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Visión de HIRSCHMAN: retoma con más detalle el énfasis anterior en el papel empresarial
del Estado como elemento para el desarrollo. No hay solo que ser un sustituto, sino hay que
generar una mano de incentivos a los privados. El rol del Estado implica un alto frado de
sensibilidad ante el capital privado. El Estado debe ofrecer incentivos desequilibrantes para
instar a los capitalistas privados a invertir, y al mismo tiempo debe estar cuando se generen
desincentivos para la inversión.
Los Estados que logren las tareas mencionadas recién pueden llamarse legítimamente
“desarrollistas”. Atraen excedentes, pero también ofrecen bienes colectivos. Fomentan
perspectivas empresariales de largo plazo en las élites privadas, aumentando incentivos a
participar en inversiones transformadoras y disminuyendo los riesgos propios de tales
inversiones.
En la concepción gerschenkroniana/hirschmariana la relación entre la capacidad del Estado y el
aislamiento (o autonomía) es un término ambiguo, por lo que no queda del todo claro.
A continuación, el autor realiza un análisis en diversos países para ver en qué caso hablamos
de un país desarrollista.
ZAIRE: Mobuto Sese Seko tomó el poder de Zaire en 1965. Él y un pequeño círculo de
allegado controlaban todo el aparato estatal, haciendo una gran fortuna a partir de los
ingresos generados por las exportaciones de gran riqueza minera del país. En los años
siguientes, el PBI disminuyó a una tasa anual del 2% levando al país a la miseria y dejando a su
gente devastada. Este es el ejemplo de un Estado predatorio, en el cual la clase política se
apropiaba de las rentas públicas y convirtió a su sociedad en la víctima.
El control del Estado estaba en manos de un pequeño grupo de individuos que mantenían
conexiones entre sí.
Vemos entonces que no hay ordenamiento jurídico, no hay acumulación del capital y no existe
ningún tipo de inversión. Por otro lado, la burocracia queda sumamente aislada, ya que no
responde a ninguna demanda social por la falta de inversión.
Con el ejemplo de Zaire vemos que no es la burocracia lo que impide el desarrollo, sino la
ausencia de un aparato burocrático coherente. Este Estado no provee siquiera los medios más
elementales para el funcionamiento de una economía moderna.
Lo único que se cumple es lo dicho por Weber de que hay una “burocracia”, pero ni las
visiones de Gerschenkron ni las de Hirschman se hallaban representadas.