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El Logos Heraclíteo: Comentario

María Porras Avila

El pensamiento de Heráclito se ha calificado la mayoría de las veces como excluyente o


elitista, la mayor parte debido a su lenguaje “intrincado” y “oscuro”, que ha hecho a muchos pensadores
catalogarlo como poco preciso o vago; la otra parte, no menos importante, es a causa de la crítica tajante que
el filósofo del devenir hizo de la sociedad en la que se encontraba. En efecto, creo que Heráclito es el primer
filósofo griego que produce una crítica sistemática hacia la misma sociedad en que vive. Aunque ya Jenófanes
había destacado el absurdo de la representación antropomorfizada de los dioses y la tendencia del hombre a
creer en las apariencias, su crítica es (comparativamente) menos dura. La denuncia que Heráclito hace, es
consistente y expresada muy (quizá demasiado) claramente.
Sin embargo, lo atribuido al pensamiento heraclíteo es absurdo. Considero que este pensador
es el primer filósofo que incluye un concepto esencial de la filosofía humanista: la posibilidad del
conocimiento por autonomía. Estoy consciente de que la razón universal para Heráclito es el logos, que es la
ley única que rige todo, que trasciende el mundo y lo hace ser, pero este logos es también común a todos los
hombres, esa inteligencia gobernante del universo es también compartida por los hombres y se encuentra
inmersa en ellos mismos sin que ellos se den cuenta, como lo expresa en el fragmento 50: “ no escuchando a
mí, sino al logos que está en vosotros mismos debéis dar razón y confesar que todo es uno”. El logos es la ley
cósmica que rige lo existente; es, de acuerdo a la interpretación de Diels (citado por Rodolfo Mondolfo) la
norma eterna que subyace en el flujo de los fenómenos, es la medida y el fin de todas las cosas. El logos es el
principio fundamental, es el orden, la medida y podría decir también, la justicia, pues otorga un sentido a cada
cosa del mundo.
Ahora bien, si esta razón única y universal comprende todas las cosas existentes y las domina
bajo su mandato, entonces cada cosa tendrá necesariamente que formar parte y ser partícipe de ése orden. El
logos trasciende las cosas y les otorga su verdad, su logicidad; las encierra dentro de un mismo “círculo”,
donde el pensamiento se verá permeado por su ley lógica y necesariamente el hombre tendrá la capacidad de
conocer el logos universal por medio del conocimiento de sí mismo, de su propio pensamiento. A este
respecto, Zeller (citado por Rodolfo Mondolfo) considera que el logos heraclíteo era la ratio universal, norma
universal del espíritu de la que deriva la fuerza de pensamiento del hombre. Dado que el pensamiento humano
es parte del logos universal, convive y participa de él, el hombre tendrá el poder del conocimiento en sí
mismo. Esto sucederá cuando sobrepase el nivel de las apariencias y comprenda todo en el estatus de la razón,
cuando distinga las meras opiniones y pueda encontrar y reconocer su logos interior. En este sentido,
Heráclito propone lo que podría ser una actitud individualista, pues insta al hombre al deseo de voltear la
mirada hacia sí mismo y atender a su razón/pensamiento interior para darse cuenta de la realidad de todas las
cosas y así, poder formar un discurso válido (lógico). De ahí la importancia ética que del concepto del logos
deriva Jaeger al argumentar que éste (logos) es ante todo la palabra profética de Heráclito, que tiene como
intención el despertar a los hombres de su sueño para comunicarles la verdad que no es puramente teórica (ley
universal del cosmos), sino que debe influir en su conducta y formar una conciencia que renueve al hombre
uniéndolo a los otros en un mundo común por la comprensión de su logos interno.
El logos de Heráclito se aleja de ser solamente un principio o regla fundamental del cosmos,
sino un sentido común en el que todos los hombres encuentran la verdad de ellos mismos.
Parecería que Heráclito es el primero en iniciar una reflexión hacia el interior, un análisis
introspectivo del ser humano, que resumió con maravillosa poética en el fragmento 45: Los límites del alma,
por más que procedas, no lograrías encontrarlos aún cuando recorrieras todos los caminos; tan hondo tiene su
logos. El elemento fundamental del logos heraclíteo (considero) es la búsqueda de ésta ley universal, de la
verdad inmersa en el ser humano, que lo lleve a reconocerse a sí mismo como parte de un todo armónico,
bello y ordenado. Este reconocimiento es la parte más vigente de la filosofía de Heráclito; el hombre de la
actualidad paradójica y contradictoriamente, trata de formarse un concepto de sí mismo atendiendo a modelos
externos a él, construyendo una imagen externa, siguiendo patrones preformados por la sociedad y
cumpliendo con lineamientos preestablecidos. El hombre debe tornar la mirada hacia su propia esencia, hacia
su propio logos y empezar a construirse desde dentro, encontrar su lógica interna.

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