Teoría de la administración pública II ERIK HAZAEL CHAVEZ FRANCO Inicialmente se plantea la pregunta de si la gestión pública es simplemente una versión disfrazada de la administración pública tradicional. Se menciona que en las últimas décadas han surgido términos como "políticas públicas," "gestión pública," y "gerencia pública," lo que ha generado cierta confusión en el campo de estudio.
Se destaca que la administración pública tradicional se centraba en un Estado
mínimo que se enfocaba en mantener la seguridad y la justicia. Sin embargo, a partir de la década de los treinta, en la mayoría de los países capitalistas, surgió el modelo del "Estado providencia" o "Estado benefactor," que amplió las responsabilidades del Estado hacia la provisión de servicios básicos como educación, salud y vivienda. Esto implicó una expansión cuantitativa de la acción gubernamental, convirtiendo los aparatos gubernamentales en grandes productores de servicios.
La administración pública tradicional, basada en preceptos legales, procedimientos
burocráticos y teoría de la burocracia, solía ser capaz de regular y prescribir la acción gubernamental de manera monolítica. Sin embargo, a partir de la segunda mitad del siglo XX, esta perspectiva legalista comenzó a perder relevancia a medida que la intervención estatal se expandió hacia diversos sectores. La complejidad de las estructuras gubernamentales generó un crecimiento en el tamaño de las dependencias gubernamentales para enfrentarla, lo que resultó en una acción gubernamental difusa y confusa.
En este contexto, la lógica de la acción gubernamental se diversificó, las
dependencias gubernamentales se fragmentaron y surgieron disputas por recursos y espacios. Además, la participación activa de actores políticos en las acciones del gobierno se intensificó en las democracias consolidadas. La interacción de grupos organizados de la sociedad se convirtió en un elemento central, y la acción gubernamental se volvió más interactiva con agentes no gubernamentales. En las décadas de los cincuenta y sesenta, surgió la escuela de las políticas públicas como un nuevo marco de análisis que buscaba comprender la acción gubernamental de una manera más compleja y multifacética. Rompió con los supuestos básicos de la administración pública, centrándose en el análisis de las políticas públicas en lugar de la dependencia gubernamental, en el proceso decisorio en lugar de la norma jurídica, y en la interacción amplia entre los ámbitos político y administrativo.
Con la crisis de legitimidad del Estado omnipresente a fines de la década de los
setenta, se reconfiguró el aparato estatal, dando paso a lo que se denominó el "Estado modesto" o el "Estado regulador." Este Estado se comprometió en coordinar los esfuerzos de diversos actores en lugar de gestionar directamente todos los asuntos públicos. Lo público dejó de ser un monopolio estatal y se convirtió en un espacio para la sociedad en su conjunto, donde las dependencias gubernamentales son solo una parte.
En este nuevo escenario, la lógica de la acción gubernamental es diversa y
potencialmente conflictiva. Las dependencias actúan de manera semiautónoma para enfrentar desafíos de logros y supervivencia. La formulación de políticas públicas y programas gubernamentales se realiza en constante interacción con agentes no gubernamentales. Además, se presta atención a las señales de los contextos político, económico, tecnológico, social y cultural en diferentes niveles, lo que influye en las dependencias gubernamentales de manera significativa.
Es esencial comprender un sistema de redes de dependencias gubernamentales
en lugar de un "aparato gubernamental" monolítico. Estas redes compiten, disputan recursos, y tienen lógicas parcialmente comunes con importantes diferencias entre ellas. La toma de decisiones, la visión estratégica, el papel de los actores, la eficiencia y las preferencias de los clientes se vuelven elementos fundamentales en el análisis de la acción gubernamental en este nuevo contexto. La aparición de la gestión pública en la década de los setenta se debió a la necesidad de abordar problemas complejos y multifacéticos en la administración gubernamental. Se buscaba cómo gestionar recursos eficientemente, interactuar de manera óptima con otras dependencias y satisfacer a los usuarios de los servicios gubernamentales. Se supuso que un buen gobierno funcionaría cuando las redes de dependencias operaran con eficiencia, eficacia y legitimidad.
La diferencia entre gestión y gerencia pública es principalmente un matiz
semántico, donde la gestión pública se originó en Estados Unidos y se propagó con términos similares en otros países, como "gestión pública" en España y "gerencia pública" en algunos países de América Latina. Bozeman distinguió dos enfoques dentro de esta corriente: el enfoque "P," que se originó en las escuelas de políticas públicas y se centró en la gestión de políticas, y el enfoque "B," que surgió de las escuelas de negocios y se basó en los principios de la administración de empresas, siendo menos estricto en la distinción entre los sectores público y privado.
La gestión pública se ha desarrollado más como un esfuerzo institucional que
como un logro intelectual. La disciplina ha priorizado la observación de la realidad, el análisis de experiencias de gestión y el estudio de casos sobre la conceptualización y la clarificación de categorías teóricas. Ha sido más intuitiva, empírica y descriptiva que teórica. La falta de sistematización y teorización en la gestión pública es un desafío, y se corre el riesgo de acumular experiencias sin una base conceptual sólida.
Se necesita desarrollar una base teórica sólida y superar su enfoque
principalmente empírico y descriptivo. La falta de un marco teórico puede hacer que la disciplina pierda orientación y cohesión. Aunque se han acumulado trabajos en torno a un objeto de estudio común, es esencial construir una disciplina que integre y sintetice estos conocimientos. La gestión pública es un campo en construcción que requiere un desarrollo más sistemático y teórico para consolidarse como una disciplina académica coherente.
La orientación prescriptiva de la disciplina busca ofrecer recomendaciones
basadas en el análisis empírico para mejorar la gestión gubernamental, lo que naturalmente vincula teoría y práctica. Esta preocupación prescriptiva es compartida por académicos interesados en hacer que su trabajo sea relevante y útil en la formación de mejores gobiernos.
Sin embargo, la difusa frontera entre el conocimiento ordinario y el disciplinario
puede dar lugar a recetas, intuiciones y creencias surgidas de la práctica profesional que se presentan como principios de la disciplina. Esto puede ser un desafío, ya que mitos sin fundamento pueden surgir del entrelazamiento de teoría y práctica. Es necesario mantener un "escepticismo organizado" para evaluar críticamente estas ideas y garantizar que solo las que sean generalizables y respaldadas por un rigor analítico se integren al conocimiento disciplinario.
Se subraya la importancia de la cautela permanente y la creación de un espacio
entre el conocimiento ordinario y el académico. La estrecha relación teoría- práctica no necesariamente enriquece a ambas, por lo que es esencial buscar un equilibrio entre científicos que se mantengan alejados de la realidad y practicantes que generen mitos a partir de sus experiencias.
Referencias:
Chica Vélez, Sergio. 2011. Una mirada a los nuevos enfoques de la gestión pública. Administración & Desarrollo 39 (53): 57-74.
Cabrero Mendoza, Enrique 1998 “Estudio introductorio”, en B. Bozeman (coord.),
La gestión pública: su situación actual, Fondo de Cultura Económica, México D. F., pp. 37-42.