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En la Nueva Vizcaya hubo relativa paz en los años que van de 1700 a 1750, de

convivencia más o menos pacífica entre indios y españoles, que fue alterada por la
emigración hacia estas tierras de los grupos apaches, habitantes originales de estas
praderas. La reuniones de tarahumaras gentiles, o huidos de las misiones, con los
apaches recién llegados, constituyeron temida amenaza para los militares españoles, ya
que los primeros conocían mucho mejor el terreno.

Entre 1751 y 1753 los apaches frecuentemente atacaban haciendas cercanas a


Chihuahua Capital, a Cusihuiriachi y al presidio de Janos que se hallaba en plena zona
de guerra. Los ataques de los nómadas se intensificaron en las siguientes décadas y se
decía, en 1771, que desde 1748 habían muerto cuatro mil personas y que los daños
ocasionados ascendían a 12 millones de pesos.

España planeó un gigantesco esfuerzo para la expansión de sus dominios quizá hasta la
altura del actual San Francisco, California. Para ello era necesario controlar la guerra
contra las tribus rebeldes y promover el desarrollo económico, principalmente el de la
minería. Como resultado de ello, en 1776 nacía por orden del rey Carlos III la
Comandancia General de las Provincias Internas (Nueva Vizcaya, Nuevo México,
Coahuila, Texas, las Californias, Sonora y Sinaloa) que tendría su sede en Arizpe; su
primer comandante, Teodoro de Croix, llegó a Chihuahua en marzo de 1778 y permaneció
ahí hasta septiembre de 1779.

La presión militar de los españoles obligó, a algunas partidas apaches, a solicitar la paz
en el otoño de 1779 con los mezcaleros encabezados por el jefe Patule. Estos pactos
eran vistos con desconfianza por los españoles, pues ya se habían dado casos en que los
nómadas sólo los firmaban para poder dedicarse a combatir a los comanches, o para
atacar otra región.

En este período de calma, el caballero De Croix fundó una fábrica de textiles que utilizaba
la mano de obra de los presos. Otro obraje se abrió en la hacienda de Encinillas,
iniciándose así la manufactura de productos textiles a mayor escala.

En Chihuahua, la guerra retornó a mediados de 1831, cuando una partida de comanches


mató a dos capitanes cerca del río Bravo. Este brote de violencia se originó en la decisión
del comandante militar, de suspender las raciones y subsidios a los indios pacificados.

El coronel Joaquín Terrazas, jefe de armas locales, logró acorralar al indio Victorio en la
batalla de Tres Castillos (14 de octubre de 1880). A partir de esta derrota apache y
muerto su líder, declinaron los ataques.

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