154
Salesianidad III

de suscitar y formar, seria y sistemáticamente, vocacio-


nes eclesiásticas y, desde luego, a sus mismos religiosos
salesianos. También la posibilidad de hacer contratos fa-
vorables con las autoridades o con las juntas y patronatos
locales, facilitaba la financiación de las escuelas y ase-
guraba, por medio de precisas cláusulas contractuales, el
respeto a la organización interna y al espíritu de la edu-
cación impartida.

En estos casos, los Colegios de Don Bosco, sostenidos de 30. Un servicio a


los jóvenes de las
esta manera y con la ayuda de la beneficencia oficial y pri- provincias.
vada, como obras “sociales”, dada la clase media y pobre
de su alumnado, se abrían a toda la comunidad juvenil de
la provincia, aunque mantuviesen su preferencia por los
estudiantes más necesitados del lugar.

Téngase en cuenta que en esa época no accedía a la es-


cuela elemental la totalidad de la población en edad es-
colar. Se limitaba a los hijos de trabajadores y obreros. Al
Gimnasio, o sea a los primeros años de los estudios se-
cundarios, iban los de mejores condiciones económicas
y, sobre todo, los que procedían de las pequeñas burgue-
sías provincianas conformadas por reducidos núcleos de
campesinos terratenientes, o de cultivadores de propie-
dades en arriendo, o artesanos que vivían de sus talleres,
o funcionarios de la administración pública y pequeños
comerciantes que hacían parcos ahorros de su trabajo
pensando en un futuro mejor para sus hijos.

Los liceos, que atendía a los alumnos de los grados supe-


riores de la educación secundaria, estaban reservados a
gente pudiente económicamente.

Solo colegios de este tipo podían justificarse para Don Bos-


co si estaba en juego la fe de una población juvenil ame-
nazada por contextos sectarios o en manos de maestros
inescrupulosos e irresponsables que ponían en peligro su
conciencia cristiana y los principios de su vida moral.

155
Salesianidad III

31. Colegios, no En el decenio subsiguiente a la reforma Casati, Don Bos-


elitistas socialmen-
te, pero sí orienta- co, sin permitirse una educación elitista, se movió en la
dos a la pastoral
vocacional y a la
línea de los colegios-seminarios o de los internados en los
formación del lai- que se podía llegar a formar un “vivero de eclesiásticos
cado cristiano de y de salesianos” o de “honestos ciudadanos y de buenos
la diócesis.
cristianos” que, en un Estado en vertiginoso proceso de
secularización, pudiesen ser como una levadura cristiana
en la masa.217

7. Grandes esfuerzos y fatigas para responder a las exi-


gencias de las Legislaciones Oficiales sobre la escuela.
Adaptación asumida y aprovechada para la formación
de los salesianos y de los jóvenes.

Las escuelas y colegios le exigieron a Don Bosco muchos


32. Escuelas y co- esfuerzos y fatigas respecto a los requerimientos de las
legios de Don Bos-
co ante las exigen- legislaciones de Carlos Boncompagni (4 de octubre de
cias de las legisla- 1848), Luis Lanza (19 de julio de 1856) y la de Gabriel
ciones liberales de
1848, 1856, 1859. Casati (13 de noviembre de 1859) que comenzaron afec-
tando al Piamonte y Lombardía, y desde 1861 afectaron
al naciente Reino de Italia.

Desde la primera reforma liberal de 1848 hasta la de


1859, las tendencias de fondo fueron:

– la laicización de la enseñanza
– y el progresivo monopolio estatal de la educación esco-
lar.

a) La ley de Carlos Boncompagni del 4 de octubre 1848

Aunque con la ley Boncompagni, se había quitado todo


33. La ley de Car- privilegio al clero y a los religiosos, sin embargo, se res-
los Boncompagni
del 4 de octubre
petaba la enseñanza de la religión y el nombramiento de
1848. un director espiritual, designado por el obispo para cada
escuela. Se afirmaba, también, el derecho de personas
217
Pietro STELLA, “Don Bosco nella storia economica e sociale (1815-1870”, Las-Ro-
ma, 1980, pp. 123-126.

156
Salesianidad III

privadas para gestionar escuelas, teniendo en cuenta, asi-


mismo que estas lo mismo que los seminarios caían bajo
el estricto control oficial.

Declara como laica la escuela oficial, sin embargo, de


hecho, la mayor parte de los docentes eran religiosos, da-
das las carencias de personas en el magisterio oficial; se
crearon colegios-convittos (internados) que suplieron los
excolegios jesuitas.

Se había instituido una escuela elemental de 2 años; la


secundaria de 5 o 6 años. Esto es la gramática compren-
día tres años. Luego había uno de humanidades y uno
de retórica. Después, un bienio filosófico o el ingreso al
seminario, como en el caso de Juan Bosco. Seguía la Uni-
versidad y cursos de especialización técnica.

Se obligaba a los municipios a abrir escuelas elementa-


les, pero no se llegó a obtener que la educación primaria
fuera obligatoria. A las provincias y municipios se delega-
ron funciones de organización y control escolar. Solo la
escuela clásica daba acceso a la Universidad. La técnica
daba funcionalidad al comercio y a la industria privada.
El aspecto más crítico era el drástico monopolio del Esta-
do sobre la orientación y administración de la enseñanza.
De ahí se originó el primer gran debate acerca de la liber-
tad de enseñanza.

b) Las leyes de Juan Lanza del 22 de junio 1857

En 1857, extremó la centralización del Estado. Todas las


escuelas y la instrucción, inclusive la de los seminarios y 34. Leyes de Juan
Lanza del 22 de
colegios diocesanos o parroquiales dependían del Minis- junio de 1857 y
terio de Pública Instrucción. del 20 de junio de
1858.

En 1858, el 20 de junio, Lanza instituye legalmente es-


cuelas normales para la formación de maestros en los
centros de educación elemental.

157
Salesianidad III

Como consecuencia viene la burocratización de la ense-


ñanza y su funcionalización cada vez más evidente a las
políticas ideológicas del Estado.

La educación femenina que se busca difundir desde los


municipios, es distinta y separada de la masculina.

Su mayor logro es la organización de la escuela elemen-


tal, al margen de la iniciativa privada, y bajo el directo
control estatal.218
Bajo las leyes Boncompagni y Lanza, Don Bosco se deci-
35. Organización de, ante todo a abrir las puertas del Oratorio a estudiantes
e incremento de
las escuelas en los a quienes envía a las escuelas privadas de Carlos Bonza-
Oratorios. nino y Mateo Picco.

Luego, empieza a organizar sus propias escuelas en el


Oratorio, como una alternativa de educación católica al
movimiento laicista del Estado y ante el progresivo des-
contento anticlerical hacia toda forma de educación ecle-
sial.219 Debiendo todos los maestros ser acreditados para
el magisterio por un examen oficial220, Don Bosco progra-
mó la necesaria capacitación para sus clérigos en busca
del diploma de enseñantes.221

Entre 1857 y 1858, se establecen todos los cursos del


gimnasio (Gramática) en Valdocco.222 Las escuelas ele-
mentales nocturnas del Oratorio de San Luis pasan a ser
escuelas diurnas.223

Son muy interesantes las crónicas de las Memorias Bio-


gráficas al respecto. Se palpa la preocupación y las indus-
trias de Don Bosco por abrir y mejorar sus escuelas popu-

218
Giovanni GENOVESI, o. c., pp. 59-65, “6. Regno di Sardegna”.
219
MB III, pp. 348-351, 447.
220
MB V, pp. 192-193
221
MB V, pp. 535-539.
222
MB V, p. 753.
223
MB V, pp. 556-559.

158
Salesianidad III

lares y por escoger personal docente adecuado o formar


a clérigos para atenderlas competentemente.

c) Sin embargo, la definitiva organización de las escue-


las en Valdocco vino con la ley de Gabrio Casati en
noviembre de 1859, y su plena puesta en vigencia al
año siguiente.

Una ley que tendrá validez en la “escuela italiana” hasta


el 1923, cuando se produzca la reforma del filósofo y po- 43. Bajo la reforma
Casati de 1859.
lítico italiano Giovanni Gentile (1875-1944), bajo la dicta-
dura fascista de Benito Mussolini; reforma de tipo liberal y
burgués, dominantemente intelectual, que viene a ser casi
como el epílogo resurgimental de la reforma del 59.224

La reforma Casati afectaba, efectivamente, todo el orde- 44. Una progresi-


va centralización
namiento escolar de Italia, desde entonces plenamente escolar, con una
dependiente, ya no del Parlamento, cuanto del Ministerio cada vez mayor
dependencia local
de Instrucción Pública. La plena autonomía del Estado y provincial.
respecto a la Iglesia en esta materia, se conjugaba con
la relativa autonomía de la Iglesia en el régimen de sus
seminarios, pues si en estos estudiaban alumnos que no
se encaminaban al sacerdocio, como sucedía en los cole-
gios-seminarios y en los colegios diocesanos, el Estado se
atribuía la autoridad para revisar y reordenar su régimen
escolar.

En todo caso la ley buscaba formas de entendimiento para 45. Presencia sig-
evitar conflictos entre las respectivas autoridades, aunque nificativa de la es-
cuela privada, par-
de hecho muchas fricciones y resentimientos habrían de ticularmente las
producirse. Sin embargo, es de notar, que el Estado duran- gestionadas por las
órdenes religiosas.
te todas estas reformas escolares, nunca tuvo el personal
capacitado que pretendía preparar en sus centros universi-
tarios, y que, por tanto no pudo prescindir del aporte de la
escuela privada, particularmente de las escuelas dirigidas
por religiosos que habían sido hasta entonces los principa-

224
41. Giovanni GENOVESI, “Storia della scuola in Italia dal Settecento a oggi”, Edi-
tori Laterza, Roma-Bari, 1998, pp. 70; 123-137.

159
Salesianidad III

les educadores de Italia, y cuya preparación los siguió ha-


ciendo los mejores. Esto explica por qué en esta época las
cuatro quintas partes de las escuelas secundarias estaban
en manos de ellos que, con su tradicional cultura pedagó-
gica tuvieron un influjo definitivo en ella.225

“La escuela preventiva”

46. Escuela oficial, Más, aún, fueron los religiosos los que mantuvieron vi-
represiva, y es-
cuelas “familiar” y
gente una escuela preventiva fuertemente enraizada en
“privada”, preven- la tradición de la Iglesia; escuela y pedagogía ricas en sus
tivas, a comienzo
del siglo XIX.
variados conceptos y estrategias de “protección” e “in-
munización”, destinadas “a preparar, premunir, consoli-
dar” moral, racional y psicológicamente al educando226
insertarse con dignidad en la sociedad de su tiempo. Una
escuela preventiva que desde comienzos de 1800 había
sido excluida de las legislaciones belga y francesa sobre
la escuela moderna; pero que había llegado a ser particu-
lar patrimonio de la educación “familiar” y “privada” en
estos y otros Estados, como en el Reino de Cerdeña. Así
se contraponía con la estatal, de tipo represivo. Efectiva-
mente, en las instituciones estatales siempre dominaban
las normas y los principios y una “disciplina inflexible”,
en las otras, la atención solícita y respetuosa de la per-
sona del educando.227 Así era cómo es desde comienzos

225
Hay que notar que el ministro Antonio Scialoja (1872-74) intentó organizar una
escuela de magisterio a nivel universitario en las Universidades de Padua, Roma
y Turín en 1874, pero que fracasaron siendo calificadas, luego, de “simples ilu-
siones”. El Gobierno no logró realizar algo semejante nunca, ni invertir dinero
suficiente para la capacitación del profesorado, ni para su misma justa retribución
económica. Giovanni Genovesi, o. c., pp. 105-106; 116-118. BCSR, 710.02, GEN.
226
Pietro BRAIDO, “Breve historia del Sistema Preventivo”, Las-Roma, 1993, pp. 6-7.
227
Ibíd. Constitución belga, art. 17. 68-69: “La enseñanza es libre, pero cualquier
medida preventiva queda excluida; la represión de los delitos queda reservada
a la ley. En la Cámara de diputados de Francia el 22 de abril de 1844 se discutía
la distinción entre “educación familiar” y “educación pública”, y se ponía como
diferencia el carácter “preventivo” de la primera y la “represión” como política
ordinaria de escuela estatal, pues el Estado trataba a los adolescentes como a
“hombres” a quienes la “inflexibilidad de la ley los hacía aguerridos contra el mal
y ante los peligros”. El 13 de julio se reafirmaba el principio según el cual a grandes
y a pequeños se aplican las mismas leyes, sin excepciones (Rapport de M. Louis-A-
dolphe Thiers sur la loi d’istruction secondaire fait au nom de la Commission de la
Chambre des Députés dans la sánce du 13 julliet 1844. Paris, Paulin Editeur 1844.

160
Salesianidad III

de 1800 las escuelas habían tomado un aspecto de cuar-


teles, resto de los colegios militares de los siglos XVII y
XVIII, bajo los absolutismos monárquicos. Ya entonces la
adolescencia se consideraba no en relación con la etapa
infantil, sino como el camino hacia la edad adulta.228

En este contexto impresiona la aparición en 1878, del li- 47. Don Bosco, un
educador “preven-
bro del conde Carlos Conestábile, editado en el Semina- tivo” en su tiempo.
rio de Padua: “Obras religiosas y sociales en Italia”. En él
Conestábile se expresaba de esta manera: “Actualmente
en Europa se reconoce el valor de los métodos de Don
Bosco, y con frecuencia en los casos difíciles, se recu-
rre a él”229. Un año después, Louis Mendre, en el primer
opúsculo francés que se conozca sobre Don Bosco, afir-
ma que este educador piamontés se ha ganado un puesto
relevante entre aquellos que han hecho suya las palabras
del Maestro Divino: “dejen a los niños que vengan a mí”.

Ambos, alaban los “estupendos resultados de su educa-


ción preventiva”.230

La reforma Casati y la descentralización administrativa

La misma autonomía que el Estado daba a las administra- 48. La autonomía


ciones provinciales, queriendo afirmar la descentraliza- fallida, la centrali-
zación y la buro-
ción escolar, poco a poco, se volvió meras ejecutorias de cracia.
las directivas ministeriales.

En general la máquina del Estado se creó su propia buro- 49. La situación


del pueblo bajo la
cracia para expandir su ideología política y formarse sus reforma Casati.

pp. 39-40. –Moniteur Universel, 113 aprile 1844, n. 106, pp. 931. Camilo de Ca-
vour había transcrito estos párrafos en sus querendos personales (“Tutti gli scritti”,
a cura di C. Pischedda e G. Talamo, vol. I. Torino. Centro Studi Piemontesi 1976,
p. 326 –citado por Braido en su libro).
228
Filiphe Ariès, “L’enfanto et lavie familiale sous l’Ancien Régime”, París, Éditions du
Seuil 1973, pp. 294-295.
229
Carlos CONESTABILE, “Opere religiose e sociali in Italia”, Padova, 1878, p. 29.
230
Ibíd., pp. 19-20. Louis Mendre, “Don Bosco Pretre, Fondateur de la Congrégation
des Salésiens. Notice sur son Oeuvre”, Marseille, Typ. et Lith. M. Olive, 1879, p.
12.

161
Salesianidad III

propios adeptos con menoscabo de las clases populares


que siguieron siendo empleadas como “fuerzas brutas de
trabajo”. Nunca tuvieron un trato escolar igualitario. La
Escuela Clásica –Gimnasio-Liceo– y la Universidad fue
siempre patrimonio de la “nobleza” que había sido la cla-
se dirigente del Resurgimiento. La “plebe” fue siempre una
clase absolutamente dependiente de ese tipo de burguesía,
y de los poderes políticos. La escuela elemental, a la cual
podían llegar a tener acceso, fue siempre rudimentaria; y
entre los colegios y las escuelas profesionales, se mantuvo
invariable un sentido de desigualdad, reservándose los es-
tudios superiores a los “privilegiados” en quienes descan-
saba la clase dirigente. La Universidad no tenía relación
ninguna con las escuelas profesionales y superiores. Estas
formaban las fuerzas de trabajo más especializado, sin ac-
ceso a los puestos administrativos y al poder.

50. Los asilos y la Los asilos, en cambio, fueron una de las expresiones tí-
beneficencia so- picas de la escuela popular y acabaron por ser una de
cial.
las clásicas expresiones de la “beneficencia social” que
merecía el apoyo y los estímulos aún financieros del Go-
bierno. La caridad, había llegado a ser, en verdad, “el ca-
pítulo más significativo y revelador” de la historia de la
Iglesia en Italia del siglo XIX, sobre todo en los decenios
que siguieron a la revolución napoleónica. Uno de los
frutos será, a finales del siglo, “el nacimiento de un nuevo
laicado católico” comprometido con la justicia social y
su fermento en la transformación cultural y religiosa de
Italia. Cuando Don Bosco ponía al servicio irrestricto de
la Iglesia sus Cooperadores Salesianos, no solo como una
asociación de buenos cristianos sino como los promotores
de un verdadero movimiento social, en algunos aspectos
análogo a las Sociedades Obreras Católicas fundadas por
Leonardo Murialdo.231

231
Gregorio PENCO, “Storia della Chiesa in Italia: Vol. II, “Dal Concilio di Trento ai
nostri giorni”, Jaca Book, Milano 1978, pp. 257-264; y Pietro STELLA, “Don Bo-
sco nella storia della religiosità catolica”, I, o. c., pp. 218-223 (“Deliberazioni del
terzo e quarto capitolo generale della Pia Società Salesiana tenuti in Valsalice nel
settembre 1883-86, III, § 2, Indirizzo religioso-morale N. 12, S. Benigno Canavese,
1887. En MB XVIII, 602).

162
Salesianidad III

La escuela infantil, oficial, no existió sino en formas muy 51. Las escuelas
infantiles. El Ora-
elementales, y solo desde 1880 se exigió “patente” para torio primitivo, por
el ejercicio de la docencia en ellas, con relación ya a los razón de su princi-
pal objetivo peda-
Jardines Froebelianos (1880), los únicos que habían llega- gógico, excluía ya
do a tener un verdadero crédito educativo.232 a los niños.

Acaso en este clima cultural, y porque la familia piamon-


tesa era el núcleo originario y comprensivo, por excelen-
cia de la educación de los niños, no aparece en Don Bos-
co una iniciativa explícita a cerca de la escuela infantil.

Por otra parte el Oratorio era una institución centrada en


las situaciones de los adolescentes y los jóvenes (12-18
años), en el que los más pequeños no tenían una especí-
fica asistencia, ni “instrucción-escolar”. Por el contrario,
debían ser excluidos previniendo situaciones que los per-
judicasen dado el tipo psicológico y moral de los mucha-
chos oratorianos: su brusquedad, sus juegos, su lenguaje,
sus usos y costumbres culturales, propias del tipo calleje-
ro. El “Oratorio” había comenzado, de hecho con “gio-
vani adulti”, es decir grandecitos; y se mantuvo fiel a esta
circunstancia. Así relata los hechos en un manuscrito muy
cercano a 1841; y en reglamentos posteriores excluye,
por estas razones, a los menores (MB II, pp. 45-46. P. Brai-
do, “Don Bosco per i giovani...”, Las-Roma, 1988, p. 35).

En verdad, la orientación impulsada por la reforma Casati, 52. Consecuencias


sociales de la Re-
que miraba a encontrar una escuela adecuada para quienes forma Casati.
se dedicaran al estudio y, por tanto, para guiar el Estado, y
otra para el trabajo manual y la sujeción a los intelectuales

Acerca de Leonardo Murialdo: Cesare COTEMME, “Leonardo Murialdo e il movi-


mento operaio e sociale cattolico in Piemonte”, en “Chiesa e società nella II metá
del XX secolo in Piemonte”, a cura di Filippo Natale Appendino, Marietti, Casale
Monferrato, 1982, pp. 277-305.
232
Escuelas inspiradas en la pedagogía del suizo Federico Froebel (1782-1852), Froe-
bel había partido de la psicología del niño para el proceso del aprendizaje; y de
sus actividades espontáneas, en las que se manifiesta “lo divino que hay en él”.
Se trataba de un idealismo espiritualista, monista e inmanentita. La escuela era la
expresión de la vida misma que había en él. Se educaba en cada momento de
su realidad presente, “viviendo, experimentando y estando en contacto con la
naturaleza”. “El juego era la misma naturaleza del niño en acto”. Por ello hablaba
de “Jardines de infancia” (Julio PERELLÓ, “Apuntes de historia de la educación”,
Universidad Politécnica Salesiana, Quito-Ecuador, 1995, pp. 142-148).

163
Salesianidad III

y a la clase dominante, aumentaría el distanciamiento y los


contrastes entre las clases sociales y entre el norte y el sur
de Italia, y será ásperamente criticada por las tendencias
socialistas de finales del siglo XIX. En el fondo generará el
nacionalismo elitista y antidemocrático (1910 ss.), las polí-
ticas de colonización en África (1889-93; 1911-12; 1935)
y, luego, la dictadura fascista (1922-43).233

El primer colegio de la Congregación

Con la aprobación de las escuelas secundarias en el “in-


53. En Valdocco, ternado” de Valdocco, Don Bosco obtuvo la de su primer
1860-1863.
Colegio reconocido oficialmente por el Estado. En su pe-
tición al Gobierno para dicha aprobación hecha el 4 de
diciembre de 1862 el santo puntualizaba la índole cristia-
na y popular de su institución:

54. La solicitud al “...deseoso de promover la enseñanza secundaria entre la clase


Gobierno. 4, 12, popular, menos acomodada, he iniciado los cursos de bachillerato
1862. para los muchachos pobres residentes en esta casa con el fin de
proporcionarles el estudio y la capacitación en un arte, según ellos
decidan, de suerte que puedan el día de mañana ganarse honesta-
mente la vida... Advierto, de paso, que de suyo, la finalidad de esta
Casa de Estudios es la de servir de Seminario menor para aquellos
jovencitos que, poseyendo talento y virtud, están, sin embargo,
privados de los medios económicos requeridos, o no alcanzan a
financiarse completamente sus estudios”.234

Don Bosco, aunque en forma tangencial, enuncia el ob-


jetivo “vocacional” del colegio, cosa que sorprende pues
sabía muy bien la orientación laica que el Estado daba a
las escuelas oficiales. Más, aún, el ánimo anticlerical que
iba asumiendo explícitamente la política educativa.

233
Giovanni GENOVESI, o. c., pp. 114-115; Ver nota marginal: 12. Una nota crítica.
234
Fernando PERAZA, “Don Bosco y la Escuela”, CSR, Quito, 1996, pp. 5-10. La
carta de solicitud, en “Bosco Giovanni, Epistolario”, Edición de Francisco MOTTO,
Las-Roma, 1991, Vol. I (1835-1863), n. 621. MB VII, pp. 282-283. La organización
de las Escuelas de Secundaria en Valdocco, en Pietro STELLA, “Don Bosco nella
storia economica e sociale...”, o. c., pp. 235-241.

164
Salesianidad III

Pero, ante todo nos muestra su posición ante el problema


social, agudizado por la misma reforma Casati, de suerte
que a nivel político y social, una actitud como la suya
contrastaban abiertamente con la mentalidad clasista que
se imponía en esa época, según la cual se buscaba impe-
dir el acceso del pueblo a los estudios superiores, sea en
el campo académico como profesional, para mantener-
lo ajeno a cualquier debate ideológico que perturbase la
tradicional dependencia del pueblo al poder del Estado
liberal, como acabamos de verlo.

Pero, asimismo, sabiendo Don Bosco, las condiciones le- 55. Los requeri-
mientos legales a
gales al costo de las cuales se permitiría la escuela priva- la escuela privada.
da, y para satisfacer las determinaciones fiscales, en sus
informes al Gobierno no dejaba siempre de asegurar que
en el Oratorio se seguían los programas y la disciplina es-
tipulados por las normas legales; al dar la lista de su pro-
fesorado, hacía notar sus títulos o el parecer laudatorio
sobre la capacidad y prestigio de sus profesores, y en el
caso de los que todavía se estaban capacitando, solicita-
ba una aprobación provisional. Por ejemplo, el eminente
profesor Mateo Picco de 50 años, estaría al frente del co-
legio, como director de estudios y entre los profesores se
contaba con Víctor Alasonatti, sacerdote experimentado
en la docencia y con títulos oficiales que lo habilitaban
para enseñar gramática latina.235

8. La orientación popular de sus colegios

Es ratificada por Don Bosco, aún enfáticamente, varias 56. Algo identifi-
veces236 y explica por qué cuando en 1872 se vio obliga- cante de la voca-
ción salesiana.
do por el arzobispo Lorenzo Gastaldi a aceptar el Cole-
gio para Nobles de Valsalice y aunque Don Bosco hiciera
todo lo posible por hacer entender, sea a la curia metro-
politana como al medio social más inmediato que a pesar
de esta forzada situación, la finalidad de la Congregación

235
Pietro STELLA, “Don Bosco nella storia economica e sociale...”, o. c., pp. 237-238.
236
MB I, pp. 320-321.

165
Salesianidad III

57. La experiencia era educar a los jóvenes más pobres y a los de la clase
ejemplarizante te-
nida con la acep- media a la que la había empujado ya la condición de los
tación del Colegio primeros colegios, hubo ataques públicos por parte de la
de Nobles de Val-
salice, en Turín. prensa y de sectores descontentos de la sociedad turinesa,
aún de la misma gente acomodada para quienes el paso
dado con la aceptación de Valsalice hacía entrever más
bien que se había operado “un cambio en la original vo-
cación salesiana. Más aún, para otros era del todo inad-
misible que clérigos de baja procedencia social y de poca
cultura (como los de Don Bosco) pudieran dedicarse a la
educación de los nobles”.237

Ya en 1846 las “Lecturas familiares” de Lorenzo Valerio,


político y publicista, se referían con estas expresiones a
los Oratorios del Ángel Custodio y de Valdocco: “Hacia
estas casas confluyen en los días festivos los muchachos
más andrajosos (cenciosi), insoportables” (biricchini) y
peligrosos de Turín.238

Ciertamente, sin la beneficencia privada y aún oficial, los


colegios de Don Bosco no hubiesen podido mantener su
índole original y responder a la situaciones de una po-
blación pobre y de clase media que necesitaban de ellos
para poder tener acceso a los estudios seminarísticos o a
la educación universitaria y profesional, instituciones a
las que simplemente como ciudadanos tendrían derecho.

9. La orientación “vocacional” de los colegios fundados


por Don Bosco

Don Bosco hizo mayor énfasis en la primera no solamente


36. La orientación por la dominante tendencia del medio social, sino porque
“vocacional” de
los colegios fun-
su objetivo prioritario era el de preparar vocaciones para
dados por Don el sacerdocio, más aún cuando él tenía en su Oratorio un
Bosco.
grupo de seminaristas que estudiaban bajo su directa res-
237
Pietro STELLA, Ibíd., pp. 144-145. MB X, pp. 314-320; particularmente, p. 320.
238
Giorgio Chioso, “L’oratorio di Don Bosco e il rinnovamento educativo nel Piemon-
te carloalbertino”, o. c., 91, n. 25. p. 61, n. 25 (“Scuole e sollazzi domenicali dei
poveri”, en “Letture di famiglia”, 1846, 25, 20 giugno, p. 196).

166
Salesianidad III

ponsabilidad. Eso explica también por qué entró de lleno


en el proyecto de colegios-seminarios, que tramitó con
diversos obispos. Su primera experiencia colegial fuera
de la de Valdocco y Lanzo, fue, la hecha en el pequeño
Seminario de Giaveno (1860-1862), que fracasó por la
autosuficiencia y temeridad del padre Giovanni Grassino,
dejándole una dura experiencia.239

El colegio de Valdocco tuvo explícita y exclusiva orien-


tación vocacional a partir de 1866. Así lo manifiesta al 37. El Gimnasio de
Valdocco con ex-
Vicario General de la diócesis, Mons. José Zappata el 27 clusiva orientación
de agosto de ese año: vocacional.

A Don Bosco le angustiaba la disminución de las vocacio-


nes presbiterales y la deserción de clérigos que ya habían 38. Carta a Mons.
José Zappata, 27
optado por este género de vida y tomado la sotana. de agosto de 1866.

Por esta causa, hemos decidido, escribía: poner un cuida-


do particular de la formación “en la piedad y en el espíritu
eclesiástico” de los jóvenes, tanto de la Casa del Oratorio
como los del Colegio de Lanzo.

Luego, agrega, “hemos determinado” que “para ser acep-


tado como estudiante del Oratorio de S. Francisco de Sa-
les de Turín, sea necesario que los jóvenes tengan el deseo
de abrazar el estado eclesiástico, dejándolos, luego, en
libertad para que, al terminar el gimnasio, decidan su vo-
cación”.

Don Bosco, en la misma carta solicita permiso para or-


ganizar los estudios de tal manera que respondan al cu-
rrículo básico del seminario arzobispal. Era alentador, en
efecto, constatar que hubiera anualmente de cincuenta a
cincuenta y cinco muchachos que pedían comenzar su
formación seminarística, de los cuales de veinticinco a
treinta pensaba incardinarse en la diócesis de Turín. Don
Bosco augura, desde luego, que estos sean más numero-
sos aún con el tiempo.240

239
Pietro STELLA, “Don Bosco nella storia economica e sociale (1815-1870)”, Las-Ro-
ma, 1980, pp. 127-130.
240
Giovanni BOSCO, “Epistolario”, edición de Francisco MOTTO, Volume secondo

167
Salesianidad III

39. La promoción Esta decisión de Don Bosco tenía una motivación más
y formación del
clero como finali- profunda: según él la promoción y la formación de sacer-
dad de la Congre- dotes para la Iglesia, era algo constitutivo de la misión sa-
gación Salesiana.
lesiana.241 Así lo formuló explícitamente, a partir de 1864,
en el primer artículo de las Constituciones Salesianas.242

10. La preparación del magisterio.


Una rápida visión historiográfica

Al principio, hacia el 1854-1855, empezó Don Bosco a


40. Un grave y enviar a sus estudiantes a las clases de gramática latina
complejo proble-
ma.
dadas por el profesor Carlos Bonzanino en la actual Vía
Barbaroux (entonces de Guardinfanti) y a las de Juan Ja-
vier Giaccone Lobetti maestro de gramática en el Colegio
del Carmen. A las de humanidad y retórica, en la casa de
Matteo Picco, en la calle S. Agustín.

Así pudo, forzando la preparación de sus propios maes-


41. La aprobación tros, fundar el Gimnasio en Valdocco desde 1855 a 1859,
del Colegio (Gim-
nasio y Liceo) de
abriendo progresivamente cada clase, a medida que po-
Valdocco 12 de día disponer de personal adecuado; y después de visitas
noviembre de
1863.
oficiales y de siempre nuevas exigencias por parte de los
visitadores de estudios, obtuvo la aprobación oficial del
Colegio el 12 de noviembre de 1863.

Pero la situación, en efecto se había vuelto cada vez más


intransigente, por parte del Gobierno desde cuando Juan
Lanza, ministro de Pública Instrucción con decreto del
10 de julio de 1856, impuso previo examen acerca de la
competencia y preparación del docente ante la diputa-
ción provincial.

(1864-1868), Las-Roma, 1996, n. 963. –Pietro BRAIDO, “El Sistema Educativo de


Don Bosco”, Instituto Teológico Salesiano, Guatemala, 1984, pp. 338-339. BCSR,
271-421. BRA.
241
MB XII, 82.
242
MB VIII, 897, “Huius Societatis finis”, N. 3, 5.a. –“Costituzioni della Società di S.
Francesco di Sales. [1858]-1875, Edición de Francesco MOTTO, Las-Roma, 1982,
pp. 72-73; Nota aggiuntiva, p. 214.

168
Salesianidad III

Esto exigió a Don Bosco, por propia conciencia de sus de- 42. Preparación
del personal con
beres civiles, enviar a la Universidad a partir de ese mis- títulos universita-
mo año a sus clérigos, para obtener títulos válidos para rios.

el magisterio, empezando por Juan Bautista Francesia a


quien le siguieron Miguel Rúa, Juan Anfosi, Celestino Du-
rando, Francisco Cerruti, Constancio Rinaldo, entre otros.

Pero, además, la revisión completa de la formación semi-


narística y la calificación universitaria del clero, fueron
algunas de las ganancias culturales de la Iglesia debidas,
en parte, a la reforma Casati. Don Bosco se ubicaba, por
tanto, en una perspectiva que tendrá gran repercusión en
el futuro de la Congregación.243

243
Pietro STELLA, “Il clero e la sua cultura nell’Ottocento”, en Gabriele DE ROSA,
Tullio GREGORY, André VAUCHEZ, “Storia dell’Italia religiosa”. “3. Età contempo-
ranea”. Edizioni Laterza, Roma-Bari, 1995, pp. 105-106. “Qua e là nei seminari si
sente l’esigenza d’ introdurre lezioni di sociologia cristiana (–estamos bajo León
XIII, 1878-1903–), nel contempo in nome della neoscolastica vengono rinnovati i
testi d’insegnamento. La formazione del clero all’interno dei seminari diventa più
metodica e più rigida, con esclusione assoluta di esterni. Le settimane lasciate tra-
scorrere in famiglia diventano più corte. La selezione tende a essere più accurata;
il controllo più severo. Più che ai seminaristi, è ai giovani prete che si permette
l’iscrizione all’università; quando cioè le giovani reclute danno ormai la garanzia
di saper tener testa all’anticlericalismo scetticheggiante e irridente, a quell’època
molto diffusso nelle aule universitarie...” (Ibíd., p. 105).

Don Bosco, no obstante varias oposiciones y desconfianzas, habiendo obtenido


del Gobierno suplir la carencia de “licenciatura” con los estudios de filosofía he-
chos como “seminaristas” en el Oratorio, mandó de inmediato sus primeros cléri-
gos a la Universidad del Estado. Juan Bautista Francesia por ejemplo, se graduó
el 11 de diciembre de 1865; Francisco Cerruti en 1866; ambos en Bellas Letras.
Juan Bonetti, defendió su grado como maestro gimnasial, en 1863. Julio Barberis
y Juan Cagliero, se laurearon en Teología, en 1873. También José Bertello, obtuvo
título en teología dos años después de su ordenación sacerdotal, llevada a cabo
en 1871. Todos ellos estudiaban trabajando, aclara asimismo don Ceria (o. c., pp.
192, 224). Bartolomé Fascie, el notable pedagogo, antes de hacerse salesiano fue
aceptado en Valdocco por Don Bosco para que cursara sus estudios universitarios
(1878) y obtenido el doctorado en Bellas Letras, sacó, asimismo la láurea en filo-
sofía, mientras prestaba su servicio en el Liceo de Valsalice (1883 ss.). Luego, in-
gresó al Noviciado el año de la muerte de Don Bosco e hizo la profesión perpetua
el 13 de septiembre de 1890 (Eugenio Ceria, “Profili di Capitolari Salesiani”, LDC,
Colle Don Bosco, 1951, pp. 74-80; 137-138; 224; 236-240; 352-357). –Euge-
nio Valentini y Amadeo Rondinò, “Dizionario Biografico dei Salesiani”, Ufficio
Stampa Salesiana, Torinio, 1969. –Eugenio Valentini, “Giovanni Bautista Francesia
Scrittore”, Salesianum, 1976, N. 1, pp. 127-167. –José Manuel PRELLEZO, “Fran-
cesco Cerrutti, Direttore Generale delle Scuole e della Stampa Salesiana”. En RSS,
Las-Roma, 1986, N. 1, pp. 127-164).

169
Salesianidad III

11. Los primeros salesianos en la institución colegial

Los primeros salesianos que pasaron por la nueva ins-


58. Procedencia titución colegial de Valdocco, eran procedentes más o
socioeconómica menos de los mismos lugares que los alumnos del pe-
de los primeros
23 salesianos pro- queño seminario de San Carlos en Mirabello, fundado en
fesos. 1863, y de los otros colegios como Lanzo (1864), Che-
rasco (1869) en la Provincia de Cúneo; Alassio (1870) o
Sanpierdarena (1871).

Familias que estaban entre proletarios y pequeños burgue-


ses de origen agrario o urbano244, casi todos originarios de
la diócesis turinesa. Es decir, “pobres o menos pobres”,
modestos propietarios campesinos, hijos de asalariados
agrícolas, de pequeños artesanos, sastres, herreros o co-
merciantes de provincia; empleados en fábricas privadas
y, en el caso de Don Rúa, de la fábrica de pólvora y mu-
niciones del Estado en Turín.245

La familia de Miguel Rúa era humilde. El padre se llama-


59. Los casos de ba Juan Bautista, la madre, Juana María Ferrero. Miguel
Miguel Rúa, Luis
Ghione, Juan Bau- era el último de los cuatro hijos del segundo matrimonio.
tista Lemoyne y
Federico Oregla
de San Esteban.
Los hijos del primero eran cinco, pero tres pequeños y
una mujercita habían ya fallecido cuando nació Miguel,
el 9 de junio de 1837. Al morir el papá a 60 años, en
1845, los dos supérstites abandonaron la casa. La niña,
hija del segundo matrimonio había muerto hacía poco
y los cuatro hombrecitos que quedaban, siguieron aloja-
dos, con la madre, en los locales de la fábrica. Miguel y
un hermanito, frecuentaron una cercana escuela oficial y,
luego, la madre, llevó a Miguel, cuando había cumplido
apenas once años, a la que habían abierto los Hermanos
244
”Burgueses”, en el siglo XIX se llamaba a los habitantes de pequeñas poblaciones
de origen rural o de barriadas y suburbios urbanos. También se usa en el sentido
de ciudadano, o persona civil en contraposición con los clérigos y militares. La
burguesía estaba formada por pequeños campesinos propietarios, artesanos, ma-
nufactureros, comerciantes, libres profesionales y empleados (Nicola Zingarelli,
“Vocabolario della ligua italiana”, Edizioni Zanichelli, Bologna, 1995: borghése,
Borghesia, borgo (fr. bourgeois, nourgesie).
245
Pietro STELLA, Ibíd., pp. 305-309.

170
Salesianidad III

Cristianos para la educación popular cerca de Porta Palaz-


zo. De ahí llegó providencialmente al Oratorio; y yendo
o saliendo de esa escuelita se encontró varias veces con
Don Bosco y escuchó palabras que resultaron proféticas:

¡“Entre los dos haremos todas las cosas”!

Los años siguientes fue un continuo ir y venir a las escue-


las de la ciudad, promovido por Don Bosco –la del padre
Pedro Merla que atendía en su casa; la de Carlos Bonza-
nino y Mateo Picco–, y al Oratorio de San Francisco de
Sales, en la Casa Pinardi. Después vino la vocación y se
fue a vivir con el santo en Valdocco el 24 de septiembre
de 1852. Tenía 15 años. Entre 1853 y 1860 hizo su filoso-
fía y teología entre el Oratorio y el Seminario de la dióce-
sis. En 1859 fue de los primeros salesianos. El 29 de julio
de 1860 lo ordenó sacerdote Mons. Juan Antonio Balma,
Oblato de María, gran benefactor del Oratorio, en la villa
del Barón Bianco di Barbania situada en Caselle Torinese,
cuando el arzobispo Fransoni estaba en exilio. El domin-
go siguiente, fiesta de la Virgen de las Nieves, se celebró
la gran y emotiva fiesta en Valdocco. Miguel Rúa había
sido bautizado en San Simón y Judas, pequeña parroquia
suburbial de Borgo Dora.246

En todo caso los salesianos, desde el punto de vista social,


formaban un grupo homogéneo no obstante hubiese al- 60. Varios ele-
mentos esenciales
guna desigualdad de proveniencia. Don Bosco los incluía para entender el
entre aquellos a los que “Dios había llamado de entre los espíritu primitivo
y popular, de los
que trabajaban con el azadón y la pala”, tan distintos de colegios de Don
los señoritos de las clases nobles y ricas. Cuando iban al Bosco.

seminario era evidente su diferencia de los clérigos dioce-


sanos; y alguien no faltaba que se lo dijera, aunque no era
un aspecto que dividiese a los seminaristas ante sí, ante
los graves problemas que como Iglesia diocesana, debían
solidariamente afrontar.

246
Angelo AMADEI, “Un altro Don Bosco. Il servo di Dio Don Rúa” (1837-1910),
Torino, SEI, 1934, pp. 1-16; Agustín Auffray, “Don Michele Rua”, pp. 8-69.

171
Salesianidad III

Ni era tampoco discriminante con ellos el entonces canó-


nigo Gastaldi, emparentado con familias como Mazzé de
la Roche. La baronesa Lorencita recordaba, cómo en su
casa reunía el docente universitario de teología a los clé-
rigos Rúa, Francesia, Cagliero y otros invitados por Don
Bosco, y los preparaba para que, en los exigentes exáme-
nes diocesanos, tuviesen el éxito deseado.

Por otra parte, el sentido de pertenencia a esa clase social


contaba para la fidelidad a la misión que tenían jóvenes
muy pobres y desprotegidos, productos de la civilización
preindustrial, o industrial de la época.

El estudioso Pier Giovanni Grasso, había escrito ya en


1963, que en esa congregación religiosa, de tipo popular,
“concebida en la mente de un hijo del pueblo, se había
dado una de las primeras grandes demostraciones históri-
cas de la vitalidad de la inteligencia popular; del pueblo
que se organiza para llevar a cabo su propia redención
religiosa y social. Así Don Bosco había logrado expresar
las exigencias de la democracia moderna, sin perder de
vista en ningún momento, el ‘unum necessarium’ de la
salvación eterna. Era la respuesta cristiana –en el plano
educativo– a las instancias solidarias que había subraya-
do Marx en su Manifiesto Comunista de 1848”.247

Eran verdaderas excepciones en la Comunidad Salesia-


na, personas como Lemoyne, hijo de la Condesa Ángela
Prasca, de Génova; y el coadjutor Federico Oregla de San
Esteban, que tuvo un hermano Nuncio Apostólico y hasta
cardenal, y otro, José, que fue jesuita, del grupo de inte-
lectuales de la “Civiltà Cattolica”. Una familia patriarcal,
provinciana, a cuyos hijos, Don Bosco, entre serio y joco-
so, gustaba llamar: “caballeros”. Pero, ni el uno ni el otro,
estudió en el Colegio del Oratorio.

247
Pier Giovanni GRASSO, “Contemporaneità di Don Bosco nella società di ieri e di
oggi”, en “Don Bosco educador, oggi”. Zürich-Pas-Verlag, 1963, p. 33.

172
Salesianidad III

Luis Ghione, que sí fue colegial en el Valdocco de esos


años, era “hijo de pobres”, sin más, y provenía de Cúneo.248

Por otra parte Margarita, la madre de todos, llevó a Val- 61. ¿Un Oratorio y
un colegio, fragua-
docco su dialecto familiar que daba una tónica popular dos en la cultura
a la convivencia (familiar) del ambiente. En el Oratorio piamontesa?
se oía por todas partes el piamontés, que era también el
“lenguaje usual” de las familias reales; el piamontés escri-
to, era arte de la gente ilustrada.

Las devociones y los cánticos pertenecían, también a la


cultura popular. En Valdocco el piamontés se iba volvien-
do cada vez más, “turinés”, aunque no perdiese su colo-
ración campesina y foránea. El italiano que iban apren-
diendo y escribiendo Don Bosco y sus chicos, estaba lle-
no de modismos asumidos normalmente en Chieri o en
otros sitios de provincia que confluían en el Oratorio.

Pero, en la práctica, el piamontés siguió siendo el lengua-


je habitual de Valdocco.249

El teatro junto con la música y el canto, llegó a ser una


cátedra viva, llena de expresiones, fábulas y mitos popu- 62. El teatro popu-
lar y otras expre-
lares, como el del personaje Giunduja, (era piamontés,) siones pedagógi-
hablado en un piamontés que todos entendían y disfru- cas.

taban. Todo un cúmulo de actitudes, de hechos y valores


que, con los juegos típicos que animaban las recreacio-
nes familiares, daban a la pedagogía escolar de Valdocco
un aire de originalidad todo suyo y un respiro de libertad
y de imaginación altamente formativo.

Por la escena pasaban los hechos históricos o los mitos,


las lecciones de las ciencias escolares y de la moral o la
religión populares. Máscaras y diálogos, pasajes realistas
o de ficción, todo lo que creaba o recreaba didáctica-
mente la capacidad de soñar del muchacho. Pero todo en

248
Pietro STELLA, Ibíd., pp. 305-309.
249
Ibíd., pp. 272-281.

173
Salesianidad III

piamontés o en el italiano popular. Hacerlo popularmen-


te, era como un principio en la pedagogía de Don Bosco,
como lo había sido en su predicación, en sus catequesis
y sus libros.

Lo importante es que así expresaba adecuadamente su


espíritu. El espíritu de su sistema pedagógico, que daba
a su Oratorio y a su Colegio de Valdocco características
originales.250

Las políticas escolares de las diversas reformas oficiales,


63. El clima cultu- desde el 1848, se insertaron en la didáctica y los usos
ral y educativo de
Valdocco. aprendidos por los chicos en sus propios lugares de pro-
cedencia, de labios de maestros municipales o de profe-
sores privados. Don Bosco deberá, a partir de estos cono-
cimientos y costumbres escolares, unificar poco a poco
criterios, y adoptar las normas y exigencias que iba impo-
niendo el Estado en las clases, los exámenes y controles
en la administración, el orden y la disciplina.

Criterios más cultos, como los traídos de Port-Royal, en


París, difundidos y experimentados, enseñaron a apren-
der razonando. Era una fórmula que pasaba del simple
aprendizaje literal a maneras iniciales de una verdadera
educación, y que daba razón a las categorías con las que
Don Bosco trataba de describir su Sistema Preventivo: la
razón, ante todo; la religión, la amabilidad; la conciencia
y las estrategias de la “preventividad”.

12. Primera síntesis escrita del Sistema Preventivo

El 12 de marzo de 1877, en la inauguración del Protecto-


64. Primera sínte- rado de Niza, Francia, hizo por vez primera una síntesis
sis escrita del Sis-
tema Preventivo teórico-práctica de sus ideas pedagógicas, que todavía
de 1877. hoy deben ser leídas y comprendidas a la luz de su expe-
riencia y de su práctica.
250
Luigi Accattoli, vaticanista del Corriere della Sera, en la Introducción al libro de
Marco Bongioanni, “Sac. Giovanni Bosco, Comunicatore Educatore”, Editrice
SDB – Roma, 1989, pp. 7-11.

174
Salesianidad III

Más tarde, cuando los jóvenes habían ya recibido clases 65. Algunos ele-
mentos de la cul-
de humanistas como Juan Bautista Francesia, y se atre- tura educativa del
vían, con ilusión, a redactar sus primeras estrofas latinas, colegio oratoriano.

se les venía a la mente, casi sin que se dieran cuenta,


entre los errores ortográficos o las intuiciones poéticas,
reminiscencias de Virgilio o de Tasso, en latín o italiano.
Tal vez el Colegio del Oratorio, elaboraba de esta mane-
ra, sin prescindir de la lucha entre la razón y la fe, propia
de la edad de los estudiantes, un intento elemental de su
propia cultura.

El dialecto común hizo que el entendimiento fuera ma-


yor entre educadores y educandos, entre el Oratorio y 66. Importancia
del dialecto co-
su entorno social. “Con los piamonteses –como eran la mún, que era el
gran mayoría de sus muchachos– el dialecto piamontés dialecto usual en
Don Bosco tam-
era la clave por excelencia para que pudieran entender- bién educador co-
le fielmente las actitudes educativas que Don Bosco les legial.

manifestaba a través de palabras en las cuales dominaba


la dulzura o la amabilidad, mediante las cuales buscaba
llevar a cabo, en cuanto más le fuera posible, un encuen-
tro de corazón a corazón, con sus interlocutores, sea jó-
venes, como adultos”. Y, por otra parte, aquella gran can-
tidad de educandos emigrantes, de humilde condición,
necesitados de seguridad y de afecto, se podían entender
las expresiones, las parábolas y las imágenes, los recursos
pedagógicos y pastorales, con los cuales el gran educador
piamontés quería hacerles entender, para llevar a cabo
con ellos, los principios, los valores y las metas de su típi-
ca labor educativa. Este era, en pocas, pero substanciales
palabras, el Colegio de Don Bosco.251

13. Supresión oficial de las escuelas del Oratorio

Los años 1878 a 1881, fueron particularmente difíciles


para las escuelas de Valdocco, dado el laicismo del Es- 67. Duros momen-
tos para el proyec-
tado, las implacables intrigas sectarias y la intolerancia to educativo de
burocrática del Gobierno de la Izquierda, que había asu- Don Bosco; y la
tregua pactada.

251
Pietro STELLA, o. c., pp. 281-284; 287-188.

175
Salesianidad III

mido el poder en 1876. Lo cierto es que en el año 1878


la situación se hizo más difícil e incierta, pues después de
la aprobación de la reforma escolar de Miguel Coppino
(23 de junio de 1877), que suprimía la enseñanza y todo
servicio religioso en la escuela secundaria, las interven-
ciones fiscalizadoras del Estado tocaron el Oratorio de
Valdocco.

Así, advertido varias veces Don Bosco para que pusiera


cuanto antes al día la titulación oficial de su profesora-
do, recibía la comunicación de que en virtud del decreto
emanado el 16 de mayo de 1879, las Escuelas del Orato-
rio habían sido suprimidas.252

La lucha, entonces para salvar lo salvable y obtener que


68. Una lección no se ejecutara el decreto antes de que Don Bosco pu-
fecunda.
diese satisfacer por completo las exigencias estatales, fue
memorable y habiéndose filtrado a través de la prensa a la
opinión pública, llegó a suscitar un debate público sobre la
libertad de enseñanza: debate que, traspasando la frontera,
tuvo repercusiones en Francia en donde se había expulsa-
do a los jesuitas el 29 de marzo de 1880 y se hacía presión
sobre las congregaciones religiosas cuyos derechos ciuda-
danos no les eran reconocidos. La obra salesiana en ese
país, por el contrario, orientada también a la educación de
los emigrantes italianos, acababa de recibir reconocimien-
to oficial del Gobierno italiano, lo que le daba un notable
prestigio en el medio cultural extranjero.253

En cuanto a las escuelas de Valdocco, Don Bosco obtuvo


finalmente que se le diera plazo de tres años para actuali-
zar sus cuadros de magisterio.254 Un esfuerzo que le hizo
ganar en calidad a la enseñanza, no solo del Oratorio,
sino de todas sus obras escolares.

252
103. MB VII, pp. 135-190; XIII, pp. 752-753; XIV, Capítulo IV, pp. 83-91; Cap. V,
pp. 92-97. – Pietro BRAIDO, o. c., p. 396.
253
Pietro BRAIDO, Ibíd. 408-411.
254
Ibíd., p. 408.

176
Salesianidad III

Fue así como el Oratorio recuperó su prestigio de centro


administrativo y orientador de instituciones, ya de renom-
bre en el ambiente cultural italiano: los colegios de Lan-
zo, Borgo San Martín, Alasio, Valsalice, Magliano Sabina
y Randazzo.255

14. Conclusiones del tema

a. Algunos pros y contras de la institución colegial

En la experiencia histórica tenida por Don Bosco, so-


69. Algunos pros y
bre todo a partir de 1860, el internado, sea de los asi- contras de la insti-
los, como de los colegios de estudiantes o artesanos, y tución colegial.
en los colegios-seminarios, se revela como un ambiente
formativo que permite una singular convivencia familiar
de educadores y educandos en todos los momentos de la
vida cotidiana.

Pero, por otra parte, debido al tipo de estructuras discipli-


nares y a los costos económicos de estas obras, se condi-
cionan y limitan valores:

– como los de la espontaneidad de las relaciones, típica


del sistema oratoriano;
– el directo contacto con los ambientes familiares y so-
ciales que este facilita y,
– sobre todo, el acceso de los jóvenes más pobres y ne-
cesitados,
de suerte que si no se logran superar graves dificultades
como estas, quedan latentes algunos cuestionamientos
fundamentales respecto a la fidelidad, a los orígenes y
al genuino espíritu de la vocación educativa salesiana.

b. Una nueva institución y un nuevo sistema educativo

De hecho, con el fenómeno de la “colegialización” no


solo se produce un cambio de rumbo en la historia de 70. Una nueva ins-
titución y un nue-
vo sistema educa-
255
Ibíd., p. 392. tivo.

177
Salesianidad III

las instituciones educativas de Don Bosco, sino que nace


también un “nuevo” sistema preventivo, al mismo tiempo
que un “nuevo” colegio.256

En efecto, el colegio-hospicio de Don Bosco adquiere


ahora las características de simplicidad humana, cul-
tural y social, propia de los jóvenes de clase humilde
y necesitada que dan a todas las relaciones, medios y
procesos educativos, un rostro típico de “pobreza”, y
una pedagogía que ha sido denominada del “pobre”.
Pedagogía en la que se hacen más sensibles las expre-
siones de la sencillez y del calor humano, la ingenua
disponibilidad a la gracia, las modalidades típicas de la
piedad popular, la inmediata armonía entre el estudio y
la capacitación laboral, el encanto de medios didácti-
cos, como las actividades lúdicas y el teatro que aque-
llos no pudieron tener en los empobrecidos medios de
procedencia.

“Para la gran mayoría de jóvenes la “vida de colegio” no


es algo inevitable, una necesidad casi de la propia situa-
ción familiar o social, sino realmente un don inesperado,
una oportunidad, una estupenda posibilidad de vida y el
comienzo de un nuevo camino”.257

Muchas veces habla Don Bosco de este tipo de institu-


71. Una experien- ción educativa que tiene la función de apartar oportuna-
cia preventiva in-
tegral, que tiene mente al muchacho de sus medios de vida, contamina-
sus riesgos si no se dos y por tanto, peligrosos; e insiste sobre la necesidad
hace en un clima
vital, espontáneo y de que todo en esta sea formativo. Muchas veces no ve
creativo, de familia prudente la misma fórmula de seminternado y menos la
y de libertad.
de externado, cuando el ambiente que circunda a los jó-
venes puede destruir los esfuerzos educativos del plantel
salesiano.

256
Pietro BRAIDO, “Prevenir, no reprimir”, CCS, Madrid, 2001, p. 397. Los con-
ceptos que siguen se hallan fundamentalmente en el Capítulo 18, de esta obra,
“Instituciones educativas”, pp. 387-515.
257
Cfr. Ibíd., p. 398.

178
Salesianidad III

Siempre domina en Don Bosco la experiencia de la vida


real, antes que las hipótesis pedagógicas que pudieran re-
sultar nocivas para el muchacho.

En algunos casos el colegio surge de un elemental hospi- 72. Cada institu-


ción tiene sus pro-
cio y este, a su vez, de una exigencia oratoriana, como pios valores y sus
acaeció con la Casa Anexa y con el Gimnasio (1847; límites.
1860) en Valdocco, sin que por ello este pueda suplirla.
Cada institución tiene su propia originalidad y sus desti-
natarios específicos. Son, simplemente, entre sí comple-
mentarias. Fue en el Oratorio en donde ambos nacieron
y Don Bosco procuró que ambas conservaran el espíritu
del primitivo Oratorio. Así pasó en Battersea, Inglaterra,
en donde la parroquia (1887) pronto generó las escuelas,
el oratorio y el hospicio para los chicos abandonados. En
otros casos el colegio generó al oratorio, y no se expli-
caba asimismo sin este. Siempre era un intento de una
vuelta hacia los orígenes.258

Desde el punto de vista pedagógico no se diferenciaban


hospicios y colegios en aspectos como estos: ambos ofre- 73. Semejanzas y
divergencias.
cían una educación integral dentro de un clima familiar
y preventivo. Para esto Don Bosco exigía una completa
autonomía de organización, administración y de estilo
educativo.

Excepto en lo que miraba a la educación moral y religiosa


los programas eran comunes con los de las escuelas del
Estado. Aunque tanto los colegios de este como los de
Don Bosco miraban a la formación del buen ciudadano
que Italia necesitaba, ambos divergían desde las ópticas
del laicismo institucional y del concepto cristiano de la
vida y de la educación que inspiraban al uno y otro. 74. La mayor esta-
bilidad y sistemati-
cidad pedagógica
Por otra parte, desde la índole estructural, el régimen co- ofrecida por el co-
legial hacía más sistemática la enseñanza y el aprendi- legio.

258
Fernando PERAZA L., “La parroquia salesiana en la Iglesia particular”, CSRFP, Qui-
to, 1997, 2.a ed., p. 34.

179
Salesianidad III

zaje, y esto permitía estabilizar los valores originales del


Sistema Preventivo como por ejemplo: la formación en el
deber, el espíritu de familia, el acompañamiento formati-
vo y espiritual, el asociacionismo juvenil, la pedagogía de
las celebraciones y de la fiesta y, en general, la propuesta
de valores humanos y de fe que emergían de la misma
vida cotidiana que se prolongaba según sus propios rit-
mos naturales dentro del ámbito pedagógico del colegio.

c. Un medio educativo fuerte: Los paseos otoñales

Por otra parte, el tiempo de las vacaciones ofrecía a Don


75. Los paseos oto- Bosco una preciosa oportunidad para lo que llegaron a
ñales.
ser los famosos paseos otoñales que esperaban ansiosos
los muchachos para tomar contacto con lugares del Mon-
ferrato o de Liguria en donde tal vez vivían algunos de sus
familiares y de los que el sabio educador les enseñaba a
descubrir la riqueza de costumbres y los propios valores
culturales. Eran itinerarios estratégicamente planificados
de suerte que a su paso pudieran los jóvenes compartir
celebraciones litúrgicas fiestas lugareñas, aportando a la
gente de esas poblaciones las riquezas de su pedagogía
como eran los teatros, la música y el canto. Se transfor-
maban así en experiencias vitales, saturadas por la admi-
ración de la paisajística agraria, del arte y la iconografía
de sus iglesias y monumentos, del aprecio a valores cul-
turales, religiosos y morales, en medio de las sorpresas
siempre nuevas de una naturaleza privilegiada.

Pero los paseos eran ante todo Don Bosco mismo, con
76. Una iniciativa quien los chicos y los jóvenes salesianos recorrían los ca-
que oxigenaba las
mismas estructuras minos, las aldeas y las localidades rurales, entre la gente
del colegio para del campo, y de quien experimentaban el afecto que le
llevar a los edu-
candos a tomar un daba a todo su verdadero sentido pedagógico.
contacto directo
con las realidades
del contexto his- Escribe Luigi Dambrogio, citando a Paulo VI: “extraño
tórico, familiar y pero bello que para apreciar la actualidad de un instituto,
social.
haya que volver a lo de antes, a sus principios, que a ve-
ces distan ya siglos de nosotros. Pero así son las cosas del

180
Salesianidad III

Reino y sus manantiales originales”. Extraño pero bello,


volver de esta manera a las memorias en las que se rela-
tan y se palpan en una forma viva, los valores fascinantes
de su pedagogía.

Los paseos eran recursos educativos que, rompiendo el


esquema habitual del colegio, del internado y del hos-
picio, les daban a estas mismas estructuras educativas
una vitalidad renovadora y a los educandos los ponían
directamente en contacto con la verdad de la vida. Las
páginas de los cronistas, sea de Juan Bautista Francesia o
de Lemoyne, quedan envueltas todas ellas en una inusual
alegría y asombro que muchas veces superaban todas
las promesas y las expectativas tras cuyo descubrimiento
iban los caminantes.259

d. Los fallos que preocupaban a Don Bosco

También los colegios e internados exigían virtudes pecu-


77. El Oratorio y
liares, capacitación y sabiduría pedagógica de los edu- el Colegio como
cadores, y los fallos de estos llegaron a ocasionar graves laboratorios expe-
rimentales del sis-
preocupaciones a Don Bosco, como las expresadas con tema pedagógico
un ánimo dolido y nostálgico, en la Carta enviada por él salesiano.
desde Roma a su Oratorio el 10 de mayo de 1884, docu-
mento que llamó acertadamente Pedro Braido, “poema
del amor educativo”.260

Don Bosco añora a ese pequeño mundo oratoriano pri-


mitivo, en donde se dividían las horas entre el patio, la
capilla, el taller, la escuela y el hospicio. Al Oratorio de
finales del siglo XIX, que vivía “entre lo real y lo ideal”,
entre el Colegio y el añorado Oratorio del comienzo; en
donde se debatían entre los superiores los problemas or-
dinarios creados por las responsabilidades de la gestión

259
Luigi DEAMBROGIO, “Passegiate autunali di Don Bosco per i colli monferratini”,
Istituto Salesiano “Bernardi Semeria”, Castelnuovo Don Bosco (Asti), 1875, pp.
48-49; 95 y .97.
260
Pietro BRAIDO, “Don Bosco educatore, oggi: 2ª edizione riveduta e accresciuta,
Zürich –Pas-Verlag, 1963, pp. 77-96.

181
Salesianidad III

de la obra, de la organización, la disciplina y la funciona-


lidad de las estructuras ante no solo la sobrevivencia, sino
la revitalización de los valores profundos de la propues-
ta educativa, “cívica, moral y científica de los alumnos”.
“Añora al Valdocco que parece un verdadero “laboratorio
experimental” en el que se denunciaban con franqueza
las carencias y los fallos, se inventaban remedios, se apor-
taban soluciones concretas, se controlaban resultados, se
decidían ajustes”.261

e. La carta del 10 de mayo de 1884

78. La carta del 10 Don Bosco es consciente de todo lo que pasa y, antes que
de mayo de 1884.
nada, de que el espíritu primitivo se ha ido, poco a poco,
reemplazando por un régimen institucional que cohesio-
na la libertad de las relaciones y las rompe, por un afán
disciplinar.

Los efectos negativos de la colegialización, el desacierto


de la gestión educativa y la pérdida de sensibilidad caris-
mática de los educadores han sido las causas. En este me-
dio penetra el mensaje de Roma, a manera de una gran
parábola que parte del pasado e interroga y rechaza acti-
tudes y comportamientos de salesianos y de los jóvenes:

f. La constatación sincera de una crisis de fondo


“La causa del cambio presente del Oratorio es que un buen
79. La constata- número de jóvenes no tiene ya confianza con los superiores.
ción sincera de Antiguamente los corazones de estos estaban abiertos a los mu-
una crisis de fon-
do: la estructura
chachos, y, por tanto, los jóvenes los amaban y obedecían pron-
y los desatinos de tamente. Pero ahora los superiores son considerados solo como
la gestión educa- superiores y no como padres, hermanos y amigos. Por eso son
tiva, han atentado más temidos que amados. Si se quiere, por tanto, hacer un solo
contra la supervi- corazón y una sola alma, por amor a Jesús, se tiene que romper
vencia del espíritu esa barrera fatal de la desconfianza y suplantarla por una relación
original. de afecto... Por el contrario las cosas no marcharán bien mientras
falte el afecto. ¿Por qué se quiere sustituir el amor por la frialdad
de un reglamento?

261
Cfr. José Manuel PRELLEZO, “Valdocco en el siglo XIX, entre lo real y lo ideal”,
CCS, Madrid, 2000, “Presentación”, Pietro Braido, p. 9.

182
Salesianidad III

¿Saben qué es lo que desea de ustedes este pobre anciano que ha


consumido toda su vida por el bien de sus queridos jóvenes? So-
lamente que, observadas las debidas proporciones, vuelvan a flo-
recer los días felices del antiguo Oratorio; las jornadas del afecto y
de la confianza entre jóvenes y superiores; los días del espíritu de
condescendencia y de mutua tolerancia por amor a Jesucristo; los
días de los corazones abiertos con sencillez y espontaneidad; los
días de la caridad y de la verdadera alegría entre todos. ¡Necesito
que me consuelen haciendo renacer en mí la esperanza!”.262

Son frases nacidas del alma de Don Bosco, con la densi-


dad y hermosura que le dan su propia y sufrida experien-
cia.

En suma, retratan el riesgo y el gran peligro que presenta 80. La primacía


absoluta de la rela-
cualquier estructura educativa que amenace o se sobre- ción interpersonal
ponga de hecho a la relación interpersonal, la impida o y del amor educa-
tivo.
la elimine, y por tanto que atenten contra el “amor edu-
cativo, en el cual está la clave y “la síntesis de toda la
pedagogía de Don Bosco”.263

262
Fernando PERAZA L., “El Sistema Preventivo de Don Bosco”, CSRFP, Quito, 2001,
3ª Ed. pp. 120; 121; 124.
263
Xavier THÉVENOT, “Don Bosco educatore e il Sistema Preventivo”, Un esame condot-
to a partire dell’antropologia psicoanalitica”, en “Il Sistema Preventivo e l’ educazione
dei giovani”, a cura di Carlo Nanni, Las-Roma, 1989, p. 139.

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