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CREACIONISMO
El Creacionismo fue una doctrina poética que proclama la total autonomía del poema, el cual no
ha de imitar o reflejar a la naturaleza en sus apariencias, sino en sus leyes biológicas y
constitución orgánica
El chileno Vicente Huidobro fue el fundador y el centro del Creacionismo surgido casi
simultáneamente con el Ultraísmo e influido por la estética cubista y su técnica de montaje por
yuxtaposición. Su postulado principal era una poesía independiente de la realidad. "El poeta es
un pequeño Dios", dice Huidobro en "Arte poética"; la palabra crea el mundo, y la poesía devela
lo desconocido.
ULTRAÍSMO
OBRAS
Veinte poemas para ser leídos en el tranvía (1922), donde recoge la poética de la gran
ciudad moderna, propuesta por el poeta francés Guillaume Apollinaire y el futurismo.
Calcomanías (1925),
Espantapájaros (1932),
En marzo de 1921 la familia regresó a Buenos Aires. Ese reencuentro, después de varios
años de ausencia, causó una profunda conmoción en Borges, que en su Autobiografía
comenta: “Aquello fue algo más que un regreso al hogar; fue un redescubrimiento. Fui
capaz de ver a Buenos Aires con avidez y vehemencia porque había estado fuera mucho
tiempo. La ciudad, no toda la ciudad, por supuesto, sino algunos pocos lugares que
emocionalmente me significaban algo, inspiraron los poemas de mi primer libro Fervor de
Buenos Aires”.
«En el Ultraísmo trató de trascender los aspectos de la realidad, sin rechazar nada del
pasado. Ofrecieron inspiración para su poesía casi exclusivamente los datos de la realidad
inmediata, la nota sencilla y sugestiva de los suburbios de Buenos Aires, la Pampa, las
calles de la periferia, las casas, personajes humildes y, más tarde, una especie de mitología
familiar y la incesante historia del tiempo y de la muerte. Poesía «arrabalera», de la que más
tarde el propio Borges señalará como primer y más eficaz intérprete a Fernández Moreno.»
[Giuseppe Bellini]
Borges se inició en el campo de las letras con tres libros de poesía y varias obras de ensayo.
Sus primeros poemas, de temática argentina y verso libre, son más vanguardistas en métrica
y lenguaje que sus escritos de años posteriores. Poco a poco, Borges fue incorporando
formas de poesía rimada, sobre todo el soneto, del que es un consumado maestro.
Escribió cuentos y poemas sobre el suburbio porteño, sobre el tango, sobre fatales peleas de
cuchillo, como Hombre de la esquina rosada y El puñal. Pronto se cansó también de este
«ismo» y empezó a especular por escrito sobre la narrativa fantástica o mágica, hasta el
punto de producir durante dos décadas —desde 1930 a 1950— algunas de las más
extraordinarias ficciones del siglo XX: Historia universal de la infamia, Ficciones, El
Aleph, entre otros.
OBRA POÉTICA
Entre 1923 y 1929 Borges publica sus libros poéticos más importantes:
Muertes de Buenos Aires (1943). Son relevantes manifestaciones de ese Ultraísmo del que
fue portaestandarte el poeta. «Recoge temas que se harán constantes en su poesía, pero
jamás monótonos pese a su reiteración: las calles de la periferia de Buenos Aires, el fatídico
«Sur», esencia original de que está formada la capital argentina, según palabras del propio
Borges, forma universal o idea platónica de la ciudad. No hay ni un solo palmo de Buenos
Aires, ha escrito el poeta, que «pudorosamente, íntimamente, no sea, sub quadam specie
aeternitatis, el Sur». También el «Oeste» es una «heterogénea rapsodia de formas del Sur y
formas del Norte»; y este último punto cardinal es un «símbolo imperfecto» de la nostalgia
argentina, rioplatense, de Europa.
De los patios con olor a jazmín y a madreselva, de las calles de la periferia convertidas en
«entraña» del poeta, de todo lo que, aceptable o repugnante, majestuoso o modesto, o
incluso descualificante, surge de la ciudad que confina con el campo, Borges extrae temas
para un canto que es penetración íntima en la realidad que lo circunda, percepción de
valores ocultos, captación de inquietantes responsabilidades, penas y delitos cometidos o
jamás materializados, muerte que convoca a la responsabilidad.» [Giuseppe Bellini]
Durante años pareció que Borges había dejado de lado la poesía, para dedicarse al ensayo o
a la invención, y a su manera especial de cuento en el que la fabulación se mezcla con
implicaciones metafísicas, o tiende intensamente, dicho con mayor propiedad, a ellas.
«En El Hacedor, libro de prosa y verso, está dada la dimensión más amplia del poeta
argentino; se acentúa allí la problemática existencial, se agudiza el problema del tiempo y
de la eternidad. El poeta hace el intento de descifrar los signos de la transitoriedad humana,
de la que interpreta sobre todo, con genuina emoción, las denuncias de la ausencia en los
objetos que perduran tras la muerte, presencias inanimadas cargadas de significado y de
acciones que ya no se repetirán.» [Giuseppe Bellini]
En 1921 apareció la revista literaria española Ultra, que se convirtió en el órgano difusor del
movimiento ultraísta. Sus colaboradores: Jorge Luis Borges, Rafael Cansinos-Assens,
Ramón Gómez de la Serna y Guillermo de Torre. Cansinos define así este movimiento: «El
ultraísmo es una voluntad caudalosa que rebasa todo límite escolástico. Es una orientación
hacia continuas y reiteradas evoluciones, un propósito de perenne juventud literaria, una
anticipada aceptación de todo módulo y de toda idea nuevos. Representa el compromiso de
ir avanzando con el tiempo.»
Síntesis de dos o más imágenes en una, que ensancha de ese modo su facultad de
sugerencia.
Los poemas ultraicos constan, pues, de una serie de metáforas, cada una de las cuales tiene
sugestividad propia y compendiza una visión inédita de algún fragmento de la vida. La
desemejanza raigal que existe entre la poesía vigente y la nuestra es la que sigue: en la
primera, el hallazgo lírico se magnifica, se agiganta y se desarrolla; en la segunda, se anota
brevemente. ¡Y no creáis que tal procedimiento menoscabe la fuerza emocional!
Y termina resumiendo:
Años más tarde, Borges reprobaría y desdeñaría aquellos comienzos de su obra (1919-1922)
y todo lo relacionado con el ultraísmo. Calificó la técnica del poema ultraísta como pura
futilidad. Critica el dogma de la metáfora, pues basta un solo verso no metafórico para
probar que la metáfora no es un elemento esencial: “el ultraísmo fue una revolución que
consistía en relegar la literatura a una sola figura, la metáfora.”
EL ESTRIDENTISMO
Estridentismo, movimiento vanguardista literario mexicano fundado por Manuel Maples Arce.
Los estridentistas conjugaban el aspecto moderno del futurismo, con la irreverencia Dadá.
Trataron de obtener una simbiosis entre todas las tendencias de la vanguardia. Animados por la
nueva sociedad surgida después de la Revolución Mexicana, exaltaban las fábricas y las masas
trabajadoras. Teóricos y prácticos, lanzaron varios manifiestos, como ya habían hecho los
surrealistas en Francia; el primero, presentado como el “comprimido estridentista”, Actual y
Hoja de Vanguardia (1922).
Este movimiento contó entre sus representantes con Maples Arce, Luis Quintanilla (1893-1978),
Germán List Arzubide (1898-1998) y Salvador Gallardo. Sus innovaciones fueron integradas
más tarde en la política mexicana por el grupo de los Contemporáneos, que aspiraron a una
renovación no sólo de la poesía, sino de la identidad cultural y nacional en todas sus
manifestaciones. El primer manifiesto también incluía nombres como Cansinos-Assens, Borges
y Guillermo de la Torre.
OBRAS
Andamios interiores (1922), con la que inicia el estridentismo y en el que Maples Arce pone
La semilla del tiempo (1971), obra en la que recoge poemas de distintas épocas de su vida.
E
EL SURREALISMO
Para Alejo Carpentier (1904-1980) hay una diferencia entre las vanguardias europeas y el
Surrealismo. Lo que se produce es un fructífero intercambio entre las proyecciones de un
paraíso prelógico en el territorio americano y africano de los surrealistas y el redescubrimiento
de la identidad cultural que los latinoamericanos realizan durante las vanguardias. Tal vez, por
ese motivo, el Surrealismo fue entre las vanguardias históricas uno de los movimientos de
mayor duración en el derrotero artístico de América latina, en el siglo XX.
En España no llegó a constituir una escuela, aunque muchos escritores reflejan la influencia de
la estética surrealista: Poeta en Nueva York de Federico García Lorca; Sobre los ángeles de
Rafael Alberti; y Espadas como labios, Pasión de la tierra y La destrucción o el amor de Vicente
Aleixandre.
En los países hispanoamericanos también tuvo eco el movimiento surrealista: Pablo Neruda en
Chile, quien pasó por Madrid en 1935 y lanzó su manifiesto Sobre una poesía sin pureza; Olga
Orozco y Enrique Molina en Argentina; César Vallejo en Perú, a pesar de su condena de Breton
por el abandono del marxismo; en Cuba Alejo Carpentier, quien elogia la aparición del
surrealismo como una victoria sobre el supuesto escepticismo de las nuevas generaciones; en
México Octavio Paz, quien ha sabido incorporar en sus reflexiones sobre la imagen y la
creación literaria los hallazgos del surrealismo.
- PABLO NERUDA (Chile, 1904-1973), seudónimo, después nombre legal, de Neftalí
Ricardo Reyes Basoalto, poeta considerado una de las voces mayores de la América
meridional y de todo el continente y el poeta que más ha influido sobre la poesía
hispanoamericana del siglo XX y el de más vasta resonancia internacional. Premio Nobel en
1971.
Era hijo de un ferroviario y una maestra de escuela y huérfano de madre al poco tiempo de
nacer. Fue en 1920 cuando comenzaría a utilizar el seudónimo con el que pasaría a la
posteridad, elegido en memoria del escritor checoslovaco Jan Neruda. Gabriela Mistral lo
inició en el conocimiento de los novelistas rusos, que el poeta admiró toda su vida. En 1921
se trasladó a Santiago para estudiar pedagogía francesa en la Universidad de Chile. En 1927
inició su carrera diplomática, que desempeñó hasta 1940. Sus numerosos viajes le
permitieron conocer a diversas personalidades literarias del momento, como Federico
García Lorca o Rafael Alberti.
- CÉSAR VALLEJO (Perú, 1892-1938) nació en el seno de una familia con raíces españolas
e indígenas. Fue el más pequeño de once hijos y creció en un ambiente imbuido de
devoción religiosa. Desde niño conoció la miseria, pero también el calor del hogar, lejos del
cual sentía una incurable orfandad.
Está considerado el más grande poeta de su país, así como una figura capital de la poesía
hispanoamericana del siglo XX —al lado de Pablo Neruda y Vicente Huidobro— y una de
las voces más originales de la lengua española. Comenzó con una poesía modernista, al
estilo de Darío, pero siempre desde un nuevo punto de vista muy innovador. Si bien no está
asociado a ningún "ismo", es considerado vanguardista.
Su complejo mundo poético se distingue por un profundo arraigo al ámbito familiar, las
experiencias del dolor cotidiano y la muerte, la visión del mundo como un lugar penitencial
sin certeza de salvación, la solidaridad con los pobres y desamparados del sistema
capitalista, y la fe en la utopía revolucionaria prometida a los hombres por el marxismo. En
diversas etapas de su obra se notan los influjos del modernismo, la vanguardia, el
indigenismo, la poesía social y el impacto de acontecimientos históricos, como la Guerra
Civil española.
En el Caribe, las vanguardias tuvieron un impacto tardío, tal vez por el arraigo del Modernismo
y del Postmodernismo. Sin embargo, a partir de la Revista de Avance y con el grupo Minorista
(1927-1930), comenzaron a abrirse nuevos rumbos con la aparición de dos tipos de poesía: la
poesía pura y la lírica negra o afrocubana. La primera señala una continuación de la estética
simbolista ejemplificada por Stéphane Mallarmé (1842-1898), que busca desentenderse de toda
anécdota, sentimiento u objeto, y abreva únicamente en el lenguaje y en la fantasía. El mayor
representante de esta poesía es Mariano Brull (1891-1956) que adoptó algunos de los elementos
populares de tradicionales cantares españoles e integró efectos onomatopéyicos para dotar a sus
poemas "puros" de ciertas resonancias vitales. Inventó la "jitanjáfora", basada en el puro juego
fónico de las palabras, en la que el sentido reside en el sonido.
La poesía negra, con Nicolás Guillén a la cabeza, fue el punto de partida de una producción de
corte social que aprovechó los elementos del folclore negro, sus temas y ritmos como raíces de
la identidad cubana. En ella, se combina la protesta con la magia y con la música afrocubanas.
Nicolás Guillén fue un renovador del lenguaje y reivindicador de los derechos de sus coetáneos
frente a la agresión del imperio capitalista y reivindica el habla y la fonética propia de los
negros.
Esta poesía florecerá también en la pluma del puertorriqueño Luis Palés Matos (1898-1959)
quien, tras su participación en varios movimientos vanguardistas relativamente efímeros,
escribió la obra maestra de la poesía negra, Tun-tun de pasa y grifería (1937).
Desde su juventud participó intensamente en la vida cultural y política cubana, lo que le costó el
exilio en varias ocasiones. Ingresó en el Partido Comunista de Cuba en 1937, y luchó en el lado
republicano durante la Guerra Civil española. Tras el triunfo de la Revolución Cubana, en 1959,
desempeñó cargos y misiones diplomáticas de relieve.