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-Si había que considerar el mundo entero como una máquina gigantesca, la única manera
de preservar un papel para el Creador era recalcando que la máquina necesitaba un
Diseñador sensato e inteligente.
-El «razonamiento basado en el diseño» pretendía convencer a los escépticos de que la
mejor explicación de la existencia de estructuras complejas como los seres vivos era un
Dios que, en la analogía utilizada por William Paley, las creó igual que un relojero diseña un
reloj (véase cap. 15, «Ciencia y religión»).
-Un destacado defensor de esta idea fue el naturalista inglés John Ray,
La idea de Ray de un mundo diseñado no careció de aplicaciones en el mundo científico de
la época. Por un lado estimuló el estudio minucioso de especies y su relación con el
entorno. Pero también constituyó la base de los primeros esfuerzos por establecer una
taxonomía biológica, un sistema para clasificar animales y plantas que permitiera entender
la apabullante diversidad de especies
Ray realizó contribuciones importantes para establecer ese sistema, pero fue el naturalista
sueco Cari von Linné, más conocido por Linneo, la forma latinizada de su nombre, quien
sentó las bases del sistema moderno de taxonomía biológica (Farber, 2000). Su Systema
naturae sistens regna tria naturae... (1735) con el tiempo se fue ampliando hasta llenar
varios volúmenes donde se intentaba clasificar todas las especies de animales y plantas
conforme a un método racional. Linneo también elaboró el sistema de denominación de
las especies que aún usamos en la actualidad: la nomenclatura binómica. Las
especies más afines están ligadas a un género y cada una recibe dos nombres latinos,
siempre en cursiva: el primero es el género; el segundo, la especie individual.
2. ¿Quiénes y por qué se enfrentaron a mediados del siglo XVIII al modelo del diseño
natural?
-Para Denis Diderot, el mundo era una serie interminable de transformaciones materiales
que formaban y reformaban estructuras físicas sin ningún plan o propósito preconcebido.
Diderot puso en entredicho el supuesto de que las especies fueran constantes e hizo
hincapié en el carácter no planeado del cambio natural
-Esta opción también puede rastrearse en el pensamiento del naturalista más influyente de
la Ilustración, Georges Louis Leclerc, conde de Buffon. Buffon formuló una teoría según
la cual la tierra no sólo es muy vieja sino que en el pasado lejano también estaba más
caliente y, por tanto, tenía más energía. Su obra en varios volúmenes Natural History
[Historia Natural], que empezó a publicar en 1749, también brindaba una perspectiva
general de todas las especies animales conocidas e incluía especulaciones (no del todo
coherentes) sobre su origen. Buffon ridiculizaba la búsqueda de Linneo del plan divino
de la Creación, aunque también aceptaba la realidad de las especies.
Lamarck.
ilustracion?
todas esas perspectivas teóricas debían tener en cuenta: la historia de la vida revelada por
los restos fósiles. Por conservador que fuera su punto de vista, los naturalistas tenían que
considerar las especies modernas como la última fase de un proceso histórico.
Georges Cuvier estaba convencido de que las catástrofes geológicas habían exterminado
las poblaciones de continentes enteros, lo que dejó sitio para que una población totalmente
nueva ocupara el área después de que todo se hubiera calmado. Hizo lo posible por
ridiculizar la teoría de Lamarck alegando que la estructura de cada especie está tan
minuciosamente equilibrada que cualquier alteración significativa volvería el organismo
inviable.
Idealismo aleman inspira al ingles Richard Owen, que hizo un uso creativo del mismo en su
concepto del arquetipo definidor de la forma básica de cada grupo taxonómico importante.
había un principio ordenador que sólo podía surgir de la mente del Creador.
-naturalista suizo Louis Agassiz —que acabó siendo uno de los padres fundadores de la
biología americana— , se centraron en el desarrollo del embrión humano como ejemplo de
cómo se desplegaba el modelo de la Creación
Aunque se les impidió ejercer una influencia importante en la comunidad científica, esos
transformistas mantuvieron viva la idea y hasta cierto punto obligaron a la élite científica a
liberalizar sus opiniones para defenderlas en un contexto que cada vez más daba por
sentada la idea del desarrollo progresivo. Quizá la acción más importante de esta campaña
se debió al editor de Edimburgo Robert Chambers, que en 1844 publicó los anónimos
Vestiges o f the Natural History o f Creation [Vestigios de la historia natural de la Creación]
(Secord, 2000). Chambers quería vender la idea de la evolución progresiva a las clases
medias porque así les ofrecía una ideología en la que sus exigencias reformistas
parecerían formar parte del propio desarrollo de la naturaleza. El progreso social sería
una mera continuación de la historia de la vida en la tierra. Pero para ello tenía que soslayar
la imagen del lamarckismo como idea peligrosamente radical. Su táctica consistió en
sostener que el desarrollo progresivo de la vida era fundamental para los planes de Dios
pero se fraguaba no mediante una sucesión de milagros sino gracias a leyes incorporadas a
la naturaleza por el Creador.
-Darwin cayó en la cuenta de que podía haber una forma natural de selección cuando
leyó el Ensayo sobre el principio de la población, del clérigo Thomas Malthus.
Malthus sostenía que debía haber una «lucha por la existencia» para determinar quién
viviría y quién moriría.
Durante los siguientes veinte años, ésta fue la teoría que exploró Darwin en todas sus
ramificaciones. Siguió trabajando con criadores de animales. Se carteó con un
sinnúmero de naturalistas, a los que sondeó respecto a cuestiones detalladas sin
revelar su verdadero propósito. Emprendió un estudio a gran escala sobre los
percebes, a la sazón un grupo poco conocido, que le ayudó a entender cómo podía
establecerse una correspondencia entre la evolución ramificada y la jerarquía
taxonómica.
7. ¿Cuáles son los planteamientos de Darwin con respecto al origen del hombre?
El origen del hombre supuso la aportación de Darwin a esta iniciativa. Quería demostrar que
el aparente abismo entre la mentalidad humana y la animal no era tan grande como se
suponía (fig. 6.7). Al igual que muchos de sus contemporáneos, cada vez se mostró más
inclinado a tratar las razas modernas que los Victorianos consideraban «salvajes» como
vestigios vivientes de etapas tempranas de la ascensión desde el simio ancestral; es decir,
éstos equivalían a los antepasados de los europeos de la Edad de Piedra, pero con la
particularidad de que sobrevivían en el presente y de hecho nos mostraban cómo pudo
haber sido el «eslabón perdido»
Darwin comprendió que era importante explicar por qué los seres humanos alcanzaban un
nivel de capacidades mentales superior al de sus parientes simios. Sugirió que quizá
nuestros antepasados se pusieron de pie al abandonar los bosques y trasladarse a las
llanuras del África central. Esto les dejó las manos libres para fabricar herramientas y, por
tanto, favoreció la adquisición de más inteligencia.
-Igual de seria era una objeción planteada por el ingeniero Fleeming Jenkin basada en el
modelo de Darwin sobre la herencia y la variación.
Los genetistas rechazaban el efecto lamarckiano y las tendencias del desarrollo que habían
sustentado la teoría de la recapitulación. Poco a poco fueron minando el apoyo al
neolamarckismo, lo que, visto en retrospectiva, allanó el camino para que resurgiera la
teoría darwiniana de la selección. Pero los primeros genetistas detestaban el darwinismo y
el lamarckismo por igual. Creían que mutaciones genéticas importantes creaban especies
nuevas sin necesidad de selección alguna. La fase final de la revolución darwiniana surgió
de un complejo proceso de reconciliación en virtud del cual los genetistas se convencieron
de que la selección era verdaderamente necesaria para explicar la acumulación de genes
favorables en una población.
Los primeros pasos los dieron biólogos que acabaron convencidos de que la herencia
determina estrictamente el carácter del organismo. Los efectos ambientales no pueden
hacer nada para alterar las características que el niño hereda de sus padres.
El botánico holandés Hugo de Vries, uno de los primeros biólogos que mostró interés por el
artículo de Mendel, propuso su «teoría de las mutaciones» basada en la aparición
aparentemente súbita de nuevos tipos en la prímula de noche, Oenothera lamarckiana.
Thomas Hunt Morgan, quien finalmente estableció el verdadero carácter de las mutaciones,
comenzó siendo partidario de la teoría de De Vries y un declarado adversario del
darwinismo.
Lo que atrajo a todos esos biólogos hacia el modélo de la herencia observado en las leyes
de Mendel fue su preferencia por la idea de que se crean rasgos nuevos como unidades
diferenciadas. Les parecía lógico aceptar una teoría en las que todos los rasgos hereditarios
se consideran unidades específicas fijas transmitidas de una generación a la siguiente. El
hecho de que Mendel ya hubiera descifrado las leyes que regulan la transmisión de esas
unidades —que pronto recibieron el nombre de genes— fue saludado como una
extraordinaria anticipación de las últimas ideas cuando De Vries y otros se encontraron con
el trabajo de aquél en 1900, más de treinta años después de su publicación
La sintesis seria entre genética (o variacion genetica) y evolución con selección natural.