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REPÚBLICA BOLIBARIANA DE VENEZUELA

INSTITUTO UNIVERSITARIO DE TECNOLOGÍA INDUSTRIAL


RODOLFO LOERO ARISMENDI
EXTENSIÓN CUMANÁ SEDE AVENIDA GRAN MARISCAL

ENSAYO
DEUDA EXTERNA
EN VENEZUELA

Bachiller:

Materia:

Cumaná, noviembre del 2023


DEUDA EXTERNA VENEZOLANA
Toda la deuda pública externa está en incumplimiento, en el
sentido que el Estado venezolano no ha honrado sus obligaciones. En
realidad, por definición, la deuda no-financiera siempre surge por
incumplimiento de obligaciones. En cuanto a la deuda financiera, cabe
recordar que en noviembre de 2017 el entonces gobierno de Nicolás
Maduro decidió suspender unilateralmente el pago de la deuda
financiera, y desde entonces, la República y PDVSA han venido
incumplimiento sus obligaciones de pago de interés y capital.
Sin embargo, no basta el incumplimiento de las obligaciones para
que, jurídicamente, la deuda financiera esté en situación de moratoria o
default. Para ello, y de acuerdo con las condiciones contractuales
aplicables, es necesario cumplir con diversas formalidades, que
requieren por lo general que un número de tenedores equivalentes, al
menos, al 25% del saldo deudor declaren ese incumplimiento mediante
el llamado “evento of default”, lo que puede llevar a “acelerar” la deuda,
o sea, que toda la deuda debe pagarse de inmediato, más allá de los
plazos previstos. En los títulos de deuda administrados por un Trustee,
además, es necesario solicitar al Trustee que ejerza los remedios para
solucionar el default. Solo entonces, jurídicamente, los tenedores podrán
iniciar acciones judiciales.
El monto estimado de las reclamaciones judiciales en contra de
Venezuela se ha estimado en cerca de 15.000 millones de dólares. Esto
es una buena y una mala noticia. Es una buena noticia pues indica que
los litigios de la deuda tan solo agrupan a un porcentaje muy bajo del
monto total adeudado (aun cuando esos litigios, de por sí, envuelven
riesgos importantes). Pero es una mala noticia pues indica que,
eventualmente, la compleja situación de las reclamaciones privadas
contra Venezuela podrá agravarse si los acreedores deciden ejercer
nuevas demandas.
La reconversión de la deuda en inversión es una operación
financiera que se realiza entre dos estados soberanos, uno que es deudor
y el otro que es acreedor. En estos casos, las operaciones de conversión
de deuda son acuerdos bilaterales en los que, de un lado, el estado
acreedor cancela parte de la deuda externa que le debe otro estado. Por
otro lado, el estado deudor se compromete a invertir en proyectos en el
país acreedor una cantidad equivalente a la parte de la deuda que ha
sido cancelada. Los programas de conversión de deuda en inversión
permiten a países altamente endeudados reducir sus deudas externas y
atraer inversiones extranjeras a sus territorios. Dada su complejidad,
estos programas necesitan un marco regulatorio especifico que incluya
sus aspectos fiscales. Aunque hay casos exitosos, como Chile, el caso
venezolano no lo fue debido a los cambios regulatorios que fueron
reduciendo los ámbitos en los que se podía invertir. Aunque el
tratamiento de la deuda pública, usado principalmente en los programas
de conversión, es altamente atractivo para los inversionistas
involucrados, una mejor definición del tratamiento fiscal sería
conveniente a futuro. Respecto al tratamiento fiscal a inversionistas
extranjeros en su país de residencia, específicamente a contribuyentes
estadounidenses, los principios establecidos en el caso G.M. Trading
Corp resultan bastante atractivos, pues consideran la conversión como
un canje. En el caso de Venezuela, el régimen de conversión de deuda en
inversión implica que un tercero adquiera en el mercado deuda pública
de Venezuela y mediante un proceso de subasta previamente establecido
convierta dicha deuda en una inversión específica en ese país.
La estatal venezolana Petróleos de Venezuela (Pdvsa) publicó el
balance de su deuda financiera, que refleja un incremento del
endeudamiento de la empresa por 400 millones de dólares durante
2021. Al término de 2020, Pdvsa acumulaba una deuda total de 34.494
millones de dólares. Este monto incrementó a 34.894 millones de
dólares para el final de 2021. Este incremento responde casi únicamente
a los intereses de los bonos que Pdvsa no ha pagado, pues este monto
incrementó de 25.655 a 26.156. Es decir, 501 millones más de deuda en
materia de bonos. Sin embargo, la estatal logró reducir 101 millones de
sus compromisos a través de filiales como Petrozamora, Petroboscán,
Petroquiriquire, entre otras. De acuerdo con el economista experto en
materia petrolera, Francisco Rodríguez, estas disminuciones se deben a
que Pdvsa ha logrado negociar con compañías petroleras
transnacionales como la estadounidense Chevron, la rusa Gazprom o la
española Repsol; mediante canjes de petróleo por reducción de deuda.
Según Rodríguez, el principal problema en torno a la deuda de Pdvsa es
su imposibilidad para pagar sus compromisos debido a las sanciones de
la comunidad internacional.
«Lejos de impedir el aumento de deuda, las sanciones impiden su
restructuración y la mantienen en niveles insostenibles dada la actual
producción», argumenta el experto.
En este sentido, insiste en que Pdvsa solo podrá recuperar su
producción petrolera si Venezuela logra tener acceso a mercados
financieros y negocia la reestructuración de su deuda. Para lograr este
objetivo, Rodríguez razona que debe consolidarse un acuerdo político o
una transición de Gobierno, debido a que en las condiciones actuales de
confrontación entre la administración de Nicolás Maduro con el poder
de facto pero sin reconocimiento internacional, y un Juan Guaidó
reconocido por Washington y sus aliados pero sin capacidad de
administración, no hay fichas que mover para aliviar la situación de
Pdvsa.
Ante todo es importante destacar que desde un principio el
proceso de privatización en Venezuela ha formado parte de un
programa de reforma económica mucho más amplio. Desde 1989 el
nuevo gobierno inició una serie de medidas en el ámbito económico
destinadas a solucionar los problemas de desequilibrio macroeconómico
que por entonces enfrentaba Venezuela. En una segunda fase se
emprendió la privatización, dentro de un contexto de reformas
sectoriales en el sistema financiero, comercial, arancelario, etc. En la
práctica, las primeras fases del programa de reforma macroeconómica
resultaron mucho más sencillas que las de carácter estructural, debido a
que estas últimas necesariamente implican lo que llamamos una
redistribución del poder económico, e incluso político en el país. Esto se
refleja en los casos de privatización y reestructuración de muchas
empresas públicas, en la medida que involucran altas dosis técnicas y
financiera pero también políticas, y requieren de una visión tecno
política que a veces no es fácil de obtener. Por otra parte, la privatización
también ha estado vinculada al proceso de reforma del Estado que se
inició en el período anterior y que redefine lo límites entre lo público y lo
privado a nivel de la producción de bienes y servicios
La problemática de la deuda externa, en Venezuela, ha sido objeto
de un constante debate, que se complica por la falta de datos y
referencias confiables, esto motivado por un lado a que el gobierno de
Nicolás Maduro no publica datos oficiales al respecto, y casi que de
ningún aspecto económico de importancia, y por otro, debido al hecho
de que las informaciones, publicadas por agencias de noticias, sobre la
base de estudios de economistas y especialistas sobre el tema y los
informes que al respecto publica la Asamblea Nacional (AN), dirigida
mayoritariamente por la oposición burguesa, muchas veces están
sesgados por planteamientos de salidas políticas y programáticas al
problema de la deuda, basados en medidas de ajustes macroeconómicos,
similares e incluso totalmente coincidentes con las orientaciones del
Fondo Monetario Internacional (FMI), que no conllevan sino a un
aumento de la pauperización de los trabajadores, reconociendo la deuda,
aceptando su pago y planteando cuando mucho esquemas de
reestructuración o refinanciamiento (que no son lo mismo), en beneficio
de los acreedores, en general banqueros y transnacionales.

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