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Universidad de Castilla-La Mancha

Facultad de Ciencias Económicas y Empresariales

Trabajo Fin de Grado

Grado: Economía

La economía de Castilla en los siglos XVI y XVII.


Los Fugger y las minas de Almadén

Ángel Campos Sánchez

Dirigido por: Lidia Anes Fernández

Albacete, 2017
Universidad de Castilla-La Mancha

Facultad de Ciencias Económicas y Empresariales

Trabajo Fin de Grado

Grado: Economía

La economía de Castilla en los siglos XVI y XVII.


Los Fugger y las minas de Almadén

Ángel Campos Sánchez

Dirigido por: Lidia Anes Fernández

Albacete, 2017
Índice
Capítulo 1 Introducción ...................................................................................... 1

Capítulo 2 La economía de Castilla en los siglos XVI y XVII .............................. 3

2.1. Evolución demográfica .......................................................................... 3

2.2. Evolución del sector agrario .................................................................. 7

2.3. La actividad manufacturera ................................................................. 10

2.3.1. Manufacturas en el siglo XVI: expansión con limitaciones ........... 10

2.3.2. Manufacturas en el siglo XVII: época de crisis ............................. 13

2.4. Comercio ............................................................................................. 15

2.4.1. El comercio con América en los siglos XVI-XVII ........................... 16

2.5. La Hacienda de Castilla ...................................................................... 18

2.5.1. Evolución de la deuda .................................................................. 21

Capítulo 3 Los Fugger y las minas de Almadén ............................................... 23

3.1. Los Fugger .......................................................................................... 23

3.1.1. Origen de un negocio ................................................................... 23

3.1.2. Las primeras operaciones de los Fugger ...................................... 24

3.1.3. Los inicios de los negocios con los Austrias ................................ 27

3.2. Los Austrias ........................................................................................ 28

3.2.1. El reinado de Carlos I de España y V de Alemania ...................... 29

3.3. Los banqueros del reino ...................................................................... 31

3.3.1. Las primeras deudas con los Fugger ............................................ 31

3.3.2. La Hacienda de Castilla: Las deudas ........................................... 31

3.3.3. Los pagos de las deudas: los maestrazgos .................................. 35

3.4. La importancia del mercurio ................................................................ 40

3.4.1. Las Órdenes Militares ................................................................... 40

3.4.2. Las minas de Almadén ................................................................. 41

I
3.4.3. El proceso de amalgama .............................................................. 43

Conclusiones .................................................................................................... 45

Bibliografía ....................................................................................................... 47

II
Índice de tablas
Tabla 2.1 El crecimiento demográfico del siglo XVI ........................................... 4
Tabla 2.2 El peso de América en los ingresos de la hacienda castellana ........ 19
Tabla 3.1 Árbol genealógico de la familia Fugger ............................................ 24
Tabla 3.2 Anticipos de Jakob Fugger a Maximiliano ....................................... 28
Tabla 3.3 Préstamos de la familia Grimaldo para la campaña en Italia ............ 33
Tabla 3.4 Préstamos de la familia Centurione para la campaña en Italia ......... 34
Tabla 3.5 Préstamos de los burgaleses para la campaña en Italia .................. 34
Tabla 3.6 Préstamos de los alemanes para la campaña en Italia .................... 34
Tabla 3.7 Rentas de los maestrazgos .............................................................. 36

III
Índice de figuras
Imagen 3.1 La ruta del cobre alemán del siglo XVI .......................................... 25
Imagen 3.2 La herencia de Carlos V ................................................................ 30
Imagen 3.3 Escudo de la Orden de Calatrava.................................................. 42

V
Monedas utilizadas
Cuento Equivale a 1.000.000 de maravedíes
Ducado Equivale a 375 maravedíes
Florín Moneda que contenía 3,5 gramos de oro
Maravedí Unidad monetaria más pequeña en Castilla
Peso Equivale a 8 reales, es decir 272 maravedíes
Real Equivale a 34 maravedíes
Fuente: P. Voltes Bou (2009) El ocaso de los Fugger en España

VII
Capítulo 1
Introducción
La Historia, en general, es algo que marca el devenir de una sociedad, por
lo que, en mi caso, la Historia económica con su conocimiento tanto critico como
racional del pasado, nos vale para poder entender el presente de cada sociedad.

Este trabajo tiene como objetivo analizar la época en la que España tenía un
gran imperio territorial, conocer la administración y sus principales fuentes de
ingresos. Tras estudiar las fuentes, voy a trabajar en:

a) Hacer una reseña de Economía de Castilla durante el periodo de los siglos


XVI y XVII, el cual se aprecian dos momentos importantes en la historia,
desde el auge hasta la decadencia ya no solo de la economía, sino de la
dinastía Austria.

b) Analizar cómo llegaron los Fugger a España y cómo fueron una pieza
importante en el devenir de España en especial durante el reinado de
Carlos V.

c) Estudio de la historia de Castilla – La Mancha, y más concreto de la zona


de Ciudad Real (Almadén) utilizando datos propios que he podido
encontrar en la biblioteca de Ciudad Real.
d) Ver la gran importancia económica del mercurio obtenido en Almadén, es
especial tras el descubrimiento de América.

La motivación principal para la realización del Trabajo de Fin de Grado


vinculado a la Historia Económica es debido a que me interesaba ampliar más la
historia que rodea a la provincia de Ciudad Real, que es donde he estado
viviendo una parte grande de mi vida. Es un trabajo especial para mí, ya que vivo
en la zona que se corresponde a las tierras que pertenecieron a la Orden de
Calatrava, en las que se hallaban incluidas las minas de Almadén que tuve la
ocasión de visitar un par de veces mientras cursaba tanto en el colegio como en
el instituto. Aparte de la historia, el trabajo me va a aportar una serie de
conocimientos económicos relativos al pasado al tiempo que me permitirá usar

1
conocimientos adquiridos en asignaturas como por ejemplo Dirección Financiera
o Contabilidad. Además, me interesé en este tema para conocer en profundidad
el por qué del atraso económico sufrido en España cuando tenía un gran imperio,
su organización y administración llevada a cabo, aunque hay que tener en cuenta
que este trabajo puede dar una visión económica, debido al enfoque que le dé
cada historiador o estudiante en mi caso, por lo que es preciso, para los aspectos
que pueda obviar en el trabajo, que esto pueda ser como una base para su
continuidad y poder analizar los otros aspectos y los que ya se encuentran
elaborados más en profundidad.

Como puntos principales trataré la Economía de Castilla, viendo las


evoluciones a lo largo de los siglos XVI y XVII de la agricultura, la demografía, la
industria, el comercio y la Hacienda de Castilla, esto para entender como ha sido
la situación en esos periodos que voy a tratar. Luego hablaré de la parte central
del tema, desde que Carlos V asciende al trono del Sacro Imperio Germánico y
a la Corona de Castilla, centrándome básicamente en su reinado, característico
por comenzar teniendo unas grandes deudas con los banqueros extranjeros, que
posteriormente se sintió obligado a traerlos a España y arrendarles los territorios
de las órdenes militares, las minas de Almadén inclusive, para saldar las deudas.
Al final de su reinado, conocer la importancia que adquirió el azogue de Almadén
para la consecución de los metales preciosos de América y cómo evolucionó la
situación a lo largo del tiempo.

2
Capítulo 2
La economía de Castilla en los siglos
XVI y XVII
2.1. Evolución demográfica
La evolución demográfica de una sociedad es un claro indicativo de la
situación económica general. La de los siglos XVI y XVII en España responde
claramente al modelo demográfico antiguo, caracterizado por la alta mortalidad,
tanto catastrófica como ordinaria, y un lento crecimiento de la población. Hay que
decir que las fluctuaciones demográficas se relacionaban de forma directa con
las agrarias. Hubo dos periodos de crecimiento diferentes por los que pasó la
población española durante el siglo XVI. El primer periodo hace referencia al
primer tercio del siglo y supuso un crecimiento lento que incluso llegó a ser
negativo en algunas zonas a causa de la elevada mortalidad y la despoblación
de algunas áreas a favor de otras, y otro periodo comprendido entre 1530 y 1591,
caracterizado por un crecimiento más intenso, en torno a un 41,2%, pasando de
4.689.000 a 6.632.000 habitantes, lo que supone un crecimiento medio anual
acumulativo del 0,52% (González & Matés, 2007).

3
Tabla 2.1 El crecimiento demográfico del siglo XVI
1530 1590 Tasa de crecimiento
Habitantes Habitantes (%) incremento anual
Corona de Castilla
Andalucía 762 1.067 0,55
Asturias 81 133 0,82
Castilla la Nueva 614 1.145 1,03
Castilla la Vieja 1.049 1.254 l0,29
Extremadura 305 451 0,64
Galicia 263 504 1,07
León 503 633 0,38
Murcia 74 115 0,73
País Vasco – Navarra 268 296 0,16

TOTAL 3.919 5.598 0,59


Corona de Aragón
Aragón 255 310 0,35
Cataluña 251 364 0,61
Valencia 273 360 0,45

TOTAL 799 1.034 0,47


España continental 4.698 6.632 0,57
Fuente: González Enciso y Matés Barco (2007) Historia económica de España

La Tabla 2.1 refleja de una forma más específica el crecimiento


demográfico en las diferentes regiones de España, separadas a su vez en la
corona de Castilla y la corona de Aragón. La zonas de Castilla la Nueva (Ciudad
Real, Cuenca, Guadalajara, Toledo y Madrid) y Galicia casi llegan a doblar el
nivel poblacional. Este crecimiento sorprende si tenemos en cuenta la elevada
tasa de mortalidad habitual en ese periodo, elevándose entre 35-40 por 1.000
derivado de las hambrunas y la peste que acabaron con la vida de cientos de
personas a lo largo del siglo XVI. Esto se contrarrestaba con la elevada tasa de
fecundidad que se encontraba en un 40 por 1.000

En general, el crecimiento más lento de la primera parte del siglo se debe


a que se arrastraban los problemas del periodo anterior. La crisis del siglo XIV
había provocado una pérdida de aproximadamente el 40% de la población, la
recuperación en el XIV había sido lenta, y a principio del siglo XVI hubo varios

4
problemas generales, como la epidemia de tifus de 1507, que causaron estragos
en la población.

Los años centrales del siglo pueden calificarse como tranquilos desde el
punto de vista demográfico y son los de mayor incremento de la población, pero
desde 1560 se volvió a entrar en el ciclo de malas cosechas, por la
sobreexplotación de la tierra y epidemias que en mayor o menor medida
afectaban a grandes grupos de población.

Entre 1596 y 1602, la corona de Castilla sufrió uno de los episodios más
duros de crisis, que comenzó con malas cosechas y se remató con la llamada
“Peste Atlántica” cobrándose medio millón de vidas. La mortalidad ordinaria
siguió con unos niveles elevados y la mortalidad infantil fue tan elevada que
hacía peligrar la tasa de reemplazo generacional (Pérez-Moreda, 1988).

El crecimiento del siglo XVI se debió sobre todo a la alta natalidad. Uno
de los factores que influyeron en ella, la fecundidad, se situaba en cuatro
bautismos por matrimonio, y a ello había que sumar una elevada ilegitimidad. En
la alta natalidad también influía la precocidad de los matrimonios: la edad media
de matrimonio era de 20 años para las mujeres cristianas y 18 para las moriscas.
La mejora en las condiciones de vida y la disponibilidad durante gran parte del
siglo de tierras en las que asentar las nuevas familias (hay que recordar que más
de un 80% de la población se ocupaba en el campo) fueron factores
determinantes para explicar la temprana edad de matrimonio y la alta natalidad.

Durante el siglo XVI, a diferencia de lo que ocurrirá en el siguiente, hubo


una compensación entre las emigraciones hacia América y las inmigraciones de
europeos, dirigidas sobre todo a Aragón. Entraron 200.000 “francos” (forma
general de nombrar a los que procedían de más allá de los Pirineos) y se calcula
que salieron alrededor de 250.000 personas hacia el Nuevo Mundo (Pérez-
Moreda, 1988).

El ritmo de crecimiento demográfico fue desigual entre las ciudades y las


zonas rurales, predominando en las primeras. Podemos destacar ciudades como
Sevilla, Toledo, Madrid o Segovia que aumentó la población de forma
significativa. Sevilla cuadruplicó la población a finales de siglo debido a que en
ella residía el control de todo los relacionado con América, Toledo duplicó la

5
población entre 1530 y 1571, Madrid disfrutó de un gran crecimiento al ser una
ciudad situada en el centro de la península y convertirse en la sede de la
Monarquía y Segovia tuvo el crecimiento tan grande por su desarrollo en la
industria textil convirtiéndose en uno de los núcleos más importantes de Europa.
La evolución de la población regional también tuvo diferencias. En Castilla la
Vieja, País Vasco y Extremadura, el crecimiento fue entre 1530-1570,
alcanzando el máximo en relación con los recursos disponibles provocando un
retroceso en 1580 entre 20-30%. En cambio, en las zonas de Castilla la Nueva
y Andalucía, no hubo cambio de tendencia hasta llegar a final de siglo, siendo
Galicia la zona que mayor crecimiento experimentó en este periodo.

Frente a la expansión demográfica de la mayor parte del XVI, el siglo XVII


es de crisis y reajustes. Estuvo dominado por un estancamiento e incluso
retrocesos en muchas regiones ocasionando la despoblación de amplias áreas
del interior castellano. Este comportamiento podía deberse a varios factores,
entre los cuales tuvo mucha transcendencia: la evolución agraria anterior, con
una sobreexplotación de la tierra que conducía a crisis y malas cosechas, lo que
deriva en hambrunas. También influyó la decadencia económica general,
agravada además por el agotamiento de los filones de plata americanos y el
descenso de la llegada de metales preciosos, la inestabilidad social y la crisis
política internacional que relegó a segundo plano a la corona española tras
perder numerosas guerras en Europa.

En el periodo comprendido entre 1600-1639 se estima un descenso


poblacional de entre un 30 y un 50%, provocado por las crisis epidémicas y de
subsistencias principalmente. Los problemas se mantuvieron durante la mayor
parte del siglo aunque hubo una tendencia a la mejora en los años finales. En el
comportamiento de esta crisis hubo importantes diferencias regionales. En las
zonas del interior de la corona de Castilla y Extremadura sufrieron
despoblamiento a pesar de que Madrid hubiese disfrutado de un elevado
crecimiento durante el primer tercio del siglo XVII gracias a ser la capital de la
Monarquía. En las zonas de Andalucía y Murcia fue totalmente diferente, el saldo
demográfico llegó a ser incluso favorable en algunas provincias, como por
ejemplo Granada que, tras superar la devastadora epidemia a finales del siglo
pasado, tuvo un impulso ascendente en cuanto al número de bautismos a pesar

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de expulsión de los moriscos, en 1609, que supuso la pérdida de gran parte de
su población.

Toda el área cantábrica tuvo durante el siglo XVII una gran vitalidad
demográfica, creciendo por encima de la media. Esto se debe a la incorporación
a las tierras de labor de un nuevo cultivo, el maíz, que permitió mejorar mucho la
producción agraria, y por consiguiente la alimentación de la población. En
Galicia, Asturias, Cantabria y provincias vascas, el crecimiento demográfico en
el XVII estuvo entre el 20 y el 50% (Pérez-Moreda, 1988).

Aunque el objeto principal de este trabajo es la corona de Castilla, hay


que hacer mención al efecto de la expulsión de los moriscos en la corona de
Aragón, que supuso la pérdida de entre el 15-20% de la población del reino
aragonés y el 20% de la población valenciana, mientras que para Castilla fue
solo del 1,5%.

Para el conjunto de la corona de Castilla los problemas demográficos


sufridos en este siglo estuvieron dominados por la elevada tasa de mortalidad
catastrófica, ya que se recrudeció el efecto de las epidemias. Hubo dos muy
extendidas: la ya mencionada “Peste Atlántica”, muy virulenta entre 1599 y 1602,
que provoco aproximadamente 600.000 muertos, y los brotes que se sucedieron
entre 1647 y 1654, que afectaron más a Andalucía y al área mediterránea y se
saldaron con 500.000 defunciones (Pérez-Moreda, 1988).

La crisis general, con las malas condiciones de vida que se establecieron,


generó un aumento del celibato, retraso en la edad de matrimonio, y por
consiguiente disminución de la natalidad. La misma crisis explica el aumento de
las emigraciones. Otro factor que influyó bastante fueron los movimientos
migratorios, sobre todo hacia América, con aproximadamente 500.000 salidas,
mayoritariamente de varones jóvenes, además de la pérdida, entre las dos
coronas, de algo menos de 400.000 moriscos (Marcos, 2000).

2.2. Evolución del sector agrario


El sector agrario ocupaba a la mayor parte de la población activa en
España en el siglo XVI, suponiendo la mayor parte de la producción nacional,
satisfaciendo las necesidades primarias favoreciendo algunas ramas de las
manufacturas, como la aceitera o la vinícola (Marcos, 2000).

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Ya se ha mencionado que hubo un total paralelismo entre la evolución
agraria y la demográfica. El aumento de la población no es posible sin aumento
de alimentos disponibles, y este, a su vez, genera un aumento de la demanda y
de la fuerza de trabajo que impulsa la expansión agraria. Por otra parte la mejora
agraria también permite alimentar a una creciente población urbana
desvinculada de las tareas agrarias (Marcos, 2000).

De lo dicho en el párrafo anterior puede deducirse que el sector básico en


la agricultura era cerealícola, imprescindible para el alimento de una población
cuya ingesta de alimentos se basaba en cereales en sus diversas formas.
Además, es de mención especial la vid y el olivo, cultivados principalmente en
las zonas de Castilla la Nueva y Andalucía. En Castilla la Nueva la vid ocupó
entre el 10 y el 30% de la producción agrícola de la región, en especial la zona
de La Mancha. En Andalucía se producía vino para consumo interno y para
exportar a América, Flandes o Inglaterra. El olivo fue ganando cada vez más
importancia ya que el aceite era un producto con una gran demanda, tanto para
uso doméstico como para alumbrado o engrase de artefactos en las
manufacturas. Los campos más extensos se encontraban en Andalucía, que era
la principal región exportadora hacia otras zonas de la península y a América
principalmente (Marcos, 2000).

La expansión agraria del siglo XVI no se debió al avance en las técnicas


o la introducción de innovaciones, ya que continuaron usándose las técnicas
tradicionales y los mismos sistemas de rotación tradicional, muy poco intensivos
por la pobreza de los suelos. La productividad agraria era muy baja. El aumento
de la producción solo se conseguía con la extensión de las superficies cultivadas,
lo cual generaba problemas cuando esta expansión se hacía a tierras de mala
calidad porque ya no quedaban libres las más aptas (Marcos, 2000).

El sistema de rotación en hojas permitía la alternancia sobre una misma


tierra de temporadas de cultivo y descanso, permitiendo, en teoría, la
regeneración y la recuperación de substancias fertilizantes. Este sistema
permitía también integrar la explotación ganadera, ya que en las temporadas de
descanso el ganado pastaba sobre las eras, aprovechando sus pastos y a la vez
abonándolas.

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Un cambio que sí se observó fue la sustitución de los bueyes por mulas,
provocada por la extensión de los terrenos de cultivo. Estos animales iban más
rápido que los bueyes y el pasto con el que se alimentaban no hacía falta que
fuese verde (García & Sanz, 1988).

El panorama agro-ganadero es de especial mención el Honrado Concejo


de la Mesta, que a través de sus esfuerzos por mantener pastos para los
ganados trashumantes presionaba para que no se extendiesen las zonas de
cultivos. No pudieron hacer nada ante la presión demográfica que obligó a
aumentar las zonas de cultivo para atender a la creciente demanda. Desde
principios del siglo XVI, el número de cabezas de ganado ascendía a unos 3
millones aproximadamente, alcanzando los 3,5 millones en 1526. A partir de
aquí, el número de cabezas fue en descenso, situándose a finales del siglo XVI
por debajo de 2 millones, prolongándose este descenso hasta principios del siglo
XVIII (Marcos, 2000).

El problema de este sistema de cultivo era que pronto encontraba un


techo, que venía determinado por la extensión de los cultivos a tierras de mala
calidad cuando no quedaban otras, y por la excesiva frecuencia con la que se
cultivaba sobre una misma superficie, sin descaso. Cuando confluían estos
factores se entraba en una fase de rendimientos agrarios decrecientes, con
sucesión de malas cosechas, aumento de los precios agrarios y hambrunas para
la población. Esto fue lo que ocurrió en las últimas décadas del siglo XVI, ya que
desde 1580 se observan cambios en la coyuntura agraria expansiva de la fase
anterior (Anes, 1999).

En general, hay un desplome de la producción agraria desde finales del


siglo XVI hasta mediados del siglo XVII, seguido de un estancamiento en la
segunda mitad de siglo acabando con una lenta recuperación sin acercarse
siquiera a los niveles iniciales. En definitiva, el siglo XVII consistió en una serie
de reajustes de forma lenta y automática para concordar la producción de
subsistencias y la población.

Hubo también diferencias regionales en la evolución agraria del XVII. En


Andalucía hubo un estancamiento de la producción, más que crisis, con mayores
problemas en área del interior.

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En la zona cantábrica y noratlántica la situación fue completamente
diferente durante el siglo XVII. En todas ellas se produjo, con diferentes
cronologías, la incorporación a las tierras de labor del cultivo del maíz. Este se
adaptaba con perfección a la mayor humedad de estas zonas, y sus
características (era un cultivo de ciclo de primavera verano de alto rendimiento)
permitió introducirlo en las rotaciones con las siembras de cereal de invierno. De
esta manera, sobre una misma hoja de cultivo, y a lo largo de dos años, se
podían obtener hasta tres cosechas, porque, además, se intercalaba una de
nabos para usarlos como forraje. Permitía un uso mucho más intensivo del suelo,
a la vez que era compatible con el desarrollo ganadero. Esto hizo que las
condiciones de vida de las comunidades agrarias del Cantábrico fuesen mucho
mejores que las de otras áreas de la Península (Anes, 1999).

2.3. La actividad manufacturera


2.3.1. Manufacturas en el siglo XVI: expansión con limitaciones

La producción manufacturera experimentó un crecimiento durante el siglo


XVI. Por el lado de la demanda, el crecimiento demográfico y la apertura de
mercados con la conquista de América o la anexión de Portugal supusieron
condiciones ventajosas. La expansión económica de parte del siglo y el aumento
de la cantidad de dinero en circulación, resultado de la llegada de metal precioso,
también ofrecieron buenas condiciones al aumentar el poder de compra.

Desde el punto de vista de la oferta, el principal problema se encontraba


en que se hizo frente al aumento de la demanda basándose en el modelo
extensivo, aumentando los talleres y centros de producción, pero sin apenas
mejoras e introducción de innovaciones que permitiesen aumentar la
productividad. Por eso el crecimiento de la producción pronto encontró techo,
repercutiendo después el aumento de la demanda en un considerable aumento
de los precios.

El crecimiento manufacturero se hizo bajo el signo de la protección de


mercados, la reglamentación y el aumento de la presencia de la producción
gremial, en especial en la industria textil, modo de producción medieval que
impedía la libertad de iniciativa de los artesanos y la introducción de
innovaciones técnicas (Solbes, 2006). Al mismo tiempo hubo también un

10
desarrollo de la industria rural dispersa, caracterizada por la poca especialización
del trabajo y la baja calidad de la producción. Esta industria rural a domicilio fue
la base del desarrollo industrial de varios países europeos, pero en España no
evolucionó de la misma manera.

El sector manufacturero más extendido en Castilla era la industria lanera,


basada en una mayoritaria producción dispersa de calidad muy baja y algunos
centros urbanos que producían tejidos más especializados, distribuidos
principalmente entre el centro y el sur peninsular (Cuenca, Toledo, Córdoba). La
característica principal de esta industria era la ordenación gremial del proceso
productivo. En la Submeseta norte lo más común era la mencionada producción
doméstica de baja calidad (Marcos, 2000).

Para estandarizar la producción lanera y aumentar la calidad de paños se


promulgaron en 1511, las Ordenanzas de Sevilla, cuyo objetivo era conseguir la
normalización y la unificación de la producción de los paños para todo el reino.
La alta calidad de la producción que exigían las hizo inviables, ya que ni había
conocimientos técnicos para ello, ni, a pesar de la abundante producción lanera,
materia prima de calidad, ya que se destinaba a la exportación por ser la que
mayores beneficios reportaba. Por otra parte, los consumidores tampoco tenían
suficiente poder adquisitivo para adquirir estos productos. A partir de 1552 se
acabó permitiendo producir estándares de calidad más baja para adaptarse a la
realidad existente (Bilbao & Fernández, 1988).

A pesar del aumento de la producción, las manufacturas laneras


castellanas no podían abastecer a la totalidad de la demanda haciéndose
indispensables las importaciones. Las Cortes de 1548 miraron hacia el comercio
con América como el principal problema en cuanto a esa escasez, por lo que
Felipe II preocupado ante la posible inflación, en 1552 prohibió la exportación de
los tejidos hacia Europa (que en la práctica no se hacía) y facilitó la importación
de estos, exponiendo a la poca competitiva producción española a la
competencia exterior, lo que resultó desastroso (Marcos, 2000).

La industria de la seda, al igual que la lana, disfrutó de una notable


expansión durante el siglo XVI, impulsada por el aumento de la demanda y la
adaptación de la producción, con una ligera reducción de la calidad para poder
abarcar un mayor sector de consumidores. Este material era conocido por la
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tradición musulmana, por lo que se producía en mayor medida en las zonas con
mayor presencia musulmana y con abundante materia prima. La industria se
repartía principalmente en zonas de Andalucía y Levante, aunque también
algunas zonas de Castilla la Nueva y Aragón. En cuanto a la comercialización de
estos productos, intervenían comerciantes extranjeros ya que la producción no
se destinaba solamente al mercado interior, sino que una gran parte se destinaba
a la exportación. El sector se resintió de una política ambigua, ya que se
promulgaron leyes que trataban de frenar el consumo de lujo para evitar el
despilfarro de los caudales de los particulares.

El sector siderúrgico gozó de una buena expansión pero con una gran
divergencia respecto a Europa. Mientras que en Europa se imponían los altos
hornos, en España continuaban con técnicas siderúrgicas tradicionales para la
obtención del hierro forjado a través del sistema directo, sin incorporar apenas
innovaciones, salvo el martinete hidráulico introducido en 1514. La expansión
agraria, con la puesta en cultivo de áreas de bosques, supuso un problema para
la siderurgia, ya que encareció el carbón vegetal, combustible utilizado para la
fundición en España hasta el siglo XIX. En la industria armamentística desde que
se impuso el uso de hierro colado y aceros de calidad, España dependía de las
importaciones para abastecerse. Así este sector perdió a la Corona como
principal cliente para abastecer del material tras las continuas guerras que se
dieron a lo largo de la centuria. La producción anual de hierro forjado en el País
Vasco hacia el 1500 se situaba entre 9.000 - 11.000 toneladas, que siguió
creciendo durante el siglo XVI hasta situarse entre las 11.000 – 13.000 toneladas
(suponía un 25% del total de la producción europea), que luego fue
descendiendo. La expansión del sector se mantuvo hasta finales del siglo XVI a
pesar de haber contado con un gran atraso técnico (Marcos, 2000).

En términos generales, puede decirse que hubo un crecimiento en la


producción manufacturera en España durante el siglo XVI, pero debido en gran
medida a las políticas proteccionistas, y también a la falta de capital para poder
introducir innovaciones, la producción española no era competitiva en un
mercado libre. El atraso técnico lastró el desarrollo manufacturero español
también en los siglos siguientes (Marcos, 2000).

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2.3.2. Manufacturas en el siglo XVII: época de crisis

El siglo XVII se caracteriza por una decadencia profunda en el sector


manufacturero, que con el tiempo fue perdiendo peso a favor del sector primario
que se iba recuperando. Los principales problemas actúan como un ciclo vicioso
en el que si uno falla, va arrastrando a lo demás. Disminuyeron en el XVII las
llegadas de metal precioso americano, con lo que se produjo una disminución en
la liquidez, y no solo en España. La contracción de los mercados y con ello, la
disminución de la demanda fue una de las causas más llamativas de esta crisis,
que impedía a la población adquirir con la misma facilidad los productos ante la
pérdida del poder adquisitivo (Marcos, 2000).

A la falta de competitividad de las manufacturas españolas y la caída de


la demanda sumaron los problemas internacionales de España. Desde finales
del siglo XVI se perdieron guerras con las potencias europeas de forma continua.
Los países vencedores impusieron la apertura del mercado español a sus
productos, y la entrada de manufacturas extranjeras en los mercados españoles
fue la puntilla para desencadenar una importante crisis en la industria del país.

La caída de producción se extendió a todos los sectores. La producción


de paños de Segovia sufrió un descenso vertiginoso, pasando de 16.197 piezas
entre 1579 y 1584 a 3.700 piezas en la primera década del siglo XVII. La
manufactura de la seda tuvo la misma suerte en Toledo, donde la producción
disminuyó un 75% en los setenta primeros años del siglo (Marcos, 2000).

El sector metalúrgico también sufrió de lleno los efectos de la recesión. La


producción de hierro forjado vasco durante el siglo XVI había alcanzado cifras
entre 11.000 y 13.000 tm1 anuales, que descendieron hasta situarse entre 5.000
y 6.000 tm en los primeros años del siglo XVII (Marcos, 2000).

Como ya hemos visto, los sectores más castigados de la recesión fueron


el textil y el siderúrgico, aunque la construcción naval también sufrió crisis,
agravada porque las guerras, desde finales del XVI, habían acabado no solo con
los barcos de guerra, también con los mercantes, ya que cuando era necesario
se requisaban y se usaban para el combate. La falta de barcos obligó a depender
de los fletes extranjeros, quedando en manos de los países europeos también

1 Tm=Toneladas

13
los beneficios por el transporte de las mercancías españolas, incluso hasta las
posesiones americanas.

Dentro del panorama general de crisis hubo alguna luz, como la aportada
por los altos hornos instalados en Liérganes y La Cavada (Cantabria) primero, y
en Molina de Aragón (norte de Guadalajara) después, que fueron los primeros
altos hornos de España (Alcalá, 1999). Sus promotores trajeron a técnicos
extranjeros para que desarrollasen en ellos las técnicas más novedosas usadas
en Europa para la producción de hierro colado. El problema era que la
producción de este material tenía como destino el abastecimiento de artillería
para la armada y el ejército en régimen de monopolio, por lo que dependían de
la preocupante situación financiera de la Hacienda, que con demasiada
frecuencia no podía pagarles sus suministros.

La recesión del siglo XVII fue evidente para los gobernantes y los
estudiosos contemporáneos. Además de establecer, en la medida de lo posible,
aranceles proteccionistas, se crearon organismos para mejorar la industria. En
1679 se crea la Real y General Junta de Comercio, cuyo objetivo era relanzar la
industria y reactivar la economía. El modo de hacerlo se pensaba que había de
ser la imitación de los productos extranjeros y el fomento de las iniciativas
particulares, ya que el estado no estaba en condiciones de invertir ni un solo
céntimo. La devaluación monetaria de 1680 también intentaba contribuir a la
recuperación (Bilbao & Fernández, 1988).

La imitación de la producción extranjera suponía importar tanto


maquinaria como mano de obra cualificada que enseñase sus técnicas a los
obreros españoles. Por otra parte, para ayudar y fomentar la recuperación la
corona recurrió a la concesión de privilegios a los fabricantes nacionales a través
de exenciones fiscales y monopolios tanto para la adquisición de lo necesario
para producir como para abastecer a determinados mercados. Para apoyar las
innovaciones y promover la inversión se pensó que era necesario proclamar la
compatibilidad entre las artes mecánicas y el status nobiliario con la
promulgación de las pragmáticas de 1682 y 1699, que pretendía atraer a la
nobleza no al trabajo, pero si a la inversión (Marcos, 2000).

Sin embargo, se mantuvieron problemas fundamentales, como la falta de


financiación. Faltaba el capital necesario para renovar la industria, ya que las
14
personas que podían invertir preferían hacerlo en la compra de tierras o el
consumo de bienes de lujo. Por otra parte, tanto mercaderes como consumidores
preferían los productos extranjeros, más baratos y modernos. A pesar de ello, a
finales del siglo XVII comienza a reactivarse la economía, sobre todo en las
zonas de litoral, dinamizadas por el comercio marítimo.

2.4. Comercio
El comercio fue la actividad más importante durante los siglos XVI y XVII
con dos periodos muy marcados desde el auge del siglo XVI tras el
descubrimiento de América hasta su decadencia durante el XVII. La economía
española se basaba en la subsistencia debido a su escaso desarrollo, pero, a
pesar de ello, el comercio aumentó de forma paralela al crecimiento demográfico
y en relación con el proceso de urbanización y aumento de la producción. Sus
principales limitaciones estuvieron en la desigualdad regional el proteccionismo
y las dificultades de las comunicaciones por las insuficiencias de la red viaria y
la lentitud y altos costes de transporte (Marcos, 2000). También dificultaban el
comercio las aduanas de Castilla: puertos secos con las Provincias Vascas,
Navarra y Aragón, los diezmos de mar con la franja cantábrica y los
almojarifazgos con Andalucía y Murcia (González & Matés, 2007).

El comercio interior se desarrolló a partir de los mercados semanales que


se destinaban a comercializar los excedentes de las cosechas en las áreas
rurales y a aprovisionar a la población de lo básico. Las ferias comarcales, que
se celebran anualmente en una determinada época, en las que se adquieren
textiles, quincallería, materiales de construcción, herramientas y ganados eran
otro de los principales lugares del comercio en Castilla. Las principales ferias son
las de Villalón, Medina de Rioseco y Medina del Campo, destacadas del resto
porque estas pasaron a ser grandes centros financieros de la Corona durante el
siglo XVI. En las ciudades se celebran mercados diarios para abastecer de
alimentos a la población.

El comercio exterior tuvo gran importancia para Castilla. El que se


desarrollaba con la Europa atlántica tenía una larga tradición y su transcendencia
económica se puede comprobar a través de los diezmos de mar, que se
destinaban a controlar y gravar ese comercio. Las mercancías entraban por dos

15
zonas: en el noroeste (aduanas de Asturias y Galicia) se gravaban las
mercancías provenientes normalmente de Inglaterra; y el noroeste (aduanas de
Santander y de las Provincias Vascas) se cobraban los diezmos de mar a las
mercancías que provenían normalmente de Francia y los Países Bajos.

El comercio de Castilla con la Europa atlántica se basaba básicamente en


la lana, que era el producto principal de exportación hacia los Países Bajos y
Francia. El hierro proveniente del País Vasco, tenían cierta importancia en los
puertos del cantábrico. Además se exportaban productos agrarios como aceite
o vino. Por el contrario, Flandes, Francia e Inglaterra competían en el envío a
Castilla de manufacturas que hacía que los intercambios con estos territorios
fueran deficitarios, ya que el valor de las exportaciones era muy inferior al de las
importaciones. De allí procedían, una buena parte de las manufacturas que se
enviaban hacia América. El déficit de la balanza comercial se saldaba con metal
precioso que provenía de los territorios castellanos en América.

El comercio de España en la vertiente mediterránea se concentró en las


ciudades de Alicante, Cartagena, Barcelona y Valencia (estas dos últimas de la
corona de Aragón). La mayor parte de los intercambios tenían como destino a la
península italiana, y hay que destacar que diversos territorios en ella eran
propiedad de la corona aragonesa, que tuvo mucho más protagonismo en este
comercio mediterráneo que la castellana (Marcos, 2000).

En el siglo XVII el problema se agravó, porque España perdió guerras


contra sus principales competidores europeos, Holanda, Francia e Inglaterra, y
estos aprovecharon esta circunstancia para imponer condiciones que afectaban
al comercio, obligando a la apertura total de los mercados españoles para sus
productos. A este problema se suma que Castilla, España en su conjunto, había
perdido su flota en las guerras, por lo que también se dependía de los mercantes
extranjeros para el tráfico. La dependencia se originó principalmente por el
escaso desarrollo industrial, y la falta de recursos de capital y navegación,
mientras que los países competidores se encontraban mucho más desarrollados.

2.4.1. El comercio con América en los siglos XVI-XVII

El importantísimo comercio con América de la corona castellana tenía su


centro de control situado en Sevilla. Allí se organizó el monopolio de los tráficos

16
y las relaciones con las Indias y se creó la Casa de la Contratación en 1503,
atrayendo a numerosos comerciantes extranjeros que se asentaron en las orillas
del Guadalquivir para participar en las riquezas provenientes de América. Lo
principal de las importaciones eran metales preciosos, a los que se sumaba otros
productos coloniales como azúcar, cacao o tabaco, y exportaban algunos
productos agrarios (vino y aceite), manufacturas que, como ya se ha explicado,
eran en gran parte procedentes de otros países europeos, y el mercurio, que
después se tratará.

La evolución del comercio se refleja en los derechos de almojarifazgo, que


gravaba tanto las salidas como las entradas de mercancías sin distinguir entre
nacionales y extranjeras. Desde el inicio del reinado de Felipe II se pasó de
38.300.000 maravedíes a 112.109.375 en 1564 llegando a los 181.467.000
maravedíes en 1595 (Marcos, 2000).

Tras un siglo XVI en el que el volumen de mercancías enviadas, así como


el de metales preciosos, fue en constante aumento, en el siglo XVII, en
consonancia con el resto de los sectores económicos, comienza a decaer el
comercio con América, notándose en la recaudación de impuestos. En este siglo
además aumentó el fraude utilizado para evadir los impuestos de almojarifazgo
y especialmente el de avería, que aparte de regular el valor de las mercancías,
cubría el coste de defensa de las flotas. Por ello aumentó el contrabando, y la
llegada de barcos a otros puertos sin el control del de Sevilla, único autorizado
para este comercio. Los intereses existentes entre el Consulado de Sevilla y los
de la Casa de la Contratación facilitaban esta práctica. Otra forma consistía en
utilizar los barcos de la armada para transportar las mercancías ya que estos no
pasaban control alguno y descargaban en puertos no autorizados (Marcos,
2000).

El comercio con América experimentó varias fases: una fase de expansión


aumentando el tonelaje de 15.680 toneladas entre 1511-1515 a 273.560 en
1606-1610, sufriendo una década de estancamiento entre 1610-1620 y una fase
de decadencia iniciada en 1620 y que fue creciendo hasta 1715. Durante la
primera mitad del siglo XVII el tonelaje desciende un 60%, es decir, 121.308
toneladas. Desde 1630 había grandes cantidades de plata que no se registraban
en la Casa de Contratación debido al fraude existente, aunque llegó durante el
17
XVII menos plata americana a Europa que la centuria anterior (González &
Matés, 2007).

2.5. La Hacienda de Castilla


En 1523 se creó en Castilla el Consejo de Hacienda, encargado de
administrar la Hacienda real, realizar provisiones de dinero, concertar las ventas
de alcabalas, oficios y exenciones de lugares, y otras funciones, pero no
administra las alcabalas (principal impuesto castellano), ni las rentas de los
maestrazgos ni muchos de los nuevos arbitrios fijados, ya que esto recaía sobre
la Contaduría de cuentas y la Contaduría de Hacienda, organismos creados en
el siglo XV. Las formas de recaudación utilizadas se basaban en el
encabezamiento (acuerdo entre la Real Hacienda y ayuntamientos como una
obligación a pagar), el arrendamiento (se arrienda el cobro del impuesto) y
administración (Artola, 1982).

Las principales características del sistema fiscal eran las siguientes:

- Existían Haciendas separadas de la corona de Castilla, en cada reino de


la corona de Aragón y en Navarra.
- Había diferentes regímenes fiscales en función de las personas y del
territorio.
- Existían múltiples figuras fiscales, decenas de impuestos distintos, a
veces superpuestos, que se solían cobrar agrupados.

Las rentas reales de Catilla se repartían en numerosos tipos impositivos,


usando la martiniega, es el más antiguo que pagaba el campesino el día de San
Martín por asentarse en esas tierras. La moneda forera que la pagaban los
pecheros cada 7 años para que no se rebajase la ley de la moneda. En Granada
se cobró un impuesto específico, no estaban sometidos a todas las obligaciones
que en Castilla, como los servicios ordinario y extraordinario. Se recaudaba la
renta de la población, un impuesto parecido a la martiniega. En Castilla era muy
habitual el tráfico de ganado, por lo que se impuso el servicio y montazgo que se
correspondía a dos tipos diferentes, la circulación y el pasto del ganado. Para el
tráfico de mercancías funcionaba el pago de portazgos. Para el comercio de
mercancías se pagaba las alcabalas, que fue un impuesto permanente y de libre
imposición que gravaba el 10% del valor de las compraventas, pero tenía

18
algunas excepciones como el rey, las casas de la moneda o los receptores de la
bula de Cruzada. En el reino de Granada se encontraba un impuesto que
sustituía a la alcabala, como son la renta de la abuela que gravaba los materiales
de construcción y la renta de la seda (Artola, 1982).

Otro tipo de ingresos eran los procedentes de los estancos y las aduanas. El
estanco se hace con el monopolio de producción y venta de algunas mercancías
como la sal, el hielo, el plomo o el tabaco. En algunos casos la producción era
libre, pero la venta estaba monopolizada como es el caso de los naipes o el
azogue. Para el control del comercio exterior se basaba en la prohibición de
entrada o salida de determinados productos y la imposición de tasas (aduanas)
como cobro de los derechos del tráfico de mercancías. Otras aduanas eran los
puertos secos, los diezmos de la mar, que en 1562 por ordenación de Felipe II
la tasa aumentó hasta el 7,5%, los almojarifazgos creados en 1543 para gravar
el comercio con América libre de impuestos hasta entonces y el derecho de las
lanas que gravaba la exportación de esta mercancía (Artola, 1982).

Hay que añadir los ingresos procedentes de la explotación de las minas de


América y en función del quinto real (Tabla 2.2). Como se puede observar los
ingresos hasta la primera mitad del XVI no superaban el 10% del total de
ingresos de la hacienda castellana, aunque esta partida tuvo cada vez más peso,
hasta superar el 20% en el decenio de 1588 y 1598 (González & Matés, 2007).
Tabla 2.2 El peso de América en los ingresos de la hacienda castellana
Periodo (%) ingresos totales
1501-1504 0
1532-1534 7,3
1555-1559 24,0
1560-1562 9,7
1565-1566 12,0
1572-1573 12,0
1577 18,0
1588 21,0
1594-1598 33,0
1601 16,0
1607 16,0
Fuente: González Enciso, A. (Coord.): Historia Económica de España

Existían otros tipos de rentas reales como las contribuciones eclesiásticas


que obtenían rentas de numerosas circunscripciones territoriales compuestas
por las órdenes militares que se encontraban bajo su jurisdicción (Artola, 1982).

19
El impuesto conocido como las Tres Gracias, que se trata de una parte de las
imposiciones que aplica la Iglesia le pertenece a la corona por su concesión
papal. Estos impuestos son: las tercias (un porcentaje variable del producto de
los diezmos), el excusado (el producto dezmero abonado por la casa más
importante de cada parroquia) y el subsidio o la décima (supone el 10% de todas
las rentas de la Iglesia) (González & Matés, 2007).

Entre los ingresos extraordinarios encontramos el servicio que se trata de


una concesión financiera realizada por las Cortes en nombre del reino. Consiste
en la recaudación de una determinada cantidad que varía según la época, se
pueden distinguir dos tipos: el servicio ordinario creado en 1523 cuya
recaudación se fijó en 300 millones de maravedís, y el servicio extraordinario
creado en 1525 cuya cuantía quedó fijada en 150 millones de maravedís. Este
impuesto se cobraba por repartimiento bajo el control de los contadores (Artola,
1982).

Felipe II heredó de Carlos V las diversas deudas con los banqueros, que
en 1559 suponían un importe de 25 millones de ducados, entre los que se
encontraban deudas a largo plazo que ascendían a 19,5 millones de ducados,
constituida por los juros (deuda a largo plazo que grava las rentas ordinarias) y,
en menor medida, deudas a corto plazo (hacían referencia a los préstamos
solicitados a los asentistas ante la imposibilidad de obtener ingresos suficientes
para hacer frente a los pagos) que suponían 5,5 millones de ducados (Marcos,
2000).

En 1590 se crea el servicio de Millones, una contribución extraordinaria


de carácter universal que tuvieron que pagar los reinos de Castilla para hacer
frente al desastre de la Armada Invencible contra Inglaterra en 1588 y por la
política exterior llevada a cabo en los ochenta (Marcos, 2000).

El esfuerzo tributario que hicieron las Cortes durante el siglo XVII no bastó
para cubrir los gastos militares, y, además los ingresos procedentes de las minas
americanas, muy rentables en el XVI, sufrieron un declive muy grande en el XVII,
cuando más gastos había. Estas circunstancias obligaron a acudir nuevamente
al crédito aumentando la deuda. Todo esto en parte se debe a una mala
organización de la tesorería incapaz de efectuar pagos en los territorios que

20
ocupaban las tropas que exigían una determinada moneda, por lo que la corona
dependía de los asentistas para cubrir estas necesidades. A pesar de la creación
de nuevos impuestos para paliar la situación, siguió la necesidad de negociar
nuevos asientos, pero llegó un momento en el que la Corona no fue capaz de
disponer de las rentas necesarias para consignar los juros con los que se pagaba
a los asentistas, por lo que esta negociación pasó al Reino (Artola, 1982).

2.5.1. Evolución de la deuda

Carlos V fue un monarca que reinó de 1516 hasta 1556 recurriendo en


numerosas ocasiones al crédito de diversos banqueros italianos, españoles,
flamencos y especialmente alemanes, entre ellos los Fugger y los Welser.
Posteriormente, con el reinado de Felipe II (1556-1598) hereda las deudas de
Carlos V y continua solicitando créditos a banqueros extranjeros, sufriendo a lo
largo de su reinado tres suspensiones de pagos en 1557,1575 y 1596 debido a
la incapacidad de la Corona de hacer frente a las deudas flotantes con los
asentistas a corto plazo que se convertían en deuda a largo plazo (juros). Esta
situación no fue aplicada totalmente por las necesidades de los recursos
financieros para hacer frente a los gastos militares. Estas suspensiones no
excluían a algunos acreedores del monarca, sino que se llegaba a un acuerdo
con el resto de afectados con el llamado “Medio General” por el cual la Corona
reconocía las deudas y las cubría con juros retribuidos con un tipo más bajo que
el estipulado en los asientos, consiguiendo un aumento del ahorro.

Otra bancarrota la sufrió Felipe III (1598-1621) en 1607, pero no es hasta


mediados del XVII cuando golpeó una grave crisis financiera durante el reinado
de Felipe IV (1621-1665) por no disponer de los recursos financieros adecuados
para hacer frente a los crecientes gastos, recurriendo al crédito extranjero y la
creación de nuevos impuestos y aumentar el tipo de los ya existentes (Marcos,
2012). Esto fue debido al encarecimiento de los productos nacionales, que obligó
a importar productos extranjeros provocando una caída de la producción, cada
vez se recibían menos metales preciosos provenientes de América o problemas
demográficos en determinadas zonas. Hay que mencionar el gasto excesivo que
tuvo a raíz de la Guerra de los Treinta años iniciada en 1618, que supuso nuevas
necesidades de ingresos por lo que tuvieron que recurrir a la emisión de juros,
pero ante la imposibilidad de poder recurrir a ellos debido a la gran deuda que
21
acarreaba finalmente recurrió a la creación de nuevos impuestos. Felipe IV fue
el monarca que más juros emitió y a raíz de esto, con el reinado de Carlo II (1665-
1700) supuso el último monarca de la dinastía Austria, lastrado por las deudas
(Enjo, Sánchez, & Sandoval, 2012).

22
Capítulo 3
Los Fugger y las minas de Almadén
3.1. Los Fugger
3.1.1. Origen de un negocio

Para conocer el origen de los negocios más antiguos de los Fugger nos
tenemos que situar en la ciudad alemana de Augsburgo, en 1367, cuando un
pobre tejedor llamado Hans Fugger se instaló allí y consiguió el derecho para
poder ejercer su trabajo y vender tejidos. Gracias a esto, consiguió en 1370
ingresar en el gremio de tejedores. Con el tiempo fue ganando fama y aumentó
su prestigio debido a la buena calidad de sus prendas, alcanzando una
reputación que le permitió, en 1380, contraer matrimonio con la hija del maestro
de aquel gremio e ingresar en el consejo del mismo.

Fue padre de Bartolomé y Jakob y estos siguieron con un negocio ligado


al sector textil, ya que se encargaban de importar algodón aprovechando el
Danubio que permitía una buena conexión para el aprovechamiento de especias,
paños orientales y otras mercancías que eran distribuidas a los pueblos de
Europa nororiental. Hans Fugger, al morir, dejo un capital de 3.000 florines, que
por entonces era una suma considerable, lo que le situaba entre los más ricos,
pero la familia no se quedó atrás ya que con el tiempo consiguieron mantener el
negocio e ir ganando poderío y riqueza, aunque no todos los Fugger tuvieron la
misma suerte. Nos centraremos en los que consiguieron seguir adelante (Voltes,
2009).

23
Tabla 3.1 Árbol genealógico de la familia Fugger

Hans (1367-
1408)

Andreas von Jakob von


Reh (1394- der Lilie
1457) (1398-1468)

Ulrich (1441- Georg (1453- Jakob (1459-


1510) 1506) 1525)

Ulrich (1490- Hyeronimus Raymund Anton (1493-


1525) (1499-1538) (1489-1538) 1560)

Fuente: Elaboración propia a partir de Wikipedia (2017). La familia Fugger

Tras la muerte de Jakob Fugger “el Viejo” en 1468, su hijo Ulrich se hizo
cargo del negocio junto con su madre. El momento más importante del devenir
de la empresa radicó en la entrada al negocio del metal de los Alpes desde
comienzos de 1480, como se tratará más adelante.

3.1.2. Las primeras operaciones de los Fugger

Jakob Fugger (1459-1525), hijo de Jakob “el Viejo” antes citado, nació en
1459, y estaba destinado a una carrera eclesiástica, pero uno de sus hermanos
falleció por lo que tuvo que ocupar el lugar de este. Por ello, tuvo que viajar a
Roma para formarse en todo lo relacionado con la economía y las finanzas.

En 1478 el negocio de los Fugger estaba dirigido por los hermanos de


Jakob “el rico”, Ulrich y Georg. Desde la el origen de la empresa, esta fue
adquiriendo cada vez una mayor importancia, aumentando el nivel de negocios
hasta el punto que hacía complicado el control por parte de dos personas, por lo
que tuvieron que llamar a Jacob para ayudarlos con el negocio.

Jacob se encontraba en Roma para formarse en su carrera eclesiástica,


que tuvo que abandonar dirigiéndose hacia Venecia, lugar en el que los grandes
negociantes adquirían conocimientos y se especializaban en el mundo de los
negocios, aprendiendo contabilidad y el italiano como segundo idioma ya que

24
era por entonces el idioma más importante de Europa porque los negocios de la
Alta Alemania estaban orientados hacia Italia. En 1479 regresó hacia Augsburgo
para reunirse con sus hermanos y entrar en el negocio. Fusionó a todos los
hermanos implicados en el negocio, estipulando una serie de preceptos, entre
los cuales los más importantes eran aquellos determinaban que la fortuna
familiar era indivisible y no se permitiría la repartición mediante herencia o algo
semejante, y que todos los socios debían dar facilidades para poder explotar el
patrimonio de forma colectiva.

La actividad principal del negocio era las mercadurías tradicionales, las


especias y los tejidos, por lo que Jakob en los viajes desde Alemania hacia Italia
pasaba por el Tirol, una zona de Austria dedicada principalmente a la industria
minera, que era considerado como el país de la plata y del cobre. Estas minas
fueron descubiertas a mediados del siglo XV pero hasta la segunda mitad del
siglo no comenzaron a explotar el negocio. Jacob analizando las oportunidades
que se le presentaban, decidió, siempre con el acuerdo de sus hermanos,
ampliar el negocio. Así, en 1485 intentó entrar en el negocio de la plata del Tirol,
gracias a la buena relación que mantenía con el director de finanzas del
archiduque Segismundo, Antonio de Ross. Así fue como comenzó en ese mismo
año su primer negocio, ofreciendo un préstamo a la Corte de Innsbruck de 3.000
florines a cambio de una contrapartida de 1.000 marcos de plata, que no suponía
una cantidad grande. Ya a finales de año, Jakob Fugger se abrió camino en el
comercio de los metales (Schick, 1961).

Imagen 3.1 La ruta del cobre alemán del siglo XVI

Fuente: J. Semjonow (1940) Las riquezas de la tierra, geografía económica al alcance de todos

25
La Imagen 3.1 refleja el paso del mineral de cobre desde su origen hasta
que llegaba a su destino final, en este caso Alemania. La refinería que usaban
los Fugger se encontraba en Horchkirch para el mineral húngaro, pero la refinería
más importante se encontraba en Mansfeld, fundada por capitalistas
nurembergueses, ya que la ciudad de Núremberg era famosa por el hierro y el
cobre que poseía. Después de aquí, el cobre se trasladaba hacia Alemania
(Payarols, 1940).

A principios del siglo XVI, Jakob se quedó solo en la empresa ya que sus
hermanos fallecieron de forma temprana, primero Georg en 1506 y después
Ulrich en 1510 y a consecuencia de ello se convirtió en el director supremo de
todos los negocios. Tras una renovación contractual su cargo lo ejerció junto a
sus sobrinos Hyeronimus, Ulrich, Raymund y Anton, Tabla 3.1 y la empresa paso
a llamarse “Jakob Fugger und Gebrüders Söhne” (Jakob Fugger y sobrinos).

La familia Fugger en tan solo siglo y medio llegó a tener tanto poder que
la gente ya decía “ser tan rico como Fugger” y debido a su elevado poder
financiero emperadores, Papas, reyes o grandes señores les pedían prestado.
En Roma mantenían desde 1500 un Banco en el cual ayudaba a financiar a los
Papas. La Iglesia utilizaba el servicio que ofrecían los Fugger para trasladar a
Roma el óbolo de San Pedro con total seguridad, por lo que ingresaban el dinero
en cualquier institución de los Fugger que se situaban entre Dnieper y el
Atlántico, y luego cobrarlo en otra de forma total o parcialmente. Así, la Curia
romana siempre estaba en regular uso de cuentas corrientes.

Jakob era conocido como una persona de agradable presencia y fiel a sus
principios. A pesar de que grandes personalidades se humillaron ante él como
es el caso de reyes, príncipes y emperadores solicitando préstamos y anticipos,
siempre se mostraba humilde.

En el momento que falleció Jakob Fugger, dejó una fortuna valorada en


unos dos millones de florines, unos 7.000 kg de oro aproximadamente, además
de un palacio urbano decorado con obras de arte.

El mayor monumento que recordaría a Jakob Fugger era el “Fuggerei”,


que se trataba de una serie de casas baratas destinadas para los pobres y sus
empleados. En ellas invirtió unos 30.000 ducados para ayudar a esta clase

26
social. Allí se albergaba quien quisiera entre las familias pobres de Augsburgo,
pero con la condición de pagar un ducado anual para reformar lo que se
estropease y aumentar el número de estas viviendas (Voltes, 2009).

3.1.3. Los inicios de los negocios con los Austrias

En el Tirol, ya por 1487 comenzaron a haber una serie de problemas


políticos con el archiduque Segismundo, sufriendo una crisis en su gobierno. A
raíz de las divergencias que surgieron en la Corte de Innsbruck, el emperador
Federico III envió como representación suya a su hijo Maximiliano, para calmar
a los partidos, pero tenía plenos poderes para hacerse con los territorios del
Archiduque. Finalmente en 1490, Segismundo tuvo que abdicar en favor de
Maximiliano, transmitiéndole el Gobierno del Tirol y de Austria Anterior. Tras
esto, Jakob Fugger se convirtió en uno de los acreedores del Gobierno de
Innsbruck, que en ese momento ya estaba en poder del, por entonces, príncipe
Maximiliano.

En 1493, Maximiliano ocupó el trono del Imperio Germánico, tras la muerte


de Fernando III. Se caracterizaba por su ambición e inteligencia, a pesar de lo
cual, fracasó en la mayoría de sus acciones políticas debido a que no era capaz
de llevar a término sus iniciativas. Su dificultad para dirigir las finanzas del reino,
fue una ventaja para Jakob Fugger.

El Sacro Imperio Romano, a finales del siglo XV era el más extenso de


Europa, pero el poder de Maximiliano sobre estos territorios estaba limitado ya
que territorios regionales o ciudades como Habsburgo o Núremberg eran
independientes, por lo que solo le pertenecían como una relación principesca.
Los ingresos que tenía el imperio eran muy escasos, entre 50.000 y 100.000
florines anuales. Las rentas más importantes provenían de los archiducados
austríacos y del Tirol, que mediante impuestos a la explotación minera
conseguían recaudar 150.000 florines anuales.

La política que llevaba a cabo Maximiliano era expandir el imperio por toda
Europa, librando batallas y manteniendo hasta tres frentes abiertos a la vez, lo
cual exigía un gran esfuerzo financiero, que solo podía cubrir recurriendo a los
préstamos. El primer banquero de Maximiliano fue Jakob Fugger, que se hizo

27
cargo de la deuda heredada del archiduque Segismundo, de 46.000 florines, que
fue pagando a plazos.

Tabla 3.2 Anticipos de Jakob Fugger a Maximiliano


Fecha del Importe de los Observaciones
contrato anticipos
20/04/1490 46.000 fl. Deuda de Segismundo

24/03/1491 55.000 fl. Guerra de Hungría


65.000 fl.
120.000 fl.
04/05/1491 10.000 fl. Destinados al rescate de
varias fortalezas austríacas
de los turcos
19/12/1492 79.920 fl. Campaña contra Francia
4.000 fl.
21/01/1494 10.000 fl. Sucursal en Amberes
Fuente: Schick (1961). Jacobo Fúcar un gran hombre de negocios del siglo XVI

Esta Tabla 3.2 refleja algunos de los principales préstamos que fueron
concedidos a Maximiliano I para hace frente a las dificultades económicas por
las que atravesaba, por su mala gestión administrativa de su reinado. Los
principales préstamos estaban destinados a financiar guerras contra territorios
perdidos a favor de Hungría en 1483, con el fin de reconquistar las provincias
austríacas y hacerse con la corona húngara. El problema de tanto gasto se debe
a la ambición por expandir el territorio, que le llevó a librar diferentes guerras a
la vez, como contra los turcos, campañas en Francia o intentar hacerse con los
territorios de Italia, la conquista de Nápoles (Schick, 1961).

3.2. Los Austrias


La casa de los Austrias es conocida por la dinastía Augsburgo reinante en
la España en los siglos XVI y XVII. Se trata de una monarquía católica que
durante este tiempo fue la mayor potencia de Europa, reinando Carlos I de
España y posteriormente su hijo Felipe II, conocidos como los Austria Mayores,
alcanzando un gran poderío. Posteriormente los Austria Menores (Felipe III,
Felipe IV y Carlos III) marcaron ya el declive de la dinastía, que en España
culminó con el fallecimiento sin descendencia de Carlos II y el acceso al trono de
la dinastía borbónica, tras la Guerra de Sucesión.

28
Este trabajo se centrara en la época de los Austrias Mayores, que
construyeron un gran imperio llevando a España a ser la primera potencia
mundial. (Gómez-Guillamón, s.f.).

3.2.1. El reinado de Carlos I de España y V de Alemania

Antes de centrarme en los Austrias españoles, es necesario hacer una


breve reseña de cómo llegaron al poder, a partir de Maximiliano I, rey del Sacro
Imperio Alemán, abuelo de Carlos V.

Maximiliano I (1459) nació como Archiduque de Austria, hijo de Federico


III de Augsburgo (emperador del Sacro Imperio Romano Germánico) y Leonor
de Portugal y Aragón. Su reinado estuvo caracterizado por la expansión de sus
dominios a través de guerras y el matrimonio, aunque también sufrió pérdidas
territoriales.

En 1477 se casó con María de Borgoña, heredera de los Países Bajos y


parte de Francia. Tuvieron dos hijos, a Margarita de Austria y a Felipe I el
Hermoso, casado con Juana (La Loca) de Trastámara heredera del trono de
Castilla y Aragón, con lo que Maximiliano consiguió establecer la dinastía de los
Augsburgo en España.

Felipe I “el Hermoso” fue rey de Castilla por su matrimonio con Juana,
pero durante un breve periodo de tiempo, de 1505 a 1506, fecha de su muerte,
pero los problemas mentales de su mujer hicieron que Fernando el Católico, que
seguía siendo rey de Aragón siguiese supervisando los asuntos castellanos. Los
territorios que aportó a través de herencia a la monarquía española fueron
Austria, Tirol, Borgoña, Flandes, Países Bajos, Luxemburgo y Alemania. Tras la
muerte de Felipe, su suegro pasó a ser regente de Castilla agregándose
entonces el territorio de Navarra a través de una intervención militar. Antes de
fallecer, nombró a su nieto como el infante Carlos I, gobernador de la Corona
Castilla y Aragón.

En cuanto a los territorios del Imperio Germánico, tras el fallecimiento de


Maximiliano I, en 1519, fue su nieto, Carlos V, quien heredó el imperio de los
Augsburgo, pero también las deudas contraídas con Jakob Fugger que se
incrementaron debido al apoyo financiero que prestó para que Carlos lograse
alcanzar el trono, comprando los votos de cinco de los siete electores que podían

29
determinar la sucesión (los arzobispos de Colonia, Maguncia y Tréveris, los
príncipes de Bohemia, Sajonia, Brandemburgo y el Palatinado). La candidatura
de Carlos supuso la cantidad de 852.000 florines en concepto de sobornos a los
electores. El Rey de Francia, también aspirante al trono, solo pudo aportar
300.000 florines. Del total, Jakob Fugger aportó la cantidad de 544.000 florines,
mientras que el resto fue a cargo de la familia Welser y de la banca italiana
(Voltes, 2009).

Imagen 3.2 La herencia de Carlos V

Fuente: Fornero, R (2012). La cronología ilustrada de las finanzas

Jakob Fugger financió el ascenso al trono de Carlos V, pero con la condición


de que lo prestado fuese devuelto con el arrendamiento de los Maestrazgos
(enormes extensiones de tierra en España pertenecientes a las órdenes de
Calatrava, Santiago y Alcántara desde la Reconquista). En los que estaba
incluida la mina de mercurio de Almadén, contenida también en las propiedades
en este caso de la Orden de Calatrava. La Corona tenía derecho a disponer de
los maestrazgos y lo en ello contenido puesto que el papa Alejandro VI había
concedido a los Reyes Católicos las administración de todos los bienes
pertenecientes a las mencionadas órdenes. Así es como entraron los banqueros
alemanes en España y pudieron beneficiarse de la explotación de alguno de sus
recursos más importantes (Carande, 1987).

30
En 1525 falleció Jakob Fugger y como no tenía descendencia directa,
heredaron el negocio sus sobrinos, principalmente Anton Fugger quien sería el
prestamista oficial del rey Carlos I de España y posteriormente de su hijo Felipe
II.

3.3. Los banqueros del reino


La Corona de España, como veremos más adelante, estaba siempre
endeudada, ya que a parte de las deudas con los Fugger que dejó de herencia
Maximiliano I a su nieto Carlos I, también las había con otros banqueros.
Encontramos a los Welser o “Belzares”, que eran la principal competencia que
tenía Jakob en Augsburgo, que financiaron también junto a otros banqueros
como los genoveses, el ascenso al trono. Solo me voy a centrar en los préstamos
que fueron concedidos principalmente por la familia Fugger.

3.3.1. Las primeras deudas con los Fugger

Los primeros contactos de los Fugger con Maximiliano I fueron a finales


del siglo XV, siendo el primer gran negocio un préstamo de 120.000 florines en
1491.

El dinero que poseía Jakob Fugger para poder financiar al rey lo


conseguía a partir de los beneficios que obtenía con la explotación y venta del
cobre y la plata del Tirol principalmente, negocio que dominaba 1498, aunque
también controlaba la producción del cobre eslovaco (Kellenbenz, 2000).

A partir de 1524, ya con Carlos I en el trono del Sacro Imperio Germánico,


comienzan a entrar los Fugger en España, beneficiándose de las rentas de los
bienes de las tres órdenes militares: la de Santiago, Calatrava y Alcántara
(Kellenbenz, 2000).

3.3.2. La Hacienda de Castilla: Las deudas

La Hacienda de Castilla, organizada en el Supremo Consejo de Hacienda,


creado en 1523, era la encargada de anotar los diversos asientos
correspondientes a los préstamos otorgados a Carlos V para financiar a la
corona. Entre los principales banqueros, además de los alemanes mencionados,
la familia Fugger y la Welser, se incluyen los banqueros italianos, en su mayoría

31
genoveses como los Grimaldi y Centurione, y en menor medida, españoles y
flamencos.

Los préstamos que los banqueros mencionados ofrecen a Carlos V, son


principalmente para financiar:

- Las deudas de la elección y sus anejos.


- Los gastos de guerra en Navarra y Guipúzcoa.
- La inauguración de las campañas de Italia.

Como ya es bien conocido, el principal gasto fue para la elección de Carlos


V como emperador, frente a su principal rival, el rey de Francia Francisco I. Y de
esta manera lograr el control del Sacro Imperio Romano Germánico, que se
uniría a los territorios heredados de las coronas de Castilla y Aragón.

Carlos partía con ventaja debido a las malas relaciones que existían entre los
alemanes y los franceses, por lo que los banqueros alemanes, entre ellos los
Fugger que eran los más ricos de Europa lo apoyaron. Los préstamos
concedidos para lograr el ascenso al trono del Sacro Imperio Romano Germánico
de Carlos V fueron destinados a sobornar a los electores, que alcanzaron
851.000 florines de los cuales 543.000 florines procedían de los Fugger, 143.000
de los Welser y 165.000 de genoveses e italianos. Ante la demora en los pagos
de Carlos V, los banqueros impacientes reclamaron lo suyo, a la vez que
acontecía la guerra en 1520 por Navarra y Guipúzcoa, invadidas por franceses.

Los genoveses son al principio los principales prestamistas. Destacan las


familias Grimaldo y Centurione, que contribuyeron con 55.000 florines a la
ocupación de territorios de Italia, entrando las tropas en Génova en 1522,
saqueando la ciudad con el fin de ganar poder en el norte de Italia para agrandar
los dominios que poseía sobre el Mediterráneo. También ayudaron a financiar
las guerras contra los franceses por los territorios de Navarra y Guipúzcoa. A
partir de su participación decae por los impagos de Carlos V y por la entrada en
juego de otros intereses, más cercanos a Francia.

En los siguientes cuadros, se incluyen los asientos de las familias de


banqueros genoveseses más importantes: los Grimaldo, los Centurione, además
de los concertados con banqueros castellanos y con los Fugger y los Welser.

32
Tabla 3.3 Préstamos de la familia Grimaldo para la campaña en Italia
GRIMALDO
PRÉSTAMOS
ASIENTO INTERÉS OBSERVACIONES
Prestado Pagado
AÑO 1523
17 30.000 50.611 69% Aportación junto al asiento 18
22 34.667 37.301 8%
AÑO 1525
36 100.000 114.000 14%
AÑO 1526
42 23.333 27.292 17%
43 23.333 27.292 17% Aportación junto con Centurione
45 24.800 27.533 11%
AÑO 1527
49 22.917 27.084 18% Junto a Centurione
AÑO 1528
68 bis 93.334 112.000 20%
AÑO 1529
71 2.240 2.400 7% Junto a Centurione
72 32.000 35.343 10%
73 1.899 2.034 7%
79 107.334 111.000 3%
TOTAL 495.857 573.890
Fuente: Elaboración propia a partir de Carande (1990) Carlos V y sus banqueros: Los caminos del oro y de
la plata

Entre los genoveses se encuentra la familia Grimaldo, que hacen una


aportación de 388.375 ducados que, sumados a la ayuda de la familia Centurione
en algunos momentos, suman 495.857 ducados. Esta familia de banqueros
cobraba un alto interés por sus préstamos.

33
Tabla 3.4 Préstamos de la familia Centurione para la campaña en Italia
CENTURIONE
PRÉSTAMOS
ASIENTO INTERÉS OBSERVACIONES
Prestado Pagado
AÑO 1523
18 16.800 Aportación junto al asiento 17
AÑO 1526
41 10.000 11.418 14%
43 23.333 27.292 17% aportación junto con Grimaldo
AÑO 1527
49 22.917 27.084 18% Junto a Grimaldo
52 170.000 185.300 9% Junto con otros italianos
AÑO 1528
63 10.000 10.900 9% Parte de esto es del asiento 52
AÑO 1529
71 2.240 2.400 7% Junto con Grimaldo
TOTAL 255.290 264.394
Fuente: Elaboración propia a partir de Carande (1990) Carlos V y sus banqueros: Los caminos del oro y de
la plata

Tabla 3.5 Préstamos de los burgaleses para la campaña en Italia


BURGALESES
PRÉSTAMOS
ASIENTO INTERÉS OBSERVACIONES
Prestado Pagado
AÑO 1528
66 20.000 26.554 33% Parte de esto es del asiento 52
Fuente: Elaboración propia a partir de Carande (1990) Carlos V y sus banqueros: Los caminos del oro y de
la plata

Tabla 3.6 Préstamos de los alemanes para la campaña en Italia


ALEMANES
PRÉSTAMOS
ASIENTO INTERÉS OBSERVACIONES
Prestado Pagado
AÑO 1524
33 35.333 37.689 7% Anton Welser
AÑO 1528
57 100.000 109.000 9% Fugger y Bartolome Welser
TOTAL 135.333 146.689
Fuente: Elaboración propia a partir de Carande (1990) Carlos V y sus banqueros: Los caminos del oro y de
la plata

34
Es de especial mención algunos asientos en los que colaboran varios
banqueros para hacer el préstamo efectivo, teniendo en cuenta que en esos años
era muy difícil disponer de esas cantidades que superan los 100.000 ducados,
por lo que se solidarizaron entre ellos y firmaron algunos asientos como pueden
ser los asientos 41, 42, 43 o 44.

Las entregas del dinero se hacían en letra, sobre Milán o Génova. Los
importes se saldaban recayendo sobre los fondos del tesorero, la bula de
cruzada y el subsidio. Casi todos los asientos fueron liquidados, normalmente
los que tenían un interés del 7%, que hacia los precios soportables (Carande,
1990).

3.3.3. Los pagos de las deudas: los maestrazgos

Como es bien sabido, Carlos V al acceder al trono heredó los territorios


junto con las deudas que tenía con los banqueros, entre ellos los Fugger. Tras
conceder numerosos préstamos a Carlos V que no le estaban siendo devueltos
en los plazos y con las condiciones acordadas, envió un comunicado a Carlos V
recordándole como consiguió llegar al poder con el objetivo de que le fuese
devuelto lo prestado, cuya cantidad ascendía a 198.121 ducados y 308
maravedís.

Carlos V cedió a los miembros del Consejo Georg Reihing y Cristóbal de


Haro la responsabilidad para negociar con los Fugger cómo se haría la
devolución de los créditos más los intereses. Finalmente acordaron conceder a
los Fugger la administración de los maestrazgos para saldar al menos parte de
las deudas con los ingresos que estos generaran. El problema se complicaba
porque las deudas que se mantenían con otros banqueros, como Welser,
Francisco del Valle, Cristóbal de Haro y otros, obligó a que la cesión del
aprovechamiento de los maestrazgos se repartiese (Kellenbenz, 2000).

El contrato que se firmó en 1525 otorgaba la cesión de los derechos de


explotación de las tierras para la adquisición de cereal, maravedís, yerbas y
demás ingresos de las mesas maestrales con la posibilidad de poder volver a
arrendarlas con la misma forma de recaudación (Kellenbenz, 2000).

El contrato debía ser firmado por los arrendadores y arrendatarios


correspondientes y debían ser presentados los documentos necesarios para que

35
los contadores mayores de las órdenes y sus representantes les dieran las
“cartas de recudimiento”. Era necesario para ello la fianza de Cristóbal de Haro
y que los Fugger cumplan con lo que se estableció en el contrato en cuanto a las
rentas de los ingresos anuales. El precio del arrendamiento era fijo, no iba a sufrir
ninguna variación en el periodo de arrendamiento (Kellenbenz, 2000).

Tabla 3.7 Rentas de los maestrazgos


Arrendatario Periodo Precio/año Observaciones
Fugger 1525-1527 50.000.000 mrd2 135.000 ducados/año
2.200.000 mrd/año de
ganancia
Genoveses (Mafeo de Taxis, 1528-1532 54.750.000 mrd 144.000 ducados
Bautista de Grimaldi y Estevan
Ricio)
Welser 1533-1537 57.000.000 mrd 152.000 ducados
Fugger 1538-1542 57.000.000 mrd 152.000 ducados
Pedro González de León 1543-1546 75.478.867 mrd 64.750.000 mrd
Socorro: 60.000
ducados
Fugger 1547-1550 75.838.000 mrd 61.000.000 mrd
Socorro: 161.000
ducados
6% de interés
Pedro González de León 1551-1554 88.592.724 mrd Incendio en las minas,
no se incluyen
Fuente: Elaboración propia a partir de Carande (1987) Carlos V y sus banqueros: La hacienda de Castilla

El primer arrendamiento para los Fugger fue en el periodo de 1525 a1527


y supuso aproximadamente 135.000 ducados anuales (50.000.000 maravedís
anuales) (Tabla 3.7), que supondrían una considerable reducción de la deuda.
Además de esto, debían pagar a los contadores mayores la cantidad de 35.000
ducados anuales en concepto de salarios de los miembros del Consejo de las
Órdenes y otros importes a través de pagos en especie (con cereal) o con dinero.
Era obligatorio presentar a los contadores de las órdenes una copia legal de los
“escribanos de rentas” en donde se reflejaba lo que producían las rentas de las

2 mrd=maravedís

36
mesas maestrales, para llevar un control de la producción, todo esto para
establecer futuros arriendos (Kellenbenz, 2000).

Los pagos se desglosaban en:

- 35.000 ducados eran para los miembros del Consejo en concepto de


sueldos.
- Los 100.000 ducados restantes se entregaban a Georg Reihing y
Cristóbal de Haro para pagar la deuda de 74.295.683 maravedís que se
debían a Jakob Fugger y sobrinos (Kellenbenz, 2000).

Tras finalizar los tres años de arrendamiento, los arrendadores tenían que
presentar las cuentas al contador mayor de cuentas de las órdenes o a su
representante de la deuda que había con los Fugger, por lo que la cantidad
ascendía finalmente a 85.545.683 maravedís de los que 30.000 ducados se
correspondían a intereses debido al retraso del reembolso (Kellenbenz, 2000).

El arrendamiento atrajo competidores interesados en participar en el negocio.


Juan de Vozmediano ofreció 20.000 ducados y los genoveses ofrecieron 30.000
ducados más de los ofertados inicialmente por lo Fugger. Finalmente lo
arrendaron los genoveses de 1528 a 1532 por 144.000 ducados anuales
(54.750.000 maravedís anuales) (Tabla 3.7) (Kellenbenz, 2000).

El siguiente arriendo de 1533 a 1537 fue para los Welser por 152.000
ducados (57.000.000 maravedís anuales) (Tabla 3.7). El contrato de
arrendamiento era muy parecido al de los Fugger pero con algunas variantes en
cuanto a los pagos. Al finalizar el periodo de arrendamiento, Bartholomäus
Welser recibió el título de tesorero de los maestrazgos (Kellenbenz, 2000).

Tras un largo periodo sin tener la administración de los maestrazgos debido


a que tanto los Welser como los genoveses ofrecían mejores condiciones
financieras a la corona, un nuevo contrato fue concertado con los Fugger.
Extendido entre 1538 y 1542 tenía las mismas condiciones que el de sus
compatriotas: se les concedía el arrendamiento de los maestrazgos a cambio de
152.000 anuales (57.000.000 maravedís anuales) (Tabla 3.7) además de un
anticipo de 200.000 ducados, y un interés del 10%. Los Welser pujaron por los
maestrazgos ofreciendo solamente 30.000 ducados esperando Carlos V por lo
menos 100.000 ducados. Otros que también negociaron fueron el conde Osorno

37
y Sancho de Paz con los italianos presentes en la Corte. Estos ofrecieron la
cantidad de 61 cuentos (61.000.000 maravedís) por cada año de arrendamiento
y un adelanto de 200.000 ducados. Las urgencias financieras de la corona
condujeron a aceptar estas condiciones sin grandes discusiones ni considerar
otras ofertas. Era necesario el dinero de los arrendamientos ya que se planeaba
una expedición militar a Túnez, por lo que los gastos se incrementarían y tenían
que acelerar las negociaciones, llevadas a cabo siempre por Alonso Gutiérrez,
ya que era el mayor conocedor de los maestrazgos, pero estas se complicaron
al intentar incluir en los arriendos los bosques de Aranjuez, pertenecientes a la
orden de Santiago (Gil, 2012).

El contrato ocasionó problemas con los genoveses debido a que fueron


capaces de mejorar el precio de arrendamiento, pero Carlos V tenía la intención
de cedérselo a los Fugger. Ofrecían mantener el socorro, reducir el tipo de
interés del 14% al 12% y dejar las hierbas de Calatrava para tener un medio de
intercambio por las encomiendas necesarias para el bosque de Aranjuez
(Kellenbenz, 2000)

Los Fugger y los Welser consiguieron grandes beneficios a través de los


arriendos de los maestrazgos cobrando los anticipos a la corona, pero además
almacenaban trigo con el fin de esperar a que llegase escasez y los precios
subieran, con lo cual aumentaban sus beneficios.

Mientras este contrato, segundo con los Fugger llegaba a su fin, comenzaron
las negociaciones para el nuevo arrendamiento, que se caracterizó por la
negociación independiente de la explotación de las minas de Almadén por su
gran valía, estableciéndose que para su arriendo eran necesarios 37 cuentos
(37.000.000 maravedís) extras. Para el nuevo arriendo era necesario depositar
un socorro de 200.000 ducados y aumentar el precio del arriendo situado en
57.000.000 maravedís. Los Fugger partían como favoritos ya que disponían de
crédito suficiente para afrontar el socorro y hacerse con el arriendo, aunque se
presentaron también oferta de los burgaleses por medio de Jerónimo de
Salamanca ofreciendo un adelanto del socorro de 200.000 o 300.000 ducados.
Finalmente, ya en las negociaciones por el nuevo periodo de arrendamiento para
el periodo de 1542 a 1546, la mejor oferta fue de Pedro González de León que
ofrecía 64.750.000 maravedís anuales y un socorro de 60.000.000 ducados

38
(Tabla 3.7). Los Fugger ante el temor de que alguien le pudiera arrebatar el
arriendo, intentaron hacer una oferta mejor en cuanto al socorro de 200.000
ducados sin intereses y alegando que González de León no tenía crédito
suficiente para afrontar el arriendo. Ante esto González de León ofreció pagar
por adelantado 50.000 ducados del socorro, y finalmente se hizo con el negocio,
ayudado por dos comerciantes españoles para poder hacer frente a los pagos
(Kellenbenz, 2000).

Se sospecha que el Concejo de la Mesta, institución muy poderosa en


Castilla, intervino en este último arrendamiento debido a intereses en cuanto a
los pastos de las mesas maestrales. Para esto, consiguió el apoyo de Antón del
Río que se hace con el traspaso del maestrazgo de Alcántara y Marcos de
Madrid que se queda con el de Calatrava, donde estaba incluido el azogue de
las minas de Almadén (Gil, 2012).

En los contratos de arriendo se estipulaba que al menos un tercio del cereal


que se obtuviese en las tierras de los maestrazgos, habría de ser destinado, en
caso necesario, para el abastecimiento de la armada real y de las tropas que
combatirían en el norte de África. Esta condición retraía a los posibles
arrendadores, ya que el cereal alcanzaba un gran valor, y la posibilidad de perder
un tercio de lo recaudado suponía un alto riesgo que no siempre estaban
dispuestos a asumir.

El arriendo de 1547 a 1550 fue logrado de nuevo por los Fugger. Este periodo
fue complicado, ya que en 1546 hubo una plaga de langostas causando estragos
en las cosechas, lo que supuso altos costes para Carlos V. El arrendamiento
supuso 61.000.000 maravedís en donde no estaban incluidas las dehesas (Gil,
2012).

En noviembre de 1550 hubo un incendio en las minas de Almadén, pero antes


de que esto pasara se hizo con el arriendo Pedro González de León para el
periodo de 1551 a 1554, por un valor de 65.128.750 maravedís (Tabla 3.7) donde
ya se tuvieron en cuenta las pérdidas ocasionadas por el incendio que se
calculaba en 3.000.000 maravedís cada año. El arrendamiento concluyo en
1554, pero como la mina solamente llegaba a producir un cuarto de lo que se
producía antes del incendio, en el siguiente contrato de arrendamiento de 1555
a 1558 no se incluyó.
39
3.4. La importancia del mercurio
3.4.1. Las Órdenes Militares

Antes de ver la historia e importancia que tuvieron las minas de Almadén


en el siglo XVI, es necesario hablar de los maestrazgos, que estaban en poder
de las órdenes militares y en concreto de la Orden de Calatrava, propietaria de
las tierras en las que se encontraban estas minas.

Las órdenes militares eran unas instituciones religiosas y militares que


fueron creadas para luchar contra los infieles, término asociado a los
musulmanes. Participaron activamente en la Reconquista, en especial en
territorios de la Meseta Sur y del norte de Valencia. Por ello recibieron enormes
extensiones de tierra, los maestrazgos, en La Mancha, Extremadura por lo que
respecta a la corona castellana y Castellón, territorio perteneciente en este caso
a la corona de Aragón. La característica esencial de los maestrazgos era su
escaso poblamiento. Las órdenes militares son inseparables del movimiento de
las cruzadas especie de “guerra santa” en la que se encontraba la Iglesia
Católica por medio ya que dependían del Papa, para defender el cristianismo.

Las Órdenes Militares estaban compuestas por monjes que hacían su vida
dentro de las órdenes y caballeros que defendían el cristianismo con las armas,
sujetos a unas normas morales y religiosas. Estaban controladas por un Consejo
encargado de la administración bajo la autoridad del Gran Maestre. Su poder
llegó en algunos casos a hacer sombra al de los reyes, generándose incluso
enfrentamientos entre ambas partes. Tenían bajo su poder extensas tierras,
villas, castillos y fortalezas.

En las propiedades de la Orden de Calatrava, Vivian hasta 200.000


personas, tenían 90 iglesias y 130 encomiendas de tierra con un rendimiento de
4.000.000 reales. Posteriormente, desde la llegada de los Reyes Católicos al
poder, tras la expulsión de los musulmanes de la península, las órdenes ya no
tuvieron ninguna misión más en este territorio porque su principal objetivo fue la
Reconquista y lo cumplieron.

40
Como las órdenes gozaban de un gran poder, a partir de 1482, los Reyes
Católicos, con la autorización de los papas Inocencio VIII y Alejandro VI3 fueron
arrebatándoles privilegios, logrando la administración y control de los territorios
que ese les habían concedido por sus acciones en la Reconquista. Tras esta
incorporación, los Reyes Católicos crearon el Consejo de las Órdenes que
actuaba en nombre del rey. El Consejo por la condición eclesiástica, tenía el
derecho de recaudar el diezmo a los vasallos. La organización interna del
maestrazgo la seguía ejerciendo la orden correspondiente (Carande, 1987).

En 1523 mediante la Bula y las concesiones papales fueron otorgados


definitivamente los maestrazgos a Carlos V y a los sucesores de la Corona de
Castilla. Por tanto, desde este momento, el rey es la máxima autoridad tanto en
materia civil como eclesiástica (Morán, 2004).

3.4.2. Las minas de Almadén

El mercurio de Almadén se explotó de forma continuada desde el primer


milenio A.C. Seguramente fueron los cartagineses los primeros que extrajeron
beneficio de ellas, pero fueron los romanos los que iniciaron su explotación
sistemática, como muestran los escritos de la época (García-Bellido, 1983). Tras
la conquista musulmana se recuperó la explotación, extrayendo el azogue para
comercializarlo en todo el entorno mediterráneo. Fueron precisamente los
musulmanes los que dieron nombre a la mina. Tras la conquista pasó a formar
parte de las propiedades de la Orden de Calatrava (creada en 1157), como ya
está mencionado.

3Alejandro VIII, nacido en Xátiva en 1431, fue papa entre 1492 y 1503, año de su fallecimiento.
En sus acciones fue muy favorable a los intereses de los Reyes Católicos.

41
Imagen 3.3 Escudo de la Orden de Calatrava

Fuente: Vélez Gómez y García Alcubilla


(2003), Orden de Calatrava

A finales del siglo XII y principios del XIII las minas volvieron a manos
musulmanas tras la batalla de Alarcos, en 1195, pero se recuperaron tras la
victoria cristiana en las Navas de Tolosa en 1212, aunque hasta que se afianzó
la reconquista, a mediados del siglo XIII, la zona siguió sometida a peligros
constantes por la inestabilidad de la frontera entre cristianos y musulmanes.

Tras el fin de los conflictos la orden de Calatrava se dispuso a recuperar


la producción de la mina, afianzando su propiedad con el monopolio de
explotación concedido a los calatravos en 1308 por Fernando IV. Con ello la
orden controlaría la venta de azogue en toda la corona castellana.

En 1313, años de explotación directa, la orden comienza a contemplar la


posibilidad de arrendar a particulares la venta del azogue, primero, y después la
explotación de la mina. Los arrendamientos se sucedieron hasta que los Reyes
Católicos obtuvieron el control de los maestrazgos. En el siglo XVI, como
anteriormente hice referencia, los maestrazgos y las minas, inclusive, fueron
usadas como arriendo a los banqueros extranjeros con el fin de subsanar las
deudas de la Hacienda de Castilla (Matilla, 1958).

Esta etapa coincide con el mayor auge en la explotación de las minas,


debido a que los descubrimientos de riquísimos yacimientos de plata en América
significaron un gran aumento de la demanda de mercurio para el proceso de
amalgama. La intervención de los Fugger en su explotación supuso
modificaciones en la forma de producción incorporando nuevos métodos de
extracción (Morán, 2004).

42
3.4.3. El proceso de amalgama

La conquista castellana de América produjo importantes resultados


económicos, de los cuales seguramente el que mayor efecto tuvo para la
economía castellana fue el descubrimiento de una riqueza de oro, y sobre todo
de plata, en minas que se encontraban especialmente en tierras de los actuales
México, Perú y Bolivia.

Para poder transformar el mineral de plata extraído de las minas en el


valioso metal que sería enviado en su mayoría a la península, el mercurio era
imprescindible, ya que gracias a él se podía hacer el proceso de amalgamación,
un sistema eficiente que permitía extraer mayores cantidades de plata que con
el sistema tradicional de fundición a través de hornos de plomo, greta y cendrada.
Este sistema comenzó a emplearse en 1556 en la minería mexicana y pronto fue
expandiéndose al resto de colonias para la extracción de la plata y contribuyendo
al aumento de metales preciosos en Europa (H. Haring, 1979).

El método de amalgamación a partir del azogue era un proceso que se


podía hacer frio, al contrario del sistema tradicional con leña, y consistía en la
molienda, que consistía en pulverizar las menas con mazos, terminando el
proceso en los molinos. Después se procedía al amasado en el que el polvo de
plata resultante se humedecía y se amasaba para después mezclarlo con sal,
mercurio y cobre tostado, extendiéndose sobre un patio abierto. En tercer lugar
el lavado, se hacía en tinas con un molinillo agitador para separar la amalgama
de la plata y por último, el desazogado o destilación de la amalgama para separar
la plata y recuperar un aparte del mercurio usado (Pérez, 1985).

Para la corona la plata americana era indispensable para pagar los


grandes gastos y devolver a los banqueros los créditos concedidos. Por eso el
control del mercurio, imprescindible para obtenerla, era un asunto de enorme
interés. La exportación de mercurio se convirtió en un monopolio de la corona,
que regulaba las salidas en barcos especiales, los llamados azogues, y mantenía
un estricto control de los consumos. La mayor parte del azogue que se exportaba
hacia Nueva España provenía de la mina de Almadén. El que se empleaba en
Potosí, principal mina de América del Sur, era de la mina de Huancavelica (Perú),
descubierta en 1564, más cercana aunque mucho más cara. Mientras que el

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azogue de Almadén se encontraba en 1569 a 29 ducados el quintal, en México
fluctuaban entre 80 y 110 pesos, es decir, un aumento del 250% (H. Haring,
1979).

La mina de Almadén que estuvo constantemente funcionando, en el


periodo de 1500-1563 produjo 36.770 quintales, entre 1564-1604 ascendió la
cantidad a 96.530 y desde 1605-1645 llegó a su máximo de 148594 quintales.
Estos datos demuestran la riqueza del yacimiento y cómo cambió el ritmo de
extracción desde que se hicieron íntegramente con ellas los Fugger (Hernández,
1999). Estos trajeron a 200 operarios alemanes especializados, aumentando el
gasto en salarios, para aumentar el rendimiento de la mina. En 1562 los Fugger
se comprometieron a entregar 1.000 quintales anuales de azogue, pero en 1567
esa cantidad fue elevada hasta los 1.200 quintales y en 1569 a 1.500, pero
Almadén, a pesar de ser una de las minas más importantes del mundo, en su
mejor época en los siglos XVI y XVII, no era capaz de producir más de 3.000
quintales anuales por lo que tuvieron que recurrir a la importación de azogue de
Alemania. Los precios fueron de 25, 26 y 29 ducados el quintal respectivamente
(H. Haring, 1979).

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Conclusiones
En este trabajo se aborda el estudio de la economía castellana en los
siglos XVI y XVII (con algunas referencias también al XV), y, en especial, la
presencia de uno de los principales banqueros de la corona, la familia alemana
Fugger, y su papel en la explotación de las minas de mercurio de Almadén.

La evolución económica castellana presenta un cambio importante entre


estos dos siglos. El XVI fue un siglo de expansión. Se entró en el siglo ya con un
proceso de crecimiento demográfico que impulsó la expansión agraria. Para
alimentar a una población cada vez mayor se fueron aumentando las superficies
cultivadas, extendiendo los cultivos hasta a tierras de mala calidad, pero no se
introdujo modernización ni incremento de la productividad. Esto condujo a que,
desde los años 80, se entrase en lo que se conoce como una fase, malthusiana,
caracterizada por población que crece en progresión geométrica y recursos que
lo hacen en aritmética. Se desencadenaron crisis agrarias, epidemias y
hambrunas, de forma que durante el XVII, con la menor presión demográfica,
amplias zonas dejaron de ser cultivadas.

En cuanto a las manufacturas, durante el siglo XVI hubo una expansión


de la producción para abastecer a la mencionada demanda creciente, pero
también sin mejoras técnicas que permitiesen aumentar la productividad. Castilla
no fue capaz de producir suficiente para abastecer toda la demanda, a la que se
sumaba la americana, y dependió de las importaciones. Durante el XVII los
mercados castellanos fueron ocupados por manufacturas extranjeras ya que el
papel europeo de Castilla había pasado a un segundo orden, y esta situación fue
dramática para los talleres productores castellanos, y se produjo una gran crisis
en el sector.

En cuanto al comercio, la evolución se corresponde con lo visto para


agricultura o manufacturas. El XVI fue un siglo de expansión, en relación con el
crecimiento general y con el desarrollo del tráfico comercial con América,
mientras que el siglo XVII muestran también la crisis, y una presencia cada vez
mayor de extranjeros en las actividades comerciales españolas.

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Durante el siglo XVI Castilla puede calificarse como la principal potencia de
Europa. A Sevilla, puerto que monopoliza los tráficos con América, llegaban
grandes cantidades de metal precioso que podrían haber servido para
modernizar la economía y consolidar su poder dentro de Europa. Nada más lejos
de lo que ocurrió, Carlos I y sobre todo su hijo Felipe II, mantuvieron una política
de guerras, para expandirse, para controlar sus territorios o para defender la
religión católica. Estas guerras fueron una sangría constante, que sacaba de
territorio castellano una gran parte de metal precioso para pagar los gastos allí
donde se desarrollasen las guerras.

Cuando no había dinero suficiente o, por diversas razones los barcos no


llegaban con su valiosa carga, la corona tenía que recurrir a banqueros que
financiasen sus gastos. De esta manera los primeros Austrias fueron generando
una enorme deuda. Los asientos se multiplicaron. Estos eran, créditos
concertados con banqueros en su mayoría extranjeros, entre los que los
alemanes tenían un papel principal. Cuando Carlos I llego al trono español ya
estaba endeudado con los Fugger, y esta deuda no dejó de crecer. Como había
dificultades para reintegrarles los créditos en metálico, la corona empezó a
concederles diversas gracias o derechos, y es de esta forma como la
administración de los enormes territorios de las órdenes militares llegó a manos
de los Fugger. Dentro de estos territorios estaba la mina de mercurio de
Almadén.

La importancia de Almadén radicaba en que el mercurio era imprescindible


para la amalgama de la plata, que consistía en separar el mineral del metal
precioso. Esta mina era la principal productora europea de este mineral, y con el
descubrimiento de grandes yacimientos de plata en América se volvió
imprescindible, ya que la mayor parte de la producción se enviaba a aquel
continente. Por eso, resulta paradójico que un asunto de tanta importancia para
Castilla como esta mina se dejase en manos extranjeras.

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