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Esta obra se presenta como una representación simbólica del ciclo incesante de violencia
inherente a la naturaleza humana. A través de Juvencio, el autor simboliza la persistencia del
conflicto y la dificultad de liberarse de un pasado marcado por la violencia. Así, "¡Diles que no
me maten!" se transforma en un reflejo en miniatura de una sociedad en la que la violencia
engendra más violencia, atrapando a sus personajes en un ciclo del que parece imposible
liberarse. La pregunta clave que se desprende de este análisis es: ¿De qué manera Juan Rulfo
utiliza símbolos, metáforas y alegorías para abordar los temas de redención y violencia propios
de la condición humana? Esta cuestión resulta esencial para entender la profundidad y
complejidad de la obra de Rulfo, en tanto se plantea que en el cuento el autor utiliza estos
recursos con maestría para profundizar en la complejidad de la redención y el persistente ciclo de
violencia en la sociedad, ofreciendo una mirada cruda pero introspectiva de la naturaleza
humana.
Por otro lado, el entorno desolado y la atmósfera de abandono funcionan como metáforas
poderosas de la desesperanza y el ciclo interminable de violencia por lo que, a través de su
narrativa, no solo se cuenta una historia, sino que también pinta un cuadro sombrío del impacto
generacional y perpetuo de la violencia. Esta representación es un reflejo de la realidad, como se
ve en la situación actual de los campesinos en Colombia, un paralelo al relato donde la
desolación del entorno simboliza la desesperanza y el abandono que se siente en las comunidades
afectadas por la violencia continua (Uribe, 2019). Rulfo utiliza el paisaje y las circunstancias no
solo como un telón de fondo para su historia, sino como una representación simbólica de cómo la
violencia se infiltra y transforma el entorno social y físico. Esta alegoría resalta la naturaleza
cíclica de la violencia, mostrando cómo las circunstancias externas y el entorno pueden perpetuar
un legado de desesperación y conflicto. El cuento se convierte en un espejo de la realidad, donde
la ficción y la realidad se entrelazan para ofrecer una perspectiva más profunda sobre la
influencia corrosiva y de largo alcance de la violencia.
La repetida súplica de Juvencio Nava, "¡Diles que no me maten!", trasciende más allá de una
mera petición; se convierte en una alegoría poderosa que representa la voz silenciada de los
marginados y este clamor desesperado no solo refleja el temor a la muerte física, sino también el
anhelo profundo de comprensión y compasión en un mundo dominado por la brutalidad y la
indiferencia. A través de este grito, el autor subraya cómo la violencia se ha arraigado en nuestra
sociedad hasta el punto de ser percibida como algo cotidiano y, en ocasiones, justificado bajo el
disfraz de preocupación o altruismo (Escamilla, 2021). La obra de Rulfo resalta esta
normalización de la violencia, mostrando cómo esta se ha convertido en una herramienta común
para resolver conflictos, tanto en el pasado como en el presente. La historia de Juvencio no es
solo la suya, sino también la de muchas otras voces no escuchadas que, atrapadas en el ciclo de
la violencia, buscan desesperadamente ser comprendidas y redimidas. Este grito simboliza la
lucha contra la indiferencia y el olvido, una lucha por la humanidad en medio de la
deshumanización. Al final, el cuento se convierte en una representación de cómo la violencia,
una vez desencadenada, puede perpetuar un legado de sufrimiento y desesperanza, atrapando a
sus víctimas en un ciclo interminable de dolor y miedo.
A modo de conclusión, se presenta que el autor utiliza con maestría símbolos, metáforas y
alegorías para explorar las complejidades de la redención y el ciclo perpetuo de la violencia. A
través de la historia de Juvencio Nava, se nos muestra cómo la violencia, nacida a menudo de un
impulso irracional, puede destruir vidas y relaciones, dejando un legado de desesperación y
sufrimiento. El entorno desolado y la atmósfera de abandono en la narrativa son reflejos
simbólicos del impacto generacional de la violencia. Finalmente, el implacable grito de Juvencio
simboliza el anhelo universal de comprensión y humanidad en un mundo marcado por la
indiferencia y la brutalidad. La obra de Rulfo, por lo tanto, responde a la pregunta planteada,
demostrando cómo el uso de recursos literarios permite una exploración profunda y multifacética
de temas universales como la violencia y la redención. "¡Diles que no me maten!" no es
simplemente un cuento sobre un hombre condenado, sino una reflexión sobre la condición
humana, una ilustración cruda pero introspectiva de la naturaleza humana y su incesante lucha
entre la violencia y la búsqueda de redención.
Referencias
Uribe, M. V. (2019). El ser ahí de las niñas campesinas durante la violencia en Colombia. Ideas y
Valores, 68, 150-162. http://www.scielo.org.co/scielo.php?pid=S0120-
00622019000400150&script=sci_arttext