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Activitat de Comprensió lectora. Les ciutats i la higiene, ahir i avui.

Instruccions:

Llegeix el text A i respon les preguntes, editant aquest document. Després, llegeix el
Text B, contesta les preguntes i envia l'activitat pel Moodle com a tramesa.

TEXT A
Font: La Vanguardia 10/10/20

Cómo las epidemias transformaron las ciudades


URBANISMO
El urbanismo de los siglos XIX y XX combatió el crecimiento de la densidad y
de las enfermedades causado por la Revolución Industrial

Desde los tiempos más remotos las epidemias han afectado y condicionado la
humanidad que, mientras tanto, buscaba mecanismos de adaptación para salir del
paso y seguir adelante. En el pasado la planificación urbana fue capaz de mejorar
la esperanza de vida de sus habitantes y limitar el avance de epidemias. La
arquitectura y el diseño urbanístico de las ciudades son un testimonio de ese
proceso.

Que el medio ambiente influye en la salud de las personas, es algo que se sabe
desde siempre: Hipócrates se extendía ya sobre la cuestión en Sobre aires aguas y
lugares. Siglos más tarde, los médicos de la Edad Media veían en la “corrupción
del aire” el origen de la peste, de ahí la instauración de lazaretos, donde, bajo la
protección de San Lázaro, se solía recluir a enfermos o imponer cuarentenas en
puertos o zonas alejadas de las ciudades. En síntesis, igual que hoy, distancia física
y cuarentenas han sido los principales medios para luchar contra enfermedades, y
la arquitectura tuvo un papel decisivo en esta contienda.

LaRevolución Industrial, que comenzó en la segunda mitad del siglo XVIII,


también tuvo importantes repercusiones para muchas ciudades europeas y la salud
de sus habitantes, ya que conllevó un éxodo masivo de población que alejó a
muchos campesinos de sus zonas rurales para transformarlos en obreros
industriales. Estos nuevos pobladores se apiñaban con sus familias cerca de
fábricas o minas, donde vivían como podían,en condiciones miserables.

Esto implicó que las ciudades crecieran exponencialmente y de manera


desordenada, a menudo con calles que eran auténticos laberintos, oscuros, sin
empedrados, cloacas ni alcantarillas, con olores nauseabundos y que, en
consecuencia, representaban un terreno fértil para enfermedades y epidemias de
todo tipo.

Ya desde fines del siglo XVIII surgieron discursos que promovían airear las
ciudades. Se acusaba a las “miasmas” (los vapores producidos por enfermos,
excrementos, materiales en descomposición, aguas estancadas, etc.) de ser
responsables de los temidos brotes de cólera que devastaban la población, igual
que de las famosas “fiebres continuas” (que incluían enfermedades como el tifus,
malaria, fiebre amarilla, escarlatina, etc.), y de las enfermedades crónicas como la
tuberculosis.

La Revolución Industrial atrajo a las ciudades


grandes masas de población que vivían en unas
condiciones nefastas
Como se observaba que esas epidemias hacían mayores estragos en los barrios
obreros, también se discutía si el origen de esas enfermedades no estaría más bien
ligado a la pobreza y a una alimentación deficiente.

En Inglaterra, donde se experimentó primero la industrialización y, por ende, sus


consecuencias, las doctrinas liberales gozaban de un sólido consenso entre la
opinión pública. Se entendía que cada individuo debía hacerse cargo de su propia
salud y bienestar y por eso había resistencia a una intervención estatal abierta y
decidida en ese ámbito.

Edwin Chadwick, logró que se aprobaran ciertos principios básicos de salud


pública que se plasmaron en la Public Health Act (1848). Chadwick se sirvió de
argumentos económicos: si se mejoraba las condiciones de vida de los pobres,
habría menos gente buscando ayuda para ellos y, a la larga, eso significaría un
ahorro ya que haría falta menos dinero para ayudar a las familias de hombres
muertos de enfermedades infecciosas. En otros términos, era una inversión
rentable a largo plazo.

Aprobados estos principios, se delegó en los gobiernos municipales la


responsabilidad de mejorar los aspectos sanitarios. Esto significaba, entre otras
cosas, que todas las casas y calles nuevas tenían que construirse respetando
ciertos criterios.

Las tendencias higienistas persiguieron, a partir


de mediados del siglo XIX, mejorar las
condiciones de vida de las ciudades y frenar las
epidemias
Por esos tiempos en París, aunque las condiciones sanitarias estaban lejos de ser
comparables a las que se podía encontrar en algunas zonas de Inglaterra,
Napoleón III, inspirado por la visión de Chadwick de la salud pública, impulsó la
reforma urbanística de la ciudad que confió al prefecto de París, el barón
Haussmann.

En 1854 se encaró la tarea de erradicar los tugurios del centro de París, abrir
avenidas amplias que conectaran sectores estratégicos de la ciudad, crear espacios
verdes, prever grandes reservas de agua potable destinadas a aprovisionar la
ciudad, construir acueductos para llevarla a las casas, construir una red de galerías
subterráneas para evacuar las aguas servidas y de las alcantarillas, establecer un
sistema de limpieza en las calles… En fin, la ciudad fue transformada
radicalmente y no se trató de una operación precisamente de orden estético.

Aunque los especialistas no se ponen de acuerdo en cuanto a los eventuales fines


estratégicos del diseño urbano, es decir, si las grandes avenidas trazadas por
Haussmann en París (y por Cerdà en Barcelona) apuntaban a facilitar la entrada
de ejércitos en la ciudad para sofocar eventuales rebeliones y evitar barricadas –
muy a la orden del día en esos tiempos– hay otros aspectos que no son tema de
discusión.
Todos son unánimes en considerar que la cuestión sanitaria era el aspecto que
impulsaba la reforma y que esta tuvo un claro impacto positivo en la esperanza de
vida de sus habitantes, tanto en París como en las demás ciudades donde se
plantearon este tipo de obras. Barcelona, que Ildefons Cerdà se encargó de
modernizar, es otro de los ejemplos clásicos del urbanismo higienista. Cerdà
redujo la densidad de la ciudad antigua, diseñó el trazado del Eixample y aplicó
innovaciones como los jardines en el interior de las manzanas.

En ciudades como París o Barcelona grandes


operaciones urbanísticas permitieron reducir la
excesiva densidad de población
Hacia fines del siglo XIX, gracias una serie de valiosos descubrimientos, como los
realizados por Koch o Pasteur, se comenzó a conocer el papel de microbios y
virus en el desarrollo de estas enfermedades. Las epidemias de tuberculosis eran
entonces devastadoras, pero aún no existían vacunas o antibióticos, que llegarían
décadas más tarde. Las medidas preventivas y paliativas para quienes enfermaban
eran, además de una correcta alimentación, casas rigurosamente limpias, aireadas
y soleadas, salir al aire libre y, si los medios lo permitían, respirar aire puro en la
montaña o, mejor aún, hacer una cura en un sanatorio que gozara del clima
adecuado.

La arquitectura se encargó entonces de diseñar casas, escuelas y hospitales con


ventanas enormes para hacer entrar el aire y la luz, incluyendo importantes
sistemas de aireación. Se evitaban los rincones donde se pudiera acumular el
polvo, igual que alfombras o cortinas. Se comenzó a cubrir las paredes de los
hospitales con azulejos para que se pudieran limpiar a fondo y fácilmente.

La década de 1930 vio nacer la Bauhaus con sus diseños amplios y despejados,
orientados en función de la luz y vientos, y en que se eliminaron tapicerías y dio
preferencia a materiales lavables. Le Corbusier diseñaba por entonces edificios
con grandes terrazas, sobre pilotes, para aislarlos de la humedad del suelo. En esa
misma década un grupo de arquitectos, entre los que se contaba el mismo Le
Corbusier, produjo el Manifiesto de Atenas, donde dejan claro que la calidad de
vida e higiene habitacional deben ir siempre por delante del patrimonio: no
había que dudar en derribar barrios históricos, por muy pintorescos que fueran, si
atentaban contra la salud de sus ocupantes.

El arquitecto Albert Levy señala que la doctrina higienista acompañó el desarrollo


de la urbanización y estimuló las innovaciones urbanísticas hasta fines de la
década de 1960. En ese momento la llegada de antibióticos, vacunas y demás
progresos de la medicina, permitieron al urbanismo emanciparse de los aspectos
sanitarios de los que ya no se sentía responsable, para centrar su atención en otras
cuestiones como la movilidad en las ciudades. Se comenzó a reprochar al
movimiento higienista haber tenido una visión moralista, no tener en cuenta el
espacio público, la sociabilidad o la convivencia entre culturas.

La llegada de los antibióticos y las vacunas


permitió a la arquitectura emanciparse de los
aspectos sanitarios
Hoy en día, el contexto neoliberal en el que vivimos lleva el diseño urbanista a
pensar más en términos de productividad o competitividad. En el caso de
Barcelona eso había sucedido antes: la especulación inmobiliaria y el ánimo de
rentabilidad se llevaron por delante, entre otras cosas, muchos de los pulmones de
manzana proyectados por Cerdà. Producción, funcionalidad, o rentabilidad habían
relegado el imperativo sanitario.

Solo el tiempo nos dirá si la crisis producida por la pandemia de la covid llevará
a nuevas pautas de construcción que podrían incluir el diseño de ambientes más
amplios, terrazas, espacios previstos para teletrabajo… En otras palabras, llevarían
a restablecer la alianza entre salud y arquitectura.

Claudia Contente, historiadora, Universitat Pompeu Fabra

Preguntes de comprensió lectora:


1. Com es descriuen les condicions de vida de la classe obrera emigrada de les
zones rurals a les ciutats? Quines mancances creus que tenien, en
comparació amb les nostres condicions de vida actuals?

2. Per què es creia que l'estat no havia d'intervenir, segons els principis
neoliberals? Hi estàs d'acord?Quins arguments fa servir Chadwick per
millorar el disseny urbanístic?

3. En quin moment de la història es comencen a conèixer els microbis i virus


com agents transmissors de malalties?

4. Quins recursos utilitza Cerdà per millorar la salubritat de l'arquitectura I


urbanisme en el seu pla de l'Eixample per Barcelona?

TEXT B

El virus se ensaña más con los barrios que con el


centro de Tarragona
Font: Diari de Tarragona, 22/11/20

Los datos de Salut muestran una mayor incidencia de la Covid-19 en


zonas de la periferia como Ponent o Sant Salvador, y en otros
municipios de rentas bajas como Constantí.

Los barrios de Ponent se están viendo más afectados por la pandemia.


Hay más virus en Torreforta que en el centro de Tarragona, y más en lugares como
Constantí y Sant Salvador que en Llevant. Un análisis del impacto de la Covid-19 por
áreas básicas de salud muestra una afectación desigual entre la periferia y los centros y
refuerza las tesis del reguero de estudios que constatan una dimensión socioeconómica
de la pandemia desde el punto de vista sanitario: las clases más bajas son más propensas
a contagiarse y a padecer más los estragos del SARS-CoV-2.

«Es algo global y transversal. Hace años que pedimos incluir a los indicadores sociales
en la salud, en aras de conceptos como la sociología de la salud. Es algo que aparece en
cualquier estudio de ciencias sociales que trabaje con la salud», explica Elisa Alegre,
antropóloga, profesora en la UOC y la URV y doctoranda en Antropología Médica.
Alegre mantiene que «hay que huir de esas justificaciones que dicen que en los barrios
pobres o con rentas más bajas se cumplen menos las normas» y señala unas
«condiciones estructurales o de vida concretas»: «En los barrios más empobrecidos, el
tipo de trabajo que se suele tener no es virtualizable. Hablamos de la gente que trabaja en
hostelería, en la obra, en los supermercados… en lugares de primera línea que, de hecho,
se consideraron, algunos de ellos, esenciales durante el confinamiento. Muchos tuvieron
que seguir trabajando. En algunos casos coinciden con que los puestos más precarios son
los que no se pueden hacer a distancia.

Ese escenario arroja diversas derivadas de riesgo de contagio. «Esas circunstancias


implican una mayor movilidad y más uso del transporte público. Pero el tipo de vivienda
también influye. En ocasiones en un piso de 50 metros cuadrados tienen que vivir dos
familias», explica Alegre desde la URV.
En Tarragona, el desequilibrio es bien palpable según distritos. En el ámbito que incluye
barrios como La Floresta, Torreforta-La Granja, Campclar, Riuclar, Parc Riuclar o
Icomar, la incidencia llega a una tasa de 373 casos por 10.000 habitantes. En cambio, en
la zona de Llevant, que engloba desde la Via Augusta hasta Els Monnars, pasando por la
Vall de l’Arrabassada o Boscos, el dato es muy inferior y se queda en 231. El centro de
Tarragona, abarcando un vasto espacio entre la Rambla Nova y la Avinguda Catalunya e
incluyendo Part Alta, muestra también un impacto inferior, de 255, en la línea con la
zona que va de la Imperial Tarraco al Parc del Francolí (260) y con El Serrallo y la Part
Baixa (287).

No todo el extrarradio es igual

Pero los contrastes no acaban ahí. No todo el extrarradio es igual. Sant Pere i Sant Pau,
con una tasa de 253, está más alineado con el centro, pero si el análisis vuelve a Ponent,
se atisba otra vez la descompensación: Bonavista, un barrio genuinamente obrero,
generalmente con sueldos más bajos, destaca por una afectación mayor que llega a 311
casos por cada 100.000 personas, según los datos de Salut. En Sant Salvador, otro de los
lugares de la periferia con una menor renta, la afectación se elevada a 490, si bien hay
que tener en cuenta que se incluye ahí otro municipio, Els Pallaresos.

Otro caso ilustrador es el de Constantí, núcleo muy próximo a Tarragona, con una tasa
disparada de 406. Esta población del Tarragonès figura entre las que tienen una renta
más baja, según los últimos estudios del INE. Estos datos van en la línea de otras
aproximaciones. «Empezamos a ver que el nivel socioeconómico es importante para
establecer quién tiene más riesgo por estar más expuesto pero también por la capacidad
que se tiene para dar respuesta», cuenta Israel Rodríguez, profesor de los Estudios de
Psicología y Ciencias de la Educación en la UOC. Rodríguez recalca que «los
trabajadores esenciales pueden verse más expuestos a los contagios» y, además, pone
algunos ejemplos: «Lo que pasó con el brote de Lleida, con los temporeros, es una
muestra clara de la dimensión económica de la pandemia. Influye la falta de condiciones
laborales de los trabajos. Lo mismo sucede con la vivienda y la propia densidad de los
barrios».
Rodríguez, igual que Elisa Alegre, cree que «hay muchos empleos vinculados a los
cuidados que son difícilmente virtualizables». «El teletrabajo, en cierta manera, se
convierte en una forma de privilegio. La distancia física de la periferia también influye
porque comporta una mayor movilidad, así como la vivienda y la posibilidad de hacer la
cuarentena bien hecha. Si no lo puedes hacer, tiende a haber más riesgo», indica
Rodríguez.

En ese sentido, el doctor Enric Aragonès, médico en el CAP de Constantí, está en una de
las zonas con una incidencia más alta: «Es difícil hacer un confinamiento muy estricto
en algunos tipos de familias, muy grandes, con muchas relaciones y una posibilidad alta
de que cuando haya un caso se esparza rápido. Afecta el tipo de vivienda, que no
siempre sea el más adecuado. Hemos visto la dificultad de confinar a personas que no
pueden coger la baja porque su sueldo depende de que vayan a trabajar».

5. Quines són les raons per les que hi ha més incidència de la Covid als barris
de ponent que al centre de Tarragona?

6. Quina és la relació entre treballs essencials i nivells de formació? Perquè és


més difícil teletreballar pels habitants dels barris obrers?

7. Quina era la incidència de casos de Covid a Campclar a dia d'ahir, per


cada 10.000 habitants? Quina és la zona amb la taxa més baixa? Hi ha
relació amb el nivell d'ingressos dels seus habitants?

8. Relaciona el TEXT A amb el TEXT B. Hi veus alguna semblança entre les


condicions de vida reflectides en el primer text amb el que està passant
actualment al teu barri? Explica-ho. (30 paraules mínim).

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