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UNIVERSIDAD PEDAGOGICA NACIONAL

"ESTADO, MODERNIZACIÓN Y
EDUCACIÓN EN MÉXICO 1970-1990"

ALVARO MORALES HERNÁNDEZ


2

A MODO DE INTRODUCCIÓN

Tres fueron los motivos que me indujeron intentar este trabajo. El primero de ellos,
adquirir conocimiento más claro y preciso acerca del sentido que ha tenido o se le ha
dado en México al término modernización. Desde mi entender, la expresión denota algo
más que moda en los discursos oficiales de nuestros días. Hay razones para suponer
que la misma ha sido usada -y hasta traducida- en programa y estrategia de gobierno
desde hace décadas en el país. El esfuerzo indagatorio ofrece algunos elementos que
dan cuenta de tal supuesto; de igual manera, destaca en qué momento, circunstancias y
condiciones se incorporó de modo sobresaliente en los discursos del Estado mexicano,
en general, y de algunos gobiernos en particular, sin olvidar la orientación y el sentido
que a la expresión se le ha pretendido dar en cada espacio histórico de la vida nacional.

Aunado a lo anterior, aparecen -de modo inevitable y natural- dos vocablos que señalan
algo así como una síntesis de política global en distintos periodos de la vida mexicana.
Estos son: crisis y desarrollo. La experiencia vivida entre los mexicanos en los últimos 25
años, permite suponer que crisis-modernización-desarrollo, cobre mayor sentido si bien
de modo diferente, en relación con etapas anteriores. En qué medida tal consideración
resulta cierta o no, es algo que se pretende aquí explicar, al estudiar algunos ejemplos
en los que la trilogía se vuelve relevante, sin olvidar que su consumación de modo total,
según se verá a lo largo del trabajo, no siempre fue posible.

El segundo motivo, tiene qué ver con la experiencia docente que por más de una década
he desarrollado en la Universidad Pedagógica Nacional; particularmente, en el manejo
de algunas materias bajo la responsabilidad de la Academia de Sociedad Mexicana. Me
parece que el trinomio crisis-modernización-desarrollo ha sido poco manejado para
explicar las transformaciones observadas y vividas en México a lo largo del tiempo que
se señala. Esto puede deberse a que se ha juzgado innecesario un tratamiento analítico
de este tipo o porque se ha pensado que una sola de estas categorías de análisis es
3

suficiente para explicar y entender un período determinado. Sin negar la validez que
pueden tener otras formas de examinar cuestiones de interés en algún momento de la
vida nacional, juzgué que el manejo de éstas categorías pueden ayudar a comprender
mejor los fenómenos sociales derivados del proceso de transformación en el período
1970-1994.

Un concepto que vale tener muy en cuenta para el propósito que anima este trabajo es
sin duda, el Estado Mexicano como ente generador, constructor y organizador de un
proyecto de país que ha ido adquiriendo características particulares a través de políticas,
programas y estrategias de gobierno en cada momento sobresaliente de la vida nacional.
Los señalamientos -aunque muy breves- que aquí se hacen, conllevan la idea de
sostener que el termino "modernización" ha estado presente en el andar de nuestra
sociedad como también los de "crisis" y desarrollo. Y en este juego, el Estado mexicano,
ha sido un actor de primer orden hasta nuestros días.

Según estimo, un material con éstos elementos ayudaría al estudiante de la Universidad


Pedagógica Nacional, a una comprensión más amplia acerca del proceso de desarrollo
de la sociedad mexicana, a la vez que puede volver más interesante y motivante el
quehacer docente cotidiano.

El tercer motivo obedece a una preocupación personal. Ser docente significa -según
entiendo- procurar mantener un discurso vivo, ágil y fresco frente al estudiante. Ello
obliga a renovar lo que se tiene para mejorar lo que se hace. La actualización en lo
disciplinario -sin descuidar lo pedagógico y lo didáctico- así sea por la vía del
autodidactismo, resulta no sólo necesaria, sino una obligación esencial del docente. El
propósito entonces, es tratar de renovar el quehacer docente propio, acudiendo a una
mayor información sobre los contenidos disciplinarios, los conceptos analíticos y los
métodos de enseñanza para los mismos. Lograrlo representa una tarea nada fácil, sobre
4

todo, para quien carece de una formación teórica y metodológica, como es en general el
caso del normalista mexicano.

Expuestos los motivos, vale señalar que en el trabajo destaca el rubro educación como
materia de reflexión. Sobre este particular, hay quienes afirman que una sociedad para
desarrollarse, necesita antes una buena educación; otros sostienen que sin un desarrollo
económico fuerte, no es posible una educación de calidad. Pretender un análisis con
respecto del caso mexicano, acerca de qué es lo primero y qué lo segundo, requeriría de
tiempo y espacio, aparte de saber si tiene sentido un examen con premisas así
formuladas. Traer a colación aquí el rubro educación, obedece más bien a la creencia
de que en cada proceso de modernización -entendida como política global del Estado
mexicano- se ha planteado con alguna especificidad, un proyecto educativo fuertemente
asociado al proyecto global. Esto es, la política educativa en un momento determinado
del país, se desprende de una política global formulada por el Estado o por el gobierno
en turno. De ahí la importancia en su estudio.

Con estas consideraciones, es pertinente una somera descripción de lo que se intenta


abordar en cada capítulo del proyecto. En principio, la estructura del trabajo -según se
fue avanzando en la información- hubo que hacerle modificaciones. Esta consiste en
que el primer capítulo recoge por un lado, algunos supuestos teóricos acerca del término
"modernización" según los autores revisados; y por otro, rastrear cómo la expresión ha
sido aplicada -o intentado aplicar- por parte del Estado y gobiernos mexicanos, a lo largo
del siglo XIX hasta 1940. De esta manera, lo que inicialmente se presenta en el proyecto
como capítulo primero pasa como capítulo segundo. El resto de la estructura del
proyecto, se mantiene sin alteraciones sustanciales. Ello quiere decir que el capítulo
segundo, revisa de modo breve lo que ocurre entre 1940-1970. Se hace esto por dos
motivos: 1) Distinguir los rasgos que dan sentido al México posrevolucionario con
respecto del México revolucionario. Entender en que medida lo ocurrido allí significa o
no, avance, transformación y mejora para toda la población. 2) Rescatar algunas
5

cuestiones sobresalientes que manejadas como antecedentes, sirven para asomarnos a


lo formulado en los capítulos III y IV. Decir que el modelo desarrollista mexicano se agota
en 1970 sin señalar algunos pormenores, conlleva el riesgo de no encontrar los
supuestos esenciales que expliquen el porqué de la búsqueda se plantean dos opciones
a lo largo del periodo 70-94; mucho menos aproximarnos a un entendimiento mejor,
respecto de las pretensiones de uno y otro, como tampoco el papel que juega el Estado
en la consecución de cada proyecto. Aclararnos en principio estas cosas, supone la
posibilidad de apreciar las singularidades de los proyectos educativos que se presentan
durante éstos años; de igual modo, entender el porqué -lo que no quiere decir aceptar-
de una integración económica de México a través del Tratado de Libre Comercio en el
marco de una globalización de la economía mundial. Por supuesto, en este esfuerzo no
está la idea de un trabajo profundo; pues significaría no sólo una tarea de tiempo largo,
sino el concurso de especialistas de alto nivel. La pretensión se sitúa en niveles muy
modestos; esto es, ofrecer al estudiante de la UPN un material que contenga algunas
ideas básicas que ayuden a formarnos una opinión más clara y amplia acerca de lo que
ocurre -y porqué así ocurre- en el país en el periodo que el proyecto contempla.

Finalmente, dejo constancia aquí, de mi agradecimiento a la C. Rosa Ma. Alemán, por la


paciencia de capturar el trabajo en la computadora una y otra vez, pues aún no logro
superar mi resistencia a incorporarme al mundo deshumanizado de la moderna
tecnología.
6

CAPITULO I. UNA APROXIMACION A LA IDEA DE MODERNIZACION Y LAS


POLITICAS MODERNIZADORAS EN MEXICO

Entender el término modernización que se ha vuelto cotidiano en el lenguaje de la


sociedad mexicana de nuestros días, resulta por demás interesante.

En sentido generalizado, modernizar es cambiar. Pero cuando se pretende trasladar


esta aseveración a una sociedad concreta -la mexicana- sin olvidar los tiempos
históricos, ello nos obliga a acudir a especialistas que nos ayuden a despejar el
significado que la palabra cobra en términos sociales, por un lado, y a corregir por otro,
nuestro entendimiento acerca del uso que esta expresión se ha dado entre nosotros.

Luis Villoro afirma que modernización significa "el paso de una sociedad tradicional a una
sociedad moderna" ¿Pero cómo entender este paso? El mismo autor sostiene que este
paso se construye a partir de "un proceso de racionalización" que se caracteriza por
ciertos rasgos de "productividad industrial reguladas por las leyes del mercado", y
agrega, "la modernización conlleva el desarrollo de una burocracia profesional y la
1
vigencia de un orden independiente del poder político" .

Por su parte, Jorge Sánchez-Azcona plantea que la palabra sirve para "describir los
procesos de cambio que las sociedades menos desarrolladas han tenido para seguir el
patrón occidental que las sociedades industrializadas les han impuesto". Abunda al
afirmar que la modernización significa "un grado de crecimiento real en la economía a fin
2
de permitir el desarrollo de la producción y el consumo".
Desde la concepción de Arnaldo Córdova, modernización sería "el proceso diferenciado
y multiforme del desarrollo de las sociedades capitalistas y la adecuación de las

1
Para mayor información, véase Luis Villoro, p. 29-34.
2
Para mayor información, véase Jorge Sánchez Azcona, p. 54-59
7

sociedades atrasadas, precapitalistas, dependientes o colonizadas a los modelos de


progreso de la sociedad industrial"3.

De manera menos teórica, Franco Pasquini señala que modernización "es el conjunto de
cambios en la esfera política, económica y social que ha caracterizado los últimos dos
4
siglos" .

De las anteriores afirmaciones se puede desprender que: a) Modernización es un


proceso, y en tanto proceso, significa desarrollo, transformación; b) los cambios que este
proceso conlleva tienen como columna vertebral, el desarrollo de la productividad
industrial regulada por las leyes del mercado; c) dado que el desarrollo industrial se
considera como el alma de la modernización, existen razones suficientes para creer que
la modernización data de muchos años atrás, si bien no se ha dado de igual manera en
cada sociedad que puebla el mundo; d) la modernización es una totalidad, esto es, en
ella se integra lo esencial (económico, político, cultural, educativo, ideológico, etc.), por lo
tanto, los elementos que la componen no pueden ser vistos de manera aislada y/o
diferenciada y; e) la modernización no puede darse sin la existencia de una burocracia
profesional y de un poder diferenciado del político.

El trinomio crisis-modernización-desarrollo en México:

Con base en las consideraciones anteriores, cabe preguntarnos: ¿Desde cuándo la


modernización ha sido un afán del Estado mexicano? y ¿Cómo este concepto ha sido
utilizado por los distintos gobiernos nacionales?

Si modernización es un proceso, un avance y un cambio regulado por leyes del mercado,


esto significa que la expresión tiene una relación directa con el capitalismo y las formas

3
Para mayor información, véase Arnaldo Córdova, p. 264-281.
4
Citado por Arnaldo Córdova, p. 261.
8

de organización político-social que éste ha generado, entre las que adquiere una
importancia singular el Estado. De aquí que, el Estado capitalista -al situarse en el centro
de las sociedades modernas- ha integrado la palabra modernización como parte medular
de sus discursos. En otras palabras, la modernización expresa la síntesis de lo que el
Estado moderno pretende o ha intentado alcanzar en un periodo histórico determinado.

A esta tendencia no escapa el Estado mexicano, ni los gobiernos que lo han encarnado.
Se puede asumir entonces, que la modernización ha sido el ideal de México desde el
mismo momento en que nos convertimos en una sociedad independiente y que tal
proceso puede ser dividido para el propósito que anima este intento, de la manera
siguiente: 1789-1867, 1867-1910, 1910-1940, 1940-1970 y 1970-1994. Los tres
primeros son revisados de manera muy general con el fin de destacar los rasgos que
distinguen a cada uno.

A partir de 1940, se entra a la reflexión de los diversos problemas por los que atraviesa el
país hasta nuestros días. Ello nos ayudará a pensar en los caminos más apropiados
para nuestro mañana.

Toda vez que a los factores internos se han sumado los externos, y en muchos casos de
manera protagónica para contribuir a la descomposición social que ha precedido a cada
momento; en principio, la idea de modernización como aquí se ha querido entender,
arranca al triunfar el movimiento francés en 1789, cuando el liberalismo político
contribuyó a consolidar al capitalismo como sistema dominante de producción en todo el
mundo. En las colonias americanas -independientemente de sus conflictos internos- las
ideas que ahí triunfaron, reforzaron las luchas a fin de generar Estados-nacionales de
signo capitalista. Este es el sentido que cobra el movimiento de 1810 en nuestro país,
mismo que se prolongaría hasta 1867 cuando el grupo liberal obtiene el triunfo sobre la
fracción conservadora y cierra este primer intento modernizador.
9

En este largo trance, los grupos en disputa estuvieron de acuerdo en edificar una
república, más no en la concepción de Estado que la sostendría. Los conservadores se
esforzaron por generar un Estado monárquico y los liberales por crear un Estado
republicano.

En consecuencia, México pasó de la independencia a una monarquía efímera; de aquí a


la Primera República formal, debido a que la estructura económico-social de la Colonia
siguió intacta, pues la Constitución de 1824 no estableció premisas para sustituirla.

Lo anterior explica el intento reformista de Valentín Gómez Farías, en 1833, cuyos


planteamientos centrales fueron: a) la separación Iglesia-Estado; b) la supresión de
estamentos, castas, fueros y privilegios; c) la secularización de la tenencia de la tierra; d)
establecimiento de una educación pública sustentada en la ciencia y en el razonamiento.
Como resultado, México entró a una etapa de caos e inestabilidad -itinerante le llamó
Jesús Reyes Heroles- entre gobiernos conservadores y liberales, sin que se lograse
sustituir de manera definitiva las estructuras coloniales. La no resolución de esta crisis
significó para el país la pérdida de más de la mitad de su territorio, entre otras
calamidades.

La modernización no sentaba sus reales aún en nuestro país, a pesar de que tanto
conservadores como liberales mantenían su ideal de transformar a México en un país
civilizado, estable y moderno. Debido a que ambas corrientes estaban convencidas que
sus recursos eran insuficientes para lograr esta meta; buscaron apoyo en las potencias
extranjeras de la época: los conservadores hacia Francia y los liberales hacia Estados
Unidos.

En este contexto, los liberales tras derrotar a Santa Anna en 1854-55, se dieron a la
tarea de promulgar iniciativas que abrieran el camino hacia la construcción de un Estado
liberal: (Ley Juárez, Ley Lerdo, Ley Lafragua, Ley Iglesias y Leyes de 1859 -conocidas
10

como Leyes de Reforma-. En esta concepción y desde la lógica liberal, no podía faltar
una Ley de Instrucción Pública y Bellas Artes (1864), que sirviera de fundamento a la
gran revolución económica, política y social de México. Este movimiento dio pie a una
nueva Ley Suprema y a la edificación de un Estado Nacional en términos reales, en
donde las garantías individuales, libertad plena de expresión (oral y escrita), democracia
política, separación Iglesia-Estado, supresión de fueros y privilegios (eclesiásticos, civiles
y militares), abolición de las alcabalas, diezmos y primicias, desamortización de los
bienes de la Iglesia, modificaciones al régimen de tenencia de la tierra, creación del
Registro Civil, libertad de creencias, secularización de los cementerios y control del
Estado sobre la educación pública se fueron convirtiendo en haceres cotidianos.

Sin embargo, los intentos modernizadores del grupo liberal le costaron al país una nueva
guerra -la de Tres Años- y otro fugaz imperio como esfuerzos inútiles por detener el
proceso modernizador de la nación.

Con el asenso de Porfirio Díaz al poder y resuelto el Estado mexicano ante el dilema de
ceder territorio o soberanía estatal, se pensó que resultaba mas "apropiado"5 retomar -
actualizándolo- el viejo proyecto económico liberal para insertar a México en el concierto
de las naciones civilizadas, mediante el establecimiento real de un capitalismo a la
"mexicana", que adoptara como modelo, la estructura económica de enclave; esto es,
agro-minera-exportador.

Bajo esta percepción, Díaz consumó de paso la idea de los liberales respecto de Estados
Unidos; "hacer de la relación económica con el vecino del Norte, no un peligro, sino un
medio para lograr la modernización y el progreso material del país" según Lorenzo
6
Meyer .

5
Entrecomillado mío.
6
Para mayor información, véase Lorenzo Meyer, p. 131-140, Josefina Vázquez y Lorenzo Meyer, p. 17-112.
11

Los despojos y las invasiones territoriales extranjeras ya no continuarían; a cambio, los


E.U. serían sujetos de "generosas concesiones ferroviarias, mineras, petroleras,
territoriales y de servicios urbanos", a tal grado que, Andrés Molina Enríquez aseveró: "el
grupo dominante dentro de los extranjeros era el estadounidense".

La consolidación del sistema capitalista en México -con sus crisis cíclicas- había hecho
posible que la modernización echara raíces en el suelo nacional, pero sólo en un renglón:
el económico, puesto que en lo político la democracia estaba ausente y en lo social el
peonaje, la servidumbre, la leva, el derecho de pernada, las jornadas de trabajo de sol a
sol, la miseria y el analfabetismo de la inmensa mayoría de la población fueron cosa
corriente a lo largo de los 35 años de porfiriato.

Ejemplo de esto último es el hecho de que hacia fines de la dictadura; de una población
total de 15 millones de mexicanos, 11 no sabían leer, ni escribir, ni conocían los números
afirma Moisés Ochoa Campos7, a pesar de haberse formulado dos proyectos educativos
a lo largo de este régimen: el de Joaquín Baranda y el de Justo Sierra. Esto explica que
la educación se situara como uno de los "grandes problemas nacionales" años después,
dado que sin educación no puede haber transformación social, es decir, modernización.

Pero aún siendo el gran orgullo de la dictadura porfirista, lo económico, ésta sufrió
reveses significativos por las crisis externas del sistema capitalista en 1905 y 1907. Lo
anterior evidenciaba que para una nación como México; crisis, modernización y
desarrollo interno, dependían en buena medida, de lo que afuera ocurría por un lado, y
que la modernización tan anhelada, y los cambios que debería conllevar, seguían siendo
tan sólo frases del discurso oficial, por el otro.

México era sin embargo, otro país luego de cien años de independencia, pero todavía no
el país civilizado, independiente, democrático y moderno que se había deseado crear.

7
Para mayor información, véase Moisés Ochoa Campos, p. 225-237.
12

Los proyectos de Joaquín Baranda y Justo Sierra poco pudieron hacer para sacar de la
ignorancia a la nación mexicana; la paz, el orden y el progreso no se tradujeron en
mejores condiciones de vida para los connacionales. Modificar esta situación; es decir,
pasar de un régimen de dictadura en el que sólo se benefició a los grandes propietarios y
a la aristocracia, a un Estado de Leyes e instituciones, moderno, civilizado y
cualitativamente distinto, representó el gran ideal perseguido por los hombres y grupos
revolucionarios que se levantaron en los sucesos de 1910-1917.

Era el momento de avanzar hacia una nueva fase de la modernización inconclusa del
país: la tercera. El advenimiento del siglo XX abrió una nueva era en nuestra historia
como nación, en la cual la modernización como proceso se transmutó en política de
Estado y en distintas estrategias de gobierno.

Veamos que ocurre. Al concluir la fase caliente de la Revolución, el país inicia la


reconstrucción nacional bajo las premisas de una nueva Ley Suprema. Los artículos 3º,
27º, 73º, 82º, 127º y 130º constitucionales, establecen de modo preciso, las bases para
la transformación de la sociedad nacional en el marco del capitalismo. El propósito era
pasar de una economía agro-minera-exportadora de enclave- a una economía de libre
competencia, donde la industria y el comercio tuvieran mayores márgenes de desarrollo
y competitividad. Esta conllevó a varios imperativos: por un lado, el régimen de tenencia
de la tierra hubo de modificarse sustancialmente; esto es, establecer la pequeña
propiedad, multiplicar la propiedad ejidal y respetar la propiedad comunal.

El reparto masivo de la tierra como práctica de los gobiernos surgidos de la Revolución,


es una clara manifestación de cambio que distingue a este periodo. La reforma agraria
integral, se convirtió en un discurso cotidiano del Estado Social, según la expresión
utilizada por Lorenzo Meyer para calificarlo.
13

Una segunda cuestión a señalar, es el paso de un estado de dictadura a un Estado


regido por leyes e instituciones, sin olvidar los momentos de caudillismo y maximato
representados por los generales Álvaro Obregón y Plutarco Elías Calles. El
presidencialismo, como figura concentradora y centralizadora del poder, destaca en éste
proceso.

Por la importancia que tiene la industria y la industrialización en la transformación de la


economía mexicana, fue necesario formular Leyes que establecieran bases de
entendimiento entre obreros y patrones. Las ideas de los hermanos Flores Magón, del
Partido Liberal y sus dirigentes encuentran eco en el discurso lanzado por los gobiernos
revolucionarios.

En lo que respecta al sistema político, debe señalarse como signo de cambio el


establecimiento del principio de "no reelección" en términos reales por cuanto se refiere
al sujeto; es decir, que quien fuera presidente de la república en algún momento, ya no
8
aspiraría más a este puesto : no puede decirse lo mismo en el caso del sufragio efectivo,
que quiere decir, respeto irrestricto al voto ciudadano. En este sentido, el principio de
Estado tradicional como lo señala Villoro-, no se modificó, pues el que surge de la
Revolución fue generando para su sostén, un partido político único, con soportes
corporativos.

La integración nacional, la forma organizativa de una economía con bases modernas, el


desarrollo de un mercado interno; que sitúa a la industria como razón y centro del
proceso de modernización del país, o el establecimiento de un verdadero ejercicio de la
libertad y de la democracia, no tienen sentido, ni son suficientes sin la consecuente
instauración de un sistema educativo nacional y popular. Eso explica la decisión del
gobierno obregonista, formular un proyecto de educación pública, nacional y popular y
bajo la rectoría del Estado.

8
Este no sería el caso de Alvaro Obregón.
14

Los principios de obligatoriedad, gratuidad y laicismo se tradujeron en prácticas


cotidianas. Forzoso era generar una nueva ideología que contribuyece a integrar una
nueva nación como también dar cuerpo a una concepción de identidad nacional. En
otras palabras, hacer posible una educación cuyas premisas fueran: emancipación,
liberación y capacitación para el trabajo moderno.

Traducir en realidades tangibles las premisas del Artículo 3º Constitucional, llevó al


nuevo Estado organizar y estructurar un proyecto de educación que exigió la creación de
una nueva institución: la Secretaría de Educación Pública (1921). A partir de ella, José
Vasconcelos, su autor y primer secretario, instrumentó campañas de alfabetización y dio
cuerpo a las tres grandes expresiones de la Escuela Rural: Casas del Pueblo, Misiones
Culturales y Escuelas Normales Rurales. Todas ellas con un objetivo común: la
liberación mental, económica y social de los millones de mexicanos que padecieron la
opresión, el sojuzgamiento y la explotación durante el porfiriato, pero también buscando
lograr credibilidad y legitimidad del Estado ante la sociedad civil. En este sentido, la
Escuela Rural Mexicana intentó vincular las necesidades económicas, sociales y
educativas de las comunidades rurales con la ideología revolucionaria en gestación. Al
ser incorporados los principios de la Escuela Racionalista a la Escuela Rural Mexicana,
esta pasó de la concepción humanista -Obregón-Vasconcelos- a una idea pragmática
con Calles, pero sin olvidar al ente social al que originalmente estaba destinada. Para
Calles, la Revolución debía organizar el país, crear industrias, organizar las finanzas
públicas, afianzar la paz y la estabilidad políticas; hacer posible un gobierno fuerte para
"dominar la ambición de grupos y líderes surgidos de la Revolución" afirma Francisco
Arce Gurza9, y poner en marcha la economía nacional, además de darle al país una
identidad definitiva. Por ello, Calles se pronunció por una educación que sirviera como
instrumento de progreso y desarrollo económico. El ex-profesor rural afirmó desde su
condición de Presidente de la República sostiene Arce Gurza, "mientras no haya paz y

9
Para mayor información, véase Francisco Arce Gurza, p. 145-149.
15

10
progreso material... los ideales humanistas resultan accesorios, secundarios" . El ideal
modernizador de Calles era poner fin a la ignorancia, a la escasez, a la pobreza; en otras
palabras, liberar al pueblo de la explotación y del sometimiento, mediante el trabajo, la
educación, la razón y la ciencia. Puede afirmarse que para Calles la espina dorsal de su
política era la reorganización y modernización de la economía nacional y la educación el
medio idóneo para lograrlo. La educación se transformó así, en la tarea fundamental
para organizar y mejorar el trabajo en el campo y para sentar las bases de un
nacionalismo político, económico y social.

Explica esto, el nuevo programa agrícola que no sólo consistió en la política de reparto
de la tierra, sino en crear una red de Escuelas Centrales Agrícolas, reformar el plan de
estudios de la Escuela Nacional de Agricultura de Chapingo e instaurar un Centro para el
Fomento de la Pequeña Propiedad, a fin de impulsar la producción y el consumo. El
principio consistía en "enseñar aprendiendo", razón por la cual se dotó a las escuelas de
créditos y recursos propios, acordes con las necesidades regionales, mediante la
creación de instituciones financieras -Banco Agrícola Ejidal- dirigidas por los directores
de las escuelas. Con esta acción, se buscaba vincular a la educación con el desarrollo
económico.

Además, se fundaron Escuelas Secundarias Populares (1925), se crearon diez Escuelas


Normales Regionales y se reorganizó la Escuela Nacional de Maestros para preparar a
profesores rurales cuyo destino eran las escuelas primarias y técnicas.

Con estas medidas, el Estado Mexicano pretendió mejorar producción y productividad


agrícola, industrial y comercial, cuidando el manejo del erario público, a la vez que atraía
la simpatía y voluntad de cooperación de la naciente burguesía.

10
Véase Arce Gurza, ob. cit., p. 149-156, 170-175.
16

El conflicto religioso -1926-, la crisis política ante el asesinato de Alvaro Obregón (1928) y
el desplome de la economía mundial -crack de 1929-, obligó al Estado comprometido
como le llamara Miguel Bazañez, a reorientar su tarea modernizadora. Esto es, el
proyecto económico, social y educativo de la Revolución inició una serie de medidas que
encaminara al país hacia una sociedad industrial, pero teniendo como soporte de la
misma, el desarrollo agrícola. El salto significaría radicalizar el proceso revolucionario.
Con el ascenso a la Presidencia de la República del general Lázaro Cárdenas, se fueron
dando los pasos necesarios para: 1) Asumir en términos reales, el control de todos los
recursos del país mediante una política de expropiaciones y nacionalizaciones que le
permitiera en los hechos, ejercer la rectoría de la economía nacional; 2) Propiciar una
política de acumulación del capital nacional con vistas a impulsar y modificar el sentido
de desarrollo agrícola, industrial y comercial; vale decir, desarrollo económico; 3) Lograr
la configuración de un sólido mercado interno; 4) Avanzar en la constitución de un partido
de masas en vez de un partido de cuadros; es decir, liquidar el caudillismo y el maximato,
instaurando de modo definitivo un régimen de leyes e instituciones y; 5) Dar organicidad
a un nuevo modelo educativo, cuyos principios y aplicación, sirvieran de apoyo a la
consolidación de la modernización e independencia del país.

Ante tales propósitos, Victoria Lerner afirma que entre las causas que provocaron el
surgimiento de la Escuela Socialista pueden señalarse: a) Debido al control que los
extranjeros seguían ejerciendo sobre la economía mexicana, se hacía necesario buscar
la manera de defender la industria nacional de la competencia extranjera; b) los
mexicanos estaban en posibilidad de producir sus propios artículos por los efectos de la
crisis de 1929. Para ello, había que masificar el reparto de la tierra y ofrecer capacitación
técnica a los campesinos a fin de mejorar y diversificar la producción agrícola y
ganadera; c) encontrar las vías para mejorar la situación del obrero no exclusivamente
por la elevación del salario; d) buscar mecanismos que desterraran las taras de una
sociedad tradicional y formular una política educativa que impulsara el desarrollo de una
17

ciencia y tecnología propias para apoyar la modernización de la producción agrícola,


ganadera, forestal, industrial y comercial11.

La combinación estudio-trabajo fue una constante en el discurso educativo del


cardenismo. Se retomó la concepción de solidaridad entre explotados, que se había
manejado en los años 20 a través de la Escuela Racionalista, pero sin plantear la
abolición de la propiedad privada de los medios de producción ni la liquidación de la
burguesía como clase antagónica a los trabajadores.

Como lo afirma Lerner, el sentido socialista de la reforma del Artículo 3º Constitucional


en 1934, se expresó claramente al sostenerse que la educación pretendía excluir toda
doctrina religiosa, combatir el fanatismo y los prejuicios, pero sobre todo, crear en la
12
juventud un concepto racional y exacto del universo y de la vida social" . En palabras
de Adolfo Gilly, la clave de la reforma de este artículo durante el cardenismo, no era la
palabra "socialista", sino la fórmula de "concepto racional y exacto del universo y de la
vida social entendida como la contrapuesta a una educación guiada por un concepto
místico y religioso del universo y de la vida social". La Jornada, 26/01/92.

Bajo esta óptica, la educación y sus instituciones fueron reorientadas con miras a
reencauzar sus objetivos y prácticas. El Estado y las premisas del discurso
revolucionario -nacionalismo, anti-imperialismo, independencia económica y soberanía
política- así lo exigían. A las instituciones creadas en el marco de la Escuela Rural
Mexicana -gobiernos de Obregón-Calles- se sumaron los Internados Indígenas, las
Escuelas para los Hijos del Ejército, las Escuelas para Hijos de Trabajadores (obreros),
las Escuelas Regionales Campesinas y, quizás la más importante, el Instituto Politécnico
Nacional (IPN).

11
Para mayor información, véase Victoria Lerner, p. 91-102.
12
Véase Lerner, ob. cit., p. 104-118.
18

Estas dos últimas buscaban propósitos claros e inobjetables. Por un lado, formar
profesores no sólo para la enseñanza formal y académica en primaria, sino que
estuviesen preparados para ofrecer capacitación a los campesinos a fin de mejorar y
elevar la producción en el campo. Se intentó incluso, introducir la tecnología en la
producción agrícola, ganadera y forestal. Por el otro, con la creación del IPN, se
buscaba formar cuadros técnicos de alta calificación, que cubrieran dos funciones
esenciales en la búsqueda de un desarrollo industrial independiente: 1) la organización y
dirección de la planta productiva ya existente o por establecerse en el país y, 2) la
creación de ciencia y tecnología propias que respondieran a las condiciones económicas
y geográficas de México -suelo, clima, altitud, etc.-, así como a las aspiraciones que
como sociedad nacional se tenían.

El cambio de las condiciones y la radicalización de las acciones estatales explican, sin


duda, que las mayores transformaciones en la estructura económica del país se dieran
durante el régimen cardenista. El reparto masivo de la tierra, las expropiaciones del
petróleo, los ferrocarriles y las comunicaciones -telégrafos, teléfonos, entre otras-
constituyeron las premisas para traducir en hechos lo que en el discurso del Estado, en
la política de gobierno, e incluso en la estrategia del mismo, eran una constante y una
expresión de los deseos de modernización.

Con estas medidas, sostienen Clark Reynolds y Jorge Cárdenas, las bases para un
México industrial con "desarrollo hacia adentro y desde dentro" estaban puestas13.

Desde luego, estos esfuerzos fueron favorecidos, sin lugar a dudas, por la coyuntura
mundial. Los factores externos -la Primera Guerra Mundial (1914-1918), la Revolución
de Octubre de 1917 y la gran crisis económica de 1929, por citar algunos -permitieron a
los gobiernos mexicanos un mayor espacio de autonomía estatal para realizar sus
proyectos. La Primera Guerra Mundial por ejemplo, convirtió a los Estados Unidos en la

13
Para mayor información, véase Osvaldo Sunkel, p. 35-48.
19

cabeza del capitalismo mundial -sustituyendo a la orgullosa Inglaterra-; reforzó el


concepto y práctica del Panamericanismo que ya venía ejerciendo el vecino del Norte
con respecto al resto de los países de América Latina e hizo posible el avance franco de
los monopolios en el campo de la industria y el comercio. La Revolución de Octubre,
condujo al planeta a la división en dos grandes bloques de poder identificados por dos
concepciones en cuanto a modos de producción. Una nueva relación internacional daba
inicio entre países metropolitanos y de éstos con las sociedades atrasadas. Las
prácticas de colonialismo o dependencia se modificaron. Las crisis de 1929, que
conllevó el cierre de mercados externos y la suspensión de la inversión y los créditos
para el Estado surgido de la Revolución, posibilitó que los nuevos ricos o capitalistas
"revolucionarios" tuvieran frente a sí, la oportunidad de construir lo que bien puede
denominarse un capitalismo mexicano, de la misma manera que abrió la puerta para dar
organicidad a un factor que le es consustancial: una burguesía nacional y nacionalista.
La ocasión se desaprovechó y con ello, la posibilidad de alcanzar si no plena autonomía,
sí una mayor libertad para desarrollar la economía mexicana -en particular la industria-
en condiciones menos dependientes, sobre todo, con los Estados Unidos.

Vale señalar dos aspectos más, como motivo de preocupación gubernamental durante el
periodo que se alude. La fundación y desarrollo de instituciones financieras, tales como:
Banco de México, Banco de Crédito Rural, Banco de Crédito Ejidal, Nacional Financiera,
Banco de Comercio Exterior, etc., son signos que denotan el interés por contar con
instituciones financieras y capital propios, para apoyar las necesidades de los distintos
sectores de la producción que buscaban mejorar y elevar la productividad; lo que es
decir, la economía nacional.

La creación de organismos empresariales -Confederación Nacional de Cámaras


Industriales, Confederación de Cámaras Nacionales de Comercio, Confederación
Patronal Mexicana-; la fundación de organizaciones de trabajadores -Confederación
Regional de Obreros y Campesinos, Confederación de Trabajadores de México,
20

Confederación Nacional Campesina, Confederación Mexicana de Trabajadores de la


Educación... Federación de Sindicatos de Trabajadores al Servicio del Estado-;
Organización de partidos políticos nacionales y regionales -Partido Comunista Mexicano,
Partido Nacional Agrarista, Partido Nacional Revolucionario; Partido Socialista del
Sureste, Partido Socialista Tamaulipeco, Unión Nacional Sinarquista-. Todas ellas
tuvieron acciones encaminadas a una práctica política civilizada e institucional.

Sin embargo, los grandes pasos que se dieron en la década 20-30, se vieron
bruscamente interrumpidos hacia fines del sexenio cardenista entre otras razones por la
falta de: a) una burguesía nacional, organizada y propia del naciente Estado
Revolucionario; b) capital suficiente que apoyara de manera sobresaliente el proceso de
industrialización; c) una planta productiva con capital nacional; d) tecnología propia que
permitiera prescindir -si bien no totalmente- de la extranjera; e) un mercado interno sólido
y amplio y; f) una conciencia nacional de los nuevos ricos, que se fueron multiplicando en
las dos décadas.

Estos elementos -y, algunos más- definieron los límites del Estado mexicano según Nora
Hamilton14; es decir, los límites al proyecto de desarrollo independiente y popular de esas
décadas. Mas todo lo anterior nos demuestra que con las ideas y acciones emprendidas
por y desde el Estado, México deja de ser "una nación de terratenientes" -siglo XIX- para
transformarse en "una nación constituida por alianzas -burguesía emergente, clases
medias urbanas y rurales, campesinos y trabajadores-" (Gilly, Ibidem.). Esto es, se pasa
de una nación en la que el Estado disputa a la Iglesia la dirección y el control de la
educación a otra, donde aquel se abroga el derecho de crear, difundir y desarrollar un
sistema de educación pública, que a su vez le permite edificarse como un Estado fuerte
e independiente del exterior, capaz de decidir por sí mismo, los destinos de la sociedad
nacional.

14
Para mayor información, véase Nora Hamilton, p. 248-261.
21

Con los señalamientos hasta aquí hechos, puede suponerse que crisis modernización-
desarrollo, parecen estar presentes en cada gran periodo revisando de modo breve en
este espacio. Desde luego, conviene no ignorar ni matices, ni sentidos en su aplicación;
y esto vale la pena tomarlo en cuenta para el estudio del México que nos es más cercano
no sólo en tiempo.
22

CAPITULO II. RASGOS DEL MODELO DESARROLLISTA

Cuando se creía que el país se encaminaba hacia la consolidación del proyecto de la


Revolución por las grandes realizaciones consumadas durante el sexenio cardenista;
algo obligó -hasta hoy día las explicaciones que se han dado parecen insuficientes- al
Estado no sólo a detener sus radicalizadas acciones en un claro empeño por emancipar
a la gran población de las condiciones de explotación, atraso y miseria en que vivían;
sino la de avanzar hacia una sociedad más independiente en lo económico, como
soberana en lo político. Lejos de esto, lo que se vivirá en adelante, será un México
diferente; pues la Revolución, según lo expresara en su momento don Jesús Silva
15
Herzog, había muerto . En esta misma dirección, pero mediante un severo análisis y
cuestionamiento acerca del nuevo rumbo que tomaba el país; don Daniel Cosío Villegas,
16
llegaba a una conclusión parecida .

Hay que señalar también, que hacia 1940 las condiciones mundiales mostraban un claro
signo de cambio radical por el fenómeno de la gran guerra. En el país se avanzaba
hacia una reorientación de la política del Estado Mexicano con la llegada del general
Manuel Ávila Camacho a la presidencia de la República. La característica del proceso de
modernización en el país a partir de ese año y hasta 1970, sería otra.

En principio, se mantendría la idea de un país soberano e independiente en los discursos


oficiales; en los hechos, se practicaría una política de conciliación y apoyo a los países
aliados y se instrumentaría un modelo de desarrollo que conocemos como desarrollista,
cuyo supuesto básico es que el progreso de un país descansa en su industrialización.
El Estado Mexicano se planteó impulsar la creación de industrias nuevas y necesarias,
una política de sustitución de importaciones y de la tecnificación del agro. De esta forma,

15
Para mayor información, véase a Jesús Silva Herzog... p. 113-120.
16
Para mayor información, véase a Daniel Cosío Villegas... p. 125-132.
23

la industria "nacional" y el campo mexicano gradualmente serían capaces de abastecer


las necesidades del mercado interno, cubrir el consumo de la población y generar divisas
para retroalimentar el proceso industrializador vía la exportación. Se propuso además,
que la sustitución de importaciones se diera en dos fases: de 1940 a 1958 se sustituirían
los bienes de consumo y de 1958 a 1970 los llamados bienes de capital -máquinas para
producir más máquinas-. El Estado durante este periodo, asumió el papel de un ente
regulador en la dinámica económico-social. En la reorientación y dinamización de la
economía mexicana se dejaba como factor protagónico a la clase dominante; incluso,
miembros de ésta fueron incorporándose paulatinamente a la administración pública.
Así la burguesía fue avanzando en el apoderamiento de los espacios clave -el
económico y el político- para manejar al país.

Desde esta condición, la clase gobernante-dominante, consideró que el país no sólo


estaba ya en condiciones de caminar hacia la institucionalización franca de la revolución
-el presidencialismo-, sino la de convertirse primordialmente, en una sociedad industrial.
Cabe señalar desde luego, que las necesidades básicas de la población rural no se
habían resuelto en su gran mayoría como tampoco el proyecto económico y social de la
Revolución estaban consolidados. Sin embargo, se adoptó una política económica que
dio prioridad a la industrialización, pero en condiciones de dependencia con respecto del
mercado mundial, situación que de entrada puso en entredicho, la independencia y
soberanía nacionales.

Se pasó de un discurso de clases a uno de conciliación y unidad nacional por un lado; y


por otro, el discurso nacionalista y antiimperialista, era sustituido por el de solidaridad y
apoyo a los países sumergidos en la gran guerra -1939-1945- contra el nazi-fascismo, o
contra el totalitarismo que en uno u otro caso personificaban Alemania-Italia o Alemania-
Italia-Japón. La razón de participar en el llamado frente occidental y junto a los Estados
Unidos en particular, fue la defensa del mundo libre y de la democracia, según el
reiterado discurso de entonces. Incluso se juzgó inconveniente mantener el proyecto de
24

educación cuyo contenido y orientación era distinto a la política general que el Estado
había resuelto impulsar a partir de esta nueva condición.

En vez de Reforma Agraria, Industrialización y mayor producción, fueron las metas


nacionales. Tal aspiración condujo a la desruralización del campo, a la citadinización, al
crecimiento de grandes ciudades, al crecimiento y a la multiplicación de cinturones de
miseria y al surgimiento de una pujante clase media cuyo poder político fue creciendo a
la sombra del modelo desarrollista.

Por haberse declarado cristiano -lo que es decir católico-, la administración de Ávila
Camacho, reoriento sus relaciones con la Iglesia en un plano de mutua tolerancia. Con
la reforma al Artículo Tercero Constitucional, Estado-Iglesia se encaminaron al cultivo de
una relación que andando el tiempo, permitió al segundo, recuperar espacios de poder
arrebatados tiempo atrás.

La decisión de avanzar hacia la industrialización y ante la carencia de capital que el


proceso reclamaba, se llamó al inversionista extranjero e incluso se hicieron concesiones
para explotar al recién expropiado recurso petrolero. Sobre este particular, hay quienes
sostienen que hacia la segunda mitad de los años sesenta, el capital americano
representaba el 80 por ciento de las inversiones extranjeras en México; además, debido
a que los Estados Unidos se habían convertido en el principal mercado de productos
nacionales y nosotros grandes consumidores de lo que ellos producían, se fue
propiciando una creciente influencia en la sociedad mexicana, de elementos culturales
del vecino del norte.

Desde luego, el regreso de capitales extranjeros al país por estos años, tiene qué ver por
un lado, el que los efectos de la crisis de 1929, habían sido superados en buena medida
al interior de las economías metropolitanas -la norteamericana en particular-, y por otro,
que la institucionalización del Estado surgido de la Revolución -el Partido de la
25

Revolución Mexicana, se transforma en Partido Revolucionario Institucional en 1946-


constituye el paso de una época de discursos, medidas y métodos radicales, por el de
acciones "civilizadas, conciliadoras" y fundadas en el orden y la Ley. La estabilidad
política se alcanzaba finalmente. Las reformas -políticas y sociales- se habían
consumado, la confianza de los capitalistas extranjeros con respecto del país no dejaba
duda. Por si esto no fuera suficiente, el fenómeno de la Segunda Guerra Mundial
contribuyó fuertemente a consolidar la primera fase industrial del México
posrevolucionario, como también, contribuir fuertemente a la fase de desarrollo
estabilizador.

Cinco periodos sexenales abraza el modelo desarrollista; y en él, destaca en lo político,


el de que el Estado pasa de ser un ente comprometido a un ente regulador según lo
17
expresa Miguel Bazañez ; y por otro, la Confederación Mexicana de Trabajadores, no
sólo pierde autonomía frente al Estado sino enfatiza su "función de choque" ante todo
movimiento sindical no oficial18.

Para mantener el crecimiento sostenido, que alcanzó en la década de los sesenta una
tasa media anual del 7.5%19, a pesar de procesos inflacionarios, medidas de
devaluación, y descenso de salarios; la política del Estado con respecto de la clase
trabajadora -en particular hacia las organizaciones- fue muy particular. Ejemplos: 1) a la
clase trabajadora se le obstaculizó para frenar su creciente descenso en la participación
del producto a pesar del incremento del empleo en el proceso productivo industrial; 2) la
CTM, por su origen y porque los grupos políticos que la gestaron perdieron su capacidad
de controlarla, se convirtió en "un muro de contención de las demandas políticas,
salariales y gremiales de la clase obrera. De este modo los gobiernos sucesivos
pudieron llevar adelante su política de desarrollo industrial sin obstáculos.

17
Para mayor información, véase Miguel Bazañez. p. 20-47.
18
Para mayor información, véase Alberto Azis, p. 89.
19
Para mayor información, véase Roberto Cabral, p. 68.
26

Vale la pena señalar que las medidas de control para alcanzar lo que arriba se
menciona, el Estado también procuró hacer algo semejante con respecto a la clase
dominante. Así, a principios de la década de los cuarenta, promulgó una Ley para
conformar organizaciones gremiales como: la Confederación Nacional de Cámaras
Industriales -CONCAMIN-, la Confederación de Cámaras de Comercio -CONCANACO- y
la Cámara Nacional de la Industria de Transformación -CANACINTRA-. Todas ellas
agrupando a los empresarios más connotados del país pero bajo la mirada atenta de los
gobiernos de la época, en relación a su desempeño con respecto del modelo de
desarrollo.

Desde luego, el trasfondo de lo que bien puede entenderse como un nuevo pacto entre
el Estado y la clase dominante con relación modelo, está el crecimiento económico y con
ello mantener la estabilidad política, vía movilidad social. En un intento por puntualizar
los rasgos del modelo desarrollista mexicano, puede decirse en principio, que el Estado
además de pasar a ser un ente regulador; como gobierno, proporcionó infraestructura
básica y estímulos a la inversión privada para lograr el crecimiento económico y la
industrialización. Conforme se fue avanzando en tiempo, el país experimentó
transformaciones en su estructura social de tal manera que de dos tercios de la mano de
obra que se empleaba en el campo en 1940, ésta se modificó hasta llegar a ser de sólo
20
un tercio en 1970 . En este proceso mucho incidió el desempeño del Estado en lo que
se refiere a la integración del mercado nacional, así como en la inversión realizada en la
agricultura -de exportación- y en la industria. El problema fue que frente a la insuficiente
acumulación de capital para responder a la nueva estrategia, muy pronto el Estado se vio
en la necesidad de recurrir a préstamos tanto internos como externos. El gobierno -o
debiera decirse: los gobiernos- en su afán de promover la inversión privada y con ello
lograr la industrialización plena del país, descuidó o no atendió como debió hacerlo, sus
responsabilidades sociales; esto es, traducir de manera más extensa e intensa el

20
Para mayor información, ver Daniel Levy-Gabriel Székely. p. 151-159.
27

principio de justicia social. Por el contrario, la política de subsidios, de promoción a la


inversión privada de constructor de infraestructura básica, de proporcionar estímulos a la
inversión -impuestos excesivamente bajos, proteccionismo, etc.-, facilitar vías para la
acumulación de capital en el sector privado, fueron renglones a los que dio preferencia21.
Incluso el ahorro interno como medida para financiar obras del sector público, recibió
poca atención, lo que ocasionó en buena medida un creciente endeudamiento del
Estado con el fin de mantener no sólo una frágil estabilidad política; sino también
estabilidad en la balanza de pagos y en el tipo cambiario.

La industria y la industrialización obviamente, lograron un avance espectacular, pero a


costa de desatender los problemas esenciales del campo, situación que condujo el que
hacia mediados de los años sesenta, la producción agrícola comenzó a declinar y con
ello, la autosuficiencia alimenticia, que tropezó con serios problemas. Algo semejante
ocurre por cuanto se refiere a la política de industrialización vía sustitución de
importaciones. El mercado interno tal como se había pensado con respecto esta
estrategia, empezó a manifestar límites. Esto explica de alguna manera el diseño de una
política de creación de una industria para producir bienes de capital -sustituciones de
importaciones- y para la exportación. Frente a esta medida, el sector servicios también
hubo de desarrollarse.

21
Para mayor información, ver Francisco R. Dávila A. p. 53-73 y Daniel Levy, ob. cit., p. 159-166.
28

El trinomio, desarrollo económico-industrialización-educación

Cuando el Estado Mexicano hace suyo el modelo desarrollista, se vio en la necesidad de


crear un nuevo proyecto de educación nacional. El México institucionalizado -1940-1970-
requería una educación basada en el orden y la concordia. Había que eliminar todo
signo de lucha social y formar un mexicano altamente capacitado para enfrentar los retos
de la industrialización; un ser disciplinado y obediente, capaz de adaptarse a la
automatización de los procesos productivos. Además, tendría que ser un mexicano
convencido de las ventajas de la industrialización. Esto explica que la escuela en el
modelo desarrollista se haya concebido como un mecanismo de movilidad y ascenso
social. La educación debía garantizar a los ciudadanos una mejor posición en la
sociedad, sobre todo a los de la pujante clase media, la más beneficiada por este
modelo.

Con esta premisa, el Estado Mexicano formulo un proyecto de educación que se


conocería como la Escuela de la Unidad Nacional. A lo largo de 30 años, este proyecto
se expresaría con nombres diferentes tales como:

Escuela de la Unidad Nacional y del Amor (1940-1946), Escuela para la industrialización


(1946-1952), Escuela de la Mexicanidad (1952-1958), Escuela de la Integración y de la
Unidad Nacionales (1958-1964) y Escuela del Aprender Haciendo y del Enseñar
Produciendo (1964-1970). Todas ellas sosteniendo objetivos comunes a mediano y
largo plazos; esto es, la formación de un nuevo mexicano y la preparación técnica
eficiente de un ser para manejar con destreza la nueva tecnología que se fue
incorporando a la creciente planta productiva durante estos años.

Las acciones emprendidas por cada uno de los regímenes a lo largo del periodo, bien
vale la pena reseñarlos a fin de tener una idea más precisa acerca del proyecto. Al
ascender a la presidencia de la república el general Manuel Ávila Camacho juzgó que la
29

educación debía ser la base más sólida para asegurar y garantizar la unidad nacional, y
esta sólo podía alcanzarse mediante la unidad en la educación. Con este ideario dio
comienzo la reorganización de la Secretaría de Educación dado el crecimiento de los
servicios, del sistema educativo y las necesidades técnicas. Otro aspecto a revisar fue la
orientación filosófica, jurídica, política e ideológica en la materia. Sostener la escuela
socialista al interior de un proyecto de desarrollo cuyos propósitos eran opuestos a los
principios sustentados por el proyecto educativo de la revolución, en particular el del
gobierno cardenista, resultaba un contrasentido. Esto explica la breve permanencia de
Luis Sánchez Pontón como secretario del ramo; pues él quiso mantener la escuela
socialista por un principio de lealtad a los postulados de gesta de 1910. La llegada de
Octavio Véjar Vázquez a la dependencia, significó entre otras; suprimir la coeducación,
las Escuelas Regionales Campesinas; "moralizar al magisterio" que simpatizaba con las
ideas de la revolución; incluso llegó a sostener que los principios de la escuela socialista
eran contrarios a los términos de democracia. Demócratas habría de sostener: son
aquellos que quieren el engrandecimiento de México, la integración definitiva de nuestra
nacionalidad y la formación en cada uno de nuestros niños y en cada adolescente, el
concepto de patria"22. En su empeño por dar un nuevo giro a la educación, se dio a la
tarea de elaborar una Ley Orgánica de Educación para reglamentar el artículo tercero
constitucional. La intención era preparar un proyecto educativo que respondiera
adecuadamente al modelo de desarrollo que se iniciaba, como también hacer realidad la
idea de unidad en la educación. Nuevos planes, programas, contenidos y métodos en
enseñanza cobijados por esta Ley, se implantarían en todas las escuelas del país, lo
mismo rurales que urbanas. Los objetivos por alcanzar según el secretario Véjar
Vázquez eran: a) borrar las desigualdades; esto es, la escuela debía lograr
homogeneidad espiritual, unificación mediante el amor entre todos los mexicanos a fin de
formar una nación fuerte; b) unidad nacional como aspiración definitiva de la nación

22
Para mayor información, véase Isidro Castillo, p. 42-44.
30

mexicana. La consecución de estos objetivos sólo podían ser, tomando en cuenta: al


mexicano, a la familia mexicana y a la nación mexicana, reiteró23.

Por los grandes cambios que se iniciaban en el país al situar como punta de lanza del
modelo de desarrollo a la industrialización, la relación ciudad-campo se estrechaba más
y junto con ello daba principio la desruralización del campo, el crecimiento de grandes
ciudades, así como de zonas urbanas y de cinturones de miseria. La escuela rural que
se orientó en poner más énfasis en la raíz y herencia cultural y en atender y resolver las
necesidades de la población campesina e indígena, fue sustituida por una escuela donde
la urbano, citadino y la idea de progreso y conocimiento que no de formación, cobraron
predominancia. Las medidas tomadas, el tono de discurso del Secretario y el trato que
se dio al magisterio, provocaron una airada reacción en la población rural y en los
profesores, demandando por un lado, la permanencia del proyecto educativo de la
Revolución; y por otro, la salida de quien consideraban enemigo de la Escuela Rural.
Ante la presión, Jaime Torres Bodet sustituye al autor de la llamada Escuela del Amor.

Según Pedro Gringoire, Torres Bodet tenía un elemento poco favorable para hacer frente
al candente problema, no ser profesor; pero en cambio poseía otras cualidades que
mucho le servirían: no ser un desconocido y sí un hombre de selecta cultura, además de
que no era un político profesional24. Discípulo y secretario particular de José
Vasconcelos, cuando éste fue Secretario de Educación; es considerado el arquitecto del
proyecto educativo del modelo económico desarrollista y el último de los grandes
Secretarios de Educación de este siglo. Frente a los graves problemas que el país
padecía en materia de educación; en agosto de 1944, el presidente Ávila Camacho
firmaba una Ley que formalizaba la campaña de alfabetización que emprendería el
nuevo Secretario para combatir el analfabetismo que en ese entonces padecía la mitad

23
Ver, Isidro Castillo, ob. cit., p. 40-41.
24
Para mayor información, véase Ernesto Meneses Morales, p. 263-267.
31

25
de la población, según lo afirmara el mismo Torres Bodet . Con esta acción, daba
comienzo la configuración del proyecto educativo para responder a las nuevas
exigencias que al país se le planteaban. Mediante una revisión crítica, reforzó y aumentó
en número, las menciones culturales, impulsó la edición de cartillas de alfabetización y
estableció en febrero de 1944, el Comité Administrativo del Programa Federal de
Construcción de Escuelas (CAPFCE). Para avanzar hacia la intención de dar unidad a la
educación, sustituyó el plan de cuatro años de estudios que venían funcionando en las
escuelas normales rurales por el de seis que se venían trabajando en las normales
urbanas; reorganiza planes y programas de estudio de la educación primaria en dos
grandes apartados: instrumentales e informativas; suprimió la frontera entre la escuela
secundaria y la llamada pre-vocacional; creó el Departamento de Enseñanzas
Especiales para favorecer la educación técnico-industrial; fundó la Escuela Normal
Superior y el Instituto Federal de Capacitación del Magisterio en 1944-45; reformó el
Artículo Tercero Constitucional con miras al establecimiento de una "educación
democrática y práctica"26. Mediante tres sucesivos congresos realizados entre 1944 y
1946, logró establecer las bases para la constitución del Sindicato Nacional de
Trabajadores de la Educación -SNTE-. El modelo educativo desarrollista y de Unidad
Nacional empezó a tener cuerpo y claridad en cuanto a orientación, a partir de estas
grandes decisiones. Lo que hicieron los sucesivos secretarios y el mismo Torres Bodet,
en su segundo periodo como responsable de la política educativa del país, contribuyó a
fortalecer el proyecto. Frente lo extenso del asunto, sólo destacaremos aquí las
cuestiones más sobresalientes:

Con el ascenso de Miguel Alemán Valdés a la presidencia de la República, dio comienzo


el Estado Civilista. Destacan en la administración alemanista la creación de "Ciudad
Universitaria, de Ciudad Politécnica de Santo Tomás, del Instituto Nacional Indigenista y

25
Para mayor información, véase Meneses Morales, ob. cit., p. 269-271.
26
Para mayor información, véase Meneses Morales, ob. cit., p. 306-307.
32

27
del Instituto Nacional de la Juventud" . Manuel Gual Vidal, Secretario de Educación
durante el régimen, intentó poner en marcha un proyecto novedoso, para apoyar la
política de industrialización en la que Alemán Valdés centró su proyecto de gobierno. La
propuesta consistió en un "Sistema de escuelas paralelas". Esto es, una primaria normal
de seis grados y otra de cinco que se llamó "de aceleración". Bajo el principio de
Escuela Unificada -que no de unidad- se estableció la idea de facilitar el acceso al mayor
número de jóvenes a la enseñanza media y superior de carácter técnico, en especial
hacia el terreno agrícola e industrial. El carácter práctico del proyecto se tradujo en una
escuela del trabajo y para el trabajo que debía iniciar desde la primaria y que sin
descuidar la memoria y la receptividad, desembocara en una "escuela que produzca
28
manos más prontas, dedos más hábiles, sentidos mejor ejercitados" . Con este
principio, se pasó de la educación integral, a la educación para capacitar y crear bienes
económicos de manera pronta. La justificación de este vuelco se sustentó en que los
países de economía atrasada como el nuestro, reclamaban una formación técnica
acelerada a fin de transformar la materia prima en productos elaborados y con ello,
competir mejor en los mercados de consumo.

Entre 1951-1952, dos cuestiones sobresalen en el horizonte político. El enorme giro que
se había dado en materia de reforma agraria, situación que tenían muy molesto a
algunos hombres cercanos al general Cárdenas; y la elección de un civil en 1946. Para
los militares, éste hecho significaba un lento e irreversible proceso de pérdida de
espacios en los altos puestos de la administración pública. Ambas cosas se conjugan en
el lanzamiento del general Miguel Enríquez Guzmán a conquistar la presidencia de la
República frente al aspirante oficial Adolfo Ruiz Cortines. De las realizaciones durante el
ruizcortinismo, destacamos aquí, el haber concedido el voto a la mujer; y por otro, la
devaluación del peso a 12:50.

27
Para mayor información, véase Meneses Morales ob. cit., p. 341-343.
28
Para mayor información, véase Isidro Castillo, ob. cit., p. 75-77.
33

Debido a que en el mundo se vivía en plena guerra fría, Ruiz Cortines nombró Secretario
de Educación a José Ángel Ceniceros, que por cierto ha resultado ser el único profesor
29
normalista que ha ocupado ese puesto a lo largo de este siglo , quien estableció la
Escuela de la Mexicanidad, en su proyecto de trabajo. Esta tendría como columna
vertebral, desarrollar fuertemente desde el aula, sentimientos hacia el mexicano, lo
mexicano y la formación moral y cívica para consolidar a la familia mexicana. Todo esto,
con el propósito de contribuir de modo más amplio a reforzar el desarrollo de la unidad
nacional que para estos momentos parecía entrar en crisis.

Hay la opinión sin embargo, de que en éstos seis años -1952-1958- los hechos y logros
en materia educativa para apoyar la política de industrialización del país y de desarrollo
en general, fueron modestos frente a lo realizado entre los años de 1940-1952. De los
estudios revisados para entender y explicar tales juicios, se puede desprender entre
otras cosas lo siguiente: que la vitalidad del discurso de unidad nacional luego de más de
doce años de mantenerse, manifestaba claro agotamiento; que a la vuelta de dos
sexenios de haberse abandonado los principios de la gesta de 1910, la Revolución
Mexicana acusaba una mayor crisis no sólo de orden político, sino de orden social y
hasta moral. Por si esto no fuera suficiente, el tránsito repentino de una economía
agrícola a una economía industrial sin la debida preparación de la sociedad, trajo como
resultado, reordenación de la sociedad y mayor desigualdad. La Escuela Rural como
proyecto social prácticamente desapareció. A los grandes cambios en el terreno
económico, la enseñanza memorista y verbalista no podía mantenerse como opción para
responder a los retos del desarrollo. No pocos estudios sobre los problemas del país,
llegaron a sostener que hacia fines de los cincuenta, en vez de preparar para saber y
hacer, sólo se preparaba para saber, y que en lugar de consolidar la unidad nacional,
30
nos fuimos hacia la "uniformidad nacional" .

29
Para mayor información, véase Meneses Morales, ob. cit., p. 403-405.
30
Para mayor información, véase Isidro Castillo, ob. cit., p. 95-96.
34

El costo económico, político, social y educativo que se sentía ya por estos años, condujo
al Estado Mexicano a reflexionar acerca de lo que estaba sucediendo. Cuarenta años de
gobiernos revolucionarios según los discursos oficiales, sólo habían logrado que de 7
millones de niños que demandaban educación, sólo la mitad asistían a la escuela, y que
el promedio nacional de escolaridad apenas alcanzaba el segundo año31. ¿A qué se
debía este problema? De las muchas reuniones que promovió el Estado para encontrar
las razones de este atraso, se concluyó que en el país la educación -como en muchos
otros renglones de la vida nacional- no se planeaba. Descubierto lo que se consideró
como problema medular, el Estado creó una instancia que se concretara a realizar esta
tarea. Así nace el Consejo Nacional Técnico de la Educación -CNTE-, que curiosamente
coincide con la sucesión presidencial y el paso de la política económica de crecimiento
con inflación a la política de desarrollo con estabilidad.

De los trabajos realizados bajo la coordinación del Consejo Nacional Técnico de la


Educación, se llegó a la conclusión de que para resolver íntegramente el problema
nacional de la educación, éste debía asumirse no como responsabilidad de gobierno,
sino como compromiso de Estado. La insuficiencia, el atraso y lo elemental de la
educación, aparte de lo libresco y memorista, distaba mucho de convertirse en un
soporte real para un país que hacia fines de los cincuenta, se convertía en una sociedad
con predominio industrial, frente a lo que era el iniciarse el modelo desarrollista. Así, con
Adolfo López Mateos en la silla presidencial y el regreso de Jaime Torres Bodet -de
fuerte influencia vasconceliana-, el gobierno se dio a la tarea de configurar un proyecto
educativo a largo plazo. Esto es, el Estado Mexicano retomaba sus responsabilidades
fundamentales expresadas como postulados de la Revolución y traducidas en preceptos
constitucionales en la Constitución de 1917. Comprometía a los gobiernos de los
sexenios de 1958-1964-1970 a resolver de modo definitivo, los problemas educativos
que durante cuarenta años se atendieron con altibajas. El Plan para el Mejoramiento y
Expansión de la Educación Básica, más conocido como Plan de Once Años, se había

31
Para mayor información, véase Morales Meneses, ob. cit., p. 466-468.
35

fijado como propósito, que al finalizar la década de los sesenta, ningún niño en edad
escolar, -sin olvidar el crecimiento natural de la población- esto es, de seis a catorce
años, debía estar fuera de aula; mantener la satisfacción de la demanda real y hacer que
todos los inscritos terminaran la escolaridad primaria. Con esto último, se buscaba
remontar el promedio nacional de escolaridad que hacia fines de la administración
ruizcortinista, alcanzaba apenas el segundo grado y desde luego modificar
cuantitativamente el hecho de que de cada mil niños que iniciaban la primaria, sólo uno
llegaba a la Universidad.

Intensificar la campaña de alfabetización procurando con ello, la erradicación de iletrados


al concluir el tiempo fijado en el proyecto. Multiplicar la construcción de escuelas, reparar
las existentes y crear plazas suficientes para profesores, a fin atender pedagógicamente
y de modo apropiado la creciente demanda. Algo que se juzgó como un imperativo para
cambiar y avanzar, fue reorganizar por áreas planes, programas, contenidos y métodos
de enseñanza, -cinco para preescolar, seis para primaria-. Se pensó que con esta
innovación la enseñanza y el aprendizaje de conocimientos dejarían de ser parciales y
carentes de una noción integral e integradora. La edición de libros de texto gratuito y
obligatorio para cada uno de los seis grados, bajo la responsabilidad de la Comisión
Nacional de Libros Gratuitos, respondía a las ideas antes mencionadas; pero también
apoyar a la gran población que por la escasez de sus recursos, no podía adquirir textos
que niños y profesores necesitaban para trabajar en el aula. El principio de Integración y
Unidad Nacionales, proclamado por el Presidente López Mateos en ese entonces,
reclamaba poner en marcha de manera más organizada no sólo estos planteamientos,
que bien vistos cada uno, constituía en sí mismo un programa dentro de un gran plan,
sino, la exigencia de elevar en grado y calidad, la educación que por razones de
desarrollo, Estado y Sociedad estaban demandando.

Hacia 1965, el plan es reforzado con el principio de "aprender haciendo y enseñar


produciendo" que se traduce en la creación de Centros de Capacitación para el trabajo
36

industrial; además, los medios electrónicos se incorporan a este servicio, vía Radio
Primaria y la Educación Secundaria por televisión. De los resultados de este gran
proyecto se hablará más adelante; no sin antes señalar el empeño que sobre el particular
tuvieron los estados de Jalisco, Veracruz y Puebla.
37

Calidad de la educación y formación docente

Desde su campaña como aspirante a la presidencia de la República, el general Manuel


Ávila Camacho, dejó entrever su intención de cambiar el rumbo de la educación para
hacerlo coincidir y dar respuesta adecuada, al modelo de desarrollo, que se estaba
configurando para el país. Ante tales propósitos, los profesores de toda la república
agrupados en el Sindicato de Trabajadores de la Educación de la República Mexicana
(STERM) se dispusieron a dar la batalla para defender junto con el Secretario de
Educación Sánchez Pontón, la permanencia del proyecto de educación cardenista.
Lejos de mantener unidad, ante lo que se avecinaba, los profesores se dividieron y con
ello el camino quedaba allanado para formular e instaurar un nuevo modelo educativo.
El Sindicato Nacional Autónomo de los Trabajadores de la Educación (SNATE) y el
Frente Revolucionario de Maestros de México (FRMM), fueron producto de la lucha al
interior del STERM, por apoderarse del liderazgo de la organización magisterial e
insertarse con otro discurso, en lo que habría de ser una escuela diferente para una
32
sociedad distinta . Atrás quedó un proyecto educativo para la emancipación y por el
que no pocos profesores fueron perseguidos, encarcelados, asesinados o mutilados.
Destruido el mayor ariete para la defensa y continuidad de una educación para el pensar
y hacer, Luis Sánchez Pontón renunció a su cargo. Tres años más tarde, arribó a la
dependencia, Jaime Torres Bodet. Discípulo de José Vasconcelos y hombre bien
formado en las humanidades, resultó justo la persona que se requería para dos cosas: a)
resolver el conflicto que había surgido en la familia magisterial, mediante el llamado a
configurar una sola organización de carácter nacional, y b) formular un nuevo modelo de
educación, toda vez que el país se disponía a reorientar su destino todo.

Para un proyecto educativo cuyas premisas eran la igualdad -por encima de la división
de clases-, la libertad, la paz y la democracia, se hizo necesario pensar en un profesor
con ideas y herramientas diferentes a las que el mismo Estado -pero con otro rostro- le

32
Para mayor información, ver Ernesto Meneses, ob. cit., p. 246-248.
38

había dotado tiempo atrás. El principio de Unidad Nacional, y el paso hacia la


industrialización como renglón dominante del modelo de desarrollo, así lo demandaban.
La necesidad de una "mejor calidad de la educación", condujo al secretario Torres Bodet,
tomar las primeras medidas en torno a la formación de docentes como hoy se diría.
Reorganizó y mejoró las escuelas normales rurales, elevando de cuatro a seis años, el
periodo de estudios a fin de igualarlas con las escuelas normales urbanas. Diecinueve
escuelas normales rurales que por años habían preparado profesores con una clara
orientación social, dejaban de hacerlo hacia 1944, debido a que planes, programas,
métodos y contenidos por trabajar, respondían más a la vida urbana que a la rural. La
uniformidad nacional en vez de la unidad nacional, aquí también iniciaba sus primeros
pasos. Se restableció la red de misiones culturales -con otra orientación- que hacia
1946, llegaban en número de 49, para elevar el nivel cultural de la población y acelerar el
ritmo del desarrollo económico. Las Escuelas Normales Rurales, las Centrales
Agrícolas, las Casas del Pueblo y las Misiones Culturales de los años 20; las Escuelas
Regionales Campesinas y las Escuelas Prácticas de Agricultura de clara expresión
revolucionaria, desaparecían tan rápido como fueron surgiendo, dando paso a otras
instituciones que tenían la misma tarea, pero principios diferentes.

La educación secundaria, instaurada en 1925, reclamaba ser atendida por profesores


con mayor preparación. Los cursos sueltos de un año bajo la dependencia de la
Universidad Nacional de México, inaugurados en 1930, fueron las primeras medidas
frente a tal exigencia. Más tarde, el Consejo de Educación Superior e Investigación
Científica elaboró un plan de estudios para el recién creado Instituto de Mejoramiento de
Profesores de Enseñanza Secundaria, en 1936. A éste le siguió bajo la responsabilidad
ya de la Secretaría de Educación Pública (SEP), el Instituto de Preparación para
Profesores de Enseñanza Secundaria. Al promulgarse la Ley Orgánica de Educación
Pública en 1942, el Instituto desaparece y nace la Escuela Normal Superior con tres
campos, -pedagógico, especialidad y cultura general- y diez especialidades33.

33
Para mayor información, ver Ernesto Meneses, ob. cit., p. 292-300.
39

Preocupado por la existencia de miles de profesores habilitados, -17 mil- sin formación
pedagógica y sin título, y ante la imposibilidad de contar con suficiente de centros para
formar el número de profesores que la nación requería, Torres Bodet impulsó la creación
de una institución que cubriera las exigencias mínimas de quienes ya ejercían el oficio de
enseñante, particularmente en el medio rural. Era urgente -se pensaba entonces-, dar
unidad a los métodos, a los contenidos y a la orientación en la enseñanza. Con estas
premisas nace el Instituto Federal de Capacitación del Magisterio, mediante Decreto del
26 de diciembre de 1944. Al comenzar sus funciones en marzo del siguiente año, su
estructura básica que consistía en: Una Dirección General -ubicada en el D.F.- en
Centros Estatales, -más de una en algunas entidades- y en Centros Locales de Estudio,
prácticamente cubrió a lo largo de sus treinta años de vida, todo el territorio nacional.
Este hecho hace pensar que el Instituto fue el más grande Centro de Formación de
Profesores para la educación primaria, que la sociedad mexicana haya conocido hasta
nuestros días.

Académicamente, el Instituto funcionaba de dos maneras: una modalidad escolarizada


mediante lo que se llamó Escuela Normal Oral, ubicada en la Ciudad de México. Aquí
los estudios a nivel profesional, eran cubiertos de viernes a domingo. La modalidad a
distancia o abierta, atendía a profesores habilitados, con educación primaria o
secundaria terminadas. Ambas modalidades tenían cursos intensivos que se realizaban
en cada uno de los centros, durante el periodo corto y largo de vacaciones, según el
calendario escolar vigente entonces.
Este proceso de capacitación fue apoyado -el abierto en particular- no sólo con asesorías
que se ofrecían a través de los Centros Locales de Estudio -CLES- que se fueron
diseminando en todo el país, sino se dotó de manera gratuita a los estudiantes-
profesores, de libros para cubrir el nivel secundaria y/o profesional. Buena parte de los
títulos para trabajar las materias de cada nivel, así como una colección que se llamó de
perfeccionamiento, fueron escritos por los propios profesores -catedráticos se les
40

llamaba- de la institución y editados por esta misma. Miles de estos libros recorrieron la
república y sus apartados rincones. Había además un estímulo para quienes decidieron
estudiar en esa Institución que consistía -se llamaba sextas partes- en una mejora
salarial por cada año acreditado. Así se fue resolviendo -no del todo- la necesidad de
mejorar la educación mediante una mejor preparación del docente; pues según lo
expresara Torres Bodet en un discurso, "la calidad intrínseca de maestro es piedra de
toques de cualquier sistema educativo", y el México de nuestros días agregaría, "busca
34
que el maestro sea todo un hombre y no un compendio de fórmulas pedagógicas" . La
importancia que tuvo esta institución en la preparación -capacitación- de profesores de
educación primaria, se refleja en hechos como: de 1945 a 1958, logró titular a 15 620
35
profesores , y de 1959 a 1964, alcanzó la cifra de 17 472 profesores. La preocupación
y los esfuerzos, se tradujeron en tangible realidad, aún cuando mucho quedaba por
hacer.

No sólo de esta manera se procuró elevar -modernizar- la preparación de profesores.


Otras acciones se dieron a lo largo de los treinta años del México de Unidad Nacional o
desarrollista. Por ejemplo, en el Primer Congreso de Educación Normal celebrado en
Saltillo Coahuila -marzo de 1944- se acordó restablecer la Normal Rural de carácter
socialista, educativa, integral, regional, agropecuaria e industrial. También en esa
reunión se convino mantener unidad en los planes y programas de estudio semejante a
las normales urbanas; además, debió enseñarse lengua indígena. Resalta en los
considerandos además de lo arriba referido; reconocer a la educación normal como
carrera profesional, crear la escuela mexicana y afirmar la democracia36. En el Segundo
Congreso, realizado en la Ciudad de Monterrey a fines de noviembre y principios de
diciembre, de 1945; se logró que el Estado construyera edificios propios de las Escuela

34
Para mayor información, véase Jaime Torres Bodet, p. 625-627.
35
Ver Meneses Morales, ob. cit., p. 409-412.
36
Para mayor información, ver Torres Bodet, p. 628-632.
41

Nacional de Maestros, Escuela Nacional de Educadoras y Escuela Normal Superior. Y


en el Cuarto Congreso, convocado en la Escuela Normal de Saltillo, Coahuila, en abril de
1969, se definieron las características que debía poseer un docente: vocación, formación
moral, cultura general, espíritu de servicio social, imaginación creadora, conocimiento
sobre el niño para enseñarlo a pensar, enseñarlo a aprender y desarrollar en él, sentido
37
de responsabilidad .

Acciones no menos significativas para responder a los imperativos del modelo de


desarrollo, fueron: la creación en el régimen de Miguel Alemán, de la Dirección General
de Educación Normal con tres espacios: Departamento de Estudios Técnicos,
Subdirección de Escuelas Normales Rurales y de Normales Urbanas.

La celebración de la Junta Nacional de Educación Normal, en octubre de 1954 formulo


entre otros imperativos: la urgencia de "capacitar a los aspirantes a ser maestros" para
cumplir con las exigencias de la crisis social que se empezaba ya a sentir con fuerza; que
la docencia dejara de entenderse como una "profesión accidental y precaria". Algo más,
en esa misma reunión se aprobó la Carta de Educadores Mexicanos misma que
exhortaba a los profesores a lograr y sostener una alta competencia profesional y a
procurar una mayor organicidad y unidad en los planes, programas y contenidos de
estudio, retomando la experiencia de 1943. También se impulsó la creación de un
Sistema Nacional de Educación Normal, cuyo propósito era: fomentar el amor a la patria,
crear en el educando un concepto científico del mundo y de la vida, lograr en el docente
un conocimiento mejor del sujeto-educando, del medio y del hecho educativo, así como
la concreción de un nuevo tipo de enseñante nutrido con la ideología de la Revolución
Mexicana38. Hacia fines de la administración ruizcortinista se reestructuro la educación
normal. Planes, programas, métodos y contenidos son sancionados por el recién creado
Consejo Nacional Técnico de la Educación a fin de responder con mayor unidad en la

37
Para mayor información, ver Agustín Yañez, p. 44-75.
38
Para mayor información, ver Ernesto Meneses, p. 414-418.
42

formación de profesores, tarea que cubrían decenas de escuelas normales entre


federales, federalizadas, rurales, urbanas y particulares incorporadas.

Un hecho que clausura el esfuerzo desplegado por el Estado por elevar la formación de
profesores, se inscribe en el llamado Plan de Once Años. Después de los estudios de
secundaria, la educación normal no sólo reorganiza su currícula, sino establece que la
carrera habrá de cubrirse en vez de tres años, cuatro; lo mismo para educadoras,
profesores de educación primaria, profesores de educación física, así como también
para profesores que prepararán hacia el trabajo rural e industrial.

Establecido como objetivo central del Plan de Expansión y Mejoramiento de la Educación


Primaria -su nombre oficial- la educación integral, se planteó preparar y capacitar al
futuro maestro para ejercer la docencia y para la investigación. Esta última debía servirle
como apoyo a su ejercicio docente.

Ante el impulso que estaba adquiriendo la política de desarrollo regional, y de la


acelerada industrialización; se consideró pertinente crear Centros Regionales de
Educación Normal -Iguala, Guerrero y Ciudad Guzmán, Jalisco- con fines de preparar
mano de obra según condiciones de la región; y en convenio con la UNESCO, fundar el
Centro Nacional de Enseñanza Técnico-Industrial para formar profesores que atendieran
la enseñanza técnica en los niveles medios y la formación -capacitación- de obreros
calificados. Finalmente, no es del todo inútil decir que hacia finales del tiempo
establecido en el Plan de Once Años y a pesar de la reducción en número de escuelas
normales rurales -efectuada por el presidente Díaz Ordaz como represalia ante el
conflicto de 68- el país contaba por un lado, con varias modalidades en cuanto a política
de formación de profesores; y por otro, el número de escuelas para preparar maestros
de educación primaria eran un total de 16638 federales, 41 estatales y 87 particulares.
En lo que respecta a Normal Superior, se contaba con 14 planteles -6 dependientes de
universidades, 3 de los gobiernos estatales, 4 incorporadas y una dependiente de la
43

39
SEP- . Algo sin embargo no era congruente con los cambios que se habían dado en la
educación preescolar y primaria. Mientras que en estas se enseñaba por áreas -por la
reorganización de planes, programas y contenidos-, en las normales, la preparación de
profesores se mantuvo por disciplinas.

39
Para mayor información, ver Agustín Yáñez, ob. cit., p. 48- 53. Jaime Torres Bodet, ob. cit., p. 81-87; 633-649.
Plan para el Mejoramiento y la Expansión de la Educación Primaria p. 48-53 y Obra Educativa, p. 149-166.
44

Crisis del modelo: sus secuelas

Tratando de resumir las acciones que dieron tipicidad al modelo de desarrollo; puede
afirmarse que hacia fines de la década de los sesenta, México era un país más industrial
que agrícola, una sociedad más urbana que rural. Un país con marcados desarrollos
regionales -Monterrey, Estado de México, Puebla, Guadalajara, Tabasco- y con
crecientes zonas metropolitanas. También, producto de la desruralización del campo y
del espejismo que generó el desarrollo industrial, crecieron y multiplicaron zonas
marginadas y cinturones de miseria alrededor de las grandes ciudades; Ciudad
Netzahualcóyotl por ejemplo.

No puede negarse desde luego, que la institucionalización de la Revolución Mexicana, el


presidencialismo, la existencia de un Partido de Estado -con rostros diferentes desde su
origen- y la corporativización de los grandes sectores de trabajadores alrededor del
Estado vía partido oficial; explican en buena medida la estabilidad política y social que se
vivió a lo largo del periodo y que permitió el desarrollo económico que tanto enorgulleció
a los gobiernos de la época. Pero tampoco debe ignorarse que ese enorme peso que el
presidencialismo ha significado en la vida nacional, prácticamente anuló el proceso de
democratización del país. El control que se llegó a ejercer sobre los distintos sectores de
trabajadores y sobre la sociedad en general, los arrinconó a una especie de asfixia
democrática; y quienes se atrevieron a manifestar su inconformidad, plantear mejores
condiciones de vida o de participación política; sufrieron marginación, cárcel, persecución
o asesinato. La vida cívica y social sufrió durante el desarrollismo grandes restricciones
igual que lo fue en el renglón económico, para la gran mayoría de la población. Pobreza,
desigualdad, marginación y nulo ejercicio de la democracia, fueron entre otras cosas, el
costo de lanzar al país a un estadio diferente, pero sin haber resuelto del todo los
problemas que dieron origen al movimiento de 1910.
45

Es cierto por lo demás, que en materia educativa las cosas en cuanto a cantidad se
refiere, eran muy otras. Miles de escuelas se levantaron en todo el país, por el gobierno
federal, estatal y municipal; también creció considerablemente el número de profesores;
igual ocurrió en el caso de centros e instituciones de enseñanza media y superior. Sin
embargo, hacia 1970, el promedio nacional de escolaridad era tan sólo de tres años; y la
calidad de la educación distaba mucho de responder a las exigencias del desarrollo
nacional. Todo esto significaba que los avances logrados a lo largo de treinta años,
hicieron exclamar a no pocos, que México era hacia 1970, otro país. Y ciertamente lo
era, pero a un costo social, como político, muy elevado.
46

CAPITULO III. CRISIS Y BUSQUEDA DE UN NUEVO MODELO DE DESARROLLO:


1970-1982

A propios y extraños, no quedaba duda de que el modelo de desarrollo iniciado en 1940,


estaba agotado. El Estado Mexicano frente a tal situación, tenía un reto, pensar en un
nuevo modelo económico. Para ello, era menester tomar en cuenta no sólo factores
internos, bien sea por su obsolescencia o por ser de origen reciente; sino considerar
sucesos externos que contribuyeron de alguna manera, sí no a generar un modelo
económico alterno, sí a reorganizar -modernizar- la economía nacional.

Es pertinente señalar que la búsqueda y significación de un nuevo modelo de desarrollo


para el país, atraviesa más de dos décadas. En este lapso de tiempo, el proceso de
modernización que vivirá la sociedad mexicana, se ha juzgado dividirlo -para un mejor
entendimiento- en dos: el primero que corresponde a éste capítulo, tiene mucho qué ver
con una constante histórica; esto es, la lucha por construir con mayor solidez, un México
profundo; el segundo, que insiste en edificar un México imaginario40, se trata en el cuarto
capítulo. Ambos proyectos manifiestan desde sus propios planteamientos, interés por
superar la crisis; lo que distingue al proceso de modernización en cada momento, es que
las acciones emprendidas entre 1970-1982, fue hecha por políticos funda- mentalmente;
en tanto que las medidas impulsadas a partir de 1982, lo fue por economistas. Otro
elemento que sobresale en la búsqueda y edificación del nuevo modelo económico, es
que en el primer momento, el sello ideológico sobresaliente es el nacionalismo; en tanto
que en el segundo, priva el llamado neoliberalismo. Así, el México profundo y
nacionalista van hermanados, igual que México el imaginario y neoliberal. Por último, la
intención en torno al periodo y momentos, no es examinar políticas sexenales, ni hacer
un estudio profundo sobre las diversas acciones que emprendieron o se han emprendido
en cada proyecto de modernización; se trata tan sólo, de destacar qué distingue a uno y

40
Sobre esta idea, resulta muy recomendable leer el texto de Guillermo Bonfil: México Profundo: una civilización
negada.
47

otro modelo económico y cómo afectó ó afecta a la sociedad en su conjunto. Hecha esta
distinción, comencemos por asomarnos en nuestro exterior.

1. Nuestro entorno cercano y lejano

Conviene examinar en principio, algunas cuestiones que expliquen mejor el inicio de una
nueva fase en el proceso de modernización del país, y la formulación de un nuevo
modelo de desarrollo. Al asomarnos en nuestro alrededor mediato y distante, vale
recordar sucesos que de una u otra manera, incidieron en el México de los años 70 en
adelante.

Como es del conocimiento de no pocos, el modelo desarrollista tuvo efectos y alcances


distintos en cada uno de los países latino- americanos donde se puso en marcha; tanto
en el terreno económico, como en el político y social. Decimos esto, porque mientras
que en México los problemas políticos fueron manejados por el Estado de un modo tal
que prácticamente canceló todo signo de subversión con alcances golpistas; en América
Latina y el Caribe, la estabilidad en casi todos los países, no fue la tónica.

Al contrario, casi todos los países del área -salvo Costa Rica, Chile, Belice y las
Guayanas- padecieron a lo largo del periodo desarrollista, asonadas militares y golpes de
Estado. Durante este tiempo, personajes como los Somoza, los Rojas Pinilla, los Pérez
Jiménez, los Leonidas Trujillo, los Stroessner, los Duvalier, los Bautista, etc., se
distinguieron sometiendo a sus pueblos a condiciones no sólo de miseria, sino de
represión sin igual. Esta diferencia entre otras, hizo creer a los gobiernos mexicanos de
la época, que el camino emprendido y las prácticas en él ejercidas, eran las correctas;
pero también les impidió acaso, ver y percibir insatisfacciones e inconformidades de
diverso signo que hacia fines de los sesenta, estallaron.
Desde luego, detrás de ese ramillete de golpistas, muy pendiente estuvieron los Estados
Unidos para salvaguardar sus intereses a través la doctrina Foster Dulles versión
48

41
moderna de la Doctrina Monroe . Sin embargo y a pesar de que los pueblos
latinoamericanos vivieron -y viven- sometidos por el poder civil y el acoso de dos ejércitos
-local y metropolitano-; los movimientos sociales, buscando cambiar de modo radical el
estado de cosas, proliferaron. Entre los años treinta a sesenta, los Movimientos de
Liberación Nacional irrumpieron en Nicaragua, Guatemala, Colombia, Ecuador, Brasil,
Venezuela, Bolivia, Cuba, etc. De todos ellos, sólo el movimiento cubano habría de
triunfar. El hecho generó una gran preocupación a los Estados Unidos, que casi de
inmediato pusieron en marcha el programa Alianza para el Progreso -Alpro- con miras a
detener la proliferación de gobiernos nada favorecedores a sus intereses. Fenómeno
igual ocurre en otras fronteras. Concluida la Segunda Guerra Mundial, la India sometida
al imperio inglés, inicia su lucha por emanciparse; igual hace Vietnam frente a Francia
que la seguía considerando su propiedad. Las Colonias Africanas también resolvieron
emprender el largo y difícil camino hacia su emancipación. Lo mismo harán Asia y los
Emiratos Árabes. Incluso, al interior de los Estados Unidos, se darían dos grandes
movimientos en estos años: el Movimiento Chicano y el Movimiento Negro, por los
derechos civiles. El despertar del nacionalismo en todos éstos lugares y la
determinación de no seguir siendo abiertamente colonias o vivir bajo un régimen
colonialista disfrazado de democracia; constituye sin duda, un hecho sobresaliente de
éstos años y que más tarde contribuyó a que los países desarrollados revisaran su
propia situación; pues a no dudar, en puerta se gestaba una nueva situación mundial que
en términos de bloque quedarían configuradas en tres: el Primer Mundo, básicamente
capitalistas, de alto desarrollo, y de occidente; el segundo mundo, la Unión Soviética en
particular, sin ignorar Yugoslavia, Checoslovaquia, Polonia y acaso quepan aquí los
Países Bajos -Suecia, Holanda, Noruega-; todos ellos con un nivel de desarrollo
diferenciado y no tan alto como los de la primera clasificación; y el Tercer Mundo, donde
se ubican casi todos los países de América Latina, África, Asia, el Oriente Medio y
Oceanía. Semejante situación en el mundo, aunado a los conflictos nada ocultos ya

41
Vale la pena leer un excelente artículo de Lorenzo Meyer, publicado en el diario Excélsior, el 12 de junio de 1991.
La opinión que el gobierno norteamericano de los años 50, tiene del nuestro, es muy ilustrativa.
49

entre las potencias industriales por ampliar su esfera de influencia política y comercial
hacia los países de escaso desarrollo; condujo a todos, buscar nuevas vías para
participar con mayor ventaja posible en la reorganización de la economía internacional y
en la incursión del mercado. Por otro lado, el Patrón Oro, como materialización de pago
en el intercambio comercial según se desprende en lecturas que analizan la economía
mundial de éstos años, ya no resultaba confiable como moneda de pago en las
transacciones comerciales. Tampoco resultaba práctico para los poderosos, las
relaciones bilaterales por la efervescencia anticolonialista de los llamados países pobres;
de ahí que optaran por impulsar el multilateralismo; esto es, los del mundo industrial,
participar juntos, a fin de adueñarse mejor del mercado, la mano de obra y de los
abundantes recursos naturales de las sociedades no desarrolladas. Explica esto en
primer lugar, la adopción del dólar -norteamericano- como moneda base para las
operaciones de comercio internacional; y por otro, ante la nueva correlación de fuerzas
que se estaban configurando, las naciones en su gran mayoría -teniendo en cuenta su
condición, situación e intereses- decidieron agruparse en organismos como: el Club de
Roma, el Club de París, el Grupo de los Siete, Junta de Uruguay, Comunidad Económica
Europea, Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo -UNCTAD-,
Nuevo Orden Económico Internacional -NOEI-; Organización de la Unidad Africana,
Grupo de los 77, Organización de Productores y Exportadores de Petróleo, Países no
alineados, Países del Tercer Mundo, Liga Árabe, Asociación del Sudeste Asiático,
Bloque Socialista, tratado de Montevideo, Mercado Común Centroamericano, Asociación
Latino- americana de Libre Comercio, Mercado Común Andino, etc. Las instituciones
financieras internacionales que surgieron después de la segunda guerra, como el Banco
Internacional de Reconstrucción, Banco Mundial, Fondo Monetario Internacional, Banco
Interamericano de Desarrollo, también se vieron sometidas a una revisión de su futuro
papel ante la crisis del Patrón Oro y ante la nueva situación económica y política que se
presentaba. Una nueva norma entre poderosos y no poderosos -colonialismo más
refinado- era ya inevitable el iniciarse los años setenta. La era atómica, espacial, de las
guerras regionales, de los grandes avances de la ciencia y de la invención y uso de
50

tecnologías sofisticadas, lo mismo para el bien humano que para su destrucción, habrían
de ser signos sobresalientes de estos años42. En la década -y más allá de la misma- se
dejaron sentir también, los efectos de cambio que hacia mediados de los sesenta, se
hicieron muy evidentes en el mundo de la Iglesia Católica. Con la Encíclica Por el
Progreso de los Pueblos, lanzada por el Papa Juan XXIII en 1966, la Iglesia Católica no
sólo provocó un revuelo hacia su interior y exterior, sino daría pie al surgimiento y
desarrollo la Teología de la Liberación y a un distanciamiento más marcado entre iglesia
de los pobres, para los pobres, e iglesia de ricos para ricos. Este problema fue atenuado
en su empuje, con la Encíclica "Rerum Novarum", del Papa Pablo VI, en los años
setenta.

En tanto que esto fue sucediendo en fronteras cercanas y lejanas de nosotros, y que a
no dudar incidieron de alguna manera en nuestra posterior vida interna; tratemos de
revisar qué sucede en nuestra casa por estos años, para explicarnos los cambios que se
fueron dando al iniciarse la década.

2. Del autoritarismo a la apertura democrática

Una de las preocupaciones que Adolfo López Mateos Presidente, destacó en su


discurso, fue la idea de integración y unidad nacionales. Estos valores que permean el
proyecto educativo conocido como Plan de Once Años; pueden considerarse trazos de
las acciones gubernamentales para hacer frente a lo que parecía indetenible en el ámbito
de lo social como lo político; esto es, la inminente crisis que entrada la década de los
sesenta sería no sólo económica, sino social, política y hasta moral. No es equivocado
afirmar que los primeros signos de crisis, empiezan a manifestarse en el seno de la
familia; más concretamente, en la relación padres-hijos. Algunos rasgos que ayudan a
explicar manifestaciones tempranas de la crisis y lo que devendrá en ello.

42
Para un conocimiento más puntual sobre lo aquí señalado; se recomienda ver: Ramón Tamames. Capítulo II, III y
IV; y Gonzalo Martner. Capítulos I y II de la primera parte y capítulo I de la segunda parte.
51

La lucha generacional se manifiesta de modo creciente en los inicios de la década,


particularmente en el medio citadino y sobre todo de las llamadas clases medias hacia
arriba. El tú de los hijos hacia los padres como signo y reclamo que se es "igual",
constituye un fuerte sacudimiento en los segundos. Provocaron conflictos que no
siempre desembocaron en una relación mejor entre los actores. El principio -como se
entendía- de autoridad, respeto, reconocimiento en tanto "jefes" de la casa y de la
familia, se ponía en entredicho. Los hijos reclamaban no sólo libertad e igualdad que
sentían y afirmaban no tener, pero desde sus parámetros como hoy se diría. Los padres
en lo general no encontraron, no quisieron o no pudieron manejar con madurez e
inteligencia esta repentina "rebeldía" si así se le puede llamar. De por medio estaba el
principio de autoridad inculcado por generaciones, igual que la obediencia y la idea del
nosotros mandamos porque somos tus padres, tus mayores. Pero la rebelión juvenil
resultó imparable, y se tradujo más adelante en liberación femenina, liberación sexual,
irrupción de modas -uso de la minifalda, aparición de jóvenes- de la "honda", de rockeros
por el tipo de música que nos invadía en ese entonces. El consumo de cigarros entre las
mujeres jóvenes como una de las muchas manifestaciones acerca de cómo se entendía
la libertad, la igualdad, la liberación que fue cada vez mayor. Por esos años aparecen
también, los llamados hippies, jóvenes que por sus vestidos, procederes, conductas y
lenguajes rompían frontalmente con patrones asumidos, practicados y ejercidos por
generaciones. Todo esto desde luego no tiene propiamente un origen interno; tampoco
se detuvo en la familia; al contrario, se extendió y creció; abarcando otros espacios,
poniendo en tela de juicio el principio de autoridad y respeto de quienes eran
responsables del orden, de la disciplina, del cumplimiento de los principios, normas,
leyes que regían la vida política, educativa, social, cultural y moral hasta esos años.

Desde luego, detrás de esta revolución de valores, está la creciente expansión del uso
de la televisión como medio de propagandización de "valores" anglosajones; esto es,
metropolitanos, que para ellos eran buenos y válidos y que como tal, debían tener el
52

mismo sentido para las sociedades de la periferia. Frente a todo esto, las necesidades
económicas de la población trabajadora aunque se manifestaban cada día de manera
más aguda, por la desigual distribución de la riqueza y de oportunidades de preparación;
sus efectos sociales parecen haber sido menos explosivos.

Tales apuntamientos resultan válidos como gérmenes de una crisis que será explosiva
hacia fines de la década. Por ello habrá de sostenerse que, la misma no fue
particularmente económica como pudiera pensarse por parte de quienes niegan,
descalifican, o hacen una apreciación incorrecta acerca del sentido, importancia y
dimensión del fenómeno de 1968, ocurrido en nuestro país.

El hecho de comenzar por revisar la crisis desde la perspectiva social y política no es por
la dificultad que se tiene para examinar lo que sucede en el campo de lo económico; -la
dificultad está presente en cualquier terreno-; más bien porque es en el universo de lo
social y lo político donde el problema de la crisis se manifiesta -según nuestro parecer-
con mayor fuerza y significación. Esto es, lo más sentido de la crisis como fenómeno
generalizado durante estos años, fue en términos de intensidad: Crisis del autoritarismo,
que comienza en el seno de la familia y se extiende en esferas del poder civil,
académico, eclesial. Crisis de orden político por la férrea creencia de políticos y hombres
de gobierno en el sentido de que la política sólo era asunto de políticos. Los jóvenes -por
su edad- nada tenían que hacer en este terreno; su deber y obligación era cumplir con la
tarea que los mayores les tenían asignado. Crisis económica, por el agotamiento del
modelo iniciado en los años cuarenta. Crisis moral, por la obsolescencia de patrones
que regían la vida en todos los órdenes entre los nacionales. Crisis educativa, no sólo
porque las metas formuladas en el Plan de Once Años no se habían logrado al cumplirse
el tiempo establecido, sino porque lo alcanzado en cantidad, calidad y orientación, de
poco servían para armar un nuevo modelo de desarrollo económico.
53

Si estas eran las condiciones del país hacia fines de los sesenta o hacia principios de los
setenta, la tarea al parecer era enorme. Había que definir por dónde empezar y qué
papel asumiría el Estado Mexicano ante la magnitud del problema.

En este contexto, el movimiento estudiantil puede entenderse como el parteaguas entre


autoritarismo y democratización, entre crisis y cambio. La cuestión era entonces trabajar
en la formulación de un proyecto de modernización que estableciera con claridad el país
y sociedad que se deseaba edificar y con qué premisas. Desde los discursos de
campaña de Luis Echeverría, parecía dejarse entrever la idea de una práctica política del
Estado donde "el autoritarismo, el presidencialismo, la impunidad del Estado, la
arbitrariedad del sistema jurídico y policiaco, la opinión pública reducida a monólogo, la
política convertida en monopolio de clanes y grupos de poder", fuese sustituida por el
diálogo en todas las esferas sociales y en todos los espacios de poder a fin de establecer
bases elementales en la solución de los muchos conflictos de todo signo, producto del
ejercicio equivocado entre mandantes y mandados, entre adultos y jóvenes.

Aceptando como fundamental la desmocratización de la sociedad, mayor libertad en el


ejercicio de la libertad individual y de participación política y social como derecho esencial
de todos los mexicanos; el movimiento estudiantil centró en su demanda, lo que de
manera callada venía siendo un sentir casi generalizado no sólo de jóvenes -estudiantes-
sino de hombres y mujeres adultos de todos los sectores sociales, pero particularmente,
de los trabajadores y de la clase media por su creciente participación en el desarrollo
industrial43.

Pluralismo en vez de monolitismo, democratización en el ejercicio del poder en vez de


autoridad centralizada en un presidencialismo exacerbado, cambio del sistema político y
social como expresión de un nuevo régimen, un nuevo modelo económico como signo

43
Vale la pena, para mayor información sobre la importancia que tuvo el movimiento estudiantil en el proceso de
modernización del país, asomarse al artículo de Soledad Loaeza: "México 68 los orígenes de la transición" en:
Transición Interrumpida: México, 1968-1988. p. 15-47.
54

de modernización, en el que el Estado redefina su papel frente a la producción y


distribución de la riqueza generada por todos los nacionales, un nuevo modelo educativo
que atienda no sólo cantidad, sino calidad para responder a los retos que el país debía
enfrentar en el futuro; constituyen premisas para construir un nuevo país y una nueva
sociedad. Dicho de otra manera, el imperativo era no sólo superar la crisis, sino
modernizar el país entero y en su totalidad. El problema era, con qué orientación
ideológica, pues al interior de la clase dominante y gobernante, ya era inocultable a estas
alturas del siglo XX, la pugna entre los pragmáticos y los políticos, entre los nacionalistas
y los que simpatizaban por una mayor incorporación del país todo, al modelo
norteamericano, entre los que deseaban un nuevo modelo económico con mayor
independencia respecto del extranjero y quienes pretendían una inserción mayor de la
economía mexicana en condiciones diferentes hacia la economía internacional, lo que es
decir, norteamericana. Detrás de todo esto, estaba en el fondo una vez más la batalla
histórica por definir o redefinir una nación, un país, una sociedad.

Así, la lucha al iniciarse la década de los setenta, era no sólo definir un modelo
económico, sino su orientación y sentido social. De ahí que resulte muy conveniente
señalar aquí, la concepción que cada corriente manejó como sustento en su idea de
nación y sociedad por edificar.

Puede decirse en principio que la definición del perfil real de México en el futuro, estaba
formulado por un lado, en una concepción expresada por la clase dominante-gobernante;
y otra por la clase trabajadora. El primero se identifica con la idea de país imaginario; el
segundo, con el concepto del México profundo. El primero, guarda estrecha relación y
afinidad con el esquema y reestructuración capitalista que por esos años se había
44
iniciado ; el segundo, buscó impulsar un modelo económico, retomando y actualizando
el discurso que se sustenta en los principios de la Revolución Mexicana y en la
Constitución de 1917. La disyuntiva que se planteó, en ese entonces era:

44
Sobre este particular, véase: Héctor Guillen Romo. Capítulo II.
55

Modernización. Esto quería decir para unos, reorganización y reorientación de la


economía a partir del libre mercado y la libre competencia; para otros, la reorganización
45
de la economía hacia dentro para avanzar en el desarrollo desde dentro .

Las posibilidades de que uno u otro prosperaran, eran pocas según la opinión discurrida
por ese entonces. Dependía en buena medida para ello, en la combinación que se
hiciera en lo económico-político, en la lucha que dieran las clases por lograr su
aceptación entre los grandes sectores de la población. Su traducción se percibiría en los
programas que los sucesivos gobiernos formularan en el terreno de lo económico, lo
político y lo social.

Los rasgos que identifica cada proyecto

Según los estudiosos, el proyecto pragmático, tecnocrático, más conocido como


neoliberal, se distingue por entre otros muchos signos: el retorno a las instituciones del
mercado libre, como política dominante; proceder de los gobiernos abiertamente
autoritarios, depuración profunda del sistema económico y social, forjado por el Estado
benefactor; adelgazamiento del Estado, limpia de trabas que impiden el libre despliegue
de las potencialidades productivas concentradas en las grandes empresas
transnacionales, libre expansión del gran capital46.

Para las transnacionales como para el gran capital -sobre todo internacional-, los factores
que bloquean esas potencialidades y la libre expansión de capitales son, el
desbordamiento de la democracia, el deterioro y la legitimidad de los gobiernos e
instituciones ajenas a los principios del neoliberalismo; el gigantismo del aparato estatal
que absorbe buena parte de los recursos financieros que se necesitan para acumular

45
Sobre esta idea, vale la pena asomarse a un trabajo por demás interesante de: Osvaldo Sunkel. Del desarrollo
hacia adentro al desarrollo desde dentro. Lecturas del Trimestre p. 35-80.
46
Para mayor información, ver: Miguel Ángel Rivera Ríos. Capítulos II y IV.
56

riqueza y así poder producir más riqueza; la conversión de los sindicatos en fuerzas de
alcance nacional y con una clara injerencia en la política pública, distorcionando y
desnaturalizando el carácter original del trabajo como factor de producción; el
renacimiento del nacionalismo, particularmente en los países poseedores, productores y
proveedores de materias primas, tan necesarias para el desarrollo industrial de las
grandes metrópolis. Modificar esta situación, suponía para estos actores, racionalizar
subsidios y acabar con el proteccionismo. En otras palabras, abrir sin restricciones las
fronteras nacionales a las grandes empresas extranjeras y al gran capital y reorientar la
política económica interna evitando con ello, el despilfarro. El Estado frente a tales
planteamientos, tendrá dos desempeños: ser un Estado policía y ser un Estado
47
facilitador .

En tratándose del proyecto nacionalista, este se define mediante el control y manejo por
parte del Estado de todos los recursos naturales y no naturales, dominio de las
condiciones generales en que se desarrolla la producción, fortalecimiento de la
independencia económica mediante el desarrollo preferente del mercado interno,
ejercicio pleno de la soberanía nacional en materia económica, política y social. El
Estado en este caso, no sólo sería responsable de cuanto se haga, sino en buena
medida, diseñador, organizador y conductor del proyecto de desarrollo económico que
una determinada sociedad requiere, según sus condiciones, aspiraciones y momento
histórico.

Entendiendo que lo arriba señalado distingue a uno y otro proyecto según los estudiosos,
veamos cómo se intenta traducirlo en modelo de desarrollo bajo el cobijo de
Modernización, en nuestro país.

47
Una información mayor sobre este particular, lo proporciona Rene Viillareal: La Contrarrevolución Monetaria;
capítulo 3 del apartado B y capítulo 5 del apartado A.
57

El proyecto nacionalista

Como se recuerda, la lucha por la independencia y la soberanía son una constante en la


formación histórica de la sociedad mexicana. Tras de sacudirnos el yugo español, en
nuestro caminar por una vía independiente y soberana, presente siempre ha estado el
apetito expansionista norteamericano mediante la doctrina Monroe y la doctrina Foster
Dolles. Lorenzo Meyer afirma que si a lo largo de casi doscientos años de vida
independiente, no hemos perdido de todo soberanía, obedece no sólo a la voluntad,
determinación y tenacidad de los nacionales y algunos de sus más resueltos dirigentes y
gobernantes; sino a las condiciones desfavorables que se han dado en el Congreso
Norteamericano, cuando se ha planteado la incorporación del país a la geografía del Tío
Sam48. Desde luego, las invasiones, los agravios, las apropiaciones, los despojos, las
ofensas, las intromisiones, etc. no han parado hasta nuestros días. Esto explica que
nacionalismo significa también y en buena medida para muchos de nosotros, luchar
porque la nación recupere o conserve lo que es y pertenece a ella para usufructo de los
nacionales. Nacionalismo, significa además, entender que las necesidades del país,
pueden satisfacerse mejor, actualizando las demandas de la población que dieron origen
a la Revolución Mexicana, aplicar de manera correcta los postulados de la Carta de
1917, aprovechar mejor las muchas experiencias de alianza entre trabajadores y el
Estado para impulsar los cambios y las reformas que se requieran a fin de superar los
atrasos y dinamizar la vida del país, reforzar los principios bajo los cuales el Estado y
pacto social como ejes, posibiliten el desarrollo de la sociedad mexicana, en condiciones
de independencia, soberanía y autonomía con respecto del extranjero49. Nacionalismo
50
quiere decir en otros términos, hacer no para el Estado, sino hacer con el Estado ,

48
Sobre el particular, vale la pena revisar a Lorenzo Meyer, ob. cit., p. 45-47. (No incluye lo realizado en el caso del
TLC).
49
Para una idea más amplia, ver: Arnaldo Córdova. La cuestión del nacionalismo. El Caballito, p. 113-118.
50
Ver: Miguel Basañez, ob. cit., p. 20-47 y Rolando Cordera, Carlos Tello. México, la disputa por la nación, p. 106-
134.
58

respeto verdadero a las garantías individuales y sociales, desarrollo de una educación y


cultura teniendo en cuenta nuestras raíces verdaderas, respeto a la propiedad en sus
tres formas: pequeña, ejidal y comunal, reconocimiento pleno por parte del Estado, de
que este país, es un país pluriétnico, pero no con derechos individuales y sociales
diferenciados en tanto que nacionales51.

En la consecución por mantener un proyecto de país nacionalista, y frente a la crisis


generalizada que se vivía, el nuevo gobierno tenía el compromiso no sólo de establecer
las bases de un nuevo modelo de desarrollo, sino entender que la concentración de la
riqueza, el fortalecimiento de privilegios, el autoritarismo político, la desigualdad social
cada vez mayor, el atraso en la educación, la subocupación, el desempleo, el
empobrecimiento de la industrialización por su cada vez mayor dependencia, el deterioro
del mercado interno, el desequilibrio campo-ciudad, la lucha generacional, etc.
contribuyeron a agudizar las tensiones sociales provocando estallidos como el
movimiento de 1968.

Estando así las cosas, y a fin de evitar que la inconformidad, la protesta popular y las
heridas por el fenómeno de 68, se agudizaran hasta el grado de producir mas y mayores
estallidos sociales; el naciente régimen encabezado por Luis Echeverria juzgó
inaplazable un nuevo modelo de desarrollo, que por mantener en lo básico las mismas
ideas y la misma orientación, se extienden a lo largo de doce años en las tres grandes
líneas que aquí intentamos describir. Estas líneas son: en lo político, se planteó el
principio de apertura democrática que años más tarde se tradujo en la solución somos
52
todos . Se trataba de trascender el autoritarismo, sus particularidades, manifestaciones,
prácticas y secuelas. En el terreno económico, el fundamento fue, desarrollo compartido

51
Sobre el particular, un conocimiento mayor lo ofrece: Rolando Cordera; La Política del Proyecto Nacional en: Clase
Obrera, Nación y Nacionalismo, p. 99-111.
52
Para un mayor entendimiento sobre este particular, se recomienda de Estela Arredondo: la fragilidad de la
democracia autoritaria del régimen (1958-1970) y la perfectible democracia autoritaria del sistema en: México,
Estabilidad y Luchas por la Democracia 1900-1982, p. 140-166.
59

y alianza para la producción; y en el ámbito de lo educativo, los preceptos fueron,


reforma educativa y educación para todos.

Definidos los binomios que sirvieron de base al proyecto de modernización desde la


perspectiva nacionalista, es pertinente asomarse en cada coordenada, para darnos idea
de lo que ocurre durante el periodo.

De la apertura democrática, a la solución somos todos

De entre las mayores preocupaciones que la administración echeverrista manifiesto


desde sus inicios, estaba el cómo recuperar legitimidad, credibilidad y confianza como
gobierno, ante los gobernados, por los sucesos del 68; qué hacer para responder a las
demandas de democratización, cómo frenar los brotes de guerrilla sin ahondar más el
enojo de la población por el trauma del dos de octubre.

Liberar el ambiente político se tradujo en un planteamiento de apertura democrática, que


a su vez desembocó en el surgimiento de nuevos partidos políticos, en propiciar reformas
al partido de Estado, en el establecimiento de una reforma electoral en 1977, en el
reconocimiento a la disidencia, en la aceptación de una política sindical menos atada a
los intereses y decisiones del Estado, en un mayor respeto a la autonomía universitaria,
etc. La democratización como forma y ejercicio del poder, es al menos reconocido y
aceptado en el discurso de los regímenes de la década. Pero esta aceptación en tanto
expresión del proceso de modernización que se asumía, significaba algo más que lo
estrictamente político. Democratizar es base y requisito indispensable -según afirma
González Casanova- para el desarrollo; que a su vez quiere decir, aumentar el ingreso
por persona, propiciar la integración nacional, formular planes para impulsar más y mejor
el desarrollo regional teniendo en cuenta tradición, cultura, población, organización
política y social propias de la región o de las sociedades indígenas; acentuar la unidad
nacional, mejorar la distribución del ingreso; permitir que la disidencia se organizace y se
60

exprese, dando pie con ello, al juego democrático y a la solución pacífica de los
conflictos53.

De lo expuesto con respecto de la democratización de la sociedad como una exigencia,


es intención resaltar aquí, las medidas que se dieron hacia la democratización política,
sin olvidar la que tuvo el carácter de democracia social, como sería la tesis de González
Casanova.

El autoritarismo expresado en un presidencialismo de poder centralizado en la persona


del presidente de la República, sin el apoyo espontáneo y verdadero de la población y sin
tener en cuenta la opinión de la izquierda o de la disidencia en general; el Estado
mostraría serias dificultades para reorientar el cauce legal, a un ejercicio más amplio de
las libertades políticas. La salida a esa crisis desde la posición del Estado, fue permitir o
propiciar el surgimiento de nuevos partidos políticos por un lado, realizar cambios -
reformas- en el partido de Estado, a fin de contribuir en la modernización del sistema
político mexicano y en el ejercicio de la democracia que resultaba ya inaplazable por la
creciente inconformidad entre los distintos sectores de la población. También, incorporar
en el aparato administrativo del Estado -en particular al gabinete- a gente muy joven -
igual en el poder legislativo-, como un medio para atenuar la rebeldía y la inconformidad
juvenil. Resueltos -Luis Echeverría primero, José López Portillo después-, a facilitar
cauces para la apertura política; la ciudadanía, los grupos políticos, los líderes de
organizaciones no reconocidas, fueron encontrando -no sin dificultad y hostilización- vías
de participación política, mediante la creación de nuevos sindicatos de trabajadores,
centrales campesinas, partidos políticos. Desde luego, la hegemonía del Estado, como
la supremacía del partido oficial, se mantendría sin alteración. En otras palabras, la
apertura o las concesiones en el terreno de lo político, como signo de democratización-
modernización, a lo largo de 1970-1982, fueron válvulas de escape social, buscando con
ello, recuperar confianza, legitimidad, credibilidad, acercamiento hacia la población -

53
Para mayor información, véase: Pablo González Casanova. La Democracia en México, p. 89-126.
61

sobre todo juvenil- a fin de restablecer o establecer el diálogo entre gobierno y


gobernados, bruscamente suspendido años atrás.

La reforma electoral, como otro signo de apertura, planteó entre otras cosas: aumentar la
base poblacional a 250 mil o fracción de 125 mil, por distrito electoral; reducir a 18 años
de edad para alcanzar la condición de ciudadano y con ello el derecho a votar y ser
electo; se modificó la edad para ser legislador, en vez de 25, 21 años para ser diputado,
y 30 en lugar de 35 años, para ser senador.

Detrás de estas -no únicas- medidas de reforma que alcanzan dimensión mayor en
1977, al crearse la Ley Federal de Organizaciones Políticas y Procedimientos Electorales
-LFOPPE- estaba la intención de superar la indiferencia, la abstención y el descrédito en
54
torno a las elecciones .

Consecuente con lo que se viene señalando, vale la pena precisar qué organizaciones y
partidos políticos surgen durante esta década. Del sector campesino, La Central
Campesina Independiente y el Consejo Agrarista Mexicano; en el sector obrero
destacan, el Sindicato Mexicano de Electricistas -SME-, y el Sindicato de Trabajadores
de la Industria Nuclear -SUTIN-; en el mundo educativo nacen, Vanguardia
Revolucionaria del Magisterio, Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación -
CNTE-, Sindicato de Trabajadores de la Universidad Nacional Autónoma de México -
STUNAM-Asociación de Personal Académico de la Universidad Nacional Autónoma de
México -APAUNAM-, Sindicato de Trabajadores de la Universidad Autónoma
Metropolitana -STUAM-, entre otros. Cabe decir que no todas estas organizaciones
asumieron una posición crítica hacia las prácticas -viejas y nuevas- políticas que el
Estado y los regímenes del momento fueron ejerciendo aun en el marco de la apertura

54
Para mayor conocimiento sobre este asunto, véase Américo Saldívar. Ideología y Política del Estado Mexicano
(1970-1976), p. 145-156.
62

democrática. Varios de ellos tuvieron comportamientos de incondicionalidad o de franca


sumisión hacia el gobernante en turno.

En el caso de partidos políticos, durante estos años, habremos de conocer: Partido


Mexicano de los Trabajadores -PMT-, Partido Revolucionario de los Trabajadores -PRT-,
Partido Socialista de los Trabajadores -PST-, que luego se transforma en Frente
Cardenista de Reconstrucción Nacional. En el caso del Partido Comunista Mexicano, el
más antiguo -nació en 1919-, abandona la clandestinidad, presentándose a la luz pública
primero como Partido Socialista Unificado de México -PSUM- y luego como Partido
Socialista Mexicano -PSM-. Surgen otros, pero dado su pequeñez y vida fugaz se
omiten aquí; no sin antes decir que los mencionados y los ya existentes -PRI, PAN,
PARM, PPS-, contribuyen cada uno desde sus principios, línea y plataforma, a un
objetivo común: posibilitar la democratización de la Sociedad Mexicana y avanzar hacia
55
un régimen menos arbitrario .

55
Una información más puntual sobre partidos políticos, lo ofrecen: Martha Sínger Sochet. Partidos Políticos,
Estabilidad y Democracia 1900-1982 en: México: Estabilidad y Luchas por la Democracia 1900-1982, p. 389-428;
Matilde Luna, Las transformaciones del régimen político mexicano en la década de 1970. p. 453-472.
63

Del desarrollo compartido a la alianza para la producción

Los cuestionamientos básicos que no pocos especialistas hacían en el análisis del


modelo desarrollista eran: el descuido o poca atención a los problemas del campo,
particularmente en lo referente a la demanda de tierras y la necesidad de apoyos
financieros, técnicos y de irrigación para cultivos básicos que la población demandaba.
El modelo priorizo la industria e industrialización, así como la agricultura de alto
rendimiento para la exportación. Para detener el creciente descontento en el campo, la
administración de Díaz Ordáz repartió millones de hectáreas de tierras, pero nada o poco
fértiles. Al correr de los años, esa preferencia arrojaría problemas muy severos para la
producción y autosuficiencia alimentaria del pueblo mexicano. Desde luego este no era,
ni con mucho, la única contrariedad que se estaba viviendo en el ámbito de lo
económico. Era evidente lo desfavorable para la población trabajadora, la fuerte
dependencia del modelo económico; las inversiones extranjeras que se hacían en
renglones estratégicos para desarrollar la planta productiva y los créditos otorgados con
el propósito de atender las exigencias de infraestructura que se demandaban, en muy
poco beneficiarían a los asalariados. Además, el sólo crecimiento económico como
política del Estado, acrecentaba la pobreza.

Los sectores privilegiados por lo demás, mostraban una creciente actitud consumista,
generando con ello, sentimientos de frustración y cierta irritación de los de abajo hacia
ellos. El endeudamiento crecía sin detenerse, pero el mercado interno se deterioraba,
las transnacionales se expandían y la industria nacional mostraba fuertes reveses. Por
todo esto y más, el Estado, fue perdiendo apoyo popular.

Urgía entonces actuar. El Estado debía diseñar o modificar la estrategia de desarrollo.


En el discurso de toma posesión como Presidente de la República, Luis Echeverría, dejó
vislumbrar lo que vendría. Para él, superar el estado de casas significaba: expansión
64

económica, redistribución más equitativa del ingreso, aumento del empleo, corrección y
ampliación del mercado interno, revisión del sistema de protección en torno a la actividad
fabril, modernización de la industria y el campo para apoyar el desarrollo de otros
sectores, mayor participación del Estado; eficiencia administrativa, conquista de
mercados externos, mayor autonomía tecnológica, reparto equitativo de la riqueza
56
producida por todos los nacionales, saneamiento de los mecanismos de recaudación ;
ampliación de la inversión gubernamental y de la infraestructura básica, una mayor
aportación de las regiones, grupos y sectores que más tenían, para atender a los más
desposeídos, igualdad de oportunidad para todos a fin de que sin distinción puedan
prosperar57. En suma, modernización de la economía nacional. Tales premisas
constituían una nueva política económica que se sintetizó con la frase: Desarrollo
compartido y que se tradujo años después, en Alianza para la Producción. Con ello, no
sólo se planteaba dar un mayor sentido social a la política económica del Estado, sino
58
procurar una vía para superar la crisis económica .

Es de suponerse que los contenidos del discurso, lejos de tranquilizar a la clase


privilegiada, le dejaba un ánimo poco edificante. Esto desembocó en buena medida, a la
escasez de capitales nacionales para modernizar la planta productiva; lo cual condujo a
que entre 1970-1973, la deuda pública creciera a un poco más de 18% en promedio
anual, y a un casi 40% en ese mismo ritmo, entre 1974-1977. Con todo, en los tres
primeros años de la década, el producto interno bruto -PIB- aumentó particularmente por
la inversión pública, el consumo privado y el incremento de las exportaciones59. Algo
más, el 30% de las familias con menores ingresos, conservó en los hechos hacia 1977,
la misma situación que tenía en 1968; en tanto que el 20% de las familias con más altos

56
Para mayor información, véase: Américo Saldívar, ob. cit., p. 91-107.
57
Véase Américo Saldívar, ob. cit., p. 109-133.
58
Sobre el particular, véase: José Blanco, ob. cit., p. 298-304.
59
Más sobre el particular. véase José Blanco, ob. cit., p. 320-321.
65

ingresos, hacia fines de los sesenta, apenas resintieron una ligerísima pérdida de sus
prerrogativas, en 197760, situación que denota poca eficacia en la aplicación del principio
de reparto equitativo de la riqueza. Estos rasgos, manifiestan las dificultades que
significó dar forma a un nuevo modelo económico que sustituyera al ya agotado. Los
problemas económicos y sociales, a lo largo de doce años bajo la estrategia de un
desarrollo planeado, significó graves alteraciones; tales como: fuga masiva de capitales,
devaluación de la moneda61, lucha frontal entre el Estado y los empresarios, serias
dificultades en la relación Estado y gran capital, imposición del Fondo Monetario
Internacional a un severo programa de austeridad por tres años que fue tenuado por una
fugaz bonanza petrolera entre 1978-1981; creciente dependencia financiera por la
repentina y estrepitosa caída del precio de los hidrocarburos en 1981-1982, y el
desplome financiero del Estado, por la tragedia del petróleo y por la agudización del
conflicto entre Estado y clase dominante, que desembocó en la nacionalización de la
62
banca, en 1982 .

Aún así, bajo la premisa de "desarrollo compartido alianza para la producción", los
gobiernos de la época aumentaron -no sin grandes manifestaciones de oposición por
parte de los dueños del capital-, salarios, ingresos de los campesinos y de la burocracia,
controlaron precios, propiciando con ello, mejora del mercado interno, del poder
adquisitivo de los trabajadores y de sus condiciones de vida63. Por otro lado, tratando de
incorporar a los excluidos del modelo desarrollista, la política que ambos gobiernos
trataron de sostener fue la de "pleno empleo", que se tradujo en proteger salarios y
promover la creación de plazas. Por cuanto a lo que se dio en llamar "salario social",
también hubo mejoras. Los gastos en educación se incrementaron notablemente; el

60
Véase José Blanco, ob. cit., p. 315-319.
61
Sobre el particular, véase, Carlos Tello. La política económica de México: 1970-1976. p. 146-182.
62
Más sobre el particular. Carlos Tello. La nacionalización de la banca en México. p. 69-77.
63
Para mayor información, véase Carlos Tello. La política económica, p. 189-200.
66

presupuesto para la vivienda se elevó de manera considerable, los centros de salud


crecieron igual que los destinados a la distribución y producción de alimentos en el país.
Sobre esto último, la creación del Sistema Alimentario Mexicano -SAM- cobra sentido.
Con estas medidas, la crisis, el enfrentamiento e incluso, el rompimiento entre Estado y
empresarios que se dio particularmente hacia finales de cada administración, dio
oportunidad al Estado probar su poder, con el apoyo popular. El proyecto de un modelo
económico -que los interesados llamaron populista- parecía indetenible, aún cuando en
el mismo, no se pensó incorporar a las masas en la definición del modelo de desarrollo,
evitando con ello, ofrecer más elementos a quienes juzgaban que uno y otro gobernantes
mostraban franca inclinación izquierdista, cuando no, socializante. Lejos de ello, la
sociedad mexicana, experimentaría una situación cualitativamente distinta, años más
tarde; acaso por que no se aprovechó la gran oportunidad en ese momento, de
transformar en profundidad, el papel del Estado y su capacidad de poder, frente a los
64
grupos que configuraban la clase dominante .

El juego que se dio entre Estado y clase dominante durante estos años, dio pie a que los
bienes básicos escasearan más de manera ficticia que real. Salario y precios se
convirtieron en instrumentos de una batalla perversa entre estos dos entes, en donde el
menos favorecido a la larga, fue el trabajador, y el empresario alcanzó tasas de ganancia
menores, a los acostumbrados o esperados65.

El intento de romper con una situación creada durante el México estabilizador que era
muy adverso a la población trabajadora y a la economía mexicana, mostró a los
gobiernos de la época, más dificultades de las que tal vez esperaban. Una de ellas, es
que aumentar salarios representaba para la burguesía, disminución de sus ganancias.
Como desde el poder político no se estuvo dispuesto a modificar esta idea, la vía para
restar poder al Estado y crear condiciones para deteriorar las relaciones entre éste y los

64
Sobre el particular, véase Salvador Cordero. El poder empresarial en México. p. 35-49.
65
Más sobre el particular. Leopoldo Solis. Realidad económica mexicana. p. 300-307.
67

trabajadores, fue la fuga de capitales, provocando con ello, graves problemas en el


mantenimiento de la planta productiva y en la generación de empleos66. Ante tal
situación, lejos de tomar medidas para detener esta sangría, el Estado mostró acaso su
real situación: debilidad, o como dijeran algunos estudiosos: ambivalencia e
incongruencia; situación que aprovecharon los empresarios para reorganizar su poder a
67
través del Consejo Coordinador Empresarial -CCE-, creado en mayo de 1975 .

La decisión de los empresarios en constituirse en una especie de frente unido no solo


fue para enfrentar al régimen echeverrista, sino como medida estratégica, ante la
proximidad de la sucesión presidencial. En otro orden de cosas; hacia fines de 1976, se
consumó finalmente lo que se consideró necesario hacer tres años antes para evitar
mayor debilitamiento de la moneda y más fuga de capital: la devaluación. La explicación
más propagandizada respecto de tal medida, no fue tanto de orden financiero o
económico, sino el que la acción representaba en los hechos, el fracaso de un nuevo
modelo económico68. A la irritación de la burguesía había que agregar la desconfianza
de los dueños del capital -internos y externos- por el tono de los discursos y de las
acciones de uno y otro lados. En medio de todo esto, la crisis económica creció a tal
grado que al asumir la presidencia de la República José López Portillo, se vio obligado
bajo la presión ejercida por el Fondo Monetario Internacional, poner en marcha un
programa de austeridad, por tres años. Esto significaba entre otras cosas, reducir el
gasto público. Otra exigencia establecida por el Fondo, fue la reducción del crédito. Y
por supuesto, no podía faltar en el "acuerdo", la eliminación del control de precios y de
importaciones. A estas medidas impuestas por el FMI, el entrante presidente no puso
mayor objeción; pues su propósito inicial era recuperar la confianza de los empresarios
hacia el Estado y mantener la política de protección al salario y de pleno empleo69. La

66
Más sobre el particular, véase José Antonio Beltrán. El empresario mexicano en la política. p. 81-96.
67
Véase sobre este asunto. Matilde Luna. Los empresarios y el cambio político. p. 45-50.
68
Sobre el particular, véase Francisco R. Dávila Aldás, ob. cit., p. 136-142.
69
Para mayor información, véase Rosario Green. La Deuda Externa de México: 1973-1987. p. 104-114.
68

petrolización de la política económica de López Portillo, le hizo creer que la crisis al fin,
se había superado. Más las cosas no fueron así, pues con el desplome en el precio del
petróleo en 1981-82, el gobierno se vio imposibilitado sostener la idea de otro milagro
mexicano, que se había difundido en todos los sectores sociales del país. Frente al
problema; como de costumbre, se acudió a préstamos en sumas enormes, para no
70
disminuir el flujo de capital . Con la crisis económica agudizada y la imparable fuga de
capitales; la poca credibilidad que el Estado había recuperado, se deterioró rápidamente,
misma que fue entendida por los empresarios como signo de debilidad e incapacidad de
lograr la estabilización que tanto deseaban para la seguridad de sus intereses. De la
preocupación se pasó a la angustia, al devaluarse la moneda en julio de 1981, en febrero
de 1982 y mantener su flotación en el transcurso del año. A estas medidas se sumó;
mayor reducción de gastos, aumento a los precios de productos controlados y la
negociación de un nuevo préstamo, para cubrir gastos de corto plazo. A la especulación
-por las devaluaciones-, se agregó una situación inesperada; la relación entre el régimen
y la clase dominante, se tensaron más. Esto fue aprovechado por los empresarios
jóvenes para capturar los espacios de liderazgo y desde ahí impulsar la idea de que la
hora había llegado para que el Estado ya no fuera más un determinador del modelo
económico, sino que se transformara en un simple proveedor de infraestructura y en un
71
guardián de las reglas del mercado . La actitud de la élite empresarial demostraba con
esto, que la época de negociación había pasado; la de imponer por fin, había llegado. El
poder del Estado se ponía en entredicho, frente al poder empresarial. La unidad
nacional y la lealtad a la nación poco importaba a éstos, la quiebra del país era ya
inocultable a tal grado que, en agosto se declaró que los pagos de interés por la deuda
adquirida, no se podían hacer. Algo más, se dieron medidas como: suspensión de
divisas y congelación de cuentas bancarias en dólares; ambas cosas irritaron
profundamente a la clase media. Como las acciones de desestabilización continuaban,
el presidente López Portillo decidió -en un acto que muchos consideraron como

70
Más sobre este particular, véase Francisco R. Dávila, ob. cit., p. 151-155.
71
Más sobre el particular, véase Francisco R. Dávila, ob. cit., p. 155-162.
69

desesperante y personal- nacionalizar la banca. La acción inesperada, demostró -por


breve tiempo- a la burguesía que el Estado aún en condiciones muy desfavorables,
72
puede cambiar las reglas del juego, aplicando medidas como éstas . Hay que señalar
que los bancos que fueron nacionalizados, controlaban de una otra manera, casi mil
empresas73. Aunque la acción representó un golpe demoledor para la élite empresarial;
ésta no tardó en iniciar un proceso de recuperación aprovechando la coyuntura de la
sucesión, misma que le resultó bastante favorable al llegar a la presidencia, Miguel de la
Madrid Hurtado; personaje que por su formación conservadora y por clase dominante,
favoreció la reestructuración y reorientación del Estado hacia la construcción de un
modelo económico buscado y deseado desde hace buen tiempo por los empresarios;
esto es, un modelo en el que: la libre competencia, el libre mercado, la acumulación y la
concentración de capital, fueran el signo dominante de una nueva política económica,
ante la cual, el Estado, se asumiría como un ente que aseguran la paz, la tranquilidad y
la estabilidad social, aún cuando el costo político, fuese muy alto; esto es, el descrédito
hacia la gran población.

72
Más sobre el particular, véase Carlos Tello, ob. cit., p. 139-142.
73
Más sobre el particular, véase Carlos Tello, ob. cit., p. 162-178.
70

De la reforma educativa, a la educación para todos

Luego de que el Estado puso en marcha -1959- un proyecto no sólo innovador sino de
gran alcance en materia educativa; once años después, los objetivos alcanzados en el
terreno de cantidad como de calidad, estuvieron muy por debajo de lo formulado en el
plan. Para conocer de manera más objetiva, el estado que guardaba la educación
nacional a fin de que la nueva administración determinara qué hacer, se organizaron
entre 1969-1971, reuniones en Oaxtepec, Villahermosa y Toluca. Lo que se conoció de
esas reuniones fueron entre otras, lo siguiente: el promedio nacional de escolaridad, era
de tres años -3er. grado-; esto es, a sólo un grado pudo elevarse el promedio,
transcurridos dos sexenios. Los niños en edad escolar -6 a 14 años-, no todos estaban
en el aula como se había establecido. Varios miles seguían fuera. Tampoco se atendió a
la totalidad de la población analfabeta. Diez millones de nacionales, seguían sin manejar
el alfabeto a pesar de lo programado, bien porque nunca fueron a la escuela, o porque lo
escasamente aprendido por desuso, se olvidó. Respecto de la formación docente, poco
avance se tenía. Del presupuesto federal destinado a este servicio, el incremento
mantuvo el índice de crecimiento hasta llegar a ser el doble en 1973, con respecto de
1969. Por cuanto al crecimiento de centros escolares, primaria sobre todo, tanto en el
campo como en la ciudad, crecieron de modo significativo. Con todo el recuento hecho
arrojaba una situación desfavorable, particularmente en lo que a calidad de la educación
se refería, fenómeno que al querer o no, incidía de alguna manera en el desarrollo
74
económico, sobre todo industrial, del país . En los niveles de enseñanza media -básica
y superior- y superior, los problemas no eran menores y las necesidades se dejaban
sentir con mayor fuerza.

Sea por lo arriba apuntado, por la explosiva situación que aún se vivía, derivado del
conflicto de 68, o porque el país reclamaba una salida cualitativa que ya no podía

74
Para mayor información, véase a María Gallo. Las políticas educativas en México (1958-1976), p. 43-56, 69-84.
También, Blanca Margarita Noriega. La Política Educativa a través de la política de financiamiento. p. 19-48.
71

esperar ni retrasarse; el Estado decidió en principio, integrar una serie de seis


comisiones, bajo el tutelaje del Consejo Nacional Técnico de la Educación, con el
propósito de formular un plan de Reforma Educativa que condujera hacia un cambio
profundo, no sólo en cuanto a planes, programas, métodos y contenidos en cada uno de
los niveles de la pirámide educacional, sino también en lo referente a Leyes, normas,
reglamentos. En la estructura y organización del aparato administrativo, la necesidad de
innovar se juzgó con igual imperativo; se hizo notar la obligación de iniciar un proceso de
desconcentración de los aparatos educativos, así como de vincular más a las
autoridades de los estados en la organización y administración de la educación.
Escuelas y fondos destinados a éste renglón serían manejados por los gobiernos
estatales; la Secretaría del ramo, se desempeñaría como coordinadora del sistema y
como responsable de la Política Educativa Nacional, así como de los postulados básicos
que establece el Artículo Tercero Constitucional y de la configuración de nuevos modelos
de educación. Respecto de los centros e instituciones de educación, desde preescolar
hasta el nivel superior, la urgencia de ampliar y diversificar no podía ya retrasarse.
Tampoco debía olvidarse la formación de docentes, ni la exigencia de mayores recursos
financieros.

Superar la crisis y arribar a la modernización como política global del Estado, determinó
que cada una de las seis comisiones se hicieran responsables de presentar un trabajo
sobre: a) la doctrina educativa y su relación con la estructura social y política de México,
b) el sistema escolar en sus diversos niveles, cómo mejorar planes, programas, métodos
y contenidos de enseñanza, c) formas de vincular escuela, hogar y comunidad, d) el
problema vocacional y la explotación de los recursos naturales para beneficio de la
población y de la educación, e) planeación integral de la educación y f) la formación
cívica y moral de niños y jóvenes, a fin de participar con mayor conciencia y
responsabilidad en el desarrollo económico, político, social y cultural del país75.

75
Para mayor información, véase: José Teódulo Guzmán. Alternativas para la Educación en México. p. 139-152.
72

La reforma educativa -un sentido de modernización- como se planteaba a fin de cuentas,


debía atender lo jurídico, lo organizativo, lo integral, lo académico, lo humano, lo social.

Es importante destacar que en el centro de las actividades para modernizar la educación,


estaba la escuela, entendida como: agente de cambio, espacio del hacer científico y
tecnológico, pivote del desarrollo económico y social, generador de conciencia nacional e
histórica y desde luego, valuarte de las ideas de independencia y soberanía.

En materia de reorganización del aparato administrativo, a lo largo del periodo de doce


años, algunas dependencias de la Secretaría de Educación sufrieron cambios; tal es el
caso de las Direcciones Generales de Educación Superior e Investigación Científica y
Tecnológica y de Educación Normal. Ambas fueron elevadas a la condición de
subsecretarías. Igual ocurre con la Dirección General de Educación Preescolar y
Primaria que pasa a ser Subsecretaría de Educación Elemental; se crearon también, las
Subsecretarías de Educación Media y de Cultura Popular y Educación Extraescolar, la
Subsecretaría de Planeación y Coordinación Educativa. Cada una de ellas, contaron con
Direcciones Generales y otras oficinas subalternas a fin de que fuese más ágil y
funcional su cometido76. Por otro lado, en la intención de regresar al espíritu de la Carta
de 1917 en este terreno; esto es, la federalización, se crearon primero, las Unidades de
Servicios Educativos a descentralizar, que al generalizarse en el país, se convirtieron
años después, en Delegaciones de Servicios Educativos en los Estados. En lo jurídico,
se decretó la creación de la Ley Federal de Educación -1973- que sustituyó a la ya
obsoleta Ley Orgánica de Educación Pública, promulgada en 1942. El trasfondo de esto,
77
fue dar un sustento legal a la reforma educativa que se estaba promoviendo . Dos años
más tarde, se promulgó la Ley Nacional de Educación de Adultos, con vistas a garantizar
el logro de los mínimos conocimientos y habilidades que a nivel de educación básica -
primaria y secundaria- debe poseer un adulto; pero también ser, un medio para elevar su

76
Para mayor conocimiento, véase: Isidro Castillo. ob. cit., p. 142-144, José Teódulo Guzmán, ob. cit., p. 181-184.
77
Sobre el particular, puede verse a María Gallo, ob. cit., p. 63-66.
73

78
cultura, propiciando con ello, la formación de una conciencia social e histórica . Hacia
fines de 1974, se decretó la Ley Orgánica del Instituto Politécnico Nacional, con la mira
de fomentar en el marco de la independencia y soberanía nacionales, el desarrollo de la
ciencia, la investigación, la tecnología y la preparación de profesionales de alto nivel,
para responder de modo más eficiente, a las exigencias económicas y sociales del
79
país .

Refuerza este hecho, con la creación de la Ley que dio sustento legal, el surgimiento del
Consejo del Sistema Nacional de Educación Técnica, cuyo propósito central era
coordinar y dar organicidad al sistema nacional de educación técnica, así como fomentar
políticas educativas en este terreno, para el mejor desarrollo económico y social del
país80. Destaca también, la Ley que creó la Universidad del Ejército y la Fuerza Aérea -
diciembre de 1975-, misma que sustituyó al antiguo Heroico Colegio Militar. Con este
hecho, las fuerzas armadas del país, contaban con una institución para formar docentes
de alto nivel para el medio; pero también para impartir conocimientos científicos, técnicos
81
y humanos, a nivel superior . Lo hasta aquí referido en el terreno de lo jurídico, denota
el interés del Estado por superar los atrasos ya inocultables y que a no dudar,
obstaculizaban los cambios de por sí ya urgentes, que se demandaban.

Por cuando los servicios educativos; se retoma la vieja idea de un planteamiento integral
de la educación, pero reorganizando las instituciones en cuatro grandes universos: la
educación humanística, la educación técnica, la educación normal y la educación para el
desarrollo del campo y la explotación de los recursos del mar.

78
Para mayor información, véase SEP. Legislación Educativa, 1974-1976. p. 480-484.
79
Para mayor información, véase SEP, ob. cit., p. 130-137.
80
Para mayor información, ver Decreto en: SEP, ob. cit., p. 447-450.
81
Para mayor información, véase SEP, ob. cit., p. 462-463.
74

En el mundo humanístico, para atender a una población demandante cada vez mayor; a
las ya existentes que crecen en número y se reubican como lo fue el caso de las
escuelas preparatorias; se crearon y diversifican otras instituciones tanto en el nivel
medio superior, como superior. Ejemplo de ello, lo son el Colegio de Ciencias y
Humanidades; los Sistemas Colegio de Bachilleres y Colegio Nacional de Educación
Profesional -CONALEP- estos dos últimos se extendieron por todo el país, y el
surgimiento de la Universidad Autónoma Metropolitana con sus tres planteles -
Azcapozalco, Iztapalapa y Xochimilco-. Destacan también, las unidades -Acatlán,
Aragón, Zaragoza- de la Escuela Nacional de Estudios Profesionales. Las anteriores
Escuelas Superiores de Economía y Ciencias Políticas, fueron elevadas a la categoría de
Facultades. Procedimiento parecido es el que se ofreció a instituciones de educación
superior, -casos Tlaxcala, Tamaulipas, Campeche, Chiapas, Querétaro, etc.- al alcanzar
la condición de Universidades Autónomas. Para una cobertura más amplia, se creó en
unidad regional en México, de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales -
FLACSO-, también la Universidad del Tercer Mundo, y se amplio sustancialmente, el
apoyo que se venía ofreciendo al Colegio de México.

Junto con estas acciones y buscando formas de mejorar el proceso enseñanza-


aprendizaje en sus aulas, así como establecer premisas comunes -dar unidad en cierto
modo- a la formación humanística en el país; se crearon el Centro de Didáctica, el Centro
de Nuevos Métodos -UNAM- y la Asociación Nacional de Universidades e Institutos de
Educación Superior -ANUIES-. Los cuestionamientos que surgieron en torno a tales
medidas no fueron pocos, y las expresiones para descalificar, fueron múltiples y
variados. Sin embargo, no haber hecho nada, hubiera significado atizar más la rebeldía
estudiantil y la inconformidad popular, aparte de retrasar aún más, los imperativos de una
educación que contribuyese con mayor eficacia a los cambios que empezaban a cobrar
realidad en la República Mexicana82.

82
Más sobre este particular, se puede ver en: Jorge Padua. Educación, Industrialización y Progreso Técnico en
México. p. 72-76. También en: José Teódulo Guzmán, ob. cit., p. 164-173.
75

Un rubro que reclamaba con urgencia organicidad e integración, era la educación


técnica. Desde la creación del Instituto Politécnico Nacional en 1938, la necesidad y
decisión del Estado por impulsar el desarrollo de ciencia y tecnologías propias, seguían
siendo preocupación de los gobiernos de la república. La cuestión era que este esfuerzo
e interés, adolecía de un sistema bien configurado debidamente. Esta exigencia tomó
cuerpo no sólo al crearse la Subsecretaría de Educación Superior e Investigación
Científica, sino al tomarse la decisión por parte de SEP -gobierno federal- de establecer
un sistema -con carácter nacional- de educación técnica, cuya base de la pirámide lo
constituyesen las escuelas secundarias técnicas -sustitutas de las escuelas pre-
vocacionales, suprimidas por el régimen de Díaz Ordaz-. La continuidad en la línea, lo
representarían los Centros Tecnológicos -vocacionales ayer- orientados a la preparación
de técnicos medios en las diversas ramas de la actividad industrial, agrícola y comercial.
Más arriba, estarían las escuelas superiores -incluyendo las que se crearon durante el
periodo- que forman parte del IPN y los diversos Institutos Tecnológicos -sin eliminar el
Tecnológico de Monterrey de sostenimiento privado-. Reforzando este empeño estaría
por un lado, el Centro de Estudios Avanzados83, y la creación del Consejo Nacional de
Ciencia y Tecnología -CNCYT-84. Desde el discurso del Estado, el desarrollo de una
ciencia y tecnología propias, constituía un medio para atenuar la dependencia con
respecto del exterior, una forma de reforzar la independencia y la soberanía, pero
también, contar con profesionales bien preparados y comprometidos con la política de
desarrollo económico e industrial.

Otro renglón que la política de reforma educativa contemplaba para ser actualizado o
modernizado, era la formación de profesores. Tras realizar un balance en las reuniones
de Oaxtepec, Villahermosa, Toluca y Chetumal a fines de los sesenta y principios de los

83
Sobre el particular, ver: Enrique G. León López. El Instituto Politécnico Nacional, p. 243-254.
84
Más sobre el particular, ver: SEP, ob. cit., p. 218-220; también, Alejandro Nadal Egea. Instrumentos de Política
Científica en México. p. 21-41.
76

setenta; lo logrado en esta esfera, distaba mucho de lo esperado o de lo necesitado. De


ahí que el Estado se diera la tarea de formular un programa de formación docente a
partir de dos líneas; por un lado, crear opciones; esto es, otras modalidades en cuanto a
instituciones se refiere; por otro, elaborar diferentes planes de estudio, considerando
además de las opciones, el campo y la ciudad. La formación de profesores no sólo
exigía diversificación, mejor calidad; sino avanzar hacia una verdadera profesionalización
del ejercicio docente. Este parece ser el sentido que condujo elevar formalmente los
estudios normalistas de educación preescolar, primaria y de especialización a la
condición de Licenciaturas85. Un intento mayor en este sentido, lo constituye la creación
de la Universidad Pedagógica Nacional86.

Al adquirir carácter legal la modificación de nivel, mediante Acuerdo Presidencial número


11298, el Consejo Nacional Técnico de la Educación, se dio a la tarea de elaborar un
87
nuevo Plan de Estudios de Educación Normal para toda la República . Este proyecto
divide las áreas de estudio en tres: el científico-humanista, el de formación física, artística
y tecnológica, y el de formación profesional específica. Fijados los criterios básicos, a lo
largo del periodo surgieron escuelas normales de sostenimiento federal con diversa
orientación; tales como escuelas normales para formar profesores cuya tarea era
capacitar a jóvenes en las actividades industriales y agrícolas. Esto responde al
planteamiento de diferenciar la formación de docentes para la ciudad y para el campo.
Aparte de que el plan de estudios se configura por áreas de conocimiento y no por
disciplinas o materias, surgieron las llamadas Escuelas Normales Experimentales. En
cuanto a la Dirección General de Capacitación y Mejoramiento Profesional de Magisterio
y la Dirección General de Educación Normal, se les facultó desarrollar cursos a nivel de
Licenciatura88.

85
Ver SEP. Ley Federal de Educación. p. 35-39 y 69.
86
Ver Decreto SEP. 1980.
87
Ver SEP. ob. cit., p. 403-419, también Meneses Morales, p. 203-218.
88
Sobre el particular, ver SEP, ob. cit., p. 400-402.
77

En este mismo contexto, se funda lo que al parecer fue la segunda Escuela Normal
Superior de carácter federal, en la ciudad de Aguascalientes; sin olvidar que por el
carácter de nivel superior que la educación normal adquiría; en más de una entidad del
país, se desató una especie de fiebre por fundar escuelas normales -de preescolar,
primaria y superior- de sostenimiento estatal, particular y hasta por cooperación. Los
casos más señalados son: Estado de México, Puebla, Veracruz y Oaxaca. Incluso se
llegó a crear -un espacio al interior las universidades-, una especie de Normal Superior
para formar especialistas en pedagogía, matemáticas, ciencias sociales, etc. Tal fue el
caso de las Universidades de Guerrero y Tlaxcala89.

Respecto de la Universidad Pedagógica Nacional; puede decirse que es la versión


moderna de lo que fue el Instituto Federal de Capacitación del Magisterio. Ambas tienen
un universo humano común, atender a profesores de educación preescolar y primaria en
servicio. La diferencia cualitativa está en que, ésta centró sus actividades en la
capacitación de docentes; en tanto que aquella, situó su razón de ser y existir, a la
profesionalización del quehacer docente. Vale decir que en lo referente a la organización
y estructuración académica, administrativa y funcional, guardan gran parecido. En
capacitación, hubo una Dirección General, en la Universidad, hay una rectoría; en
aquella, hubo una modalidad escolarizada que se llamó Escuela Normal Oral, en ésta,
hay un sistema escolarizado que atiende la Unidad de Ajusco; en la segunda,
diseminados en las capitales de los estados y en todo el país, se establecieron centros
estatales y centros locales de estudio; en la primera, se llaman Unidades y Subsedes.
Una y otra funcionaron y funcionan bajo la modalidad a distancia -abierta le denominan
algunos-. Las dos instituciones han manejado como norma hacia sus egresados, cumplir
90
con el proceso de titulación, aunque diferente en procedimiento . Respecto de los

89
Para una idea respecto del incremento de la matrícula, ver: Jorge Padua, ob. cit., p. 97-101.
90
Un trabajo interesante que analiza el caso de la Universidad Pedagógica es la tesis para obtener el doctorado en
Ciencias Sociales, con especialidad en Sociología de: Karen E. Kovas. Intervención Estatal y Transformación del
Régimen Político: el caso de la Universidad Pedagógica Nacional. -Inédita-, p. 119-125 y capítulo IV.
78

materiales para cubrir cada una de las materias de los planes de estudio. En
capacitación, se integraron dos colecciones, uno de capacitación, que contemplaba
incluso las materias de secundaria y otra, denominada de Perfeccionamiento. Buena
parte de los volúmenes que configuraban las series, fueron escritos por los propios
profesores que atendían los cursos. En el caso de la Universidad, los materiales para
91
cubrir ambas modalidades, lo integran en su mayoría, antologías . Finalmente, no es
ocioso decir, que las dos instituciones -cada una en su tiempo-, han llegado
geográficamente hablando, a lugares que ninguna otra de su género o diferente en la
República.

Aún cuando todo esto pudiera pensarse como acciones encaminadas a dar forma a todo
un sistema de formación de profesores, en los hechos, el desorden y la anarquía,
parecen manifiestos; situación que se ha prolongado más allá del periodo aludido.

Las preocupaciones por mejorar y elevar la producción del campo y del mar, con
recursos propios, también fue manifiesto al tomarse la decisión por transformar las
Escuelas Superiores de Chapingo, Hermanos Escobar y Antón Lizardo, a Universidades
Agrícolas Autónomas. La explotación con tecnología y técnicas modernas -pero propias-
en la agricultura, ganadería, silvícola, forestal, etc., resultaban ya inaplazables, según el
discurso gubernamental. Igual aflicción se denotó con la instauración de la Universidad
del Mar, en Ensenada, Baja California y con Centros de Investigación Marina en
Tabasco, Campeche, Quintana Roo, Yucatán, Oaxaca y en la propia Baja California,
entre otros. Los diez mil kilómetros de litoral, hacen del país, una potencia poco
aprovechada, en productos marinos por la escasez de profesionales, de recursos
técnicos y tecnológicos.

De todo lo hasta aquí apuntado, acaso lo que provocó mayores problemas y discusiones
-dentro y fuera del universo educación- fueron los cambios que se dieron en la educación

91
Cabe aclarar que cuando se hace referencia al IFCM, se alude a lo que fue hasta 1970.
79

primaria; particularmente en la enseñanza del idioma castellano al implantarse para tal


propósito, la gramática estructural. Menudo problema tuvieron los profesores para
familiarizarse con semejante método, toda vez que su formación se sustentaba con la
gramática tradicional o castellana. Ningún curso previo se procuró para hacer entender
tal cambio. Algo parecido ocurrió también con los planes y programas de estudio. Estos
se configuraron con la taxonomía de Bloom; esto es, programación por objetivos; algo
desconocido hasta entonces, por casi todos los profesores del país. En el caso de los
libros de texto gratuito, agria discusión, rechazo y hasta condena provocaron sobre todo,
los de ciencias naturales y sociales de quinto y sexto años.

El conocimiento del cuerpo humano, de sus órganos sexuales, de las funciones de éstos
y su relación con la reproducción de la especie humana, provocaron muchas irritaciones
en ciertos sectores de la sociedad, aunque en gran medida, infundada pero sí
interesada. En el caso de los libros de Ciencias Sociales, de lo menos que se les acusó
fue de un exacerbado nacionalismo, cuando no francamente "comunistas".
Evidentemente, lejos estuvieron de esto último; y de los primero, no hacen más que
retomar las preocupaciones que años atrás se hicieron presentes; esto es, la familia, la
patria, el hogar; aunque con un tratamiento acorde a los cambios que se estaban dando
dentro y fuera de la geografía nacional.

La preocupación del Estado desde luego, radicó no sólo en formular un nuevo modelo
educativo que incluía planes, programas, contenidos, métodos y procedimientos de
enseñanza en buena medida diferentes de las precedentes; sino dio pasos para
organizar instituciones que apoyaran un trabajo más amplio y eficaz en la educación
básica en general, pero sobre todo, en la destinada al medio rural y de zonas
marginadas. Esta fue la intención que condujo establecer el Consejo Nacional de
Fomento Educativo -CONAFE- y el Centro para el Estudio de Medios y Procedimientos
80

Avanzados de la Educación CEMPAE. La modernización como se entendía, exigía


nuevas formas para ampliar y elevar la calidad de la educación formal y la extraescolar92.

Es de suponerse, que la educación no formal seguía siendo un asunto de interés vigente


por parte del Estado; no sólo por los miles de mexicanos que nunca estuvieron en aula
alguna o por su paso fugaz en la misma; sino porque el Estado que devino de la
Revolución Mexicana y alcanza legitimidad con la Constitución de 1917, no había
cumplido de manera cabal con los compromisos conferidos. La constante como
actividad, a lo largo de varias décadas, había sido la campaña de alfabetización y los
intentos no tan sistematizados, por lograr que la población adulta que no tuviese la
escolaridad primaria terminada, la pudiera concluir.

Los Centros de Educación Fundamental y las Misiones Culturales, surgidas años atrás,
distaban de cubrir las necesidades en buena medida diferentes de cuando fueron
creadas. Por otro lado; las medidas que se fueron dando durante los primeros años de
la década, carecían de un espacio común de organización-dirección, y sí mostraban
mucho desorden y duplicidad en sus funciones. Los Clubes Juveniles Rurales, los
Servicios de Extensión Agrícola, las Brigadas de Desarrollo Rural, los Centros de
Integración Social, los Centros de Seguridad Social, el Departamento de Desarrollo de la
Comunidad, los Centros Coordinadores Indigenistas, la Asociación de Trabajadores en
Desarrollo de la Comunidad, el Sistema Educativo y Radiofónico de México, el Centro de
Ayuda a los Mexicanos Indígenas; de una u otra forma realizaban, a su modo y de
acuerdo a sus posibilidades y capacidades, trabajos de actualización y de educación
93
elemental con adultos .

Ante tal situación, se juzgó conveniente dar organicidad a los trabajos de educación
extraescolar, mediante la instauración del Plan Nacional de Educación para Adultos y de

92
Más sobre el particular en: José Teódulo Guzmán, ob. cit., p. 158-161.
93
Sobre el particular, véase: José Teódulo Guzmán, ob. cit., p. 174-178.
81

la promulgación de la Ley Federal de Educación para Adultos, entre los años 1974-1975.
El plan buscó establecer una infraestructura para responder a tres imperativos básicos:
alfabetización, educación primaria y educación secundaria; éstas últimas, bajo la
modalidad abierta. El sentido social que tal educación sostenía, se mantuvo, toda vez
que se siguió considerando como el medio para promover el desarrollo con justicia e
94
integración a la sociedad moderna . Como el surgimiento de estos dos instrumentos, no
fue suficiente para atacar con mayor celeridad el problema; se avanzó con el principio de
Educación para todos, poniendo en marcha un programa de educación de adultos en
1978, bajo la responsabilidad de la Dirección General de Educación para Adultos.
CONAFE y COMPAE y otros centros, apoyaron en las actividades realizadas. En 1980,
el esfuerzo desplegado obligó a promover la creación del Programa Nacional de
Alfabetización. Reducir el índice de analfabetas -totales o funcionales- siguió siendo un
compromiso del Estado, como parte de su política educativa para el desarrollo social.
Esto explica en buena medida que un año después, se creara el Instituto Nacional de
Educación para Adultos -INEA-95. Con esta institución, quedó organizada con una sola
batuta, la tarea de educación extraescolar, bajo tres modalidades: escolarizada,
semiescolarizada y abierta.

En un intento dar unidad a lo descrito aquí en grandes ejes, puede decirse que en la
década de los setenta, hubo esfuerzos considerables en el marco de la modernización
para: reorientar el ejercicio del poder presidencialista, permitiendo cierto juego en el
quehacer político, a grupos, organizaciones sindicales, partidos políticos de nuevo cuño,
entre otras; a fin de avanzar así sea de manera lenta, hacia la democratización. En el
universo educativo, no hay duda, los cambios formales, reales; la multiplicación y
diversificación de instituciones educativas de la pirámide educacional y la reorganización
y reestructuración del sistema, eran innegables hacia fines de la década. Los rezagos

94
Más sobre el particular, véase: Valentina Torres. Historia de la Alfabetización y de la Educación en México. p. 618-
622.
95
Más sobre el particular, véase: Valentina Torres, ob. cit., p. 630-648.
82

disminuyeron y la atención se elevó. En lo económico, con todo y que se mantuvo la


planta productiva sin alteraciones graves, igual que el nivel de empleo, los salarios, así
como el poder adquisitivo de la gran población; la economía nacional, mostraba serios
problemas, al terminar el sexenio lópezportillista. Aún así, las condiciones generales del
país, y sobre todo, de los trabajadores, no mostraban signos de explosión social. De
donde bien cabe preguntarse ¿Qué orilló a la clase gobernante-dominante, cambiar de
rumbo?
83

CAPITULO IV. REORIENTACIÓN DEL MODELO DE DESARROLLO, POR LA VIA


NEOLIBERAL

Inicialmente, el trabajo contempla estudiar con algún cuidado lo que ocurre en el país a
partir de 1982; qué origina el vuelco que se da en el proceso de modernización; porqué la
vía neoliberal y no otra, en qué medida esta acción fue tomada sólo por el arribo en la
cúspide del poder público, del llamado grupo tecnócrata; hasta dónde son o no
responsables las administraciones anteriores por la forma como manejaron la economía
nacional, y el país todo. Preguntas como estas, obligan a un examen serio para tratar de
entender lo ocurrido. Más la complejidad del fenómeno, las muchas cosas ocurridas
desde que se pone en marcha el proyecto neoliberal por sus actores de primer orden, -
incluso hasta nuestros días-, indica que éste no ha logrado sentar bases sólidas para su
desarrollo, ni cuenta con la simpatía y aceptación de la gran población. Ambas cosas
hacen pensar que el mismo es: o un proyecto de la clase dominante -gobernante- de la
élite para la élite, o bien, resulta ser un proyecto que no ha sido correctamente entendido
por la población trabajadora, dada la velocidad con que está caminando y las respuestas
cotidianas que la misma tiene ante las muchas necesidades y carencias de millones de
mexicanos.

Séase una cosa u otra, y si bien mucho se ha escrito sobre sus partes y particularidades;
intentar una explicación del proyecto como un todo en principio, para luego estudiar o
describir cada uno de los ejes, como se pretendió con el proyecto anterior, exige un
tiempo que va más allá del concedido -de por sí ya agotado- para la entrega de este
trabajo. De ahí que se haya optado en lo que a este capítulo se refiere, por el camino de
señalar lo más significativo del modelo, esperando que sirva de punto de partida para el
estudio y comprensión de los estudiantes de esta Casa de Estudios; pues tal es, el
pretendido de este esfuerzo.
84

Se ha dicho y con razón, que con Miguel de la Madrid desde la silla presidencial, -1982-
comienza una nueva fase del proceso de modernización, pero con ropaje neoliberal.
¿Qué se adujo como razones para optar por esta vía? Decir que la misma fue por la
formación conservadora y pro-empresarial del nuevo gobernante, es insostenible.
Afirmar que la decisión obedece a que los gobiernos de 1970-1982; endeudaron como
nunca al país, practicaron, permitieron o fomentaron la corrupción a niveles no
conocidos en todas las esferas de la vida nacional, hicieron un muy mal uso de los
dineros del pueblo mediante acciones populistas o consintiendo el enriquecimiento
escandaloso de unos cuantos; que ejercieron el poder a un grado tal, que las libertades
individuales y sociales fueron trastocados como no se tiene memoria, que sus acciones
de política económica y social, no sólo obstaculizaron la modernización de la economía
en general, de la planta productiva y de la industria, sino condujo al deterioro salarial, al
desempleo y al empobrecimiento de millares de mexicanos, como no se recuerda.
Según se pude desprender por lo que ha ocurrido en estos últimos doce años; la
modernización con principios neoliberales no obedece a las causas apuntadas; más
bien, a lo que se señala páginas otras; esto es, a la construcción de un país imaginario,
versión moderna del proyecto de los conservadores del siglo XIX Mexicano.

Si tal es la intención, resulta explicable entonces, la serie de medidas que comenzaron a


aplicarse al iniciarse la década de los ochenta. La crisis -de signo diverso- que estuvo
presente en los años anteriores, y en la que sobresale el desplome económico hacia
fines de la misma, bien puede entenderse, como el gran pretexto para justificar el viraje
ya deseado y buscado tiempo atrás, por la nueva generación de capitalistas mexicanos
y por políticos formados con ideas extranjerizantes.

La renovación moral, el pacto de solidaridad económica, la renegociación de la deuda, la


descentralización de la administración pública, la reducción del gasto público, la
85

96
reprivatización de la banca, el inicio de la privatización de la economía , la revolución
educativa97; son apenas, parte inicial de un proyecto que no termina de configurarse,
pero que ha llevado al país a situaciones nada favorables para el grueso de los
nacionales. Si uno revisa el Plan Básico de Gobierno98 y las proposiciones del Congreso
del Trabajo99 para que fuesen tomadas en cuenta en el Plan de Gobierno lamadridiano;
encuentra semejanzas en varios de sus apartados; incluso, vinculadas a los principios de
la Revolución Mexicana, tales como democracia, desarrollo con justicia social, rectoría
del Estado en la definición y conducción de la economía nacional entre otras. Estas
premisas desde luego, tenían que ser ubicadas, interpretadas y aplicadas de acuerdo
con los tiempos que corrían, pero no sustituidas como ocurrió. Algo más, la
democratización, viejo reclamo, no parece haber tenido para los gobiernos de la década,
la misma importancia que dieron a la economía100. Lo que se puede decir de esto, es
que hay una contradicción entre los postulados del Plan Básico y lo que finalmente se
hizo. Tal contradicción sin embargo, adquiere sentido si tomamos en cuenta que lo
realizado por el régimen lamadridiano, constituye los primeros pasos que el grupo
tecnocrático -ya incrustado en lugares clave del gabinete- habría de dar, en la
consecución de sus propósitos y que desde luego, involucra a la actual administración101.

Es de sostenerse por otra parte, que quien verdaderamente resulta ejecutor de las
grandes acciones que fueron dando cuerpo al llamado modelo neoliberal, es el régimen
encabezado por Carlos Salinas. Las disposiciones que dan sustento a esto, no son

96
Más sobre el particular, véase: Jaime Enríquez Félix. La chilenización de la economía mexicana. p. 13-21.
También, Soledad Loaeza. Delamadridismo: la segunda modernización mexicana. p. 56-75; Igual, Juan Ricardo
Pérez Escamilla. Los inicios de la privatización en México: 1982-1988. p. 277-316.
97
Véase: Entrevista a Miguel de la Madrid. Excélsior, julio 5, 1984.
98
Véase: El Día, octubre 4, 1981.
99
Véase: Suplemento El Día, octubre 1º, 1981.
100
Véase: Miguel de la Madrid. Doce años de cambio en México. Este país. p. 22-32.
101
Para mayor información: véase José Luis Calva. El modelo neoliberal mexicano. p. 50-68.
86

pocas; pero el apuntamiento de los más importantes según nuestro parecer, puede
ayudar a ubicarnos mejor, para iniciar su estudio con un mínimo de rigor. En principio,
hay un replanteamiento del Estado y su papel, frente a la política global y el proyecto
económico. Ya no será más un Estado rector; su papel consiste en procurar las
condiciones políticas y sociales, para facilitar la acumulación de capital, la concentración
102
de éste, la entrada de recursos financieros para trabajar industrias de punta . Ya no
más reformas fiscales formales, para captar recursos que siempre serán insuficientes,
para modernizar la economía y la planta productiva. En vez de mayor endeudamiento,
se puso en marcha de manera franca, la privatización de la economía, poniendo en
venta casi todas las empresas paraestatales103, sosteniendo que con los recursos
obtenidos se daría respuesta a las necesidades de los mas necesitados -los más pobres-
a través del Fondo de Asistencia Social. La medida incluye además el adelgazamiento
del Estado y la federalización de la Administración Pública.

El avance abierto hacia el libre mercado y la libre competencia, condujo reformar los
artículos constitucionales 3º, 27 y 130. De la revolución educativa, se pasó a la
modernización, cuyo fondo se traduce en una educación que garantice eficiencia no
formación. La idea de "escuela digna" que se concreta en el "Programa para la
Modernización Educativa -1989-1994- y en el Acuerdo Nacional para la Modernización
de la Educación Básica, así lo dejan entrever104. Otro tanto ocurre respecto del régimen
de tenencia de la tierra. La propiedad ejidal -producto directo de la gesta de 1910- y la
propiedad comunal, resultan incompatibles con el modelo económico neoliberal. Había
que privatizar por otro lado se estimó necesario un trato diferente y una nueva relación
con la Iglesia -aliada en vez de enemiga-. El precepto constitucional que dio sustento al

102
Para mayor información, véase Víctor M. Bernal S. Estado y Capital Transnacional. El nuevo Estado Mexicano. p.
173-192. También Federico Reyes Heroles. Hacia un nuevo Estado. Desarrollo y Normatividad, en: Libertad y
Justicia. p. 463-470.
103
Véase: Jaime Enriquez, ob. cit., p. 45-53.
104
Ver: Programa para la Modernización Educativa -1989-1994- p. I-XX y Acuerdo Nacional para la Modernización de
la Educación Básica.
87

principio de separación Iglesia-Estado y subordinación de la primera a las Leyes


Constitucionales detentadas por el segundo, hubo de cambiarse para iniciar una relación
que rompe con una posición derivada de la conducta histórica de aquella, ante las luchas
sociales del pueblo mexicano.

Para las pretensiones del proyecto, la democratización del país parece no tan urgente,
aunque sí recomendable. Lo sugerente por lo demás, es una administración con
105
mentalidad empresarial . Sindicatos y partidos fuertes, sólo si asumen como suyo, el
modelo y trabajar por él, para su afianzamiento y consolidación.

Más no sólo es todo esto, se dieron pasos -una vez ya eliminados los inconvenientes-
para empujar al país hacia la integración económica con los Estados Unidos y el
106
Canadá . ¿Qué significa esto para los mexicanos?

Según se desprende de lo que se ha ido realizando; el propósito es que los intereses de


mediano y largo plazo de las sociedades mexicana y norteamericana puedan ser "mejor"
atendidas y satisfechas a partir de que ambas economías, se den la tarea de construir un
sistema global, en el que uno y otro, se complementen.
Visto así, ¿qué ofrecería uno y otro país, o qué situación tendría cada uno al interior del
proyecto? Hacia México, "los Estados Unidos ofrecerían un mercado seguro y creciente
para sus exportaciones; asistencia técnica, tecnología y "conocimiento" norteamericanos;
recursos financieros abundantes, bienes de capital -duradero o no- a precios
competitivos y la incorporación de fuerza de trabajo que no pueda ser absorbida en
México. A cambio, México deberá proporcionar a los Estados Unidos, materias primas y
productos terminados que requiera su economía a precios "accesibles"; un mercado

105
Véase: Arturo Huerta. Política Neoliberal de Estabilización Económica en México. p. 205-208. También: René
Villarreal. Liberalismo social y Reforma del Estado. p. 215-237.
106
Sobre el particular, véase: Murray G. Smit. México, Canadá y Estados Unidos: búsqueda de intereses
multilaterales, en: México ante el Libre Comercio con América del Norte. p. 293-315. También, Riordan Roett.
Alternativas estratégicas de México en un cambiante sistema mundial. Cuatro opciones en: Relaciones
Exteriores de México en la Década de los noventa. p. 17-41.
88

creciente para los productos norteamericanos, garantía a la inversión extranjera que se


establezca en el país, "acuerdo" sobre convenios de integración industrial
107
complementarios, y, por último, fortalecer la "amistad" entre ambos pueblos .

La consumación de tal postulado, supondría necesariamente trastocar otros renglones


108
de la vida nacional, tales como: la educación , bienestar social, las relaciones laborales,
la posesión y el manejo de los recursos naturales, la cultura e identidad nacionales109, la
independencia, soberanía y autodeterminación; el sostenimiento de una economía propia
y de la moneda nacional. En otras palabras, la integración económica, bajo la idea de
globalización y con el liderazgo de los Estados Unidos significaría a la larga, la pérdida
misma de México, como nación, sociedad, Estado. Este y no otro parece ser el
propósito, al ser sometido a discusión -afortunadamente no se aprobó- en la Cámara de
Diputados, en los primeros meses de 1993, la propuesta de cambiar de nombre al país,
dejándole simplemente: México.

Y en esta orden de casas, el grupo tecnócrata parece encontrarse en serio dilema:


construir un modelo económico propio, con ropaje neoliberal, que suponga cuando
menos, un mínimo de independencia y soberanía; o asumir su responsabilidad histórica,
en el sentido de haber incorporado la economía mexicana a una esfera, jefaturada y
controlada por los Estados Unidos; lo que representaría a la larga, para la nación
mexicana, perdida de su identidad como Estado Nacional.

Respecto del primer, alegato que el grupo sostiene no sólo para condenar a los políticos,
al populismo y al nacionalismo; adjudicándole males -según ellos- que no permiten al
país trascender niveles de atraso; uno puede suponer que desde la fecha en que

107
Más sobre esta idea: véase Rolando Cordera y Carlos Tello. ob. cit., p. 81-82.
108
Véase CIDAC. Educación para una economía competitiva. Diana, capítulos II y VII. También, Patricia Safa. La
Educación y el Tratado de Libre Comercio. p. 49-72.
109
Véase Bernardo Mabire. Cultura, Política y Comercio Exterior: Los casos de México y Canadá en: Liberación
Económica y Libre Comercio en América del Norte. p. 419-442.
89

llegaron al poder -1982-, la situación sería muy otra, doce años después. Pero es el
caso que, la "segunda modernización", como le llamara Soledad Loaeza, más bien
parece una segunda fase de la crisis; pues la deuda no sólo no ha disminuido, sino ésta
será hacia fines de 1995, más del doble con respecto de 1982; -175 mil millones de
dólares, según Carlos Ramírez110; con una doble agravante: a) el endeudamiento hoy
sólo sirve para pagar intereses de lo que se adeuda; ayer al menos sirvió para crecer
económicamente aunque no como se dijo en los discursos; b) se supone que la venta de
casi todas las empresas paraestatales, hecha por los tecnócratas, era para disponer de
recursos financieros que serían aplicados a la planta productiva, manteniendo con ello,
los niveles de empleo que la sociedad demanda. Sin embargo, las cosas no son como
se dijo que serían. Así la modernización como parecen entenderla los neoliberales,
presenta un cuadro en nuestros días de: mayor pobreza -en número y en niveles-,
corrupción sinigual, gran inseguridad social, educación empobrecida como no se tiene
memoria, desempleo total o parcial de millones de mexicanos, salario minúsculo -en vez
mínimo-, autoritarismo muy cercano a dictadura, democracia selectiva, narcotráfico
111
abierto y desmedido , asesinatos políticos, levantamientos armados, economía
desplomada. Los banqueros y empresarios del país, que ayer cuestionaban y combatían
al Estado estatista, -así le llamaban- porque no les dejaba mano libre para implantar su
modelo económico; hoy que el Estado -¿el país?- es de los banqueros y empresarios, se
quejan de él, porque no fija rumbos, no dice a dónde vamos, ni responde de modo
puntual a sus exigencias. El Estado empresarial, como algunos estudiosos le han
llamado, ha resultado, según parece, un ente que no sólo ha perdido visión, sino
capacidad de responder conforme a los intereses de sus creadores, y menos a los cada
día, mayores necesidades de la población. ¿Será esto lo que desde afuera se quiere,
por aquello de la integración? Si tal es la idea, la batalla histórica entre un México
imaginario y un México profundo, sigue en pie entonces; pero a diferencia de otros
momentos, hoy la cruzada tendrá que ser: a) vencer la crisis y avanzar hacia una idea de

110
El Financiero. Septiembre 28 de 1995.
111
Véase: Eduardo Valle. El Segundo Disparo. p. 13-26.
90

modernización que en términos de desarrollo signifique no crecimiento, acumulación y


concentración de capital de modo predominante; b) trabajar en la configuración de un
modelo económico alternativo que establezca como principio, distribución justa y
equitativa de la riqueza que todos producimos; c) luchar por edificar una sociedad que
sólo conserve el nombre, sino que sea verdaderamente de nosotros y para nosotros.
Esto puede ser posible, si todos entendemos y aprendemos de la crisis. El compromiso
común nos permitirá hacer posible y sin violencia, levantar una nueva sociedad nacional,
donde los grandes problemas nacionales -como bien lo dijera Andrés Molina Enríquez a
principios de este siglo-, sean atendidos bajo una nueva moral. No hacerlo así, el ciclo
histórico que hemos vivido, desde que resolvimos ser una nación independiente y
soberana, se puede repetir a unos pasos de que termine el siglo y concluya el milenio.
91

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98

INDICE

A MODO DE INTRODUCCIÓN…………………………………………………….. 2

CAPITULO I. UNA APROXIMACIÓN A LA IDEA DE MODERNIZACIÓN


Y LAS POLÍTICAS MODERNIZADORAS EN MÉXICO……………… 6

CAPITULO II. RASGOS DEL MODELO DESARROLLISTA…………………… 22


El trinomio, desarrollo económico-industrialización-educación…………………. 28
Calidad de la educación y formación docente……………………………………. 37
Crisis del modelo: sus secuelas……………………………………………………. 44

CAPITULO III. CRISIS Y BUSQUEDA DE UN NUEVO MODELO DE


DESARROLLO: 1970-1982………………………………………………... 46
1. Nuestro entorno cercano y lejano…………………………………………….... 47
2. Del autoritarismo a la apertura democrática………………………………….. 50
Los rasgos que identifica cada proyecto…………………………………………. 55
El proyecto nacionalista…………………………………………………………..... 58
De la apertura democrática, a la solución somos todos………………………... 60
Del desarrollo compartido a la alianza para la producción…………………….. 64
De la reforma educativa, a la educación para todos………………………….... 71

CAPITULO IV. REORIENTACIÓN DEL MODELO DE DESARROLLO,


POR LA VIA NEOLIBERAL……………………………………………….. 83

MATERIAL CONSULTADO……………………………………………………..... 91

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