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Platón. Antropología

Dualismo antropológico: el ser humano está formado por cuerpo y alma (psique).
Teoría de la reminiscencia

Para Platón el hombre está formado por dos elementos (cuerpo y alma). El cuerpo es una entidad puramente
sensible, ha sido formado por el Demiurgo que es un pequeño dios de origen pitagórico. Según el pitagorismo, el
Demiurgo creó el mundo sensible y le dio formas geométricas. El Demiurgo creó el mundo con materia y por lo tanto
lo hizo imperfecto, cambiante, mudable,... En cambio la ψυχή (psyché, alma) no es material, sino una fuerza o un
principio vital gracias al cual los seres pueden moverse.

1. Dualismo antropológico

La antropología platónica sigue una tradición òrfico-pitagórica, que considera que lo más importante en el ser
humano no es el cuerpo sino la psyché. El cuerpo forma parte del mundo sensible, limitado, imperfecto, moral, etc.
mientras que la psyché (mente) es de naturaleza parecida a las ideas y es capaz de conocerlas, por lo tanto es bella,
sabia y buena.

Platón sostiene la idea pitagórica de la transmigración de las almas, es decir, la desaparición del cuerpo no significa
en absoluto la desaparición del alma sino todo el contrario, la muerte es considerada como una liberación. Pero esta
liberación no es eterna, puesto que el alma tendrá que volver a renacer en otro cuerpo.

Según Platón el alma se alimenta de belleza, sabiduría y bondad, pero no todos los seres humanos saben cómo
alimentar correctamente su alma. Este es un asunto de gran importancia puesto que el destino de nuestras almas
depende del tipo de vida que llevamos cuando está ligada a un cuerpo. El cuerpo está considerado como una prisión
en la que se está debido a algún error cometido anteriormente. De todos modos, es posible liberarse de esta prisión,
como por ejemplo en el mito de la caverna. El error cometido ha sido alejarse del Bien y de la Verdad, si somos
capaces de llenar el alma de Bien y Verdad podremos liberarnos definitivamente del ciclo de reencarnaciones. En
conclusión se puede afirmar que la vida filosófica es la que nos puede hacer más perfectas y liberarnos
definitivamente de las limitaciones que tiene el cuerpo.

La concepción platónica del ser humano considera que el alma recuerda aquello que ya había conocido. Este
recuerdo es posible puesto que el alma ha existido en el mundo de las ideas. Esta alma es exclusiva del ser humano y
es inmortal. Platón considera que el conocimiento es la tendencia natural del alma para liberarse del cuerpo puesto
que el lugar del alma es el mundo de las ideas.

Según la antropología platónica el alma está formada por tres partes:

• la parte racional, que se encuentra en la cabeza es la única parte inmortal e independiente del cuerpo, su
función es llegar al conocimiento racional del mundo;

• la parte irascible, situada en el pecho, es mortal y no se puede separar del cuerpo, es la fuente de pasiones
nobles y tiene la finalidad de retener los impulsos incontrolados del hombre;

• y la parte concupiscible, que se encuentra en el vientre y es el origen de las pasiones innobles, es mortal y no
se puede separar del cuerpo puesto que está absolutamente ligada a él

Los argumentos que da Platón para demostrar la inmortalidad del alma son:

1. El alma recuerda las ideas obtenidas anteriormente, por lo tanto es capaz de pasar de un estado a otro. Lo
natural es que una cosa vuelva al estado que tenía anteriormente y pase de la existencia a la pura
contemplación del mundo de las ideas. La existencia del alma va más allá de la vida.

2. El alma es simple y sólo se corrompe aquello que está formado por partes. Como lo que es simple no se
puede corromper, tampoco puede morir y por tanto es inmortal.

3. Alma quiere decir vida, principio del movimiento, pero este movimiento viene de su propia naturaleza y por
tanto siempre tendrá vida, es decir, será inmortal.
La antropología platónica está estrechamente relacionada con la ética y con la política. A cada parte del alma le
corresponde una virtud propia. Así pues, prudencia, valor y serenidad, serán respectivamente las virtudes que
corresponden a las tres partes del alma, la racional, la irascible y la concupiscible. (Estas partes las ilustra con el mito
del carro: un caballo es el alma irascible, otro es la concupiscible y el alma racional es el conductor del carro).

Sobre su inmortalidad, pues, basta con lo dicho. Acerca de su idea debe decirse lo siguiente: descubrir cómo es el
alma sería cosa de una investigación en todos los sentidos y totalmente divina, además de larga; pero decir a qué es
semejante puede ser el objeto de una investigación humana y más breve; procedamos, por consiguiente, así. Es,
pues, semejante el alma a cierta fuerza natural que mantiene unidos un carro y su auriga, sostenidos por alas. Los
caballos y aurigas de los dioses son todos ellos buenos y constituidos de buenos elementos; los de los demás están
mezclados. En primer lugar, tratándose de nosotros, el conductor guía una pareja de caballos; después, de los
caballos, el uno es hermoso, bueno y constituido de elementos de la misma índole; el otro está constituido de
elementos contrarios y es él mismo contrario. En consecuencia, en nosotros resulta necesariamente dura y difícil la
conducción. (Platón, Fedro)

http://cibernous.com/autores/platon/teoria/antropologia/antro.html

Concepción antropológica en Platón.

El alma racional es preexistente al cuerpo e inmortal, y tiene como lugar natural el mundo suprasensible de las ideas.

El cuerpo es la cárcel del alma durante su existencia terrena, y constituye un estorbo para el alma que, con sus
pasiones, la arrastra a la extrañeza de lo material, impidiéndole su hacer propio: la contemplación de las ideas. El
ideal de hombre en Platón es una inteligencia pura desligada de la carnalidad. Por eso, el filósofo no ha de temer la
muerte:

-La razón no tiene más que un camino a seguir en sus indagaciones; mientras tengamos nuestro cuerpo, y nuestra
alma esté sumida en esta corrupción, jamás poseeremos el objeto de nuestros deseos; es decir, la verdad. En
efecto, el cuerpo nos pone mil obstáculos por la necesidad en que estamos de alimentarle, y con ésto, y las
enfermedades que sobrevienen, se turban nuestras indagaciones. Por otra parte, nos llena de amores, de deseos,
de temores, de mil quimeras y de toda clase de necesidades; de manera que nada hay más cierto que lo que se
dice ordinariamente: que el cuerpo nunca nos conduce a la sabiduría. Porque ¿de dónde nacen las guerras, las
sediciones, los combates? Del cuerpo, con todas sus pasiones.

En efecto; todas las guerras no proceden sino del ansia de amontonar riquezas, y nos vemos obligados a
amontonarlas a causa del cuerpo, para servir como esclavos a sus necesidades. He aquí por qué no tenemos
tiempo para pensar en la filosofía; y el mayor de nuestros males consiste en que, en el acto de tener tiempo y
ponernos a meditar, de repente interviene el cuerpo en nuestras indagaciones, nos embaraza, nos turba y no nos
deja discernir la verdad.

Está demostrado que si queremos saber verdaderamente alguna cosa, es preciso que abandonemos el cuerpo, y
que el alma sola examine los objetos que quiere conocer. Sólo entonces gozamos de la sabiduría, de que nos
mostramos tan celosos; es decir, después de la muerte, y no durante la vida. La razón misma lo dicta: porque si es
imposible conocer nada en su pureza mientras vivimos con el cuerpo, es preciso que suceda una de estas dos cosas:
o que no se conozca nunca la verdad, o que se conozca después de la muerte, porque entonces el alma, libre de
esta carga, se pertenecerá a sí misma; pero mientras estemos en esta vida no nos aproximaremos a la verdad sino
en razón de nuestro alejamiento del cuerpo, renunciando a todo comercio con él y cediendo sólo a la necesidad.

(…)El hombre puede conocer la verdad porque no es un elemento más de la materialidad siempre fluyente, a la
deriva en el ámbito de la sensibilidad. El hombre es un ser privilegiado, consciente del distinto lugar que ocupa
dentro del cosmos; partícipe de una inteligencia (el fuego divino prometeico) que no es de este mundo. Su
naturaleza es puramente racional, un modo de ser intermedio: ni pura sensibilidad ni pura materialidad.
Platón estableció una división tripartita del alma:
DIVISIÓN TRIPARTITA DEL ALMA EN PLATÓN

PARTES RACIONAL IRASCIBLE APETITIVA


DEL ALMA (nous, lógos) (Thymós) (epithymía)
CARÁCTER Inmortal Mortal Mortal
SITUACIÓNCabeza Tórax Estómago
Prudencia,
sabiduría Fortaleza, valor Templanza
VIRTUDES
(Phrónesis, (andreía) (Sophrosyne)
sophía)
CLASES Gobernantes-
Guardianes Productores
SOCIALES filósofos

A cada tipo de alma le pertenecen unas características esenciales propias. La clasificación es, por tanto, cualitativa.

El alma superior, propia y exclusiva del hombre es la racional. Ésta es inmortal y se halla ubicada en la cabeza.

Las otras dos almas, la irascible y la concupiscible (o apetitiva) son mortales y se hallan situadas respectivamente en
el tórax y en el abdomen.

El hombre es propiamente su alma racional, no su cuerpo. Nuestra naturaleza propia es intelectual, lo único que
puede distinguirnos de los demás animales. En tanto que cuerpo, no somos nada distinto de aquéllos.

Esta división tripartita le permite al filósofo, por una parte, dar cuenta de ciertas tendencias e instintos humanos y,
por otra parte, jerarquizar a la sociedad en distintas clases sociales según la naturaleza propia de cada quién, que
viene determinada por el mayor peso o predominio de un tipo de alma u otro.

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