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Anuario de Psicología Jurídica

ISSN: 1133-0740
revistas_copm@cop.es
Colegio Oficial de Psicólogos de Madrid
España

Torrente Hernández, Ginesa


Conducta antisocial y relaciones familiares en la adolescencia
Anuario de Psicología Jurídica, vol. 15, enero-diciembre, 2005, pp. 9-22
Colegio Oficial de Psicólogos de Madrid
Madrid, España

Disponible en: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=315031849002

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Anuario de Psicología Jurídica, Volumen 15, año 2005. Págs. 9-22. ISBN: 84-87566-33-7

ESTUDIOS

CONDUCTA ANTISOCIAL Y RELACIONES


FAMILIARES EN LA ADOLESCENCIA
ANTISOCIAL BEHAVIOUR AND FAMILY
RELATIONSHIPS IN ADOLESCENCE

Dra. Ginesa Torrente Hernández*


Fecha de Recepción: 28-07-2005 Fecha de Aceptación: 03-02-2006

RESUMEN

El propósito de este trabajo fue analizar la influencia de las relaciones familiares en


las manifestaciones de conducta antisocial en una muestra amplia de 641 menore s
pre-adolescentes y adolescentes, compuesta por hombres y mujeres. Se evaluaron
variables relacionadas con el clima familiar, la comunicación familiar y el estilo de edu -
cación tanto del padre como de la madre. Los resultados indicaron que tanto en los
chicos como en las chicas la mayoría de las variables consideradas mostraron correla -
ción con la conducta delictiva; los análisis de regresión, por su parte, pusieron de mani -
fiesto que en los varones el único predictor significativo fue el clima familiar, específica -
mente, la cohesión familiar; en las mujeres, el clima familiar y las interacciones familia -
res resultaron significativas, pero el predictor más importante fue el uso de estrategias
educativas basadas en el control por parte de la madre.

PALABRAS CLAVE: Adolescencia, Familia, Conducta antisocial.

ABSTRACT

The aim of this work was to analyze the influence of family relationships on antiso -
cial behaviour in adolescence. A large sample consisting of 641 pre-adolescent and

* Departamento de Psiquiatría y Psicología Social. Área de Psicología Social. Universidad de Murcia.


gine@um.es

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Conducta antisocial y relaciones familiares en la adolescencia

adolescent both males and females was used. Variables associated with family climate,
family communication and parenting were analyzed. Results showed that these varia -
bles were related to antisocial behaviour both in males and females. Regression analy -
sis highlighted that the only significant predictor for males was family climate –particu -
larly family cohesion, while both family climate and family interaction were significant
for females, although the most significant predictor was parenting by the mother.

KEY WORDS: Adolescence, Family dimate, Antisocial behaviour.

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G. Torrente

INTRODUCCIÓN la que se lleven a cabo las investigacio-


nes (Junger-Tas et al., 2004).
En este trabajo pretendemos poner
de relieve qué factores familiares pue-
den estar implicados en la aparición y LA CONDUCTA ANTISOCIAL
d e s a rrollo de conductas antisociales en EN CHICOS Y CHICAS
una muestra amplia de pre-adolescentes
y adolescentes españoles con edades En España, las estadísticas oficiales
c o m p rendidas entre los 11 y los 17 muestran como en el año 2003 el
años. La familia, tal y como señalan n ú m e ro de menores bajo tutela por
d i f e rentes autores (p.e. Hischi, 1969, infracción con edades compre n d i d a s
Gottfredson y Hirschi, 1990, Sampson y entre los 14 y los 16 años fue de 10.001
Laub, 1993), es uno de los factores más v a rones frente a 915 mujeres. Para los
influyentes en el origen de la conducta h o m b res, los delitos más frecuentes en
antisocial en general y en las diferentes ese intervalo de edad eran el robo, el
manifestaciones de este comportamien- robo y hurto de vehículos, las lesiones y
to según el sexo en particular, por el el hurto. En el caso de las mujeres los
e j e rcicio de pautas socializadoras dife- delitos más frecuentes eran práctica-
renciales en chicos y en chicas (Junger- mente los mismos, el robo, el hurto y las
Tas, Ribeau y Cru y ff, 2004, To rre n t e , lesiones (INE, 2004).
2002, Torrente y Vazsonyi, en prensa).
Esta discrepancia en el número de
Los datos provenientes de las investi- delitos cometidos por chicos y chicas se
gaciones sobre conducta antisocial basa- mantiene cuando revisamos estadísticas
dos tanto en estadísticas oficiales como judiciales anteriores. Así, en el año 2000
en investigaciones con autoinformes y el número de chicos de edades com-
con encuestas de victimización han prendidas entre 14 y 16 años que esta-
encontrado que, aunque la adolescencia ba bajo tutela por infracción era de
supone una etapa de alta vulnerabilidad 5909 y el de chicas 643. En el año 1998
para el desarrollo de conductas antiso- el número de menores bajo tutela en
ciales (Herrero, Ordóñez, Salas y Colom, esta franja de edad era de 2620 en el
2002), el número de chicas implicadas caso de los chicos y de 293 en el de las
en este tipo de comportamientos es chicas (INE, 2004). Como se puede
menor que el de chicos (Junger-Tas, et observar, el número de delitos cometi-
al., 2004, Torrente, 1996, 2002, Torren- dos por adolescentes en España desde
te y Merlos, 2000,) y, aunque en los últi- 1998 a 2003 se ha incrementado consi-
mos años esta tendencia parece estar derablemente en los últimos años en
cambiando, en general, los chicos obtie- ambos sexos, al tiempo que se han
nen las puntuaciones más altas en con- mantenido las diferencias entre el
ducta externalizada y las chicas en inter- número de conductas delictivas cometi-
nalizada (Bongers, Koot, Van der Ende y das por los hombres y por las mujeres.
Verhulst, 2003). Este hecho, además, es
independiente del país y de la cultura en Los estudios de autoinforme han lle-

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Conducta antisocial y relaciones familiares en la adolescencia

gado a conclusiones semejantes, y aun- i n t e rnalizada o externalizada en una


que la proporción entre sexos se reduce muestra de 137 familias. Sus resultados
considerablemente, el porcentaje de mostraron que tanto las relaciones de la
varones que delinque se mantiene más madre con el hijo como las de la madre
alto en todos los casos, tanto en España con el padre correlacionaban con los
(Gomá, Grande, Valero i Ventura, Punti i problemas de conducta de los adoles-
Vidal, 2001, Torrente 2002) como en centes. Sin embargo, mientras que las
Europa y Estados Unidos (Junger- Tas et relaciones entre los padres se asociaban
al., 2004). con la conducta internalizada, las re l a-
ciones entre madre e hijo se vinculaban
más a la conducta externalizada. Estos
¿CÓMO INFLUYE LA FAMILIA hallazgos apoyan el denominado mode -
EN LA CONDUCTA ANTISOCIAL lo de riesgo acumulativo, que pro p o n e
DE LOS HIJOS? que a mayor número de relaciones clasi-
ficadas negativamente, existe más pro-
Aunque los resultados no son conclu- babilidad de que aparezcan pro b l e m a s
yentes, parece que la exposición a un de conducta. Sin embargo, la re l a c i ó n
clima familiar deteriorado y a un entre el padre y el hijo tiene una función
aumento del conflicto afecta más al de- p rotectora; cuando este tipo de díadas
s a rrollo de conductas desadaptadas, es de signo positivo, disminuye la proba-
antisociales y/o agresivas de los hijos y bilidad de desarrollar algún tipo de pro-
de problemas internos de conducta en blema de conducta.
el caso de las hijas (Davies y Cummings,
1995). Neighbors, Forehand y Bau En muestras clínicas son también rele-
(1997), por su parte, encontraron que la vantes los estudios sobre las relaciones
f recuencia de los conflictos entre los entre padres y adolescentes. Los hallaz-
p a d res se relacionaba con la aparición gos muestran que una percepción nega-
de problemas externos de conducta en tiva de los hijos (especialmente del
las hijas adolescentes y con pro b l e m a s apoyo paterno) correlaciona con el con-
i n t e rnos y externos en el caso de los sumo de alcohol y drogas, e incluso pre-
hijos varones. Otros estudios (p.e., Aals- dice el inicio de uso de estas sustancias
ma, 2000) han hallado que en las chicas (Johnson y Pandina, 1991, Cole y
existe una relación entre la conflictividad McPherson, 1993, Anderson y Henry,
familiar y los problemas de conducta 1994).
tanto externos como internos.
La comunicación familiar es otra de
Respecto a las interacciones padre s - las variables analizadas en las relaciones
hijos, Mathijssen, Koot, Ve rhulst, De entre padres e hijos. Entre otras conse-
Bruyn y Oud (1998) estudiaron las rela- cuencias una buena comunicación fami-
ciones entre padre e hijo, madre e hijo y liar facilita el desarrollo de un autocon-
m a d re y padre para determinar la cepto positivo en los menores y vicever-
influencia diferencial de estas interaccio- sa (Musitu y Molpeceres, 1992). Otras
nes diádicas en la aparición de conducta variables pueden estar influyendo en los

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p a t rones de comunicación existentes cación familiar, tanto del padre como de


entre los padres y los hijos; una de las la madre, en la conducta antisocial de
más importantes es el género del proge- los hijos. Este análisis se lleva a cabo
nitor y el sexo del hijo. En general, los diferencialmente para chicos y chicas.
adolescentes mantienen relaciones más
conflictivas con la madre, sin embarg o ,
i n f o rman de que sus interacciones con MÉTODO
ella son más positivas. Esta contradic-
ción, en realidad, remite a que con la La muestra total de sujetos estaba
m a d re mantienen una comunicación constituida por 660 menores, con eda-
más fluida, significativa y frecuente que des comprendidas entre los 11 y los 18
con el padre. Las madres son percibidas años que cursaban estudios de Educa-
como más abiertas y más dispuestas a ción Secundaria Obligatoria (1º-4º) y 1º
ayudar, en mayor medida si su hijo tam- Bachillerato en tres centros públicos de
bién es de sexo femenino (Buelga y Lila, la Región de Murcia. Seis encuestas no
1999). pudieron ser utilizadas por estar incom-
pletas y trece estudiantes fueron exclui-
Otro de los factores familiares que se dos por tener 18 años o más, por lo que
han relacionado con la conducta antiso- la muestra final quedó reducida a 641
cial es la puesta en marcha de diferentes m e n o res, de los que el 52.3% eran
estilos educativos. En este sentido, se ha hombres y el 47.7% mujeres. La media
o b s e rvado que los padres ejercen un de edad era de 14.35 (d.t.= 1.53) en la
mayor control directo sobre sus hijas muestra global y de 14.48 (d.t.= 1.56)
que sobre sus hijos (Junger-Tas, et al, en el caso de los chicos y de 14.22
2004). Las chicas suelen ser más super- (d.t.=1.49) en el de las chicas (ver tabla 1
visadas que los chicos (Kerr y Stattin, para descripción de la muestra).
2000), y aunque otros autores han
hallado que los padres suelen tener más
información sobre las conductas y activi- Procedimiento
dades del hijo de su mismo sexo (Crou-
ter, Helms-Erikson, Updegraff y McHale, P revia autorización de la Consejería
1999), lo cierto es que las madres suelen de Educación y Universidades de la
tener un conocimiento más exhaustivo Comunidad Autónoma de la Región de
de las actividades que tanto su hijo Murcia, los cuestionarios se aplicaron de
como su hija realizan. f o rma colectiva en las aulas, durante
dos horas consecutivas, en tres centros
Este trabajo tiene como objetivo prin- de Educación Secundaria de la Región
cipal examinar la importancia que las de Murcia. A instancia de los directores
relaciones familiares tienen en el de- de los centros se informó a los padres,
sarrollo de la conducta antisocial en una mediante nota informativa, de la realiza-
muestra de adolescentes españoles. Eva- ción del estudio. En todo momento se
luamos la influencia del clima familiar, la respetó la voluntariedad y el anonimato
comunicación familiar y el estilo de edu- de los menores. Así mismo, se respetó el

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Conducta antisocial y relaciones familiares en la adolescencia

deseo de algunos padres de que su hijo una escala construida para tal efecto
no fuese entrevistado. (Torrente, 2002). La escala global estaba
formada por seis ítems (α=.81) y estaba
compuesta a su vez por dos subescalas,
Variables e Instrumentos cada una de ellas con tres ítems segui-
dos de cinco alternativas de respuesta
— Los sujetos eran entre v i s t a d o s (desde muy malas a muy buenas). En la
sobre su sexo, edad, nivel educativo de primera de ellas se preguntaba a los
sus padres y estructura familiar. La varia- adolescentes como calificarían la comu-
ble nivel educativo de los padres incluía nicación que tenían con su padre, su
cinco niveles: a. estudios primarios no madre y el resto de miembros de la uni-
finalizados, b. estudios primarios finali - dad familiar (α=.67); los otros tres ítems
zados o graduado escolar, c. formación evaluaban la percepción de las re l a c i o-
profesional, d. bachillerato y e. estudios nes que los adolescentes mantenían
universitarios. La estructura familiar fue también con su padre, su madre y el
evaluada por una cuestión: tus padre s resto de miembros de su familia (α=.66).
viven juntos o no.
— Para evaluar los estilos educativos
— Para evaluar las principales carac- y afectivos de los padres se emplearo n
terísticas socio-ambientales de las fami- dos subescalas del Cuestionario sobre
lias se emplearon las subescalas de los estilos educativos de los padre s
cohesión y de conflicto, que conforman (Torrente, 2002), que han demostrado
la escala más amplia de relaciones (junto tener altos índices de fiabilidad: a)
con la de expresividad) de la Escala de Subescala de estilo inductivo, que en el
Clima Social en la Familia (Moos, Moos y caso del padre alcanza una fiabilidad
Trickett, 1974, adaptación TEA, 1984). de .89 y en el de la madre .86. Esta
La subescala de c o h e s i ó n evalúa el subescala recoge 18 ítems que hacen
grado en que los distintos miembros de re f e rencia a la utilización de estrategias
la familia se apoyan mutuamente. La educativas basadas en el diálogo, el
subescala de conflicto mide el grado en apoyo y el refuerzo positivo; b) su b e s -
que el conflicto y la agresividad se cala de estilo autoritario, cuya fiabilidad
e x p resan abiertamente. Cada una de en el caso del padre ascendía a .82 y en
estas subescalas está formada por ítems el caso de la madre a .81. Esta subesca-
dicotómicos (verdadero-falso), y presen- la está compuesta por 21 ítems que
tan suficiente fiabilidad y consistencia hacen re f e rencia al uso de estrategias
interna, variando los índices test-re t e s t educativas basadas en el castigo, inclu-
de .86 a .85 y los de consistencia inter- so físico, y la re p robación; en definitiva,
na de .78 a .75 (TEA, 1984). al uso de estrategias de control negati-
vas.
— Se evaluó la percepción que los
adolescentes tenían de las relaciones y — Para evaluar la conducta delictiva
la comunicación que mantenían tanto utilizamos la Escala de conductas delicti -
con el padre como con la madre con vas-D del Cuestionario de Conductas

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Antisociales-Delictivas (TEA, 1988), f o r- rencia a procesos de interacción familiar


mada por 20 ítems dicotómicos que y a la educación materna. Respecto a la
hacen referencia a conductas delictivas interacción familiar, los chicos perciben
llevadas a cabo por menores. En mues- de forma más positiva la comunicación
tras españolas este cuestionario ha mos- (M chicos=4.23, Mchicas =4.11; t 545=2.04;
trado un índice de fiabilidad de .862 en p<.05) que mantienen con los miembros
el caso de los chicos y .86 en el de las de su familia. Respecto al estilo de edu-
chicas (Seisdedos, 1988). cación familiar, sólo el uso de la induc-
ción en el caso de la madre resultó ser
significativa, (Mchicos =3.65; Mchicas =3.8;
Análisis de datos: t639=-2.93); p<.01) mostrando una pun-
tuación más elevada el grupo de las chi-
En primer lugar, llevamos a cabo un cas.
análisis de comparación de las puntua-
ciones medias, prueba t, con el fin de
determinar posibles diferencias en las Análisis de correlaciones
variables analizadas según el sexo. En
segundo lugar, y antes de realizar el En la tabla III podemos observar los
análisis predictivo, llevamos a cabo un resultados de las correlaciones parciales
análisis de correlación entre las variables e n t re las distintas variables una vez con-
familiares evaluadas y la medida de des- troladas la edad, la estructura familiar
viación. Finalmente, se llevaron a cabo (intacta o no) y el nivel académico del
análisis de re g resión jerárquica para p a d re y de la madre. Tal y como pode-
establecer qué variables familiares se mos observar, en el caso de los varones,
pueden considerar predictoras de la todas las variables consideradas pre s e n-
conducta antisocial según el sexo; la tan una correlación significativa con la
edad del menor, la estructura familiar y variable conducta antisocial. Atendien-
el nivel académico del padre y la madre do al valor absoluto, la variable que pre-
fueron introducidas en un primer paso senta un índice de correlación mayor es
como variables control. Todos los análisis la cohesión (r=-.33), seguida del conflic-
estadísticos se realizaron con el paquete to (r=.27), las relaciones que mantiene
estadístico SPSS 11. con su familia (r=-.21), el uso de la
inducción por parte de la madre (r=-
.19), el uso de estrategias educativas
RESULTADOS autoritarias por parte de la madre
(r=.18), la comunicación con los miem-
Diferencia de medias bros de la familia (r=-.15), el uso del
estilo autoritario del padre (r=.14) y, por
Como se puede observar en la tabla II último, el uso de estrategias educativas
ambos grupos, varones y mujeres, no basadas en la inducción por parte del
mostraron diferencias significativas en p a d re (r=-.12).
las variables relacionadas con el clima
familiar, pero sí en las que hacen re f e- Respecto a las chicas, a excepción del

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Conducta antisocial y relaciones familiares en la adolescencia

Tabla 1.
Características de la muestra

uso de la inducción en la educación, Análisis de regresión jerárquica


tanto en el caso del padre como en el
de la madre (r=-.05 en ambos casos), En la tabla IV se pueden observar los
re s u l t a ron significativas las variables resultados de los análisis de re g resión
autoritarismo materno (r=.30), re l a c i o- j e r á rquica para ambos sexos una vez
nes familiares con los miembros de la introducidas en un primer paso las varia-
familia (r=-.26), comunicación con los bles edad del menor, su estructura fami-
miembros de la familia (r=-.22), uso del liar y el nivel educativo del padre y de la
estilo autoritario por parte del padre madre para controlar sus posibles efec-
(r=.20), cohesión familiar (r=-.17) y con- tos. En este paso, la edad resultó ser un
flicto familiar (r=.16). p redictor significativo de la conducta

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Tabla 2.
Diferencia de medidas

antisocial para ambos grupos (p<.001 nivel de significación estadística. En pri-


para los chicos y p<.05 para las chicas). mer lugar, el de interacción familiar
En el segundo paso, la varianza explica- (ΔR2=.034; p<.05) y dentro de él resultó
da por el clima familiar ( Δ R 2 = . 1 1 4 ; ser marginalmente significativo las re l a-
p<.001 en el caso de los chicos; ciones familiares con los miembros de la
ΔR2=.035; p<.05 en el caso de los chi- familia (p<.1). En segundo lugar, el de
cas) también resultó significativa. Especí- educación materna (ΔR2=.046; p<.01),
ficamente, en el grupo de varones resul- específicamente el uso de estrategias
tó ser un predictor significativo la cohe- educativas basadas en el estilo autorita-
sión familiar (p<.01) y marginalmente rio por parte de la madre apareció como
significativo el conflicto familiar (p<.1). predictor significativo (p<.01).
En el grupo de mujeres, aunque el paso
resultó ser significativo, no lo fueron a
nivel de significación ninguna de las DISCUSIÓN
variables que lo componían.
Los resultados de este trabajo mues-
En el grupo de las chicas aparecieron tran como en ambos grupos los predicto-
más pasos que explicaban varianza a res familiares de la conducta delictiva no

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Conducta antisocial y relaciones familiares en la adolescencia

Tabla 3.
Correlaciones parciales entre clima familiar, interacción familiar y educación
familiar y conducta delictiva

son necesariamente los mismos. Los chi- los miembros de su familia aunque, con-
cos y las chicas se diferencian en la per- trariamente a lo que cabría esperar, los
cepción que tienen de la comunicación chicos informan de mantener una mejor
que mantienen con los miembros de su comunicación y mejores relaciones que
familia y en el uso que hace la madre de las chicas. Sin embargo, sí aparece en la
unas estrategias educativas sobre otras. dirección esperada el uso de estrategias
educativas basadas en la inducción
Tanto los chicos como las chicas de (apoyo y comunicación) con mayor fre-
nuestra muestra obtienen puntuaciones cuencia en el caso de las hijas por parte
altas en la percepción de las relaciones y del progenitor del mismo sexo (Buelga y
de la comunicación que mantienen con Lila, 1999).

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Tabla 4.
Análisis de regresión jerárquico (V.D.: Conducta delictiva)

Los resultados de la matriz de correla- varones, mientras que en las mujeres el


ciones, por su parte, aportan evidencia uso de estrategias inductivas es la única
de la asociación entre todas las variables variable que no se asocia con la presen-
familiares consideradas y la presencia de cia de conducta delictiva autoinform a-
conducta delictiva autoinformada en da. De especial interés es el resultado

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Conducta antisocial y relaciones familiares en la adolescencia

que indica que en los chicos el clima tradicional en la educación familiar; las
familiar es el que presenta una mayor hijas suelen apoyarse más en ella, fun-
asociación con la conducta delictiva, lo damentalmente en la elaboración de su
que estaría en consonancia con otro s p ropia identidad, por lo que, una mala
resultados anteriores que vinculaban los relación estaría indicando que este pro-
problemas externos de conducta de los ceso no se está llevando a cabo adecua-
hijos a la exposición a un clima familiar damente, lo que dificultaría el desarrollo
deteriorado y conflictivo (Davies y Cum- adaptativo de las menores (Torrente y
mings, 1995). En las mujeres las asocia- Vazsonyi, en prensa).
ciones más altas aparecen en el uso del
autoritarismo de la madre y de la per- Varias son las limitaciones que debe-
cepción de las relaciones que mantienen mos señalar en nuestro estudio. En pri-
con los miembros de su familia. mer lugar, aunque el uso de autoinfor-
mes permite conocer el índice de con-
La importancia y los efectos pernicio- ducta antisocial no oficial, es decir, el
sos de un clima familiar deteriorado presente en la población general, y nos
también aparecen, tanto en los chicos permite acercarnos al fenómeno como
como en las chicas, cuando buscamos un continuo (Romero, Sobral y Luengo,
predictores del comportamiento antiso- 1999), también nos aleja del análisis de
cial. Especialmente importante es, en el las problemáticas de conducta más
caso de los varones, la falta de cohesión extremas, donde las diferencias entre
familiar, que aparece como el predictor sexos son más agudas. La investigación
más importante de cuantos hemos con- en este campo debería pasar por el aná-
siderado y, aunque también apare c e lisis complementario de datos de autoin-
como marginalmente significativo el forme y datos oficiales, pues es en estos
conflicto, ningún otro paso ni variables casos donde las problemáticas, especial-
de las analizadas resultaron predictores mente las familiares, tienen efectos más
válidos. Esto indica que en el desarrollo graves y más prolongados en el tiempo
de conducta antisocial parece más influ- (Torrente, 2002, Torrente y Rodríguez,
yente el clima familiar global que las 2003, 2004). Otra limitación viene dada
interacciones diádicas específicas que por la propia muestra, puesto que no
los adolescentes varones tienen con los hemos considerado a menores que, por
distintos miembros de su familia. En alguna razón, han quedado descolgados
cambio, en el caso de las chicas, aunque del sistema educativo y que, por este
el clima familiar en conjunto resultó ser motivo, pueden estar expuestos a una
un predictor significativo, adquieren más situación de riesgo social. Por último,
importancia la percepción de las interac- c reemos que nuestros datos no son
ciones diádicas con los distintos miem- necesariamente extrapolables a otro s
bros de la familia y, especialmente, el países y culturas, ya que , aunque cam-
uso de la coerción por parte de la biando (p.e. Iglesias de Ussel, 1998) la
m a d re. Una explicación posible a este familia en España sigue mostrando un
hecho puede venir dada por el hecho de perfil más conservador que en otros paí-
que la madre sigue siendo aun la figura ses occidentales (Junger-Tas et al, 2004).

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G. Torrente

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