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El salario no es ganancia

Por Juan Pablo Ruiz

Un hecho nuevo, los trabajadores pagan ganancias.


El Impuesto a las Ganancias sobre los salarios de trabajadores y trabajadoras es
una prueba, un testimonio, de que el modelo neoliberal dejó en nuestro país un
legado difícil de remover. Hace 20 años solo los cargos jerárquicos y de dirección de
empresas medianas y grandes eran alcanzados por este impuesto. Durante la
década del 90 solo el 3,4 % de los trabajadores registrados lo pagaban, durante la
crisis del año 2000 y 2001, este universo se extendió al 8,1 en el marco de un Estado
Nacional en quiebra que necesitaba fondos frescos; en el año 2011 el 19,1 % lo
pagaba, seguramente fin de este año se llegará al 20%.
Al ser consumidores finales los trabajadores y trabajadoras argentinos pagan con su
salario el 21% de IVA; y ahora la quinta parte de ellos, que perciben mejores salarios,
tributan también “ganancias”.

El trabajo en relación de dependencia no es capital, el salario no es ganancia.


Desde el nacimiento de la economía moderna, los economistas clasificaron los
diferentes factores que intervenían en la creación de la riqueza. Dichos factores de
producción fueron clasificados por Adam Smith en el año 1776 1en tres: Tierra;
Trabajo y Capital. A cada factor le correspondía un precio o un costo; al costo de la
Tierra se lo denomina Renta; al costo del Trabajo se lo denomina Salario y al costo
del Capital ganancia, interés o beneficio.
Desde la economía clásica se diferenció a estos conceptos, que al ser receptados
por la ciencia jurídica conservaron su particularidad. De hecho en nuestro Código
Civil, que data del siglo XIX todavía figura el salario como un fruto civil.

Las luchas obreras y el constitucionalismo social.


Las luchas obreras de los siglos XIX y XX ponen de manifiesto que los Estados y las
leyes no daban respuesta a la superexplotación que sufría la clase trabajadora. Estas
luchas obreras y populares tuvieron por protagonistas en nuestro país a anarquistas,
socialistas y comunistas (Historias que Osvaldo Bayer nos enseñara muy bien en sus
libros) y luego a los trabajadores de Perón y Evita.
El resultado de ellas fue la conquista de los derechos sociales, el reconocimiento de
la relación laboral no es una relación que se da en pie de igualdad entre el trabajador
y el empleador y por ello el Estado de intervenir para equilibrar las fuerzas. Allí surge
el derecho del trabajo y el Constitucionalismo Social, cuya manifestación es la
incorporación del Art. 14 bis, que implica la elevación de los derechos sociales a
rango constitucional.

1
Adan Smith. La riqueza de las naciones. Año 1776.
A partir de esta concepción es que el trabajo en relación de dependencia no puede
ser considerado nunca mas una mera “mercancía” o un simple “factor de producción”
pues ello ofende la dignidad del trabajador.
El empresario que invierte su capital busca en ello maximizar sus ganancias y
persiguen un fin lucrativo, mientras que los trabajadores y trabajadoras buscan con la
venta de su fuerza de trabajo poder alimentar a sus familias y vivir dignamente. Lo
que en términos jurídicos es “alimentación adecuada, vivienda digna, educación,
vestuario, asistencia sanitaria, transporte y esparcimiento, vacaciones y previsión”2.

El salario en la Constitución Nacional.


Como decíamos, en la Constitución Nacional menciona en el artículo 14 bis el salario
como “salario mínimo, vital y móvil”, “igual retribución por igual tarea” y
“remuneración justa”. En el mismo artículo menciona las ganancias cuando dice
“participación en las ganancias de las empresas”. Es decir, el constituyente nunca
quiso confundirlos ni mucho menos asimilarlos. Con la relación laboral el trabajador
obtiene un salario, remuneración, sueldo o retribución; mientras que el empleador
obtiene por invertir su capital (y asumir con ello un riesgo) una ganancia, renta,
beneficio o enriquecimiento. Tanto la ciencia económica como la jurídica es unánime
en distinguirlos como elementos diferentes y antagónicos de la realidad económica.
Sostener por ello que el salario es una ganancia es contradictorio con el modelo de
Estado Social Democrático de Derecho al que adhiere nuestra Constitución Nacional.

La ley de Impuesto a las Ganancias.


Entonces: ¿Por qué los trabajadores pagan “ganancias” si perciben un “salario”?
Para poder responder esta pregunta, debemos decir que la ley de Impuesto a las
Ganancias fue creada para gravar a las empresas, sociedades y al trabajo libre
(aquel en que no hay relación de dependencia); pero que con el objetivo de cobrarle
impuestos a los salarios altísimos (por ejemplo: de directores de bancos públicos y
privados) en el año 1973 incorporó en la denominada cuarta categoría a las
“ganancias obtenidas por el trabajo en relación de dependencia”.
Pero los legisladores incorporaron en la ley un mecanismo por medio del cual el
Estado Nacional debe “actualizar anualmente” los elementos que componen el
impuesto y que son indispensables para determinar entre otras cosas quien paga y
cuanto paga.
La obligación de “actualizar anualmente” es para que se pueda efectuar el ajuste por
inflación, ya que la inflación es un elemento de la realidad económica que distorsiona
el salario real, esto es que impacta en el poder adquisitivo de los trabajadores y
trabajadoras.
Lo que no previeron los legisladores que aprobaron esta ley es que el Estado
Nacional iba a hacer trampa no actualizando los elementos del impuesto. Uno de los

2
Ley de Contrato de Trabajo. Art. 116.
elementos más importantes que permanece inmóvil es el Art. 90, que lleva 12 años
sin ser actualizado como si la inflación no existiera.
Es decir que el Estado Nacional no les reconoce los trabajadores y sus familias que
existe la inflación, y que ella afecta sus ingresos.
Así es que violando la ley, cometiendo un delito, el gobierno nacional sostiene la
ficción de que los trabajadores argentinos son ricos; mientras que por otro lado la
inflación hace que el salario cada vez alcance menos.

Un Estado Nacional dócil con los poderosos y duro con los trabajadores y
trabajadoras.
Uno de los argumentos de quienes justifican que los salarios paguen ganancias es
que “en otros países del mundo también se cobra ganancias”. Dicha aseveración no
es del todo cierta, lo que otros países del mundo poseen es un “impuesto a los
ingresos”; aquí dicho impuesto no existe y por medio de una aplicación analógica de
la ley tributaria (que está prohibida) se aplica a los salarios y a las jubilaciones, que
claramente no cumplen con lo exigido por el “hecho imponible” de la Ley de Impuesto
a las Ganancias.
Si el gobierno nacional desea cobrar impuestos a los ingresos, y en ellos a los
salarios, debería proponer una ley en el Congreso, donde los trabajadores puedan
expresarse y participar. Seguramente los trabajadores exigirán que un “impuesto a
los ingresos” respete el régimen protectorio del salario, su carácter alimentario y el
salario mínimo vital y móvil; además de poder ajustar la inflación sobre los mismos
Si tenemos en cuenta que con el IVA del 21 %, los recursos de la seguridad social
(ANSES) y el impuesto a las ganancias sobre los salarios los trabajadores
registrados aportan más de la mitad de los recursos del Estado Nacional, cabe
preguntarnos: ¿que sucede con las ganancias que obtienen las empresas nacionales
y extranjeras y los bancos?. Lo primero que hay que contar es que la renta financiera
no paga impuesto a las ganancias por que la ley la exime; y las grandes empresas
han logrado en estos años la sanción de leyes específicas que les otorgan
exenciones impositivas por rama productiva (como la minería a cielo abierto) o por
lugar de instalación a través de las leyes de “promoción industrial”.
Es decir que el Estado no les cobra impuestos o les cobra menos de lo que deberían
pagar. Hoy impera el “reino del revés”, donde la renta financiera está exenta y los
trabajadores bancarios pagan impuesto a las ganancias; o donde la CN da derechos
a la “participación de las ganancias de las empresas” (derecho que hace 60 años no
pueden ejercer los trabajadores porque no se reglamenta) y, por otro lado, les cobra
“impuesto a las Ganancias”, que por falta de reglamentación no perciben.
Sobre los trabajadores recae una presión tributaria por lo menos tres veces mayor
que sobre las personas y empresas mas ricas del país; es por ello que en “El salario
no es ganancia” desarrollo que el sistema impositivo que implementa el gobierno
nacional, no es para nada “nacional y popular”, sino que es “neoliberalismo puro”.

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