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H. Resumen § 5.

Inserción en la historia política

(Const. Córdoba, 39) y aquella que establece, para los magistrados y funcionarios de la cultura humana y de las ideas políticas que ella acuña, los cam-
judiciales, el deber de "resolver las causas dentro de los plazos fatales que las le- bios de orientación política aparecen más "a flor de piel" en el Dere-
yes establezcan" (Const. Córdoba, 155), previsiones que, sin computar su posible cho procesal penal.
colisión con las reglas materiales acerca de la prescripción peIJ;al, sin duda condu-
No existe otra manera de apreciar este fenómeno que con el estu-
cen a un efecto"más vigoroso que aquél que indica la norma construida antes, a
saber: la liberación del imputado de su persecución penal. dio de la historia del Derecho procesal penal, sus instituciones y los
No obstante los defectos de técnica legislativa expresados, la génesis ideológi- principios que lo gobernaron en cada época, y, en especial, los siste-
ca de las reglas estudiadas se corresponde con una política criminal orientada en mas de enjuiciamiento penal que se sucedieron a través de la histo-
sentido moderno y con la evolución universal de la legislación, incluida allí la le- ria. Si esta recomendación tiene vigencia universal, cuánto más vigor
gislación constitucional (ver§ 5, F, 3, a, y§ 6, C, 2, e, IV, e).
b) En relación a la defensa técnica. del imputado se debe subrayar la necesidad
alcanzará en el Derecho argentino -también en el hispanoaI'nerica-
de la asistencia del defensor en el acto de la indagatoria, o cuando se p-roduzca no-, que conserva en su seno instituciones procesales penales que,
una declaración que le sea atribuible, aun durante la investigación preliminar, en ocasiones, no se compadecen con el sistema republicano de go-
declaraciones que, llevadas a cabo sin la presencia del defensor, resultan inváli- bierno que establece su ley fundamental, la Constitución política, ni
das. Al mismo tiempo, para prever la defensa técnica del imputado ausente -por
con el mismo nombre de República que, orgullosamente, se eligió pa-
falta de individualización o imposibilidad de ser citado-, se obliga al nombra-
miento del defensor oficial desde que sea necesario, aun antes de la declaración ra el país. De allí que el problema que presenta el Derecho procesal
indagatoria. penal de nuestro país -y el de Hispanoamérica en general- no es téc-
c) Importante es, también, la incorporación de la regla de exclusión de la prue- nico, como muchas veces se preten9-é, sino, muy por el contrario, cul-
ba ilícitamente obtenida, que incluye la extensión de su ineficacia a aquellos co- tural y político: se trata de un problema de adaptación cultural o, si
nocimientos obtenidos en virtud de la vulneración de garantías constitucionales
(fruto del árbol envenenado), precepto que, en el caso de la proyiBcia de Córdoba,
se quiere, de definición y determinación del sistema político bajo el
deriva de una regla constitucional similar (Const. Córdoba, 41). Las modificacio- cual queremos -o podemos- vivir.
nes que a este texto 'cart. 194) Ú1troduce el CPP Tucumán no son claras ni conve- No se me ha ocurrido mejor síntesis de este parágrafo que presen-
nientes. tar los diversos tipos de enjuiciamiento penal que existieron y exis-
d) En el tema de los rewrsos contra)a sentencia, han sido eliminados los lími-
ten, sin analizar ninguno vigente en determinado tiempo y lugar
tes que impedían el recurso de casación a cada uno de los posibles agraviados pa-
ra impugnar la decisión por esta vía (salvo par~ el fiscal, que no puede recurrir la como Derecho positivo, sino agrupando principios y características
sentencia absolutoria, si no solicitó una pena para el acusado). comunes para recrear siste1nas genéricos, por otra parte ordinarios
e) Se critica también el hecho de no haber aprovechado la oportunidad para en los estudios sobre la materia201, aunque no siempre bien entendi-
crear una magistraturo de r,jecución penal. dos. Se debe aclarar, sin embargo, que los-diferentes derechos positi-
vos casi nunca operaron con la pureza de principios y características
H. RESUMEN
con los que aquí pretendemos explicar cada uno de los tipos2°2.
Un estudio adecuado del Derecho procesal penal debe corn.enzar
por la comprensión del problema cultural y político que tras él resi- 1. Sistemas de enjuiciamiento penal
de. Él, quizá más que ninguna otra rama del Derecho, toca de cerca a) Acusatorio
al ser humano y sus printipales atributos jurídicos, que le permiten En general, se puede decir que esta forma de llevar a cabo el enjui-
desarrollar su vida social. De allí que los sistemas de enjuiciamiento ciamiento penal dominó todo el mundo antiguo. No bien la reacción
penal han ido a la par de la historia política y guardan perfecta co-
rrespondencia con ella. Si la expresión más vigorosa del poder del Es-
tado es, precisamente, su poder penal, la afirmación de Ernst BELING 261 Cf. VÉLEZ MARICONDE, Derecho procesal penal, t. I, 1u parte,' cap. 1, 2, ps. 19 y ss.,
de que el Derecho penal (material) no le toca al delincuente un solo CLARIÁ OLMEDO, Tratado, t. I, ne! 115, ps. 160 y siguientes.
pelo, sino que es el Derecho procesal penal el que se entiende de cer- 262 Inglaterra, por ejemplo, cmi~erva aún hoy los rasgos de un sistema acusatorio;
ca con el hombre de carne y hueso -que muchas veces no es un de- sin embargo, admite y organiza, cada vez más, la persecución penal pública (Cf. RoxrN,
Strafve1:fahre11srecht, § 73, A, ps. 476 y ss.). Espafia, aun cuando sigue la tendencia ge-
lincuente-, aun factible de demostrar como exagerada, explica por sí nedl ele Europa continental, .por reforma del sistema inquisitivo que la regía hasta
sola el fenómeno indicado, el cual, reducido a su exacta dimensión, 188..2,,_ conserva rastros del procedimiento de oficio (per inquisitionem.) y admite el acu-
se debe limitar a afirmar que, a pesar de que todo el Derecho es hijo sadoí; popular y el privado, a un mismo tiempo.

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frente a la ofensa grave del orden jurídico dejó de ser un mero ejerci-
del triunfo de su interés; incluso el enjuiciamiento de la antigüedad
cio del poder autoritario del príncipe (cogrdtio durante la monarquía
consistía en un combate entre dos adversarios y frente a un árbitro
romana, por ejemplo) o de la venganza física del ofendido o su tribu, (Derecho germano antiguo).
en las sociedades primitivas que no poseían todavía" ni un atisbo de
poder político central (según sucedía en el primitivo Derecho germa- II. La persecllción penal se coloca en manos de una persona de exis-
no), la reacción, privada o popular, se canalizó por la vía de lo que tencia visible (no de un órgano del Estado), el acllsa.dor; sin él y la im-
hoy llamaríamos una "acción procesal" (jurídica u objeto de regula- putación que dirige a otra persona no existe el proceso; el tribunal
ción normativa): allí nació el "juicio" con intervención del ofensor y tendrá como límites de su decisión el caso y las circunstancias por él
frente a un árbitro, el tribunal, el cual, de alguna manera, decidiría la planteadas (nema illde:r sine a.ctore · ne procedat illdex e.x: o.ff'icio). En
cuestión. ocasiones, este sistema ha sido caracterizado como priva.do, porqu~
La característica fundamental del enjuiciamiento acusatorio resi- era el ofendido quien estaba autorizado a perseguir penalmente (re-
de en la división de los poderes ejercidos en el proceso, por un lado, gla general del Derecho germano antiguo); en otras, como popllla.r,
el acusador, quien persigue penalmente y ejerce el poder requirente, porque se concedía el derecho c:ie perseguir penalmente a cualquier
por el otro, el imputado, quien puede resistir la imputación, ejercien- ciudadano o a cualquier persona del pueblo (los sistemas acusatorios
do el derecho de defenderse, y, finalmente, el tribunal, que tiene en de Grecia y Roma, para los delitos públicos, cuya característica pervi-
sus manos el poder de decidir. Todos estos poderes se vinculan y con- vió en el Derecho anglo-sajón y, pa.réialmente, en la Ley de enjuicia-
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dicionan unos a otros: su principio fundamental, que le da nombre al miento criminal española).
sistema, se afirma en la exigencia de que, la actuaciqn .ile un tribunal III. El a.cusa.do es un sujeto de derechos colocado en una posición
para decidir el pleito y los ,límites de su decisión est~n condicionados de igualdad con el acusador, cuya situación jurídica durante el proce-
al reclam~ (acción) de un ácüsador y al contenido de ese reclamo (ne- dimiento no varía decididamente hasta la condena; si bien se conci-
nw illdex sine actore y ne proceda.t im1ex e.T o.ff'ici.o) y, por otra parte, a ben medidas de coerción, su privación de la libertad, durante el en-
la posibilidad de resistencia del i~putac;i9 frente a la imputación que juiciamiento, es una excepción.
se le atribuye. El paralelo y correspondencia que se puede establecer
IV. El procedimiento consiste, en lo fundamental, en un deba.te (a
fácilmente con el sistema republicano de ejercicio del poder político
veces un combate) público, oral, continuo y contradictorio. Los jueces
resulta evidente; de allí que no sea casualidad la aplicación de este
que integran el tribunal perciben los medios de prueba, los funda-
sistema en épocas de apogeo de las repúblicas, tanto las antiguas
mentos y las pretensiones (alegatos) que ambas partes introducen y
(Grecia, Roma) como las modernas (Francia y el movimiento de refor-
deciden según esos elementos (secllndwn allega.ta et proba.ta). En la
ma operado a fines del siglo XVIII y en los primeros años del siglo
antigüedad, incluso, el juicio se llevaba a cabo al aire libre, en el foro
XIX).
o plaza pública; más tarde, sin renegar de la publicidad popular, fue
Son notas comunes al sistema acusatorio de enjuiciamiento penal,
introduciéndose lentamente en ambientes cerrados, en las casas de
las siguientes: justicia, como hoy se practica.
I. Lajllrisdicción penal reside en tribunales populares, en ocasiones
V. En l::;i valoración de la prueba impera el sistema de la íntinw con-
verdaderas asambleas del pueblo o colegios judiciales constituidos
vicción, conforme al cual los jueces deciden votando, sin sujeción a re-
por gran número de ciudadanos (Grecia y los comicios romanos), en
gla alguna que establezca el valor probatorio de los medios de prue-
otras, tribunales constituidos por jurados (los iudicis Íllra.ti, avanzada
ba y, sin exteriorizar los fundamentos de su voto.
la República y al comienzo del Imperio en Roma, el típico jurado an-
glo-sajón y los que emergieron en Europa continental a partir de la VI. La sentencia es el resúltado del escrutinio de los votos de una
República francesa). mayoría de,:terminada o de la unanimidad de los jueces, según hoy se
Internamente, en el procedimiento, el tribunal aparece como un practica en el jurado anglo-sajón. Como se trata de tribunales.popula-
árbitro entre dos partes, acusador y acusado, que se enfrentan en pos res, que, o bien detentan directamente la soberanía (asambleas del
pueblo), o bien pretenden representar a~pueblo soberano (jurado), la

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cosa jllzga.da. constituye su efecto normal y son desconocidos los re- La característica fundamental del enjuiciamiento inquisitivo resi-
cursos o ellos resultan, en ocasiones, concebidos a la manera de una de en la concentración del poder procesal en una única mano, la del
gracia o de un,.. perdón. inquisidor, a semejanza de la reunión de los poderes de la soberanía
El procedimiento acusatorio rigió, prácticamente: durante toda la (administrar, legislar y juzgar) en una única persona, según el régi-
antigüedad (Grecia, Roma) y en la Edad Media hasta el siglo XIII (De- men político del absolutismo. Perseguir y decidir no sólo eran labo-
recho germano), momento en el cual, sobre las bases del último Dere- res concentradas en el inquisidor, sino que representaban una única
cho romano imperial, antes de la caída de Roma, fue reemplazado y misma tarea; la de defenderse no era una facultad que se le recono-
por la Inquisición. ciera al perseguido, por aquello de que, si era culpable no lo merecía,
Inglaterra es el país que aún hoy conserva, relativamente, un pro- mientras que, si era inocente, el investigador probo lo descubriría;
cedimiento penal que se asemeja al procedimiento de tipo acusatorio claro está, en el mejor de los casos y después de un martirio, que pe-
antiguo. saba como carga sobre quien integraba el cuerpo social, en homena-
je a la misma sociedad. La fuerza de la dialéctica y de la crítica no per-
b) Inquisitivo
tenecen a esta idea de vida, que desconfía de ellas, y, por tanto, desa-
La Inquisición es el sistema de enjuiciamiento penal que respon- parece la contradicción del procedimiento. La extrema oposición con
de a la concepción absoluta del poder central, a la idea extrema sobre el sistema acusatorio es evidente y se va a traducir en las característi-
el valor de la autoridad, a la centralización del poder de manera que cas totalmente diferentes del profedimiento.
todos los atributos que concede la soberanía se reúnen en una única Las notas comunes del sistema inquisitivo son:
mano. El escaso valor de la persona humana individ,l.Jial frente al or-
den social, manifestado en toda su extensión en la ·ináxima salus pu.- I. El monarca o el príncipe es el depositario de toda lajllrisdicci.ón
bl ica. s1lprenw le:r est, se tradujo al procedimiento penal y redujo al im- penal. En él reside todo el poder de decisión (juzgar) y, como el núme-
putado a un mero objeto de investigación, con lo cual perdió su con- ro de casos no le permite ejercerlo directa y personalmente en todos
sideración como un sujeto de derechos, y, también, en la autorización ellos, delega ese poder en sus funcionarios y lo reasume cuando es
de cualquier medio, por cruel que fuese, para alcanzar su fin: repri- necesario. La administración de justicia se organiza, así, jerárquica-
mir a quien perturbara el orden creado (e:x:p1lrgare civitatem rnalis ho- mente, por delegación de la atribución de juzgar en consejos o fun-
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1ninibus ). De allí las má"'<:imas fundamentales que crea el sistema in- cionarios de mayor y menor jerarquía, y a la inversa, regresa (devolu-
quisitivo conforme a su fin: la persecución 7Jenal pública. de los delitos, ción) hacia el príncipe de la misma man.era, cuando se torna necesa-
con la característica de la obligatoriedad (deber) de su ejercicio, para rio revisar los fallos de los funcionarios inferiores.
no depender de una manifestación de voluntad particular en la re- II. El poder de persegHi'I' penabnente se confunde, según hemos vis-
presión, y el procedimiento dirigido a la meta principal de averiguar to, con el de juzgar y, por ello, está colocado en las manos de la mis-
la 'Verdad, objetivo para cuyo cumplimiento no se reparaba en los me- ma persona, el inquisidor.
dios de realización. En ocasiones se conoció también un delegado del rey para denun-
Desde el punto de vista histórico-político, la afirmación de univer- ciar y perseguir a los infractores, sobre todo en Francia (proc1lreur clu
salidad de la Iglesia católica (Derecho canónico) y la formación de los · roi), per_p ello no redujo un ápice los poderes del juez inquisidor,
Estados nacionales bajo el régimen de la monarquía absoluta, y sus quien siguió facultado a iniciar el procedimiento y perseguir de ofi-
luchas de predominio contra los "infieles", por una parte, y contra el cio (per inqllisitionem).
poder feudal, por la otra, condujeron necesariamente a este tipo de
procedimiento. La fuente jurídica de inspiración fue el Derecho ro- III. El ac1lsado representa ahora un objeto de persecución, en lugar
mano imperial de la última época (cognitio extra. ordinem), con su te- de un sujeto de derechos"con la posibilidad de defenderse de la im-
nue introducción de los rasgos principales de la Inquisición, conser- putación,deducida en su contra; de allí que era obligado a incriminar-
vado por la Iglesia y perfeccionado por el Derecho canónico, el cual, se él mismo, mediante métodos crueles para quebrar su voluntad y
a su vez, constituyó la fuente donde abrevó la Inquisición laica, de pa- qb,tener su confesión, cuyo logro constituye el centro de gravedad del
so triunfante por toda Europa continental a partir del siglo XIII. · pr'Ocedimiento.

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IV. El procedimiento consiste en una investigación secreta (encues- VL El fallo era, casi por definición, impugnable; aparece la apela-
ta), cuyos resultados constan por escrito, en actas que, a la postre, ción y, en general, los recursos contra la sentencia, íntimamente
constituirán el material sobre la base del cual se dicta el fallo (q1.wcl conectados con la idea de delegación del poder jurisdiccional que go-
non est i.n acta. "'non est i:n. mundo). El secreto responde a las necesida- bernaba la administración de justicia. En efecto, el poder, que se
des de una investigación sin debate y la protocolización escrita de los delegaba en funcionarios inferiores, debía devolverse en sentido in-
resultados a la conservación del secreto y a la necesidad, impuesta verso a aquél de quien procedía y ello permitía el control de la utili-
por el mismo régimen, de que otro, que delegaba por escalones el po- zación correcta del poder delegado. Allí nace el hoy conocido efecto
der de juzgar, pudiera revisar la decisión, reasumiendo.el poder de devolutivo de los recursos, y tamb~én la propensión a la organización
juzgar. Como toda investigación, ella se llevaba a cabo discm!.ti.nua- jerárquica de los tribunales, propia de los procedimientos escritos,
mente, a medida que los rastros aparecían y eran fijados en las actas. efecto que, traducido a términos actuales, individualiza a aquellos
Investigación, secreto, escritura, discontinuidad, falta de debate y de- recursos cuya interposición provoca el nuevo examen y la nueva de-
legación son, en realidad, caras diferentes de un mismo método para cisión por un tribunal distinto al que dictó la resolución impugnada,
alcanzar fines políticos claramente definidos, y por ello resultan ca- por regla general -aunque no necesaria-, jerárquicamente superior
racterísticas interdependientes del procedimiento 263 . a éste.
V. El sistema ele prLLeba legal domina la valoración probatori.a: la ley El procedimiento inquisitivo se,, extendió por toda Europa conti-
estipula la serie de condiciones (positivas o negativas) para tener por nental, triunfando sobre el Dere~no germano y la organización seño-
acreditado un hecho; por ejemP.lo, se necesitan dos -o más- testigos rial (feudal) de la administración de justicia, desde el siglo XIII hasta
hábiles y contestes para verificar un h~cho (testis u1yils': tesi:is nulh.L.s), el siglo XVIII. De triste recuerdo, por los excesos que permitió en aras
los indicios deben ser vari~s, conducir ·a una misma conclusión (con- de lograr por cualquier medio sus fines, concebidos como absolutos,
cordantes) y partir de hechos probados ~n forma directa, etc., para y las injusticias 'notorias que prohijó (procesos contra herejes y bru-
comprobar un hecho. jas), al menos desde nuestro punto de partida cultural y nuestros co-
Se dice que el sistemá intent~ba reducir el poder del juez en la sen- nocimientos actuales, subsistió hasta la caída del régimen de organi-
tencia, después de habérselo otorgado en demasía durante el proce- zación política que lo sustentaba. El punto final, por ende, lo marcó
dimiento, de manera tal que él podía acudir a cualquier medio para el comienzo de la nueva república representativa, con la Revol?.1ción
averiguar la verdad, pero debía reunir un número suficiente de ele- Francesa, que representa el triunfo po~Jtico del Il1lminismo, a cuyo
mentos de prueba para condenar. La verdad es otra; el sistema no abrigo, y por influencia de la dominación napoleónica posterior, se
puede funcionar sin la autorización para obtener la confesión compul- renueva toda la organización política de Europa continental. Nació
sivamente, mediante la tortura, centro de gravedad de toda la inves- también para el enjuiciamiento penal una nueva era, cuyo tipo de
tigación, y la regulación probatoria sólo cumple el fin de requerir procedimiento ha sido denominado por algunos como mixto, aun-
mínimos recaudos para posibilitar el tormento. De tal manera, lo im- que, en realidad, sólo se trata de la reforma. clel sistenw. i.nquisi.ti'uo. Es
portante políticamente no son tantb las condiciones de la plena prue- errónea la afirmación que indica la muerte total de la Inquisición por
ba, sino las de la llamada serniplena, que abre paso a la tortura. La tor- abrogación de todos los principios que la gobernaban.
tura es, por ello, sinónimo de Inquisición.
e) La reforma del sistema inquisitivo o el
nacimiento del sistema mixto
De la Inquisición perduran hasta nuestros días sus dos máxünas
263 Es por ello que han fracasado, entre nosotros, todos los intentos dirigidos a lo-
fundamentales: la persec?.Jción penal pública de los delitos, por lo me-
grar la desaparición de la delegación en auxiliares judiciales, la inmediación del tribu-
nal y las partes con el material probatorio, la concentración y continuidad del procedi- nos com9 regla, considerados los máximos exponentes del comporta-
miento, cuando se insistió con el proceso escrito; por definición, ello es imposible, miento desviado en el seno social, y, por ello, intolerables para el
mientras no se organice un debate oral y continuo, al final del cual se dicte la senten-
qr,_den y la paz social, al punto de que deben ser perseguidos por el
cia. Todo lo demás son palabras vanas, y, más que ello, ficciones, que tanto daño le ha-
cen al Derecho cuando abundan.· mismo Estado y sin atención a ningu~a voluntad particular; y la ffue-

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riguación de la verdad histó1'ica, como meta directa del procedimiento en dividir el procedimiento en dos períodos príncipales, enlazados
penal, sobre cuya base se debe fundar la decisión final. El triunfo po- por uno intermedio: el primero es una investigación, a la manera in-
lítico del Ilumi:p.ismo, a partir de la Revolución Francesa y de la inde- quisitiva, aunque con ciertos límites, que reconoce la necesidad del
pendencia de" los EE.UU., y, consecuentemente, la heación de un Estado, como persecutor penal, de informarse, previo a acusar penal-
nuevo orden social y jurídico no lograron abrogar esos postulados, mente a alguien ante un tribunal judicial; el segundo paso, interme-
los cuales, considerados como un progreso, representan el legado de dio, busca asegurar la seriedad y pulcritud del requerimiento penal
la Inquisición al enjuiciamiento penal actual. del Estado, antes de convocar al juicio público, evitando, de esta ma-
A pesar de que en los comienzos de la Revolución la idea de Repú- nera, juicios inútiles, y controlar las decisiones del Estado que cierran
blica postuló consecuente1nente el regreso al sistema acusatorio con la persecución penal anticipadamente, sin juicio; el tercero, imita-
acusación popular, creado por los griegos, perfeccionado por la Repú- ción formal del juicio acusatorio, consiste, principalmente, en un de-
blica romana y conservado en Inglaterra, la solución que se impuso bate público y oral ante el tribunal de justicia, con la presencia inin-
fue, en realidad, un compromiso: siguieron rigiendo ciertas reglas de terrumpida del acusador y del acusado, que culminará con la absolu-
la Inquisición, en especial, los principios mencionados, e hicieron ción o la condena, fundadas únicamente en los actos llevados a cabo
irrupción otros, provenientes del regreso a las formas acusatorias, durante ese debate. Las principales características del sistema son:
que condicionaron la significación de aquéllos. De allí el nombre con I. Laju.risdicción penal es ejercida, en principio, por tribunales con
el que en nuestro país se conoce el nuevo sistema: mixto. fuerte participación popular (ju~ces accidentales), sea que se acuda,
Si se quiere expresar en pocas palabras ese compromiso, se dirá como en el siglo XIX, a tribunales de jurados o que, según ahora ocu-
que la persecución penal pública y la averiguación <;l.é -fa verdad his- rre en varios países, colaboren en un mismo tribunal de juicio, jueces
tórica, COJ:"9.pren,didas come? metas abs;lutas en el ei{juiciamiento in- profesionales (en minoría) y jueces accidentales (mayoría), como es-
quisitivo, al punto de tolerar la utilizació:r;t de cualquier medio para · cabinos. En algún país (España, por ejemplo) se optó, ante el fracaso
alcanzar esos. fines, se transformgron en valores relativos, importan- de la convocación del jurado, por constituir los tribunales con jueces
tes en sí pero superados en rango por ciertos atributos fundamenta- profesionales, según sucede entre nosotros, casi sin excepciones.
les de la persona humana, que prevalecían sobre aquellos y condicio- Existe también en algunos países un juez profesional, llamado ele
naban los medios por los cuales podían ser alcanzadas aquellas instrit.cción, que tiene a su cargo la investigación preliminar, tarea
metas. Esos atributos se tradujeron en reglas de garantías y derechos que, propiamente, corresponde al órgano estatal que lleva a cabo la
individuales, que impusieron el tratamiento C01J:?-O inocente de una persecución penal, el ministerio público.
persona hasta que los tribunales designados según la ley no dictaran Las cortes de casación son los típicos tribunales de instancia supe-
una sentencia firme de condena, para lo cual resultó absolutamente rior, compuestas por jueces profesionales, que responden a la necesi-
imprescindible un juicio previo, conforme a reglas que estableció la dad de tornar revisable la sentencia de los tribunales de juicio, desde
ley, en el cual se garantizara la libertad y eficacia de la defensa, pro- el punto de vista del derecho aplicable, pues, en cuanto a los hechos,
hibiéndose toda coacción ºutilizada contra quien lo sufría para obli- estos últimos son, casi siempre, soberanos en su decisión.
garlo a revelar datos que pudieran perjudicarlo. Se entiende, así, có-
mo estos valores, referidos a la dignidad humana individual, fueron II. La persecución penal está en manos de un órgano estatal especí-
preferidos a la misma eficacia de la persecución penal y a la posibili- fico, el ministerio público, considerado unas veces como un órgano
dad de averiguar la verdad, y debían ser observados aun a costa de administrativo sui generis y otras como un órgano judicial, o, por lo
esos principios. menos, con una posición institucional similar a los magistrados judi-
La colisión entre ambas ideas fue inevitable, al punto de que el en- ciales.
juiciamiento penal moderno está dominado políticamente por la so- Existen, sin embargo, excepciones al principio de la persecución
lución legislativa sobre el conflicto de estos intereses, y, al menos pa- penal p(iblica, admitiéndose algunos delitos perseguibles sólo por el
ra darle solución, aunque no para evitarlo, las necesidades fueron • ~fendido e, incluso, aunque infrecuentemente, la acusación popular
pergeñando un nuevo método de procedimiento penal. Éste consiste (España).

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III. El impllta.do es un sujeto de derechos, cuya posición jurídica zado por la decisión final de este período del procedimiento, o la clau-
durante el procedimiento se corresponde con la de un inocente -has- sura de la persecución (sobreseimiento en nuestra lengua), cuyo re-
ta tanto sea declarado culpable y condenado por sentencia firme-, ra- chazo final implica la orden de apertura del juicio público.
zón por la cuaÍ es el Estado -acusador- quien debe" demostrar con Por último, eljnicio o procedbni.ento pri.ncipa.l, cuya misión es obte-
certeza su culpabilidad (in dubio pro reo) -y destruir ese estado-, y , ner la sentencia de absolución o condena que pone fin al proceso. Su
al contrario, no es el imputado quien debe construir su inocencia. De- eje central es el deba.te: allí perviven todas las formas acusatorias, la
rivado del mismo principio, su privación de libertad durante el pro- oralidad y pllblicidad de los actos que lo integran, su concentración en
cedimiento, pese a estar admitida, es excepcional. Goza también de una única audiencia y su continllida.d, la presencia ininterrumpida de
entera libertad de defensa, pero la ley, durante la investigación preli- todos los sujetos procesales en el procedimiento (inrnedia.ci.ón), la li-
minar, limita sus facultades en ese séntido, para no imposibilitar la
bre defensa. del imputado, equiparado en todas sus facultades al acu-
averiguación de los rastros del delito hipotéticamente cometido, aun
sador. De ese debate, con formas predominantes acusatorias, emer-
cuando, para balancear los intereses comprometidos, establezca que
gen los únicos elementos capaces de fundar la sentencia, decisión
esos actos carezcan de valor para fundar la sentencia; durante el de-
que, por lo demás, debe guardar íntima correlación con la. a.cnsación,
bate, base de la sentencia, posee amplia libertad de defensa y está
en el sentido de que no puede ir más allá, en perjuicio del imputado,
equiparado al acusador. Tan apreciada es la necesidad de garantizar
de los hechos y circunstancias con,;tenidos en ella y que son objeto de
la defensa, que la ley, por lo menos en los casos graves, asumió como
la defensa. ,/
público ese interés, y tornó impresc;indible la defensa técnica, com-
plemento necesario de la capacidad del imputado, y d~ber del Estado V. Según los casos -tribunal integrado por jueces no profesionales
de designar de ofi~io un defensor cuando ~l imputadb no puede o no y accidentales o sólo por jueces profesionales, o por ambos conjunta-
quiere nombrarlo. mente-, se regresa al sistema de íntima. convicción en la valoración de
la prueba -fundainentalmente en el primer caso- o se prefiere la li-
IV. El procedimiento muestra u;rn de las principales facetas de la
bre convicción, también llamada método de la so.na. crítica.. La virtud
mixtión y del juego alternado del interés, público por sancionar los
republicana de fundar todos los actos de gobierno determina, en la
delitos y el privado -aunque a la vez público- por conservar las liber-
actualidad, el avance de este último sistema.
tades ciudadanas. Comienza por una investigación preliminar, a car-
go de quien persigue penalmente, el ministerio público, o de un juez VI. El fallo del tribunal del juicio es recl.ilrrible, pero, en general, tal
de instrucción, según las leyes y los casos, que tiene por fin recolec- facultad está fuertemente limitada. Lo ortodoxo es que sólo se permi-
tar los elementos que, eventualmente, den base a la acusación o re- ta el recnrso de casación, mediante el cual el recurrente puede poner
querimiento para la apertura del juicio público, o, en caso contrario, de manifiesto los errores jurídicos del fallo, tanto de Derecho mate-
determinen la clausura de la persecución penal. Esta investigación, rial, para obtener una decisión ajustada a las reglas jurídicas de Dere-
de ordinario llamada instrucción preparatoria o procedimiento prelhni- cho penal vigentes, como de Derecho procesal, por errónea utiliza-
na.r, mantiene los principales rasgos del sistema inquisitivo -de allí ción de las reglas que rigen el procedimiento o la misma sentencia,
la limitación defensiva-, aunque, para compensar, los elementos que caso en el cual el triunfo del recurso determina necesariamente la re-
allí se reúnen no sirven para fundar la condena (carácter preparato- alización de un nuevo juicio público (reenvío).
rio de los actos), que sólo puede ser fundada en los actos del debate Algunos ordenamientos procesales penales admiten también la
posterior. Esta instrucción consta en actas escritas y nació secreta, pe- apelación, pero, en ese caso, si funcionan consecuentemente con sus
ro en la última parte del siglo XIX se reconoció la necesidad de admi- principios, deben recurrir a un nuevo debate, total o parcial, según el
tir la participación del imputado y de su defensor en ella, quienes, de alcance de los motivos del recurso.
ordinario, tienen acceso a los actos y a las actas labradas sobre ellos. El re(;1lrso de revi.si.ón, o, simplemente, la revisión, también admiti-
Le sigue un procedirni.en.to i:nterrn.edio que procura servir de control do, procura, por excepción, rescindir sentencias pasadas en autori-
para los actos conclusivos del ministerio público sobre la instrucción: ;dad de cosa juzgada cuando se verifica fehacientemente que alguno
el requerimiento del juicio público o acusac_ión, que puede ser recha- de los elementos que le dieron fundl:)mento es falso o distinto, de ma-

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H. Resumen § 5. Inserción en la historia política

nera tal que pudo conducir a un error judicial. El recurso carece de rica.na. sobre derechos hwnanos (Pacto de San José de Costa. Ri.co
plazo, están legitimados para su interposición no sólo el imputado o [22/11/1969]), ratificada por nuestro país (ley nº 23.054), el Pacto inter-
el ministerio pvblico a su favor, sino también de ordinario, parientes nacional de derechos civiles y políticos (16/12/1966), también ratificado
o cualquier persona, y procede aun después de muetto el imputado. por nuestro país (ley nº 23.313), ambas incorporadas al texto de la
Las leyes procesales penales de cuño liberal admiten este recurso só- Constitución nacional (CN, 75, inc. 22) y la Convención (europea.) sobre
lo a favor del condenado, pero existen otras que lo admiten aun en salvaguarda. de los derechos del hombre y de las liberta.des fundmnenta.-
contra del imputado absuelto o del condenado por una infracción les (1950)266.
menor 264 . Se trata así de un siglo predominantemente conserV'ador o, mejor
Éste, que hemos descrito sintéticamente, es el verdadero enjuicia- dicho, sin reformas revolucionarias en nuestra materia. Pero lo inte-
miento que lleva el nombre de núxto y traduce el resultado político resante del caso es que la cultura universal, por sobre la diversidad
final, en la materia, emergente de la reforrna del sistenw inquisiti:uo en ideológica, ha reconocido una serie de principios fundamentales en
Europa continental durante el siglo XIX. Su ley base es el Code d 'i:ns- nuestra materia, antes mencionados, que superan la lucha política e
truction criminelle francés de 1808, expandido por Europa continental ideológica. Es de esperar que en un futuro no lejano el reconocimien-
por imperio del triunfo de las ideas que fundaron la Revolución Fran- to de los estados como parte de la comunidad internacional dependa
cesa y de la dominación napoleónica. El sistema trasciende hasta de la ratificación y observancia de estos principios. Bastante se ha
nuestros días y su comparación con algunas leyes argentinas e hispa- avanzado, por ejemplo, al crear~~ortes internacionales sobre los dere-
noamericanas muestra, muy claramente, el atraso cultural en el que, chos humanos y al reconocer carácter internacional a sus transgresio-
parcialmente, vivimos265. nes, pero ello no parece ser todavía suficiente.
2. El siglo XX El reconocer la falta de reformas fundamentales en el enjuicia-
a) La consolidación de los derech~s humanos miento penal no le resta un ápice de dignidad en nuestra materia a
la época en la que vivimos. Como se observa, la labor de consolida-
Este siglo sigue gobe1'nado por los p:vincipios fundamentales que ción práctica de estos princi píos es tan o más difícil que su afirma-
estructuraron la reforma del sistema inquisitivo. Si eliminamos los ción inicial y teórica.
excesos a que condujeron las aventuras políticas del fascismo y del
En nuestro país, por ejemplo, las convenciones sobre derechos humanos in-
nacionalsocialismo, que no trascenderán históricamente por haber corporadas ahora al texto de la Constitución nacional deben provocar un estudio
fundado un nuevo orden, el siglo se ha ocupado, precisamente, de acerca de la adecuación de nuestros códigos de procedimientos penales a los prin-
consolidar cultural y jurídicamente esos principios, a pesar de las re- cipios básicos por ellas establecidos y, en su caso, impulsar las reformas pertinen-
petidas transgresiones que, de hecho, aún suceden sistemáticamente tes. Cualquiera que sea la valoración política de la ley nacional n!.! 24.390 -que no
cuenta con nuestro juicio positivo-, ella representa un ejemplo de esta índole; lo
y de las que nosotros, confesadamente, también hemos sido testigos.
representa también el actual debate jurisprudencial y doctrinal acerca del dere-
Como prueba de ello han quedado varias convenciones internaciona- cho al recurso del condenado contra el fallo que lo declara culpable y le impone
les (multilaterales) que ya forman parte del Derecho internacional una consecuencia jurídico-penal, frente a las limitaciones que para recurrir, exis-
público y del Derecho interno de muchos países: la Declaración uni- ten en la legislación argentina.
versal de los derechos del hornbre (\.10/12/1948), la Declaración G.'nw1·ica- b) Lá política criminal
na de los derechos y deberes del hombre (2/5/1948), la Convenci.ón arne-
Sin embargo, la finalización de la Segunda Guerra Mundial pare-
ce haber marcado el comienzo de un gran debate político acerca de la

264 Cf. MAIER, La Ordenanza procesal penal alemana, vol. II, ps. 302 y siguientes.
265 La sanción del CPP Nación, por discutible que sea desde el punto de vista políti- 266 A la par de estos convenios fundamentales se ha suscripto, a través del tie1npo,
co criminal actual, y la sanción de otros códigos provinciales según este sistema, ha re- una gran cantidad de convenciones y pactos parciales sobre el genocidio, nacionalidad,
ducido sensiblemente esta afirrnación, sobre todo al territorio de las provincias inás ; esclavitud, trabajo forzado, discriminación racial, religiosa o por sexo, tortura y tratos
poderosas, Buenos Aires y Santa Fe. degradantes, etc.; cf. VINUESA (cornp.), Derecho/; hwnanos: instrumentos internacionales.

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H. Resumen § 5. Inserción en la historia política

función que cumple el Derecho penal -en sentido amplio- como ins- mas económicos nacionales, las naturaleza y las riquezas naturales, la
trumento del poder del Estado. La segunda mitad del siglo y, especial- salud pública-, hoy agredidos incluso por centros de decisión su-
mente, la actualidad asisten a la eclosión de un doble;'lfenómeno que, praindividuales y, aun más, transnacionales (es decir, que superan
por encima de toda discusión dogmática, impone nuevos rumbos al las limitaciones éticas, políticas y económicas de un determinado or-
Derecho penal, aún no del todo claros ni suficientemente evaluados: den jurídico), con enorme poder técnico-económico.
por un lado, la crítica de los instrumentos que el Derecho penal utili- II. El Derecho procesal penal, vinculado estrechamente a las deci-
za para curnplir ciertos fines proclamados y, por el otro, la proposi- siones políticas que adopta el Derecho penal material, integra, por su-
ción de instrumentos más idóneos para cumplir los mismos fines, puesto, este movimiento y elabora sus propias respuestas para apoyar
parcialmente renovados en su contenido. El avance colosal ·de las esas proposiciones. Pese a que la meta principal del procedimiento si-
ciencias empíricas, en especial de aquellas que versan sobre el com- gue respondiendo a la idea de un Derecho penal de acto (culpabilidad
portamiento humano, ha dado apoyo y fundamento firme al movi- por el hecho y no de carácter), razón por la cual él continúa sirviendo,
miento. fundamentalmente, para la reconstrucción histórica del hecho impu-
I. En el Derecho penal material, el movimiento ha traducido dos tado y sus circunstancias de modo, tiempo y lugar, una serie de pro-
exigenci_as que parecen contradictorias. Por una parte, la crítica ha al- blemas han invadido el ámbito propio de sus decisiones.
canzado al sistema de reacción penal -con su centro de gravedad en El primero, que se correspon,dé con la tendencia del Derecho pe-
la pena privativa de libertad-, y a lqs comportamientos amenazados nal de desplazar a la pena priv~tiva de libertad como centro de gra-
penalmente; se sostiene que la pena privativa de libe;t§.d no cumple vedad o de referencia del sistema penal, intenta redu'.cir el papel que
con eficacia los fines que te,óricamente pe~sigue, en particular, la pre- el encarcelamiento preventivo juega en el enjuiciamiento penal.
vención especial, sobre la base, incluso, de investigaciones empíricas, Aparte del desarrollo consecuente de sus limitaciones, conforme a los
y que no todo el comportamiento desviado debe ser alcanzado por el principios que rigen en un Estado de Derecho, el principal logro en
Derecho penál, pues él debe intervenir tan sólo allí donde otro méto- este ámbito está representado por las limitaciones temporales absolu-
do -menos destructivo- de control social no pueda lograr los fines tas que actualmente son impuestas para el encarcelamiento preven-
queridos (ultima. ratio). Se propone variar el centro de gravedad de la tivo, algunas, incluso, de rango constitucional, para que él no supere,
reacción penal colocándolo en las penas alternativas a la privación de aun en el caso de ser necesario, un plazo, compatible con la idea del
libertad (restricción de la libertad, multa, etc.) o mecanismos sustitu- enjuiciamiento penal en un Estado de Derecho2G7. Según las diversas
tivos de la reacción penal y limitar los comportamientos amenazados leyes, el plazo es máximo y único, después del cual debe cesar obliga-
penalmente, erradicando de los códigos penales todos aquellos com- toriamente el encarcelamiento preventivo, o existen varios plazos di-
portamientos que sólo son fruto de la intolerancia ideológica y repre- ferentes, conforme a la naturaleza y gravedad del delito imputado.
sentan, únicamente, una desobediencia civil, sin peligro para bienes La aparición en el sistema penal de las escalas punitivas y de las
jurídicos objetivamente reconocidos por un consenso general; se tra- penas alternativas, en reemplazo de las penas fijas, por una parte, y
ta, también, de crear algunos instrumentos dogmáticos que permitan la verificación de que la decisión sobre la pena depende exclusiva-
evitar la aplicación del poder penal del Estado allí donde se puede mente,..de la subjetividad de los jueces, cuyas sentencias acerca de la
prescindir de él (proba.tion, di.verdion, prescindencia de pena). individualización de la pena sólo reposan en fundamentos aparentes
Por otra parte, se reclama insistentemente por el ingreso a la zona (meras abstracciones o motivos carentes de verificación), por la otra,
del Derecho penal de otros comportamientos, antaño no alcanzados condujo a afirmar la necesidad de racionalizar el juicio sobre la reac-
o no alcanzados suficientemente por la amenaza penal y por la nece- ción penal y a dotar al procedimiento que lo precede de todas las ga-
sidad de eficacia en la persecución de estas infracciones. Me refiero a rantías que existen para el fallo de culpabilidad. Aunque la iniciativa
los llamados Derecho penal econórnico y Derecho penal relativo a. la con-
servación del medio ambiente (incluso delitos contra la salud pública
referente al tráfico y comercialización de drogas o sustancias contro-
ladas), protectores de difere'ntes bienes jurídicos colectivos -los siste- 2G7 Recientemente, entre nosotros, la ley n;:tcional n!.! 24.390.

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H. Resumen § 5. Inserción en la historia política

no ha superado todavía la teoría y alcanza sólo en mínimas propor- todas las infracciones reales a las normas penales que son cometidas,
ciones a la práctica, se postula principalmente la cesura del debate y con el mismo celo, razón por la cual, en aras de la eficacia de la per-
penal en dos partes: aquel que funda el fallo de culpabilidad, como secución penal, en aquellos casos importantes que la merecen, la so-
" fl
primer paso que culmina con el llamado interlocutorio de culpa.bili.- lución ha concluido por permitir el funcionamiento de una decisión
da.d, y, posteriormente, el dedicado a fundar el fallo sobre la pena
política responsable acerca de los casos en los cuales se puede evitar
concreta a imponer, estructurado de manera tal que funcionen todas la persecución penal. Ello, incluso, supera algunos inconvenientes de
las garantías individuales que rigen para el procedimiento y el fallo la aplicación de un sistema penal a casos límites de delincuencia o
sobre la culpabilidad. Tal iniciativa ha encontrado, sin embargo, nu- conducta desviada (adecuación social del hecho, mínima infracción,
merosos escollos prácticos y técnicos que han detenido su conc:r:eción mínima culpabilidad), pues cualquier descripción normativa, por su
legislativa. La prolongación del tiempo de duración de los procedi- carácter abstracto, supera el universo de casos pensado por el legisla-
mientos, la respuesta a la pregunta sobre cuándo debe comenzar el es- dor; así se evita también, en ocasiones, contrasentidos en la aplica-
tudio personal para reunir elementos que funden racionalmente el re- ción de la ley penal (extorsión fundada en la denuncia de un delito
querimiento penal, a fin de respetar las garantías propias de un Esta- menor que no llega a conocerse por el temor del denunciante de re-
do de Derecho y ser, a la vez,, eficaz en la investigación a practicar, el velar su falta) y se permite aplicar al transgresor medidas no penales,
contenido real de cada sección del debate y de las decisiones, la deter- más adecuadas al caso para alcanzar ,, los fines que persigue un Dere-
minación de la cesura como inf.ormal o formal, la integración del tri- cho penal de sentido preventi~b, provocando el rn.enor daño posible
bunal que escuchará el debate sobre Ia pena y fallará sobre ella -espe- al infractor (probation-di'version).
cialistas en ciencias del comportamiento 1humano o lo\S {rÍismos jueces Precisamente, reservar los medios y las energías para la persecu-
ción penal de aquellos casos, en los cuales se juzga imprescindible la
que determinaron la culpabÜi9.ad del acusado-, la organización de los
aplicación del poder penal del Estado, permite intentar la búsqueda
recursos contra las decisiones, son algunos de los graves problemas a
de una solución a los reclamos de efectividad postulados para áreas
superar para poder llevar a cabo .-aquello que se considera, teórica-
particulares del Derecho penal. Nos referimos, específicamente, al lla-
mente, un progreso en la ·aplicación del poder penal. Sin embargo, la
mado Derecho penal económ.i.co y al de protección del medio a:rnbiente,
institución se practica desde antaño, de diferentes maneras, y sin de-
tan necesitados de esfuerzos adicionales, por las características ya se-
masiada conciencia de aquello que significa, por ej., por efecto deljui- .
ñaladas, que revelan, de ordinario, la co¡nisión de estos delitos. Una
cio ante un jurado o, parcialmente, en el enjuiciamiento penal de me-
moderna organización judicial, inclúso diferenciada, con mayores
nores.
medios técnicos a su alcance y una adecuada organización del minis-
Así como el Derecho penal ha dejado atrás las teorías absolutas so-
terio público, dedicada a la persecución de estos delitos, representan
bre la pena (KANT-HEGEL) y, más allá de ello, pretende evitar la aplica-
los reclamos más significativos en esta área parcial del Derecho pro-
ción del poder penal allí donde se puede, incluso acudiendo a otros
cesal penal.
medios, de la misma manera el Derecho procesal penal reduce la vi-
gencia del principio de legalidad (persecución penal necesaria y obli- IV. La política criminal de finales del siglo XX, precursora del siglo
gatoria) y apoya a su opuesto, el principio de oportunidad, aun en XXI, ha traído consigo dos temas principales de preocupación en ma-
aquellos países que tradicionalmente han defendido la legalidad. La teria procesal penal.
ciencia empír:lca verificó hace tiempo la utopía práctica que se escon- En primer lugar, la víctima del delito ha renacido de aquel ostra-
de tras el principio de legalidad (decisiones informales pero reales de cismo en el que la sumió la persecución penal pública, y reclama no
los particulares y de los órganos de persecución penal del Estado); sólo acceso al procedimiento como acusadora de un hecho punible
ello provocó la necesidad de racionalizar estas decisiones y ponerlas que la tiene por protagonista y la ofende, sino, también, aun cuando
en manos de los órganos con responsabilidad política, a fin de evitar no asuma ese papel en el procedimiento, el derecho a ser informada
la persecución en aquellos casos en los que esa decisión resulte apo- :· de las vicisitudes del procedimiento y a ser protegida en él. La defini-
yada por algún fundamento plausible, determinado en la ley. Por : ción de víctima se ha ampliado considerablemente respecto de la tra-
otra parte, resulta imposible· para la organización estatal ocuparse de dicional, relativa a bienes jurídicosp intereses individuales, para aco-

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H. Resumen § 5. Inserción en la historia política

ger en su seno realidades sociales tales como las asociaciones inter- cial como en el procedimiento penal, a través, principalmente, de los
medias, constituidas para defender bienes jurídicos individuales o reglamentos provisorios para el funcionamiento del gobierno de las
supraindividual9s.
Provincias Unidas (1810, 1811, 1815, 1817), del Decreto de Seguridad
El movimiento" político-criminal en la materia se debate de la mano del siste- Individual de 1811, de la célebre Asamblea General Constituyente de
ma penal en su conjunto, esto es, muy unido a las posiciones que, en el Derecho 1813 y de la Constitución de 1819. Aunque incipientemente, y siem-
penal, critican a la pena estatal como mecanismo idóneo para la solución del con-
flicto social que se halla en la base de todo hecho punible. Tendencias abolicionis- pre rodeados de contradicciones y retrocesos, aparecen aquí los pri-
tas de la pena estatal o más tradicionales que definen los fines de est8: institución, meros intentos de una administración de justicia independiente del
coinciden hoy en desplazar la pena por otras soluciones favorables a la víctima, poder político y sometida a la ley, la necesidad del juicio previo y de
principalmente a través de la reparación de las consecuencias del hecho punible. la condena firme para tener a alguien por culpable y someterlo a una
El mismo movimiento tiende a introducir al procedimiento ciertas formas
pena, la eliminación de la tortura y de toda forma de coerción para
consensuales para la finalización del conflicto, que recuerdan al procedimiento
cuya base era la composición, o, cuando menos, dependientes de la voluntad de obligar al imputado a declarar contra sí mismo (juramento), la invio-
sus protagonistas reales. labilidad del domicilio y de los papeles privados, que no podían ser
registrados sin orden escrita de la autoridad competente, la libertad
Se postula también un regreso a las formas acusatorias del proce-
de entrar, permanecer o salir del territorio del Estado, y otras garan-
dimiento penal y, aun cuando no se prescinda de la persecución pe-
tías menores que hoy nucleamos ~ntre los derechos y seguridades del
nal pública, a un enjuiciamiento en el cual los papeles de los sujetos ~.

hombre.
que actúan en el proceso son definido,s de manera más ortodoxa. Ello
A no confundirse: esos intentos están referidos al principio legal
implica una disminución de los poderes de,l tribunal pana investigar
formulado, nunca a la operatividad práctica de esos principios, pues
la verdad y una redefinición,'de su papel; más semejaiÍte a la de árbi-
se seguía aplicando en el juzgamiento las formas procesales incorpo-
tro de una éontienda que a ta de inquisidor; al tribunal le correspon-
radas por la Inquisición española.
de, básicamente, la responsabilidad por el respeto a los derechos y ga-
rantías individuales por parte de lo; órganos
!
de persecución penal. Al
¡
II. Prosigue la época del aislamiento y de la guerra civil, en la que
mismo tiempo, se define el papel del ministerio público, quien, en lu- los avances, en el sentido indicado, son prácticamente inexistentes.
gar de estar puesto allí para el control de las decisiones judiciales, Al contrario, de esta época procede el enjuiciamiento frecuente por
asume el papel de inquisidor, de conductor de la persecución penal y comisiones especia.les y la razón de ser de .su prohibición en la Consti-
de responsable por su eficiencia. tución de 1853.
De ella se rescata, solamente, fa organización judicial de la provin-
3. Derecho procesal penal argentino
cia de Buenos Aires, antes del advenimiento de. ROSAS (1821), la Cons-
I. La emancipación de España no varió el sistema de enjuiciamien- titución de 1826, que insiste en la proclamación de los derechos indi-
to penal que, como procedimiento común, aplicaron las colonias, viduales, y la creación del Tribllna.l de Recllrsos Extraordinarios, con
ahora independientes, que conformaban el antiguo Virreinato del su obligación de motivar las sentencias, creado por el gobierno de Ro-
Río de la Plata. Por fuera de las discusiones acerca de si aquí rigió la SAS y suprimido, a su caída, en 1852.
Novísima Recopilación, lo cierto es, que tanto ella, como la Nueva Re- III.~La Constitución de 1853-1860 representa no sólo el comienzo
copilación, referían al Código de las Siete Partidas como Derecho co- de la organización nacional, sino también, en materia procesal penal,
mún. Y este Código, de tanta trascendencia cultural para el Derecho el ingreso de la República Argentina al sistema de organización judi-
español, introdujo en América el sistema inquisitivo, que siguió apli- cial y de enjuiciamiento penal que regía en el mundo moderno. Sus
cándose después de la independencia de la metrópoli. principios son claros err la materia: administración de justicia separa-
De ese período se rescata, únicamente, como Derecho patrio, el in- da de lps demás poderes del Estado (CN, 95); prohibición de las comí-
greso de las nuevas ideas republicanas a través de los diversos inten- ~ siones especiales y garantía del juez natural (CN, 18); juicio por jura-
tos constitucionales para la organización nacional. Así, comienzan a ,dos (CN, 24, 67, inc. 11, y 102 -hoy 24, 75, inc. 12, y 118-), hecho que
esbozarse ciertos principios liberales, tanto en la organización judi- 'implica también reconocer que el 1je central del enjuiciamiento pe-

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H. Resumen § 5. Inserción en la historia política

nal debe ser un debate público, oral, continuo y contradictorio; nece- lita la publicidad popular, de la que aquí hablamos; se desconoce el
sidad del proceso previo, tramitado conforme a una ley que lo regu- principio de inmediación, pues no existe un debate con la presencia
le (CN, 18); rec9nocimiento de la inocencia del imputado hasta que ininterrumpida del acusador y del acusado frente a los jueces del tri-
j7
una sentencia"firme no lo declare culpable y lo someta a una pena bunal que dictarán el fallo; los elementos reunidos en el período pre-
(CN, 18); libertad de defensa (CN, 18); incoercibilidad del imputado vio, de investigación preliminar, sirven plenamente para fundar la
como órgano de prueba (CN, 18); privación de la libertad procesal ex- decisión final sobre la condena o la absolución, a pesar de ser recibi-
cepcional y sólo por orden escrita de la autoridad judicial competen- dos con vigencia del secreto instructorio; fallan jueces profesionales
te (CN, 18); inviolabilidad del domicilio y de los papeles privados (CN, -tribunal unipersonal-y la decisión es recurrible ampliamente (ape-
18); y supresión absoluta de la tortura (CN, 18). lación) ante un tribunal jerárquicamente superior, que dicta la sen-
La Constitución, siguiendo el sistema federal, coloca en las manos tencia definitiva y que adquiere su conocimiento sobre el hecho im-
de las administraciones judiciales de las provincias, a cuya organiza- putado de las actas escritas que integran el procedimiento.
ción autónoma obliga (CN, 5), la interpretación y aplicación última de V. Un primer intento por variar la situación del enjuiciamiento pe-
la ley penal común (CN, 67, inc. 11, y 104 y ce. -hoy 75, inc. 12, y 121 nal y acomodarlo a las previsiones de la Constitución nacional emer-
y ce.-), y federaliza así la administración de justicia y, según la opi- ge del esfuerzo del doctor Tomás JOFRÉ, erudito en Derecho procesal,
nión dominante, la legislacion procesal penal; sólo unos pocos casos que proyecta los códigos sancio:r;ia<los para la provincia de Buenos Ai-
de excepción son reservados para la competencia de los tribunales de res y la de San Luis, en 1915. .~
la Nación (CN, 100 y 101-hoy116 y 117-). Lamentablemente, el proyectista no tuvo confianza en la posibili-
. ~~

IV. Por lamentable que qea, la legisl9-ción posteri0r a la Constitu- dad de ingreso de nuestro país a una forma cultural actual de admi-
ción no siguió inmediatam,ente este curso, quizás debido a la dificul- nistración de justicia penal. Por ello, aun reconociéndoles ciertas libe-
tad que tienen los habitantes de este país para llevar a la práctica los ralidades, esos códigos no modificaron fundamentalmente el sistema
principios republicanos que declaman. de enjuiciamiento penal que ya imperaba en el CPCrim. nacional
Después de dos proyectos frustrados pOT implantar el juicio por ju- (1889). Su principal innovación fue permitir el debate oral y público
rados (1871/1873), el Poder Ejecutivo emprende la obra (1882) que va para ciertos delitos y bajo la condición de que lo solicitara el propio
a transformarse en el Código de procedimientos en materia penal, acusado. En este último sentido, el fracaso práctico fue rotundo, pues
que rigió durante más de un siglo -y aún hoy rige residualmente- el al seguir los códigos, en esencia, el ejelJ.lpl'o del nacional, el debate pú-
enjuiciamiento criminal en casos de competencia de los tribunales blico y oral, con vigencia del principio de inmediación y plena liber-
nacionales; el doctor Manuel ÜBARRIO es su proyectista; el Código re- tad de defensa, es, aún hoy, poco más que un motivo de curiosidad
cibe sanción legislativa en 1888 y rige desde 1889. en la provincia de Buenos Aires.
La obra, en realidad, significó dejar de lado el sistema de enjuicia- VI. Un siglo después de la reforma (siglo XIX) del enjuiciamiento
miento penal que surgía de los principios e ideas políticas consagra- inquisitivo en Europa continental, se introduce en la República Ar-
dos en la Constitución nacíonal. Tiene su fuente en el Derecho inqui- gentina, por intermedio del Código de procedimiento penal para la
sitivo español anterior a la reforma de 1882 (Ley de Enjuiciamiento provincia de Córdoba (1939), una ley de enjuiciamiento moderna,
Criminal española), la cual significó para España el ingreso pleno al que r;speta, en general, los postulados políticos de la CN, cualquiera
movimiento reformista del siglo XIX, desconocida por el proyecto y que sea la crítica que esa obra merezca. Sus proyectistas fueron los
por el Código sancionado. entonces profesores de la Universidad de Córdoba, doctores Sebas-
En el Código son consagrados, precisamente, todos los principios tián SOLER y Alfredo VÉ~EZ MARICONDE, con auxilio parcial del doctor
procesales inversos a los que emergen de aquel movimiento político: Ricardo C. NúÑEZ. El Código se sancionó en 1939 y comenzó a regir en
prácticamente, todos los actos del procedimiento son escritos, esto es, 1940; aun cuando fue reemplazado en 1970, según un nuevo proyec-
son protocolizados en actas; el secreto campea durante todo el proce- :'to de Alfredo VÉLEZ MARICONDE, el Código sigue al pie de la letra los
dimiento, absolutamente durante la instrucción (s1lmario), limitada- , :i;nismos principios que el anterior y sólo significa una reforma par-
mente durante el llamado plenario que, por su estructura, no posibi- cial de aquél. _;,

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H. Resumen § 5. Inserción en la historia política

Las fuentes principales que influyeron para la redacción del CPP Córdoba fue- procedimiento seguido para arribar a la sentencia o en el procedi-
ron los códigos italianos de 1913 y 1930, reproducidos en gran parte por el Pro-
miento interno de la misma sentencia, caso en el cual el error facul-
yecto nacional de Mario ANTELO, iniciador de esta reforma, el Código de Instruc-
ción criminal fra,ncés de 1808, con las reformas introducidas en 1897, la Ley de ta a la corte a anular la decisión y, como consecuencia, también el de-
enjuiciamiento c~iminal de España (1882) y la Ordenanza procesal penal alema- bate, mandando llevarlo a cabo nuevamente, para posibilitar que se
na (1877). Fueron tenidas en cuenta, también, fuentes nacionales, en especial los dicte una nueva sentencia válida (con reenvío).
proyectos MARTÍNEZ PAZ (1918) ROTHE (1924) y las bases que preparara Alfredo El CPP Córdoba representa para la legislación argentina algo simi-
VÉLEZ MARICONDE (1928) para la provincia de Córdoba, el mismo CPCrim. nacional
lar a lo que significó el Código de instrucción criminal francés de
(1889), el antiguo CPP Córdoba (1889), similar al nacional, y el CPP .Buenos Aires
(1915), pero con la advertencia de que estas últimas leyes influyeron sólo para al- 1808 para la reforma europeo-continental del siglo XIX. Su ejemplo
gunas reglas y no en el sistema, diametralmente opuesto, del nuevo Código. cundió rápidamente y fueron varias las provincias que siguieron sus
principios fundamentales: Santiago del Estero (1941), La Rioja (1950),
El CPP Córdoba se decidió por los tribunales de jueces letrados y
Mendoza (1950), Jujuy (1950), Catamarca (1959), San Juan (1961), Sal-
permanentes, pero constituyó los tribunales de juicio como cuerpos
ta (1961), La Pampa (1964), Entre Ríos (1969), Corrientes (1971), Cha-
colegiados. Reguló una instrucción preliminar eminentemente pre-
co (1971) y la ley nº 1.940 de la provincia de San Luis (194 7), que in-
paratoria, pues sus actos sólo sirven para fundar el requerimiento de
trodujo el juicio con debate oral según la reforma cordobesa, aunque
juicio público (acusación) o 1a clausura de la persecución penal (so-
limitadamente, para delitos graves,.
breseimiento), y carecen de valor para determinar la sentencia de ab-
La reforma, sin embargo, no iue lo suficientemente vigorosa para
solución o condena, cuyos elementos fundantes sólo pueden ser ob-
imponerse en el orden nacional, a pesar de los varios proyectos ofi-
tenidos a través de los incorporados a Uif debate pi;iblico y oral. El
ciales (1933, 1942, 1943, 1948, 1960, 1969, 1974) y de los esfuerzos pri-
procedimiento preliminar (instrucción), por lo dem'~s, se liberaliza,
vados en ese sentido (proyecto de la Universidad Nacional de Córdo-
deja atrás ~l secreto instruétório, una excepción permitida, pero con
ba [1958/9]; proyecto tipo de Código procesal penal [1965]; y proyec-
limitaciones. La innovación princ~al la constituye el debate, con sus
to de Código uniforme en materia procesal penal [1965]). Se puede
características: la forma· oral de los act9~, cumplidos en presencfa
decir, en general, que a partir de la década que comienza en 1970 la
ininterrumpida del acusador y del acusado y frente a los jueces que reforma del enjuiciamiento penal perdió ímpetu en nuestro país; ello
pronunciarán la sentencia (i.nmedi.ación), continlladamente, en una au- se debe, a nuestro juicio, en parte, a la gravedad de los acontecimien-
diencia que los concentra y con la posibilidad de que el público asista tos políticos que terminaron por borrat tódo resabio de régimen re-
a ella y así controle la administración de justicia (pllbli.cidad). Otras in- publicano, y, en buena parte, al fallecimiento del profesor ~fredo
novaciones están representadas por el ingreso regulado de la cues- VÉLEZ MARICONDE, promotor principal de la reforma desde las aulas
tión civil que emerge del delito penal, susceptible de ser discutida y cordobesas, quien, con su bien ganada fama y respeto científico, im-
decidida en el mismo procedimiento penal, por la aplicación del sis- ponía también sus ideas por fuera del debate meramente académico.
tema de libre convicción en la valoración de la prueba y por la colo- El movimiento reformista tuvo su influencia también en provin-
cación en manos del ministerio público -y no del juez de instruc- cias que no aceptaron plenamente su innovación principal, el debate
ción, según es tradición en nuestro país- del procedimiento prepara- oral, público, contradictorio y continuo como fundamento único de
torio (citación directa a juicio), para los casos de delitos leves o de la senténcia penal: Tucumán (1968) y Santa Fe (1971) reformaron sus
fácil investigación. Por último, la sentencia no es recurrible por ape- códigos, con aceptación de gran cantidad de reglas provenientes del
lación, esto es, en cuanto a los hechos que ella fija, que quedan firmes CPP Córdoba y sus consecuentes, y, conforme a ello, liberalizando así
después de su pronunciamiento, pero st lo es por la vía de la casación, el antiguo procedimiento penal que antes seguían. Un orgullo para la
recurso limitado a postular y examinar los vicios jurídic<Js de que pu- reforma argentina lo rep'resenta la designación del CPP Córdoba co-
diera adolecer la decisión, tanto en la aplicación del Derecho penal mo el modelo para la determinación de un enjuiciamiento penal uni-
material, en cuyo caso la corte de casación corrige directamente (sin forme en América Latina y la sanción del Código de procedimientos
reenvío) los errores, aplicando la ley penal correctamente a los he- ~p~nales de la República de Costa Rica (1973), que sigue de cerca al
chos ya fijados, como en la aplicación del Derecho procesal, ya en el modelo de la reforma argentina.

464 465
H. Resumen § 5. Inserción en la historia política

VII. A partir de la nueva institucionalización democrática de la Re-


• • en su lugar, de manera genérica, al procedimiento de citación direc-
pública Argentina, en 1983, comienza un nuevo esfuerzo para trans- ta en manos del ministerio público, con control judicial para los ac-
formar la adrnjnistración de justicia penal. Dos proyectos de Código tos que interesen derecho individuales básicos (investigación fiscal
~

procesal pemll de la Nación adquirieron estado parlamentario: uno preparatoria.). Más allá de ello, el CPP Córdoba acentuó correctamen-
en el Senado de la Nación (senador MARTIARENA, del Partido Justicia- te el carácter acusatorio del juicio público, en procura de dividir me-
lista, similar al Proyecto 1974) y otro en la Cámara de Diputados de la jor los papeles que cumplen los sujetos del procedimiento, estableció
Nación (proyecto del Poder Ejecutivo nacional de 1986). Este último en casos de excepción la intervención de jueces accidentales (ciuda-
proyecto se discutió públicamente, incluso con el anteproyecto de danos) en el tribunal de juicio y reguló un procedimiento abreviado
una nueva organización judicial en materia penal y con ciertas pro- que procura simplificar el rito judicial por acuerdo de los intervinien-
puestas de reforma en el ámbito del Derecho penal sustantivo (ejerci- tes.
cio de las acciones, alternativas y sustitutos penales). El proyecto fue Sin embargo, no parece la ley procesal la que tiene en este momen-
aprobado en comisión y propuesto para el debate parlamentario en to la palabra. El Congreso de la Nación, a través de la modificación o
pleno, que nunca se realizó. sanción de la ley penal, ha comenzado a delinear instituciones con
En 1987 fueron sancio11:ados dos nuevos exponentes de la legis- una influencia procesal evidente. Paradigmáticos son los casos de la
lación que lidera el CPP Córdoba originario (1939): los códigos de las suspensión del juicio a prueba (<;P, 76 bis y ss.) y el art. 14 de la ley
provincias del Neuquén y Río Negro. Les siguieron los códigos de las penal tributaria (nº 23. 771) -reparación en lugar de pena-, que, se-
provincias de Formosa (1987), Chubut (1988), Misiones (1989) y dos gún mi juicio adelantado, están destinados a provocar una transfor-
códigos de reemplazo de l::,ts provincia~ de San Juan,li~90), Catamar- mación profunda de los procedimientos judiciales, aparte de la fun-
ca (1991), y, por último, la µueva provincia de Tierra del Fuego (1994), ción que cumplan en el Derecho penal material.
dentro del mismo sistema. Hoy tan sólo las provincias de Buenos Ai- La organización judicial continúa, pese a todos los cambios reali-
res, Santa Fe y Santa Cruz continúan administrando justicia penal, zados, huérfana de toda consideración: nadie se ocupa, en verdad, de
en líneas generales, conforme al procedimiento histórico, ya perimi- ella y, cuando alguien lo hace, sólo repite esquemas históricos; una
do culturalmente. excepción en este sentido fue el Proyecto de 1986.
Por fin, en 1991, se sancionó el nuevo CPP Nación, conforme al VIII. Las conclusiones finales son visibles. Nuestra República se ha
proyecto inicial del senador MARTIARENA, con modificaciones origina- acomodado parcialmente al sistema de enjuiciamiento penal que de-
das en el Proyecto del Poder Ejecutivo de 1986, código que hoy rige termina el proyecto político positivo plasmado en nuestra Constitu-
en la jurisdicción nacional y que derogó el centenario CPCrim. nacio- ción nacional. En general, ha introducido las instituciones del Dere-
nal (1889), hoy sólo con vigencia residual. cho procesal penal decimonónico de Europa continental y se resiste
El nuevo CPP Nación establece el juicio público y oral presidido. a contemplar la evolución habida en el siglo XX, sobre todo después
por tribunales con integración fija de jueces permanentes y, como de la Segunda Guerra Mundial.
muchos códigos de la tendencia llamada moderna, deja la instruc- Paradójicamente, sus provincias más pobladas, Buenos Aire3 y
ción preliminar del caso en manos de un juez de instrucción, que Santa Fe, se resisten al cambio estructural operado (ambas poseen
procede por actas escritas. Las innovaciones al proyecto originario se proyectos que modificarían esta situación, proyectos que, al parecer,
refieren, básicamente, a la posibilidad del juez de instrucción de de- sus legisladores no quieren sancionar).
legar la investigación en el fiscal del caso y a la introducción del ofen- A pesar de ello, se puede decir que, al menos jurídicamente, ya he-
dido como querellante en los delitos de acción pública. mos alcanzado un sistema uniforme de enjuiciamiento penal tolera-
En el año 1991 fueron sancionados los CPP de la provincia de Cór- do, genéricamente, por' nuestra Constitución nacional, pero los pro-
doba y de Tucumán, este último sobre la base del proyecto para blemas políticos que hoy son discutidos universalmente nos son to-
aquél. Estos códigos pretenden seguir la tendencia iniciada por el :' davía, en gran medida, extraños.
Proyecto del Poder Ejecutivo nacional de 1986. En este sentido, elimi- - . Si se intentara una revitalización reformista -y si mi consejo sir-
nan prácticamente la llamada instrllcción jllrisdicciona.l, para ca.locar viera de algo-, convendría no desc11idar, sino, al contrario, colocar en

466 467
H. Resumen

primer lugar, los aspectos referidos a la organización judicial y a la


composición de los tribunales de justicia, aspectos descuidados, tan-
to por el Estado nacional como por las provincias que establecieron
fl
sistemas de enjuiciamiento penal relativamente modernos. En se-
gundo lugar, sería imprescindible discutir aspectos político-crimina-
les modernos, de la mano del Derecho penal como una unidad polí-
tica, para acceder a cierta racionalidad en la aplicación del poder pe-
nal estatal.
IX. Nuestra Constitución nacional ha sido reformada recientemen-
te en forma parcial. Si bien ha quedado intacto todo el capítulo rela-
tivo a las garantías individuales, algunas reformas interesan a la
administración de justicia penal. En orden de importancia, se debe
citar: la incorporación de las convenciones internacionales sobre de-
rechos humanos, regionales_ y universales, que ligan a nuestro país
(CN, 75, inc. 22), refuerzo actual para la definición de nuestras garan-
tías procesales, ya contenidas eri el texto originario de la Constitución
nacional y reconocimiento de los organismos internactopales de pro- Parágrafo Sexto
tección para los derechos h;urrianos, cuyas· decisione.s-'son hoy s1tpre- Los fundamentos constitucionales
nws para nuestros tribunales; el reconocimiento constitucional del del Derecho procesal penal argentino
ministerio público (CN, 120) como "órgano independiente con auto- (Principios relativos al procedimiento)
nomía funcio'nal y autarquía finánciera" (órgano extra.poder); una
1
nueva forma de designación, remoción y disciplina de los jueces que
integran los tribunales de la Nación, inferiores a la Corte Suprema,
con la creación y organización del Consejo de la. Magistratura. (CN, 114
y 115); fa edad máxima para todos los jueces de la Nación (75 años),
quienes, al alcanzar esa edad, no pierden sus cargos, que requieren
una nueva designación, por períodos de cinco años (CN, 99, inc. 4,
III); no menos importante resulta el mantenimiento del ideal de
nuestro enjuiciamiento penal, en toda su extensión originaria, esto
es, eljuicio por jurados (CN, 24, 75, inc. 12, y 118).

468
§ 6. Fundamentos constitucionales del procedimiento

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VI. VÉLEZ MARICONDE, Alfredo, Derecho procesal penal, 2ª ed., t. II, caps. I y
V,§ IV.

A. El PODER PENAL DEL ESTADO: LÍMITES Y ORGANIZACIÓN

Parece razonable distinguir, en la evolución de la organización


social, tres períodos fundamentales: la sociedad primitiva formada
sobre la base de "grupos parentales" (tribu), que desconocía la exis-
tencia de un poder político central; la sociedad culturalmente evolu-
ciónada, que organiza definitivamente un poder político central, el
Est~do; y la sociedad moderna, que además de reconocer las ventajas
de la organización estatal para la vida pel hombre en sociedad, al es-

471
A. El poder penal del Estado § 6. Fundamentos constitucionales del procedimiento

tablecer cierto orden para las relaciones entre los individuos que la individuo y monopolizó el poder penals. Esta transferencia del poder
componen, advierte las desventajas que ese orden establecido por penal, con representar un modo más civilizado para decidir los con-
unos puede trae:r aparejado para otros y procura que los conflictos so- flictos, al evitar la venganza privada, porta en sí misma el planteo de
ciales, a todo nivel, se decidan conforme a acuerdos y f Órmas raciona- un problema grave: el poder penal, tanto en su definición, como en
les que protejan a todos los interesados. su ejercicio práctico representa, en manos del Estado, el medio más
En la primera forma social 1, el poder penal pertenece, en princi- poderoso para el control social; su utilización en pos de lograr la paz
pio, como en el Derecho germano antiguo, al ofendido y su tribu, se- social puede servir tanto a un grupo de individuos que ostenta el po-
gún lo hemos visto en el parágrafo anterior(§ 5, B). A partir del siglo der político, para sojuzgar a sus semejantes, reprimiendo toda deso-
XIII comienza a consolidarse la instancia política central, con lasrea- bediencia, como a las mayorías para someter a las minorías o, aplica-
ción de los estados nacionales2, que, en el tema específico de la reali- do racionalmente, para resguardar ciertos valores esenciales para la
zación del poder penal, provocan el nacimiento de la Inquisición(§ 5, vida de una comunidad organizada, a la que todos sus miembros han
D). La época actual, desde el siglo XVIII, corresponde a la tercera for- prestado consenso, a través de algún método de verificación sobre el
ma social3, en la cual se procura definir el orden comunitario a través acuerdo social.
de compromisos políticos, con participación de quienes deben obser- Vienen de antaño las limitaciones al poder penal, pues toda regla
varlo y resguardar formalmente el poder transferido para realizar el jurídica acerca de una potestad, p9r elemental que ella sea, cumple
orden establecido; su producto, en materia penal, es la reforma de la la función básica de ceñirla; así,ll>por ejemplo, entregar la competen-
Inquisición(§ 5, E)4. cia a alguien significa vedarla a los demás, y, en materia penal, limi-
Interesa reconocer que, el:l un deterll1;inado mome~fddel desarro- tar la venganza a la intensidad de la ofensa -talión- expresa la vo-
llo social,. el, pode_r penal se tfansfiere del individuo o su grupo paren- luntad de mostrar como antijurídica aquella reacción que sobrepasa
tal inmediato a una instancia ,política central, al Estado. A la vengan- ese límite 6 . Pero un programa racional de limitaciones, para que el
za priwula del ofendido o su tribu, traducida en una acción física con- poder penal no se convierta en instrumento del sometimiento políti-
tra el agresor, le sucede ló que modernamente se conoce por acci.ón co, sólo aparece cuando se expresa la sentencia que nos coloca a to-
procesal o, en nuestra inateria, persecu.ci.ón pen.al, ejercida en un pri- dos en posición de igualdad frente a la ley (CN, 16) y nos permite
mer momento por el ofendido -o sus parientes inmediatos, de quie- .ejercer nuestra influencia para formar la voluntad de la ley (CN, 1),
nes dependía- (acción privada) o el ciudadano (acción popular), y, al menos a través de nuestros representantes, esto es, desde las ideas
tiempo después, por el Estado, que expropió ese poder de manos del que tuvieron su origen en el siglo XVII y su principio de realización
práctica en el siglo XVIII. Desde allí en adelante, con la creación del
Estado ele Derecho, se declara una serie de derechos y garantías que in-
tentan proteger a los individuos, miembros de una comunidad deter-
1 La agrupación social es pequeña. vecinal. en número de componentes y territorio;
minada, contra la utilización arbitraria del poder penal del Estado;
quienes son capaces, como sujetos"cle derecho, ejercen cotidianamente el poder políti-
co reunidos en asamblea; las reglas ele conducta, si bien heterónorn.as, en el sentido ele ellos conforman la base política de orientación para la regulación del
que no son el resultado de la voluntad individual, están establecidas por la costumbre, . Derecho penal de un Estado, el marco político dentro del cual son vá-
razón por la cual no son asirnilables a una.orden extraña a los individuos, de cumpli-
miento obligatorio, y resultan, de tal manera, en alguna medida autónomas a ellos. lidas las· decisiones que expresa acerca de su poder penal, sean ellas
2 Crece el número de integrantes del grupo social y el territorio en el cual él se asien- generales o referidas a un caso concreto. De allí que, desde el punto
ta o comprendido por la organización: el sujeto ele derechos políticos, que ejercía coti- de vista de la porción del orden jurídico que abarca el Derecho penal,
dianamente, pasa a ser súbdito del poder político central, gobernado por él; la ley, co-
mo regla ele conducta obligatoria, es absolutamente heterónoma a los individuos que
componen los grupos.
3 El individuo recupera muy parcialmente su capacidad política: de súbdito se trans-
forma en ciudadano. y

5
4 Hasta aquí, con mayores referencias al Derecho penal material, cf. STRATENWERTH, Cf. VÉLEZ MARICONDE, Derecho procesal penal, t. II, 3u parte, cap. I, 1, ps. 15 y siguiente.
Die Zuhunjt des strafrechtlichen Sch11lclprinzips, ps. 5 y s., (tr. castellana de Enrique Baci- '
6
~De allí que Derecho y fuerza no sean identificables, aunque uno precise de la otra,
galupo, Elfnturo del principio jurídico penal ele culpabilidad, ps. 87 y ss.). circunstancia que comprueba la perpetua tensi©n que existe entre ellos.

472 473
A. El poder penal del Estado § 6. Fundamentos constitucionales del procedimiento

tanto material como formal, se conozca a estas orientaciones bajo el Se· advierte t:mbién con razón que estos principios limitativos del poder pe-
nombre de principios const:itucionales, en cuanto ellas emanan de la nal ~el Estado solo aparecen con ese significado general en la Edad Moderna, a
ley suprema q,ue otorga fundamento de validez (vigencia) al orden partir de las ideas que triunfaron en el siglo XVIII, esto es, con el nacimiento del
constitucionalismo. Si bien existen reglas similares o idénticas en su formulación
jurídico.
antes del consti.tucionalismo moderno, por ejemplo, en los fueros españoles, en
Los constitucionalistas, con alguna razón, han distinguido, semánticamente, la Carta Magna mglesa de 1215, y hasta en el Derecho romano, su significado, aun
entre declaraciones, derechos y garantías1, cuyo contenido conforma la primera par- cuando precursor, es bien distinto: persiste en el fondo de esos estatutos la idea
te de nuestra Constitución nacional. Dicho de manera general, las declaraciones en- del., pri~legio Y. no la de la igualdad, la de la particularización y no la de la gene-
cierran la presentación política del tipo de organización estatal que elegimos, hacia rahzac10n, en fm, no se reconoce en ellos un atributo o seguridad que merece la
adentro (ciudadanos - habitantes del país) y hacia afuera (otros estados extranjeros persona humana como tal, sino una prerrogativa de la que algunos, cierto sector
o residentes fuera de su ámbito de vigencia) (por ej., CN, 1 y 2); los derechos -que o cierta P?blación, gozan por autolimitación del soberano. La idea de la igualdad
también se declaran- importan el reconocimiento de los atributos esenciales que ~e todos frente a la ley y al Estado (CN, 16) parece consustancial al papel que hoy
poseen las personas integrantes de la comunidad nacional (por ej., CN, 14); y las ga- Juegan los derechos y garantías constitucionales. ·
rantías representan las seguridades que son concedidas (facultades) para impedir Así como se reconoció el fundamento limitativo de los derechos y garantías ex-
que el goce efectivo de esos derechos sea conculcado por el ejercicio del poder es- plícitos o implícitos en la Constitución, provenientes del nuevo Estado liberal-
tatal, ya en forma de limitación de ese poder o de remedio específico para repeler- bur~és, Estado de Derecho, se debe reconocer, también, que ellos implican, sin
lo (por ej., CN, 18). Los autores han observado también diferentes propiedades ju- de~irlo, una función legitimante de la concentración del poder político o, si se
rídicas según la distinción, pues Íos derechos fundamentales (humanos) se poseen qu1e_re, de,la or~a~ización social estatal. E~ problema es idéntico en materia penal:
frente a todos los individuos, quien.e;:; deben abstenerse de lesionarlos, mientras las las garantias referidas al poder penal d€1 Estado, si bien pretenden poner límites
garantías adquieren significación sólo frei;ite al Estado, según dijimos, como limi- precisos a ese poder, también lo legitiman, en tanto lo reconocen como presu-
tación de su poder o como remedio efectivo para el uso arbitra~i~ del poder. puesto de ellas, como sustrato al cual esas garantías van referidas. El probleina es,
Aquí, sin embargo, variará ~n algunos gr~dos el punto dwobservación del es- en una época determinada o para un Estado concreto, cuál de las dos visiones al-
tatuto constitucional. Nos interesa, sobre todo, conocer cuál es el punto de parti- canza mayor predicamento y aplicación práctica: la que legitima el poder estatal
da político ineludible de nuesÚ~o Derecho procesal penal y las necesidades de una o aquella que lo cercena8.
ley de enjuiciamiento penal y de la administración de justicia penal para respon-
der al sistema de la Constitución, si se quiere, a la idea que la propia Constitución Por último, cabe destacar que la enumeración que seguirá no cons-
tiene de la administración de jusÜcia penal. Esá visión sirve, también, para adver- tituye un catálogo de principios inmutables y fijos para siempre en el
tir hasta qué punto son válidas las reglas que disciplinan el enjuiciamiento penal, tiempo. Ni siquiera lo cree así nuestra propia Constitución (CN, 33).
esto es, contestar la pregunta acerca de si ellas han respetado -o no lo han he-
Al contrario, es posible perfeccionar las garantías establecidas y su
cho- el marco político que le fija la ley fundamental al poder de decisión del le-
gislador. Según ya hemos dicho(§ 2, B, 1, by§ 3, B, 2), el Derecho procesal penal formulación, conforme se observa las fo,.rrrias de violación de que se
es, desde un punto de vista, Derecho constitucional reformulado o, utilizando pa- valen los gobiernos autoritarioslO; de hecho, ello sucede en algunas
labras de la misma Constitución, la ley procesal es ley reglamentaria de los prin- constituciones provinciales, más específicas o amplias que la nacio-
cipios, derechos y garantías reconocidos por la ley suprema y, por ende, no pue- nal al detallar alguna garantía; y es posible crear otros derechos y ga-
de alterarlos (CN, 28). Se puede comprender así cómo los derechos y garantías, es-
rantías, que, inclusive, no se desprendan de la soberanía del pueblo
pecialmente éstas, por tratarse ahora del ejercicio del poder penal del Estado, apa-
recen aquí en forma de orientaciones o principios que informan todo el cont~ni­ Y de la forma republicana de gobiernoll. El propósito de esta obra li-
do de las leyes procesales penalesª y rigen, además, su interpretación.

g A ello. se refie1~e, ~on pesimismo, el párrafo transcripto ele Nrno (ver, infra, nota nLl
14). El mismo pesimismo revela BovrNo, Contra la legalidad. La cuestión fue debatida
7 Cf. GONZÁLEZ, Manual, cap. III, § L nLl 81 y ss., ps. 102 y ss.; CARRió, G. R., Recurso ele ar~,orosan:iente en el V Congreso Nacional Universitario de Derecho Penal y Crinlino-
mnparo y técnicaJu.dicial, caps. IV, V y VI, ps. 57 y ss.; BIDART CMIPOS, Derecho constit11- logrn, realizado en 1992 en la ch.~clacl ele Rosario (Argentina).
cional, t. II, cap. XII, ps. 73 y ss. Una descripción breve del concepto de derechos consti.- 10 A' . 1 1 · , -
. si, por eJemp ~· os arts. 36 a 4:i ele las reformas a la CN, sancionadas por el Con-
tucionales y sus notas características en Nrno, Fu.ndwnentos de Derecho constitucionnl, ps.
greso Gener,al Constituyente el día 22 ele agosto de 1994, aunque se refieran a nuevos
216 y siguientes. clE~.rechos y garantías.
8 Coincide con la idea GONZÁLEZ, Nfanual, nLl 173, p. 182, pues, refiriéndose al art. 18
ele la Constitución nacional, advierte: "en ese artículo se encuentran condensados to-
11
e!
. . Por ej., ar~. 41 de la CN actual, sancionado el 22 de agosto de 1994, introdujo en
ertexto constituc10nal el derecho a un ambiente sano que, sin duda, no surge de la for-
dos los principios que han de servir de base a la legislación .. .''. ma republicana de gobierno. }.

474 475
A. El poder penal del Estado § 6. Fundamentos constitucionales del procedimiento

mita la exposición al catálogo contenido en nuestra Constitución na- sobre los jueces y sus juicios; b) organización judicial que admita la
cional, sin perjuicio de citar constituciones provinciales cuando el te- falibilidad de esos juicios (del veredicto y la sentencia), determine e
ma lo requie;ra. integre el tribunal ante el cual el condenado pueda ejercitar su dere-
Esos principios se traducen en valores que alcarl'.zan la cúspide de cho de provocar la prueba de la "doble conforme" (instancia. recllrsi-
nuestro orden jurídico, cuyo centro es el individuo que se coloca bajo va. para el condenado) y, en su caso, lograr un nuevo juicio; y c) fecle-
la vigencia del orden jurídico nacional, valores que, por tanto, apare- ra.liza.ción de la administración de justicia y, por ende de la organiza-
cen como superiores en rango a la misma potestad penal del Estado y, ción judicial nacional observada como un todo, conforme a nuestra
en nuestra materia, específicamente, a la misma facultad de realiza- forma característica de organización política como Estado nacional.
ción (persecución penal) del Derecho penal material y a su.~ eficacia. Es oportuno consignar que, en realidad, estos principios que marcan
En lo que respecta al Derecho procesal penal, siguiendo cierta tradi- la organización judicial -salvo, parcialmente, el referido a la aplica-
ción -aunque quizá arbitrariamente, por cuanto todos esos princi- ción del sistema federal en la administración de justicia- están estre-
pios se encuentran indisolublemente unidos entre sí-, distinguire- chamente unidos a las garantías individuales, al punto de que, por
mos, para su mejor estudio, los principios directamente relativos al ejemplo: la exigencia delJ1.wz na.tllra.l, o legal, carecería de todo senti-
procedimiento, regularmente designados como garantías del imputa- do sin referencia a la independencia. de decisión de los órganos de ad-
do (garantías de seguridad individual), de aquellos que, aun cuando ministración de justicia, y ella, a Sl), vez, sería inocua sin referencia a
sirven a la seguridad individual, están referidos a la organización ju- la necesidad de un tribunal in1pa.~~cia.l, como garantía de seguridad ju-
dicial. Nos abocaremos, primeramente, al análisis de la exigencia del rídica para el justiciable; de que, más allá, eljllicio porjllra.dos impli-
juicio previo (nulla. 7Joena sine huliti.o); de la necesiq-<:tet de tratar como ca, histórica y políticamente, la decisión acerca de un determinado
inocente, al irrwutado du~ante ese juicio, y de que 'en él se le otorgue sistema de enjuiciamiento y de búsqueda o conformación de la ver-
plena libertad de defensc;.; al estudio de la prohibición de la. persecnción dad (acusatorio, debate público) y no tan sólo la voluntad jurídica de
penal n1:ílltiple (ne bis in iclmn); ~l desarrollo de las formas esenciales integrar de determinada manera los tribunales de juicio12; de que,
del enjuiciamiento (publicidad y oralidad) y a los límites referidos a los además, la existencia de un tribunal revisor de la sentencia sólo posi-
métodos para averiguar la verdad, a la incoerci.biliclad del imputado co- bilita la garantía del recurso para el condenado y se imbrica, por otra
mo órgano de prueba y al ámhito de reserva. que le pertenece (inviola- parte, con la prohibición, para el acusador, de perseguir múltiple-
bilidad del dmnicilio y epistolar); y, por fin, consideraremos la exigen- mente o de someter nuevamente a riesgo de condena al imputado.
cia de que la condena que habilita una consecuencia jurídico-penal se En tema de principios procesales, universalmente no se distingue
someta a Za. prueba. de la "doble conforrne", si así lo exige el condenado. entre los que emergen de la ley fundamental (Constitución política)
Junto a estos principios, típicos del Derecho procesal penal en sen- y los que tienen su origen en la legislación común. En nuestro país,
tido estricto -esto es, del procedimiento o de las formas para la rea- en cambi~, existe ya cierta tradición por intentar el desarrollo de las
lización del Derecho penal-, deben ser ubicadas también las reglas de formas básicas exigidas por la Constitución nacional en torno a la ad-
orientación fundamentales relativas a la organización judicial, entre ministración de justicia penal, para después ocuparse de dirimir los
las cuales merecen ser destacadas las siguientes: a) irnpa.rcia.lida.d de . principios políticos que, con base en los fines admitidos por la legis-
quienes cumplen la tarea de jlizgar frente al caso y, para lograr este lación Cé)mún para la realización del Derecho penal, gobiernan el
atributo, independencia de sus juicios (decisiones) de los órganos de enjuiciamiento penal dentro del marco formal que la Constitución
administración de justicia frente a todos los poderes del Estado, com- prevé 13 . El procedimiento no es objetable y decidimos conservarlo
prendidos aquí los principios tradicionales del juez na.tllra.l y la inte-
gración del tribunal penal con jllra.dos (jueces accidentales, no profe-
sionales, populares, en la fase definitiva del procedimiento penal que
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brinda fundamento a la sentencia), como modos genéricos de evitar En el ~ismo sentido cf. BINDEH, Imroducción al Derecho procesal penal, ps. 93 y ss.,
y BOVINO, El debate, p. 169. .
la influencia del poder estatal en la administración de su propio po- ,13 Cf v· M
. ,. . ELEZ Derecho procesal penal,
AHICONDE, L II, cap. I, ps. 15 y ss.; CLARIÁ OLME-
der penal, esto es, de evitar la influencia y la sospecha de parcialidad DO, Tratado, t. I, nº 150 y ss., ps. 213 y siguientesf

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