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La Escritura nos enseña que el Reino de Dios en su etapa terrenal, todo está
mezclado, el bien y el mal, la verdad y el error, la luz y las tinieblas, la
santidad y el pecado, los verdaderos y los falsos profetas, el trigo y la cizaña
y a veces se hace muy difícil distinguirlos.
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Y San Pablo nos habla de qué frutos, por ejemplo, produce el Espíritu de Dios, y qué
otros produce el espíritu de la carne:
“Es fácil ver lo que viene de la carne: relaciones sexuales prohibidas, impurezas y des-
vergüenzas; culto de los ídolos y supersticiones, odios, celos y violencias; furores, am-
biciones, divisiones, sectarismo, desaveniencias y envidias; borracheras, orgías y cosas
semejantes ( Gál.5, 19,21).
“ En cambio, el fruto del Espíritu es: amor, gozo y paz, generosidad, comprensión de los
demás y bondad, fe, mansedumbre y dominio de sí mismo” ( Gál.5,22-23).
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A continuación vamos a hacer, brevemente, una relación comparativa de los frutos del
buen Espíritu que es el de Dios, y los del mal espíritu, que es el diabólico, o el humano (
carnal o mundano). En otras palabras, vamos a exponer, brevemente, cómo se mani -
fiesta una persona cuando es impulsada por el Espíritu Santo, y cómo se manifiesta una
persona cuando está movida, más bien, por el espíritu humano o diabólico. ( Seguimos en
esta exposición aun maestro de la vida espiritual_ el P. Antonio Royo Marín_ en su obra “
Teología de la perfección cristiana”, pags.777 y 782.
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píritu de Dios. Y tiene que tratarse de una Por esto, queda fácilmente de
humildad profunda y sincera; no afectada ni manifiesto cuando los demás no ni
exterior, que tan fácilmente se presta a le prestan la debida atención, o
a falsificaciones. Cuando los legítimos responsables
tratan de corregir u orientar debi-
damente sus actuaciones.
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1-Dios todo lo puede hacer, pero no hace , de hecho, todo lo que está en su poder: Dios
es libre para hacer lo que quiera; pero no actúa a capricho. El tiene un plan de amor, de
Sabiduría y de Poder, y actúa según su Plan.
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Aquellas personas de gran espíritu de oración y de profunda vida espiritual, han conocido,
por experiencia propia, ese “ ESTILO PROPIO” de Dios, en sus manifestaciones. Es como si
tuvieran un sentido especial por el que captan de inmediato : “ esto es de Dios”; “ esto
otro me huele al mal espíritu...”
2.- Este “sentido de Dios” o “instinto de lo divino”, tan desarrollado en los santos, es efec-
to especial del DON DE SABIDURIA, el primero de los siete dones clásicos del Espíritu San-
to (Isaías 11,1-3). Es, por lo mismo, fruto de la experiencia de Dios, más bien que del
aprendizaje humano. Sin embargo, ayudará mucho conocer algunas de las manifestacio -
nes propias del “estilo de Dios” y de las tácticas del Maligno, según exponemos a conti -
nuación.
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nes privadas. Es decir, Dios quiere que pero haciendo las cosas mal para que no
se obedezca al superior, aunque esté resulten;
equivocado. Dios ha manifestado su _Obediencia camuflada: conduce hábil-
desagrado y desaprobación a muchas mente al superior a modificar sus manda-
almas espirituales, porque quisieron se- tos, terminando por hacer la propia vo -
guir sus revelaciones privadas , en con- luntad, imponiéndosela al superior;
tra de la obediencia a sus superiores… _ Espíritu de oposición: grupos, partidos
Esto no excluye que, en circunstancias de oposición a cuanto ordene o disponga
muy concretas, Dios ha impulsado a el superior. Espíritu verdaderamente sa -
denunciar proféticamente comporta - tánico que siembra la división y la discor-
mientos desviados o corrompidos de dia ( R. Marín)
la autoridad.
5) CON LOS QUE VIVEN EN PECADO, 5) CON LOS QUE VIVEN EN PECADO, EL
EL ESPÍRITU DE DIOS ACTÚA “PUN - ESPIRITU DEL MAL ACTÚA PROPONIENDO
ZÁNDOLES Y REMORDIÉNDOLES LAS “ PLACERES APARENTES”( Sn Ignacio de
CONCIENCIAS”( San Ignacio de Loyola) Loyola) El mal espíritu trata de distraer y
El Espíritu Bueno quita la paz en el ahogar el remordimiento, o de torcerlo
pecado, despierta temores de con - hacia el desaliento y la desconfianza. Pro-
ciencia, desasosiego e intranquilidad pone placeres aparentes y hace imaginar
para que el pecador no se instale en vivamente consuelos y placeres sensuales
el pecado, sino que se levante y vuelva que arrastran más y más al vicio y al pe -
a Dios con humildad y confianza. Con cado. Fomenta de mil maneras la pereza
todo, el remordimiento que viene del espiritual para impedir una verdadera
Espíritu de Dios no quita propiamente conversión.
la paz, si el alma no resiste: es un re -
mordimiento que va contra la falta
misma y acepta la humillación de re -
conocerla ante Dios, ante la propia
conciencia y ante los demás.
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7) CON LAS PERSONAS FIELES Y FER - 7) CON LAS PERSONAS FIELES Y FERVORO-
VOROSAS, EL ESPIRITU DE DIOS ACTÚA SAS, EL ESPIRITU MALO ACTÚA TURBAN-
DANDOLES ANIMO Y FUERZAS ( Sn Ig - DO Y PONIENDO MIMPEDIMENTOS: hace
nacio): proporciona luz, aliento y fuer- ver pecado donde no lo hay, provoca tris -
za para seguir avanzando en el camino teza, con falsos fundamentos, inquieta
espiritual, sin estancarse ni volver atrás. con temores, y dudas, etc…,tratando de
impedir el progreso espiritual.
Por eso San Juan de la Cruz nos advierte que no le gusta que seamos demasiados prontos
en aceptar tales inspiraciones, porque pueden ser de El, pero con frecuencia proceden del
mal espíritu.
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- Aspirar a otro estado después de haber hecho debida elección ( ver 1ª Cor.7,20)
- Tener afición a cosas raras, a singularidades que no son propias de su estado. Los
amantes de singularidades tienden a repetir el dicho del fariseo “Yo no soy como
los demás hombres” (Lc. 18,11). Cuando Dios pide excepcionalmente estas cosas
deja sentir de manera bien clara su voluntad por el conjunto de especialísimas
circunstancias. Piedra de toque: ponerles a prueba en la obediencia y la humildad.
- Anhelar cosas extraordinarias en el ejercicio de las virtudes, como ciertas “ locuras
santas” que realizaron algunos siervos de Dios, por especial instinto del Espíritu
Santo.
- Espíritu de grandes penitencias exteriores: puede ser dudoso. Dios las ha pedido a
algunos santos, pero no es ese el camino normal de su providencia.
- Espíritu de consuelos y gozos espirituales continuos, es muy dudoso: puede ser de
Dios, pero también del demonio, o de la simple naturaleza. Los Santos Padres afir-
man que el Espíritu de Dios va y viene; tan pronto se manifiesta, se esconde, y no
obra siempre en el alma con un mismo temor.
- Las lágrimas son también sospechosas porque pueden provenir de Dios, del demo-
nio o de la propia naturaleza. Hay que examinar los frutos que producen.
- Grandes dones extraordinarios: visiones, revelaciones, etc., en personas de una vi-
da llena de defectos o pecados, son muy dudosos. Hay que discernirlos.
- Espíritu que lleva a cosas que traen consigo riquezas, honor, mando, independen -
cia, es muy sospechoso, pues el Espíritu de Dios normalmente inspira la pobreza,
la humildad, la sumisión, etc.
De todos estos casos se dan ejemplos en la historia de los santos; pero hace falta mucha
claridad y más firmes garantías, antes de aceptarlos como inspiraciones del Espíritu Bue-
no.
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espiritual, la ilusión es el engaño del espíritu malo, que se viste de “ ángel de luz”( 2ª. Co-
rintios 11, 12-14) para hacernos ver como bueno, y aún santo, algo que, en realidad, es
malo o conduce a mal fin. O, al contrario, hacernos ver como algo malo que, en realidad
es bueno.
- Creerme muy bueno y santo, porque siento grandes consuelos, a veces hasta las
lágrimas en la oración.
- Creerme mejor que los demás porque creo tener ciertos dones espirituales.
- Creer que tengo el Espíritu Santo en mí mismo, y no necesito de guía y dirección
de nadie.
- Creer que son los demás los culpables de los propios fallos y defectos.
- Creer que Dios es justo, y habiendo sido yo tan pecador, El no puede perdonarme;
o que Dios es bueno y es Amor y por consiguiente no importa mi vida de pecado.
- Creer que yo ya he sido renovado y tengo las luces del Espíritu Santo porque recibí
el Bautismo en el Espíritu, y por lo mismo no tengo por qué dejarme guiar por sa -
cerdotes que no están “renovados”.
- Etc.
2- Es importante no olvidar que el demonio es un ángel. Un ángel caído, pero que conser-
va los dones naturales con que Dios lo creó. Satanás sabe mucho y puede mucho, todo en
servicio del mal. Vamos a enumerar algunas de las cosas que el demonio puede hacer,
permitiéndolo Dios, siguiendo al P. Royo Marín ( Teología de la Perfección Cristiana, pagi-
na 812).
El demonio puede:
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De este poder puede valerse el demonio para producir engaños e ilusiones en perso-
nas predispuestas para ello.
3-Los maestros de la vida espiritual nos enseñan que están muy expuestas a caer en
ilusiones las siguientes personas:
- Los que se dejan llevar del amor propio, que desea figurar, sobresalir y fingir, co-
mo el iluso Simón Mago ( Hechos 8, 19).
- Los que dejan llevar por su imaginación incontrolada, de sus juicios precipitados y
de su apasionamiento, como los fariseos a quienes el Señor advirtió: “ No juzguéis
según lo que parece” ( Juan 7,24).
- Los que no buscan la dirección y el consejo de personas prudentes, en las resolu -
ciones importantes de su vida espiritual, como Jefté ( Judith 11,3-31) y Saúl ( 1ª.
Reyes 14,28).
- Los que ambicionan desmesuradamente dones extraordinarios, como los Apósto-
les Santiago y Juan al pedir los primeros lugares del Reino.
- Los que se dejan seducir por otros ilusos o devotos falsos que engañan por sus
apariencias de profunda religiosidad.
4- La ilusión espiritual debe entrever, con facilidad, en sus víctimas, los frutos del mal es -
píritu:
- Produce la ceguera del entendimiento, como lo afirmó Jesús de los fariseos: “De-
jadlos, son ciegos y guías de ciegos” ( Mt- Mt.15,14)-
- Hace tercos y obstinados a las personas que invade.
- Engendra espíritus fingidos, como pasó con los ILUMINADOS del siglo XVIn y los
falsos místicos de todo tiempo ( Naval-Juberías, del libro Ascética y Mística, pági-
na 841).
5- Una forma muy especial de ilusión en la vida espiritual es el ILUMINISMO. Se da el
nombre de “iluminismo” a una serie de corrientes de espiritualidad que han tenido lugar
a lo largo de la historia del cristianismo, que se caracterizan por su tendencia a guiarse
por la iluminación directa del Espíritu Santo, menospreciando la dirección de los legítimos
pastores, o rompiendo con la Institución de la Iglesia. Estos movimientos iluministas cons-
truyeron sobre arena ( Mt.7,26) y no sobre la Roca Firme ( Mt.7,24) de la sana doctrina y
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pronto desaparecieron,.
6- El remedio más importante para no caer en elusiones en la vida espiritual, es la HUMIL-
DAD y SENCILLEZ de corazón, que busca la dirección espiritual de aquellos a quienes el
Señor ha confiado este ministerio, muy especialmente a los sacerdotes. Santa Teresa de
Jesús, tan experimentada en los caminos del espíritu, nos dice: “Persona de oración que
trate con letrados, si ella no se quiere engañar, no la engañará el demonio con ilusiones.
Porque creo temen en gran manera las letras humildes, y saben será descubierto y saldrá
con pérdida” ( Su Vida, capítulo 13, no. 18)
TRES LUCES DE DISCERNIMIENTO
1-No todos tienen las mismas “ luces” para discernir los espíritus. Saber discernir es un
“arte” humano y divino al mismo tiempo. Y no todos poseen este “ arte” o habilidad. Por
lo demás, en parte es un don que se recibe gratuitamente; en parte puede adquirirse o
perfeccionarse con el propio esfuerzo, según de qué clase de discernimiento se trate.
2- EL DISCERNIMIENTO NATURAL: hay personas que han nacido con un conjunto de cua-
lidades que las capacita para distinguir más fácilmente lo que es bueno de lo que es sos -
pechoso o no conduce a buen fin. Son cualidades naturales, como inteligencia, intuición,
sagacidad, espíritu de observación, de análisis, etc.
Evidentemente estas personas tienen más cualidades para discernir, recibidas de Dios por
nacimiento, que una persona corta de inteligencia, distraída, tímida, etc.
3-EL DISCERNIMIENTO ADQUIRIDO: hay personas más capacitadas para discernir, porque
han ido adquiriendo esta habilidad por la experiencia y por el estudio.
Así mismo, la experiencia que adquiere un sacerdote en largos años de dirección espiri -
tual, le va capacitando más y más en este “ arte” de discernir y dirigir.
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Este don unas veces se experimenta como impulsos brotados de nuestro interior; otras
veces como mensajes procedentes de una fuente fuera de nosotros mismos.
5-El discernimiento carismático, don del Espíritu Santo, es el más seguro de todos. Sin em-
bargo, las tres clases son importantes, y las tres proceden, en último término, de Dios y
ayudan a conocer los verdaderos caminos del Espíritu.
- LA ORACION
- LA EXPERIENCIA
- LA FORMACION
- LA PUREZA DE CONCIENCIA.
1- LA ORACION: Es el medio más importante. Orar siempre para que el Señor nos descu -
bra sus caminos. Orar siempre para no dejarnos engañar del espíritu diabólico que se vis-
te de “ángel de luz”( 2s. Cor. 11,12-14), o de las desviaciones del espíritu humano, carnal
o mundano. Y orar especialmente, en cada ocasión difícil o confusa para interrogar al Se -
ñor qué es lo que El quiere o pide de nosotros, aquí y ahora; para ver los hechos como el
Espíritu desea.
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Cuando una persona vive con intensidad su FE, su vida de relación con Dios, va adquirien-
do un sentido de cómo actúa el Espíritu de Dios y de cuáles son las artes del espíritu del
mal. Va conociendo, por experiencia, el estilo de Dios y las mañas de otros espíritus.
De modo semejante, aquellas personas que tienen por ministerio aconsejar o dirigir a los
demás, adquieren, en esta función, gran experiencia de discernimiento.
3- LA FORMACION: La ignorancia no es luz sino tinieblas. Todos los esfuerzos que se ha -
gan por formarse bien en el conocimiento de la Biblia, de la Sana Doctrina, de los Caminos
de la Vida Espiritual, capacitan para un mejor discernimiento. La asistencia a curso o char-
las de formación espiritual y la lectura de libros debidamente seleccionados, son medios
al alcance de todos, para ir profundizando la formación.
Es necesario afinar la propia conciencia, haciéndola delicada y sumisa a la acción del buen
espíritu y hacerla fuerte y refractaria a la acción del espíritu maligno.
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palabras, también este carisma, como todos los demás, hay que examinarlo, hay que
probarlo para ver si es de Dios ( 1ª. Juan 4,1: 1ª. Tesalon.5,21-22). Porque no podemos
creer, sin más, a todo el que venga diciéndonos “ Dios me ha revelado que…; “ El Espí -
ritu Santo me inspira que…”; “El Espíritu Santo me ha dado el don del discernimiento..”
San Juan nos lo advierte encarecidamente: “ Queridos míos, no crean a todos los que se
dicen inspirados. Examinen los espíritus para ver si vienen de Dios…”( 1ª. Juan 4,1).
3-Para ello el “ carisma” de discernimiento ha de estar sometido al “ ministerio” de dis -
cernimiento. Lo que verdaderamente da garantía de autenticidad y es el toque de prueba
de los carismas , es someterlos humildemente al juicio de los que, por consagración de
Dios.(_ pastores de la Iglesia), tienen el MINISTERIO DE DISCERNIMIENTO. Sobre todo
cuando se trata de discernir comportamientos que afectan al Grupo, a la Comunidad o a
la Iglesia.
_“(...A los pastores de La Iglesia) toca juzgar la genuina naturaleza de tales carismas y su
ordenado ejercicio, no por cierto para que apaguen el Espíritu, sino con el fin de que todo
lo prueben y retengan lo que es bueno ( ver 1ª. Tesalon.5,12 y 19-21 y Decreto sobre el
Apostolado de los Seglares, No. 3).
_...”Entre los dones ( del Espíritu Santo) resalta la gracia de los Apóstoles a cuya autoridad
el mismo Espíritu subordina incluso los (dones) carismáticos” ( ver 1ª. Corint. 14 y la
Constitución sobre la Iglesia, No. 7).
4-A la luz de estas enseñanzas, que son de la Palabra de Dios, interpretada por la Iglesia,
descubrimos los verdaderos caminos para discernir con garantía lo que realmente viene
de Dios en nuestras experiencias espirituales.
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_En las inspiraciones que nos impulsen a comportamientos que afectan de alguna ma-
nera a la Comunidad, a la Parroquia, a la Iglesia: dejar humildemente que disciernan sus
legítimos PASTORES.
Sólo así avanzaremos con seguridad por los caminos del Señor, evitando ilusiones y enga-
ños del espíritu del mal, que se nos disfraza de “ángel de luz”( 2ª. Corint.11,12-14).
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1-Dios siempre es el mismo. Sin embargo, se presenta siempre al hombre como una ma-
ravillosa “ novedad”. San Agustín exclama ante Dios: “Oh, Verdad, siempre ANTIGUA y
siempre NUEVA”. Qué tarde te amé, qué tarde te conocí…! ( Las Confesiones).
El Espíritu de Dios no actúa con rutina: discurre en todos en la armoniosa unidad del amor
pero siempre con una admirable originalidad. En otras palabras, el Espíritu Santo actúa
de muy diversas maneras, de acuerdo con la variedad de personas, de tiempos, de lugares
y de circunstancias.
Por ello, a la hora de DISCERNIR el Espíritu de Dios, es necesario preguntarse:
-¿ Cuál es y hacia dónde va la acción del Espíritu en nuestro lugar, en nuestra Iglesia, en
nuestros tiempos?
2-Discernir los signos de los tiempos. Necesitamos discernir el rumbo del Espíritu en nues
tro lugar, en nuestro país, en nuestra Iglesia, par ano resistirlo ni forzarlo, sino para se -
cundarlo. Para llegar a entender cuáles son los verdaderos caminos de Dios para nuestra
vida personal o colectiva, o cuáles son los verdaderos caminos del Espíritu en la Renova -
ción Carismática, necesitamos una mirada global, mucho más allá de nuestra vida perso -
nal, o de la Renovación Carismática, para preguntarnos:
_ ¿Hacia dónde va el Espíritu de Dios y qué es lo que espera de nosotros aquí y ahora?.
“…Es deber permanente de la Iglesia escrutar a fondo los signos de la época e interpretar-
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los a la luz del Evangelio de forma que, acomodándose a cada generación, pueda la Iglesia
responder a los perennes interrogantes de la humanidad…” ( Constitución sobre la Iglesia
en el mundo, No.4).
El Espíritu Santo, cuando se le deja actuar con apertura y fidelidad, da a cada persona, a
cada grupo de oración, a cada Asamblea, a cada colectividad carismática, parroquia regio-
nal o nacional, su PROPIA ORIGINALIDAD ESPIRITUAL, dentro de la unidad total y de cier -
tos patrones comunes.
Es decir, el Espíritu Santo no se repite de una manera idéntica en todo lugar y circunstan -
cia; más bien , los caminos del Espíritu son diversos de acuerdo con la diversidad de per -
sonas y circunstancias.
_ Segunda aplicación: DISCENIR LOS SIGNOS DEL ESPIRITU MAS ALLA DE LA RENOVACIÓN
CARISMATICA
Sólo un ejemplo:
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Por eso, para discernir los verdaderos caminos del Espíritu, dentro de la Renovación Caris-
mática, cada uno ha de preguntarse:
1-Es un hecho que, en los albores del Cristianismo, el Espíritu Santo fue abundante en
dones extraordinarios como profecía, lenguas, curaciones, revelaciones, milagros, etc. Es
un hecho también que el Espíritu Santo siguió derramando estos mismos dones a lo largo
de la historia de la Iglesia, en toda una pléyade de hombres y mujeres llenos de Dios. Y es
un hecho, por fin, que en la actualidad estamos experimentando una nueva efusión del
Espíritu Santo, en el Cristianismo, con la manifestación de los dones abundantes del Espí -
ritu, ordinarios y extraordinarios.
De igual manera, es un hecho que , ya en las primeras comunidades cristianas, hubo pro-
blemas, confusiones y engaños a propósito de los dones extraordinarios, y los Apóstoles
tuvieron que intervenir ( Ver. 1ª. Cor.14,2; 2ª.Cor.11,13-15; 2ª. Pe.3,1; 1ª. Juan. 4,1- 6)
Así mismo, los grandes maestros y experimentados en la vida del Espíritu, nos ponen en
guardia contra las ilusiones y engaños del maligno que sabe provocar dones extraordina -
rios falsos. También en la actual experiencia carismática, es fácil de ver, después de un se-
reno y responsable discernimiento, que muchas cosas, aparentemente extraordinarias,
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no proceden del Espíritu de Dios, sino más bien de la mente humana o del mal espíritu.
Ante esta realidad hemos de preguntarnos: ¿ Cuál debe ser nuestro comportamiento
práctico ante “experiencias raras” o dones extraordinarios en nuestra vida personal o en
nuestros grupos o encuentros carismáticos:
Tanto los dones espirituales personales como los carismas, pueden ser ordinarios, cuando
no salen de la providencia común de Dios, y extraordinarios cuando se deben a una inter-
vención especial y extraordinaria de Dios.
Es importante advertir, sin embargo, que a veces no es fácil señalar dónde está la fronte-
ra entre lo ordinario y lo extraordinario, pues los mismos dones que hemos enumerado
como ordinarios, pueden darse en un grado extraordinario.
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3- En nuestra búsqueda de la verdadera actitud ante los dones espirituales, vamos a re-
cordar ahora algunas verdades que han de servirnos de luz:
_ Primera verdad : Dios salva y santifica a los hombres, bien por los medios y dones de su
providencia ordinaria, o por sus dones y carismas extraordinarios
cuando así lo dispone. En consecuencia, cada persona, cada pequeña
comunidad y la Iglesia como tal, deben estar humilde y flexiblemente
abiertas a toda la gama de dones y carismas del Espíritu, sean ordina-
rios, sean extraordinarios.
_Segunda verdad: Sin embargo, Dios nos ha dicho todo lo que nos es necesario para
nuestro renacimiento y crecimiento espiritual, en la REVELACION BI -
BLICA ( Palabra de Dios) y ha dejado en su Iglesia los medios suficien -
tes para nuestra santificación. La fe en la Palabra Bíblica y su segui -
miento, y la vivencia de estos medios de santificación ( especialmente
la Eucaristía y los Sacramentos), son la ROCA FIRME sobre la que he-
mos de edificar nuestra vida espiritual.
_Tercera verdad: La Revelación Bíblica es materia de Fe: El que no la cree comete peca -
do contra Dios, que nos habla a través de ella. Las revelaciones privadas
(profecías, visiones, sueños, etc.) no son materia de fe: El que las cree
no comete pecado alguno contra la fe. Únicamente supone ligereza y
temeridad no creer aquellas revelaciones privadas, confirmadas como
auténticas por la Iglesia ( como las de Lourdes y Fátima).
_Cuarta verdad: Las revelaciones privadas ( profecía, visiones, sueños, etc), debidamen -
te discernidas pueden ser provechosas para nuestro crecimiento espiri -
tual, en la medida en que están de acuerdo con la revelación bíblica y
con la dirección de los legítimos pastores. Pero no se debe “edificar”
solamente sobre ellas; es decir, no se deben tomar decisiones serias,
guiados únicamente por revelaciones privadas, salvo casos excepciona-
les, repetidamente confirmados por Dios.
_Quinta verdad: No todos los dones espirituales tienen el mismo valor e importancia. Su
valor e importancia se miden por su mayor o menor fuerza para unirnos más a Dios y a los
demás,, y por el servicio que prestan a los demás. Por esto, son más importantes los caris-
mas que los dones personales. Y, hablando en términos generales, son mucho más impor-
tantes y necesarios los dones y carismas extraordinarios ( comparar en el número anterior
los dones ordinarios y los extraordinarios). El don del amor no tiene carácter de extraordi-
nario, y sin embargo, San Pablo nos enseña que sin él, todos los demás dones, por extra -
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ordinarios que sean, no valen nada ( 1ª Cor. 13), y Jesús mismo nos dice que en el manda-
miento del amor está condensado todo lo que Dios quiere de nosotros (Mt.22, 37- 40).
4- Aclaradas ya estas verdades básicas, vamos por fin a tratar de contestar a la pregunta
de cuál ha de ser nuestra actitud y nuestro comportamiento ante experiencia extraordi -
narias, en uno mismo o en los demás.
Cuando, según todos los criterios, se trata de verdaderos dones de Dios, nuestra acti-
tud ante ellos debe ser la misma de una mujer enamorada ante los regalos de su ama-
do. Se comportaría incorrectamente:
La actitud correcta es que ame a su novio por sí mismo, no por sus regalos, y cuando reci-
be estos, los agradezca con sencillez y modestia.
De igual manera, no debemos despreciar los dones de Dios. Pero tampoco debemos bus -
carlos con avidez. A Dios debemos amarle y buscarle por sí mismo, no por sus dones.
2-) ACTITUD ANTE LOS DONES EXTRAORDINARIOS PERSONALES: Ante experiencias ex-
traordinarias en nuestra intimidad personal, los grandes maestros de la vida espiritual nos
recomiendan que utilicemos el “FRENO DE LA HUMILDAD”, en lugar del “ ACELERADOR
DE LA EMOCION” y entusiasmo desbordantes. Y ante los demás, comportarse como la
Virgen María: “ Guardaba las cosas en su corazón” ( Lc. 2,19). María recibió la revelación
de que iba a ser la Madre del Mesías y no se lo dijo a su esposo; dejó hacer a Dios adorán-
dole en su misterio. He aquí nuestra actitud. No está bien ir proclamando estos dones an-
te los demás, con el pretexto de dar gloria a Dios, pues es muy difícil evitar que “se cuele”
el orgullo, buscando la gloria para sí mismo.
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3-) ACTITUD ANTE LOS DONES ESPIRITUALES DE SERVICIO (carismas), TANTO LOS
ORDINARIOS COMO LOS EXTRAORDINARIOS: La Comunidad carismática ha de estar
abierta con una fe sencilla y humilde, a todos los dones y carismas, pues por medio de
ellos, el Espíritu Santo edifica la comunidad cristiana, y “ a cada uno se le otorga la ma-
enseña así, con San Pablo: “ El Espíritu Santo no sólo santifica y dirige al Pueblo de
Dios mediante los Sacramentos… sino que también distribuye gracias especiales entre
los fieles de cualquier condición, distribuyendo a cada uno según quiere sus dones, con
los que los hace aptos y prontos para ejercer las diversas obras y deberes que sean úti-
les para la Renovación y la mayor edificación de la Iglesia”. Según aquellas palabras:
“ A cada uno se le otorga la manifestación del Espíritu para común utilidad ( 1ª.Corin -
tios 12, 7) . Estos carismas, tanto los extraordinarios como los más comunes y difundi-
dos, deben ser recibidos con gratitud y consuelo, porque son muy adecuados y útiles
a las necesidades de la Iglesia ( Constitución sobre la Iglesia, No. 12).
Sin embargo, en este mismo lugar, el mismo Concilio nos advierte que no debemos
buscar ávidamente ( temerariamente) los dones extraordinarios. No debemos hacer
girar en torno a ellos nuestras reuniones de oración o nuestra vida espiritual personal:
un deseo y búsqueda desmesurados de lo extraordinario es la mejor predisposición
para experiencias subjetivas raras, con apariencia de dones espirituales, pero proce -
dentes de la propia mente o del mal espíritu, que se viste de “ ángel de luz” ( 2ª. Co -
rintios 11,12-14).
Peor todavía es creerse con determinados carismas de Dios y presionar ante los respon-
sables para ser llamados a los ministerios correspondientes, o incluso quejarse porque
no se les dan. La humildad y la modestia, junto con la docilidad, son los “ carismas” que
deben adornar a todo carisma que sea auténtico y válido.
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El Espíritu Santo nos lleva a una profunda y sentida experiencia de Dios, a través de sus
dones extraordinarios: sentimos la emoción desbordante de esa caricia, de ese mismo
Dios que es una palabra de conocimiento, en el Grupo de Oración, o una palabra de pro-
fecía o una sanción física instantánea, o la inexplicable experiencia de gozo y paz y alegría
en el Señor. A través de estas experiencias, intuimos la maravilla de Dios, y brota de
nuestros corazones espontáneamente la alabanza. Frase acuñada ya, en el ámbito de la
Renovación, es ésta: “ ¡ Qué maravilloso!”.
Dios es grande y maravilloso cuando nos habla en profecía, peor no es menos maravilloso
cuando nos instruye secretamente a través de su Palabra Bíblica, en la intimidad de nues -
tro corazón.
Dios se nos manifiesta grande y maravilloso a través de la grandeza del océano y del mun-
do estrellado; a través de la belleza del paisaje y de la perfección de cada flor y de cada in-
secto; a través del sol y del agua y del aire, que nos regala cada día.
Dios es maravilloso cuando nos libera milagrosamente de una enfermedad o dolencia, pe-
ro no es menos emocionante cuando un niño abraza a su mamá, y ésta pierde el sueño y
el descanso por velarle y consolarle cuando está enfermo; o cuando dos esposos distan -
ciados se abrazan de nuevo; o cuando un joven perdido y degenerado reencuentra el ca-
mino; o cuando un empleado cumple en silencio y fielmente con su trabajo; o una monji-
ta o enfermera brindan cariño y atención a un enfermo solitario…
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Efesios 3,21
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