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UNIVERSIDAD NACIONAL DEL NORDESTE

CÁTEDRA: LITERATURA SEPTENTRIONAL


PROFESOR TITULAR: MARÍA ANGÉLICA CAZORLA
PROFESORA DE TRABAJOS PRÁCTICOS: MARÍA LAURA PEÓN
ALUMNA: POLISENA ARACELI NOELIA

ENSAYO SOBRE “ORGULLO Y PREJUICIO “ DE JANE AUTEN

Tema seleccionado: La construcción de la subjetividad de la heroína: El


recorrido desde una identidad individual hacia una identidad social.

En el presente trabajo abordo la manera en que se construye la subjetividad de la


heroína de la novela “Orgullo y Prejuicio”, Elizabeth Bennet. Para poder interpretar la
modalidad de esta construcción me propongo explicar el recorrido simbólico que realiza la
protagonista desde su reafirmación como “identidad individual” (particular, unívoca) hacia
su conformación como “identidad social” (universal, compartida), siendo ambas
identidades no contrarias, sino complementarias y necesarias en la construcción de la
subjetividad del individuo. A partir del análisis discursivo del mencionado personaje,
extraigo la marca más sobresaliente de su carácter que conforma su identidad individual,
para luego desembocar en su identidad social, traducida en la decisión final de matrimonio.
La idea es demostrar que el sujeto se construye dialógicamente entre una reafirmación
individual de su carácter y la realización de prácticas sociales que impone la cultura.

Concuerdo con Landmann (1961) que el hombre es un ser social y, al mismo


tiempo, un ser cultural. Somos seres culturales en un doble sentido, en cuanto a productores
de cultura, y además en cuanto a productos de ella. Según este autor, a la cultura “la
determinamos en un poderoso sistema de causalidad circulatoria y a la vez experimentamos
cómo ella nos modela”. (p.226).
La referencias expuesta hasta ahora me sirve para afirmar la idea de que la
autora, Jane Austen y la obra misma son producto su contexto espacio-temporal en el que
fueron engendrados. Siguiendo esta idea me remitiré a algunos aspectos de la época
victoriana en la segunda mitad del siglo XIX, momento en el cual se va estructurando la

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mentalidad burguesa. Esta mentalidad favoreció la aparición de las condiciones de
producción de los personajes de la novela “Orgullo y Prejuicio”.
Al referirse a la burguesía en ascenso, cabría tener en cuenta las notables diferencias
regionales que se daban en Gran Bretaña, que explicarían las diferentes apreciaciones del
peso de una u otra burguesía que aparecen en el más industrial norte de Inglaterra o en el
comercial y financiero del sur del país. La autora centra la historia en el pequeño mundo de
la burguesía rural, distinguida por ser altamente conservadora. En ella la familia representa
un refugio idealizado, “un mundo en sí mismo”, es decir se idealizó la familia burguesa
como una vida donde estaban presentes el orden y la autoridad. La autora, rompe con este
espejismo al desestructurar el ideal de conducta correcta de familia que la sociedad
pretende cuando da vida a la familia Bennet. Para lo sociedad de esta época, lo principal,
era proyectar firmeza en los sentimientos, autocontrol, represión, dominio de las
emociones. El sentimiento continuo y dominante en el hombre, era el de una constante
preocupación por obrar bien y comportarse con rectitud.

Es sabido que la aristocracia aún constituía la clase social dirigente, aunque ésta se
dividía en títulos menores, a todos los “gentlemen” los reunía la condición común de
terratenientes, unas prácticas de vida y un sistema de valores compartidos más allá de las
diferencias en la riqueza y poder. Conforme avanzó el siglo XIX, la calidad del noble
(poseedor de un título real) fue cediendo paso a la calidad del terrateniente (poseedor de
tierras, quien no necesariamente adquiere un título nobiliario) como criterio diferenciador
dentro de la aristocracia. Si bien el “gentry” era propietario de varias hectáreas, no se
ocupaba directamente de la explotación de sus tierras ni de la administración de las mismas.
Esta falta de dedicación a las labores agrícolas formaba parte de un estilo de vida en el que
el cultivo del ocio era un elemento fundamental. (Canales, 2008) “Estas pautas de conducta
descansaban en la existencia de un código de valores que exaltaba la despreocupación por
cuestiones prácticas, junto a un desarrollado sentimiento del honor y el protocolo”.
(Canales, 2008: 103) La burguesía, por su parte, se sentía atraída por códigos tan distintos
del que ella misma poseía.
Con respecto al nivel de permeabilidad de la sociedad inglesa, sobre todo en los
estratos bajos de la aristocracia, se apreciaba una movilidad importante. El ascenso social

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de un rico burgués por la vía del matrimonio (aceptable para familias de la gentry en
apuros) o la compra de tierras no eran fenómenos infrecuentes.
Ahora paso a analizar la construcción de la subjetividad llevada a cabo por la
autora en la protagonista Elizabeth Bennet. Para destacar la modelización de su identidad
individual es necesario oponer su discurso y acciones a la de otros personajes. Y para
terminar demostrando su identidad social es necesario interpretar su decisión final (el
matrimonio) como una conducta tradicional de igualación, entendida ésta como mecanismo
regulador por el cual la sociedad tiende a la “normalización” de sus miembros a través de la
imposición de códigos de comportamiento.
Antes de comenzar, ¿qué entendemos por construcción de la subjetividad? Es la
manera o el camino por el cual un sujeto se percibe como un “yo” verdadero; esta
percepción siempre está dada en la relación dialógica entre un yo interior y un otro externo.
Es decir el “yo” más íntimo y personal, aquel sujeto que expresa pensamientos,
convicciones, reacciones afectivas, rasgos de carácter (identidad individual) no puede
conformarse en el abismo de la singularidad, sino en la trama de relaciones sociales de la
cual emerge y en la que se inscribe (identidad social). (Arfuch, 2002) La subjetividad,
entonces, se compone básicamente de dos tipos de identidades distintas y, a la vez,
complementarias y necesarias en la formación del sujeto. Se trata una identidad
“individual” y de una “social”.
En el mismo libro la autora (Arfuch, 2002: 75) afirma: “sólo la modelización social
hace que se desarrollen también en el individuo, en el cuadro de caracteres típicamente
sociales, los rasgos y los comportamientos por los cuales el individuo se distingue de todos
los otros representantes de la sociedad”.
La heroína de la novela representa “la ruptura del esquema tradicional” al
configurarse como rebelde, rechazando el orden impuesto por la sociedad de su tiempo.
Uno de esos órdenes era el de considerar el matrimonio como simple dispositivo de alianza
(Foulcault, 1990 citado por Gutiérrez, 2008) consistente en reproducir el juego de
relaciones, en fijar y desarrollar el parentesco, y trasmitir títulos y bienes, en definitiva
consistía en obtener cierta conveniencia entre las familias de los futuros casados.
Es por oposición al pensamiento y decisión de su amiga Charlotte Lucas (el contraer
matrimonio por conveniencia con Mr. Collins), como observamos el desprendimiento de

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Lizzy de las convenciones que de la época se tenía sobre el matrimonio. La primera declara
ante la sorpresa de su amiga: “Ya sabes que no soy romántica, que nunca lo he sido. Sólo
busco un hogar, y considerando el carácter, relaciones y posición social de Mr. Collins,
estoy segura de que mis posibilidades de felicidad con él son tan grandes como las de la
mayoría de la gente al contraer matrimonio”. (p.50) Podemos observar de qué manera
Charlotte cumple con el mandato social, el cual viene a ser el objetivo y fin de su destino
como mujer, cumplirlo le permitirá adquirir un reconocimiento de status por ser señora de
Collins.
Mientras que Lizzy había rechazado anteriormente a Collins cuando éste le prepuso
compromiso, alegando que la decisión de casarse con él supondría ir en contra de sus
sentimientos por más provechosa que aparentara ser la unión entre primos: “En verdad,
Collins, que tus alabanzas son innecesarias. Permíteme juzgar por mí misma y hazme el
favor de creer cuanto te digo. Te deseo felicidad y riqueza, y al rehusar tu mano hago
cuanto puedo para que lo consigas. Así, podrás tomar posesión de la hacienda de
Longbourn cuando llegue el momento, sin reprocharte nada. Por lo tanto, demos esta
cuestión por definitivamente resuelta”. (p.129)
Esta es la resolución que la protagonista mantiene incluso ante la presión ejercida
por Collins y por su madre para lograr que ella vea las desventajas que supone rechazar esa
unión. Tales presiones no se reducen a ambos sujetos de forma particular, sino que se
expanden hasta llegar a constituirse presiones sociales generalizadas. Collins por su lado le
advierte: “Mi posición social, mi relación con la familia De Bourgh y mi parentesco
contigo son grandes circunstancias en mi favor, y habrás de considerar, además, que a pesar
de tus numerosos atractivos no es seguro que se te haga otra proposición de matrimonio. Tu
fortuna es, por desgracia, tan escasa que con toda probabilidad anulará los efectos de tu
amabilidad y gratas cualidades”. (p.129)
Por otra parte, su madre, le advierte también: “(…) yo te aseguro, Lizzy, que si se te
ocurre rechazar todas las proposiciones de matrimonio, jamás te casarás, y no sé quién te
mantendrá cuando muera tu padre.” (p.134)
Es así que la idea determinante en la heroína de casarse por amor constituye un
signo de rebeldía contra el orden impuesto en la época victoriana. (Gutiérrez, 2008: 211)
Ese signo de rebeldía forma parte de lo que llamé anteriormente como identidad individual

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de la protagonista porque es aquel rasgo de carácter del yo más íntimo que expresa una
convicción. Más adelante Lizzy rechazará también al acaudalado burgués Mr. Darcy aun
siendo ella consciente de su posición social y económica poco favorable.
Otra de las convicciones más notables de la heroína, que difiere del resto de sus
contemporáneos es la valoración negativa conferida al mérito que una persona obtiene sólo
por poseer riquezas y relaciones de poder, en vez de bondad.
Miss Bingley y Lady De Bourgh representan los prejuicios y la hipocresía de la
aristocracia. Adquieren la función de guardianas del nivel social de la familia, despreciando
la poca sofisticación de la sociedad rural a la que pertenece la familia de Elizabeth. Miss
Bingley por un lado, finge ser amiga de Jane mientras intenta impedir que ella se case con
su hermano Bingley. Además menosprecia a Lizzy delante de Darcy y de los demás de su
clase para evitar que puedan llegar a sentir algún aprecio por ella.
En el episodio en el que Jane cae enferma durante su estadía en Netherfield, Lizzy,
al enterase del estado de su hermana, sin perder tiempo va a cuidarla. Ese acto fraternal no
tiene ningún sentido para Miss Bingley, todo lo contrario: “Andar tres millas, o cuatro, o
cinco, o las que sean, pisando barro y sola, ¡completamente sola! ¿En qué estaría pensando?
En mi opinión esa actitud revela una detestable inclinación a la independencia y gran
desprecio por el decoro, propio de campesinos.” (p. 46)
Por su parte, la forma de ser poco humilde y avasalladora de Lady De Bourgh es
bien descripta por Wickham: “(…) Tiene fama de ser extremadamente perspicaz, y aun así
pienso que parte de su talento proviene más bien de su rango y su fortuna; otra, de sus
modales autoritarios (…).” (p. 102)
Lizzy Bennet se revela de nuevo, esta vez a modo de crítica, contra el
reconocimiento social logrado por poseer únicamente buen pasar económico y status
elevado: “Cuanto más conozco el mundo, más me irrita, y todos los días confirmo mi
creencia en la inconstancia del carácter humano y en la poca que me inspiran las
apariencias de mérito o talento. Me he encontrado últimamente con dos casos que
confirman esa creencia; uno no lo quiero mencionar (Miss Bingley) (…)”. (p. 159)
Hasta aquí di algunas muestras del rasgo más sobresaliente de la identidad
individual de Elizabeth, la rebeldía. Ahora, me dedico a dar una muestra de su identidad
social traducida en la igualación de la protagonista al modelo tradicional de relaciones que

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establece al matrimonio como única aspiración honrosa posible para la mujer de la época,
siendo que ésta no podía ni heredar ni disponer de bienes propios.
Lizzy, al final de la historia, decide aceptar la feliz propuesta de matrimonio de
Darcy. Después de encontrarnos con visiones negativas de la protagonista respecto del
matrimonio (p. 147, 181 y 275), sobre todo el matrimonio sin amor, no es posible dejar de
percibir una discontinuidad de la convicción en la decisión final de Lizzy. Como había
dicho anteriormente, el sujeto está incluido en una serie de relaciones sociales que lo
vuelven sujeto colectivo a través de las instituciones culturales. En este caso, Lizzy al
casarse con Darcy, está cumpliendo con una conducta de igualación entre individuos que
impone la sociedad. A través de la institución cultural del matrimonio la protagonista
consigue ingresar al conjunto de relaciones sociales que tienden a la normalización de sus
miembros. Es así, como el sujeto se conforma como tal también en la realización de
prácticas sociales tradicionales, como el matrimonio.

Mi conclusión, es que el sujeto no se construye en el abismo de su singularidad, no


todo él son convicciones, rasgos del carácter o reacciones afectivas que conforman su
identidad individual y le otorgan distinción entre los demás sujetos a su alrededor; sino que
el sujeto se reafirma distanciándose del conjunto por lado, y por el otro se integra al
colectivo cultural-social mediante la realización de prácticas sociales impuestas por las
instituciones culturales. Tanto sujeto, prácticas sociales como instituciones son producto de
la cultura misma, que a la vez los engendra. Elizabeth Bennet demuestra mediante su rasgo
distintivo de rebeldía contra las convenciones y valoraciones sociales tradicionales, la
marca de su propia identidad individual. Mientras que su decisión final de matrimonio con
Mr. Darcy la integra en el juego de relaciones sociales impuesto por las instituciones
culturales y nos da la pauta del rasgo de su identidad social.

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Bibliografía
Arfuch Leonor, El espacio biográfico. Dilemas de la subjetividad contemporánea,
Argentina, Fondo de Cultura Económica, 2010.

Austen Jane, Orgullo y Prejuicio, Colombia, Debolsillo, 2012.Canales Esteban, La


Inglaterra victoriana, Madrid, Akal, 2008.

Foucault, Michel, La voluntad de saber, En “Historia de la sexualidad”, Tomo I. Editorial


SigloVeintiuno. España, 1990.

Gutiérrez Yasmín, “Una mirada sobre la novela de Jane Austen Orgullo y Prejuicio” en
Pasado Por-venir: Revista de Historia, Argentina, 2008.

Oropesa Prada Renato, Literatura y realidad, México, Fondo de Cultura Económica, 1999.

Stuart Mill John, El utilitarismo, trad. de Esperanza Guisán, Alianza editorial, 2007.

Thompson, E. P, La formación de la clase obrera, Barcelona, Crítica, 1989.

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