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Texto por Juan Carlos Romero.

Disponible en: http://instantesgraficos.blogspot.com/2012/08/blog-post.html


Consultado en septiembre de 2018.
Cuando Stephan Mallarmé hace su poema “Un golpe de dados”, rompe con la forma tradicional de organizar el
verso al modificar el cuerpo de letras en un cierto desorden, con lo que crea espacios totalmente nuevos en el
texto literario.
Interviene por primera vez en el espacio blanco, lo que nos hace mirar una página, además de leerla,
convirtiéndola así en un acontecimiento plástico. El mismo dice: estos vacíos asumen importancia, como un
silencio en derredor que dispersa las palabras. Estos poemas fueron publicados por primera vez en 1897.
Marcel Duchamp visita Buenos Aires en 1918 y le escribe a un amigo para que le envíe ejemplares del poema
de Mallarmé y poder venderlos aquí. Esto no se produce, ya que Duchamp se va cansado de la ciudad, a la que
encuentra muy provinciana.
Se preguntarán cuál es la relación entre estos dos hechos, y es necesario correrse en el tiempo para ver lo que
podía estar pasando en aquel momento en los lugares donde se estaban transformando los discursos del arte.
Allí –al calor de los avances de la imprenta, la telegrafía, la velocidad de las máquinas, la presencia del
automóvil–, los artistas futuristas –con Marinetti a la cabeza– lanzan el primer manifiesto, que publican en la
página de un diario.
Sacan la obra del espacio tradicional del arte, la llevan a la calle y además –en un segundo manifiesto, “La
imaginación sin hilos y las palabras en libertad”– se proponen jugar con las palabras ahora con más vehemencia
que Mallarmé.
A ellos los siguen los futuristas rusos, y de esa manera comienza un sistema de redes que ya no se interrumpirá
más, dando la posibilidad a los artistas de comunicarse eludiendo el sistema de galerías.
Sin necesidad de contar toda la historia de lo que fue pasando en estos últimos ochenta años hasta llegar a
este texto, podemos decir que en forma vertiginosa se fueron plantando los hitos de los cuales podemos
enumerar fundamentalmente a los dadaístas y a los surrealistas, con obras que difícilmente se hubiesen podido
clasificar dentro de una tradicional división de la pintura, escultura o grabado. Quizá sea necesario volver a
recurrir a Duchamp, saber que en 1934 coloca en una caja antecedentes de su obra El gran vidrio y algunas de
sus pinturas cubistas, y así compone La caja verde, con una tirada de 300 ejemplares, que para algunos significó
la creación del primer libro de artista.
¿Cuál es la relación del Duchamp que quería traer a Buenos Aires veinte años antes los poemas de Mallarmé
con esta caja/valija que con su ironía permanente llena de fragmentos de trabajos anteriores sin un orden y con
el azar como filosofía, que lo acompañará en todas sus apariciones posteriores?
Vuelve a aparecer el fantasma de Mallarmé y recordamos que este artista había proyectado un libro al que
llamó El libro, y su idea era que no tuviera comienzo ni fin, que todo fuera posible de intercambiar, hojas sueltas
que el espectador pudiera permutar, o mejor dicho conmutar, de tal manera que el discurso siempre iba a tener
un sentido completo.
Todo se va convirtiendo en una compleja red de acontecimientos, conceptos, ideas y propuestas de las cuales
bebieron y en las cuales estuvieron inmersos estos artistas como fruto de la situación de la cultura, la ciencia y
la técnica de la época.
Así fue como en los años ’60 se empezaron a hacer libros de artistas impresos, con la ventaja que daba la
aparición de la impresión rápida y de bajo costo de la máquina offset.
Además de la presencia de la fotografía, el desarrollo del cine, las primeras computadoras y la televisión
facilitaron la transformación de los libros de artistas en su aspecto técnico como en su propuesta estética.
Al inicio de ese período se ubican dos artistas: un alemán, Dieter Roth, y un norteamericano, Edward Ruscha,
quienes hicieron los primeros libros de artistas asociados a las posibilidades que brindaba la tecnología de la
época.
A partir de entonces podemos hacer un extenso inventario de las distintas posibilidades de los libros de artistas.
En ese rico período se fueron incorporando nuevas formas de expresión y nuevos artistas a esa corriente, y es
así como en Nueva York Ray Johnson, en 1965, creó la “Escuela de Arte por Correspondencia”, que finalmente
se transformaría en el Arte Correo, al cual también se integraron los artistas que creaban libros de artistas.
Se incorporó además un movimiento de artistas llamado Fluxus, cuyo programa –influido por el músico John
Cage– es provocar el cambio más profundo utilizando manifiestos, tarjetas postales, posters, libros y cajas. Se
estacan entre estos trabajos los de Joseph Beuys y Yoko Ono.
Quizá nos ayude a definir qué es un libro de artista Huy Schraennen, que en 1981 ya anticipaba que “el libro de
artista es una obra de arte. El libro de artista no es un libro de arte. Frecuentemente se agrega esta confusión:
que son libros bellamente ilustrados, libros realizados con técnicas extravagantes, libros con una cubierta
espectacular, libros realizados por artistas, libros de formato inusual, libros redondos, triangulares y en relieve,
libros de aspecto artesanal, libros realizados con materiales poco usuales. El libro de artista sólo existe cuando
es concebido y no puede existir más que como libro”.
Ahora se podían enviar obras por correo. Se podían organizar libros a distancia. Se cumplía el sueño de los
artistas románticos. Era el principio de la liberación de los museos, las galerías, los críticos y los marchands.
Para eso se abrieron librerías que comienzan a vender la obra de estos artistas y no es conveniente olvidar que
esta posibilidad fue impulsada siempre por los propios artistas, que fueron trabajando en los libros de artistas.
Tenemos que mencionar que, en nuestro país, un plástico que comenzó con las publicaciones de artista y
desarrollo de Arte Correo fue Edgardo Vigo, que creó en esa época la revista Diagonal Cero, hecha sólo con
trabajos impresos por los artistas, y que generó además entre algunos artistas locales el interés por el arte
correo.
En esa misma época, Margarita Paksa presentó en el Di Tella su poema fónico “Santuario del sueño”, y en el
mismo lugar Luis Camnitzer y Liliana Porter realizaron una secuencia de envíos por correo simultáneos. Otro
artista pionero que inició estas experiencias fue Alfredo Portillos, que en 1972 hizo una caja a la que denominó
Serie de los jabones.
¿Cuál es el futuro del libro de artista? ¿Cómo fue la reacción de los artistas de cada época a los avances de la
tecnología?
Quizás en esas dos preguntas están las respuestas.
Hoy, el libro de artista está tomando las herramientas que le aseguran un público interesado por ese nuevo
camino que le ofrece la tecnología.
Ahora está el camino electrónico que –sin saberlo conscientemente– proponían Mallarmé y Marinetti: la
comunicación a distancia, la conmutación y la relación emisor/receptor simultánea. Aquella conmutación que
soñó Mallarmé con su obra abierta ya puede ser realidad. La infografía, el CD-Rom, el correo electrónico, el
telefax, la World Wide Web, se presentan hoy como nuevas formas de producción, interacción y distribución de
la obra.
Los artistas siguen trabajando en el libro de artista por los más diversos caminos. Sería imposible hacer un
inventario de las formas y los contenidos de los libros de artistas. Se han inventado varias formas de definirlos;
cada vez que se quiere rescatar a algunos plásticos como modelos, se deja algo afuera. La democratización de
la obra de arte se va haciendo cada vez más amplia, y el medio más idóneo para producirla es el libro de artista,
mejor dicho, son los artistas que se han volcado a esta forma de expresión. Ya hay museos que se disputan
obras de artistas históricos: quizá puedan hacerlo porque la creación hoy pasa por otro nuevo lugar. Pasa por
otras formas y por los nuevos contenidos de la obra que en el libro de artista son inseparables.
Me queda una duda: qué hubiese pasado si Duchamp se quedaba en Buenos Aires y le enviaban aquellos
ejemplares del poema “Un golpe de dados”.

El libro de artista en Argentina por Juan Carlos Romero


Libros objeto, libro montaje, libro reciclado, son algunos de los nombres con el que se designa a los libros de
artista y que están realizados de las formas más diversas: impresos en serigrafía, en offset, con computadoras,
manuscritos, con grabados tales como litografía o xilografía, fotográficos o en collage. Allí es donde se pueden
conjugar las técnicas mencionadas con trabajos en el espacio como ser plegados, encolados, encuadernados,
en cajas, cosidos, pegados o atados.
El libro puede ser de un ejemplar único, impreso en cantidades limitadas o ediciones más asociadas al libro
tradicional. A veces se numera en forma parecida a la que utiliza en grabado con el fin de reconocer la cantidad
de ejemplares editados. Otra forma de libro es cuando se convoca a un grupo de artistas a que realicen un
trabajo original y luego se los edita con la recopilación de los trabajos presentados.
Todas estas múltiples combinaciones le dan un sentido de juego y participativo a la obra, ya que el libro de
artista se puede tocar, ver, oler, hojear, desarmar, manipular, romper y sentir.
De todo este amplio abanico de posibilidades se nutre el grupo de artistas que se integra alrededor de Instantes
Gráficos. De estos artistas aquí se puede ver que tipo de libros producen y de esa forma verificar cual es el
estado en que se encuentra la creación de libros de artista en Argentina.
El libro de artista recién, en estos últimos años comienza a verse en los lugares donde debió estar siempre y es
en el mismo espacio dedicado a las artes plásticas. El libro de artista es una obra de arte y no es un libro.

Texto por José Emilio Antón.


Disponible en: http://instantesgraficos.blogspot.com/2008/11/libro-de-artista-x-anton.html
Consultado en septiembre de 2018.
Cuando empezamos a hablar de libros de artista surge una pregunta inmediata, pero ¿qué es verdaderamente,
un libro de artista?; una duda que está en la mente de muchas personas relacionadas directamente con el
mundo del arte y al mismo tiempo un desconocimiento casi total para el resto. La respuesta más clara y breve
sería: El libro de artista no es un libro de arte es una obra de arte.
La propia afirmación, indica la cualidad artística del libro de artista, diferenciación fundamental con el que
podríamos denominar “libro común”. El libro de artista es una obra de arte, concebida y realizada por un artista
visual en su totalidad.
Es un medio de expresión con parámetros nuevos, totalmente diferenciados de la pintura, de la escultura, de
obras literarias presentadas en libros, etc., esta diferenciación hace necesario un género artístico nuevo e
independiente. Un género fundamentalmente interdisciplinario, como lo son el cine, el comic, el videoarte…,
considerados ya como formas diferenciadas de expresión artística.
El libro de artista es una forma de expresión plástica surgida en la segunda mitad del s. XX; más concretamente
en 1963, cuando Edward Ruscha, realiza la primera edición de Twenty-six Gasoline Stations (26 Estaciones de
gasolina); y en 1966 Every building on the Sunset Strip, (1.000 ejemplares desplegables en acordeón). La
diferenciación fundamental de estos libros es su concepción inicial, por el autor, como obras de arte, innovación
dentro del amplio panorama de las artes.
Las obras de Ruscha, inician el concepto actual del libro de artista, según la historiadora y estudiosa del genero:
Anne Moeglin-Delcroix (Esthétique du livre d’artiste. Bibliothèque Nationelle de France, París,1997). Se toma
conciencia del libro como una entidad artística propia, creándose un nuevo género independiente, que será, por
tanto, un género de arte contemporáneo.
Entre los precursores inmediatos de los libros de artista estarían: Los poetas Mallarmé y Apollinaire, los
futuristas italianos, los dadaistas y los constructivistas rusos, todos ellos vinculados a la ruptura del texto y de
la página tradicional. Marcel Duchamp, vinculado a los movimientos DADA y surrealista e innovador de mil ideas
nuevas: op-art, happenig, instalaciones, cajas contenedoras, arte conceptual, fluxus… Las nuevas formas de
concebir los objetos de los surrealistas. Los poetas concretos y visuales de los años 60, con un mayor interés
por el valor visual y espacial de la página.
Con esta experimentación, el libro aborda una escritura que ya no es propiamente o solamente literaria, es
plástica. Nuevos soportes, formatos y materiales y un interés diferente por el soporte libro, se comienza a utilizar
este medio, tradicional vehículo de textos literarios o teóricos, para otro uso: el de la experimentación plástica,
iniciándose la era del libro de artista, como medio autónomo de expresión plástica, al margen de la tradición
libresca o del arte convencional y por lo tanto la introducción de un nuevo género artístico.
Los libros de artista están, pues, a medio camino entre el libro común, soporte tradicional de la expresión
literaria, y las obras plásticas convencionales (pintura, escultura, etc.). La aproximación a un lado o al otro de
este espectro nos acercará a las distintas tipologías del libro de artista; unas veces cercanas a lo textual, a lo
literario, y otras totalmente pictóricas, o escultóricas. Algunas obras son juegos visuales o táctiles y otras soporte
para difusión de ideas y manifiestos.
El carácter totalmente interdisciplinario del libro de artista, ofrece a los artistas infinitos posibilidades
combinatorias de técnicas artísticas, oficios artesanos, textos, etc., permitiendo una gran libertad creativa. Los
artistas visuales toman del libro común, inicialmente, el formato y el soporte tradicional del libro impreso; más
tarde el concepto se amplia a todos los soportes históricos de transmisión escrita y a todos los materiales
posibles.
La secuenciación del paginado con la introducción del factor temporal en la obra y el juego participativo del
lector / manipulador serán componentes tomados del libro común. Este factor tiempo es compartido también en
otros géneros surgidos en la misma época: Happening, performance, videoarte…
En el libro de artista se añade, al mismo tiempo, el componente sensitivo: táctil, olfativo,… de los materiales
empleados y manipulados al hojear las páginas. Adopta, también, otras cualidades propias de los libros
comunes: fácil manejo y portabilidad y en el caso de ediciones amplias o abiertas, la gran capacidad difusora
que ha llevado históricamente al libro a ser la pieza fundamental en la difusión cultural.
Variedad
Las características descritas dan como resultado una enorme variedad de obras. El intento de etiquetar,
clasificar, ordenar, el amplio universo de los libros de artista, parece una tarea imposible, y es más, tal vez sea
una forma de restar libertad creativa que permite hacer de cada obra un mundo propio; sin embargo, parece
que un elemental intento de clasificación podría aclarar tan diferentes resultados y al mismo tiempo dar a
conocer el amplio panorama que presentan.
Una primera aclaración es tal vez reiterativa: la diferenciación entre el libro de edición normalizada o libro común
y el libro de artista. El libro de artista es una obra de arte creada por un artista visual. El libro común es un
producto industrial que puede contener obras de arte literarias o ilustraciones de obras de arte, pero no está
concebido como obra de arte.
Los libros de artista, no se encuentran habitualmente dentro del ámbito editorial, se encuentran inmersos en el
mercado del arte como los cuadros y las esculturas, aunque puede participar de ambos circuitos.
Bibliofilia / Libros ilustrados
Otra aclaración se precisa para diferenciar libros de bibliofilia, ilustrados o de artista. Hay una serie de libros
editados de una manera rigurosa y perfeccionista que sirven para divulgar libros históricos, códices, etc.; estos
maravillosos libros facsímiles entran dentro de lo que se denomina bibliofilia, junto a incunables, primeras
ediciones de libros impresos, etc., etc. Este campo del mercado está extrañamente disociado del mundo de las
bellas artes y algo cerrado a innovaciones contemporáneas.
Más cercano al mercado de las artes plásticas está el libro ilustrado contemporáneo, pero que crea problemas
de confusión al denominarlo erróneamente libro de artista.
El libro ilustrado es primordialmente literario, la aportación plástica de los artistas ilustradores, por muy relevante
que sean, (incluso con encartaciones de obra gráfica numerada y firmada) es siempre, una colaboración que
apoya y realza al texto del escritor. Como afirmaba Matisse: “El ilustrador siempre ejercerá de simple
acompañamiento, como un segundo violín en una orquesta”.
El libro de artista es una obra, dentro del campo de las artes plásticas, en la que pueden convivir elementos
textuales y plásticos, pero cuyo único autor la concibe, realiza o controla íntegramente como obra de arte.
El artista no ilustra, diseña, ornamenta, decora… para otros autores, subordinándose a otros creadores; concibe
y controla íntegramente su propia obra, su propio libro.
Libros de artista / Libros objeto
Otra posible confusión está en la diferenciación entre un libro de artista y un libro de artista objeto o como se
denominan un libro objeto.
En la mayoría de los libros de artista, la estructura y el funcionamiento se asemeja a un libro común o soporte
de escritura normalizado; desarrollando un contenido visual a lo largo de una serie de páginas manipulables.
El libro objeto, emplea la imagen del propio libro como elemento simbólico. Generalmente no tiene la posibilidad
de ser hojeado, renunciando el artista a una mayor capacidad transmisora de información y al factor temporal y
participativo, en beneficio de potenciar la imagen tridimensional o escultórica. Muchos autores siguen
denominando a la mayoría de los libros de artista, sobre todo si son ejemplares únicos, como libros objeto, pero
creo que una diferenciación como la descrita se puede ceñir más a la realidad y ser más aclaratoria.
Como ejemplo más claro de libro objeto estaría Universum, de Mannucci. El libro ni siquiera se puede abrir al
tener dos lomos, en vez de uno.
Lo más habitual en España es el libro de artista de soporte. El artista visual utiliza la página como soporte dónde
trabajar (como un lienzo o un papel de dibujo) y el libro en su conjunto como desarrollo de una obra plástica
total, como en muchos libros de Barceló.
Libro único / Libro seriado
Otra diferenciación básica sería por el número de ejemplares realizados:
El libro puede ser un ejemplar único. Ni se edita, ni se multiplica por ningún sistema habitual. Sería similar, por
tanto, a las características de obra original de un cuadro pictórico.
Los libros seriados pueden ser realizados manualmente, realizando autocopias del primer modelo o editados
por cualquier forma de reproducción mecánica, bien sean técnicas artísticas tradicionales o técnicas de
impresión industrial.
La edición puede ser abierta, sin no tiene un número limitado de ejemplares, en un intento de divulgar al máximo
la obra, como muchos libros del movimiento fluxus.
Edición numerada; en este caso, se acercan un poco a la tradicional obra gráfica. En cada ejemplar está la firma
del autor y una numeración que indica exactamente el ejemplar de la edición.
Clasificaciones
Se puede estudiar, también, el libro de artista por su relación con movimientos artísticos, por su ideología, por
su formato, por su temática, por su soporte, por sus técnicas pictóricas…o de otras múltiples maneras. Muchos
libros participan de varias posibles clasificaciones y otros no habrá manera de clasificarlos.
Libros Editados.
Ejemplos significativos
Minimalistas
Término acuñado por Wollheim en 1965, para englobar obras que basan su valor estético en conseguir un
máximo nivel de abstracción, absoluta simplicidad y orden aséptico. Los libros introducen la serie en el desarrollo
temporal de la paginación, desarrollando estructuras elementales a lo largo del libro. Sol LeWitt, realizaría más
de 60 libros, con todas las posibilidades de utilización de líneas, figuras geométricas y colores.
Conceptuales
El arte conceptual es el arte de la idea, la autorreflexión sobre el arte, sobre su propia naturaleza. El concepto
desplaza al objeto y se reduce a lo esencial: enunciados, propuestas, proyectos…que se concretan en textos,
listados, fotografías, etc… El libro de artista será su soporte ideal. Se realizan publicaciones que sustituyen a
las exposiciones. One million years-past y One million years-future de On Kawara.
Libros de escritura
Algunos son facsímiles, otros experimentan con la escritura, la caligrafía en el limite de lo legible, por lo que
están cerca de la poesía concreta.
Comment toucher mes boules ou mes yeux, de J. Parant. Está escrito con la mano izquierda con la libertad de
un dibujo. Revisió de E. Balcells, ejercicios de caligrafía en cuadernos escolares.
De acumulación, colección o inventario
Recopilación de imágenes, objetos o datos con algún nexo en común pero mostrados sin un orden concreto.
40 Libros de Boltanski entre 1969 y 1992. 16 dm2 an essay, 1979. De De Vries, descripción de plantas en 16
dm2 de pradera. Wall paper, 1973, de Matta-Clark. Inventario combinable de papel pintado.
Libros de imágenes
Tratan de contar una historia secuencialmente con sus imágenes manteniendo un hilo conductor narrativo.
Brutus killed Caesar, de Baldessari. Sobre una obra de teatro. Ophelia, de E. Balcells. 37 variaciones sobre el
cuadro de Ofelia de Millais
Libro sobre el libro: el libro común como objeto de reflexión.
Je suis un livre achête-moi maintenant, de Penck. En sus 420 páginas de papel biblia habla el propio libro como
protagonista en primera persona: -¡Te lo ruego lee bien!. –Soy un libro aunque no me leas.
Libros de Ejemplar único. Ejemplos significativos
Libros parasitados
Muchos están realizados a partir de libros de ediciones normales a los que se intervienen pintando, recortando,
pegando, quemando…hasta que dejan de tener las características iniciales: posibilidad de lectura, de
paginación…, y se convierten en un ejemplar único. Sauze, aplica a los libros, toda suerte de tratamientos: los
corta, los enrolla, los mete en lavadora… Vostell, hormigonea un catálogo de sus obras sobre hormigonados.
Libros intervenidos o reciclados
Otra vez se manipula un libro de edición normal hasta convertirlo en un ejemplar único, pero sin destruirlos
como libro, se les concede una segunda vida como obra de arte. Colaianni, trabaja sobre los accidentes
geográficos de un atlas. Indigestión, de Nacho Criado, las termitas han comido parte de una revista de arte.
Libros táctiles
No se parte de un libro ya editado, sino que se crea. Diversos materiales proporcionan más posibilidades táctiles
realzando lo matérico. Orensanz, fragmentos de mármol de Carrara, dónde graba mensajes paleográficos.
Libros manuscritos / libros de viaje
A modo de diarios o libros de viaje, suelen tener como soporte básico el papel. Erinnemn gen und Traüme de
Ulrich, cuaderno escolar de recuerdos y sueños. Libros de viajes de Marta Cárdenas
Libros de soporte o pintados
La narración plástica se realiza en las páginas consecutivas de estos libros. Zush – Evru, realiza numerosos
libros con dibujos y pinturas de su propia civilización imaginaria. Andrés Nagel, libros con collages y pintura.
Alejandrina: carpetas de paisajes.
Revistas ensambladas
Otra posibilidad cercana al libro de artista son las cajas colectivas, contenedores o Revistas ensambladas.
Como tal obra colectiva, aunque tenga un argumento concreto, no se consideraría un libro de artista puro, a no
ser que los artistas formen un equipo o grupo consolidado. Al mismo tiempo existen publicaciones marginales,
fanzines, boletines de mail art y todo tipo de publicaciones de artistas plásticos que estarían en la órbita de los
libros de artista, creando un mundo complejo, pero de extraordinaria riqueza.
José Emilio Antón. 2004

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