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El estudio de dichos contenidos presenta cierta dificultad, existiendo diversas teorías que
parten de dos principios básicos:
El módulo léxico crea un dispositivo, el patrón léxico, que permita relacionar y proyectar los
contenidos mentales conceptuales en productos lingüísticos. No estudiaremos los contenidos,
tarea perteneciente a disciplinas como la sociología o la antropología, sino que analizaremos
su proyección y organización formal en el código lingüístico, relevante para la lingüística.
1. Campos Léxico-Semánticos
Desde la perspectiva lingüística, nos interesa cómo se refleja la realidad a través del código
lingüístico, cumpliendo dicha realidad, organizada en campos conceptuales de contenido,
ciertas características:
➢ El contenido no es un todo monolítico, sino que está formado por los ya citados
ámbitos, que son complementarios.
➢ Estos ámbitos, además, están articulados y jerarquizados recurrentemente.
➢ A esto hay que añadir que dichos ámbitos se hayan intersectados (ej.: la madera es un
material, pero también forma parte del árbol, está relacionada con la profesión del
carpintero, etc.).
➢ Una de pertenencia por defecto. Por ello, «rojo», «blanco» o «azul» pertenecen al
campo cromático.
➢ Una de oposición, poseyendo cada elemento un valor distinto que le otorga identidad
dentro de su determinado campo.
Los dominios no son estancos, sino que establecen múltiples vínculos para tejer un elaborado
y competente sistema que proyecte los contenidos conceptuales. Las proyecciones de dichos
contenidos se denominan lexemas, siendo estos la unidad constitutiva de un campo
semántico, perteneciente por ello a la disciplina de la lexicología.
El módulo léxico organiza sus conocimientos en dos disciplinas:
A su vez, presenta cierta nomenclatura con respecto al lugar que ocupan sus
elementos en su jerarquía, esto es, en tanto a las relaciones que hay entre ellos. Así,
los hiperónimos son la etiqueta que reciben el elemento que hace de nodo en dicho
campo, al que se subordinan todos los miembros, denominados hipónimos. La
relación que establecen con respecto a su superior se llama hiponimia, con respecto a
su inferior, hiperonimia, y la existente entre los miembros a un mismo nivel,
cohiponimia (dichos miembros son cohipónimos).
Al igual que en las taxonomías, encontramos una nomenclatura aplicada a todos los
elementos de las meronomías: las partes, denominadas merónimos, se aglutinan en
torno a un todo, holónimo, estando estas partes relacionadas mediante comeronimia.
La relación de meronimia sería la dada de un merónimo hacia su holónimo, mientras
que, si partimos de dicho holónimo hacia los merónimos, la relación sería de
holonimia. La relación dada entre merónimos se denomina comeronimia.
La aplicación del morfema a las teorías lingüísticas resuelve cuantiosas dificultades nacidas
en la investigación. Conocemos, según esta, que existen distintas clases de morfemas según la
polaridad de su contenido semántico:
1. – Raíz–
2. Prefijo Raíz –
3. – Raíz Sufijo
4. Prefijo Raíz Sufijo
En español, el rasgo categorial de salida del prefijo está bloqueado, por lo que sus
derivaciones no pueden ser heterocategoriales.
Así, existen diversos tipos de derivativos nominalizadores, es decir, que se aplican a distintas
clases de lexemas, en función de la categoría de entrada que estos presenten, y siempre
poseen una categoría de salida nominal: deverbales (-ción, -ancia), deadjetivales (-ura, -eza),
denominales (-al, -ero) y deadverbiales (-ía).
Una lengua puede tener activado el proceso de composición, más alto en la jerarquía, sin
tener activado el de derivación. Sin embargo, si tiene activado este último, necesariamente
tendrá activado el de composición.
La compatibilidad categorial es un criterio referido al proceso de composición:
No es necesaria una explicación para las siglas (en PSOE aparece un caso particular). En
cuanto a los acrónimos, son un mecanismo de formación basado en tomar un fragmento de un
lexema y unirlo a un fragmento de otro. Por influencia anglosajona, también se considera
(cada vez más) la lectura de una sigla en lugar de un deletreo.
En el caso de indescifrable, “in-” solo se aplica a adjetivos, mientras que “-ble” se aplica para
convertir en adjetivos. Al tener una base léxica verbal, para aplicarle el prefijo que presenta
es necesario que sea adjetivo, siendo dicha conversión, es decir, la aplicación de “-ble”,
anterior a la aplicación de “in-“ por ello. Así, según su ruta formativa, el lexema significaría
“no posible de descifrar (deshacer la cifra)”.
Pueden existir dos rutas simultáneas, presentando por ello un lexema dos representaciones
arbóreas etiquetadas y dos significados distintos. Así, “inmovilizable” posee dos lexemas con
dos rutas distintas, en base a los mismos morfemas, significando uno “no posible de hacer
móvil” y el otro “posible de hacer no móvil”.
Existen excepciones por el uso que van contra la tendencia general, como “desamor”, que
teóricamente no es posible, pero se da en la práctica.
5. Morfología: Estructura Léxica y Procedimientos
El contenido – semántico alude a criterios formales. Estos contenidos son estudiados por la
morfología, que estudia fundamentalmente la formación de “palabras” (entroncando con
la lexicología. Hay, por ello, un vínculo entre ambas disciplinas) en tanto al módulo léxico,
además de ser la disciplina que gestiona los recursos formales no semánticos. Aporta, por
lo tanto, concordancia entre lexemas, perteneciendo esto en realidad al módulo oracional, ya
que la relación se da dentro de un sintagma. Con estas dos vertientes, encontramos que la
rama que nos concierne en el módulo léxico es la primera, es decir, la formación de palabras.
Existe una llamada clasificación morfológica de las lenguas, en paulatino desuso, pero aún
vigente. Esta clasificación se compone de principios: afijación (propiedad de una lengua que
permite la formación de lexemas mediante muchos morfemas) y transparencia (propiedad de
una lengua que establece una relación única o exclusiva entre un morfema y un morfo, no
existiendo alomorfos). Por lo tanto, las lenguas analíticas son aquellas que poseen pocos
morfemas por palabra, o no permiten la afijación, por lo que son menos afijantes y más
transparentes; las sintéticas son + afijantes y – transparentes, ya que tienden a poseer muchos
morfemas por lexema.
En “anciano” o “pobre”, encontramos un uso como nombre o como adjetivo, siendo esto un
rasgo aislante (es transparente y afijante, ya que solo posee un morfo y no se le añaden
morfemas para su conversión categorial). En antidesnuclearización encontramos aglutinación
(numerosos morfemas y sin formas para estos morfemas). Un ejemplo polisintético es la
conjugación del verbo “ir”, que no comparte forma léxica en sus formas: posee un rasgo
polisintético, ya que posee varios morfos para un morfema y varios morfemas en el lexema).
El inglés, finalmente, es una lengua aislante, ya que, como observamos en “John hit Mary” y
“Mary hit John”, es – afijante y + transparente.
6. Universales Flexivos
Entrando en una interrelación entre programas, estudiaremos los universales flexivos, que son
propiedades generales atribuidas a todas las lenguas. Sabemos que existen distintos tipos de
universales, siendo, en este caso, implicativos (existen dos universales con una relación
unilateral, es decir, si se activa uno, se activa otro, en una relación de dependencia en la que
el elemento menor condiciona la existencia necesaria del mayor). Entrando en los universales
flexivos, encontramos elementos que se repiten en todas las lenguas: número, género, tiempo
y persona.
➢ Con respecto al número, una lengua puede tener trial, dual y plural (con el singular
implícito al estar no marcado). Por ejemplo, una lengua puede tener plural y no dual,
pero, si aparece el dual, necesariamente aparecerá el plural.
➢ Con respecto a los universales que implican al género, encontramos el número. Si una
lengua activa flexivamente el género, también activa el número. Puede activar el
número, pero no el género, como sucede con el inglés. Si una lengua selecciona tener
género en el plural, también debe tener género en el singular (él-ellos/ella-ellas), pero
no al revés: puede tener género solo en el singular (he/she-they). Además, si un
nombre tiene género, deberá tenerlo el pronombre. Con respecto a los pronombres, si
tiene género en la primera persona, lo tendrá en la segunda, y si lo tiene en la segunda,
también lo tiene en la tercera (sucede con el inglés, ya que el género en la tercera
persona no se aplica ni en la segunda ni en la primera).
➢ Con respecto a la concordancia de persona, si tiene concordancia en el nombre
también lo tendrá en el verbo.
➢ Con respecto al tiempo, tener flexión en el futuro implica tener flexión en el pasado, y
si la tiene en el pasado la tendrá en el presente (ej.: japonés, tiene flexión presente y
pasada, pero no futura). Este universal es relativo o dudoso.