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Adan Smith. La riqueza de las naciones. Año 1776.
A partir de esta concepción es que el trabajo en relación de dependencia no puede
ser considerado nunca mas una mera “mercancía” o un simple “factor de producción”
pues ello ofende la dignidad del trabajador.
El empresario que invierte su capital busca en ello maximizar sus ganancias y
persiguen un fin lucrativo, mientras que los trabajadores y trabajadoras buscan con la
venta de su fuerza de trabajo poder alimentar a sus familias y vivir dignamente. Lo
que en términos jurídicos es “alimentación adecuada, vivienda digna, educación,
vestuario, asistencia sanitaria, transporte y esparcimiento, vacaciones y previsión”2.
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Ley de Contrato de Trabajo. Art. 116.
elementos más importantes que permanece inmóvil es el Art. 90, que lleva 12 años
sin ser actualizado como si la inflación no existiera.
Es decir que el Estado Nacional no les reconoce los trabajadores y sus familias que
existe la inflación, y que ella afecta sus ingresos.
Así es que violando la ley, cometiendo un delito, el gobierno nacional sostiene la
ficción de que los trabajadores argentinos son ricos; mientras que por otro lado la
inflación hace que el salario cada vez alcance menos.
Un Estado Nacional dócil con los poderosos y duro con los trabajadores y
trabajadoras.
Uno de los argumentos de quienes justifican que los salarios paguen ganancias es
que “en otros países del mundo también se cobra ganancias”. Dicha aseveración no
es del todo cierta, lo que otros países del mundo poseen es un “impuesto a los
ingresos”; aquí dicho impuesto no existe y por medio de una aplicación analógica de
la ley tributaria (que está prohibida) se aplica a los salarios y a las jubilaciones, que
claramente no cumplen con lo exigido por el “hecho imponible” de la Ley de Impuesto
a las Ganancias.
Si el gobierno nacional desea cobrar impuestos a los ingresos, y en ellos a los
salarios, debería proponer una ley en el Congreso, donde los trabajadores puedan
expresarse y participar. Seguramente los trabajadores exigirán que un “impuesto a
los ingresos” respete el régimen protectorio del salario, su carácter alimentario y el
salario mínimo vital y móvil; además de poder ajustar la inflación sobre los mismos
Si tenemos en cuenta que con el IVA del 21 %, los recursos de la seguridad social
(ANSES) y el impuesto a las ganancias sobre los salarios los trabajadores
registrados aportan más de la mitad de los recursos del Estado Nacional, cabe
preguntarnos: ¿que sucede con las ganancias que obtienen las empresas nacionales
y extranjeras y los bancos?. Lo primero que hay que contar es que la renta financiera
no paga impuesto a las ganancias por que la ley la exime; y las grandes empresas
han logrado en estos años la sanción de leyes específicas que les otorgan
exenciones impositivas por rama productiva (como la minería a cielo abierto) o por
lugar de instalación a través de las leyes de “promoción industrial”.
Es decir que el Estado no les cobra impuestos o les cobra menos de lo que deberían
pagar. Hoy impera el “reino del revés”, donde la renta financiera está exenta y los
trabajadores bancarios pagan impuesto a las ganancias; o donde la CN da derechos
a la “participación de las ganancias de las empresas” (derecho que hace 60 años no
pueden ejercer los trabajadores porque no se reglamenta) y, por otro lado, les cobra
“impuesto a las Ganancias”, que por falta de reglamentación no perciben.
Sobre los trabajadores recae una presión tributaria por lo menos tres veces mayor
que sobre las personas y empresas mas ricas del país; es por ello que en “El salario
no es ganancia” desarrollo que el sistema impositivo que implementa el gobierno
nacional, no es para nada “nacional y popular”, sino que es “neoliberalismo puro”.