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Curanderas y Prostitutas.

En la charla anterior se precisó que dentro de la sociedad mexica el lugar y


funciones de las mujeres dependía de a qué grupo social pertenecía, es decir si
era pilli o macegual, por ello algunas ocupaciones como curandera, partera y
prostituta solo podían realizarlo los maceguales, quienes adquirían sus
conocimientos en los dos primeros casos de otras mujeres que las educaban para
el papel que desempeñarían, particularmente sus abuelas o las mujeres de mayor
edad dentro de la familia, ambas tenían un lugar importante en la comunidad pues
se encargaban de preservar la vida y ayudar en el proceso para recuperar la
salud, mediante las enseñanzas que les habían trasmitido. Las parteras estuvieron
al servicio de las nobles para atender sus embarazos desde los primeros meses,
la familia se reunía para elegir quien sería la partera, una vez que era escogida, la
futura madre se ponía bajo su cuidado, por lo que debía indicarle que alimentos
consumir, su frecuencia y calidad, y otros cuidados que tendría durante las
gestación, al aproximarse la fecha del parto le indicaba que debía ir a un baño de
vapor, le proporcionaba bebidas preparadas a base de hierbas para facilitar la
expulsión del producto, “con una poción con una yerba llamada cihuapahtli, que es
para arrojar o expulsar. Si la labor le causa a la mujer gran sufrimiento, le daba a
tomar una poción como de dos piezas pequeñas de cola de tlacuache y por fin lo
arroja por completo..1, le suministraba también un masaje preparatorio, tocaba el
vientre para asegurarse de que el niño viniera en una posición adecuada, si no era
así se encargaba de acomodarlo y cumpliendo con una función mágico-religioso
invocaba a las diosas protectoras de las preñadas: Cihuacóatl y Quilaztli para que
ayudaran a la madre a que el niño naciera.

María Rodríguez refiere en su libro La mujer azteca, que si se presentaban


complicaciones en el parto, la partera solicitaba permiso para cortar al producto y
sacarlo de la madre, “met(ia) entonces la mano por la vagina de la mujer, mete su

1
Thelma Sullivan, “ El embarazo y el parto en la mujer mexica”, La mujer en el mundo prehispánico,
número 29 de la edición regular de Arqueología Mexicana. Fragmento tomado de la página de Facebook
de la revista Arqueología Mexicana.
cuchillo. Allí corta al niño y saca el cuerpo, pedazo por pedazo. Así ayuda [para
que viva] a la madre”.,2 si no recibían el permiso se dejaba a la mujer sola para
que muriera, a quien moría en estas circunstancias se le llamaba cihuateteo
“mujer dios”, pues se consideraba que era divina e iría a acompañar al sol en su
recorrido diario por el firmamento.

También se encargaba de dar su primer nombre a los recién nacidos,


posteriormente se les daba el definitivo en una ceremonia presidida por el
tonalpouhqui, quien estaba encargado de consultar los libros sagrados para
asignarlo dependiendo del día en que nació, su sexo y clase. Si era niña, el cordón
umbilical se enterraba junto a un fogón de la casa, así podría ser en un futuro
buena madre y esposa, según las creencias de los mexicas.

Las mujeres eran educadas en su futuro oficio desde los primeros años de vida, se
enfatizaba que debía ser obediente, acatar el papel que se le había asignado, y
tener fortaleza física y moral. Su madre era la guía principal, de ella aprendía cada
labor, mediante el ejemplo y la práctica, desde el alba debían participar de la
molienda del cacao y el maíz, la preparación de alimentos como las tortillas, hilar y
tejer, siempre solicita a lo que se le ordenara en su casa o la de algún pariente, si
desobedecía se podría hace acreedora a castigos físicos.

Entre las mujeres mayas según lo indica la investigadora Martha Ilia Nájera, del
Centro de Estudios Mayas, a partir del análisis que ha realizado en comunidades
mayas contemporáneas y de algunas referencias que hizo en el siglo XVI fray
Diego de Landa, se considera que las parteras son mujeres que desde antes de
nacer estaban destinadas para ejercer el cargo, pues era de gran relevancia
dentro de las comunidades, ya que se encargaban de cuidar a las futuras madres
durante todo el proceso de gestación y el nacimiento, por ello debían de ser
adultas, regularmente que no estuvieran ya en edad reproductiva, pues al ser
necesario que a las mujeres de la comunidad era indispensable que hubieran
acumulado conocimientos sobre plantas y otros remedios, que adquirían solo a
través de la experiencia y al ser trasmitido por las ancianas. Se cree que si aún se

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Ibíd.
encuentran en edad reproductiva su menstruación implicaba que desprendieran
calor, por lo que podía llevarlas a enfermarse si estaban en contacto con el calor y
la sangre que perdían las otras mujeres durante el parto, y que implicaría también
un riesgo para ella y el recién nacido, pues se considera impura.

Estas mujeres reciben su iniciación a partir de un soplo o aire como signo divino,
que es el paso para iniciar un proceso simbólico de preparación para ser
reconocidas como parteras dentro de sus comunidades, este reconocimiento lo
hacen otras parteras o el especialista religioso de la comunidad, el chamán, tienen
capacidad para realizar adivinación sobre la existencia de los seres que ayudaban
a nacer, a partir de la interpretación de los sueños, para decir por ejemplo si será
un líder en la comunidad, si es niño o niña, y cuál será el número y sexo de los
hijos de una pareja.

Dependiendo de las comunidades los rituales varían, en algunas su destino se


manifiesta a través de sueños donde parteras que han muerto les indican que
deben cumplir con esta tarea, pues algunas mujeres lo rechazan porque tiene
problemas con sus esposos ya que el oficio les implica invertir un tiempo
importante y descuidar a su familia, pues necesitan estar siempre disponibles para
consultas y atender los partos. En estos sueños o encuentros se revela que si no
aceptan su nuevo papel podrían parecer enfermedades o incluso morir pues es un
destino sagrado, en ocasiones los encuentros se dan en cuevas que son
considerados lugares sagrados por estar en contacto con el inframundo, que
separa la vida y la muerte, y significa el renacimiento que experimentara la partera
al aceptar su cargo, ya que dejara de ser madre y esposa, y será la encargada de
cuidar y traer vida a la comunidad, lo que le otorgara un nuevo papel, que se
considera difícil de cumplir.

En otros casos también encuentran objetos que simbólicamente están asociados


al oficio como conchas que representan fertilidad y tienen cualidades mágicas,
pues por ejemplo se colocaban sobre el vientre de las mujeres infértiles, y si
suenan como el llanto de un bebe, dan esperanza de que en algún momento
puedan concebir. Así las curanderas y parteras eran valoradas por los servicios
que prestaban a la sociedad.

Prostitución.

La sexualidad de las mujeres mexicas estaba limitada fueran nobles o


macehuales, se les educaba para ser recatadas y permanecer en su hogar, el
sostener relaciones sexuales se aceptaba dentro del matrimonio, y se les
recomendaba ser discretas en su andar, hablar y vestir. Este recato se acentuaba
en las nobles pues debe recordarse que estaban destinadas la mayoría de las
veces a casarse para formar alianzas con otros señoríos, por lo que debían
permanecer castas hasta el día de su unión y ser una de las varias esposas que
podía tener su conyugue, en cuanto a las maceguales, si bien tenían más libertad
pudiendo incluso ejercer la prostitución o entablar relaciones fuera del matrimonio,
estas tendían más a la monogamia.

Dentro de estas conductas se aceptó que las mujeres podían ejercer la


prostitución como una forma de obtener recursos para sostenerse, aunque hay
discusiones respecto a si estaba normada o se ejercía en libertad, existían
algunos sitios donde se ofrecerían sus servicios, los cruces de caminos y
mercados como el de Tlatelolco, se les llamaba ahuianime “las que están
alegres”, eran las encargadas de brindar alegría a los hombres, se ha visto que
aunque eran contrarías a las conductas esperadas de las mujeres se les
requería en ciertos momentos rituales, por ejemplo para brincar placer sexual a los
hombres que se destinaban a ser sacrificados a los dioses, pues antes de morir se
permitía tener relaciones sexuales, o para alegrar a los guerreros después de las
luchas, siempre que esta actividad no se hiciera pública ya que la se debía
guardar la imagen de estos hombres, por lo que eran solicitadas con discreción.

Se diferenciaban de las otras mujeres por su comportamiento no eran modestas


en su andar, ni en su vestimenta cualidades que como mencionamos se
enaltecían en maceguales y nobles. Se les solía acusar de incitar a los hombres a
beber para que pudieran tener contacto sexual con varias mujeres o en diversas
ocasiones, a cambio recibían obsequios y pagos.

La prostitución representaba también una transgresión al control que se esperaba


en las conductas sexuales que debían moderarse, por lo que las mujeres que lo
ejercían se consideraban causa de una ruptura de este orden. Pero estas
restricciones no se limitaban a las mujeres, los hombres debían guardarse castos,
ser modestos, sanos, inteligentes, sensatos, hábiles y tener una vida sexual
correcta, debían tomar su responsabilidad en el orden social. A las mujeres no se
les permitía si eran nobles tener conductas que sobrepasaran estos códigos de
conducta, pues el castigo era la muerte.

Miriam López Hernández en su artículo Ahuianime: las seductoras del mundo


nahua prehispánico, refiere que “según los testimonios de los informantes de
Sahagún se decía que las ahuianime eran vanidosas, se ataviaban y adornaban
excesivamente, se pintaban el rostro, las mejillas con axin (ungüento amarillo de la
tierra) y con otros colores más, de manera que gustaban lucir «buen rostro».
Igualmente se destaca que preferían llevar los cabellos sueltos y otras veces con
algún peinado combinado, es decir, que a veces se arreglaban la mitad de la
cabellera trenzada y la otra mitad suelta ya sea sobre la oreja o el hombro
(traducción del Códice Matritense y Florentino en López Austin 1996: II, 276).”…
se señala (también) como característico de las prostitutas sahumarse con hierbas
olorosas para que su cuerpo emanara una fragancia deliciosa, perturbadora y
excitante. Así mismo acostumbraban oscurecerse los dientes con grana cochinilla
para llamar más la atención.

Su apariencia contrastaban con el resto, ya que “el peinado de las mujeres


mexicas «honestas» era el cabello partido en el centro, las mitades cruzadas en la
nuca y llevadas en forma torcida o trenzada alrededor de la cabeza, hacia la
frente, para terminar en dos puntas levantadas que tienen forma de cornezuelos.
Su cabello recogido mostraba su conducta propia y comprometida, en la que había
observancia de los límites.”
Pese a estas diferencias la prostitución fue una actividad que formo parte del
orden social mexica, tanto para asegurar el sostenimiento de algunas mujeres
pobres que por diversas circunstancias no contaban con otro recurso para
alimentarse, vestir y encontrar sitios donde habitar, como para cumplir funciones
rituales y religiosas. Si se compara su función con el de las curanderas y parteras
puede verse que cada una cumplió con tareas que le otorgaron un sitio en la
sociedad que les permitió ser respetadas o rechazadas.

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