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11. Oído
El oído, órgano de audición y equilibrio, se divide en oído externo, medio e interno (fig. 8-109).
El oído externo y el oído medio están relacionados principalmente con la transferencia del
sonido al oído interno, que contiene el órgano del equilibrio además del órgano de la audición.
La membrana timpánica separa el oído externo del oído medio. La tuba auditiva conecta el
oído medio con la nasofaringe.
Fig. 8-109
Fig. 8-109. Partes del oído. Sección frontal del oído, con un dibujo orientativo acompañante,
que muestra que consta de tres partes: externa, media e interna. El oído externo está formado
por la oreja y el meato acústico externo. El oído medio es un espacio aéreo en el que se
localizan los huesecillos del oído. El oído interno contiene el laberinto membranoso, cuyas
principales divisiones son el laberinto coclear y el laberinto vestibular.
Oído externo
El oído externo está compuesto por la oreja, que recoge el sonido, y el meato acústico externo,
que lo conduce hacia la membrana timpánica.
Oreja
La oreja se compone de una lámina de cartílago elástico de forma irregular, cubierto por una
piel delgada (fig. 8-110). La oreja presenta varias depresiones y elevaciones.
Fig. 8-110
Fig. 8-110. Oído externo. Partes de la oreja habitualmente utilizadas en la descripción clínica. El
oído externo está formado por la oreja y el meato acústico externo.
La concha de la oreja es la depresión más profunda. El borde elevado de la oreja es el hélix. Las
otras depresiones y elevaciones se exponen en la figura 8-110. El lobulillo (lóbulo), no
cartilaginoso, está formado por tejido fibroso, grasa y vasos sanguíneos. Se perfora fácilmente
para tomar pequeñas muestras de sangre o insertar pendientes. El trago (del griego tragos,
cabra; en alusión a los pelos que tienden a crecer en esta formación, parecidos a la barba de
una cabra) es una proyección en forma de lengüeta que recubre el poro del meato acústico
externo. La irrigación arterial de la oreja deriva principalmente de las arterias auricular
posterior y temporal superficial (fig. 8-111 A).
Los principales nervios de la piel de la oreja son los nervios auricular mayor y auriculotemporal.
El nervio auricular mayor inerva la cara craneal (medial; habitualmente denominada «dorso de
la oreja») y la parte posterior (hélix, antihélix y lóbulo) de la cara lateral («parte frontal del
oído»). El nervio auriculotemporal, ramo del NC V3, inerva la piel de la cara anterior de la
superficie lateral de la aurícula, incluyendo el borde de la concha, la cruz del hélix y el trago
(figs. 8-109 y 8-111 A). La piel de la concha está inervada en su mayoría por la rama auricular
del vago, con una contribución menor del nervio facial.
El drenaje linfático de la oreja se realiza, en la cara lateral de la mitad superior de la oreja, hacia
los nódulos linfáticos parotídeos superficiales (fig. 8-111 B); la cara craneal de la mitad superior
de la oreja drena en los nódulos linfáticos mastoideos y en los nódulos linfáticos cervicales
profundos; el resto de la oreja, incluido el lóbulo, drena en los nódulos linfáticos cervicales
superficiales.
Fig. 8-111
Fig. 8-111. Disección de la cara y drenaje linfático de la cabeza. A) Las arterias y venas
auriculares posteriores y temporales superficiales, y los nervios auricular mayor y
auriculotemporal, proporcionan la circulación y la inervación del oído externo. B) El drenaje
linfático se dirige hacia los nódulos linfáticos parotídeos, así como a los nódulos mastoideos y
cervicales superficiales; todos ellos drenan en los nódulos linfáticos cervicales profundos.
El meato acústico externo se extiende hacia el interior a través de la porción timpánica del
hueso temporal, desde la oreja hasta la membrana timpánica, una distancia de 2-3 cm en el
adulto (fig. 8-109). El tercio lateral de este conducto, ligeramente en forma de S, es
cartilaginoso y está recubierto de piel que se continúa con la piel de la oreja. Los dos tercios
mediales son óseos y están revestidos de piel delgada que se continúa con la capa externa de la
membrana timpánica. Las glándulas ceruminosas y sebáceas, en el tejido subcutáneo de la
porción cartilaginosa, producen cerumen.
Fig. 8-112
Superiormente al proceso lateral del martillo (uno de los huesecillos del oído medio), la
membrana es delgada y se denomina porción fláccida. Carece de las fibras radiales y circulares
que están presentes en el resto de la membrana, denominada porción tensa. La porción
fláccida forma la pared lateral del receso superior de la cavidad timpánica.
La membrana timpánica se mueve en respuesta a las vibraciones del aire que llegan hasta ella a
través del meato acústico externo. Los movimientos de la membrana se transmiten mediante
los huesecillos del oído a través del oído medio hacia el oído interno (fig. 8-109).
La piel de las paredes superior y anterior del meato acústico externo y los dos tercios
anterosuperiores de la superficie externa de la membrana timpánica son inervados
principalmente por el nervio auriculotemporal (fig. 8-111 A), un ramo del NC V3. La piel de las
paredes posterior e inferior del meato y el tercio posteroinferior de la superficie externa de la
membrana timpánica son inervados por el ramo auricular del vago (NC X). La super-ficie interna
de la membrana timpánica recibe inervación del nervio glosofaríngeo (NC IX).
Oído medio
La cavidad timpánica, o cavidad del oído medio, es la estrecha cámara llena de aire situada en
la porción petrosa del hueso temporal (figs. 8-109 y 8-113). Tiene dos porciones: la cavidad
timpánica propiamente dicha, o espacio directamente interno a la membrana timpánica, y el
receso epitimpánico, o espacio superior a la membrana. La cavidad timpánica está conectada
anteromedialmente con la nasofaringe por la tuba auditiva, y posterosuperiormente con las
celdillas mastoideas por el antro mastoideo (figs. 8-113 A y 8-114). La cavidad timpánica está
revestida de una mucosa que se continúa con la mucosa que recubre la tuba auditiva, las
celdillas mastoideas y el antro mastoideo.
Fig. 8-113. Esquema general y orientación de los componentes del oído. A) Imagen del oído in
situ. El meato acústico externo discurre en sentido lateral a medial. El eje de la membrana
timpánica y el eje sobre el cual se enrolla la cóclea discurren inferiormente y anteriormente a
medida que avanza lateralmente. Los ejes longitudinales de los laberintos óseo y membranoso,
y de la tuba auditiva y de los músculos elevador del velo del paladar y tensor del tímpano, se
encuentran perpendiculares a los de la membrana timpánica y la cóclea (discurren
inferiormente y anteriormente al avanzar medialmente). B) Oído medio y oído interno. El oído
medio se encuentra entre la membrana timpánica y el oído interno. De la pared lateral a la
pared medial de la cavidad timpánica se extienden tres huesecillos. La tuba auditiva es una
comunicación entre la pared anterior de la cavidad timpánica y la pared lateral de la
nasofaringe. El oído interno está formado por un sistema cerrado de tubos y bulbos
membranosos, el laberinto membranoso, que está lleno de un líquido denominado endolinfa
(naranja), y bañado y rodeado por un líquido llamado perilinfa (violeta).
El oído medio, cuya forma es semejante a una caja estrecha con lados cóncavos, tiene seis
paredes (fig. 8-114 B):
La pared tegmental (superior) está formada por una delgada lámina ósea, la pared superior del
tímpano, que separa la cavidad timpánica de la duramadre de la fosa craneal media (fig. 8-114
A).
La pared yugular (piso) está formada por una capa ósea que separa la cavidad timpánica del
bulbo superior de la vena yugular interna (fig. 8-114 A y B).
La pared membranosa (pared lateral) está formada casi totalmente por la convexidad picuda de
la membrana timpánica; superiormente está formada por la pared lateral ósea del receso
epitimpánico. El manubrio del martillo está unido a la membrana timpánica y su cabeza se
extiende hacia el interior del receso epitimpánico.
La pared laberíntica (pared medial) separa la cavidad timpánica del oído interno. También
presenta el promontorio de la pared laberíntica, formado por la porción inicial (espira basal) de
la cóclea y las ventanas coclear y vestibular, que en el cráneo en seco se comunican con el oído
interno.
La pared mastoidea (pared posterior) tiene una abertura en su parte superior, la entrada al
antro mastoideo, que conecta la cavidad timpánica con las celdillas mastoideas; el conducto
para el nervio facial desciende entre la pared posterior y el antro, medialmente a la entrada a
este último.
La pared carotídea, anterior, separa la cavidad timpánica del conducto carotídeo;
superiormente presenta el orificio de la tuba auditiva y el conducto del tensor del tím.
El antro mastoideo es una cavidad en el proceso mastoides del hueso temporal (fig. 8-114 A). El
antro, al igual que ocurre en la cavidad timpánica, está separado de la fosa craneal media por
una delgada lámina del hueso temporal, denominada pared tegmental. Esta estructura
constituye la pared tegmentaria (techo) de las cavidades del oído, y también forma parte de la
porción lateral de la fosa craneal media. El antro mastoideo es la cavidad común en la cual se
abren las celdillas mastoideas. El antro y las celdillas mastoideas están revestidos de una
mucosa que se continúa con la que tapiza el oído medio. Anteroinferiormente, el antro está
relacionado con el conducto del nervio facial.
Fig. 8-114
Fig. 8-114. Paredes de la cavidad timpánica. A) La muestra se ha disecado con un taladro desde
la cara medial. La pared tegmental, que forma el techo de la cavidad timpánica y el antro
mastoideo, tiene un grosor importante en esta muestra, aunque en general suele ser
extremadamente delgada. La arteria carótida interna es la principal relación de la pared
anterior, la vena yugular interna es la principal relación del piso, y el nervio facial (NC VII) es la
característica principal de la pared posterior. La cuerda del tímpano pasa entre el martillo y el
yunque. B) En esta imagen del oído medio se ha retirado la pared carotídea (anterior) de la
cavidad timpánica. La membrana timpánica forma la mayor parte de la pared membranosa
(lateral); superiormente se encuentra el receso epitimpánico, en el cual se alojan las porciones
de mayor tamaño del martillo y el yunque. Ramos del plexo timpánico inervan la mucosa del
oído medio y la tuba auditiva adyacente, pero uno de los ramos, el nervio petroso menor,
conduce fibras parasimpáticas presinápticas al ganglio ótico, para la inervación secretomotora
de la glándula parótida.
Tuba auditiva
La función de la tuba auditiva consiste en igualar la presión en el oído medio con la presión
atmosférica, lo cual permite que la membrana timpánica se mueva libremente. Al permitir que
el aire entre y salga de la cavidad timpánica, la tuba auditiva equilibra las presiones a ambos
lados de la membrana timpánica. Como las paredes de la porción cartilaginosa de la tuba se
hallan normalmente en aposición, su apertura debe realizarse de un modo activo, lo que se
logra mediante el cinturón expansor del vientre muscular del elevador del velo del paladar; al
contraerse longitudinalmente este músculo empuja una pared, mientras que la contracción del
tensor del velo del paladar tracciona de la otra pared. Debido a que estos músculos pertenecen
al paladar blando, el igualamiento de las presiones se asocia habitualmente con actividades
como el bostezo y la deglución.
Las arterias de la tuba auditiva proceden de la arteria faríngea ascendente, rama de la arteria
carótida externa, y de la arteria meníngea media y la arteria del conducto pterigoideo, ramas
de la arteria maxilar (fig. 8-115; tabla 8-12).
Las venas de la tuba auditiva drenan en el plexo venoso pterigoideo. El drenaje linfático de la
tuba se realiza en los nódulos linfáticos cervicales profundos (fig. 8-111 B).
Los nervios de la tuba auditiva proceden del plexo timpánico (fig. 8-114 B), formado por fibras
del nervio glosofaríngeo (NC IX). Anteriormente, la tuba también recibe fibras del ganglio
pterigopalatino (fig. 8-106 A).
Fig. 8-115
Fig. 8-115. Estructuras vasculonerviosas del oído externo y el oído medio. A) En esta disección
de estructuras profundas con respecto al lecho parotídeo se han retraído el nervio facial (NC
VII), el vientre posterior del músculo digástrico y su nervio. La arteria faríngea ascendente,
profundamente ubicada, es la única rama medial de la arteria carótida externa. Irriga la faringe,
la tonsila palatina, la tuba auditiva y la pared medial de la cavidad timpánica, antes de terminar
dividiéndose en ramas meníngeas para la cavidad craneal. B) Arteria maxilar y sus ramas. Las
ramas de la primera porción (mandibular) irrigan el meato acústico externo y la membrana
timpánica. La arteria meníngea media proporciona ramas a la tuba auditiva antes de entrar en
el cráneo por el foramen espinoso.
Los huesecillos del oído forman una cadena móvil de pequeños huesos a través de la cavidad
timpánica, desde la membrana timpánica hasta la ventana vestibular (oval), una abertura
ovalada en la pared laberíntica de la cavidad timpánica, que conduce al vestíbulo del laberinto
óseo (figs. 8-113 B y 8-116 A). Estos huesecillos son los primeros que se osifican por completo
en el curso del desarrollo, y se hallan esencialmente maduros al nacer. El material óseo que los
forma es excepcionalmente denso (duro). Los huesecillos están revestidos de la mucosa que
tapiza la cavidad timpánica; sin embargo, a diferencia de otros huesos, carecen de la capa
circundante de periostio osteogénico.
Fig. 8-116
Fig. 8-116. Huesecillos del oído. A) Huesecillos in situ. B a D) Detalles de cada uno de los
huesecillos.
Martillo
El martillo está unido a la membrana timpánica. La cabeza del martillo, superior y redondeada,
se sitúa en el receso epitimpánico (fig. 8-116 B). El cuello del martillo se apoya contra la
porción fláccida de la membrana timpánica, y el manubrio (mango) del martillo está incluido en
la membrana timpánica, con su punta en el ombligo de esta; así pues, el martillo se mueve
junto con la membrana timpánica. La cabeza del martillo se articula con el yunque; el tendón
del tensor del tímpano se inserta en su manubrio, cerca del cuello. La cuerda del tímpano cruza
la cara medial del cuello del martillo. El martillo funciona como una palanca, con la más larga
de sus dos procesos y el manubrio unidos a la membrana timpánica.
Yunque
El yunque está localizado entre el martillo y el estribo, y se articula con ambos. Posee un
cuerpo y dos ramas. Su voluminoso cuerpo está situado en el receso epitimpánico (fig. 8-116
A), donde se articula con la cabeza del martillo (fig. 8-116 C). La rama larga es paralela al
manubrio del martillo, y su extremo inferior se articula con el estribo mediante el proceso
lenticular, una proyección dirigida medialmente. La rama corta está conectada por un
ligamento a la pared posterior de la cavidad timpánica.
Estribo
El estribo es el huesecillo más pequeño. Posee una cabeza, dos ramas y una base (fig. 8-116 D).
La cabeza, dirigida lateralmente, se articula con el yunque (fig. 8-116 A). La base del estribo
encaja en la ventana vestibular sobre la pared medial de la cavidad timpánica. La base oval está
unida a los bordes de la ventana. La base del estribo es considerablemente más pequeña que
la membrana timpánica; a consecuencia de ello, la fuerza vibratoria del estribo se incrementa
unas diez veces con respecto a la que ejerce la membrana timpánica. De este modo, los
huesecillos del oído aumentan la fuerza, pero disminuyen la amplitud de las vibraciones
transmitidas desde la membrana timpánica hasta el oído interno (fig. 8-120).
Dos músculos amortiguan o resisten los movimientos de los huesecillos del oído; uno de ellos
también amortigua los movimientos (vibra ciones) de la membrana timpánica. El tensor del
tímpano es un músculo corto que se origina en la cara superior de la porción cartilaginosa de la
tuba auditiva, el ala mayor del esfenoides y la porción petrosa del hueso temporal (figs. 8-113
A y 8-114). El tensor del tímpano se inserta en el manubrio del martillo y tira de él
medialmente, lo que tensa la membrana timpánica y reduce la amplitud de sus oscilaciones.
Esta acción tiende a prevenir lesiones del oído interno cuando el sujeto está expuesto a fuertes
ruidos. El tensor del tímpano está inervado por el nervio mandibular (NC V3).
Oído interno
Fig. 8-117
Fig. 8-117. Laberintos óseo y membranoso del oído interno. A) Esta imagen del interior de la
base del cráneo muestra el hueso temporal y la localización del laberinto óseo. B) Las paredes
del laberinto óseo se han separado de la porción petrosa del temporal. C) Una imagen similar
del laberinto óseo ocupado por perilinfa y el laberinto membranoso. D) El laberinto
membranoso, que se muestra tras la extirpación del laberinto óseo, es un sistema cerrado de
conductos y cámaras que está lleno de endolinfa y rodeado por perilinfa. Tiene tres partes: el
conducto coclear, que ocupa la cóclea; el utrículo y el sáculo, que ocupan el vestíbulo, y los tres
conductos semicirculares, que ocupan los tres conductos semicirculares óseos. El utrículo se
comunica con el sáculo a través del conducto utriculosacular. El conducto semicircular lateral se
encuentra en el plano horizontal, y es más horizontal de lo que se observa en este dibujo.
Laberinto óseo
El laberinto óseo está formado por una serie de cavidades (cóclea, vestíbulo y conductos
semicirculares) situadas dentro de la cápsula ótica de la porción petrosa del hueso temporal
(figs. 8-113 A y 8-117 B). La cápsula ótica está formada por hueso más denso que el resto de la
porción petrosa del temporal y puede aislarse de este mediante una fresa dental. A menudo la
cápsula ótica se representa e identifica de forma errónea como si fuese el laberinto óseo. Sin
embargo, el laberinto óseo es un espacio lleno de líquido, que está rodeado por la cápsula
ótica y se representa con mayor exactitud mediante un molde de esta, tras la eliminación del
hueso circundante.
Cóclea
La cóclea (caracol) es la porción en forma de concha de caracol del laberinto óseo que contiene
el conducto coclear (fig. 8-117 C) y es la porción del oído interno implicada en la audición. El
conducto espiral de la cóclea empieza en el vestíbulo y da dos vueltas y media en torno a un
núcleo cuneiforme de hueso esponjoso, el modiolo (fig. 8-118). El modiolo contiene conductos
para los vasos sanguíneos y la distribución de los ramos del nervio coclear. El vértice del
modiolo de forma cónica, como el eje de la membrana timpánica, se dirige lateral, anterior e
inferiormente. La amplia espira basal de la cóclea forma el promontorio de la pared laberíntica
de la cavidad timpánica (fig. 8-114 B). En la espira basal, el laberinto óseo comunica con el
espacio subaracnoideo superior al foramen yugular a través del acueducto coclear (fig. 8-113
B). También presenta la ventana coclear (redonda), cerrada por la membrana timpánica
secundaria (fig. 8-117 B y C).
Fig. 8-118
Fig. 8-118. Estructura de la cóclea. La cóclea se ha seccionado a lo largo del eje sobre el que se
enrolla (figura orientativa). Tras retirar las espiras de la cóclea se muestra aislada una porción
de esta a modo de cono, el modiolo, dejando sólo la lámina espiral enrollada sobre él, como el
filo de un sacacorchos. También se muestran los detalles del área.
El vestíbulo del laberinto óseo es una pequeña cámara oval (de unos 5 mm de largo) que
contiene el utrículo y el sáculo (fig. 8-117 C), y porciones del aparato del equilibrio (laberinto
vestibular). En la pared lateral del vestíbulo se encuentra la ventana vestibular (oval), ocupada
por la base del estribo. El vestíbulo se continúa anterior-mente con la cóclea ósea, y
posteriormente con los conductos semicirculares óseos y con la fosa craneal posterior
mediante el acueducto del vestíbulo (fig. 8-113 B). El acueducto se extiende hacia la cara
posterior de la porción petrosa del temporal, donde se abre posterolateralmente al meato
acústico interno (fig. 8-117 A). El acueducto vestibular deja paso al conducto endolinfático (figs.
8-113 B y 8-117 D) y dos pequeños vasos sanguíneos.
Los conductos semicirculares óseos (anterior, posterior y lateral) comunican con el vestíbulo
del laberinto óseo (fig. 8-117 B). Los conductos se sitúan posterosuperiores al vestíbulo, en el
cual desembocan, y se disponen en ángulos rectos entre ellos. Ocupan los tres planos del
espacio. Cada conducto semicircular óseo forma, aproximadamente, dos tercios de un círculo
de unos 1,5 mm de diámetro, excepto en uno de sus extremos, donde existe una dilatación, la
ampolla ósea. Los conductos tienen sólo cinco aberturas en el vestíbulo, ya que los conductos
anterior y posterior tienen una rama común. Los conductos semicirculares del laberinto
membranoso están alojados dentro de los conductos semicirculares óseos (fig. 8-117 C y D).
Laberinto membranoso
El laberinto membranoso consta de una serie de sacos y conductos comunicantes que están
suspendidos en el laberinto óseo (fig. 8-117 C). El laberinto membranoso contiene endolinfa,
un líquido acuoso de composición similar al líquido intracelular, cuya composición difiere de la
perilinfa circundante (que es semejante al líquido extracelular) que rellena el resto del
laberinto óseo. El laberinto membranoso está compuesto por dos divisiones, 1) el laberinto
vestibular y 2) el laberinto coclear, y contiene más porciones que el laberinto óseo:
El utrículo y el sáculo, dos pequeños sacos comunicantes en el vestíbulo del laberinto óseo.
Laberinto coclear, relacionado con la audición, está compuesto del conducto coclear en el
conducto espiral de la cóclea.
Las dos divisiones del laberinto membranoso están conectadas a través del conducto reuniens,
que se extiende entre el sáculo y el conducto coclear.
Fig. 8-119
Fig. 8-119. Nervio vestibulococlear. El NC VIII tiene dos partes: el nervio coclear (nervio de la
audición) y el nervio vestibular (nervio del equilibrio). Los cuerpos celulares de las fibras
sensitivas que constituyen (sólo) las dos partes de este nervio forman los ganglios espiral y
vestibular.
Conductos semicirculares
Cada conducto semicircular membranoso tiene una ampolla en uno de sus extremos que
contiene un área sensorial, la cresta ampular (fig. 8-119). Las crestas perciben la aceleración o
desaceleración rotatoria de la cabeza, que registran los movimientos de la endolinfa en la
ampolla, resultantes de la rotación de la cabeza en el plano del conducto. Las células pilosas de
las crestas, semejantes a las de las máculas, estimulan las neuronas sensoriales del nervio
vestibular, cuyos cuerpos celulares también están en los ganglios vestibulares.
Conducto coclear
Las ondas de presión hidráulica creadas en la perilinfa del vestíbulo por las vibraciones de la
base del estribo ascienden hacia la cúpula de la cóclea por un conducto, la rampa vestibular
(fig. 8-120). Las ondas de presión pasan entonces a través del helicotrema y vuelven a
descender hacia la espira basal de la cóclea por el otro conducto, la rampa timpánica. Ahí, las
ondas de presión se convierten en vibraciones, esta vez de la membrana timpánica secundaria,
que ocupa la ventana coclear (redonda). Aquí, la energía recibida al inicio por la membrana
timpánica (primaria) se disipa finalmente en el aire de la cavidad timpánica.
La pared superior del conducto coclear está formada por la membrana vestibular. La pared
inferior del conducto está formada por parte del conducto, la membrana basilar, más el borde
externo de la lámina espiral ósea. El receptor de los estímulos auditivos es el órgano espiral (de
Corti), situado en la membrana basilar (fig. 8-118). Está recubierto por la membrana tectoria
gelatinosa.
El órgano espiral contiene células pilosas, cuyos extremos están incluidos en la membrana
tectoria. El órgano espiral se estimula como respuesta a la deformación del conducto coclear
inducida por ondas de presión hidráulica en la perilinfa, que asciende y desciende por las
rampas vestibular y timpánica que la rodean. Las células pilosas del órgano espiral son
inervadas por la división coclear del nervio vestibulococlear (NC VIII), el nervio coclear. Los
cuerpos celulares de las neuronas sensoriales primarias se localizan en el ganglio espiral
(coclear), localizado en la raíz de la lámina espiral de la cóclea.
Fig. 8-120
Fig. 8-120. Transmisión del sonido a través del oído. La cóclea se muestra de forma
esquemática, como si consistiera en una sola espiral, para mostrar la transmisión de los
estímulos sonoros a través del oído. 1, Las ondas sonoras que entran en el oído externo
golpean la membrana timpánica, haciéndola vibrar. 2, Las vibraciones iniciadas en la membrana
timpánica se transmiten a través de los huesecillos del oído medio y sus articulaciones. 3, La
base del estribo vibra con mayor fuerza y menor amplitud en la ventana vestibular (oval). 4, Las
vibraciones de la base del estribo crean ondas de presión en la perilinfa de la rampa vestibular.
5, Estas ondas de presión en la rampa vestibular provocan el desplazamiento de la membrana
basilar del conducto coclear. Las ondas cortas (agudas) provocan el desplazamiento cerca de la
ventana vestibular; las ondas más prolongadas (graves) provocan desplazamiento más distante,
más cerca del helicotrema en el vértice de la cóclea. El movimiento de la membrana basilar
comba las células pilosas del órgano espiral. Se libera un neurotransmisor, que estimula
potenciales de acción conducidos por el nervio coclear al encéfalo. 6, Las vibraciones se
transfieren a través del conducto coclear hasta la perilinfa de la rampa timpánica. 7, Las ondas
de presión en la perilinfa son disipadas (amortiguadas) por la membrana timpánica secundaria
de la ventana coclear (redonda) en el aire de la cavidad timpánica.
Cabeza y Cuello
ANTERIOR
10. Nariz