CUANDO MIGUEL DE UNAMUNO MURIO
Alli estaba, en la misma entrada del camino
de toda carne, ya sin su. espiritu retornado a
Dios. Y ahora estan aqui, dentro de mi, confun-
didas, las dos imagenes de! D. Migue! atezado
Por el sol de su Salamanca y del D. Migue! ce-
Niciento por la sombra de !a muerte. ¥ dentro
de tantos otros y de mf mismo, el recuerdo de
hechos y dichos suyos, también espolvoreades
del suave y bellg tono gris de 1a muerte o del
Sano color tostado de la vida. ¥ dentro de sus ie
bros su pensamiento. Con todo ello, egué Una-
Tuno seguird muriendo en el mafiana?, :qué
Namuno recreard el futuro?
Hoy sdlo contaré, para el mafana,
™os pasos dentro de la vida tal como!
referir, emocionada y limpiamente, &
Nacionalsindicalista meridional que Bartalo-
Mé€ Aragén, ante el cual fué, como é1 gustaba de-
Cir, «brizado» por los dulces brazos dela Muerte.
Es ciertamente la vida gran tejedora de pa-
radojas que pueden llegar a hacerse sit
sus dlti-
he oida
te claro
—-B—bolos, tal ésta de Dy Migue! de Unamuno, esen-
cia de liberalismo, yendo a morir sostenido cari-
Hosamente por un joven nacido ala vida de la
inteligencia bajo el signo del haz.
Hacia ya un'aito que Unamuno decaia fisica-
mente y de ello tenia plena conciencia. Le oi de-
cir muchas veces: «Yo moriré como mi mujer
pero mds deprisa, mis deprisa>. Luego, el
natural temor a la Muerte, le hizo enmascarar
la conciencia de su proximidad con un rotundo:
«Me encuentro mejor que nunca». Estas fueron,
precisamente, las palabras: con las que con-
test6 al autor de este agudo libro el 31 de di-
ciembre de 1986, a las cuatro y media de la tar-
de. Tras ellas sentése ala camilla para comen-
zar el ultimo de sus mondlogos.
«Amigo Aragon, le agradezco que no ven-
ga V. con Ja camisa azul, como Jo hizo el tiltimo
dia, aunque veo que traé el yugo y las flechas...
Tengo que decirie a V. cosas muy duras y le
suplico que no me interrumpa. Yo habia dicho
Gue Ja guerra de Espaiia no es una guerra civil
mds, se trata de salvar la civilizacion occidental;
después dijo esto mismo el Gener
lo dicen todoss. El monologo, hasta aqui cerra-
do, se abre en rdfagas de pasado nacional hist6-
rico y arqueolégico, derecuerdos sentimentales
de hombres del presente, de visiones de otros
pueblos; y hay mids amargura y mds dolor en
los comentarios que acritud o dureza.
' Bartolomé Aragén ofrecié a D, Miguel de
al Franco y ya
Sitde «La provineiade FE.»
«No quiero verlo. No
orque.-
ae: .
Unamunounejemplar
gue refundara en Huelva:
de ustedes, P
quiero ver esas revistas
: a ¢ ust u
icémo puede irse contra ja inteligen —«Don
Jamamiento @ los
Miguel, Falange ha hecho 1
trabajadores de elas. —«jComo!>—-s9h, sf, lo ha
hecho y le prestardn su apoyo, no Jo dude V-*
euaba de ello el intuitivo formidable que fud
ae de Unamuno? Lo creia en el meolio de sa
ma, Y lo creia porque to esperaba.
ei Cuando un momentinee desfallecimiento de
interlocutor le hizo decir: de cara a Dios,
i Srorir oe ‘alange que lo vefa, doloridamen-
con un es sus brazos y que alzd sobre clios,
Testos, para Ts espontaneo y juven tS
og pabeniain evarlos ala casa de Dios y hacer-
atlera de su oa puerto de los ojos de la com-
: e y én el hogar del Padre.
jtan aunt Po
— 1sel Angel de Libertad,
tomaré en vosotros puerto
siempre abierto
al mar de laeternidad
Y en los ojos del Eterno
Padre tierno
de vuelta al eterno hogar,
gota de Nuvia en océano
soberano
se habrA mi alma de anegar>.
Un hombre vestido de azul, en alto el bra-
zo, alz6 su voz viril bajo el cielo gris del atarde-
cer de enero ante la tumba abierta: MIGUEL
DE UNAMUNO Y JUGO, la Falange contest6:
iPRESENTE!
Por alld dijeron a ésto que Miguel de Una-
muno fué requisado por los nacionalsindicalis-
stas. Un acto sobria y austeramente sentimen-
tal en honra de este gran valor espajiol puede ser
interpretado como se quiera. A él le hubiera sa-
tisfecho. A José
§ Antonio Primo de Rivera tam-
bién. ¥ basta. °
J. M.* Ramos y LoscerTags,
Salamanes_ 16 de €nero de 1937,