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Tema 3: Módulo Léxico

Es el primer módulo perteneciente a la estructura máxima del código, encargado de gestionar


un contenido mental con significado, en este caso conceptual. Así, se observa que la
organización del código lingüístico es binaria: existen dos estructuras, la básica y la máxima,
que a su vez presentan una subdivisión entre un módulo básico y otro máximo, diferenciables
en la estructura máxima porque el léxico gestiona conceptos y, el oracional, proposiciones o
sucesos (términos procedentes de la filosofía griega), siendo los conceptos más básicos que
las proposiciones.

Así, el módulo léxico es un módulo atribuido al código lingüístico, perteneciente a la


estructura máxima de este y, por ello, encargado de crear un dispositivo gestor de contenidos
mentales conceptuales (llamados coloquialmente palabras).

El estudio de dichos contenidos presenta cierta dificultad, existiendo diversas teorías que
parten de dos principios básicos:

➢ Los objetos del mundo humano socializado no existen independientemente, sino


que forman estructuras jerarquizadas en las que ningún elemento puede aparecer
aislado, conformando un todo no indiviso, sino articulado. Las ya citadas estructuras
conforman los llamados campos conceptuales, y sus componentes son los llamados
lexemas.
➢ Existen dos estrategias o disciplinas mediante las que estudiaremos estos conceptos, la
taxonomía y la meronomía.

El módulo léxico crea un dispositivo, el patrón léxico, que permita relacionar y proyectar los
contenidos mentales conceptuales en productos lingüísticos. No estudiaremos los contenidos,
tarea perteneciente a disciplinas como la sociología o la antropología, sino que analizaremos
su proyección y organización formal en el código lingüístico, relevante para la lingüística.

1. Campos Léxico-Semánticos
Desde la perspectiva lingüística, nos interesa cómo se refleja la realidad a través del código
lingüístico, cumpliendo dicha realidad, organizada en campos conceptuales de contenido,
ciertas características:

➢ El contenido no es un todo monolítico, sino que está formado por los ya citados
ámbitos, que son complementarios.
➢ Estos ámbitos, además, están articulados y jerarquizados recurrentemente.
➢ A esto hay que añadir que dichos ámbitos se hayan intersectados (ej.: la madera es un
material, pero también forma parte del árbol, está relacionada con la profesión del
carpintero, etc.).

El número y el tipo de todos los ámbitos existentes en el mundo humano es prácticamente


inabarcable. Sin embargo, todos ellos poseen su propia representación en el código
lingüístico: los campos léxico-semánticos
Un campo léxico-semántico es la representación de un campo o ámbito conceptual en el
código lingüístico. Establece dos relaciones básicas:

➢ Una de pertenencia por defecto. Por ello, «rojo», «blanco» o «azul» pertenecen al
campo cromático.
➢ Una de oposición, poseyendo cada elemento un valor distinto que le otorga identidad
dentro de su determinado campo.

Los dominios no son estancos, sino que establecen múltiples vínculos para tejer un elaborado
y competente sistema que proyecte los contenidos conceptuales. Las proyecciones de dichos
contenidos se denominan lexemas, siendo estos la unidad constitutiva de un campo
semántico, perteneciente por ello a la disciplina de la lexicología.
El módulo léxico organiza sus conocimientos en dos disciplinas:

➢ Lexicología: organiza los conocimientos relativos a la representación léxica y


semántica (lexemas y campos léxico -semánticos).
➢ Morfología: organiza los conocimientos relativos a la codificación formal (estructura
y funcionamiento).

2. Clases de Campos Semánticos


Según nuestra teoría, los campos léxico -semánticos se organizan en base a dos modos o
procedimientos cognitivos: la taxonomía y la meronomía, que no se diferencian en su
estructura, sino en la relación de sus contenidos.

➢ Taxonomía: establece una relación de clase -miembro o tipo-miembro, perteneciendo


dichos miembros a la clase mencionada. No presenta una jerarquía binaria, quedando
esta pendiente para aplicarla a nuestro sistema. A su vez, existen dos subtipos de
taxonomía.
○ Individual: es aquella cuyos miembros son autónomos, segmentables y
diferentes entre sí. Se construye a través del principio de sumatividad o
adición, que forma grupos a partir de individuos.
○ No individual: se forma por la agrupación de miembros indivisibles, no
autónomos, no diferentes y no cuantificables (incontables), que se reúnen
mediante el principio de acumulación, formando así porciones más grandes
(no se suman miembros individuales, sino cantidades).

El campo semántico taxonómico está controlado por un principio general, el de la


transitividad. Este establece que si un miembro A pertenece al grupo B, y B es un
miembro del grupo C, A es un miembro perteneciente al grupo C.

A su vez, presenta cierta nomenclatura con respecto al lugar que ocupan sus
elementos en su jerarquía, esto es, en tanto a las relaciones que hay entre ellos. Así,
los hiperónimos son la etiqueta que reciben el elemento que hace de nodo en dicho
campo, al que se subordinan todos los miembros, denominados hipónimos. La
relación que establecen con respecto a su superior se llama hiponimia, con respecto a
su inferior, hiperonimia, y la existente entre los miembros a un mismo nivel,
cohiponimia (dichos miembros son cohipónimos).

➢ Meronomía: presenta una relación estructural de parte-todo. Al igual que la


taxonomía, presenta diferentes subtipos.
○ Homogénea: las partes del todo son iguales entre sí, enfocándonos en su
semejanza. Es el caso de los colectivos (manada) y los plurales (casas).
○ Heterogénea: las partes del todo son distintas entre sí (los distintos oficios
existentes en una tripulación son los que la conforman).

Así, dependiendo de si nos enfoquemos subjetivamente en su semejanza o no,


estaremos ante un tipo u otro de meronomía. Por ejemplo, un enjambre es una
comunidad de abejas, todas ellas de la misma especie (homogénea), pero con distintas
labores para cada individuo (obreras, zánganos, reina... convirtiéndose en
heterogénea).

Las meronomías poseen la propiedad controladora de no transitividad, en oposición


a la taxonomía. Por ello, cada nudo de la meronomía pertenece a un campo
léxico-semántico diferente: si bien las amapolas son flores y las flores son plantas, en
el caso de las partes del cuerpo humano, el dedo no se relaciona directamente con el
cuerpo, sino que lo hace a través de su pertenencia a la mano, y esta misma por su
pertenencia al brazo. Decimos que el dedo es una parte del cuerpo, por lo tanto,
porque es una parte de la mano, mientras que la amapola por sí misma ya es una
planta. Si eliminamos la existencia de la mano, el dedo deja de pertenecer al cuerpo.

Al igual que en las taxonomías, encontramos una nomenclatura aplicada a todos los
elementos de las meronomías: las partes, denominadas merónimos, se aglutinan en
torno a un todo, holónimo, estando estas partes relacionadas mediante comeronimia.
La relación de meronimia sería la dada de un merónimo hacia su holónimo, mientras
que, si partimos de dicho holónimo hacia los merónimos, la relación sería de
holonimia. La relación dada entre merónimos se denomina comeronimia.

3. La Unidad Léxica y su Organización


Los campos léxico-semánticos están organizados internamente en lexemas, cuya identidad
viene dada por su posición en dicho campo. Los lexemas, que no «palabras» (nomenclatura
inestable e inadecuada para el lenguaje técnico-científico debido a su contaminación
cotidiana), pueden poseer varias formas, siendo «niña» y «niño» una misma identidad puesto
que están en la misma posición, aunque poseen distintos morfemas flexivos.

Los lexemas funcionan como unidades de entrada a la jerarquía de los campos


léxico-semánticos a los que pertenecen, estando a su vez articuladas por el patrón del código.
Sin embargo, el lexema constituye una proyección de la realidad, siendo una representación
gráfica de un significado mental que, si bien está vinculado a este de forma convencional, no
es el referente, propio de la realidad. El lexema, por lo tanto, posee valores psicológicos.
a. Morfema
La articulación de los lexemas se produce debido a su organización en morfemas, elemento
definido tradicionalmente como la unidad más pequeña con significado de una lengua, siendo
el punto de referencia la propia lengua. Debemos concretar mediante un punto de referencia
más específico, por lo que nos debemos centrar en una de las partes de dicha lengua. Por ello,
definimos el morfema como la unidad de medida o de gestión de un lexema, entendiendo que
medida es un concepto que, en su abstracción, se refiere al establecimiento de un canon. Así,
el morfema es la unidad de entrada del patrón léxico.

b. Procedimiento de Formación Léxica


Todo morfema debe tener una forma de representación, una etiqueta, llamada morfo. El
morfema, sin embargo, puede tener varias formas de representación, es decir, morfos
alomorfos, como sucede con los sufijos -al y -ar, de robledal y palomar. Así, la relación de
alomorfía es la relación que existen entre los morfos alomorfos de un mismo morfema. La
polimorfía es la relación entre un morfema y sus morfos alomorfos. Hay lenguas en las que
un morfema solo puede tener un morfo: son las llamadas lenguas aglutinantes, que generan
una característica de transparencia.

La aplicación del morfema a las teorías lingüísticas resuelve cuantiosas dificultades nacidas
en la investigación. Conocemos, según esta, que existen distintas clases de morfemas según la
polaridad de su contenido semántico:

➢ Valor polarizado +: diferenciamos, según su posición en el patrón, entre más o


menos nucleares, es decir, entre radicales y derivativos, respectivamente. Además,
con respecto a la posición del morfema derivativo, encontramos:
○ Prefijos: antes de la raíz.
○ Sufijos: después de la raíz.
○ Infijos: inscritos en el interior de la raíz (en el tagalog, se inscribe un morfema
de pretérito tras el ataque de la primera sílaba radical).
○ Transfijos: también inscritos en la raíz, pero se presentan divididos (como
sucede con el árabe, en cuyos lexemas el tiempo y el modo se representan en
las vocales situadas entre las consonantes radicales).
○ Circunfijos: ocupa simultáneamente dos posiciones, como sucede con el
morfema de “ensuciar” (en -y -ar).
➢ Valor polarizado -: son los morfemas flexivos, ya sean de género, número, tiempo,
etc.

Cabe destacar que, según la característica de cohesión, los pronombres, preposiciones,


artículos, determinantes y otras clases no son lexemas, sino que representan morfemas. La
ligadura con respecto a su lexema suele ser negativa, aunque puede ser positiva, como sucede
con los pronombres enclíticos verbales.

4. Morfología: Estructura Léxica y Procedimientos


El campo léxico-semántico asegura la creación de innumerables unidades léxicas, en cuya
creación se aplica el patrón léxico y los procedimientos compatibles.
Así, el patrón del código reconoce cuatro clases de lenguas, seleccionando el español el
cuarto:

1. – Raíz–
2. Prefijo Raíz –
3. – Raíz Sufijo
4. Prefijo Raíz Sufijo

Existen dos tipos de derivación, dependiendo de si el morfema derivativo sufijo afecta a la


categoría del lexema sobre el que se aplica (heterocategorial) o no (homocategorial).

En español, el rasgo categorial de salida del prefijo está bloqueado, por lo que sus
derivaciones no pueden ser heterocategoriales.
Así, existen diversos tipos de derivativos nominalizadores, es decir, que se aplican a distintas
clases de lexemas, en función de la categoría de entrada que estos presenten, y siempre
poseen una categoría de salida nominal: deverbales (-ción, -ancia), deadjetivales (-ura, -eza),
denominales (-al, -ero) y deadverbiales (-ía).
Una lengua puede tener activado el proceso de composición, más alto en la jerarquía, sin
tener activado el de derivación. Sin embargo, si tiene activado este último, necesariamente
tendrá activado el de composición.
La compatibilidad categorial es un criterio referido al proceso de composición:

Existen otros procedimientos derivativos, como la conversión, la mezcla, la inversión, las


siglas o los acrónimos.

Con respecto a la conversión, no existen cambios formales, pero sí categoriales, observables


en el contexto y el funcionamiento del lexema. En español, sucede lo mismo con la primera
persona de «pagar» y el sustantivo «pago».

La inversión es un fenómeno que se produce cuando, de un elemento ya derivado, aparece un


nuevo lexema derivado (sería el caso de que, en español, del derivado prefabricado se creara
prefabricar). En el caso del inglés, aparece un nuevo derivado a partir de un préstamo que, en
la lengua original (francés), ya estaba derivado, pero que al pasar a la nueva lengua deja un
vacío semántico en cuanto a que necesita un verbo.

No es necesaria una explicación para las siglas (en PSOE aparece un caso particular). En
cuanto a los acrónimos, son un mecanismo de formación basado en tomar un fragmento de un
lexema y unirlo a un fragmento de otro. Por influencia anglosajona, también se considera
(cada vez más) la lectura de una sigla en lugar de un deletreo.

La mezcla y el acrónimo no se diferencian con claridad, sino que confluyen a partir


deorígenes distintos.

La formación de un lexema mediante la añadidura de diversos morfemas, es decir, su ruta


formativa léxica, se representa mediante la representación arbórea etiquetada. Esta
presenta jerárquicamente los morfemas añadidos a una base léxica, teniendo en cuenta la
compatibilidad categorial de todos sus morfemas y, estableciendo con ello, el orden en el que
se añadieron.

En el caso de indescifrable, “in-” solo se aplica a adjetivos, mientras que “-ble” se aplica para
convertir en adjetivos. Al tener una base léxica verbal, para aplicarle el prefijo que presenta
es necesario que sea adjetivo, siendo dicha conversión, es decir, la aplicación de “-ble”,
anterior a la aplicación de “in-“ por ello. Así, según su ruta formativa, el lexema significaría
“no posible de descifrar (deshacer la cifra)”.

Pueden existir dos rutas simultáneas, presentando por ello un lexema dos representaciones
arbóreas etiquetadas y dos significados distintos. Así, “inmovilizable” posee dos lexemas con
dos rutas distintas, en base a los mismos morfemas, significando uno “no posible de hacer
móvil” y el otro “posible de hacer no móvil”.

Existen excepciones por el uso que van contra la tendencia general, como “desamor”, que
teóricamente no es posible, pero se da en la práctica.
5. Morfología: Estructura Léxica y Procedimientos
El contenido – semántico alude a criterios formales. Estos contenidos son estudiados por la
morfología, que estudia fundamentalmente la formación de “palabras” (entroncando con
la lexicología. Hay, por ello, un vínculo entre ambas disciplinas) en tanto al módulo léxico,
además de ser la disciplina que gestiona los recursos formales no semánticos. Aporta, por
lo tanto, concordancia entre lexemas, perteneciendo esto en realidad al módulo oracional, ya
que la relación se da dentro de un sintagma. Con estas dos vertientes, encontramos que la
rama que nos concierne en el módulo léxico es la primera, es decir, la formación de palabras.

Existe una llamada clasificación morfológica de las lenguas, en paulatino desuso, pero aún
vigente. Esta clasificación se compone de principios: afijación (propiedad de una lengua que
permite la formación de lexemas mediante muchos morfemas) y transparencia (propiedad de
una lengua que establece una relación única o exclusiva entre un morfema y un morfo, no
existiendo alomorfos). Por lo tanto, las lenguas analíticas son aquellas que poseen pocos
morfemas por palabra, o no permiten la afijación, por lo que son menos afijantes y más
transparentes; las sintéticas son + afijantes y – transparentes, ya que tienden a poseer muchos
morfemas por lexema.

Ajena a esta clasificación, encontramos otro agrupamiento más complejo, en función de la


combinación de las polaridades de dichos principios:

Ninguna lengua es pura, es decir, ninguna corresponde en su totalidad a un tipo concreto,


poseyendo un rasgo predominante que les da nombre y permite clasificarlas. Así, el español
es una lengua sintética y fusionante.

En “anciano” o “pobre”, encontramos un uso como nombre o como adjetivo, siendo esto un
rasgo aislante (es transparente y afijante, ya que solo posee un morfo y no se le añaden
morfemas para su conversión categorial). En antidesnuclearización encontramos aglutinación
(numerosos morfemas y sin formas para estos morfemas). Un ejemplo polisintético es la
conjugación del verbo “ir”, que no comparte forma léxica en sus formas: posee un rasgo
polisintético, ya que posee varios morfos para un morfema y varios morfemas en el lexema).
El inglés, finalmente, es una lengua aislante, ya que, como observamos en “John hit Mary” y
“Mary hit John”, es – afijante y + transparente.

6. Universales Flexivos

Entrando en una interrelación entre programas, estudiaremos los universales flexivos, que son
propiedades generales atribuidas a todas las lenguas. Sabemos que existen distintos tipos de
universales, siendo, en este caso, implicativos (existen dos universales con una relación
unilateral, es decir, si se activa uno, se activa otro, en una relación de dependencia en la que
el elemento menor condiciona la existencia necesaria del mayor). Entrando en los universales
flexivos, encontramos elementos que se repiten en todas las lenguas: número, género, tiempo
y persona.

➢ Con respecto al número, una lengua puede tener trial, dual y plural (con el singular
implícito al estar no marcado). Por ejemplo, una lengua puede tener plural y no dual,
pero, si aparece el dual, necesariamente aparecerá el plural.
➢ Con respecto a los universales que implican al género, encontramos el número. Si una
lengua activa flexivamente el género, también activa el número. Puede activar el
número, pero no el género, como sucede con el inglés. Si una lengua selecciona tener
género en el plural, también debe tener género en el singular (él-ellos/ella-ellas), pero
no al revés: puede tener género solo en el singular (he/she-they). Además, si un
nombre tiene género, deberá tenerlo el pronombre. Con respecto a los pronombres, si
tiene género en la primera persona, lo tendrá en la segunda, y si lo tiene en la segunda,
también lo tiene en la tercera (sucede con el inglés, ya que el género en la tercera
persona no se aplica ni en la segunda ni en la primera).
➢ Con respecto a la concordancia de persona, si tiene concordancia en el nombre
también lo tendrá en el verbo.
➢ Con respecto al tiempo, tener flexión en el futuro implica tener flexión en el pasado, y
si la tiene en el pasado la tendrá en el presente (ej.: japonés, tiene flexión presente y
pasada, pero no futura). Este universal es relativo o dudoso.

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