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Capituto 3 Las caracteristicas del liberalismo italiano y sus transformaciones* Renato CAMURRI 3.1. INtRODUCCION Con el siguiente texto me propongo tres objetivos: . Presentar la experiencia del nacimiento del Estado liberal italiano, destacando las peculiaridades que hacen de él un caso tinico dentro del panorama del libera- lismo europeo tanto en el plano del funcionamiento de las instituciones, como en el plano de las relaciones entre Estado y sociedad. Resaltar los intentos Ievados a cabo por la clase dirigente para reforzar las fra- giles instituciones liberales y dar al liberalismo un proyecto fuerte de gobierno del pais. . Detenerme en dos pasajes claves que corresponden a sendas crisis del régimen liberal italiano, analizando sus causas y soluciones politicas: la llamada «crisis de fin de siglo» (1898-1901) y las crisis final del liberalismo (1919-1922) que sancioné el final de esta época y la llegada al poder del fascismo. N w Antes de nada, quiero precisar que al afrontar estas cuestiones problematicas haré referencia a los limites cronolégicos usados habitualmente por la historiografia italiana, en virtud de los cuales la historia de la época liberal se divide en las fases siguientes: la fase del liberalismo «cl: » (1861-1901), la edad «giolittiana» o del «nuevo liberalis- mo» (1901-1914) y la crisis de la Italia liberal (1919-1922). * Traduccién de Javier Muiioz Soro, (85) 3.2. PECULIARIDADES ¥ PARADOJAS DE LA UNIFICACION ITALIANA 3.2.1. El Risorgimento y el nacimiento de una idea de nacién italiana Para analizar las caracteristicas del proceso de formacién del Estado italiano es ne- cesario volver un paso atris y detenerse en las fases que preparan la unificacién politi- cay territorial de Italia. Se trata del largo periodo que, en la historiografia italiana, sue- le denominarse con el término Risorgimento. Este constituye la culminacién de un proceso cultural y politico iniciado a finales del siglo xvu y que adquirié rasgos mas precisos en los primeros decenios del siglo xix. El resultado de este proceso Ilev6, a tra- vés del gran ciclo de las «guerras de independencia» (la primera entre 1848-1849, la se- gunda entre 1859-1860)", a la identificacion de la «nacién italiana» como «la comuni- dad de referencia que funda las pretensiones 0 los proyectos de construccion de un Estado nacional italiano», Tratdndose de uno de los periodos mas importantes de la historia de la Italia con- temporanea merece la pena, sin embargo, interrogarse sobre cual es el significado del Risorgimento. Al igual que la Revolucién Francesa y la unificacién alemana, éste debe ser considerado como un momento de cambio sustancial en la historia de Italia. El mo- mento en que se forma, tras siglos de divisin, una nacién italiana con todo su bagaje de mitos fundacionales y de simbolos que (muy) lentamente entraron a formar parte del canon retérico de las clases dirigentes y, mas tarde, llegaron a ser patrimonio comuin de amplios sectores de la opi publica: la conmemoracién de los héroes del Risorgi- mento (Cavour’, Vittorio Emanuele II*, Mazzini® y Garibaldi®); el uso de una bandera nacional, la tricolor del trienio jacobino (convertida ya, en 1848, en bandera del Estado piamontés), a la que se afiadié el escudo de la casa Saboya; la celebracién de ritos pi- blicos colectivos y de las fiestas de la «nmeva Italian’. Muy limitada fue, por el contra- rio, la iconografia nacional: falt6 en Italia un simbolo de fuerte impacto popular, como ' Sobre estos momentos funcamentales del proceso de unificacién italiana resulta todavia iil la consulta de G. Candeloro, Storia dell alia moderna, Milin, Feltrinelli, 1956-1968, vols, I-V. Entre las sintesis més recien- tes ver G. Pécout, I! lungo Risorgimento. La nascita dell'lalia comemporanea (1770-1922), Milin, Bruno Mondadori, 1999, pags. 122-182 y A. M. Banti, I! Risorgimento italiano, Roma, Laterza, pigs. 74-118. > Ibid. pig. V. » Sobre la figura de este personaje, justamente considerado como ¢! gran director del Risorgimento ita- liano, aiin no ha sido superada la biografia de R. Romeo, Cavour e il suo tempo, Roma-Bari, Laterza, 1969- 1984, 3 vols.. y por su originalidad, uno de los més recientes trabajos publicados, L. Cafagna, Cavour, Bolo- nia, II Mulino, 1999. * Acerca del «Rey gentithombre» es todavia valida la biografia de D. Mack Smith, Viuorio Emanuele I, Roma-Bani, Laterza, 1972: para la construceién de su mito, ver U. Levra, Fare gli italiani. Memoria e ce brazione del Risorgimento, Turin, Comitato di Torino dell'Istituto per la storia del Risorgimento italiano, 1992, pags. 3-80. 5’ Sobre Mazzini véase F. Della Peruta, Mazzini ¢ i rivoluzionari italiani. Il «partito d‘acione». 1830- 1845, Milin, Feltrinell, 1974, y R. Sarti, Giuseppe Mazzini. La politica come religione civile, Roma-Bari, Laterza, 2000, Sobre Garibaldi nos limitamos a seftalar los dos iltimos estudios aparecidos: L. Riall, Garibaldi, Line venzione di tn eroe, Roma-Bari, Laterza, 2007, y M. Isnenghi, Garibaldi fu ferito: storia di un mito e di un rivoluzionario disciplinat! Roma, Donzelli, 2007. ” 1 Porciani, La festa della nazione. Rappresentacione dello Stato e spazi sociali nell'halia unita, Bolo~ nia, II Mulino, 1997. [86] la Marianne francesa, y prevalecieron imagenes «débiles», como la «Bota», usada ya desde hacia tiempo para representar el territorio italiano*. Pero la importancia crucial del Risorgimento esti determinada también por el he- cho de que éste coincide con una serie de importantes transformaciones que sefialan el final de un época y el inicio de otra, transformaciones que afectan a las instituciones, la economia y la sociedad italiana. Entre ellas podemos citar: a. la caida definitiva del Antiguo Régimen y el desarrollo del sistema parlamenta- rio; b. el inicio de un proceso de disgregacion de la sociedad rural y el paralelo despe- gue de un proceso de industrializacién a escala nacional (aun con velocidades muy diferentes entre unas regiones y otras); ¢. el comienzo de un proceso de crecimiento de nuevo tejido urbano que, sobre todo en el norte del pais, configurd una red de ciudades medias que (progresiva- mente) atrajeron a la poblacién rural hacia la ciudad. Se trata, en sustancia, del despegue de un proceso de modernizacién/transforma- ién del pais que tuvo consecuencias decisivas para cl futuro de Italia, un proceso am- pliamente estudiado por la historiografia italiana entre los afios 70 y 90°. Como acto fundacional de la Italia moderna, el Risorgimento siempre ha ocupado una posicién relevante en el debate historiografico italiano, y asi lo demuestra una vez mis el renovado interés sobre este tema que ultimamente ha tenido como protagonistas tanto a estudiosos italianos como extranjeros. Entre ellos se puede recordar a Lucy Riall, quien ha tenido el mérito de relanzar en términos criticos la cuestién de la inter- pretacién del Risorgimento dentro de la historia italiana!, 0 Alberto Mario Banti'' y la reciente publicacién de un nuevo Annale de la Storia d'Italia Einaudi, obra que recoge una serie de contribuciones orientadas, segiin la explicita declaracin de sus editores, hacia una «nueva historia» del Risorgimento"”, Sin embargo, antes de este «giro culturalista», cuales han sido las interpretaciones del Risorgimento que durante largo tiempo han dominado en los estudios sobre el tema? No cabe duda de que las lecturas que han influido en mayor medida sobre la his- toriografia han sido las de Benedetto Croce (1866-1952) y Antonio Gramsci (1891- 1937)'°. * Sobre los aspectos simbolicos de la construcciin del nuevo Estado, ver G. Pécout, If Iungo Risorgi- mento... pags. 214-219. ® Entre las mejores sintesis sobre estos temas, ver E, Ragionieri, Storia d‘halia, vol. 1V, Dall ‘Unita ad oggi. La storia politica e sociale, Turin, Einaudi, 1976 pags. 1714-1829, y R. Romanelli, L tralia liberale (861-1900), Botonia, I! Mulino 1979, pigs. 13-113. Véase también S. Lanaro, Nazione e lavoro, Saggio su- Na cultura borghese in tralia 1870-1925, Venezia, Marsilio, 1979, pigs. 19-87. *L. Riall, 1! Risorgimento. Storia e interpretazioni, Roma, Donzelli, 1997 (titulo original: The Malian Risorgimento: state society and national unification, Londres, Routledge, 1994). ""’Ver A. M. Banti, La nazione del Risorgimento. Parentela, santiti e onore alle origini dell Italia uni- ‘a, Turin, Einaudi, 2000. © A.M. Banti y P. Ginsborg (eds.), Storia d ‘alia, Anmali 22,1! Risorgimento, Turin, Einaudi, 2007. Para una reseiia mas amplia sobre la historiogratia del Risorgimento remitimos al trabajo ya citado de A.M, Banti, I risorgimento italiano... pigs. 133-148, pero véase ademés el clisico libro de W. Maturi, In- terpretazioni del Risorgimento, Turin, Einaudi, 1962. (87) El primero, filésofo idealista, condens6 sus juicios sobre el Risorgimento italiano en dos obras: la Storia d‘lalia dal 1871 al 1915 y la Storia d’Europa nel secolo deci- monono'*, En ellas situé la experiencia «risorgimental» en el cuadro mucho mas am- plio de la historia decimonénica europea, que segiin Croce se habia caracterizado por la afirmacién de lo que definié como «religion de la libertad». Partiendo de esta base, Croce neg6 las divisiones existentes dentro del movimiento «risorgimentaly entre mo- derados y demécratas, dando una valoracién totalmente positiva de la unificacién. Como escribid en tono critico Federico Chabod, el gran historiador formado en los aiios del fascismo, cl empeiio de Croce consistié principalmente en defender las con- quistas del liberalismo italiano. Los «vencedores» del Risorgimento, los moderados, eran asi presentados como hombres nobles y generosos, una verdadera «aristocracia es- piritual, hombres galantes y gentiles de plena lealtad» («aristocrazia spirituale, galan- tomini e gentiluomini di piena lealta»)', De hecho, Croce responsabilizaba a los su- cesores de la Derecha Historica del fallido crecimiento de Italia y del fracaso en la solucién de sus grandes problemas, que llevaron a la crisis del liberalismo. Ademas, en su esquema interpretativo no existia ningin vinculo entre el liberalismo y el fascismo, de modo que este tiltimo era presentado como un «paréntesis» en la historia de Itali Muy distinta era, sin embargo, la lectura del Risorgimento propuesta por Antonio Gramsci, como sabemos uno de los fundadores del Partido Comunista Italiano en 1921, arrestado en 1926 y encarcelado hasta 1935, cuando fue trasladado a una clinica de Roma donde murié en 1937. Durante su larga detencién escribié las Lettere (una espe- cie de testamento espiritual) y los 32 cuadernos de apuntes conocidos como Quaderni del Carcere, publicados por el editor Einaudi en 1949 (aunque para la primera edic critica hubiera que esperar hasta 1975). Entre los mas interesantes se encuentra el cua- derno titulado // Risorgimento, donde Gramsci subrayé los limites de una experiencia definida en términos de «revolucién pasiva», es decir, una revolucién burguesa incom- pleta ante la que permanecieron ajenas las masas populares. Seguin su interpretaci6n, las fuerzas protagonistas de la revolucién burguesa no qui- sieron o no supieron erigirse en promotoras de una reforma agraria que pudiera unir las expectativas y aspiraciones de las clases populares con el movimiento de renovacién politica, garantizandole asi un fuerte apoyo en la construccion nacional. Especialmente relevante fue su analisis sobre otra cuestion, a saber, el tema de la hegemonia dentro del movimiento revolucionario del sector moderado (cl liderado por Cavour), que impuso la solucion monarquico-anexionista y la consiguiente «piamontesizacién» de los apara- tos del nuevo Estado. Para Gramsci la suma de todas estas causas determiné la intrin- seca debilidad de las instituciones liberales que estuvo en el origen del fascismo. Ambas interpretaciones del Risorgimento, la crociana y la gramsciana, condiciona- ron de modo decisivo el debate historiografico italiano de la posguerra, generando fuer- tes contrastes interpretativos que dividieron profundamente la escuela liberal y la es- cucla marxista'®, Durante algunos aiios la discusién permanecid bloqueada dentro de categorias analiticas tradicionales y muy vagas: las divisiones entre moderados y dem6- ' Ambas publicadas en Bari por la editorial Laterza, respectivamente en 1928 y en 1932, ' Ver F. Chabod, «Croce storico», en Rivista storica italiana, nim. 64 (1952), pis. 473-530. * Para un cuadro general sobre el debate historiogrfico italiano en ese periodo remitimos a F. Barbaga- lo, L‘azione parallela. Storia e politica nel! alia contemporanea, Napoles, Liguoti, 1990, pigs. 59-79, y A. 4'Orsi, Piccolo manuale di storiografia, Mikin, Bruno Mondadori, 2002, pigs. 118-127, [88] cratas fueron rapidamente despachadas como una batalla entre «reaccionarios» y «pro- gresistas»; por otra parte, ningiin estudioso analiz6 con el debido cuidado el periodo de la Restauracién, descrito como una fase de completo estancamiento de las dinamicas sociales, culturales y econémicas de la sociedad italiana. Interpretacién ésta que fue pronto superada por nuevos estudios que resaltaron, por ejemplo, la vivacidad cultural de algunas ciudades durante ese periodo'”. En el curso de ese debate, particularmente intenso en los aiios 50 y 60, destacé la voz de un gran historiador de inspiracién liberal, Rosario Romeo, que si bien siempre se mostré critico con el paradigma interpretativo propuesto por Gramsci —memorable fue su polémica respecto a las tesis gramscianas sobre la reforma agraria!*— abrié un fértil didlogo con los historiadores marxistas en los aiios SO". {Cuales fueron entonces las consecuencias de este desarrollo de la historiografia sobre el Risorgimento? La contraposicién de las dos escuclas condujo en la prictica a la parilisis de los estudios en este tema. En 1964 Ernesto Ragionieri, al trazar un balan- ce de las celebraciones del centenario de la unificacién (1861), escribié un importante (y provocador) articulo. En él, partiendo del ya cominmente reconocido caracter de re- volucién burguesa atribuido al Risorgimento —equiparado en ese sentido a la revolu- cién americana, francesa 0 inglesa— se preguntaba si no habia llegado ya el momento de considerar superada la visién del Risorgimento como un periodo «en si definido y concluido dentro de la historia de Italia» y, en cambio, no mereciera la pena reconside- rarlo como un paso més dentro de un amplio proceso de formacién del Estado unitario del que se necesitaba estudiar las dinamicas internas, cl papel de las diferentes clases sociales y los procesos econdmicos”. Se trataba, sin duda, de un giro profundo: retomando la leccién gramsciana, el es- tudio se trasladaba a las clases sociales activas en el periodo del Risorgimento. De esta manera se inicié la fase de la historiografia italiana que unos decenios mis tarde Lucy Riall definid como arevisionista»*', porque se distanciaba de la «vieja» historiografia sobre el tema, tan atenta a las cuestiones politicas y diplomaticas, para concentrarse en las dindmicas de transformacién econdmica y social de la sociedad italiana. Una vuel- ta de pagina que permitid superar cierta retorica «risorgimentab» y emanciparse de los modelos impuestos por la historiografia fascista?. Condujo ademas a la apertura de la historiografia italiana hacia nuevas disciplinas, asi como al it de una revalorizacion ” Emblemitico resulta en este sentido cl fundamental estudio de M. Berengo, Jntellettual ¢ librai nella Milano della restaurazione, Turin, Einaudi, 1980. ' R. Romeo, Risorgimento e capitalismo, Bari, Laterza, 1959. De Romeo véase también la coleccion de censayos titulada £ ‘“ialia liberate: sviluppo ¢ contraddizioni, Milan, I! Saggiatore, 1987, mientras que para luna aproximacién biogrifica a la figura de este historiador remitimos al trabajo de G. Pescosolido, Rosario Romeo, Bari, Laterza, 1990. '® De ese mismo aio es la publicacién de su 17 Risorgimento in Sicilia, Bari, Laterza. ® Ver E. Ragionieri, «Fine del Risorgimento? Alcune considerazioni sul centenario dell’ Unita d' tal cen Studi Storici, mim. 1 (1964), y en Id., Politica e amministrazione nella storia del! Italia unita, Roma, Edi tori Riuniti, 1979, pags. 21-59. * Ver L, Riall, 1 Risorgimento..., pigs. 41-47. ® Sobre la relectura del Risorgimento llevada a cabo por el fascismo y su instrumentalizacion retérica, C. Pavone, Le idee della Resistenza. Antifascistie fascist di fronte alla tradizione del Risorgimento, en \d., Alle origini della Repubblica. Scritti su fascismo, antifascismo e continuita dello Stato, Turin, Bollati ¢ Bo~ ringhieri, 1995, rigs. 3-69, y M. Baioni, Risorgimento in camicia nera. Studi, itituzioni, muse nell Italia fascista, Turin, Comitato di Torino dell Istituto per la storia del Risorgimento italiano, 2006, [89] y relectura del siglo xix como momento fundacional de la historia de la Italia contem- poranea. 3.2.2. La herencia del Risorgimento {Cual fue la herencia que dejé el Risorgimento a las fuerzas politicas que, después de 1861, convergieron en la construccién del Estado unitario? En primer lugar, debe subrayarse el hecho de que fue un proceso largo y dificil, que puso en evidencia profundas divisiones entre las fucrzas liberales (moderados por un lado, demécratas, mazzinianos, garibaldinos y republicanos por otro), y entre los gru- pos dirigentes de las diversas areas regionales. En segundo lugar, hay que recordar que el resultado final de la «revolucién» italia- na dejé tras de si numerosos desencantados: entre los garibaldinos por la frustrada con- quista de Roma, entre los mazzinianos por su sistematica marginacion politica. La pro- pia trayectoria biografica de Giuseppe Mazzini es emblemitica en este sentido, con su muerte en 1872 en la casa de los Roselli en Pisa, bajo un nombre falso. En tercer lugar, se trato de un proceso que Ilevé a una fractura profunda entre el Estado y la Iglesia, que iba a lastrar inexorablemente los acontecimientos politicos tras la unificacién, El abismo entre el Estado liberal y la Iglesia catélica comenz6 a abrirse con el repentino distanciamiento de la causa nacional Ilevado a cabo por Pio IX con su conocida Alocucién de abril de 1848, se ensanché ulteriormente en los afios siguientes con una serie de tomas de posicién —respuesta a la proclamacion del Reino de Italia el 17 de marzo de 1861, y enciclica Quarta cura con su anexo Si- abo degli errori del nostro tempo del 8 de diciembre de 1864— y se convirtié en conflicto abierto con el llamamiento —el famoso non expedit de noviembre de 1874— dirigido a los catélicos para que no participaran en las elecciones politicas. En ese contexto nacié la «Obra de los Congresos» (Opera dei Congressi), converti- da durante varias décadas en la estructura organizativa que sostuvo la presencia de los catdlicos en el tejido civil del pais®’. El distanciamiento del Papa respecto al mo- vimiento nacional tuvo también otra consecuencia: la de hacer menos eficaz la su- perposicién de los simbolos del discurso patridtico con los propios de la tradicién religiosa. La iltima herencia que dejé el Risorgimento tuvo que ver con la dificil nacionaliza- cién de las masas. La nacién no constituye un hecho natural: Renan escribié que era «un principio espiritual» y «un plebiscito de todos los dias»™*, En suma, la nacién debe ser ensefiada para evitar que el peso de las identidades locales (el campanilismo) no obstaculice el sentido de pertenencia a la comunidad nacional. La Italia surgida de la epopeya del Risorgimento aparecia, por el contrario, como un pais dividido y marcado por fracturas profundas. ® Sobre las relaciones entre Estado e Iglesia, y el papel de los catélicos en la sociedad italiana, ver los estudios clésicos de A. C, Jemolo, Chiesa e Stato in Italia dalla unificazione ai nostri giorni, Turin, Einaudi, 1978; G. Candeloro, f! movimento cattolico in alia, Roma, Editori Riuniti, 1974 y la reciente simesis de G. Formigoni, L halia dei cattolici. Fede e nazione dal Risorgimento alla Repubblica, Bolonia, Il Mulino, 1998. ™ Ver E, Renan, Che cos’é una nazione? ¢ altri saggi, introduecién de S. Lanaro, Roma, Donzelli, 1993, pags. 19-20. (90) Junto al rey, no menor fue la influencia de! llamado «partido cortesano», compues- to por una serie de personajes —senadores, oficiales, funcionarios y hombres de nego- cios— elegidos personalmente por el soberano con una misién consultiva®”. En tltimo lugar, hay que recordar otros dos instrumentos que la monarquia utiliz6 para ejercer su influencia en la vida publica: el ejército, al cual estaba estrechamente ligada la dinastia de los Saboya, y el Senado de nombramiento real, donde encontraban asiento los mis fieles a la Corona reclutados entre personalidades ilustres del pais, ex diputados y altos funcionarios del Estado. Su funcién consistia antes que nada en compensar en sentido conservador las «turbulencias» de la Camara baja. Por tanto, se puede afirmar que globalmente, pese al escaso prestigio de la casa rei- nante y pese a las divergencias que se plantearon entre la Corona y los distintos gobier- nos, la monarquia fue durante los primeros cuarenta aios del periodo posunitario —el periodo del liberalismo «clasico»— la institucién mas representativa del Estado liberal, cn la cual gran parte de la clase dirigente italiana veia el centro unificador del pais. Muy esquematicamente intentaremos ilustrar a continuacién las restantes institu- ciones a través de las cuales se completé la invertebracién del Estado liberal. Para ello nos referiremos, en este orden, a las instituciones representativas, al ordenamiento ad- ministrativo, al ordenamiento judicial y a la organizacion de los aparatos del Estado. EI sistema parlamentario preveia una tinica cémara electiva, resultado de un siste- ma electoral uninominal de doble turno, fuertemente censitario™: ésta constituyé el au- téntico centro de la vida politica italiana. La cuestién del ordenamiento administrativo fue un tema que provocé fuertes divisiones internas en el seno de la clase politica y par- lamentaria. Después de largas discusiones y de una mediacién entre los sostenedores del modelo centralizador «a la francesa» y los del inglés basado en amplias autonomias, se acab6 imponiendo una solucién caracterizada por una estructura —la sancionada por las llamadas leyes de unificacién administrativa promulgadas el 20 de marzo de 1865— marcadamente centralista y con una fuerte jerarquia de poderes, con un electo- rado local bastante restringido™'. En ese modelo destacaba el papel clave del prefecto, figura creada sobre el ejemplo francés y dotada de una gama amplisima de poderes que abarcaban los principales sec- tores de actividad local, desde el orden piblico a la sanidad, desde las obras publicas a la escuela. En suma, un super-funcionario pensado como defensor «en el centro» de las necesidades de la «periferia»’, que desempeiié ademas una funcién de control —y de ¢ condicionamiento— sobre las elecciones locales y politicas*’. En cuanto al orde- namiento judicial, hay que recordar que la magistratura no disfrutaba de autonomia res- ® El papel del «partido cortesano» ha sido justamente destacado por F, Cammarano, Storia politica dell alia liberal... Bigs. 6-7, % Para una detallada descripcién de los sistemas clectorales introducidos con el nacimiento del Reino de Italia, M. S. Piretti, Le elezioni politiche in Italia dat 1848 a oggi. Roma-Bari, Laterza, 1995, pags. 3-53. 5 Una de las mejores sintesis sobre estos temas es la de P. Aimo, Stato e poteri locali in tralia 1848- 1995, Roma, La nuova Italia scientifica, 1997, prigs. 13-77, a la eual remitimos también para la detallada bi- se encuentra en ibid., pig. 41. En relacién a la figura y la funcion del prefecto, existe una conspicua bibliografia, de la que podemos destacar P. Casula, / prefetti nell ordinamento italiano, Milin, Giuffre, 1972; A. Porto, Il prefetto ¢ Vammi- nistrazione periferica in Halia, Mitin, Giuffré, 1972, y P. Aimo, «Stato ¢ autonomie local: il ruolo dei pre fett in eta liberalen, en Passato e Presente, niims. 14-15 (1987), pags. 211 y ss (92) 3.2.3. Tras la unificacién: la construccién del Estado 'stos conflictos y divisiones influyeron de manera decisiva en el proceso de defini- cion de la estructura politico-institucional que las clases dirigentes pusieron en marcha tras la unificacién. Los afios comprendidos entre 1861 y 1901 fueron, de hecho, decisivos para la for- maci6n de los rasgos del Estado italiano y para la definicién de las relaciones entre tado y sociedad. Intentaremos sefialar aqui a continuacién los elementos mas significa- tivos, partiendo de una consideracién previa: la unificacién se produjo a través de anexiones al reino Saboya de partes de los otros estados existentes. En el proyecto de Cavour el nuevo reino no constituia sino una simple extensi6n territorial del Reino de Cerdefia. Como ha sido subrayado con acierto, de ese modo Cavour podia remarcar el papel decisivo de los Saboya en la formacién del nuevo Estado y, al mismo tiempo, fre nar cualquier expectativa de poder constituyente”*. El elemento de continuidad entre el Reino de Cerdefia y el neonato Reino de Italia quedé fortalecido por la decisién de mantener inalterada la numeracién progresiva de la serie dindstica y de nombrar con el niimero VII —sin interrumpir, por tanto, la se~ cuencia iniciada con el parlamento piamontés— la legislatura que se inaugurd con la eleccién del nuevo parlamento nacional. A partir de estas primeras observaciones se puede deducir facilmente que, desde los primeros pasos en la construccién de los nuevos aparatos estatutarios, la monarquia se presenté como un elemento de continuidad entre las viejas y las nuevas insti como garante-custodio de la unidad nacional®, Esta funcién unificadora y de direccién politica de la monarquia se fundaba en el plano institucional en el Estatuto Albertino, concedido en marzo de 1848 por Carlo Alberto al Reino de Cerdefa, y cuyas compe- tencias fueron extendidas después de 1861 al Reino de Italia, convirtiéndose asi duran- te casi cien aiios en la ley fundamental de los italianos””. Es importante remarcar el he- cho de que las prerrogativas atribuidas por el Estatuto a la Corona eran muy amplias y de gran trascendencia para la vida politica del pais. Asi, el rey tenia fuertes poderes de intervenci6n en la politica exterior y en la politica interna. En cuanto a esta ultima, los ministros eran directamente responsables ante la Corona, y ¢l rey nombraba a los titu- lares de las carteras de Guerra y de Marina. Particularmente intensa fue la ingerencia del soberano en la vida parlament jurante la primera década de existencia del Es- tado unitario todos los ministerios fueron forzados a dimisiones ignorando el curso de los debates parlamentarios. Segtin Ragioneri, solo al final de 1869, con el Ministerio Lanza-Sella, comenz6 a funcionar efectivamente el régimen parlamentario y el control de la Corona se aflojé”. * F. Cammarano, Storia politica dell'latia liberale, Roma-Bari, Laterza, 1999, pags. 4-5, y P. Pombe- ni, Potere castituente ¢ riforme costituzionali. Note storiche sul caso italiano 1848-1948, en 1d, (ed.), Pote- re costituente ¢ riforme costinzionali, Bolonia, 11 Mulino, 1992, pigs. 81-85. * EI papel de la monarquia ha sido descuidado durante largo tiempo por los historiadores italianos, con la Gnica excepcién de E. Ragionieri, Storia d'Italia, vol. LV, La storia politica e sociale..., pigs. 1675-1685. ‘Sélo muy recientemente ha sido publicado un volumen como el de F, Mazzonis, La monarchia e il Risorgi- I Mulino, 2003. portancia de este texto, ver G. Rebuffa, Lo Statuto albertino, Bolonia, I Mulino, 2003. °* E, Ragionieri, Storia dtalia, vol. 1V, La storia politica e sociale..., pag. 1681 (91) pecto al poder politico: los jueces eran elegidos por el ministerio competente, caracte- rizado a su vez, como en general toda la organizacién central del Estado, por estar es- casamente dotado y con pocos dependientes cuya carrera estaba subordinada a criterios absolutamente discrecionales por parte del poder politico. 3.24. Las paradojas y las debilidades del liberalismo italiano {Qué valoraciones pueden hacerse sobre este modelo? Las instituciones liberales nacieron frigiles y poco modernas. Fueron instituciones concebidas segiin una légica de «emergencia» frente a acontecimientos politicos y militares extraordinarios que ca- racterizaron la formacién del Estado unitario. La centralizacin y «piamontesizacién» de los aparatos burocraticos no dejaron de ser, hasta cierto punto, decisiones obligadas: fueron pensadas como una especie de «medicina» con la que afrontar el peligro de re- chazo que corria el riesgo de producirse con el transplante del modelo piamontés al nuevo organismo estatutario, Estos nuevos aparatos reflejan una idea basica del liberalismo italiano: la idea de «educam» a los italianos en la libertad, que supone la primera paradoja del liberalismo italiano, la del «mando imposible». Es decir, las instituciones liberales se conciben con el objetivo de subordinar cada articulacién de la sociedad a la soberania juridica del Es- tado™. Esta cuestién reenvia directamente al nodo de la relacién entre Estado y socie- dad, asi como al anillisis de las modalidades de comunicacién entre centro y periferia en el liberalismo italiano. Estudiar la dialéctica de esta relacion es, por tanto, esencial para poder analizar las complejas mediaciones que se desarrollan sobre estos dos nive- les de la vida publica del Estado unitario**. Una segunda paradoja es, por otro lado, la que podria definirse como un «exceso» de politica: la débil legitimacién del Estado liberal tuvo como consecuencia no sélo la endémica fragilidad de las instituciones, sino también el progresivo cierre del sistema ante una sociedad percibida como peligrosa e inmadura para participar en la gestién de la «cosa piiblica», y que por este motivo debia ser inmovilizada y mantenida a salvo de su posible politizacién. Por la misma raz6n el liberalismo no podia aceptar el didilogo con las fuerzas consideradas antisistema: los «rojos» y los «negros», es decir, los socia- listas y los catlicos, Estos limites del liberalismo italiano explican el fuerte papel que asumié la clase politica y la afirmacion de un modelo de organizacién politica de «no- tables», centrado en la mediacién continua entre intereses contrapuestos®, En este esquema interpretativo, el gobierno era el motor del sistema politico, cl punto de equilibrio entre la Monarquia y los diversos grupos regionales representados ® Sobre este tema ver el fundamental trabajo de R. Romanelli, 1! comando impossibile. Stato e societa nell alia liberale, Bolonia, 1 Mulino, 1988. ° He profundizado sobre este tema de investigacién en clave comparativa en mi contribucién «La Italia liberal y la Espafa de la Restauracién: una perspectiva comparada», en R.A. Gutiérrez, R. Zurita y R. Ca- muri (eds.), Elecciones y Cultura Politica en Espana ¢ Italia (1890-1923), Valencia, Universitat de Valen- cia, 2003, pigs. 15-32. ° Sobre las caracteristicas de este modelo nos permitimos remitir a nuestra contribucién R. Camurri, «Les notables italiens entre clientélisme et égitimation du povouir. Le cas de la Vénétie dans le période libé- rale (1866-1897)», en Politix. Revue des sciences sociales du politique, nim. 67 (2004), pags. 17-43. (93) en el Parlamento, incapaces de hacerse portavoces de intereses nacionales. El ejercicio de la politica coincidia, casi exclusivamente, con la actividad de gobierno. Este hecho est en el origen de una tercera paradoja del liberalismo italiano: el inicial rechazo a afrontar el problema del partido entendido como instrumento de organizacién de la po- litica’”, 3.3. EL LABORATORIO POLITICO ITALIANO: TRANSFORMACIONES Y CRISIS DEL LIBERALISMO De lo dicho hasta aqui, se puede deducir que el liberalismo italiano no fue portador de un proyecto fuerte de gobierno de la sociedad. Mas bien se basé en un método em- pirico-adaptativo mediante el cual copié de los modelos extranjeros los instrumentos analiticos utiles para mejorar la propia capacidad de neutralizar y controlar el conflicto social™*. Hay que analizar por tanto las transformaciones que afectaron a esta estructura en cl curso de los decenios siguientes a la unificacién como consecuencia de los ripidos y tumultuosos cambios verificados en la sociedad italiana, al igual que en el resto de Eu- ropa. Entre las décadas de 1870 y 1880, por ejemplo, se produjo una transicién muy significativa cuando, entre los liberales italianos, tuvo lugar el «descubrimiento» de la sociedad y se advirtié la urgencia de dominar las nuevas ciencias sociales nacidas en el Ambito aleman: la economia politica, la estadistica 0 la sociologia’”. En esa fase los li- berales italianos se dieron cuenta de que hacia falta «estudiar» la sociedad, y que para hacerlo servian nuevos instrumentos de analisis. En ¢l contexto de dicha apertura hacia la sociedad, comenzé en el liberalismo curopeo una fase de «transformacién politica» durante la cual las fuerzas liberales pusicron en marcha una profunda renovaci6n de las formas de organizacién de la politica”. En el caso italiano las fuerzas liberales, salidas de la prolongada fase de construc- cién del Estado, percibieron la necesidad de una adecuacién en la linea apenas descri- ta, o mejor dicho, usando los términos de los coctineos, de una «evolucién» de las tra- dicionales estructuras politicas y parlamentarias para dar vida a un gran agrupamiento liberal-monarquico que debia dar mayor estabilidad a los gobiernos'!. La operacion tuvo éxito sdlo parcial, dando lugar a un fenémeno diverso que tomé el nombre de «transformismo», basado fundamentalmente en la convergencia hacia el centro de los dos mayores grupos parlamentarios —Ja Derecha y la Izquierda historicas— con la Sobre este tiltimo aspecta véase P. Pombeni, Introduzione alla storia dei parti politici, Bolonia, {1 Mulino, 1985, pags. 331-374. 3* Un caso ekisico es el representado por la influencia ¢jervida por et modelo inglés. Ver en este sentido Ja contribucién de F. Cammarano, 1! modello politico britannico nella cultura del moderatismo italiano di fine secolo, en R, Camurri (¢4.), La scienza moderata. Fedele Lampertico e I'halia liberate, Mitin, Franco Angeli, 1992, pigs. 309-338. » Ver P. Schiera, Il laboratorio borghese. Scienza ¢ politica nella Germania dell ‘Ouocento, Bolonia, I Mulino, 1987. La cuestién fue abordada en el volumen de P. Pombeni (ed.), La irasformazione politica nell’ Europa liberale 1870-1890, Bolonia, Il Mulino, 1986. *! Sobre el significado de este pasaje para el liberalismo italiano, P. Pombeni, Trasformismo e questione del partito. La politica italiana ¢ il suo rapporto con la vicenda costituzionale europea, en Id, (ed.), La tras- formazione politica... pigs. 215-254, (94) consiguiente marginacién de las alas extremas*. Y si bien es cierto que los resultados en el plano de la modernizacién del sistema politico fueron muy limitados, no cabe duda de que el «transformismo» represent6, sin embargo, un indicador significativo de la conciencia difusa entre las clases dirigentes italianas de la necesidad de afrontar al- gunos grandes nodos, como la ampliacién del suffagio o la capacidad de controlar y abordar los conflictos sociales. No es casualidad que sobre las ruinas de este proyecto de transformacién del libe- ralismo surgiera un segundo intento de encontrar nuevas respuestas a la exigencia de hacer mas «moderna» la politica. Este segundo proyecto quedé asociado al nombre de Francesco Crispi, jefe del gobierno en dos fases distintas: de 1887 a 1891, y de 1893 a 18968. Con la fuerza que le daba contar con una mayoria sin precedentes en la historia parlamentaria italiana, Crispi subié al poder en 1887 sucediendo a Agostino Depretis. Hombre de conspicuo pasado patritico y personalidad enérgica, concentré en sus ma- nos una cuota de poder cada vez mas amplia y apoy6 la necesidad de un reforzamiento del ejecutivo, Tres fueron los elementos que caracterizaron su accién de gobierno: el autoritaris- ‘mo con que reprimié las tensiones sociales y politicas internas, el reformismo y la re- cuperacién de un disefio pedagdgico dirigido a la consolidacién de la identidad nacio- nal y a la «construccién de los italianos» alrededor de la revalorizacién de la epopeya del Risorgimento. Las reformas de Crispi, concentradas en la primera experiencia de gobierno, representaron el mayor conjunto de leyes promulgadas por los gobiernos I berales, Las iniciativas legislativas comprendieron una nueva ley municipal y provin- cial, una ley de tutela de la higiene y la sanidad publica, un nuevo cédigo penal, la re- forma del acceso a la magistratura, la ley sobre los institutos de beneficencia y la emigracién“. La filosofia de fondo que inspiraba estas intervenciones reformistas fue la de prevenir el conflicto politico potenciando los aparatos administrativos, erigidos en «el rostro pacificador del Estado». Implicado en algunos esciindalos bancarios y duramente criticado por la oposicién parlamentaria con motivo de la precaria situacién financiera, dimitié como jefe del go- bierno en 1891. Volvié al poder en 1993 con un panorama nacional ¢ internacional bien distinto. Agotado ya su impulso reformador, y ante los crecientes problemas derivados de las revueltas populares que habian estallado en distintas partes del pais, Crispi trato de concentrar sus energias en el saneamiento financiero y en la politica exterior, con Italia alineada junto a Alemania en la Triple Alianza. En ese sentido, intento retomar la alta politica expansionista que habia puesto en marcha durante su primera experiencia © Una detallada descripeién de los pasos parlamentarios que acompailaron a esta operacién se encuen- tra en F, Cammarano, Storia politica dell ‘Italia liberale.... pags. 167-174, ® Sobre Crispi remitimos a los siguientes estudios: F. Fonzi, Crispi ¢ lo «Stato di Milano», Milano, Giuffié, 1965; F. Bonini, Francesco Crispi e U'unitd, Roma, Bulzoni, 1997; D. Adami, Francesco Crispi: un progetto di governo, Florencia, Olschki, 1999; C.J. H. Duggan, Creare la nazione: Vita di Francesco Cris- ‘pi, Roma-Bari, Laterza, 2000, 0 D. Adoni, L'ltalia Crispina: riforme ¢ repressione 1887-1896, Florencia, ‘Sansoni, 2002. Sobre las reformas «crispinas» ver R. Romanelli, «Francesco Crisp ela riforma dello Stato nella svol- ta del 1887», en Quaderni storiei, nim. 18 (1971), pigs. 763-834 y en Id., Hl comando impossibile... pigs. 207-274) y los cuatro voliimenes publicados por el Archivo ISAP, no 6, Le riforme crispine, Milin, Giufire, 1990. © F. Cammarano, Storia politica dell 'halia liberale... pig. 194. (95) de gobierno con la penetracién en cl Africa oriental. Pero fue precisamente en tierra africana, con la terrible derrota suftida por el ejército italiano en Adua en marzo de 1896, donde terminé definitivamente la carrera politica de Crispi. Su salida de escena y el fracaso de su proyecto de reformismo autoritario tuvieron como consecuencia una progresiva intensificacién de las tensiones politicas y de la cri- sis de las instituciones liberales. En el centro de la reflexién de los juristas, los cienti cos sociales y los economistas estaba, en primer lugar, la cuestién de la «degeneracién del Parlamento». De ahi a pocos meses el pais se desliz6 hacia una gravisima crisis po- litico-institucional, prolongada durante casi tres altos, desde 1889 hasta 1901, durante la cual tom6 cuerpo un proyecto autoritario y reaccionario. A través de él, una parte de la clase dirigente liberal intenté, mediante el uso de la fuerza y de la represion, eliminar a la oposicién politica en la calle y acallar la protesta popular. De la denominada «crisis finisecular el liberalismo italiano salié con un proyecto de «reformismo liberal» alrededor del cual, en 1901, Giovanni Giolitti consiguié aglu- tinar una nueva mayoria de fuerzas decididas a imponer el retorno a la legalidad y con- firmar la centralidad de] Parlamento. Los pernos del proyecto giolittiano fueron, por un lado, el reconocimiento de la legitimidad politica de las fuerzas antisistema —los cat6- licos y los socialistas— convertidas ya en realidades profundamente integradas en la vida politica nacional y local; por otro, la btisqueda de una neutralizacién de los con- flictos por medio de la ampliacién del intervencionismo estatal en varios sectores, Ese nuevo equilibrio se mantuvo en lineas generales hasta la guerra de Libia (1911), y entré definitivamente en crisis con el estallido de la Primera Guerra Mundial, cuando el enfrentamiento entre neutralistas ¢ intervencionistas inflamé el pais y escin- dié a las fuerzas liberales. La guerra y su herencia determinaron la crisis final del libe- ralismo italiano: el conflicto habia bautizado el nacimiento de la sociedad de masas que, en 1919, se presenté sobre la escena politica decidida a desempefiar un papel pro- tagonista. En el intento de encontrar una solucién al problema de cémo introducir en la vida politica activa al «pueblo de las trincheras», y ante una crisis social y politica cada vez mas grave, en 1919 el liberalismo jugé la carta (desesperada) de la reforma electo- ral proporcional. El resultado de las elecciones celebradas en noviembre de ese mismo aio sanciond la importante derrota de las fuerzas liberales y su crisis irreversible. Ms que un error tactico —la eleccién de un sistema electoral que premiaba los aparatos de los partidos capaces de estar presentes sobre todo el territorio nacional—, aquel resultado reflejaba perfectamente la incapacidad del liberalismo italiano de elaborar un nuevo proyecto po- litico concebido para una sociedad de masas, como ya era la Italia de la posguerra, y de interpretar las profundas transformaciones que el pais habia conocido en los afios trigi- cos de la guerra. Sobre esta fase de la historia politica italiana todavia no ha sido superado el estudio de U. Levra, eol- po di stato della borghesia. La crisi politica di fine secoto in ltalia, Milin, Feltsinelli, 1977. [96]

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