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Emiliano Galende

Conocimiento y prácticas de Salud Mental

I_ Lugar
~ HdltorioJ
Emiliano Gale nde
El conocimiento y prácticas de salud mental. la ed. Ciudad Autónoma de
Buenos Aires: Lugar Editorial, 2015.
208 p. ; 23x16 cm.
Agradecimientos
ISBN 978-950-892-481-0
l. Psicoanálisis. 2. Salud Menta).
CDD 150.195

Edición y corrección: Mónica Erlich


Diseño de tapa: Silvia Suárez Son muchos a quienes debo agradecer la experiencia que intento
Diseño interior: Cecilia Ricci
trasmitir en este libro. A los estudiantes del Doctorado en Salud Mental
© Emiliano Galende de la Universidad Nacional de Lanús, ya que tratando de enseñarles,
he aprendido mucho de la experiencia y la inteligencia de ellos. A los
compañeros de tareas y entusiasmos de la Universidad y a los antiguos
compai\eros de la Federación Argentina de Psiquiatras, con quienes
me inicié en esta cruzada por la verdad de nuestros conocimientos. A
los compañeros ele las Universidades que componen la Red Maristan,
quienes con sus debates enriquecieron mis posiciones y mis críticas.
También, a quienes me confiaron la atención de sus dolencias a lo
largo de los años, especialmente a aquellos, los primeros, del hospital
psiquiátrico a quienes con mucho afecto recuerdo en el texto. Y, final-
mente, a mis hijos, yun especial agradecimiento a Federico quien, con
su habitual inteligencia, aceptó hacer el Prólogo para este libro.

Queda prohibida la reproducción total o parcial de este libro, en forma idéntica o modificada y
por cualquier medio o procedimiento, sea mecánico, uúormático, de grabación o fotocopia, sin
autorización de los editores.

ISBN: 978-950-892-481-0
© 2015 Lugar Editorial S. A.

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Impreso en In Argentina - Prlnted in Argentina
Prólogo
Federico Galende

Este libro tiene entre muchas de sus virtudes el hecho de nacer


directamente de la experiencia, apegado a ella. Esa experiencia ( diosa
fugitiva de nuestra era) no solo se mide en la enorme cantidad de años
que el autor lleva dedicados a reflexionar sobre temas vinculados a
la salud mental, se mide también en una capacidad inhabitual para
poner la supuesta uciencia" del saber médico-psiquiátrico al pie de un
trabajo fundado en la simplicidad de la escucha y la apertura al sufri-
miento singular del otro.
La experiencia de esa escucha conduce a una erosión del historial
de diagnósticos y juicios muchas veces inquisitoriales, que así devienen
cáscaras demasiado endebles o porosas, ruinas que confiesan su límite
para subsumir la complejidad del existir en alguna unidad teórica o
principio de razón.
Con esto, lo que Conocimiento y prácticas de salud mental consigue,
es devolver el padecimiento humano a sus modos más heterogéneos
de expresión, trazando un corte profundo entre las causas múltiples de
la aflicción mental y la unidad orgánica de las teorías que las reducen o
determinan. Para ello se parte de una base que compromete al pensa-
miento occidental en su conjunto, consistente en que un sistema
teórico organizado, cualquiera sea este, tiende a obrar siempre por vía
ele una exclusión. Lo que este sistema excluye es el escándalo vital, plás-
th:o y movedjzo de todo aquello que viene a inquietar su coherencia
Interna: lo potencia heterogénea de los afectos, el flujo desarticulado
cltll 1t1alcstnr1 las fuontes Intrincadas de las que bebe el sufrimiento
humnno.
No 110 fllllldc• 1rn1nr una cllvl11ión de esta índole sin afectar en algún
1111111 o la 111fow11r.lu ml111111111 lu "011formrclod mental'; pues lo que habría
¡1111 dt•lt ~" dt• mon wlr1111111111110 p11111r\H q111• u11 rnporto dllslguol l'ntrc el
8 Emiliano Galende Conocimiento y prácticas de Salud Mental 9

poder abstracto de las categorías que rigen el corpus del saber médico- unívoca, así como no deben el filósofo o el psiquiatra fijar sus opiniones
psiquiátrico y el estallido del trauma constitutivo de la cultura en un al cuerpo de una razón jerárquica que las reúna y clasifique. Esto se debe
sinnúmero de fuerzas expresivas que no se dejan reducir a un diagnós- a que el pensamiento mismo es para él, como el dolor o el mal.estar, un
tico general. El reparto invoca un desplazamiento que va del reduc- flujo que se mueve, un múltiple que se contorsiona y cambia. A la vez,
cionismo del uno a la complejidad de lo múltiple, un desplazamiento el escándalo de esa verdad, que llama a que las imágenes de la cultura
que envuelve o implica aJ libro mismo que, como decíamos más arriba, sean leídas como una materia viva y no como meras formas atadas a los
enfrenta las prescripciones y rutinas diseñadas en los gabinetes de la signos, no tiene ninguna posibilidad de funcionar bien en una escena
experticia psiquiátrica desde la perspectiva de un proceso abierto a la gobernada crecientemente por la razón positivista. El origen de esa
experiencia de la escucha. escena Foucault lo retrata muy bien en la primera parte de Las pala-
Nada de lo anterior significa que se desdeñen aquí la totalidad de bras y las cosas, cuando recuerda cómo hacia finales del siglo XVII, la
los conceptos, nociones o categorías que le permiten a una práctica época de las semejanzas abiertas termina cerrándose sobre sí misma
como la de la salud mental orientarse frente a los dilemas del malestar para dar lugar a un nuevo tiempo. El nuevo tiempo es el del cartesia-
subjetivo; significa anexarle a esos conceptos una grieta, una afección, nismo, es decir el tiempo de la duda o la desconfianza, el tiempo en
un oído. ol que hay que sospechar incluso de las correspondencias informadas
Se trata, por poner solo un ejemplo entre miles, del oído que ningún por la inmediatez de los sentidos. No hace falta agregar que lo que de
experto estuvo en condiciones de prestarle al historiador Aby Warburg ahí en adelante convertirá a cualquiera en un loco o un insano será su
cuando a mediados de la segunda década del siglo X.X fue confinado a Insistencia en reencontrar, por debajo de las diferencias nombradas por
un largo encierro en la clínica de Kreutzlingen. Los motivos de aquel la razón triunfante, los parentescos huidizos entre las cosas. Es exac-
encierro, que comportan hasta hoy un enigma, solo podrían explicarse tamente lo que hace Warburg: abandonar el juicio categórico de una
en términ os de lo que Emiliano Galende llama aquí "el valor perfor- rozón fundada en la distancia.
mativo del diagnóstico y la articulación entre la autoridad médica y Esa distancia que Descartes, por entonces un desertor de las tropas
el poder sobre el enfermo''. Lo que esa articulación subraya no es más de Maximiliano de Baviera, recomienda a mediados del siglo XVII a
que la subsunción de un pensamiento heterogéneo a la unidad de una rodo el mundo sin moverse de al lado de su estufa, es la misma que con
razón disciplinar, pero esa subsunción requiere de una relectura. mínimas refacciones adoptarán dos siglos más tarde los encargados de
Si Warburg encarna para su tiempo la figura del historiador hereje fundar el saber psiquiátrico, Esquirol, Greisinger, Kraepelin, quienes
de la cultura, es porque ha comenzado a interesarse en una lectura de rruducirán esa fórmula ya depurada de las contaminaciones de la
las imágenes del arte que se funda más en el hallazgo de semejanzas proximidad o la experiencia a un positivismo médico que, como se
o correspondencias que en una interpretación acabada de los signos Rofiala en este libro, colocará al sujeto sufriente en el lugar de un objeto
que estas resguardan. Intuye que las imágenes que forman parte de 11otural. ''El sujeto sufriente -escribe Emiliano Galende- ya no es un
la historia del arte poseen una carga vital, que están vivas, que si se hol'nbre afligido por la pesadilla particular de sus circunstancias de
las dispone unas junto a otras de cierta manera se pueden pesquisar vltln; es tlO objeto vaciado de vida que puede ser observado, manipu-
entre ellas fórmulas expresivas que se repiten más allá de los estilos 111,lo, diaRnosticado, rotulado y luego encerrado en algún manicomio''.
pictóricos de cada época y que hay, por lo tanto, una memoria en esas Como la palabra "manicomio" deriva de "manía'; término empleado
imágenes que las propias imágenes descuidan o rechazan. ¿Qué es lo ,lt 11th1 lm; griegos para describir una energía desproporcionada en
que rechazan? Rechazan un trauma constitutivo, un síntoma alojado vh t\ld do su expansión o potencia, y como el mencionado historiador
atemporalmente en la tragedia de la cultura, un malestar que recorre '111 In lmproslón de estar poseído por ideas que huyen o eluden una
los ciclos civilizatorios del hombre inscribiéndose en pequeños deta- 1111 t111n dof111ltlva1 ol módico-psiquiatra que lo examine no le costará
lles o movimientos involuntarios. 1111,h, cl1111411011tlca1 "un 06tndo ma11(aco-depresivo" primero, para luego
Evtden.tcmontc, la verdad que Jnslnúa resulta escnndalo1111 parri 11u 11ll•l11d11 n11 ni ondurio.
época. PllJ11s11 q1w lt111 huágmto&no dcbon SC'r f1Jndu1111 nhtAlU'III loo111n1
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El médico-psJqulotra o cargo dol dfoguó¡¡tf('o, ol cloctor Krnopolht,


ha descubierto o inventado él mismo ese ''estado mixto'; por lo que l-.111111111111 ll11h•11tl1•u11ulli1111t¡uf, ,·1111 onorinllc• rigor
161: cómo estaasom-
más que susti-
la lucha pasará de inmediato en este caso a sor parte de un reparto Jl 1 11 1 t•rti1d<1 d(.l natura zac •
1twh'111, ltllll h11 t1gu1 n 11 1 e, ledad en la que la cultura neoliberal
desigual entre el poder cerrado de su hallazgo ''científico" y1a fuerza de lnuH11, oporn úu ol t10110 do una soc ví 1culos humanos Y las clásicas
lo abierto, propuesta por la experimentación del historiador. El histo- l 111 urn\clltldo po1· destruir todos los l i ufrimiento mental es el hecho
riador defiende las causas de lo abierto probablemente de un modo 111dm1 clo solidaridad. Lo que agrd·ava e st del mundo lo carguen hoy a
maníaco, pero esa manía halla su contraparte en la manera obsesiva b ·eres de to as par es
il11e¡ua hom res y de
lltllne despojados mu¡
los .lazos mas
, proXJ
, ·mos' en los intersticios de una
que tiene el psiquiatra de imponer la verdad abstracta de su diagnós-
tico. ¿No fue acaso Foucault quien mostró también cómo la sumisión 1tlcmtldad extraviada en el sálvese ~uie::~~~ªia ruptura de esos lazos
de la demencia por parte del sistema psiquiátrico oficial de la época No es desmedido proponer enlon_c, desregulado que en nombre
terminó siendo defendida, por esos mismos psiquiatras.. con una d delo de acumu ac1on - , ,
obstinación de dementes? proven~a e un mo ha obli ado a las grandes mayonas a
do la riqueza ~e un?s ~o~o;ás sus ter~itorios, sus pueblos, sus lazos y
En esa lucha o reparto desigual pone énfasis este libro, que en lugar procurarse la vida de¡an o , cot1'diano convulso en el que
de situar a uno y otro lado al sano y al enfermo, contrapone a los dispo- . . · iéndose as1 en un .
Ull propia h1sto~ia, sum . el médico del barrio aquel con qmen se
sitivos de poder que subyacen al saber científico, la prescripción y el yo ºº.es la pare¡a, o. elt'ramigo, o o d esd"cha
encierro, una política de salud confeccionada en el andar experimental una pena 1 , sino el supuesto experto
cuenta para co~par 1 do a la velocidad de las píldoras.
de su práctica y en la inclusión de las formas diversas y singulares del que se ahorra tiempo ape_l~n I na relación de objetividad
sufrimiento humano. Es lo que se nos dice cuando se señala que "en d fine la afecc10n menta no es u , fi I
Lo que e 'bil' d d ara escoger a quien con ar e
salud mental no contamos con una explicación causal, por lo tanto, con el cerebro, sino la impods1 1 a p trascendental Este libro tiene,
tampoco con pruebas que hagan eVidente la razón del daño o trastorno, . . u ecie de esamparo · .
sufnmiento. na esp . 1. e desamparo la renuncia de1
por lo que debemos aceptar que nuestras conclusiones no tienen el 1 cia de me mr en es .
sin embargo, a gra . . , n de auditar con tolerancia las intenmna-
valor de universales y que serán siempre Vinculadas al caso particular''. experto a la antigua obligac101 d. . l'nas actuales abrevian en tasas,
Roto el nexo causal que asociaba la singularidad del caso con el bles fuentes del padecer, que as 1sc1p l tamb1'e' n un fabuloso libro
actuar genérico de la prescripción y el diagnóstico, queda al desnudo dí · En ese aspecto es
números.º esta stic~s.o ue divide el tiempo entre el ayer cotidiano
el cordón policial que rodea y resguarda la pericia infundada del poder sobre el tiempo, un libr q . d la medicalización, para recuperar,
psiquiátrico, un poder que instala con Violencia un punto y aparte a la del diálogo y el pr~sente
pregunta perpetua por el dolor del hombre. La rotulación, la medicali- des ués la memoria sens1:1belc1~
e e aequel ª"eren
J
el conjunto de prácticas

zación y el aislamiento son la parte más visible de esa sintaxis abrupta, qu:par;icipan de los nuevos desafíos en salud mentaI.
que somete la vida mutante de un proceso a la eficacia inmediata del
resultado.
Las prácticas implicadas en la ansiedad con que esos _resultados
se persiguen no son, desde luego, gratuitas; responden a modula-
ciones internas de un di-spositivo de medicalización que, en la línea
del Manual Diagnóstico elaborado por la Asociación Psiquiátrica
Americana, se anuda a los réditos impresentables de los laboratorios.
La diversidad abierta de los trastornos subjetivos es así primeramente
clasificada y luego cuidadosamente separada de los malestares que
la vida actual suscita. Fiualmente la suerte ha sido echada: será un
arsenal de químicos el que venga a sustituir con rapidez la paciencia
del diálogo y la escucha.
Introducción
Erniliano Galende

Introducir al lector al texto de un libro suele ser el modo de trasmitir


el propósito del mismo y los intereses intelectuales que han guia do al
autor en su escritura. Habitualmente, la introducción se escribe una
vez finalizada la redacción del texto. Es obvio que lo ya escrito no cons-
tituye la última palabra sobre el tema del cual trata; cada lector hará
su propia comprensión e interpretación, sacará sus conclusiones y las
vinculará con su propia historia y experiencia con estos temas. Escribir
la Introducción, luego de haber hecho de lector del texto que yo mismo
escribí, hizo que surgieran, ahora como lector, algunos interrogantes
personales sobre mi experiencia de más de cuarenta años con el tema
que aborda el libro. Más allá de lo que el texto plantea acerca del cono-
cimiento sobre el sufrimiento mental y su relación con las prácticas, me
retrotrae en lo personal a la pregunta acerca de cuándo comenzaron
los interrogantes y el interés a los cuales responde este libro. No dudo
d e la actualidad del texto que hoy presento, solo me pregunto por sus
antecedentes en mi historia personal, al menos en la implicación de
mi propia existencia en esta dedicación al tema. Comenzaré entonces
por recordar, de algún modo fechar, estos antecedentes, que, si bien
son personales del autor, creo, responden a una experiencia de algún
modo compartida por quienes nos vinculamos con el sufrimiento
1nental y, do un modo crítico, con la problemática de la psiquiatría y
ln sulud mental.
I\ICE.HlZAba los veinticuatro aflos cuando inicié mi primera expe-
l'lonclCI co n la psiquiatda, primero como {esidente en un hospital
p111! ¡11ll1trl<:o y poco t t~rnpo d.1.>s¡,uós como Jefo de Trabajos Prácticos de
IH 1·'11rnhtt d1 P11lq11l11trfo de In 11ucultucl du Mu<llcina, que funcionaba
1111 1•l 11 1llf1110 h0Npll11l. Vl111;11liulo 111 110 fum1lón tlQt:0 1\h• mu hlc:o carRO
1•1111111 ll'l11<h, 1111 NtH tordt• ru m1111 clt!l ho11ptlnl, q11lm:1• 1111101111, d1•11trn do
14 Emilian~ Galende Conocimiento y prácticas de Salud Mental 15

las poco más de cien que tenía la institución. Todas estaban ocupadas tarde se reunían en una sala que servía de comedor y estar (entonces
por hombres que llevaban entre dos y diez años de internación. Ademes no se contaba con televisor, ahora dominante), intercambiaban ciga-
de la atención de la sala, recibía pacientes en consultorio externo rrillos y mate. Y también conversaban. Con el tiempo logré incluirme
todas las mañanas. En ambos casos contábamos con un esquema de en estas conversaciones, y en algunos momentos promover y orientar
Historia Clínica que debía ser completada en cada caso que atendía. los intercambios. Era evidente la diferencia respecto de la mañana: de
Esta se orientaba por un análisis semiológico de las distintas funciones noche estas personas recuperaban su palabra, se relacionaban con
(orientación en tiempo y espacio, percepción, ideación, comporta- los compañeros de infortunio, daban a conocer sus lugares de origen,
miento, etc~tera) y descripción de los síntomas actuales, seguidos de algún relato de las circunstancias por las cuales habían "caído" en la
antecedentes sobre estos síntomas. Todo concluía en un diagnóstico, desgracia de la enfermedad y la internación. En síntesis, no hablaban
era este el que se volcaba luego a la estadística que el hospital proce- de sus síntomas, sino de sus vidas. Sentí al cabo de un tiempo de
saba. En esos tiempos surgió el interrogante, casi de sentido común, estas visitas diarias por la mañana, de un modo que no podía evitar,
o ingenuo, para un principiante como era yo, acerca de qué conoci- que eran pacientes y anónimos, de noche volvían a ser personas con
miento aportaba esa semiología y los síntomas que describamos -el sus historias y sus desvaríos. Debo decir que desde entonces pienso
nombre diagnostico que parecía ser de suma importancia para definir que la condición de paciente psiquiátrico internado logra borrar la
a ese sujeto y su pronóstico en la vida- respecto de la persona concreta dimensión de la existencia real de la persona, los avatares de lo vivido1
que nos relataba los síntomas de su malestar. Esta pregunta se acentuó los acontecimientos, los intentos de tramitar la vida en común y sus
en otra escena de ese tiempo. fracasos. Desde entonces creo que el conocimiento de la psiquiatría,
Una vez que me había hecho cargo de esos pacientes internados más bien del psiquiatra, no coincide con el conocimiento de la vida
cumplía con la visita diaria a la sala de mañana, donde recorría cama de quien porta un sufrimiento mental, a veces esconctido detrás do
por cama, en corto diálogo con los pacientes, cuyo mayor énfasis la magnitud de un delirio o de una excitación psicomotriz1 otras por
estaba en preguntarme cuándo sería su salida del hospital. Visitaba la defensa y la negación del sufriente a un diálogo en desventaja dd
la sala una vez finalizada la consulta de pacientes ambulatorios, por cual no esperan comprensión, sino alguna forma de castigo. Creo quo
lo cual el tiempo que disponía no era mucho, aun cuando era mavor desde ese tiempo me pregunto sobre cuál es nuestro conocimiento
al de mis colegas. En la recorrida por la sala revisaba la indicación,de del sufrimiento mental y cuánta verdad posee nuestros diagnósticos y
tratamiento, en general de psicofármacos (por entonces, solo clorpro- nuestra práctica. De eso trata este libro.
macina, fenergan y haloperidol, eventualmente algún ansiolítico), en Habermas ha fundamentado de qué manera la teoría abre el camino
ocasiones electroshock en pacientes agitados o estuporosos, con fre- de la práctica racional y marca el horizonte de la verdad para el conocl·
cuencia insulina al coma, aun cuando no seguían las cuarenta sesiones miento. Esto es, debe haber coherencia entre lo que la teoría comprendo
que proponía el doctor Sake, fundador de este tratamiento de comas o explica y la práctica que se guía por esa comprensión. Lo verclndero
insulínicos a repetición. Observaba que en el resto de los pacientes del de una práctica se funda en la verdad de los enunciados que han lwd10
hospital, mis colegas hadan las mismas prescripciones, salvo respecto comprensible su objeto. Por lo tanto, indagar acerca del conochnlootu
del electroshock, sobre el cual algunos abusaban y otros retaceábamos de la psiquiatría debe llevarnos, en primer lugar, a la relación <mttt•
su aplicación. Lo cierto es que no había diferencias significativas entre sus enunciados y la práctica real de sus tratamientos. Bste cornlno
los tratamientos prescriptos y la, sin duda, evidente heterogeneidad de nos plantea de entrada un obstáculo: la observación de la semtolo~(,1
personas, edades e historias de vida que portaban cada uno de esos (percepción, conciencia, ideaci6n, etc6tora) y la clescdpci6n do lo~
pacientes. síntomas, nos lleva a un diagnóstico y luego a una clnslJ'lcaci ón no11ow ~
Comencé por entonces a visitar la sala por la tarde, en las últimas fica, finalmente a una ustadística, nada puedo decir sobrn In Vt•r<lrid dt•I
horas, cuando solo quedaba a cargo de la sala un enfermero, en general sufrlmleuto, slompw ltp,11do n uun nxistcncli1concrtit111 n una hl11h>1l11 d1
encerrado en la habitación de enfermería. Los paclontes, q ue de mañana vldn mn 11\1 com¡,l1•Jldi1d S111'mlc11 l(1nrí11 no 1'11 lllt'til 11111· 111 1.0110~1111'!.11 o,
permanecían en sua camas pnrH In vl$hfl dcl 1116dlcn1t1 0110 horn tlo la "º
lu,¡ tlllllOf{I 111lw-1 d11 dll1111 11w, 11111111 C'li. Por 111~" q1to 11l 111111 dt• l11 u1111lu¡.¡111
16 Emiliano Calende <1111octmtento y prácticas de Salud Mental 17

con el procedimiento de la medicina1 el diagnóstico médico de la enfer- d1• los manicomios, que en casi nada se parece a un hospital. Desde
medad es diferente: este se orienta por el descubrimiento de las causas lofl comienzos de la humanidad el sufrimiento mental y sus formas
biológicas de la misma, descubrir esta causa es construir la verdad de 111• expresión sintomáticas han formado parte de las posibilidades del
su explicación y otorgar racionalidad a su tratamiento. Este abuso de hombre. La locura del delirio, la imaginación creativa, la ilusión, las
la analogía llevó a la psiquiatría desde sus comienzos a la causalidad t l'l'tczas de las religiones, el dolor del duelo y la melancolía, el compor-
biológica y, por lo mismo, al cerebro como órgano responsable del lumlúnto bizarro, como la violencia, la angustia y la desesperación, los
sostenimiento de la vida psíquica. Solo difiere en grados de cientifi- HIH'.t\os y las pasiones desmedidas, el sexo y los significados y valores
cidad biológica que se trate de la anatomía morfológica del cerebro, al I ullurales de su ejercicio, forman parte de las posibilidades de la razón.

modo anatomoclínico de Kraepelin, o de la biología molecular y la tras- Nruln fundamenta que sean excluidas de lo humano, salvo los procedi-
misión sináptica. En ambas se postula que el cerebro es la causa, no el 1111t1nlos prácticos de la psiquiatría. En el texto me detengo a enfatizar
sustrato, donde transita todo proceso psíquico, también el sufrimiento, 11~1110 os necesaria la crítica de esta psiquiatría, recorrer los supuestos
como el placer, la felicidad, la ilusión o el delirio. Baste observar cómo ,' t 11:oii de su práctica, para reintegrar el sufrimiento mental al campo de
la genética actual ha mostrado que no existen diferencias significativas 111 IH1mano. Desde la perspectiva epistemológica esta crítica nos lleva
entre la información que compone el genoma humano de un africano, 111 ,m~llsls del positivismo, principalmente el de su fundador, Auguste
un asiático o un intelectual de Nueva York, sus enormes diferencias < Uttllc, el cual ha sido, y sigue siendo de alguna manera en la pers-
como sujetos surgen de los contextos culturales y sociales en que han 111 11lvn octual de la psiquiatría biológica, el sostén epistemológico del
construido sus vidas. Su genética, y su cerebro, no difiere, los meca- , 1111ndmicnto de la psiquiatría. La pretensión de conocer el sufrimiento
nismos biológicos que hacen posible su existencia son universales, las 1111111(11! del hombre con los métodos de las ciencias naturales no solo
diferencias de su desarrollo y sus enfermedades responden más a sus ll1t1t1rn loe cualidades complejas de la vida psíquica, sino que genera
condiciones de vida y del medio ambiente físico, social y cultural que v, 11v1111 lhllns éticas en el comportamiento del especialista.
habitan. 1111 IIH!{llndo lugar, me ocupo de revisar lo central del giro hacia Salud
Debemos aceptar que respecto del cuerpo bilógico y sus meca- r-i1,,111ul, desde el comienzo de la política establecida por la Resolución
nismos, corno respecto de la información genética, rige la semejanza y d, 111 A1nm.blca de la OMS en 1953, hasta los documentos centrales de
no la diferencia. En esto es verdadero lo universal del género humano. 1 1.i polílll'n, como son la Carta de Ottawa, la declaración de Caracas,
Pero en la vida psíquica y en la existencia humana rige la desigualdad l 1 11, ,1i11l11d(m de la Asamblea de Naciones Unidas de 1991, y demás
y la diferencia, en la existencia y los sufrimientos mentales del vivir, no p111111uwlu111icintos. Esta trayectoria es la que ha sido plasmada por
rige lo universal, y la verdad solo puede buscarse y entenderse en las , 1111 v1111 li•Rllll,1do11es en diversos países, que han modificado sustancial-
condiciones de la cultura y la sociedad en que habitamos. Pretender 1111 11l11 l1111111ponsubllidad de los Estados frente a las personas con sufri-
una explicación universal y una verdad del sufrimiento mental en los 11111 111,1 11u·nl11l, tul como el contenido de la Ley 26.657 de Salud Mental
mecanismos biológicos del cerebro es negar justamente lo que consti- 1111 111,1111111 m1 l\rgontina. El texto del capítulo 2 recuerda lo esencial
tuye la esencia de la existencia del hombre: su relación con la cultura 11, 1 t.i w11•v11 plllf1ka sobre salud mental, pero solo la menciono como
que habita, los rasgos del lugar que ocupa en su sociedad, las dife. 11 1 11,l1• 111111111111vu política, ya que ha sido tema de análisis de publi-
rencias de su capacidad creativa, de la autonomía de su imaginación, 1111 h 1111 11 m1tP1 tor1•1t propios, y de diversos autores, y entiendo que es
del ejercicio de su libertad para orientar las decisiones sobre su vida. 1h 11111111 111111,1110 d11l luctoti11formado. En conjunto, esta política funda
No es posible ninguna verdad universal sobre el sufrimiento rnencnl, 111111v1111 1 1~111 1111 (11• ,1t1tncl6n ambula toda, trata de abolir la internación
estamos obligados a un conocimiento que debe respetar In i.tng11ln- 1111111t 111111,tl y 1 111•11111111.tr ,,¡ i.upucsto de la, cronificación, poniendo
ridad de cada sujeto, su territorio de vida, su hi,,¡torh1y lo.'1 con~llrlonuR 1111 IR 1 11 In" ¡111wt•11u~ iln n•hnlillhucJón y prnv1mción, a la vez que, a
reales de su existencia. 11 , !! 1h l I t 11p11ldt111 l,1 u11,urhfo por uq11lpcrn in11ltldli¡cip.linnrios1 regula
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18 Emiliano Galende Conocimiento y prácticas de Salud Mental 19

se abren nuevos desafíos para el conocimiento de esta experiencia del mental. Estoy convencido de que el éxito de esta nueva política de
sufrimiento mental. Salud Mental depende enteramente de la construcción de una nueva
Toda esta política modifica el panorama, el campo concreto de verdad sobre el sufrimiento mental, reintegrando al sufriente al campo
la comprensión, la atención, los resguardos éticos de la práctica, la de lo humano comprensible, lo cual transita por el conocimiento
perspectiva de preservación de los derechos humanos y el respeto racional y la ética de toda relación con fines terapéuticos.
a la dignidad de las personas con padecimiento mental. Es nece- Este nuevo panorama, heterogéneo y disperso. de prácticas y teorías
sario comprender entonces los fundamentos de "la vida en común'; sobre el sufrimiento mental lleva, en los capítulos 3 y 4, a una revisión
del conocimiento de lo que constituye el lazo social y las formas en de lo que considero ha sido el intento más riguroso, científico y ético
que este se presenta en la mayor parte de los trastornos mentales. La de abordaje del sufrimiento mental. Dominante a lo largo del siglo XX.
relación terapéutica es en su esencia un modo concreto de relación vigente y actual, el Psicoanálisis y la Fenomenología han contribuido
social, que incluye el amor como forma primaria de vínculo social (por al avance en Salud Mental de un conocimiento racional, capaz de
lo cual Freud habló de "amor de transferencia") y decide sobre todos asumir sus propios desconocimientos, devolviendo a las personas con
los aspectos mencionados de la ética y el resguardo de los derechos trastorno mental un papel protagónico en la construcción de la verdad
humanos. Por esto es también necesario revisar la problemática de la de sus dolencias y a una participación activa en el proceso terapéutico.
alteridad, la función del otro como constitutiva de la vida en común. Desde estas dos perspectivas se abre una relación terapéutica que no
Esta función del otro para la vida psíquica no se limita a su papel es la aplicación al paciente de un supuesto saber de la disciplina sobre
estructurante del sujeto, para el ser humano el otro es el sustento ines- un sufrimiento que no comprende, y que por lo mismo no respeta la
cindible del funcionamiento mental a lo largo de toda la vida. No existe palabra ni las razones del paciente sobre su malestar psíquico o exis-
sufrimiento mental, en todas sus maneras de expresión, que no ponga tencial. La transferencia como el terreno emocional y afectivo para el
en juego, justamente, el problema de la alteridad y los conflictos de la psicoanálisis, y la empatía como condición de respeto al conocimiento
vida psíquica en nuestras relaciones con los otros con quienes convi- del otro en la fenomenología, son la condición de resguardo del valor
vimos o nos vinculamos. Como señalé en la anécdota del comienzo de la alteridad en toda intención terapéutica. Me detengo en el texto en
de esta introducción, se trata siempre de un sujeto en su existencia esta relación terapéutica porque es en ella donde se pone en juego ]a
real, esta dimensión no excluye esa función estructurante del otro en construcción de un conocimiento verdadero, de una ética de la respon-
el psiquismo, pero va más allá de la función universal del otro para la sabilidad y el respeto a la dignidad del sufriente. Aun cuando resulta
constitución del sujeto, obliga siempre a la singularidad de cada caso, obvio, cabe poner en evidencia que en la relación terapéutica se trata
a la experiencia concreta en la historia personal. de una forma de relación social, que en su alteridad esencial implica
Esta apertura del campo de la atención por diversas disciplinas, a ambos participes en el objetivo de construir una verdad y aliviar un
esta nueva relación del Estado con las personas con trastorno mental sufrimiento. Esta comprensión obü.ga a revisar los problemas éticos,
está generando una multiplicación de prácticas, algunas profesionales la responsabilidad del terapeuta por su posición en la relación, y el
y otras profanas, cuyas intervenciones se orientan por comprensiones respeto por el otro como un semejante. Como sabemos, ha ocurrido
teóricas diversas, en general sin la explicitación racional de sus funda - con la psiquiatría manicomial, ninguna relación puede considerarse
mentos. El objetivo del capítulo 2 es avanzar en una exploración de terapéutica cuando se trata de teorías abstractas que tratan de cons-
este nuevo panorama desde la perspectiva epistemológica, esto es, de truir explicaciones para sostener una práctica basada en la sola auto-
hacer visible la racionalidad y los fundameutos que orientan estas prác- ridad y el ejercicio del poder disciplinario sobre el otro, negado como
ticas, qué enunciados y qué conocimiento se pone en juego, análisis un semejante y tratado como un objeto para su tratamiento.
imprescindible para este nuevo desafío de avanzar hacia la construc- Y, como se trata de rect1perar para el conocimiento de la existencia
ción de la verdad en el sufrimiento mental. El conocimiento racional " quion Sllfro lus condiciones &ocia les y culturales de su vida real, de
de la vida psíquica y el camino de la verdad es necesario para aseb"llrar un lllodo un 1nnto 1¡h1Lótlt·o, t•I cnp(t11lo Grncom• Jn:,:i coordenodas más
el roinit:gro al campo dl1 lt1 ht1rnm10 dt1 todn11 h111 fm1r11tH rlt• R11frimlmto 'll1,111llh ,1tlv1111 d,, 111 11<1dt1dnd nc:w11J y lw1 111wvrn1 v11l«)ll•s y lllg11tflcodo!I
20 Emiliano GaJende Conocimiento y prácticas de Salud Mental 21

de la cultura que habitamos, pacientes y terapeutas. En primer lugar, un modo ampliado para impulsar el aislamiento de los individuos a
lo observado ya por varios autores, que es la perturbación de lo social través de la desconfianza en el otro. Esto no es un resultado ingenuo o
por el avance de un individualismo favorecido y potenciado por las azaroso: saben bien que disminuir las relaciones entre los individuos,
necesidades del mercado de construir un sujeto bajo los valores del atenuando el lazo social, facilitar el valor de lo individual, valorar la
consumo. La publicidad, el marketing, los medios de comunicación, gestión personal de la existencia y el utilitarismo en las relaciones, es
especialmente la televisión y, últimamente, Internet, han mostrado central a la hora de construir este sujeto del consumo. En una línea que
toda su potencia para la subjetivación de estos valores del consumo, va desde el extremo de la desconfianza, la sospecha y la interpretación
incidiendo como nunca antes en los procesos de la identidad social persecutoria del paranoico, hasta la presencia y el dolor de descon-
de los individuos. Tomo tres rasgos, que entiendo centrales, del ejer- fiar del ser querido, una sutil paranoia acecha toda relación social. De
cicio del lazo social, es decir, de la relación social tal como es Vivida esta nueva situación se derivan muchos de los sufrimientos psíquicos
por los sujetos, estos son: el amor, la dependencia del otro, y el ejercicio de los sujetos actuales: frustración del amor o la amistad, aislamiento
del poder. social por la dominancia de lo persecutorio, ansiedad y angustia por la
Esto nos lleva a centrarnos en un problema central de la vida social inseguridad de la relación de un amor querido y anhelado.
actual, que es la desconfianza. Entre las pasiones y sentimientos que De un modo más específico y amplio me ocupo del amor de pareja
vinculan al hombre con su futuro, el miedo a lo que vendrá (siempre en las relaciones actuales, ya que suele ser la razón central en muchos
ligado a la presencia de la muerte) y la desconfianza en la seguridad de los padecimientos psíquicos. Mi interés central, más allá de las vici-
de toda relación con otro, son dominantes. Miedo v desconfianza creo situdes que atraviesan las relaciones de amor actualmente, es hacer
es visible a todos, son justamente las pasiones qu~ tratan de pot:nciar visible de qué manera se produce la subjetivación del amor en la
los medios de comunicación masivos dedicados a construir este nuevo cultura actual, momento que caracterizo como de transición. Para este
sujeto del consumo. Nada destruye más los vínculos sociales, espe- objetivo desarrollo lo que considero tres tipos subjetivos dominantes
cialmente en la esfera de lo íntimo, que la desconfianza. Es necesario en las relaciones actuales, esto es, los que caracterizan como domi-
reconocer su presencia, y sus efectos, en la política, en la amistad, en nancia a cada sujeto, a la vez que los tres tipos están potencialmente
las relaciones de pareja, en la conformación y funcionamiento de los en cada individuo. Estos son: el amor romántico, aquel que caracterizó
grupos sociales y en las relaciones de trabajo. Y también en los motivos las luchas de un amor libre en el siglo XIX y alentó las luchas del femi-
frecuentes de sufrimiento psíquico. Entre el acompañante ocasional, nismo del siglo pasado; el amor conyugal, el guiado por la seguridad
Y el compañero íntimo de la pareja o la amistad, la desconfianza abre de una continuidad y resguardo de la familia¡ y el amor fascista, que
fracturas que hacen que la relación con el otro sea aquello que enunció caracteriza muchos de los vínculos de la pareja actual. De un modo
J. P. Sartre: "para el ser humano el infierno es el otro''. De eso se trata: evidente estos tres tipos subjetivos responden a caracteres dominantes
despertar la sospecha constante sobre lo esencial de la vida: la nece- del sujeto actual, gobernado por los rasgos de la desconfianza, el apla-
sidad del otro y la preservación de la seguridad de la vida propia. El namiento del deseo y el individualismo.
amor requiere de la dependencia del objeto amado y de la confianza Es necesario detenerse en el amor, este es el elemento esencial
sobre su respuesta, la desconfianza en la relación, en todas las rela- de toda forma de relación social, centralmente en la pareja, pero
ciones, abre el camino para tomar al otro desde el interés o la nece- presente también en el sexo, la amistad y, bajo formas sublimadas
sidad personal, y limitar el vínculo a la utilidad que nos presta. como ternura, en toda relación íntima. Es por esta cualidad que el
Toda la cultura de mercado, a través de los medios mencionados, amo!' att·aviesa toda la historia human:i, más allá de los significados
está dirigida a potenciar esta desconfianza con el otro a través del y sentidoii que cada época y cultura le han otorgado, ninguna forma
miedo y la inseguridad. Ya desde Maquiavelo conocemos la función iioclf,\l es oomprensiblc sin desentrafiar lo esencial del amor. Ya en la
del miedo en la política, como elemento disgregador de lo social, lo n1oclomldnd, la lfltlmtdod clásica del individuo burgués, sus anhelos
cual asegura al príncipe el dominio sobre los individuos. Ahorn, oJ e liw111tl<h11nhroA, M In vicio <lo pt1rnj:i y la f111ni11n, 1:10 basnban en la
mismo miedo convocado como patte de la seguridad, t•11 111Jll~11 do do ,·011í11111~11 do In í111ullt,1 y c•I hog111 r.111110 11•11w1111 do do lo l111Jr110, y el
22 Emiliano Galende Conocimiento y prácticas de Salud Mental 23

apartamiento y distinción entre el espacio de lo íntimo y el espacio de Nuestra época nos muestra que no existe una sino vari::ts form;is
lo público. Es interesante lo postulado por G. Simtnel respecto de los de amor de pareja. Sigue vigente lo tradicional entre un hombre y una
conceptos de "puerta" y "puente" entre ambas dimensiones. Es esta mujer, entre dos del mismo sexo y otras variaciones. También consi-
intimidad burguesa la que se puso en crisis por la desconfianza, a la vez derábamos natural que el amor de la pareja requería la presencia
que por los medios (televisión e Internet principalmente) se avanzaba corporal o la cercanía entre ambos, un cara a cara en un mismo
en poner a Jo íntimo y privado como parte de un espectáculo público. domicilio o una misma comunidad. El sexo, la fidelidad, el compro-
La barrera que separaba lo íntimo de lo público está desapareciendo miso solidario y en la pareja formal la economía en común definían
y, con ello, inevitablemente el amor sufre sus consecuencias. Simmel lo que valoramos como pareja normal. Esta norma no ha desapare-
diría que las puertas y los puentes están desapareciendo y con ello se cido, pero ya no es de aplicación natural ni universal. Cada pareja debe
hace difuso Jo que entendemos como intimidad. En un libro anterior fijar sus propios principios normativos sobre el sexo, la fidelidad, la
titulé "anhelos e incertidumbres de la intimidad actual'' (Sexo y Amor, tenencia de hijos o su ausencia, el domicilio en común o separado, la
2002) a este proceso de atenuación de lo íntimo. La exhibición pública economía compartida o individual, y aun los límites de autonomía y
de la intimidad, especialmente entre los famosos, la publicidad y los libertad que se aceptan para cada uno de la relación. Existen lo que
programas de entretenimiento, producen este pasaje de lo íntimo a lo podemos llamar "parejas virtuales'; mantenidas a distancia corporal,
público, al mismo tiempo que banalizan la dimensión del amor como conectadas a través de medios electrónicos, o ''parejas ocasionales';
verdad del individuo y sus relaciones. que conciertan sus encuentros solo con fines se>.'Uales. En cuando al
Centro esta problemática en la pareja actual por dos razones: una, amor y la pareja, lo mismo a la familia, esta etapa de la modernidad
porque de las vicisitudes de la pareja actual proviene en gran parte del ha abierto un abanico de posibilidades que naturalmente obligan a la
malestar y el sufrimiento psíquico de hombres y mujeres; otra, porque construcción de una nueva moral. Lo particular de esta situación es
la pareja debe considerarse como la célula madre de la vida social. Lo que no se trata de una moral universal, sino construida entre ambos y
primero, las parejas, o más bien las múltiples y diferentes formas de que rige solo para su relación. Seguramen te vivimos un m omento de
pareja actual, atraviesan una crisis de los tres rasgos con que caracte- transición en la vida amorosa. Lo tradicional del anhelo de seguridad y
rizo la relación social: el amor, la dependencia del otro y el poder. Lo continuid ad sigue presente, pero a la vez lo nuevo atrae como promesa
segundo, como célula madre, porque es a partir de ella que nos repro- de libertad e inquieta como pérdida de seguridad. El lenguaje de la
ducimos, reproduciendd al mismo tiempo la sociedad; a la vez que, ley y los derechos invade a la pareja actual, se discuten los límites del
viniendo de una madre y un padre, a veces de hermanos, es en su seno compromiso y se defienden los derechos personales: a una economía
que se produce primariamente toda subjetivación. Desde siempre, el ser personal, a la libertad de elegir de modo autónomo, a veces a limitar
humano se ha construido como sujeto en relación con otro, la pareja y la la promesa de fidelidad. Estas nuevas formas, donde inevitablemente
familia han atravesado diferentes formas, pero nunca puede compren- ncecha la desconfianza y la sospecha sobre el comportamiento del otro
derse el sujeto por fuera de lo social y la cultura que los humanos crean do la relación, dañan el amor y genera historias de dolor y confusión.
y habitan. No se trata de que la pareja y la familia sean sensibles a la Quien desconfía de la actitud del otro u otra respecto de la autonomía
cultura y a la vida social, se trata de que a su vez sean creadoras de esa quo ban pactado, suele convertirse en espía o investigador, tratando
cultura y las formas de relación social. No es posible comprenderlas por do tinconlrar las pruebas del desamor o la traición. El tormento de la
separado, ambas dimensiones, la reproducción social y la creación del d11d.n y l.i desconfianza suele ser mayor que el de la soledad y que el
mundo simbólico, conforman un mismo universo de la vida. Las reglas dol d11olo del fracaso. Iln estas situaciones es que se potencia lo que
de comportamiento respecto del sexo y el amor, a la agresividad y sus ht' l(t1!\1Jlodo como cerllrnl de toda relación, la dependencia de.! otro
formas de ejercicio, los significados y valores contenidos en las roglos , 1,11111 pu, 11, clcl amor, poro esta dependencia, que suele ser vivida con
de la ética y la moral, con los cuales los individuos regulan ynorma11 !Mi 11111y111 ht1111111ldad, no provlC'nc del amor, sino del odio o del rencor.

comportamientos de la vida en común, donen su orl.go11 y so o,qm.wm 1,111111110 11!• l1tw1111 n1v1,l flu In l11aoportnhlo 1w jmpone In necesidad de
en la pareja y 011 los formas do fom111n . 1h1•11u11 1111íq11!1,1, u 111111 Hlll<'llllll•l!l'1•, 111 otro pura loArar In liberación.
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Emiliano Galende Conocimiento y prácticas de Salud Mental

En estos casos pasamos a las frecuentes noticias policiales de violencia cultura y la sociedad en que ha nacido. Lo genético, la herencia, corno
de género u homicidio. he señalado, marca límites y potencialidades, pero todo lo que habrá
Me interesa destacar en el texto que en estas nuevas condiciones de caracterizarlo como sujeto dependerá de la relación que construya
de la vida en pareja, no se trata de cambios protagonizados de manera con los significados, valores y sentidos que preexisten en la cultura, Y
consciente por hombres y mujeres dueños del sentido que quieren las reglas y normas de comportamiento de la sociedad que habita. Su
para sus vidas amorosas. Una enorme maquinaria de publicidad, capacidad para la creación de lo nuevo, la potencia de su imaginación,
medios masivos de comunicación y ahora Internet y sus curiosamente sus habilidades para la reflexión racional y la acción práctica definirán
llamadas "redes sociales'; guiados y sin duda ejecutores conscientes su relación inevitable con las reglas de la moral vigente en su medio,
de la política cultural de mercado, logran una verdadera colonización la cual ha incorporado a su psiquismo, con los sistemas religiosos o
del inconsciente de hombres y mujeres, conquistados bajo la promesa filosóficos presentes en su cultura, aquellos que organizan, definen Y
Ylos anhelos de libertad individual y decisión personal. Dispositivos proponen para los sentidos de la vida. Estos valores de la cultura, la
muy eficaces 1e subjetivación que, obviamente, no cambian la genita- moral, la religión, los sistemas de creencias sobre el sentido de la vida,
lidad del sexo ni los anhelos humanos de encontrar el amor, cuya prác- forman parte de la estructura misma del psiquismo, como lo mostró el
tica depende siempre de otro y no ofrece muchas variaciones, sino que psicoanálisis y la antropología cultural. Toda sociedad posee sistemas
se dirige a las reglas del comportamiento, a los significados y valores normativos para regular los comportamientos prácticos de sus miem-
en juego, y a las reglas morales que regulan los comportamientos prác- bros, como toda cultura genera los significados, sentidos y valores, que
ticos. Esta política lo que busca modificar es justamente la relación ordenan los intercambios simbólicos en la vida social o comunitaria, el
con el otro para lograr un sujeto aislado, sostenido en el consumo de individuo no puede evitar la incorporación en su subjetividad de esta
objetos, incluido al otro del amor o el sexo como un objeto más que cultura y las normas de su sociedad, podrá adaptarse a ellos reprodu-
puede adquirir o desechar. Todo esto hace que debamos preguntarnos ciendo en su vida estos sentidos y valores, o podrá también lanzarse al
en qué consiste en la actualidad lo que llamamos pareja, ya que no es desarrollo de una reflexión crítica ytransgresora de la cual dependerá la
dominante, especialmente en los sectores de clase media y alta de las autonomía de sus ideas y el grado de libertad de sus comportamientos.
grandes ciudades, una mujer y un hombre que se enamoran mutua- Este proceso transcurre inevitablemente en las interacciones que
mente, deciden unirse en pareja y reproducirse. Los sufrimientos del el sujeto mantendrá con sus semejantes de trato y sociedad. De esta
amor, el dominio del consumo, tanto de objetos como de drogas, el construcción de su vida psíquica dependerán todas las vicisitudes de
aplanamiento del deseo y la presencia de la depresión, la violencia su existencia como sujeto, tanto su felicidad como sus sufrimientos. Si
en las relaciones de intimidad, no son más que el correlato de estas bien, su cuerpo biológico y su genética definen su desarrollo corporal,
nuevas vicisitudes de las relaciones sociales. en parte su salud y las posibles o potenciales enfermedades que
Revisar estas nuevas situaciones de la vida en común es esencial pueden sobrevenir, su vida psíquica no está determinada totalmente
para avanzar hacia un conocimiento del sufrimiento mental. El ser por esta constitución, dependerá de los modos en que se apropie e
humano nace con un cuerpo biológico en el cual está inscripta la interacrúe con su cultura y su sociedad. Las coordenadas del cuerpo
información genética que ha recibido de dos adultos, una muje~ y un biológico, las determinaciones de la genética, la construcción del
hombre, que lo han engendrado. La información que contienen sus sujeto en el seno de una cultura y una sociedad determinada en las
genes es responsable de las condiciones del desarrollo de su cuerpo, a que nació y en las que habita, tienen el valor de ser universales. Pero
la vez que marcarán potencialidades y límites a su desarrollo psíquico. los modos de la construcci6n de La subjP.tividad no son universales,
A partir de esta constitución genética, todo lo que es necesario para resultan siempre de las maneras singulares en que los individuos se
constituirse como sujeto humano provendrá del mundo de los adultos apropian y se posicionan en su vida social, su protagonismo en la ''vida
que lo reciben a la vida, los que lo han engendrado, como los que lo 011 común ': al mismo tiempo que se relaciona de manera individual
rodean desde el comienzo de la vida. Lo esencial de la subjotlvldfld con los significados y valores de su cultura. Es solo de esta singularidad
que se construirá para su vidA humana es eplgenótlco, nnw1111111 do In q1rn 111,t.lomos construir un conocimiento raclon.al yverdadero sobre el
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sufrimiento psíquico. Este conocimiento debe dirigirse a la existencia el conocimiento solo avanza hacia la verdad a través de la singularidad
real del sujeto, a las relaciones complejas, construidas o sufridas por él, del sujeto y el valor de su palabra. A modo de ejemplo: el psicoaná-
entre el sujeto y la cultura, en los modos de apropiación y ejercicio de lisis posee una teoría sobre el funcionamiento del psiquismo, esta es
las normas y valores de la sociedad que habita. de valor universal, pero la experiencia del análisis es siempre singular,
Es un rasgo conocido cómo los individuos de una misma cultura, con un sujeto portador de una historia propia, la comprensión de los
que habitamos una misma sociedad, hablamos una misma lengua, síntomas de su sufrimiento requiere de una relación en transferencia
vivimos y actuamos en base a valores y significados compartidos y y es de esta relación donde puede surgir el conocimiento de la verdad
por los cuales logramos entendernos, lo cual nos hace "semejantes'; de su sufrimiento. La verdad no está presupuesta en la teoría, resulta de
es decir, en lo esencial de nuestra subjetividad nos parecemos unos la construcción entre paciente y terapeuta. Creo que esta premisa del
a otros. Esto hace posible la vida social, a la vez que fija el marco que psicoanálisis es válida para toda relación entre conocimiento y práctica
contiene las diferencias, los malentendidos y los conflictos de la vida respecto del sufrimiento mental.
en común. Sin embargo, de una manera un tanto mágica, cada uno de De esta relación entre conocimiento y práctica versa el capítulo 7,
nosotros nos sentimos de un modo absoluto diferentes de los demás. incluyendo qué y cómo :investigar en Salud Mental.
El narcisismo que sostiene en el Yo esta diferencia y singularidad, es Encarar una perspectiva epistemológica y metodológica en el área
necesario para sostener la estima del propio Yo. El sufrimiento psíqtúco de la salud mental es de vital importancia para orientar desde una
proviene de este sentimiento del Yo y de su certeza de la singularidad reflexión crítica la investigación en este campo. La construcción de
de su vida, puede reconocer las condiciones sociales y culturales que le un conocimiento específico sobre el sufrimiento mental debe partir
son comunes al conjunto de la sociedad, pero ignorar ser parte o conse- de la coherencia entre las prácticas que se realizan y las teorías que
cuencia de estas condiciones. Por esto mismo, lo universal del sujeto, las sostienen. Sabemos que no existe un discurso único cuyos enun-
su cuerpo, su cultura, la sociedad en que vive, no es el camino directo ciados disciplinarios puedan conformar una teoría unitaria sobre
que pueda llevarnos a la comprensión del sufrimiento mental. Este es el sufrimiento mental. Existen diversas perspectivas teóricas que
siempre singular y solo es posible entenderlo y acceder a él a través de intentan dar cuenta del mismo desde disciplinas que, más allá de las
la propia vivencia del sujeto que lo expresa. En el texto me detengo en diferentes psicologías y la perspectiva médica psiquiátrica, existen
la categoría de "subjetividad trascendental" de Husserl, a guíen tanto sociologías, abordajes antropológicos, alguna teoría etnológica, desde
debemos para comprender los procesos de subjetivación actual. No siempre está la reflexión filosófica sobre la existencia, y hasta variantes
estoy diciendo que no exista un universal del psiquismo (la depre- prácticas desde la religión y la moral. La hipótesis que desarrollo en
sión, la euforia, el miedo, la excitación, la angustia, la ansiedad, son el libro sostiene que es en la vida social del sujeto singular, la cultura
pasiones universales del hombre), digo que la verdad del sufrimiento que habita y los procesos de subjetivación que debe construirse un
está en cada sujeto en quien se expresa ese sufrimiento. Hay univer- conocimiento racional sobre el sufrimiento mental. Sin duda que el
sales que permiten ser captados bajo el dato estadístico. La preva- desarrollo actual de una comprensión transd:isciplinaria y social de
lencia de un trastorno como tasa de depresión en población asistida la salud mental constituye, tras doscientos años de medicina mental
o general, de esquizofrenia o de neurosis, permite definir indicadores de carácter asilar, el camino más racional hacia una ciencia social del
generales de estos trastornos y cuantificarlos, hacer registros estadís- sufrimiento mental. Creo que esa es la meta, el objetivo del conoci-
ticos de los mismos y proponer políticas y servicios para atenderlos. miento y el camino de la investigación. Es sobre este objetivo y este
Pero el conocimiento sobre la locura, la depresión, el delirio solo puede camino que trato de abrir los interrogantes esenciales.
establecerse en relación con una vida singular, a un sujeto concreto, a Por otra parte, los limites que circunscriben a toda disciplina y
lo que a lo largo del libro denomino "un sujeto en su existencia real''. definen las incumbencias profesionales (quienes están legitimados a
Toda teoría orienta e ilumina el camino de una práctica. En el terreno oJQrccrlns), no resultan precisos en Salud Mental. Sin duda esto afecta
de la ciencia los conceptos son verdades universales, aun cunndo no II ln construcción del conocimiento. 111 cjf'tCiclo de la atención de
eternas. Pero en el campo del sufrimiento mental, más all1\ do lo H'orfR, pc,rHOIIIIH n111 1111frlt11lon1n 111 ou111l rn-1(~ lo~l11l,1clo por los llstndos, que
28 Emiliano Galende 29
Conocimiento y prácticas de Salud Mental

expiden los títulos profesiomiles y fijan sus incumbencias. La ley de vale de estas investigaciones para tratar y controlar los síntomas en
Salud Mental en Argentina amplió estas ihcumbencias a médicos, que se expresa el sufrimiento mental. Sin duda, estos psico!ármacos
psicólogos, trabajadores sociales y enfermeros. En su conjunto, este resultan útiles y eficaces para modificar los estados emocionales Y
equipo de salud mental para todos los niveles de la prevención, la afectivos, reordenar el pensamiento, calmar la inquietud y regular el
atención yla rehabilitación, constituyen los "servicios formales'; aque- comportamiento. Estas investigaciones de nuevos psicotrópicos, Y su
llos regulados por el Estado para los procesos de salud, enfermedad utilización en los tratamientos, no se guían por el objetivo de lograr un
y atención. Pero no todo sufrimiento psíquico lleva al individuo que conocimiento del sujeto en su existencia real, en las dimensiones de su
lo padece a un servicio formal ni a un especialista legitimado por el subjetividad, sus modos de relación con el medio social o su cultura.
Estado. Si bien existe cierta hegemonía de los servicios formales y de De hecho, dirigido al control del funcionamiento del cerebro respecto
incumbencias reguladas por el Estado, existe también un conjunto de de estos estados emocionales, el psicofármaco tiene valor universal,
prácticas informales de cuidado de salud mental, en la atención del aun cuando su acción y eficacia sea diferente en cada caso. Un ansiolí-
sufrimiento y en la rehabilitación. Cuidados que brindan las llamadas tíco es eficaz más allá de aquello que en el sujeto haya causado o deter-
"terapias alternativas'; los brindados por comunidades religiosas, minado su ansiedad o su tristeza. No están presentes para la acción
organizaciones no gubernamentales, grupos comunitarios y organi- del fármaco las capacidades singulares de imaginación y creación del
zaciones de familiares. Todas estas se ejercen dominantemente por la sujeto, ni tampoco el papel activo que este tiene en los modos de rela-
palabra y comprenden un espectro amplio de prácticas que juegan un cionarse y actuar sobre su medio social, es decir, con los otros de trato
papel importante al reconocer al sufrimiento mental como parte de la y sociedad con quienes se relaciona el surgill;ie~to de su malesta~ o su
existencia humana y la vida en común. sufrimiento, ya que no hay padecimiento ps1qmco que no esté ligado
Es desde esta perspectiva ampliada que a lo largo del texto consi- a un otro del Yo.
dero que el conocimiento de la salud mental, y por lo mismo la investi- En el transcurrir del libro trato de abrir lo que considero son los
gación, debe dirigirse aJ sujeto en su existencia real, esto es, situado en interrogantes fundamentales para el desarrollo de un conocimiento
su tiempo, en la sociedad que habita yen la cultura que crea yen la cual racional de la complejidad del sujeto y su sufrimiento mental, teniendo
interactúa participando de sus intercambios simbólicos. Los recursos en cuenta la diversidad de enfoques actuales sobre el mismo. Se trata
de la comunidad para brindar cuidados de salud mental están basados de plantear los recursos epistemológicos y metodológ~cos que requiere
justamente en el reforzamiento del lazo social del individuo afectado; una perspectiva transdisciplinaria y un enfoque social de la comple-
integrarlo al conjunto social y hacerlo partícipe de los intercambios jidad de toda existencia humana. Este objetivo requiere, a la vez, de
sociales, todo lo cual constituye el mismo objetivo en que se basa la una mirada crítica, desde el punto de vista del conocimiento, de los
atención de los servicios formales. diversos actores que intervienen hoy en el campo del sufrimiento
Desde otra perspectiva, en los últimos veinte años existe la inves- mental y la salud mental.
tigación de las neurociencias, que de algún modo impactan en el A lo largo del libro he tratado de demostrar la incapacidad de la
compo del sufrimiento mental y su tratamiento, y que han implicado medicina mental para dar cuenta de la complejidad del sujeto y su
!raer nuevamente al campo de la salud mental las posiciones del posi- sufrimiento psíquico. Está claro que la medicina mental es legitimada
tlv.ismo médico, no en la investigación específica de la neurobiología, por leyes de los Estados, no porque haya dem~s-trado el valor ~acional
Sino en su utilización por los especialistas médicos de lo mental. La y científico de su conocimiento, ni la racionalidad y cohe_r~ncia de s~
Jnvcstigación que efectúan las neurociencias está dirigida al coM- práctica. Esta asignaci6n del sufrimíento mental a la med1cm::i no P.sta
clrnlento del funcionamiento biológico del cerebro y al desarrollo basada en ningún principio objetivo o científico, sino práctico. Reco-
<lo rnoléculas con capacidad biológica de intervenir modificando la nociendo esto, es que acudimos a la transdisciplina como el m edio de
tru~mlslón neuronal, actuando especialmente sobce detei;minados consltulr un conocimiento racion al respetuoso de esa complejidad,
PNIHd(111 ,lrPctlvo11 y mnocionos básicos; angustln, 00RINl11d, Inquietud y <'upuz do trnsponcr las fronteras disciplinarlas, para reflejar en su
urntoni, d1•pn•sló11, hlCRtuhlllclnd t1111o<•im1ol1 ul<·(,ti,n, 1,11 puh¡ulntrfn so 1,•cH(o y 11u p1·:'tr1kn 011tn complt•Jlclnd ~fol 11uj<•to y la oxlstcncla. Diversas
30 31
Emiliano Galende Conocimiento y prácticas de Salud Mental

legislaciones nuevas están reordenando la relación del Estado con los la prevención, la atención y rehabilitación, como :n los perit~jes judi-
sujetos con sufrimiento mental, abriendo el campo de intervención ciales y otros ámbitos, plantea al menos tre~ obst~culos. El p~1mer~ ;s
a nuevas disciplinas y nuevos profesionales. Esto se acompaña del que no existe una sino varias y diferentes ps1colog'.~s¡ en _la o_nentac1_on
reconocimiento acerca de que en el trato al sujeto con sufrimiento de la psiquiatría existen también escuelas que fi¡an cntenos Y ~nn-
mental se debe considerar, restituir y preservar los derechos humanos cipios diferentes respecto de diagnósticos y enfoques terapéuticos;
una ética de la responsabilidad y una protección que haga posible aÍ los trabajadores sociales y enfermeros, más tardíamente llegados a la
sufriente el ejercicio autónomo de esos derechos. Está claro que sin el atención en salud mental y con menos antecedentes en este campo,
compromiso del Estado no es posible fundar un conocimiento nuevo deben traspasar los límites de las cuestiones sociales para la protec-
sobre el sufrimiento mental, reco1\ocer que tanto la existencia de los ción del sujeto y los cuidados prácticos, para lograr comprender a los
manicomios como la asignación a la medicina mental de la incum- sujetos que atienden. Un segundo obstáculo es que ca~a una de estas
bencia de los tratamientos, ha sido una decisión de los Estados a fin de disciplinas cuentan con diversas orientaciones que definen su campo
co_ntrolar al individuo con trastorno mental. Esto plantea qué conoci- de intervención: psicología del trabajo, educacional, psiquiatría Y
~mentos pr~rnueve ~l Estado sobre el sufrimiento y su tratamiento, qué psicología forense, deporte, etcétera, lo cual requiere de form~cio~es
mc~mbenc1as acl~rute de los especialistas, qué servicios desarrolla y a profesionales diferentes. Un tercer problema s~rge de la leg1slac1ón
que facultades asigna la formación de los profesionales que se harán nueva y la exigencia de conformación de los eqmpos de sal~d. ment~l,
cargo de la atención. Un cambio de las políticas de salud mental, como lo cual hace necesario una formación especial para el traba¡o mterd1s-
el que promueven estas nuevas leyes, no será posible sin avanzar en ciplinario; al mismo tiempo que se agrega a las estrategias de atención
todas estas cuestiones. el eje de cuidado y protección de los derechos human~s, ~l ~espeto a
Siguiendo en esto a Foucault, entiendo que las políticas de Salud la dignidad del paciente y la responsabilidad sobre el e1erc1c10 real de
Mental que se están impulsando implican la construcción de una estos principios por parte de los sujetos de atención. Los programas
nueva experiencia sobre el sufrimiento mental, esencialmente dife- de estudio con los cuales se forman psicólogos y psiquiatras suelen ser
r_e nte a la que construyó la psiquiatría a partir del siglo XIX. Se habi- diversos, en general por la dominancia de alguna orientación o escuela
litan para ello a varias disciplinas que rompen la hegemonía de la específica, lógicamente no existiendo una sino varias escuelas y o~ie~-
psi~uiatría, y_obligan a una práctica en base a equipos formados por taciones, en muchos casos opuestas y contradictorias en sus pnnc1-
vanos profes10nales que provienen de diferentes disciplinas. Cada pios, queda librado a cada estudiante orientarse en la elección de la
uno d_e est_os profesionales se ha formado en disciplinas específicas, orientación posterior para su ejercicio profesional. Lo que no queda
en umvers1dades que los habilitan en áreas propias del conocimiento. librado a la elección del profesional, ya que está impuesto por ley, es la
¿Existe un conocimiento verdadero sobre el sufrimiento mental en preservación de los derechos humanos, la ética en la relación terapéu-
alguna de estas disciplinas que sea hegemónico sobre los saberes de tica, el respeto y el cuidado de la dignidad del paciente. . .
otros profesionales? Entiendo que no, que lo que se ha logrado por El problema que enfrentamos es que más allá de la diversidad de
esta apertura y legitimación de diversas disciplinas para intervenir escuelas, orientaciones, comprensión y estrategias diferentes sobre
sobre el sufrimiento mental es generar nuevos cimientos para fundar el sufrimiento mental, es necesario un fundamento común en todos
esta experiencia de un conocimiento verdadero sobre el mismo. En los profesionales para asegurar la vigencia de ~stos nuevos princi~ios,
el campo del sufrimiento mental la verdad está en debate, existe una esto es, la comprensión del sujeto y la existencia, los procesos sociales
lucha d e interprntaciones, que es a la vez producto de un conflicto y culturales en que se produce la subjetivaci6n y se definen l~s formas
ent:e disciplinas, para legitimar y dominar el campo de las signífi- sintomáticas de expresión del sufrimiento, los contextos sociales y las
cac10nes y los valores en su comprensión y en los principios de su políticas públicas en las cuales se comprenden los derechos hun:i~nos,
tratamiento. los resguardos éticos y los principios de respeto y responsab1hdad.
La formación de los profesionales qui., la 11ut'v11 Jogiqlucl11n Jwhllltn Ptl<ldo a11re¡tar, lo oxigoncia do la verdad en el conocimiento que guía
para intervenir comn oq11lpo 1fo RUllHl nwut11J,111 tocloH lo1' c\rnhltt1r1 di 11t1 pnklku
32
Emiliano Galende

Para analiwr estas dificultades acudo a un texto de l. Kant, El CAPÍTULO 1


conflicto de las Facultades, entendiendo que ilumina la dificultad entre
un_con~cimiento dirigido a la práctica de una profesión regulada por El conocimiento del sufrimiento mental
el mteres del Estado y aquel conocimiento en que se ha centrado la
Filosofía, que es dar fundamento a los interrogantes sobre el ser del
hombre y la existencia. El dilema consiste en optar en la universidad
entre una capacitación para el ejercicio de una profesión o definir la
misión de la universidad como la formación de un intelectual crítico
con capacidad de pensar y buscar la verdad en los conocimiento~
particulares de cada disciplina. De hecho, se ha reconocido la legiti-
midad de una "Filosofía de la ciencia'; como aquella capaz del análisis La vida psíquica ha sido, desde los filósofos griegos en adelante,
crítico de la producción del conocimiento de las ciencias particulares. objeto de interés tanto para el pensamiento filosófico com? para la
Como, ya ~eñalaba Kant en el trabajo mencionado, cada profesional opinión de pensadores, poetas, literatos y aun para el comun de los
en el amb1to de la salud es un funcionario del Estado que ejecuta su hombres. Objeto de grandes interrogantes que, en general, a lo largo
labor en el mar~o de una política, muchas veces sin conciencia por de la historia han tenido, y tienen aún, diversas y diferentes repuestas.
parte_ del profes1~n~l acerca de .esta condición. De un modo agudo, Es habitual escuchar cotidianamente que no se le niega a nadie el
ª!
Kant mc~uye medico entre los "directores de conciencia'; como parte derecho a responder acerca de cómo somos, cómo es nuestro compor-
de las exigencias del Estado. Creo entonces, que se impone revisar los tamiento con relación a las normas de la cultura en que vivimos, la
planes de estudio con que se forman los profesionales. En esto retomo forma de pensar, la coherencia de nuestra conducta con relación al
el análisis Y la idea que I. Kant definió como "el conflicto de las Facul- lugar que ocupamos en la sociedad. Y, por supuesto, cuando se quiere
tades": debe haber una enseñanza común de los fundamentos a todos opinar sobre qué es nuestra vida psíquica, no puede dejarse de valorar
los profesionales que se desempeñan en salud mental, al menos como nuestros actos, el modo de pensar, las maneras de significar los acon-
parte básica de cada plan de estudios, que haga luego que las teorías tecimientos de la vida personal y social, nuestra relación con las pres-
Y estrate?ias de las diversas orientaciones, que surjan de los planes cripciones morales y el ajuste de nuestra conducta a principios éticos,
de estud10 o de la elección personal de los profesionales, respondan es decir, la relación con nuestros semejantes. Pero, formalmente no
en lo fundamental a los mismos principios respecto de la considera- se desarrolló hasta el siglo XVIII una disciplina específica sobre los
ción d~l sujeto Yel r~sguardo ético de su práctica. Solo así será posible procesos mentales y el comportamiento humano (especialmente sob~e
garannz~r ~1aber sahdo de la política manicomial. Integrar al sujeto las formas del sufrimiento mental), registrado como acontecer prop10
co:1 s~f~1m1ento n:ien.tal al orden de lo humano, requiere asegurar los de la existencia del hombre en el mundo: para reconocer su presencia
prmc1p10s de su dignidad, el reconocimiento y protección de sus dere- basta recorrer la literatura, desde las tragedias griegas hasta la litera-
chos hu~anos,_ la exigencia ética de respeto y la responsabilidad que tura actual, esto se expresaba en la literatura, la religión, la política,
el profesional nene con la verdad para el trato de quien acude en su dando lugar a diversas interpretaciones sobre el acontecer humano.
ayuda. Por cierto, la Filosofía, desde los griegos en adelante, no dejó nunca
de ocuparse de los principios morales, de la conducta ajustada a reglas
éticas, de las normas que deben regular nttéstr:i ri>lación en la comu-
nidad y en la sociedad. Si seguimos la propuesta de Auguste Comte
(1798-1857) de dividirla historia de la humanidad en un primer período
teológico o mítico, un segundo metafísico y un tercero (el ~rese,nte)
ciont(flco, en el cual, según deseaba Auguste Comte, dommana la
ruzó11 en nucs'tro com1clnrlo11!'<> y explicación del mundo, incluida la
34 EmHiano Galendc Conocimiento y prácticas de Salud Mental 35

vida social, debemos observar que a cada uno de estos períodos se remedios, sin constituir una disciplina que lo dominara. Una excep-
correspondieron diferentes repuestas acerca de la vida psíquica, ya ción ha sido la obra de Immanuel Kant, quien sobre finales del siglo
que sin duda estuvieron determinadas por los valores y significados XVlll publica su trabajo de treinta años, La Antropología, un texto muy
dominantes en cada época y en cada cultura. esperado por sus discípulos y clave en la intención de comprender
No nos detendremos en la historia de estas formas de entender la desde la razón las formas de su desvío. Sin embargo, este texto rigu-
vida psíquica, sus perspectivas morales, religiosas, filosóficas, cultu- roso y exhaustivo no fue tenido en cuenta por los primeros psiquiatras
rales, solo quisiera resaltar desde el inicio que ha habido diversas franceses, ni Pinel ni Esquirol se refieren a él al momento de establecer
respuestas y que se han planteado diferentes interrogantes, y que la sus propias clasificaciones.
mayor parte de estas repuestas y estos interrogantes siguen estando Aún en la actualidad, canto la vida psíquica como el sufrimiento
presentes, incluso siendo los nuestros. Contrariando al fundador del mental siguen siendo tema de interrogación, reciben diferentes repues-
positivismo moderno y su propuesta de los tres períodos, que imagi- tas, ninguna de ellas supera o logra anular a las otras. Está implantada
naba se superaban uno al otro como forma del entendimiento y desa- la idea de que diferentes disciplinas están legitimadas para elaborar sus
rrollo de la razón, digamos que tanto lo teológico, mágico, mítico, los propias interpretaciones sobre el sufrimiento mental (Sociolog.ía, Medi-
interrogantes y las repuestas de la metafísica y aun las propuestas del cina, Psicología, Psicoanálisis, Antropología, Filosofía, aun el Derecho
positivismo, en ciencia y también en la filosofía y en la cultura, tienden y la política), pero estas disciplinas no agotan las interpretaciones, el
a coexistir en nuestro presente. Sin duda varía la dominancia de cada debate, dado que las interpretaciones se acompañan con actos concre-
una, pero la intención de conocer y explicar la vida psíquica, y también tos de formas de intervención sobre quienes sufren, Los interrogantes
la vida y el funcionamiento de la sociedad, sigue respondiendo a pers- planteados siguen abiertos: el desafío abierto al conocimiento racional
pectivas religiosas, continua motivando a la filosofía en la reflexión y científico en nuestra cultura sobre qué es el sufrimiento mental, quié-
ontológica y la perspectiva de lo ciencia, t¡ue ya no es el positivismo de nes deben ocuparse de explicarlo y atenderlo y cómo, bajo qué criterios
Auguste Comte; lo cierto es que todos los interrogantes abiertos están deben ser tralados los individuos que lo padecen.
en debate, en tanto intención del dominio de la razón objetiva, para Es de este desafío, de las interpretaciones vigentes y actuantes, sus
dar cuenta <le la vida individual y el devenir de la humanidad. disciplinas y especialistas, y de lo que supone el conocimiento racional
Esta síntesis sobre un pensamiento de la vida psíquica puede apli- del sufrimiento mental, de lo que nos ocuparemos en este libro. No se
carse al sufrimiento mental que, como sabemos, es parte de la exis- trata de volver sobre la psiquiatría para mostrar sus contradicciones,
tencia humana. Ha habido referencias, interpretaciones, construcción o las relaciones de su discurso nosográfica con la práctica política
de significaciones, especialmente sobre la melancolía y el delirio, en de la internación manicomial. Pero sí es necesario volver siempre a
las diferentes religiones, en los mitos y creencias populares, en los preguntarse por qué razones, con qué derecho intelectual, cuál es el
médicos más tardíamente. Ha sido un tema central para la ontología, conocimiento y su relación con la verdad que muestran sus explica-
ningún filósofo dejo de pensar y proponer algún entcndimlento sobre ciones de la enfermedad mental, de qué manera ha podido mantener
el sufrimiento mental del hombre. una continuidad a lo largo de dos siglos que la hace aceptable corno
Sin embargo, como ya dijimos, no hubo una disciplina formal que si se tratara de una unidad teórica y práctica racional. En un libro
se ocupara de esta dimensión central de la existencia. Durante los anterior (Galende, 2008; 2006) nos ocupamos del sostén institucional
cinco mil años de humanidad (al menos desde la vida comunitaria y la y su poder de autoridad como disciplina médica. que logra un reco-
aparición del lenguaje), hasta el siglo XIX, la comprensión, o el intento nocimiento social como especialidad de lo mental. Se trata ahora de
de comprender el sufrimiento mental, transitaron por los espacios de l11dag11r ocerca do la racionalidad y consistencia de los conocimientos
la cultura: médicos, filósofos, religiosos, exegetas de los textos bíblicos, reales con quo ac sostiene su práctica.
literatos, intelectuales (que tampoco existieron hnsta la modernidad
como tale~) etcétera, il1cluían on i;u,s clnhornclo1w11 los ¡nol!lmna!I do
la vid o ps(q\llca y 1011 dc•1wíoq <Ir In I01:111 n, propu11f1111 1•x pll1·ndcm1•11 y
Conocimiento y prácticas de Salud Mental 37
36 Emiliano Galende

Pero no solo Althusser, de distintas maneras también G. Canguilhen,


Qué consideramos conocimiento racional y científico Bachelard, y aun el mismo Foucault, han seguido ese camino.
El positivismo, tal como lo formuló en el siglo XJX Auguste Comte,
Aquello que consideramos conocimiento científico se basa en la ha sido en gran parte superado; el positivismo del que hablamos _hoy
razón, es decir, pertenece a los modos de pensar racional. Pero la razón tiene otros matices y diferencias. Pero como fue (y entendemos, sigue
es más amplia que la aplicada a la ciencia, también son pensamientos siendo) es el positivismo de A. Comte quien dio sustento a la medi-
y conocimiento basado en la razón los de la Filosofía. En primer lugar, cina mental del siglo XIX en adelante (y veremos que aún retorna en
el conocimiento científico se basa en descripciones de los hechos o distintas teorías psiquiátricas). Nos detendremos en revisar la posición
fenómenos que estudia, a la vez que establece explicaciones acerca de del fundador de la ciencia positiva.
los mismos, estas explicaciones contienen la verdad de lo que la teoría Algunos filósofos de la ciencia en el siglo XX, han conside~ado a
explica y enuncia, y su valor es universal, es decir, aplicable a todos los Au guste Comte como el primer sociólogo, en tan to se ~ropone apli~ar un
fenómenos o hechos iguales. Esto hace que la teoría, además del valor método positivo al conocimiento del hombre y la sociedad: la sociedad
universal de la verdad de sus explicaciones, sea a la vez predictiva: y el individuo tomados como "objetos" del conocimient~ científic~. Esto
ante los mismos hechos cabe esperar igual comportamiento y resul- se justificaría dado que de algún modo, formula una ep1stemol~g:¡a que
tado. La construcción de la explicación requiere de un método, que propone legitimar el estudio científico, con ~a~amcnto naturah~ta, del
está ligado a la teoría (las hipótesis acerca del hecho o fenómeno que ser humano, individual y socialmente. El obJeUvo central de la nueva
formula la teoría definen el método adecuado para la meta del cono- ciencia positiva" es el análisis de los hechos reales verificados por la
cimiento explicativo). El conocimiento explicativo debe dar cuenta de experiencia, lo cual estrictamente no resulta ~ c_mpiri~1:1º· Se puede
la lógica de la relación entre teoría (hipótesis formuladas), el método sintetizar lo que define como requisitos de la c1enc1a positiva:
seguido para conocer y la explicación construida. Desde los griegos en
adelante, especialmente desde Aristóteles, el conocimiento debe ser 1. Exige un monismo metodológico, es de~ir, ~l rr~étod? debe
reunü los mismos criterios para todas las ciencias, mclmdas las
causal, es decir, la ciencia conoce si puede explicar las causas de los
hechos o fenómenos que estudia. El positivismo moderno sigue este del individuo vla sociedad;
mismo requisito: el conocimiento es científico si puede explicar con 2. el modelo de .todas las ciencias es el de las ciencias naturales,
m étodo y lógica en su teoría las causas del fenómeno o hecho que las más avanzadas y que tienen definido un método racional Y
investiga. Esta creencia fuerte en la causalidad atraviesa toda la ciencia lógico;
natural y, como ya explicaba el filósofo Pangloss a Cándido (Voltaire): 3. la explicación de los hechos reales y los fenómenos requiere
"todo hecho tiene su causa" (Voltaire, l 978; 1759). descubrir su causa, solo es esta legítima, como racional y cientÍ-
No nos detendremos en los problemas epistemológicos generales de fica la explicación lograda;
las ciencias, ni de la teoría del conocimiento científico, sí retomaremos 4. las leyes de toda ciencia deben ser generales y universales para
más adelante las dificultades que surgen a las ciencias sociales por este que el conocimiento producido se consi_dere científico, es _decir,
requisito d e un método que está pensado sobre las ciencias naturales, el conocimiento no es científico si se refiere a un caso particular
exigencia que sujeta a las ciencias del hombre a un conocimiento de la no generalizable;
causalidad y un método que deja afuera del campo explicativo lo esen- s. la función de la razón para el conocimiento es instrumental. es
cial del sujeto y la vida social. A lo largo del siglo XX diversas filosofías quien guía el proceso de conocimiento;
de la ciencia han enfatizado el concepto de "ruptura epistemológica" 6. el método general debe ser inductjvo, basado en pruebas docu-
en la fundación d e un campo científico, es decir, el pasaje de un saber, mo11 1oles;
que se considera precientífico o ideol6gico1 a una estructura teórica 7. la Soclologfo debe considerarse una ciencia, pasible de ser estu-
formalizada. Althusser sostenía que las ciencias se rundan lilompre en tlludo C'Oll Cll método de lns ciencias naturales, o sea, basada
base a esa .i:uptura con algún saber prcvjo, ()llc:l Ju111runrn1co ni l'u11dnr1,e !'11 d11lo111•111pítl<'o1-1, por11 lo l'\111 1 tl1 bo s<1p11rnrso do In filosoffo,
como clenclo loRnin harcr t 1vldc1111111l 1m11udo ltl1>11l11p.l1 u tl,• ,..11111uht•r,
38 Emiliano Galende t HIIM irnlento y prácticas de Salud Mental 39

con la cual no tendría ninguna relación al considerarse como IU~onuo según el cual lo nuevo expresa siempre un progreso hacia
ciencia; 111 mejor. Si leemos con atención los textos de Esquirol y los psiquia-
8. esta ciencia positiva se inscribe en lo dicho páginas anteriores, trns de l siglo XIX encontraremos esta propuesta de A. Comte, una ley
en un desarrollo del intelecto humano que establece en tres formulada por el mismo según la cual se debe "subordinar de modo
períodos, el teológico o mágico, el metafísico o filosófico, aun constante la imaginación a la observación'; primer paso para conocer
cuando se basa en explicaciones racionales¡ y el estadio cien- científicamente.
tífico positivo, basado en la observación, la experiencia real; y Ya conocemos el modo como esta observación de los enfermos
las matemáticas, lo mensurable (recordemos que Comte era mentales, por rigurosa que trata de ser, terminaba en la potencia-
matemático). ción de la imaginación especulativa delos psiquiatras. Esta ilusión de
No pasó mucho tiempo sin que surgiera la crítica de la hermenéu- Comte de que la humanidad había llegado al "estado definitivo de la
tica a esta ciencia positiva, ya que esta disciplina sitúa en el centro del positividad racional" dejó afuera de toda comprensión y sentido a lo
conocimiento al sujeto, la intencionalidad y la construcción de signi- Irracional que se aloja en la conciencia de todo ser humano, especial-
ficados, cuestiones todas que quedan afuera del con0cimiento cien- mente, pero no únicamente, en la locura.
tífico tal como lo platea A. Comte. Volveremos sobre esto. Debemos Vale recordar que el positivismo de Comte se convirtió en una cierta
tener presente que la cultura intelectual del siglo XIX y hasta avanzado fil osofía con contenido político. En 1844 publica, como Introducción
el siglo XX ya era positivista antes de Comte. La creencia en la expli- a una obra1 ("Tratado filosófico de astronomía popular"), que fuera
cación causal de los fenómenos y en el valor de verdad universal de luego publicado aparte con el título de Discurso sobre el espíritu posi-
los descubrimientos de la ciencia, formaba pa(te del entendimiento llvo. En este Discurso, un verdadero Manifiesto Político, seüala: "En
general. una pafabra, la revolución fundamental que caracteriza a la virilidad
Sin duda, la cultura intelectual actual ya no es positivista, más allá de de nuestra inteligencia consiste esencialmente en sustituir en todo,
que quedan sectores del conocimiento en los que resurge (entre ellos u la inaccesible determinación de las causas propiamente dichas, la
en la psiquiatría), pero debemos tener en cuenta que de algún modo mera investigación de las leyes, es decir, de las relaciones constantes
venimos de esa cultura positi\.ista, creemos fácilmente en la realidad que existen entre los fenómenos observados''. El positivismo es "orden
empírica de los hechos, en la causalidad de los mismos, aun cuando es y progreso'; "dominio de la razón positiva y progreso de la sociedad"
frecuente que se la prejuzgue más que demostrarla con evidencia, y en según nuestro autor, lo positivo de la ciencia, o más bien, el "espíritu
la objefüidad del conocimiento científico. positivo es sistematizar la moral humana'; a partir del dogma funda-
A. Comte considera que el estadio teológico de la humanidad era mental de la invariabilidad de las leyes naturales. Sin duda, A. Comte
"un momento" del pensamiento en el cual lo mítico y lo imaginario conocía la obra de E. Kant y su propuesta de distinguir entre el punto
debían funcionar como recursos para explicar el mundo en que vivían, de vista objetivo y subjetivo, un modo de incluir al sujeto del cono-
es decir, privados aun de las luces de la razón. Por su parte, el estadio cimiento en la construcción de sus enunciados científicos. Pero ante
metafísico se caracterizaba por la dominancia de la filosofía - que esto considera que ambos deben unificarse, es decir, solo vale para la
Comte considera especulativa y abstracta- que solamente puede ser ciencia aquello que entendemos como conocimiento objetivo, por lo
comprendida como un paso intermedio del pensamiento entre una cual los problemas del conocimiento de lo humano requieren igual
razón que se aparta de lo mítico, hace abstracción de lo mágico y lo sustento y el mismo método con que conocemos el mundo natural.
teológico y prepara un nuevo camino al entendimiento humano, el
cual es el de la ciencia positiva. Sin duda que esta teoría era justa-
mente especulativa y basada en una idea del progreso humano que
ninguna realidad confirma: las tres formas de pensamiento forman
parte del entendimiento humano, se trata, en última instancia, de su
1 !i11 11111111>1,, ro1t1¡1h1111 ''" l1lrlnrn M111h• Au11u1111 llrunr111~ X11vli1r, (10110) DllictffSO solm: el
grado de dominación en cada cultura, no en un sentido evolucionista ~A¡,11//11 ¡w•lll1•r1, M1uh lil ll1\ fllh111r11.
Emiliano Calende Conocimiento y prácticas de Salud Mental 41
40

Refiriéndose a los urígeues del saber psiquiátrico, Poucault scño.-


El saber del psiquiatra y el conocimiento de la Psiquiatría
laba: "El punto de amarre de La historia de la locura fue la aparición a
Los psiquiatras del siglo XIX (Esquirol. Griesinger, Kraepelin, entre principios del siglo XIX de una disciplina psiquiátrica. Esta disciplina
otros, entendieron la propuesta del positivismo como fundar un cono- no tenía ni el mismo contenido, ni la misma organización interna,
cimiento basado en la posibilidad de ubicar al sujeto sufriente en el ni el mismo lugar en la medicina, ni la misma función práctica, ni el
lugar de un objeto natural: observarlo, describir su comportamiento, mismo modo de utilización que el tradicional capítulo de 'las enfer-
un examen semiológico de la percepción, el pensamiento, la orienta- medades de la cabeza; o de 'las enfermedades nerviosas; que se
ción, etcétera. Se seguía con la clasificación de los síntomas, agrupados encontraban en los tratados de medicina del siglo XVIIJ. Ahora bien,
de modo tal que constituían un diagnóstico específico, al modo de la al interrogar a esta disciplina nueva, se han descubierto dos cosas: lo
medicina biológica "una enfermedad clara y distinta" (hasta copiaron que la ha hecho posible en la época en que apareció, lo que determinó
la idea de un diagnóstico diferencial). Lo esencial de este intento fue ese gran cambio en la economía de los conceptos, de los análisis y
incluir su práctica entre las especialidades médicas, para eso, el sufri- de las demostraciones, es todo un juego de relaciones entre la hospi-
miento mental debía ser "enfermedad mental'; al igual que las patolo- talización, la internación, las condiciones y los procedimientos de la
gías del cuerpo, también debían tener una psicopatología propia, con exclusión social, las reglas de la jurisprudencia, las normas del trabajo
la clasificación de cada entidad para construir una nosografía espe- industrial y de la moral burguesa, en una palabra todo un conjunto
cífica de lo mental. Observación, semiología, diagnóstico específico y que caracteriza, en cuanto a dicha práctica discursiva, la form ación
diferencial, clasificación nosográfica. de sus enunciados; pero esta práctica no se manifiesta únicamente
A diferencia de la medicina, que trataba de establecer la etiopato- en una disciplina con un estatuto y una pretensión científicos; se la
genia de las enfermedades q ue descubría, los psiquiatras no contaban encuentra igualmente en acción en textos jurídicos, en expresiones
con el recurso de precisar una etiología, un modo de producción de literarias, en reflexiones filosóficas, en decisiones de orden político,
los síntomas que siguiera los principios de la patogenia, simplemente en frases cotidianas, en opiniones. La formación discursiva, cuya exis-
optaron por suponer una causalidad, o, en verdad, varias causalidades, tencia permite localizar la disciplina psiquiátrica, no le es coexisten-
que solo surgían de sus supuestos y de sus prejuicios: degeneración, siva, ni mucho menos: la desborda ampliamente y la rodea por todas
herencia, daño cerebral, tratando de apoyarse en la frenología de Gall, partes" (2008, p. 232).
por entonces muy prestigiada. Finalmente, su práctica no podía seguir En un libro anterior (Galende, 2008) nos hemos ocupado de esta-
los criterios de la medicina, el tratamiento consistía en la internación blecer en qué consistió, y aun cuando menguado, en qué consiste aún
asilar y el disciplinamiento del enfermo. Para los médicos el conoci- ese dominio. La existencia de esta disciplina como especialidad de la
miento etiopatogénico es el que otorga racionalidad al tratamiento, en medicina sostiene la autoridad del psiquiatra como un especialista
ausencia de esto el psiquiatra asumió el mandato, político y social, de más, quien tiene el derecho legítimo de enunciar un diagnóstico y
hacerse cargo del enfermo controlándolo bajo internación. prescribir un tratamiento. En el libro mencionado se muestra el valor
Como señaló Foucault (2005), a falta de un conocimiento racional performativo de ese diagnóstico y el sentido de la articulación entre
de la locura se ocuparon de dominarla bajo el encierro del loco. autoridad médica y poder sobre el enfermo. Lo particular y evidente
Cumplían, o creían cumplir, con los principios del nuevo positivismo: en el caso del psiquiatra es que además del título que posee de espe-
observación, objetividad, explicación causal. Hasta cumplieron la cialista de lo mental, la legitimación por el Estado de su incumbencia
idea de los períodos de A. ComtP.' la psiquiatría, nueva especialidad y el reconocimiento social del cual goza, su práctica real consiste en
médica, venía a suprimir, y hasta prohibir, las explicaciones míticas, q ltC su propia persona está implicada, su modo particular de ejercer la
teológicas, imaginativas, filosóficas que se habían dado hasta entonces nutmidad, su apego o desapego por la verdad, la valoración que tiene
sobre la locura. Ahora se trataba de que esos desvíos de la razón, englo- y hnco notar a su paciente sobre el supuesto conocimiento en que basa
bados desde los comienzos de la metafísica como locuras, debieran ser 1111 t11dlcoclón y dirige el tratamiento, ponen en juego (y, en ocasiones,
incluidos en el campo de las "ciencias médicas': 1111 nptlolO) 1111 N!c:n.
42 Emiliano Galende Conocimiento y prácticas de Salud Mental 43

A pesar de que los psiquiatras ejercieron en los manicomios, apar- camino, pero no de una meta alcanzada. Pero, mientras transitainos
tados de los hospitales médicos, de que sus prácticas eran evidente- ese camino, estamos obligados éticamente a dar cuenta de en qué
mente diferentes a las de los otros médicos, la pertenencia como sujeto conocimiento basamos la racionalidad de las prácticas terapéuticas
del discurso médico, a quien la población supone que esto garantiza que ejercemos.
su conocimiento, su experiencia y aun su ética profesional, Je asegura Es evidente que la construcción histórica de la psiquiatría no
una pertenencia a la autoridad de la medicina y lo exime de dar expli- se basa en conceptos que se hayan ido sumando para construir un
caciones sobre el conocimiento real con que cuenta para avalar su edificio teórico coherente y explicativo del sufrimiento mental. No
práctica diagnóstica. encontrarnos ninguna sistematicidad lógica de conocimientos, como
Desde los tiempos de Esquirol se dudó sobre cuál era el saber de sucede en las ciencias, más bien encontramos un campo de enun-
este médico particular y cómo justificaba los tratamientos del encierro ciados diversos que se suman, nosografías que difieren, definiciones
manicomial. No hemos de volver sobre la crítica que acompañó todo sobre los objetos (las enfermedades mentales) que se disputan entre
el desarrollo de la psiquiatría desde su origen, por ahora, interesa que distintos autores. Si las enfermedades mentales son su objeto de
es un especialista que ejerce autoridad sobre un semejante a partir de conocimiento, la dispersión de las interpretaciones que efectúan los
su sufrimiento mental, que su persona es el eje central de la terapéu- diversos autores, los cambios, a veces las oposiciones, son muestra de
tica, que la legitimación de sus actos está dada no por su conocimiento que la psiquiatría no está en el terreno de la ciencia y el concepto.
racional sobre el sufrimiento mental, sino por ser sujeto de una disci- Los intentos de coherencia, la acostumbrada incoherencia en la
plina y pertenecer a una institución (médica) que habilita y avala el formación de los conceptos, caracterizan la diversidad de posiciones
ejercicio de su práctica. Trataremos de guiarnos por la interrogación de los diferentes autores. Los mismos conceptos se reforrnulan, se
acerca de cuál es su saber, cuál es el carácter de su conocimiento sobre ignoran con otros ya enunciados, se los entiende en otros sentidos al
el sufrimiento mental y qué relación mantiene el conocimiento del que les dio su autor. Las leyes que establece la investigación científica
que dispone con la práctica terapéutica que efectúa. requieren coherencia y sistematicidad, en psiquiatría no encontrarnos
Puede aceptarse, aun cuando no sea más que un esquema, que el leyes de construcción de los conceptos, ni de la génesis y desarrollo de
saber puede diferenciarse entre el que produce la ideología, el de la sus enunciados (ni de los diagnósticos) que respondan a un progreso
ciencia y el de la filosofía, que no se corresponde estrictamente con de sus conocimientos, por el contrario, vemos una dispersión en los
los períodos de la historia de la humanidad que postulaba A. Cornte. textos publicados, libros que se leen como opiniones y experiencias
La ideología opera con opiniones y se relaciona con el poder de impo- de su autor, artículos varios que remiten a fundamentos de la feno-
nerlas, la ciencia se basa en conceptos que reflejan explicaciones menología, otros que toman algunos conceptos del psicoanálisis,
logradas de sus objetos de investigación, la filosofía se dirige a los otros del conductismo, algunos respaldados en la Sociología, en la
fundamentos y categorías que, guiados por la razón, hagan compren- actualidad interpretaciones causalistas a partir de los conocimientos
sible el ser (lo que somos) y su devenir. de la neurobiología, y podríamos agregar más variedades a esta lista.
Opiniones, conceptos y fundamentos, más que especificar sus Por esta dispersión los psiquiatras, o quienes intentan entender la
áreas de conocimiento, intervienen sobre los mismos objetos, en psiquiatría, terminamos recurriendo a la autoridad y las preferen-
nuestro caso, el sufrimiento mental, este es motivo de las tres formas cias de algún autor, ya que no hay un cuerpo conceptual coherente
de entendimiento. Pero exigimos fundamentar racionalmente un y una teoría aceptada. Es curioso, por no decir es una anomalía del
conocimiento sobre el mismo, aceptamos las opiniones dPl dP.rP.cho, la conocimiento racional, la exclusión de algunos conceptos, la sustitu-
política, otras disciplinas y aun escuchamos las de los mismos actores, ción de unos diagnósticos por otros, el cambio de sentido de algunas
el sufriente, y finalmente ambicionamos contar con conceptos cientí- interpretaciones.
ficos que permitan avanzar en el conocimiento y tratamiento racional Cuando se habla de "enfermedad mental" en el lenguaje médico,
de quienes sufren trastornos mentales. Tise es un anhelo que marca so tiene la llusión de una continuldad del conocimiento de este diag-
nuestro horizonte do conocimlonto, dobt~moa sabcl' q,w lll' 11·11t11 el<• 1111 n(is11co con ~l cnmpo dulas 1.rnforrnoclndes, como si se tratara en todas
44 Emiliano Galende 45
Conocimiento y prácticas de Salud Mental

ellas de un objeto natural inmutable. Pero lo cierto es que bajo e8La El problema es que si bien los objetos de la psicopatología no
denominación, o diagnóstico médico, se reúnen un conjunto amplio pueden entenderse sino como desviación de una norma social, por
de enunciados, en muchos casos contradictorios u opuestos. lo mismo exterior al sujeto, la psiquiatría toma a la norma (lo normal)
En el caso de la enfermedad mental los discursos que versan sobre como si se tratara de una verdad del sujeto. Nunca se definió cuál es
ese diagnóstico tomado como objeto de conocimiento, se superponen el ese sujeto "normal'; sin embargo, e l diagnóstico, y aun la sentencia
discurso psiquiátrico, el discurso jurídico, el psicológico, antropológico del juez en )os casos de internación, no pueden definir la desviación
y sociológico. Varían las denominaciones entre los diferentes discursos si no es sobre un juicio previo de existencia de un sujeto "normal''.
disciplinarios, y aun dentro de la misma disciplina psiquiátrica, sobre Resulta evidente que el diagnóstico, siempre establecido sobre la
un mismo obJeto: la enfermedad mental, locura, psicosis, alienación, desviación (del pensamiento, el afecto, el comportamiento, el rendi-
manía, demencia, etcétera, pero los efectos prácticos, es decir, interna- miento cognitivo, etcétera), define al mismo tiempo el margen de
ción manicomial, sentencias judiciales, análisis sociológico, interpreta- autonomía y libertad aceptada al sujeto que expresa el objeto psico-
ciones psicológicas, crítica filosófica, etcétera, son diferentes. patológico. Hay una continuidad histórica en constituir los diagnós-
La psiquiatría ha pretendido una unidad de discurso sobre la ticos como objetos patológicos a partir del desvío de una norma:
enfermedad mental, para lo cual debe lograr mostrar a la enfermedad sobre el sexo, sobre la conducta, sobre la percepción de la realidad,
mental como un objeto definible conceptualmente y demostrable, lo el pensamiento, el impulso vital y hasta la felicidad. Nuevos obj~tos
cual daría racionalidad a sus intervenciones prácticas sobre ese objeto. psicopatológicos, como muestra el DSM, que capturan nuevos ~iag-
Sabemos que no es lo que ocurre. Entre el peritaje judicial del compor- nósticos, nuevas prácticas y permiten acoplarlos a su tratamiento
tamiento alienado y el examen psiquiátrico se trata casi siempre de psicofarmacológico.
justificar una sentencia practica: privación de libertad por internación Todo campo conceptual está sometido a ciertas reglas de construc-
en "establecimiento especial'; que reúne en un mismo dictamen el ción, entre ellas, la sistematicidad y la coherencia; esta dispersión que
diagnóstico del psiquiatra y la sentencia de un juez imputando inhi- señalo, donde coexisten conceptos contradictorios u opuestos, caracte-
bición o insania, que siempre afectará los derechos de esa persona, riza a esta disciplina más bien como un campo preconceptual, para no
sujeta, a un mismo tiempo, a la disciplina jurídica y psiquiátrica. decir simplemente ideológico. Es imposible fundar una epistemología
El diagnóstico del psiquiatra y la sentencia del juez no pueden que dé cuenta de la construcción del conocimiento psiquiátrico, a lo
sostenerse sino en base a la alteración o desviación de alguna norma: sumo la construcción de conceptos por diversos autores, épocas, preg-
sexualidad normal y perversión (pedofilia, hasta hace poco homose- nancia cultural del país del autor, harían que la única epistemología
xualidad); lo normal cognitivo (los test de inteligencia y los diagnós- posible sea la historia de sus autores, las diversas propuestas que no
ticos de idiotez, oligofrenia, algunas demencias, etcétera); la conducta guardan ninguna coherencia entre sí. A modo de ejemplo: para Esquirol
en base a reglas sociales (psicopatía); el afecto normal y su desviación las diversas formas de sufrimiento se organizaban como modalidades
(manía y depresión, melancolía); los comportamientos normales o de la manía, creando una nosografía de especies similares a la botánica;
desviados (histerias, obsesiones, etcétera). Griesinger crea el concepto de psicosis, que estrictamente significa '1o
Resulta claro que ninguno de estos objetos psicopatológicos es psíquico que se desprende de lo psíquico'; sin renunciar totalmente
pasible de ser pensados sin relación con alguna norma social. Esta a los supuestos de la organogénesis, sin verse exigido a dar algLU1a
norma nunca es del sujeto mismo, tampoco es norma biológica, está evidencia de su postulación; Kraepelin funda su método anatomocli-
refi>ri1fa siPmpre a la norma estadística de lo social. Ya G. Canghilem nico, correspondencia entre daño anat6mico y síntomas psíquicos,
(1986) había mostrado lúcidamente cómo la norma biológica es inte- sin dar ninguna prueba (salvo quizás el de la Parálisis General Progre-
rior a los mecanismos biológicos, lo patológico en lo biológico es la siva)¡ JI. Ey propone su "organodinamismo'; un esquema de niveles de
alteración de una norma del mismo sistema, mientras que la norma oi:gun iiación más bien especulativo¡ hoy estamos nuevamente espe-
que regula la vida psíquica, y por lo mism o, la desviación, es exterior al rn ndo qnc !¡15 tnvostlgnclon es sobre e l cer ebro humano nos develen
sujeto, proviene siempre <lo Jo sociodod o lo cultunt. f111 11l11rnow lnl'I cf\ll!lllli clt: n·11rn1tros A
11fr.irnlontos mentales. ¿Hay alguna
46 Emi\iano Galende ContJcimiento y prácticas de Salud Mental 47

coherencia entre estas diferentes postulaciones?, ¿podrían entenderse nuevos conceptos se dibujan (como los de degeneración, de perver
como ''progreso" de una ciencia? sidad, de neurosis) e indudablemente pueden ser levantados nuevos
¿Cómo ha sido posible, sin embargo, que una disciplina se sostenga a edificios teóricos:' (Foucault, 2008, p. 1OO.)
pesar de las incoherencias, las variaciones, la ausencia de fundamentos Foucault iucluye a la psiquiatría dentro de lo que denomina "forma
racionales, la dispersión de los enunciados y los autores reconocidos? ción discursiva'; conjunto de enunciados que dependen de un mismo
No existe un discurso final tora lizante de la psiquiatría, en la trastienda sistema de formación, pero no debe ~11Lenderse como la presencia de
de sus diferentes prácticas (que mucho tienen que ver con la defensa un discurso final en el caso de la psiquiatría, más bien cabe entenderlo,
que los p.siquiatras hacen de la internación como criterio terapéutico) dada la dispersión, superposición de enunciados contradictorios,
se observa, especialmente entre quienes recién llegan a su formación sustitución de objetos y conceptos sin fundamentación, como unn
en la especialidad, una curiosa incertidumbre del desorden de autores formación prcdiscursiva, incompleta, sin posibilidad de una formal!
y conceptos, un desorden que debe considerarse como "presistemá- zación teórica.
tico'; esto es, de renuncia al orden exigido de los conceptos. Este prcsis- A lo largo de la historia de la psiquiatría ha habido conjuntos cfo
tema conceptual no tiene una forma, no puede de ninguna manera enunciados, formulados por diferentes autores y aun en ocasione&
formalizarse como conocimiento científico, es incluso prediscursivo por el mismo autor, que han constituido, en los términos de Foucault
en tanto no logra, ni se propone, hacer explícitos los fundamentos diferentes formaciones discursivas, lo que lleva a preguntarno~
racionales de su práctica. Al no poder sistematizar sus objetos ni sus ¿qué unifica, que da continuidad a esta disciplina carente de teoríu11
conceptos, valerse de teorías parciales de diferentes autores, noso- formales? Nuestra repuesta es que es su práctica y su política sobro la
grafías siempre cambiantes, e interpretaciones de causalidad arbitra- locura, que no es otra que la internación para control, corrección uc•
rias y no demostrables, termina constituyendo un conjunto disperso la conducta y disciplinamiento del enfermo, la cual instaló desde 1,11
de objetos (interpretación de diversos padecimientos), enunciados com!enz~.u~ supuesto sa~er médico sobre el sufrimiento mental q111•
contradictorios, estrategias teóricas basadas en la adhesión acrítica a logro legiturudad académica a partir de Esquirol y la creación, bajo los
diferentes autores o corrientes de pensamiento dominantes, termina auspicios de Napoleón U, de la primera cátedra de Neuropsiquinl1 l11
elaborando un discurso no coherente, grupo de enunciados, forma - en una facultad de medicina, junto a la sanción en 1838 de una L1•y
ción de objetos (véase el ejemplo del DSM, especialmente la versión especial que disci'iaba un trato jurídico de excepción para los diagno11
última, el DSM V), y construcción de clasificaciones sin ninguna estra- ticados como enfermos mentales.
tegia de articulación. Toda ley de excepción dirigida a un sector de la población, di~, 1 l
Vale citar una reflexión de Foucault respecto de esta situación de la mina Y diferencia a quienes quedan comprendidos en ella. Esto u ,11
disciplina. "En el plano, ante todo, de los elementos que se han puesto vez le abrió la posibilidad de construir un imaginario social sohic• 111
en relación, estos pueden sufrir en efecto cierto número de muta- locura basada en las premisas de peligrosidad y necesidad de ent ll•1111
ciones intrínsecas que se incorporan a la práctica discursiva sin que se Ycontrol del enfermo. Aun así, no logró nunca eliminar otros dlacurRm
altern la forma general de su regularidad; así a lo largo de todo el siglo sobre la locura, por ejemplo, el filosófico (de modo ejemplar, l'ltt• i,,: ,
XIX, la jurisprudencia criminal, la presión demográfica, la demanda de Jaspers, discípulo de Husserl, filósofo de prestigio, quien elnbol'll In
mano de obra, las formas de la asistencia, el estatuto y las condiciones mayor crítica al positivismo psiquiátrico en 1913, en su libro Psi<'o¡m
jurídicas de la internación (tanto en cárceles como en manicomios), lología Genera{), ni tampoco impedir la vigencia de contra dlsn11 "º'·
no han cesado de modificarse; no obstante la práctica discursiva de la sobre ta misma, como son las denuncias de la sociología, la ¡)()l{l!t ,,
psiquiatría ha seguido estableciendo entre esos elementos un mismo sobre las internaciones, el discurso jurídico y el discurso ac1 11ul t.lllH1
conjunto de relaciones; de suerte que el sistema h a conservado las tos derechos humanos.
características de su individualidad, a través de las mismas lt-ycs de Rcflrióndosc a los "objetos de discurso~ Foucn11J1 s1·1~.1l11 que• 1•11 1•1
formación. Aparecen nuevos objetos (nllC'VO'l tlpo11 tll' il1dtvid110;;, procc80 de d[l11rribir, dift'n•tJ1'1111· (pnrn In (1IIÍN11H'd11d 11wnt11I, \c·¡.¡1111111
nuevas cluRC/l do co111pmtamlt1ttt11 /l(' rar,111Nl1.a11 eomo p11tol(,gJP11'l, 11111 1rn1), l111t•1pn•ln1, r11111illllt\11 l1111l,J1•1tvld111l 111l~11m t11•J tl!.1¡!1111•.11, u~
48 Emiliano Galende Conocimiento y prácticas de Salud Mental 49

la clasificación. Justamente, porque la objetividad es construida por el métodos cercanos a la tortura (Galende, E. y Kraut, A., :WU8), en el siglo
discurso mismo se hace posible entender las diferentes nosografías que XX por medio del psicofármaco, sin abolir totalmente, por cierto, los
a través del tiempo diversos autores han construido, que regula y norma medios coercitivos de contención.
el funcionamiento de la práctica diagnostica. Señala al respecto: "Tarea Su discurso actual no es independiente de los enunciados y las
que consiste en no tratar o dejar de tratar a los discursos como conjunto prácticas que atraviesan la historia manicomial, es esta historia la que
de signos (de elementos significantes que envían a contenidos o repre- en síntesis constituye su discurso actual De allí su impotencia para
sentaciones), sino., hacerlo, en cambio a prácticas que forman sistemá- construir una unidad teórica o, al menos, una retórica formal, perma-
ticamente los objetos de que hablan. Es indudable que los discursos neciendo como un conjunto de enunciados sobre los cuales no es
están formados por signos, pero lo que hacen es más que utilizar esos posible un análisis epistemológico (análisis de sus conceptos y funda-
signos para indicar cosas. Es ese 'más' lo que los vuelve irreductibles mentos racionales), quedando sujeta a la condición de la existencia
a la lengua y a la palabra. Es ese 'más' lo que hay que revelar y hay que histórica de sus enunciados y sus prácticas asilarns. Su práctica discur-
describir" (Faucault, 2005, p. 68). siva, los enunciados de que se valen los psiquiatras, no constih1ye
Un diagnóstico no refiere a la percepción e interpretación de un una actividad racional, conceptual, que pueda entenderse como una
dato natural, en cuyo caso la objetividad queda sujeta por la expli- construcción teórica sobre el sufrimiento mental, se trata solamente
cación causal. El diagnóstico de enfermedad mental se refiere a un de enunciados (diagnósticos, interpretaciones, clasificaciones noso-
comportamiento, un razonamiento desviado, un pensamiento deli- gráficas) que nos llevan indefectiblemente a una época determinada,
rante, una percepción sin realidad (alucinación, ilusión), frente a lo a un autor dado, a una situación política particular (por ejemplo, la
cual el discurso psiquiátrico que lo capta establece su objetividad bajo utilización por Stalin de la psiquiatría soviética para desprenderse
el proceder diagnóstico mismo, la posible explicación no surge de de opositores), a una situación social histórica, que son quienes nos
ninguna objetividad, sino de la m ente de quien diagnostica. La enfer- hacen inteligible la utilización de esos enunciados para determinados
medad encasillada en alguna nosografía, nombrada y establecida, es fines de dominación y control. De allí mi afirmación acerca de que la
considerada, y tratada, como si se tratara de un dato natural. De allí la única epistemología posible de la psiquiatría es su propia historia, el
necesidad de la psiquiatría de asignarle causalidad orgánica, porque modo en que su discurso respaldó sus prácticas.
esta es la que podría confirmar la objetividad, el dato biológico natural. Para hacer inteligible la existencia de un discurso psiquiátrico se
Recordemos que en la medicina biológica la verdad de la enfer- hace necesario volver una y otra vez a los textos, sus autores, aquello
medad no es el síntoma, sino el daño biológico demostrado, anató- que han querido decir más que saber sobre la enfermedad mental, en
mico o funcional. Para el psiquiatra se trata de permanecer dentro de sus discursos, sus escritos, pero también a las instituciones que los
la medicina, para eso el sufrimiento mental debe ser una enfermedad sostuvieron, a las prácticas reales que efectuaron sobre los enfermos, a
como las demás. La medicina aporta luego a la psiquiatría su legitima- las técnicas de sus tratamientos y los "objetos" (los sufrimientos conver-
ción: se enseña en la facultad de medicina, institución social recono- tidos en enfermedades diagnosticables con sustento médico) que de
cida y encargada de las enfermedades, el cuerpo médico, al que perte- alguna manera produjeron. En este panoram a cabe dudar acerca de
nece el psiquiatra, es reconocido como alguien cuyo saber y práctica considerar a la psiquiatría como una disciplina autónoma (de hecho
son competentes y gozan de reconocimiento social, el hospital (aun en casi todo el mundo se ha decidido que la atención del sufrimiento
cuando nada hay más lejos de un hospital de salud que un manicomio) m ental debe estar a cargo de equipos formados por distintos profesio-
como administrativo de las prácticas terapéuticas y, finalmente, un nales). Desde la perspectiva que Foucault ináuguró con l::i ::irr¡uP.ología,
orden jurídico especial para el considerado enfermo mental. cabe destacar: "Si se llaman 'disciplinas' a unos conjuntos de enun-
La ''formación discursiva" de la psiquiatría está constituida por un ciados que copian su organización de unos modelos científicos que
conjunto heterogéneo, disperso y conn:adictorio sobre el sufrimiento tlt.mden a la coherencia y a la demostratividad, que son admitidos,
mental, sus supuestas causas y un Lratmnkmto quo solo apuntn a suprl· lnsrnucJonnllz:idofi, trnsmitldo~ y a veces cnsoí'lodos como unas cien -
mir los síntomas ('n <1U1· c'l 11ufrhnl1 nto 111, t•xprcmo, 1•11 1'l lll1,1lo XlX <'On
1 dai~. 1.N<1 t11• podrfo lludt q 1w lr1 l'IH[l ll'til uf{(fl dost•rlhe nnns discJplínas
50 Emiliano Galende Conocimiento y prácticas de Salud ,Wental 51

que no son efectivamente unas ciencias, en tanto que la epistemología objetos que adquirirán o no un estatuto científico (el saber de la
describiría unas ciencias que han podido formalizarse a partir de (o, a psiquiatría, en el siglo XIX, no es la suma de aquello que se ha creído
pesar de) las disciplinas existentes?" (Foucault, 2008, p. 232.) verdadero; es el conjunto de las conductas, de las singularidades, de las
Es posible, bajo este cuestionamiento sobre la cientificidad de la desviaciones de las que se puede hablar en el discurso psiquiátrico); un
medicina mental, vincular la psiquiatría con la siniación de la economía, saber es también el espacio en el que el sujeto puede tomar posición
que a pesar de sus recursos matemáticos y estadísticos y la pretensión para hablar de los objetos de que trata en su discurso... " (Foucalult,
predictiva, no puede separarse de enunciados ideológicos, políticos y 2008, p. 237). Este camino hace necesario revisar el vínculo de la
también filosóficos. Ambas, psiquiatría y economía, pueden entenderse psiquiatría con la medicina, entre otras cosas, no confundiendo a la
o simplemente como seudociencias u, otorgando crédito a sus propó- medicina con el campo complejo y multideterminado de la salud, el
sitos, campos científicos en formación. Cabe entonces preguntarse si sufrimiento mental forma parte de la vida de todos, como tal, hace al
las formas de enunciación que efectúan las distintas corrientes de la bienestar integral del individuo y, por lo mismo, a la comprensión de
psiquiatría crearán condiciones para construir a futuro un discurso la salud como física, psíquica y social, como señala la OMS, lo cual no
científico, una teoría unificada, un método de investigación capaz de excluye pero sí trasciende lo biológico.
producir la demostración de sus hipótesis y constnür explicaciones que La medicina, también como experiencia, debe ser considerada bási-
resulten verdaderas acerca del sufrimiento mental. camente un arte, el "arte de curar'; pero a lo largo del siglo XIX y mucho
Por ahora se trata de un saber acumulado por la experiencia, expe- más en el siglo XX toma un desarrollo que hizo mayor la distancia
riencia que no ha sido orientada por la curiosidad científica, sino con la psiquiatría. Logró un desarrollo (manifiesto y evidente en su
determinada por factores jurídicos (un orden jurídico especial para práctica actual) en base a un apoyo creciente de distintas ciencias: la
el enfermo mental y la discapacidad intelectual), exigencias políticas biología, ciencia de vanguardia durante el siglo pasado y el nuestro con
(exigencia de control bajo internamiento dada la "peligrosidad" del la biología molecular, los estudios de anatomía patológica, la gené-
enfermo) y no menos determinante, una pertenencia al campo de la tica, la química, la física que aportó las bases y técnicas cada vez más
medicina que la fuerza a elaborar hipótesis causalistas biológicas para complejas para los diagnósticos (desde los rayos X de comienzos del
sostener su pertenencia al campo de la misma. siglo XX, a las imágenes acmales de la tomografía computada, la reso-
Las distintas variantes de la psiquiatría pueden mostrar y dar cuenta nancia magnética, la ecografía, la utilización de la energía nuclear para
de una experiencia del psiquiatra con los trastornos mentales, sin duda diagnósticos y tratamientos, etcétera). La psiquiatría no logró articular
que su experiencia práctica ha enriquecido la percepción y la descrip- sus enunciados ni sus tratamientos con estas ciencias, lo cual debería
ción de estos trastornos, pero, quizás, no tanto pueden dar cuenta de ser obvio, no tuvo forma de contar con ninguno de estos apoyos. Sus
la relación entre esta percepción y descripción con los tratamientos enunciados no fueron en el mismo camino que el desarrollo de estas
que impulsaron, lo cierto es que sus enunciados no pueden ser consi- ciencias, siguieron siendo descripción, clasificación e interpretación
derados como conceptos de una ciencia, se trata de observaciones, y, en el mejor de los casos, fenomenología de la vida psíquica. El uso
descripciones, pronósticos, que solo responden a un saber práctico. que algunos psiquiatras hacen de las técnicas de diagnósticos por
El resultado es que el desarrollo de la psiquiatría no ha sido libre ni imagen para intentar un apoyo médico a sus diagnósticos, son en gran
dependiente de un trabajo intelectual guiado por la búsqueda de la parte artilugios cuyo único fin es mantenerse en el campo médico. Se
verdad, al psiquiatra se le exigen resultados, más allá de los medios de pueden tener imágenes sobre el funcionamiento del cerebro a través
que se valga para nhtenerln~. de técnicas como la resonancia magnética funcional o la cámar.:i ele
¿Porqué aceptarse como un saber y una experiencia, y poner entre positones, pero ningún sufrimiento psíquico, salvo que este originado
paréntesis su pretensión de conocimiento racional, puede resultar un en patologías cerebrales manifiestas (demencias, epilepsias, tumo-
crédito para esta disciplina? Acudo nuevamente a Foucault: "Un saber rales, etcétera) pueden ser detectadas por estas tecnologías. Su prác-
es aquello de lo que se puede hablar en una práctica discursiva q LIO así tica renl no deja de ser observacíón empídca, prescripción de pruebas
se encuentra especificada: ol dominio ronst!tulclo ¡Jor loa d'ift'rontf!II d1, fnnnncus y pslcotornpla, y mucho de cumplimiento de reglamentos
52 Emillano Galende Conocimiento y prácticas de Salud Mental 53

Y leyes que regulan el ejercicio clásico de su autoridad profesional. solo de una palabra por otra, de enfermedad mental a sufrimiento o
No se puede identificar estas prácticas y formaciones discursivas con trastorno mental, no se trató de una palabra nueva para nombrar al
ciencias o disciplinas formalizadas, mucho menos podemos ver en mismo objeto, se trata de ampliar el campo de enunciados con un
estos desarrollos ningún germen de una ciencia por venir, quizás su objeto que se entiende más amplio y complejo. Tampoco repetía la
apego desde el origen al positivismo de A. Comte les indicó un camino historia de la psiquiatría, como si se tratara de un nuevo autor con
que finalmente la privaría de su posibilidad de cientificidad. un nueva formación discursiva sobre la enfermedad mental, sino que
se fundan nuevas relaciones entre el objeto, nuevos enunciados para
comprenderlo, nuevas instituciones para su tratamiento y prácticas
El giro hacia Salud Mental concordantes. No. existe un "autor" de este giro, es un proceso que,
como fue el nacimiento de la psiquiatría con Pinel y Esquirol, surge de
Como veremos más adelante, el surgimiento de Salud Mental, lo social mismo (en la Asamblea de la OMS estaban representados más
como la psiquiatría en el siglo XIX, fue fundada políticamente, en este de cien países miembros de Naciones Unidas), de las decisiones polí-
caso por la Asamblea de la Organización Mundial de la Salud, parte de ticas que se proponen modificar el conjunto de actores del campo de la
Naciones Unidas, en 1953. Esto significó la aparición de una forma- salud y la enfermedad mental. Los tres actores sociales que componen
ción discursiva nueva, cuyo eje fue el de superar la organización de los Salud Mental: el Estado y el orden jurídico destinado a esta población,
servicios Y modalidades de atención psiquiátrica girando las acciones las leyes de incumbencias profesionales que habilitan las prácticas; los
hacia la prevención, la revisión de las internaciones asilares y el desa- profesionales; y la sociedad civil, son a un mismo tiempo implicados
rrollo de servicios ambulatorios. Esta "reconversión" (término impor- en la reforma. Se trata de fundar una nueva conciencia sobre la locura,
tante utilizado en el documento de la OMS) de los servicios psiquiá- sobre el sujeto que sufre en su vida psíquica, sin ser, sin embargo, una
tricos hacia los cuidados de salud mental, significó una importante conciencia psicológica, para avanzar hacia una conciencia social y
reconversión de los objetos de la psiquiatría (de enfermedad mental a ética. Al mismo tiempo se abre una nueva relación entre el discurso de
trastorno o sufrimiento mental), y de las formas de enunciación sobre la Salud Mental y el de las ciencias humanas, especialmente la Socio-
el sufrimiento mental, de los conceptos (apertura a conceptos propios logía, el Derecho, la Antropología y la Filosofía. No se trata de forma-
del derecho, de la sociología, de la psicología, etcétera), y de las estra- lizar una teoría o un conocimiento nuevo sobre el sufrimiento mental,
te?fas de atención. Este giro implicó un cambio de objeto y el surgi- sino de poner en cuestión el supuesto conocimiento médico psiquiá-
miento de una nueva formación discursiva: no se trataba de un agre- trico que respalda la política de internación asilar y abrir, de ese modo,
gado más a la psiquiatría existente (muy cuestionada, ciertamente, en a la complejidad del sujeto que sufre un trastorno mental a la interven-
la Resolución), sino una reformulación de fondo, ya que significaba ción de otras ciencias del campo social.
una sustitución del discurso médico psiquiátrico que había susten- No es ajeno a esto las denuncias que se produjeron luego de finalizar
tado la existencia de los manicomios y las arbitrariedades que en ellos la Segunda Guerra Mundial. El horror de la evidencia de los campos
se ejercía. Si la psiquiatría, desde Pinel en adelante, había comenzado de concentración y la similitud en muchos aspectos con los hospitales
con una población secuestrada en el Hospital General (hecho central psiquiátricos, conmovió a la política, a las disciplinas del derecho, la
s~gítn dest~c6 Foucault), Salud Mental arranca, justamente, propo- sociología se interesó en estudiar estas instituciones. En cierto sentido
rnenclo revisar la privación de libertad que supone la internación el "acontecimiento" (en el sentido de este término en A. Badiou) fue la
asllar. En ambos casos se trata de una intervención política específica guerra, el genocidio y los campos de concentración, esto g1meró una
sobre un sector de la población discriminado. conciencia democrática sobre el sufrimiento mental e inició un camino
Desde este acto se pone en cuestión el discurso médico psiquiá- por el cual aún transitamos, de una nueva articulación entre los dere-
trico y se amplia el campo de intervención sobre el sufrhnfrnto mentnl chos hwnanos, el orden jurídico sobre enfermos mentales y la incapa-
a otras disciplinas (Sociología, Dorocho, AntropoloMíu, t•tr.c'llora). Bl clclnd. Nuevos enunciados sobre el sufrimiento (la antigua pregunta
cambio de objcito no c•onsi11·t(u 1•11 1111 'llm plP uawhlo il,• tl,·1111111l11ur i(,11, 1mh1·t• quó son las enfermcdndcs mentales y el reconocimiento de
54 Emiliano Galende Conocimiento y prácticas de Salud Mental 55

la insuficiencia de las explicaciones de la medicina mental), nuevas enfermo, de su familia y la sociedad; liberar al enfermo de influencias
incumbencias (quiénes deben tratarlas) y nuevos resguardos acerca de del exterior; vencer sus resistencias; someterlo a un régimen médico
las prácticas sobre el individuo (cómo deben tratarse, qué es lo inacep- terapéutico hospitalizándolo; imponerle nuevos hábitos morales e
table de la intervención psiquiátrica). intelectuales.
Lógicamente, no se trata de que una nueva formación discursiva Foucault escribió al respecto: "Ahora bien, Jo que estaba implicado
que desplaza y reemplaza totahnente la anterior; sin duda la trans- en primer término en esas relaciones de poder era el derecho absoluto
forma, la integra en parte y, como forma parte de nuestra experiencia a la no locura (la norma) sobre la locura. Derecho trascrito en términos
actual, muchos de sus enunciados tratan de sobreponerse, sus institu- de competencia ejercida sobre una ignorancia, de buen sentido (de
ciones asilares y el internamiento intentan sobrevivir, y las prácticas, acceso a la realidad), corrector de los errores (ilusiones, alucinaciones,
ahora ayudadas por los psicofármacos, procuran encontrar su lugar en delirios), de normalidad impuesta al desorden y la desviación''. Y, más
este nuevo panorama. adelante: "Este triple poder constituía la locura como objeto de cono-
Lo que quedó en evidencia en la posguerra era que el interna- cimiento posible para una ciencia médica, la constituía como enfer-
miento psiquiátrico era producto central del poder del psiquiatra con medad en el momento mismo en que 'el sujeto' afectado por ella era
el respaldo de un orden jurídico especial que diferenciaba y discri- descalificado corno loco, es decir, despojado de todo poder y todo
minaba al enfermo. Ese poder y el efecto del mismo sobre el sujeto saber en cuanto a su enfermedad" (Foucault, 2005, p. 394). A falta de
enfermo no han sido sustentados en nombre de un saber ni una verdad un conocimiento verdadero sobre la locura, constituir un supuesto
sobre las razones de la enfermedad y su tratamiento. Basaglia (1972) saber eficaz, permite ejercer un poder que el paciente y la sociedad
sefi.alaba que con la propuesta de Salud Mental se puso en evidencia acepta bajo la figura de la autoridad del médico.
la implicación del poder del médico en la sociedad, creyente en la
verdad de lo que este decía sobre la locura y, a la vez, la evidencia de
que esa "verdad" que se enunciaba como saber sobre la enfermedad
mental fuera fabricada y producida por su poder de autoridad médica.
David Cooper (Cooper, D., 1985) decía a su vez "La violencia está en el
centro de nuestro problema'; refiriéndose a su propia experiencia en
un hospital psiquiátrico británico. Desde los años 50 del siglo XX, el
poder del psiquiatra, fuertemente asociado a la existencia de los mani-
comios, fue puesto en cuestión. En pocos años surgieron resoluciones,
legislaciones, que tendían a recortar de alguna forma ese poder: la
Resolución de la Asamblea de Naciones Unidas de 1991, la Declara-
ción de Caracas, convocada por OPS en 1990, hasta la actual Ley en
Argentina N° 26.657, se dirigen a esto. Restituir la palabra, la dignidad
y los derechos ciudadanos y humanos en general al paciente, han sido
el centro de este giro. No se fundaba con esto un conocimiento nuevo
sobre el sufrimiento mental, se trataba de deconstruir el que había
r.onstrnido la medicina mental, junto a su institución madre, los hospi-
tales psiquiátricos.
Como expresión de ese poder puesto en evidencia cabe recordar
que Esquirol (quien es el padre creador del manicomio, correlato de su
teoría sobre la manía) daba cinco razones principales 1>nrn lc1 lntoroa-
ción y el aislamiento de l enferm,o: garnntfaar In 1Ju~11tlch11 l 1H1l!ullllll dvl

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