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CURSO

EDUCACIÓN SEXUAL HUMANIZANTE


A DISTANCIA NIVEL II”

MODULO II
Sexualidad y embarazo

Angela Grebenc
Revisado y actualizado por Alina Villavicencio

El embarazo es un proceso fisiológico que es considerado frecuentemente como una


época de crisis, en la vida de la mujer y también de su pareja. En la historia de nuestra
cultura, la mujer embarazada ha sido conceptuada como un ser asexuado, una persona
en la que los deseos y la actividad sexual disminuyen o desaparecen durante el
embarazo y en las semanas posteriores al parto.

Usualmente la sexualidad materna no es tenida en cuenta en el diálogo entre la


embarazada y quien controla la gestación (agentes de salud) Y con frecuencia se le
imponen controvertidos períodos de abstinencia o se les sugiere efectuar cambios en la
actividad sexual, no siendo adecuadamente aclarados o explicados en qué consisten
estos cambios.

Durante este período la mujer vive profundos cambios biológicos, corporales,


psicológicos, en sus hábitos y en los intereses hacia el mundo exterior. En este
contexto la embarazada siente confusión, temor y ansiedad, lo que puede llegar a alterar
profundamente la relación de pareja y traer aparejadas modificaciones en la sexualidad
de ambos que afectan el deseo, la respuesta y el comportamiento sexual, durante el
embarazo y en un largo período posterior al mismo, interrumpiéndose patrones sexuales
largamente establecidos, pudiendo llevar a la pareja a limitar los contactos sexuales en
forma extrema o que si los practican produzcan agudos sentimientos de culpa
(Sebastiani 2005: 80). Estos conflictos pueden ser minimizados o evitados mediante
el diálogo, la búsqueda de información veraz y el asesoramiento adecuado.

Todas las mujeres atraviesan tres etapas desde el momento de la concepción: el


embarazo, el parto y el puerperio o posparto. Pero cada una de ellas y en cada
embarazo, las van a vivir de manera única e irrepetible, dependiendo de factores
individuales, culturales, sociales y económicos.

Modificaciones en la respuesta sexual humana durante la gestación

Primer trimestre:

Cuando una mujer se entera que está embarazada puede sentirse orgullosa, dichosa,
temerosa, irritada, deprimida o ambivalente depende de múltiples factores, pero
principalmente de si el hijo es deseado o no y de la autoestima que tiene la mujer.
Los cambios fisiológicos que se producen (cambios hormonales, aumento del flujo
sanguíneo, aumento del tamaño de las mamas, tumefacción de los pezones y la areola,
vasocongestión pelviana, etcétera.) y los requerimientos por parte del embrión, que se
expresan en una mayor actividad cardiaca, respiratoria y metabólica, provocan en la
mujer sentimientos de confusión y ansiedad, que se manifiestan de distintas maneras:
ensimismamiento, nauseas y/o vómitos, insomnio, somnolencia, disfunciones
intestinales, apetito insaciable o falta de apetito .

Esta nueva situación hace que la embarazada se sienta vulnerable y necesite de los
mimos y el apoyo de su pareja y de todo su entorno.

En este trimestre se observan grandes cambios en el erotismo de la mayoría de las


mujeres, que va desde el desinterés sexual absoluto a un aumento exagerado de la
actividad sexual.

Generalmente hay una disminución del deseo sexual y de la intensidad


orgásmica. En algunas mujeres esto sucede por el temor de hacerle daño al bebé o que
se produzca un aborto. En otras porque se sienten incómodas e inseguras frente a su
nuevo esquema corporal, o el tener mayor sensibilidad en las mamas y los genitales
vasocongestionados puede producirles molestias y dolores. A veces tienden a
encerrarse en sí mismas o sufren una regresión, pasando el afecto por su pareja a un
segundo plano. También puede suceder que se sientan agobiadas frente a la nueva
situación y solo deseen acostarse para dormir (cosa que es posible por el gran gasto
calórico).

Pero en otras mujeres la desaparición del temor a quedarse embarazadas o al


sentirse más atractivas debido al aumento de los pechos hace que manifiesten un mayor
deseo sexual. En el caso de riesgo de infecciones se recomienda utilizar preservativo.
Segundo trimestre:

El segundo trimestre es un período de relativo sosiego, confianza, bienestar y


tranquilidad. La mayoría de las mujeres se han acostumbrado a la idea del
embarazo y se sienten mejor porque han desaparecido los síntomas del primer
trimestre.

La embarazada comienza a percibir los movimientos del bebé y el vientre va


creciendo, esto le confirma que está embarazada.

La percepción de los primeros movimientos puede provocar en algunas el temor a


ocasionarle daño al bebé durante el coito. El hecho de que ya comience a notarse el
embarazo en unas provoca tranquilidad y en otras el temor a que su cuerpo no vuelva a
recuperar las proporciones anteriores al embarazo, se sienten feas y poco atractivas
ante su pareja y temen su infidelidad.

En forma general aparece un aumento del erotismo y de la efectividad en el acto


sexual. Hay mayor interés sexual y pueden aparecer sueños y fantasías de contenido
erótico. Este mejoramiento en las relaciones sexuales en algunos casos no solo supera
al que tenían antes del embarazo, sino que mujeres que nunca habían logrado un
orgasmo, lo pudieron experimentar en esta etapa.

Tercer trimestre:

En el último trimestre la mujer puede sentir malestar e incomodidad. Cada día parece
más largo que el anterior y con frecuencia se desvela buscando una posición más
cómoda, la despiertan los movimientos del feto o la necesidad de micción.

Pueden aparecer dolores de espalda, calambres, vómitos, edemas, ardor estomacal,


peso en el bajo vientre. Las energías de la gestante son escasas y la irritabilidad
aumenta. Se siente molesta por los dolores y le inquieta todo lo relacionado con el
momento del parto, manifestándose por medio de fantasías relacionadas con las
contracciones, el dolor, la rotura de la bolsa, la falta de fuerzas en el momento del
pujo, no darse cuenta cuando se debe internar, el miedo de que se pase el parto.
Con frecuencia le preocupa que su hijo sea normal, tiene fantasías sobre la muerte de su
hijo y la propia.

Se sienten dentro de un cuerpo que ya no les parece enteramente suyo. Muchas se


sienten poco atractivas y su libido se ve afectada, les preocupa el hecho de no gustar a
su pareja y tienen inquietud por su desinterés y de que este continué después del parto.
La frecuencia de las relaciones sexuales disminuye notoriamente en muchos casos por
indicación del equipo de salud (muchas veces por mitos), en otros porque el vientre
continúa aumentando y dificulta las relaciones o por el cansancio de la mujer.

También se puede ver mujeres que siguen con el deseo aumentado, pero ahora se
nota una disminución del deseo por parte de la pareja (se analizaron estos datos en
parejas heterosexuales) debido a que este tiene miedo de dañar al feto por mitos
culturales establecidos.

En aquellas situaciones donde se produce el encuentro sexual coital se recomienda


evitar penetraciones profundas para evitar el contacto directo del pene con el cuello del
útero el cual se encuentra edematizado y sensible al estímulo. Las posiciones más
recomendadas son:
Parto

Durante el parto hay tres etapas el trabajo de parto, el período expulsivo y el


alumbramiento. La mujer experimenta una infinidad de sensaciones sobre todo si no ha
recibido información anterior. Algunas mujeres al entrar en esta situación donde las
normas del pudor no existen, exhibición de sus genitales, temor a la defecación; con
gente desconocida rodeándola; sometida a múltiples instrucciones e intervenciones
tacto, episiotomía; y que generalmente no es en un marco afectuoso se sienten
vulnerables e indefensas. Y esto las imposibilita por más que se esfuercen, a relajarse y
vivir este momento con placer y satisfacción.

Contrariamente a esto, también se ha comprobado que hay una estrecha relación


entre la expresión de la sensualidad con su pareja y el avance beneficioso del trabajo de
parto. Hay una correlación directa entre los besos y la apertura del cuello del útero, por
eso, muchas veces se estimulan las muestras de afecto de la pareja, dejando un espacio
de intimidad para las caricias, los masajes y los besos.

Posparto o puerperio

En esta etapa algunas mujeres pueden sentirse extrañas en su cuerpo, vulnerables,


doloridas, molestas y asexuadas y otras pueden sentirse plenas, disfrutando de su bebé
y de su capacidad de amamantar. El organismo experimenta grandes cambios.
Algunas mujeres pueden tener dificultad para adaptarse a la nueva situación
generada por la atención del bebé, de la pareja y de las tareas del hogar pudiendo
afectarla tanto emocional, física como psicológicamente. En este momento se
produce un vínculo simbiótico entre el bebé y la mamá; el papel del padre será muy
importante para romper en el momento oportuno ese vínculo y permitir formar la tríada
padre, madre e hijo.

Es frecuente que manifiesten un bajo interés sexual, están cansadas, hay


disminución del deseo sexual debido a la secreción de prolactina, tienen miedo a un
nuevo embarazo y experimentan miedo al contacto físico por temor al dolor en el coito
debido a la cicatriz de la episiotomía y a la falta de lubricación producida por los cambios
hormonales. Sintiéndose a veces presionada a retomar las relaciones sexuales. En este
sentido, es muy importante que la mujer converse previamente al parto con los
profesionales para evitar la episiotomía de rutina y que sólo se trate de una intervención
de extrema necesidad.

El erotismo en esta etapa está en relación directa con la lactancia, la pelvis esta
crónicamente congestionada, a causa de esto muchas mujeres sienten un aumento de la
tensión sexual y una sensación de plenitud pélvica Se recomienda no reanudar las
relaciones antes de las 6 semanas del parto, pero esto depende de los deseos de la
pareja y de la alta médica de acuerdo con la recuperación de la puérpera y su deseo.
El caso de las parejas heterosexuales (hombre y el embarazo)

Como la que expresa los cambios por estar embarazada es la mujer a veces al
hombre se lo suele relegar a un papel secundario. A muchos, esta nueva situación les
produce conflictos. El embarazo modifica su estilo de vida, sienten que aumentan las
responsabilidades y las presiones en general (Abramovich: 2003). Es posible que ante la
noticia del embarazo tengan una reacción de alegría, sorpresa o de preocupación y que
tarden un tiempo en captar la idea de un niño y esto les puede generar sentimientos
ambivalentes Algunos hombres es posible que lleguen a compartir los síntomas propios
del embarazo con su pareja.

La sensación de falta de comodidad de la mujer, la presencia del feto y la


preocupación por dañarlo, la idealización de la imagen de la mujer-madre, afecta el
entusiasmo y la respuesta sexual de los hombres, a tal punto que pueden llegar a
abstenerse de tener relaciones sexuales.

Los cambios que se producen en la vida cotidiana y social a lo largo del embarazo, la
suspensión de los pasatiempos comunes, hace que algunos hombres ansíen que todo
vuelva a la normalidad. Pero hay otros que se sienten unidos a su pareja, mantienen la
fidelidad y aumenta la gratitud hacia ellas; se preocupan por atenderlas para que se
sientan cómodas y están comprometidos con el momento del parto.

El parto también afecta a los padres, si han participado del mismo y han tomado
conciencia de todos los cambios que se han producido en el cuerpo de la mujer, es
posible que hayan ganado más conocimientos con respecto a la sexualidad femenina.

Sin embargo, también hay miedos por parte del hombre, hay que rearmar la imagen
corporal de su mujer, los pechos se han preparado para amamantar, la vagina se ha
transformado, existe la fantasía de que los puntos de episiotomía se abran y causen
dolor a la mujer.

Conclusión

Es imposible seguir aceptando que la maternidad y la feminidad son dos fenómenos


aislados. La relación sexual es un elemento vital que une íntimamente a la pareja y
satisface plenamente la inmensidad de amor y ternura que la mujer siente estando
embarazada.

Si bien hay incomodidad por una panza voluminosa, o sienten molestias cuando hay
una penetración brusca, se puede recurrir a posiciones donde no se ejerce presión sobre
el abdomen y en las cuales la mujer puede controlar la penetración para que esta no sea
profunda ni dolorosa.

Es muy importante para la mujer conservar su capacidad erótica y orgásmica, la


primera contribuye a mejorar su autoestima y la armonía conyugal y la segunda ayuda a
mantener la elasticidad y flexibilidad de los músculos pélvicos necesarios para el parto.
Además, se debe recordar, que la sexualidad no es sólo genitalidad y que la
sexualidad no es sólo orgasmo, cuando una pareja desea compartir sentimientos de
intimidad y amor lo puede hacer sin la necesidad de una relación coital con penetración.
El embarazo es un buen momento para explorarse, conocerse, sin pensar en el
rendimiento. La pareja a través de masajes, caricias, mimos, besos puede encontrar
una fuente de placer sensual y comunicación íntima tanto durante el embarazo como
fuera de él.

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