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FACULTAD DE DERECHO Y HUMANIDADES

ESCUELA PROFESIONAL DE DERECHO

TEORÍA GENERAL DEL PROCESO

AUTORES:

Dextre Rafael Jakke

Alessandra Guadalupe Puga Damian

Nicole Angelica Espinoza Mejia

Pacpac mendez Ivan jhunior

Salas Espinoza josias

ASESOR:

HEMERSON DANTE MANOSALVA PEREZ

ÍNDICE

I. INTRODUCCIÓN…………………………………………….
II. MARCO TEÓRICO…………………………………………..
III. CONCLUSIONES……………………………………………..

REFERENCIAS

ANEXOS

el proceso, principios del proceso y principios del procedimiento


Una forma de idealizar el derecho es decir que es una ciencia
conceptual. precisos, estructurados en torno a un sistema que los
sitúa en el lugar adecuado, situaciones, permitiendo así su uso para
determinar con precisión cuál es el emisor. Expresar voluntad y buena
voluntad para transmitir un mensaje o datos al destinatario. Esto es
más o menos lo que admite cierta concepción del pensamiento
jurídico. crear históricamente el derecho, es decir, entenderlo como
una ciencia formal se crea en base a la abstracción, su punto de partida
ideal son las hipótesis, entonces esto debe ser verificado
comparándolo con la realidad para que así sea asimilados o excluidos
del trabajo científico. Sin embargo, un hexágono que cumpla con la
hipótesis básica de la creación siempre será un hexágono,
independientemente de su tamaño, color, belleza o uso. Por tanto, la
geometría es una ciencia formal. En lugar del consentimiento de
muchas personas lograr un objetivo común es, desde un punto de
vista jurídico, la esencia del contrato sociedad. Sin embargo,
considerando la naturaleza del contrato, si el objetivo general es
obtener beneficios o no, evaluar si este objetivo es razonable o no,
evaluando el grado de formalidad alcanzado por el acuerdo, en
definitiva, evaluándolo y otras "opciones menores", es muy probable
que este acuerdo en particular no se alcance acuerdo corporativo,
aunque manteniendo su esencia. Hay innumerables de ellos. los
cambios pueden dictar su transformación en otras personas jurídicas
hay que tocar su esencia.
Sin embargo, nadie puede garantizar que no se produzca un debate
académico. conversaciones interminables sobre la naturaleza jurídica
del personaje emergente, incluso si se prolonga independientemente
de si se trata de un acuerdo de cooperación o no. Lo anterior significa
cuestiones legales. Son agudos, complejos, ricos y, lo más importante,
controvertidos. Sin embargo, para hacer esto, los abogados deben
confiar en categorías y conceptos básicos. Desarrolla tu investigación
para hacerla aún más confiable. Por lo tanto, es importante advertir
que este proyecto Esto sucede a menudo de forma errática. Veamos
cuáles son.

PRINCIPIOS DEL PROCESO :


EXCLUSIVIDAD Y OBLIGATORIEDAD DE LA FUNCION JURISDICCIONAL:
(Inciso 1 del artículo 139º de la Constitución)
Este primer principio se centra en la exclusividad que básicamente
esta entornado a la prohibición de atribuciones jurisdiccionales a
órganos que no pertenecen al órgano encargado, el órgano encargado
de la función jurisdiccional es el Poder Judicial. La jurisdicción es el
poder de juzgar y hacer cumplir lo juzgado. Para Monroy, nadie puede
irrogarse en un estado de derecho la función de resolver conflictos de
intereses con relevancia jurídica, sea en forma privada o por acto
propio. Esta actividad le corresponde al Estado a través de sus órganos
especializados, éste tiene la exclusividad en dicho encargo. (Monroy
2007, p. 175)
La exclusividad jurisdiccional cuenta con la ausencia de jurisdicciones
independientes y es así como ninguna autoridad y/o entidad puede
inferir en dichos asuntos jurisdiccionales, esta esencial característica
no hace alusión a la carencia de control, ya que a pesar de que ninguna
autoridad ajena puede intervenir, los jueces y sus resoluciones son
apegados con demasía a ciertas regularidades y reglas.
EXCLUSIVIDAD JUDICIAL EN SU VERTIENTE NEGATIVA:
(Art. 146 de la Constitución)
Este articulo donde se encuentra la principal vertiente negativa de la
función jurisdiccional menciona que los jueces inmersos es este tipo
de funciones están impedidos de ejercer cualquier otro tipo de cargo
que no sea el de docente universitario, el artículo que hace mención a
este hecho fue previsto especialmente para prevenir que el juez se
parcialice en defensa del interés de una determinada entidad pública
o privada.
EXCLUSIVIDAD JUDICIAL EN SU VERTIENTE POSITIVA:
(Art, 139 de la Constitución)
El articulo 139 alude al ejercicio de la función jurisdiccional por parte
única del Poder Judicial, sin embargo, existe excepciones como el
Tribunal Constitucional, el Jurado Nacional de Elecciones y la
jurisdicción militar, entre otros. En otras palabras, en un Estado
constitucional de derecho, ni el Poder Ejecutivo ni el Poder Legislativo
pueden arrogarse la función jurisdiccional, pues, como se ha
mencionado, esta actividad le corresponde exclusivamente al Poder
Judicial, al Tribunal Constitucional, al Jurado Nacional de Elecciones y
a la jurisdicción militar, entre otros.

INDEPENDENCIA DE LOS ORGANOS JURISDICCIONALES:


(Inciso 2 del artículo 139º de la Carta Magna)
La independencia de los órganos jurisdiccionales nos menciona que
ningún tipo de autoridad puede avocarse a causas pendientes ante el
órgano jurisdiccional, asimismo esta basado en la división de poderes
y el contrapeso de esta independencia es el principio de la
responsabilidad de los jueces. “La independencia judicial tiene que ser
entendida como independencia frente a los otros poderes del estado
y a los centros de decisión de la propia organización judicial, pero no
como separación de la sociedad civil ni como cuerpo separado de toda
forma de control democrático y popular” (Bergalli, 1984, p. 1001).
El Tribunal Constitucional señala que este principio posee 2
dimensiones:
INDEPENDENCIA EXTERNA:
La primera dimensión nos menciona que la autoridad judicial que
desarrolla la función jurisdiccional no puede engancharse a ningún
tipo de interés que emane fuera de la organización judicial en
conjunto, ni aceptar presiones para dar soluciones a un caso ajeno.
Las decisiones de la autoridad judicial dependerán únicamente de la
Constitución y de la Ley; mas no de la voluntad de otros poderes
públicos, tales como el Poder Ejecutivo o el Poder Legislativo.
Los poderes públicos están imposibilitados de influenciar en las
decisiones de índole judicial, tampoco pueden establecer órganos
especiales que traten de suplir a los órganos de gobierno de la
organización jurisdiccional, o creando estatutos jurídicos.
INDEPENDENCIA INTERNA:
La autoridad judicial en función jurisdiccional no se sujeta a la
voluntad de otros órganos, a excepción de que haya un medio
impugnatorio.

La autoridad judicial en función jurisdiccional no tiene vinculo a los


intereses de órganos administrativos que existan dentro de la
organización judicial.
IMPARCIALIDAD DE LOS ORGANOS JURISDICCIONALES

En este proceso cada uno cuenta con una o más funciones


determinadas previamente como lo que puede y debe o como lo que
no puede y no debe hacerse. La imparcialidad de los órganos
jurisdiccionales se halla entorno de las tareas imposibilitadas del juez
en cuestiones ajenas a su función.

Doctrinariamente se entiende a la imparcialidad como la posición del


juez que equidista entre dos litigantes. Basándonos en la doctrina
resaltamos que un juez imparcial es aquel que actúa conforme a ley
sin tener un fin determinado sea propio o ajeno (acá juega la
independencia) y para esto tiene vedada la realización de actividades
propias de las partes (acá juega la imparcialidad).

Alvarado Velloso que explica que la imparcialidad tiene, en realidad,


tres despliegues: la impartialidad (el juez no ha de ser parte), la
imparcialidad (el juez debe carecer de todo interés subjetivo en la
solución del litigio) y la independencia (el juez debe poder actuar sin
subordinación jerárquica respecto de las dos partes); y la de Aguiló
que opina que la imparcialidad podría definirse como la
independencia frente a las partes y el objeto del proceso (Alavarado:
1989, p. 261).

PRINCIPIOS DEL PROCEDIMIENTO:


PRINCIPIO DE CONCENTRACION
El principio de concentración es uno de los principios generales del
proceso penal que ha recibido menos atención por parte de la
doctrina, y las obras dedicadas exclusivamente a él son relativamente
escasas.
El principio de concentración temporal se sitúa, inmediatamente, en
la protección de la inmediación15 y, mediatamente en el
descubrimiento de la verdad material. Cuando nos referimos a la
protección de la inmediación como medio para el descubrimiento de
la verdad material, en lo que respecta a la concentración, queremos
decir con ello que las ventajas inherentes a la relación de
comunicación estrecha, directa e inmediata entre el juez y la
producción de la prueba, acaban desvaneciéndose con el paso del
tiempo. La falta de concentración temporal no pone en duda el
contacto inmediato entre el juez y los medios de prueba. Tampoco el
proceso de formación de su percepción y convicción personal sobre la
misma, sino que pone en peligro su integridad, plenitud y totalidad.
En esencia, la razón que subyace a la afirmación del principio de
concentración, en su dimensión temporal, es la de evitar la
“interrupção da produção de prova repetidas vezes ou por períodos
longos, pois ela torna impossível a captação de uma imagem global
dos meios de prova e a formulação de um juízo concatenado sobre
toda a prova”. En una formulación más general del fundamento del
principio de concentración, puede decirse que este principio está
“fundado pela necessidade de que se não suscitem obstáculos ou
impedimentos ao exercício do proceso” Si ampliamos nuestro
horizonte interpretativo a todo el proceso penal, y no sólo al juicio
oral, deberíamos considerar también, como fundamentos del
principio de concentración, la protección de los derechos
fundamentales (imputado, asistente, víctima y perjudicado) y la
necesidad de aplicar los requisitos preventivos. El principio de
concentración no se agota en su aspecto temporal Una dimensión
espacial de la misma ha sido señalada por alguna doctrina. Los motivos
aducidos son la protección de la imparcialidad, la transparencia y la
dignidad del sistema de justicia penal, y su instrumentación en
relación con el principio de publicidad.
la oralidad la concentración de las actuaciones procesales, supone que
los actos procesales se celebran en unidad de acto, e importan su
celebración en plazo más breve. La oralidad, como es evidente, no se
concilia bien con el orden sucesivo y espaciado de las actuaciones. El
procedimiento oral exige la concentración de la actividad procesal
entera o de la mayor parte de ella en una sola audiencia que puede
constar de varias sesiones donde se formulan las alegaciones y se
practican las pruebas ante el juez sin que a ello obste un orden
determinado de actuaciones procesales y la efectiva dirección judicial
a partir de cuya realización debe dictarse sentencia en el breve plazo
de tiempo. La necesidad de una audiencia o de pocas audiencias
próximas temporalmente entre sí es la principal característica exterior
del proceso oral, y propicia que las manifestaciones realizadas de
palabra por las partes ante el juez y las pruebas permanezcan
finalmente en su memoria al momento de sentenciar.

Principio de inmunidad de jurisdicción


La inmunidad implica una exención a una carga de aplicación general.
Como tal, genera una relación jurídica. Un derecho al beneficiario de
exigir la correspondiente excepción; en tanto que, una obligación para
la autoridad judicial o administrativa de no ejercer los poderes y
atribuciones de que está investido legalmente. A su vez, la jurisdicción
no tiene un contenido estrictamente judicial. En efecto, ella no sólo
abarca la facultad de conocer y resolver una contienda, sino también
incluye todas aquellas facultades a ejecutivas ejercidas por las
autoridades judiciales, administrativas y policiales del Estado
territorial. Hay que puntualizar si que la jurisdicción que normalmente
comprende la potestad de ejecución de fallo, en el campo de las
inmunidades de jurisdicción, es distinta de la inmunidad de ejecución.
Tanto es así que la renuncia de la primera, no importa la de la segunda.
En suma, la inmunidad de jurisdicción es un privilegio, en cuya virtud
el Estado extranjero no está sometido a la competencia de las
autoridades judiciales como administrativas de otro Estado.
La inmunidad de jurisdicción es el derecho reconocido a cada Estado,
en razón de su soberanía, a no ser sometido a la potestad
jurisdiccional de otro Estado. Se basa en los principios de soberanía,
igualdad e independencia que se sintetizan en el brocardo “par in
parem non habet imperium”.
La soberanía se constituye como referencia ineludible, pues es este
principio de Derecho Internacional el que motiva estas inmunidades y
privilegios en el caso de los Estados. Ello se sustenta en el principio de
igualdad soberana de los Estados, receptado en la Carta de Naciones
Unidas, y tiene como finalidad la conservación de las buenas
relaciones de cooperación entre los Estados. En cuanto a las
Organizaciones Internacionales en adelante, la motivación de su
inmunidad varía en función de la ausencia de soberanía. Así, puede
entenderse que la inmunidad de estos sujetos derivados del Derecho
Internacional tiene una motivación funcional, y cumple con la
finalidad de preservar el correcto funcionamiento de la organización
para el cumplimiento de sus objetivos y fines sin la injerencia de los
tribunales locales en los cuales la organización actúa. Es dable
destacar que, con relación a los funcionarios de los Estados y los
agentes, también podemos encontrar previsiones tendientes a
establecer su inmunidad que también abordaremos en esta
investigación, puesto que son estos los sujetos cuyas acciones pueden
resultar imputables tanto a Estados como OI, e inclusive derivar en
sentencias condenatorias por la violación a normas de Derecho
Internacional que recaigan sobre estos mismos agentes y
funcionarios.
El desarrollo normativo en torno a la inmunidad de jurisdicción está
marcado por una evolución que se corresponde con diferentes
pronunciamientos de tribunales locales en torno a la prevalencia, o
no, de la inmunidad de jurisdicción. La complejidad de los conflictos
suscitados en distintas sedes jurisdiccionales locales ha motivado un
arduo trabajo de la Comisión de Derecho Internacional de la
Organización de Naciones Unidas que ha desembocado en la
confección de la Convención de las Naciones Unidas sobre las
inmunidades jurisdiccionales de los Estados y de sus bienes.
EL PRINCIPIO DE IGUALDAD DE LAS PARTES:
El principio de igualdad de partes supone que ambas partes, ya fueren
demandante y demandado o bien acusador y defensa, disponen de las
mismas posibilidades y cargas de alegación, impugnación y prueba.
Conforme a este principio, resulta intolerable, tanto la concesión de
privilegios de índole procesal que carezcan de justificación objetiva y
razonable, como, simplemente, la mera negación a una de las partes
de posibilidades de alegación y prueba que, sin embargo, se concedan
a la contraria.
El Principio de igualdad de las partes, le impone al juzgador el deber
de conferir a las partes las mismas oportunidades procesales para
exponer sus pretensiones y excepciones, para probar los hechos en
que basen aquellas y para expresar sus propios alegatos o
conclusiones. Y ello porque las partes en todo proceso deben estar
colocadas en un plano de igualdad: ante la Ley tendrán las mismas
oportunidades y las mismas cargas. El Estado tendría como función
fundamental en orden a la justicia, el de garantizar la natural igualdad
de las partes interesadas en el proceso.
EL PRINCIPIO DE CONGRUENCIA DE LAS SENTENCIAS:
La congruencia procesal constituye el principio normativo que
delimita el contenido de las resoluciones judiciales que deben
proferirse de acuerdo con el sentido y alcance de las peticiones
formuladas por las partes para que exista identidad jurídica entre lo
resuelto y las pretensiones.
En atención a este principio, los jueces deben resolver los autos en
concordancia con los fundamentos de hecho y de derecho postulados
en la demanda; teniendo en cuenta que hacer lo contrario implica la
afectación al debido proceso.
En ese contexto, la sala agrega que el principio de congruencia
procesal se encuentra íntimamente relacionado con el derecho a la
debida motivación de las resoluciones y con el principio de iura novit
curia, regulado en el segundo párrafo del artículo VII del Título
Preliminar del Texto Único Ordenado (TUO) del Código Procesal Civil
(CPC), concordante con los artículos 50° inciso 6) y 122° inciso 4) del
mismo cuerpo legislativo.
Conforme al artículo VII del Título Preliminar del TUO del CPC, el juez
debe aplicar el derecho que corresponda al proceso, aunque no haya
sido invocado por las partes o lo haya sido erróneamente. Sin
embargo, no podrá ir más allá del petitorio ni fundar su decisión en
hechos diversos a los alegados por las partes.
En tanto que según el artículo 50° inciso 6) de este texto legal, es deber
de los jueces en el proceso fundamentar los autos y las sentencias,
bajo sanción de nulidad, respetando los principios de jerarquía de las
normas y el de congruencia.
Por su parte, el artículo 122° inciso 4) del citado código refiere que las
resoluciones deben contener la expresión clara y precisa de lo que se
decide u ordena, respecto de todos los puntos controvertidos. Si el
juez denegase una petición por falta de algún requisito o por una cita
errónea de la norma aplicable a su criterio, deberá en forma expresa
indicar el requisito faltante y la norma correspondiente, añade tal
disposición.
En función de esto, el supremo tribunal determina que en toda
resolución judicial debe existir coherencia entre lo solicitado por las
partes y lo finalmente resuelto, sin omitirse, alterarse o excederse
estas peticiones (congruencia externa); y, armonía entre la motivación
y la parte resolutiva (congruencia interna).
En este caso, advierte que la sala superior que tomó conocimiento del
proceso de cumplimiento de contrato en que se interpuso este
recurso, al revocar el auto apelado que declaró infundada una
excepción de caducidad; y reformándolo declaró fundada tal
excepción careciendo de objeto pronunciarse sobre la apelación a la
sentencia de primera instancia que declaró infundada la demanda;
afectó el debido proceso y la motivación de las resoluciones.
Esto atendiendo a que la sala superior consideró que el demandante
ejerció una acción estimatoria regulada en los artículos 1513° y 1514°
del Código Civil relativos al saneamiento de vicios ocultos, en vez de
considerar que la acción que ejerció fue una de cumplimiento de
contrato al amparo del artículo 1574° del mismo cuerpo legal relativo
a la compraventa sobre medida, con que infringió el principio de
congruencia procesal, precisa el supremo tribunal.
Ante ello, la sala suprema declara fundado el citado recurso de
casación y ordenó a la sala superior correspondiente emitir una nueva
decisión; en vista a los efectos anulatorios previstos en el artículo 396°
inciso 1) del TUO del CPC.
De acuerdo con el artículo 396° inciso 1) de este cuerpo legislativo si
la sentencia declara fundado el recurso, además de declararse la
nulidad de la sentencia impugnada, la sala deberá completar la
decisión y si se trata de las causales precisadas en los puntos 1 y 2 del
artículo 386° del mismo código resolverá además según corresponda
a la naturaleza del conflicto de intereses, sin devolver el proceso a la
instancia inferior.
Tales puntos del artículo 386° del TUO del CPC estipulan que
constituyen causales para interponer recurso de casación tanto la
aplicación indebida o la interpretación errónea de una norma de
derecho material, y de la doctrina jurisprudencial; como la
inaplicación de una norma de derecho material o de la doctrina
jurisprudencial.
PRINCIPIO DE ECONOMÍA PROCESAL:
El principio de economía procesal surge del convencimiento de que
“El proceso, que es un medio, no puede exigir un dispendio superior
al valor de los bienes que están en debate, que son el fin. Una
necesaria proporción entre el fin y los medios debe presidir la
economía del proceso”. Este principio está referido especialmente “a
tres áreas distintas: ahorro de tiempo, gasto y esfuerzo”.
El Tribunal Constitucional ha venido aplicando normalmente este
principio, emitiendo incluso sentencias que resolvían fundada la
demanda al encontrar que era un caso idéntico a otro ya sentenciado
y a cuyos fundamentos jurídicos remitía la nueva sentencia en
aplicación del principio de economía procesal.
El principio de economía procesal no sólo apunta a economizar los
costos que pueda suponer el proceso, sino también a hacer del
proceso un trámite sumario: “El principio de economía procesal, como
es conocido, intenta enfrentar no sólo el tema de los costos, sino
también de la duración y de la cantidad de actos que deben realizarse
en un proceso”. Y es que muy vinculado a este principio de economía
se encuentra el principio de celeridad procesal, tan vinculados están
que el Supremo intérprete de la Constitución suele nombrarlos de
manera conjunta. El principio de celeridad procesal no está
reconocido expresamente en el artículo que ahora se comenta, (como
sí lo está en el artículo V del título preliminar del Cpc), pero
indudablemente debe inspirar el desarrollo de los procesos
constitucionales, más aún cuando algunos de ellos están dirigidos
directamente a defender derechos constitucionales, por lo que se
requiere de una respuesta judicial urgente debido a la especial
importancia de su objeto de defensa: “Los diferentes procesos
constitucionales, y sobre todo, los vinculados con la protección de los
diversos derechos fundamentales, deben caracterizarse por buscar
una tutela urgente, limitándose en lo posible al cumplimiento de
aquellas pautas y formalidades que realmente resulten
indispensables”.
PRINCIPIO DE PUBLICIDAD
El principio de publicidad, como se ha insistido, está íntimamente
ligado con los principios de oralidad, inmediación y concentración; los
cuatro, aisladamente, no pueden explicarse ni tendrían sentido. En la
perspectiva del código, su análisis integral es inevitable. La publicidad
del proceso tiene una definida trascendencia constitucional (artículo
139.4 de la Ley Fundamental), que el CPP residencia en la etapa de
enjuiciamiento (artículos l.2 TP, 356.1 y 357.1 CPP), aunque el artículo
10 de la LOPJ la circunscribe a toda actuación judicial, sin perjuicio de
reconocer todas “las excepciones que la Constitución y las leyes
autorizan”. Rige, exclusivamente, para la parte más importante del
proceso penal: el debate o enjuiciamiento (artículo 356.1 CPP), en
tanto en cuanto lo tratado en él puede fundar la sentencia (artículo
393.1 CPP). Se proyecta al procedimiento, a las actuaciones procesales
o debates y a la sentencia y, por todo ello, se constituye uno de los
rasgos distintivos de la actuación de una justicia democrática, en el
marco de un Estado constitucional [SILES VALLEJO] y ayuda a alcanzar
el proceso justo (STEDH Sutter, de 22-02-84). La publicidad es un ideal
propio de todo régimen republicano de gobierno
Lo opuesto a la publicidad es el secreto. Se articula como una
protección ante la arbitrariedad y el secreto, así como frente a
influencias extrañas: justicia de gabinete. En tal virtud, cualquier
persona, sin tomar en consideración origen, credo o grupo social o
cultural, puede participar como oyente en los juicios. Ha de haber una
pluralidad de plazas en el local de la audiencia. La intervención de la
prensa es una excepción razonable al principio de igualdad, pues
siempre se le debe reservar lugar. Para concretar la asistencia del
público debe indicarse el lugar de juicio.
Este principio concierne al control de la justicia penal por la
colectividad. Tiene una doble finalidad: por un lado, proteger a las
partes de una justicia sustraída al control público y, por otro, mantiene
la confianza de la comunidad en los órganos jurisdiccionales [CORDÓN
MORENO]. En una democracia el soberano es el pueblo, en su nombre
se imparte justicia y el juez es únicamente representante de la
comunidad jurídica [BAUMANN]. Permite al quisque de populo que
pueda saber que rige el imperio de la ley y que, bajo él, se aplica en
igualdad a todos [PEDRAZ]. Consolida la confianza pública en la
administración de justicia, fomenta la responsabilidad de los jueces y
evita que circunstancias ajenas a la causa influyan en el órgano
jurisdiccional y, con ello, en la sentencia ….
PRINCIPIO DE ORALIDAD
Como sabemos la oralidad es uno de los instrumentos que de mayor
expansión y antigüedad se utilizó en el mundo para comunicarnos, al
menos desde la civilizaciones antiguas, pues la palabra hablada
constituye una de las formas más primigenias para resolver conflictos,
así por ejemplo cuando hay peleas de hermanos en una familia no se
cursa comunicación escrita al padre para que solucione el conflicto,
sino que a través de la oralidad se hace la queja directamente, pues
este representa la forma originaria de transmitir información y
solucionar conflictos, sin embargo con el crecimiento de las ciudades,
fue en la Roma imperial con la Apellatio y suplicatio que se implantó
un sistema basado en la escritura, pero incluso en el primitivo derecho
germano se practicó la oralidad en el proceso, el cual duró
específicamente solo hasta la hegemonía del derecho romano
canónico, que llegó al extremo, a partir de la famosa decretal de 1216
del Papa Inocencio III con el que se consagró el principio del “quod
non est in actis non est in mundo” dejándose de lado la oralidad en el
proceso desde entonces imponiéndose la escritura que empieza a
dominar. El acto procesal que independientemente de la intervención
del juez aparece la figura del notario que es quien redacta el
protocolo, concluyéndose que toda sentencia para que sea valida
debe basarse sobre actas.
Posteriormente con el surgimiento de las ideas liberales producto de
la Revolución Francesa se advirtió las arbitrariedades y abusos que se
cometían bajo el amparo del juicio secreto y escrito, pues el juicio era
una mera prolongación del sumario, oponiéndose a los principios de
oralidad y publicidad que se vieron reivindicados producto del
reconocimiento y protección de los derechos fundamentales como el
respeto a la dignidad de las personas, a la libertad y a la solidaridad.
De esta forma el principio de oralidad se viene a convertir en uno de
los pilares más importantes del sistema acusatorio, que representa
una garantía para el reconocimiento y protección de los derechos
fundamentales en el curso de un proceso penal. Al respecto señala
ROXIN que un proceso es oral, si la fundamentación de la sentencia se
realiza exclusivamente en base a la materialidad de los hechos
introducidos verbalmente en el juicio.
Cuando hablamos del principio de oralidad nos referimos a que los
actos procesales deben ser predominantemente hablados y que la
intervención y la comunicación de los sujetos procesales deben
realizarse a través de la oralidad, sin perjuicio de que lo actuado en el
juicio quede en actas, pues actualmente no cabe hablar de un proceso
exclusivamente oral o exclusivamente escrito.
La oralidad además debe ser un instrumento principal que produce la
comunicación oral entre las partes, con la oralidad se puede captar el
mensaje en vivo y directo y podemos apreciar necesariamente la
comunicación corporal a través de los gestos, los ademanes y el
nerviosismo que puede mostrar la persona al hablar.

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