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La deuda externa de Venezuela se encuentra actualmente en situación de incumplimiento debido a que el gobierno dejó de pagar los intereses y el capital de los préstamos desde 2017. Aunque legalmente se requieren más pasos formales para declarar un default, la deuda financiera efectivamente está en mora. El monto estimado de las demandas judiciales contra Venezuela es de unos US$15.000 millones, lo que representa solo una pequeña fracción del total adeudado. La estatal petrolera PDVSA también reportó un incremento en su deuda de US$400 millones
La deuda externa de Venezuela se encuentra actualmente en situación de incumplimiento debido a que el gobierno dejó de pagar los intereses y el capital de los préstamos desde 2017. Aunque legalmente se requieren más pasos formales para declarar un default, la deuda financiera efectivamente está en mora. El monto estimado de las demandas judiciales contra Venezuela es de unos US$15.000 millones, lo que representa solo una pequeña fracción del total adeudado. La estatal petrolera PDVSA también reportó un incremento en su deuda de US$400 millones
La deuda externa de Venezuela se encuentra actualmente en situación de incumplimiento debido a que el gobierno dejó de pagar los intereses y el capital de los préstamos desde 2017. Aunque legalmente se requieren más pasos formales para declarar un default, la deuda financiera efectivamente está en mora. El monto estimado de las demandas judiciales contra Venezuela es de unos US$15.000 millones, lo que representa solo una pequeña fracción del total adeudado. La estatal petrolera PDVSA también reportó un incremento en su deuda de US$400 millones
RODOLFO LOERO ARISMENDI EXTENSIÓN CUMANÁ SEDE AVENIDA GRAN MARISCAL
ENSAYO DEUDA EXTERNA EN VENEZUELA
Bachiller:
Materia:
Cumaná, noviembre del 2023
DEUDA EXTERNA VENEZOLANA Toda la deuda pública externa está en incumplimiento, en el sentido que el Estado venezolano no ha honrado sus obligaciones. En realidad, por definición, la deuda no-financiera siempre surge por incumplimiento de obligaciones. En cuanto a la deuda financiera, cabe recordar que en noviembre de 2017 el entonces gobierno de Nicolás Maduro decidió suspender unilateralmente el pago de la deuda financiera, y desde entonces, la República y PDVSA han venido incumplimiento sus obligaciones de pago de interés y capital. Sin embargo, no basta el incumplimiento de las obligaciones para que, jurídicamente, la deuda financiera esté en situación de moratoria o default. Para ello, y de acuerdo con las condiciones contractuales aplicables, es necesario cumplir con diversas formalidades, que requieren por lo general que un número de tenedores equivalentes, al menos, al 25% del saldo deudor declaren ese incumplimiento mediante el llamado “evento of default”, lo que puede llevar a “acelerar” la deuda, o sea, que toda la deuda debe pagarse de inmediato, más allá de los plazos previstos. En los títulos de deuda administrados por un Trustee, además, es necesario solicitar al Trustee que ejerza los remedios para solucionar el default. Solo entonces, jurídicamente, los tenedores podrán iniciar acciones judiciales. El monto estimado de las reclamaciones judiciales en contra de Venezuela se ha estimado en cerca de 15.000 millones de dólares. Esto es una buena y una mala noticia. Es una buena noticia pues indica que los litigios de la deuda tan solo agrupan a un porcentaje muy bajo del monto total adeudado (aun cuando esos litigios, de por sí, envuelven riesgos importantes). Pero es una mala noticia pues indica que, eventualmente, la compleja situación de las reclamaciones privadas contra Venezuela podrá agravarse si los acreedores deciden ejercer nuevas demandas. La reconversión de la deuda en inversión es una operación financiera que se realiza entre dos estados soberanos, uno que es deudor y el otro que es acreedor. En estos casos, las operaciones de conversión de deuda son acuerdos bilaterales en los que, de un lado, el estado acreedor cancela parte de la deuda externa que le debe otro estado. Por otro lado, el estado deudor se compromete a invertir en proyectos en el país acreedor una cantidad equivalente a la parte de la deuda que ha sido cancelada. Los programas de conversión de deuda en inversión permiten a países altamente endeudados reducir sus deudas externas y atraer inversiones extranjeras a sus territorios. Dada su complejidad, estos programas necesitan un marco regulatorio especifico que incluya sus aspectos fiscales. Aunque hay casos exitosos, como Chile, el caso venezolano no lo fue debido a los cambios regulatorios que fueron reduciendo los ámbitos en los que se podía invertir. Aunque el tratamiento de la deuda pública, usado principalmente en los programas de conversión, es altamente atractivo para los inversionistas involucrados, una mejor definición del tratamiento fiscal sería conveniente a futuro. Respecto al tratamiento fiscal a inversionistas extranjeros en su país de residencia, específicamente a contribuyentes estadounidenses, los principios establecidos en el caso G.M. Trading Corp resultan bastante atractivos, pues consideran la conversión como un canje. En el caso de Venezuela, el régimen de conversión de deuda en inversión implica que un tercero adquiera en el mercado deuda pública de Venezuela y mediante un proceso de subasta previamente establecido convierta dicha deuda en una inversión específica en ese país. La estatal venezolana Petróleos de Venezuela (Pdvsa) publicó el balance de su deuda financiera, que refleja un incremento del endeudamiento de la empresa por 400 millones de dólares durante 2021. Al término de 2020, Pdvsa acumulaba una deuda total de 34.494 millones de dólares. Este monto incrementó a 34.894 millones de dólares para el final de 2021. Este incremento responde casi únicamente a los intereses de los bonos que Pdvsa no ha pagado, pues este monto incrementó de 25.655 a 26.156. Es decir, 501 millones más de deuda en materia de bonos. Sin embargo, la estatal logró reducir 101 millones de sus compromisos a través de filiales como Petrozamora, Petroboscán, Petroquiriquire, entre otras. De acuerdo con el economista experto en materia petrolera, Francisco Rodríguez, estas disminuciones se deben a que Pdvsa ha logrado negociar con compañías petroleras transnacionales como la estadounidense Chevron, la rusa Gazprom o la española Repsol; mediante canjes de petróleo por reducción de deuda. Según Rodríguez, el principal problema en torno a la deuda de Pdvsa es su imposibilidad para pagar sus compromisos debido a las sanciones de la comunidad internacional. «Lejos de impedir el aumento de deuda, las sanciones impiden su restructuración y la mantienen en niveles insostenibles dada la actual producción», argumenta el experto. En este sentido, insiste en que Pdvsa solo podrá recuperar su producción petrolera si Venezuela logra tener acceso a mercados financieros y negocia la reestructuración de su deuda. Para lograr este objetivo, Rodríguez razona que debe consolidarse un acuerdo político o una transición de Gobierno, debido a que en las condiciones actuales de confrontación entre la administración de Nicolás Maduro con el poder de facto pero sin reconocimiento internacional, y un Juan Guaidó reconocido por Washington y sus aliados pero sin capacidad de administración, no hay fichas que mover para aliviar la situación de Pdvsa. Ante todo es importante destacar que desde un principio el proceso de privatización en Venezuela ha formado parte de un programa de reforma económica mucho más amplio. Desde 1989 el nuevo gobierno inició una serie de medidas en el ámbito económico destinadas a solucionar los problemas de desequilibrio macroeconómico que por entonces enfrentaba Venezuela. En una segunda fase se emprendió la privatización, dentro de un contexto de reformas sectoriales en el sistema financiero, comercial, arancelario, etc. En la práctica, las primeras fases del programa de reforma macroeconómica resultaron mucho más sencillas que las de carácter estructural, debido a que estas últimas necesariamente implican lo que llamamos una redistribución del poder económico, e incluso político en el país. Esto se refleja en los casos de privatización y reestructuración de muchas empresas públicas, en la medida que involucran altas dosis técnicas y financiera pero también políticas, y requieren de una visión tecno política que a veces no es fácil de obtener. Por otra parte, la privatización también ha estado vinculada al proceso de reforma del Estado que se inició en el período anterior y que redefine lo límites entre lo público y lo privado a nivel de la producción de bienes y servicios La problemática de la deuda externa, en Venezuela, ha sido objeto de un constante debate, que se complica por la falta de datos y referencias confiables, esto motivado por un lado a que el gobierno de Nicolás Maduro no publica datos oficiales al respecto, y casi que de ningún aspecto económico de importancia, y por otro, debido al hecho de que las informaciones, publicadas por agencias de noticias, sobre la base de estudios de economistas y especialistas sobre el tema y los informes que al respecto publica la Asamblea Nacional (AN), dirigida mayoritariamente por la oposición burguesa, muchas veces están sesgados por planteamientos de salidas políticas y programáticas al problema de la deuda, basados en medidas de ajustes macroeconómicos, similares e incluso totalmente coincidentes con las orientaciones del Fondo Monetario Internacional (FMI), que no conllevan sino a un aumento de la pauperización de los trabajadores, reconociendo la deuda, aceptando su pago y planteando cuando mucho esquemas de reestructuración o refinanciamiento (que no son lo mismo), en beneficio de los acreedores, en general banqueros y transnacionales.
El principio de igualdad en la actividad financiera.: El caso del acceso a los servicios financieros y el rescate de los bancos demasiado grandes para quebrar (too big to fail)