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Fuerza y astucia

Cuando se trataba de engaño, Cicerón era igualmente claro: la


verdadera gloria no provenía de pretextos o engaños, ni siquiera
en tiempos de guerra, cuando a menudo se presentaba un curso de
acción deshonroso pero conveniente.
Cicerón describió la fuerza y el fraude como pertenecientes al
poderoso león y al astuto zorro respectivamente, siendo
ambos "totalmente indignos del hombre".

Pie de foto,
Cicerón, de niño, leyendo, en un fresco de Vincenzo Foppa (1464). (Wellcome Collection)
Maquiavelo utilizó la misma analogía del zorro-león en el capítulo
18 de "El príncipe", aunque de una manera marcadamente
diferente.
El nuevo príncipe necesitaba saber cómo comportarse tanto como
el zorro como el león, porque la fuerza sin astucia lo llevaría a la
ruina: "Un gobernante prudente no puede, y no debe, cumplir su
palabra cuando lo pone en desventaja", advirtió.
Su razonamiento era cínico pero perspicuo: "Si todos los hombres
fueran buenos, este precepto no sería bueno; pero como los
hombres son criaturas miserables que no cumplirán su palabra por
ti, no necesitas cumplir tu palabra".
Una doble negativa, en opinión de Maquiavelo, de vez en cuando
daba positivo.

FUENTE DE LA IMAGEN,GETTY IMAGES


Pie de foto,
Para Maquiavelo, un príncipe no debía cumplir con su palabra si no le convenía.
Maquiavelo tomó una postura similar cuando se trataba
de crueldad.
Para Cicerón, ninguna crueldad podría ser conveniente, porque "la
crueldad es más aborrecible para la naturaleza humana".
Maquiavelo examinó el tema en el capítulo 8, dando cuenta de las
carreras de dos líderes crueles pero efectivos: Agathocles (361-
289 a.C.), el tirano griego de Siracusa y rey de Sicilia; y Oliverotto
de Fermo (circa 1475-1502), un mercenario que asesinó a su tío
para tomar el control de su ciudad natal Fermo.
Después de relatar sus acciones, Maquiavelo concluyó: "Podemos
decir que la crueldad se usa bien (si es permisible hablar así de
lo que es malo) cuando se emplea de una vez por todas, y la
seguridad depende de ello". En otras palabras, puede ser malo,
pero el nuevo príncipe debe usarla para mantener su estado.
Maquiavelo siguió el ejemplo de la naturaleza humana, sólo que no
de la misma manera que Cicerón.
Aunque el florentino no estaba en desacuerdo con Cicerón en
todos los puntos.
Cicerón hizo hincapié en la importancia del mecenazgo pero
desaconsejó dar regalos de dinero, porque el donante pronto
agotaría sus recursos y tendría que tomar la propiedad de otros
para financiar una mayor generosidad.
En el capítulo 16, Maquiavelo recomendó un enfoque similar,
afirmando que era mejor tener fama de parsimonioso
que de generoso, porque con el tiempo los súbditos de un
príncipe se darían cuenta de que él es capaz de vivir dentro de sus
posibilidades, lo cual es una forma de generosidad hacia ellos.

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