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Podemos indicar que las enfermedades mentales son trastornos psiquiátricos que pueden ser
graves como la esquizofrenia, los trastornos de personalidad trastornos paranoides, psicosis,
depresiones crónicas y otras que dificultan o impiden el desarrollo de las capacidades
funcionales estandarizadas con respecto a tres o más aspectos de la vida cotidiana .La salud
mental es parte integral de la salud y el bienestar, tal como refleja la definición de salud que
figura en la Constitución de la Organización Mundial de la Salud: «La salud es un estado de
completo bienestar físico, mental y social, y no solamente la ausencia de afecciones o
enfermedades». Se debe tener presente que el estado brinda la seguridad jurídica a todo
ciudadano, y si dicha persona que comete aquel acto o conducta lesiva presenta ciertos
patrones de problemas mentales, se deberá primero determinar si la persona tiene pleno uso
de la conciencia (es capaz), de lo contrario se estaría ante un caso de inimputabilidad de la
conducta por trastorno mental, pero para que aquello sea probado, primero debe ser
solicitada una experticia psicológica y de trabajo social.
Naturaleza jurídica de la anomalía psíquica: a se configura como una de las causales que
explicarían la comisión de un hecho típico y antijurídico por un sujeto inimputable. En
consecuencia, la respuesta del ordenamiento jurídico no puede ser mediante la imposición de
una pena, sino de una medida distinta, acorde al nivel de imputabilidad del sujeto. se refiere a
cualquier situación psíquica que sea anormal con independencia de sus causas. Cabe destacar,
pues, que la idea de normalidad y anormalidad responden a una valoración social plasmada en
las normas que regulan nuestro sistema penal. En efecto, las normas impuestas por la sociedad
están dirigidas a que los sujetos se comporten conforme al consenso social permitido.
Los trastornos mentales con base patológica o sin ella, y trastornos mentales permanentes o
transitorios.
Los trastornos mentales con base patológica suponen la incurabilidad de la afectación por lo
que requieren un constante tratamiento médico pues la capacidad cognoscitiva volitiva del
sujeto se vería constantemente alterada.
Aquellos sin base patológica suponen una alteración momentánea que tiene el mismo efecto
sobre las funciones cognitivas y volitivas.
Un trastorno mental permanente supone la perduración en el tiempo de una perturbación
funcional psíquica que tiene como efecto una alteración mental.