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El uso del soporte vital extracorpóreo, tanto para permitir la oxigenación, como para
aumentar el débito cardiaco en pacientes críticos, presenta un desafío en términos del
control hemostático e inflamatorio, con eventos trombóticos y hemorragíparos más
frecuentes que en el resto de los pacientes de cuidados intensivos.
En esta clase buscaremos reconocer las consecuencias a nivel hemostático del uso de
soporte circulatorio, los efectos clínicos que éstas provocan y las estrategias que se emplean
para reducir el impacto del soporte extracorpóreo en la hemostasia.
A los minutos de la exposición del flujo sanguíneo a las superficies del biomaterial del
circuito, se produce sobre éstas, la adsorción y adhesión de proteínas del plasma, incluidas
albúmina, fibrinógeno, y posteriormente, otros factores de coagulación y el factor von
Willebrand (FvW). Debido a las propiedades no newtonianas de la sangre, los efectos del
del estrés tensil adicional, por el efecto del soporte circulatorio sobre las diferentes capas
del flujo laminar, aumentan hacia la periferia de la sangre e inducen el elongamiento y
desplegamiento de las moléculas del factor von Willebrand (incialmente dispuestas de
manera globular) adheridas a la superficie del biomaterial, por lo que se expone hacia el
lumen sitios de unión altamente afines a las plaquetas [3][4].
1
Por lo mismo, y adicionalmente a la activación por contacto de la coagulación mediante
factor XII (explicada a continuación) se produce por interacciones entre la subunidad A1 del
factor von Willebrand y la glicoproteína de membrana GP1Ba de la plaqueta, la adhesión de
estas últimas a la capa proteica sobre las superficies del circuito, facilitada también por la
glicoproteína GPVI [5]. La adhesión plaquetaria, en conjunto con la estimulación secundaria
a la formación de trombina local por la activación por contacto de la coagulación, provoca
cambios conformacionales y activación de vías metabólicas sobre la superficie plaquetaria,
que permiten la exposición de proteinas de membrana con alta capacidad de fijación al
fibrinógeno y FvW, llamadas GPIIb/IIIa, y que a su vez permiten la agregación plaquetaria,
al permitir puentes de fibrinógeno entre plaquetas activadas [4]. La tasa de agregación
irreversible plaquetaria propia de las interacciones mediante la glicoproteína GPIIa/IIIa, está
determinada por la presencia de agonistas de la activación plaquetaria dentro del espesor
del trombo, la conversión de fibrinógeno a fibrina mediado por trombina, y además de otras
moléculas como la fibronectina, que también forman parte de la película proteica sobre el
biomaterial del circuito [6][7]. El propio aumento patológico del shear stress puede activar
la adhesión plaquetaria sin requerir estímulos externos [2].
Otras células sanguíneas son activadas además por esta cadena de eventos. Destaca la
adhesión a la plaqueta activada de monocitos a través de las interacciones mediadas por p-
selectina, con la consecuente exposición de factor Tisular sobre la superficie de ambas
células [8] y la posterior activación del factor VII. Este evento es fundamental en la
generación de trombina a través de la vía extrínseca, lo que induce tanto mayor activación
plaquetaria, como la polimerización de fibrinógeno a fibrina, estabilizando el coágulo. Este
mecanismo es reconocido actualmente como el inicio de la hemostasia secundaria,
denominado la teoría celular de la coagulación [9]. El aumento de la disponibilidad de factor
Tisular es un determinante adicional en la hipercoagulabilidad de estos pacientes, y
determina una mayor formación de trombina, mayor activación plaquetaria, reclutamiento
de leucocitos, aumento de la interacción de las vías de la coagulación y la inflamación, con
una reducción de la actividad de la proteína C, y por tanto, favoreciendo mayor producción
de trombina [10][11].
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Figura 1. Interacciones iniciales entre las superficies del circuito, factores hemostáticos y
otros componentes de la sangre, Tactor Tisular (TF) y factor von Willebrand (vWF).
Modificado de [1].
El sistema de contacto
El punto central de la activación del sistema de contacto es el factor XII [12]. Es una serina
proteasa producida en el hígado, que al contacto con superficies cargadas negativamente,
cambia su conformación estructural. El mecanismo exacto de esta interacción aún no está
bien clarificado. La activación de factor XII (FXII) en FXII activado (FXIIa) sucede inicialmente
en pequeñas cantidades, lo que a su vez activa a la kalikreina plasmática y recíprocamente,
a más FXII para generar un feedback positivo sobre la activación de sí mismo. La kalikreina
activa al quininógeno de alto peso molecular (HMWK) para producir bradiquinina. La
bradiquinina tiene efectos proinflamatorios, con reclutamiento de neutrófilos, aumento de
la permeabilidad vascular y vasodilatación. Adicionalmente, la kalikreina tiene por sí misma
la capacidad de activar al complemento a través de la vía alternativa, por lo que presenta
efectos sobre la inmunidad innata a través de la activación de C3 (explicado más adelante)
[13].
La activación del FXII a su vez produce también una serie de clivajes proteolíticos
dependientes de calcio sobre la llamada vía intrínseca de la coagulación, iniciados por la
activación del factor XI (FXI) en FXI activado (FXIa). Esta secuencia de zimógenos
fisiológicamente inactivos dentro del plasma o adheridos sobre algunas superficies
celulares como endotelios o plaquetas, tiene la particularidad de producir como efecto final
la polimerización de fibrinógeno en fibrina mediante la producción de trombina. [14]. Si
bien el efecto inicial de esta cascada enzimática es la producción de altas cantidades de
factor V activado [15], cofactor fundamental para la generación fisiológica de una
amplificación o burst de trombina, es finalmente la producción recíproca de trombina por
parte de la vía extrínseca de la coagulación, la que permite el reclutamiento de suficientes
superficies plaquetarias activas como para gatillar una propagación de este burst de
trombina gatillado por los fenómenos derivados de la vía intrínseca de la coagulación, pero
que son fisiológicamente derivados de la activación de la vía extrínseca [9]. Por lo mismo,
la vía intrínseca de la coagulación iniciada por mero contacto es notablemente prescindible
para el desarrollo de una normal hemostasia, dado que la ausencia de factor XII no se
correlaciona con la aparición de diátesis hemorrágicas [14].
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tisular (tPA) en presencia de altas cantidades de polifostatos. La acción de la plasmina en
altas dosis, más allá de los efectos fibrinolíticos, induce redistribución de glicoproteínas
sobre la superficie plaquetaria y reducción de la sensibilidad de la plaqueta a la liberación
de tromboxano a2 mediada por trombina, por lo que incide también en la presencia de una
disfunción en la activación y agregación plaquetaria que es dependiente finalmente de la
tasa de conversión del plasminógeno en plasmina [17].
Es una cascada enzimática que comparte similitudes con la cascada de la coagulación, tanto
en la composición (son principalmente serinproteasas), como en una serie de procesos
compartidos y entrecruzamiento de vías metabólicas. El rol final de estas dos vías es
presentar una primera línea de defensa contra patógenos y otros invasores que entren a la
circulación, detectando entidades reconocidas como exógenas al propio organismo, por lo
tanto, y generando una respuesta inflamatoria e inmune (la llamada inmunidad innata).
Vale la pena destacar, que además de contar con actividad proteolítica, muchas de las
enzimas de ambas cascadas tienen actividad quimiotáctica y activadora sobre monocitos,
macrófagos y plaquetas. La respuesta inmune innata involucra entonces una serie de
activaciones enzimáticas y de receptores de membrana, relativamente no específica y que
se sustenta en base al reconocimiento evolutivo de estructuras y patrones moleculares
propios de patógenos o de daño celular, y que, si el control sobre sí misma es pobre, puede
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desencadenar una reacción inflamatoria sistémica [20]. Un punto a considerar, es que
ambos sistemas (tanto la coagulación como el complemento) se activan por la presencia de
superficies celulares alteradas o foráneas y que ambas vías presentan fases de iniciación,
amplificación y propagación. Además presentan numerosos puntos de control metabólico
en el proceso de activación.
Otras moléculas del complemento, como la C5a pueden gatillar la expresión de factor tisular
sobre las superficies de células endoteliales y neutrófilos, potenciando la generación de
trombina a través de la vía extrínseca de la coagulación [9]. C5a también puede reducir la
actividad antifibrinolítica de mastocitos, favoreciendo un fenotipo procoagulante. El
complemento también activa vías metabólicas en monocitos, con aumento de la liberación
de IL-6, potenciando la activación endotelial con posicionamiento de altas cantidades
superficiales de p-selectina [23][24]. El complemento induce la adhesión leucocítica y
quemotaxis con liberación por parte de los neutrófilos de especies radicales de oxígeno
[21]. Adicionalmente, el complemento también puede activar plaquetas, al liberar gránulos
tras la estimulación de la membrana por parte de complejos de ataque de membrana (MAC)
sobre la superficie plaquetaria [25]. Notablemente, sobre las superficies artificiales no
existen moléculas reguladoras del complemento, a diferencia del endotelio, por lo que la
respuesta inmunoinflamatoria puede presentarse exagerada, llevando a un aumento de la
permeabilidad capilar [1]. Asimismo, sobre la superficie endotelial se produce una
activación leucocítica aumentada por la liberación de citoquinas. La activación endotelial
por estimulación citoquínica, a su vez, potencia la adhesión leucocitaria con mayor
expresión de moléculas de adhesión, por ejemplo, la p -selectina. Esto puedo llevar si los
mecanismos de contrarregulación fallan, a daño endotelial, oclusión microvascular e
isquemia, además de aumento de la permeabilidad capilar [21].
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El sistema de activación por contacto de la coagulación es entonces intrínsecamente
proinflamatorio, y a su vez, la inflamación secundaria a los fenómenos de inmunidad innata
favorece la aparición de un perfil protrombótico. El origen conjunto de ambos procesos
fundamentales para la subsistencia del reino animal aparenta, al menos, remontarse hasta
hace unos 450 millones de años [26].
Agregación plaquetaria
El efecto final de estas interacciones determinadas por el aumento del shear stress en el
flujo turbulento del circuito, sumado a las adsorciones sobre su superficie, es la disminución
de la agregación plaquetaria por la presencia de una enfermedad de von Willebrand
adquirida, reversible y descrita principalmente en términos de la disminución de
multímeros de alto peso molecular [27]. Su presencia en pacientes conectados a ECMO es
muy frecuente [28], casi ineludible dependiendo de los estudios de agregación plaquetaria
y/o actividad del factor von Willebrand que se utilicen, de inicio inesperado incluso
rápidamente durante el comienzo del soporte, y el tratamiento final de esta condición es la
supresión del soporte circulatorio [29]. La presencia de una enfermedad de von Willebrand
adquirida predispone al paciente en soporte circulatorio de presentar mayor riesgo de
sangrado, a pesar de contar con exámenes rutinarios de laboratorio normales. Por lo
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mismo, se sugiere la medición de parámetros de actividad del factor von Willebrand
durante el soporte cuirculatorio [29].
Factores de Coagulación
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Sin el efecto anticoagulante de la heparina, farmaco necesario para inhibir la formación de
trombos principalmente a través de la supresión de la coagulación por contacto, los valores
de actividad de generación de trombina y la formación de fibrina se elevan 20 veces su valor
normal. En condiciones de manejo adecuado de la anticoagulación, existe un aumento de
la fibrina soluble alrededor de un 35%. Esto refleja que hay una generación no hemostática
de trombina, derivada de la coagulación por contacto y la estimulación inflamatoria [31].
Fibrinolisis
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una notoria reducción de la actividad de FXIII, probablemente secundaria a la estimulación
de la fibrinolisis, presente en casi el 90% de los pacientes inclusive [37]. La suma de estos
eventos predispone a un aumento de la tendencia hemorragípara en los pacientes y el
consiguiente aumento en la necesidad de utilización de terapia trasfusional [7].
Hemólisis
Activación leucocitaria
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leucocitaria, endotelial y de las vías procoagulantes y proinflamatorias sea la coagulación
intravascular diseminada. Este es un proceso consistente en la formación de microtrombos
que predispone a falla multiorgánica por hipoxia tisular local por aumento de la
permeabilidad vascular e isquemia, y a su vez, presenta una coagulopatía de consumo con
reducción plasmática de los elementos hemostáticos, favoreciendo la presencia conjunta
de complicaciones hemorragíparas [40].
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Estrategias para reducir la activación de la coagulación y la inflamación
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Hemoabsorción
Anticoagulación
La estrategia más ampliamente usada para evitar fenómenos trombóticos en pacientes con
soporte circulatorio es la anticoagulación mediante heparina no fraccionada endovenosa,
intentando mantener un valor de TTPK entre 40 y 50 segundos [28]. Aún así el método o
regímenes de evaluación ideales de la anticoagulación aún no están bien definidos y no
existe en la actualidad un consenso respecto a la mejor estrategia de monitoreo de la
anticoagulación; las guías clínicas de la ELSO sugieren el establecimiento de políticas
institucionales, las que presentan considerable variabilidad [45]. Se utilizan el activated
clotting time (ACT), el TTPK y la medición de actividad anti factor X activado (FXa). Estos
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exámenes varían su respuesta a las dosis de heparina dependiendo de la proporción de
cadenas largas y cortas en la heparina no fraccionada y dicha interacción con la
antitrombina y el factor Xa [38]. Esto es debido a que la heparina no es un inhibidor directo
de la trombina, sino que facilita la acción de la antitrombina.
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Respecto al uso de antifibrinolíticos, estos se reservan principalmente en casos de
complicaciones hemorragíparas con evidencia de hiperfibrinolisis, puesto que su uso
debiera ser cauteloso en este tipo de pacientes con una predisposicón a tener a su vez
complicaciones trombóticas [10][34].
La frecuencia de uso de hemocomponentes durante soporte ventilatorio está entre las más
altas de todas las terapias médicas en la actualidad, casi un 60% de los pacientes requieren
terapia transfusional [7]. El establecimiento de protocolos de reposición hemostática
basado en metas, o Goal Directed Therapy, ha logrado reducir la incidencia de sangrados
críticos en pacientes con soporte circulatorio [29]. El establecer estrategias de reducción de
la exposición de los pacientes a los hemocomponentes, también denominado Patient Blood
Management, busca reducir el efecto deletéreo conocido de la terapia transfusional
excesiva en estos pacientes, y a través de un adecuado manejo hemostático guiado por
metas, mejorar los outcomes clínicos de estos pacientes críticos [51]. Existe una asociación
entre el sangrado excesivo, la transfusión de glóbulos rojos y la aparición de complicaciones
y exceso de mortalidad en pacientes sometidos a ECMO [52]. Adicionalmente se ha
observado que el volumen de transfusión de plaquetas, y no necesariamente el recuento
plaquetario, se asocian a peores outcomes en pacientes sometidos a ECMO [38]. En la
actualidad, existe poca evidencia empírica para guiar la transfusión de plaquetas, y por lo
mismo, generar estrategias que reduzcan la exposición de los pacientes a los
hemocomponentes se vuelve preponderante.
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