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El proceso de un parto podría ser visto como si fuera un evento no solo físico, sino
también algo emocional. El parto es como la erupción de un volcán, donde se produce una
apertura y un "rompimiento" tanto en el cuerpo físico de la madre como en su estructura
emocional.
El inicio del vínculo entre madre e hijo está fuertemente influenciado por la experiencia del
parto y los primeros encuentros. Hay una idealización de esta experiencia en revistas y
libros especializados, ya que la realidad no suele ser tan perfecta. En nuestra sociedad
occidental existe una institucionalización y deshumanización del parto, donde la atención se
centra en sacar al bebé sano, a menudo sin considerar las emociones de la madre.
Es deseable que cada mujer pueda experimentar el parto de manera cercana a su esencia y
critica las rutinas médicas que han perdido su sentido original y que pueden tener un costo
emocional para las madres. Pues la experiencia del parto afecta a la relación que hay entre
madre-hijo.
Es importante el dolor en el proceso del parto, pues permite a las mujeres conectarse con
partes profundas de sí mismas y entrar en un nivel de conciencia intermedio. También
permite la entrada en un "túnel de ruptura" espiritual durante el parto. Por eso el apoyo
emocional es esencial durante el parto, y se debe instar a las mujeres a elegir
cuidadosamente a quienes las acompañarán en este viaje.
Las prácticas médicas rutinarias en el parto son negativas, pues deshumanizan el proceso y
se centran en aspectos corporales y técnicos en lugar de considerar la individualidad de
cada mujer. Las faltas de respeto y el maltrato son comunes en las instituciones médicas
durante el parto y se necesita un enfoque más humano y personalizado en la atención del
parto, donde se escuche y se tenga en cuenta a cada mujer en particular.
Parto y sexualidad
Se puede ver el parto como una experiencia mística y de aprendizaje en la vida de una
mujer. Puede ser como una relación sexual, donde se enfatiza que el consentimiento y la
conexión con uno mismo son fundamentales, por lo que se puede hacer una analogía con la
falta de respeto a la intimidad de la mujer durante el parto con una violación.
La atención del parto a menudo carece de introspección y humanización, lo que puede tener
un impacto negativo en la salud mental de las mujeres. La depresión posparto está
relacionada con el maltrato y la falta de apoyo durante el parto. Por eso se debe permitir a
las mujeres vivir las regresiones necesarias para el desprendimiento del cuerpo del bebé y la
necesidad de un entorno de parto respetado.
En la sociedad no se reconocen los maltratos durante el parto, cosa que debe cambiar, por
ejemplo, haciendo que las salas de parto sean lugares acogedores y que presten atención a
las necesidades emocionales y físicas de las parturientas para facilitar un parto más
saludable y respetuoso.