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ELFIN DE LA IDEOLOGIA —N OCCIDENTE: EPILOGO —-_- Los hombres cometen el error de no saber ccudndo limitar sus esperanzas. Macmtaventi En pocos perfodos de la Historia ha sentido el hombre que su mundo ‘quien hasta ayer eta i abundancia, y el otrora rico le abruma con su adulaciéne. La descripcién de Gilbert Murray nos presenta el perfodo helenistico como una época de wenervamiento»; lo que habfa «era el auge del pesimismo, una caren- cia de confianza en si mismo, ausencia de esperanza en esta vida y de fe ano». Y el viejo picaro Talleyrand se lamen- nes vivieron antes de 1789 habfan podido gus- apseden elon Ossie Epogs “ . Elfin de tas ideologias si Feuerbach «descendia al mundo», Marx trataba de transformato “También esta época puede afar citas adccuadas (y todas retorcidas Feuerbach proclamaba la antropologia, Marx, vindicande npg ee ee cap ana de Hegel, ponta el acento en la Historia y en los. - reo ps ‘mundo no cor en el hombre genérico, sino han tenido si econ lases de hombres, Los hom- us posiciones de clase. Y I mmo y del imperialismo racial en un cstadio avanzado de la cultura las verdades eran mascar I humana; ! nc y «socilogfa Jemente una doctrina re ¢l marxismo ng un ordenamiento «objet, és de la chistorian. La Hig, Por el «grado en, {que se ajusta» al desarrollo de la historia, y en la préctica esto signitics {que la «verdad> era determinada por el hecho de si contributa ono al vance de la revolucién La teoria de la «determinacién social de las ideas» presenta muchas ificultades. Una es el papel de la ciencia. Marx no hablé de las ciencias de m: mente en la Unién Soviética durant ba una wciencia burguesa» y una tarian y una «fisica proletarias. Asi bert Einstein fueron criticadas de «ide: viética hoy casi nadie habla de «fisica Freud son oficialmente condenadas por ss». No obstante, si la ciencia no va ligada al concepto de clase, ces esto igualmente cierto de las ciencias sociales? La cuestién de la autonomia de la ciencia nunca ha por el pensamiento marxia ica en Ia presuncién deter le que ‘existe una correspondencia estricta entre un conjunto de ideas y cierto pro- to ade clase». Sin embargo, luna nueva sociedad, era conservador. Hobbes, materialistas, fue un mondrquico, y T. ¥ la terceradificultad es la definicion de clase. Para Marx (aunque en su obra no legé a definir rigurosamente el concepto de clase) las d- aq deta lel en Ocsidente: Epa Ms ribuciOn de la propie- |a propiedad ha ido rminante del poder, y a ve- ‘ociedades modemnas la habi- ea pasa a set més importante que la herencia como determi. 4e a ocupacion, y el poder politic prima sobre el econdmico. Qué a entonces clase? ya pesar de ello, no podemos restar toda su fuerza ala proposicion de que los cestilos de pensamiento» guardan relacién con grupos de clase pistrions y con sus intereses, o que las ideas emergen como consecuen- Ya de diferentes concepciones del mundo, o perspectivas, de diferentes gqopos sociales. El problema consise en cémo especficr las relaciones is la «produccién mental». Max Weber, el socié- foo, argument6, Po plo, que existe una «afinidad electiva» entre ideas e intereses. El origen social de una idea, o de un teGrico, o de un revolucionario, no importante como el hecho de que cirtas ideas ‘ean «elegidas», por asi decir, por grupos sociales que las encuentran aft adhieren a ellas. Esta fue la base de su teorfa de la . en donde argumenté que ciertas caracteristicas del 86 Ia proposicién, derivada de iempo», pero insistié en que las «ideolbgicas» a las que defendian el que perseguian cambiar el ‘sfuerzo encaminado a encont ‘espejismo la busqueda que Ba Sc i i bjetivo: habia un grupo social que pudiese ser relativamente obj thls, Como la iteligentiaformabs un westatoftate de a sce i de clase, po- dad y era en consecuencia menos compacta que otros grupos de cls dager maps prpatos que scan esr its otros grupos sociales. i ema suscitado por Ba- ies ideas en Jaen Ocidente: “6 In dels decoys aaa : aa ‘ ro et fon en su Soci con armas). Este es el lenguaje dela ideologfa. Y es més que esto. ‘don término vago que parece denotar una concepcién ; - vt are tema de creencias 0 credos que 1po social sostiene fo que €3 Gri6 sas In sociedad se organiza y que la nace gente abla entonces de «la . Feo endo 0 del liberalism, o del fascismo, como una «ideology. cierto nee teas hablard de cel mundo de ensuefo dela ideologa (en el cual los so? canos ven a su pats como un lugar rie de Belinsky Jt.—ilustra una actitud respecto de las fay miope, que responde a ellas en la ncia tnicamente, y que, inevitablemen- io desde que n fovade“gualdad de opotuidades, en donde todo hombres oe ce ci tan vido como cualquier oto, sino mejor». En este sentido, eae, Joga connota un «itor més que un sistema de valores excluvameee Obviamente, tales ws wuchas cosas, s6lo contribuyen crear confusi6n. Es conveniente, por tanto, realizar algunas de Mannheim una de tales nes y diferencia entre lo que i lamé «la concepcin particular a logia», y sla concepcién 1 rdad surge z rrecibe su significacién del «momento trans- de Ia ideologia». En el primer sentido ‘no en Ja contemplacién, sino en «el he- luos que profesan ciertos valores tienen cho». Podria decirse, efectivamente, que la funcién més importante y la- Y que podemos comprender mejor ei tente de la ideologfa es desatar la emosidn. Aparte de la religion (y de la Porqué surgen guerra y el nacionalismo) han sido pocas las formas de canalizacion de la leo- + 0 las re ‘energia emocional. La religién simbotizaba, alejaba, dispersaba la energia al maximo de su efectividad, era algo més. Era una podemos hablar de idcologia empresarial, tarse la gente con el problema de la muerte. El temor (Cuando Charles E. Wilson, secretario de Defensa durant tracion de Eisenhower y en un tiempo presidente de General Motors, dijo: «Lo que es bueno para los Estados Unidos es bueno para General gente podia creer, de la comunidad empresarial, ya que cabia moderar 0 controlar en parte el salud de los negocios.) Una ideologia realidad global, es un conjunto de creer 1¢ con el declinar de la fe religioss en el siglo este temor a la muerte como aniqulacién to- morales profundos— no es necesariamente mero sents, aeaso haya aumentado. Se puede ade- intereses en el plano de las ideas. La i Fe W: Maw, The Positive Raion Lire (St Yor, w ‘Leo Strauss, “The Political Philosophy of Hobbes (Chicago, 1952), p&- sine 18 Laideologta es la conversion de alancas sociales. Sin iro- i nia alguna, Max Lernes Ideas Are Weapons (Las Elfin de ni efectivament, de que en ello resda una causa Som gue evan sp tan et xe de nuestro tiempo. Este fanatismo, vie’ Y ervldad no son, por supueto, cos en la historia humana, poeene® za % Ja prictica reigiosa. macién sélo se hace posible —y para algu " propia voluntas itica, gracias a st Ate manera que ant (cen la avenida preparada para la di : ; tivam secta ¢ iglesia se han convertido en partido y movimiento social. importante compre 50 (scholar) tiene un campo de nocimiento > trata GE encontrar su puesto en el ploré més que ning otro hombre ls limites finde Ia eologi en Oceidente: Eptogo = iento al ya acumulado z ¥ comprobado del pasado ioso, por ser tal, esté menos ligado con su “tual comienza con su experiencia, con sus per- dejmndo, con su rivlegios yprivacones,yjuz- nsibilidad. Dado que su propia posicién es de politica. En consecuer surgieron del siglo XIX contaron con a fer, que en iscerir las posibilidades de las pro- jendo a estas ditimas en certezas Hoy estas ideologias son exhaustas. Los hechos que estén detrés de este importante cambio sociol6gico son complejos y variados. Una cade- a sy simplistas y la aparicién de las nuevas concepciones estoicoteol6gicas del hombre, como en Freud, Tillich, Jaspers, etc. Est i leologias como el comu- otras fuent lidades serias ereen todavia que puedan determinarse li ‘chés, ni que, por medio de una «ingenicria social», quepa poner en mar- cha una nueva utopfa de armonia socal. Concomitantemente, las vias, «canticreencias» han perdido también su fuerza intelectual. Son pocos los liberales «cldsicos» que insisten en la absoluta no intervencién del Estado ¥ pocos los conservadores seros, al menos en yen el continente, que creen que el Estado socal sea un «ca St Yidumbre», En el mundo occidental existe, por tanto, un acuerdo general respecto de cuestiones politicas como Ia aceptacién del Estado soci deseo de un poder descentralzado, el sistema de economia mixta y el pla- politico, También en este sentido la era de las ideologas ha concluido. Y, con todo esto, lo ext logtas’decimononas y los ant sordinario ¢s que, mientras las viejas ideo- figuos debates intelectuales se han agotado, io ine as ideolgieg lor y el nacional aaa de ideologias descansan segunda mitad del siglo XX. Las i tas, humanistas y actualizadas res pol leologta socal a ibertad, en su acepeién més amplia. Elimpulso de lag net sioner ce mi Hn den Y los modelos de este atractivo han legado a ser Rusia y China, Ly fascinaciGn que ejeroen estos pases no estriba ya en la pasada idea de ia sociedad libre, nueva del cre econémi ican en el sy. ase de que sin esas coerciones el progreso econdmico no podria ‘con la rapide suficiente. Incl con a atraccién del répido eres s ¥ pocos serdn quienes ataquen ida en pro de la igualdad y tad. Sin embargo, en este poderoso surgir, cuya celeridad es verdat ‘mente sorprendente, todo movimiento que instaura ese tipo de metas corre el riesgo de sacrificar a la generacién presente en beneticio de un futuro que pudiera ser Gnicamente una nueva explotacién por una nueva lite, Para las naciones recién surgidas la cuestiOn a debatir no se basa €n los méritos del comunismo, cuyo contenido doctrinal ha sido olvidado tanto por los pa como por los adversarios. La c Y permitiendo al pueblo que haga sus elecciones {y sus sactificios) voluntariamente, o si las élites, impacientes con el po- der, impondrén m« itarios para transformar sus paises. Induda- concertante, En Occidente, entre los intelectuales, se han consumido las ‘Viejas pasiones, La generacién nueva, si recuerdos sigificativos de aque los vicos debates, y sin una tradicidn firme sobre la que edificar, se ep fin de a idealogia en Occidene: Eptogo “ buscando nuevos propésitos dentro de la estructura ica que ha rechazado, intelectualmente hablando, Kpticas y milenarias. En esta bisqueda de una rofunda, desesperada y casi patética. Este es obra de una docena de los mas da briténica. No pueden defi- ‘contenido de la «causa» que buscan, pero el anhelo es patente. Tam- los Estados Unidos se busca incansablemente un intelectualismo en su considerada valoraci6n de la sociedad i la grandeza de los Esta- to del mundo, en su vision eventra a sf mi de una sociedad pol deologia, que por esencia es. una pera ‘que désean estos intelectuales j6- trado una salida en las ta fecuentemente, a expensas .nto meramente @ la técnica; otras han buscado la propia. ‘artes, pero, en general, la falta de contenido ha equivalido, tam- bién, a la ausencia de Ia tensién necesaria para crear las nuevas formas. y los nuevos estilos. Ta Raymond Aro, Th Opt ofthe nlc Nace York, 198; Bvacd Shs Ram ae sere Ronen wh UXVI, a3 sera ee ren en Compe Sis i Sei nd Hoy. Elfin de as : ‘loi, les puedan apasionarse por a Desgraciadament : offece a la jov er eeion ¥ qUe quiere, La tray oT rg hacia el Este, donde en el nuevo ear futuro» es todo lo que cuenta, 180 fuerg Ia ideotogia d ‘ie. ¥ cuando estas creencias estén bafiadas por Ins ideas se convierten en armas, con horribles res seen la atulidad, mAs que munca, cierta necesidad de utopia ‘en el sentido de que los hombres necesitan —como siempre fi jerta conciencia de su potencial, una manera de fy ideologia cicrra el libro, intelectualmente hablando, de le las formal les «de 7 «que nds ooo recrdcs del pasado Eta ceva iui dav pose pe. sin y ene, por pooadefiiin del futuro. Sus escoltasproctanan Que cet cn marcha, Peo donde va, lo que quete decir con socal , octatizacion, qué se quire dear om pltiicain demoerite o control de los Trdbajadores cualquier exe tin que requir pensar con protundidad-—~se contest simplemente on fer aes. ne Eiitiiead de a madurez intelectual y del fn de a ideologies tra examen en ls atitudes hacia Cuba y hi de Africa. Porque entre la «nueva izquierda» exi Prscn hacer abula rasa, a aceptar tclucion de atocidades, a jstiicar ‘oposn, en resumen, a borar las lcciones de los dtimos cuareta ina presteza emocional que resulta pasmosa, El hecho de que in denies en Osidente: Eplogy para hacer lo que les parezca en nombre de su les movimientos tomen el poder en nombre de la iza que no resulten ser tan imperialistas, tan gran- 7 fe del Panafricanismo o cualquier otra ideologia), tamexigents de fume en el excenaro dea Historia como ls Eason laa lostiempos aliterior de la Cara de hhade declaré en su defensa: «Qué importan unas fue un beau geste.» (Un beau geste que acabé, podriamos decir, en una ‘byoma sin gracia: dos afios més tarde, Tailhade perdi6 un ojo cuando al- guien lanz6 una bomba al interior de un rstaurante.) En la actualidad, én Cuba, como resumié George Sherman, informando para el London Observer: «La Revolucién es hoy la ley, aunque nadie ha dicho claramen- te-en qué consiste dicha ley. Simplemente se espera que estemos a favor oven cor ar y ser juzgados en correspondencia. El odio y la intolerancia estén eliminando cualquier terreno intermedio que pU- diera haber existido.» [Los problemas a que nos enfrentamos en casa y en el mundo se re- ‘érminos del debate ideol6gico entre «derecha» € «iz- sisten a los. quierda», y logia» ha llegndo a ser hoy, y por buenas razones, un ‘término irremé fente caido, no es necesario.que la utopia sutra el 5 tal casa Sour Si quienes ms ruidosamente recla- mismo destino man nuevas utopias comienzan a justficar medios degradantes en nom- bre de again fin ut6pico © jonario, y olvidan las sencllas enseian ‘i bien los viejos \erdades —1os principios de libertad de expresién, libertad de "Jerecho a oponerse y el derecho a la libre indagacién. Y sila historia intelectual de os times cien afos encierra alga sig- wry alguna leoci6n— es el de reafirmar la sabiduria de Jefferson no muerta del pasado, pero también capaz de ‘pesada mano del futuro) de que «el presente per- ta es la sabiduria que los revolucionarios, viejos y ‘al destino de sus congéneres, redescubren en ‘ereeré—dice el protagonista de un didlogo mor- feros0 fil6sofo polaco Leszek Kolakowski— que Ia

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