Está en la página 1de 40

Imaginarios y representaciones sociales y culturales en transición

Imaginarios y
representaciones
L os textos compilados en este libro destacan, en pri-
mera instancia, por su diálogo disciplinar (aspiración
sociales y culturales
original del colectivo), sin pretender sumarse a la discu-
sión conceptual que define la multidisciplina, la trans-
en transición
disciplina o la interdisciplina. También se ha trabajado
desde distintas perspectivas teóricas con el propósito
de conocer con mayor claridad algunos de los diversos
fenómenos socioculturales ocurridos entre los siglos xix,
xx y xxi, a saber: las identidades de comunidades polí-

Aideé Arellano Ceballos | Carlos Ramírez Vuelvas


ticas (naciones), de actores sociales especíicos (jóvenes y
mujeres) o de agrupaciones sociales (pescadores); la re-
presentación de fenómenos naturales y del apocalipsis en
medios de comunicación o la evolución histórica sobre al-
gunas perspectivas de conocimiento del imaginario social
y cultural que aparecen explícitas en la exposición teórica
de cada uno de los textos. Aideé Arellano Ceballos
Carlos Ramírez Vuelvas
coordinadores
Imaginarios y representaciones
sociales y culturales en transición

Aideé Arellano Ceballos


Carlos Ramírez Vuelvas
coordinadores
Diseño de portada e interiores
Javier Muñoz Nájera

dr © CL Editorial Praxis, S.A. de C.V.


Vértiz, 185-000, col. Doctores, del. Cuauhtémoc,
06720, México, df, telefax 57 61 94 13
w w w. e d i t o r i a l p r a x i s . c o m
Primera edición, 2014
isbn 978-607-420-169-7

Reservados todos los derechos. Ninguna parte de este libro puede ser
reproducida, archivada o transmitida, en cualquier sistema —electrónico,
mecánico, de fotorreproducción, de almacenamiento en memoria o cualquier
otro—, sin hacerse acreedor a las sanciones establecidas en las leyes, salvo con
el permiso escrito del titular del copyright. Las características tipográicas, de
composición, diseño, corrección, formato, son propiedad del editor.
Aideé Arellano Ceballos
Carlos Ramírez Vuelvas
coordinadores

Imaginarios y representaciones
sociales y culturales en transición
Representaciones en san Felipe
de Jesús (santo patrono contra
incendios y temblores)

Raymundo Padilla Lozoya5

E
n el siglo xvi, Felipe de las Casas Martínez fue un criollo
cuya infancia y juventud le permitieron ser un niño rico,
misionero franciscano y mártir, para ejemplo de muchas
generaciones de católicos. Al iniciar el siglo xvii, en la Villa de
Colima, México, fue declarado santo patrono contra incendios
y temblores, y desde entonces protege a los colimenses contra
esas calamidades. En el ámbito religioso, su trayectoria de vida
es importante porque lo llevó a convertirse en el primer santo de
México: san Felipe de Jesús. Y como se hará evidente en el pre-
sente documento, existen ciertos acontecimientos, fenómenos
naturales y desastres que han sido desvalorados por la historio-
grafía, pero que al incorporarlos al contexto histórico permiten
reinterpretar las razones del martirio de Felipe de Jesús y 25 re-
ligiosos más, ocurrido el 5 de febrero de 1597 en Japón. Para la
teoría de las representaciones, éste es un caso de representación
cultural con enfoque histórico en un personaje que es el núcleo
de una representación en transición. Este relato está enfocado
en los años de transición de Felipe de las Casas a san Felipe de
5
Profesor e investigador de la Facultad de Letras y Comunicación de la Universidad de
Colima y miembro de la Sociedad Colimense de Estudios Históricos y de la Red de Desastres
Asociados a Fenómenos Hidrometeorológicos y Climáticos (Redesclim).

96
Representaciones en san Felipe de Jesús… 97

Jesús y Santo Patrono, aunque su representación ha perdurado


por más de cuatro siglos.
¿Qué es un santo patrono? Los humanos declarados santos
fueron personas que se distinguieron por sus características
morales, por su labor en beneicio de la sociedad o por su iden-
tiicación y comunicación con divinidades. A esos santos, los
creyentes suelen invocarles apoyo en situaciones de emergencia
individual o colectiva, ya sea por causa de desastre o desgracia
personal. Algunos santos además son denominados santos pa-
tronos, porque algún rasgo característico los relaciona con una
habilidad particular, ya sea intervención divina o protección
simbólica, lo cual produce una percepción reconfortante o es-
peranzadora para el creyente. En su mayoría, los santos patronos
surgen cuando un colectivo los declara, los invoca y la súplica
puede resultar positiva o negativa.
Algunos santos patronos son muy conocidos y su patro-
nazgo se perpetúa durante siglos y generaciones; por ejemplo,
san Francisco de Asís es considerado santo patrono protector
contra tempestades, pero también justiciero por medio de ellas.
En Cuba, el Caribe y Baja California Sur, ha sido documen-
tado por antropólogos y meteorólogos el Cordonazo de San
Francisco, un fenómeno muy conocido por la población coste-
ra. Se trata de un huracán que se presenta el 4 de octubre, Día
de San Francisco de Asís, el cual se cree que causa destrozos
como castigo por los pecados cometidos y aunque mueren per-
sonas, deja sobrevivientes para testiicar la divina misericordia
(Ortiz, 1984: 76-77; Hurd, 1929: 44).
La primera representación divina, femenina y escultórica que
trajeron los españoles en el siglo xvi a la Nueva España fue la
Virgen de los Remedios. Los ibéricos la depositaron en la ciu-
dad de México, y se cree que la protege desde 1547, cuando el
«cabildo de la ciudad tomó bajo su protección el culto de la
imagen» (Matabuena y Rodríguez, 2008: 55). En total, cuatro
98 Padilla Lozoya

vírgenes protegen a la gran capital de nuestro país, por cada uno


de sus cuatro vientos: «al norte, la de Guadalupe; al sur, la de la
piedad; al oriente, la de la Bala; y al poniente, la de los Remedios;
las del norte y sur son de pintura, las de oriente y poniente, son
de talla [de madera]» (Matabuena y Rodríguez, 2008: 49). La
Virgen de los Remedios es patrona de la ciudad de México y pro-
tectora de sequías y pestes, y la Virgen de Guadalupe protege
contra las inundaciones (Matabuena y Rodríguez, 2008: 45).
En Colima, desde el siglo xvii han sido documentados san-
tos patronos locales, a los cuales se les solicita interceder ante
Dios, para conseguir un in, ya sea bonanza, salud, buen tempo-
ral, protección. Por ejemplo, en 1617, un corsario inglés llegó a
Salagua «en son de guerra y de conquista» (López, 1953: 64),
pero el capitán Sebastián de Vizcaíno, con un reducido grupo
de colimenses les hizo frente en el bosque y según su percepción,
consiguieron el triunfo debido a que invocaron la protección de
la Santa María de Guadalupe. La batalla era desigual en número
de rivales, los ingleses eran más y contaban con cañones, mientras
que los locales usaban armas cortas. Pero al descender del bar-
co, los defensores colimenses, guiados por el capitán Vizcaíno se
impusieron en la batalla e hicieron prisioneros. Por la protección
recibida y el triunfo, proclamaron patrona y protectora a la Santa
María de Guadalupe. Así, el patronazgo guadalupano colimense
se convirtió en el primero en México, ya que el metropolitano fue
proclamado 120 años después (López, 1953: 64).
La Diócesis de Colima estuvo consagrada durante el si-
glo xviii «al primer protector, al Divino Corazón de Jesús.
La Santa Patrona de toda la Diócesis de Colima y de la Iglesia
Catedral era Ntra. Madre y Reina, Santa María de Guadalupe»
(Cárdenas, 1941: 37-38) y San José era «nuestro muy amado
protector» (Cárdenas, 1941: 37-38). Acerca de este mismo pe-
riodo, la historiadora Rosa María Alvarado identiicó que en el
testamento del licenciado Pascual Francisco Pérez Ayala, del 14
Representaciones en san Felipe de Jesús… 99

de marzo de 1767, «menciona que el vecindario tiene por pa-


trón de las semillas a San José, y él como autor del testamento le
erige un altar en la parroquia de esta villa [de Colima]»6. Desde
los siglos xvi, xvii y xviii, en México y en el estado de Colima los
santos patronos han intervenido ante lo que ha representado amena-
zas para la sociedad, como las sequías, epidemias, tempestades, inun-
daciones y hasta los invasores extranjeros7. En síntesis, los santos
patronos son los agentes divinos que forman parte de los ima-
ginarios construidos por la cultura de un grupo religioso para
solicitar la intervención y protección simbólica.
El presente capítulo estudia los antecedentes históricos de la
particular representación de san Felipe de Jesús, porque protege
a la Villa de Colima y su población contra incendios y sismos.
La representación es un concepto que tiene raíces «en la no-
ción durkheimiana de representación colectiva, en las ideas de
Weber, Simmel y Mauss [fue] retomado por Moscovici y reela-
borado por la escuela francesa de psicología social fundada por
este autor» (Flores, 2005: 10). A la propuesta de Moscovici le
dieron continuidad Denise Jodelet (1989) y Jean-Claude Abric
(1994) y en términos muy generales han coincidido en que las
representaciones tienen un carácter simbólico y representan
algo o alguien para algún individuo o grupo.
Para Julia Isabel Flores toda representación es siempre social
y «es un sistema de relaciones inserto dentro de otro más amplio,
que es el sistema cultural» (Flores, 2005: 10). Son muy diversas las
representaciones, «existen sobre actos, objetos, hechos, cualidades
o relaciones; por lo tanto, la historia de los principios de diferencia-
ción es la historia de las representaciones» (Flores, 2005: 11) y están
6
ahec, Libros de Protocolos, caja 22, exp. 12, asunto 5. Testamento (1767). Trabajo inédito de
Concepción Caraballo Bolín, en Rosa María Alvarado, Los testamentos en Colima 1780-1810,
tesis de maestría en historia, Universidad de Colima, México, 2005, 87
7
Desde las ciencias sociales, la «amenaza» es estudiada como una categoría de análisis, no
solamente como un elemento físico natural o antropogénico, interno o exógeno a la comunidad
amenazada (véase Briones, 2012).
100 Padilla Lozoya

constituidas «por un conjunto de informaciones, de creencias,


de opiniones y de actitudes a propósito de un objeto dado»
(Flores, 2005: 15). Ese objeto puede ser el «núcleo o centro» de
representación (Abric, 2011: 20-23) en el que inciden diversos
elementos periféricos como los estereotipos, creencias, juicios,
acontecimientos cercanos o distantes.
Las representaciones han sido objeto de estudio de diversos
enfoques y disciplinas, lo cual ha suscitado ciertas diferenciacio-
nes. Según el antropólogo Fernando Briones Gamboa (2012),
las representaciones sociales son interpretaciones de la realidad
producidas a través de la experiencia colectiva y el conocimiento.
Para el historiador Robert Darnton (1987) las representaciones
culturales nos muestran la forma de pensar de una sociedad en
una época, en determinado contexto, clase social, grupo, situa-
ción, tiempo y espacio social. En síntesis, relejan cómo pensaba
una sociedad, cómo construyó su mundo, cómo le dio signiica-
do y cómo le infundió emociones. Este tipo de representaciones
son observadas en este capítulo.
El estudio de las representaciones culturales desde el enfo-
que histórico es importante, porque aporta información para
comprender los lazos que dan cohesión social a una comunidad
para transitar una etapa de crisis; en este caso, producida por las
relaciones sociales que se efectuaban en un medio físico distin-
to para una cultura española insertada que impuso sus maneras
de responder ante ciertos fenómenos naturales que devinieron
amenazas: los incendios y los sismos. Como sintetiza Abric, en
una perspectiva histórica las representaciones «son informa-
tivas y explicativas del tipo de lazos entre los grupos e indivi-
duos, y de las relaciones de los individuos con su entorno social.
Pero además con su entorno natural. Evidencian las creencias,
opiniones y actitudes de los individuos y grupos sobre algo»
(Abric, 2011: 17-18).
Representaciones en san Felipe de Jesús… 101

Las representaciones analizadas desde un enfoque histórico


nos proyectan luces sobre la realidad construida por los grupos
sociales, con base en su intelecto, creencias y cosmovisión, con
lo cual respondían de distintas maneras particulares. Sin esta
evidencia es incompleta la comprensión de una conmemoración
que inició en el siglo xvii en Colima y que se ha perpetuado a
través de los siglos, hasta nuestros días.
El presente documento incorpora al relato histórico de un
personaje religioso varios fenómenos naturales que fueron per-
cibidos por la sociedad japonesa, española y colimense de dis-
tintas maneras. Algunos acontecimientos impactaron de forma
severa y detonaron desastres que forman parte del contexto en
que se construyó la representación de san Felipe de Jesús8, por
lo que también se notarán aspectos de percepción de la natu-
raleza en los siglos xvi y xvii. Las representaciones y percep-
ciones mantienen vínculos muy estrechos. Para la historiadora
Margarita Gascón, ambas «están íntimamente conectadas, a tal
punto que sería imposible estudiar temas de la percepción de
la realidad sin contar con las representaciones hechas de lo que
se percibe de esa realidad. En otras palabras, podemos conocer
aspectos de la percepción debido a que existen representaciones
verbales y visuales sobre ella» (Gascón, 2005: 47), así como
prácticas con base en la percepción.
La lectura teórica y las relexiones permitieron elaborar un con-
junto de preguntas que guiaron esta investigación. Por ejemplo,
¿cómo fue que san Felipe de Jesús se convirtió en santo patrono
contra incendios y temblores de la Villa de Colima?, ¿por qué un
joven de 25 años de edad representa a un protector contra incen-
dios y temblores?, ¿en qué pensaban los colimenses del siglo xvii,

8
Desde el enfoque actual de las ciencias sociales, el fenómeno natural nos es per se sinónimo
de desastre. Se entiende que desastre es el resultado de la combinación entre una sociedad con
condiciones de vulnerabilidad y la exposición al impacto de un agente amenazante, ya sea de
origen natural o antropogénico.
102 Padilla Lozoya

cuando eligieron a Felipe de Jesús como santo patrono?, ¿cuáles


eran sus prioridades?, ¿cuántos incendios y temblores propicia-
ron la respuesta por medio de la protección simbólica?, ¿cómo
le dieron signiicado a la representación de san Felipe de Jesús?,
¿cómo le infundieron emociones? Para dar respuesta a estas in-
terrogantes, se consultaron repositorios históricos, pero se en-
contraron vacíos de información, por lo que se optó por realizar
esta investigación con base en las fuentes bibliográicas histó-
ricas disponibles en bibliotecas locales, virtuales y particulares.
Entre los pocos documentos disponibles, en el Archivo
Histórico del Municipio de Colima se encuentra evidencia del
juramento colimense a san Felipe de Jesús, las conmemoraciones
anuales de cada cinco de febrero y de los casos en que ha sido in-
vocada su intervención a causa de algún desastre, principalmen-
te detonado por un sismo. Pero sobre la biografía de san Felipe
de Jesús existe muy poca evidencia histórica tangible, por ello
son escasas las publicaciones que aportan datos de fuentes pri-
marias acerca de Felipe de las Casas. Existen discrepancias en su
fecha de nacimiento, bautizo y por consecuencia en las fechas de
los momentos sobresalientes de su vida. Este personaje religioso
no redactó un diario, ni ha sido localizada correspondencia, no
emitió discursos y se cree que en el momento de su cruciixión
alcanzó a pronunciar las palabras «Jesús, Jesús, Jesús», entre lo
poco que se reconoce en la historiografía.
Felipe de Jesús es un personaje enigmático, y sobre él han sido
publicados escasos trabajos sustentados con evidencia histórica
contextual (De Medina, 1682; Montes de Oca, 1801; ljmm,
1802; Quesada, 1962; Hernández, 1981; Escalada, 1991). Pero
al indagar en un marco epistémico más general ha sido posible
encontrar en otras fuentes diversos fragmentos del personaje,
los cuales en conjunto constituyen un hilo discursivo (De Santa
María, 1615; Cárdenas, 1941; Sánchez, 1995; De Morga, 2007;
Borao, 2005; García-Herrera, 2012).
Representaciones en san Felipe de Jesús… 103

Para analizar la evidencia bibliográica de este caso fue ne-


cesario construir un hilo discursivo de una estructura que orde-
nara los relatos, fragmentados, de las diversas fuentes históricas
primarias y secundarias. Sigfried Jäger (2003: 81) nombra
hilos discursivos a los procesos discursivos temáticamente unifor-
mes. Cada hilo discursivo tiene una dimensión sincrónica y otra
diacrónica. Un corte sincrónico en un hilo discursivo posee un
cierto rango cualitativo (inito). Dicho corte se realiza con el in
de identiicar lo que se ha dicho o lo que era, es y será decible en un
particular punto del pasado, el presente o el futuro.

Para construir ese hilo discursivo fue necesario reunir un con-


junto de fragmentos de información, extraídos de diversas fuen-
tes, en este caso bibliográfícas. Siguiendo a Jäger, «un fragmento
discursivo es un texto o una parte de un texto que aborda un deter-
minado tema. […] Esto signiica que los fragmentos discursivos se
combinan para constituir hilos discursivos» (2003: 81).
Para elaborar el hilo discursivo fue necesario prestar atención a
los diversos temas, pues los fragmentos discursivos suelen estar vin-
culados con otros asuntos. Para sortear este problema y extraer los
fragmentos precisos, en este ejercicio fue leída cada una de las fuentes,
luego se elaboró una lista de categorías temáticas, se extrajo la infor-
mación para cada una, se les dio un orden cronológico y se elaboró el
hilo discursivo con el menor enmarañamiento posible. Las catego-
rías fueron padres, nacimiento, estudios, oicio religioso, Filipinas,
Japón, martirio y fenómenos de la naturaleza y extraños. Como se
apreciará, los fragmentos discursivos surgieron de acontecimientos
históricos reportados porque tuvieron una importancia signiicati-
va para una sociedad y han sido ordenados cronológicamente para
facilitar la comprensión de la construcción discursiva.
En las fuentes bibliográicas consultadas para el presente capítulo
se observan las diversas representaciones del mismo personaje, pero
también se hace evidente el origen de una tradición colimense
104 Padilla Lozoya

anual relacionada con san Felipe de Jesús y con desastres que ha


sido respaldada con historias escritas. Este proceso, analizado por
Eric Hobsbawn (2012: 19), se trata de la invención de una tradi-
ción, ya que «todas las tradiciones inventadas, hasta donde les es
posible, usan la historia como legitimadora de la acción y cimien-
to de la cohesión del grupo».
Desde la antropología y la historia se entiende que las inadecua-
das relaciones construidas por una sociedad con su medio ambiente
a lo largo del tiempo, más una amenaza intensa que produce daños
debidos a condiciones de vulnerabilidad, componen lo que se deine
como un desastre (Oliver-Smith y Hofman, 2002; García-Acosta,
2005). Esta reciente perspectiva considera que el fenómeno natural
no es sinónimo de desastre sino el producto de una construcción so-
cial de riesgos que suelen convertirse en desastrosos. De ahí que en
este enfoque constructivista los desastres más que actos de Dios o actos
de la naturaleza son actos del hombre y de su cultura, resultantes de
procesos multicausales, multifactoriales y multidimensionales. Y
cada desastre requiere una explicación a nivel sociocultural, la cual
puede producir explicaciones asociadas con representaciones natu-
rales, tecnológicas, simbólicas, culturales o divinas.
En el presente capítulo se hace evidente la construcción de
una representación cultural-divina que hasta nuestros días ha
sido parte de la respuesta organizada de una comunidad ante la
amenaza que representan los incendios y sismos, para una socie-
dad ubicada geográicamente en una zona que produce sismos
de gran magnitud, con impactos severos (Cenapred, 2001).

Felipe de las Casas, núcleo de la representación


Toda representación tiene un núcleo o centro en el que conluyen las
distintas percepciones, imaginarios, creencias e ideas individuales o
colectivas (Abric, 2011; Flores, 2005). En el presente capítulo, el
Representaciones en san Felipe de Jesús… 105

centro de la representación es Felipe de las Casas Martínez, quien


durante su corta vida mortal representó algunos roles, y tras su
martirio y canonización representó otros roles simbólicos. Como
se describirá a continuación, su representación transitó entre dis-
tintos tiempos y grupos, principalmente su familia, los religiosos
franciscanos, los japoneses y los colimenses. De tal manera que re-
presentó algo distinto, dependiendo de sus acciones, las ideologías
y de los contextos sociopolíticos en que se desenvolvió.
Ningún acontecimiento histórico termina su proceso en algu-
na fecha especíica; del mismo modo, las acciones y vivencias se
prolongan a lo largo de la vida y más allá por medio de las memo-
rias. Sin embargo, para ines de análisis es preciso delimitar, con tal
de esclarecer y enfocar la relexión. Por eso fue dividida la biografía
de Felipe de las Casas Martínez en representaciones como niño
rico y joven rebelde, hermano franciscano, mártir y santo patrono.

El niño rico y joven rebelde


El 5 de noviembre de 1570 tuvo lugar el matrimonio entre Alonso
de las Casas y Antonia Martínez, en el Sagrario Metropolitano
de Sevilla. Meses después, tras algunas gestiones y el favor de un
amigo, el 10 de agosto de 1571 ambos partieron con rumbo al
Puerto de Veracruz. Al cruzar el Caribe su viaje se volvió «terri-
ble, pues una furiosa tempestad, ocurrida en octubre de 1571,
destrozó el barco en el que hicieron la travesía, aunque ellos pu-
dieron salvar sus vidas» (Pimentel, 2000:11).
Al llegar a México se instalaron y en poco tiempo la pareja
gozaba de una cómoda estabilidad económica, gracias al nego-
cio de la platería. Al nacer el primogénito Felipe de las Casas
Martínez, lo menos que representó para su familia fue un pro-
106 Padilla Lozoya

blema9. El pequeño criollo fue recibido en el lecho de una fami-


lia rica y opulenta (ljmm, 1802: 41). La casa de fachada chata y
de cantera estaba ubicada en la colonia de los artesanos plateros.
El mismo día de su nacimiento, fue bautizado en la Catedral
de México, donde solamente algunos privilegiados recibían el
cobijo de la iglesia y el sacramento bautismal10. El acta de naci-
miento se extravió o quizás se perdió en algún imprevisto, como
las inundaciones de la ciudad de México (ljmm, 1802: 41). Tan
sólo en 1579 inició una inundación que duró hasta 1580; en
1604 y 1607 hubo otras inundaciones que afectaron gravemente
la ciudad de México y a sus habitantes (Rojas, 2011: 25).
Según las fuentes bibliográicas, en 1585 el joven Felipe de
las Casas estudió gramática con el memorable sacerdote Pedro
Gutiérrez, en el Colegio Máximo de San Pedro y San Pablo
(Quesada, 1962: 87). Dicha institución era de las más presti-
giadas en la Nueva España y acudían a ella jóvenes provenientes
de familias honorables. Posteriormente, a los 16 años ingresó al
convento de Santa Bárbara, en Puebla. Ahí realizó su noviciado
pero «antes de profesar dejó el hábito y vivió nuevamente en el
hogar paterno» (Hernández Corona, 1981: 1).
Al abandonar la formación religiosa fue considerado un joven
rebelde. Según Montes de Oca, fue «vencido de la tentación»
y «volvió al siglo» (Quesada, 1962: 90). Con frases como éstas
se explica su condición ante la ausencia de documentos. Como
represalia, sus padres lo incorporaron al negocio de la platería,

9
Se desconoce el acta de fe de bautizo y se han producido discrepancias históricas con re-
lación al año del nacimiento; según Hernández (1981) y Pimentel (2000) ocurrió en 1572;
para el editor Manuel Quesada Brandi (1962) Felipe las Casas Martínez nació en 1574 y así lo
precisa en su reconocida obra titulada San Felipe de Jesús 1574-1962.
10
Aún se encuentra en la Catedral Metropolitana la pila bautismal donde se supone fue bautizado
Felipe de las Casas Martínez. Alrededor de la celda que protege la pila se lee la siguiente leyenda:
«En esta pila fue bautizado el gloriosísimo mártir de Japón, san Felipe de Jesús, criollo de esta ciudad
de México y su patrón». Existe otra discrepancia histórica en relación con el bautizo: el grabado
realizado por Montes de Oca (1801) ilustra el suceso y en la leyenda al pie de la imagen precisa que
ocurrió en 1575, no en 1572 o en 1574, como lo argumentan otras fuentes bibliográicas.
Representaciones en san Felipe de Jesús… 107

pero él desistió. Según las fuentes, sus padres optaron por darle
dinero y consejos y lo enviaron a Filipinas con la intención de que
se hiciera comerciante (ljmm, 1802: 45). Hasta cerca del año de
1591 se puede considerar que termina un ciclo en la vida del jo-
ven Felipe de las Casas Martínez, quien representó para su familia
lo propio de un hijo, de quien se esperaba que se convirtiera en un
hombre religioso, pero desistió; en un hombre de trabajo comer-
cial, pero igualmente cambió de parecer; hasta que se embarcó en
Acapulco hacia una nueva empresa con destino en las Filipinas.

El hermano franciscano
Al llegar a Filipinas, en lugar de dedicarse al negocio que le habían
impulsado sus padres, Felipe de las Casas decidió formar hábito
con los franciscanos en el convento de Santa María de los Ángeles
de los Descalzos del Santo Padre San Francisco, de la ciudad de
Manila (Montes de Oca, 1801: 93). Reconsideró la formación
que había abandonado en México, y en las Filipinas ofreció sus
servicios cuidando a los enfermos. Estos actos lo hicieron iden-
tiicarse con Jesús de Nazaret, y el 22 de mayo de 1594 mudó su
apellido De Las Casas, por el De Jesús (ljmm, 1802: 53). Luego,
tras cuatro años de labor altruista, buscó ordenarse sacerdote,
pero en Filipinas no había obispo, por lo que pretendió regresar
a la ciudad de México y se embarcó en el puerto de Cavite. Es
deducible que el joven De las Casas Martínez tenía el apoyo de sus
hermanos franciscanos y se iniere que representaba para ellos un
prometedor misionero. Sin embargo, una serie de fenómenos
naturales y desastres inluyeron en el imaginario de los japone-
ses que posteriormente lo ejecutaron.
108 Padilla Lozoya

Imaginarios y desastres en Japón

Mientras que Felipe de las Casas era un niño que estudiaba gramá-
tica en un prestigiado colegio, el emperador de Japón, Toyotomi
Hideyoshi, lidiaba un complejo conlicto ideológico que enfrentaba
a los religiosos locales sintoístas y bonzos con los misioneros
jesuitas españoles y los portugueses (Borao, 2005). Según una
fuente electrónica, el emperador, también llamado Taycozama,
que signiica «Señor, mi gran señor», vivía en Meaco, Miaco
o Miako, antiguo nombre de la actual ciudad de Kyoto, enton-
ces compuesta por «1,858 calles, 137 palacios, 2,127 templos
sintoístas, 3,893 budistas, 18,000 bonzos, y 87 puentes; era una
ciudad inmensa. El número de cristianos bautizados por los je-
suitas ascendía a unos 6,000, perdidos en una masa de cerca de
400,000 habitantes» (Sánchez, 1997). Ante las fuertes pugnas
ideológicas y los pocos acuerdos, el emperador envió varias cartas
amenazantes de muerte a los cristianos y jesuitas, y tomó la deter-
minación de expulsarlos de Japón en 1585.
En los siguientes años el emperador fue cambiando de pa-
recer con los religiosos cristianos y en 1593 les ofreció «a los
franciscanos un lugar de residencia en Meaco» (Borao, 2005:
6). En enero de 1595 fue irmado un pacto de amistad entre
España y Japón; el emperador invitaba a los franciscanos a visitar
Kyoto, «renunciaba a actuaciones ofensivas e incluso se ofrecía
como protector de los franciscanos» (Borao, 2005: 6), por lo
que los religiosos predicaban en las calles y buscaban convertir a
los japoneses en cristianos. El 4 de octubre de ese mismo año de
1595, Día de San Francisco de Asís, fue inaugurado en Filipinas
el primer templo franciscano llamado de Nuestra Señora de los
Ángeles (Sánchez, 1997) y en Japón construyeron más templos.
Pero estas acciones tan positivas para los franciscanos eran mal
vistas por los religiosos japoneses sintoístas, bonzos y budistas,
quienes dedicaban muchos esfuerzos para inluir en el empera-
Representaciones en san Felipe de Jesús… 109

dor Toyotomi Hideyoshi para convencerlo de que los religiosos


cristianos eran una mala inluencia y atentaban contra las ances-
trales religiones locales.
En 1596 ocurrió una serie de fenómenos naturales y desastres
que fueron aprovechados por los religiosos japoneses para forta-
lecer la inluencia sobre el emperador, quien al ver amenazado
su imperio tomó la decisión de encarcelar a los franciscanos en
Japón y martirizarlos. Como se ha documentado, algunos fenó-
menos naturales extremos e incomprensibles para las sociedades
antiguas afectaban la percepción colectiva de manera extraordi-
naria y en algunos casos creaban representaciones muy particu-
lares de la amenaza, el miedo o la protección. Por ejemplo, para
la historiadora Margarita Gascón, los eclipses y cometas eran in-
terpretados como malos augurios y señales proféticas. Por ello a
principios del siglo xvi, «los astrólogos europeos habrían anun-
ciado la muerte del rey Fernando el Católico y, de acuerdo con
los astrólogos mexicanos, el inal del imperio azteca» (Gascón,
2009: 26). Para algunas culturas los fenómenos naturales inusua-
les constituían presagios. Por ejemplo, sobre la llegada de los es-
pañoles al continente americano, Miguel León-Portilla (1992)
documentó en La visión de los vencidos las manifestaciones de
ocho presagios muy representativos para los nativos: un cometa,
el incendio en el templo de Huitzilopochtli, un rayo sobre tem-
plo de Xiuhtecuhtli, la caída de un meteorito, hirvió el agua e
inundó casas, una mujer gritaba por la noche que debían mar-
charse, capturaron un pájaro extraño y vieron hombres deformes.
En el imaginario de los aztecas, estas manifestaciones fueron in-
terpretadas como el vaticinio de algo funesto, lo cual representó
para ellos la conquista española en Mesoamérica en el siglo xvi.
En el mismo siglo, pero en 1596 y a miles de kilómetros de
distancia, los consejeros del emperador Toyotomi Hideyoshi en-
contraron en varias manifestaciones naturales consecutivas los
argumentos inobjetables del peligro que representaban los reli-
110 Padilla Lozoya

giosos cristianos. La crónica del franciscano Juan de Santa María,


publicada en 1615, es un documento muy valioso porque des-
cribe ampliamente los sucesos que para otros relatores de la vida
de San Felipe de Jesús han pasado casi inadvertidos o carecen de
importancia para comprender la amenaza que representaron los
religiosos cristianos en ese contexto de conlicto ideológico.
El 22 de julio cayó ceniza y arena volcánica en Japón. «En
Meaco llovió ceniza, y tierra roja, como sangre, con que se cu-
brieron los campos y las calles, y en otras partes gusanos»
(ljmm, 1802: 77). El franciscano Juan de Santa María (1615)
relató el hecho de la siguiente manera: «Se vio nevar todo el
día ceniza, y tierra colorada como sangre, en tanta cantidad, que
cubrió los tejados, las calles y campos, y de melancolía y tristeza
los corazones de todos» (De Santa María, 1615: 68). Es evi-
dente que el acontecimiento representó un suceso asociado con
sangre, al menos para el imaginario de los relatores.
El 15 de agosto los japoneses comenzaron a observar un co-
meta «con crines, y muy largos ramales, tan turbados, que no
se podía distinguir su color» (ljmm, 1802: 77). Y fue evidente
por 15 días. De Santa María (1615: 70) describió al cometa de
la siguiente manera:
Con unas crines, o ramales muy largos en su aspecto furioso, cerca-
do de unos vapores tan gruesos, que no se podía discernir su pro-
pio color, aunque estaba muy bajo y duró por espacio de quince
días. Unos cristianos que le vieron, daban voces diciendo ¡uza uza!
que en su lengua quiere decir «Triste cola, triste cola» y lo fue
harto para todos, así cristianos como gentiles.

Además de los japoneses, los navegantes que acompañaban a


Felipe de Jesús con rumbo a México, cerca de Japón observa-
ron en el horizonte el mismo cometa «terrible, de tristísimo
aspecto, y color turbado, amenazando con sus formidables ra-
yos a la Tartaria y Suria, y principalmente a el Japón» (ljmm,
Representaciones en san Felipe de Jesús… 111

1802: 75). Evidentemente este fenómeno para ellos también


representó un mal augurio.
El 30 de agosto los japoneses de Meaco percibieron un
leve temblor que ocurrió a las ocho de la noche. Causó muy
poca alarma y no imaginaron las proporciones del terremoto
que se presentaría unos días después, el 4 de septiembre, a la
media noche, justo cuando casi todos dormían. Durante el
terremoto, los japoneses que intentaban correr no lograban
salir de sus casas y «muchos se quedaban muertos y sepulta-
dos en ellas, especialmente en los templos, o varelas de ído-
los, que son infinitos y muy suntuosos los que hay en aquel
reino» (De Santa María, 1615: 68-69). En ese sismo fueron
destruidos muchos templos de los religiosos locales sintoís-
tas, bonzos y budistas, aun los más espectaculares, suntuo-
sos y casi todas sus esculturas de piedra y otros materiales.
En cambio, el templo de los franciscanos, recién construido
de madera y de un solo piso, resistió incólume el movimien-
to telúrico que destruyó la ciudad asentada entre múltiples
cauces de ríos con puentes.
Un nuevo terremoto se presentó el 5 de septiembre a las 11
de la noche; el miedo y la incertidumbre hicieron que fuera
percibida su duración entre 10 y 15 minutos. Con este movi-
miento se cayó lo que soportó el sismo del día anterior. Según
describe el franciscano Juan de Santa María (1615: 69), «pa-
recía que debajo de la tierra andaban ejércitos de demonios,
con unos truenos como de una gruesa artillería. De manera
que los hombres andaban por los campos atónitos y espanta-
dos, llorando sus hijos, mujeres y hermanos, que se quedaban
soterrados debajo de las ruinas, y algunos vivos dando vo-
ces sin poder ser socorridos». El gran guerrero y emperador
Toyotomi Hideyoshi estuvo en gran peligro de perder la vida,
como le ocurrió a varias de sus esposas. El emperador «estaba
en la cama, se vio en grande aprieto y escapó huyendo desnu-
112 Padilla Lozoya

do a una cocina baja que había quedado en pie con su hijo en


los brazos; y a la mañana con algunos señores de su Corte, se
retiró a un monte, donde luego dio orden de hacer una casa.
Quedó el desventurado atónito, y espantado con tan grande
melancolía y tristeza» (De Santa María, 1615: 69). Los terre-
motos fueron «muy frecuentes y terribles, que destruyeron la
mayor parte, y los más famosos templos y palacios, quedando
en pie los oratorios de los cristianos» (ljmm, 1802: 78). No
todas las construcciones cayeron, los conventos y casas de los
religiosos franciscanos de la «Compañía de los Descalzos se
conservaron sin lesión alguna, guareciéndose en ellos muchas
personas» (De Santa María, 1615: 69).
Además del terremoto ocurrió un tsunami muy destructivo para
algunas ciudades, como lo describe De Santa María (1615: 70):
En la ciudad de Meaco, Fugimi, Osaka y Zacay hubo un diluvio
general en el cual murió tan gran número de gente, que a mí se
me hace cosa increíble, porque de sólo la ciudad de Zacay, con ser
la más pequeña, y gente más contada la que en ella había, se dice
haber faltado más de treinta mil personas. Y fueron tan grandes
las inundaciones del mar, que en el Reino de Bungo entró el agua
dos leguas [11 km] a tierra adentro y anegó tres o cuatro pueblos,
dejándolos del todo cubiertos.

En los días posteriores, la caída de ceniza y arena, el cometa,


los terremotos, el tsunami y los para ellos inexplicables desas-
tres impactaron en la percepción de la realidad, enturbiando
las emociones de los japoneses. Los religiosos nipones bus-
caron respuestas a las consecutivas desgracias y se formaron
representaciones. Para ellos los cristianos eran parte de la
causa, así que no les resultó difícil aconsejar al emperador
sobre lo que debía hacer con los cristianos que residían en
Japón, los cuales fueron apresados en diciembre, sin razón
evidente para los jesuitas y los franciscanos.
Representaciones en san Felipe de Jesús… 113

Imaginarios y desastres en el mar

Tras varios años de servicio altruista, Felipe de Jesús quiso orde-


narse sacerdote, pero al no haber «un obispo en Filipinas, fue
enviado por su superior a su país natal para ser ordenado», pre-
cisó en 1609 el historiador Antonio de Morga (2007: 71). Debía
cruzar el océano Pacíico en un viaje que podía durar entre cinco
y siete meses, para llegar al puerto de Acapulco, aunque hacía
escalas en los puertos mexicanos de San José del Cabo en Baja
California Sur; Altata, en Sinaloa; y Salagua, en Colima. Días
después del galeón San Felipe, también partió de Filipinas el bar-
co San Gerónimo, con destino Acapulco. Pero a diferencia del
San Felipe, el San Gerónimo llegó al puerto acapulqueño.
En el puerto ilipino de Cavite, el viernes 12 de julio de 1596
se embarcaron cerca de 300 personas en la nao San Felipe11. El
galeón iba a Acapulco
cargado y sobrecargado de ropa y mercaderías, y de muchos espa-
ñoles soldados, y mercaderes, que iban a la Nueva España, y en-
tre ellos siete religiosos, cuatro del Orden de San Agustín, uno de
Santo Domingo, que iba por Vicario del mismo Galeón; y dos de los
Descalzos, Fray Felipe de Jesús, o De las Casas, que fue mártir, y Fray
Juan Pobre, que había venido del Japón, y le enviaba la obediencia
a España (De Santa María, 1615: 71).

Entre los siglos xvi y xix, muchos otros barcos también llamados
«naos de China» realizaron la trayectoria de Filipinas a Nueva
España, sobrecargados de mercancía como el San Felipe. «Tan valiosa
era la carga embarcada que el Gobernador Francisco Tello escri-
bió al Rey de España, que su valor de tasación en México habría
sido de más de un millón 300 mil pesos. El galeón […] partió
[…] con 700 toneladas, bajo el mando del general D. Matías de
11
El galeón San Felipe se llamaba así probablemente en honor a san Felipe Neri, fallecido en
1595, pero el dato aún no está sustentado con evidencia documental.
114 Padilla Lozoya

Sandecho [sic]» (García-Herrera, entre otros, 2012)12. La carga


permanecía en riesgo debido a que el barco duraba más de cinco
meses, entre mayo y noviembre, expuesto a los ciclones tropica-
les recurrentes en el océano Pacíico.
En el mar, los navegantes del galeón San Felipe comenzaron a
percibir acontecimientos amenazantes. El viernes 26 de julio pa-
decieron «la más deshecha tormenta» (ljmm, 1802: 58), pero
no pasó a mayores. El día 15 de agosto presenciaron el mismo
cometa que observaron los japoneses. Pero el día 18 de septiem-
bre «púsoseles delante del navío una espantosa ballena, como
presagio del mal que les amenazaba: dio unas vueltas por debajo
del navío. Temiendo todos que les volcase, tiráronle dos pelotas
con que desapareció» (De Santa María, 1615: 71). Aunque es-
taban acostumbrados a observar ballenas, su tamaño representa-
ba peligro a todos los galeones, pues existían muchas creencias
de ataques de estos mamíferos.
El mismo día 18 de septiembre de 1596, los tripulantes
del San Felipe se enfrentaron a un huracán. Para los marine-
ros, los vientos contrarios, la intensidad de sus ráfagas y el
comportamiento del mar son característicos de los huraca-
nes. «Desde este día corrieron tan contrarios los vientos, y
fueron tan sucesivas las borrascas» (ljmm, 1802: 58). Santa
María (1615: 71)describió que
los vientos se comenzaron a mostrar tan contrarios que parecían
mensajeros de la ira de Dios y llevaban el navío hacia el Japón, por
más que el piloto procuraba hacer su viaje. Los celajes y turbia pos-
tura del sol pronosticaban también gran tormenta. El viento iba
creciendo y mucho más el temor, y en breve tiempo se embraveció
tanto, que airmaban los pilotos no haber visto jamás tanta furia
de vientos ni de mar. Hubo olas altísimas y 14 marinos cayeron al
mar, el barco quedó mal trecho y sin timón.

12
Otros autores escriben el apellido del capitán Landecho.
Representaciones en san Felipe de Jesús… 115

Sobre este huracán, el astrónomo jesuita Miguel Selga documen-


tó en el Observatorio Meteorológico de Filipinas que «mientras
[el San Felipe] navegaba en la latitud de Japón, un furioso huracán
impactó el barco y ahogó seis hombres. Las olas se llevaron la bi-
tácora, los aparatos de gobierno y la galera: hizo pedazos el timón
y las velas principales. Fue necesario aligerar el buque, porque el
agua entró por las escotillas» (García-Herrera, entre otros, 2012).
El galeón quedó maltrecho, pero los marineros liderados por
el capitán y general Matías de Landecho se esforzaron por con-
trolarlo; sin embargo, el 25 de septiembre una nueva tormenta
impactó el barco durante 36 horas, los dejó a la deriva y dañó
la cubierta superior, como también lo documentó Miguel Selga
(García-Herrera, entre otros, 2012). En las condiciones dramá-
ticas del galeón fue necesario arrojar al mar parte de la carga, con
tal de aligerar el peso. Eso atrajo a los tiburones, que merodea-
ron alrededor atraídos por los bultos.
Terminada la tormenta, los navegantes vieron en el cielo repre-
sentada una cruz en las nubes que primero fue de color blanca, lue-
go cambió a «color sangre, hasta cubrirse por una nube negra»
(ljmm, 1802: 59)13. Este presagio, en su imaginario «a todos puso
grande temor y espanto, pareciéndoles que el cielo les mostraba su
in con aquella tan clara señal» (De Santa María, 1615: 74). Con
la cruz representada en el cielo, Felipe de las Casas y los demás re-
ligiosos del barco imaginaron que su situación no era infortunio,
sino providencia del altísimo Dios (ljmm, 1802: 59).
El barco quedó a la deriva, pero los vientos fueron acercán-
dolo a la costa japonesa, donde lo remolcaron unos nipones que
según Antonio de Morga (2007: 72) lo hicieron con malicia:
«metieron a remolque la nao con sus funeas dentro del puerto
y la encaminaron y guiaron a un bajo» donde quedó encallado
13
Es deducible que la tonalidad de las nubes que representaron la cruz para los navegantes
religiosos se debiera a la continuidad de la actividad eruptiva volcánica que produjo la caída de
ceniza y arena el 22 de julio.
116 Padilla Lozoya

y destruido «el 18 de octubre de 1596» (Pimentel, 2000: 54).


El emperador fue avisado y, según Antonio de Morga, la avaricia
por quedarse con el botín le hizo ordenar el encarcelamiento de
los religiosos cristianos, tanto los que ya vivían en Meaco como
los recién llegados en el San Felipe. Luego ordenó que solamen-
te «fuesen cruciicados los religiosos que se habían hallado en la
casa de Miaco y los xapones predicadores dójicos de su compañía
que estaban presos, y que todos los demás y los españoles de la
nao se dejasen volver a Manila» (De Morga, 2007: 74).
A pesar de que Felipe de Jesús podía haberse salvado con
los demás españoles que llegaron en el San Felipe, según di-
versas fuentes pidió ser tratado como sus hermanos de orden
y fue encarcelado del 9 al 30 de diciembre (ljmm, 1802: 62).
Posteriormente fueron trasladados a otra cárcel, donde per-
manecieron del 30 de diciembre al 5 de enero (ljmm, 1802:
64); al día siguiente fueron condenados. El martirio se incre-
mentó cuando «les cortó las orejas derechas y los paseó por
las calles» (De Morga, 2007: 75) de distintas ciudades en
800 kilómetros desde Meaco hasta Nagasaki, a veces a pie o
en caballo, pero soportando el frío de enero «con mucho do-
lor y sentimiento de todos los cristianos que los vían padecer,
llevando en una asta pendiente, escrita en una tabla en letras
chinas, la sentencia y causa de su martirio» (De Morga, 2007:
75). Según Antonio de Morga, en el letrero se leía:
Por cuanto estos hombres vinieron de los Luzones, de la isla
de Manila, con título de embajadores y se dejaron quedar en
la ciudad de Miaco predicando la ley de los cristianos, que yo
prohibí los años pasados rigurosamente, mando que sean jus-
ticiados juntamente con los japoneses que se hicieron su ley. Y
así estos veinte y cuatro quedarán crucificados en la ciudad de
Nangasaqui. Y porque yo torno a prohibir de nuevo de aquí
en adelante la dicha ley, entiendan todos esto, y mando que se
Representaciones en san Felipe de Jesús… 117

ponga en ejecución. Y si alguno fuere osado a quebrantar este


mandato sea castigado con toda su familia.

Ante el emperador, los cristianos habían desobedecido la ley que


impuso cuando los expulsó, regresaron, se asentaron, construye-
ron templos, predicaban públicamente y el número de conversos
se incrementaba, atentando contra las religiones locales y contra
el estado en un momento de crisis debido a los desastres de los
cuales eran sospechosos. De esta manera Felipe de las Casas
Martínez pasó de piadoso franciscano a representar un enemi-
go del estado japonés. El emperador Toyotomi Hideyoshi los
cruciicó como enemigos del estado. Desde tiempos ancestra-
les, a los enemigos del estado se les cruciicaba, como hicieron
los romanos con Jesús de Nazaret, para dar una lección a todos
los sediciosos; el costo era un sufrimiento enorme y se ponía
en riesgo a toda la familia. Felipe de Jesús fue colgado en una
cruz de madera, lo sujetaron de las extremidades y del cuello
con argollas, y con una lanza le hicieron tres perforaciones en
el estómago y fue alanceado por los lados. Cuando se encon-
traba en la cruz, se cree que alcanzó a pronunciar «Jesús, Jesús,
Jesús» (ljmm, 1802: 69-70).
Como precisa Ainhoa Reyes Manzano, otras versiones coin-
ciden en la creencia de que el piloto mayor Francisco de Landa
«abrió un mapa del globo y señaló los inmensos dominios del
rey de España» (Reyes, 2005: 62-63) a un grupo de oiciales ja-
poneses y luego les dijo: «Nuestros reyes envían delante a los mi-
sioneros, convierten a las gentes del país, y estos se encargan por
las buenas o las malas de pasarse a nuestro bando» (Reyes, 2005:
63). Al parecer este mensaje fue llevado al emperador, quien en
medio de una crítica situación originada por los recientes desas-
tres, tomó una decisión radical para proteger el estado y aleccio-
nar a todos los posibles invasores.
118 Padilla Lozoya

Existen diversas interpretaciones; sin embargo, considera Reyes


Manzano (2005: 62) que
no se sabe por qué […] acabaron cruciicados varios padres de to-
das las órdenes que estaban asentadas en Japón. Sobre los mártires
de Nagasaki han corrido ríos de tinta, culpando de la persecución
anticristiana a los Padres de la Compañía de Jesús, a los de San
Francisco, a la avaricia de Hideyoshi, a la envidia de los bonzos, a
los portugueses, a los holandeses, a la diversidad de órdenes.

Pero evidentemente no se habían puesto en consideración las re-


presentaciones de los fenómenos naturales y los desastres, para ex-
plicar la decisión radical del emperador, como una respuesta ante
la crisis en que se encontraba el estado. Tras la cruciixión de los
cristianos, el año de 1597 el barco siguió encallado, «la carga fue
coniscada, las misiones se pusieron bajo sospecha y se produjo la
primera gran persecución de cristianos en Japón en 1597» (Borao,
2005: 7), la cual concluyó a la muerte del emperador en 1599.

La construcción de la representación
como santo patrono
Hipotéticamente se puede argumentar que el desastre del ga-
león San Felipe, fue divulgado en el occidente de México por
algún navegante del barco San Gerónimo, el cual, como se re-
cordará, había zarpado después del San Felipe «hizo su viaje y
llegó a la Nueva España en in del año de noventa y seis» (De
Morga, 2007: 71). El San Gerónimo llegó a Acapulco el 11 de di-
ciembre de 1596 y en él viajaba la viuda de Álvaro de Mendaña,
recién casada con Fernando de Castro14. Se puede suponer que
la pareja y los demás viajeros explicaron en México lo sucedido
al galeón San Felipe y su costosa carga, que al perderse en el
14
Se ha documentado que Álvaro de Mendaña fue quien trajo de Filipinas a Colima la semilla de la
palma de coco (Felipe Sevilla del Río, Provanca de la Villa de Colima, Jus, México, 1977).
Representaciones en san Felipe de Jesús… 119

naufragio impactó a distintos sectores. La nao de China reali-


zaba uno o dos viajes al año, por lo que es posible que durante
el resto del año de 1597 los familiares de Felipe de las Casas y
otros viajeros que venían a Nueva España esperaron noticias de
los sobrevivientes del naufragio, hasta que llegó un nuevo barco y
trajo la noticia de lo acontecido al cargamento y a los mártires de
Japón. En 1597, quizás, la información también llegó a la Villa de
Colima por medio de algún franciscano que vino a reunirse con
sus hermanos de orden en los templos de Almoloyan, en Colima,
o de Zapotlán El Grande, en Jalisco. Se iniere por las historias lo-
cales que la representación divulgada en Colima acerca de Felipe
de Jesús fue de mártir.
La personalidad de Felipe de las Casas ha destacado en las
historias, porque tenía una especial identiicación con Jesús
de Nazaret. En Filipinas decidió cambiar su apellido De las
Casas por De Jesús. Se ha publicado que, a pesar de estar
excluido de la lista de sentenciados, decidió sufrir el mismo
martirio de sus compañeros. Un penoso recorrido comparable
con el padecido por Jesucristo hacia el Calvario. Al iniciar las
cruciixiones, solicitó ser el primero y derramó sangre por la fe
cristiana. Por estas acciones de fe, los agustinos san Mateo de
Mendoza y fray Diego de Guevara solicitaron su cuerpo y con
dinero convencieron a los soldados vigías japoneses para que
les fuera entregado con el del comisario fray Pedro Baptista
(ljmm, 1802: 79). Los otros cuatro franciscanos cruciicados,
tres jesuitas, 14 cristianos japoneses adultos y tres niños cris-
tianos japoneses (Escalada, 1991: 74-75) permanecieron en
las cruces por nueve meses (ljmm, 1802: 79). En cambio, el
cuerpo del joven Felipe de Jesús, de 25 años de edad, fue des-
membrado y distribuido en diversos lugares para dar fe de su
existencia (ljmm, 1802: 79-80).
En el mismo periodo, pero a miles de kilómetros, en la Villa
de Colima se presentaron también diversas fenómenos extremos
120 Padilla Lozoya

que fueron percibidos desde la llegada de los españoles explo-


radores y los conquistadores que se asentaron en 1527. Al lle-
gar a este territorio, los españoles desconocían que el estado de
Colima está ubicado entre fallas tectónicas que han producido
sismos desde tiempos inmemoriales. Pero muy pronto los terre-
motos devinieron una amenaza, debido a que el tipo de construc-
ciones propias del estilo arquitectónico español era inadecuado
para esta zona sísmica. En 1602 se envió «una conirmación dada
a Alfonso Barrecho, para poseer dos solares, hacer tejas, tener hor-
nos de cal y para producir ladrillos» (Reyes, 1981: 17). Así, las
paredes de piedra, adobe y ladrillo ofrecían resistencia a los vien-
tos y al calor, pero los techos de zacate y madera constituyeron
una vulnerabilidad ante incendios producidos por accidentes
con fogones, antorchas, velas, fogatas o atentados. Por ejemplo,
en 1563 «un esclavo negro de nombre Juan Gómez, sin causa
aparente, prendió fuego a dos casas, y aunque se pudo controlar
el fuego antes de que se propagara, cuando menos “dos o tres”
personas perecieron en aquel incendio» (Reyes, 1995: 273).
Distintos autores han documentado los incendios y sismos
que fueron percibidos durante los siglos xvi y xvii, ilustrados en
el siguiente cuadro:

Incendios y sismos reportados en los siglos xvi y xvii en el es-


tado de Colima, previos a la elección de san Felipe de Jesús
como santo patrono contra incendios y temblores
Año Manifestación Fuentes

1539 Sismo Tello, 1942: 65

1559 Sismo Reyes, 1995: 224


Levy, 2004: 25;
1563 Sismo Guzmán, 1973: 220;
Oseguera, 1967: 305
1568 Sismo Romero, 2004: 50
Representaciones en san Felipe de Jesús… 121

1573 Sismo El Informador, 1918: 3


Oseguera, 1967: 305;
1574 Sismo Guzmán, 1973: 220;
Levy, 2004: 25
1575 Sismo Levy, 2013: 4
Bárcena, 1887: 1;
Hernández, 2009:
1576 Sismo 62; Brust, 1993: 99;
Oseguera, 1967: 305;
Guzmán, 1973: 220
Tello, 1985: 180; Reyes,
1585 Sismo 1995: 112; Brust, 1993:
99; Oseguera, 1972: 80
Oseguera, 1967:
1593 Incendio 305; Guzmán, 1973;
220; Levy, 2013: 4
Levy, 2013: 4;
1600 Incendio Oseguera, 1967: 305;
Guzmán, 1973: 220
Oseguera, 1967: 305;
1603 Incendio
Guzmán, 1973: 220
Vizcarra, 1891: 4;
Oseguera, 1967:
1609 Incendio
305; Guzmán, 1973:
220, Levy, 2010: 4

Con base en los registros históricos de sismos, es evidente que los


procesos de exploración, conquista y colonización se desarrolla-
ron en la región occidental de México entre amenazas de origen
natural y antropogénico. Pero además se presentaron erupciones
volcánicas, sequías, plagas y huracanes, característicos del medio
ambiente natural de esta zona occidental del Pacíico mexica-
no. Algunos eventos fueron tan destructivos que regresaron a la
población al estado natural, es decir, quedaron los afectados sin
ropa, alimentos, pertenencias y casa. Por ello, una de las opciones
para responder a las amenazas fue por un medio de protección
divina, representada en el mártir Felipe de Jesús.
La historia, como lo ha argumentado el historiador Eric
Hobsbawn (2012), ha servido para inventar tradiciones y jus-
122 Padilla Lozoya

tiicarlas. Uno de los primeros historiadores en describir el pa-


tronazgo de San Felipe de Jesús en Colima fue Miguel Galindo
(1963, 43-44), quien publicó en 1963 que
el temblor de 1609 aterrorizó a unos habitantes más que otros, y
por tal motivo se procedió a la elección de un santo tutelar de la
Villa de Colima que la librara de estos fenómenos. Se reunió el
ayuntamiento para hacer una rifa de «santos». […] Ayuntamiento
y vecinos juraron solemnemente festejar cada año al santo con las
ceremonias de su culto, y además con procesiones, carros alegóri-
cos, iluminaciones, etcétera.

No ha sido posible identiicar en otra fuente histórica el tem-


blor de 1609, el cual debió ser muy intenso para «aterrorizar
a los habitantes», que ya estaban acostumbrados a los sismos.
Sin embargo, coinciden los historiadores del estado de Colima
en un incendio que al parecer ocurrió el 17 de noviembre de
1609 y destruyó las principales casas de la Villa (Vizcarra, 1891:
4; Oseguera, 1967: 305; Levy, 2010). Al respecto, José Levy
(2010: 4) aseguró que «existen registros que el 17 de noviembre
del lejano 1609 ocurrió un incendió de grandes proporciones
que consumió gran parte de la Villa de Colima».
Y según un documento recopilado por Manuel Cárdenas
Silva (1941), el alcalde de la Villa de Colima, en 1668, anunció
la llegada de la escultura de San Felipe de Jesús. Para entonces
ya había sido reconocido al mártir Felipe de Jesús como santo
patrono protector contra incendios y temblores de la Villa de
Colima, y para venerarlo se había encargado una escultura que
lo representara en facciones, cuerpo y martirio. Sin duda, el frai-
le franciscano nunca imaginó que algún día representaría tanto
para una comunidad que nada representó para él.
Representaciones en san Felipe de Jesús… 123

Conclusiones

La ausencia de documentos históricos hacen imprecisa la biogra-


fía de Felipe de las Casas Martínez desde su nacimiento y suscita
distintas discrepancias. Pero como se ha evidenciado, a lo largo
de su vida la representación de su persona transita entre el niño
rico y joven rebelde, el hermano franciscano, mártir y santo pa-
trono. Según el argumento de este capítulo, ciertos fenómenos
naturales y desastres propiciaron la creación de un imaginario
japonés en el que los cristianos se convirtieron en enemigos del
estado. Y al ser procesados como enemigos del estado japonés,
Felipe de las Casas decidió acompañar a sus hermanos en la con-
dena. Su devoción por Jesucristo lo destacó entre los demás már-
tires y esa representación sirvió para que alguien lo propusiera
en la «rifa de santos» en la Villa de Colima en el año de 1609.
No está claro en la bibliografía histórica por qué especíica-
mente Felipe de las Casas fue propuesto como santo patrono
contra incendios y temblores, a pesar de que los fenómenos natu-
rales extremos y los desastres presagiaron su destino. La represen-
tación del mártir Felipe de Jesús debió causar un enorme impacto
emocional en el imaginario de los propios franciscanos locales, ya
que en 1609 alguno de ellos lo propuso en la «rifa de santos»,
para elegir un santo patrono. Sin importar, para tan alta respon-
sabilidad de proteger la Villa de Colima, el hecho de que el joven
muerto a los 25 años de edad aún no había sido beatiicado, lo
cual sucedió hasta el 14 de septiembre de 1627, en la bula de la
beatiicación del papa Urbano Octavo (Montes de Oca, 1801:
112) no está claro por qué fue convertido el mártir Felipe de Jesús
en santo patrono contra incendios y temblores, a pesar de que la
pasó muy mal con los huracanes, y los desastres detonados por
temblores contribuyeron en su martirio. No existe evidencia mi-
lagrosa que justiique por qué este mártir debe proteger contra
incendios y temblores, lo cual evidentemente no ha realizado.
124 Padilla Lozoya

La designación de san Felipe de Jesús como santo patrono pro-


tector contra incendios y temblores en el estado de Colima evi-
dencia que los incendios y sismos representaban amenazas para la
sociedad colimense, pues habían detonado desastres. Por ello una
parte de la sociedad de ines de los siglos xvi y xvii pensó en que
un santo patrono los protegería simbólicamente e intercedería ante
Dios para aplacar su ira. La prioridad fue aclamar un protector, sin
importar quién fuera, y al ser propuesto Felipe de Jesús, lo eligieron
a él. Le dieron signiicado a su representación oicializándolo con un
juramento y conmemoración anual, que incluye diversas manifesta-
ciones públicas de devoción. Mandaron construir una escultura que
lo representa físicamente y establecieron normas de conducta du-
rante la conmemoración. El juramento ha sido renovado anualmen-
te, y además se han realizado múltiples romerías, misas, oraciones y
muestras públicas de fervor emocional cuando se han presentado
desastres en Colima, al parecer único lugar del mundo donde san
Felipe de Jesús es considerado santo protector. En la catedral de la
ciudad de México es santo patrono de la juventud.
La historia escrita de Felipe de las Casas Martínez ha sido con-
tada por los historiadores como enigmática, contradictoria, oscu-
ra en algunos periodos e ilógica como muchas razones de la fe. Sin
embargo, fue posible construir un hilo discursivo y con el método
histórico se han destacado aspectos e incorporado elementos que
proponen un diálogo sobre la importancia de los fenómenos na-
turales y los desastres en la construcción de representaciones y la
invención de tradiciones. Las representaciones asociadas a santos
protectores contra calamidades son importantes porque como fe-
nómeno sociorreligioso sirven de consuelo emocional durante las
crisis y porque se perpetúan en una larga duración debido a que
la devoción es una respuesta ante los desastres que, por desgracia,
siguen siendo recurrentes.
El pueblo colimense en el siglo xvii invocó colectivamente
una súplica de protección ante sismos e incendios; sin embargo,
Representaciones en san Felipe de Jesús… 125

a pesar de la intervención divina las calamidades han persistido


y recurrentemente han detonado desastres. Después del patro-
nazgo de san Felipe de Jesús, algunos de los sismos más letales
del siglo xx han detonado desastres en 1932, 1941, 1973, 1985
y 200315. Las muertes se han producido por distintas causas, pero
hasta el siglo xxi las normas de construcción de ediicios y vi-
viendas son aplicadas inadecuadamente en el estado de Colima
y eso propicia condiciones de riesgo y ediicaciones vulnerables
ante la sismicidad de la zona.
Con respecto a los incendios, tan sólo en el siglo xvii se
presentaron grandes siniestros en los años 1625, 1653 y 1693
(Vizcarra, 1949: 51; Oseguera, 1967: 305, y Machuca, 2009:
191). En los siglos posteriores no hay registros sistemáticos
anuales, pero se observa que han cambiado ciertas prácticas de
construcción, como el desuso de los techos de zacate y madera.
Durante siglos, los incendios masivos fueron parte del imagina-
rio de las amenazas colectivas colimenses. Y se puede deducir que
comenzó a articularse una respuesta institucional ante esa ame-
naza hasta mediados del siglo xx, cuando el viernes 2 de mayo
de 1952 fue integrado por el ayuntamiento de Colima y el go-
bierno del estado, el Patronato de Administración del H. Cuerpo
Voluntario de Bomberos de Colima (Ecos de la Costa, 1952: 1).
Así, ante la amenaza de los incendios, la conformación del cuerpo
de bomberos ocurrió hasta el siglo xx. Esto no signiica que antes
se careciera institucionalmente de programas de protección para
la sociedad, pero es evidente que entre las primeras respuestas
institucionales la sociedad recurrió a la protección simbólica por
medio del santo patrono.

15
Con información del proyecto y base de datos Prensa y procesos de desastre en el estado de
Colima durante el siglo xx (Predescol), coordinado por Raymundo Padilla Lozoya y inanciado por
el Fondo Ramón Álvarez-Buylla de Aldana de la Universidad de Colima durante el año 2007. Se
compone de ichas electrónicas de contenido bibliográico, hemerográico y documental, diseñadas
en el sotware Filemaker, que incluyen reportes de cualquier tipo de amenaza natural y desastre.
126 Padilla Lozoya

Bibliografía
Abric, Jean-Claude, Prácticas sociales y representaciones, Ediciones
Coyoacán, México, 2011
Borao, José, La colonia de japoneses en Manila en el marco de las relaciones
de Filipinas y Japón en los siglos xvi y xvii, Serie Cuadernos Canela, vol. vii,
Confederación Académica Nipona, Española y Latinoamericana, Japón, 2005
Bretón González, Mauricio, y Juan José Ramírez Ruiz, «La activi-
dad eruptiva histórica del Volcán de Fuego de Colima», en Revista Iridia,
núm. 1, Universidad de Colima, Colima, 2004
Briones Gamboa, Fernando, La construction sociale du risque: l`isthme de
Tehuantepec face au phenoemene climatique «El Niño», tesis, École des Hautes
Études en Sciences Sociales, París, 2008
Brust Victorino, Carlos Elio, Manzanillo, su historia, toponimia,
política, sociedad y cultura, Universidad de Colima/Gobierno del Estado y
Ayuntamiento de Manzanillo, Colima, 1993
Cenapred, Fascículo sismos, Cenapred-Segob, México, 2001
Calderón Quijano, José Antonio, Documentos para la historia de
Colima del Estado de Colima, Colección Peña Colorada, Colima, 1979
Cárdenas Silva, Manuel, Colima, víctima del terremoto del 15 de abril
de 1941, Tipografía Moderna, México, 1941
Darnton, Robert, La gran matanza de gatos y otros episodios en la histo-
ria de la cultura rancesa, fce, México, 1987
Ecos de la Costa, «Patronato de Administración del H. Cuerpo Voluntario
de Bomberos de Colima se constituyó ayer», sábado 3 de mayo, 1952
El Estado de Colima, Periódico Oicial del Gobierno, núm. 4, «Informe
sobre el estado actual del Volcán de Colima por Mariano Bárcena, profesor
de geología y director del Observatorio Meteorológico», 28 de enero, 1887
Escalada, Xavier, Felipe de Jesús, México bravío y artista, Enciclopedia
Guadalupana, México, 1991
Flores, Julia Isabel, «Presentación», en Willem Doise, Alain Clémence
y Fabio Lorenzi-Cioldi, Representaciones social y análisis de datos, Instituto de
Investigaciones Dr. José María Luis Mora, México, 2005
García-Acosta, Virginia, «El riesgo como construcción social y la cons-
trucción social de riesgos», en Desacatos, núm. 19, septiembre-diciembre, 2005
García-Herrera, Ricardo, P. Ribera, E. Hernández y L. Gimeno,
«Typhoons in the Philippine Islands, 1566-1900, the Selga chronology, part.
1: 1348-1900», en Journal of Climate, www.ucm.es/info/tropical/selga-i.html
Representaciones en san Felipe de Jesús… 127

Garza Salinas, Mario, y Daniel Rodríguez Velázquez, Los desastres


en México, una perspectiva multidisciplinaria, Universidad Iberoamericana/
unam, México, 1998
Gascón, Margarita, Percepción del desastre natural, Editorial Biblos,
Buenos Aires, 2005
Guzmán Nava, Ricardo, La Colonia. Serie Colima en la historia de
México, vol. iii, Eddisa, México, 1973
Hernández Corona, Genaro, San Felipe de Jesús en Colima, Patronato
de San Felipe de Jesús en Colima, Colima, 1981
Hernández Espinosa, Francisco, El Colima de ayer, 4a. ed.,
Universidad de Colima, México, 2009
Hobsbawm, Eric, y Terence Ranger, La invención de la tradición,
Crítica, Barcelona, 2012
Hurd, Willis Edwin, «Tropical cyclones of the eastern north paciic
ocean», en Monthly Weather Review, núm. 2, 1929
Informador, El, «Después del domingo», 10 de junio de 1918
Jäger, Sigfried, «Discurso y conocimiento: aspectos teóricos y metodo-
lógicos de la crítica del discurso y del análisis de dispositivos», en Métodos de
análisis crítico del discurso, Ruth Wodak y Michael Meyer, Editorial Gedisa,
Barcelona, 2003
Jodelet, Denise (ed.), Les représentations sociales, puf, París, 1989
ljmm, «Breve resumen de la vida y martirio del ínclito mexicano, y pro-
to-mártir del Japón, el beato Felipe de Jesús» (1802), en San Felipe de Jesús
1574-1962, Manuel Quesada Brandi (ed.) Comercial Nadrona, 1962
León-Portilla, Miguel, La visión de los vencidos, unam, México, 1992
Levy, José, «Hoy en la historia», en El Comentario, Universidad de
Colima, Colima, 2013
____, «Los terremotos en Colima», en Renacimiento y grandeza, el pri-
mer terremoto del siglo xxi, Universidad de Colima, Colima, 2004
López Beltrán, Lauro, Patronatos guadalupanos, Editorial Juan Diego,
México, 1953
Machuca Chávez, Paulina, «Cabildo, negociación y vino de co-
cos: el caso de la villa de Colima en el siglo xvii», en Anuario de Estudios
Americanos, núm. 66, Sevilla, 2009
Matabuena Paláez, Teresa, y Marisela Rodríguez Lobato,
«Introducción. El culto de la Virgen María en España y la Nueva España»,
en La milagrosa invención de un tesoro escondido…, Francisco de Florencia,
128 Padilla Lozoya

Biblioteca Francisco Xavier Clavijero-Universidad Iberoamericana,


México, 2008
Medina, Balthasar de, «Primera vida, martirio y beatiicación de San
Felipe de Jesús»(1682), en San Felipe de Jesús 1574-1962, Manuel Quesada
Brandi (ed.), Comercial Nadrona, 1962
Montes de Oca, «Vida de San Felipe de Jesús proto mártir del Japón
y patrón de su patria México» (1801), en San Felipe de Jesús 1574-1962,
Manuel Quesada Brandi (ed.), Comercial Nadrona, 1962
Morga, Antonio de, Sucesos de las Islas Filipinas, fce, México, 2007
Oliver-Smith, Anthony, y Susanna M. Hofman, «Why anthropolo-
gists should study disasters», en Catastrophe & Culture. he Anthropology
of Disaster, Susanna M. Hofman y Anthony Oliver-Smith (eds.), School of
American Research, James Currey Ltd., Santa Fe, 2002
Ortiz, Fernando, El huracán, su mitología y sus símbolos, fce, México, 1947
Oseguera Velázquez, Juan, Colima en panorama, Imprenta Al Libro
Mayor, México, 1967
Pimentel M., Guadalupe, San Felipe de Jesús, Editorial San Pablo,
México, 2000
Quesada Brandi, Manuel (ed.), San Felipe de Jesús, 1574-1962, Comercial
Nadrona, 1962
Reyes García, Cayetano, Colima en los libros de gobierno y gracia de la
Nueva España, 1542-1764, Colección Peña Colorada, México, 1981
Reyes Garza, Juan Carlos, La antigua provincia de Colima, siglos xvi al xviii,
Gobierno del Estado de Colima/Universidad de Colima/cnca, México, 1995
Reyes Manzano, Ainhoa, «Mitos y leyendas sobre las relaciones his-
pano-japonesas durante los siglos xvi-xvii», en Brocar, núm. 29, 2005
Rojas Rabiela, Teresa, «Las obras hidráulicas en las épocas prehispánica
y colonial», en Semblanza histórica del agua en México, Conagua, México, 2011
Sánchez, Cayetano, «San Pedro Bautista (1542-1597), viaje y estancia en
Japón» (1997), en www.ranciscanos.org/selran32/pedrobautista2.html, 2012
Santa María, Juan de, Crónica de la Provincia de San Joseph de los
Descalzos de la Orden de los Menores de nuestro Seraico Padre San Francisco
y de las provincias y custodias descalzas que della han salido y son sus hijas.
Segunda parte, Imprenta Real, Madrid, 1615
Tello, Fray Antonio, Crónica miscelánea de la Sancta Provincia de
Xalisco, libro iii, Editorial Font, Guadalajara, 1942
Representaciones en san Felipe de Jesús… 129

____, Crónica miscelánea de la Sancta Provincia de Xalisco por…, vol. iii,


Gobierno del Estado de Jalisco/Universidad de Guadalajara/inah/ijah,
Guadalajara, 1985
Vizcarra, Ignacio G., Apuntes y datos cronológicos para la historia de
Colima, Impresores Mexicanos, México, 1949
____, «Cartilla histórica de Colima», en El Regenerador Político, 3 de
abril de 1891
E sta
primera edición de
Imaginarios y representaciones
sociales y culturales en transición
fue impresa en los talleres de Editorial Praxis,
Vértiz, 185, int. 000, col. Docto-
res, del. Cuauhtémoc, 06720,
El cuidado de la e

México, ൽൿ, en diciem-


bre de 2014. La com-
SRVLFLyQ WLSRJUi¿FD VH
hizo en Garamond
Premier Pro de 32 a
8 puntos. El tiro, so-
dic

bre ahuesado de
ión

44.5 kg, es de
es

1,000 ejem-
tu

o
v

ac plares.
arg
od
e Ca
rlos López.
el los Ra re l l a n o lan
lan C a sr
y Car o s s
les u ne r a le s en t R res y
ios no l v en
culturales en transición r Imaginarios y C e C a
yr
c ia zV acio Vu e
a les
allos
b allos eba mí Ca
en t ran ent e
lla
s so resent íre rez
ltur
Ceb
ciales y
y C a r l o s R a m í re z Vu e l v a s r A i d yC r an llo si re z a rlo
re
o r e c c
ne am mí
y cu no iones
s
ballos
p re senta arlo s i c sy i ó V
i o s
éA e e é i ón nr
c io sR ep Ra a le s l l a ntac n o C lturales en
transición r Imaginarios y A r e cion s R C a u e
ne
e l lvass
r rella l a
yr o ci a
rI
r
Im
rlo s repres n m
éA rese es y cu lv a s r A i d e é A r e l l a n l
rlo m í r e z Vu e oC os
es ma o
íre a sr
es s eé A
os e
Ca de ocial o Ceb
n s
os Ra
rep eba
g
Ca
t o g Ra
ari a c c zV i
Ai
i
Aid
ones soci a n
Carl
s ta c i l e s allos
i i n A
on sy s s en y c u o llo a
sy
n ari
gin ntaci sy
on e s y repre l tu r ales en e
s
l e u
a rio m
os y
s so e
sr ario sr taci inario a rl o s R a m í r e z Vu e l v y C y
sy
l v í r
os
lo lva lva l l los y C a a C ez
s trans cia l sy
bal r
cu l a
al gin sen mag r A ideé l os a s y
ue Ceba rlo
e
Ce
es
ue
ntaciones sociales y ici tu re Vu
eb res ma pre nrI y represe c u Are l ó Ra r
zV
y
ano Ai
lt u n sR r p
no
r
zV mí
a c a
ep rI y re ó
rel l inario
s
Vu e l v a s r A i d e é A r e
l e s lano r u l res
íre R am íre z
sici I
C lla de
e m re l e
n t a
íre
yr tran se
o ión arios e tran AImag l o s l l a n C
agin
z
u m é
en
am Ar ide
é
y Ca
r les en transición r Imaginarios o e ario rales Vu íre
si c i ó nt
Ceb bal Art
am s ic
sR in eé en
r A
ón r llos y cultura
o s y C a r l o s R a m í r e z Vu e
y allo n los elv e zVra
el
id sici r
sR
r
ran mag lo A
les as eba cia le
s
Ceba ll l v
e p r esen sy Im y
s y as
n tra u
n sic
lont r ura l v tran C es s o n o y culturales en transición r Imagin a s C ag i C rep e
a rella a arl r lv
sr ue ano
r A
taci rlo
ión
C rI ult cia les ide é
nar res Ai ns
as
eé A
va
en ion í r e z Vu e l v a s r
on os
zV ell Ca r l o s R a m sR d ic
sy
ar i
ión el yc les r nta
c
d es so A
i o A e o e e
los y
i s R n i
íre a
i
s r
s r
r A
d e
y re e so c m é ó
llo éA cion yr ta A
Vu les ura ebal é Ar lla am
s ic ese maginarios y represen p íre A
nr
cia am ult de epr vas
nta
oC
ción r I t a c i o ella r e no
i a e p ír
c i re
ez
an n l o
Ceballos
s e z I
Ai l
i o y
e n
rese lan trans Are l l a n C s e C
r
e
ba

ír sR yc yr ue a r l o
s o o
n s
V
e sen nes ll
r

z
m

so s R am cia le tac ebyc


lo sr zV
rep rel s en ide é transición r Imaginarios y rep Ce a ue Vu
a

es es os í syc b
ion ult
éA r A r e a l l
s
an

ra l e tac
am

ar
ia l va ari íre
sy
vas ales en zV llo l os va e
oc

i o n i on

es
e b a l l o s y Ca r l o s R am
u
ide
u
el uel
u r e sr
o

uel lano C
rio r l sy
r
C
t u s e t l e s io
R

oc gin m cu l cult n u s y a
ia

ír v o
Vu Are l
a
taci
C

A e a
ra l
ac

na
lv

zV
ios y representacio z s C
c C A
les
os

V
ne

sR
ci ó s s

y n i
sr
a y r e uel
o e
de é
i a ar
y

a
as

s rA
íre
les s i n s n s ar en
ag
va ia le i Imag A id e é
o c ia le v es s l
ss

Im A en es
s

lo v a s r r e a i l lo
y

A e l l l
z

a s d o
llo

Im socia am u n
r

el ón r
c
id

o Ce
s
rez V
o
ar eé
e

sr sRyc s
o

y
r

s so rA t
Ai

si ci cult c
ír

r
am í
sR
nsición r Imag inarios y re ball
lva
n
cia

Vu

ia l
rt a

id
an
ba

r
A
ac

ne en tra u
m

ran R o ura e
es am
d

s o e r
ns
C

s
n sic
R

l s s r Aide é Arel l ano Ce é


pres
l

Vu e
Ar

z
t

ne
Ce

y
Ra

sen ió

cio
ltu

rlo a le s
es

ar nt y
uel va
le s lla
n

Ca A
am

i
ici
y

e i
s

r n t cultu ón
ic

n
cio z Ca b r
a
ez V
e
el
e

u t
n

a r e
r

C ag inarios y representacio e no
yc

t
íre
nt a
os

le s cu l l l
ír

los
s

ns
ó

ír

cio os lla
íre

mír
tra

sy
lan

sy
rlo

la e

yr a
n

ese tura n r Im
m

ez

yC
l

s
n n s so rans
o s y Ca r l o R a m í r e z
t

tra

y Ra no
r

am Ra
al

e ra
s

lo le s s e
zV
r

ici ó s o ci
Im tran

l V a
en

pr al l
Ca

oC
en

s u r m
Vu
sR

a
eb
I

e
C

sR
ul Ceb
llo

c ia rlo a ns ales en transición r lva s l os


ic i C
les Ima

n
m

a le
eb íre
e
e

c
ag

eb

ue

r
e
oC

yc I
s

i
r

r
Ca o
m
elv
tra

o c u lt u s Ra ó
ag i

lo

ba

nt r
e
sy

a
l an
ep

ss Ca r l o s R a m í r e z V
gina A y z
en

C
l
s
in

am
al
rlo

es
l

llos y ide
l
eb

cu
re l
le

les y
n

n e a le s e
ar

sy V
l es

va
os
Ce

o
ns

a yr

uelv
r
lo
a
na

eb a
i
an

l yc
íre
é
o
ura
sr
r

al
a

t
r

transición r Imag ina


yC

cia
éA
sy
i

lo
cia

ur
sr

io a A
i

n
C

s
i

oC s
c

lo
o

z
os

al
o

r
ell

ue

ina

o n r re
la

tac

r
de
e i rA
a le
ul

yC
i

s o
r Ai d e é Ar e l l a no
tu e
an a les
A

u lt
sy
an

s
sy
ó

l la
sy

pre
sic

es
el

Ai elva s
y re
i

A
ell
lv

ul id
tu

s
los

g in
Ar

sen s
n

tur
ide
en

C
g
eb

i on e
Ar

n
Vu

e
a
ell

u
a

es

pr
i
Ar
es so cia les y c
llo

c
b
rep

arl
yc

é
a
ión

cu l
r

V
n

all
rI

C
sr

r
n u
s
al

o e
m

rez
C

i l t Ar
on
n

y
bal

tac es y ntac u s
e
el

o
i
é
deé

Ar

ra l e en
eé i d
arl

A e tac t
é

é
ba

s
r


r

ag
A
o

s
mag

le s

r
u e l va
rI

r
tra
re s

s
o

re s e e el
i

va

rep
e

y
s

llan
Ar
s en
ac
rI

en
a

id
sR
o

C
lan

Ra
d

Ca
c

zV
en
Ce

r Im
l
e

oC
a

o
ide

i a l e s
sy
é

n es s o c y
sr
ns

c ia re p c
ión
nta
i

eb
el

u
oC

res
i
m

í re
io
e

l t
sR

t
rA

ella
ide

rlo
so c

os
u e r an
la
A

r
n
i

a cio
am
rel

b
Vu

a
tra

ic

b a l l o s y Ca r l o s
g in o

all

sy l es
am
a

rl all
éA
A
no
rep

p
ne
no

o Ce
es
t

s
r

ss

e nt
c
sic
gina

i
a

io
e

am

en
ión
l lan
srA

sR R os
ó

ide
éA

ri o
s
s
as

i
os
va s

no
n

lan
íre z
s

yr
c

re z

r Ima g inari
a
s

ne

e
res s
sR


Ce
n

i ci ó n
rel la

inar

tr
o

re l
rese
i

rel
s
s

n
lo y
pr
v

os
C

on
a
one s

oc

ó
i

s r e p a ns re
í
ci a
l

yC
o

e b
r

a y

c
rep C l
a
c

l
e

os

n o r
uel

l l an o

rios

am
nr
e

ba

s
Are

C
éA zV
tra
sy

yC
i

s y re

i
r
i
Ima

e
d

lan
r
i
Vu

Are taci
tac
elva

s
ó

Ar e

V
t
a

Ca
Ca

g
i

arl
le s
n

z Vu
ma
i

de

n
sición r Imag in
y
ic i

r es
r
Ra

íre
deé A

en
l
n

llo
Im

arl
r A
ez V

n
l

uelv
e

os
t

a
os

tran

a
o


n
r

n r Im
s o cia l

o
a

írez
sy

ón

es
yr

e
g in

a les e
y

ue

R am í r e z
r Im

n
g ina
é

a ri
l

l lan
yc

sy
z

R
e

id
c

eba
a

V
os

r l os
ari
e z Vu

inario
e

u
rlos

rA

nt

al

e
lo s

en
Ce b a
s

os
elv
i

l va

e l va s
V

s
elvas
d
e

Ca
o

s
epre
r
c

ón

e s enta c i o n e s s
tur
o Ce b a l l o s y Car l o s R am ír

as r A
u

es
a

as
A

Ra
R am

e
ue l
p

C
am
u

I
o s R a m í re z Vu e l v a s r A i

R am
n

oC

m
aginar

ep r o Ce
rios
l

ón r Imag inarios y repr


yr

i
ma
as

sy
n r Ima g inar ral
a
r

a ri o
ltura

r
ion
t

Ca rlos Ra
s y Ca

ag

r
e s so cia l

es sociales y cultur
i

a
es y c

oc
l
rA

ó
e

mír
Ceb

í re

os y
u

I
u

yr
elv

va s

rlos
va s r
ep


Ca r l o s R am í r

rios y r
s

llos y C
i
i

i
r
a r l o s R a m í r e z Vu

n r Im

g
c

a ll
g i na

ales en transición r
a s r A id e é Ar e l l a n

llo

c
s
e

y r e pre
Ai

r Aideé
r
u lt
a

es so

rio s
zV
a le

a
ide é
re s

y culturales en tran
i os
b a l l o s y Ca r l o s
y

s
n

i
a r l o s R í r e z Vue l

c io n e s s o ci a le s y
u

b a l l o s y Ca rl o s R am
r

i d e é A r e l la n o C e b a l l o s y
e z Vu
l

s
m
se
de é
ba
les en transición r Imagi
e

rez V

Vuelvas r A
e
na
t

y
é Ar e l l an o

n
r

eb

ez
ios y representaciones so

sy

syc

R a m í r e z Vu e l v a s r A i
uel v
s
a

en

z
e
o

I
ez
A
Ar e l l an o Ce
rios y representacion

a
nt
r

gi
c

oC
p
en transición r Imag

Vue
l

ci a
epresentaciones so

urales en tr
V

r
Are l l ano Ceb a l
Ar e l l a o Ceba l l

re se nta ci
i

i
l
es y culturales en tra

c i ó n r Im a
c

a
a
r
o

d
r
a

ep

n
ide
a

uelvas r A
e

i
u

e
c
los Ramí

n
e
a s r Ai d e é Ar

sRamír
n

a
í
n

e
on
c

ari s y r
l

lvas r Aideé
s

ó
i o n es s o cia

l
m

l
l t ur a l e s e n

r
a

Are l lano Ceba


e

é Arellan

i
v

é Ar e l
e

a
e

i
l
s
l
am
o
s

e s s o ci a l e

a
n

ezV
a
s

c
yCarlo
l

o
an
eulv

ma
c
e

o
n

i
R
y

n
sa
t
s

s
s
r

o
a
o

e
o

n
ma n
c

R
s r Ai d e

gi
c

I
s
c

t
n

r
Ceba l los y

a
o
i

o
nsi
a
i

s
é

eballos

a
sición r
s

l
o

r
a

le s en
l

C
a

yC
l

io n e

i
e

a
o

m
i de é

ició
t

yc

rales en t
r

sentacion
e
l
n

e s y c u lt
d
l

nt
ra
Ai d

n
ur a l e
l

i
a
e

u
C
los y C

Ar
ent a

eé A
e

l t u r a le s e
e

í r e z Vu
d
C

o
nsición r

v
s

ia l e s

sy os

cultur
s
r

e l la

e
le
l

no Ceba ll
ns
tra
y

el l
ra
rA
o
A

os

a ns i c i
ta c

C
e

sr
s

é
l
y

cul
t ura le s en t
t ur a

a le s
elva

o
n
o

u
y Ca rl

y
c

eb a
re s
s en

an
a

A
r
s

ns

s
ideé

ic ó
V

tran

í
C
u

rella
c

en

e lv s

e
yc
ellan

l lo

r
s

a
i

yC
pr e y

rel la
va
l

l
o
r lo s
cia le

l
i

e
Ramí r ez Vu
a le s y

n rep
t

o ci
C
z

o ci a l
l

l
d
ebal

l
u es s

al l

el

c u lt u
i

l l os

z
an

e l va
u

o
u lt

ur

les y
ma g inarios y re
ba
e

r
o

eb
n

e
tra

rI

repre
nari
n

r A

ar
Vu

t
yc
r

ír

s
Vu e
n
éA

a le
n

os

é
a

eb

a ll

s
oC
a
Imagi

Ce
s
cia le

n
z

l
r

o
r

Car l
am

n
es e

y Ca
íre z
s
s

ari
a

o
n
i

es
l

Ar
se
s
C

s
A
los

s
o c

c
e

les e
i

s
s
le s
C

o
el l

y
s ic

a
y
os y

R
ó a
r

C m

e
n
c u lt

n
os y

a
ia l
ide
va s
i

io n
s en

a
i

eb
i
no

r R
l

l s o

Ca

i
o

lva
n es
n
í

les y
am
t

r
g
sR
ó

r
cu l

r c

so c
l

ción r Ima

Ce
é

lan
o

am

ra l
a
al

os y
n so

y rep
l
eba l

eba

s
é Ar

i
n
s

es

A
í re lla
ide
n

rI r el

o
r
lo

rlo
nt

ac
cu
A

ma
l

n es

ura
an
nario

s
y

z Vu

l
ltu
lo tur nt
r ep
ura

sR

ac io
a

ba
e

s
ide
sy re
r

i de é A
y

o
tran

es
lt u g i na ese

r
ep

a
l

el v
tacio
cult

s
r

oC
Ima

i
r

A
oC

r A

R am
r
éA
re l

r
o ci
zV

r
cu
s
a

ult
a

Ai
oC

i on
r
o
ide

r i r
s

e
l
n
re s

o
a l
l

y
a
e

a
re s

é
s
C

a s i de
l

Ra
e y e

i os
r r rep

o
e p
a

r lo s ar
e

ent
e

l es

l
nt es

g in
éA

elv

sy
s

ba

lan
s

A
rA
sici

í re

yc

es s
ura

y
íre

ia l
lan

i os y
R am í r

ac
g in
as
ón r

en t yC
e

ac e z Vu e l v a s
r A

e
e

ra n


y

nar
í
lan

nt

rel
llo zV s

res
nt

éA
Vu

r
r a ns i c a g in a r soc

nt
se

ma
llo
v

i l os

C
de

m
r

le s
n e on e s

oC
ez
s
ó

on
l es

u
a

i
s
l
l
ari

i ó

r
n I m e
e

e l

a
c

la
rl bas
e

eb a
c
e

r
l r
a
ran nsic
n

ep

e
i
y

y
ag i
rel

v
e
p

z
s

ón r
i

re
a
Ima

io

c ia
u

rI
ep
Ar

o
R

c i on
s

zV
A

e íre

n
C
el

i de é Ar e l l a no C

ac i

V
l va

r
so
o
rese

en

les
ss
A
zV

sR
r

so c yr

yr
ll
arl

e
Imag i oC

o
narios y representa
an

u
s
s

si c
éA

m
u

es

b
ón
oc os am lo

t
os
ma

llan

elv
ia

u
am
y
ue

n
zV

cia
t

as

n
g in

all
o

os

rI
íre

l n

b
i ar
R am
r

i r

el
e
nta

a Are sRr

eb
rep

es e
s cio gina e

ic i
a

a
C ír
id

lv

l es

a
zV

r
ide

y cu a g in
í
Im

as
a
g in

va
e r é

s so
C

o
eb e r Aide rlo

l lo
z
am

ón
z
ió nta
ll o
re

V
a

e
nta

uel
A

ns
lturale
va s
yc

pr
y

s
s en transición r Im
V
cio

res

Ca
r

u
ag

sr
a
nr ma yr

r
u s
ese
A
i

llo
u lt

el va

y
ari

sy

ic i
zV

tra
R
r

sy
os y llo
o

ne
Ai
ír

n
ma nario repr
e

u I
cio

ac
sy srA
n

C
s

I r ide é Arel lano Ceb a l l s


sr

ba
n

id íre

cio
ns
a
m o

Ca
va

e
a

l e s en nr rio
e

de

o
rlo

n
e

yr

io
transición r Imag inarios y
t

Ce

ar
Ca

C
s

es
sR

e
ss

ic ió
u

i
Ra

sy

tra
ne

va

el

r
na
m
ne g in
é

tac
yr

r
ra l

é
l o a

ult enta
lo

ar
zV

l a
pr
o
ep

A o n
rep ans ag i

A
oc

A s u
s rel la R C
el

s e
R
s so

a
rlo

sR
e

re

l
e

n
R
s

r a s V
r en tr u

sen
r

id
s
míre z sy
e s
res

o
s
ell
i Vu e l v a s r A i d e é A rl o
lo

u lt
ia l

s
u

am
lla
e o o e m
z
e
íre

ntacio

sR
rI
am
ral rep
os

cia sy

s
V

nes sociales y culturales


nt Ca íre


an llo ar
a

í re z
yc

e
yc
c

e
e

re

a
no
C

repr ión

r
aci le s os y
s
i

o
z

ba
n
am

ur
ír
ltu
Vu

p
yr

a le

am
ul
C
les
m
ns i c

A
re

C l
tac

e s r Ai de é Arel l ano Ceba l Ce


es e
e

e
sy

C l a
y
b

o
e v
ír zV
t
a sy u
í
y

re
yr
n a a
bal
n n c sR
ep

r
eb
u i
sR
Ce

t c
sy

u a c t no c s s

é
e n
io

ez
e r l i
m
llo

ociales y culturales e y
los
o o rio

lla
a le
all
s t n ella rlo
s llo o

yc
u e
ue
ss s Ra
ari
res

so c s le s

Ar
ra l e n es
no y Ca
c

é Ar
lr o

Vu os
na
Ca ba
o

lv a
ur oc se
u

s en aci o cia l
r
ia le
ne

l a m í r e z Vu e l v a s r A i d e s
in
ag i
y
an

es
e

el
a o e
l

s
ci a
a le
e
nt
R sy lo
resent
t

C e
ia l
C
s so
n

s
a

an lva
sy
arlo transi oC
ag

l
es
allo
C
ss

rA ar
ll tac

eb C
r c p
on s e a c i ó n y r e ione rI
m o
lan

on
s
s Ra
s Ceb
sr
I o Im s
re

u m i i
o
n a gi n a r
ide o
yC
C oc

al
e l r sy

R
y t
s c s tac u
i

e n u
míre rel an
i enta
C
r lano n
A

c c e
l A é
ss a nr

a
ició
m
ión les en
z l
ia l

o
ult los ell
no

tra r Ai de é Are llo


A V
sy transición r I aginarios y repres ion esen
e s i u e l v éA
ció
d r a s é
c u o c ia
ír b
ans
e e e l
ura
y l r
e

t
e
nsi
a l d a a
lla

é
nsi tac
r Im
a
ul
e n i
n tr
os

l C b éA b d
m
z A o A e
ag
l
le
i
as r r
e
c
os rel C
a
arl
l i e
oC
sen
re c
eballo
ep
Vu
ltu e i ó s n s y C a r l o s R a m í r e z Vu e l v s n tr
de oC
rep es y
A
yr

am
sy os
nr e
lan
n tr a rios y l e
ultura
e

yC llan Ai r
nt resen rales les e pre
A
ír

elv oC
representac sy
lan as
i on e s s o c i a l e s y c
Ra
ír cu Im ansi Are sr eé l
y re
a eb
ltura rio ci a ac
e a s r l ltu
m
ag
a
ció
l l ide é l va rel elv d a m
a z o í o
t
r s
e n s y cu rios
i l o s R a m í r e z Vu e l v a s r A Ai
t ina
e y Vu e
c r n o
r s
n
C Vu
i
V
a Ra
a
z
a r I m
a r A
s sR n
rios y representaciones sociale
Ai Vu e
o ue c t l e r i a g aeé
g s e
res
re
i o i írez
a g in
r n sr
n on s syr a ma
rez ne
mí lo
an
de lvas Aid
en
a
n r es so
lla lva R am
rI
rez lva ar
sic epres r Im

ci o ep
éA r Ai
es tran deé arlos sr sR
i
c i ón yr
n
s i c i ón
s
nta
V
ión entac elva a e
so yC
A C
oc
o r u r e s y
si
r e l l a l o u lo
c
e n o C e b a l R
I c i les en tran i
l l
c o e ios
A
i s
v s
ss
z Vu V
i n
l
m
Ce
e s
a
a i ó s n ar
a rlo
s
s os
a n o a e
ide rI ci
n rez
l a l e u r a
s l t en tr
r Ai
a e l e m
oC
y c u míre r r ne
rep
Ar ba
sy r I m
de é Ar Ca alla
gi éA
sy a e l l a n o C e ba l l o s y C a r l o s R a mí yC
gina aginar urales gin
eba e
ci o
sy
gin nario ios y
ell llo eb id
cu l cu l
re l llos
ios y repr allo Ra
ma ri
esentaciones sociales y cult
rios os
nta
s
inar
a
tur
s C A
na
l
tu rI
b
n y a n y
y C C e l o o all sr
s r g e
a ag i
arlos Car
r a
oC Ca
e a
oC llano
rio yr a l e p r m n
an s
sició pre
I eb
les esenta
R am íre z V
s en u e lv a s r A i d e é A r e
ar ell
rlo eba lva
i c i ón r
eb
epr os y
sy y re
oC Im
lo
en c i on e s s o c tran
Ar as
iales y culturales en trans
sR llos
al tran ball ue
yr
s
yc R
re
l ese
o a
tra
m y
sici C a o C e
s en ide
é
ios
l a n
zV nr elv
n
rlos R a
p ó e ó s
sy m í r e z Vu e lv a s r A i d e é A r e l l a n
u n r
írez rel
l
am
r s i n
cultur
a a sici o
ltu t ción r A íre Vu i
agin
e se a c io r Im
nar e
Ca
aginarios
sy íre Vu e vas éA
ral nta y representaciones sociales y Vu e l tran rez
rlo
r Im
n es
lvas ide am
ag i
r Im
C z C
es
V s
agin ción s en

r
ci mírez R
yc al
A r A
so
a u R i deé Are s o
o transi m
r am í
e a
e lan
u n n c i a rio Carlos R a va s l e
rlo
rI
Ra u r lva los
s ltura
llano
es s les y y represe
r
u lt
C y l
ntaciones sociales y culturales en
e o s a
ltu
e ba l l
tra ocia
z V Vu e C
ón
os rel r s Ra Vu
s y cu sici
uelva
ral nsi cultu s r Aid mírez os y arl éA yc
r Aid mí elv
le ra l o ci a le tran ales ral
e c
eé A e é A re l la n o C e b a l lo s y C ar l o s R a ball yC de éA re z as
re o Ce os Ai de

También podría gustarte