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Unidad 2 / Escenario 4

Lectura fundamental

La regeneración conservadora y el
auge de la economía de exportación

Contenido

1 Introducción

2 Del liberalismo radical al orden, progreso y tradición: la Regeneración

3 El auge cafetero

4 Una articulación pendiente: proyectos regionales en disputa

Palabras clave: regeneración conservadora, economía de exportación, auge cafetero, conflicto regional.
1. Introducción
En la unidad 2 se abordó el proceso por el cual se desarrolló el sistema económico a lo largo del siglo
XIX y el proyecto liberal que caracterizó la formación del Estado a partir de la creación de la República
de la Nueva Granada. Este proyecto generó un fuerte conflicto con el partido rival, los conservadores.
En este escenario nos centramos en analizar la respuesta de los conservadores al proyecto liberal
radical que se desarrolló en el país entre las décadas de 1850 y 1880, la cual es conocida como la
Regeneración; esta fue la apuesta de consolidación de los conservadores, que buscaba un cambio
basado en las ideas de progreso, tradición y orden.

Para entender este nuevo proyecto, es importante realizar un contexto histórico de esta transición.
Por una parte, tras el debilitamiento del predominio liberal a finales de las últimas dos décadas del
siglo XIX, los conservadores y liberales moderados fueron estableciendo un proyecto reformista del
liberalismo radical, en un contexto en donde la economía mundial se estaba transformando. En este
escenario se abordan los principales aspectos del proceso denominado la Regeneración, es decir, el
establecimiento de los conservadores en el poder, sus implicaciones en medio de un contexto mundial
en constante transformación en donde los países latinoamericanos pasaron a convertirse en la fuente
de materias primas para el mercado mundial, debido al auge de las economías agroexportadoras.
Finalmente, se concluye con una reflexión sobre los regionalismos y la construcción de la nación

2. Del liberalismo radical al orden, progreso y tradición: la


Regeneración
La Regeneración (1886-1903) es uno de los periodos históricos de mayor polémica y trascendencia.
Allí se realizaron importantes reformas que transformaron el Estado y el proyecto liberal radical,
lo que desencadenó uno de los conflictos más sangrientos de la historia de Colombia, la guerra de
los Mil Días; además, se estableció el catolicismo como base de la estructuración de este nuevo
proyecto. Este surge de la unión de los sectores liberales y conservadores con la Iglesia Católica, para
arrebatarle el poder a los liberales radicales y acabar con su proyecto.

Uno de los principales protagonistas de este proceso fue Rafael Núñez, quien estuvo influenciado
por doctrinas positivistas basadas en los pensadores británicos positivistas de la visión progresista y
de orden (Bushnell, 1994). Desde la reforma hasta la Constitución de 1863, Núñez percibía que se
había otorgado demasiado poder a los Estados, lo que le quitó poder al ejecutivo nacional, y limitó las
acciones de la administración.

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De igual manera, en lo referente a la separación entre el Estado y la Iglesia, Núñez consideraba que
esta debía tener una posición de vital importancia, donde el clero y el Estado tuvieran un diálogo que
convergiera hacia la permanencia integral del organismo social y le garantizara a la Iglesia su poder e
influencia.

Núñez planteó el problema de las políticas económicas liberales y la necesidad de una mayor
participación del Estado a través de la promoción de la industrialización nacional y de buscar formas
de protección, como los aranceles. Esto lo llevó a tener una visión más positivista, que iba en contra
de cualquier doctrina económica. La contribución que Núñez trajo al predominio conservador se hizo
visible en Colombia desde finales del siglo XIX hasta 1930, y esto fue tomado como una traición por
parte de su partido de origen, el liberal.

Las divisiones que se presentaban en el Partido Liberal se dieron a causa de elementos regionales,
pues los radicales se encontraban principalmente en Boyacá, Santander y Cundinamarca, mientras
que los independientes tenían una mayor representación en la costa y el Cauca. Para 1880, Núñez
obtuvo la presidencia con un periodo de dos años gracias al voto combinado entre conservadores y
liberales independientes. Ya en el poder, Núñez llevó a cabo la ampliación de la autoridad del ejecutivo
nacional con algunas medidas; el incremento de los aranceles se dio como una forma de satisfacer a
los artesanos pertenecientes a los partidos que habían dado su apoyo a la coalición (Bushnell, 1994).
Sin embargo, para la implementación de la Regeneración como uno de los cambios institucionales,
Núñez requería de la reforma constitucional, y para ello necesitaba de la aprobación de todos los
Estados, es decir, que si los radicales tuvieran dominio de un solo Estado, podrían entorpecer sus
propuestas, que se materializaron debido a su alianza con los conservadores.

Por otro lado, si bien sus planes políticos y económicos no fueron de mayor amplitud, como lo fueron
los ejecutados en la dictadura en México, Núñez implementó una serie de innovaciones dadas en este
campo. Por consiguiente, las medidas adoptadas en cuanto a economía no tuvieron quizás la misma
importancia que los aspectos religiosos y políticos.

Si bien el incremento en los aranceles fue una ayuda para los trabajadores artesanos, el
proteccionismo oficial no fue claramente sistemático para impulsar la industrialización. En el mismo
periodo presidencial de Núñez se creó el banco oficial o Banco Nacional, el cual llevó a cabo la
emisión de la primera moneda, la que reemplazarían a los billetes que eran emitidos por entidades
financieras privadas (Bushnell, 1994). Dado este cambio, el Banco Nacional emitió más de lo debido y
esto hizo que tuviera un efecto inflacionario.

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A partir de esta situación, los liberales y disidencias conservadoras criticaron férreamente las políticas
monetarias del gobierno de la Regeneración, con el argumento fundado de que existía una distancia
en la ortodoxia teórica, lo que amenazaba las posibilidades de acceder a créditos internacionales para
el país. Por esta razón, estas dinámicas del gobierno fueron mal vistas por aquellos que recibirían
menos salario en comparación con los precios y, por ende, los acreedores quisieron aceptar un
dinero que sufría la depreciación para el pago de sus deudas. De igual forma, al haber un descenso
en el valor del peso frente a otras monedas internacionales, se impactó el aumento de los precios
en las importaciones y se motivó la ira de los importadores. Esto, paradójicamente, beneficiaría a los
artesanos locales (Bushnell, 1994).

En este mismo orden, una de las consecuencias de la centralización política del gobierno fue la
recuperación del control de los ingresos que recaudaban los Estados. También se crearon otros impuestos,
como el de la exportación de café, que fue cuestionado por considerarse una zancadilla a la integración del
territorio nacional a los mercados internacionales. Después de la muerte de Núñez, sus fieles colaboradores
estaban empecinados en generar nuevos ingresos, pues se percibió la necesidad de incrementar la
participación gubernamental como principal patrocinador de ferrocarriles y obras públicas con el objetivo
de minimizar la insuficiente infraestructura económica de la nación (Bushnell, 1994).

Uno de los logros en el gobierno de Núñez fue la terminación del primer ferrocarril que conectaba
Bogotá con Facatativá, y se extendía 40 kilómetros por la sabana. Toda la maquinaria usada para
su construcción había desembarcado con muchas dificultades en Bogotá después del viaje por el
río Magdalena y luego de un camino de difícil acceso. Igualmente, otras de las líneas ferroviarias
que anteriormente se habían comenzado continuaron su construcción; una de ellas fue la línea
entre Cúcuta y Zulia, ejecutada en 1888. Infortunadamente, la empresa francesa que había hecho
parte del proyecto del canal de Panamá se declaró en bancarrota en 1889 y las obras quedaron con
menos de la mitad de lo previsto. En pocas palabras, tanto la política monetaria como el compromiso
del presidente Núñez de convertir al Estado en un territorio activo no lograron tener un impacto
verdadero y hubo un rompimiento económico con la anterior era del liberalismo (Bushnell, 1994).

En otro momento de la historia de la Regeneración, un limitado progreso en el sistema básico de


transporte florecía y empezaban a darse ciertas comodidades en importantes ciudades y pueblos,
todo esto en principio auspiciado por el sector privado, pero con el apoyo de las autoridades locales.
Las transformaciones se evidencian principalmente en Bogotá, con el funcionamiento del teléfono
en 1884. Luego el alumbrado público fue una realidad. Otros servicios también aparecieron, como
el acueducto que suple el líquido en primera medida a las fuentes comunales y a algunos edificios
públicos y privados.

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Esto, de alguna forma, marcó las diferencias sociales, pues si bien el resto de los habitantes debían
sacar agua de acequias o fuentes públicas y no contaban con servicio telefónico, las clases sociales
altas gozaban de estos privilegios. Anteriormente, tanto las élites como los ciudadanos regulares
compartían un mismo estilo de vida sencillo (Bushnell, 1994).

2.1. La república conservadora

En 1885, Núñez cedió el control de la Guardia Nacional a los generales conservadores para ganar la
guerra; con esto, el mensaje que daba a sus copartidarios era que el fin de la alianza con el Partido Liberal
había llegado. A partir de esto, el Consejo de Delegatarios, conformado por conservadores y liberales
independientes, que fueron escogidos por Núñez, negó toda participación a los liberales radicales.
Núñez fue nuevamente elegido presidente por otro periodo en 1892. En sus periodos presidenciales se
aprueba una constitución que elimina el federalismo y le da facultad al presidente para posesionar a los
gobernadores en cada departamento (Melo, 2017). Asimismo, hubo restricción en las elecciones, y los
ciudadanos solo podían votar para concejos municipales y asambleas departamentales; las elecciones
nacionales se vieron restringidas por riqueza y alfabetismo. Por otra parte, la constitución trajo consigo
la posibilidad de instaurar la educación bajo el control de la Iglesia y otorgarle poderes extraordinarios
al presidente en momentos de conmoción interior (revoluciones y guerras civiles). De igual forma,
eliminaron el capítulo sobre los derechos del hombre y el ciudadano, la libertad de expresión, la imprenta,
y se mantuvo la libertad de prensa en los tiempos de paz, entre otros cambios.

Tras la muerte de Rafael Núñez en 1894, emerge como líder de este proyecto conservador Miguel Antonio
Caro, caracterizando su gobierno como excluyente y arbitrario en una gran dimensión. El surgimiento de
Caro se dio junto con la caída del precio del café; el impuesto a la exportación de café en 1895 hizo que los
liberales no estuvieran de acuerdo y, tras sus frustraciones, se produjera el estallido social con la guerra de
los Mil Días en 1899. Esta fue una de las guerras con mayor impacto a nivel suramericano. Esta guerra se
desarrolló en casi todo el territorio nacional y dejó como resultado la pérdida de setenta mil vidas; asimismo,
frenó el crecimiento económico y el futuro desarrollo en Colombia ad portas del siglo XX.

En el año de 1902 este conflicto llegó a su fin y fue una de las mayores masacres en una guerra civil, sin
dejar un ganador entre liberales y conservadores. Además marcaría erróneamente el patrón en la política
del nuevo siglo. Mientras que otras naciones de Latinoamérica le apostaban a la modernidad a partir de los
principios del positivismo, como la inclusión de la ciencia moderna y la tecnología, Colombia se enfrascaba
en una guerra civil que estancó el rumbo de su modernización. La guerra dejó un gran golpe en la economía
interna al igual que en el campo de la exportación. Este debilitamiento tanto económico como político
requirió de la presencia extranjera, y trajo con ello la pérdida de Panamá (LaRosa y Mejía, 2013).

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Con la consolidación del modelo conservador tras la guerra, el sistema fue completamente
centralista, autoritario, religioso y con una exclusión social y política hasta 1910. Para 1936, el voto
para todos los varones adultos se dio a la par de ciertas reformas a la Constitución, y fue aceptado por
el Partido Liberal, pero conservó su distintivo político. Dicha Constitución se prolongó hasta 1991 y
se convirtió en la más antigua de las Américas después de la de Estados Unidos. Esto mostraba que,
aunque estaba construida con algunos excesos, era coherente con una nación donde la Iglesia llegaba
a tener una fuerte influencia y los dirigentes pensaban que el orden y el cese de las guerras se daban
reforzando el poder del Gobierno. Sin embargo, esa constitución no logró resolver las problemáticas
que se presentaban por los derechos a la oposición. Es decir, que la Constitución, más que promover
la paz, promovió guerras civiles nacionales entre liberales y conservadores (Melo, 2017). Los periodos
de tensión vividos en paz se vieron afectados por algunos brotes de violencia en la reforma de 1910.

Para el periodo presidencial de Rafael Reyes, comprendido entre 1904-1910, se afirmaba que
mientras siguiera la división basada en las dos tribus políticas, hostiles e incapaces de crear
cooperación, Colombia estaría sometida a riesgos como el vivido con la pérdida del canal de Panamá.
En este sentido, se actuó para que los dos partidos tuvieran acercamientos y lograran un acuerdo,
principalmente con los liberales (Melo, 2017). Es así que nombró a dos ministros del Partido Liberal,
pero los conservadores no veían con buenos ojos las acciones del presidente Reyes. Por consiguiente,
se solicitaron al Congreso poderes extraordinarios que le fueron negados por este ente. Debido al
rechazo del Congreso, en 1905 declaró un golpe de Estado y convocó a una Asamblea Constituyente
apoyada por los consejos de gobierno regionales representados por el gobernador. Por poder
presidencial, los liberales obtuvieron la tercera parte en las curules y así mismo se extendió el periodo
presidencial de Reyes hasta 1914.

El gesto que terminó dividiendo al Partido Conservador fue el nombramiento de ministros liberales
que Reyes hizo en su mandato, pues muchos de sus líderes se oponían a cualquier tipo de concesión.
Sin embargo, otros mostraban su aceptación, pero no aceptaban la manera arbitraria de actuar. Por
este motivo, Reyes perdió el apoyo de un gran número de reformistas y liberales que no le daban
credibilidad a un gobierno arbitrario, pero poco dictatorial (Melo, 2017).

En resumen, la Regeneración respondía a ideales políticos que se enfocaban en sus valores tradicionales,
ya que la Constitución de 1886 buscaba la unanimidad con la intención de limitar la participación
del Partido Liberal como respuesta a la falta de garantías que no tuvieron los conservadores en la
Constitución de 1863. Esto hizo que disidentes y opositores fuesen perseguidos con la férrea visión
escolástica y colonial de que existía la verdad en política y que quienes no compartieran ese ideal estaban
en error o pecado (Melo, 2017).

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No obstante, a pesar de que a mediados de siglo, un grupo de liberales habían formulado un
proyecto nacional que incluyera aspectos populares y regionales, como la visión de que el mestizaje
lograría unificar los valores entre las etnias e identificaría la cultura con la tradición occidental,
la Regeneración debía pasar por el reconocimiento de aspectos centrales como la nacionalidad,
el catolicismo, elementos hispánicos, la lengua española, así como las maneras culturales de una
sociedad jerárquica que mostrase respeto por la superioridad de los blancos. Esto finalmente condujo
a que las tensiones generadas por estos dos ideales dieran como resultado el no poder definir una
cultura nacional que fuese compartida por todos.

3. El auge cafetero
Colombia gozó durante las tres primeras décadas del siglo XX de un progreso económico gracias
a las exportaciones del café (Melo, 2017). En el periodo que empezó con la pérdida del Canal de
Panamá y llegó hasta la depresión económica a nivel mundial, la expansión en la exportación a la par
de la mayor producción cafetera tuvo su auge más notable (Bushnell, 1994). No obstante, Bergquist
(1999) señala en su libro Café y conflicto en Colombia, 1886 - 1910 la relación que se vivió entre la
exportación del café y el conflicto ideológico entre los partidos liberal y conservador y la incapacidad
de las élites en cuanto a generar un consenso enfocado en el desarrollo económico del país. Por un
lado, los conservadores se preocupaban por una economía local basada en el cultivo, la ganadería y el
modelo tradicional del latifundio. Por otro, los liberales le apostaban a un desarrollo económico y a las
transformaciones financieras y de la banca que condujeran a un modelo económico de exportación,
principalmente en los cultivos, la distribución y la exportación del café (LaRosa y Mejía, 2013).

Por otra parte, las dinámicas provenientes de Santander y Cundinamarca se dieron de dos formas: en
la primera, en las haciendas los dueños de los terrenos cedían a los cultivadores el lote para sembrar
el café y daba parte de la cosecha; en la segunda, las cosechas se incrementaron entre los años
1890 y 1900, y los cultivos fueron explotados propiamente por los dueños de las tierras. Debido a la
escasez de mano de obra, los propietarios entregaron a los cultivadores parcelas donde podían cultivar
pancoger como mecanismo para que los trabajadores en los cafetales de los dueños (Melo, 2017).
Sin embargo, Antioquia y otras regiones de climas templados ofrecieron un mejor ambiente para los
cultivos del café. En las tierras en las zonas planas y en los valles se dieron las respectivas concesiones,
que se utilizaron para la ganadería, mientras que para los colonos se obtuvieron lotes pequeños en las
zonas quebradas. Las familias se veían beneficiadas por estas propiedades, ya que la agricultura proveía
de manera eficaz para su subsistencia y creaba una cercana relación entre comerciantes y tenderos.

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La colonización de las montañas de Antioquia, Tolima, Valle y Cauca impulsó de manera acelerada la
producción de café, y pasó de 5 % en 1890 a 60 % en 1932, así como de producir seis mil sacos en
el año a dos millones doscientos mil sacos. Es así que esta expansión hizo que se estimularan algunas
técnicas mecánicas, como despulpadoras, trilladoras y secadoras, y estos inventos se usaron en el
territorio nacional durante todo ese siglo. Por otra parte, las exportaciones hechas por los comerciantes
y cultivadores se daban con los nombres de la ciudad de origen: Medellín excelso y Manizales; y los
grandes exportadores de Europa y Estados Unidos eran los que se quedaban con la mayor parte de las
utilidades (LaRosa y Mejía, 2013). Asimismo, el café contribuyó al enriquecimiento de los comerciantes,
intermediarios, arrieros, trilladores, transportadores, comisionistas exportadores; también ofreció
ingresos a los pequeños propietarios y generó empleo con salarios en épocas de cosecha tanto para
hombres como para mujeres. Las pequeñas fábricas de trillado fueron las principales empleadoras en las
ciudades de la región y fueron las mujeres las que fueron mayormente contratadas.

Para finales del siglo XIX, el café en Colombia generaba cerca de la mitad de todas las exportaciones
en el país. El 80 % de las ganancias que se producían por el café provenían del extranjero, mientras
que el 90 % de las exportaciones se dirigían exclusivamente hacia los Estados Unidos, a raíz de la
posición geográfica de Colombia. Esto permitió un fácil acceso al mercado norteamericano. Esta
posición geográfica le daba una amplia ventaja a Colombia frente a otros países productores de café
en cuanto al cultivo y la exportación del mismo, ya que los cafetales crecen mejor en las montañas
ubicadas en el occidente del territorio nacional (Antioquia, Risaralda, Caldas, Quindío y Tolima). Estas
regiones gozaron de una inversión ferroviaria, principalmente en Antioquia, y sostenían la economía
cafetera. Por otro lado, los pequeños productores terminaron por definir el modelo en Colombia,
pues las familias trabajaban colectivamente en el cultivo del café tipo exportación y en los alimentos
para el consumo local, como yuca, frijol, plátano, entre otros tantos (LaRosa y Mejía, 2013).

En la historia del renacimiento de las relaciones diplomáticas y de negocios entre Colombia y los
Estados Unidos, los historiadores sostienen que este empezó en la presidencia de Marco Fidel Suarez
(1918-1921), pues él creía en articular el devenir económico de Colombia. No obstante, se generó una
tensión en doble vía, lo que limitó las relaciones pactadas entre los dos países. Esto porque, en primer
lugar, existía un desequilibrio comercial, ya que muchos de los productos que arribaban a la costa
Caribe provenían de Europa, mientras que para Colombia su dependencia se fundaba en el mercado
norteamericano para sus exportaciones del café (LaRosa y Mejía, 2013). Por otro lado, los créditos
e inversiones llegaban a Colombia desde los Estados Unidos y los bancos llenos de capital estaban
ansiosos por ofrecer créditos para las Américas.

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Para el año 1927, el Gobierno crea la Federación Nacional de Cafeteros, con el principal objetivo
de regular la producción y comercialización del café, pues las mayores ganancias estaban en manos
de los intermediarios y comerciantes, más que del campesinado, quienes hacían un trabajo arduo
para el cultivo del producto (LaRosa y Mejía, 2013). La creación de esta entidad permitió controlar
la producción, así como balancear el comercio y ofrecer créditos tanto de productores como de
comerciantes. A partir de la creación de la Federación, los principales cafeteros de Cundinamarca
aunaron esfuerzos con los cafeteros de Antioquia, pues se enfrentaban serios problemas por la falta
de asalariados. Entonces, la Federación se convirtió en la vocera para que, en la industria cafetera,
con amplia participación de pequeños caficultores, no se crearan confrontaciones entre propietarios,
arrendatarios y/o cosecheros. Está visión ideológica trascendió para fomentar la tranquilidad en las
zonas rurales del occidente en 1930 y hasta 1960 (Melo, 2017). Ya para las primeras décadas del siglo
XX, el café logró definir la economía en Colombia y catapultó la industrialización en el país. Uno de los
factores que apoyó el desarrollo de la industria fue la indemnización hecha por los Estados Unidos en
el año de 1922; este pago se pactó en veinticinco millones de dólares en las negociaciones dadas en el
tratado Urrutia-Thompson en 1914, a causa de la pérdida de Panamá.

El ex presidente Carlos E. Restrepo, junto con el empresario cafetero Mariano Ospina Pérez, estuvo
cerca de la Federación; este último la dirigió por varios años. En la crisis de 1929, la precipitada
caída de los precios y las exportaciones le puso un reto a la Federación, para usar el impuesto de las
exportaciones para la creación de almacenes de depósito, así como el impulso a las cooperativas y la
promoción de cultivos y finalmente su comercialización. El gran éxito obtenido por la Federación la
convirtió en el principal grupo que ejerció presión al gobierno. La influencia con la que la Federación
contaba se plasmó en la orientación dada por el Banco de la República en las políticas cambiarias y en
el comercio exterior. De alguna forma, los dirigentes cafeteros, propietarios y/o exportadores, fijaban
sus acuerdos en la Federación, y el Gobierno solamente podía seguir esto como directrices y puntos
de vista (Melo, 2017).

En 1914 Colombia consolida las relaciones que se vieron afectadas con los Estados Unidos por
la pérdida de Panamá, y en el periodo presidencial de Pedro Nel Ospina (1922-1926) se llevaron
a cabo proyectos públicos que se financiaron con la indemnización cancelada por los Estados
Unidos. El transporte, la construcción ferroviaria y mejoras en infraestructura contribuyeron a
facilitar el desplazamiento de mercancías y, así, impulsar el crecimiento económico. Es así como se
crea el Banco de la República con la asesoría del consejo económico estadounidense denominado
Mision Kemmerer, el cual buscó apoyar al territorio nacional con la modernización de la banca, las
inversiones, los calendarios para las tasas de interés en la época más próspera y de grandes ganancias
del café (LaRosa y Mejía, 2013).

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Sin embargo, la crisis de 1929 abrió las puertas a nuevas oportunidades de mercado para ser incluidos
en las importaciones de las industrias locales, que tenían su crecimiento principalmente en Bogotá
y Medellín. De 1931 a 1957 se dio un auge en el desarrollo de la industria local y se convirtió en uno
de los sectores más dinámicos económicamente, y que representaba el 23 % del producto nacional
hasta 1975. En la década de los ochenta, la agricultura perdía terreno; el café y la industria no tenían el
mismo impacto, pero los productos de exportación, como la minería de petróleo y carbón, empujaron
el crecimiento del país, dejando serios problemas de tipo ambiental. Finalmente, el desarrollo de
la industria, la minería, la agricultura de plantación y de servicios cambiaron el modelo de trabajo
independiente al de relaciones salariales (Melo, 2017).

4. Una articulación pendiente: proyectos regionales en disputa


La nación y su construcción en el siglo XIX se caracterizó por la dificultad de construir un discurso
nacional ante las diferencias de los partidos políticos en sus proyectos de nación. Por este motivo,
la nación se da a partir de las tensiones dadas entre los contextos locales-regionales (Bentacourt,
2012). Con esto, se evidencia cómo los procesos económicos, sociales y políticos entran a intervenir
en las transformaciones de relación entre las sociedades y las regiones en la segunda mitad del siglo
XIX. En este sentido, la formación del Estado colombiano, los conflictos internos entre federalistas y
centralistas, o federalistas y unitarios, marcaron la manera en que se fue articulando el debate político
en las regiones y la relación con el centro del país, la cual en muchos casos se caracterizó por la
dificultad de conectar la nación (Jaramillo Uribe, 1985). Por este motivo, el desarrollo de los sistemas
de transportes y el desarrollo del mercado nacional fueron dos elementos fundamentales para poder
construir una nación, que para el caso colombiano se caracterizó por un proyecto incompleto.

El siglo XIX trajo consigo una serie de cambios de carácter constitucional en Colombia y sacó a la luz
la inestabilidad institucional provocada entre federalistas y centralistas en relación con la construcción
del Estado nacional. Uno de los cambios dados en las seis constituciones propuestas se vio reflejado
en las reformas administrativas y fiscales en 1855. La reforma a la Carta Nacional dio un refuerzo al
federalismo y dio plena autoridad al Congreso Nacional para crear los estados soberanos (Jaramillo
Uribe, 1985), que serían los Estados de Panamá y Antioquia. El país contó con 20 provincias y 2
estados soberanos, pero en la nueva Constitución de 1858 concedió el nombre de Confederación
Granadina y se dividió en 8 Estados: Cauca, Bolívar, Boyacá, Cundinamarca, Magdalena, Antioquia,
Panamá y Santander. No obstante, la Constitución no concedió a estos Estados el rótulo de
soberanos, pero sí otorgó poder para crear su propia Constitución.

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El federalismo, que tuvo sus inicios en 1853, tuvo su fin de manera radical en 1863, después de una
sangrienta guerra civil que duró dos años y fue motivada por varias razones. En esta guerra, tanto
las pretensiones como aspiraciones de las regiones jugaron un papel decisivo. El territorio nacional
se llamó en principio Estados Unidos de Colombia y una organización totalmente federal llevó a
cabo la división del país en nueve estados soberanos, los cuales seguían el modelo de la Constitución
Norteamericana. Se promulgaba la confederación basada en pactos que contenían un gobierno
federal central y otorgaban a los Estados algunas atribuciones soberanas, como las de darse su propia
constitución, un ejército regional, códigos civiles y penales, es decir, sus propias entidades jurídicas, así
como la elección de gobernadores y cámaras legislativas por el voto popular (Jaramillo Uribe, 1985).

Si bien era verdadero que el Gobierno federal controlaba importantes funciones de carácter político
y administrativo, como la defensa nacional, la organización de la Hacienda y créditos públicos, entre
otros, imponía a los Estados soberanos la introducción de sus constituciones los principios, derechos
y libertades de un Estado con representación, electivo, responsable y alternativo. No es menos
verdadero que la soberanía se veía fracturada y que se dejaban abiertas perspectivas en cuanto a un
periodo de conflictos internos, entre unos y otros Estados o entre los propios Estados y el Gobierno
central (Jaramillo Uribe, 1985).

4.1. Razones del conflicto regional

Muchos son los cuestionamientos que surgen de las tensiones que emergieron entre las regiones
auspiciadas por los elementos políticos, el poder y el control que ambos partidos (liberal y
conservador) tenían. Una de las primeras respuestas a estas interrogantes es la posición del
federalismo y su herencia en la historia colonial, heredadas en las regiones, enmarcadas por su notable
desigualdad en el desarrollo económico, sus estructuras sociales y el poder político local. A partir
del cambio en las dinámicas económicas encaminadas a transformar el desarrollo de los transportes,
adicionalmente, los contratos celebrados entre unas regiones y otras lograron crear sinergia en los
intereses económicos y políticos colectivos a escala nacional. Asimismo, se dieron las condiciones
propicias para la verdadera existencia de un Estado unitario y centralizado (Jaramillo Uribe, 1985).
Cabe aclarar que esta visión unitaria no era coherente con el modelo político en los Estados
soberanos fundados por las constituciones federales, pero que sí se remarcaban notoriamente en
términos económicos y de sociedades en las regiones.

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De otro lado, los diferentes Estados lograron su desarrollo con base en sus economías, tradiciones
culturales y sociales, así como también en sus funciones políticas, otorgadas por sus constituciones.
En este contraste de la etapa histórica de la construcción de nación, se abre una nueva fase para
la superación de la crisis que data desde la colonia (1820-1850). El final del estancamiento de
productos como el tabaco, permitió que Colombia gozara de la bonanza en el mercado internacional,
lo que arrojó como resultado unas mejores condiciones en la acumulación de capitales y contribuyó a
la capacidad fiscal del Estado. De igual forma, a finales de siglo, el café se posicionó y suplió el vacío
de productos de exportación, como lo fueron la quina y el añil, debido a las constantes fluctuaciones
del precio y la producción. Esto hizo que se mantuviera constante el comercio exterior durante un
siglo y así se estabilizó casi todo el territorio nacional en los procesos de acumulación de capital,
aumento de la importación y mercado interno (Jaramillo Uribe, 1985).

En resumen, las bases para una verdadera economía nacional se dieron a finales del siglo XIX a partir
de la vinculación del mercado nacional con un mercado global y con la cooperación de los dirigentes
que se basaban en un pensamiento de relaciones internacionales y de política internacional como
aspecto constitutivo del Estado. En cuanto al plano político, se visualiza una nueva época con las
reformas constitucionales en el año 1886, con el movimiento denominado la Regeneración. Con
estas reformas, se abrió paso a un consenso nacional, con el propósito de crear unidad y centralizar
la organización jurídica y política de la nación. Con esto, se clausuró la etapa federalista y se dan por
superadas las tendencias disgregadoras (Jaramillo Uribe, 1985).

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Referencias

Bergquist, C. (1999). Café y conflicto en Colombia (1886-1910). La guerra de los Mil Días, sus
antecedentes y consecuencias. Banco de la República de Colombia.

Betancourt Mendieta, A. (2012). Región y nación: dos escalas sobre un tema de estudio. Relaciones.
Estudios de historia y sociedad, 33(130), 25-68. http://www.scielo.org.mx/scielo.php?script=sci_
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Bushnell, D. (1994). Colombia, una nación a pesar de sí misma. De los tiempos precolombinos a nuestros
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Jaramillo Uribe, J. (1985). Nación y región en los orígenes del estado nacional en Colombia.
Revista de la Universidad Nacional, 1(4-5). https://revistas.unal.edu.co/index.php/revistaun/article/
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LaRosa, M. J. y Mejía, G. R. (2013). Historia concisa de Colombia (1810-2013). Ministerio de Cultura.

Melo, J. O. (2017). Historia mínima de Colombia. El Colegio de México.

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INFORMACIÓN TÉCNICA

Módulo: Historia del Siglo XIX en Colombia


Unidad 2: Disputas en el proyecto de nación y la
articulación de Colombia a la economía mundial
Escenario 4: La regeneración conservadora y el auge de la
economía de exportación

Autor: Camilo Mongua

Asesor Pedagógico: Ingrid Gissell Ospina Posada


Diseñador Gráfico: Katherinne Pineda Rodríguez

Este material pertenece al Politécnico Grancolombiano.


Prohibida su reproducción total o parcial.

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