Está en la página 1de 4

Caracas, 20 de Mayo del 2021

U. E. P Colegio San José del Ávila


3er año de bachillerato
Castellano
Alumnos: Nathaly Rengifo. Ytzel Rodríguez. Heliber Escobar

1) Texto Narrativo escrito:


A mediados del año 1200 a. C
Amelia ,una increíble, delicada y educada mujer, que no le hacía falta la
compañía de ningún hombre para resaltar, con increíbles ambiciones y una
impresionante manera de ver la vida. En 1200 a. C Amelia tenía 17 años, con
su juventud a flor de piel.
Zeus, rey del Olimpo. Conocido por su personalidad poco afectuosa, orgulloso
y un poco narcisista. Padre de los Dioses y manipulador de las fuerzas
eléctricas, ojos azules, piel pálida, cabello castaño y con una larga melena que
le llegaba a sus hombros, nariz perfilada y una barba no tan larga del mismo
color que su cabellera. Zeus era un hombre prepotente y ambicioso de 25 años
de edad, en busca de mujeres y diversión pero sin dejar que su reputación de
“Padre de los Dioses” se derrumbara.

Amelia
El Olimpo es un buen lugar para vivir, no vengo de una familia poderosa ni soy
un gran personaje, pero vivo a gusto, siempre por ahí, paseando por los
jardines; mi padre un hombre muy protector y humilde siempre busca lo mejor
para mí y para mi madre. Los Dioses siempre mantienen su distancia con
nosotros o como ellos nos llaman los “plebeyos”.
- Amelia, hijita mía no sé cuántas veces tengo que repetirte que no debes
de pasear por los jardines sola, no es un buen lugar para una mujer sola
e indefensa- Dijo mi madre, - ¡No entiendo por qué no puedo dar un
simple paseo por un jardín sin que me tengan que molestar alguno que
otro señor con “necesidad”! – le respondo un poco molesta.
Mi madre siempre me ha dicho que tengo que cuidarme y estar alerta, ¡Porque
en cualquier momento, si un Dios me ve por alguna razón siente que tiene el
derecho de sobrepasarse conmigo!
- ¡Amelia, por Dios! Ya basta, después preguntas por qué te castigamos –
mi madre me responde con un tono de voz muy alto.
Los jardines del Olimpo son verdaderamente hermosísimos, con sus pajaritos y
florecitas que conquistaron mi corazón, no me gustaría dejar de verlos y si me
castigan así sería, dejaría de salir por al menos 1 año, mi padre no juega al
momento de llamarme la atención.

Zeus
- Claramente las personas acá no entiendes instrucciones, ¿Tengo que
explicarlo con papelitos? ¡Dije que quiero todo de azul! – Estoy un poco
nervioso, tengo que planificar esta reunión de Dioses todos los años, es
una reunión que tiene como motivo el calmar nuestras diferencias y
mantener la paz. Como Padre de los Dioses siempre me ha tocado
guiarlos, aunque no se ni porque lo hago.
Bueno... en realidad, digamos que lo más complicado es reunirlos a todos sin
que se maten.
Siempre me ha gustado caminar y despejar la mente un poco, en verdad todos
los preparativos me tienen muy cansado.
Caminaba yo por los gigantes jardines del Olimpo, cerca del corazón central
perdido en mis pensamientos, cuando veo a una hermosa chica de piel
morena, cabello negro, con una delicadeza impresionante. Sin dudarlo un
según me acerco a ella, entonces ahí es cuando me mira y sus ojos color café
bastante claro me miran y penetran mis ojos. Me sentí como un joven de
nuevo, con la intriga de saber quién era ella.
- Disculpa, ¿Te perdiste? – Noto un poco de miedo en su rostro y me
extraña, ¿Me tiene miedo a mi? Confundido le preguntó, - ¿Estás bien?
No pareces de por aquí- Ella solo me suplica con los ojos y yo sigo
confundido.
- Yo..yo..yo, si. Si, si soy de aquí, hija de Karsten y Katherine – No estoy
acostumbrado a tratarme con plebeyos, la verdad no me gusta, los
encuentro ordinarios, simples , brutos y yo no tolero ese tipo de
conductas. Pero velozmente le respondo a aquella chica.
- Por supuesto, ¿Y tienes nombre? – Sigo notando miedo en ella. Estoy
confundido pero no tengo tiempo, sin pensarlo la llevaría conmigo, pero
se ve tan débil que no puedo hacerlo. – Si, yo me llamo Amelia, pero ya
tengo que irme – Al no tener tiempo solo me queda dejarla ir, - Está
bien, espero encontrarte luego- Vi como se alejaba aquella morena
hermosa y solo me dediqué a irme a mi mansión de cristal.
Amelia
¡Qué! Estuve cerca de un Dios, no lo reconocí en ningún momento, es decir no
sé quién era, no alcanzó a decirme su nombre ni nada. Fue amable y hasta me
dejó ir, estoy tan confundida. O sea, se supone que los Dioses hacen lo que
quieren cuando quieren, no les importa nada pero él solo me dejó ir…
Me siento totalmente aterrorizada, nunca me había topado con alguien en el
jardín, ni si quiera damas. ¡Demonios! Ups, que palabrotas estoy pensando. Mi
corazoncito está exaltado, creo que sería mejor irme a dormir.
Bajando por las pequeñas escaleras de mi casa, me encuentro con mi madre y
esperando para desayunar, siento algo de nervios y miedo a que descubra el
encuentro que tuve el día de ayer.
- Buenos días hija mía, ¿Cómo estás hoy? – me pregunta con una voz
dulce y suave - Buenos días madre. Estoy bien, gracias- Respondo
intentando no donas nerviosa.
- Puedo ver en esos ojitos que algo pasa, cuéntame cariño- Salen sus
palabras suaves de su boca Sorprendiendo me. Yo solo niego con la
cabeza. – Madre, quisiera ir hoy de nuevo al jardín, ¿Puedo ir? – Mi
Madre me mira con desaprobación pero me deja ir.
Pasa el día y solo pienso en volverme a encontrar con aquel sujeto, sus ojos
azules y cabello castaño se quedaron en mi mente. Esperando la hora para ir al
jardín solo leo unos cuantos libros y ayudo a mi madre a lavar.

Zeus
- ¡Wow! Es impresionante la manera en la que esa chica Amelia se ha
quedado guardada en mis pensamientos- Digo al aire mientras suspiro,
colocando en la mesita de al lado un accesorio de oro.
Sintiéndome muy nervioso salgo con dirección al jardín, rogando para
encontrarme con ella.
Camino, camino, y sigo caminando, hasta que la veo, sentada con sus
adorables manitos en sus rodillas en el mismo lugar en donde la conocí. Me
acerco un poco sin que ella se de cuenta, hasta que voltea y así vuelve esa
mirada de miedo.
- Lo siento de verdad, no quise asustarte… Creo que no te dije mi
nombre- se desaparece esa expresión asustada de su rostro y me da
una sonrisa a boca cerrada. Vuelvo a hablarle, - Me llamo Zeus, un
gusto Amelia- ella se queda anonadada y solo niega con la cabeza.
- ¿Qué pasa? ¿He dicho algo malo?- digo confundido a lo que ella me
responde, -No, no, discúlpeme señor. Eeeh disculpe, digo Ze..ze..Zeus-
Que graciosa, está tan nerviosa… Me alegra ver el efecto que tengo en ella,
entre dientes digo, - No es necesario que me llames “Señor”. Llámame como
quieras- Noto calma en ella.

Amelia
Pasé toda la tarde en el jardín hablando con el Padre de los Dioses, no me hizo
daño, solo nos quedamos a tener una conversación, rodeados de las bellas
florecitas y animalitos del jardín. ¡Madre mía!
Ah sí, y como si fuera poco la verdad es que me gusta, me gusta su
personalidad, y es bastante apuesto.
La emoción que correo por mi cuerpo es inmensa y va velozmente, pero
recuerdo que debe irme o no me dejaran salir de nuevo, - Me gustaría seguir
hablando contigo, pero ya es la hora de irme. – Digo y veo como se torna un
poco triste su rostro y me sorprende las palabras que salen de sus labios, es
como sí… solo existiéramos nosotros, - está bien, me encantaría ver de nuevo
tu carita, si se puede claro- lo noto algo nervioso y me emociono. – claro,
mañana, en este mismo lugar. Adiós Zeus- Nos despedimos y solo camino
hacia mi hogar.

Amelia y Zeus estuvieron viéndose a escondidillas todos los días durante un


año, el tiempo para Zeus parecía eterno, ya que no podía decirle a nadie de su
amor, porque si, ¡quien lo diría! Se enamoró de la simple y hermosa chica.
Nadie podía enterarse o a Amelia sus padres la echarían de su hogar. También
Zeus vería las consecuencias, ya que eso es una burla para cualquier Dios… y
se aprovecharían de eso.
Ya ha pasado un año, con el amor intenso como si fuera la primera vez.

También podría gustarte