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JEAN · PIERRE

VERNANT

MITO
Y PENSAMIENTO
ENLA
GRECIA ANTIGUA
El profundo cambio de mentalidad que, desde Hesíodo hasta Aristóteles,
posibilitó el nacimiento del "hombre occidental".

ARIEL FILOSOFIA
JEAN-PIERRE VERNANT

MITO Y PENSAMIENTO
EN LA
GRECIA ANTIGUA
Traducción castellana de
Juan Diego López Bonillo

EDITORIAL ARIEL, S. A.
BARCELONA
20 MITO Y PENSAMIENTO EN LA GRECIA ANTIGUA

se caracterizan por un geometrismo que contrasta fuertemente


con las antiguas representaciones del espacio, atestiguadas en
los mitos y en las prácticas religiosas. Se nos había ofrecido,
pues, la ocasi6n de seguir, sobre un ejemplo de alguna manera
privilegiado, la transformación de los esquemas de la represen­
taci6n espacial. Hemos creído poder discernir los factores que,
en el caso griego, han determinado el paso de un espacio reli­
gioso, cuantitativo, diferenciado, jerarquizado, a un espacio ho­
mogéneo y reversible, de tipo geométrico. CAPITULO I
Nuestro estudio sobre el co1ossos y la categoría psicol6gica
del doble, debe leerse como una primera contribuci6n a una ESTRUCTURAS DEL MITO
investigaci6n más extensa que corresponde a la aparici6n de la
imagen en sentido propio, a la aparici6n de una actividad crea­
dora de imágenes (se trate de objetos artificiales que tengan un EL MITO HESIÓDICO DE LAS RAZAS.
carácter puramente "imitativo" o de productos mentales que ENSAYO DE ANÁLISIS ESTRUCTURAL 1
posean una intenci6n propiamente "poética"), a la elaboraci6n
de una funci6n psicol6gica de lo imaginario. El poema de Hesíodo Los Trabajos y los Días se inicia con
Al intentar hacer accesible todo el campo del helenismo a dos relatos míticos. Después de haber evocado en algunas pala­
las investigaciones de la psicología hist6rica, no nos ocultamos bras la existencia de una doble Lucha (Eris), Hesíodo narra
ni las dificultades de una empresa que supera con mucho nues­ la historia de Prometeo y de Pandara; enseguida la hace ser la
tras fuerzas, ni la insuficiencia de los resultados que podemos continuación de otra narración que viene, dice él, a "coronar"
aportar. Hemos intentado inaugurar un camino, proponer pro­ la primera: el mito de las razas. Los dos mitos están ligados.
blemas, incitar soluciones. Tanto uno como otro hacen referencia a un tiempo pasado en
Si nuestra obra puede contribuir a suscitar un trabajo en el cual los hombres vivían al abrigo de los sufrimientos, de las
e9.uipo que agrupe a helenistas, historiadores, soci6logos y psi­ enfermedades y de la muerte; cacfa uno r:nde cuenta a su ma­
cologos, si despierta el deseo de un plan de conjunto para el nera de los males que han llegado a ser, posteriormente, inse­
estudio de las mutaciones psicol6gicas que la experiencia griega parables de la condición humana. El mito de Prometeo encierra
ha llevado consigo, del giro que ella ha obrado en la historia una moral tan clara que no existe para Hesíodo necesidad algu­
del hombre interior, este libro no habrá sido escrito en vano. na de explicarla; basta dejar hablar al relato: por la voluntad
de Zeus quien, para vengar el robo del fuego, ha ocultado al
hombre su vida, es decir, el alimento, los humanos están obli­
gados desde ahora en adelante al trabajo; les es preciso aceptar
esta dura ley divina y no ahorrar su esfuerzo ni su dolor. Del
mito de las razas, Hesíodo saca una lección que la dirige en
especial para su hermano Perses, un po bre diablo, pero que al
mismo tiempo vale también para los grandes de la tierra, para
aquellos cuya función es la de regular las querellas mediante
su arbitraje, para los reyes. Esta lección, Hesíodo la resume en
la fórmula: escucha a la justicia, Diké, no dejes crecer la inmo­
deración, Hybris.2 Pero a decir verdad, se comprende mal, si

l. Revue de l'Histoire .des Relígions (1960), pp. 21-54.


2. Los Traba¡os, 213. Acerca del lugar y significación de los dos
22 MITO Y PENSAMIENTO EN LA GRECIA ANTIGUA
ESTRUCTURAS DEL MITO 23
nos atenemos a la interpretación corriente del mito, cómo puede Al constatar esta anomalía, E. Rohde notaba que Hesíodo
entenderse una enseñanza de este género. debía tener poderosos motivos para introducir e_n la an:1-uite�t�­
La historia narra, en efecto, la sucesión de las diversas razas ra del relato un elemento manifiestamente extrano al mito ong1-
de hombres que, precediéndonos en la tie�a, h�n aparecido y nal y cuya introducción parece romper el esquema lógico.6 El
luego desaparecido unas tras otras. _¿E� 9-ue medida un tal rela­ observaba que lo -que esencialmente interesa a Hesíodo en el
to es susceptible de exhortar a 1� JUS_ticia? Todas las razas, �as caso de los héroes, no es su existencia terrenal, sino su destino
mejores como las peores, han debido igualmente, llegado el dia, póstumo. Ya para cada una de la� otras ;azas,_ Hesíodo indica,
abandonar la luz del sol. Y entre las que los hombres honran de una parte, lo que ha sido su vida aqm aba10; de otra parte,
con cultos una vez que la tierra las ha recubierto, existen las lo que ella ha llegado a ser una vez abandonada la luz del sol.
que se habían destacado aquí abajo por una espantosa hybris.3 El mito respondería así a una doble preocupación: primeramen­
Por añadidura, las razas parecen sucederse conform� a un orden te, exponer la creciente degradación moral de la humanidad;
de decadencia progresiva y regular. Ellas se aseme1�n, en �fec­ después, hacer conocer el destino, en el más allá de la muerte,
to, a los metales cuyo nombre llevan, pero cuya Je:arqm_a se de las generaciones sucesivas. La presencia de los héroes al lado
ordena del más precioso al menos precioso, del superior al m�e­ de las otras razas, si es alterada en relació� al primer objetivo,
rior: en primer lugar el oro, luego la pla�, el bronce despues, se justifica plenamente desde el punto de V1sta del segundo. En
finalmente el hierro. De esta manera ef mito parece querer opo­ el caso de los héroes, la intención accesoria habría llegado a
ner a un mundo divino, en el que el orden está inmutablemente ser la principal.
fijado a raíz de la victoria de Zeus, un mundo humano en el Tomando como punto de partida estas notas, Víctor Gold­
cual el desorden se instala poco a poco y que debe acabar por schmidt propone una �xplicación q�e apunta más lej?s.-: El des­
desequilibrarse completamente del lado de la injusticia, de la tino de las razas metahcas, despues de su desapancion de la
desdicha y de la muerte.4 Pero este panora�a de una humani: vida terrestre, consiste, según este autor, en una "promoción"
dad destinada a un desenlace fatal e irreversible no parece casi con rango de las potestades divinas. Los hombres de la época
susceptible de,convencer ni_ a Perses ni a los. reyes de las virtu- de oro y de plata devienen, después de su muerte, demonios,
des de la Dike y de los peligros de la Hybr�. daimones; los de bronce constituyen el pueblo de los muertos
Esta primera dificultad, tocante a las relaciones entre el mito, en el Hades. Solamente los héroes no pueden beneficiarse de
tal cual se nos manifiesta, y la significación que Hesíodo le con­ una transformación que no podría suministrarles, por otro lado,
fiere en su poema, se dobla con una segunda que se refiere a la sino lo que ya ellos poseen: héroes son, héroes permanecen. Pero
estructura misma del mito. A las razas de oro, de plata, de bron­ su inserción en la narración se explica si' se observa que su pre­
ce y de hierro, Hesíod? añad� una CJU_inta, la de los héroes, que sencia es indispe1;1sable para completar el p�nora�a de l�s _ seres
ya no tiene una eqm valencia metálica. Intercalada entre l:15 divinos que distmgue, conforme a la clasificacion trad1c1onal,
generaciones del bronce y del hierro, ella destruye el paralelis­ al lado de los theoi, dioses propiamente dichos, de quienes no se
mo entre las razas y los metales; además, interrumpe el movi­ trata en el relato, las categorías siguientes: los demonios, los
miento de decadencia continua, simbolizado por una escala me­ héroes, los mue:rtos.8 Hesíodo habría pues elaborado su relato
tálica de valor regularmente decreciente: el mito precisa, en mítico, unificando, adaptando la una a la otra dos tradiciones
efecto, que la raza de los héroes es superior a la de bronee, que diversas, sin duda independientes en su origen: por un lado, un
la ha precedido.11 mito genealógico de las razas, en relación con un simbolismo
mitos en el conjunto del poema, cf. Paul MAZ0N, "Hésiode: la composition 6. Erwin RoHDE, Psyché, trad. francesa de A. REYMOND (París, 1953),
_des Travaux et des Jours", Revue des P.tudes anciennes, 14 (1912), pp. 75-89. [Hay trad. cast.: Psyqué (Madrid, 1942).]
pp. 328-357. 7. Víctor GoLDsCHMIDT, "Theologia", Revue des P.tudes grecques,
3. Tal es el caso de la raza de plata; cf. verso 143. LXIII (1950), pp. 33-39.
4. Cf. René ScHAERER, L'Homme antique et la structure du monde
intérieur d'Homere a Socrate (París, 1958), pp. 77-80. 8. Referente a esta clasificación, cf. A. DELA'ITE, Études sur la littéra­
ture pythagoricienne (París, 1915), p. 48; Víctor GoLDSCHMIDT, loe. cit.,
5. Los Traba;os, 158. pp. 30 SS.
24 MITO Y PENSAMIENTO EN LA GRECIA ANTIGUA ESTRUCTURAS DEL MITO 25

de los metales y que narraba la decadencia moral de la huma­ propia temporalidad, su edad, que expresa su naturaleza par­
nidad; por otro lado, una división estructural del mundo divino ticular y que, a idéntico título que su género de vida, sus acti­
cuya explicación se trataba de suministrar, amoldando el esque­ vidades, sus cualidades y sus defectos, define su estatuto y lo
ma mítico primitivo con objeto de reservar un lugar a los hé­ contrapone al de las otras razas. 12 Si la raza de oro es llamada
roes. El mito de las edades nos ofrecería entonces el ejemplo "la primera", no quiere decir que haya aparecido, un buen día,
más antiguo de una conciliación entre el punto de vista de la antes que las otras, en un tiempo lineal e irreversible. Por el
génesis y éste de la estructura, de una tentativa de hacer corres­ contrario, si Hesíodo la hace figurar a la cabeza de su relato, es
ponder término a término los estadios de una serie temporal y porque encarna las virtudes -simbolizadas por el oro- que
los elementos de una estructura permanente.9 ocupan el punto culminante de una escala de valores intempo­
La interpretación de Víctor Goldschmidt posee el gran mé­ rales. La sucesión de las razas en el tiempo reproduce un orden
rito de hacer recaer el acento sobre la unidad y la coherencia jerárquico permanente del universo. En cuanto a la concepción
interna del mito hesiódico de las razas. Fácilmente se estará de de una decadencia progresiva y continua, que los comentaoores
acuerdo en que el relato, en su forma primaria, no ha abarcado están de acuerdo en reconocer en el mito, 13 no solamente es
la raza de los héroes.10 Pero Hesíodo ha repensado el tema incompatible con el episodio de los héroes (se admitirá difí­
mítico en su conjunto en función de sus propias preocupaciones. cilmente que Hesíodo no se haya dado cuenta de ello); no
Debemos, pues, tomar la narración tal como se presenta dentro conviene tampoco con la noción de un tiempo que, en Hesíodo,
del contexto de Los Traba¡os y los Días y preguntamos cuál es, no es lineal sino cíclico. Las edades se suceden para formar un
bajo esta forma, su significación. ciclo completo que, acabado, recomienza, sea en el mismo or­
A este respecto, se impone una observacíón preliminar. No den, sea más bien, como en el mito platónico del Político, en
se podría hablar, en el caso de Hesíodo, de una antinomia entre el orden inverso, desenvolviéndose el tiempo cósmico alternati­
mito genético 1 división estructural. Para el pensamiento mítico vamente en un sentido, luego en el otro; 14 Hesíodo se lamenta
toda genealogia es al mismo tiempo, e igualmente, exr 1.icitación de pertenecer él mismo a la quinta y última raza, la del hierro;
de una estructura; y no existe otro modo de explicar una estruc­ en esta ocasión, él expresa su sentimiento de no haber muerto
tura que presentarla bajo la forma de un relato genealógico.11 El más pronto o nacido más tarde,15 observación incomprensible
mito de las edades no se manifiesta, en ninguna de sus partes, en la perspectiva de un tiempo humano constantemente incli­
como excepción a esta regla. Y el orden, de acuerdo con el cual nado hacia lo peor, pero que queda aclarada si se admite que
las razas se suceden sobre la tierra, no es, hablando en propiedad, la serie de edades compone, como la sucesión de las estaciones,
cronológico. ¿Cómo podría serlo? Hesíodo no tiene la noción de un ciclo renovable.
un tiempo único y homogéneo dentro del cual las diversas razas En el marco de este ciclo, la sucesión de las razas, fuera
vendrían a fijarse en un puesto definitivo. Cada raza posee su incluso del caso de los héroes, no parece en modo alguno seguir
un orden de decadencia continua. La tercera raza no es "peor"
que la segunda ni Hesíodo dice nada semejante. 16 El texto ca-
9. v. GOLDSCHMIDT, loe. cit., p. 37, n. l.
10. Está igualmente admitido que el mito comprendía primitivamente
tres o cuatro razas. Cfr. sin embargo las reservas de P. MAZON quien cree 12. Las edades no difieren solamente por una longevidad más o me­
en una creación de Hesíodo enteramente original (loe. cit., p. 339), y de nos avanzada; su calidad temporal, el ritmo de deslizamiento del tiempo,
M. P. Nn.ssoN, Geschichte der griechischen Religion, 1, 2.ª ed. (Munich, la orientación de su flujo, no son los mismos; cf. infra, pp. 45 ss.
1955), p. 622. El tema de una edad de oro, de las humanidades sucesivas 13. Cf. Friedrich SoLMSEN, Hesiod and Aeschylus (Nueva York, 1949),
destruidas por los dioses, parecen de origen oriental. Se verá, respecto a p. 83, n. 27.
este problema, la discusión entre J. G. GruFFITHS y H. C. BALDRY, Journal 14. PLATÓN, Político, 296 e ss. Varios rasgos, en el mito del Político,
af the History of Ideas, 17 (1956), pp. 109-119 y 533-554, también 19 recuerdan el de las razas.
(1958), pp. 91-93. 15. Los Trabajos, 175.
11. En la Teogonía, las generaciones divinas y los mitos cosmogónicos 16. Contrariamente a lo que pretende F. SoLMsEN, que escribe: "The
sirven para fundamentar la organización del cosmos; explican la separación third generation [. . .] has traveled much farther on the road of hybris
de los niveles cósmicos (mundo celeste, subterráneo, terrestre), el reparto than the second". A pesar de la referencia a los versos 143-147, esta
y el equilibrio de los diversos elementos que componen el universo. afirmación no se funda en nada.
26 MITO Y PENSAMIENTO EN LA GRECIA ANTIGUA
ESTRUCI'URAS DEL MITO 27
racteriza a los hombres de plata por su insensata hybris y su
impiedad, a los de bronce por sus obras contra las divinida­ opuestos. Nos será necesario precisar estos diversos elementos,
des.17 ¿Dónde está el progreso en fa decadencia? Existe tan pero se puede reconocer enseguida una primera asimetría. Para
poco, que la raza de plata es la única cuyas faltas excitan la el primer nivel, es la diké quien establece el valor dominante:
cólera divina y que Zeus aniquila en castigo a su impiedad. Los se C?mienza por ella; la hybris, secundaria, existe como contra­
hombres de bronce mueren, como los héroes, en los combates parti�a; en el s�gu�do pla?o, ocurre de forma inversa: el aspecto
de la guerra. Cuando Hesíodo quiere establecer una diferen­ h yhris es el pnncipal. Asi, aunque los dos planos encierran en
cia de valor entre dos razas, la formula explícitamente y siem­ si, un aspecto justo y un aspecto injusto, se puede decir que,
pre de la misma manera: las dos razas están opuestas como la tomados en su conjunto, el uno, a su vez se opone al otro como
Diké a la Hybris. Un contraste de este género es resaltado, de la �iké ·a la Hybris. Es esto }o que ;xplica la diferen�ia de
una parte, entre la primera y la segunda raza; de otra, entre la destmo que contrapone, despues de la muerte, rlas dos primeras
tercera y cuarta. Más exactamente, la primera raza es a la se­ �zas a las dos_ siguientes. Los hombres de oro y de plata son
gunda, desde el punto de vista del "valor", lo que la cuarta es igualmente objeto de una promoción en sentido propio: de
a la tercera. Hesíodo precisa, en efecto, que los hombres de ho1!1bres perecederos llegan a ser daimones. La complemen­
plata son "muy inferiores" a ,los de oro -inferioridad que con­ tanedad f¡ue les enlaza oponiéndoles' se señala tanto en
siste en una hybris de la que los primeros están completamente e1 mas, a l'a como en su existencia terrestre: los primeros
ex�?tos; 18 aún precisa más y dice que los héroes son "más jus­ forman los demonios epictónicos, los segundos fos demonios hi­
tos que los hombres de bronce, consagrados igualmente a la poctónicos.22 Los humanos les tributan a unos como a otro-s
hybris.rn Por el contrario, no establece entre la segunda y la "h�mores" ;, honor,, real, basil�ion, por '10 que respecta a lo�
tercera raza ninguna comparación de valor: los hombres de pnmeros, menor en lo 9,ue mcumbe a los segundos, pues aun­
bronce son llamados simplemente "diferentes" que los hombres que ellos son "inferiores' a los primeros, a pesar de todo es
de plata.20 El texto impone, pues, en cuanto a la coherencia honor, que no puede justificarse por unas virtudes o méritos
entre las cuatro primeras razas, la estructura siguiente: se dis­ que, en el caso de los hombres de plata no existen, sino sola­
tinguen dos planos diferentes, oro y plata de una parte, bronce mente por su pertenencia al mismo plano de realidad que ,los
y héroe de la otra. Cada plano, dividido en dos aspectos antité­ hombres. de oro, � hecho d�,que ellos representan, en su aspec­
ticos, el uno positivo, el otro negativo, presenta, de esta suerte, to n�gati�o, la misma func10n. Completamente diferente es el
dos razas asociadas que forman la contrapartida necesaria la destm� postumo de las razas de bronce y de los héroes. Ni la
una de la otra y que contrastan respectivamente como la Diké una m la otra conocen, como raza, una promoción. No pue­
y la Hybris.21 de llamarse "promoción" al destino de los hombres de bronce
Lo que distingue entre ellos el nivel de las dos primeras que_ es de una completa banalidad: muertos en la guerra,
razas y el de las dos siguientes es, como veremos, que se refie­ devienen en el Hades difuntos "anónimos".23 La mayoría
ren a funciones diferentes, que representan tipos de agentes hu­ de los que forman la raza heroica comparte esta suerte común.
manos, formas de acción, estatutos sociales y "psicológicos" Sólo .algunos J?riv�legiados de esta raza más justa escapan al
anonimato ordinano de la muerte y conservan, por la gracia de
Zeus, que les recompensa con este favor particular, un nombre
17. Se comparará Los Trabajos, 134 ss. y 145-146. f una existen�ia individual en �l más allá: transportados a fa
18. lbid., 127. 1Sla de los Bienaventurados, alli prosiguen una vida libre de
19. lbid., 158.
20. lbid., 144.
toda preocupación.24 Pero ellos no constituyen objeto de vene-
21. Ed. MEYER se ha dado perfecta cuenta del vínculo entre las
razas de oro y de plata de una parte, de bronce y héroes de la otra. 22. Cf. 123 y 141: &1trx_Bóvtol, Ó1toxBóvtol.
Pero interpreta este nexo en el sentido de una filiación: en el primer caso 23. lbid., 154: vtbvop.vot.
degeneración, en el segundo refinamiento; cf. "Hesiods Erga und das 24. No es menor la simetría entre el destino póstumo de los hombres
Gedicht von den fünf Menschengeschlechtem"' Mélanges Carl Robert de bronce y de los héroes, que entre la de los hombres de oro y de plata.
(Berlín, 1910), pp. 131-165. . Los hombres 1e bronce . desapare�n en el s�no de la muerte, sin dejar
nombre; los heroes prosiguen su vida en la isla de los Bienaventurados,
28 MITO Y PENSAMIENTO EN LA GRECIA ANTIGUA ESTRUCTURAS DEL MITO 29
ración alguna r parte de los hombres. E. Rohde ha subrayado do humano ambiguo, definido por la coexistencia de los con­
justamente "ercompleto aislamiento" de su estancia en un trarios en su seno; todo bien tiene como contrapartida su ma,l
mundo que aparece desligado del nuestro.211 Contrariamente a -el hombre supone a la mujer, el nacimiento a fa muerte, la
los daimones, los héroes desaparecidos no tienen poder aJguno juventud a la vejez, la abundancia a la indigencia, la felicidad
sobre fos vivientes y los vivientes no les rinden ningún culto. a la desdicha. Diké e Hybris presentes una junto a la otra, ofre­
Estas simetrías, señaladas muy claramente, muestran que, en cen al hombre dos opciones igualmente posibles entre las cua­
la versión hesiódica del mito, la raza de los héroes ,no constituye les les es preciso escoger. A este universo de la mezcla, que
un elemento mal integrado que falsee la arquitectura del relato, es el mundo de Hesíodo, el poeta opone la perspectiva terrorí­
sino una pieza esencial sin la cual el equilibrio del conjunto se fica de una vida humana en la cual Hybris habrá triunfado total­
encontrana roto. Por el contrario, es la quinta raza ,la que pare­ mente, un mundo a la inversa donde no subsistirían sino el
ce entonces suscitar dificultades: ella introduce una nueva di­ desorden y ,la desdicha en su estado puro.
mensión, un tercer plano de la realidad que, contrariamente a El ciclo de las edades, entonces, sería cerrado y el tiempo
los precedentes no se desdoblaría en dos aspectos antitéticos, no tendría sino que desandar lo andado. En fa edad de oro,
sino que se presentaría bajo la forma de una raza única. El texto todo era orden, justicia y felicidad: era el reino de la pura Diké.
muestra, sin embargo, que no existe en realidad una edad de Al término del ciclo, en la vejez del hierro, todo será libra­
hierro sino dos tipos de existencia humana, rigurosamente do al desorden, a la violencia y a la muerte: será el rei­
opuestos, de los que uno coloca la diké mientras el otro sólo nado de la pura Hybris. De un reinado al otro la serie de
conoce la hybris. Hesíodo vive, en efecto, en un mundo en el las edades no marca una progresiva decqdencia. En lugar de
cual los hombres nacen jóvenes y mueren viejos, donde existen una sucesión temporal continua, existen fases que alternan según
leyes "naturales" (el hijo se parece al padre), y "morales" (se relaciones de oposición y de complementariedad. El tiempo no
debe respetar al huésped, a los padres, al juramento), un mun­ se desenvuelve siguiendo una sucesión cronológica, sino según
do donde el bien y él mal, íntimamente mezclados, se equili­ relaciones dialécticas de un sistema de antinomias de las que
bran. Él anuncia la llegada de otra vida que será desde todos nos queda por señalar la correspondencia con ciertas estructu­
los aspectos lo contrario a la primera: 26 los hombres nacerán ras permanentes de la sociedad humana y del mundo divino.
viejos, con las sienes blanquecinas, el hijo no tendrá nada en Los hombres de la raza de oro aparecen sin ambigüedad
común con su padre; no se reconocerán ni amigos, ni hermanos, como los seres investidos de realeza, los basilees, quienes desco­
ni padres, ni juramentos; sólo la fuerza instituirá el derecho; en nocen toda forma de actividad exterior al dominio de la sobe­
este mundo librado al desorden y a la hybris, ningún bien será ranía. Dos rasgos, en efecto, definen negativamente su modo
capaz de compensar al hombre sus propios padecimientos. Se de vida: desconocen la guerra y viven tranquilos; �auxot 27 -lo
ve entonces, óe qué modo el episodio de la edad de hierro, en que les opone a los hombres pertenecientes al tiempo de bronce
sus dos aspectos, puede articularse con los dos temas preceden­ y a <los héroes, dedicados al combate. No conocen tampoco el
tes para completar la estructura de conjunto del mito. Mientras trabajo agrícola, la tierra produce para ellos "espontáneamente"
que al primer nivel correspondía más especialmente el ejercicio frutos innumerables 28 -lo que los opone en esta ocasión a los
de la diké (en las relaciones de los hombres entre ellos y con hombres de hierro, cuya existencia está consagrada al ponos y
los dioses), al segundo la manifestación de la fuerza, de ,la vio­ que se ven obligados a trabajar la tierra para producir su ali­
lencia física, ligadas a la hybris, el tercero se refiere a un mun- mento.29
El oro de quien esta raza recibe su nombre es, él mismo,
y sus nombres, celebrados por los poetas, perviven por siempre en la
memoria de los hombres. Los primeros se desvanecen en la Noche y en el
Olvido; los segundos pertenecen al dominio de la Luz y de la Memoria 27. Ibid., 119.
(cf. PÍNDARO, Olímpicas, 2, 109 ss.). 28. Ibid., 118-119; se observará la expresión: ai'n:011iu¡.
25. E. RoHDE, op. cit., p. 88. 29. Se relacionará el cuadro de la vida humana en la edad de
26. Cf. Los Trabajos, 184: ya nada será como en los días pasados, hierro, en 176-178, con el que presenta el mito de Prometeo en 42-48,
ÜJ,; ,o 1tápo,; 1tep. y 94-1-05.
30 MITO Y ,PENSAMIENTO EN LA GRECIA ANTIGUA
ESTRUCTURAS DEL MITO 31
Po_r lo demás, las mismas expresiones, las mismas fórmulas y
como se ha mostrado, símbolo real.30 En Ia versión platónica las mismas palabra� que de�en a los h?mbres de la antigua
del mito, distingue y califica, entre las diferentes especies de raza de oro se aplican tamb1en, en Hesiodo, al rey justo del
hombres, los que han sido hechos para mandar, arquein: 31 la mundo de hoy. Los hombres de la edad de oro viven "como
raza de la época de oro se sitúa en el tiempo en el cual reina­
ba Cronos, e¡i.�aa(leuev, en el cielo.32 Cronos es un dios soberano, )os dioses", oo� 6eo1; 37 y al principio de la Teogonía, el rey
¡usto, cuando se adelanta en la asamblea, dispuesto a apaci­
que tiene relación con la función real: en Olympia, una comu­
nidad de sacerdotes, cada año en el equinoccio de la primavera, guar las querellas, a hacer cesar la cólera con la dulzura pru­
dente de su palabra, es saludado por todos' 6e:o� <»� , como un
le ofrecía sacrificios en la cima del monte Cronos; estos sacer­ º
<l1os._3s La misma
. escena de fiestas, de festejos y de paz, en
dotes se llamaban los "investidos de realeza", ba,silai.33 Final­ 1'?ed10 de la ab�ndancia qu� dispensa generosamente una tierra
mente es un privilegio real, basüeion geras, que toca en suerte hbr� de toda macu_la, se repite dos veces: 39 la primera describe
a la raza de la edad de oro, desaparecida aquélla y transfor­ .
la dichosa existencia de los hombres de oro; la segunda, la vida
mada en demonios é¡nctónicos.34 La expresión basileion geras
alcanza todo su valor si se observa que estos demonios tienen a ��°: �a ciudad qu�, bajo el reinado del rey justo y piadoso, se
su cargo, en el más allá, las dos funciones que, conforme a la tmc�a en pr<;>spendades 5in fin. En cambio� allí donde el rey,
basileus, olvida que es .. el vástago de Zeus , y, sin temor a los
concepción mágico-religiosa de ia realeza, manifiestan la virtud dios_es, traiciona la función que simboliza su skeptron, alejándo­
benéfica del buen rey: como fylakes,35 guardianes de los hom­ se, impulsado por la Hybris, de los caminos rectos de iJa Diké
bres, ellos velan por la observancia de la justicia; como pluto­ la ciud�d no conoce sino calamidades, destrucción y hambre.4�
dotai, dispensadores de riquezas, favorecen la fecundidad del
suelo y de los rebaños.86 La razon hay que buscarla en el hecho de que próximo a los
reyes, mezclándose entre los humanos, treinta mil Inmortales
invisibles vigilan, en nombre de Zeus, fa justicia y la piedad de
30. Cf. F. DAUMAS, "La valeur de l'or dans la pensée égyptienne" los sobe�a�os. No existe ofensa alguna hecha por los reyes con­
Revue de l'Histoire des Religions, 149 (1956), pp. 1-18; E. CASSIN, "�
'Pesant d'or' ", Rivista degli Studi Orientali, 32 (1957), pp. 3-11. Acerca tra la Dike que no sea, pronto o tarde castigada por su inter­
de las equivalencias entre el oro, el sol, el rey, cf. PÍNDARO, Olímpicas, medio. Pero cómo no reconocer en esta� miríadas de Inmortales
1, 1 SS. que _so�, n�s dice el po�ta en el verso 252, ercl x6ovl... <pÚA.axe:�
31. PLATÓN, República, 413 e ss. On¡-rnw av6pwrcow, los Mirrwnes de la raza de oro, definidos en
32. Los Traba;os, 111.
33. PAUSANlAS, 6, 20, l.
el verso 122: emxOóvtot, <pÚA.aXE� 61rr¡,fuv dv6pómwv.
34. Los Traba;os, 126. Así pues, la misma figura del Soberano Bien se proyecta a
35. Ibid., 123; cf. CALÍMAco, Himno a Zeus, 79�81; es de Zeus de la vez en tres �lanos: ?entro de su pasado mítico, en la edad
donde proceden los reyes ...; son instituidos por Zeus "guardianes de las <le oro, prop_orciona la rmagen de la liumanidad primitiva; den­
ciudades"; en PLATÓN (República, 413 e ss.), los hombres de oro, hechos tro de la sociedad de hoy la figura del Soberano Bien se encama
para g?bernar, son llamad�s fylakes. En este autor, el término de guardián,
se aplica ya a la categona de los gobernantes, tomada en su conjunto, ·n el personaje del rey justo y piadoso; en el mundo sobrenatu­
ya, y más exactamente, a los que están encargados de la función militar. ral, ella representa u�a <-:1�egoría de demonios que vigilan, en
Esta especialización es comprensible: los reyes son fylakes en tanto que nombre de Zeus, el e1ercicio regular de la función real.
vigilan, en nombre de Zeus, su pueblo; los guerreros cumplen, en nombre
del rey, la misma función. o dificultar l� fecundidad se manifiestan en dos niveles: al nivel de la
36. Los Traba;os, 126. Los demonios epictónicos, ligados a la fun­ _
h\rcera func1on, como es normal, bajo la forma de divinidades femeninas·
.
ción real, asumen un p�pel que pertenece normalmente a las divinidades pero también, al nivel de la primera función, en la medida en la qu�
femeninas, como las Gracias. Sin embargo, estas divinidades de las que repercute sobre la tercera, y esta vez bajo la forma de demonios masculinos
dependen la fertilidad o, por el contrario, la esterilidad de la tierra, son 31. Los Traba;os, 112.
poderes ambivalentes. En su aspecto positivo, ellas se manifiestan como 38. Teogonía, 91.
Gracias, en su aspecto negativo, como Erinias (cf., fuera incluso de las 39. Los Traba;os, 114 ss.; 225 ss.
Euménides, PAUSANIAS, VIII, 34, 1 ss.). La misma ambigüedad se volverá 40. . Ibid., 238 ss. Mismo tema en Ilíada, XVI, 386. En lo tocante a
a encontrar en las relaciones entre demonios epictónicos e hipoctónicos. la re;ac1ón entre Zeus, el cetro, y los reyes "que imparten justicia" '
Ellos traducirían los dos aspectos, positivo y negativo, de la acción del <'f. Iliada, I, 234; IX, 98.
rey sobre la fertilidad del suelo. Los poderes capaces de hacer desarrollarse
32 MITO Y PENSAMIENTO EN LA GRECIA ANTIGUA ESTRUCTURAS DEL MITO 33

La plata no posee un valor simbólico propio. Ella se define C'ategoría de personajes míticos, los Titanes: 45 el mismo carác­
en relación al oro: metal precioso, como el oro, pero inferior.41 ter, la misma función e igual destino. Los Titanes son las divi­
De igual forma la raza de plata, inferior a ésta que la ha pre­ nidades de hybris. Uranos, mutilado, les ultraja por su demen­
cedido, no existe y no se define sino por referencia a ella: en l'ia orgullosa, chaa6ali11, y el mismo Hesíodo les califica de Ú1t:Ep­
el mismo plano que la raza de oro, ella oonstituye la exacta Oó¡.1.ot .4<> Estas divinidades orgullosas tienen por vocación el
contrapartida, el reverso. A la soberanía temerosa de los dioses poder. Son los candidatos a la soberanía. Ellos compiten con
se opone la soberanía impía, a la figura del rey respetuoso de Z us por el arqué y la dynasteia del universo.47 Ambición natu­
la Diké la del rey entregado a la Hybris. Lo que pierde a los ral si no legítima: los Titanes son seres investidos de realeza.
hombres de la época de plata es, en efecto, su loco orgullo, I [esiquio relaciona Trráv con Tha�= rey, y con Tt,i¡\17¡ reina. =
&�ptv r.h:áa6r.i>..ov, de1 que no pueden abstenerse ni en sus refacio­ Frente a un imperio del orden, representado por Zeus y por
nes entre ellos ni en las mantenidas con los dioses.42 Esta hybris los Olímpicos, los Titanes encarnan la soberanía del desorden y
que les caracteriza no va más allá del plano de la soberanía. ele la Hybris. Vencidos, deben, como los hombres de la edad de
Ella no tiene nada que ver con la hybris guerrera. Los hom­ plata, abandonar la luz del día: precipitados lejos del cielo, más
bres de la raza de plata, como la de los pertenecientes a la de allá incluso de la superficie de fa tierra, ellos igualmente desa­
oro, permanecen extraños a los trabajos mHitares, los cuales no parecen ú1t:o xOo\ló;.48
les conciernen más que los relativos a la tierra. Su orgullo se Así pues, el paralelismo de las razas de oro y de plata no se
limita al terreno exclusivamente religioso y teológico.43 Rehúsan afirma solamente por la presencia, en cada uno de los tres do­
sacrificar a los dioses olímpicos; y si practican entre ellos la adi­ minios donde se proyectaba la figura del rey justo, de su doble:
kf.a, la razón hay que buscarla en que no quieren reconocer la t·l rey de la hybris. Además, se encuentra confirmado por la
soberanía de Zeus, poseedor y dueño de la diké. En el ámbito 1•xacta correspondencia entre las razas de oro y de plata de una
de estos seres investidos de realeza, la hybris asume natural­ parte, y de Zeus y Titanes de la otra. Incluso es fa misma es-
mente la forma de la impiedad. De igual forma, en la pintura 1 ructura de los mitos hesiódicos de soberanía la que voivemos
que realiza del rey injusto, Hesíodo subraya que si éste dicta 1t encontrar en el relato de las dos edades primeras de la hu­
sentencias injustas, si oprime al hombre, es la consecuencia de manidad.
la falta de temor a los dioses.44 La raza de la época de bronce nos introduce dentro de
Impía, la raza de la época de plata es exterminada por la una esfera de acción diferente. Tomemos fas expresiones de
cólera de Zeus; contrapartida de la raza de oro, ella se beneficia Hesíodo: "nacida de -los fresnos, terrible y vigorosa, esta raza
después de su castigo de honores análogos. La solidaridad fun­ 110 es nada semejante a la de plata; ella n<?__se_o911pa s� de los
cional entre las dos razas se mantiene en el más allá de la lrabaios je Ares _y -ª.e la Hybris".49 No se �!'Ía indicar l!!!!.S
muerte, mediante el paralelismo, ya subrayado, entre demonios 1•xplícitamente que el orgullo de los hombres de bronce, en
epict6nicos y demonios hipoct6nicos. Los hombres de la época lugar de aproximarlos a los de plata los aleja: hybris exclusiva-
de plata presentan, por otra parte, chocantes analogías con otra 111ente militar que caracteriza el comportamiento del guerrero.
I kl plano jurídico-religioso hemos pasado al plano de las ma­
ni[cstaciones de 1a fuerza brutal (µqátr¡ �ir¡ ), del vigor físico
41. Cf. HIPONACTE, fr. 38 (O. MASON) = 34-35 (Diehl). "Padre Zeus, (x1:.tp€; (l(X'lt:'tOl... E'lt:t a,t�apotCil p.Ü.Eaat) y del terrO_! (amó\/, áúaa,ot)
rey de los dioses (Báwv 1tdk¡w), ¿por qué, rey de la plata, no me has dado i¡uc inspira el personaje del _guerrero. Los hombres de la
oro { dpr úpoo 1ta'A.p.ov )?"
42. Los Traba¡os, 134. Pdad de bronce no hacen otra cosa que la guerra. Tampo-
43. Al referirse a un curso de C. DuMÉzIL, en la Escuela Práctica de
Estudios Superiores, 1946-1947, F. V1AN, a propósito de la segunda raza
hesiódica, escribe en una nota: "Ella está caracterizada por el exceso y la 45. Cf. Paul MAZON, loe. cit., p. 339, n. 3.
impiedad, consideradas desde el punto de vista teológico y no militar", 46. Teogonía, 209, comparar con Los Traba¡os, 134; y Teogonía, 719.
La guerre des Géants. Le mythe avant l'époque hellénistique (París, 1952), 47. lbid., 881-885; APOLODORO, Bibl., II, l.
p. 183, n. 2. 48. Teogonía, 717; cf. igualmente 697.
44. Los Traba¡os, 251. 49. Los Traba¡os, 144-146.
34 MITO Y PENSAMIENTO EN LA GRECIA ANTIGUA ESTRUCTURAS DEL MITO 35
� �,cl§_te., en su caso, alusión a un e·ercicio de la ·�a (sen­ l'omprende, por lo tanto, que la raza de bronce sea llamada.
tencias justas e injustas , ni a su d�voción res �o a lo!_ dioses por Hesíodo la ,nacida de los fresnos_,, ex µ.EA.tav .57 L�s Me!iat,­
(piedad o impiedad), como en los casos precedentes no la N infas de�� arboles de .filE._ q!l� er en haº1!l cielo,
9abía en relación a los comportamientos militares. Los hombrés "º'°º lanzas están constantemente asociadas en el�to a ]Q._s
de la época de bronce son, de igual manera, extraños a las acti­ "'res sobrenaturales g_ue encaman la :figµra del .&:!Jerrei:g. Al.
vidades que dependen del tercer nivel, el de la raza de la edad l.,clo de los hombres i!e]>roE,ce�idps de los resgos es preciso,
de hierro: ellos no comen pan,60 fo que nos deja suponer que 1111•ncionar al gigante Talos, cuyo cu§rpo es enteramente de­
íntimamente ligado, en el pensamiento religioso de los griegos, l ,ronce, guardián de Creta, dotado de una invulnerabilidad
Su muerte está en la línea de su vida. No son exterminados 1·011dicional, como Aquiles, y a quien sólo las magias de Medea
por Zeus, sino que sucumben en la guerra, '1os unos bajo los po1lrán derrotar: Talos ha nacido de un fresno. El grupo de
golpes de los otros, domados "por sus propios brazos", es ( :,gantes, de quienes Francis Vian 58 ha mostrado que constitu­
decir, por esta fuerza física que expresa la esencia de su natu­ yi•n una especie de hermandad militar y que se benefician tam'­
[lileza. No tienen..,, derecho a honor alguno: "por muy terroríficos hi{•n de una invulnerabilidad condicional, están en relación
que hayan sido , no por ello dejarán de desaparecer en el directa con las Ninfas Meliai. La Teogonía narra cómo nacen
anonimato de la muerte. 1 I mismo tiempo "los grandes Giga·,ües de armas resplande­
A estas indicaciones en claro, el poeta añade ciertos deta­ c •H·ntes (éstas son de bronce}, que empuñan su lar�a jabalina
lles de valor simbólico que las completan. �eram.!:!_lte, fa (son de fresno) y las Ninfas que se las llama Mélicas' .69 Alrede­
referencia al bronce cuya significación no es menos precisa que ' lor de la cuna del joven cretense Zeus, Calimaco congrega toda-
la del oro. El mismo dios Ares lleva el epíteto de qualkeos.61 ta, al lado de las Curetés bailando la danza guerrera y entre­
El bronce, por ciertas virtudes que le son atribuidas, aparece l'hocando armas y escudos para hacer resonar el bronce, las
íntimamente ligado, en el pensamiento religioso de los griegos, I >yktaiai Meliaí, llamadas de manera significativa Kop�áv-tro'II'
al poder que encubren las armas defensivas del guerrero. El upat.60
resplandor metálico del "bronce deslumbrante" vropo1ta xahóv,62 Los fresnos, o las Ninfas de los fresnos, de quienes han
este fulgor broncíneo que Iiace resplandecer la llanura 63 y surgido los hombres de bronce, juegan un papel dentro de
" g_ue sube hasta el cielo", 64 siembran el terror en el ánimo del ol ras narraciones que se ocupan de fos orígenes de fos prime­
enemigo; el estrépito del bronce al entrechocar, esta CfOOV-f¡ que > os hombres. En Argos, Foroneo, primer hombre, procede de
patentiza su naturaleza de metal animado y viviente, rechaza 1111a Meliada.
61
En Tebas, Niobe, madre original, concibe siete
los sortilegios del adversario. A estas armas defensivas de bron­ 11111as Meliadas, de quienes se puede pensar que forman, como
ce -coraza, casco y escudo- se asocia en la armadura del lwtairai y como esposas, la contrapartida fem�_nina <le_ los pri-
guerrero mítico, un arma ofensiva, la lanza de madera, o mejor, 1111·ros hombres indígenas. Estos relatos autóctonos se mtegran,
fa jabalina.65 Incluso se puede precisar más. La lanza está , 11 la mayor parte de los casos, en un conjunto mítico que se
hecha de una madera muy flexible y, a la vez, muy dura: con 1t•ficre a la función militar y que aparece como la transposición
!11adera de fresno. La misma falabra designa tan pronto la di• escenas rituales imitadas mímicamente por un grupo de
jabalina, tan pronto el árbol de cual ella proviene: µ.EA.ta.66 Se ¡i',vcnes guerreros armados. F. Vian ha subrayado estos aspee­
los en el caso de los Gigantes, quienes forman, ¡para usar la
50. Ibid., 146-147. ,•xpresión de Sófocles,63 ó ·pnE\l�c; cn:pa-cóc;, "la tropa armada na-
51. Cf. por ejemplo, llíada, VII, 146.
52. Ilíada, II, 578; Odisea, XXIV, 467. ,'í7. Los Traba¡os, 145.
53. Ilíada, XX, 156; EuRÍPIDEs, Fenicias, 110. 58. Francis VIAN, op. cit., especialmente pp. 280 ss.
54. Ilíada, XIX, 362. 59. Teogonía, 185-187.
55. Es esta "panoplia" la que se encuentra de nuevo en el palladion 60. CALÍMAco, Himno a Zeus, 47.
y en el tropaion. 61. CLEMENTE, Str6mata, I, 21.
56. Ibid., XVI, 140; XIX, 361 y 390; XXII, 225; Antología palatina, 62. Escolio de EuRÍPIDES, Fenicias, 159.
VI, 52; cf. HESIQUIO: ¡.i.eAiat, bien 3ópa,a, árboles; bien Mnm, lanzas. 63. Traquínias, 1058-1059.
36 MITO Y PENSAMIENTO EN LA GRECIA ANTIGUA ESTRUCI'URAS DEL MITO 37
cid.a de la tierra", tropa que evoca la imagen de fa Janza agitada po y a sus armas un vigor sobrenatural, Jasón triunfa en eña
en la llanura, Mrx-y¡ 1tEauíc;, y de la fuerza salvaje, 6�pEt0i; �[a. Se I'' 11eha de labranza de la que todos los detalles ponen de ma-
sabe que los Arcadios, estos guerreros de buenas lanzas como 11tfit•slo el aspecto propiamente militar: tiene lugar en un cam­
los llama la Ilíada,64 estos autochthones hubrístai, según el po yermo, consagrado a Ares; allí se siembra los dientes del
escoliasta del Prometeo de Esquilo,65 pretendían descender drag6n, en lugar del fruto de Deméter; Jasón se presenta allí,
de una tribu de Gigantes cuyo jefe era Hoplodamos. El origen 110 c-on una indumentaria rústica sino "en guerrero", revestido
mítico de los tebanos no es diferente. Los espartanos, de di' la coraza y del escudo, en la mano el casco y iJ.a lanza;
quienes han nacido, son iguahnente Gégeneis, los cuales han 1111 !mente se sirve de SU, "lanza a guisa de aguijón para domar
brotado de la tierra, completamente armados, para comenzar 1 los toros. Al término del laboreo, Ios hijos de Gea brotan, como
enseguida a combatir los unos contra los otros. La historia de lo <'spartanos, de la tierra. "El campo -escribe Apolonio de Ro­
estos espartanos, de estos "hombres sembrados", merece ser el 1\ - se eriza de escudos, de lanzas y de cascos, cuyo resplandor
eJffiminada más detenidamente: ella esclarece ciertos detalles 1 rdleja hasta el cielo ( ...). · l..c>s ·terribles Gigantes brillan como
en lo referente al modo de vida y al destino de los hombres 1111;1 constelación en una noche de invierno." Merced a la es­
de bronce. Una vez llegado a los lugares donde le es necesario l1,1lagcma de Jasón, que arroja una enorme piedra en medio
fundar Tebas, Cadmos envía unos compañeros a buscar agua le Pllos, los Gigantes se precipitan unos contra otros y se dan
a la fuente de Ares, fuente guardada por una serpiente.66 Este 1111wrle mutuamente. Esta labranza, hazaña específicamente mi­
monstruo, presentado unas veces como un Gegenes (hijo de li! 1r, sin relación alguna con Ia fecundidad de la tierra, sin
Gea), otras como un hijo de Ares,67 mata a los hombres del gru­ e lc•c·to sobre su virtud de producir mejores cosechas, permite
po; el héroe mata al monstruo. Por consejo de Atenea, siembra q111zá comprender una nota de Hesíodo, cuyo carácter paradó-
sus dientes de un extremo al otro de una llanura, un pedion. 1 , o se ha señalado a menudo pero sin poder dar de ello una
En un instante, unos hombres adultos, completamente armados, e plicación satisfactoria. En el verso 146, el poeta pone de ma-
unosavapEc; �vo1tl0t, germinan y brotan en este campo. Recién na­ 111íl1•sto que los hombres de bronce "no comen pan"; un poco
cidos, entablan entre ellos un combate a muerte; todos, a excep­ 11111s adelante afirma que "sus armas eran de bronce, de oron­
ción de cinco supervivientes, antepasados de la aristocracia te­ c, sus casas, y con el bronce ellos labraban".69
bana, perecen bajo sus propias armas, como les sucediera a los La contradicción parece evidente: ¿por qué trabajar la tie-
hombres de bronce. El mismo esquema ritual se vuelve a en­ 11 1 si no se come el trigo que ella produce? La dificultad desa-
contrar, bajo una forma más precisa, en el mito de Jasón en 1' 111•cería si iJ.a labor campesina de los hombres de bronce, rela-
Colquida. La prueba que el rey Aetos impone al héroe con­ 1 lo11ada con ésta que efectúa Jasón, se pudiera considerar como
siste en una labranza de un carácter muy particular: se trata 1111 rito militar, y no como un trabajo agrícola. Una tal inter-
de dirigirse a un campo no lejos de la ciudad que lleva el 11 dación puede ser reafirmada con una última analogía entre
1o� hombres de bronce y los "sembrados", los hijos del "Sur­
nombre de pedion de Ares, y allí uncir con el yugo a dos toros
monstruosos, de pezuñas de bronce, que vomitan fuego; atar­ ' , . Los tebanos, nacidos de Ia tierra, pertenecen, como los
los a un arado; hacerles trazar un surco de cuatro fanegas; y l1111nhres de bronce, a la raza de los fresnos; ellos son también
sembrar allí los dientes del dragón de donde nacerá enseguida I' ltciv. Se les reconoce, en efecto, porque llevan tatuado
una cohorte de Gigantes que luchan con las armas.68 Por la ol>r, su cuerpo, en signo distintivo de su raza, fa señal de la
virtud de un filtro ofrecido por Medea, brebaje que lo ha 1 111za; 70 y esta señal les caracteriza como guerreros.
vuelto invulnerable momentáneamente, infundiendo a su cuer- Entre la lanza, atributo militar, y el cetro, símbolo real,

64. Ilíada, II, 604 y 611; VII, 134. OO. Los Trabajos, 150-151. No parece posible interpretar, como algu-
65. Escolio de ESQUILO, Prometeo, 438. 1111 lo han hecho: ellos trabajaban el bronce. Cf. Charles KÉRÉNYI, La
66. APOLOOORO, 111, 4, l. tr1tlwlogie des Crees {París, 1952), p. 225.
67. EURÍPIDES, Fenicias, 931 y 935; PAUSANIAS, IX, 10, l. 70. .ArusTÓTELES, Poética, 16, 1454 B 22; PLUTARCO, Las dilaciones
68. APoLoDORo, I, 9, 23; APOLONIO DE RODAS, Los Argonautas, III, ,/ 1" venganza divina, 268; DmN CRisÓsTOMO, IV, 23; JULIANO, discursós
401 SS. y 1026 SS, 11 HI c.
38 MITO Y PENSAMIENTO EN LA GRECIA ANTIGUA ESTRUCTURAS DEL MITO 39
hay una diferencia de valor y de plano. La lanza está some­ lm hombres de bronce, ellos comparten la suerte común de
tida normahnente al cetro. Cuando esta jerarquía no es respe­ l 1 • criaturas mortales. La jerarqma Zeus, Titanes, Gigantes,
tada, la lanza expresa la hybris como el cetro de diké._ Para , 11 n•sponde a la sucesión de las tres primeras razas.
el guerrero, la hybris consiste en no querer conocer smo la l ,a raza de los héroes se define en relación a la de bronce,
lanza, en consagrarse enteramente a ella. Tal� el caso__ga_ , 111110 su contr�artida� dentro de la misma esfera funciona .
Kaineos� el Lapita de Ia 1-ª�ª' do�do al_igual que __b.�iles, 011 guerreros; nacen la guerra, mueren en la �erra. La "!!,ybrís
q!!eTalos q_ue los Gigantes, como_ tog_os est�s. <}!le haª-� .. ti.do ,1,, los hombres de bronce, en lugar de acercarles a los hom-
la iniciacion guerrera, de una mVU!lnerabilidad cond1c1onal
1
111 l'S de plata, les aleja de ellos. Inversamente, la diké
{será preciso sepultarlo bajo las piedras para matarle): 71 él_h,!l d,· los héroes, en lugar de separarles de los hombres de
clavado su lanza en _pleno centro del agora, le consagra un l 111111cc, les une a ellos oponiéndoles. En efect9, la raza de los
culto y obliga a q�enes pasan ,POr allí a rendirfe hon?,res �li_vi­ l1nlH'S es llamada CJtx.a(o,:1apov x.al áp1atov, más justa y a la vez
�os.72 Tal es tambien el caso de Partenopea, encarnac1on tlp1ca 111tli1armente más valerosa.75 Su diké se sitúa en_tl_mignp
de la Hybris guerrera: sólo venera a su lanza, la reverencia ,11v,·l militar que la hybris de los hombres de bronce. AJ gue-
más que a un dios y presta juramento sobre ella.7: 111•10, consagrado por su misma naturaleza a la Hybris, se opo-
Hija de la lanza, enteramente de Ares, extrana por com­ 111 PI guerrero justo que, al reconocer sus límites, acepta some-
pleto al plano jurídico y religioso, la raza de bronce proyecta 1, , S<' al orden su erior de la Diké. Estas dos figuras antitéticas
en el pasado ,la figura del guerrero dedicado a la hybris en la , I, 1 combatiente, son las mismas que Esquilo, en la obra Los
medida en que no quiere conocer nada de 1o que supera a su l t ,. contra Tebas, emplaza dramáticamente la una frente a
propia naturaleza. Pero la violencia enteramente física, que se l I otra: en cada puerta se yergue un guerrero de Hybris, sal­
exalta en el hombre de guerra, no podría franquear las eu�:­ 'I'' y frenético; semejante a un Gigante, profiere contra los
tas del más allá: en el Hades, los liombres de bronce se dis1- d1ost•s soberanos y contra Zeus sarcasmos impíos; en cada oca-
� como el humo en el anonimato de la muerte. Este mismo 11111, le es enfrentado un guerrero "más justo y más valiente"
ele�ento ele Tiybri� militar, 1o vólvemos a encontrar,"'énc¡u­ , 11yo ardor en el combate, moderado por la sofrosyne, sabe
nado por los Gigantes, en los mitos de soberanía que descri­ 11 ,pt'lar todo lo que tiene un valor sagrado.
ben 1a lucha de los dioses por el poder. Después de la derrota Encarnaciones del guerrero ·usto, los héroes, or una gra-
de los Titanes, la victoria sobre los Gigantes consagra la supre­ 1 1 1 <le Zeus, son transportados a la isla de los Bienaventura- dos
macía de los habitantes del Olimpo. Inmortales, los Titanes, il11ll(lc eternamente llevan una existencia semejante a la de los
cargados de cadenas, habían s_ido arroja os a !as profundi�ades , l1os<"s. En los mitos de soberanía, una categoría de seres sobre­
de la tierra. No sucede lo mismo con los Gigantes. Haciendo " 11 urales corres.E.onde exactamente a la raza de los héroes y
fracasar su invulnerabilidad, los dioses les hacen perecer. La 1,•1w a situarse, dentro de la jerarquía de agentes divinos, en
derrota significa, para ellos, que no tendrán parte a1guna en el , 1 pnesto reservado al �errero servidor del orden. El reinado
privilegio de la inmortalidad, objeto de su ambición.74 Com� d, los Olím icos supoma una victoria sobre los Gig,antes, q_ue
1, p1 esentaban la función militar. Pero la soberanía no _p<:>dría
71. APOLONIO DE RoDAS, Los Argonautas, I, 57-64; APoLODORO, 111·�cindir de la fuerza_; el cetro debe apoyarse sobre la lanza.
Epítome, I, 22. '1.1 11s tiene necesidad de tener pegados a sus faldones a Kratos
72. Escolio de Ilíada, I, 264 y de A.POLONIO DE RoDAS, Arg., I, 57.
73. ESQUILO, Los Siete contra Tebas, 529 ss. Se observará que este Jiu,, los cuales jamás le abandonan, nunca se alejan de él.76
guerrero lleva un nombre que recuerda la joven (partenos). Kaineo había
adquirido la invulnerabilidad al mismo tiempo que cambiaba de sexo; 7!i. Los Trabajos, 158.
Aquiles, guerrero invulnerable, salvo en el talón, ha sido educado en medio 70. Teogonía, 385 ss. Se reconocerá el exacto paralelismo entre el
de mujeres, vestido de mujer. Las iniciaciones guerreras implican trans­ , pi odio de los Hecatonqueiros y el de Kratos y Bía. De manera similar
formaciones sexuales. , 111\ llecatonqueiros, Kratos y Bía se colocan, en el momento decisivo, en
74. Se sabe que Gea ha intentado procurar a los Gigantes un fárma­ , I l11111do de Zeus y en contra de los Titanes. Entonces la victoria de los
kon de inmortalidad que debía salvaguardarles de los golpes de Hércules 1 >l 1111ncos es segura, mientras que Kratos y Bía, al igual que los Hecaton­
y de fos dioses; APOLODORO, I, 6, l.
,¡,.,./ros, obtienen como recompensa "privilegios" que no poseían antes.
40 MITO Y PENSAMIENTO EN LA GRECIA ANTIGUA ESTRUCTURAS DEL MITO 41
Para obtener su victoria ·sobre los Titanes, los Olímpicos han "' Oe esta forma, les hace _participar en el estatuto divino
debido recurrir a la fuerza y llamar a los "militares" en su q111 nntcs no poseían; les comiere una inmortalidad plena y
a�da._ �ecaton ueiro.s:, ...9_!le les_dan la victoria, son �n 1111pkta de la que estaban, sin duda, privados al igual que
�facto, unos uerreros arecidos a los Gigantes y _a Jgs h ro­ 111 Cigantes.85 La generosa voluntad de Zeus no actúa sin una
bres de bronce §n todos los aspee� i�iables de uerra, 1 11111cia intención política: la función guerrera asociada des-
.Q��l osos de su fuerza, ellos aterrori�an por su est��ura y_ :Q_Or 1, ·,hora a la soberanía, se integra en ella en lugar de enfren-
��or incalculable de su brazo,77 Son la encarnac1on de Kra­ 1 , ,·la. El reinado del orden ya no está amenazado por nada.
tos y de Bía. Entre Titanes y Olímpicos� la lucl}a, cuenta H;e­ El cuadro de la vida humana en la edad de hierro no pue­
síodoi78 contipua a espués de diez años; incierta, la victoria ,1, orprendernos. Hesíodo lo ha trazado, en dos ocasiones,
duda entre los dos bandos de Personas Reales, pero Cea ha 1 11110 introducción y conclusión del mito de Prometeo. Las en-
revelado a Zeus que él obtendría el triunfo si suJ?iera atraerse 1, , 111C'dades, la vejez y la muerte; el desconocimiento del ma-
la ayuda de los Hecatonqueiros cuya intervencion será deci­ 11 11111 y la angustia del porvenir; la existencia de Pandora, la
siva. Zeus logra alinearlos en sus filas. Antes del asalto final les 1111q1•r; la necesidad del trabajo; tantos elementos, para noso-
pide que en la batalla hagan muestra, frente a Ios Titanes, de 11 1, dispares, pero cuya inseparabilidad, para Hesíodo, com­
su fuerza terrible, µqciA:r¡v �ir¡v, y_d.t_ sus brazos invencibles, ¡u1111• un cuadro único. Los terpas de Prometeo y de Pandora
xetpa<; aci-it,ouc;.79 Pero también les recuerda que no olviden 1111�lil11yen las dos caras de una sola y misma historia: la his­
en ningún momento, la "leal amistaa" de la que ellos deben '"' 1 1 ele la desdicha humana en la edad de hierro. La necc-
hacer prueba con respecto a él.80 .§!_nombre de sus hermanos, 11111 ele padecer sobre la tierra para obtener el alimento, es
Cottos, bautizado en esta circunstancia como aµ6µwv, res­ t 1111ltH'n para el hombre la de engendrar en y por la mujer, de
�nde rindiendo homenaje a la superioridad de Zeus por su 11 111, y morir, de tener cada día y al mismo tiempo la angus-
mteligencia y sabiduría (prapídes, noema, epifrosyne).81 �e 1 1 y la esperanza de un porvenir incierto. La raza de hierro
com,Promete a combatir los Titanes "ci,Evet vó<p xai É1ttrp povt 11111H·1 una existencia ambigua y ambivalente. Zeus ha queri-
�ouA.ij, con ánimo inflexible y con voluntad llena de pruden­ 111 pll' para ella el bien y el mal no estén solamente mez�la-
ci:a". 82 En este episodio, los Hecatonqueiros se sitúan en las 111 \1110 sean solidarios, indisociables. Es la razón por la cual
antípodas de la hybris guerrera . .§Q_mytidos a Zeus,_y_a� a_pa­ 1 l10111hre ama esta vida de desdicha así como rodea de amor
recen como los seres del uro or ullo; el valor militar en estos 1 1' ,ulora, "mal amable" que la ironía de los dioses se ha com-
ffjralres-pistoi Di6s, estos fieles �ardianes de Zeus."" como los ,111 ido en ofrecerle.su De todos los sufrimientos que soportan
llama H�síodo 83 carnina �n -ªdelante del b�zo de la sotros!J!!:.e, 111 l1oinhres de hierro: fatiga, desdichas, enfermedades,
angus-
Para o�tener su ap_oyo y r�com_pensar es por su ayuda Zeus 1 I IP-síodo ha indicado claramente su origen: Pandora. Si
concede a los Hecatonqueiros una gracia que no es tal si no 1111111-r no hubiera levantado la tapadera de la vasija donde
se recuerda la que otorga a la raza de los héroes y que hac;e 1 ,lt.111 encerrados los males, los hombres habrían continuado
de ellos unos "semidioses", dotados de una vida inmortal eo 11•11clo, como antes, "al abrigo de los sufrimientos, del tra­
la isla de ,los Bienaventurados. Zeus ofrece a ,los Hecatonquei­ ,1 J', penoso, de las enfermedades dolorosas que traen como
ros, en la víspera del combate decisivo, el néctar y la ambro­ 111 ,1·1·11encia la mueite".87 Pero los males se han dispersado a
sía, alimentos de inmortalidad, privilegio exclusivo de los dio- l 11 ro y ancho del mundo; sin embargo la esperanza sub-
1 1, porque la vida no es toda ella sombría y los hombres

77. Se comparará Teogonía, 149 ss. y Los Trabajos, 145 ss. ll,id., 639-640.
78. Teogonía, 617-664. Entre la mortalidad <le los "efímeros" y la inmortalidad de los
79. !bid., 649. 1 11 , , , • is ten muchos escalones intermedios: en particular, la serie de
80. !bid., 651. , 1, a los que se llaman macrobioi, entre los cuales es necesario situar
81. !bid., 656-658. 1 l I Nrnfas, como las Meliai, y a los Gigantes.
82. !bid., 661. if !,os Trabajos, 57-58.
83. !bid., 735. MI [bid., 90 SS.
42 MITO Y PENSAMIENTO EN LA GRECIA ANTIGUA ESTRUCTURAS. DEL MITO 43

todavía encuentran bienes mezclados con males.88 Pandora , onsiste en_u�a sumisión co��ta a µn orden �e él no ha
ªEª�e como el si_mbolo la ex resión de� vida mezclada, ncado y que se le imP!)ne cfescte el exterior. Res etar la Dfké,
aesemejapte. KaAov xaxov an' d1a6olo _a jefine Hesíodo �"yn para el agricultor,.. es consagrar su vida a trabajo: entone.es
bello mal reverso dJL\! hien": 89 terrible plaga instalada en lle 'ª a ser querido de los Inmortales; su hórreo se llena de
me io de los mortales, pero también maravllla (thauma) ador­ 11 igo.93 El bien, para él, es superior al mal.
nada por los dioses de atractivo y de gracia -raza maldita que La otra lucha es aquella que, arrancando al agricultor de
el hombre no puede soportar pero de la cual tampoco sabe la tarea para la cua1 ha sido hecho le incita a buscar la ri ue-
prescindir- contraria al hombre y al mismo tiempo su com­
pañera. l ,1, �� Eºr el tra�aj?. sino por la violencia, la mentira y la in-
11st1cia. Esta Eris que hace crecer la guerra las quere­
Ba·o su @b!�_as ecto de i;n_mer de tien-a,90 Pa_pdora__ggi­ las",94 representa la intervención en el mundo el a ·cult:Qr
boliza la funcion de fecundidad., tal como ella se manifiesta d« un principio de Hybris 4!_1e se relaciona con el se undo
cturante la ed_¡u:lcteliierro en ia prod�ccióñ del alimento ep plano, con la 1unción gyerrera. Pero el a ricultor revolviénd
la reproducción de la vida. Ya no es esta abundancia es on­ , ontra el orden al cual está sometido no lle a a ser sin em-
tánea que, en la edad de oro hacíª- brotar del suelo, por la 1,.,rgo, or eso n uerrero. Su h bris no es el ardor fre�o
sol�_fue!Eljie a soberanía ·usta, sin intervención extraña, los rpu• anima em¡mLa al COII.!.bat�los Gi antes º--ª- holl1-
li1 l'S de bronc��ás próxima de la 1EJbris de los_hombres de
seres vivientes y sus a · entos: � ahora en adelan_!e es el
hombre uien_ d�<2sJta¿u vida en el seno de la mm.er_, como pluta, ella se de d manera ne ativa or la ausencia d
2s eJ a ricu1tor al fati arse sobre a �rra, g_uien hace �rmi­ 1111los estos se11timientos "mo.rale:, � eligiosos:_.9.ye re lan,
nar en e la los cereales. To a ri ueza ad�itida d�be ser E,ega­ l'ºr la voluntad de los dioses. la_ vida de los hombres: .Yª-.!!.º
da or u_n �fu(gzo consumido en �t@f>ilrtida. Par:i-1ª-._wza • 1ste res eto or el hués ed el ami o 1 hermano· ni re -
111 wimiento a lo�Badre i fidelidad al juramento lo justo, el
de ie�,_ la tierrat 1a mujer son al mismo tiem o rinci­
�s de fecundictac y .PQ_deres e destrucción; ellas agotan la l,u•11. Esta Hybris no conoce el temor a los dioses y tampoco
energía ae macho, dila:e_idan sus esfuerzos 1e "extenúan sm , 1 que el cobarde debe experimentar delante del valeroso: es
• l11 la que incita al cobarde a atacar al areion, al más valeroso
descanso, por mux vigoroso _g_ue sea",91 entregándole a la vejez
y a la muerte, 'entrojando en su vientre" el fruto de sus 1 vencerle, no en el combate sino mediante astutas palabras
dolores.92 por el empleo de falsos juramentos.95
El cuadro del agricultor, extraviada su razón _p_or la !fybris,
, Su_Ql��do
swdo
e� este _!!!.liverso ambiguo, el agricultor de lje­
debe elegir entre dos actitudes que corres_ponden a l�s 1 1l rnmo lo presenta la edad de hierro en su decadencia es
, 1 ncialmente el de la rebelión contra el orden: un mundo sin
dos Eris evocadas al principio del poema. La buena ucña es
11 • h� ni �bajo donde toda jerarquía, toda regla, todo valor
la que lo incita al trabajo, aquella que le empuja a no ahorrar '.
�u �atiga para acrecentar su bien. Ella supone que él ha �eco­ 111 mvertido. 1 contraste con la ima en del a ·cultor some-
nocido y ace_ptado la dura ley sobre fa cual reposa la vida en 11110 a fa Diké, en el romienzo e la edad e hierro es com­
la edad de merro: nada de felicidad, nada de riqueza que no plt'lo. A una ,vi9-a de inte¡:_l:!9ción donde los bienes e an to a­
sean pagadas primero por un violento esfuerzo de trabajo. Para l , a com_pen§.ar lQunales seo-ne-- ÍÍiverso ne ativÓde
éste, cuya función es la de aprovisionar de alimentos, la diké pi 1\,1ción donde nQ_�bsi ten sinq_el desorden y- el ma '"'eñsii
1 ,do puro.
El análisis detallado del mito viene así a confirmar y pre-
88. Ibid., 179. 1 I 1r en tod s l�s puntos el esquema que, desde el principio,
89. Teogonía, 585. ?
90. . Pandora es el nombre de una divinidad de la tierra y de la 1, il,lll parecido imponernos las grandes articulaciones del tex-
fecundidad. Como su doble Anesidora, ella está representada, en las figu­
raciones, saliendo del suelo, conforme al tema del anodos de un poder 1:l. Los Trabajos, 309.
ectónico y agrario. 11 t, Ibid., 14.
91. Los Trabajos, 105. �.. Ibid., 193-194.
92. Teogonía, 599.
44 MITO Y PENSAMIENTO EN LA GRECIA ANTIGUA ESTRUCTURAS DEL MITO 45
to: no se suceden cronológicamente cinco razas siguiendo un ra y que incluso puede asociarse especialmente a la imagen
orden de decadencia más o menos progresivo, sino una oons­ del geron, contrapuesto al joven; 99 asimismo desconoce el es­
trucción de tres pisos, dividiéndose cada rellano en dos aspec­ tado de quienes, habiendo sobrepasado la metron hébés, cons­
tos opuestos y complementarios. Esta arquitectura que regula lltuyen la clase de edad perteneciente a los hebontes, a los
el ciclo de las edades es también la que preside la organiza­ kouroi, sometidos a la disciplina militar. 100
ción de la sociedad humana y del mundo divino; el "pasado" Respecto a la duración de la vida de los hombres de bron­
tal como le compone la estratificación de las razas, se estruc­ ce y de los héroes, Hesíodo no nos da indicación alguna. Sabe­
tura sobre el modelo de una jerarquía intemporal de funcio­ mos solamente que ellos no tienen tiempo de envejecer: todos
nes y de valores. Cada pareja de edades se encuentra enton­ mueren en pleno combate, en el vigor de su edad. Sobre su
ces definida, no solamente por el lugar que ocupa dentro de la mfancia, ni una palabra. Se puede pensar que si Hesíodo no
serie (las dos primeras, las dos siguientes, las últimas), sino cl1ce nada acerca de ello, después de haberse extendido am­
también por una cualidad temporal particular, estrechamente pliamente describiendo la de los hombres de plata, se debe al
asociada al tipo de actividad que le corresponde. Oro y plata: Ju.cho de que los hombres de bronce no tienen infancia. En el
son edades de vitalidad completamente joven; bronce y hé­ poema aparecen de repente como hombres hechos, en pleno
roe: una vida adulta, que ignora a la vez lo joven y lo viejo; v1�or, y que nunca han tenido en su mente otras preocupacio-
hierro: una existencia que se degrada a lo largo de un tiempo 111·s aparte de los trabajos de Ares. La analogía, con los mitos
envejecido y usado. 1l1• autoctonía o con los hijos de Cea brotando de la tierra, es
Examinemos más de cerca estos aspectos cualitativos de las e !tocante. Se presentan, no como los niños que acaban de nacer
edades y la significación que revisten en relación a los otros lmdrán que crecer, sino como adultos, completamente for-
elementos del mito. Los hombres de oro y de plata son igual­ 111a<los, con las armas, listos para el combate, unos chílpsc;
mente "jóvenes" como son igualmente seres investidos de rea­ vorcA.ot. Esto se debe al hecho de que la actividad guerrera
leza. Pero el valor simbólico de esta juventpd se invierte en l1g11da a una clase de edad, opone a la vez la figura del comba�
el paso de los primeros a los segundos: de positiva deviene en 111 nle al "!°'is y al geron. A propósito de los Gigantes, Francis
negativa. Los nombres de la época de oro viven "siempre jó­ 1111 escnbe estas palabras que nos parecen deber aplicarse
1 ndamente a los hombres de bronce y a los héroes: "No se
venes" dentro de un tiempo inalterablemente nuevo, sin fati­
1 11111entra entre ellos ni viejos ni niños: desde su nacimiento
ga, sin enfermedad, sin vejez, incluso sin muerte,96 un tiempo
todavía muy próximo al de los dioses. Por el contrario, el hom­ 1111 adultos, o me_ior, adolescentes que perdurarán en este esta­
bre de plata -representa el aspecto opuesto de lo "joven": no ' 111 hasta su muerte. Su existencia está encerrada dentro de los
la ausencia de senilidad, sino la pura puerilidad, la no-madu­ 1 1111tcs estrechos de una clase de edad".101 Toda la vida de los
rez Durante cien años vive en el estado de país, en las faldas 1 1111hres de plata se desarrolla antes de la hébé. La de los hom­
de :.u madre, µÉ1a v�moc;, como un niño grande.97 Apenas de­ l,11·, de bronce y de los héroes comienza en la hébé. Tanto
jada la infancia y franqueado el punto crucial que marca la 1111.1 <'Orno otra desconocen la vejez.
metron hébés, el umbral de la adolescencia, comete cientos de 1•:s la vejez la que da, por el contrario, su color al tiempo
locuras y muere enseguida.98 Se puede decir que toda su vida 1, los hombres de hierro: allí la vida se desgasta en un con-
se limita a una interminable infancia y que la hébé constituye 1 111111 envejecimiento. Fatigas, trabajo, enfermedades, angus-
para él el término mismo de la existencia. Tampoco posee en 11 , • todos los males que agotan incesantemente al ser huma­
medida alguna esta sofrosyne que pertenece a la edad madu- '"'• lt• lransforman poco a poco de niño en joven, de joven

96. lbid., 113 ss. Más que a una muerte, su fin es semejante al 10 Sobre el aspecto positivo de "anciano" ' sinónimo de sabiduría y
sueño. Hijos de la N�che, Thánatos e Hypnos son gemelo$, pero gemelos ,1 1111itlad, cf. Teogonía, 234-236.
opuestos; cf. Teogonia, 163 ss.: Hypnos es tranquilo y suave para loa 100 Cf. JENOFONTE, La República de los Lacedemonios, IV, 1:
hombres; Thánatos tiene un corazón de hierro, un espíritu implacable. 1 • 111 •o se ha preocupado especialmente de los hebontes, que son los
1 ,,,,,
97. Los Trabajos, 130-131. 1 O 1, Francis VIAN, op. cit., p. 280.
98. lbid., 132-133.
46 MITO Y PENSAMIENTO EN LA GRECIA ANTIGUA ESTRUCTURAS DEL MITO 47
en anciano, de anciano en cadáver. Tiempo equívoco, ambi­ relato se integra en un conjunto mítico más extenso que
guo, donde el joven y el viejo, asociados, se entremezclan y se hace aparecer en cada una de sus partes, por un juego de _co­
implican mutuamente como el bien y el mal, la vida y la muer­ rrespondencias, flexible y a la vez riguroso, en todos los mve­
te, la Diké y la Hybris. A este tiempo que hace envejecer al les. Por ser el reflejo de un sistema clasificatorio de valor gene­
joven se contrapone, al final de la edad de hierro, la perspec­ ral, la historia de las razas se llena de significaciones múlti­
tiva de un tiemr.o enteramente viejo: llegará un día, si se cede ples: al mismo tiempo que narra la sucesión de las edades de
a la hybris, en ,el que habrá desaparecido d� la vida humana la humanidad, simboliza toda una serie de aspectos fundamen­
todo lo que es todavía joven, nuevo, vivaz y bello: los hom­ tales de la realidad. Si se traduce este juego de imágenes y
bres nacerán viejos con las sienes blancas.102 Al tiempo de la de correspondencias simbólicas a nuestro lenguaje conceptual,
mezcla sucederá, con el reinado de la pura Hybris, un tiempo puede presentársele bajo la forma de un cuadro con varios acce­
completamente envejecido y absolutam,.mte muerto. sos donde la misma estructura, repetida regularmente, esta­
De esta forma, los rasgos que dan a las diferentes razas su blece, entre los diferentes sectores, relaciones de orden anal6-
tonalidad temporal particular, se ordenan de acuerdo con el gico: serie de razas, niveles funcionales, tipos de acciones y de
mismo esquema tripartito dentro del cual .nos han parecido en­ agentes, categorías de edades, jerarquía de los dioses en los
cuadrarse todos los elementos del mito. mitos de soberanía, jerarquía de la sociedad humana, jerar­
ue se trate de una filiaci6n o d� U.Jill invencifilLindepen­ quía de ot�os pode�es sobrenaturales ?ifer_entes a los theoi -en
diente este es uema recuerda, en sus líneas fundamentales, el. cada ocasion los diversos elementos rmphcados se llaman y se
�istema_de tripartición funcional, del ue G. Dumézil ha mos­ responden.
trado la influencia sobre el ensamiento reli ioso de los iy_do­ Si el relato de Hesíodo ilustra, de manera particularmente
euro,Peos.103 La _E�era etapa e-a construcci6n _mítica de fcliz, este sistema de multicorrespondencias y de sobredeter­
Íies10do define eI nive de la soberanía dentro d�l cual el rey minaci6n simb6lica que caracteriza la actividad mental en el
ejerce su actividad jurídico-re ·giosa; la segunda, el plano de mito, también encierra un elemento nuevo. El tema se organi­
la función militar donde la violencia brutal del guerrero impo­ za, en efecto, según una perspectiva claramente dicot6mica,
ñe un dominio sin regla; la tercera, la fecundidad, los alimentos <¡ue domina la misma estructura tripartita y distiende todos los
necesarios para la subsistencia, cuya carga corresponde espe­ dementos entre dos direcciones antagonistas. La lógica que
s:ialmente al agricultor. orienta la arquitectura del mito, que articula los diversos pla­
Esta estructura tripartita configura el cuadro dentro del nos, que regula el juego de las oposiciones y de las afinidades,
cual Hesíodo ha reinterpretado el mito de las razas metálicas, 1•s la tensi6n entre DiKé e Hybris: ella no s6lo ordena la cons­
y que le ha permitido integrar allí, con una coherencia perfec­ trucción del mito en su conjunto, dándole su significación ge­
ta, el episodio de los héroes. Reestructurado de esta forma, el neral, sino que confiere a cada uno de los tres niveles funcio-
11ales, en el re�istro que le es propio, un mismo aspecto de
102. Los Trabajos, 181. polaridad. Aqm reside la originalidad profunda de Hesíodo,
103. G. DUMÉZn., a quien hemos enviado este artículo en manus­ que hace de él un verdadero reformador religioso, cuyo. acento
crito, nos indica que él había sugerido una interpretación trifuncional del 1 inspiración han podido ser comparados a los que amman a
mito de las razas en Júpiter, Mars, Quirinus, (París, 1941). Escribía algunos profetas del Judaísmo.
(p. 259): "[. . .] parece que en Hesíodo, al igual que en el mito indio corres­ ¿Por qué Diké ocupa este puesto central dentro de las preo­
pondiente, el mito de las Razas asocia a cada una de las Edades, o más
bien de las tres 'parejas de Edades' a través de las cuales la humanidad rnpaciones de Hesíodo, y en su universo religioso? ¿Por qué
no se renueva sino para degradarse, una concepción 'funcional' -religión, 11:1 asumido la forma de una poderosa divinidad, hija de Zeus,
guerra, labor- de las variedades de la especie". Por consecuencia, honrada y venerada por los dioses olímpicos? La respuesta no
G. DUMÉZn. aceptaba como satisfactoria, la interpretación propuesta por dPpende del análisis estructural del mito, sino de una investi­
V. GoLosCHMIDT (cf. G. DUMÉZn., "Triades de calamités et triades de
délits a valeur fonctionnelle chez divers peuples indo-européens", Latomus, �aci6n hist6rica que tiene como finalidad desligar los nuevos
XIV (1955), p. 179 n. 3). Nos ha dicho que nuestro estudio le parecía problemas que las transformaciones de la vida social, hacia el
confirmar el valor de su primera hipótesis. .iglo VII antes de nuestra era, han planteado al pequeño agri-
48 l\UTO Y PENSAMIENTO EN LA GRECIA ANTIGUA ESTRUCTURAS DEL :A:ITO 49
cultor beocio y que lo han incitado a repensar la materia de 1111agcn mítica del Soberano Bien, señor de la fertilidad, dis­
los viejos mitos para rejuvenecer el sentido de los mismos.104 Jll'Hsador de toda riqueza, y los reyes "devoradores de pre-
Una tal indagación no entra dentro del marco del presente ' 11tcs" 1º7 con los que Hesíodo corre demasiado riesgo de
estudio. El análisis del mito autoriza, sin embargo, a algunas l,.1hérselas (y es esta distancia la que explica sin duda, en
not_as que permiten precisar ciertos aspectos de la investigación. p irte, g_ue la Díké haya, a sus ojos, huido de la tierra hacia
Se constata, en efecto, que kt figura del guerrero, contra­ , 1 C'ielo); 108 sin embargo, el poeta está persuadido de que el
riamente a la del rey y del agricultor, ya no tiene en Hesíodo 111oclo como los reyes se exoneran de su función judicial reper-
sino un valor puramente mítico. En el mundo que él describe 1 11te directamente sobre el universo del agricultor, favorecien­
y que es el suyo, entre los personajes a los cuales se dirige, no ' lo o, por el contrario, agotando la abundancia de los frutos de
se ve que allí haya un lugar para la función guerrera ni para I , t ic-rra.109 Existe pues, entre la primera y la tercera función,
el guerrero _!.ales como el mito lq_§_.dibuj._a.105 La historia de 1 11tre los reyes y los agricultores, una complicidad a la vez mí-
Prometeo, la cfe las razas, e poema en su conjunt_o, tienen 11,•,1 y real. El interés de Hesíodo está centrado precisamente
como objetivo edificar a Perses, pequeño agricultor como su nl>rc los problemas que corresponden, al mismo tiempo, a la
0
hermano. Perses debe renunciar a la Hybris, dedicarse al tra­ 1 1, 111wra y tercera función, que les competen solidariamente.11
bajo y no buscarle tampoco a Hesíodo proceso alguno ni malos 1 11 1·sle sentido su mensaje tiene un doble aspecto; él mismo
pleitos. 106 Pero esta lección del hermano al hermano, del cam­ , unbiguo, como todo en la edad de hierro. Se diri e al c_!I}
pesino al campesino, se aplica igualmente a los basfleis, en la , \ .1dor Perses -enfrentado con una tierra ingrata, con las
medida en que a ellos incumbe el arreglo de los litigios y juz­ 1, 11das, el fiambre y la pobreza- para _predicarle el trabajo;
gar rectamente las causas. Ellos no se encuentran situados en , dirige también, por encima de Perses, a los reyes que viven
el mismo plano que Perses: su papel no es el de trabajar y , I, una forma enteramente diferente, en la ciudad, pasando su
Hesíodo no les incita a ello; deben respetar la Díké dictando tu 111po en el ágora sin tener que trabajar. La causa debe bus-
justas sentencias. Ciertamente, es grande la distancia entre la ' w en que el mundo de Hesíodo, contrariamente a éste de
I , , poca de oro, es un mundo mezclado donde coexisten uno
111110 al otro, aunque enfrentados por su función, los pequeños
104. Cf. 11:douard WIIL, "Aux origines du régime foncier grec. l<l, grandes, los miserables, aiotA.oí, y los nobles, fobA.oi,11 1 los
Homere, Hésiode et l'arriere-plan mycénien", Revue des :Etudes anciennes,
59, (1957), pp. 5-50. En ella se encontrarán sugestivas indicaciones que 107. Los Trabajos, 264.
se refieren a las modificaciones del estatuto de los bienes raíces de los I0H. Louis GERNET escribe: "La ll/x'Yj hesiódica {contrariamente a la
que la obra de Hesíodo da testimonio {reparto de la herencia, parcelación homérica, más homogénea), es múltiple y contradictoria porque
de las tierras, formas de cesión del Kleros, deudas y créditos, proceso de ¡,1111do a un nuevo estado y a un estado crítico de la sociedad; la llíu¡-
expropiación de los pequeños propietarios, acaparamiento de las tierras 111,nhre será eventualmente la fuerza que triunfe en el derecho {189,
sin valor por los poderosos). Louis GERNET subraya, paralelamente al 1 ) la �ix'Y) -sentencia es considerada frecuentemente como injusta (39,
nuevo empleo del término polis, que designa una sociedad ya organizada, 1 1 ',:ll, 262, 264; cf. 254, 269, 271). A estas dos formas de la Ux11
la transformación de la función judicial, que se señala de Homero a 11¡11J11(' la tiíx'Yj divina {219-220 y 258 ss.): en estos dos pasajes, ti.ix'Yj es
Hesíodo: Recherches sur le développement de la pensée iuridique et 1, 1111í1,·sis formal de las llixm" (op. cit., p. 16). Cf. también las observa-
morale en Grece (París, 1917), pp. 14-15. 11111 cid autor sobre la divinización de Alllw<;, en Hesíodo; p. 75.
105. Se conoce el papel que ha jugado, en los orígenes de la Ciudad, 1 o:J Los Trabajos, 238 ss.
la desaparición del guerrero como categoría social particular y como tipo 1 1 o. Esta dependencia se reconoce claramente en la parte del poema
de hombre que encama virtudes específicas. La transformación del 11A 10s donde este autor recoge, de acuerdo con Hesíodo, el relato de
guerrero de la epopeya en hoplita que combate en formación cerrada, no 1, , , 1\ metálicas. El reinado de .l/1.'Yj se manifiesta allí inseparable de la
sólo determina una revolución en el seno de las técnicas militares sino 1 .l.ul agrícola. Los hombres de oro ignoran la discordia y la lucha;
también expresa, en el plano social, religioso y psicológico, un cambio , , !los el "buey, el arado y la misma ll/x'Y), dispensadora de bienes

decisivo. Cf., en particular, Henri JEANMAIRE, Couroi et Couretes (Lille, 1 11 1111111s, suministran todo en sobreabundancia". Los hombres de bronce,
1939), pp. 115 SS, 11 11w tiempo que forjan la espada de la guerra y del crimen, matan y
106. Tocante al litigio entre los dos hermanos, la materia y las vicisi­ 111 11 ,·l buey de los trabajos agrícolas (Fenómenos, 110 ss.).
tudes del proceso, cf. B. A. VAN GRONINGEN, Hésiode et Perses (Arnster­ 111 Los Trabajos, 214, donde la oposición se encuentra bien seña­
dam, 1957). l, 1
50 MITO Y PENSAMIENTO EN LA GRECIA ANTIGUA ESTRUCTURAS DEL MITO 51

agricultores y los reyes. En este universo discordante, no exis­ rcEción trifuncional, sino ue también transforma esta estruc­
te otro socorro que Diké. Si ella desaparece, todo se obscurece t n ra tñp_ artitaµ esva orizar la actividad guerrera, hace de
en el caos. Si es respetada por éstos cuya vida está consagrada t•lla, en la persE.ectiva religiosa que le es ropia no tanto un
al ponos y por quienes dictan el derecho, habrá más bienes 111vel funcional entre otros, cuanto la fuente del mal)'. del co�­
que males; se evitarán los sufrimientos que no son inherentes flicto en el universo.
a la condición mortal.
¿Cuál es entonces el puesto de la actividad guerrera? En
el cuadro que Hesíodo traza de la sociedad de su tiempo, ya
no constituye un nivel funcional auténtico q_ue corresponda a 1 1:1, MITO HESIÓDICO DE LAS RAZAS.
una realidad humana de hecho. Ella no tiene otro papel sino , 'onRE UN "ENSAYO DE RECTIFICACIÓN" l
el de justificar, en el plano del mito, la presencia, en el mundo
de los reyes y de los campesinos, de un principio nefasto, de En un Ensayo de rectificación sobre el mito hesiódico de
esta Hybris, factor de discordia y de disputa. Suministra una l 1� razas, J. Defradas ha sometido a una crítica severa la
respuesta a lo que podría llamarse en un vocabulario dema­ 11tl'rpretación que yo había propuesto, siguiendo a G. Dumé­
siado moderno, el problema del Mal. ¿Dónde reside, en efecto, d, del texto de Los Trabajos y los Días. Su análisis le lleva
la diferencia entre la Justicia y la Fecundidad que reinan 1 rl'chazar enteramente las conclusiones a las cuales yo había
en la edad de oro y las que se manifiestan en la edad de hie­ lli•gado y que se basarían, según él, en una lectura superficial.
rro, en un mundo de discordancias? En la época de oro, Jus­ t 1� objeciones de J. Defradas se presentan como sigue:
ticia y Fecundidad son "puras": no tienen contrapartida. La 1. Yo habría desconocido, a causa de "la substitución de
Justicia se impone por ella misma; no tiene ni discordias ni 1111 esquema cronológico por un esquema estructural", los
procesos que arreglar, de forma semejante la Fecundidad trae 1 pl'ctos temporales del relato de Hesíodo, hasta el punto de
consigo "automáticamente" la abundancia, sin tener necesidad 111 l'I c·nder que las razas no se suceden en el tiempo. Según mi
alguna de la emulación del trabajo. La época de oro ignora, 11111•rpretación, escribe J. Defradas, el mito "agruparía de dos
en todos los sentidos, la Eris. Por el contrario, es la Lucha la 11 e los las razas, las cuales no se sucederían, sino que serían
que define el modo de existencia en la edad de hierro, o más 1111 1 transposición de las tres fµnciones fundamentales de la SQ.-
exactamente, son las dos Luchas contrarias, la buena y la' mala. 11, dad indo-europea". Sin embargo, Hesíodo, observa el autor
También la diké, tanto la del rey como la del agricultor, d, la puntualización, ha tenido cuidado de precisar que la
deben siempre ejercerse a través de una Eris. La diké de los , ¡r1111da raza ha sido creada más tarde que la primera, p.E-có-
reyes consiste en apaciguar las querellas, en arbitrar los con­ 1 10 � (v. 127), que la tercera no ha aparecido sino después
flictos que ha suscitado la mala Eris. La diké del agricultor, 1 l.1 desaparición de la segunda, la cuarta una vez desapare-
en hacer de la Eris virtud, desplazando la lucha y la rivalidad 1 l I In tercera, finalmente, la quinta es introducida por la
del terreno de la guerra al del trabajo, donde, en lugar de des­ , il 1hrn t,m-ca (v. 174). Tenemos, por consiguiente, que bablar
truir, ellas construyen, en lugar de sembrar ruinas, proporcio­ 1 1111a serie diacrónica.
nan la abundancia fecunda. " Se sostiene, en general, que cada raza es inferior a la
¿Pero de dónde viene la Eris? ¿Cuál es su origen? Indiso­ pi 1 1 1 •dente, excepción hecha de la de los héroes. Al afirmar
lublemente asociada a la Hybris, Lucha representa el espíritu p11 nada parecido se dice de la raza de bronce en relación a
mismo de la actividad guerrera; ella manifiesta la naturaleza
profunda del combatiente; es el principio que, "haciendo pro­
gresar la guerra nefasta", predomina en la segunda función. /levue de philologie (1966), pp. 247-276.
El relato de las razas atestigua así lo que un pensamiento J. DEFRADAS, "Le mythe hésiodique des races. Essai de mise au
111 • J,'Information littéraire (1965), n.º 4, pp. 152-156; J.-P. VERNANT,
mítico como el de Hesíodo puede a la vez englobar de riguro­ 111rtho hésiodique des races. Essai d'analyse structurale", Revue de

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samente elaborado y de innovador. No sól Hesíodo reinter_­
reta el mito de las razas metálicas en el marco de una con-
111 /,1111· des Religions (1960), pp. 21-:.54; reproducido en la presente obra,
111,1 pp. 21-51.

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