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DIANAS OR DRUDGES?

WOMEN’S STATUS IN THE LAST ICE AGE


By Paul Bahn & Elle Clifford – SALDVIE 22: p.113-121, 2022 – Universidad de
Zaragoza, Departamento de Ciencias de la Antigüedad
ISSN 1576-6454 / ISSN.e 2794-0055
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¿DIANAS O DOMINADAS? EL ESTATUS DE LAS


MUJERES EN LA ÚLTIMA ÉPOCA GLACIAL
por PAUL BAHN y ELLE CLIFFORD
_________________________________________________________________________
Traducción César Augusto Velandia Jagua

RESUMEN:
En los últimos años han proliferado intentos de reexaminar la vida de las mujeres
durante el último periodo glacial. Durante demasiado tiempo, la visión del “hombre
cazador” y la mujer como “recolectora, cocinera y niñera” ha sido una hipótesis
indiscutida y, sin duda, esta imagen simplista de las prácticas de división del trabajo
entre los cazadores-recolectores antiguos debía ser revisada. Desafortunadamente,
esto ha llevado a un exceso de celo en algunas afirmaciones: las mujeres también
practicaban la caza mayor y, por tanto, no podrían haber sido dominadas por los
hombres. La ruptura de esos estereotipos sobre las mujeres prehistóricas es el
mensaje que articula un reciente documental, al que acompaña un libro homónimo,
llamado “Lady Sapiens”. Pero ¿están esas visiones sobre los papeles de hombres y
mujeres en la Prehistoria basadas en algo más que pensamientos ilusorios que
derivan en nuevas mitologías? ¿Hay alguna evidencia arqueológica que nos permita
asumir algo sobre las actividades económicas de hombres y mujeres en esas culturas
prehistóricas antiguas?

1. INTRODUCCIÓN
En septiembre de 2021 se emitió en la televisión francesa un
documental titulado Lady Sapiens (sintonizado por 1,5 millones de personas),
acompañado de un libro del mismo nombre y de un videojuego (Cirotteau et
al. 2022). Los tres promulgaron una visión de nuestros antepasados
prehistóricos que era a la vez feminista y algo controvertida. El libro y el
documental se estrenarán en Gran Bretaña este año. Son obra de dos
periodistas (Thomas Cirotteau, escritor y cineasta, y Eric Pincas, historiador y
escritor) y de una arqueóloga (Jennifer Kerner, especializada en prácticas
funerarias prehistóricas). La versión inglesa del libro lleva el subtítulo
"Breaking Stereotypes about Prehistoric Women" [Rompiendo Estereotipos
sobre las Mujeres Prehistóricas] sobre las amplias curvas de la Venus de
Willendorf (Fig.1). La editorial afirma, con razón, que los investigadores han
subestimado durante mucho tiempo el papel de las mujeres prehistóricas en la
sociedad: habían quedado prisioneras de los tópicos y, a diferencia de los
hombres que cazaban, inventaban, creaban y dibujaban, el papel de la mujer se
limitaba a las tareas domésticas y a educar a los niños. "...En los últimos
quince años, una nueva generación de investigadores –muchos de ellos
mujeres– ha puesto patas arriba este modelo. Al establecer protocolos de
análisis pioneros y definir nuevos métodos de excavación, estas científicas son
por fin capaces de hacer visible lo invisible. Gracias a su tenacidad, el papel
esencial e incluso prestigioso de las mujeres prehistóricas está emergiendo.
Por primera vez, estas antiguas mujeres resucitan ante nuestros ojos...". El
libro supuestamente echa por tierra la división simplista de papeles al destacar
los avances en el estudio de los huesos, las tumbas, el arte y la etnografía.

Figura 1: Portada británica de Lady Sapiens, Legend Press Ltd.

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El año pasado, nada menos que nueve eminentes especialistas franceses
–cuatro hombres y cinco mujeres, antropólogos y prehistoriadores– publicaron
una respuesta conjunta y virulenta a lo que consideraban un enfoque ilusorio
del pasado (Augereau et al. 2021). Según argumentaban, a primera vista
podría pensarse que cualquier intento de emancipar a las mujeres en el pasado
debería ser bienvenido. Sin embargo, consideraban que los puntos de vista
presentados en Lady Sapiens eran extremadamente sesgados en lo que se
refiere a las relaciones de género en el Paleolítico. Aunque el libro pretendía
ser "matizado" y había evitado ser militante para lograr una mayor
objetividad, los especialistas insistieron en que pintaba una imagen de la
condición femenina que es más fantasía contemporánea, que basada en
pruebas científicas.

Se presenta a las mujeres del Paleolítico Superior como trabajadoras


modernas emancipadas, que eligen a sus parejas, controlan su fecundidad,
participan –más o menos– en las mismas actividades que los hombres y con el
mismo grado de influencia social que éstos. Lejos de ser un relato equilibrado,
en realidad descarta sistemáticamente toda prueba que pueda sugerir la
probabilidad –o incluso la simple posibilidad– de la dominación masculina, ya
sea distorsionándola o ignorándola. Estudiar el papel de la mujer en la
Prehistoria no es nada fácil, sobre todo en el Paleolítico, donde los vestigios
materiales son parciales y difíciles de interpretar. Pero las pruebas que
sobreviven deben examinarse con gran cuidado, y no omitirse. Lady Sapiens
subraya con razón la importancia de las comparaciones etnográficas para
elaborar hipótesis sobre el pasado, pero los especialistas señalan que ignora las
numerosas observaciones que contradicen el punto de vista elegido. Por
ejemplo, en lo que se refiere a la división sexual del trabajo, el feminismo
contemporáneo pretende abolir este aspecto de la dominación masculina, y el
libro afirma que las pruebas de ello son débiles, o incluso inexistentes, en el
Paleolítico superior. Afirma –probablemente con razón– que la mujer debió
cazar animales pequeños o participar en cacerías colectivas. Sin embargo, los
estudios de todos los cazadores-recolectores conocidos por la etnología, en
todos los continentes, han demostrado claramente que las mujeres están
sometidas sistemáticamente a una serie de prohibiciones, como la de utilizar
las armas cortantes o punzantes más letales, como lanzas y arcos. Sin
embargo, a lo largo de su texto, Lady Sapiens presenta erróneamente la
posible participación de las mujeres en la caza como “prueba” de la ausencia
de una división sexual del trabajo.

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Cuando Lady Sapiens evoca una posible dominación masculina en las
sociedades prehistóricas, lo hace principalmente en términos de poliginia y
rapto de mujeres. El rapto se presenta como algo, si no totalmente
desconocido, sí muy excepcional y poco significativo en las relaciones entre
los sexos. En realidad, como subrayaron los especialistas franceses, el rapto
(generalmente individual y no colectivo) es una realidad banal en la etnología
de los cazadores-recolectores, como en la Australia aborigen, y demuestra que
los hombres tienen derechos unilaterales sobre las mujeres. Los especialistas
también rebatieron la afirmación del libro de que, por regla general, las
sociedades de cazadores-recolectores mantienen una existencia pacífica dentro
del grupo y con otros grupos: ¡numerosos estudios etnológicos atestiguan lo
contrario!

En cuanto a la poligamia –cuando un hombre tiene varias esposas, lo


que, en sí mismo, constituye una falta de igualdad entre los sexos–, Lady
Sapiens afirma que la poligamia es poco conocida en las sociedades de
cazadores-recolectores, y que predomina la monogamia. Sin embargo, los
especialistas señalan que, según el Atlas Etnográfico, sólo 16 de los 178
grupos de cazadores-recolectores registrados practicaban la monogamia. Y en
la mayoría de los casos, la poligamia era exclusiva de los hombres: en otras
palabras, ¡poliginia en lugar de poliandria!

Por último, Lady Sapiens afirma la existencia de algunos matriarcados,


como el de los minangkabau de Sumatra y el de los yanzi de Zaire; pero
aunque estos dos pueblos son ciertamente matrilineales, y los minangkabau
son matrilocales, no pueden considerarse seriamente matriarcados: todavía no
se ha registrado en ninguna parte ninguna sociedad en la que las mujeres
tengan poder sobre los hombres.

Tras minimizar o ignorar la división sexual del trabajo, el rapto de


mujeres y la poliginia, los autores del libro proclaman que "...Lady Sapiens"
era una mujer de acción y posiblemente una mujer de poder; las mujeres del
Paleolítico Superior eran "generosas, hábiles y audaces, pero también tenían
un estatus privilegiado; eran respetadas, honradas, veneradas...". Esto llevó a
los especialistas franceses a plantearse las causas y los mecanismos de la
dominación masculina, observada en la gran mayoría de las sociedades
humanas, y especialmente en las cazadoras-recolectoras. Esta dominación se
expresaba sobre todo en términos de derechos sexuales y matrimoniales: el
marido podía prestar o repudiar a su mujer, mientras que ella no tenía
derechos equivalentes. En algunas sociedades, la superioridad social de los

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hombres estaba legitimada por las religiones iniciáticas, en las que se les
informaba de secretos que ningún no iniciado, niño o mujer adulta podía
aprender sin incurrir en una condena a muerte. Los especialistas señalaron que
Lady Sapiens no dice nada de estas prácticas; ciertamente no dejarían rastro
arqueológico, pero es muy probable que tales costumbres tengan orígenes
remotos. La mera ausencia de pruebas arqueológicas directas de la
dominación masculina no prueba en absoluto que no existiera.

El mensaje de Lady Sapiens es que las mujeres del Paleolítico Superior


estaban tan implicadas en numerosas actividades cotidianas y eran tan
indispensables para la supervivencia que sencillamente no podían ser
dominadas; su importancia económica excluía la posibilidad de su
subordinación. Como señalaron los especialistas, se trata de una idea
verdaderamente ingenua que se contradice con toda la historia de la
dominación de género. Basta con considerar nuestra propia sociedad para
darse cuenta de que realizar un trabajo útil no es garantía de gratitud, y mucho
menos de posición social o poder. En resumen, el mensaje del libro es una
versión moderna del mito de un matriarcado primitivo, en el que el parto daba
preeminencia a la mujer, y sus actividades productivas conducían a la igualdad
de sexos. Era una edad de oro perdida de las relaciones entre los sexos. Sin
embargo, como veremos, es mucho más probable que las sociedades del
Paleolítico Superior se caracterizaran por una división sexual del trabajo.

2. LA VIDA COTIDIANA EN LA EDAD DE HIELO


En nuestro propio libro, escrito antes de que tuviéramos conocimiento
de Lady Sapiens, nuestro enfoque de estos problemas es algo diferente (Fig.
2). Aunque estamos de acuerdo con algunas de las ideas básicas del libro
francés, consideramos que muchas de sus afirmaciones carecen de fundamento
y que faltan algunos hechos y ejemplos importantes.

En “Everyday Life in the Ice Age” [La vida cotidiana en la Edad de


Hielo] nos propusimos desde el principio ofrecer una visión completa de todos
los aspectos de la vida en el Paleolítico Superior, incluidas las distintas
funciones de hombres, mujeres y niños. Trabajamos principalmente a partir de
pruebas arqueológicas, pero recurrimos a pruebas etnográficas para llenar
algunas de las lagunas de nuestro conocimiento con posibles hipótesis. Nos
hemos esforzado por utilizar la etnografía con sensatez y objetividad, y
cuando simplemente no sabemos cuál era la situación en la Prehistoria, lo
decimos, en lugar de elegir una teoría favorita.

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Figura 2. Portada de Everyday life in the Ice Age. (Ed. Archaeopress).

Lady Sapiens hace hincapié en el sexismo precoz, sobre todo en el siglo


XIX y principios del XX, que siempre presentó a las mujeres del Paleolítico
superior como el sexo inferior. Esto es generalmente cierto, pero es importante
señalar que hubo algunas excepciones importantes: por ejemplo, el libro
olvida mencionar que la primera novela sobre el Paleolítico, Solutré ou les
chasseurs de rennes de la France centrale [Solutré o los cazadores de renos
del centro de Francia] (1872) de Adrien Arcelin, ¡presentaba a una joven que
era a la vez jefa y artista! Por otra parte, aunque la mayoría de los primeros
investigadores descartaron la posibilidad de que las mujeres fabricaran
herramientas de piedra, nada menos que el abate Henri Breuil describió a

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mujeres fabricantes de herramientas en un libro de 1949, Beyond the Bounds
of History. Scenes from the Old Stone Age, [Más allá de los límites de la
Historia. Escenas de la Edad de Piedra] otra contribución pionera que no
aparece en el libro (Fig. 3).

Figura 3 Henri Breuil, en un libro de 1949, fue uno de los pocos estudiosos que
representó a mujeres de la Edad de Hielo fabricando herramientas de piedra.

Otro punto en el que discrepamos con Lady Sapiens es su afirmación de que


muchas más plantillas de manos de las cuevas paleolíticas fueron hechas por
mujeres de lo que se pensaba hasta ahora. Contrariamente a esta afirmación,
no es en absoluto fácil "sexar" las plantillas de manos de las cuevas: los
estudios modernos de las plantillas de manos realizadas por aborígenes
australianos, estudiantes europeos y otros grupos han demostrado que existe
un tremendo solapamiento entre las realizadas por mujeres, adolescentes y
niños varones. Por lo tanto, es un mito que las plantillas de manos de la Edad
de Hielo fueran hechas por hombres o predominantemente por mujeres. Es
muy difícil obtener mediciones fiables de las plantillas de manos paleolíticas,
y la determinación del sexo de las manos también es difícil debido a las
diferencias causadas por la técnica, la posición de la mano y la forma de la
pared, etc. Los experimentos de confección de plantillas de manos han dado

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lugar a medidas variadas que podrían sugerir sexos diferentes; en resumen, ¡un
mismo individuo puede producir plantillas muy diferentes!

En lo que respecta al arte rupestre, tradicionalmente se asumía –por


parte de los estudiosos, casi exclusivamente masculinos– que sólo los hombres
eran artistas, y que las imágenes reflejaban las preocupaciones masculinas por
la caza y el sexo (Fig. 4). Ahora sabemos que esto es un disparate, y puesto
que las mujeres producen arte rupestre en otras culturas –como en Australia–
no hay razón alguna para suponer que todas, o incluso la mayoría, de las
imágenes de la Edad de Hielo fueron creadas por hombres.

Figura 4 Un cuadro ya perdido de Paul-Joseph Jamin (1853-1903) que muestra una vista de principios del
siglo XX de un artista cromañón trabajando; en estas obras, el artista es siempre un hombre blanco con barba,
mientras que las admiradoras están en topless o desnudas. (https://commons.wikimedia.org/wiki/
File:Paul_Jamin_Un_peintre_décorateur.jpg).

Por ejemplo, los grandes bisontes del techo de Altamira, dibujados con
un trazo tan extenso y amplio y con tal dominio del espacio, indican con casi
total seguridad que el artista fue un hombre (aunque no se puede descartar la
posibilidad de que se tratara de una mujer inusualmente corpulenta) (fig. 5).

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Figura 5. Uno de los bisontes del techo en la caverna española de Altamira.

Esta fue la opinión conjunta de Pedro Saura y Matilde Múzquiz, los


artistas que realizaron el facsímil del techo. Por otra parte, Matilde intuyó que
los caballos saltarines y flexibles pintados en una fase anterior del techo (fig.
6) eran obra de una mujer porque encarnaban la alegría de vivir, pero, por
supuesto, no pudo demostrarlo de ninguna manera.

Figura 6. Uno de los caballos animados del techo de Altamira (Breuil y Obermaier, 1935).

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En la mayoría de los casos, simplemente desconocemos el sexo de los
artistas. Las escultoras de las "vulvas" y de las figurillas femeninas podrían
haber sido fácilmente mujeres –se sabe que las mujeres a veces producen arte
rupestre y arte sagrado en algunas culturas indígenas– y se puede extender este
argumento a todo el arte paleolítico, invocando ceremonias de iniciación para
explicar la menstruación, con la notación lunar como prueba de apoyo, pero
sin ninguna certeza.

Sin embargo, hay un yacimiento en el que se puede argumentar a favor


de una artista femenina. El friso esculpido magdaleniense de Cap Blanc
(Dordoña) comprende seis caballos, varios bisontes y una o dos cabezas de
ciervo. El examen minucioso de las tallas y la dirección de los golpes de las
herramientas habían sugerido a algunos investigadores que el artista había sido
zurdo. Bajo el centro del friso se encontró enterrado un esqueleto adulto, que
fue desenterrado en 1911 y posteriormente vendido al Field Museum de
Chicago.

Figura 7. Cap Blanc (Dordoña). Molde del esqueleto femenino hallado bajo
el friso de los caballos y su reconstrucción facial (Img. E. Daynès).

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Aunque durante mucho tiempo se pensó que se trataba de un varón,
posteriormente se identificó como una mujer, probablemente de entre 25 y 35
años. En 2001 se adquirió un molde de su esqueleto y se colocó en el lugar
que le correspondía bajo el friso; el antropólogo que colocó el molde observó
que tenía un mayor desarrollo muscular en el lado izquierdo y que, por tanto,
era zurda. Así pues, es posible que fuera la escultora, enterrada en un lugar de
honor frente a su obra. Hace unos años se realizó una excelente reconstrucción
facial de esta mujer (Fig. 7).

Además, hay que tener en cuenta que algunas obras rupestres se


encuentran en espacios tan estrechos y reducidos –como el Diverticule aux
Bisons [Divertículo del Bisonte] de la cueva francesa de Bédeilhac, con su
pequeño pasillo y su estrecha chimenea– que las sofisticadas figuras debieron
ser dibujadas por un adulto muy pequeño, y no por un niño, y bien podría
tratarse de una mujer. Habría sido imposible para cualquier otra persona
alcanzarlas con una lámpara.(Fig. 8).

Figura 8. "¿A alguien más le parece extraño que ninguno de los grandes pintores haya sido hombre?".
(Lorenz 1980).

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3. DIVISIÓN SEXUAL DEL TRABAJO
Los únicos enterramientos femeninos paleolíticos de los que se ocupa
Lady Sapiens proceden de dos excavaciones antiguas: la de Dame du Cavillon
(Italia) y la de Saint-Germain-la-Rivière (Francia). En ambos casos, las
mujeres fueron cuidadosamente enterradas con ajuares funerarios y joyas, lo
que sin duda denotaba algún tipo de estatus. En nuestro libro no sólo hemos
incluido los enterramientos de varias mujeres que murieron durante el parto o
poco antes, sino también un notable descubrimiento más reciente en España.
En 2010 se descubrieron los restos incompletos de una mujer enterrada en la
cueva de El Mirón, en Cantabria. Se la conoce como la "Dama Roja" por el
inusual ocre utilizado en su enterramiento, rico en cristales de hematites, que
le confieren un efecto intensamente brillante. Hasta la fecha, es el único
enterramiento adulto de la Edad de Hielo hallado en la Península Ibérica. El
análisis osteológico reveló que tenía entre 35 y 40 años cuando murió y que
fue enterrada hace unos 18.700 años. Parece probable que fuera muy respetada
en vida como para justificar un enterramiento tan elaborado, pero no tenemos
ni idea de por qué se la eligió para enterrarla ni de si era excepcional o
inusual. De hecho, tenemos tan pocos enterramientos bien excavados del
Paleolítico Superior europeo que es imposible saber si su tratamiento funerario
era especial o normal para la época, por lo que deducir su estatus es
inevitablemente subjetivo.

Un grupo de personas del Paleolítico Superior, reconstrucción (Por Elisabeth Daynès)

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Por supuesto, las mujeres fuertes y ágiles habrían sido tan capaces de
cazar como los hombres, pero a pesar de esta realidad, entre los cazadores-
recolectores modernos la caza mayor es casi exclusivamente una actividad
masculina, y es muy posible que lo mismo ocurriera en el pasado, pero
cuándo, dónde y por qué ocurrió por primera vez sigue siendo un misterio. Es
absolutamente lógico que ambos sexos tuvieran que ser competentes en todas
las habilidades necesarias para la supervivencia: las mujeres tendrían que
adquirir experiencia en la caza, el rastreo y la fabricación de herramientas,
junto con los hombres de estas comunidades. Por tanto, quizá sea simplista
suponer que la caza se limitaba a los hombres. Las mujeres, como sabemos,
son perfectamente capaces de las muchas habilidades que se requieren:
conocer la posible ubicación de los rebaños, seguir las huellas, escuchar, ver y
oler bien, la coordinación y la precisión a larga distancia con las armas - y por
último, pero no menos importante, la resistencia física.

Reconstrucción de una mujer y un niño del Paleolítico Superior (Por Elisabeth Daynès).

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En lo que respecta a los restos humanos, es poco probable que la
división sexual del trabajo deje rastro en los esqueletos, y los futuros
arqueólogos se verán en apuros para detectar las especializaciones
profesionales de las mujeres modernas a partir de sus huesos. El problema es
especialmente grave en el Paleolítico Superior, donde hay tan pocos restos
humanos de los 30.000 años en cuestión, la mayoría mal conservados. Y sin
embargo, un estudio de 2014 realizado por Villotte y Knüsel, mostró que la
división sexual del trabajo a veces puede ser fuertemente indicada en las
poblaciones prehistóricas, cuando detectaron evidencia de "codo de lanzador"
en los codos derechos de los hombres –y sólo los hombres– lo que sugiere el
lanzamiento repetido de lanzas; esto sin duda coincide con numerosas
observaciones etnográficas que las armas arrojadizas son exclusivamente
competencia de los hombres.

Una de las figurillas femeninas de tiza descubiertas recientemente en Amiens-Renancourt (Somme, Francia)
(Foto S. Lancelot, INRAP- Institut National de Recherches Archéologiques Préventives, Francia).

Aunque Lady Sapiens menciona este estudio, hace mucho más hincapié
en el reciente descubrimiento de una mujer cazadora de caza mayor en
Sudamérica. En el yacimiento de Wilamaya Patjxa (Perú), en las tierras altas
andinas, se excavaron los restos de una joven adulta de 9.000 años de edad,
enterrados con un "kit de herramientas de cazador" compuesto por puntas de
proyectil y herramientas para procesar animales. El análisis osteológico reveló

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que esta joven tenía unos 18 años en el momento de su muerte, pero
desgraciadamente la afirmación de que se trata de una mujer sigue sin ser
concluyente y, por supuesto, la simple presencia del conjunto de herramientas
no prueba que el difunto (o, difunta) las utilizara, ¡aunque lo mismo ocurre
con todos los enterramientos, sean masculinos o femeninos!

Sin embargo, a las cazadoras-recolectoras modernas (y es posible que


esto también ocurriera en el pasado) les gusta unirse a una expedición de caza
por la emoción de rastrear y localizar animales, pero no participan en la
matanza de grandes bestias.

Matar a un animal de gran tamaño, como un reno salvaje o un bisonte,


después de haberle herido con lanzas y utensilios de mano y de que esté
luchando por escapar, requiere una fuerza enorme y suele ser la parte más
peligrosa del proceso de caza. El despiece y el transporte de las partes del
animal hasta el lugar de origen tampoco son tareas sencillas, y no hay que
subestimar el esfuerzo físico que exigen. Cualquiera que proponga que las
mujeres cazaban animales grandes en un pasado remoto con armas básicas
debe tener muy en cuenta la enormidad del proceso de matar grandes bestias.

Figura 9. Una de las placas de piedra grabada de Gönnersdorf (Alemania, ca. 12.600 a.C.) representa lo que
parecen ser cuatro mujeres muy estilizadas, una detrás de otra, con una pequeña forma detrás de la espalda de
la segunda. Generalmente se interpreta como la representación de un bebé llevado y atado a la espalda de una
mujer.

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No se trata en absoluto de una actividad peligrosa, y afirman que el
embarazo no limita en absoluto estas actividades. Es posible que las mujeres
también cazasen en el pasado, pero en algún momento de la prehistoria
"optaron" por mantenerse a salvo ellas mismas y a su descendencia
permaneciendo cerca de casa.

Por lo tanto, la elección de los "trabajos" que preferían realizar no


tendría nada que ver con la dominación masculina, e incluso si la crianza de
los hijos se convirtió en una prioridad, seguramente las mujeres habrían sido
capaces de cazar y descuartizar animales y ser autosuficientes para sobrevivir
si (en el peor de los casos) los hombres no regresaban de sus excursiones de
caza, y las mujeres quedaban abandonadas a su suerte y a la de sus hijos.

La conclusión lógica es que las mujeres de la Edad de Hielo podían


cazar y fabricar herramientas, aunque estas actividades disminuyeran durante
el embarazo y la crianza de sus hijos. Los hombres de la Edad de Hielo
también podrían haber sido eficientes y competentes en todas las tareas
enumeradas en el recuadro: capaces de cocinar, procesar pieles y coser, y
cuidar y enseñar a sus hijos técnicas de supervivencia. Presentar a los hombres
de la Edad de Hielo únicamente como fabricantes de herramientas y armas y
como cazadores es retratarlos de forma muy unidimensional.

Reconstrucción de una mujer del Paleolítico Superior final (Por Elisabeth Daynès).

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Actividades económicas distintas de la caza
¿Quién realizaba estos trabajos?
¿Qué importancia tienen?

Carnicería y desollado de animales


Procesar pieles y cueros para ropa, etc.
Arrear animales
Pescar y eviscerar
Recoger leña, huesos y estiércol para el fuego
Mantener el fuego encendido continuamente
Recoger alimentos estacionales como raíces y plantas, huevos, bayas y frutos secos
Recoger agua
Cocinar
Procesar los alimentos para almacenarlos
Fabricación de tejidos para ropa, cuerdas y redes
Fabricación de recipientes
Recogida de piedra, hueso, asta y ocre
Elaboración del ocre
Fabricación de herramientas de piedra, hueso y asta
Fabricación de herramientas para coser y procesar la piel – agujas, punzones
Fabricación de cuentas y joyas
Lactancia y cuidado de niños
Enseñar a los niños las habilidades que necesitan para sobrevivir
Exploración y comercio fuera de casa

4. CONCLUSIÓN
Las poblaciones cazadoras-recolectoras viven en entornos que no
sienten la necesidad de domesticar o moldear para sus propios fines, un
mundo natural que saben que no pueden controlar ni dominar, y dependen
totalmente unos de otros para sobrevivir. En este entorno, las pautas de la vida
y las preocupaciones cotidianas parecen necesitar poco de la política de
género, aunque la observancia de normas y tabúes relativos a determinados
papeles masculinos y femeninos suele estar presente y ritualizada, y no sin
consecuencias para quienes no las respetan. Las políticas sexuales y de
identidad se han convertido en un tema importante en nuestra cultura
moderna, pero ¿es probable que estas preocupaciones fueran relevantes o se
discutieran alguna vez durante la Edad de Hielo? Cabría imaginar que las
actividades cotidianas esenciales tenían prioridad sobre la política de género,

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aunque, por supuesto, nunca sabremos qué tradiciones observaron los distintos
grupos culturales a lo largo de decenas de miles de años.

No sabemos absolutamente nada sobre el lenguaje o el pensamiento de


la Edad de Hielo, pero sin duda ambos debieron de ser avanzados para
comunicarse entre sí pensamientos y deseos, y para organizar las complejas
actividades cotidianas. La vida de las poblaciones de la Edad de Hielo
requería necesariamente niveles avanzados de procesamiento mental.

Pero, ¿y el dominio? No podemos asumir con seguridad nada sobre los


papeles de hombres y mujeres en las culturas prehistóricas: ya es bastante
difícil comprender los valores de culturas muy diferentes a la nuestra, pero
¿habrían entendido las culturas de la Edad de Hielo el concepto de dominación
o superioridad masculina o femenina? ¿No es más probable que los hombres y
las mujeres obtuvieran un "estatus" gracias a determinados logros o al
cumplimiento de sus obligaciones para con el bienestar del grupo? La cuestión
de si durante la Edad de Hielo cazaban sólo los hombres o tanto los hombres
como las mujeres es un enigma que probablemente no se resuelva, y no es más
importante que la cuestión de quién realizaba cualquiera de las otras
actividades esenciales durante este periodo de nuestro largo desarrollo
cultural. Sean cuales sean las actividades en las que participaron hombres y
mujeres, juntos o por separado, no se puede deducir que hubiera una relación
directa entre la caza y la dominación de las mujeres por parte de los hombres.
Sencillamente, no lo sabemos.

REFERENCIAS

Augereau, A., Bocquentin, F., Boulestin, B., Darmangeat,C., Henry-Gambier, D.,


Quellec, J.-L. Le, Perlès, C., Teyssandier, N. et Touraille, P. (2021). Lady Sapiens: les
femmes préhistoriques, d’un stéréotype à l’autre? HAL open science. hal-03396675.

Arcelin, A. (1872). Solutré ou les chasseurs de rennes de la France centrale: histoire


préhistorique. Librairie Hachette.Solutré.

Breuil, H. (1949). Beyond the bounds of history: scenes from the Old Stone Age. PR
Gawthorn. London.

Breuil, H. et Obermaier, H. (1935). The Cave of Altamira at Santillana del Mar, Spain.
Tip. de Archivos, Madrid.

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Cirotteau, T., Pinkas, E. et Kerner, J. (2023). Lady Sapiens. Limited Press Ltd. In
Spanish: Lady sapiens. La mujer en tiempos de la prehistoria. La esfera de los libros
(2022). Santiago Compostela.

Clifford, E. et Bahn, P. (2022). Everyday Life in the Ice Age: A New Study of Our
Ancestors. Archaeopress Publishing Ltd. Oxford

Lorenz, L. (1980). Does it strike anyone else as weird that none of the great painters have
ever been men? The New Yorker (C. Jan.-21-980).

Villotte, S. et Knüsel, C. J. (2014). I sing of arms and of a man…”: medial epicondylosis


and the sexual division of labour in prehistoric Europe. Journal of Archaeological Science,
43:168–174.

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